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    LA NOTA

    Eran las diez y media de una fra maana de enero, cuando una vozfemenina llam a Comisara. El polica que cogi el telfono era un hombremuy joven, y estuvo tomando nota con un bolgrafo mordisqueado.

    -Yo soy la enfermera. Vengan cuanto antes, por favor.-Est bien, iremos enseguida, no se mueva de ah.l se volvi, con el telfono todava en la mano.-Se trata de una invlida de unos cincuenta aos, y ha aparecido

    muerta en su casa -le explic al superior. -Al parecer, con muestras deviolencia. Parece que el mvil ha sido el robo, segn dice la enfermera. -El

    subinspector se volvi con cierta impaciencia.-Vaya, nos han arreglado el da -gru. El otro se encogi de

    hombros.-Ya ve.El Inspector jefe, encargado del caso, era un hombre alto y flaco, casi

    esqueltico, de larga nariz. Aparentaba ms de cuarenta aos y tena losojos de un tono pardusco y un cabello oscuro, fuerte y ondulado. Se pusode pie, empujando su silla tan bruscamente que casi la tira al suelo.

    -Bueno, ms vale que salgamos pronto. Ven t, y que nos acompaen

    un par de hombres. Y que vayan avisando al forense, y al juez.Marcharon hacia la casa, los cuatro policas y el conductor. ste

    mostraba una calva incipiente, con el cabello escaso y unas entradasdemasiado pronunciadas.

    -Parece que es ah -indic.Despus de abandonar el coche tomaron un sendero y llegaron ante

    la vivienda. Era un edificio antiguo, clsico, con la planta baja y unasuperior, pero haba sido remozado y tena una hermosa parra queremontaba la fachada hasta las ventanas del piso alto, con maderas

    pintadas de azul.Subieron varios escalones, y se detuvieron junto a un rbol pelado.Accionaron una campanilla y aguardaron unos minutos antes de que nadieacudiera.

    -Hay alguien ah? Somos de la polica -dijo el jefe en voz alta.Finalmente, apareci a la puerta una mujer de edad indefinida, vestida

    de blanco. Llevaba una melena corta y rizada, y sus facciones erangrandes y ordinarias. Su mirada recorri a todos los presentes, yendo adetenerse en el que estaba ms cercano.

    -Soy la enfermera de la seora -dijo. -Yo los he llamado.Se detuvo un momento y agreg, nerviosa:

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    La hermana de ella acaba de llegar. Ha subido a echarse un poco,est destrozada...

    -Parece que no es para menos -sonri el polica.El vestbulo donde los hizo entrar era recargado, y decorado con mal

    gusto. Haba un silln de orejas tapizado en terciopelo azul, y enfrente unacmoda barroca sostena un angelote de bronce. Las cortinas azulesestaban descoloridas. Junto a la escalera, una pequea plataforma hacade ascensor.

    -Lo utilizaba la seora? -Ella asinti.-S, para venir hasta la planta baja, y ya haba bajado esta maana.

    Entren, ella est ah.Nada ms pasar al comedor vieron un cuerpo femenino que yaca

    sobre la alfombra, con un abrigo oscuro por encima, cubrindole laspiernas y parte del cuerpo. Su aspecto denotaba a la legua que estababien muerta.

    -Vaya -gru el inspector, agachndose.La haban golpeado brutalmente en la cabeza, que haba sangrado.

    Sus facciones y sus pmulos estaban demacrados, como si hubiera sufridouna larga y grave enfermedad.

    El polica observ con atencin a la mujer cada, junto a la que habauna silla de ruedas. Un pequeo pequins retozaba en torno, ladrando.

    Unas naranjas y manzanas, en una fuente de metal dorado, daban sobrela mesa una nota de color.

    Se fij en que la seora mantena cerrada la mano derecha. Era unamano esqueltica, que permaneca sobre la alfombra, y pareca sujetaralgo. l la alz por un momento, y la abri. Extrajo un papel,cuidadosamente doblado y rasgado por la parte inferior.

    La mano estaba fra y hmeda al tacto, y l limpi con disimulo lasuya.

    -Hace poco que ha muerto -coment. -No har ms de dos horas, el

    cuerpo no est rgido.Tom el papel con la punta de los dedos y lo desdobl: la nota tenael tamao de una cuartilla y estaba escrita con bolgrafo, nerviosamente,de forma que la escritura casi haba roto la hoja. l alz la mirada.

    -Qu es esto? -La enfermera se encogi de hombros.-Cmo voy a saberlo? -l cambi de tema:-Ese abrigo es de usted? -Ella afirm con la cabeza.-S, seor. Me pareci que deba cubrirla...El inspector mir alrededor. Haba una chimenea de hierro negro

    adosada a la pared; dentro se haban amontonado troncos y astillas, peroel fuego estaba apagado. Al lado, junto a una mesa baja haba un

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    cuaderno, y al parecer era de donde se haba rasgado la hoja, ya que lascaractersticas del papel eran las mismas. Comprob que el resto de lashojas estaban en blanco, y acto seguido llam con un gesto a uno de loshombres que efectuaban la inspeccin. Le dio unas instrucciones al odo,le entreg el cuaderno y se volvi de nuevo a la enfermera.

    -Dnde est la cocina?-Venga, yo lo acompaar.Cruzaron de nuevo el vestbulo y entraron en una gran pieza que daba

    al jardn.-Es aqu -indic la mujer.De nuevo, l mir alrededor. La cocina le pareci cmoda y moderna,

    con todos los adelantos de la tcnica.

    -Vaya, no est mal -gru.En una panoplia haba tijeras, varios cuchillos cortos y otros largos.

    Todos tenan el mango de hueso. Junto al fregadero le llam la atencinun escurridor de metal esmaltado en azul. Tena dos estantes, y en el dela parte superior, recin fregado, un rodillo de los que se usan para hacerlas empanadillas. La voz de la enfermera lo sobresalt.

    -Le apetece un caf?-Pues mire... s, se lo agradezco.Ella puso dos tazas humeantes sobre la mesa, y al lado unas pastas.

    l tom un sorbo de caf, paladendolo apreciativamente.-Bueno, cunteme lo ocurrido.Ella asinti con un gesto. Al parecer, sobre las diez de la maana

    haba llegado a la casa, como siempre. No llam, porque tena llaves.Entr directamente a la cocina, donde estuvo recogiendo unas cosas. Mstarde, sac del botiqun lo que necesitaba para asear a la seora.

    -Cuando entr al comedor, me encontr como la ha visto. Aunque nolo crea, me ha impresionado mucho. -l carraspe.

    -S, claro. Siga, por favor.

    Al parecer, segn dijo, la seora era viuda desde haca mucho tiempo.El marido haba muerto en accidente de automvil y ella lo sobrevivi,aunque qued invlida.

    -La hermana la ha estado cuidando durante todos estos aos. Estarriba, echada... -El inspector la interrumpi.

    -Espero que no tarde en bajar. Tendr que interrogarla, como esnatural. Por cierto, estaba la seora bien... situada? Me refiero a susituacin econmica. -La mujer pareci dudar.

    -Pues... creo que s. Haba heredado la casa, y algunas fincas y dinero

    de su marido. -Se detuvo un momento. -Siempre pagaba religiosamente,lo mismo a m que a una chica que la acompaa... la acompaaba por las

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    noches. Ella ha ayudado a bajar en la plataforma a la seora, y despusse ha ido. Luego, he llegado yo...

    No tardaron en sonar pasos en el vestbulo, y en la cocina apareciuna mujer de unos cuarenta aos. Estaba plida, y sus cabellos eran de

    un rubio teido. Se notaba que haba llorado.-Perdone, no he podido bajar antes. Es usted de la polica?l la observ con curiosidad. Daba la sensacin de ser una persona

    frgil, con grandes ojeras y una sonrisa triste. Luego, el inspector se pusoen pie.

    -Siento de veras lo ocurrido -le dijo. Ella dej escapar un sollozo.-Es una cosa tan horrible... -l la mir de frente.-Usted estaba fuera cuando ha ocurrido todo? -la mujer asinti.-He pasado la noche en casa de una amiga, la enfermera puede

    decrselo.Se detuvo un momento, y agreg:-Por cierto, que arriba han robado. La habitacin de mi hermana est

    revuelta, y faltan todas las alhajas. l pareci extraado.-Ahora veremos todo eso -pronunci despacio.Estuvieron registrando la casa, tomando las posibles huellas y

    haciendo fotos, tanto de la muerta como de todo lo que la rodeaba, incluidoel perro. Tambin se fotografi el jardn, y se traz un pequeo esquema.Haban pasado casi cuatro horas desde que llegaron al lugar, y todo elmundo pareca cansado, y un tanto aburrido.

    La hermana se haba retirado de nuevo al piso superior, y laenfermera trasteaba en la cocina, de donde surga un apetitoso olor.Llamaron a la puerta de la calle, y entr el polica joven.

    -Me mandan con esto de la comisara -indic. -Ya han hecho laspruebas.

    Le entreg al inspector el cuaderno, y una carpeta que contena variospapeles. l cerr cuidadosamente la puerta, se sent en el silln de orejastapizado de terciopelo, y estuvo hojeando el dossier con un extrao brilloen los ojos.

    Dentro de la carpeta vena la cuartilla rasgada, junto a variosnegativos y fotografas. Una hoja, de tamao folio, reproduca el mismotexto de la nota, pero ms completo y el doble de largo. Ley:

    Mi testamento est en la caja fuerte del banco, con otros papeles. Enl, nombro nica beneficiaria a mi hermana menor, que me ha cuidado yadministrado mis bienes desde que muri mi marido, ahora hace diezaos.

    Hasta aqu llegaba lo escrito en la cuartilla, pero el texto segua en elfolio:

    ltimamente, s que ella me ha estado robando, aprovechando miinvalidez. As que es mi deseo cambiar el dicho testamento, y que todo lo

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    que tengo pase a manos de las monjas que llevan el asilo local. Mi lealenfermera firma como testigo, y a ella le entrego esta nota para que laconserve hasta mi muerte.

    Estaba firmado por la enfermera, y fechado la vspera.

    El inspector jefe se enderez en el asiento. Ahora su tono eraenrgico, profesional.-Hagan venir a esas mujeres -orden. -No las pierdan de vista.La primera que apareci fue la hermana de la fallecida. La mano le

    temblaba mientras coga el folio, y mir alrededor.Qu es esto? -pregunt.-Lea lo que dice -indic l en tono grave.-Le juro...-Conoce esa letra? -Su voz se haba hecho fuerte y severa.

    -S, es la de mi hermana -dijo ella, tratando de sonrer. En apariencia,nada haba envejecido tanto en ella como sus ojos.-Usted conoca esta nota?-Yo? No... -l la cort a mitad de la frase.Su hermana haba hecho testamento a su favor, pero se dio cuenta de

    que la estaba robando.-S, pero...-Escribe un testamento holgrafo, y reclama a la enfermera como

    testigo. No es as?Ella haba fijado la mirada en el suelo. Estaba an ms plida, y

    segua moviendo las manos con gestos nerviosos. Luego se ech a rer:una risa suave, confiada.

    -Saba que no poda salir bien... -musit.***

    A continuacin el polica hizo llamar a la la enfermera y le tendi elfolio completo.

    -Reconoce esto?Ella cogi el papel y frunci el ceo, como tratando de recordar.

    Pareca confusa.

    -Qu?...El polica hizo una pausa, en que se oy el tictac de un reloj. l indic,

    muy serio:-Por favor, sintese.Ella as lo hizo, sin levantar la vista. En la voz del polica haba una

    nota de severidad.-Vamos, no disimule. Se trata de algo que ocurri ayer mismo, no es

    as?Ella pareci estremecerse, y el inspector sigui:

    -Por lo que veo, usted firm este documento, verdad?Ella no contest, y el hombre aspir hondo.

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    -Corrjame si me equivoco. Despus de firmar como testigo la ltimavoluntad de la seora, a usted le falt tiempo para decrselo a la hermanaperjudicada.

    De nuevo hubo un silencio tenso. La voz de l se hizo ms spera.

    -...Y entre las dos la golpearon, hasta matarla. Conservaron lo queinteresaba del papel, y rasgaron la otra parte.La mujer segua silenciosa, y l afirm:-El documento estaba roto, y slo poda leerse lo que a ustedes les

    convena. Por cierto, saban una cosa? Se puede leer el resto de la nota,por los rastros que ha dejado el bolgrafo en el folio siguiente del cuaderno.

    Ella se ech a llorar. Por primera vez, pareci derrumbarse.-Usted la mat -insisti el polica.-Yo no... -l la interrumpi con un gesto.

    Lo planearon entre las dos, pero usted sola cometi el asesinato. Lahermana es una mujer demasiado dbil y nerviosa. Usted, no lo es.Ella no dijo nada. Respiraba con dificultad, y el hombre prosigui:-Tuvieron unas cuantas horas para proyectar el crimen. Ambas

    saldran ganando: ella no perdera su herencia, y usted se llevara unabuena tajada -se detuvo un momento. -En cuanto a las joyas robadas,estoy seguro de que las tiene a buen recaudo.

    La mujer haba enrojecido. Se senta cercada y comenz a explicarlotodo, como si hablara consigo misma:

    -Yo haba sufrido mucho en mi pas. Acababa de llegar aqu cuandoconoc a la seora... -l la interrumpi de nuevo:

    -Comprendo que su vida no ha sido fcil en ningn sentido. Pero esono le da facultad para matar a una mujer invlida.

    l se haba puesto en pie, y se dirigi a la cocina. Dentro estaba lahermana, y la mir de arriba abajo.

    -Me imagino que lo habr odo todo -le dijo.- Por eso, podr imaginarque ambas van a ser detenidas por asesinato. -Ella ri con nerviosismo.

    -Pero, yo no he hecho nada... -El polica solt un gruido.-Usted estaba al corriente de todo -dijo, contundente. -Es cierto que

    se ausent de casa de su hermana, para crearse una coartada mientrasla enfermera la mataba. Por cierto, conqu la golpe?

    Fue la propia enfermera quien contest con voz chillona:-Con el rodillo de la cocina, y lo fregu a continuacin...-Ya lo oye -sonri el polica, volvindose.La mujer dio un respingo. Pareca furiosa.-Pero, qu dice esa? -se detuvo un momento, jadeando. -Y en

    cuanto a usted, no puede acusarme sin pruebas...El inspector estaba serio.

    -No tienen disculpa -le dijo. -La voz de la enfermera son desde elvestbulo:

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    -Tiene razn, seor. Despus de todo, ella fue la nica persona enmucho tiempo que me haba tratado con bondad...