La Música y La Poesía Del NOA

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La música y la poesía del NOA La magia de canciones bellísimas como “Zamba del pañuelo”, “Juan del Monte” o “Zamba de Lozano” permite recuperar para el plano de lo real a una Salta que luce hoy como extraída de un universo ilusorio: la de la bohemia interminable, los poetas, las guitarreadas y el vino generoso. Hoy, entre piqueteros que no luchan por cambiar el mundo sino por entrar penosamente en él, entre represiones varias y canciones de Los Nocheros, aquellas creaciones de Gustavo “Cuchi” Leguizamón y Manuel J. Castilla parecen remitir a una Salta imposible. Y sin embargo, como coinciden Liliana Herrero y Juan Falú en una entrevista con Página/12, “se trata de un país que existió, lo que significa que es un país posible”. Ese país posible, tal vez idílico si el parámetro es la excelencia artística de la dupla salteña, está reflejado en LeguizamónCastilla por Liliana Herrero y Juan Falú, el discoproyecto concebido por Buenos Aires Música (BAM) y cuyos alcances superan su mera presentación formal, el próximo miércoles en la Sala AB del Centro Cultural San Martín, coincidiendo con el Día de la Música. Habrá luego una gira nacional que contemplará un centenar de conciertos, principalmente en escuelas. El CD, que incluye refinadas versiones de temas como “Lloraré”, “Carnavalito del duende”, “Cartas de amor que se queman” y “Me voy quedando” (esta última con Fito Páez al piano), comenzó a elaborarse mucho antes de la muerte de Cuchi. Y su edición está a tono con una era de homenajes diversos al compositor salteño y con la publicación, a cargo de Corregidor, de un libro con la poesía completa de Castilla. La idea de rendirle tributo a la dupla responde, según la otra dupla (Herrero–Falú), a reconstruir la noción de “encuentro”. Y agrega Falú, que fue quien sugirió la idea de incluir a Castilla: “Creo que la admiración por el Cuchi es legítima, pero cuando está exacerbada, conlleva algunos olvidos. El de Castilla es uno de ellos. Y es importante que se recupere el trabajo de los dos juntos, además, porque transmite una idea de encuentro, que también se da entre nosotros, con Liliana. La voz y la guitarra. Es bueno que pase esto en una época en la que andamos tan desencontrados”. En medio de la charla, Herrero comete un acto fallido: pretendiendo decir “disco” dice “díscolo”, expresión que, al cabo, termina aceptando como válida para explicar que éste “no es un trabajo fácil de escuchar. Y está bien que sea así, porque la música de Cuchi, como toda la buena música, no se digiere fácilmente. Requiere un tiempo, que es también el tiempo de gozo, y es un punto de encuentro entre el que escucha y el que compuso el tema”. Falú aclara, de todos modos, que “escuchar estas canciones sirve también para contar que hubo un país en que esta música se cantaba masivamente. Y es mentira que una música, para gustar, tiene que ser frívola, pasatista”. El territorio de la leyenda reserva espacios similares para Castilla y para Leguizamón pero, en la realidad, Herrero y Falú tuvieron más contacto con el compositor. Liliana lo vio cuatro veces en su vida. Recuerda fundamentalmente una: “Yo era directora de la carrera de Filosofía en Rosario, y lo llevé para que hablara de lo que representaba la música, la poesía. Y cuando subió, habló dos horas sobre Sarmiento. El era así. Con el chiste más mínimo te mostraba su carácter irreverente”. Falú estuvo dos veces en contacto con el maestro. “La primera vez fue hace muchos años. Me habló de Jobim. Y me dijo que todos los folkloristas de la Argentina deberían escuchar jazz y música brasileña. Y la segunda vez, cuando se hizo el homenaje en ‘Maestros del alma’, ya no estaba en la plenitud de sus facultades mentales. Y en un delirio, me habló de Schoenberg. Me dijo que había estado con él y que le había mostrado una chacarera. Y después, al oído, me agregó: ‘Pero no le gustó...’” Ambos señalan que la obra de la dupla suena todavía hoy revulsiva, y Liliana apunta que “ahora más todavía, cuando estamos llenos de mercachifles en la música popular”. Esa provincianía universal, el pañuelo abriéndose al mundo, la cultura de la calle y de las academias, tuvo en

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Descripcion sobre la musica de Leguizamon y letras de Ramon Castilla

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  • La msica y la poesa del NOA

    La magia de canciones bellsimas como Zamba del pauelo, Juan del Monte o Zamba de Lozano permite recuperar para el plano de lo real a una Salta que luce hoy como extrada de un universo ilusorio: la de la bohemia interminable, los poetas, las guitarreadas y el vino generoso. Hoy,

    entre piqueteros que no luchan por cambiar el mundo sino por entrar penosamente en l, entre

    represiones varias y canciones de Los Nocheros, aquellas creaciones de Gustavo Cuchi Leguizamn y Manuel J. Castilla parecen remitir a una Salta imposible.

    Y sin embargo, como coinciden Liliana Herrero y Juan Fal en una entrevista con Pgina/12, se trata de un pas que existi, lo que significa que es un pas posible.

    Ese pas posible, tal vez idlico si el parmetro es la excelencia artstica de la dupla saltea, est

    reflejado en LeguizamnCastilla por Liliana Herrero y Juan Fal, el discoproyecto concebido por Buenos Aires Msica (BAM) y cuyos alcances superan su mera presentacin formal, el prximo

    mircoles en la Sala AB del Centro Cultural San Martn, coincidiendo con el Da de la Msica. Habr luego una gira nacional que contemplar un centenar de conciertos, principalmente en

    escuelas. El CD, que incluye refinadas versiones de temas como Llorar, Carnavalito del duende, Cartas de amor que se queman y Me voy quedando (esta ltima con Fito Pez al piano), comenz a elaborarse mucho antes de la muerte de Cuchi. Y su edicin est a tono con una

    era de homenajes diversos al compositor salteo y con la publicacin, a cargo de Corregidor, de un

    libro con la poesa completa de Castilla. La idea de rendirle tributo a la dupla responde, segn la

    otra dupla (HerreroFal), a reconstruir la nocin de encuentro. Y agrega Fal, que fue quien sugiri la idea de incluir a Castilla: Creo que la admiracin por el Cuchi es legtima, pero cuando est exacerbada, conlleva algunos olvidos. El de Castilla es uno de ellos. Y es importante que se

    recupere el trabajo de los dos juntos, adems, porque transmite una idea de encuentro, que tambin

    se da entre nosotros, con Liliana. La voz y la guitarra. Es bueno que pase esto en una poca en la

    que andamos tan desencontrados.

    En medio de la charla, Herrero comete un acto fallido: pretendiendo decir disco dice dscolo, expresin que, al cabo, termina aceptando como vlida para explicar que ste no es un trabajo fcil de escuchar. Y est bien que sea as, porque la msica de Cuchi, como toda la buena msica, no se

    digiere fcilmente. Requiere un tiempo, que es tambin el tiempo de gozo, y es un punto de

    encuentro entre el que escucha y el que compuso el tema. Fal aclara, de todos modos, que escuchar estas canciones sirve tambin para contar que hubo un pas en que esta msica se cantaba masivamente. Y es mentira que una msica, para gustar, tiene que ser frvola, pasatista. El territorio de la leyenda reserva espacios similares para Castilla y para Leguizamn pero, en la

    realidad, Herrero y Fal tuvieron ms contacto con el compositor. Liliana lo vio cuatro veces en su

    vida. Recuerda fundamentalmente una: Yo era directora de la carrera de Filosofa en Rosario, y lo llev para que hablara de lo que representaba la msica, la poesa. Y cuando subi, habl dos horas

    sobre Sarmiento. El era as. Con el chiste ms mnimo te mostraba su carcter irreverente. Fal estuvo dos veces en contacto con el maestro. La primera vez fue hace muchos aos. Me habl de Jobim. Y me dijo que todos los folkloristas de la Argentina deberan escuchar jazz y msica

    brasilea. Y la segunda vez, cuando se hizo el homenaje en Maestros del alma, ya no estaba en la plenitud de sus facultades mentales. Y en un delirio, me habl de Schoenberg. Me dijo que haba

    estado con l y que le haba mostrado una chacarera. Y despus, al odo, me agreg: Pero no le gust... Ambos sealan que la obra de la dupla suena todava hoy revulsiva, y Liliana apunta que ahora ms todava, cuando estamos llenos de mercachifles en la msica popular. Esa provinciana universal, el pauelo abrindose al mundo, la cultura de la calle y de las academias, tuvo en

  • CastillaLeguizamn a sus principales referentes. Y ellos, que no le cantaban a gente famosa, encontraron en esos personajes entraables que pintaron de manera soberbia algo que condensaba lo inexplicable del universo y de la condicin humana. Eso cobra mayor relevancia hoy, cuando la

    fiebre meditica pone en primer plano supuestas historias de vida que estn absolutamente vacas y

    su valor dura lo que un flash televisivo. Fal, por ltimo, cree necesario hacer una distincin: Esto no es un disco nostlgico, porque tampoco hay que caer en eso de que lo viejo es mejor. No, lo bueno es mejor.

    Diez aos sin el Cuchi Leguizamn puede parecer mucho tiempo, poco tiempo, o nada. Qu

    importancia tiene, en todo caso, la vida fsica de un compositor? O, cambiando el ngulo, cunto

    haca que realmente el Cuchi se haba ido? Las preguntas son crueles y muchas y chocan entre s, en

    un cctel temtico que va desde su vindicacin por parte de msicos contemporneos y jazzistas

    hasta el misterio de una vida desconcertante que l abonaba, sibilino, a la manera de un Macedonio

    Fernndez provinciano. La cita de Macedonio no es caprichosa: el pianista extraordinario que se

    tensaba entre la tradicin y el modernismo fue tambin un hechizante maestro del relato oral y un

    poeta consumado. Por ah estn sus pocas e inhallables grabaciones de conciertos en vivo, en los

    que gustaba prologar cada tema con una narracin ubicada entre la picaresca de Fray Mocho y los

    filsofos griegos que devoraba. Ah estn sus poemas y letras de canciones, slo eclipsadas por la

    dimensin de la dupla con Manuel J. Castilla.

    Una mirada optimista del extrao lugar que ocupa su figura en la msica argentina entre el olvido y el destrato; pensemos simplemente que no existe ningn libro serio sobre su vida y obra nos acercara al pensamiento de Yupanqui de considerar al anonimato como ltimo eslabn de la cadena

    virtuosa de un compositor popular. El apellido Leguizamn est disuelto en la belleza (y, en algunos

    casos, la vigencia) de obras como Llorar, Zamba del pauelo, Carnavalito del duende, La arenosa, Balderrama, La pomea y tantas ms. Trabajos puntuales como los de Juan Fal y Liliana Herrero, Lorena Astudillo o Guillermo Klein funcionan como abordaje conceptual y no

    como rescate. El rescate supone algn tipo de peligro y la obra del Cuchi respira con una salud

    asombrosa. Significativamente, la puesta en foco de la lozana de esa obra y de sus claves musicales,

    por lo menos en mdicas dosis mediticas, estuvo y est en manos de pianistas, gente como Manolo

    Jurez, Eduardo Lagos, Gerardo Gandini, Fito Pez, en su momento el Mono Villegas. Tiros

    aislados sobre un artista que no fue canonizado como Piazzolla o Yupanqui y que pese a ocupar un

    lugar central era observado desde los mrgenes, algo que tal vez no le disgustaba del todo al Cuchi.

    Estudi Derecho en La Plata, form parte del coro universitario y tom clases de msica con el

    director del coro, el maestro Kubik. De regreso a Salta, complet estudios con Virt Maragno e

    indag en compositores como Alban Berg, Schoenberg, Erik Satie, Bela Bartok, Stravinsky, Ravel y

    tambin Duke Ellington, Art Tatum, Oscar Peterson y Billie Holiday. Ejerci como abogado y

    tambin como profesor de historia de secundario: dict clases legendarias que an hoy alumnos

    sexagenarios evocan en Salta como la desopilante hora del Cuchi. La abogaca lo aburra; la docencia lo inspiraba. Se autodefina anarquista.

    Invent el Do Salteo, concibiendo y haciendo ejecutar con rigor una nueva concepcin del

    arreglo vocal. En un notable dossier publicado hace algunos aos por la revista Las Ranas que

    dirige Guillermo Saavedra, el crtico Federico Monjeau escribi: El Do Salteo fue una revolucin en el canto folklrico, fuera de la tradicin chalchalera y fuera tambin de las nuevas

    convenciones de los conjuntos vocales de los aos 70, basadas en conceptos corales o en la forma de esas melodas comentadas que inspiraron el chiste maldito y certero de Yupanqui: uno canta y los otros le hacen burla. El Do Salteo fue una invencin nica y polmica en s misma; representa uno de los momentos ms vanguardistas del folklore, sin la fisonoma que los

    experimentos vanguardistas generalmente asumen en el folklore. La reduccin de medios era su

    principio bsico.

    Fue un pionero de los conciertos de campanas e intent una sinfona de locomotoras, proyecto que

  • qued trunco por trabas burocrticas. As como se meti en la poltica fue diputado provincial, as, con la misma determinacin, huy despavorido. Se cas, tuvo cuatro hijos y se divorci. Detestaba

    Cosqun y le gustaban el vino, la gastronoma y los animales. Los ltimos aos, cuando ya la

    memoria le fallaba y lo acechaba un piano desafinado (hay final ms triste para un pianista que un

    piano desafinado?), tena como objetivo poblar su jardn de bichos: gatos, perros, cabras,

    chalchaleros, zorzales, sapos y ranas. Hacia mediados de la dcada del 90 estaba cansado, vencido. De Sadaic le llegaban puntuales liquidaciones trimestrales irrisorias. Sufra cataratas: deca que se

    miraba en el espejo y no se reconoca. En esa casa saltea tocaba zambas cuando empezaba a caer

    la noche. En ese ejercicio crepuscular la memoria no fallaba: los mdicos no saban explicar por qu.

    Los hijos se turnaban para no dejarlo solo. Muri el 27 de septiembre de 2000, dos das antes de

    cumplir 83 aos, para hundirse mansamente en los versos que escribi ya anciano:

    Me voy quedando ciego

    la luz titila en mis huesos,

    slo la noche derrama

    su esperanza en el silencio,

    dorado, herido

    por lunas que pasan cantando.

    Me voy quedando solo

    lejos del cielo y el tiempo,

    entre huellas desoladas

    sin mujeres y sin perros

    que huelen los rastros

    por donde transitan los sueos.

    A veces no s quin soy,

    la lanza de mi silbido

    va alborotando recuerdos

    desenredando caminos,

    mientras mi risa

    cae en el abismo.

    Me voy quedando hurao

    embalsamando destinos.

    No me arrepiento de nada

    el bien y el mal son olvidos,

    estuches del aire que guardan

    la pena y el grito.

    Me voy quedando libre

    sin arribos ni regresos.

    Est sobrando el alma

    para cantarle a los huesos,

    curiosos de rumbos

    que linden sabores eternos.

    Por esos das habr algunos homenajes, conciertos temticos, entrevistas a Eulogia Tapia, cmaras

    de televisin en Balderrama, esas cosas. Siempre ser demasiado poco.