La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

25
La masonería y su razón de ser en el Siglo XXI Antonio Campos Romay* Muchos de ustedes, especialmente los menos jóvenes, y no digamos los que por razón de edad vivieron el régimen anterior, cuando escuchan hablar de Masonería, seguramente sentirán agolparse en su retina una serie de prejuicios e ideas imprecisas, casi siempre tenebrosas. Una primera impresión, que como mínimo les provoca una actitud de reserva moral o intelectual. El paso siguiente casi inevitable en ese esquema es asociar Masonería con imágenes de reuniones secretas en lugares tenebrosos o clandestinos. Seguramente en su subconsciente, todavía está imbuida la sensación de que se trata de algo sospechoso por principio, que mantiene una disciplina siniestra y unos objetivos inconfesables . Como mucho , que se trata de algo añejo si acaso solo válido como aderezo argumental a una trama literaria truculenta... La satanización implícita que escenificaban los famosos rabos y cuernos que tanto sirvieron como imagen plástica de reprobación y apéndice virtual para la imagen de socialistas, republicanos, comunistas o cualquier intelectual no domado, también tenia aplicación al caso. Y no faltaba como guinda, peyorativamente, la referencia a los mandilones como elemento mayor de menosprecio no exento ello, del tufo machista con una subliminal referencia a la virilidad... Indudablemente este menosprecio era directamente proporcional al grado de incultura. Especialmente muy propio de aquellos auditorio que no dudaban en dar entusiásticos vivas a la muerte e invocaban la muerte de la inteligencia..... Gentes que no tenían reparo en humillar a D. Miguel de Unamuno, pero que el corazón, si es que alcanzaban a tenerlo, les saltaba de gozo en el pecho ante un desalmado sanguinario como Millan Astray poseedor de un cerebro tan mutilado como su cuerpo.

description

una visión de como debe ser la masonería en los tiempos modernos.

Transcript of La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

Page 1: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

La masonería y su razón de ser en el Siglo XXI                                               Antonio Campos Romay*

         Muchos de  ustedes, especialmente los menos jóvenes, y no digamos los que por razón de edad vivieron el régimen anterior, cuando escuchan hablar de Masonería, seguramente sentirán agolparse en su retina  una serie de prejuicios e ideas imprecisas, casi siempre tenebrosas. Una primera impresión, que como mínimo les provoca una actitud de reserva moral o intelectual.

         El paso siguiente casi inevitable en ese esquema es asociar Masonería con imágenes de reuniones secretas en lugares tenebrosos o clandestinos. Seguramente en su subconsciente,  todavía está imbuida la sensación de que se trata de  algo sospechoso por principio, que mantiene una disciplina siniestra  y unos objetivos inconfesables . Como mucho , que se trata de algo añejo si acaso solo válido como aderezo argumental a una trama literaria truculenta...

         La satanización implícita que escenificaban  los famosos rabos y cuernos que tanto sirvieron como imagen plástica de reprobación y apéndice virtual para la imagen de socialistas,  republicanos,  comunistas o cualquier intelectual no domado, también tenia aplicación al caso. Y no faltaba como guinda, peyorativamente, la referencia a los mandilones como elemento mayor de menosprecio no exento ello, del tufo machista con una subliminal referencia a la virilidad...  

         Indudablemente este menosprecio era directamente proporcional  al grado de  incultura. Especialmente muy  propio de aquellos auditorio que no dudaban en dar entusiásticos vivas a la muerte e invocaban la muerte de la inteligencia..... Gentes que no tenían reparo en humillar a D. Miguel de Unamuno, pero que el corazón, si es que  alcanzaban a tenerlo, les saltaba de gozo en el pecho ante  un desalmado sanguinario como Millan Astray poseedor de  un cerebro tan mutilado como su cuerpo. 

         Personas cuyo limitado discernimiento   jamás podría entender  que el mandil de cuero de los adeptos a la masonería es una de las distinciones más antiguas y honrosas de la Augusta Orden Masónica,  porque  en el se simbolizaba toda la nobleza del valor moral del trabajo emancipador.

         Tampoco contribuye a racionalizar esa  percepción pretérita que con tanto éxito orquestó durante los largos años da longa noite de pedra   la llamada  Secretaria de Prensa y Propaganda del Movimiento, el interminable batiburrillo de publicaciones y bibliografías en las que se  mezclan sin orden ni concierto, desde las publicaciones

Page 2: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

propias de las diversas obediencias masónicas, regulares ó no, hasta trabajos carentes del menor rigor científico o intelectual. Fuentes de dudoso criterio, o publicaciones  declaradamente falaces cuyas calumnias y absurdos pueden alcanzar hasta paranoicas leyendas sobre supuestos crímenes rituales y sacrilegios ceremoniales.

         Por vía de ejemplo cabria recordar que no hace mucho concurría en esta intencionada ceremonia de la confusión  una película reciente sobre el asesino británico Jack el Destripador. En ella, sin el menor rubor se le endosaban sus crímenes a un tenebroso complot de masones...A lo largo de diversas secuencias y de forma torticera se entresacaban unas veces de forma subliminal y otras de forma burda y primaria, emblemas y distintivos masónicos asociándolos a las turbias maniobras que daban cuerpo al delirante guión.

           En la misma línea un historiador o pseudohistoridaor que no seré yo quien a tal confuso  personaje  califique,  D. Ricardo de la Cierva, enamorado incomprendido del  general Franco, y añorador   vergonzante de sus leyes como aquella destinada a la  Represión del Comunismo y la Masonería, sigue mostrando sus  paranoias y fijaciones de forma patética, dándoles cuerpo en un tocho de penosa lectura, refrito de múltiples lugares comunes. “ La masonería invisible: una investigación en Internet” es él titulo del bodrio. El tal Sr. de la Cierva se acordarán Vds. es el mismo vidente ilustre que cuando se nominó Presidente del Gobierno al Sr. Suárez, clamaba cariacontecido... que error, que  gran error...Peso a ello, la notoria integridad moral y coherencia que le caracteriza no le impidió aceptar con la mayor celeridad una cartera ministerial del gran error.. 

         La extravagancia y la malevolencia cuando se desbocan llegan a amenazar la realidad y ciertamente se entretejen para prostituir esta. En este caso el proyecto final es  emborronar la conciencia de la ciudadania ante el mundo masónico y sus objetivos.

         Llegado este nivel de despropósito no puedo menos de recurrir en clave de humor a una anécdota  muy en boga en la época franquista y que sirve de ejemplo para describir  los dislates y  la tosquedad a que se puede llegar en las escalas de   manipulación. Cuentan de un conocido comisario de policía  del anterior régimen que tras lo que  eufemísticamente se calificaba un hábil interrogatorio, se mostraba muy ufano aportando como realidad incontrovertible la declaración en la que un joven universitario de 18 años finalmente había confesado estar involucrado con el asesinato del Sr. Calvo Sotelo y el fusilamiento de D. José Antonio Primo de Rivera. Y esto, en la década de los sesenta.

         Como contrapartida y dentro la intencionada desinformación, muy pocos de ustedes  habrán tenido oportunidad de saber, ni conocimiento de la presencia de los masones y de la masonería desarrollando  un papel concluyente en una serie de acontecimientos históricos en el campo del humanismo, de la cultural, la sociabilidad,  los derechos cívicos, etc., todos ellos  de indudable transcendencia para la Humanidad.

         Al menos por un principio de razonable equidad, recurriendo para ello entre otras  a una  fuente de solvencia intelectual, el profesor D. Francisco Espinar Lafuente y su libro que me permito a los interesados recomendarles vivamente,  “Esquema filosófico de la masonería” valdría la pena evocar la impronta masónica decisiva en algunos hechos como:

* La ilustración en el periodo de los estados absolutos (entre 1750 y 1800)*La Revolución norteamericana cuyo símbolo es el masón George Washington*La independencia iberoamericana (1810-1825)*La lucha contra los imperios, Monarquías y Estados absolutos ( siglos XIX y XX) *La abolición de la esclavitud*La unificación de Italia con la supresión de los Estados Pontificios*La secularización de las Universidades y de las ciencias

Page 3: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

*El laicismo en la enseñanza (1890 - 1918)* La Fundación de la Cruz Roja* La creación de UNICEF* La promoción del movimiento de los Boy-Scouts*La Declaración Universal de los Derechos Humanos*La Sociedad de Naciones (1919 -1939) *La Organización de las Naciones Unidas (desde 1945)*La descolonización en Asia y África desde 1950 fecha de la independencia de la India.. *Las fases previas y organizativas de las actividades encaminadas a dar cuerpo  a la U.E.        

             Referencias de las que  cabe colegir que fueron muchos los masones que en distintos ámbitos, con su trabajo, su intelecto o su ejemplo, han volcado significativos esfuerzos en pro  del desarrollo y progreso de la Humanidad.

             El objetivo de que el pensamiento y los principios de la Institución masónica se traduzcan en realizaciones concretas  en favor del beneficio global de la sociedad queda plasmado en cada uno de los logros obtenidos.

             Debe recordarse que la dimensión, la identidad  que se  proyecta de la Orden hacia el exterior es producto de todos y cada uno de los francmasones que la nutren con su presencia. Ellos son los que silenciosamente trasmiten sus valores  y principios en el ámbito en que se mueven, en sus lugares de trabajo y en las distintas organizaciones a las que pertenecen. 

             Intentando abordar desde el mayor nivel de rigor esta comparecencia encaminada a diseccionar  la razón de ser de la masonería en el siglo XXI, una primera reflexión que me gustaría compartir con Uds. seria en  orden a constatar que cuando un observador atento se asoma al escenario de nuestra realidad cotidiana como sociedad y como sociabilidad y lo hace con perspectiva historiográfica se encuentra sumido en una nebulosa de indefinición que le impide determinar con claridad todas las características de  la época que le corresponde vivir y como tal clasificarla. 

         Compartimos un hábitat en el que nos  veamos  acosados de   señales que nos remiten a cambios de hondo calado que incluye aspectos sociales, culturales, económicos, tecnológicos, políticos  etc., y cuyo efecto es concluir  que lo que  damos en llamar civilización se enroca en nudos que cada vez son más difíciles de desenmarañar para el mortal indefenso ante la  evolución acelerada a que esta nos somete.

         Revisando diversos parámetros individuales y colectivos, podemos ver la perplejidad de ese ciudadano inerme  ante la circunstancia que le toca vivir, y cuya  conclusión inmediata es que la humanidad se encuentra en una encrucijada  que ofrece ante sus ojos asombrados un vértigo de sendas herméticas que tanto prometen fascinaciones impensadas como tragedias difíciles de mensurar.

         Siempre que se producen cambios sensibles en los grandes procesos humanos, y no cabe la menor duda que estamos en tiempo de ellos, el hombre  muestra su notoria miopía  para distinguir el carácter integral de su época. De ahí se deriva  su dificultad   reiterada  de precisar si el proceso en el que está inmerso, se corresponde con el final de un ciclo histórico o con  el comienzo avanzado de otro.

         La base de nuestra civilización actual, sus señas de identidad se sustentan en la libertad adquirida  de cada uno de nosotros, de nuestros conocimientos y de nuestras creencias. En consecuencia, las sociedades modernas, y como tales me refiero a las que se corresponden a esa espacio geográfico limitado, diría escaso, que goza de  unos

Page 4: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

estándares de desarrollo y calidad de vida asociados a una  capacidad de consumo consolidada, son sociedades cada vez más abiertas. A renglón seguido, es obligado recordar con notoria frustración la brutal  minoría de  esta geografía del bienestar en la que para nuestra fortuna estamos incluidos, aunque muchos de los indicadores que la reflejan, en nuestro caso sean de reciente factura.

         En estas sociedades la democracia no sólo es una forma normalizada de convivencia, sino un presupuesto de moral social, donde el pluralismo es premisa y manifestación inequívoca del respeto a las libertades individuales y colectivas.

         Pero la democracia no debe ser sólo una condición necesaria para el progreso, sino que debe convertirse en el instrumento apropiado  para evitar que este se haga a costa de la mayoría en beneficio de una minoría privilegiada. Es un medio para el bienestar colectivo.

 

         Por ello el elemento distintivo más sugerente de una sociedad moderna es percibir que ha interiorizado los hábitos de libertad y ha socializado los contenidos de esta en sus manifestaciones externas mas allá de lo puramente epidérmico.

           La felicidad o el bienestar individual son legítimas aspiraciones del individuo. Pero su plenitud se alcanza cuando estas confluyen en una respuesta colectiva que contribuye al alivio de los problemas de la humanidad.

         La sociedad democrática es una forma de organización humana que no sólo presupone el respeto a lo diverso, sino que articula y legitima la diversidad, la encauza y la dirige bajo el acatamiento  a un código ético, que no es, ni puede ser, inmutable en el espacio ni en el tiempo, porque es producto de la evolución del hombre y sus necesidades y porque se nutre del consenso social, que implica diferencias, y de una moral colectiva que también se da como cierta.         

         La democracia como antítesis de la uniformidad es la cualidad de lo heterogéneo en todas sus vertientes: diversidad de razas, religiones, costumbres, concepciones, valores...          La democracia tiene su idea-fuerza en la convivencia entre seres diferentes unidos por acuerdos vitales, políticos, sociales, morales y espaciales y opera a través del diálogo y del entendimiento.

           La sociedad democrática es así, una forma superior de organización, porque se fundamenta en una ética social que pivota sobre la necesidad de armonizar las relaciones entre los seres humanos y de atender solidariamente a la satisfacción de sus anhelos colectivos.

         Pero la ética social de la que hablamos implica involucrarse  con la realidad  y por  tanto, reporta un compromiso con la acción. Abordar la iniciativa necesaria es una responsabilidad personal de trascendencia social. No hacerlo, carecer de la integridad cívica que reclama la solidaridad convivencial nos abocaría a una deficiencia moral.

         El progreso descrito como modernidad, tal como parecen interesados en hacérnoslo entender ciertos sectores, no debe  ni puede significar el regreso a fórmulas que son tan queridas por los ideólogos fascistas o ultraliberales. La exaltación del yo,  del egoísmo personal disfrazado de individualismo autosuficiente como estadio idóneo  y umbral de plenitud en una sociedad deshumanizada e insolidaria. Una sociedad donde ciertos parámetros como el éxito material y el acceso al consumismo compulsivo son a la vez el paradigma y el modelo.. Y donde periféricamente la maquinaria mediática excita la zafiedad y ensalza la perversión de los valores machaconamente a través de chabacanos protagonistas de la más pésima catadura moral e intelectual.

Page 5: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

         La crisis de los valores morales, la degradación de la moralidad social provocan cada vez con mayor frecuencia reacciones de carácter individual. El debilitamiento de la enseñanza clásica, de la formación humanística, han demostrado ser una penosa deficiencia en la elaboración de la personalidad.

         Por el contrario, frente a ello, a partir del cultivo de los valores de la inteligencia y del espíritu, mecanismos sociales  dinamizadores, cabe alcanzar la comunión de pueblos y culturas en busca del desarrollo de fórmulas solidarias.. Es el indispensable rearme moral y ético ante la insensibilidad social y desapego del individualismo..

          El Presidente de la República Federativa do Brasil, Sr. Lula da Silva en un hermoso y comprometido discurso pronunciado durante la entrega de los premios Príncipe de Asturias, señalaba como uno de los problemas que debemos afrontar en este inicio de siglo, es solventar el abismo entre el  avance técnico y el desarrollo moral de las sociedades. Entre las sociedades endogamicas encerradas en los intereses de los menos y las  sociedades abiertas con  capacidad de acoger a todos los miembros y sectores que la componen.

         Acotadas estas premisas cabe iniciar el tema que nos ocupa respondiendo una  primera interrogación que nos sitúe en un escenario lo más próximo de lo  que   realmente es la masonería.

         La masonería, y entramos en la definición más explícita, es una sociedad de hombres libres comprometidos con la libertad y que sólo en libertad puede hallar su caldo de cultivo apropiado.. Su aspiración suprema, -libertad, igualdad, fraternidad-, lejos de ser una ensoñación ha significado desde los albores del siglo XVIII un compromiso cívico,  moral e intelectual con todos los movimientos y aspiraciones humanas que han puesto el acento a lo largo de centurias en la lucha por la democracia, la libertad, la justicia y el progreso material y espiritual de los seres humanos de toda condición.  Su código ético, su núcleo de pensamiento, el corazón de la masonería, hunde sus íntimas raíces en las aspiraciones más nobles, más solidarias y más universales de los seres humanos .

         Un estudioso de la masonería el profesor y jesuita D. José Antonio Ferrer Benimeli hace una definición  de la Masonería del siguiente tenor:

         La masonería es una Asociación universal, filantrópica y progresiva; procura inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes, desarrollar en el corazón humano los sentimientos de abnegación y caridad, la tolerancia religiosa, los deberes de la familia; tiende  a extinguir los odios de raza, los antagonismos de nacionalidad, de opiniones, de creencias y de intereses, uniendo a todos los hombres por los lazos de la solidaridad y confundiéndolos en un tierno afecto de mutua correspondencia. Procura en fin mejorar la condición social del hombre por todos los medios lícitos, y especialmente la instrucción, el trabajo y la beneficencia. Tiene por divisa Libertad, Igualdad y Fraternidad.

         Partiendo de estas definiciones aceptables, hay dos  referencias  sin las cuales la Masonería no tendría razón de ser. En primer lugar el mecanismo tendente al perfeccionamiento del hombre a través de un proceso de búsqueda de la verdad que el mismo contiene. El conocimiento de la estructura interior propia es fundamental para poder ir conociendo otras estructuraciones. De ahí algo que es consustancial con los principios de la masonería y como tal  recomendación recurrente a los iniciados, la leyenda ipse nosce, conócete a ti mismo, que ampliado el concepto nos enseña por extensión, conócete a ti mismo y conocerás el mundo y a los dioses.

Page 6: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

         El otro elemento distintivo de la Masonería es la fraternidad entre sus miembros. Es algo que se corresponde  a una lealtad que es imperativa en la Masonería. Es una solidaridad moral que nace de la confianza que se le otorga al semejante. Una confianza que es tanto más noble por cuanto solo implica como reciprocidad la aceptación de la promesa de  comportarse  conforme al honor, la justicia y la verdad. Es reconocer a un semejante como un hermano sin haberle visto previamente. Tener la sensibilidad necesaria para honrárlo sin conocerle. Afecto y respeto por lo que es, no por lo que significa en el mundo profano, no por  haberle elegido personalmente, sino por ser parte de un todo.

           Esa es y como tal cabe subrayarla con el mayor interés, la grandeza de la fraternidad iniciática.

         La Institución masónica ofrece a los individuos de buena voluntad unos métodos experimentados de estructuración espiritual con capacidad de responder a las expectativas del hombre de nuestro tiempo. Ese hombre complejo y recipiente de complejos derivados de la presión social que le rodea. Que esta al acecho de soluciones que le permitan recomponer su vida espiritual, pero sin comprometer por ello, el mantenimiento de su  autonomía y  el sentimiento inherente a su libre albedrío.

         La razón de ser de la masonería  especulativa, de la masonería simbólica, al igual que anteriormente la operativa, es construir. En este caso no estamos ya ante la tarea física propia de la cantería operativa, sino que lo que se aborda es la construcción virtual del propio templo interior de cada francmasón.

         Obras de arquitectura ambas de similar fuste y análoga complejidad. La arquitectura simbólica usa como materiales y herramientas para la construcción del templo interior su propio concepto y percepción de las cosas. La aproximación a lo verdadero. En todo caso, todo aquello que representa la correspondencia más evidente con los valores humanos de aplicación universal.

         En esta tarea el masón en sus diversas etapas y grados debe calibrar desde la prudencia y el raciocinio la analogía necesaria entre las ideas, las palabras y las cosas sin confundirlas: su camino le debe llevar a sustanciar la Verdad con mayúsculas a través de la suma de  diversas verdades esenciales.

         No se correspondería con el perfil adecuado de un masón, aquel nos mostrase a alguien exclusivamente absorbido en acumular copioso conocimientos sobre materias académicas,  filosofía, historia, ciencia, sociología, etc., o temas litúrgicos o simbólicos. Todo ello de nada valdría  si esta erudición no se viese acompañada de un autentico espíritu fraternal. Ese espíritu fraternal que se representa en él animo generoso de correr en auxilio de quien demanda socorro o solidaridad.  

         Tampoco puede calificarse como una tarea masónica per se, aquella la labor de quien animado de grandes deseos de hacer el bien pese a lo loable que es  tal impulso,  gasta sus esfuerzos sin los conocimientos y la capacidad oportuna para que su esfuerzo sea realmente eficaz y ventajoso. No es aceptable un trabajo ayuno de método y rigor. La dedicación individualista, habitualmente lleva a un estéril horizonte que se difumina en dudosos objetivos y escasas utilidades. Se hace necesario un comportamiento que desde la sociabilidad, aúne saber y conocimiento con  altruismo y virtud, todo ello avalado por un espíritu noble de trabajo. Son estas las señas de identidad que nos refieren el bosquejo ideal de un autentico y verdadero miembro de la Masonería. 

         Aproximándonos muy someramente al rastro histórico de la Francmasonería cabria como referencia de origen remontarse a la construcción del Templo de Salomón por  Hiram de Tiro, presuponiendo a este como primer masón. Estaríamos entrando en el

Page 7: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

periodo mítico de la masonería y evidentemente en un espacio mas que propicio a la controversia y que nos es el objetivo de esta intervención.        

         El lugar de encuentro es más fácil al consenso, en el espacio que se determina tanto por la documentación como en las  fechas, y que nos remite a las Hermandades profesionales de constructores de Catedrales y otros Templos en la Edad Media. La época de los masones operativos que agrupaban en sus Talleres  desde los talladores de la piedra hasta los maestros de albañiles. Estos eran los  custodios  y a la vez los  garantes de la supervivencia de los secretos del Arte Real, y en su magisterio se depositaban  tanto los enigmas de carácter técnico como  los simbólicos y ritualisticos.

           Estas hermandades cuyas Constituciones van estableciendo su cuerpo legal y normativo y de las cuales tenemos noticias desde antes del siglo XIII a través de diversos documentos, darán lugar siglos más tarde al simbolismo, que  cristaliza con la admisión de profesionales no vinculados a la construcción. Es lo que hoy se  conoce y es practica, la masonería especulativa o simbólica. Es la división de periodos con la transición de  la masonería operativa, la de los miembros que trabajaban la piedra con sus manos a la especulativa o simbólica que entiende la construcción como un acto interior tendente al modelado del propio ser.

           En Londres el 24 de junio de 1717, se funda la Gran Logia de Londres que acoge a varias pequeñas Logias. En 1813 surge la Gran Logia Unida de Inglaterra al tiempo que se redacta un texto, los Antiguos Limites o Ancien Landmarks  que recogen un conjunto de reglas tradicionales e inmutables trasmitidas de forma oral desde sus orígenes  hasta ese momento que se plasman por escrito.

         A partir de este momento, es cuando  la Gran Logia Unida de Inglaterra se constituye en la depositaria de la tradición y regularidad masónica que hoy se determina  entre otros, por criterios como:         ● Regularidad de origen: Solo una Logia Regular puede fundar otra logia regular    ● Regularidad territorial: una Gran Logia por país.          ●  Regularidad doctrinal: aceptación de un ser supremo tácitamente reconocido como Gran Arquitecto del Universo   

     La regularidad ha sido de siempre un elemento trascendente en la Masonería y en los avatares de su devenir. Es un elemento sustantivo y del que la laxitud en su interpretación no pocas veces a entorpecido la progresión de la francmasonería favoreciendo el fragmentalismo de esta..

    Sin animo ni dogmático ni excluyente, frente a interpretaciones cuando menos arriesgadas, cabe reiterar que la regularidad en esencia lo que  implica es un continuo respeto a la ley masónica. A las normas esenciales para los procedimientos ritualisticos, así como hacia a los antiguos usos y costumbres.

     La Masonería como Institución se rige por reglas fundamentales. En lo cual no difiere de otro tipo de las estructuras racionales que contemplan en su organización el resto de los colectivos humanos. Estas reglas son esenciales a su vida misma y es el respeto a dichas reglas y el reconocimiento de quienes conviven bajo las mismas normas, lo que da la regularidad a los organismos masónicos. Y ya en el plano de las definiciones categóricas, no solo es vivir dentro de las reglas, lo que define la regularidad, sino, y es elemento definitivo, el reconocimiento mutuo universal derivado de ella.  

Page 8: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

        Mas allá de esta breve y epidérmica incursión histórica, lo sustantivo de la masonería, sin embargo, es precisamente la aceptación de la diversidad, la unión de lo diferente, el abrazo en su seno de culturas y concepciones distintas. No hay en la masonería distinción de razas, religiones, idearios políticos, culturas o clases sociales.

         La ideología masónica está asociada, o en su caso es motor de las voces  de todos los seres humanos de buena voluntad, cualesquiera sean sus diferencias, que encaminan sus esfuerzos para superar fronteras y barreras, para desterrar odios y antagonismos, por evitar sectarismos y fanatismos, por construir un mundo justo y solidario.

         La masonería es una reunión democrática de hombres   libres y responsables con animo de transformar la realidad a través de la cultura, del cultivo de la razón y de los valores del espíritu. Sustancialmente, mediante la convivencia y el diálogo.

         Lo intenta a  partir de un compromiso personal y solidario con la colectividad donde  radica y por extensión con toda la humanidad. Por eso desea participar y abrirse a la sociedad, concurrir en tareas colectivas como la paz, ante la cual es especialmente sensible. La Masonería, y  recojo  una cita de las siempre hermosas palabras de Bendetti, es militante de la vida. No puede ser de otra forma cuando la Masonería en su ejecutoria se ha mostrado permanentemente  como abanderada de la paz, el progreso y la justicia.

         Esa paz tan maltratada en tantas partes del mundo y que en España tuvo tan amargos residuos. Para ello aporta la fuerza de su singularidad y de su universalidad,  compartiendo ideas y tareas con todos los que asuman, desde unas u otras concepciones, sus nobles objetivos.

          La masonería, como en otros momentos históricos significados, en esta hora convulsa del mundo, que es también la hora de España, es una evidencia pública  de  convicción democrática. Por ello, cuando doblamos el primer cuarto de siglo de convivencia en libertad, la Masonería hace profesión de fe  respeto a la Constitución de España, a sus instituciones representativas de la soberanía ciudadana y reafirma su compromiso con nuestra realidad, con nuestros problemas y con las aspiraciones colectivas del Estado Español como conjunto y con cada una de las naciones que lo componen.

          Para sintetizar que es la masonería se hace necesario referirse a que estamos ante una sociedad de pensamiento, más discreta que secreta que ha logrado expandirse por el mundo propagando principios morales. 

          La libertad de pensamiento y la tolerancia religiosa encontraron eco dentro de sus logias en momentos de mutación cuando la caída del ancíen regime daba vida a los sistemas parlamentarios y republicanos. La masonería orientó sus esfuerzos  hacia la búsqueda de la verdad en todos sus campos, y en el perfeccionamiento moral y material de la humanidad, mediante la práctica de la tolerancia y la organización de la sociedad masónica en logias.  

          Quizá no parecería inadecuado afirmar que la masonería ha sido, a través de los tiempos, la  institución que con mas intensidad tomó conciencia  de la función que tiene la imaginación creadora en la evolución de la humanidad, aplicando un método sencillo y eficaz para desarrollarla. Por eso ha sido y seguirá siendo el semillero de nuevas ideas, el portaestandarte de las vanguardias y la escuela en que se modelan los hombres con visión de presente y futuro... Un vivero útil y propicio para generar referentes en el seno de la sociedad...

Page 9: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

          La Francmasonería, como entidad simbólica independiente de los partidos y de los poderes políticos, como era previsible a causa de su propia independencia  ha sufrido múltiples y crueles  ataques. Su ideal democrático le ha valido  ser perseguida por los regímenes políticos totalitarios. Por el liberalismo de sus concepciones filosóficas ha sido condenada por la Iglesia Católica, y sus miembros excomulgados. Sin embargo, la Francmasonería, a lo largo del tiempo ha  ignorado estoicamente  estas reacciones hostiles y continúa su trabajo. Aunque en ello halla dejado como le ha sucedido a otras organizaciones sociales amantes del progreso un dolorosos peaje en el camino. Galileo Galilei atropellado en su lógica que el tiempo repondría tercamente es un ejemplo escenificado de resistencia a la irracionalidad totalitaria y prepotente, en su conocida frase per se muove .

          La eclosión del nuevo milenio, con su carga simbólica y de frontera ha alumbrado una serie de transformaciones y cambios  que en muchos casos  vienen gestándose desde las últimas décadas del siglo XX.

            Organizaciones e Instituciones de carácter publico ó privado, formulas políticas, modelos convivencíales, se ven abocadas a procesos y convulsiones que las sitúan en encrucijadas cuyos destinos las condenan en unos casos a la desaparición, en otros a vegetar camino de la extinción o en casos singulares nos hemos sorprendido  con éxitos inopinados que no eran vaticinables.

             El mayor riesgo que encarna un momento cambiante, de dinámica por ocasiones impredictibles, y con demandas donde la urgencia y la eficacia se superponen en aras de la cuenta de resultados, es la tendencia a enclaustrar empresas y entidades, colectivos u organizaciones en urnas  asépticas. Rehuir la realidad encerrándose  en burbujas de autocomplacencia. Recurrir a atrincherarse en tutelas clientelares o distribuciones tribales. A refugiarse en corsés oxidados por ortodoxias añejas. Derivado de estas actitudes de defensa a ultranza y el terror a la innovación, surge la tendencia, casi siempre suicida a eludir los  compromisos con  escenarios reales, con  la creatividad, o con la capacidad de integración y articulación en el medio sobre el que se pretende operar.

          La Masonería en tanto en cuanto bandera de librepensamiento,  de  ilustración   de dique frente a la intolerancia y al fanatismo, ha sido la  salvaguarda indispensable y sostén ineludible para avituallar moralmente el arsenal de la expresión social que a lo largo de los siglos, especialmente entre el XVIII y el XIX, labró una sociedad con valores e ideales distintos.

            La Masonería, desplegó su labor, entre otras vías de trabajo dentro de su vocación pluridireccional, como Institución docente que es. Su historia ha sido un permanente magisterio esencialmente de praxis ética, de eclecticismo, de reflexión.  Un  ejercicio apoyado en una estructura fundamentalmente educativa, tradicional y simbólica. Es una labor realizada con ayuda de símbolos basados en el arte de la construcción atemperada en un proceso gradualista que partiendo del ser individual  y su estudio de la sociedad proyecta su actuación a favor de esta.

            La Francmasonería como corresponde a una organización tan antigua que no anticuada, portadora de un sentido diferente, ha legado a la sociedad en su poso historicista una gran parte de sus ideas y valores que hoy son ya parte y patrimonio de las sociedades democráticas, articuladas socialmente y constitucionales. También su legado se hace presente en organizaciones supranacionales, surgidas y trascendidas al calor e impulso del pensamiento liberal y la progresión de este hacia posturas mas marcadamente  sociales.

Page 10: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

          La Masonería ha mostrado como valor intrínseco una permanente sensibilidad tanto en lo que se refiere a la evolución  del hombre como ente social, como hacia sí  misma en el plano de vocación, como vector de sociabilidad.

            El paso del tiempo alumbró trasformaciones y adaptaciones de sus estructuras de índole significativa y desde luego en grado muy superior a las habidas en otras manifestaciones de carácter gregario, individual o colectivo.

          La Masonería, partiendo del misticismo medieval y atravesando el periodo traumático que hubo de representar el tránsito del operativismo a la especulación simbólica, se incorpora a la evolución liderando el racionalismo que es puente hacia y ante portam de las corrientes enriquecedoras que suman el liberalismo y posteriormente  el socialismo. Una capacidad singular, quizás ajena a algún otro posible ejemplo, de asimilación de grandes corrientes filosóficas de inspiraciones teóricamente tan contrapuestas al menos desde principios formulativos. Un espacio de encuentro  útil,    habilitado desde la tolerancia que inexcusablemente debe  presidir los trabajos masónicos.

          Quizás son estas propias virtudes admitidas y aceptadas,  las que hacen tras la proyección de las mismas hacia el conjunto social que la rodea, y el consiguiente vacío programático por el trabajo ya  implementado,  lo que puede llevar a plantearse como necesaria la perennidad y vigor de su presencia.

            Al día de la fecha en las sociedades civiles y democráticas del espacio común europeo, por tomar un marco geográfico de referencia próximo, los valores masónicos son moneda de uso corriente. Los derechos humanos, el laicismo, la filantropía social y la beneficencia, hoy modulada como solidaridad, han sido  asumidas con notoria eficacia desde aquellas administraciones que en las décadas pasadas incorporaron el Estado de Bienestar como eje de su acción social y aun dentro de los vaivenes lógicos de las mayorías políticas son conservados como patrimonio genérico y consolidado por administraciones de distinto signo por la presión de los propios receptores, la ciudadanía.

          Esa tarea y ejercicio de la fraternidad se ha recogido y hecho patrimonio propio desde organizaciones políticas, sindicales, organizaciones no gubernamentales etc. Diera la impresión que lo que era históricamente un territorio  abonado a la practica  de la Institución Masónica ante los nuevos escenarios sociales parece no hacer entender ya primordial la presencia de esta. Se ha completado adecuadamente un periplo cuando los principios de libertad, igualdad, fraternidad que guían la actuación de la francmasonería se han convertido en patrimonio de unos pueblos que son hoy plenamente detentadores de sus destinos.

          Pero quizás justamente en paralelo a esa inmediata normalidad y naturalidad del planteamiento socio-político vigente, está otra menos amable. Ese escenario que pareciera ideal e irreversible nos muestra quizás fruto de un agotamiento de formulas, fisuras que reflejan una decadencia que emerge en el plano político, en el de los valores trascendentes y en el social.

            Parece arriesgado ignorar que nos hallamos ante una crisis de múltiples vectores que  entre otros indicios significativos muestra los desencuentros cada vez más intensos en la distribución de la riqueza. Donde se asoma el crecimiento progresivo de las bolsas de marginación social sin futuro. Que queda plasmada en la creciente distancia entre los espacios geo-económicos y que agudiza el enfrentamiento genéricamente definido norte-sur.

            Las crispaciones étnicas y raciales y derivadas entre otras sinrazones de la geografía de la miseria crean unos imparables flujos transmigratorios con consecuencias

Page 11: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

larvadas de difícil pronostico. Quizás a partir de ahí aun sin acompañarlo íntegramente en sus inquietudes confesionales, cabe coincidir con Guiliano de Bernardo  en su propuesta de  un  proyecto de una ética  universal que apoyada en el pensamiento utópico podría permitir a la Humanidad salir de la decadencia moral, política y social en que se halla.

            Es en lo que De Bernardo califica genéricamente como la Reconstrucción del Templo, donde cabria encontrar los nuevos trabajos que dieran razón de ser y el reencuentro argumental con  ese largo transito por la historia de la Humanidad de la Masonería en la búsqueda de la Verdad en los momentos que enfilamos las primeras décadas el tercer milenio.

          Si convenimos que La Masonería es una sociedad de hombres libres conducida e inspirada por principios éticos, parece razonable entender la necesidad de  vertebrar en esta  un proyecto que inspirándose en la ética y en el pensamiento utópico actúe como motor de una metamorfosis material, moral y espiritual de la Humanidad.

          Un proyecto donde la utopía, ese camino de lo real  hacia lo ideal sea al tiempo un regreso a la realidad histórica enriquecida con nuevos significados. 

          Si lo largo de los tiempos la Masonería ha esclarecido las mentes, combatió la intolerancia y eliminó los prejuicios. Ese rol protagónico sigue siendo necesario. En una sociedad como la actual, desarmada de ciertos valores sustantivos y encandilada en las  sensaciones más primarias y groseras, mas que nunca  se hace  necesario oír el mensaje de paz, tolerancia y fraternidad.

            La gesta de la liberación humana, parte sustancial de nuestro compromiso y razón de ser, ni ha terminado, ni es tarea que permita holganza. Hace ya trescientos y pico de años un político irlandés, John Philpot Curran, afirmaba en un discurso pronunciado en Dublín, El precio de la  libertad es la eterna vigilancia.

          La sociedad en que desenvolvemos nuestros trabajos y a la que debemos dirigir nuestras propuestas tiene a día de hoy  unas características diferentes y unos valores consustanciales conquistados con numerosos esfuerzos que  en muchos  casos fueron  dramáticos.

          En los albores del siglo XXI la humanidad se enfrenta a unos cambios de una dimensión muy significativa  Mutaciones que afectan la  política, la ciencia, la economía, la tecnología, las comunicaciones, la industria, la educación, etc., e inclusive el derecho internacional comúnmente aceptado y bálsamo eficaz de diferencias y crispaciones se ve aquejado por comportamientos que retrotraen el quehacer político y diplomático a momentos pretéritos.

          Bloques poderosos corrigen sus rumbos, en ocasiones de forma traumática, una vez comprobadas las fallas de su vigencia doctrinal y la precaria cosecha derivada  de esta. En unos casos la corrección se sustancia con la espectacular desaparición de estos tal como se les conocía. En otros se producen modificaciones de comportamiento brutales con incidencia directa sobre garantías y derechos previamente consagrados.

            De un equilibrio del terror a doble banda se avanza hacia un equilibrio monopolar manifiestamente abusivo o  a configuraciones multipolares de evidente desigualdad .

          Al tiempo que  instituciones, empresas o colectivos religiosos que de siempre parecieran consolidados sufren el vértigo de la mutabilidad, el saber humano explora con

Page 12: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

fuerza por diversas ramas del conocimiento científico y tecnológico, en algunos casos con grave riesgo para afirmaciones y previsiones que parecieran inconmovibles.

          Ante estos nuevos retos las sociedades del mundo contemporáneo están inmersas en programas de excelencia, tendentes a  innovarse aplicando formulas y métodos que las permitan mantener la vigencia de sus fines y objetivos. Mecanismos que les garantizan su transito por el camino de la evolución y el progreso.

          En este marco, una obligación indeclinable de la Masonería es sostener su posición de avanzada en los procesos evolutivos del hombre y en los de este en la sociedad. Mantenerse  vinculada en su tarea de la búsqueda de la verdad y con el logro de la justicia que le son inmanentes.

          La progresión de la masonería española es la historia de un proceso complejo, de una penosa y larga evolución.  Andadura debida el esfuerzo tenaz y la significativa contribución de masones ilustres que bregaron para completar y perfeccionar este  proceso y cuya memoria debía siempre estar presente en nuestro reconocimiento pues de ellos procedió siempre  un hálito de esperanza para la sociedad española.

          El siglo XVIII nos trae el primer Taller formalmente constituido y registrado En el año de gracia de 1728, la Masonería simbólica se asoma a nuestro país de la mano de un personaje inquieto y curioso,  Felipe, Duque de Warthon , que será el que establezca este, bajo el nombre de Logia Matritense también conocida como la de Las Tres Lises .

          El duque de Warthon, que había sido el sexto Gran Maestro de la Gran Logia de Inglaterra, murió a los 33 años, siendo enterrado en el Monasterio de Poblet, donde descansa hoy día. En su agitada y corta vida ostentó su ducado a los 20 años, a los 21 formó parte de la Camara de los Lores, a los 24 fue Gran Maestre de la Gran Logia de Inglaterra. Posteriormente se enfrento a Guillermo III de Inglaterra poniéndose a las ordenes del pretendiente Jacobo III Estuardo y posteriormente sirvió a Felipe V rey de España y a sus ordenes participó en el asedio de Gibraltar.

          Dejando atrás está sucinta pincelada sobre el hombre que  formalmente  introdujo en España la Masonería especulativa se hace necesario subrayar un hecho recurrente en el devenir de la Masonería en nuestro país. La causa común que  Inquisición y Monarquía, tanto monta, monta tanto, coincidentes en sus su intereses, en tándem perfecto hicieron frente a ella. Ambas a consuno, condenaron, prohibieron y persiguieron de forma reiterada la Masonería en solar español. Seria  el breve espacio de la presencia bonapartista en nuestro suelo, con todo lo que de  contradictorio  pudo albergar el hecho histórico, quien  alumbraría el  empuje más significativo del desarrollo de la misma.

          El trienio liberal consecuente al pronunciamiento militar en Cabezas de San Juan de general  D. Rafael Riego,  asoma un repunte del hálito masónico durante el infame reinado de Fernando VII.  Pero, será en la etapa posterior a la Revolución de  1868, con la caída y expulsión de los Borbones personalizada en Isabel II, cuando se alcanzan una serie de libertades como la de reunión y la  de expresión que llevaron a una profunda transformación social.

          Podría decirse que por primera vez la masonería española cesó de ser perseguida - al menos tuvo un respiro - y pudo florecer  razonablemente sin el abusivo cerco policial y las trabas gubernamentales y eclesiásticas.

          Es una época en la que cabe recordar una serie de personajes  ilustres masones, que a la vez fueron protagonistas de los valores de la Ilustración en la época.

Page 13: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

Son personajes como  el  Conde de Aranda, el Duque de Alba, el fabulista Iriarte, Jovellanos, Olavide, Mendizabal, Martínez Robledo, etc...

          Con  este renacimiento afloró el mal  endémico de la Orden que se compareció habitualmente con su desarrollo. Los protagonismos personales y la falta de unidad. Como mínimo surgen cinco o seis grupos o obediencias distintas. Hay Logias con dependencia del llamado Grande Oriente Lusitano, otras se entornan alrededor de figuras, caso del Grande Oriente Nacional de España y  D. Ramón María de Calatrava. O el Gran Oriente de España. O la Gran Logia Independiente Española. O algunas dependencias del Gran de Oriente de Francia... Aunque todos ellos sean caminos embridados hacia la búsqueda de La Verdad, quizás no-solo sean excesivos   sino que en gran medida llevan a una imagen de dudoso rigor tanto el proyecto como en los trabajos.

          Con la Restauración monárquica en 1874 es nuevamente prohibida la Masonería en España. Esta prohibición   con el paso del tiempo y en tras diversos altibajos se iría dulcificando para pasar a un status de tolerancia tacita.

          A raíz de la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931, una bocanada de libertad e ilusión barre este viejo y sufrido país. Al amparo del nuevo régimen político las inquietudes del humanismo y el librepensamiento tienen un marco adecuado.  Será en el dónde se renueva el esplendor de la Orden. Pero conviene también recordar que a este reverdecer no es ajena una vez mas la inevitable fragmentación y en numerosas ocasiones, escisiones de la Institución masónica.

          Los años treinta, tan fecundos en España en lo social y en lo intelectual hasta la abrupta ruptura que se produce en el sangriento verano de 1936, son  ocasión   para la presencia en la Orden Masónica de una relación muy significativa de personalidades.  Un dato que seria notable es la presencia de numerosos masones en el Parlamento y en el Ejercito. De hecho en el Parlamento de las Cortes Constituyentes son cerca de 200 los diputados vinculados a la Masonería. Entre las personalidades del momento junto a los gallegos Portela Valladares, Emiliano Iglesias, Abad Conde, o Casares Quiroga, están nombres tan importantes como Marcelino Domingo, Manuel Azaña, Luis Araquistain, Jiménez de Asua, Nicolaw D´Olwer, Alvarez del Vayo, etc...

          Sin que pueda tomarse como jaculatoria de exculpación de errores propios es legitimo señalar, que el panorama de fragmentalismos y neo-caudillismo que por ocasiones afectó a la Masonería española es también una constante en las distintas  actividades colectivas emprendidas por nuestra sociedad.

            Es una preocupante deformación en el modo de entender la ciudadanía española las tareas en equipo  que no por habitual deja de ser singular y preocupante. Es una muestra, y seguramente una alerta a tener en cuenta sobre  lo frágil de nuestra sociedad civil y de su inacabada vertebración.

          El otro aspecto no privativo de España pero que quizás se manifiesta con más virulencia en nuestro Estado son las dificultades históricamente habidas en las relaciones con alguna poderosa confesión religiosa,  particularmente la de inspiración vaticana.

          Es indudable la calidad iniciática y la aportación de sociabilidad que significa la masonería.  No es menos cierto que en el férreo sistema de grupos del Antiguo Régimen la masonería especulativa supuso un cambio esencial  en el equilibrio de fuerzas sociales, tanto al concepto  en sí mismo del sistema de fuerzas, sino también en las particularidades de la practica social.

            La construcción de catedrales paradójicamente dio lugar a un nuevo tipo de construcción más compleja,  en la que los pilares eran unos nuevos ideales basados en la

Page 14: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

tolerancia política y religiosa incluso en el ámbito de la propia Fraternidad con el fin de lograr el establecimiento de una nueva sociedad. Es la amalgama  de una concepción radicalmente  distinta al régimen imperante y en la que surge una ideología sistémica que necesariamente debe de estar por encima de separaciones sectarias y nacionales, de divisiones políticas o religiosas.

          Frente a ella, el derecho romano en vigor acotaba como sospechoso y como culpable de ir contra la ley y la tranquilidad publica todo aquello que escapaba al control y conocimiento del soberano. Una constante del poder, cualquier poder, es la desazón frente a todo aquello que no controla. No debiera extrañarnos cuando aun hoy en día,   con nuestra joven democracia funcionando razonablemente bien, nuestra sociedad civil, por sufrirlo, puede dar cuenta de mas un ejemplo en este sentido.

          La Santa Sede no fue ajena al sentimiento que azoraba al poder temporal. Incluso su propio desasosiego la hicieron ejercer de oficio sin necesitar demasiados estímulos de parte. Su trayectoria no es corta en cuanto a sus condenas a la francmasonería, las cuales  no quedaban en el terreno de lo  anecdótico por la  inmediatez y eficacia  de la Inquisición como brazo ejecutor.

          Las religiones en general,  y en este caso la católica, no son sino una forma espiritual muy estimable a través de la cual las personas  y los pueblos expresan su necesidad de aferrarse con fe y esperanza  de una realidad incognoscible. Al tiempo, la religión es un instrumento entendible, útil, y ciertamente  indispensable para muchos millones de humanos, para enfrentarse a la angustia de una vida miserable y sin horizontes o a los miedos e interrogantes  de la muerte o la soledad cósmica.

          Pero  es la irrupción reiterada  de la espiritualidad en el mundo temporal, casi siempre con animo hegemónico, lo que provoca una reflexión general confluyente con el marxismo,  en orden a advertir ante los excesos de una  ideología funcional al servicio de la Iglesia y sus intereses materiales, que Lenin  sintetizaría  en la expresión la religión es el opio de los pueblos. Es la respuesta social a la constatación de la presencia permanente en los temas terrenales de la ideología de la jerarquía eclesiástica, aliada permanentemente a las fracciones de la clase dominante .

            Aunque se acuñe  de forma contundente por los coetáneos de D. Carlos Marx,   este concepto frente a la vocación de intervencionismo en lo temporal de la Iglesia  existen referencias estimables de esa percepción desde siglos anteriores. Podemos observar como se llega a las mismas conclusiones –quizás  con más sutilidad en la forma por los mayores riesgos que entrañaba hacerlas en el tiempo en que se producen -  a través de los escritos y  las reflexiones  de Kant o Herder y en las propias de los ideólogos de la llamada Ilustración Francesa

            Desde Clemente XII,  Bendito XIV, Pio IX hasta Juan Pablo II, es permanente la sensación de que en sede eclesiástica no se anda muy lejos como convencimiento respeto a la masonería, de que esta es sinónimo de maldad, intriga o contubernio. Pese a ciertas dulcificaciones en las relaciones, aliviando en alguna forma los anatemas más rigurosos, hechos habidos en el presente papado como la canonización el 30 de septiembre de 2000 de Pio IX o la encíclica reciente Fides et ratio no parecen las mejores mimbres para pavimentar un espacio de encuentro o superar un recelo y antagonismo secular. 

          Desde la regularidad masónica, La Gran Logia Unida de Inglaterra en 1985 dio a luz un documento bajo él titulo Declaración sobre Masonería y Religión, vinculante para todas las Grandes Logias por esta reconocidas, en el que nuevamente sostenía desde su autoridad que la Masonería no es una religión. Al tiempo afirma la tesis de la conciliabilidad. Con ello, al tiempo que se trataba de tender puentes al entendimiento, una vez mas se rebatía la postura tanto de Clemente XII de 1738 en su Encíclica In

Page 15: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

Eminenti como la postura inmutable 250 años más tarde del Cardenal Ratzinger, paladín de la Fe y el Dogma y su Declaración sobre la masonería, sobre la inconciliabilidad ,  asimilando masonería a seudo-religión entre otras múltiples razones excluyentes.

          Dentro de este ámbito de análisis asoman dos posturas contrapuestas que escenifican la distancia en el talante. Son dos  disposiciones  intelectuales que se definen nítidamente: una masónica, donde la Masonería a través de la Gran Logia de Inglaterra abre las puertas de las Logias a todos los hombres que profesan diversas fes religiosas dentro de una ética global masónica y del otro lado  la postura vaticana, cerrada y renuente a modificar prejuicios y posturas apenas modificadas en ligeros matices con el paso de los siglos.

          Quizás sea menester recordar aunque pareciere innecesario, que la Orden Masónica, en la que se avienen hombres de muchos credos distintos, no es antirreligiosa. La definición podría hallarse mas en el concepto de arreligiosidad y adogmatismo. Que seria tanto como hacer hincapié en que una de las grandezas del  trabajo interno de la Masonería está en orden a estudiar, razonar e investigar sin cortapisas en cualquiera de los campos del saber

          Los momentos en que actualmente debe desenvolverse la  Masonería, son tan radicales en sus cambios para la Humanidad que seria gravemente temerario para la Institución Masónica en general y especialmente la española en particular, el     permanecer ajena a la evolución de cuanto la rodea.  O hacerlo, sobreviviendo apenas aferrada a tradiciones y normativas - cuya riqueza no podemos ni debemos ignorar - pero sobre las cuales seria dramático permanecer subyugados  en estado ensoñación permanente mientras la realidad da la espalda a un viejo mundo de modos y maneras que desaparece sin remedio.

          La Masonería, al igual que otras muchas entidades y colectivos humanos transcendentes, necesita redefinir sus objetivos y a través de estos sus metas. Y ello, sin hacer violencia a su esencia fundamental.

            Visión del escenario, audacia y tenacidad son virtudes necesarias e  indispensable en el proyecto que pilote el alumbramiento de la Masonería en el siglo XXI, como motor de progreso y perfeccionamiento humano.

          Cuando se habla de la necesidad de que tipo de  Masonería es la apropiada en los albores del siglo XXI, no sé esta cuestionando la esencia inalterable e invariable, el corpus básico de común coincidencia establecido en Anderson y en los Landmarks, sino se interroga sobre que Masonería es la que debe afrontar los retos de hoy en una crisis de carácter universal que difícilmente nadie podría negar. Una crisis que por otra parte no es potestad exclusiva de nuestra época o de nuestra generación por cuanto la fisonomía de la humanidad es heredera en si misma de las sucesivas crisis que la convulsionaron con  características peculiares de cada momento.

          En una deliciosa conferencia pronunciada el otoño de 1996 en la Universidad de La República en Santiago de Chile con motivo de la inauguración de la cátedra Dr. René García Valenzuela, el profesor León Zelis Mandel, recordaba unas palabras que él había escuchado a una persona anónima pero que le quedaron grabadas en su mente: Dios ha muerto. El comunismo está desacreditado y yo tampoco me siento muy bien.  En menos de 20 palabras de lo sublime a lo ridículo pero expresando descarnadamente los que intuitivamente sentimos muchos.

          O bien es una situación de crisis la que vivimos o es que nos  estamos inundando de una sensación de crisis. Contrastable es la crisis de valores, el oscurecimiento y perdida de nitidez de las ideologías,  el ocaso de los intelectuales, las

Page 16: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

crisis energéticas asociadas a las catástrofes ecológicas, las frustraciones científicas frente a agresiones virológicas como el SIDA, las convulsiones económicas  y sus efectos dominó sobre el desarrollo... No es solo que estemos ante un escenario de crisis sino también la constatación de la perplejidad e impotencia  que se genera en un espacio temporal y tecnológico acostumbrado a  manejar certidumbres y predicciones fiables en espacios definidos de tiempo.

            Quizás las sensaciones no sean sino el antecedente próximo de la situación. Y la percepción menos fina no puede dejar pasar por alto que la consecuencia es que los albores del milenio nos permiten observar que el progreso tecnológico que hemos alcanzado y que de forma vertiginosa sigue creciendo contrasta cada vez más con el alarmante estancamiento en el desarrollo moral e intelectual del ser humano. Solo equiparable al brutal distanciamiento entre los geoespacios desarrollados y los míseros.

            Una sociedad sometida a la dinámica acelerada cual hoy sucede con la evolución de  la técnica y el conocimiento, convierte el futuro en presente día a día. Alvin Toffler así lo pone de manifiesto elocuentemente en su Shock del futuro. Esfuerzos y conocimientos de hoy son elementos caducados en semanas o meses. Esto sucede en paralelo en los colectivos o en las familias, enrevesando por ende el alcanzar soluciones.

          La Masonería tiene que ser capaz de incorporarse al ritmo que marcan los mecanismos sociales para hacer validos aquellos postulados que afirman que la Francmasonería tiene la posibilidad de  mejorar la sociedad a través de mejorar el individuo.  La Institución le concede a la educación un papel primordial como medio de superación y perfeccionamiento tanto del individuo como de la sociedad. Y es precisamente una educación laica y humanista, bandera entrañable de antiguo de la Masonería la que debe ser vehículo de esa superación y perfeccionamiento.

            Así es que a  la Masonería le cabe él deber de  ser en un mundo acosado por una vorágine de estímulos y distracciones las mas de las veces encaminadas a apartarnos de lo esencial, el bastión del Humanismo, la palestra donde todas las ideas se esgriman y debatan dentro de la mayor libertad solo condicionada por el respeto a la libertad ajena. Ese debe ser el espíritu que gobierne sus Templos y su proyección al mundo profano.

          La presencia de la Masonería será concurrente con su pauta de Institución primordialmente filosófica y docente. Y correspondiente al hecho histórico y social incardinado en la historia de las ideas, de la filosofía y elemento integrante de las corrientes filosóficas que informan  la civilización Occidental.

          Siguiendo la vía del simbolismo la Masonería se hace necesaria en la reconstrucción del Templo, entendiendo esta reconstrucción no solo como acto temporal sino como un reto permanente.  Al hablar de reconstrucción en Masonería cabe huir de la estulticia de la magnificencia y del gran hito, en favor del punto y seguido.

            Ciertamente el ser humano tiende  siempre a la debilidad lamentable - caso en cierta medida de Di Bernardo- de dar trascendencia suprema a los tiempos que le tocan vivar a cada individuo-. En este sentido conviene tener mas presente la socarronería del humor británico de  Harold MacMillan, humor por cierto muy emparejado con el gallego, que en un acto público inició su discurso diciendo que la frase más ampulosa de Adán y Eva al abandonar el Paraíso fué “ahora comienza la etapa de la transición”... Es el riesgo de la petulancia de acotar los tiempos y trascendentalizar las situaciones que suele dejar a quien lo intenta en posiciones ridículas. Así, pudo darse en nuestro pais que un Presidente, por lo demás persona estimable y habitualmente prudente, anunciara de forma solemne en la Cámara de los Diputados... la transición ha terminado... minutos antes que una tropa incivil estuviese a punto de quebrar la legalidad constitucional de forma violenta.

Page 17: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

          Si asistimos al derrumbamiento de sistemas políticos aparentemente consolidados, a la aparición de nuevos espacios geográficos administrativamente comunes, a colosos que se muestran inermes ante acciones terroristas, o como el naufragio de un buque con una carga siniestra pone en jaque a un gobierno, sin ser demasiado perspicaces podría entenderse que ante nosotros tenemos indicadores que advierten la posibilidad de mutaciones sustantivas en ordenes como el convivencial, el político y el económico cuya dimensión final lógicamente está por determinar.

          En estas circunstancias la Masonería Española  tiene la obligación de prever y proveer medidas  acorde con los tiempos tanto de presente como de futuro próximo. La Masonería del siglo XXI, exige, al igual que a otros protagonistas de la sociedad civil, afrontar los cambios que imponen el devenir humano con sinceridad y rigor  abordando  los cambios estructurales necesarios y venciendo inercias. 

          En ocasiones tanto desde el interior como desde el exterior puede darse la impresión que la Masonería vive exclusivamente de la historia. Establecido la transcendencia de los principios que dan permanencia a la Institución, esta no puede quedarse solo en eso.

          La historia de la masonería con toda la carga de su riqueza, es la que hace posible que ahora estemos aquí reunidos. La historia del mañana depende de la capacidad de construir hoy. El testimonio de la Masonería cara el siglo XXI no es dejar razón de haber aprendido la historia, sino mostrar la capacidad de superarla. El magisterio adquiere su fuerza y vigor, su razón de ser, cuando el maestro logra que sus discípulos le superen holgadamente en conocimientos y brillantez.

          Frente al legado histórico de la Masonería, con su carga de grandeza y luminosidad solo cabe  el reto de superar lo que se ha recibido devolviendo nuevamente a la sociedad los valores morales e intelectuales que esta demanda en cada momento. No es solo repasar listados de masones ilustres con animo satisfecho. El reto  es dar cabida a nuevos nombres ilustres en esos listados como testimonio de una obra permanente y renovada. 

          La sociedad demanda de  cualquier colectivo humano, y por tanto también a la Masonería, no vivir de la historia por fructífera y bella que esta sea. Se hace necesario, imprescindible – especialmente en tiempos  tan dinámicos como los actuales – vivir para la historia. Que es tanto como ser protagonistas de obras sólidas, que sean puente hacia un futuro en el que los que reciban el testigo del presente tengan conciencia de que la tarea masónica, su espíritu fraternal al servicio de la colectividad sigue siendo socialmente útil.

            Son tiempos poco propios para una supervivencia en un majestuoso aislamiento, al margen de un exterior complejo. O para una búsqueda de la sublime  fraternidad universal desde esquemas  anacrónicos  enrocandose tras de ellos. O del estancamiento exclusivo en una practica ritualista mecanicista,  anquilosada y sin otro horizonte y crecimiento.

            Platón- con antelación sumamente razonable – nos advertía que la liberación de los males del mundo terrenal no es  exclusivamente alcanzable mediante ritos o cultos sagrados, o practicas expiativas.

          En rigor el compromiso iniciático no obliga mas allá de la libertad de cada cual de actuar de acuerdo a la maduración de sus propios  principios y valores. La gran tarea de los francmasones es, acomodándose al tiempo histórico y a la condición geográfica, 

Page 18: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

desenvolver su tarea, y  servir de faro especialmente en épocas como las actuales  de incertidumbre y de confusión... 

          Su razón de ser tiene respuesta como  elemento que alumbre el camino de las sociedades humanas hacia los horizontes luminosos, portando no la lámpara del cinismo de Diógenes, sino la lámpara de la convicción en la potencialidad del genero humano, y en la confianza de este de alcanzar la verdad y el bien.

          La masonería ante el siglo XXI tiene la obligación de escuchar atentamente la expresión, la voz del pueblo, a los hombres y mujeres,  masones o no y recoger sus ecos. Sus ansias de justicia, sus necesidades y anhelos de igualdad.  Ciencia y técnica deben convivir con democracia y gobernabilidad en un marco civil de ideas como nos recordaba el Presidente Lula de Silva. El humanismo fraternal debe ser el bagaje con el que concurrir en favor de los que son absorbidos por horizontes vacíos o instrumentados por oscuros intereses.

          La Masonería enriquecida  con su profunda carga utópica debe ser una guía mas de la esperanza colectiva y motor de la Razón.

          La Masonería poseedora de una tradición que se legitima por el peso de los siglos, debe mantener su vanguardia social, equilibrando el planteamiento iniciático y el compromiso social, y en este equilibrio entre el planeamiento individual y el compromiso común se hallará la modernidad masónica. Por ello, la Masonería como Institución, ante el nuevo siglo debe aportar los valores que la inspiran y hacen referente como adecuada respuesta a los retos que son propios del tiempo que protagonizamos.

          Lo demandan el lado oscuro del postmodernismo, los celajes y sombras  derivados de la globalización. Globalización donde priman los intereses económicos sobre el humanismo y en la que asoman lacras y llagas que son ignoradas en aras de  una pretendida eficiencia y modernidad. O que se encubren para pasar de puntillas ante lo que se califica como asumibles daños colaterales dentro de una actuación políticamente correcta.

          Globalización que siendo un proceso irreversible, nos obliga a   acostumbrarnos a convivir con ella, al tiempo que debemos disponernos a soportar y en la medida de lo posible atemperar y sortear sus impactos no siempre socialmente saludables.

          Otro de los conflictos diferenciados que agudizará su  presencia el siglo XXI, al margen de la ya clásica liza de clases, de las diferencias entre ricos y pobres, será el devenido del enfrentamiento entre los espíritus con amplitud de miras y animo cosmopolita y los talantes dogmáticos y fundamentalistas.

            El desencuentro entre los que aceptan la riqueza que comporta la pluralidad de la cultura o el valor de la ambigüedad y la duda, y los que tratan de evitarlo en nombre de sacrosantos principios, las verdades absolutas y el terror a una supuesta erosión de las tradiciones.

          Los fundamentalistas de hoy son el germen de la amenaza totalitaria del presente. Los que piensan, y lo que es peor, desean imponer sin mensurar ni regatear el coste, su creencia de que existe una sola manera de vivir. Son el gran elemento de riesgo en un mundo difícil que nos ofrece una escena mas propia de conflictos severos que del confort tolerante de los consensos y el dialogo.

          Se suman a las preocupaciones de hoy el terrorismo, tanto el ejercido indiscriminadamente como el derivado de la violencia del Estado. El genocidio de los

Page 19: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

pueblos y de las culturas. La tortura como método y practica física ó psicológica.  La contaminación del planeta casa común de la humanidad y de obligada custodia para su entrega a las  generaciones siguientes. Un hogar que no puede ser entendido como una vulgar caja registradora al servicio de la expoliación ejecutada brutalmente por minorías insolidarias. El fanatismo dogmático, con su doble manifestación perversa de fundamentalismo político o religioso.

          Ante esto, este museo de los horrores morales de una sociedad cuyas miserias degradan lo que convenimos en llamar civilización, seria difícil  no entender como necesaria la vigencia de la Masonería. ¡Claro que la Masonería tiene razón de ser en el siglo XXI¡. Incluso cabria como posible  afirmar que sea más necesaria que en el pasado siglo XX. 

          La razón, la conciencia crítica, la tolerancia, el espacio al entendimiento entre los dispares  hoy más que nunca acucian en un universo que la globalización empequeñeció pero que la economía ha roto en barreras casi infranqueables.

          Si la Institución masónica puso en jaque todas las formas de autoritarismo y totalitarismo existente a lo largo de siglos sin más armas que cultivar la libertad de pensamiento, la razón y la lógica, buscando la verdad  y la luz, hoy, no parece desproporcionado creer que pueda ser una de las Instituciones humanas mejor habilitadas para auxiliar al hombre que se busca a si mismo y a sus semejantes desde la búsqueda permanente de la capacidad critica y el anhelo de paz y felicidad, no ajeno de utopía.        

          Si la Masonería en su trabajo, en sus talleres, en su permanente labrado de la piedra bruta consigue seguir haciendo del francmasón un hombre bueno, solidario, fraternal con sus semejantes, así como un amigo consigo mismo, no solo no habrá traicionado las esperanzas que cabe depositar en ella como uno de los activos éticos de la sociedad, sino que su papel estará plenamente justificado en este milenio que comenzamos a entrever.  Se habrá cumplido el imperativo moral de preparar al hombre del siglo XXI como miembro de una comunidad de hombres libres, efectivamente útiles en términos sociales.

          Como conclusión quizás podríamos convenir la definición de complementariedad que  propone  Alain Bauer . De un lado tenemos la tradición comprendida como la trasmisión de lo realizado por los masones a lo largo de la historia y de otro la participación de estos en la evolución de la sociedad y su imbricación en los problemas que nos rodean.

          En el Siglo XXI la Masonería tiene plena razón de existencia. La tiene como lección del ayer y por ello desde su magisterio está en condiciones de elaborar la historia de mañana. La  Tradición es un elemento nuclear del ideal masónico. Pero a la vez, la Masonería es precisamente ese espacio que en nombre del método, permite estar siempre presente en las evoluciones y progresos sociales.

            Una presencia que se hace agradecer por estar siempre ajena de radicalismos inadecuados. Esto es precisamente, lo que permite a la Masonería desde su autoridad moral ser útil y a la vez moderna. Y desde la reflexión, la prudencia y la tolerancia     contribuir a solucionar los problemas de la Humanidad.  Lo hace, arropada con  la riqueza de su legado y su patrimonio. Y sobre todo, desde su capacidad de adaptación a las circunstancias sobrevenidas contribuyendo   a gestar una nueva era.

            Una era, en que la utopía deje de ser sueño y en la que el hombre pueda ser dueño de su obra y señor de su tiempo.          

Page 20: La Masonería y Su Razón de Ser en El Siglo XXI

* R:. H:. Antonio Campos Romay   Gran Inspector de Relaciones Institucionales de la Gran Logia de España   Miembro del Gran Consejo Rector del la Gran Logia de España