LA MANZANA DE LA DISCORDIA - Papeles de … Isaza de Lourido EDITORA: Olga Lucía Obando COMITÉ...

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Diciembre, 2006 Año 1 Volumen 2 LA MANZANA DE LA DISCORDIA _____________________________________________________________ Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad Publicación semestral

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Diciembre, 2006Año 1 Volumen 2

LA MANZANA DE LADISCORDIA

_____________________________________________________________

Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad

Publicación semestral

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LA MANZANA DE LA DISCORDIADiciembre, 2006 – Año 1, No. 3

ISSN 1900-7922

CENTRO DE ESTUDIOS DEGÉNERO, MUJER Y SOCIEDAD

Facultad de HumanidadesUniversidad del Valle

Oficina 1003-04,Edificio Estanislao Zuleta

Cali, [email protected]

http://univalle.edu.co/saberesygeneros

DIRECTORA:Nancy Motta G.

COMITÉ ASESOR:Carmen Lucía GiraldoGabriela Castellanos

Marta Cecilia LondoñoSusana Matallana

Vilma Penagos

DECANO DE LA FACULTAD DEHUMANIDADES:

Darío Henao

RECTOR DE LA UNIVERSIDADDEL VALLE:

Iván Enrique RamosVICERRECTORA ACADÉMICA

Martha Gómez de GarcíaVICERRECTORA DEINVESTIGACIONES

Carolina Isaza de Lourido

EDITORA:Olga Lucía Obando

COMITÉ EDITORIAL:Gabriela Castellanos

Rocío GómezSusana Matallana

Olga Lucía Obando

REVISIÓN DE ESTILO:Gabriela Castellanos

Norma Lucía Bermúdez

COMITÉ CONSULTOR:Florence Thomas,

Grupo Mujer y Sociedad,Universidad Nacional

Lola G. Luna,Departamento de Historia y Geografía,

Universidad de Barcelona

Luz Gabriela Arango,Departamento de Sociología,

Universidad Nacional

Valor de la revista: En Colombia: $10.000 En el extranjero: US $7La Revista La Manzana de la Discordia es una publicación semestral, especialmente

dedicada a las temáticas relacionadas con la categoría de género, y al rescate de lasobras escritas y plásticas de las mujeres.

Se aceptan contribuciones en la forma de textos y de fotografías de obras gráficas.El Comité Editorial decidirá sobre su inclusión en la Revista. Las contribucionestextuales deben tener una extensión entre 12 a 25 cuartillas a espacio y medio, en tipoTimes New Roman No. 12, y deben ir acompañadas de:

1) Una bibliografía.2) Un abstract o resumen de 100 palabras como máximo sobre el artículo.2) De 3 a 5 palabras claves.3) Una «nota sobre la autora» o «sobre el autor», de 100 a 150 palabras, incluyendo

información escueta sobre su formación académica, vínculos laborales actuales y obrasmás importantes, así como reconocimientos u honores recibidos.

Todas las notas relacionadas con referencias bibliográficas deben ir al final delartículo, no a pie de página.

Las comunicaciones con la revista, ya sea para la remisión de artículos, compras,o para cualquier otra información, deben hacerse a la siguiente dirección:

CENTRO DE ESTUDIOS DE GÉNERO, MUJER Y SOCIEDADFacultad de HumanidadesUniversidad del ValleOficina 1003-04, Edificio Estanislao ZuletaCali, [email protected]@uniweb.net.co

En este número, presentamos la obra de la artista caleñaAndrea Valencia.Este número se publica gracias al auspicio del ProgramaEditorial de la Universidaddel Valle.

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Contenido

CONTENIDO 3

PresentaciónNancy Motta G.. 5

DOSSIER: INVESTIGACIONES SOBRE GÉNERO Y VIOLENCIA

Las nuevas tribus urbanas en Cali: Desplazamiento forzado y género.Nancy Motta 9

Prácticas de las mujeres que viven violencia conyugal frente a la atención de la Fiscalía.Maritza Isaza 31

Modelo de la escalada de la violencia en el contexto conyugalRubén Darío Garzón 39

Erotismo, violencia y género: deseo femenino, femineidad y masculinidad en la pornografía.Gabriela Castellanos 53

Ser mujer y colombiana: Reflexiones sobre género, violencia y discurso en Colombia.Elizabeth Lozano 67

OTRAS INVESTIGACIONES

El desafío de la equidad de género en ColombiaMartha Cecilia Londoño 79

La idea de sí en la literatura de mujeres en América LatinaFrancesca Gargallo 91

ENSAYOS

Un abrazo sororo a la mujer que abortaCarmiña Navia Velasco 101

Retos y resistencias de las mujeres hoy en el planetaNorma Lucía Bermúdez 109

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RESEÑAS

El sujeto sufragista, feminismo y feminidad en ColombiaAutora: Lola G. LunaReseña: Norma Villarreal Méndez 115

Nadando contra la corrienteMujeres y cuotas políticas en los países andinos 2005Editora: Magdalena LeónReseña: Olga Lucía Obando 119

Ruptura de la inequidad? Propiedad y género en la América Latina del Siglo XIXEditoras: Magdalena León y Eugenia Rodríguez SáenzReseña: Isabel Cristina Bermúdez 127

Concierto de amor a dos voces (Poemario)Autores: Guiomar Cuesta y Alfredo OcampoReseña: Gabriela Castellanos 131

TRADUCCIÓN

Introducción: A veinte años del fallecimiento de Simone de Beauvoir«¿Debemos leer a Simone de Beauvoir?»Autora: Nancy BauerTraductora: Gabriela Castellanos 137

POEMAS

Olga Lucía Obando 149

SOBRE LOS AUTORES 153

SOBRE EL ARTE DE ANDREA VALENCIAFragmentos de una conversaciónEntrevista con Oscar Muñoz 155

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Presentación

on alegría les presentamos estesegundo número de nuestra revis-ta La manzana de la discordia. Elmapa trazado para este númeroorganiza los escritos desde variascoordenadas.

La primera coordenada noslleva al Dossier sobre violencia

y género, donde se muestra cómo la situación dedesventaja y subordinación de las mujeres en Colombia,a pesar de su creciente protagonismo en todos losespacios de la vida económica y social y sus aportesincuestionables a la construcción de la sociedad, noha permitido el disfrute de la igualdad de oportunidades,ni la protección de sus derechos. En Colombia, lasmujeres y las niñas siguen siendo las más afectadaspor el conflicto armado interno, sus derechos no tienengarantía ni reconocimiento. La ausencia de políticasintegrales para las mujeres contribuye a su discri-minación, marginación y a la persistencia de la violenciasexual e intrafamiliar, al maltrato físico o psicológicoen el hogar, en el trabajo o en la sociedad. Igualmente,las mujeres y las niñas se ven afectadas de manerasespecíficas por fenómenos como el desplazamiento.Por otra parte se dan formas de violencia simbólica,tanto a través de lenguajes cotidianos como en lapornografía y el uso del cuerpo femenino como objetode consumo.

El Dossier se inicia con el trabajo de Nancy Motta,sobre «Las nuevas tribus urbanas en Cali: Despla-zamiento forzado y género», planteando una reflexiónsobre la migración forzada desde la geografía delgénero. Su trabajo emplea una metodología que integraelementos de la antropología urbana y la geografía degénero, para el análisis de las trayectorias de vida dedesplazados y desplazadas que han ido construyendociudad, con atención especial a la manera como se

han asentado de hecho, a sus estrategias de super-vivencia, y a la apropiación del espacio citadino demanera diferencial por los hombres y las mujeres.

Maritza Isaza, en su artículo «Las prácticas de lasmujeres que viven violencia conyugal frente a la aten-ción en la Fiscalía», da cuenta de una investigación detipo exploratorio y descriptivo realizada con mujeresde la comuna 7 de la ciudad de Cali que viven violenciaconyugal. De acuerdo con los datos del Instituto Colom-biano de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Cali,se advierte un incremento año tras de los niveles deviolencia. La autora enfatiza en su análisis las posturaspasivas de muchas mujeres que sufren la violenciaejercida por sus compañeros sentimentales. Es sóloen última instancia cuando las mujeres acuden a lasinstituciones de justicia para denunciar las diversasformas de agresión recibida. La denuncia acarrea unaposible sanción contra el maltratador, pero a menudono se logra debido a la ineficacia y/o inoperancia de lasinstituciones gubernamentales de justicia.

En un texto que propone una herramienta para laatención a mujeres maltratadas, «Modelo de la Escaladade la violencia en contexto conyugal. Aportes desde eltrabajo social forense», Ruben Darío Garzón presentaun modelo de violencia conyugal que inter-relacionaactores, formas de violencia, artefactos/medios emplea-dos, geo-espacialidad y emociones, denominado «Ciclode violencia marital en escalada».

Esta escalada de violencia conyugal presenta unaumento gradual de la violencia, donde los indiciosdeberán servir para que los funcionarios detecten quese aproxima un desenlace fatal, y tomen medidaspreventivas. Con relación a la geoespacialidad, el autorseñala que la violencia ya no ocurre solamente en elespacio doméstico sino que se extiende al espaciopúblico, en el sector laboral de ella, en la vía pública oen centros comerciales.

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Pasamos entonces a la violencia simbólica. «Ero-tismo, violencia y género, deseo femenino, feminidady masculinidad en la pornografía» de Gabriela Caste-llanos es un artículo donde se distingue entre conceptoscomo erotismo, pornografía, violencia y obscenidad.Se exploran algunas distinciones entre erotismo ypornografía, y se reflexiona sobre la relación entre lapornografía y la degradación de la mujer, resumiendolas dos principales tendencias al respecto en el pensa-miento feminista. Una de estas tendencias buscaerradicar la pornografía, mientras la otra protesta porlos intentos de censura, y considera que la pornografíaes liberadora. Se analizan algunos aspectos de larelación de estos temas con la violencia simbólica, asícomo con el deseo femenino, la feminidad y la mascu-linidad.

El artículo «Ser mujer colombiana: reflexionessobre género, violencia y discurso en Colombia», deElizabeth Lozano, nos presenta una etnografía de laviolencia en espacios urbanos, tomando como referentea Cali. La autora plantea cómo el discurso sobre vio-lencia se ve como «natural», cuando la carga simbólicade la violencia está normada culturalmente y por tantose hace invisible. Las relaciones sociales en los espaciosurbanos entre hombres y mujeres están atravesadastransversalmente por unas prácticas discursivas yperformativas donde la violencia verbal conlleva a unaguerra contra el tejido social.

La segunda coordenada que atraviesa a esta revista,nos ofrece una investigación desde el orden político.Martha Cecilia Londoño, en su artículo «El desafío dela equidad de género en Colombia», nos plantea cómoen Colombia en los albores del siglo XXI la equidadde género sigue siendo un aspecto marginal dentro delas agendas de gobierno. Por ello las políticas de mujery género no han logrado transversalizarse en el Estado,por tanto los intereses y necesidades de mujeres y hom-bres siguen desconociéndose en la planeación deldesarrollo. Para solucionar este problema, se proponela estrategia de mainstreaming, ofreciendo directricespara su implementación.

Otro elemento lo constituyen los ensayos. En primerlugar encontramos una reflexión desde la literatura.En «La idea de sí en la literatura de mujeres en AméricaLatina» de Francesca Gargallo, nos trae una magistralpieza sobre lo que ha sido la escritura femenina a lo

Investigaciones

largo del tiempo en la cultura occidental. Traza unaruta en donde inicialmente la escritura busca deslindarsedel discurso masculino y patriarcal, para ir constru-yendo un discurso liberador, un proyecto donde laescritura sea escrita, sentida y significada en feme-nino. En esta ruta han transitado las Margaritas fran-cesas Yourcenar y Duras, la italiana Morantes; la autoraluego se detiene en América Latina y nos recrea conlos sentidos de Clarice Lispector, Rosario Castellanos,Maria Luisa Puga, Dolores Castro, Marvel Moreno yFanny Buitrago, entre otras.

Carmiña Navia, con su ensayo «Un abrazo sororoa la mujer que aborta», se cuestiona sobre la relaciónmadre-feto desde el punto de vista de la madre, ya quela visión patriarcal dominante considera la vida desdela posición del feto. La autora argumenta que la culturamaternal en el mundo, es un principio que rige a todaslas mujeres dentro de sus diversos contextos, por tantoninguna mujer desea tener que acudir al aborto. Sinembargo, en los casos en que sucede, debe evitarseculpabilizar y cargar de mayor dolor a la mujer.

En «Retos y resistencias de las mujeres hoy en elplaneta», Norma Lucía Bermúdez nos habla del con-texto en el cual las mujeres han tenido que moversepara lograr mayores niveles de participación, inclu-yendo la globalización, el neoliberalismo y el patriarcadocomo formas de acumulación y concentración delpoder que han afectado decididamente a todas lasmujeres del mundo occidental. De igual forma NormaLucía Bermúdez señala las nuevas realidades en lasque las mujeres establecen resistencias y oposicionesal orden imperante, rechazando y luchando contra lamercantilización, la explotación infantil, la trata depersonas y la servidumbre de mujeres.

En su acostumbrada sección, la revista contienecuatro reseñas. Los libros son El sujeto sufragista,feminismo y feminidad en Colombia, de Lola G. Luna,Mujeres y cuotas políticas en los países andinos, porMagdalena León, y ¿Ruptura de la inequidad? Pro-piedad y género en la América Latina del siglo XIX,de Magdalena León y Eugenia Rodríguez, y Conciertode amor a dos voces, de Guiomar Cuesta y AlfredoOcampo. Las reseñas son de Norma Villarreal Méndez,Olga Lucía Obando, Isabel Cristina Bermúdez y GabrielaCastellanos, respectivamente. Aparece luego la traduc-ción (hecha por Gabriela Castellanos) de un artículo

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sobre qué tan actualidad es El segundo sexo. En«¿Debemos leer a Simone de Beauvoir?», su autoraNancy Bauer usa argumentos filosóficos para sostenerque esta obra aún puede enseñarnos mucho. Finalmente,tenemos en la sección sobre mujeres poetas los bellosaportes de nuestra compañera Olga Lucía Obando.

Una mujer muy joven, Andrea Valencia, nos regalósu obra gráfica para llenar de arte nuestras páginas.Nuestros agradecimientos a ella y a todas las personasque colaboraron aquí.

Esperamos que los aportes de este segundo númerode La Manzana de la Discordia sean acogidos por lacomunidad académica del país y por quienes puedanleernos en el exterior, por los distintos actores y actoras

comprometidos en realizar resistencia civil desde laescritura, la pintura, las artes en general, la reflexiónsocial y política, así como por instancias del gobiernoresponsables de generar la defensa de los derechos delas mujeres y de los hombres. El acercamiento al cualestas páginas invitan, no cabe duda, es parte del caminohacia las transformaciones fundamentales reclamadaspara no continuar blindando la invisibilidad recurrentede la violencia en los géneros.

Nancy Motta GonzálezDirectora, Centro de Estudios de Género,

Mujer y Sociedad Universidad del valle

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DOSSIERInvestigaciones

sobre Género y Violencia

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Las nuevas tribus urbanas en cali:desplazamiento forzado y género

ResumenEste documento es producto de una sistematización de

investigaciones sobre desplazamiento forzado y reasen-tamientos, realizadas en Cali por estudiantes del Departamentode Geografía de la Universidad del Valle a fin de presentar sustesis de grado. Se emplea una metodología que integra elementosde la antropología urbana y la geografía de género, para elanálisis de las trayectorias de vida de desplazados y desplazadasque han ido construyendo ciudad, con atención especial a lamanera como se han asentado de hecho, a sus estrategias desupervivencia, y a la apropiación del espacio citadino de maneradiferencial por los hombres y las mujeres.

Palabras clave: Desplazamiento forzado, desterritoriali-zación, re-territorialización, género, asentamientos de hecho,ciudad, espacio y tiempo.

AbstractThis paper is product of a systematization of research on

forced displacement and resettlements, carried out in Cali bystudents of the Geography Department of Universidad del Valle,for their undergraduate theses. The methodology used integrateselements from urban anthropology and geography with a genderperspective, analyzing the lives of displaced men and womenwho have participated in the construction of the city, with specialattention to their de facto settlements, their survival strategiesand the different ways in which men and women have made thecity space their own.

KEY WORDS: Forced displacement, de-territorialization,re-territorialization, gender, de facto settlements, city, space,time.

1 Las fuentes reconocidas sobre el número de personas despla-zadas en el país son Consultoría para los Derechos Humanos y elDesplazamiento (Codhes) y Red de Solidaridad Social (RSS) y entresí presentan contradicciones a la hora de señalar cuántos desarrai-gados tenemos en Colombia, de que territorios o regiones sonexpulsados y a dónde llegan; sin embargo ninguno niega la mag-nitud ni la tendencia creciente del fenómeno.

INTRODUCCIÓN

l desplazamiento en Colombia sigue siendouno de los elementos más agudos de lacrisis humanitaria que padece el pueblocolombiano, se trata de 3.000.0001 de

hombres y mujeres, niños y niñas, ancianos y ancianas,adscritos a comunidades campesinas mestizas, afro-colombianas y pueblos indios, que desde hace mas omenos ocho años se han visto obligados a abandonarsus tierras y emprender un incierto camino de huidaque los lleva a las ciudades, donde tienen que inge-niárselas para desarrollar estrategias de supervivenciaen medio de la insolidaridad social y la incapacidad delEstado para afrontar tal situación.

El presente artículo tratará de explorar lo que hasido el proceso de «reasentamiento de hecho» en laciudad y cuál ha sido el papel del restablecimiento dela población desplazada en Cali. Se parte de la idea deque acercarse a la relación ciudad-desplazamientoforzado implica explorar las experiencias sociales y lasformas de interacción e intercambio familiar, vecinal,urbano, el análisis diferenciado por género, edad yorigen étnico o regional, las transacciones, las rela-ciones, la transposición y la transferencia entre lo legaly lo ilegal, lo formal e informal, las situaciones de hechoy los derechos de ley y como todo ello se combinapara dar una nueva apropiación al espacio y tener el«derecho a la ciudad».

Este documento es un esfuerzo de síntesis quebusca ofrecer una mirada analítica y metodológica

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2 Los títulos de las tesis y nombres de los y las tesistas son: Castrillón, Ricardo. «Estudio Etnográfico de un proceso de configuraciónterritorial en la ciudad de Cali»; Ramírez, Jackeline. «El espacio de los desplazados y desplazadas en Cali desde una geografía de género»;Clavijo, Edinson. «Relaciones interétnicas en el barrio Alberto Lleras Camargo de la ciudad de Cali»; Rogeles, Jose David. «Relacionesde orden territorial en pandillas juveniles de la ciudad de Cali».

3 Ver Pérez, Murcia Luis E. «Factores asociados al desplazamiento forzado en Colombia». EN: Bello Nubia (editora) Desplazamientoforzado, dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo. Universidad Nacional de Colombia, UNHCR-ACNUR, Bogotá, 2004; Bello,Marta Nubia. «El desplazamiento forzado en Colombia: acumulación de capital y exclusión social» EN: Ibidem. Sarmiento Libardo.«Desarrollo societal, conflicto y territorio» EN: Seminario Internacional: Desplazamiento, conflicto, paz y desarrollo. Mayo 30-juniode 2000. Bogotá, Codhes, 2000.

integrada de los resultados en los distintos espaciosgeográficos de la ciudad de Cali, en donde se han desa-rrollado tesis de grado por estudiantes para optar eltítulo de Licenciados en Ciencias Sociales del depar-tamento de Geografía.2 y en las cuales la dirección detales trabajos a mi cargo, ha permitido contribuir desdela disciplina antropológica, cómo las nuevas tribusurbanas , - los y las desplazadas, reivindican un lugaren la ciudad, y por ello colonizan y se dejan colonizar.

Los trabajos de investigación presentados comotesis de grado, se han realizado en el Distrito de Agua-blanca en las comunas 13,14 y 15. De estos estudioshe tomado como referentes aquellos que se relacionancon el desplazamiento forzado y más particularmentecon la manera cómo la población desplazada se ha idoapropiando del espacio caleño. Los desplazados a laciudad son silenciados y entran al espacio del anoni-mato, tanto por parte de ellos mismos, como del Estado.

Este documento pretende mostrar un lugar dondelas voces de las personas desplazadas que han sidoenmudecidas, aunque a veces parezca lejana, es posible.Los testimonios aparecen dentro de este marco.

La metodología de trabajo consistió en ordenar losestudios sobre asentamientos en dos sentidos: uno,donde han llegado los desplazados de manera dispersay han ido construyendo territorio y territorialidad comolos barrios Mojica, Brisas del Cauca, Puerta del sol,Manuela Beltrán, y por otro, cuando a los desplazados,la institucionalidad los ha orientado a residir en unsector llamado Daniel Guillard en Los Lagos. En losdos casos, se han analizado la red de representacionesque los construye como un entramado que los hahundido en la estigmatización, en la espacialización yen una forma de exclusión fundamentada sobre una«diferencia· construida socialmente. Se observa aquíla alteridad que representa la ciudad y las formas deapropiación de la misma, por parte de los nuevosresidentes.

El marco teórico trabajado parte del corpus de laAntropología Urbana y de la Geografía del Género y la

muestra representativa utilizada corresponde a per-sonas desplazadas del Putumayo, del Cauca, Caquetá,Norte del Valle, Nariño, Caldas y Chocó.

1. DESPLAZAMIENTO, REGIONES Y ACTORESSOCIALES.

La población desplazada es muy heterogénea, en sugran mayoría son campesinos y campesinas pobresmestizas y comunidades étnicas afrocolombianas eindígenas. Esta población ha estado históricamenteexcluida de la participación política y del modelo dedesarrollo capitalista y de acumulación imperante en lanación colombiana y culturalmente invisibilizadas. Comovíctimas del conflicto armado, ignoradas por el Estadoy la sociedad han logrado sobrevivir con sus propiosrecursos, estrategias y medios. Sus territorios ancestralesatraen la mirada rapáz de intereses multinacionales ynacionales, que ven en sus tierras la biodiversidad,recursos minerales y ventajas geoestratégicas, por elloson disputadas a través de la represión y la guerra.

La relación desplazamiento-conflicto agrario seexpresan en tres tipos de territorios: uno, donde loscampesinos se han movilizado por la tierra debido a laexpansión de latifundios y los grupos guerrilleros,fuerzas paramilitares y agentes del Estado confluyen;dos, zonas de gran concentración de la propiedad rural,donde narcotraficantes han encontrado atractivas lastierras de los campesinos para expandir los cultivos decoca, instalar laboratorios, construir pistas de aterrizaje,o como simples canales de comercialización, y tres,territorios con presencia abundante de minerales comopetróleo, carbón, metales preciosos como oro, plata,níquel y ubicados en posiciones geográficas estraté-gicas que permiten la expansión de los circuitos decapital y ampliar el dominio territorial.3

Esta relación desplazamiento-conflicto agrarioobedece a «la estructura concentradora de la tierra ya las relaciones competitivas por este recurso, que semanifiestan en antagonismos entre latifundio ganaderoy-o empresa agroindustrial y el minifundio campesino;

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Gráfico 1. Departamentos de expulsión.

Caldas

Norte de Santander

Guaviare

Cesar

Bogotá

Guajira

Risaralda

Tolima

Santander

Quindio

Choco

HuilaNariño

Antioquia

ValleCauca

Caqueta

Putumayo

Fre

cuen

cia

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30

20

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27

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FUENTE: Ramirez, Jackeline. El espacio de los desplazados ydesplazadas en Cali,desde una geografía de género. Tesis degrado para optar el título de Licenciada en Ciencias Sociales.Departamento de Geografía, Facultad de Humanidades. Uni-versidad del Valle. Cali, 2004.

4 Http://www.desplazados.org.co/porque/tierras.htm5 Red de Solidaridad Social, 2003.6 Pérez Murcia, Luis Eduardo. «Factores asociados al desplazamiento forzado en Colombia» EN: Brello. Nubia. Desplazamiento

Forzado, dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo, p. 56.

y el control territorial obedece al dominio y controldel territorio como espacio estratégico de orden políticoy económico» 4

La población víctima del conflicto es entoncesmaterialmente pobre pero residente en territorios ricosque ha estado por décadas excluidas socialmente y almargen del desarrollo y hoy, son incluidas vía violencia,para el control y la explotación.

Entre estas tipologías territoriales de la relacióndesplazamiento-conflicto agrario para la región delsuroccidente colombiano, los departamentos del Cauca,Valle, Nariño, Antioquia, Putumayo y Chocó son los

territorios de mayor expulsión de pobladores, comose aprecia en la grafíca Nro 1.

El eje Buenaventura-Naya-Norte del Cauca cons-tituye el mejor corredor geoestratégico para la circula-ción de armas, de coca, de comercialización de recur-sos naturales y de biodiversidad. El 70% de la poblaciónque se desplaza de esta región corresponde a mujeres,muchas de las cuales se han convertido en jefas únicasde hogar a causa de la muerte o reclutamiento de suscompañeros. El 44% corresponde a menores de edad,de ellos el 26% se encuentra en edad escolar, es decirentre 5 y 14 años.5

En consecuencia, los actores que ocasionan el des-plazamiento son guerrilla, militares, paramilitares, gana-deros, narcotraficantes, esmeralderos, comerciantes,empresas nacionales y transnacionales y corporaciones.Existe un nexo entre desplazamiento forzado conpatrones de acumulación de capital, por tanto, la guerra

es la estrategia perversa para que haya desplazados yacceder a los territorios.

Los factores entonces asociados al desplazamientoforzado de poblaciones en primera instancia obedecena la tríada que según Perez Murcia6 denomina despla-zamiento-conflicto armado y desarrollo. Ello se

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7 Ibid, Pág. 58.8 Meertens, Donny. «Género, desplazamiento, derechos.» EN: Bello, Nubia (editora). Desplazamiento Forzado, dinámicas de

guerra, exclusión y desarraigo. Op. Cit. pp. 197.9 Castrillón, Ricardo. «Estudio Etnográfico de un proceso de configuración territorial en la ciudad de Cali» Tesis de grado para optar

el título de Licenciado en Ciencias Sociales. Departamento de Geografía. Facultad de Humanidades. Universidad del Valle. Cali 2003.

evidencia cuando la «localización de los desplaza-mientos obedece, de manera inequívoca, al acapara-miento de tierras o al control de territorios estratégicospor sus recursos o por la perspectiva de beneficiosderivados de la próxima instalación en ellos deproyectos de desarrollo de gran envergadura o por susignificado militar y político dentro de la confrontaciónarmada, lo cual se convierte en motivación para des-poblar estas zonas»7

Los desplazamientos forzados ocurren generalmenteen las zonas veredales, generándose en principio unéxodo hacia las cabeceras municipales, de maneraescalar de pequeños a grandes municipios y luego hacialas ciudades.

La salida masiva o individual hacia las ciudadesdebe de verse de manera diferencial entre la poblacióndesplazada e igualmente como un proceso multidi-mensional en donde los actores y las actoras se asumencomo víctimas o como sujetos sociales activos, al decirde Meertens.8

2. DESPLAZAMIENTO A CALIEl desplazamiento forzado ha implicado la progre-

siva desintegración del tejido social de las comunidades.La desestructuración de las unidades familiares, laruptura de sus procesos comunitarios y sociales lar-gamente construidos, la alteración de la composición,el funcionamiento, los objetivos y la permanencia desus redes sociales como el aprovisionamiento y soste-nimiento de la seguridad alimentaria, gobierno local,control social interno, control cultural y territorial,endoculturación, solidaridad, comunicación y apoyorecíproco; todo ha sido vulnerado, tanto en sus con-diciones materiales sociales y económicas como lascondiciones simbólicas y espirituales de la vida. Estacompleja situación de la destrucción y el desarraigoha afectado más fuertemente a las mujeres campesinas,especialmente cuando son viudas. Las mujeres ruraleshan vivido en un mundo rural más ligado a lo domés-tico, a la vecindad y con una movilidad geográficamenor y con una participación en espacios públicosmuy baja.

Al llegar a la ciudad, despojados y despojadas de sulugar, de sus bienes y con una maleta de recuerdos,nostalgias, angustia y dolor y su equipo cultural, selocalizan en sitios de «paso», ajenos, donde los recienllegados /as como nómades son vistos como extrañosy/o portadores de violencia.

La ciudad de Cali es una urbe socioespacialmentefragmentada, en la que coexisten espacios diferen-ciados, antagónicos y contrastantes que muestranclaramente las profundas inequidades e injusticias delsistema económico y social. Por un lado se observauna Cali planificada, céntrica donde se ubican lasactividades más productivas y los sectores socialesmás ricos de la sociedad. Por otro lado, está la ciudaddonde transitan y viven los sectores populares querealizan actividades económicas de poca rentabilidady acceden o carecen de los bienes y servicios de laciudad. Así, los recién llegados, - los desplazados ydesplazadas- los nuevos pobladores se encuentran conuna Cali, de infraestructura muy desarrollada, vías,plazas, edificios. Una población que no se manifiestani en positivo, ni en negativo por la llegada de másgente a su ciudad; este es un primer aliciente para quelos nuevos pobladores sientan algo de seguridad y sesientan capaces de sobrevivir en ella. Todo cambiacuando por razones como la pobreza, el desempleo,las dinámicas de urbanización propias de la ciudad, seven obligados a ubicarse en la periferia de la ciudad endonde no se observa ninguna clase de desarrollo; callesempolvadas en verano e inundadas en invierno, cañosde aguas residuales, casas en madera o esterilla que nose parecen en nada a los edificios que ven al llegar a laciudad, en fin, la otra cara de la ciudad que los enfrentaa una realidad que tienen que asumir.9

Así, Cali nos muestra dos facetas; la primera es lade la ciudad bonita, moderna, rumbera y excitante, lasegunda, es una urbe, deprimida, abandonada y pobre.Estos dos planos de la ciudad se traslapan y setrastocan, donde sus fronteras se corren permanen-temente. Ambas configuran una geografía urbana enla que los desterritorializados deben de aprender amanejar, y esa historia ya ha sido vivida antaño con

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Gráfico 2. Desplazados por comunas.

Comunas

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7

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4

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20

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18

16

15

14

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1

Por

cent

aje

40

30

20

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75

13

30

19

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FUENTE: Ramirez, Jackeline, Op. Cit

FUENTE. Ramirez Jackeline. Op. Cit.

10 70.652 personas han solicitado su inclusión en el SUR, manejado por la Red de Solidaridad Social. 61.608 han sido incluidas y 9.044rechazadas, cesadas y/o excluidas. Informe RSS 2004.

11 Comisión Europea. Acciones de ayuda a las poblaciones desarraigadas en Colombia. Proyecto Acciones para la implementaciónde un modelo de gestión para el desarrollo humano y la convivencia con población retornada y acogida en la cuenca baja del ríoCalima en el municipio de Buenaventura. Gobernación del Valle. Cali, 2005.

migrantes que debido a las múltiples violencias del país,han ido poblando y construyendo ciudad en la periferia.

Existen en Cali dos sectores de poblamiento, muyrepresentativos de este orden descrito y son Siloé,Terrón Colorado y los Chorros en la zona de ladera aloccidente de la ciudad y el Distrito de Aguablanca. enzonas inundables ubicadas al oriente. Este último sectores el que alberga el porcentaje mayor de poblacióndesplazada – reasentados involuntarios - que empiezana re-construir de nuevo su proyecto de vida.

El Valle, al igual que casi todo el territorio nacional,no sólo tiene la grave condición de expulsar violen-tamente sus campesinos, si no que además posee lacaracterística de ser un departamento receptor. Así,40.613 personas ha expulsado por efecto de la guerra,deben agregarse otras 30.387 provenientes de otrosdepartamentos del país, especialmente de Cauca(13.625), Nariño (6.942), Antioquia (4.282), Putumayo(2.746) Chocó (2.740) y Caquetá (1.781)10.

En el Valle del Cauca, la estructura geográfica deexpulsión-recepción está configurada así: Eje No.1:Buga-Tuluá-Bugalagrande-San Pedro; Eje No.2:Buenaventura Dagua; Eje No.3: Jamundí; Eje No. 4:Florida-Pradera-El Cerrito; Eje No.5 Cali Ciudad Capital(Ciudad Receptora).

El conjunto de esta población, incluida o no en elSistema Único de Registro (SUR), manejado por laRed de Solidaridad Social, tiende a concentrarse enciudades como Buenaventura, Cali, Buga. Jamundí,Tuluá y Palmira. Estas seis ciudades concentran el83.66% (52.543 personas) del total de los incluidos.11

En el año 2004 se contaba con una poblacióndesplazada en Cali de 24.343 personas de las cuales9.979 corresponde a hombres y 14.364 a mujeres paraun total de 4.548 familias que hacen parte del total de35.707 desplazados en el departamento según lo expresala Red de Solidaridad Social. El asentamiento mayor elDistrito de Aguablanca

en sus comunas 12,13,14,15,16 y 21, tenemosdesplazados provenientes del Cauca, Putumayo, Nariño,Meta, Chocó y del mismo Valle, como se observan enel mapa 1 y el gráfico 2.

14

MAPA 3. POBLACIÓN DESPLAZADA LOCALIZADAS ENLAS COMUNAS 13 Y 14

La ciudad de Cali también tiene población des-plazada en las otras comunas. Estos pobladoresbuscando la red familiar – parientes - que migraron ala ciudad en años anteriores, se organizan anóni-mamente en los nuevos espacios explorando nuevasformas de interacción social, de intercambio familiary de negociación en la reconstrucción de prácticas yprocesos históricos.

FUENTE: Ramirez, Jackeline. Op.Cit.

El mapa 2 permite visualizar como la ciudad deCali tiene población desplazada en la mayoría de suscomunas, exceptuando la 2 y la 17 que corresponde aestratos altos.

La Red de Solidaridad Social muestra en el 2003que la comuna con mayor porcentaje de desplazadoses la comuna 14 en el Distrito de Aguablanca y el trabajode campo desarrollado en esta comuna nos muestrademográficamente como los nuevos asentados selocalizan en los barrios de Puerta del Sol, ManuelaBeltrán, Marroquin, la invasión de Cinta Larga, y en elasentamiento de Daniel Guillard en Los Lagos.

La relación entre ciudad y desplazamiento forzadodebe de analizarse desde tres perspectivas: a) desde elpunto de vista de los desplazados y las desplazadas, loque ellos y ellas aportan y demandan de la ciudad, b)desde el punto de vista de la ciudad, lo que ésta entregao niega a los y las desplazadas y c) la actitud de losresidentes de los barrios a donde llegan estas nuevastribus poblacionales. Esta mirada desde lo urbanoimplica explicar los procesos de reasentamiento dehecho, las maneras de apropiar la ciudad y los procesosde reconstrucción vital que viven los desplazados ylas desplazadas en medio de las tensiones y los con-flictos que les genera llegar a un nuevo espacio y encon-trarse con los residentes de los barrios que tambiénson pobres y excluidos.

3. DESTERRITORIALIZACIÓN Y RECONS-TRUCCIÓN

El proceso de reconstrucción para los desplazadosy las desplazadas se vive en tiempos y espacios dife-rentes, porque se tiene en primera instancia 1) untiempo de destruccción que contiene una triada deelementos: a)-la fuerza violenta del conflicto, el ataquea su vida y a sus bienes-, b) - la ruptura y rápida

15

12 Osorio Pérez, Flor Edilma. «Recomenzar vidas, redefinir identidades. Algunas reflexiones en torno de la recomposición identitariaen medio de la guerra y del desplazamiento forzado.» EN: Bello, Nubia (Editora) Desplazamiento Forzado. Dinámicas de guerra,exclusión y desarraigo. Op. Cit.

13 Augé, Marc. Los «no lugares». Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona, Editorial Gedisa,1995

huida-, y c) - el proceso de reconstrucción -. En segun-da instancia el tiempo de la instalación a los lugaresque va en espera de un retorno o la decisión de quedarsey la espera de una ayuda institucional por parte delEstado y en tercera instancia el tiempo de recomenzaral decidirse quedarse en la ciudad busca la manera decómo asentarse en los nuevos espacios y organizarde nuevo la vida. Todos estos aspectos se viven demanera diferencial según el género, la etnia, la edad yel lugar de origen y expulsión.

Siguiendo a Augé (2002) citado por Osorio12 el 1)tiempo de la destrucción que se abre a la primera tríadade elementos: a) -la fuerza violenta del conflicto, elataque a su vida y a sus bienes-, está marcado por eldolor, el temor y la impotencia, allí se convierten envíctimas. Es una pesadilla que se vive de manera muyrápida y que les parece increible. En este tiempo lasmujeres rurales son las más golpeadas pues sonvioladas, quedan viudas o se llevan a sus compañerosde vida como también a sus padres, hermanos o hijos.Las dinámicas familiares se encuentran mediadas porel temor que constituye colaborar con uno u otro grupoarmado, a quién y cómo hacerlo, los espacios vitalesse convierten en espacios de guerra que son visitadospor unos u otros, en busca de apoyo real o tácito.

Los jóvenes resultan también vulnerables frente alos símbolos que trae la guerra. Un hombre o mujerarmados induce, no solo al miedo sino también alrespeto e incluso admiración y el poder de las armas,fractura el tejido social de la comunidad, destruye laautonomía de la estructura social local. En este tiempotanto mujeres como los y las jóvenes son las masafectadas, por quedar viudas o solas, pérdida de susbienes al cual han estado ligadas en su espaciodoméstico toda la vida, y miedo, desarraigo social yemocional de enfrentarse a un espacio urbano desco-nocido.

El tiempo de - la ruptura y la huida -, que corres-ponde a la segunda tríada de elementos, implicadesarraigo, pérdida; significa desplazarse o quedarconfinado en el lugar, un fenómeno geográfico obser-

vable, acompañado de una experiencia subjetiva des-garradora. Este tiempo llamado también de nomadismoo de confinamiento por Augé13 es de suspenso, deincertidumbre porque significa salir o quedarse delsitio en conflicto, ansiar retornar al pasado vivido,olvidar el presente conflictivo y esperar un futuro noclaro, brumoso. En este tiempo, los jóvenes son losque llevan el mayor riesgo porque en caso de quedarsela familia, el control del territorio por parte de losactores armados implica la restricción a su libertad.No pueden permanecer hasta altas horas de la nocheen las calles de las veredas, no pueden fumar y lasjovencitas no pueden llevar faldas cortas o descotesporque son satanizadas y si no se cumplen las normas,son rotulados como «auxiliadores del otro actorarmado», legitimando las masacres que se cometenen nombre de la «limpieza social».

Es igualmente un ir y venir en el tiempo porque seexpresa en la inmediatez de la huida, la duración deléxodo y la espera de atención del gobierno por un lado,y por el otro de carácter más espiritual con la perma-nencia del pasado en la memoria y con la pérdida derumbo en su vida personal y familiar. El tiempo de lareconstrucción como tercer referente de los elementosmencionados, busca rehacer la vida tanto personalcomo colectiva, la del grupo familiar que los sitúa enel tránsito de víctima a sujeto activo, por ello su refe-rente identitario oscila entre ser una víctima de ladestrucción y un agente de la reconstrucción. Lareconstrucción pasa necesariamente por la redefiniciónde su identidad individual y colectiva, la historiaacumulada, las vivencias aprendidas , la cosmovisióndel mundo, constituyen el equipaje cultural con el cualse manejan las nuevas situaciones y es a partir de estosprocesos, que la identidad se resignifica como memoriay acción, el puente entre el pasado, el presente y elfuturo.

2) El tiempo de la instalación de los lugares.Cuando el proceso de desplazamiento ha sido masivoy se llega a la ciudad como lugar de paso, han sido

16

14 Categoría analizada por Alejandro Castillejo en el texto «Poética de lo otro.» Para una Antropología de la guerra, la soledady el exilio interno en Colombia. Instituto Colombiano de Antropología e Historia-ICANH y COLCIENCIAS. Bogotá, 2000.

15 La idea del espacio depósito acuñada igualmente por Castillejo, señala que es un espacio ausente de historia, receptor temporal depersonas que transitan, sin poder apropiar intimidad o establecer un rincón privado en donde expresar la subjetividades fragmentadaspor el tiempo de la destrucción.

recibidas en calidad de huespedes – temporales14 yubicados en espacios públicos muy amplios, comocanchas de futbol, escuelas o centros educativos, etc.Para Cali por ejemplo los espacios depósito15 han sidoEl Gimnasio del Pueblo, el Pascual Guerrero, donde lanaturaleza del espacio de carácter transitoria es recibira las personas de manera orgánica. Las personasingresan y llenan los espacios evitando rozar sus cuer-pos con los otros y tratando a través de una foto delhijo desaparecido o la estampa del divino Niño y labolsa maleta, establecer un «lugar» privado, íntimo.Igualmente estos espacios-depósitos son inadecuadospara las condiciones sanitarias e higiénicas de losresidentes transeúntes y por supuesto para la convi-vencia conyugal, por tanto es el espacio del extra-ñamiento y el depositario de « mundos otros» que sehacen visibles dentro del anonimato.

Para la ubicación de ésta población desplazada, lainstitucionalidad , organizaciones de base u ONGs losdireccionan hacia barrios que los van a identificar comodesplazados y que puedan recibir las ayudas guber-namentales. Se forman comités para hacer gestión antelas instituciones públicas y privadas, para garantizar laseguridad alimentaria al interior del asentamiento y parabuscar alternativas de trabajo.

Otra manera de construir lugar es el desplazadoque ha huido con la familia de manera individual y llegaa la ciudad. Inicialmente se queda en la calle. Empiezala exploración de la ciudad, los recorridos hacia elcentro, la búsqueda de cómo pasar la noche y de unlugar para asentarse y recomenzar la vida. En generaldespués de cuatro meses de explorar la ciudad comien-za el reasentamiento de hecho a través de la invasiónde lotes cercanos a barrios y levantar sus ranchos paramimetizarse con los residentes de los lugares vecinos.Esta estrategia de supervivencia les permite establecerrelaciones de solidaridad con los vecinos de los barriosaledaños, para subsanar necesidades de alimento yvestido e interacción para que el juego y el recreo sede entre sus niños y los niños de los barrios. Este mismotránsito lo realizan también otros desplazados o despla-zadas que llegan a la ciudad donde residen parientes o

amigos, se acomodan en piezas de sus familiares demanera temporal, en tanto buscan otro lugar deresidencia, bien sea para tomar en arriendo o parainvadir un lote y construir la vivienda y el estable-cimiento de la sobrevivencia, del rebusque de todoslos miembros de la familia. Confundirese con loshabitantes de los barrios es mantenerse ocultos, deinvisibilarze, para no ser encontrados por los actoresarmados que los expulsaron, el miedo psicológico losy las acompaña y si se enteran de que hay otras per-sonas desplazadas, no se buscan para discutir su situa-ción. En consecuencia no establecen formas organiza-tivas propias que les permitan como desplazadosacceder a recursos, ni se enteran de la existencia deinstituciones pública o privadas de apoyo a la poblacióndesplazada. La existencia de los y las desplazadas seremantiza en la ciudad alrededor de la figura delanonimato.

Aquí estamos hablando de condiciones aceptablespara los nuevos pobladores urbanos construyendolugar, pero otra cosa ocurre con aquellos o aquellasque no han encontrado lugar para asentarse y su vidase desarrolla en situación de mendicidad. En estetrabajo, la población desplazada entrevistada residenteen el Distrito de Aguablanca en las comunas 13 y 14ha vivido su tragedia llegando a la ciudad tanto demanera colectiva habitando temporalmente en losespacios depósito como arribando a casa de parientesy luego invadiendo terrenos como en Cinta Larga,alquilando en el barrio Manuela Beltrán u orientados aasentarse en el sector de Daniel Guillard en Los Lagos.

Esta población desplazada de manera forzada haentrado en un proceso en la cual se siente subjeti-vamente desterritorializada, porque en efecto ha sidoexpulsada de su espacio vital, territorio-finca- dejandogallinas, cerdos, reses, cultivos, el perro y abandonandoigualmente sus prácticas culturales por tanto en laciudad se siente carente de cultura, se ha desper-sonalizado tanto en lo individual como en lo colectivoy se autoreferencia como un poblador presente –ausente. Presente porque empieza a vivir la ciudad y aencontrar los lugares para reconstruirse y ausente

17

16 El trabajo de campo que se realizó en el Distrito de Aguablanca en las comunas 13,14 y 15, lugar donde se han ubicado los y lasdesplazadas se realizó una serie de entrevistas, que a pesar de las dificultades para que salieran del silencio y del anonimato y nos contaransu dolor y se expresaran sus voces, se logró establecer interacción con ellos y ellas. Las definiciones aquí presentes han sido planteadas porhombres y mujeres desplazadas de Nariño, Cauca, Caldas y Guaviare, residentes en los barrios Los Lagos, Puertas del Sol, Manuela Beltrán.

porque se niega como individuo portador de cultura yse asume como individuo portador de tragedia, dolor,terror, el marcador de la diferencia entre el que fué y elque es, en un nuevo espacio que no domina, que no essuyo, que le es extraño, parodiando a Augé el «nolugar.» y se sirve para ello del anonimato, por tantoespacio, territorio e identidad se encuentran en unaencrucijada, en un tránsito, para el desplazado y ladesplazada.

La representación de este proceso de desplaza-miento entre sus lugares de origen y los lugares dellegada y de cómo se ha dado su arribo en el tiempo seevidencia en el gráfico 3.

GRAFICO 3. REPRESENTACIÓN DEL TIEMPO YESPACIO DIFERENCIAL

a. Representación originariab. Tiempo de la destrucciónc. Tiempo de la rupturad. Tiempo del recomenzar

(Representación de la llegada)

Los y las desplazadas se han definido así mismoscomo personas vulneradas a las que se les debe ayudara resolver sus problemas. Las siguientes conceptua-lizaciones son más vivénciales puesto que expresansus carencias y anhelos, pero, no vislumbran formasde vida que les permitan superar esa situación o verlacomo algo transitorio, imagen que les evita el ejerciciode la ciudadanía y que puedan pensarse como sujetos

a

b

c

d

Dispositivo denegación]

autónomos y dignos, con responsabilidades frente asu problemática y a su futuro, es decir, se han quedadoen el nivel de la representatividad en el tiempo de ladestrucción y de la negación, por tanto viviendo elespacio del silencio, del anonimato, de la invisibi-lización.

«Es una cosa muy dura, que uno deja su tierra, yocreo que es el desplazamiento más duro que uno dejesu tierra donde uno vive, como pobre pero uno vivemás cómodo y llega aun país donde a uno no lo conocenadie, donde tenga que sufrir mucho, donde los doloresno aflojan, eso es lo más duro.»

«Muy horrible, lo sacan a la fuerza de donde estatan bien, y viene acá a pasar trabajos, porque acá llegasin trabajo, sin ayuda, sin donde vivir y uno con sushijos, uno viniera solo uno se mete debajo de cualquierparte, uno le da pesar es de los niños.»

«Haber perdido más que la plata la conexión con lagente, digamos el tejido social, para mí lo más duro hasido eso porque aunque yo era de aquí yo ya me sentíade allá.»

«Es un factor que te arranca lo principal de tú vidaporque uno tiene que salir dejando atrás sin mirar loque más ha anhelado, por lo menos si tiene su casa, sufinquita, su entorno familiar, su comunidad, le arrancana uno algo que es de uno y donde uno ha creado conun anhelo, donde lo conocen y se ha hecho conocermucho tiempo es como arrancarlo a uno de ese sitio yubicarlo para otro lado, es quitarle lo principal es ellugar donde uno quiere estar»

«Cosa muy dura para uno, porque uno tener quesalir de la tierra donde uno siempre ha vivido no digamosque muy bueno pero uno se siente muy estrecho ycohibido de las cosas»

«El desplazamiento es desarraigar de su identidad,de su núcleo, a una o varias personas por causasinjustificadas.»

«Dejar lo que uno tenía lo principal, la finca queuno tenía, bueno todo.»16

18

17 Las instituciones que deben atender a la población desplazada son: Minagricultura, Sistema de seguridad social en salud, Red desolidaridad social , Defensoría del pueblo, Oficinas de la mujer a nivel nacional, regional o local, Ministerio de Educación y sussecretarías , ICBF, Inurbe, Comisión de Televisión, IFI, entidades privadas , ONGs. Igualmente se desconocen los derechos que tienenlos desplazados por parte de los funcionarios de estas entidades y no aplican las normas, leyes y decretos que se han expedido pararemediar y/o paliar la situación del desplazamiento. Se han creado además el Sistema Nacional de Atención Integral a la PoblaciónDesplazada - SNAIPD, el Consejo Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada por la violencia-CNAIPDV, el FondoNacional de Atención Integral a la población desplazada por la violencia- FNAIPDV.

18 Sabaté, Martinez, Ana, et al. Mujeres, Espacio y Sociedad. Hacia una geografía de género. Madrid. Editorial Síntesis., 1995.

El espacio de la institucionalidadEn el tiempo de la instalación de los lugares y su

representatividad que he descrito, donde queda lainstitucionalidad?

La respuesta del Estado al desplazamiento, y enparticular a las víctimas del conflicto armado, lejos dehacer real el propósito contemplado en las leyes yprotocolos de elevar o mejorar las condiciones de vidade la población desplazada, lo que se evidencia es lanegación de los derechos de los afectados, porque losbienes y servicios que ofrecen la institucionalidad tien-den a ser remediales y compensatorios y no a garantizarel verdadero proceso de restitución y reparación. Lasacciones prestadas lo que ha implicado es mayorpauperización y empobrecimiento a la población. Laayuda prestada de carácter asistencialista y paternalista,puntual y temporal no logra que tanto desplazadoscomo desplazadas superen el nivel de vulnerabilidad einestabilidad. Esto obedece a que, a pesar de toda lalegislación existente para la población desplazada y lainstitucionalidad presente para tal objetivo, consideraa los afectados como población pobre y no comovíctimas del conflicto con derechos a la protección yreparación, lo cual ilustra el incumplimiento del Estadocolombiano de las normas y los acuerdos internacio-nales pactados para tal fin.17

Los entrevistados y las mujeres desplazadas nosinforman:

«En la RSS cuando la gente va a declarar no ledicen sus derechos, cuando la gente después de unaño se da cuenta y va a reclamarlos le dicen que yapaso un año y que no pueden ayudarle.»

«Los habitantes manifiestan que la Red de Soli-daridad Social, no realiza una evaluación objetiva delas valoraciones, que les niega la calidad de desplazados,argumentando que no se atienen a la realidad, porqueno coinciden los nombres, toda vez que ellos utilizanapodos en común, se cometen injusticias, porque«hambre en cuerpo ajeno, no duele.»

«No nos aceptaron porque no veníamos de una zonade masacre»

«Uno es desplazado es si uno llega con el muertoencima o bien macheteado, es de la única manera queuno es desplazado»

Ustedes ya no son desplazados ya han aprendido avivir, mire lo que están haciendo, para quién lo estánhaciendo; si quieren que la asociación se fortalezcatienen que cambiar la gente nueva de 6 meses para queel gobierno las tenga en cuenta» (testimonio de unservidor público en conversación con una desplazadade más de cuatro años que pertenece a una asociaciónde desplazados y desplazadas).

En Cali existen alrededor de 20 organizaciones:FUNDESCOP (primera organización en conformarseen la ciudad); Marcando huellas de paz; Asociacióncaminantes de ladera; ASODEPRE; ASODESPLAZA-DOS; Asociación por un mejor vivir; A 20-Pacífico;Fundación convivencia unidad; Mirando al futuro;Semillas del futuro; Paz; Derecho a la vida digna;Desplazados unidos del Pacifico; Fundación dedesplazados del mirador; Pan, paz y vida; Pampas delmirador; DISCADESPAC; E.A.T. Nueva Colombia;E.A.T. Mujeres buscando rumbo; E.A.T. Trabajo yfuturo; Fruto paz. Sin embargo, como se observa en elgráfico 4, 16 de los desplazados y desplazadas conocenorganizaciones, pero no siempre participan de ellas; sonmás las mujeres que participan de estas organizacionesen comparación con los hombres, pero son ellos losque llevan la vocería en la mayoría que ellas.

Las organizaciones creadas por la población des-plazada siguen teniendo una estructura de poderpatriarcal donde las mujeres cumplen sus funcionestradicionales o son obligadas a crear sus propias organi-zaciones para acceder a la ayuda del Estado. Pero porel contrario las organizaciones lideradas por mujeressuelen «ser poco jerarquizadas internamente y aceptanideas nuevas con facilidad» 18

Las ayudas institucionales se dieron en mayor

19

19 El trabajo investigativo evidencia que la Defensoría del Pueblo no tiene capacidad para hacer actuar al Ministerio de Defensa enla protección antes, durante y después del conflicto a la población y evitar el desplazamiento. Por el contrario el Mindefensa arguye quesiempre hará lo contrario a lo que plantea Defensoría porque la considera infiltrada por los grupos guerrilleros. Informe dado en laGobernación del Valle, 2004.

20 Bello Martha Nubia. «La política para el restablecimiento de la población desplazada». EN: Desplazamiento forzado: dinámicasde guerra, exclusión y desarraigo. Op. Cit. pp. 316.

porcentaje en el año 2001, pero de ahí hasta la fechase han minimizado los aportes, a tenor de que el fenó-meno del desplazamiento ha ido aumentando. (Vergráfico 5.)

GRÁFICO 4.CONOCIMIENTO DE INSTITUCIONES

GRAFICO 5. AYUDA INSTITUCIONAL

FUENTE: Ramirez, J. Op.Cit.

Gráfico 3. Conocimiento de organizaciones.

sexo

masculinofemenino

Rec

uent

o

10

8

6

4

2

0

Si

No

No sabe1

5

6

7

9

Gráfico 4. Ayuda institucional.

Año de expulsión

200320022001200019991998

Rec

uent

o

10

8

6

4

2

0

Ayuda institucional

Si

No

Sin embargo, la población desplazada conocedorade tales ayudas expresan su inconformidad:

«Y las instituciones no hacen sino baloniar a la gentede un lado para otro. Lo digo por que lo sufrí en carnepropia.»

Acceder a cualquier apoyo de las institucionesrequiere por parte de los desplazados, paciencia, tiempoy dinero para cumplir con las citas que les dan pararecibir las ayudas. Esta situación hace sentir a laspersonas desplazadas como «limosneros» para lograrun bocado de comida o una atención digna para serorientados a donde ubicarse y en dónde trabajar.

Las principales ayudas institucionales se dieron encapacitaciones y en la constitución de proyectosproductivos, tales como de avicultura, panadería,costura, carpintería. Sin embargo, la acción de losorganismos del Estado es tardía o inexistente y ellodemuestra que en la propia estructura estatal no haycapacidad de control, ni de coordinación en tantoexisten diversas interpretaciones sobre el conflicto yla manera de enfrentarlo.19 «Sin protección de prediosy sin protección de la vida y la seguridad, las causasdel desplazamiento siguen intactas, lo cual planteauna postura contradictoria e incoherente de unarespuesta gubernamental que intenta paliar elfenómeno que él mismo genera o no controla.»20

En Colombia el restablecimiento ha contado condos opciones, la reubicación y el retorno y ambasnecesitan del apoyo institucional para la reconstrucciónde los sistemas sociales y económicos fracturadosdurante el hecho traumático. Esta investigación alsistematizar los trabajos de tesis buscaba enfatizar laopción de la reubicación en Cali para medir si habíafacilidades de acceso a oportunidades de bienestar,cómo se adaptaban a la nueva situación, cómo serecomponían en sus identidades, teniendo en cuentaque la ciudad de Cali ha sido una ciudad constituidapor migrantes desde el mismo momento de la Conquistay se la valora hoy parodiando a Garcia Canclini comouna Ciudad Híbrida.

20

21 Arturo, Julián. Compilador. Introducción. Pobladores Urbanos I-. Santa fe de Bogotá. 1994.22 Entendiendo territorio como el significado simbólico dado a los espacios físicos.23González, Jesús D. Martínez, Luis Adolfo. Ospina, Angélica. Diagnóstico situacional de la atención al desplazamiento forzado

en el Valle del Cauca. Municipios de Yotoco, Buga y San Pedro. 2002.24Little, J, Peake, L. y Richardson, P. (Eds). Women in cities: Geography and Gender in the Urban Environment. Basingstoke,

London: MacMillan Education. 1988

3) El tiempo de recomenzar. Ya hemos mencionadoque la población desplazada ubicada en la ciudad deCali, unos salieron de manera masiva de las regionesde expulsión, se ubicaron temporalmente en losespacios-depósito y fueron orientados luego en sureubicación al asentamiento Daniel Guillard en el barrioLos Lagos. Otros, salieron solos o en compañía desus familiares, su inserción a barrios fue as través deamigos o familiares y luego invadieron lotes o alquilaronviviendas, según sus condiciones económicas.

La necesidad de establecerse y de empezar a lucharpor un lugar en la ciudad, genera una situación complejaporque en un mismo barrio se forman conglomeradossocioculturales locales y regionales, luchan por elreconocimiento como actor o actora sujeto de atencióny al llegar a la ciudad, extienden el conflicto rural delque están huyendo con lo urbano.

4. RETERRITORIALIZACIÓN Y NUEVAS TRIBUSURBANAS

En Colombia el proceso urbanístico ha sido peculiary sus causas son múltiples; van desde las migracionespor la violencia rural, la marginalidad y pobreza en loscampos, hasta el crecimiento industrial y comercial desus principales ciudades.

«Los pobladores urbanos de Colombia, mu-chos de los cuales tienen un pasado rural, buscany a su vez crean las condiciones de su identidad,identificándose con micromundos y una parte dela ciudad».21

En el departamento del Valle del Cauca el pobla-miento de sus ciudades ha sido multicausal y suponeque trabajadores agrícolas migrantes son la base de suconstitución. Estos migrantes han elaborado unaconcepción de ciudad y urbanismo, pero son sus hijosnacidos aquí, los que están elaborando modos de ser yhacer ciudad.

Con estas reflexiones quiero mostrar que en lasciudades también existe una reelaboración de terri-torio22, que su historia de poblamiento evidentemente

transforma el pensamiento de las personas que con-forman el nuevo lugar y que la estructura barrial va deacuerdo al tipo de población y sus característicassocioculturales que lo conforman, Por eso hay quetener en cuenta que:

«En sociedades homogéneas el problema dela transmisión cultural se encuentra relativamen-te solucionado, dado que poseen los lineamientosdefinidos y las personas encargadas de esta labor.En las formaciones urbanas, en cambio, se pre-sentan gran cantidad de eventos que conducen auna transmisión compleja debido a la especializa-ción y a una multiplicidad de roles por desempe-ñar en el transcurrir de la vida diaria.»23

Aunque resulta más compleja la cohesión y laconstrucción de identidad cultural en las ciudades selogra a partir de la constante apropiación de estosespacios en comunidad, creando territorio y valoressocioculturales que cohesionan al grupo y lo distinguede otros, pero los barrios no solo se construyen haciadentro, sino que es la ciudad quien los resignifica,ubicándolos, estratificándolos e identificándolos. Enese sentido vemos que aunque el barrio construya suidentidad desde adentro, también la ciudad hace susparte, teniendo en cuenta que «a medida que cambianlas relaciones de género también lo hace la forma enque los hombres y mujeres crean, reproducen y cambianentornos en los que viven».24

La organización espacial de Cali ha obedecido auna lógica de inclusión –exclusión de su sociedad y elDistrito de Aguablanca surge como la posibilidad paralos más pobres de obtener un espacio en la ciudad yque por falta de estrategias de integración hoy siguesiendo un lugar de llegada de mas segregados de otrosterritorios en disputa.

El Distrito de Aguablanca expresa hoy un cambiodel territorio que se evidencia en el siguiente fragmento,«asistimos a una reforma territorial de facto, querompe, amplia y estrecha simultáneamente los limitesCali, evidenciándose, a propósito del desplazamientoforzado, la emergencia de nuevos mapas de territo-rialidad, que articulan dramáticamente la guerra, la

21

25 Guevara, Rubén Darío. «Mujeres desplazadas por el conflicto armado». EN: Revista Barrio Taller # 10. Serie Ciudad y Hábitat.Bogotá. (Marzo de 2003).

economía, los sentidos culturales y las formas de aso-ciación y de reciprocidad comunitaria desde lo local»25

En efecto la llegada de la población desplazada alos barrios del Distrito ha significado un proceso deadaptación de la des-espacialización a la re-espacia-lización en la que hombres y mujeres buscan mejorescondiciones de vida y al mismo tiempo buscan mime-tizar su identidad mientras superan esa primera etapade temor. Pero al mismo tiempo éstos y éstas despla-zadas son nuevos sujetos que llegan a la ciudad y ponenen evidencia la diferencia y la heterogeneidad; sonportadores de habilidades y destrezas y tienen lacapacidad de aprender lo que les brinda la ciudad ycon ellos se producirá más urbanización, economíasinformales, culturas populares y organizaciones comu-nitarias de diferentes tipos. La ciudad es mirada comorefugio a pesar de conocer que es difícil vivir en ellasin dinero, ni trabajo, pero la solidaridad de los familiaresy amigos en primera instancia al recibirlos temporal-mente, los impulsa a tejer de nuevo la vida.

Lo primero que se siente en el reasentamiento dehecho es la extrañeza de estar en un sitio diferente dellugar de origen o de donde provenía. Además el lenguajecambia sustancialmente y con él los símbolos que losacompañan El vestido, la comida, los modismos deno-tan que son migrantes y que ellos se niegan a que losreconozcan como desplazados, por la estigmatizaciónque ello conlleva. Estas expresiones así lo indican deentrevistados y entrevistadas expulsadas de Antioquia,Caldas, Cauca y Putumayo en su orden:

«Acá tiene que estar más presentable, corregir elvocabulario, el hablado, uno por allá la costumbre dehablar... tratando los animales.»

«Siempre enseñado a la gente de uno, y venirse auna parte donde uno no lo conoce, uno se siente mediouno, no es el mismo en la forma de tratar, yo aquí nihablo, vivo atemorizado. Me siento extraño, con miedoa todo y lo duro que esta la situación en la ciudad.»

«Me preocupa los niños, ellos si se van enrolandoen eso, ah que por ahí vi un amigo con unas zapatillas,que el pantalón ancho y que andar con los pantalonesen rastras, eso si que me..... ya están adquiriendo laforma de vestir, a veces con un habladito todo llorao»

«La forma de ser la gente de aquí habla de otramanera en cambio uno de allá del monte.»

Pero la urbe también les ofrece nuevos peligros alas cuáles tienen que adaptarse y establecer nuevasestrategias de defensa. Una entrevista a una mujersobreviviente de una masacre en el Cauca decia:

«Allá uno salía sin tanto temor de ser robado, dealguna bala perdida. Acá hay más riesgo. Acá para estartranquilo debe tener la puerta cerrada. Allá eran losgrupos armados y sólo se enfrentaban era uno o dosdías acá es continuamente.»

Desde una perspectiva de género y edad el desplaza-miento ha significado un cambio de roles entre loshombres y las mujeres con relación al manejo espacialde la ciudad y el acceso al trabajo. El desempleo afectamás a los hombres que a las mujeres, ellos pierden suestatus de proveedores y sienten pérdida de dignidadante las actividades irregulares e informales del rebus-que. Esto los impactan emocionalmente y se distanciano se refugian en el alcohol. Las mujeres desplazadasen cambio asumen la responsbilidad de la supervi-vencia. Sea que estén acompañadas de sus esposos ose encuentren viudas, o chicas jóvenes solteras consus padres y hermanos, asumen la jefatura del hogary se apoyan en su larga experiencia del trabajo domés-tico como recurso vendible ahora, o asumen más flexi-blemente labores de rebusque. No hay espacio para eldolor o entregarse a las emociones de lo perdido, loque importa es la supervivencia de ella y sus hijos y detoda la familia que la acompaña. Sin embargo esapresión familiar por el sostenimiento vital y acumuladoel recuerdo del tiempo de la destrucción hacen queellas se sientan molestas y lo expresen de algunamanera. Una entrevistada contaba:

«yo me volví menos tolerante con las cosas de lacasa. Uno tiene toda la presión de la economía, enton-ces por cualquier pendejadita uno estalla con cosasque no son importantes, uno cambia mucho por que lavida se hace más difícil»

Otras mujeres en cambio se dedican al trabajoorganizativo para obtener ayuda del gobierno y em-prender proyectos productivos, por lo cual la atenciónde la casa y la familia se delegan a las hijas,

22

26 Entrevista a una mujer desplazada del Caquetá.

Ximena tiene la obligación de la casa, el hecho deque yo tenga citas en la calle le deja la obligación aella.»

«No mantengo con los hijos, ellos me atacan porquedicen que para mí es más importante defender a losdemás que estar aquí al pie de ellos.»

Las mujeres desplazadas tejen con más habilidadun nuevo entorno social de reciprocidad y solidaridaden el ámbito de relaciones cercanas, en tanto los hom-bres se sienten más prevenidos y sus relaciones depareja se afectan e igualmente su actitud. Veamos estasexpresiones de una mujer desplazada de Caldas y unhombre desplazado del Putumayo:

«Mi esposo ha cambiado mucho, antes el hombrecharlaba conmigo, jugaba con la familia y ahora no lequeda tiempo de nada, porque sale a las 5:30a.m yllega a las 10 – 11:00p.m, llega rendido y ya la familiaesta durmiendo. El hombre no habla ni pio, se la pasaes pensativo por trabajo y si no conseguía que se volvíapa’ la finca. El hombre no habla con uno, el hombre elgenio lo cambio berracamente y la forma también, seha vuelto bujón, alegón.»

«No perdí sólo mi tierra sino hasta la mujer también.Es el sistema de la mujer que me hace falta, yo charlocon ella y me da tristeza de los recuerdos, yo le preguntoqué pasó, si es porque ya no tenemos los mismosrecursos como vivíamos. Pienso cosas malas contrayo mismo.»

Para algunas mujeres el desplazamiento da mayorlibertad y control de sus vidas, en cambio para otrasimplica una perdida de poderes ganados o adquiridosen su familia o sociedad como es el caso de las mujeresque en su lugar de origen eran madres comunitarias yen Cali no han podido ejercer esta labor porque lesexigen ser bachilleres; esto esta determinado por sucultura o región de procedencia. Rubén Darío Guevaraplantea que «las mujeres que participan en proyectosproductivos ganaron autonomía en la defensa de susderechos y contaron con mayor capacidad de gestión einterrelación con otras organizaciones participando enredes de mujeres. Las mujeres campesinas sobre todoganan más autonomía y sociabilidad en sus proyectosde vida después del desplazamiento, dado que en estegrupo especialmente la mujer esta encargada exclusi-

vamente de la casa y aunque trabaje en labores propiasdel campo esto no es tenido en cuenta como parte delingreso monetario a la familia. Para otras, por ejem-plo, el desplazamiento a la ciudad ha generado lapérdida de liderazgos que se ejercían en el lugar deorigen y que aquí ya no lo hacen por temor a serseñalados que por su actividad fueron blanco deldesplazamiento y quieren evitar ser desplazadosnuevamente»26

Las entrevistas siguientes dan cuenta de esta situa-ción descrita:

«Acá estoy más hecha mamá, ahora la que trabajaes Julia. Yo salía a miniar y ella se quedaba con losniños».

«Yo sentía una carga porque yo llegaba cansada yél también, entonces yo decía, que si ambos tenemosel mismo cansancio debemos colaborarnos y él decíaque llegaba más cansado que yo y yo le decía a pesarde que su trabajo es material el mío es más estresante,usted tiene compañeros yo soy sola en una mesa; peroesto ya lo hablamos».

El hombre se enfrenta al desempleo y la inemplea-bilidad dado su escasa formación en labores querequiere la ciudad y su baja escolaridad, solo puedeemplearse en la construcción, vigilancia o el reciclajeen los mejores casos, cuando no se ve obligado ollevado a organizarse en bandas delincuenciales, traficode estupefacientes, sicariato, robo . La perdida de poderle implica un cambio de rol, se pasa de mantenedor,autoridad, a mantenido, trasgrediendo los espacios quela cultura le ha asignado, sufriendo éste de cuadrosserios de depresión, y al asumir su nueva posicióncuidando a los niños y haciendo oficios en la casa, seafecta grandemente su autoestima y su capacidad deafrontar la vida, se muestra demasiado irascible eintolerante y aumenta la violencia dentro del hogar,complicando aun más el cuadro de recuperación yadaptación de la familia al nuevo contexto urbano.

Los siguientes testimonios de hombres desplazadosnos muestran tal situación:

Sufro más, soy irresponsable con mis hijos porquetodos los días no les puedo dar, porque no tengo quedarles. Cuando me encuentro sin trabajo sufro muchoporque no tengo en que ocupar la mente.»

23

«El estado anímico no es el mejor, hago lo delpayaso, río por no llorar, me deprimo»

«Me preocupaba por llevar las cosas a la casa peronunca me preocupaba por ver que había que hacer enla casa o sea hacía los hijos pero ya en la ciudad metoco enfrentar la situación, ya era la mujer la que traíalas cosas a la casa y a mí me toco quedarme en lacasa y ahí si vi lo berraco de estar en el punto y hayque reconocerlo. Ahí me di cuenta yo la capacidadque ha tenido la mujer para aguantar en ese sentido,que el estudio de los hijos, que hiciera las tareas, deque hay que irlos a dejar, hay que irlos a traer, ahí unose da cuenta que la mujer es muy verrionda para esoporque uno salió a su trabajo si le toco construcciónhizo su trabajo, salió, llego a su casa a descansar, peroestar en la casa es lo más jarto que puede haber porque

Expectativas Permanecer en Cali

R

Sexo Femenino 8 Masculino 3

Total 11

TABLA 1. PERCEPCIÓN DE REUBICARSE

hay que estar pendiente de todo, no hay descanso,para nada.»

A pesar de que diferencialmente la adaptación entérminos laborales le va mejor a la mujer, nuestrasentrevistadas prefieren retornar, en cambio los varonesno. Las prácticas culturales que se siguen enseñandoen los nuevos espacios del reasentamiento por partede las mujeres, no tiene ya sentido y ellas se duelende ello y argumentan regresar para cumplir lo que lacultura les exige. Los hijos, sean estos niños- niñas- ojóvenes son los que mejor se adaptan en la ciudad.

El muestreo escogido para este trabajo de sistemati-zación corresponde a 28 personas desplazadas yresidentes en las comunas 13 y 14.

La siguiente tabla muestra datos de percepción ydeseo de retornar entre los hombres y las mujeres:

eubicarse Retornar No ha definido

Total

3 5 16 2 6 1 12 5 11 1 28

Y PERMANECER EN CALI O RETORNAR

Lo que se observa sin embargo en los datos, -permanecer en Cali y reubicarse – es más alto (10)permanecer en Cali que retornar (5) en las mujeres yen los hombres , 4 desean permanecer en Cali en tantoretornar solo 6. Esto se explica en el sentido de que enla experiencia cotidiana de ellas, una perspectiva deretorno que no garantice seguridad personal y accesoa la propiedad y en cambio las remita al permanentemiedo y el azar, hacen que le apuesten a construir susvidas al lugar que han llegado.

En el gráfico 6 se puede apreciar cómo en un 61%los y las jóvenes son los que se adaptan mejor en laciudad y son los que se constituyen en los nuevosactores de hacer ciudad y por tanto jalonan en suspadres la conformación de las -nuevas tribus urbanas-

Gráfico 7. Mejor adaptación.

Mejor adaptación

TodosNingunoEsposo (padre)HIjos

Por

cent

aje

70

60

50

40

30

20

10

07

11

21

61

GRAFICO 6.MEJOR ADAPTACIÓN A LA CIUDAD

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27 Del Valle, Teresa. Andamios para una nueva ciudad. Lecturas desde la antropología. Madrid, España: Ediciones Cátedra, 1997.28Entrevista a madres con tipología de familia monoparental femenina desplazadas de Caldas.

Las mujeres desplazadas de esta investigación handesarrollado un ejercicio de manejar dos espacios - eldoméstico y el exterior - y ambos se relacionan concualidades y actividades concretas, sin embargo lacentralidad de la casa es lo determinante, entendiendoque tal centralidad abarca lo económico, lo social y loritual .

Las actividades en el exterior es su trabajo comu-nitario y la búsqueda de apoyo institucional paraestablecer proyectos productivos y de seguridad ali-mentaria:

«En el momento que se me acabo la ayuda de VisiónMundial y no supe que hacer para darle comida a mishijos, como no me gusta pedir ni andar de la gorra denadie inmediatamente pensé en la solución de la ollacomunitaria y la asociación me ayudo, me dieron elarranque para empezar el primer día.» 27

La construcción de espacios como «las ollas comu-nitarias» o comedores populares desde sus saberescotidianos y como extensión de su papel asignado porla cultura, convirtiéndose en una salida económica paramuchas madres cabeza de familia que con la ayuda deasociaciones como «Asociación marcando huellas depaz» AMAHUPAZ arrancan el proyecto y se conviertenno sólo en beneficiarias sino en proveedoras y lideresde otras familias de bajos recursos. Estas ollas comu-nitarias funcionan en las casas donde ellas habitan ylos almuerzos oscilan entre 500 y 1.500 pesos deacuerdo a lo que la persona escoja como su menú.

«Haber creado la olla donde mi cuñada me facilitohablar con los muchachos. He ganado muchos espacioscon eso y con los vecinos frente a su problemáticacon sus parejas porque me capacité como educadorafamiliar.» informa una mujer proveniente de Nariño.

Las nuevas tribus urbanas- la población desplazada– al reconstruir sus identidades, el tejido social, lasmujeres son las protagonistas importantes de la nuevaciudad que se empieza a constituir con su llegada. Esel momento donde no por opción sino por la situación,la mujer debe empoderarse y asumir roles que en sueducación tradicional solo eran para los hombres, debesalir a un espacio geográfico más amplio y públicoque no era posible imaginar con las obligaciones quetenía en su casa o en su finca.

Ahora el tiempo es importante, las distancias tambiény son ellas quienes empiezan a jugar con eso. Son ellaslas que se organizan y asisten a organizaciones que lasayudan y orientan a la par que trabajan, conocen susderechos y se agrupan para hacerlos valer porque sabenque solas no «les paran bolas» como lo expresa unadesplazada en una reunión en Solivida al comentar quepara que sus niños entraran a estudiar tuvieron quehacer un derecho de petición entre varias, para que laSecretaria de Educación les asignara los cupos parasus hijos, pues siempre les decían en los colegiosoficiales que no habían cupos.

En la ciudad, las mujeres desplazadas valoran elentorno que las acoge a ellas y a sus hijos, por tanto larelación del tiempo y espacio ha sido muy importanteen las actividades realizadas alrededor del lugar dondehabitan. Estos nuevos espacios posibilitan lo que llamaTeresa del Valle «espacios puente» como los que«ofrecen unas características diferenciadas de losespacios interiores, exteriores y públicos. Tienen ciertoanclaje en los interiores y en los públicos, pero suobjetivo principal está en ser apoyaduras del cambio»28

debilitando así los patrones establecidos. Un ejemplode esto son las ollas comunitarias ya mencionada.

Aunque el espacio político y la interlocución con elEstado ha sido del dominio masculino manejando rela-ciones clientelistas y formas organizadas y contestariastanto en los espacios rurales como urbanos, en Cali,las mujeres desplazadas han desarrollado redes socialesformales e informales y de carácter integrativo propen-diendo por el disfrute de los derechos de segundageneración .

Igualmente en territorios rurales y urbanos, la socie-dad considera que los conocimientos necesarios parasaber organizar el trabajo doméstico, la economíafamiliar, la educación de los hijos y el cuidado generalde los miembros que integran la familia, pertenecen alorden natural. Pero es evidente, que las mujeres despla-zadas ubicadas en el Distrito, a medida que adquiereresponsabilidades laborales reducen el tiempo en lastareas domésticas y prima la funcionalidad. Pero en elimaginario de los hombres, el espacio de la reproduc-ción y lo doméstico sigue siendo atribuido a la mujery el espacio público y el de la producción es atribuido

25

29Bermúdez, Jhon Alexander. «Implicaciones psico-sociales del conflicto armado en los jóvenes». EN: Desplazamiento forzado,dinámicas de guerra, exclusión y desarraigo. Op. cit.

30Del Valle, Teresa. Andamios para una nueva ciudad. Op. Cit.31Entrevista a una mujer desplazada del Chocó.

al hombre. En este orden de ideas, las mujeres alordenar el territorio en una relación armónica entre laorganización de la vida social, la centralidad de las tareasde la reproducción y la organización doméstica, la con-figuración del asentamiento está en relación con lamanera como se ubican las viviendas.

En los lugares de origen, las nuevas tribus urbanaseran propietarios de sus viviendas y de predios o fincasdonde discurría las tareas productivas y reproductivasseñaladas. Al llegar a Cali, la situación cambia total-mente, el espacio público y privado va ser dominadopor ambos géneros y en la presente investigación, lasmujeres que son porcentualmente mayoritarias, seestarán moviendo en ese continuum, no serán propie-tarios de las viviendas que ocupan y ese será uno delos objetivos de lucha para hacerse a ella. El 39% delas nuevas tribus poblacionales residen en viviendasde alquiler, 29% de posada, 21% han invadido ylevantado ranchos y solo un 11% son propietarios.

En cuanto a los jóvenes, el cambio de la dinámicafamiliar y de su propio rol resulta una situación difícilde sobrellevar, y ésta es distinta para el hombre y parala mujer. En el caso de los hombres jóvenes, el cambiode rol de un joven proveedor, productivo y apoyo a lafamilia, pasa a ser el de un joven que lucha por seraceptado socialmente y aprender a manejar el espaciode la ciudad – la calle- pero al interior del hogar deja deser productivo, ya que la ciudad no le ofrece trabajoadecuado. Esto hace que experimente situacionesemocionales similares al del padre, y si llegó con sumadre a la ciudad únicamente con sus hermanos, puesal padre lo mataron en el tiempo de la destrucción,sentirá impotencia, descalificación, poca autoestima yaislamiento.

Las niñas jóvenes que en sus sitios de origen cons-tituían soporte para su madre, también en Cali, cambiande rol. En ocasiones salen a trabajar en oficios domés-ticos y se convierten en proveedoras, por tanto, mayorautonomía en sus vidas y manejo de la espacialidad conmayor apertura, lo que les significa riña con sus padresy hermanos. Las que no salen a trabajar lo hacen en elhogar supliendo las funciones de la madre y adquiriendotodas las responsbilidades de la dinámica familiar.

A las muchachas y a los jóvenes, la nueva geografíasólo les ofrece la calle para hacer encuentros, laborar,recrearse y conocer pedazos de la vida. Las fiestas,las copas de licor, las peleas entre hermanos y lasbandas delincuenciales son los nuevos dolores decabeza de los padres y de las mujeres madres.

«Claudia era dócil , se ha vuelto rebelde, era unaniña oficiosa, le nacía hacerlo, ahora hay que imponerleque lo haga».

«Las niñas están perdiendo el cariño, ya no es elmismo halago, papito por aquí ya no, todo va cambian-do.»29

Pero también los niños y las niñas en edad escolaral llegar a la escuela marcado como desplazado, seven expuestos a situaciones anómalas por parte de susprofesores y compañeros de estudio, que los y lasestigmatizan y los y las significan como niños o niñasviolentas. Ser rotulado como desplazado o desplazadapone al joven o a la muchacha, a los niños y a las niñasen situación de desventaja, de inferioridad o de dificul-tad y los califican como «problema»30

5. MOVILIDAD Y APROPIACIÓN DEL ESPACIO

La modificación del espacio y el tiempo implicanpara cada sexo nuevas adaptaciones de actividades quecotidianamente tenían otro ritmo. La mujer al trabajarfuera de casa va a estar relacionada con el lugar dondetrabaja , su horario y la movilidad que le supone ir yvenir del trabajo. La mayoría de las veces la movilidadespacial de las mujeres es cuantitativamente mayor quela de los hombres trabajadores, por cuanto ella tieneque compaginar las actividades laborales fuera de casacon aquellas provenientes de sus reponsabilidades alfrente del hogar. Así de la salida del trabajo camino alhogar, su paso por la calle, las miradas en las tiendas,los recorridos que hace, llevan en la mayoría de loscasos la referencia a las necesidades de la casa.

En caso de no trabajar fuera de casa, sus movimien-tos en el espacio público están a su vez condicionadospor los horarios de las personas de casa: escuelas paralos hijos e hijas, el horario del marido o del jóven,necesidades de otros parientes residentes con ella.31

26

Sexo

masculinofemenino

Re

0 No sale sóla o sólo

32Entrevista a una mujer desplazada del nor-oriente del Valle del Cauca.33González, Jesús D., Luis Adolfo Martínez, Angélica Ospina. Diagnóstico situacional de la atención al desplazamiento forzado en

el Valle del Cauca. Municipios de Yotoco, Buga y San Pedro, 2002.

«Yo distribuía mi tiempo y sabía que hora le dedi-caba a mis hijos, pero ahora acá no. De 8:00a.m a 3:00p.m le dedicaba tiempo a mis hijos menores y despuésde las 3:00p.m tenía a mis 4 hijos y ahora no. Yo llegoa las 7-8p.m y es muy diferente para mi dedicarlestiempo a ellos, ya tengo que buscarles otro tiempo.»32

«En el campo uno variaba el trabajo, estaba en lacocina y en el trabajo, ahora también, pero las con-diciones son diferentes».33

La movilidad espacial intrabarrial o interbarrial seasocia a la percepción de la ciudad, tal como la expresanlos relatos de las mujeres en donde sobresalen ciertoselementos. Se destaca la tendencia a establecer centrosy periferias que tienen su significado en función delsitio donde se encuentra su residencia con relación aotros sitios.

Igualmente experimentan sensaciones de seguridade inseguridad. relacionados con el día y la noche. Paralas mujeres Cali es atrayente en el día, se mueven consoltura en su ir y venir cotidiano y en la que se sientenseguras. La inseguridad representa la noche y aquelloslugares solitarios. Sus comentarios recurrentes es sentirmiedo en la noche desde cualquier punto. Tal insegu-ridad no se corresponde en muchos casos con peligrosobjetivos, pero subjetivamente las mujeres percibenestar expuestas a un mayor número de riesgos durantela noche. Las entrevistas revelaron que un 53% de lasmujeres no salían solas de casa durante la noche, frentea un 10% de los varones que se encontraban en situa-ciones parecidas.

El reconocimiento femenino del espacio está dadopor la cercanía y por la lógica de la utilización intensivaque hacen del lugar donde residen en los barrios. Lasmujeres de mueven inicialmente dentro de su barrio alque han llegado y sus trayectorias de desplazamientoes de reconocimimiento del espacio y de los puntos dereferencia para su orientación. Cuando las mujerespertenecen al grupo de recepción de llegada a losespacios depósito y luego se reubican sienten másmiedo a la movilidad y se demoran hasta un año parasalir del barrio. Cuando han llegado a donde parientesy amigos, se hacen acompañar en sus recorridos y semovilizan interbarrialmente de manera más acelerada.Esto no ocurre con los hombres desplazados quiénes

perciben los límites administrativos de la ciudad, lasvías de comunicación, las rutas de los buses y la exten-sión de toda la ciudad.

«Como no conocía repasaba una cuadra como 3 ó4 veces y se me quedaban las frutas, yo me pegaba lasenvolatadas del siglo pero mi expectativa era que laantena esa se veía de lejos y entonces yo veía el copode la antena y preguntaba por donde queda el barrioMojica, no me gustaba pasar la avenida.»

Las causas de esta situación se encuentran en lospatrones culturales, en la educación recibida y en lavivencia personal.

El autoaprendizaje del espacio desde la infancia esun elemento fundamental a la hora de reconocer elespacio que nos rodea. Está comprobado que a lasniñas se les da mayor protección que a los niños, quese las vigila más y se las tutela constantemente, frentea los niños a los que se les da más libertad para exploraren lo desconocido a edad más temprana. Casi todoslos juegos de los niños y el deporte están orientados aldominio del espacio como el football, mientras en lasniñas, los juegos se realizan en el espacio doméstico yen el deporte no se invade el bando contrario.

En el mapa 4 observamos la movilidad espacialresidencial dentro del radio de acción de las comunas13, 14 y 15.

Igualmente el gráfico 7 nos muestra la movilidadespacial realizada por mujeres y hombres teniendocomo base referentes espaciales, hitos y aprendizajesde direcciones para sus trayectorias de nuestros entre-vistados y entrevistadas en el trabajo de campo realizadoen el Distrito de Aguablanca

Gráfico 14. Formas de ubicación.

cuen

to

7

6

5

4

3

2

1

Ubicación

Preguntando

Conoce direcciones

Puntos de referencia1

4

2

3

5

3

4

6

27

34 Castillejo, A. Poética de lo otro. Op. Cit.

Mapa 4. Movilidad espacial residencial

Con el tiempo las nuevas tribus urbanas- los y lasdesplazadas van configurando sus mapas mentalesdonde organizan sus jerarquías, centralidades, hitosetc… Para nuestro caso el barrio Marroquín II se haconvertido en una de las centralidades más importantese inmediatas para ellos y ellas; en este barrio entre lacalle 73 y la calle 80, se concentran actividades comer-ciales (calle del comercio) que remplazan el centro dela ciudad, la estación de policía y de Bomberos, estaúltima única para todo el Distrito, la Casa de la Justicia,Centro de Salud Cauquita, la parroquia Cristo Señorde la Vida, Solivida y Paz y Bien. Estas dos últimasinstituciones son las más frecuentadas por los despla-zados y desplazadas porque allí son atendidos endiferentes niveles: Solivida se ocupa de asesorar jurí-dicamente a las personas, reparte ayudas a nivel deropa, mercados y otros dependiendo de su disponibi-lidad, Paz y Bien es una Operadora de la RSS y allí seda la ayuda humanitaria, además de los múltiples gruposque esta organización conforma con desplazados ypoblación vulnerable.

6. POBLACIÓN RECEPTORA Y TIPOLOGIASFAMILIARES

Al establecerse la población desplazada en la ciudady habitar los barrios donde se encuentran pobladorespopulares, inicialmente se da una confrontación y una

13 14

tensión que luego deviene en negociación. La poblaciónreceptora en la mayoría de los casos comprende quelos desplazados permiten allegar fondos que seránubicados en el barrio, y ello beneficia a todos.

Sin embargo, al salir del barrio o de la comuna cuan-do se llega a otros sectores de la ciudad, ocurre elfenómeno de la estigmatización, además de ser catala-godos como perezosos, mantenidos o peligrosos. JesúsGonzalez argumenta «en la medida con una poblaciónque ocupa lugares públicos, que circula por la localidadbajo el signo claro de la necesidad y la demanda, apa-recen en diverso nivel, prácticas xenofóbicas y se sueledecir que son «perezosos», «mantenidos», «peligrosos»;por esta vía, se le da un lugar al mal, se personalizalo amoral en el desplazado, generando una serie deargumentaciones justificatorias de las circunstanciasen las que está la población y por lo tanto, de la nece-sidad de poner mecanismos de control a los vínculos ya las relaciones que estos establecen.»34

«Nadie quiere saber de familias desplazadas dondequiera que uno valla, no puede decir que es desplazadopara poder que lo reciban en un trabajo»

«Uno tiene que salir a pedir muchas veces y a veces,lo tratan a uno mal, usted esta joven, valla trabaje, ledicen, y entonces eso me tiene un poco aburrida, mal,me siento rechazada»

La mayoría de los entrevistados y entrevistadasargumentaron que la coespacialidad se ha dado peroocurre de manera diferencial.

Pertinente a la composición familiar, encontramosque de las 28 personas desplazadas analizadas, el 20%corresponde a familias monoparentales femeninas conjefatura de hogar y en promedio 5 miembros en lafamilia. Un 10% corresponde a familias mono parentalesmasculinas , un 60% son familias nucleares, la mayoríade ellos con jóvenes que van de los 14 a 18 años y elresto corresponde a familias nucleares compuestas, osea, además de padres e hijos se encuentran los padresy/ o parientes de algunos de los cónyuges. En menorporcentaje se observaron familias extensas correspon-diente a desplazados del Chocó y personas solas resi-diendo en las comunas señaladas. La tabla 2 muestratal relación:

28

Tipo de familia

Nuclear Monoparental femenino

Monoparental masculino

Compuesta Unipersonal Extensa Total

Femenino 8 6 2 16 Sexo Masculino 6 4 1 1 12

Total 14 6 4 1 1 2 28

TABLA 2. TIPOLOGIAS FAMILIARES

Estas familias han venido buscando como derechofundamental un espacio en la ciudad y la apropiaciónde un lugar. La construcción de lugar y territorialidadse ha ido tejiendo por medio de las relaciones y de lasinteracciones para crear una nueva colonizaciónurbana, en donde los desplazados como nuevas tribusurbanas y los residentes han establecido múltiplesestrategias, valores capacidades y habilidades en laconvivencia, en la producción de urbanización, n eldesarrollo de economías informales y en la formaciónde organizaciones comunitarias.

35 Castillejo,A. Poética de lo Otro. Op. Cit

Finalmente, el desplazado y la desplazada han sidoobligados/as a vivir en diferentes regímenes de invisi-bilidad. Como nuevas tribus urbanas continúan siendoinvisibles, pues al integrarse a la trama urbana, semimetizan con las condiciones de exclusión de lossectores populares de Cali y se asumen en la precariedadde los pueblos pobres de la ciudad.

La población desplazada a la cual he intentado darlevoz y devolverle una identidad reconstituida, de mostrarvivencial y teóricamente cómo se dibuja en el escenariocaleño, se desaparece en última instancia y entra almundo de la disolución parodiando a Castillejo.35

Nancy Motta GonzalezUniversidad del Valle

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30

31

Prácticas de las mujeres que viven violenciaconyugal frente a la atención en la fiscalía

«En la Fiscalía si se pusieron como se dice las pilas,porque en la comisaría prácticamente no se hizo nada,

primero fue la Comisaría, hablamos con una psicóloga muytemplada, pero no más». [Mujer de 52 años]

Resumen:El trabajo se propone reconocer las prácticas de las mujeres

que viven situaciones de violencia conyugal, visibilizando cómoellas identifican y significan algunas instituciones del sectorjudicial en las cuales pasan por el proceso de atención,especialmente la Fiscalía. Se hace énfasis en las relaciones degénero como componente sociocultural que incidesignificativamente en la problemática y permite entender elsentido construido por las mujeres en el acercamiento al sector.Se especifica la valoración de la institución, visibilizando lasdificultades que presenta actualmente y algunas sugerencias encuanto al papel y acciones de ésta.

Palabras clave: Violencia conyugal, prácticas, género,justicia.

Abstract:This paper aims to recognize the practices of women who

live situations of conjugal violence, making visible the ways inwhich they identify and signify some institutions of the judicialsector where they are assisted, especially the Attorney’s Office.Gender relations are stressed as a socio-cultural componentthat has significant influence on the situation, and allow us tounderstand the way women construct the meaning of theirapproach to the sector. Specifically, the way they evaluate theinstitution is taken into account, showing the difficulties theyencounter at present and making some suggestions about itsrole and actions.

Key words: Conjugal violence, practices, gender, justice.

l presente artículo se sustenta en losresultados de la investigación «Prácticasde las mujeres de la comuna 7 de laciudad de Cali que viven violencia con-

yugal frente a la política pública existente» 2005,desarrollada como requisito para optar el título deMagíster en Salud Pública. Estas prácticas evidencianformas de relación con sus cónyuges y con la ofertainstitucional, las cuales no resuelven la situación deviolencia conyugal.

Es un estudio de caso, exploratorio y descriptivode mujeres e instituciones de dicha comuna. Se reali-zaron 12 entrevistas semi-estructuradas a funcionariosoperativos y directivos de diferentes instituciones delos sectores salud, justicia, protección y no guberna-mentales; y siete entrevistas en profundidad conmujeres que vivieron la violencia conyugal en el últimoaño (en un rango de edad de 17 a 60 años). La inter-pretación de la información recolectada se hizo desdeuna postura fenomenológica y adaptando el modeloecológico de Brofenbrenner. En este sentido, se en-contraron relatos de mujeres que no expresan, en sumayoría, prácticas para intentar resolver su proble-mática, sino por el contrario, atenuarla y continuar unacotidianidad de dependencia económica y afectiva desu cónyuge.

Violencia conyugal contra la mujer:

«Todo acto de violencia basado en la perte-nencia al sexo femenino que tenga o pueda tenercomo resultado un daño a sufrimiento físico, sexualo psicológico, incluso las amenazas de tales actos,la coacción o la privación arbitraria de la libertadtanto si se produce en la vida publica como en lavida privada» Naciones Unidas (1993).

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En Colombia el sistema de información del InstitutoColombiano de Medicina Legal y Ciencias Forensesen 2004, reportó un total de 59.770 dictámenes porviolencia intrafamiliar, de los cuales el 36.9% corres-pondía a violencia contra la pareja. Si bien la cifraproduce preocupación, la realidad es aun peor porquecientos de casos no llegan a ser reportados. Lo quequiere decir, que en promedio cada día 500 personasson atacadas a lo largo y ancho del país; casi siempreson los hombres quienes atacan y algunas veces danmuerte a su pareja sentimental.

Respecto a la ciudad de Cali, las estadísticas delInstituto Colombiano de Medicina Legal y CienciasForenses muestran cambios en el número de personasque reportaron violencia conyugal: en 1993 fueron857; en 1994 1159, en 1995 1197, en 1996 1505; en1997 1830; en 1999 1889, y en el 2000 1907; seobservó incremento en el número de casos a lo largode estos años con un leve descenso en el año 1996.Cabe resaltar que las mujeres fueron las principalesvíctimas, ya que el 90% de los casos reportados fuerondel sexo femenino.

La violencia conyugal es un fenómeno frecuenteentre hombres y mujeres. A pesar del sub-registro, cadavez aumenta su reporte aunque no desaparecen laslimitaciones para realizarlo, ya que en muchas oca-siones representa un desafío ante el compañero quepuede traer retaliaciones. Las mujeres temen lo queles pueda pasar, después de hacer la denuncia:

…la última vez que me agredió, ya tenía medidade protección, en la inspección de policía y puesese día fue que nos tocó la conciliación de lafiscalía y pues él no le gustó lo que yo dije delantede la jueza, delante de la fiscal, entonces cuandollegué a mi casa me agredió, en ese momento loiban a capturar, pero se escondió y las autoridadesno lo cogieron… (Mujer de 22 años).

Las mujeres expresan en su mayoría no saber quéhacer ante un episodio de violencia conyugal, sinembargo, quienes acuden a las instituciones se dirigena Justicia como marco de respaldo.

Ahora veamos, ¿Qué características del fenómenoen discusión, propicia el acercamiento en mayor medidaa las instituciones de Justicia?

Las prácticas de violencia en las relaciones conyu-gales de las mujeres expresan dos sentidos: uno,mecanismo para afrontar conflictos entre conyuguesy dos, expresión de la relación de dominio entre losmismos. Ambos enuncian una relación histórica ysociocultural de desigualdad e inequidad en las rela-ciones de género. En este sentido, a continuación seexplora la discusión en relación a la noción de género,con el fin de tener un soporte de análisis, para entenderpor qué las mujeres acuden a estas instituciones, entreotras que ofrecen servicios de salud y protección, reco-nociendo además, las dificultades de la atención quese brinda en el sector judicial.

En las ciencias sociales, hablar de violencia esreferirse a un estado de explotación que se da dentrode cualquier relación de subordinación. La violenciaes una forma de ejercer poder, aparece dentro de lanoción de jerarquía; es decir, un poder que se practicasobre alguien subordinado en una posición inferior. Lasdistintas manifestaciones de violencia contra las mujeresconstituyen formas habituales y formas extremas demantener el poder. La sujeción de la mujer a una posiciónde subordinación es una característica de las sociedadespatriarcales.

La dominación masculina utiliza diversos meca-nismos de una larga tradición cultural que se refleja enlas relaciones de poder, cuya consecuencia directaubica a las mujeres en una vivencia cotidiana de discri-minación y de opresión. Podría decirse entonces, deacuerdo con esta definición, que siempre que una mujeresté en una posición de subordinación en una sociedad,necesariamente es víctima de violencia de género.1

Al analizar las relaciones de poder en la sociedadactual, Amorós2 distingue dos formas de ejercicio dela dominación de tipo patriarcal: La primera, conllevael énfasis en la coerción, es decir, una serie de meca-nismos que obligan a la mujer a aceptar las relacionesde poder excluyéndola de los espacios más valoradospor la sociedad. La segunda se define como patriarcadode cohesión, y comprende aquellos mecanismosconsensuales a través de los cuales las mujeres aceptanformas de discriminación y dominación de las socie-dades actuales.

Esta última soporta las dinámicas familiares encon-

1 Domínguez, Marta. Género y Violencia Doméstica. Maputo: Centro de Estudios Africanos Universidad Eduardo Mondlane. 1996 p.37.2 Amorós, Celia. Violencia y Sociedad Patriarcal. Madrid: Editorial Pablo Iglesias. 1990. p. 58

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tradas en el estudio, donde la dependencia económicay afectiva es la constante de las mujeres, reduciendolas posibilidades de toma de decisiones ante susproyectos de vida, como seres autónomos.

GéneroEsta categoría conceptual no sólo permite la iden-

tificación y análisis de los procesos de construcciónmasculina y femenina sino que también da cuenta delas relaciones de poder que se tejen en esta construc-ción, permite deconstruir los fenómenos sociales yculturales que dan lugar al dominio de lo masculino ya la subordinación de lo femenino en la sociedad.Entonces el concepto de género:

Es una categoría de análisis desarrolladapara el estudio de las relaciones entre mujeres yhombres y la comprensión de los factores estruc-turales que influyen en la subordinación y discri-minación femenina… [el género] explica la dico-tomía que presentan los sexos como opuestos,así como aquellas formas de comportamiento,representaciones y valoraciones que la culturaidentifica como femeninas o masculinas, de acuer-do a la asignación de los roles distintos paracada uno de los sexos.3

La familia, en el contexto de la cultura patriarcal,en sí misma constituye un escenario de violenciafamiliar por el no reconocimiento de los derechos detodas las generaciones y géneros.

Las relaciones de género se hacen explícitas en lasdinámicas familiares generando conflictos que desen-cadenan episodios de violencia como únicas formas,en este caso, de resolver las diferencias; evidenciandoel ejercicio del poder del actor masculino sociocultu-ralmente reconocido.

Existen varios estudios que describen cómolos varones y las mujeres, en cuyas relaciones seincluyen formas implícitas o explícitas de mal-trato, se han criado, por lo general, en familiasdonde las diferencias de género estaban rígida-mente pautadas. Estas formas de relación, sobre-determinadas y profundamente enquistadas en

la subjetividad, son las que están siempre al bordedel colapso y las que pueden producir los episo-dios de violencia en la vida de estas familias. Enestos casos las expectativas sociales respecto aun género se sustentan bajo estereotipos que difí-cilmente se desmontan.4

Cuando las mujeres hacen mención del «buen rolde la madre» destacan la definición tradicional «mujerencargada del cuidado de los hijos, del hogar y elcuidado de su compañero»

Dentro del rol atribuido como buena madre,señala dos roles tradicionales más: el rol conyu-gal y el rol doméstico. El primero describe lascaracterísticas necesarias para mantener elvínculo matrimonial, e incluyen la prestación deservicios afectivos y sexuales, además de las fun-ciones nutricionales descritas para el rol mater-nal. …En cuanto al rol doméstico, hay muchosestudios que describen cómo el trabajo del amade casa propicia una subjetividad vulnerable,propensa al padecimiento de estados depresivos,especialmente para sectores económicos-socialesmedios. C. Sáez Buenaventura (1979) refiere quela experiencia terapéutica realizada con gruposde amas de casa con depresión, destacando lamanifiesta necesidad de comunicación que teníanestas mujeres, junto con su tendencia a crear lazosde dependencia. Se trataba de mujeres con esca-sas o nulas relaciones sociales, dedicadas a untrabajo realizado en solitario, aisladas en su hábi-tat cotidiano, que no frecuentaban lugares socia-les ni de esparcimiento en general. Describe ladepresión de las amas de casa como emergentede los roles tradicionales de madre, esposa y amade casa, y que se caracteriza por el clásico síndro-me de tristeza, abatimiento, desesperación persis-tente, junto con sentimientos de desvalorización,culpa, desamparo, ansiedad llanto y tendenciay/o ideas suicidas, pérdida del interés por cual-quier tipo de actividad cotidiana, trastornos dedeterminadas funciones fisiológicas (hambre,sueño) acompañados ocasionalmente por algúntrastorno psicosomático. 5

Retomamos a Palacio para plantear de manerasignificativa la relevancia en salud pública de realizarestudios sobre violencia intrafamiliar o específicamenteviolencia conyugal, analizando y comprendiendo la

3 Henao, Hernán. «Un Hombre en casa, la imagen de hoy». Revista Nómadas No 6 Bogotá. 1997.4 Burin, Mabel y Meler, Irene. Género y familia. Poder, amor y sexualidad en la construcción de la subjetividad. Buenos Aires:

Paidós. 1998. p. 4075 Ibid.p.256

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subjetividad de los actores. Se precisa hacer un análisishistórico y social a la vez que hermenéutico, compren-diendo e identificando los roles de ambos géneros enla construcción inter-subjetiva del vínculo conyugal,a fin de dar mayor claridad a las medidas políticas yprácticas impartidas en este ámbito.

¿Qué hacen las mujeres en los episodios de violen-cia conyugal?

Una vez descritos los roles que juegan los actoresconyugales y el vínculo que se construye, conside-ramos que la definición de violencia conyugal debeplantearse en el caso de las mujeres entrevistadas en elmarco de relaciones, posiciones y subjetividades alinterior de la familia:

La violencia familiar alude a un proceso deconfiguración de una dinámica relacional des-tructiva entre los integrantes del grupo parental,el cual responde al ordenamiento de un sistemade poder y dominación jerárquico que demarca yjustifica las posiciones excluyentes de sus inte-grantes según los roles parentales, de género yde generaciones.6

Asumiendo esta postura, las mujeres entrevistadasviven un tipo de violencia tanto física, como psico-lógica, señalando de esta última una mayor afectaciónen su autoestima y valoración que los casos de agresiónfísica, logrando en la mayoría de los casos su finalidad.Las mujeres terminan respondiendo a los requerimientosde sus compañeros: no salir, dedicarse sólo a las acti-vidades el ámbito privado, aprobar las decisiones desus compañeros y tener pocas relaciones con otrossujetos masculinos.

Frente a estas situaciones llama la atención quealgunas mujeres (Mujer 17, Mujer 35 y Mujer 33) demanera discursiva justifican las acciones e interaccionesviolentas de sus compañeros por sus posturas cali-ficadas como «cansonas». Además, cuando la infideli-dad de su compañero es otra causante de discusionesy comportamientos violentos, siendo una situación quehiere sus afectos y genera un sentimiento de vergüenzacuando es evidente en el barrio, es decir cuando «sehace visible para la mirada de un tercero externo», aligual la «soportan», en su mayoría porque son los

padres de sus hijos, lo cual hace que se justifique elaguante. Es notable en estas explicaciones que hacenlas mujeres de situaciones en las que aparece la vio-lencia, la relación tan estrecha que hay con su identidadcomo esposa o compañera. Interpretamos en este casocomo se resalta que una posible práctica para evitarestas situaciones es una actitud más complaciente alas acciones del hombre en el ámbito privado.

Otra causante de situaciones de violencia son lascontradicciones entre cónyuges por decisiones decrianza y las expectativas que tienen los padres (varo-nes) con sus hijos, con los que tienen poco contacto ypor ello poco reconocen sus expectativas y sus reali-dades, así como el castigo, sobre todo hacia los varones,situaciones que la madre no tolera, por lo cual tambiénrecibe agresiones de tipo verbal o físico. Del mismomodo, en el caso de las mujeres, se plantean reclamossobre la necesidad de recrearse, salir.

Es importante resaltar, a partir del discurso de lasmujeres, que uno de los principales detonantes de laviolencia entre cónyuges tiene lugar ante la expresiónde la idea de abandono de la mujer, cuando debido a suparticipación en la vida productiva en el escenariopúblico, el compañero supone la infidelidad de suspareja. En estas situaciones vemos como la relaciónde verticalidad entre hombre y mujer, sigue marcandola pauta en el manejo del conflicto desde la salidaviolenta. Se puede hacer mención así de característicasdel vínculo violento, en este caso, fundado en excesosde afectos de amor y odio. Esto nos permitiría señalarque aparece como sustituto de la interacción entrecónyuges la opción por la violencia, claro está comopráctica aprendida que evidencia conflictos internosde los sujetos.

Estas descripciones de las realidades de las mujeresde la comuna 7 evidencian la complejidad que implicaanalizar y plantear estrategias que favorezcan estilosde vida saludables, pues como hemos visto, ésta esuna problemática de carácter relacional, en el marcode presiones socio-culturales y económicas.

Las lógicas de polarización así expuestas hacen quela violencia logre instalarse de manera efectiva en lasdinámicas familiares gracias a la utilización de formasque comprometen y hieren la valoración y autonomíadel actor sobre el que recae la acción violenta. Haciendo

6 Palacio, Maria C. Familia y Violencia Familiar. De la invisibilización al compromiso político. Manizales: Universidad de Caldas.2004. p. 121

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que la capacidad de decisión del sujeto frente a situa-ciones que los niegue sea menguada por referentesmuy significativos relacionados con su identidad, eneste caso, la mujer como madre y compañera al ponér-sele en cuestión características de: incondicionalidad,laboriosidad, cuidado, crianza de hijos y compañeroentre otras. Teniendo en cuenta lo planteado, recurri-mos a Palacio:

La efectividad de la violencia en las relacionesfamiliares se sustenta en la recurrencia de la peda-gogía de la humillación y la manipulación, através de las cuales se despliega todo un procesode aprendizajes explícitos e implícitos.7

«No siempre las estrategias que despliegan lasmujeres son puestas en palabras; a menudo las

experiencias mismas de violencia quedan sumergidasen el silencio. Porque el silencio se relaciona con lo

que no se puede decir, lo inefable, lo vivenciado como,extraño, fuera de la realidad y del lenguaje.»

Así que podríamos decir de las mujeres de lacomuna 7, en muchos casos, asumen posturas pasivasfrente a las situaciones violentas, de aguante conposibilidades de salirse al paso cuando asisten a lafiscalía. Se acude a estas medidas para que se tomemás cuidado con ellas y no con la intención radical dedejarlo, porque si bien reconocen que ellas saldránadelante por sus hijos, la necesidad de la figuramasculina en la crianza, estabilidad económica yafectiva, las compromete por voluntad propia apermanecer en estos hogares. Además, es evidente queunas no expresan una postura clara o una prácticaconcreta que permita la resolución o mejor manejo dela situación, prefiriendo el silencio. En estos casos loque evidencian son prácticas poco efectivas paramanejar su vulnerabilidad ante este problema de lasalud, en aras de una efectividad para continuar consu vida inmediata. Entre estas prácticas se encuentran:salir de la casa para pasar el momento de tensión ydespués continuar las rutinas familiares; o quedarseen la casa de alguien para que el compañero supongaque la perderá, esperando que reaccione para queposteriormente la relación cambie cuando se reanude.

Ante las realidades de la mujer, ninguna de las medidasdescritas logra que la violencia desaparezca, lo únicoque permite es continuar la permanencia del compañeroen el hogar ocupando su rol proveedor. Por otra parte,éste en sí mismo cumple en ocasiones un papeldetonador de situaciones de violencia, por lasdificultades que tiene por la inestabilidad laboral einformalidad de empleo.

Ante estos hechos suelen aparecer como reac-ciones una aparente indiferencia, las explicacionesrápidas, justificaciones, deseos de venganza y lasposturas reivindicatorias hasta la crítica y la cen-sura directas. (…) los mitos y estereotipos queexpresan estas ideas conforman el imaginariosocial acerca de los hechos de violencia contralas mujeres, lo cual responde a los procesos com-plejos que en forma de ideologías privilegian deter-minados valores, opacando otros.8

Las mujeres en sus relatos respecto a las situacionesde violencia conyugal señalan que tiene lugar despuésde convivir varios meses y con la llegada de susprimeros hijos, tomando ellas una actitud -en muchoscasos – pasiva: dejando pasar con silencios. Otra actitudconsiste en explicar el conflicto culpando el consumode alcohol por parte del compañero, la «andanza» conotras mujeres, celos y por comentarios que vecinoshacen de ellas. Frente a estas situaciones unas acudena fiscalía, otras callan por vergüenza, por temor a quese enteren familiares, o que los vecinos las considerenmasoquistas.

La mujer calla por vergüenza, por ese senti-miento de indignidad que se manifiesta cuandoel pudor está en juego y que, junto con la miradade quien la escucha, le produce intensa angustia.La mujer avergonzada, entonces, descalifica ydesautoriza su experiencia y su propia palabra…Este sentimiento la excluye del terreno de las pala-bras y le quita el poder de denunciar, explicar,censurar, condenar y legitimar un lenguaje quele permita simbolizar la experiencia de violencia.9

De lo anteriormente descrito se percibe que lasprácticas cotidianas de las mujeres carecen de recursosque permitan una resolución, por lo cual emociones,

7 Ibíd. p.1308 Velásquez, Susana. Violencias cotidianas, violencia de género: Escuchar, comprender, ayudar. Buenos Aires: Editorial Paidos.

2003. p. 599 Ibíd.p.54

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miedos, inconformidades se acumulan, generando undeterioro en la auto percepción, autonomía e interac-ción con otros. Con esto podría inferirse que las mu-jeres en situaciones de violencia conyugal van consti-tuyendo una subjetividad que las hace vulnerables antesí mismas y ante otros, que les imposibilita tomardecisiones que resuelvan o impidan las relaciones demaltrato. Esta situación de vulnerabilidad es la que hacepensar que la opción de acudir al sector justicia sea lamás reconocida y usada, aunque expresan en ocasionesque esto no resuelve su situación.

Es evidente que las mujeres en su cotidianidad pocoreconocen opciones de modificar sus realidades, loque hace pensar e interrogar en el escenario de la saludpública, cómo pueden dirigirse ofertas de programasinstitucionales para resolver estas situaciones deviolencia conyugal. En este sentido, a continuaciónpresentamos la oferta de intervención y atencióninstitucional de la Fiscalía, así como el uso que se hacede ella por parte de las mujeres de la comuna siete.

El papel institucional de la FiscalíaPara enfrentarla problemática de violencia conyugal,

el Congreso de la República desarrolló la Ley 294 comopolítica de protección de la familia, siendo los funcio-narios de la Fiscalía, entre otras instituciones, quienesdeben implementarla. Dicha institución aparece definidade la manera siguiente:

Es una entidad de la rama judicial del poder público con plena autonomía administrativa ypresupuestal, cuya función está orientada a brin-dar a los ciudadanos una cumplida y eficaz admi-nistración, se encarga de investigar los delitos,calificar los procesos y acusar ante los jueces ytribunales competentes a los presuntos infractoresde la ley penal, ya sea de oficio o por denuncia.10

La entidad dispone de servicios a la comunidadcomo la Sala de Atención al Usuario (SAU), que tieneun equipo interdisciplinario (integrado por psicólogos,trabajadores sociales, abogados, y sociólogos) quepresta ayuda jurídica, psicológica, a nivel individual yfamiliar. Uno de sus roles es facilitar a los usuarios, eltramitar conflictos haciendo una labor punitiva, pero

además con interés por desarrollar la conciliación comootro mecanismo de manejo de los conflictos entrecónyuges.

La SAU es receptora de mujeres que viven violenciaconyugal, principalmente del tipo físico, aunque actúasobre otras situaciones familiares como el problemade alimentos, obligaciones de los padres y custodia delos hijos.

Las mujeres que visitan la Fiscalía

Antes no sabía a donde ir, hasta que en unagolpeada no me acuerdo por qué fue, ni cómo fue,pero me vino a golpear, entonces me fui para laComisaría: maltrato físico y verbal, siempre esoera lo que yo siempre recibía, entonces ya de verque ellos no hicieron nada y que él siguió con lasmismas cosas, fue cuando la vaina del revolver[cuando] fui a la Fiscalía… (Mujer 52 años).

El recurso de la violencia aparece cuando en lasrelaciones de poder entre hombres y mujeres, uno seimpone ante el otro negándolo e instrumentalizándolo.Subordinadas las mujeres en esta relación significansu cotidianidad sobre ideales del amor, incondicio-nalidad y servicio a hijos y compañero, impidiendo latoma de decisiones y el reconocimiento de la proble-mática en sus vidas. Esta dinámica de funcionamientoen las parejas se presenta por la forma en que apareceel hecho de violencia, pues recorre un ciclo caracteri-zado por varios momentos: tensión, golpes, arrepen-timiento, luna de miel, calma y nuevamente tensión11.En el momento de calma, ellas tienden a pensar que lascosas cambiarán, guardando la esperanza de realizarlos ideales anteriormente expuestos. Por tal razón, lasmujeres acogen en su vida diaria los hechos violencia.

Siempre que hemos peleado él me ha con-vencido, y me dice, «ahí mami es que me da rabiay usted sabe», y uno como mujer es como tan débilque uno vuelve y cae y [le dice] que no lo vuelvahacer…(Mujer 17 años).

Cuando las mujeres consideran que no puedenaguantar estas situaciones, acuden a instituciones dejusticia para restablecer un lugar de respeto que los

10 Fiscalía General de la Nación. Servicios a la Comunidad. Recuperado en: www.fiscalía.gov.co11 Walker, Leonore. Ciclo de la Violencia Conyugal. En: The Battered Woman. New York, Harper and Row Publishers. 1979

VELÁSQUEZ, Susana. Violencias cotidianas, violencia de género: Escuchar, comprender, ayudar. Buenos Aires: Editorial Paidos.2003.WALKER, Leonore.Ciclo de la Violencia Conyugal.The Battered Woman.New York, Harper and Row Publishers.1979.

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compañeros han anulado. Lo hacen pensando que ladenuncia y posible sanción es una forma de impedirque vuelvan a suceder estos episodios.

Pues la primera vez que me agredió fue cuandomi hijo tenia 8 meses, e inmediatamente salí corrien-do a la fiscalía me recibieron la demanda y ya memandaron pa´la casa y que fuera 10 días despuésa ver a qué juzgado me habían asignado…con laprimera demanda de pronto si, él cambió, dejó deser tan agresivo, pero después de que nació laniña él cambió otra vez, me tocó volverlo a deman-dar, y pues ya fue como empeorando, empeorandoy después ya fue que me pegó la puñalada en lapierna y esa fue la última demanda que le puse, yahí ya como que reaccionaron más las autori-dades. (Mujer 22 años).

La Fiscalía se convierte en el apoyo y fuerza paraque las mujeres establezcan una relación de horizon-talidad, aunque las situaciones en las que se desarrollala interacción con la institución presentan dificultadesen infraestructura y recurso humano.

Y es que a partir del 94 hay una serie de cosasque se deben hacer frente a las autoridades perocuando ves las condiciones de las fiscalías ves

12 United Nations. Declaración Universal de los Derechos Hu

unas condiciones de hacinamiento, de falta deprivacidad donde ni siquiera se puede tomaradecuadamente la denuncia, donde ni siquierase tiene una maquina de escribir donde no hayninguna condición para ellos poder hacer sutrabajo, donde en las casas de justicia ves unacayéndose, no hay personal; entonces estas polí-ticas están allí pero los mecanismos y recursosque estos requieren para hacerla efectiva, noestán disponibles. Entonces se va quedando ahícomo en el argot popular como letra muerta,entonces finalmente el alcance tampoco se solu-ciona nada… (Organización No Gubernamental).

Teniendo en cuenta lo anterior, se propone que laatención de la institución se sustente los siguientesDerechos Humanos:

«Artículo 1: Todos los seres humanos nacenlibres e iguales en dignidad y derechos y, dotadoscomo están de razón y conciencia, deben com-portarse fraternalmente los unos con los otros.

Artículo 5: Nadie será sometido a torturas ni apenas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

Articulo 8: Toda persona tiene derecho a unrecurso efectivo ante los tribunales nacionalescompetentes, que la ampare contra actos queviolen sus derechos fundamentales reconocidospor la constitución o por la ley».12

manos. Recuperado en: www.un.org/spanish/aboutun/hrights.htm

Maritza Isaza GómezProfesora Asistente, Escuela de Salud Pública,

Facultad de Salud,Universidad del Valle. Coordinadora Salud Mental

Secretaría de Salud Municipal de Cali.

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BIBLIOGRAFÍA

AMORÓS, Celia. Violencia y Sociedad Patriarcal.Madrid: Editorial Pablo Iglesias. 1990.

BURIN, Mabel y Meler, Irene.Género y familia. Poder, amor y sexualidad en la

construcción de la subjetividad. Buenos Aires:Paidós. 1998.

DOMÍNGUEZ, Marta. Género y Violencia Doméstica.Maputo: Centro de Estudios Africanos Universidad

Eduardo Mondlane. 1996.FISCALÍA GENERAL DE LA NACIÓN. Servicios a

la Comunidad. Recuperado en: www.fiscalía.gov.coHENAO, Hernán. «Un Hombre en casa, la imagen de

hoy». Revista Nómadas No 6 Bogotá, 1997.PALACIO, Maria C. Familia y Violencia Familiar. De

la invisibilización al compromiso político. Mani-zales: Universidad de Caldas. 2004.

UNITED NATIONS. Declaración Universal de losDerechos Humanos. Recuperado en: www.un.org/spanish/aboutun/hrights.htm

RecomendacionesFinalmente, puesto que las prácticas de las mujeres

muestran que reconocen la labor que cumple el sectorjusticia, específicamente la Fiscalía, se sugieren lossiguientes elementos para atender a las dificultadesdescritas en infraestructura, recurso humano y fortale-cimiento del proceso de acompañamiento y remisión.

• Respecto a la infraestructura, se insiste en la nece-sidad de instalaciones que permitan privacidad yacogida a estas mujeres. Las constantes filas, laposibilidad de que otras personas escuchen losdramas familiares, imposibilita una experienciaacogedora y reconocida como ayuda. Del mismomodo, las instalaciones deben ubicarse en losterritorios donde el fenómeno se presenta en mayormagnitud y ser de fácil acceso; una herramientaútil en este sentido son los sistemas de geo-referen-ciación.

• En cuanto al recurso humano, se espera contar conpersonal que responda a la demanda, así mismodebe hacerse formación permanente que los sensi-bilice y les dé elementos pertinentes para la atención,en las realidades actuales. También es importanteque a los profesionales se les reconozca su papelcomo agentes protectores con las mujeres que deigual manera viven dramas humanos y requierenexpresión de ellos.

• Ante la situación de crisis que presentan las mujerescuando acuden al servicio y en la que se le da res-puesta de manera puntual, debe seguirse un procesode acompañamiento y de referencia a otras institu-ciones, que de igual manera ofrecen servicios deprotección y salud; esto implica una atención inte-gral que articula la acción de los sectores.

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Modelo de la escalada de la violenciaen contexto conyugal.

Aporte desde el trabajo social forense

Resumen:El presente artículo presenta parte de los resultados

de la investigación «Violencia conyugal en Cali en elaño 2001». A modo de contextualización, se presenta elmodelo de la escalada de la violencia como un modelodescriptivo a considerar en el estudio y atenciónprofesional de casos y realidades asociadas a lasviolencias conyugales. Se pasa luego a desarrollar lopertinente a la dinámica de la escalada de la violenciaa través del análisis de casos.

Palabras clave: Violencia conyugal, maltrato amujeres, representaciones del amor, relaciones maritales,género.

Abstract:This essay presents part of the results from a research

project entitled «Conjugal Violence in Cali in 2001.» Amodel for the study of escalating conjugal violence ispresented as descriptive context for the study andprofessional care in such cases. The dynamics ofescalating conjugal violence is then examined by meansof case studies.

Key Words: Conjugal violence, abuse of women,social representations of love, marital relations, gender.

as relaciones violentas entre cónyuges sehan explicado principalmente a través delmodelo denominado «ciclo de la vio-lencia», el cual es definido como «un

proceso de interacción permanente que perpetúa yreproduce la violencia conyugal, y ocurre en un altoporcentaje de matrimonios en los que existe una mujergolpeada y un hombre violento». (4) En este trabajo,partiremos del concepto de este ciclo, para plantear,empleando la perspectiva de la complejidad planteadapor Morin, el modelo de la escalada de este tipo deviolencia. A continuación daremos cuenta del ciclo dela violencia, para pasar luego a discutir las basesconceptuales del modelo de escalada. Abordaremosluego la lógica de la escala en las relaciones conyugales,y para ello examinaremos las formas de violencia, losmedios e instrumentos presentes en hechos de violenciay las personas involucradas en situación de violencia,como personas violentadota o violentadas. Asimismotomaremos en cuenta las emociones de las personasinvolucradas, la geo-espacialidad, y los procesos deregulación de la escalada.

DEL CICLO DE LA VIOLENCIA

El ciclo de la violencia marital puede comenzar enel noviazgo con algunas conductas o actitudes violentascomo celos, posesividad, mal genio exagerado, lascuales se asocian a manifestaciones de «amor verda-dero», sentido por el hombre y esperado por la mujer.«Esas señales que anticipan un comportamiento mas-culino opresor son pasadas por alto en pro de los aspec-tos exclusivamente románticos del idilio».(5) Con eltiempo la pareja empieza a acumular tensiones y sehacen evidentes las diferencias y desencuentros en lavida cotidiana frente a acontecimientos reales comoproblemas laborales, económicos, hechos intrascen-

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dentes, como por ejemplo que la comida no estácaliente, o los celos por los vecinos, amigos, compa-ñeros de trabajo.

Es común que las primeras agresiones desarrolladaspor el hombre sean de tipo psicológico, como burlas,desprecio, críticas que empiezan a tener un efectonegativo en la confianza y autoestima de la mujer. Luegoviene un empujón o una cachetada, agresión que latoma por sorpresa, ya que ella nunca había pensadoque su compañero pudiera reaccionar de esa manera.Si la mujer entonces intenta calmarlo, mostrándosecariñosa, comprensiva, se establece el patrón de queante el maltrato, ella responderá con complacencia.Cuando estos hechos violentos iniciales se repiten, lamujer se siente culpable, niega la injusticia y se preocupapor mejorar para que no se vuelva a presentar el episodio.

En este inicio del ciclo de la violencia marital, no seles presta mucha atención a los hechos y la mujer noreacciona de forma explicita, ya que manifestar enojoo exigir un trato digno serían comportamientos «pocofemeninos» y atentarían contra una de las premisas desu educación: que el matrimonio es el eje principal desi vida y que ella sola no tiene ningún valor. En estosmomentos la mujer le puede decir al marido que ladejó adolorida o que exageró el golpe, pero dejará lascosas así. El hombre siente remordimientos, piensaque lo ocurrido fue algo pasajero, pero no cree que suconducta sea grave. La pareja trata de buscar explica-ciones externas, o justificaciones, como por ejemploque el marido estaba nervioso o que se encontrababajo stress por problemas en el trabajo. Siguen días enlos cuales se restablece el amor y el cariño; sin embar-go, se ha traspasado un límite en el respeto por la otrapersona.

Con el tiempo se vuelven a acumular las tensionesy comienzan de nuevo los reproches, las acusaciones,los insultos y el hecho violento se repite. Por lo general,

el hombre agresor siente remordimientos en los iniciosde las relaciones violentas, pero se defiende contra laculpa justificando lo sucedido y desplazando el senti-miento de culpabilidad: cree que la provocación es desu compañera y así se lo manifiesta. Aunque puedepedirle perdón, llegando a arrodillarse, llorar, suplicar,decirle que la ama, que no puede vivir sin ella, le dejaclaro que para que el hecho violento no se vuelva arepetir, ella no lo debe volver a incitar. En esta etapa dearrepentimiento puede darle regalos costosos, o pres-tarle colaboraciones inusuales.

Él está convencido de que no lo volverá hacer yella cree que así será. Sin embargo, los hechos se repi-ten, quedando instalado el ciclo: «El maltrato se iniciausualmente de manera sutil; al principio se presentaesporádicamente y se acompaña de manifestacionesde arrepentimiento del hombre y luego un periodo demucha armonía… mientras pasa el tiempo, [el maltrato]va escalando en frecuencia y severidad».1 De estamanera los incidentes de violencia no sólo tenderánprogresivamente a ser más graves, más frecuentes,sino que además se reproducirán con las hijos e hijosde manera directa o como observadores del hecho.

Cuando el ciclo se ha repetido varias veces, laspromesas y el arrepentimiento pierden credibilidad yson cambiados por amenazas, presiones y chantajesafectivos. El marido le recuerda que deben estar juntossiempre, en las buenas y en las malas, que tiene queser una «buena esposa», la puede amenazar de muerte,a ella o a sus hijas e hijos, o puede incluso decirle quese va a suicidar. La mujer se siente incapaz de salir delciclo, pues por su pobre auto-concepto cree que laviolencia del marido se debe a sus deficiencias comoesposa: «este proceso de autoinculpación, de convenci-miento acerca de que todo depende de ella, no hacemás que reforzar la sensación de imposibilidad deacceso a un cambio». (6)

ones sobre violencia de pareja y relaciones de género.» Modulo 4.á: Presidencia de la República de Colombia. Diciembre 2000, pp.

1 Yolanda Puyana Villamizar y Margarita Bernal Vélez. «ReflexiViolencia intrafamiliar. HAZ PAZ. Política Nacional Haz Paz. Bogot69-70.

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Calma

Tensión

Golpes Arrepentimiento

Luna de miel

«La misma barca atravesando el río»

«Llevábamos seis años de convivencia, desde hace un mes nos separamos, noshemos separado antes como unas cuatro o cinco veces porque él me maltrata, yovuelvo con él como a la semana, vuelvo porque él decía que iba a cambiar, que lohiciéramos por la niña, como el lloraba y pataleaba, yo decía, «él de pronto cambia»,y volvía con él».

¿CÓMO SURGE EL MODELO DE ESCALADA?

Básicamente desde la perspectiva de la complejidad,se parte con Morin de la premisa de que todo está entodo y recíprocamente, descubriendo sentidos y rela-ciones entre conceptos aparentemente aislados, rela-ciones en el discurso de las personas involucradas enhechos de violencia, relación con lo conceptual vol-viendo a lo empírico. Se trabaja inicialmente desde lo«básico» ubicado entre líneas de entrevista «antes nome había pegado así», volviendo a los conceptos plan-teados por Arendt, Hall, Pizarro, Betes, Maldonado,Garzón, buscando descubrir a partir de sus plantea-mientos ejes que dieran cuenta de la escalada ensituación de violencia.

Son dos las preguntas que surgieron en el camino,preguntas que tienen que ver con la fase del hechoviolento dentro del contexto del ciclo de la violencia:

· ¿Cómo evoluciona el proceso violento mediado porla variable tiempo?

· ¿Cuáles son los ejes que atraviesan las interaccionesde violencia de acuerdo a la lógica de la escalada através del tiempo?

DEL POSTULADO FUNDAMENTAL

La Escalada es un término empleado para denotarque las expresiones de violencia conyugal aumentan através del tiempo, presentándose un aumento pro-gresivo de las formas e intensidad de las agresiones.El modelo de la escalada pone en relación los siguientesejes: formas de violencia, y artefactos/medios presentesen la situación de violencia, personas involucradas ohacia quienes se les dirige la violencia, emocionesgeneradas en el contexto general de violencia y lageoespacialidad en cuanto al lugar de ocurrencia delos hechos. La dinámica de la escalada presenta suspropios procesos de regulación como sistema, en estesentido se entiende que no todos los casos que inicianen escalada terminen con un hecho vulnerante de lavida.

«No lo había denunciado porquenunca había llegado al extremo que llegó ahora».

(No. Rad.107170035)

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PREMISAS DE LA LÓGICA DE LA ESCALADA

Las siguientes son algunas de las premisas que guíanel análisis desde la perspectiva de la escalada.

1. El modelo de escalada es dinámico, entendido comoun modelo en el cual pueden existir casos quetengan variación en cuanto a la combinación de losdimensiones propuestas.

2. En cada una de las dimensiones existen igualmenteescaladas.

3. Aunque el contexto de violencia se remite a laescalada en los episodios, pueden aparecer formas,medios, e instrumentos históricamente usados.

4. En casos de violencia de carácter agudo o episódico,es decir que no tengan el componente histórico dereferencia, puede haber escalada de acuerdo a latemporalidad (en minutos - horas) en los ejespropuestos.

El modelo de la escalada es básicamente un modelodescriptivo que intenta ampliar la visión del fenómenoen sus distintas dimensiones y dinámicas a partir delanálisis histórico de la contexto de violencia, concre-tamente frente a la que se presenta en las relacionesconyugales aunque no excluye otros fenómenos yrelaciones parentales y sociales.

DE LA ESCALADA Y SUS PROCESOS DE REGU-LACIÓN

El pensar las violencias desde la lógica de la escalada,lleva a concebirla desde una perspectiva dinámica ydescriptiva, donde si bien se plantea que a través de lavariable tiempo, las violencias adquieren un nivel críticoy amenazante para el bienestar y la vida, el modelotiene en cuenta los procesos de regulación de la escaladamisma, es decir, los proceso de regulación de la vio-lencia desde la óptica de la escalada, permite que notodo evento violento termine en un caso de muertepara que ésta se detenga.

El pensar en los procesos de regulación de la esca-lada, lleva a preguntarse entonces, ¿qué sucede paraque la escalada en un momento del proceso mantengaun equilibrio en un contexto desequilibrado? De maneraaproximada se podría pensar en lo siguiente:

1. La lógica de la escalada mantiene un equilibriocuando se restituyen las relaciones de poder, esdecir, cuando a través del ejercicio violento, la per-sona dominante lograr debilitar o anular la resistenciadel dominado para imponer su voluntad o consiguelo que el otro no quiere consentir libremente. Antela falta de resistencia, protesta o rebeldía, el domi-nante no necesita aumentar sus expresiones de

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violencia en cuanto a formas, instrumentos, espa-cio, personas, quedando la posibilidad agudizar lapérdida de autonomía en el dominado. En estesentido la escalada de la violencia conyugal regular-mente se inicia desde el dominante y puedetrascender – iniciar en el dominado por reactividadde la violencia y lograr un punto de equilibriocuando se reestablecen las relaciones de poder.

2. La lógica de la escalada mantiene un equilibrio contendencia a desaparecer cuando uno de los miem-bros de la pareja, regularmente la mujer, abandonael vínculo emocional – legal que los mantiene juntosy recurre a una institución del sistema de justicia, yalgún funcionario o funcionaria de ésta convenceal sindicado de que desista de su comportamientoviolento.

3. La dinámica de la escalada mantiene un equilibriocuando se da un evento extremo de violencia inter-personal o intrapersonal (contra sí mismo), comolo pueden ser el homicidio o el propio suicidio, comoreflejo extremo de la escalada en cuanto a formas,instrumentos o emociones en el último caso.

ESCALADA DE LA VIOLENCIA PSICOLÓGICA

En los inicios de la escalada psicológica podemosencontrar a veces desde la recriminación o indaga-ciones acusatorias, hasta la ofensa verbal

«Antes de que insultara me decía que dóndeestaba, que por qué llegaba tarde, ahora ya meagrede sin hacerme recriminación». (No. Rad.200105160004).

Igualmente encontramos un aumento de agresividaden relación al contenido y características del discursodel compañero agresor, contenido que pasa progre-sivamente desde afirmaciones de que la mujer sostienerelaciones de carácter sexual por fuera de la pareja,pasando por el insulto, hasta la amenaza con daño afamiliares significativos así como a la propia vida de lacónyuge.

«Me dice que yo tengo mozo, que no me va adejar ni para tomar un vaso de agua porque se lovoy a dar todo al mozo, vive amenazando a mimamá, que ellos me aconsejan mal, que les va amandar hacer algo. Que si me ve con el mozo que

él me va a matar. Me ha regado por todo el barrio adecir que ese muchacho es el mozo mío, me hapuesto por el suelo». (No. Rad.200107040027)

«Me dice «perra hijueputa», las palabras «mascariñosas», «malparida», que me va a matar, quese me va a llevar los niños, él dice que yo no puedoandar con nadie porque me mata, que anda averi-guando quién es el mozo mío para matarlo, que lasamigas mías son una bochincheras que me hacenlos cruces» (No. Rad.2001062900).

«Él me decía que yo era una perra, una puta,una gonorrea, que si me veía por ahí me iba a«golpiar» o a matar» (Rad.200107170035).

«Me ha amenazado de muerte, una sola vez mellamó al trabajo, yo colgué y me dijo que me iba aapuñalear, que me cuidara, eso fue hace como 6 o7 meses» (No. Rad. 2103020053).

«El tiene un revolver en la casa. Me ha ame-nazado que me va a matar. Me ha dicho que dondeme vea «mal parqueada» me pega un tiro, que lehabía dicho a un amigo que «Ésa ya tiene mozo,ésa lo que quiere es que le den candela» (No. Rad.200107040027).

En la escalada psicológica podemos apreciarigualmente la reactividad de la ofendida frente a losinsultos y golpes del compañero, pasando a la amenazade muerte contra el agresor.

«Cuando él me insulta yo le digo, «malparidopor qué me pegás, por qué me jodés tanto la vida,yo acaso te busco para que me jodás tanto la vida»,[y le digo] que lo voy a matar con un cuchillo, peroyo no puedo con ese pelado, me mata a mí primero»(No. Rad.2001062900).

En la escalada psicológica, ejercida por género,encontramos en este caso que la agredida responde demanera similar al maltrato recibido, mediante el cuestio-namiento de la capacidad racional del hombre-carac-terística con la cual se identifica el imaginario sobre elvarón adulto- pasando a afear su comportamiento yridiculizar su condición física para finalmente cuestio-nar su condición ontológica o su ser - la existencia.

«A lo último lo insultaba, al principio sí le decíaidiota, asqueroso, guache, y más se me iba encimay me pegaba más. De vez en cuando le digomalparido, que es poca cosa para mí, que es lo

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peor que existe en el mundo, no sé quien lo en-gendró a usted para ser tan guache y tan pocacosa» (No. Rad.200105160004).

ESCALADA: DE VIOLENCIA PSICOLÓGICA AFÍSICA

A través de la historia de la pareja, cuando se pre-sentan episodios de escalada en relación a las formasde violencia, se puede ir de una violencia psicológica,a una violencia física, sin que la primera desaparezca.Así mismo, en una misma forma de violencia se puedepresentar escalada, en el caso de lo físico se pasa dedar empujones, a golpear.

«Esta es la primera vez que me pega, la otra vezme empujaba. Varias veces nos hemos insultado,el 3 de febrero fue la primera vez» [6140042F Lines:28-33].

«El antes no me pegaba, sino que siemprecuando se enojaba él me agredía con palabras. Yadespués me pego». (No. Rad. 200105140008).

En la historia conyugal puede haber episodios deviolencia psicológica con evento agudo de violenciafísica, pasando de forma psicológica a física.

«Llevamos 18 años de convivencia, está es laprimera vez que me pega. Me ha insultado antes,desde que me metí con él» (No. Rad.200107040027).

Existe una historia de violencia psicológica, apare-ciendo luego la violencia física, cuya hace severidadaumenta progresivamente.

«Desde hace un año me insulta, con ésta es lasegunda vez que me pega. Antes no me habíapegado así de duro. (No. Rad.200107090025)

Los episodios de violencia se hacen más contun-dentes en relación a la severidad de los golpes – lesiones,así como el contenido verbal amenazantes en la violenciapsicológica.

«Él me pega desde hace 17 años, también meinsulta, ha empeorado de hace un mes para acá,

los insultos ya son más frecuentes, y los golpeshan sido peores, hace un mes me abrió el labio, megolpeó contra la pared, antes me había pegadopero no me había abierto la cara, me amenazó queme iba a matar, antes me había amenazado, que sino soy para él no soy para nadie».

En el ejercicio de la violencia se pasa del insulto alejercicio de la violencia física mediante el cuerpo yacciones amenazantes de la vida.

LA ESCALADA EN SITUACIÓN DE VIOLENCIAFÍSICA

A continuación se da desarrollo a la escalada enviolencia física mediante el uso del cuerpo, en el cualse observa cómo en una misma forma de violencia enun contexto crónico agudo pueden existir diferentesgrados de lesión mediante el uso de manos, pies ycabeza2.

«Desde que era novia de él, era suave, no eraasí como ahora que me da tan horrible, ahora éldice que me da como hombre, que antes no medaba como era». (No. Rad.2001062900) (Violencia(v.) 7 años).

«Anoche, Él me había invitado a salir, yo le dijeque no, me decía que tuviéramos algo otra vez, ledije que no, yo me fuí con mi amiga y Él venía detras de nosotras, yo la acompañe a la heladería else arrimó, me dijo que si le íbamos a gastar helado,me decía que porque, yo le dije que quería estarsola, me dijo que yo no me iba para ninguna partecon mi amiga, me dijo que a mi me gustaba todopor las malas, ahí fue cuando me metió puños ydos patadas en la cara, me tiro al piso, me decíaque me gustaba todo por las malas. Yo no lo insulteni le pegué. Desde hace un ano me insulta, conésta es la segunda vez que me pega. Antes no mehabía pegado así de duro... No lo había denunciadoantes pero los golpes fueron ya demasiado graves...se que si no lo hago va a seguir en las mismas»(No. Rad.200107090025) (v.1 Año).

«Él siempre me da con la mano. Cuando mepegaba con la mano me dejaba «moretiada», ahorame pego con la cabeza y me fracturo la nariz, yo yahabía sido operada de la nariz» (No. Rad.200105100024).

2 Igualmente hay que tener en cuenta que en el ejercicio de la violencia mediante el uso del cuerpo se puede presentar el uso decodos, boca, rodillas, etc.

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«No lo había denunciado antes, pero os golpesfueron ya demasiado graves, porque sé, que si nolo hago va a seguir en las mismas» (No. Rad.200107090025).

«desde que era novia de él, era «suave», noera así como ahora que me da tan horrible, ahora eldice que me da como hombre, que antes no medaba como era» (No. Rad. 2001062900).

En el siguiente caso, se observa la manera cómoen un evento de violencia física se pueden generardiferentes grados de lesión mediante el uso del cuerpoes decir, las manos pueden ser usadas para sujetarcontra voluntad del tercero, halar, propinar puños,pasando a dar puntapiés, y finalmente hasta llegar aproducir un desgarro en la corporeidad del otro.

«El sábado yo me fui para el Hospital a sacarunos exámenes para la bebé, tiene un virus dedengue. Yo no tenía plata para los exámenes, yacudí a él. Nos habíamos puesto una cita a lassiete de la mañana, para hacerle tomar los exámenes,él no llegaba. Yo hice las vueltas, para que cuandoél llegara, pagara, al rato llegó embriagado y decíaque no tenía plata, que no le alcanzaba, yo le dijeque porque me hacía perder el tiempo, si habíamosquedado en eso, lo de los exámenes. Yo le dije queme iba, me cogió de la mano, me cogió del cabelloy me llevó bien al fondo del hospital y ahí fuedonde me maltrató. Me golpeó en la cabeza, puños,me tiró al suelo, me pisó el dedo pulgar del piederecho y me lo reventó» (No. Rad. 20010305006)(V.4 meses).

En ocasiones vemos la manera cómo a través de lavariable tiempo la situación de violencia avanza enrelación a los tipos de lesión, se avanza de una equi-mosis, a un hematoma, a una lesión mayor como lopuede ser el propinar un golpe de tal magnitud quegenere desgarro en el tejido, en este caso en los labios.

«Cuando éramos novios, se presentó una vez,no fue mucho la agresión, sí me cogió del cabelloporque me demoré en la tienda. Después de con-vivir, por ahí a los dos años, ya empezaron másfuertes las agresiones, al principio eran discu-siones y empujones, ya después me halaba delcabello, me insultaba, me reventó el labio...» (No.Rad.200105160004) (V. 2 ½ años).

Igualmente se aprecia cómo se pasa de un golpemediante el uso de las manos, a uno con la cabeza,que deja como resultado un hematoma, incluso unaherida facial:

«La situación de violencia se viene presentandodesde que el niño se murió, o sea como hace cincoaños. Me ha insultado y me ha pegado varias veces,me ha pegado como unas 4 veces. Cuando me pega,me pega con la mano, una vez me colocó el ojomorado, no lo denuncié... El martes por la nochellevé al niño al Seguro y lo llamé a él para que lellevara ropa al niño y él no quiso ir, yo llegue a lacasa, luego llego él, me decía que el niño estaba asíera por mi culpa, le dije que necesitaba plata parallevar al niño al seguro porque le mandaron unelectro, me tiró la autoliquidación, cuando se iba air, cogió una billete de cinco mil, se lo tiró al niño, yocogí el billete y lo rompí y le dije que el niño no erapordiosero, él se devolvió y me pegó una bofetaday luego me pegaba con la cabeza de él y me pegabaen la nariz hasta que me reventó, me decía que nollamara a nadie porque entre más llamara más medaba, que el niño estaba así por mi culpa...Él siempreme da con la mano. Cuando él me pegaba con lamano me dejaba moreteada, ahora me pegó con lacabeza y me fracturó la nariz, yo ya había sidooperada de la nariz» (No. Rad.200105100024) (V.5años).

Los grados de lesión dependen de las partes delcuerpo y fuerzas empleadas para propinar golpes, asícomo las partes del cuerpo del cónyuge comprometidas:Mano vs. abdomen, o cabeza vs. nariz. Así, los golpesvan afectando otras partes del cuerpo e incluso laestética del rostro, en el sentido que tras los hechosviolentos las personas pueden además de los hematomastransitorios, pasar a fracturas de tabique, e incluso llegara producir fracturas dentales que pueden ir desde elaflojar las piezas, partirlas o expulsarlas de la cavidadoral, afectándose así no solamente su integridad físicasino también su condición relacional en términos desu autoestima mediada por las afectaciones anteriores.«El me ha pegado con patadas, puños, siempre metira a la cara, me tiene la dentadura jodida» (No. Rad.200107170035).

Las lesiones responden al involucramiento en elimaginario tradicional del hombre fuerte, donde se creeen una relación entre la fuerza, la lesión que se genera,y la representación de la virilidad hombre: mientras

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más graves las lesiones que genera, más fuerte se leconcibe o se vive, más hombre aparece en el mundode los pares. La generación de lesiones es un mediopara mostrar la capacidad de dominio sobre el otro, entérminos de producir dolor, o temor, de tal manera quela capacidad de resistencia del otro se vea anulada ypor tanto no hay discusión sobre la forma como seejerce el poder.

Los violentadores a menudo emplean expresionesque nos remiten a la identificación de la virilidad con laagresión.

«Él dice que a él nadie lo manda, que nadietiene que decirle nada que él es el que manda, élllega crecido a la casa tumbando puertas, en micasa no le tiene tanto respeto sino como miedo. Éldice que él es que tiene el mando porque él es elque habla duro, que con un grito todos tienen quetemblar». (Personas involucradas/ Miedo en lasmismas) (No. Rad.200107160008).

En el tema de los celos, las lesiones tienen que vercon la acción de mostrar la capacidad de mantener allado a la mujer. La violencia surge como medio pararetener lo que se separa o se pierde, para mantener launión extrema o la posesión absoluta: la persona seconcibe como objeto de propiedad, de tal manera quese trata de retenerla infundiéndole temor. Finalmente,se puede llegar a la postura de que «si no es para mí noes para nadie», llegándose a producir la muerte del otroa través del ejercicio de la violencia, reflejándose asíuno de los extremos en la lógica de la escalada física.

LA ESCALADA EN SITUACION DE VIOLENCIAFISICA: DEL USO DEL CUERPO AL USO DEARTEFACTO

La escalada de la violencia física también tiene quever con el paso del uso del cuerpo al uso de artefactoso instrumentos dentro del contexto de la escalada ensituación de violencia física, comenzando por instru-mentos «menores», los cuales se caracterizan porrepresentar un relativo riesgo para la vida y la integridadfísica de la persona objeto de la violencia.

«Con la mano, la última vez le tiré con un zapatoque casi le rompo la cabeza, ahora último vine apegarle con eso» [5250002 Lines: 36-40].

Se pasa del uso del cuerpo a «instrumentos meno-res», volviendo al uso del cuerpo con partes que puedengenerar lesiones severas (puños, patas), llegando aluso de instrumentos «mayores», caracterizados por elalto nivel de riesgo que representan para la vida y laintegridad personas.

«Al principio eran cachetadas, se sacaba lacorrea y con ella me pegaba, al tiempito fueronpuños, patadas, últimamente hasta el día de ante-ayer ya fue con un machete [6080008F Lines: 40-44]

«Ahora que me abrió la cabeza no sé qué teníaél en la mano que me dio en la cabeza, nunca mehabía pegado con un objeto». [5250030F Lines:33-37]

«Me ha pegado con correa, puños, patadas. Elmiércoles según él tenía una pistola ahí, me dijo,‘me provoca es matarte’ «. [5220004 Lines: 49-52].

«Hace un año me pegó con la mano. Él nuncame había sacado el arma. Yo se la iba a quitar porqueme daba miedo que me fuera a disparar porque élestaba furioso» (No. Rad.200107090031)

«El cuando se ha enfurecido busca los destor-nilladores que encuentra en el maletín de la herra-mienta». (No. Rad.2001062900)

«Cuando éramos novios, se presentó una vezla agresión, no mucho, sí me cogió del cabello por-que me demoré en la tienda, después de convivirpor ahí a los dos años ya empezaron más fuerteslas agresiones. Al principio eran discusiones yempujones, ya después me halaba del cabello, meinsultaba, me reventó el labio, una ocasión me sacócuchillo, el decía que era por el trago que lo discul-para. En ésa me la pasé todo el tiempo. El primerome insultaba después se me tiraba encima a darmecomo él quisiera» (No. Rad.200105160004).

La persona agredida finalmente puede llegar tambiéna recurrir a la violencia. Se encuentra que son diversoslos artefactos que pueden ser usados de manera reactivaen situación de violencia, artefactos que van desde loscontundentes como son los palos, varillas, platos,avanzando a artefactos de tipo corto-punzante comocuchillos, corto - contundentes como son los machetes,hachas, hasta llegar al arma de fuego en situación deviolencia.

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En cuanto a las diferencias de género en relacióncon el uso de instrumentos, se encuentra que la mujercuando decide tener un instrumento en sus manosfrecuentemente lo hace con el propósito de amenazar,lograr que el otro no continúe desarrollando su accionarviolento; por parte del hombre, en cambio, se encuentraque cuanto éste porta algún instrumento regularmentelo usa.

«Cuando él me insulta, yo antes no le decíanada, ahora lo insulto a él, ya nos perdimos elrespeto, también le digo hijueputa, malparido,maricón, bobo y tonto. Cuando él me ha tirado yotambién le tiro a él, claro que no todas las vecesporque me da como pena con la mamá, cuando letiro, el lunes cogí un tenedor, me le tiré a clavárselopero no le hice nada, las otras veces le he tiradocon la mano a cachetearlo, a «jalarle» el cabello ycon una escoba [3210069F Lines: 73-85].

En otro caso, la entrevistada nos muestra cómoella pasa de un ejercicio de violencia indirecta a unejercicio de violencia de tipo física directa mediante eluso del cuerpo; así mismo se aprecia cómo, en situa-ción de «cansancio por maltrato», pueden aparecerideas y acciones encaminada a la destrucción del otro,aunque el fin en ese evento no se logre:

«Cuando él me pega, yo le pego, claro, el marteshace 8 días le dañé la cara, yo le dañaba la ropacuando no podía con él, le mande los policías undía. Le he arañado la cara, ayer cogí un cuchillo,ayer le quité ese cuchillo porque yo lo quería eramatar, ayer le dije que estaba cansada, que un díayo le iba a dar el dulce y que lo iba a matar en lacama, porque de tanto maltrato... Otro día le iba aechar un tinner en los ojos. Cuando él me insultayo le digo, ‘malparido por que me pegás, porqueme jodés tanto la vida, yo acaso te busco para queme jodás tanto la vida’, que lo voy a matar con uncuchillo, pero yo no puedo con ese pelado, memata a mí primero... Él cuando se ha enfurecidobusca los destornilladores que encuentra en elmaletín de la herramienta» (No. Rad.2001062900).

Sin embargo hay que señalar que en algunos casoslos instrumentos son utilizados por ambos miembrosde la pareja, tanto para amenazar como para producirheridas. En el caso siguiente se aprecia que en elcontexto de la escalada se dan acciones y reacciones

involucrando diversas formas de violencia; se apreciauna violencia simbólica por parte de la mujer, norma-lizándose3 la situación por parte de la denunciada conuna violencia de tipo físico mediante el uso del cuerpoy el uso de instrumentos.

«Llevamos 15 años de convivencia, nunca noshemos separado. La situación de violencia se vienepresentando desde que nosotros nos vinimos avivir aquí en Cali, antes vivíamos en Bogotá, esoes como desde el 92. Cuando ella me insulta medice, «gonorrea, perro hjiueputa, ojalá te murás»,la palabra que más utiliza es gonorrea. Cuando ellame ha pegado, eso ha sido cantidades de veces,ella me rajó la cabeza con una botella litro hace dosanos, antes me había rajado con una matera la ceja,en ambos me han cogido puños, me ha aruñado lacara, a veces me desfigura todo esto (señala ellodo derecho del rostro) me muerde también y ahoraúltimamente cada vez que hay un alegato ella searma de cuchillo (No. Rad.2103020040).

En ocasiones, dentro de la lógica de la escalada ensituación de normalización ambas personas involu-cradas en el hecho de violencia pueden avanzar hastallegar a exhibir artefactos cuya utilización llegan aproducir lesiones fatales. En el caso una de las parteses consciente de la lógica de la escalada, temiendo quea través del tiempo se puedan llegar a realizar accionesque atenten contra la corporalidad y vida del otro asícomo contra la propia:

«En enero me tocó sacar cuchillo a mí, él mesacó machete, antes no nos habíamos sacadoarmas, yo le dije que si él me hacia algo en la vidano respondía porque estoy cansada que él es elque diga, él que mande, yo también trabajo. Lo delcuchillo lo amenacé, lo aruño, le jalo el pelo igual...Yo no vivo con él porque un día yo sé que va apasar algo más, de pronto yo le meta una puñaladao me quite la vida» (No. Rad.200107170035).

En el caso siguiente se aprecia que la entrevistadateme a la escalada no sólo por sí misma sino por elefecto sobre los hijos. Además, ella apela al uso deartefactos como armas cortopunzantes de maneracoyuntural, aguda o episódica, dependiendo de laslesiones recibidas; es decir cuando la entrevistada veseriamente comprometida su integridad física — lavisión en este caso — ésta reacciona de manera igual-mente contundente:

tidiana la violencia. Existen acciones y reacciones reiteradas de

3 La normalización implica una situación donde se vuelve coviolencia, y se hace del ejercicio violento una manera usual de interactuar con el otro.

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«Una sola vez me defendí porque sentí quecasi me saca el ojo, eso fue hace como 8 años, loagredí con cuchillo, y no quiero hacer lo mismo,yo no quiero que mis hijos vean más eso, porquemis hijos están traumatizados, porque la niña medice que ella quiere que el papá se vaya y no lesgusta estar en la casa, él les habla a los gritos»(No. Rad.200107090031).

También sucede que la violencia no se limita a laspersonas, sino que el violentador la emprende contraobjetos de la casa:

«Me ha pegado con la mano, el problema dehace un año, él cogió un cuchillo y me amenazóque me iba a matar a mí y a las niñas, dañó losvidrios, el colchón, dañó un juego de alcoba. Eneste fin de semana que se enojó me dijo lo mismo»(No. Rad.200107170060).

ESCALADA SEXUAL

La lógica de la escalada también nos muestra laimportancia del avance en el imaginario en relacióncon el comportamiento sexual, presentándose unasupuesta infidelidad como causal para la agresión:

«El tiene un revolver en la casa. Me ha ame-nazado que me va a matar, no me ha sacado elrevolver. Me ha dicho que donde me vea mal«parquiada» me pega un tiro, que le había dicho aun amigo que ‘Ésa ya tiene mozo, ésa lo que quierees que le den candela’» (No. Rad.200107040027).

La escalada en la violencia sexual se puede presentardesde los actos sexuales en contexto de violencia, hastael establecimiento de relaciones sexuales mediadas pormotivos externos a la voluntad de la mujer.

«Él me hostiga sexualmente, trata de quitarme laropa, me insiste, me toca en todas partes, la cabeza,los pies, los senos, las manos, no sabe por dóndemeterse. Nunca ha alcanzado a penetrarme por lafuerza, la última vez que estuvo tratando de tenerrelaciones conmigo fue como ocho días antes deque me golpeara. Cuando no tengo relaciones conél me dice que tengo otra persona. Yo no tengorelaciones con él, porque eso es un paso para que élme siga molestando, además me siento utilizadaporque me golpeó y se fue y por la noche quieretener relaciones conmigo como si no hubiera pasadonada, me siento muy mal» (No. Rad. 2103020053).

Pero así como se presentan actos sexuales violen-tos, en la lógica de la escalada de la violencia sexual sepuede pasar del acto al acceso carnal en contexto deviolencia, situación que cuestiona valores fundamen-tales en las interacciones humanas... la dignidad, y laauto-determinación.

«Cuando ha habido discusiones que yo noquiero estar con él, él lo hace, yo le dijo que asíenojados no se debe hacer, él dice que le gustaverme enojada cuando le digo que no y tiene larelación conmigo, eso ha pasado como 5 veces»(No. Rad.200107160008).

«Una vez me forzó a tener relaciones sexuales,él nunca había hecho eso, y llegó borracho meforzó, me penetró, eso fue hace como un mes ymedio» (No. Rad.200107170060).

«Él me ha forzado a tener relaciones sexuales,se puede decir que unas diez veces me ha cogidoa las malas, me penetra, si yo no quiero, él quiere,él no me dice nada, me coge bruscamente. Una vezme dio puños, se desarrolló, y me echó semen enla cara, en la espalda» (No. Rad.2001062900).

ESCALADA FRENTE A LAS PERSONAS

Respecto a la escalada en la dimensión de laspersonas involucradas, encontramos una espiral enrelación a la direccionalidad de la violencia; es decir,se puede pasar de una violencia unidireccional ejercidapor uno de los miembros de la pareja a una violenciabi-direccional, ejercida por ambos miembros de lapareja, como ya hemos visto repetidamente. A travésdel tiempo, a medida que aumenta la reactividad de lavíctima en el ejercicio de la violencia, se puede vercómo en muchos casos la violencia se vuelve plural encuanto a los miembros de la pareja que la ejercen.

«Al principio no lo agredía, ya a lo último loaruño o lo empujo, me toca [hacerlo]». (No.Rad.200105160004).

«Patadas y puños, con piedras. En Bogotá, lavez que lo denuncié me estaba amenazando conun cuchillo, la dueña de la casa donde vivíamosno dejo que me hiciera nada. Anoche fue con picobotella. Yo le he tirado con cuchillo» [5220053 Lines:41-58].

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Adicionalmente, la violencia no se limita a la pareja,sino que llega a involucrar a otras personas:

«El sábado, como a las cinco de la tarde, yo ledije a él que iba a comprobar que el tenía otra y queiba a ver, qué era lo que iba a pasar, me dijo que nolo amenazara, que yo no hacía sino joder, se meabalanzó, me tiró un puño, yo cogí un soporte demateras y le dije que si me tiraba yo le tiraba, luegome pegó con un palo, la niña le dio con el «tra-piador», con el palo que el me dio le di duro en laespalda, él salió corriendo, él cogió a la niña y le diouna patada en la cara....Yo a él lo quiero mucho,pero yo no voy a aceptar que él me le venga a pagara los hijos, de pronto que me azote y me dé lo quequiera pero a mis hijos no... Otras veces el me habíapegado pero no había intentado con los niños» (No.Rad. 21051500). + E. Personas comprometidas.

«El trata mal a mis hijos, les pega muy duro, alniño grande le pegaba mucho» (No. Rad.200107090025).

«No lo había denunciado antes porque no sehabía presentado cosas tan graves como ahora,lo veo todo desesperado, hasta los hijos me losechó en contra» (No. Rad.200107040027).

«El tiene amenazado a la mamá del muchachoque el dice que es mi mozo (17 años) y al muchachotambién» (No. Rad.200107040027).

«El empujó a mi hijo y lo hizo golpear, al empu-jarme a mí empujó al niño» (No. Rad.200107160008).

«Yo no acepto que los hijos se queden con élporque él cada que se toma trago los agrede, o porhacerme sentir a mi, él los agrede porque el sabeque a mí me duele» (No. Rad.2001062900).

Por otra parte, la bi-direccionalidad está a menudorelacionada con la escalada a la inclusión de otraspersonas, ya que las entrevistadas afirman que recurrena la violencia cuando ésta afecta también a los hijos, ocuando se producen acciones que involucran a otraspersonas. En este caso puede hablarse de una multi-direccioanalidad de efecto, es decir, otras personasresultan afectadas por la situación de violencia entrecónyuges, personas que pueden ser los hijos, familiares,o vecinos.

«No le había tirado antes, esta vez intenté tirarleporque agredió a mi hijo». (No. Rad.200107160008)

«El año pasado del problema, nosotros fuimosa una fiesta donde mi familia y él había estadotocándole las piernas y el rabo a mi prima y mihermana, ellas me dijeron, yo le dije que por quéme hacía quedar en ridículo y me golpeó». (No.Rad.200107170060).

Este es otro de los ejes de análisis importante dentrodel contexto de la escalada. Dada la importancia de laspersonas involucradas y afectadas con los hechos deviolencia entre cónyuges, se aprecia que en la situaciónde violencia conyugal se tiende a involucrar y dirigirlas agresiones hacia los menores en el hogar, así comofamiliares de la persona agredida, personas que resultaninvolucradas bien sea porque asumen un rol de defensade la madre, o familiar afectada o como medio paraproferir sufrimiento a un tercero -en este caso a lamadre- tras la agresión a una persona significativa-mente importante para ellas.

«Él al niño grande, lo agrede a patadas, si él nolo obedece inmediatamente él lo agrede, el niño esmuy lento. Cuando yo me le logro escapar antesde que me agreda se desquita con los niños, cogea darles correa, golpes» (No. Rad.2001062900).

«A la mamá de el también la insulta, la vez queme sacó cuchillo a mi, también le sacó a la mamá,no lo pueden ni mirar cuando está tomado» (No.Rad. 200105160004).

«Él agredió a mi papá físicamente y de pala-bras» (No. Rad.200107090031).

«Él pelea con la familia de él y con vecinos».(No. Rad.200105160004).

Adicionalmente, se recurre al imaginario que exigeuna conducta sexual irreprochable a las mujeres, ape-lando a la doble moral, o amenazando con indisponer ala compañera con su familia, creando dudas sobre lamoral estricta que se le exige en relación con la feminidad:

«Él me dice hijueputa, perra, de todo, me da hastapena, el fin de semana me dijo «fufurufa», dice quesi me voy me encuentra donde sea. Me dijo que seva a ir con las niñas donde yo no sepa, o que si mevoy mata a mi papá, a mis hermanos, decía quecontara, que él me dejaba bien mal en la casa y conla familia, a mi papá le dijo que yo llegué borracha, élhasta se enojó conmigo» (No. Rad.20010717006).

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ESCALADA EN LAS EMOCIONES

Frente a la dimensión de las emociones en el contextode la escalada de la violencia, se encuentran que éstaspueden ser diversas, dependiendo de los recursosindividuales de las personas involucradas en los hechosde violencia. Encontramos que progresivamente laspersonas mujeres, y hombres en algunos casos, puedenexperimentar deterioro del auto-concepto, temor a lasacciones en términos de represalias de la persona mal-tratante, pasando a la conciencia de la inminencia demuerte, hasta llegar a ver la muerte auto-inflingida comouna opción para detener la escalada de la violencia,reafirmándose así una de las maneras como la violenciadesde la óptica del modelo de la escalada se regula en simisma a partir de la acción de los involucrados.

Deterioro del auto-concepto debido al temor

«Yo he perdido mucho la autoestima, me dacomo miedo» (No. Rad.200107170060).

«Cuando él me insulta yo me quedo calladaporque le tengo mucho miedo, debe ser por loagresivo, me da miedo de que me golpee. Cuandoél me pega no le hago nada (llanto)» (No. Rad.2103020053).

«Ahora me siento aburridísima, miedo, nervios,al principio no sentía todo esto, al principio él mepegaba, me iba y me buscaba y nos contentá-bamos, no sentía miedo [6080008F Lines: 76-81].

Conciencia del peligro de muerte

«Llevamos 17 años de convivencia, nos hemosseparado dos veces porque siempre me trata mal yme golpea, yo me voy y él me vuelve a buscar, yovuelvo porque me da pesar de los niños y élsiempre me dice que va a cambiar, pero ahora ya esel colmo porque estoy dormida y trata es de matar-me dormida».

«No lo había denunciado porque eso ha pasadoun sábado o viernes, él me dice que si pongo undenuncio me quita las niñas, o dice lo que no es.Lo denuncio ahora porque ya veo que eso es unpeligro, ya me dolió mucho que le pegara a la niña,el viernes pensé que me iba a matar». (No. Rad.200107170060)

«Me insulta y me pega, varias veces ha pasadoeso. En Bogotá estuvo detenido porque me había«golpiado». Anoche sí me iba a matar. [5220053 Lines:30-33]

La situación de violencia, atraviesa las vidas de laspersonas involucradas de tal manera, que incluso apartir de la vivencia de dichas situaciones se pueden irconfigurando afecciones de índole emocional a puntode desencadenar en crisis nerviosas u otros problemasemocionales y mentales.

«El problema psiquiátrico mío es que me damucha ira y quiero coger a las personas y golpiar,me da mucha ira. De ira le di duro en la espalda. Yono quisiera reaccionar así» (No. Rad. 21051500).

Una particularidad relacionada con el género de laspersonas denunciante es que cuando se trata de indivi-duos masculinos, regularmente éstos se remiten ainstancias de denuncia sólo cuando el hecho violentoen el contexto de la escalada adquiere una dimensiónque atenta contra la integridad física o la misma vida.

«Nunca la he denunciado, por esta cuestiónde papelería, yo he evitado esto porque yo trabajoen un taxi y para esto tuno iene que sacar tiempo,pero esta vez uno se ve agredido y tener que recurrira otras personas y ya mañana me acuesto a dormirme va a matar así por así... El problema de todoesto es tener amante en la calle, y otra cosa es queen la casa lo vayan a matar, yo hago las cosas en lacalle, y en mi casa me vienen a pegar puñaladas»(No. Rad.2103020040).

Ideación Suicida

«Mal, siendo decaimiento por los problemas,me coge una ansiedad de comer, mantengo muyaburrida, a veces me dan ganas de tirármele a uncarro o tomarme un veneno para acabar con esteproblema, por eso fui a la Fiscalía porque estoydecidida a no seguir viviendo con él» (No. Rad.200107170060).

ESCALADA EN LA GEOESPACIALIDAD

En cuanto a los lugares de ocurrencia de los hechos,en la espiral de violencia se encuentra que se pasa delespacio privado/doméstico, a un espacio publico. Loespecial de este eje de análisis se remite a que parecieraque la persona en situación de violencia se ubicaramentalmente y mediante amenaza en otro espacio fueradel hogar, regularmente el espacio al cual se remitenes al mundo del trabajo, así como en la vía publica.

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Rubén Darío Garzón M.Trabajador social forense

Especialista en investigación social

«Las discusiones son porque no quiero volvercon él, que si me llega a ver con alguien el seríacapaz de muchas cosas, incluso va a mi trabajo yme hace escándalos» (No. Rad. 2103020053).

«No puedo moverme para ninguna parte, meamenaza que me va a ir hacer escándalo a lafabrica...Yo me siento con miedo a que me hagaalgo o que haga algo en la empresa» (No. Rad.200105140008).

«Cuando me he separado él me persigue, metira, él me dice que si yo no quiero vivir con él, queyo no puedo tener amigas, que no puedo salir, queno puedo tener amigos, que donde me vea me pega,que me va a quitar el niño, que si me ve con otrapersona que me mata y lo mata a el también. Dondeyo vivo, me sacan porque él va y me hacen escán-dalos» (No. Rad. 2001062900).

CONCLUSIONES

La escalada de la violencia, como hemos visto, sepresenta en relación con el tipo de violencia, pasando

de la psicológica a la física, y también en relación conla intensidad, el tipo de artefactos empleados, la recu-rrencia a la violencia sexual, la extensión de la agresióna otras personas, la escalada en las emociones, asícomo en cuanto a la geo-espacialidad. A medida quese avanza en la espiral de violencia, más factible sehace que la violencia conduzca a la situación irreversibleque es el homicidio. Este modelo de escalada puedeemplearse en la atención a los casos de violencia, a finde que los funcionarios que tienen a su cargo las denun-cias y el tratamiento a las víctimas sean conscientesdel peligro de llegar a estos extremos. En muchasocasiones estos pueden evitarse, si somos conscientesde los síntomas que nos señalan que estamos enpresencia de una escalada que puede desencadenar enun evento fatal.

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Erotismo, violencia y género:deseo femenino, femineidad y masculinidad

en la pornografía

Resumen:En este trabajo se exploran algunas distinciones

entre erotismo y pornografía, y se reflexiona sobre larelación entre la pornografía y la degradación de lamujer, resumiendo las dos principales tendencias alrespecto en el pensamiento feminista. Una de ellas planteala meta de la erradicación de la pornografía, mientrasla otra protesta por los intentos de censura, y consideraque la pornografía es liberadora. Se analizan algunosaspectos de la relación de estos temas con la violenciasimbólica, así como con el deseo femenino, la feminidady la masculinidad.

Palabras clave: Erotismo, pornografía, violencia,feminismo, deseo, feminidad, masculinidad.

Abstract:In this essay some distinctions between eroticism and

pornography are explored. After a reflection on therelations between pornography and the degradation ofwomen, two major trends in feminist thought regardingpornography are explored. One of them seeks toeradicate pornography, while the other is critical of suchattempts at censure, and considers pornography aliberating influence. Some aspects of the relation of thesesubjects to symbolic violence, and to female desire,femininity and masculinity, are analyzed.

Key Words: Eroticism, pornography, violence,feminism, desire, femininity, masculinity.

na revisión del arte erótico, aun la másrápida, nos muestra una gran diversidadde temas y enfoques posibles. Una escul-tura rescatada de Pompeya, datando quizá

del primer siglo antes de Cristo, representa a un sátiroque penetra una chiva: es decir, un semi-hombre, semi-animal, que copula con una bestia. Otra escultura, estavez del arte griego clásico, (año 350 A. C.), insinúa larelación entre erotismo y violencia: se trata de dosluchadores enzarzados en un cuerpo a cuerpo dondeel poder físico se confunde con el homo-erotismo. Siviajamos al siglo XI de nuestra era, y a otro continente,encontramos en la India las esculturas eróticas deltemplo de Khayurajo, en Madhya Pradesh, descubiertaspor los occidentales en 1838. Aquí vemos cómo elcuerpo de la mujer se pliega, sinuosa y dócilmente, aldel hombre que la abraza. En contraste, algunas piezasde arte erótico precolombino exhiben una gran recipro-cidad y simetría entre los participantes en la cópula:no se observa aquí ascendencia ni sometimiento deninguno de los dos.

Con Picasso, volvemos a la representación de unarelación de poder, o quizá deberíamos decir de unintercambio de poderes, esta vez entre un caballeroque mira y una prostituta que exhibe sus genitales comouna mercancía. Mientras que las miradas del hombre,convertidas en trazos rectilíneos, recorren todo el cuer-po de la mujer, las de ella abarcan la cabeza de él, yalgo que él lleva en su mano, tal vez una bolsa de dinero.Finalmente, nos encontramos, en un dibujo exhibidoen una Galería de Ámsterdam, con el despliegue eróticode la fragmentación y la difusión de formas. Loscuerpos femeninos, delgados, jóvenes, se enredan, suspartes entrelazadas hasta el punto de que se pierde laindividualidad de cada una de las participantes.

Si nos atenemos a la etimología, sólo en el dibujode Picasso podríamos hablar propiamente de

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pornografía (aunque evidentemente el tratamiento quele da Picasso al tema es mucho más complejo que eldel gráfico pornográfico usual). «Pornografía» vienedel griego porne (esclava o prostituta) y de graphos(escritura, representación, descripción). Etimológica-mente, pornografía es «la escritura, representación odescripción de la esclavitud sexual y la prostitución».1

Parece evidente que esta definición es demasiadolimitada, pues no incluiría a la mayor parte de lasimágenes y los textos que usualmente se consideranpornográficos. ¿Qué es, entonces, la pornografía? ¿Quétiene en común con el erotismo y en qué difiere de él?¿Hasta qué punto está relacionada con la esclavitudsexual, con la violencia? En este trabajo exploraréalgunas distinciones entre erotismo y pornografía, yplantearé algunas reflexiones sobre la relación entre lapornografía y la degradación de la mujer, resumiendolas dos principales tendencias al respecto en elpensamiento feminista. Me referiré a la relación de estostemas con la violencia simbólica, para finalmentepresentar algunas consideraciones sobre el deseofemenino, la feminidad y la masculinidad.

Erotismo, pornografía y obscenidadVale la pena, para comenzar, invocar la definición

que nos ofrece María Mercedes Gómez: «Pornografíaes la representación de un cierto comportamiento sexualque tiene como… único fin excitar sexualmente».2

Gómez obtiene su definición en un artículo sobreasuntos jurídicos, y por lo tanto el problema de laintención, del fin que se persigue al representar un temasexual, es allí determinante para decidir si existe o nodelito. De modo similar, esta autora cita una afirmacióntomada del Williams Report (Informe del Comité sobreObscenidad y Censura del Filme de Gran Bretaña)según la cual, «Lo erótico es aquello que expresa laexcitación más que causarla».3 Lo erótico, entonces,nos hablaría de la sexualidad expresando, recreando,

representando una experiencia o una conducta sexual,a fin de explorar su sentido, comunicar nociones,intuiciones, imágenes, sobre esa experiencia sexual.El arte erótico puede o no excitar al espectador/a, allector/lectora, pero no tiene por único o principalobjetivo lograr esa excitación. Lo erótico, nos siguediciendo Gómez, «nos remite a la conciencia de nuestrocuerpo como lugar de gozo», nos ayuda a conocernos,es «reciprocidad con el mundo,… es diálogo y nomonólogo sexual» 4. En las palabras de Eileen O’Neill:

Lo erótico puede darnos un poder que puede serusado en lugares diferentes a nuestras camas. Si AudreLorde está en lo correcto, y lo erótico puede darnosenergía en nuestro trabajo y en nuestra lucha, y puedeser una forma de conocimiento, entonces seguramenteno es de la esencia de lo erótico el ponernos en unestado de ansiedad sexual intensa o provocarnos unorgasmo. Cuando nos encontramos en estos estados,difícilmente podemos ver más allá de nuestros amantes.El erotismo es la pasión tranquila.5

Lo erótico, por otro lado, debe diferenciarse de loobsceno, mencionado a menudo en los juicios contrala pornografía. Asimismo, la crítica feminista a lapornografía y la persecución del Estado liberal a laobscenidad son dos cosas totalmente distintas. Elconcepto de obscenidad nos remite a la representaciónde la sexualidad que una sociedad juzga como ofensiva,y está ligado a la moralidad y a las normas sociales. Lapornografía, en cambio, está a menudo ligada a larepresentación de la violencia. Precisamente una delas diferencias entre pornografía y erotismo es la ausen-cia de coerción o de violencia en las representacioneseróticas. Es por esto que mientras la ley en nuestrassociedades burguesas modernas se ocupa de regular yprohibir la obscenidad, para algunas feministas lo quees problemático y nocivo no es lo obsceno, sino lopornográfico, por ser siempre una negación de losderechos de las mujeres. Según Catharine MacKinnon,

1 Ronald Collins y David Skover, «The Pornographic State» («El Estado pornográfico»). Harvard Law Review, Vol. 107,No. 6 (abril 1994), citado en: Derecho y pornografía. Catherine A. MacKinnon, Richard Posner. Bogotá: Siglo del HombreEditores/Universidad de los Andes, 1997, p.13.

2 María Mercedes Gómez, «La mirada pornográfica». Introducción. EN: Derecho y pornografía. Catherine A. MacKinnon,Richard Posner. Bogotá: Siglo del Hombre Editores/Universidad de los Andes, 1997, p. 13.

3 Williams Report – Informe del Comité sobre Obscenidad y Censura del Filme, Gran Bretaña, 1979, citado en Gómez, op.cit., p. 14.

4 María Mercedes Gómez, op. cit, p. 17.5 Eileen O’Neill, «(Re)presentations of Eros: Exploring Females Sexual Agency», EN: Gender Body Knowing. Feminist

Reconstructions of Being and Knowing. Alison M. Jaggar y Susan Bordo, eds. New Brunswick, Rutgers, 1989, p. 70. Citado enMaría Mercedes Gómez, op. cit., p. 18.

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«la legislación contra la obscenidad se ocupa de lamoral; específicamente de la moral entendida desde elpunto de vista masculino: aquella que representa la visiónde la dominación masculina. La crítica feminista a lapornografía es política; política desde el punto de vistafemenino y representa la visión de la subordinación delas mujeres a los hombres». 6 Sin embargo, como vere-mos, no todas las feministas comparten la condenacióna la pornografía.

Dos posiciones feministas sobre la pornografíaCreo que la inmensa mayoría de las feministas

respaldaría la crítica a un cierto tipo de pornografía,aquella que es degradante para la mujer (y obviamente,aquella que incluye niños o niñas, aunque esta últimano será considerada en este trabajo). Efectivamente,el cúmulo de investigaciones sobre los efectos nocivosde la pornografía al intensificar y propagar distintasformas de violencia contra las mujeres, tiende a validarla idea de que en muchos casos los textos, imágenes ofilmes pornográficos tienden a devaluar a las mujeres.Aunque nunca se ha comprobado que la pornografíasea una causa directa de la violación y de otras formasde agresión contra las mujeres, encontramos unaextensa literatura que señala que los materiales sexistas,especialmente aquellos que muestran a las mujereshumilladas o agredidas en relación con actos sexuales,promueven actitudes, ideas y conductas lesivas a losderechos de las mujeres.7

No se trata de plantear que el consumo de imágenesque representan actos violentos necesariamente losproduce, pero sí es un síntoma de la devaluaciónfemenina el que en una cultura sea tan frecuenteencontrar distintos tipos de representaciones en lascuales, o bien se recrea un tipo de relación entrehombres y mujeres en la cual el papel de ellas aparecetotalmente determinado por la gratificación del deseode ellos y nunca por el deseo propio, o bien la mujeraparece como víctima pasiva de abusos. En el primercaso, las imágenes pornográficas reproducen simbó-licamente la relación entre la prostituta y el cliente, aúncuando se trate de otros contextos narrativos, pues la

mujer aparece como mero instrumento para el placerdel varón. En este sentido, la definición etimológica dela pornografía como representación de actos deprostitución (en un sentido simbólico, no necesa-riamente literal) vuelve a adquirir vigencia. Del mismomodo la subordinación de la mujer al hombre se erotiza,con lo cual surge la pregunta sobre el papel que juegael poder de dominación sobre la mujer en cierto tipode materiales pornográficos; parecería que la recreaciónsimbólica, por medios visuales o audiovisuales, de lajerarquía sociocultural entre hombres y mujeres, añadeun ingrediente muy importante en la erotización de lapornografía.

En el segundo caso, en la representación de la mujeren actitudes y situaciones abyectas, estamos anteelementos sadomasoquistas, que son muy comunesen la pornografía; se trata allí de una erotización de laviolencia dirigida contra la mujer. Como señala SandraBartky, este tipo de representaciones sadomasoquistas,refuerza poderosamente la dominación masculina y lasubordinación femenina debido a que, al vincular estosfenómenos con nuestros deseos sexuales más profun-dos—deseos definidos por la psicología ideológica-mente sesgada como instintivos—los hace aparecercomo naturales. El participar voluntariamente en estemodo de sexualidad es por lo tanto cooperar en lasubordinación de la mujer.8

En ese tipo de pornografía, donde aparece la mujervictimizada, en situación de humillación y como objetode vejámenes, ese cuerpo maltratado de mujer es eltema central de la imagen, de la representación en vivo,o del film.

Por otra parte, en el caso contrario, aquél en elcual la mujer aparece dominando y castigando a supareja, por lo general las imágenes no se centran en larepresentación del cuerpo del varón que está siendocastigado. El hombre maltratado, su cuerpo victimi-zado, no parecen ser más que accesorios, indicios dela situación que se representa, y no constituyen el objetotemático principal, como sí lo es el cuerpo de la mujervictimaria, el cual aparece convertido en objeto eroti-zado. Es el cuerpo de ella, de la «Dominadora»

6 Catharine Mc Kinnon, Derecho y pornografía. Op. cit., p. 46.7Para una compilación bibliográfica de investigaciones sobre el tema de los efectos de la pornografía en la violencia contra las

mujeres, véase «Studies and Research on Media Effects», Australia., Mayo 9, 2006. http://libertus.net/censor/studies2.html8 Sandra Lee Bartky, «Feminine Masochism and the Politics of Personal Transformation». EN: Feminity and Domination. Studies

in the Phenomenology of Oppression. New York: Routledge, 1990, p.48.

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(dominatrix en el término que ya es coloquial en inglés),un cuerpo generalmente enfundado en cuero negro,rodeado de elementos como látigos, gorras militares,cadenas, taches y otros elementos que recuerdan ins-trumentos de tortura, el que generalmente se resalta yen el cual generalmente se propicia que se detenganlas miradas. Aún cuando a primera vista este tipo derepresentaciones parecería poner a la mujer en el papeldominante, si nos detenemos a analizar el tratamientoque se le da al tema se hace claro que es el goce delvarón masoquista, más que el de la mujer sádica, elque aquí se propicia. Una vez más el papel de la mujeres el de propiciar, estimular, servir al placer del hombre,independientemente de si existe o no placer para ella.

En suma, podemos decir que la pornografía (almenos cierto tipo de pornografía) a la vez «refuerza yerotiza el estatus subordinado de las mujeres».9 Porestas razones, muchas mujeres se sienten repelidas porella, al verla como una expresión más de una sociedadmisógina. A partir de la década de los 90, se produce anivel mundial un fuerte movimiento feminista contrala pornografía, que alcanza grandes éxitos, al difundirsu condenación. En la Plataforma de Acción de laCuarta Conferencia Mundial sobre las Mujeres (Beijing,1995), por ejemplo, se mencionan explícitamente losefectos adversos de la pornografía al difundir «imá-genes en los medios de violencia contra las mujeres,en particular aquellas que muestran violación o escla-vitud sexual», y se señala que estas imágenes actúancomo factores que contribuyen a perpetuar esa violen-cia, «influyendo de manera adversa en la comunidaden general, en particular en los niños y los jóvenes».10

El Informe de la Relatora Especial sobre Violenciacontra las Mujeres de la Comisión de DerechosHumanos de la ONU habla de la pornografía comouna forma de violencia que «glamoriza la degradacióny el maltrato de las mujeres… y afirma su función

subordinada como meros receptáculos de la lujuriamasculina».11

Entre las teóricas pioneras del movimiento anti-pornografía encontramos a las norteamericanas AndreaDworkin y Catharine MacKinnon. En la definición deestas dos autoras, la pornografía es siempre una formade representación gráfica de la subordinación de lasmujeres. En su concepto, cuando la pornografía incluyeel uso de hombres, niños o transexuales, lo haceponiéndolos en el lugar de las mujeres, pues la degra-dación de las mujeres es el fin primero y más naturalde la pornografía.12 En los textos y las imágenes porno-gráficas, «las mujeres desean la crueldad y ser despo-seídas… atadas, golpeadas, humilladas y asesinadas;o, simplemente, quieren ser tomadas y usadas». Segúnestas autoras, el mensaje central de la pornografía esque «las mujeres están ahí para ser violadas y poseí-das», entre otras cosas porque ése es su deseo.13 ParaMacKinnon, «la pornografía, desde la óptica feminista,«deshumaniza a las mujeres», despojándolas «del poderque en ese mismo acto, confiere a los hombres: elpoder de definir lo sexual, y por lo tanto, de definir elgénero.»14

Esta autora sostiene que «la defensa liberal de lapornografía… es una defensa no sólo de la fuerza ydel terrorismo sexual, sino además de la subordinaciónde las mujeres».15 Por estas razones, ella condena laactitud liberal, permisiva, pues el laissez faire en unasociedad jerarquizada, donde existe la desigualdad degéneros, sólo conduce a reforzar esa desigualdad,permitiendo que «el discurso del poderoso» imponga«su visión del mundo ocultando la verdad de losimpotentes».16 (Lo que Mac Kinnon no aclara, es cómose decide cuál es esa verdad, quién estaría facultado ofacultada para tomar esa decisión, y por lo tanto paradefender a «los impotentes» cuya verdad se haocultado.) Desde esta perspectiva, la permisividad

9 «Pornography and Sexual Violence». Minnesota Center against Violence and Abuse. Julio 2004. http://www.mincava.umn. edu/documents/arpornography/arpornography.html#id2559708

10Véase «Population signs: Promoting Gender Equality», Informe sobre género de la UNFPA (Fondo de Población de las NacionesUnidas), Febrero 2006. http://www.unfpa.org/gender/icl_02.htm

11 Informe de la Relatora Especial sobre Violencia contra las Mujeres de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. http://www.un.org/rights/dpi1772e.htm

12 Andrea Dworkin y Catharine MacKinnon, Pornography and Civil Rights: A New Day for Women’s Equality. Minneapolis:Organizing against Pornography, 1988, citado en Catharine MacKinnon, Only Words. Cambridge, Massachusetts: Harvard UniversityPress, 1995, p. 121.

13 Ibid., p. 49.14Catharine Mc Kinnon, Derecho y pornografía. Op. cit., p. 64.15 Catharine Mc Kinnon, Derecho y pornografía. Op. cit., p. 50.16 Ibid., p. 60.

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frente a productos culturales que degradan a las mujeresagrava el problema de la subordinación de las mujeresa los hombres, que es generalizada, pues se extiende atodas las esferas y ámbitos de la vida social, incluyendola familia y la vida cotidiana. Por más que queramosseparar a las mujeres «buenas» que pertenecen a laesfera familiar, de las mujeres «malas» que participanen la producción pornográfica, en la medida en que lasexualidad femenina se devalúa mediante la humillaciónque se hace a algunas mujeres, se hace más difícilrespetar la dignidad de las mujeres como tales.

La autora muestra cómo, al crear la fantasía deldeseo de la mujer de ser humillada y poseída, la violaciónse erotiza. Es más, la pornografía «es una forma desexo forzado, una práctica de política sexual, unainstitución de la desigualdad de sexos».17 En relacióncon este carácter de «sexo forzado» de los textos,filmes y otros materiales pornográficos, la autora alude,para dar sustento a su alegato, a la autobiografía deLinda Lovelace.18 Se trata de la actriz que protagonizóel film pornográfico Deep Throat (Garganta profunda),tal vez el más exitoso a nivel comercial de toda lahistoria. En su autobiografía, Ordeal (Ordalía),Lovelace relata las torturas y el abuso sufrido a manosde su esposo, Chuck Traynor, quien además nunca leentregó un dólar de todos los millones que recaudó elfilm. Desde la publicación del libro, otras mujeres quehan trabajado en distintos tipos de productos mediáticospornográficos, han denunciado la explotación y elmaltrato de que han sido víctimas. Por otra parte, esun hecho observable que en nuestro mundo globalizadola pornografía es cada vez más violenta y másgeneralizada, y que se difunde cada vez más fácilmente,entre otros medios, a través de Internet.

En su trabajo, Dworkin y MacKinnon no se limi-taron al análisis, sino que, además de presentar unargumento jurídico novedoso contra la pornografía, alconsiderarla un atentado contra los derechos civilesde las mujeres, plantearon alternativas prácticas paracombatirla. Las dos autoras propusieron un modelode legislación que debía ser aprobada para prohibir lapornografía, que fue adoptado por muchos grupos de

mujeres, sobre todo durante la década de los 1980s. Eltrabajo desarrollado por ellas y por otras activistascondujo a que en varias ciudades de Estados Unidos yde Canadá se establecieran leyes contra la pornografía.

Sin embargo, no todas las feministas han compar-tido la idea de la deseabilidad de esta propuesta, nitampoco el rechazo a la literatura y las representacionespornográficas. Ya en 1952, Simone de Beauvoir planteóen su artículo «¿Hay que quemar a Sade?» («Fault-ilbrûler Sade?»), que las obras literarias del Marqués deSade tenían un valor político, al revelar, tematizar yarticular las conexiones entre poder y erotismo. Sin enningún momento idealizar ni romantizar a Sade, ni negarsu criminalidad, Beauvoir encuentra en su obra «elinmenso mérito» de «que reivindica la verdad del hom-bre contra las abstracciones y las alienaciones que noson más que huidas».19 Lo que la autora consideravalioso en la literatura escrita por el Marqués es quelogró superar el sensualismo banal y decadente de suépoca «para transformarlo en una moral de la auten-ticidad». Una autenticidad que a sus lectores y lectoraspuede parecernos repugnante, pero que no sólo ridi-culiza la actitud hipócrita del moralismo, sino queademás nos enfrenta a la necesidad de abandonar laindiferencia ante la crueldad y ante el sufrimientohumano: «Sade ha vivido hasta la hez el momento delegoísmo, de la injusticia, de la desgracia, y ha reivin-dicado su verdad. Lo que da supremo valor a su testi-monio es que nos inquieta».20

Posteriormente, otras autoras han planteado lasposibilidades transgresoras del erotismo, como unaherramienta contra el orden establecido. Algunas deellas plantean que cierto tipo de representaciones delerotismo sadomasoquista puede significar posibilidadespara la subversión del patriarcado mediante un empode-ramiento de la mujer. Teóricas como Gayle Rubin y elGrupo Samois de feministas lesbianas, sostienen que,al menos en algunos casos, el sadomasoquismo y surepresentación mediante la pornografía son prácticascontra-cultura, que rompen con el vínculo entre placersexual y reproducción, que subvierten la moral burgue-sa, y que por lo tanto son liberadores.21

17 Catharine MacKinnon, Derecho y pornografía, op. cit., p. 48.18 Ordeal, Linda Lovelace with Mike McGrady. Secaucus, NJ :Citadel Press, 1980.

19 De Beauvoir, Simone. ¿Hay qué quemar a Sade? Madrid: Mínimo Tránsito / Visor, 2000, p. 99.20 Ibid., p. 100.21Véase « Breve reseña de algunas teorías lésbicas» de Jules Falquett. http://www.ciudadaniasexual.org/publicaciones/Lesbianismo-

JulesFalquett.pdf

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En general, las proponentes de lo que se ha llamadoel «feminismo positivo hacia el sexo» (sex-positivefeminism), que incluye un sector de teóricas lesbianas,han rechazado la legislación basada en las tesis deDworkin y MacKinnon, pues ella no sólo afecta a lospornógrafos masculinistas sino también a las mujeresy otros grupos que trabajan distintas formas de artepornográfico. Esta legislación censora se volvió encontra de la misma Andrea Dworkin, según nos lorefiere Kelly McDowell:

Marcando un momento irónico en el debate[entre feministas pro-pornografía y feministas anti-pornografía], una de las novelas de la propiaDworkin cayó víctima de confiscación en Torontocomo resultado de la legislación de censuraaprobada en Canadá, la cual tomó como su modelola ordenanza propuesta por Dworkin y MacKinnon.El incidente demuestra el efecto de la censura bajoun régimen patriarcal. El enfoque generalizado[contra toda la pornografía] tiene mayoresprobabilidades de violar los derechos de las mujeresy de otras minorías que de afectar a la pornografíamás común, publicada por grandes empresas. Laposición a favor de la censura ha obrado silen-ciando las identidades marginalizadas y obstacu-lizando el compromiso político de las mujeres.22

En resumen, al interior del feminismo encontramosuna diversidad de posiciones frente al sexo, que puedenagruparse en dos grandes corrientes, las cuales hansido caracterizadas por Gayle Rubin de la manerasiguiente:

Una de las tendencias ha criticado las restric-ciones en la conducta sexual de las mujeres y hadenunciado los altos costos impuestos sobre lasmujeres por ser sexualmente activas. Esta tradicióndel pensamiento sexual feminista ha hecho unllamado a favor de una liberación sexual que fun-cione tanto para las mujeres como para los hom-bres. La segunda tendencia ha considerado laliberalización de la sexualidad como algo que llevainherente una mera extensión del privilegiomasculino. Esta tradición resuena con discursosconservadores, y que van contra la sexualidad.23

Esta caracterización obviamente privilegia la primeratendencia y se aparta de la segunda. En mi opinión, sibien es cierto que existen dos grandes tendencias delfeminismo frente a la sexualidad, una más favorable ala liberación de las costumbres y usos sexuales que laotra, el texto de Rubin no nos da una representaciónjusta de la segunda, sino que la caricaturiza. Aún cuandono comparto la idea y el proyecto de una lucha contrala pornografía que llega en ocasiones a asemejarse a lacensura más retrógrada, creo preciso reconocer quehay muchos aspectos válidos en la crítica de muchasfeministas a la supuesta revolución sexual. Este movi-miento cultural en muchos sentidos no resultó real-mente liberador, en primer lugar porque trivializó ycomercializó el placer sexual, convirtiendo el cuerpofemenino en un objeto de consumo visual para la ventade todo tipo de artículos, y en segundo lugar porquecondujo a convertir un mundo donde el ejercicio de lasexualidad estaba prohibido para las mujeres, en unmundo donde se requiere y casi se obliga a muchasmujeres, sobre todo a las jóvenes, a participar enrelaciones sexuales no deseadas so pena de serconsideradas reprimidas o mojigatas. No obstante,pienso, como Rubin, que si luchamos contra toda lapornografía, o si adoptamos estrategias relacionadascon la censura y la prohibición, podemos fácilmentecaer en una actitud anti-sexo que en últimas serácontraproducente para las posiciones feministas. Meparece claro que las formas de resistencia contra losefectos nocivos de la pornografía que degrada a lasmujeres, deben apelar a estrategias distintas de lacensura. Desde el punto de vista feminista, además, loque debemos luchar por desestimular no es la porno-grafía en general, sino solamente aquella que promueveexplícitamente la violencia contra las mujeres, y hacerlopor medio de la educación y de la concientización dehombres y mujeres.

El deseo femenino, la masculinidad y la violenciaEl camino para conseguir tal propósito, sin embargo,

es mucho más complejo de lo que a primera vista

22 «The Politics of Lesbian Pornography: Towards a Chaotic Proliferation of Female Sexual Imagery»by Kelly McDowell. http://www.americanstudies.wayne.edu/xchanges/1.1/mcdowell.html

23Gayle Rubin,»Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of the Politics of Sexuality». En: Carole S. Vance (Ed.), Pleasure andDanger: Exploring Female Sexuality. Boston: Routledge & Kegan Paul, 1984, pp. 267–319.

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parece. Por ejemplo, a pesar de que MacKinnon afirmaque las mujeres que trabajan en la pornografía sonobjeto de coerción y maltrato, ella misma reconoceque algunas mujeres «adoptan explícitamente el sado-masoquismo», pero considera este hecho como unaconsecuencia de la serie de violaciones de todo tipoque viven las mujeres a lo largo de su vida, que conducea que ambos sexos consideren que los actos de violen-cia contra ellas son «naturales, satisfactorios y eróticos,ya que no se ha permitido la crítica, las alternativas nilas transgresiones».24 Concuerdo con ella en que lasmujeres hemos sido educadas en gran medida paratolerar la humillación sexual, e inclusive para desearla.Pero allí precisamente, en el mismo deseo femenino,reside uno de los mayores obstáculos para erradicar lapornografía denigrante para las mujeres. Aún más, esatendencia a la perversión masoquista del deseo de almenos algunas mujeres, no sólo permite la pornografía,sino también muchas otras formas de subordinaciónde las mujeres. De algún modo, al tolerar el maltrato,al sentirse halagadas por la posesividad de los varonesque son sus compañeros sexuales, al aceptar pasiva-mente la dominación y las humillaciones, las mujeres(al menos algunas de ellas, y quizá todas al menosalguna parte del tiempo) muchas veces contribuyen aponer en manos de los maltratadores el poder con elcual se les avasalla.

En la medida en que el topos de la mujer comoobjeto de deseo y de violencia sigue reteniendo sueficacia, no debe sorprendernos que haya un porcentajede mujeres25 que tenga fantasías sadomasoquistas,incluyendo fantasías de violación, como parte de laexperiencia erótica. El gusto de las mujeres por lasfantasías en las cuales una mujer aparece como víctimase hace evidente, además, en la literatura de «roman-ces», novelas de amor escritas para mujeres, tanto lasque se publican en revistas como las que se venden enforma de libro. De manera típica, las mujeres de estasnovelas son puras y fieles, y tienden a enfrentarse avarones violentos, con frecuencia brutales. Hacia el

final, la dulzura de la protagonista logra contener laagresividad del varón, y todo termina en un matrimoniofeliz. Sin embargo, como nos dice Sandra Bartky, «nopuede una escapar a la sospecha de que la crueldad deestos hombres [protagonistas de los romances] consti-tuye buena parte de su atractivo sexual».26

(En este punto es necesario hacer una advertencia:reconocer el gusto de algunas o aún de muchas mujerespor las fantasías sadomasoquistas en ningún momentoequivale a decir que ese gusto pueda convertirse enjustificación de la violación o de la agresión sexual. Esnecesario distinguir entre fantasía y deseo: la mujerque se imagina siendo violada mientras realiza el actosexual no está deseando ser violada. Generalmenteesa misma mujer que tiene ese tipo de fantasías, encaso de una violación real se resiste a ser violada tantocomo cualquier otra, y si es objeto de una violaciónsufre tantos trastornos y traumas psicológicos comolas mujeres que no tienen ese tipo de fantasía.)

Lo que parece especialmente problemático es quela erotización de la dominación puede ser interpretadacomo una manifestación de una cierta tendencia almasoquismo en las mujeres. Si fuera una característicainherente a la mujer el desear ser dominada, no seríaposible aspirar a desestimular la pornografía denigranteni tampoco a transformar este aspecto de la cultura.Vale la pena recordar aquí que la femineidad, segúnFreud, se caracteriza por la tendencia al masoquismo,además de la tendencia a la frigidez y al narcisismo,los fines pasivos (las mujeres dedicando todas susenergías a promover los fines de otros, no los propios),y un superyó débil (incapacidad femenina de tomardecisiones morales con base en principios abstractos,pues las mujeres, según Freud, privilegian las conside-raciones basadas en relaciones personales).27

Esta descripción puede ser válida en la medida enque se tome como representación y revelación deestereotipos culturales, mas no como herramienta parael análisis psíquico de una femineidad que se supongade algún modo generalizada e innata, ya que dicha

24Catharine Mc Kinnon, Derecho y pornografía. Op. cit., p. 68. 25 Sandra Lee Bartky nos refiere a un artículo de la revistaMS (Julio-agosto de 1982, p.35), en el cual se decía que de todas las mujeres que dicen tener fantasías sexuales, 25% tiene fantasías

de violaciones. («Feminine Masochism and the Politics of Personal Transformation». EN: Feminity and Domination. Studies in the Phenomenology of Oppression. New York: Routledge, 1990, p.46).26 Sandra Bartky, Femininity and Domination. Studies in the Phenomenology of Oppression., op. cit., p. 46. ppre27Cf. Sigmund Freud. «La feminidad». Nuevas lecciones de introducción al psicoanálisis (1932). EN: Obras completas. Vol. XXII.

Buenos Aires: Amorrortu, 1968.

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caracterización está formulada desde una obvia posturade varón viendo a la mujer como la Otra. La objeciónmás profunda que puede hacerse, desde el punto devista de la teoría de género, a este esfuerzo de Freudpor caracterizar la femineidad, es la tendencia de estepensador a deslizarse frecuentemente en su discursoentre la formulación de lo que podría considerarse comoactitudes culturales, al hablar de lo femenino, y la refe-rencia reiterada a «las mujeres», como si las caracte-rísticas que describe fueran cualidades de una esenciade mujer. Además, la caracterización a que nos referi-mos muestra una tendencia al prejuicio misógino, a lasubvaloración de lo femenino. Para poner en evidenciaesta tendencia, hagamos el ejercicio de postular unaserie de características de la masculinidad, oponién-dolas a las que según Freud describen la feminidad: Ala tendencia al masoquismo en la femineidad corres-pondería la tendencia al sadismo en la masculinidad; ala tendencia a la frigidez, correspondería la tendenciaal satirismo (exceso de interés por lo sexual y tendenciaa la excitación sexual); la tendencia femenina alnarcisismo encontraría su contraparte en la tendenciamasculina a la megalomanía; la «pasividad de los fines»que mueven las acciones de las mujeres femeninas,podría contrastarse con la supervaloración de los finespropios en el caso de los hombres viriles (egocentrismomasculino); y a la debilidad del superyó, como rasgofemenino, se opondría una tendencia masculina aimponer a los demás los dictados del propio superyó.De nuevo, sólo estamos recurriendo a estereotipos,más o menos generalizados, vistos desde la perspectivade una mujer mirando al varón como Otro. El retratode la masculinidad que pintamos de este modocorresponde a actitudes y lugares comunes culturales,sobre todo desde un punto de vista femenino, mas noa una naturaleza masculina innata o inherente a todoser varón.

Por otra parte, pienso que no podremos avanzarmucho en el análisis cultural de la pornografía, o decualquier otro fenómeno relacionado con el género,aceptando una caracterización de lo femenino (o, por

otra parte, de lo masculino) como un conjunto de rasgosfijos que se suponen generalizados a uno u otro género.Propongo, más bien, que debemos buscar las raícesde la violencia sexual simbólica contra las mujeres quese produce en la pornografía en la misma relación entrelos sexos, en la construcción sociocultural de lo feme-nino y lo masculino a partir de su interrelación. Laviolencia en relación con el erotismo nos remite aproblemáticas relacionadas con las relaciones entre loshombres, entre las mujeres y entre hombres y mujeres,y con las mismas identidades de género.

¿Cómo entender la dialéctica de la dominación, dela sumisión, de las complicidades, de las resistencias,entre hombres y mujeres? En un artículo sobre la vio-lencia contra las mujeres, Celia Amorós nos proponeprofundizar filosóficamente sobre las relaciones entrelos varones como vía para entender la masculinidad ysu relación con la femineidad. La filósofa española partede un análisis de la «dialéctica hegeliana del Amo y elEsclavo» según Sartre, y postula que para entenderla,es decir, para encontrar «las claves de [su] inteligibi-lidad», no debemos mirar solamente hacia las relacionesentre Amo y Esclavo (en este caso, entre hombre ymujer), sino también examinar «la dinámica de lasrelaciones de los Amos entre sí». Dice Amorós:

Un sistema de dominación se constituye formal-mente… por medio de mecanismos de auto-desig-nación para marcar la pertenencia al conjunto dedominadores.28

La pertenencia al grupo de los varones, entonces,es una «idea-fantasma» que regula el comportamientode los hombres al crear vínculos entre ellos mediante«la tensión referencial hacia otros varones». El conjuntode varones, continúa diciendo la autora, es un «gruposerializado», definido como «un colectivo donde lasrelaciones entre sus miembros son… de remisión recu-rrente y giratoria del uno al otro».29 En otras palabras,para afirmarse como varón, un hombre debe tomar elcomportamiento de otros varones como referencia, ymedirse a sí mismo mediante este patrón. Este proceso

28 Celia Amorós, «Violencia contra las mujeres y pactos patriarcales», EN: Violencia y sociedad patriarcal, Virginia Maqueira yCristina Sánchez (compiladoras), Madrid: Editorial Pablo Iglesias, 1990, p. 2.

29 Al referirse a «los varones», o al «hombre», parecería que a Amorós se le podría acusar de la misma tendencia esencialista quecriticamos en Freud (en su ensayo sobre la femineidad), al desplazarse la autora continuamente entre la caracterización cultural de lamasculinidad y la referencia a los hombres como seres individuales. Sin embargo, pienso que en el caso de Amorós se está empleando elsustantivo «hombres» o «varones» en un sentido fenomenológico, partiendo del análisis de experiencias que tienen su base en la relacióncon una cultura, mientras que en el caso de Freud habría un cierto deslizamiento ontológico, hacia una concepción de la mujer como esencia.

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«produce la virilidad como imagen alterada y alineadade cada cual en y a través de los otros», y se valorapor la adscripción de poder como patrimonio de eseconjunto.30

Considero acertado este análisis de Amorós, ya quees ese poder lo que hace deseable pertenecer al con-junto de los varones, a pesar de que el ser varón ennuestra cultura impone una serie de obligacionesonerosas en relación con el papel de proveedor familiary con la participación en la guerra, entre otros factores.El ser hombre, por una parte, con frecuencia confiereprivilegios, muchos de ellos en las relaciones con lasmujeres: derechos a ser servido, oído, obedecido, ygratificado. Pero además, y fundamentalmente, servarón es preferible a ser mujer precisamente porque lavirilidad evita la desgracia de la feminidad: «Gracias,Señor, que no me hiciste mujer», rezan diariamentelos judíos ortodoxos devotos. Por lo tanto, se es varónporque se produce, a través de la auto-designacióncomo miembro del «grupo serializado», una distincióndel individuo de una figura, un lugar común, un topos:la mujer. Ese topos se convierte en objeto de violencia«como efecto del modo mismo de su constitución».31

Ese «modo de constitución», de la masculinidad comode la feminidad, consiste en que en nuestra cultura setiende a concebir el ser mujer como efecto de algunamalhadada causa que impidió llegar a ser varón,mientras que se concibe el ser varón como la ventajade haber evitado caer en el triste destino de ser mujer.

Me parece importante evitar caer en generaliza-ciones, pues evidentemente existirán excepciones a loque acabo de decir: no siempre, no en todos losaspectos se considera el ser varón preferible al sermujer. Por otra parte, existen otras categorías sociales,como las de clase, raza y etnia, por ejemplo, que, enrelación con la de género, influyen también en laestimación que se tenga de determinados individuosen una cultura. Sin embargo, cuando todos los otrosfactores son iguales, en nuestra cultura el ser mujertiende a ser considerado como menos deseable que elser varón, y esta es una base importante del poderconferido a los varones. La supervaloración de lomasculino tiene su correlato y parte de su base en lasubvaloración de lo femenino.

La legitimación de este poder, y de la negación delpoder a las mujeres que es su corolario, han tenido subase en «la religión, en la tradición, en la costumbre»,continúa diciendo Amorós. Cuando las mujeres se hanrebelado contra ese poder, los dominadores no handudado en «emplear la violencia represiva para restituirun ‘orden natural’ que de por sí es violencia consti-tuyente», en hechos que van desde guillotinar a Olympedes Gouges durante la Revolución Francesa, hasta larepresión de las expresiones libertarias y accionesasociativas de las mujeres, a lo cual podemos añadir,ya en tiempos modernos, la censura y la ridiculizaciónreiterada del feminismo en los medios masivos.32 Laviolencia contra la mujer tiene sus raíces más profundasen la violencia subyacente a la relación misma entrehombres y mujeres, violencia que pervive allí, en esarelación, no como única tendencia pero sí como almenos uno entre otros factores y fuerzas, indepen-dientemente de la voluntad de los individuos de uno uotro sexo. El maltrato conyugal, la violación, sonformas de ruptura del orden establecido en parte porquede alguna manera se acercan peligrosamente a visi-bilizar el hecho de que esa violencia forma parteintegrante de ese orden. He ahí el escándalo, el rechazoque provocan: estas formas extremas de violencia nosobligan a enfrentar de manera descarnada y directa lanaturaleza violenta de las relaciones de género, subya-cente siempre en la vida cotidiana, de manera más omenos sutil pero en cierto sentido generalizada, asícomo el linchamiento de un negro, la masacre de negroso indígenas, el asesinato de un estudiante, en parte seconvierten en escándalo precisamente porque visibilizany espectacularizan la violencia estructural contra unaetnia o contra una generación.

¿Qué conclusiones podemos derivar de este cuadrode una violencia de género estructural, ampliamentediseminada a lo largo y ancho de nuestra cultura, parala consideración del deseo y del erotismo? Pienso queno podemos escapar a concluir que, en muchos casos,al menos un elemento del deseo heterosexual masculinoes la confirmación del derecho a ser gratificado porun ser que de algún modo le rinda pleitesía. Cuando sehace presente, esta asimetría en la relación de deseoentre un hombre y una mujer, es, en sí misma, un

30 Ibid., pp. 3-5.31 Ibid., p. 6.32 Ibid., p. 4.

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aspecto de esa violencia estructural. En cuanto al deseoheterosexual femenino, con frecuencia tiende a estarconstituido al menos en parte por la aceptación de latendencia cultural a ver a la mujer como objeto «natu-ral» del deseo del varón. Las mujeres heterosexualesprototípicamente construyen su deseo a partir del deseodel varón: su deseo consiste a menudo en ser deseadas,no en desear ellas mismas. Ahora bien, el ser objeto dedeseo, en sí, no constituye una forma de opresión nide violencia. Cabe esperar que los y las participantesen un acto sexual actúen recíprocamente como sujetosy objetos de deseo de su pareja. Sólo cuando el papelde sujeto de uno o una de los participantes apareceeliminado o disminuido, encontramos nuevamente unaasimetría que se constituye en una forma de esa jerar-quía sociocultural entre hombres y mujeres que lasfeministas consideramos injusta.

Como vemos, si este estado de cosas es parte delos mecanismos culturales por medio de los cuales nosconstituimos en hombres y mujeres, y que por lo tantoestán íntimamente ligados a nuestra identidad, no esfácil pensar en una transformación de las relacionesde género. La equidad de género que anhelamos lasfeministas sólo podrá lograrse plenamente después deun proceso muy lento y muy complejo de cambiosculturales que lleguen a alterar la forma misma en lacual nos diferenciamos psíquicamente como hombresy mujeres, la forma misma en la cual construimosnuestra identidad de género.

La violencia simbólica como reacción al feminismoAunque Amorós no se refiere explícitamente a la

violencia simbólica que encontramos en la pornografía,podemos relacionar la gran explosión de imágenespornográficas del momento actual con la necesidaddel sistema patriarcal de reprimir el feminismo que loamenaza. Como ya lo insinuó Virginia Woolf en Unahabitación propia, entre el avance de las reivindica-ciones de las mujeres en el siglo XX y la proliferación,en la ficción de la misma época, de representacionesdel acto sexual donde el varón aparece como dominador,puede haber un vínculo de algo más que contem-poraneidad. En su peculiar estilo oblicuo, indirecto,Woolf contrasta lo que una sociedad pacata llama la

«indecencia en Shakespeare», que es estimulante,creativa, cada vez nueva, pues es hecha para el placer,con las representaciones sexuales en las novelas escritaspor un cierto tipo de escritor que comienza a apareceren las letras inglesas en las primeras décadas del sigloXX, y al cual Woolf ejemplifica creando el personajeque ella bautiza «Mr. A». Este novelista ficticio escribeobras que a Woolf se le antojan aburridas, repetitivas,siempre iguales. Esto se debe a que Mr. A produce susnarraciones de coitos con un propósito específico:«lo hace, como dicen las niñeras, adrede. Lo hace comoprotesta». Al llenar las páginas de la ficción contem-poránea con la «crisis de pasión» explícita y abierta enla cual el personaje varón convierte a la mujer personajeen objeto de su deseo, «una y otra… y otra vez», eltipo de novelista de la primera mitad del siglo XX alcual se refiere Woolf está «protestando contra laigualdad del otro sexo al afirmar su propia superio-ridad».33 La causa, dice la autora, debemos buscarlaen la necesidad sentida por cierto tipo de varón de«retaliación» ante la pérdida de sus privilegios mascu-linos debido al progreso alcanzado por las mujeres,retaliación que se manifiesta tanto en la misoginiaexplícita de los ensayos sobre las mujeres como en lanarrativa:

Ninguna época puede jamás haber sido tanestridentemente consciente del sexo como lanuestra; esos innumerables libros escritos porhombres acerca de las mujeres en el Museo Británicoson prueba de ello. La campaña sufragista sin dudafue la culpable. Debe haber despertado en loshombres un extraordinario deseo de auto-afirmación:debe haberlos llevado a poner un énfasis en supropio sexo y sus características sobre el cual no sehabrían molestado en pensar si no se les hubieradesafiado. Y cuando a uno se le desafía, aún si lohacen unas pocas mujeres tocadas de bonetesnegros, uno se venga de manera excesiva, si unonunca había sido desafiado antes.34

Si aplicamos esta observación sobre cierto sectorde la literatura narrativa de hace casi un siglo, a laproliferación de pornografía de este nuevo milenio,podemos especular que se trata, aquí también, decompensar o contrarrestar los progresos de las mujeresen materia laboral, política, su participación cada vez

33 Virginia Woolf, A Room of One’s Own, San Diego: Harcourt Brace Jovanovich, (1929), 1957, p. 105.34 Ibid., p. 103.

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mayor en la producción estética y cultural, es decir,todos los logros de las mujeres en la sociedad contem-poránea.

Es más, esta obstinada reiteración y este perenneapuntalamiento del poder masculino sobre las mujeresmediante la exhibición del poder sexual, no sólo seencuentra en la pornografía «dura», sadomasoquista,sino también en todo ese inmenso caudal de imágenesde mujeres desnudas en poses sugerentes, provoca-doras, que ha invadido los medios de comunicaciónen nuestro entorno. Se trata de un fenómeno que quizáno puede calificarse de pornografía, hasta tal punto hapasado a ser cosa aceptada en nuestro tiempo, peroque sí podemos calificar de insistencia obsesiva en larepresentación de la mujer como objeto de deseo, enla imagen de su cuerpo como objeto de consumo.Hablo de una tendencia de la cual revistas comoPlayboy, Penthouse o Hustler fueron pioneras, peroque hoy se ha extendido a muchos otros medios, desdelos tabloides hasta la televisión. (En Colombia el nombrede la revista SOHO viene a la mente inmediatamente,pero hay muchos medios donde se vive la tendencia).En muchas ocasiones, esta proliferación, esta inunda-ción, esta ubicuidad de imágenes de mujeres queofrecen su cuerpo al espectador, parece representargráficamente la idea de que por mucho que las mujereshayamos avanzado en materia intelectual, profesionalo política, en materia de relaciones amorosas y sexualesseguimos siendo subordinadas, pues el cuerpofemenino sigue estando al servicio del placer de losvarones, en vez de constituirse en el espacio de libertadde la mujer.

Evidentemente, entre la tendencia literaria identi-ficada por Woolf y este fenómeno actual hay grandesdiferencias. Quiero destacar la que me parece funda-mental: las mujeres de hace ochenta años no podíanser consideradas coautoras ni directamente corres-ponsables de los textos de «Mr. A», mientras que en laépoca actual algunas mujeres, desde las modelos hastaaquellas que trabajan en las empresas publicitarias, oen las empresas que las contratan, son co-partícipes ycómplices de la producción de esas imágenes. En lotocante al consumo, tanto antes como ahora, las muje-res leíamos aquellos textos y vemos estas imágenessin protestar demasiado (o al menos sin que nuestrasprotestas tuvieran entonces ni tengan hoy efectividad

alguna), pero esta relativa aquiescencia podría serproducto de una cierta falta de conciencia y de la mismajerarquía social entre los sexos, es decir, de la relativafalta de poder social y político de las mujeres. Sin em-bargo, en lo que respecta a la producción de imágenesde mujeres desnudas para los medios de hoy, me pareceevidente que un fenómeno cultural tan generalizadocomo éste no sólo debe obedecer a una pluralidad decausas, sino que además seguramente responde a unapropensión de la sociedad misma, de la misma orga-nización cultural de las ideas subyacentes a nuestrasrelaciones de género. En este sentido las mujeres mis-mas de nuestra sociedad contemporánea de algún modocomparten ese «deseo» cultural inconsciente: la incli-nación a compensar la disminución del privilegiomasculino representada por los progresos alcanzadospor las mujeres en el último siglo, mediante la represen-tación gráfica de la idea de que en materia de sexualidadno existe reciprocidad entre los géneros.

En este sentido, concuerdo con la afirmación deCatherine McKinnon de que la pornografía es «la subor-dinación de las mujeres presentada gráficamente deuna manera sexualmente explícita»; sin embargo,permítaseme reiterar que es necesario reconocer queen esta escenificación de la subordinación de lasmujeres a los hombres participan no sólo hombres sinotambién mujeres, y no sólo porque ellas son vulnerablesdesde un punto de vista económico o emocional, sinotambién porque, repito, la «necesidad» de que se pro-duzca esa escenificación y esa representación gráficahasta cierto punto es de toda la cultura en su conjunto,y de algún modo influye en todos los individuosinmersos en esa cultura.

Esta afirmación puede parecer extraña, o paradójica:¿cómo es posible que las mujeres (al menos algunas, oal menos en algunos casos y circunstancias) compartanla tendencia a reforzar algo que las degrada y humilla?Para entenderlo, es preciso hacerse consciente de loscomplejos mecanismos mediante los cuales se sostieneuna discriminación sociocultural contra cualquier grupohumano. En primer lugar, los y las discriminadas seresisten a la situación de subordinación social quesufren, pero por otra parte en ocasiones la apuntalan,la apoyan de diversas maneras. Una razón puedeencontrarse en los beneficios que se obtienen; recuér-dese, por ejemplo, que los capataces durante el

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esclavismo eran con frecuencia escogidos entre losesclavos mismos, así como los supervisores máspropensos a oponerse a la conquista de los derechosde los obreros pueden ser miembros de su misma clase;de un modo similar, en ciertos casos algunas mujeresmayores son las encargadas de vigilar y castigar lalibertad sexual de las menores. Por vías como éstas,algunos individuos pertenecientes al grupo discriminadoobtienen ventajas económicas y/o un módicum depoder. En el caso de la pornografía, las mujeres deescasos recursos pueden verla como una fuente detrabajo, e incluso de empoderamiento, en la medida enque su apariencia física pueda servirles para labrarseuna actividad laboral con un nivel salarial que de otromodo les sería difícil alcanzar.

En segundo lugar, todas las personas pertenecientesa un grupo socialmente subordinado en ocasionestienden a buscar asimilarse a la ideología general de lasociedad a la cual pertenecen, en la medida en la cualla anuencia ante cualquier axioma cultural, tiende a servista como una manera importante de pertenecer a esasociedad, y de alguna manera compartir el poder delos integrantes del grupo hegemónico. La adhesión aprincipios culturales arraigados conlleva recompensasreales o imaginadas, mientras que la disensión antecualquier postulado generalizado, incluyendo los quesustentan la discriminación, produce sanciones nega-tivas. Aún más, cuando comienza a gestarse una trans-formación profunda de una situación de subordinaciónsocial, existe una especie de inercia de la situación,una renuencia generalizada a aceptar cambios.

En el caso de las relaciones de género, por lo menos,a menudo se trata de algo más que una inercia, esdecir, se ven muestras de una actitud de verdaderorechazo, de negación activa de cualquier tendencia amodificar el statu quo. Por este motivo, la percepciónde cambios conduce a buscar compensaciones querestituyan la situación inicial. Esta actitud es compartidapor todos los actores sociales, incluyendo a las personasque deberán ganar con el cambio, es decir, las mujeres.Por ejemplo, tan pronto comienzan a darse progresosen materia de derechos políticos y civiles, de participa-ción laboral y ciudadana, de derechos sexuales yreproductivos, aparecen formas nuevas de reforzar ladominación en otros ámbitos.

Así, cuando a principios del siglo XX las mujeres

conquistaron el derecho al voto en Inglaterra y enEstados Unidos, y comenzaron a acceder a la educaciónsuperior, cuando al mismo tiempo aparecieron nuevastécnicas médicas para el control de la natalidad, secomienza a nacer una tendencia de la moda a subrayarlos atractivos sexuales de las mujeres. Surge entoncesel uso generalizado de cosméticos, que anteriormentesólo eran utilizados por prostitutas, y los estilos devestido que permitían exhibir las piernas o la cintura aldesnudo. Por una parte estos estilos pueden verse comopropiciadores de una mayor libertad de movimiento, ycomo síntomas de una mayor libertad sexual para lasmujeres, pero al mismo tiempo conducen a modas quepor lo reveladoras se hacen incómodas, como laminifalda o los pantalones descaderados, que a menudoobligan a quienes los usan a mantener una estrechavigilancia para evitar «revelar demasiado». La supuestalibertad se convierte en una tiranía física. Poco a pocola moda contemporánea ha ido fomentando un modelorígido de belleza femenina que ha reforzado tendenciascomo la delgadez extrema, y el empleo de las nuevastécnicas médicas de cirugía plástica. Al aceptar estasmodas e incluso al propiciarlas, las mujeres mismasparticipamos en el refuerzo de cambios que puedenverse como opuestos a las transformaciones quepermiten una mayor equidad entre los géneros. Denuevo, parece que inconscientemente se reafirmara laidea de que, por más que las mujeres avancemos, conti-nuamos estando subordinadas en el campo de la sexua-lidad, pues seguimos actuando más como objetos quecomo sujetos de deseo.

Ahora bien, como ya hemos dicho, este reconoci-miento en ningún momento debe conducir a culpar alas mujeres (ni siquiera a algunas de ellas) de este estadode cosas, ni mucho menos a justificar la violenciacontra ellas; en primer lugar, porque tendencias cul-turales como la que acabamos de describir son dema-siado complejas para que pueda responsabilizarse deellas a un solo grupo de actores sociales; en segundolugar, porque la culpabilización no debe intervenir enanálisis sociales y culturales, pues sólo conduce adesorientarnos, cayendo en el terreno moralista; y porúltimo, porque la violencia nunca es ni puede serjustificable. Lo que sí nos pueden permitir estas ideases realizar esfuerzos de concientización a los hombres,y sobre todo, a las mujeres mismas, a fin de cambiar

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tanto la actitud de explotación de la sexualidad femenina,como la complicidad de ellas con esa actitud. Pues asícomo la violencia, física o simbólica, nos empobrece

humanamente a todos, el respeto a la dignidad nos hacea todos y a todas más libres.

Gabriela Castellanos LlanosCentro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad

Universidad del Valle

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Ser mujer y colombiana:reflexiones sobre género, violencia

y discurso en colombia1

El propósito de este ensayo es refle-xionar sobre la intersección entre género yviolencia en el contexto colombiano. Noes sin vacilación que emprendo esta tarea,

porque es incómodamente intima y profundamentemarcada de subjetividad.

Soy mujer y soy colombiana. He presenciado,sufrido e infligido dolor. Conozco la violencia de pri-mera mano. También la he experimentado indirecta-mente en las calles, en las historias cotidianas, y lasnoticias. La violencia vive en mí, como una parte tóxicade mi misma. El escribir de esto personalmente, tieneun valor catártico, al ayudarme a enfrentar la oscuridadinterna.

Una buena parte de esa violencia esta insepara-blemente conectada a mi nacionalidad, a mi experienciade patria en discurso y practica. No se muy bien quesignifica ser colombiana, y algunas veces pienso queesta ignorancia es apropiada y valiosa. Se que haytensiones y conflictos entre los diferentes aspectos demi identidad, pero no estoy segura si estas tensionesdeben disiparse y organizarse en un todo, o si la frag-mentación y la incertidumbre son en si mismas señalesde identidad.

También soy una estudiosa de la comunicación.Estoy profundamente interesada en los procesos deproducción de significado; en la relación entre discursoy práctica, y la inflexión de género en ambos. Asimismohe tratado en investigaciones anteriores de abordar estosasuntos desde una perspectiva cultural (e.g., Lozano1999 y 2005).

1 Este ensayo es una versión corregida y traducida de unaponencia presentada en la XIV reunión de Colombianistas. Univer-sidad de Denison, Granville, Ohio, EE.UU. Agosto 3-6 de 2005.

Traductora: Angela Villadiego. Estudiante de Maestría. Estudiosde La Mujer. LUC

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Este ensayo esta motivado por ciertas preguntasque me han intrigado por algún tiempo. ¿Existendiferencias significativas en la manera como hombresy mujeres experimentan el espacio urbano? ¿Existendiferencias importantes en la manera en que los habi-tantes masculinos y femeninos de la urbe experimentany/o practican la violencia? ¿Podemos teorizar unarelación entre los discursos cotidianos y la violenciacomo practica social? El ensayo se va a enfocar en lasformas normalizadas de violencia, expresada comodiscurso y vivida en el contexto urbano (Cali y Bogotason mis puntos de referencia).2 Proveeré un brevecontexto social, examinaré la violencia usando casosque he presenciado directamente y relacionar éstos conexperiencias de otro al igual que con investigacionesanteriores.3

La guerra en Colombia/Las Colombias y Lasguerras

Muchos observadores colombianos, como elinvestigador Jesús Maria-Barbero,4 discuten que nodeberíamos hablar de «Colombia», sino de Las Colom-bias. Tenemos sorprendentes y profundas divisionesen el país, mas sobresalientes entre los escenariosurbano y rural, las zonas geográficas y las clasessociales. Estas diferencias no son solamente socialeso económicas, sino profundamente culturales.

Esta fragmentada y plural Colombia, o Las Colom-bias, sufre hoy no de una sino de varias guerras entre-cruzadas y superpuestas. La guerra de 40 años entreel ejército y la insurgencia5 coexiste al lado de la llamada«guerra de las drogas» y esta a su vez produce unaguerra a civiles, quienes están atrapados entre lostraficantes de droga, el ejército, los paramilitares, laguerrilla y la delincuencia común.

La guerra franca es peleada en el campo, lejos de lavista de los habitantes urbanos, pero afecta el tejido

social en todos sus niveles. Parafraseando a UribeAlarcón en su brillante texto, Antropología de lainhumanidad, Colombia enfrenta una forma masgeneralizada de guerra: una emprendida contra el tejidosocial. La sociedad se ha convertido en un rehén delas fuerzas de una violencia múltiple. Las estadísticasapoyarían su punto de vista. De 1992 a 1999 hubo5,181 secuestros en Colombia, la cantidad más altadel mundo (nationmaster.com). En el 2001, hubo26,539 asesinatos en Colombia, la más alta per capitaen el mundo (nationmaster.com). En el 2003, tenemos3 millones de personas desplazadas internamente, másde 50% de los cuales son mujeres («Mujeres Colom-bianas»).

Como la mayoría de guerras en el mundo, nuestraversión colombiana comparte características: Es unaentre hombres, en la cual las mujeres terminan involu-cradas voluntaria o involuntariamente.6 FlorenceThomas expresa esto con pasión cuando habla de esoshombres rapaces quienes «planean las guerras, decidenlas guerras, declaran las guerras, pierden las guerras,mueren en las guerras y creen que las guerras se puedenganar.» (237). Sin embargo, la violencia contra lasmujeres no requiere un estado de guerra. Esta puedepresidir a la guerra y es muy probable que continuédespués de la guerra-a menos que se trate directamente.Como propone Amnistía Internacional.

«la forma, las circunstancias y el alcance de laviolencia [contra las mujeres] varían, pero hay unacontinuidad entre la violencia durante el conflicto[armado] y la violencia en la paz.» (Está en nuestrasmanos, 77).

La guerra hace la discriminación, abuso y maltratomás palpable, pero no la crea necesariamente. Estruc-turas sociales más profundas y menos transitorias quela guerra están en juego. Esto quiere decir que, antes

2 Por «formas normalizadas de violencia« me refiero a actos de insulto contra las necesidades humanas que hemos aprendido ha vercomo naturales socialmente, como un aspecto esperado y común de la vida diaria.

3 De 1999 a 2001 trabaje como investigadora principal en un proyecto que estudiaba las maneras en que las mujeres habitan yperciben Cali como ciudad (Cali, Colombia: Transitando entre la celebración y el miedo). Uno de los resultados de esta investigaciónes un documental, Tiempo de miedo, dirigido por el videografo y profesor de la Universidad del Valle, Oscar Ocampo. El segundoresultado de este proyecto es una serie de entrevistas conducidas por Liliana Hurtado, en ese entones estudiante de comunicación socialen Univalle y mi asistente de investigación. Yo supervisé y analicé estas entrevista, pero estas son realmente el trabajo de Liliana.Aunque estas entrevistas son la base del documental, la mayoría de ellas no aparecen en este y fueron hechas fuera de cámara. Por lotanto, yo he decidido citarlas como «trabajo no publicado (Hurtado)».

4 Comunicación Personal, Enero de 2005.5 Prolongada y de baja intensidad, como sugiere Richani.6 Véase los reportes de Amnistía Internacional como Está en nuestras manos: No más violencia contra las mujeres« y Scarred

bodies, hidden crimes: Sexual violence against women in the armed conflict.

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del conflicto armado había conflicto, todavía no arma-do, todavía no totalmente polarizado. Antes del conflictopudo haber inquietud y malestar: Nuestras rutinas yprácticas diarias pudieron estar impregnadas de vio-lencia, impregnadas del desden e irrespeto por nosotrosmismos o los otros. Accionadas por el miedo, el doloro la rabia, estas prácticas pueden dar vía primero alconflicto, luego a la violencia y luego a la guerra.

Violencia inesperada en la vida diariaAhora, me gustaría explorar esa violencia, que

expresa conflicto pero que permanece innombrada einadvertida, tal vez vista como fundamentalmentetrivial. Me gustaría referirme a esta como una violencianormalizada o invisible; como actos de innecesariaagresión, que pasan inadvertidos en su ejecución, nolo suficientemente excepcionales para que seanregistrados en nuestra conciencia.7 La llamo invisible,no porque esta violencia sea inofensiva, sino porquese ha convertido en una rutina discursiva y prefor-mativa, y de esta forma en un aspecto aceptado yesperado de las relaciones sociales.8

Para este propósito, he escogido seis afirmacionessignificativas cuya expresión yo he presenciado ovivido mientras residía en Colombia. Las he escogidopor su relevancia social y personal, y por la forma enque explican como «practicamos» el género. Consideroimportante resaltar que, como la mayoría de personasque escuchan o leen esta ponencia, soy una personarelativamente privilegiada. Soy una bogotana de clasemedia. Nací en un centro urbano cosmopolita, no enel Magdalena medio. Fui educada primero por reli-giosas, luego por marxistas (una educación ideal y bienbalanceada, en mi opinión). No he sido secuestrada odesplazada. Casi ningún hombre en mi familia haparticipado en el conflicto armado. Ninguno, que yosepa, trafica con drogas o tiene algún otro tipo deactividad ilegal. Ninguno en mi familia cercana ha vistosiquiera una corrida de toros. En otras palabras, pode-mos argüir que no soy una victima de la guerra, y quepara los estándares colombianos, tengo una existenciapacifica.

«Las leyes como las mujeres se hicieron paraviolarlas»

No podía evitar reír cuando la afirmación de estesubtítulo era pronunciada, frecuentemente por cono-cidos o ingeniosos extraños. Era una expresión pro-nunciada como un piropo gráfico, para causar tanto,repulsión como fascinación. En un artículo no relacio-nado con género, el periodista Hugo Sabogal nombraesta frase como una de las maneras (superficiales) enque algunos colombianos pueden ejercitar su «colombia-nidad» (ver p. 6, de este ensayo). La afirmación pro-pone un paralelo interesante entre la naturaleza de laley y la de la mujer. «Violación» en este contexto sostienevalencias negativas y positivas. Tiene una fuerte cua-lidad de ironía. La afirmación francamente oponecortesía, y haciendo esto, parece expresar una verdadno dicha que reconocemos fácilmente. Vemos la leycomo una convención y como una arbitraria forma depoder ejercida por el estado (en un ensayo recientesobre Bogota, Mockus hace una observación similar).Es opresiva, represiva, hipócrita y contradictoria. Noes particularmente digna de respeto. Por lo tanto, hayalgo rebelde, atrevido y empoderante relacionado conromper la ley. ¿Hay una cualidad similar en romper auna mujer?

Mis amigos frecuentemente me decían bromeando,«en caso de violación, relájese y disfrute.» Solo relájesey vaya con la corriente, ya que se trate de una coque-tería pasajera o de una violación física. Yo dudo, sinembargo, que esta afirmación sea exclusiva de Colom-bia. «Tranquila, relájate, que no te va a doler,» susurraun peruano antes de intentar violarme. Él es unestudiante de Doctorado, como yo. No creo que élvea algo tan terriblemente negativo en esta acción. Yparece sorprendido cuando yo en vez de relajarme, lohecho de mi casa.

«¿Quiere que la lleve?»«Hola, súbete al carro. Yo te llevo al colegio,» me

dice el conductor de un elegante carro. Soy una niñade 9 años de edad, esperando el bus del colegio a las 6de la mañana. Nadie más esta en la calle. Mi mama y

7 Galtung define violencia como «un insulto evitable a las necesidades humanas» (qtd. In Nagler). Encuentro esta definición muyintrigante en su simplicidad.

8 Como Michael Nagler, yo no considero la violencia como un aspecto natural de las relaciones sociales o de las sociedades humanas.

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hermanos están arriba, en el apartamento. No quieroir, pero tengo miedo de enojar al hombre. Digo no. Elinsiste y me ofrece un dulce, lo cual pienso es muyestúpido. Cuando está a punto de bajarse, pasa cercaun carro de la policía. Inmediatamente el conductorregresa al carro y se apresura a marcharse. No le digonada a mi familia, sintiéndome vagamente avergonzada.

«¿Quiere que la llevemos?» estoy esperando al busen el sur oeste de las cercanías de Cali (arriba de laacaudalada «Ciudad Jardín»). Son las 6:15 p.m. Soloquedan unos pocos minutos de luz, en un lugar no losuficientemente urbano para tener iluminación noc-turna. Siete soldados en cuatro motos han parado yme ofrecen un aventón. Tienen una silla vacía en unade las motos. Tengo miedo de decir que no. Murmuroalgo acerca de que mi papá ya viene. Ellos lo piensan yse van. Si yo tuviera un Dios, le agradecería por lamerced. Tengo 18 años.

«Dámelo o te mato»He aceptado un aventón de un motociclista, un

completo extraño. Estoy en Palmira, voy para Buga,en el Valle del Cauca. Siento que algo esta mal y le pidoal hombre que se detenga. Por el contrario, el toma uncamino lateral y acelera. Le pido otra vez que se detenga.El para. Estamos ahora en la mitad de un cultivo decaña de azúcar. Me bajo de la moto y empiezo a caminarhacia la autopista. El se acerca a disculparse. Medetengo a escuchar. Entonces me da una cachetada ygrita «dámelo». No entiendo que sucede y me golpeala entrepierna. «Dame esto o te mato». Grito tan fuertecomo puedo y corro como nunca lo he hecho. Meescondo entre las cañas de azúcar, y el motociclistaenojado y confundido desiste de buscarme. No se lodigo a mi mamá, a mi papá o a ninguno de los hombresen mi familia. Sé que ellos van a decir que es mi culpay yo tendría que convenir. Di papaya, mucha, muchapapaya.

«Que vaya a que la curen donde la chuzaron»Una prostituta se acerca a una estación de policía

en Juanchito, el famoso pueblo para bailar en el noroestede Cali. Está sangrando copiosamente de una heridaen la muñeca izquierda. Trata de entrar a la estación,pero un policía la empuja fuera diciendo, «no nosensucies el piso.» Ella explica que en una pelea fue

herida con una botella de cerveza rota. El oficialcontesta «vaya a que la curen donde la chuzaron.» Lamujer se queda fuera de la estación. Está borracha,sucia, y ensangrentada. No tiene dinero. Mi amigo yyo improvisamos un torniquete y convencemos a untaxista, después de una generosa paga, que la lleve alhospital. ¿Acaso ella estaba pagando por la vida quedecidió vivir? Minutos después otro policía se meacerca y me incita a salir con el.

«Es la raza»«Los hombres son así.» Laura, mi amiga de 54

años, ve a un hombre en una moto, con una niña detres años en su regazo (muy probablemente su hija).Me dice, «así es como las cosas malas comienzan.Ahora esta en su regazo, pero más tarde abusara deella. No se le debería permitir andar con ella en lamoto». Parece que para Laura los hombres sondominados por necesidades sexuales incontrolables.De acuerdo con ella, nuestro trabajo como mujeres,sea madres, hermanas o amigas, es mantener a loshombres lejos del camino de las niñas y las mujeres.La madre de esta niña no debería permitir al padreestar a solas con su hija.

Julieta, una DJ de radio en Cali, explica que notiene miedo de ir a ciertos sectores de clase trabajadoraporque allí los hombres tienen a sus mujeres, y por lotanto, sus necesidades sexuales están satisfechas(Hurtado). La agresividad sexual de los hombres (yasí el riesgo para ella) está controlada por sus com-pañeras permanentes. Ambas Laura y Julieta parecenasumir que un violador es cualquier hombre con laoportunidad para serlo. En otras palabras, cuando setrata de sexualidad masculina, la oportunidad hace alladrón.

«Es la raza,» me dice Gloria, una abogada colom-biana, explicando por qué las colombianas se quedanen casa con esposos abusivos. Las colombianas sonsumisas e ignorantes. Esta es su raza. La mezcla entrela anarquía de los españoles y la sumisión de losindígenas, es una combinación desesperada. Esteargumento también es dado algunas veces para explicarlas acciones de los colombianos en general. Es nuestraraza. Esta es la razón por la que somos violentos.Nuestra sangre mezclada no es buena. Somos incivi-lizados. Somos lo peor, los mas violentos (por lo menos

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los mejores en algo). Está en los genes. El argumento,que nace de la necesidad ideológica o cultural de explicarlo incomprensible, es frecuentemente tautológico ycontradictorio. Hay violencia porque somos violentos.Y, somos violentos porque hay violencia. Por ejemplo,Nancy, una entomóloga, explica que «el colombianoes violento.» «No media el diálogo, no discute, porquemanejamos unos niveles diarios de violencia muyfuertes.» (Hurtado).

Un libro nuevo de Germán Puyana García pareceproponer lo mismo. ¿Cómo somos los colombianos?sugiere que nuestra ascendencia étnica es lo suficien-temente fuerte para que podamos culparla de nuestra«idiosincrasia» y «atributos» nacionales. Entre estosúltimos, el capítulo tres identifica los siguientes: Incum-plidos. Impuntuales. Maliciosos. Avispados. Oportu-nistas. Dogmáticos. Intolerantes. Extremistas. Agresi-vos. Otros capítulos de su libro agregan alcoholismo,violencia, tráfico de drogas a nuestra lista de «caracte-rísticas culturales».

Como en el caso de Gloria y muchos otros que serefieren a «nuestra raza,» en este libro «raza» es enten-dida como un término íntimamente relacionado conetnia y por extensión con cultura. Así, nuestra biologíaes nuestra historia, y nuestra historia define nuestrasangre, la cual a su vez explica nuestro presente (vio-lento).

A la luz de lo dicho anteriormente, uno podríapreguntarse si la abrumadora presencia de violenciaen Colombia (y nuestra impotencia para explicarla) nonos atrae en cierto nivel como forma de auto identidad.Después de todo, nuestra «colombianidad», es impre-cisa, ambigua y múltiple. En las palabras del periodistacolombiano Hugo Sabogal, «vivimos en un panoramade desolación de identidad.» Agrega con cierta exas-peración, «¿…quién, en esta sala, puede explicar loque significa, cultural y filosóficamente hablando, sercolombiano? Es más que sentarse a ver un partido dela selección de fútbol de Colombia, recibir al toreroCésar Rincón, cantar el Himno Nacional o decir, convoz de macho cabrío, que «las leyes, como las mujeres,se hicieron para violarlas».»

Para averiguar quiénes somos como nación puedeque se requiera un «acto de fe» como dice un memo-rable personaje colombiano en un cuento de Borges.Pero, como la fe en nuestra capacidad de vivir de algunamanera pacíficamente bajo un sistema común de ideasextirpada, nos podemos aferrar a otra forma de fe: elreconocimiento de una experiencia común, la violencia,como una forma de describirnos, y así construir iden-tidad de alguna manera. A su vez, esta distinción nosayudaría a manejar una realidad devastadora, declarán-donos culpables, y así dirigiendo la agresión (una vezmás) contra nosotros mismos.

«No dar papaya»Para el proyecto «Cali, Colombia: Transitando entre

la celebración y el miedo», mi entonces asistente,Liliana Hurtado, condujo entrevistas a profundidad con11 mujeres de Cali, incluyendo una DJ de radio, unaoficial de policía, una rapera, una entomóloga, unafisiculturista, una taxista, una estudiante de arquitecturay una comunicadora social.

La mayoría de las entrevistadas hablaron de susexperiencias de miedo e inseguridad en la ciudad ymuchas mencionaron su decisión de no «temerle anada.» Julieta, por ejemplo, dice que la única vez quepodría sentir miedo en Cali (nunca está asustada, esvaliente) es «cuando la gente es morbosa» «y te tocanel cuerpo al pasar.»9

Aparte del reconocimiento de la inseguridad, mu-chas concuerdan en una manera común de manejarla:No dar papaya. Repetidamente, las mujeres dicen,tienes que aprender a vivir con la inseguridad. «Y nodé el papayazo». En otras palabras, es de una laresponsabilidad de evitar la oportunidad para que lahieran. Vale preguntarse qué se considera una oportu-nidad. Con base en mi experiencia y la de otras, estoincluye usar ropa reveladora, usar cualquier joya,parecer confundida, pedir direcciones, caminar solaen la noche, caminar sola en vecindarios desconocidos,sonreír a extraños, fruncir el ceño a extraños, sentarseen la parte delantera del bus, sentarse en la parte traseradel bus, obedecer la ley, no obedecer la ley, ser amigable,

9 Es interesante resaltar que cuando Julieta habla de «gente«, ella se refiere a «hombres», pero en una forma más diplomática, unaforma menos agresiva. (i.e., la gente morbosa que te toca el cuerpo). El concepto «gente» tiene frecuentemente un significado inestabley ambiguo, no siempre es usado para significar «hombres», pero a la vez es lo suficientemente flexible para incluir un millar de otrosposibles significados, tales como «aquellos diferentes de mí», la masa, los no educados, o el ser humano universal.

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llevar más dinero del necesario, no tener suficientedinero, prestar mucha o poca atención a los alrededores.El trabajo de una es no provocar a los miles de preda-dores que aparentemente habitan la ciudad.

Debido a que una gama tan amplia de accionespueden ser riesgosas, no es sorprendente que Julietahaya decidido rezar cada vez que alguien sospechosose le acerca (nótese que, sin embargo, ella se consideraaudaz). No es nada menos que cosas del azar queregrese cada noche. Ana María está de acuerdo. «Túsabes cuando te vas, pero no si vas a regresar».10 Situviera un Dios, yo creo que tendría que optar por lapropuesta de Julieta. Pero en su ausencia, me resignépor años al ritual secreto de escribir mi testamentomentalmente cada vez que una moto con dos ocupantesse acercaba (como se recuerda, en los 80’s se hicieronmuy comunes los disparos desde el copiloto). Comoel monstruo hombre-caballo que aterrorizó a los indí-genas cuando los conquistadores llegaron, la moto condos tripulantes fue una unidad aterradora, siempreimpredecible, y con gran ventaja estratégica. (Véase elprimer capitulo del libro de Tina Rosemberg Childrenof Cali, por una periodista estadounidense quienregistró estas prácticas en Medellín).

Cuando visité Cali, en diciembre pasado, encontréque «no dar papaya» se había convertido en unacampana oficial: la policía tenía gente vestida comouna papaya gigante en las esquinas de la avenidaRoosevelt, pidiéndole a los traseuntes y conductoresque evitaran dar papaya. Esto es, en mi opinión, unatáctica de guerra. Y como tal, nosotros, habitantesurbanos, hombres y mujeres, hemos sido posicionadoscomo actores (i.e., participantes activos, no victimas)en la guerra de guerrillas.

Alba Lucía Rodríguez CardonaHe examinado algunas instancias discursivas de la

vida cotidiana que pueden parecer inofensivas o nomerecedoras de consideración a la luz de los horribleseventos que ocurren en Colombia diariamente (y enmuchos otros lugares del mundo). Sin embargo, estasinstancias nos indican la presencia de un profundomalestar social y conflicto—contra la ley, el estado, elotro, incluso uno mismo. Ignorado, sin atender y no

resuelto, este conflicto se torna en violencia franca.Así, la trivial, y cotidiana afirmación se convierte enuna señal, la presencia simbólica de una ausencia quepronto será realizada: la violencia que en principio nosparecía sin sentido.11

Tener esto en cuenta nos puede ayudar a entenderlas atrocidades de la violencia, no como excepción sinocomo extensión (lógica y entendible) de prácticassociales aceptadas. La conexión lo algo trivial y lo atrozpuede verse más claramente si miramos la historia deAlba Lucia Rodríguez Cardona (Loder; Thomas; y«Young Woman»). Es 1995 Alba Lucía, una jovenantioqueña, acepta la invitación a salir de un conocido.Al día siguiente de la cita, ella no recuerda una buenaparte de lo ocurrido la noche anterior, pero no le prestamucha atención a esta falta de memoria. Pronto des-cubre que está embarazada y se da cuenta que elhombre de la cita la debe haber drogado y violado.Aquí viene el primero de algunos razonamientos trivia-les, todos normales y definitivamente entendibles. AlbaLucía se sintió avergonzada. Estaba embarazada y notenía memoria de haber tenido sexo. ¿Quien le creería?Para usar nuestro dicho popular, Alba Lucía había dadopapaya y ¿quién, sino una misma, es la culpable deello? Alba Lucía no le podía decir a su familia por temora ser castigada. Las estadísticas muestran que estosno son solo sus presentimientos—las mujeres en efectoson aisladas, castigadas o humilladas por sus indiscre-ciones o actividades sexuales, sean voluntarias o no.(Véase, por ejemplo, el reporte de Amnistía Interna-cional sobre Colombia citado en este ensayo). Losantecedentes sociales y comunicativos de la situaciónde Alba pueden ser vistos en algunas de las afirmacionesdiscursivas examinadas en este ensayo: es la raza; loshombres, hombres serán; la oportunidad hace al ladrón;las mujeres están hechas para ser violadas; relájese ydisfrute; vaya a que la curen donde la chuzaron; quienla manda a dar papaya.

Alba Lucía se fue a escondidas a la ciudad y tuvosu bebé sola, en un baño. El bebé nació muerto. Ellatuvo una hemorragia severa y fue llevada al hospital.Jairo Sánchez, el medico que la examinó e hizo laautopsia, concluyó que Alba había estrangulado a subebé. Rompiendo su juramento de confidencialidad, la

10 Comunicación Personal, Mayo, 2005. Ana María es una curadora de arte en Bogotá.11Parafraseando una famosa novela, uno podría decir que los discursos y las prácticas diarias nos ofrecen la crónica de una muerte

anunciada.

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denunció ante la corte. El juez quien primero oyó delcaso concluyó que «tres horas no son suficientes paraviolar a una mujer» (Loder, p. 2). Por lo tanto, Albafue sentenciada en abril de 1997 a 42 años y seis mesesen prisión—una de las sentencias mas largas en lahistoria de Colombia (Loder, p. 1). En muchos sentidoséste es un caso extraordinario y atroz, reconocido hastacierto punto como tal por la Corte Suprema colom-biana, la cual lo llamó un caso «infortunado» seis añosdespués. La Corte invirtió la sentencia en el 2002,después de una gran presión de grupos nacionales einternacionales de mujeres (Loder; «Mujeres»). Perotambién éste es un caso común y tiene sentido.

Las condiciones para la posibilidad del caso de AlbaLucía han sido dadas, en parte, por un discurso degénero totalmente apoyado por prácticas y rutinasdiarias. El hecho de que ésta sea la situación de AlbaLucía y no la mía, obedece, en gran medida, a lasdiferencias «fortuitas» en nuestras condiciones de vida.Ella no tiene dinero, poca educación formal, grandependencia de su familia y poco conocimiento de laley. El médico, el juez y el sistema judicial estabanejerciendo las ideas de un sistema legislativo patriarcal.Ella no tenía ningún recurso inicial para oponerse.

Algunas observaciones finalesEl género tiene significados complejos y multidimen-

sionales porque es una construcción cultural y no undeterminante biológico. Es moldeado por condicionesde clase, región cultural, etnicidad, y religión. Respondea un amplio rango de significados de masculinidad yfememinidad, y puede implicar un conjunto complejode estrategias de poder y tácticas relacionadas con estapráctica. En el proceso de entender las maneras enque los hombres y las mujeres experimentan la vio-lencia, nos debemos preguntar qué cuenta cómohombre y/o cómo mujer; y como están estos posicio-nados socialmente. Es por esta razón que es importanteindagar en las experiencias de actores sociales con-cretos, para encontrar el significado de género queexiste en las prácticas sociales.

Muchas de las mujeres entrevistadas para nuestroproyecto «Cali, Colombia: Entre la celebración y elmiedo», tienen una relación compleja con el contextourbano. Gozo y miedo, repulsión y aprecio están entre-lazados. En sus historias hay tanta violencia y

compasión; pesadillas así como dulces sueños. Lesgusta la intensidad y exuberancia de Cali. Encuentranla gente de Cali «muy alegre», amigable, liberal, ydivertida. Las mujeres son muy fuertes e indepen-dientes. Los hombres bulliciosos y más buscadoresde diversión que amantes del trabajo. La amenaza deciertos lugares, tiempos, y gente es a veces algo queuno quisiera olvidar.

Como algunas de las mujeres entrevistadas, fre-cuentemente presumo no tenerle miedo a nada (permitires la palabra clave aquí). El miedo simplemente no eraparte de mi vocabulario. Pero así como lo borré de midiscurso, así mismo estaba profundamente arraigadoen mí hacer cotidiano. El miedo guiaba la manera enque yo vivía y usaba la ciudad. Aun lo hace. En mialarde de valentía como mujer joven puedo haber estadoresistiendo, con las herramientas a mi disposición, unarealidad muy dolorosa de enfrentar y muy penosa dever. Era un blanco, pero todo el mundo lo era. Se sentíacomo una guerra, pero no habían batallas visibles omis ojos no estaban entrenados a verlas. Solo estabanlas tácticas aprendidas en la calle—muévase en formade zigzag. Evite la parte de adentro de la acera. Evite alos hombres de manos libres. Si esto era guerra, noera una que produjera titulares. El blanco, si existía,era ambiguo e impreciso.

Nancy nos dice, «En esta sociedad todos somosblanco.» Y ella debería saberlo, ya como entomólogasu principal tarea es identificar, usando la técnica lamosca de la fruta, el tiempo de muerte de cuerpos noidentificados. Trata con campesinos y gente acau-dalada, con niños y adultos, hombres y mujeres. Es enparte esta conversación diaria con los difuntos lo quela ha estimulado a evitar la ciudad a toda costa. Está enpaz con los muertos, no con los vivos.

Una de las formas en que tratamos con la violenciaes negándola. Pero esta no es ciertamente la únicamanera, y definitivamente no funciona en muchoscasos. Cuando la violencia es nombrada, visible, e iden-tificada como un fenómeno tangible, su negación sevuelve muy difícil, sino imposible (como es el casodel conflicto armado o cuando uno trabaja diariamentecon cadáveres). Otros acercamientos se hacen nece-sarios.

Yo sugeriría que la violencia invisible y normalizadaes fundamentalmente tratada con negación, justifi-

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cación o resignación. La violencia nombrada y visible,de otro lado, permite otras dos formas de acercamiento:voluntaria participación y resistencia. Se necesitanhacer muchas mas investigaciones en esta materia,pero por el momento unas cuantas palabras son sufi-cientes.

La justificación viene de culpar a la victima. Porejemplo, ella fue violada por la manera como estabavestida. La negación significa cegarnos a nosotrosmismos la acción violenta, sea uno quien la inicia oquien la recibe. Por ejemplo, el hacer alarde de quenunca se tiene miedo, es una señal de miedo. Laresignación viene de la presunción de que las cosas nose pueden cambiar. Es la aceptación de la impotencia.Tal resignación nos lleva a «no dar papaya» como elúnico recurso, con el cual, paradójicamente, ganamoscierto sentido de poder.

La participación voluntaria es la elección de aquellosquienes se unen a la guerrilla (30 % de cuyos miembrosson mujeres). Isabel Bolaños, líder de las AUC (Lara).12

Es cada madre que concientemente descuida o abusafísica o psicológicamente de sus hijos. La resistenciaviene de la organización, de traer al discurso lo que seexperimenta en la práctica, y de buscar alternativas alas tácticas actuales de guerra, empleadas en discursoy practica. La gente y organizaciones que estánhaciendo esto en Colombia necesitan ser ayudadas yestimuladas (Véase, por ejemplo, Lara; Ramírez,«Logros;» «Red nacional de mujeres;» Rojas; VelásquezToro; y «women waging peace»).

Aunque parezca claro que hay violencia de géneroen Colombia (y en otras partes) atención adicionalnecesita dársele a la maneras como ésta se da. Esto asu vez pide un examen crítico de nuestras presun-ciones culturales sobre lo que es la «naturaleza»masculina y femenina. Pero también requiere, entenderlas formas en las cuales construimos «hombre» y«mujer» en el discurso y la práctica, como encarna-ciones de los ideales femeninos y masculinos.13 Porejemplo, si varias formas de datos indican que loshombres y las mujeres son diferentemente señaladosen una situación de conflicto armado, uno necesitapreguntarse cómo el ser posicionado como «feme-nino» o «masculino» afecta esa señalación y expe-riencia. Esto sustancialmente complica el escenario;lo masculino pueden ser posicionado de manerafemenina y las mujeres como seres masculinos (elcaso de los gays y las lesbianas es un ejemplo, perono el único). De hecho, uno podría argüir que si unoes forzado a vivir bajo la lógica de la guerra deguerrillas (i.e., tácticas) uno ya ha sido posicionadocomo un actor femenino en un sistema patriarcal.14

Nancy cree que en esta sociedad «todos somosblanco». Creo que muchos colombianos y colom-bianas estarían de acuerdo. Pero si todos y todassomos blanco, ¿quién está apuntando? ¿Somossimultáneamente presa y predador acorralado, animaly cazador herido?

Elizabeth Lozano Ph.D.Departamento de Comunicación,

Universidad de Loyola Chicago

12 Patricia Lara ha escrito un libro extraordinario, Las mujeres en la guerra, el cual organiza de manera cronológica las historias denueve mujeres que han participado voluntaria o involuntariamente en la guerra colombiana.

13 Aunque un libro muy importante y necesario, Afectos y efectos de la Guerra en la mujer desplazada, parece estar basado en laasunción que la mujer tiene una «esencia». Aunque muy atrayente, este concepto es problemático, por una variedad de razones (Véase,por ejemplo, Tenorio).

14 El teórico francés Michel De Certeau ha discutido tácticas y estrategias como formas de poder. La táctica es el poder de losimpotentes, sean mujeres, esclavos o clase trabajadora.

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Otras Investigaciones

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El desafío de la equidad de género en Colombiay la estrategia del Mainstreaming

INTRODUCCIÓNesde hace más o menos tres décadas, elEstado colombiano como Estado parte delSistema de Naciones Unidas, se ha com-prometido con la no discriminación hacia

las mujeres, con su empoderamiento y con el logro dela equidad entre mujeres y hombres, mediante la ratifi-cación de importantes Tratados Internacionales(CEDAW, Belem do Pará), y mediante su adhesión alas Plataformas de Acción de las Conferencias Mun-diales que sobre la mujer se han celebrado ( y a otrasCumbres mundiales), en las que ha reiterado sucompromiso con la equidad de género. Respondiendoen parte a estos compromisos, y respondiendo tambiéna la presión y la demanda del movimiento social demujeres, los distintos gobiernos han venido creandodesde la década de los ochenta mecanismos institu-cionales de alto nivel que han formulado diferentespolíticas para las mujeres y para la equidad de género.

Pese a lo anterior, en los albores del siglo XXI ydespués de dos décadas de iniciado este camino,constatamos que la equidad de género en Colombiasigue siendo un asunto marginal dentro de las agendasde los gobiernos, que las políticas de mujer y géneroen Colombia no han logrado consolidarse como polí-ticas de Estado, que los intereses y necesidades de lasmujeres y de los hombres siguen desconociéndose enla planeación del desarrollo y que la calidad de vida delas mujeres es aún precaria.

ResumenSe parte de un balance general de las políticas pú-

blicas de mujer y género en Colombia, incluyendo loslogros y limitaciones de dichas políticas. Asimismo, sepresentan aspectos centrales de las estrategias delmainstreaming de género (o gender mainstreaming,(definido como una iniciativa que implica llevar laperspectiva de género al centro de atención en todas lasáreas de desarrollo de la sociedad y en todos los tiposde actividades institucionales y legislativas) y seproponen estas estrategias como nuevo reto a asumirpor los actores involucrados en la política y por lasociedad en su conjunto. Seguidamente se planteanalgunas reflexiones sobre las consecuencias y el impactode una adecuada implementación del mainstreamingde género, siendo la más importante la reducción de labrecha de oportunidades entre los sexos. Finalmente seresumen los logros en el proceso de institucionalizaciónde organismos para promover los derechos de lasmujeres, y se señalan algunas estrategias y accionesadelantadas desde la actual Consejería Presidencialpara la Equidad de la Mujer, planteando las limitacionesy dificultades de todo el proceso de institucionalización.

Palabras clave: mainstreaming de género, transver-salidad de género, políticas de género, equidad de género,implementación política.

AbstractThis essay starts out drawing up a balance of the

gender policies in Colombia, weighing their achievementsand limitations. Central aspects of gender mainstreamingpolicies are presented (defining gender mainstreamingas an initiative placing the gender perspective at the centerof attention in all areas of social development, and alltypes of institutional and legislative activities), showingthese strategies to be a new challenge for people involvedin these policies and for society in general, concludingwith some reflections on the consequences and socialimpact of an adequate implementation of gender, chiefamong them closing the gap between the opportunitiesfor both sexes. In the framework of the process of institu-tionalization of governmental organisms for the pro-motion of women’s rights, some strategies and actionscarried out at present by the Office of the Presidential

Counsel for Equity for Women are outlined. The essayconcludes with a summary of the drawbacks and limi-tations of the institutionalization process.

Key Words: Gender mainstreaming, gender transver-sality, gender policies, gender equity, policy implemen-tation.

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Frente a lo anteriormente planteado, cabría entoncespreguntarse: ¿Cuál es el balance de éstas políticas?¿Cuáles han sido sus logros y sus limitaciones? ¿Hanrespondido estas políticas a las necesidades prácticase intereses estratégicos de las mujeres? ¿Han sido con-certadas con el movimiento de mujeres? ¿Han articu-lado a las consideraciones de género, las de etnia, edad,procedencia, clase, orientación sexual, entre otras?Como políticas para la igualdad y equidad entre losgéneros, ¿han contemplado estrategias que involucreny tengan en cuenta a los hombres en su condicióngenerizada? ¿Han aportado estas políticas (y los avanceslegislativos) a la transformación del orden patriarcalen lo público y lo privado? ¿Han aportado al logro de laequidad entre mujeres y hombres?

En el presente artículo trataré de dar respuesta aalgunos de estos interrogantes. En la primera partepresentaré un balance general de los logros y limita-ciones de las políticas públicas implementadas, parapasar luego a presentar aspectos centrales de lasestrategias del mainstreaming de género. Esta estrategiase constituye en un nuevo reto a asumir tanto por losactores(as) involucrados en la política, como por lasociedad en su conjunto, a fin de que la equidad degénero sea asunto central a considerar en la planeacióndel desarrollo, a todos los niveles y en todas las insti-tuciones. Haré algunos planteamientos someros sobrelas consecuencias y el impacto de una adecuada imple-mentación del mainstreaming de género. En este marcoseñalaré algunas estrategias y acciones adelantadasdesde la actual Consejería Presidencial para la Equidadde la Mujer a fin de transversalizar la perspectiva deequidad de género en la administración pública.Finalmente plantearé algunas reflexiones sobre las limi-taciones de los mecanismos institucionales de alto nivelcreados por los distintos gobiernos para atender losasuntos de mujer y género.

En este trabajo privilegio la aproximación al análisisde las políticas como «procesos» en cuanto su formu-lación e implementación surge del interactuar de losactores. En este marco el proceso participativo es fun-damental para fortalecer la gestión y la eficacia de laspolíticas públicas. Ello supone la participación de laspersonas interesadas desde la fase inicial de las políticas,supone comprender el ambiente político y la capacidadinstitucional y/o la voluntad política de parte de las

instituciones para gestionarla, involucrar a quienesimplementan los procesos de la formulación de laspolíticas, y entablar comunicación permanente con losgrupos y redes formales e informales. (McGee. 1997:30-31) Estos factores aumentan la eficacia de laspolíticas, por cuanto crean un espacio para el diálogoy la negociación continua, incrementan el compromisoy el sentido de propiedad con la gestión de la políticade los diversos grupos de la sociedad, y fortalecen losvínculos entre quienes formulan las políticas y lascomunidades.

POLÍTICAS PARA LAS MUJERES Y PARA LAEQUIDAD DE GÉNERO

En este campo se han formulado e implementadoen Colombia las siguientes políticas:

• 1984. Política para la mujer campesina. Conpes2109. Ministerio de Agricultura.

• 1992. Política integral para las mujeres colombianas.Conpes 2626. Consejería Presidencial para la Juven-tud, la Mujer y la Familia.

• 1992. Política Salud para las mujeres, mujeres parala salud. Resolución 1531 de 1992, Ministerio deSalud.

• 1993. Política para el Desarrollo de la Mujer Rural.Conpes Social, Consejería Presidencial para laJuventud, la Mujer y la Familia.

• 1994. Política de Equidad y participación para lamujer. (EPAM). Conpes 2726, DepartamentoNacional de Planeación DNP.

• 1997. Avances y Ajustes de la de la Política deEquidad y participación para la mujer, EPAM.Conpes 2941, DNP.

• 2003. Política Nacional de Salud Sexual y Repro-ductiva. Ministerio de Protección Social.

• 2003. Política Nacional Mujeres Constructoras dePaz y Desarrollo. Consejería Presidencial para laEquidad de la Mujer.

Logros de las políticasComo aportes de las políticas pueden señalarse

entre otros los siguientes:• Han contribuido a visibilizar la problemática de las

mujeres en todos los campos creando una opinión

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pública favorable a la equidad entre mujeres yhombres.

• Han propiciado avances legislativos.• Han fortalecido, en algunos casos, sectores del

movimiento de mujeres en cuanto a su organizacióny participación.

• Han aportado a la construcción de «masa crítica»del movimiento de mujeres frente a éstas políticas.

Limitaciones de las políticasEn el marco del modelo de desarrollo que se imple-

menta en el país, las políticas para las mujeres y parala equidad de género, tienen muy bajo estatus. Ello seevidencia en la escasa asignación presupuestal, en sudesarticulación de las políticas macroeconómicas, ensu poca cobertura e impacto y en el carácter asisten-cialista y de bienestar de muchos de sus programas yproyectos. En otras palabras, las políticas para lasmujeres y para la equidad de género siguen siendomarginales. No han logrado permear la planeación deldesarrollo en lo macroeconómico y en lo macro social.En este contexto cabría retomar lo planteado en elSeminario Internacional sobre Macroeconomía, Géneroy Estado en cuanto a que:

Los estudios sobre género y economía cues-tionan los enfoques en los cuales las desigualdadesentre hombres y mujeres son un tema social sepa-rado que debe ser tratado en el terreno de laspolíticas sociales y no como un obstáculo para eldesarrollo económico sostenido y el desarrollohumano» (DNP: 1998).

Un aspecto importante a considerar es que dichaspolíticas no logran consolidarse como políticas deEstado. A pesar de los esfuerzos que se han hechodesde las instancias rectoras de política por posi-cionarlas al más alto nivel, cada nuevo gobierno formulauna nueva política desconociendo en la mayoría de loscasos las políticas anteriores y los avances y/o logrosque se estuvieren alcanzando. No es de extrañar, enton-ces, que no hayan generado cambios estructurales

profundos en las raíces de la discriminación contra lasmujeres. Podría plantearse que aún falta mucho porhacer en relación con la división sexual del trabajo1 yque en algunos casos las mismas políticas (en suimplementación) se encargan de reproducirla. Laviolencia contra las mujeres en vez de disminuir pareceacrecentarse, las condiciones laborales de las mujeresson muy precarias y los derechos sexuales y repro-ductivos son todavía «enunciados de buenas inten-ciones»debido en gran parte a la ingerencia de la IglesiaCatólica en el Legislativo y a la sociedad patriarcal ymachista que se siente amenazada.

Una de las mayores dificultades que enfrentan laspolíticas para las mujeres y para la equidad de géneroen Colombia es su poca legitimidad dentro del movi-miento de mujeres, debida al proceso mediante el cualse formulan. La mayoría de las políticas han sidodiseñadas «desde arriba» por un equipo de expertos(as)en el tema, sin vincularlas a los procesos de su formu-lación,2 además de que no se han tenido en cuenta losintereses y necesidades de las mujeres, derivados nosólo de su condición de género, sino también de suetnia, procedencia geográfica, edad, clase, orientaciónsexual. En este sentido la Red Nacional de Mujeresplanteó frente a la «Política Integral para las MujeresColombianas»:

El que el gobierno haya formulado y aprobadouna política para «garantizar el desarrollo humanointegral de las colombianas» sin concertar con elmovimiento de mujeres, es preocupante puesto quees un desconocimiento no sólo de la trayectoria einfluencia que las organizaciones de mujeres hemostenido en la transformación de las colombianas,sino también del trabajo concreto de la Red Na-cional de Mujeres en la Asamblea Nacional Cons-tituyente para lograr principios explícitos de laeliminación de la discriminación contra la mujer enla nueva Carta Política. (Red Nacional de Mujeres,1994: 9-10)

En cuanto a los contenidos mismos de las políticas,podemos señalar las siguientes limitaciones:

1 Aunque en Colombia, como en muchos otros países las mujeres han accedido masivamente al mercado laboral, las condiciones enque lo han hecho son muy precarias dado que se ubican en los sectores mas deprimidos de la economía, cuando no en el sector informaly aunque hoy tengan mayor nivel educativo éste no se refleja ni en su ubicación laboral ni en el salario que reciben, que sigue siendomucho menor que el que reciben los hombres.

2 Para ampliar este aparte se sugiere revisar el texto «Nuestro pensamiento y palabra también cuentan»elaborado por la RedNacional de mujeres, en el que se hace una mirada crítica y propositiva a la Política Integral para las Mujeres Colombianas, a la PolíticaSalud para las Mujeres, Mujeres para la salud y a la Política para el Desarrollo de la Mujer Rural.

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• En muchas de las políticas, planes de desarrollo,programas y proyectos dirigidos a las mujeres, seles sigue considerando como «sector vulnerable»,objeto de medidas asistenciales y paternalistas yreceptora pasiva de los beneficios del desarrollo.Esto trae graves consecuencias en cuanto invisibi-liza a las mujeres como actoras sociales y políticas,limita su participación y desconoce el importanteaporte del trabajo doméstico (realizado en sumayoría por mujeres) a las cuentas nacionales.

• Por otra parte, en ocasiones se tiende a «circunscribirel tema de género al problema de feminización dela pobreza», lo cual limita grandemente los alcancesde los análisis. Según algunas expertas esta ten-dencia «es una trampa en la que se ha caído muchasveces y que sólo ha confundido la discusión estra-tégica» (Grynspan, 1998: 83).

• Otra de las dificultades de las políticas es que éstasno cuentan con indicadores ni con mecanismos parahacerles seguimiento, ni tampoco precisan losrecursos asignados para su puesta en marcha. Estosfactores hacen más difícil el seguimiento a los obje-tivos de la política y a su impacto.

• Por otra parte, en las políticas que se han formuladoen Colombia para la equidad de género, los hombressólo existen como «referentes» para mirar las situa-ciones de discriminación de las mujeres, descono-ciéndose en la formulación de las mismas, lasnecesidades e intereses de los hombres frente a latemática de género. Más que políticas para la equi-dad de género, entonces, las actuales son políticaspara las mujeres y acciones afirmativas para pro-mover su empoderamiento y su accionar político ysocial. Es importante tomar en cuenta el crecientecuerpo de investigaciones sobre masculinidades, yavanzar hacia la implementación de políticas deequidad de género que merezcan plenamente elnombre.

EL MAINSTREAMING DE GÉNERO

Las políticas para el empoderamiento de las mujeresy para la equidad de género, a las que acabamos dereferimos, y el mainstreaming de género, son dos

estrategias que aunque separadas, son complementariasy están interrelacionadas. El mainstreaming de género3

surgió para dar respuesta a las limitaciones a las queacabamos de referimos, y en la última década se havenido impulsando desde la ONU y la Unión Europea,como la estrategia más eficaz para alcanzar la equidadde género. Ya desde la Plataforma de acción de la IVConferencia Mundial de la mujer, celebrada en Beijing,China en 1995, se señalaba que «los gobiernos deberíanpromover una política activa y visible de mainstreamingde género, en todas las políticas y programas, paraque antes de que se tomen las decisiones, se realice unanálisis de los efectos producidos en hombres y mujeresrespectivamente».

Esta estrategia fue desarrollada en respuesta a laslecciones que se han obtenido en los últimos 20 añosde experiencias en intervenciones dirigidas a atenderlas necesidades de las mujeres y a mejorar su posiciónen la sociedad y surge en respuesta al fracaso demuchas iniciativas que se han emprendido para el logrode la equidad entre mujeres y hombres. La experienciamuestra que para que sea alcanzada la equidad degénero, es necesario que los temas de género seantransversalizados en todos los niveles y en todos lossectores. (NCFAW, UNDP. 2004: 34)

¿Qué es el mainstreaming de género?El término mainstreaming proviene del objetivo de

aumentar la atención prestada a la equidad de géneroen las actividades de desarrollo establecidas. El mains-treaming de género implica llevar la perspectiva degénero al centro de atención en todas las áreas deldesarrollo de la sociedad (económico, político, social,cultural y organizacional) y en todos los tipos deactividades tales como la recopilación de datos y lainvestigación, los análisis, la legislación, el desarrollode políticas, el desarrollo de programas y proyectos,así como la formación y otras actividades de desarrolloinstitucionales (Hannan. 2004: 3-4). Siguiendo aHannan, es pertinente señalar que «[el] mainstreamingno implica una aceptación incuestionable del desarrolloestablecido, sino que busca cambiar o transformar losobjetivos, las políticas, las estrategias y las accionesen el desarrollo establecido para que tanto las mujeres

3 La traducción de mainstreaming como transversalidad, aunque no es muy precisa, es utilizada con frecuencia por sectores de laacademia y actores(as) políticos.

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como los hombres puedan influir en la dirección deldesarrollo social y participar activamente y beneficiarsede él».

Desde el mainstreaming de género se plantea quela atención a los intereses y necesidades de mujeres yde hombres así como la atención al impacto sobre losmismos de todas las acciones emprendidas, debe serparte habitual de los procesos, no sólo de las políticaspara las mujeres y para la equidad de género, sino detodas las políticas (económicas, de comercio, de medioambiente, de agricultura, de erradicación de la pobreza,de migración, de prevención del delito, de desarrolloindustrial, de salud, etc.).

Implementación del mainstreaming en las organi-zaciones públicas y privadas y en la gestión pública

En gran medida el fracaso de las iniciativas paratransversalizar el enfoque de género en la planeacióndel desarrollo y posicionar la equidad de género comopolítica de Estado, ha obedecido a que éste sigue siendoun asunto marginal dentro de las organizaciones4, untema a ser trabajado por un equipo de «expertos/as»,y un asunto más «técnico» que político. Ahora bien,sería hipócrita impulsar políticas de género desdeorganizaciones en las que la equidad de género estáausente, donde se discrimina a las personas por razonesde sexo para ocupar cargos de decisión, donde lossalarios y las condiciones laborales son inequitativaspara mujeres y para hombres y donde se mantiene yperpetúa una cultura machista y patriarcal. Dado loanterior se considera entonces que incorporar la pers-pectiva de género en las organizaciones e institucionespúblicas y privadas que van a implementar las políticas,es una condición importante y casi indispensable parael éxito del mainstreaming de género.

En este contexto los esfuerzos deben hacerse endos niveles:

1. Al interior de cada organización: Es necesariorevisar desde la perspectiva de género las prácticasde trabajo, jerarquías de poder, operaciones inter-nas, desarrollo de capacidades y condiciones talescomo salarios y beneficios.

2. En el mandato y trabajo de cada organización: Sehace necesario examinar tales productos como polí-ticas, leyes, planes, programas, proyectos ydirectivas administrativas, así como su impactopara las relaciones de género. (NCFAW, UNDP.2004: 35)

Al analizar las organizaciones que van a implementarlas políticas, con el fin de que en ellas se transversalicela perspectiva de género, se deben considerar lossiguientes elementos:

• Compromiso y política. Puesto que se asigna a lascuestiones de género en la política de una organi-zación; grado de compromiso y aplicación en lapráctica; participación de mujeres y de hombresen la elaboración de políticas y en la toma de deci-siones.

• Presupuesto: Integrar el enfoque de género requiererecursos financieros. Se puede recurrir tanto a losrecursos de programas como a presupuestos espe-ciales para financiar la formación, desarrollar instru-mentos, efectuar investigaciones, organizar semi-narios y campañas, etc.

• Competencias/capacidades. Es importante crearconciencia y desarrollar las capacidades necesariassobre género en todos los actores involucrados y atodos los niveles. La capacitación debe conllevar ahacer del género una actitud y no solamente una«técnica» más.

• Planeación/procedimientos/Instrumentos: Todos losinstrumentos y todas las etapas de la planificacióny de la implementación de programas y proyectos(términos de referencia, indicadores, gestión delciclo de proyectos y manuales de evaluación) debenintegrar el enfoque de género.

• Cultura organizacional: La cultura de una organi-zación es una combinación de complejos elementosy factores intangibles que hay que descifrar comoparte de una evaluación de género que permitaestablecer correctivos donde sea necesario a fin deque la equidad de género permee todos los aspectosde la cultura de una organización.

4 Para ampliación de este aparte revisar Manual COSUDE en la práctica, reseñado en la bibliografía.

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• Gestión de los recursos humanos e igualdad deoportunidades: Se requiere crear un ambiente detrabajo seguro y práctico para las mujeres y loshombres e identificar sus necesidades prácticas eintereses estratégicos como parte de una evaluaciónde género al interior de la institución.

• Responsabilidades: Todos los miembros del personalindependientemente del puesto que ocupen sonresponsables de la integración del enfoque degénero. (COSUDE. 2003: 27)

Componentes transversales a todo el proceso demainstreaming de género

Para implementar la estrategia a todos los niveles yen todos los sectores se deben considerar de formapermanente, entre otros, los siguientes componentes:

1. Sensibilización y capacitación: Sensibilizar, con-cientizar y brindar herramientas conceptuales ymetodológicas sobre equidad de género y planea-ción con perspectiva de género a funcionarios/asde las entidades estatales a nivel central y territoriala fin de que estén capacitados para diseñar, imple-mentar, monitorear y evaluar, políticas, planes,programas, proyectos y presupuestos con enfoquede género.

2. Comunicación y cultura: Promover un cambiocultural en la sociedad en el que se propenda por laequidad entre hombres y mujeres en todos loscampos de la actividad social y se valoren y reco-nozcan los aportes de las mujeres al desarrollo.

3. Monitoreo: Por medio de indicadores previamenteestablecidos, revisar los avances y retrocesos enlos procesos que se adelantan.

4. Fortalecimiento organizativo de las mujeres e inter-locución con los hombres y las mujeres: Promoverla calificación para la participación de las mujeresy fortalecer sus organizaciones. Hacer a los hom-bres y a las mujeres partícipes de todo el proceso,y considerar sus intereses prácticos y estratégicosen la planeación del desarrollo.

5. Investigación: Aportar elementos para la formu-lación, implementación, evaluación de políticas,

planes, programas, proyectos y presupuestos conenfoque de género, acordes con los contextos.

6. Celebración de convenios y alianzas: Celebrarconvenios y alianzas con entidades del sectorpúblico, privado y la cooperación internacional parala investigación y la implementación de la estrategiade transversalidad.

7. Evaluación: Hacerle seguimiento periódicamentea la implantación de la estrategia de transversalidadde género a fin de hacer ajustes que tengan en cuentalas debilidades y fortalezas encontradas.

Implicaciones de la implementación de la estrate-gia del mainstreaming de género

Una implementación seria de esta estrategia enColombia conduciría a grandes cambios, a saber:

• Si partimos del hecho de que la inequidad de géneroes sistémica pues sus raíces permean todas lasesferas sociales, políticas, económicas y culturales,una política para atacar las disparidades de génerodebe actuar simultáneamente en éstos frentes ytrabajar coordinadamente con otros sectores paraque sea exitosa. En este contexto podría señalarseentonces que el reto de la equidad de género y lapreocupación por la eliminación de la discriminacióncontra las mujeres no es sólo un asunto que competea las políticas para las mujeres y a las políticas parala equidad de género, sino que compete a todas laspolíticas públicas. Asimismo, la responsabilidad porla equidad de género, ya no sería asunto exclusivode la instancia rectora de políticas para las mujeresy para la equidad de género (aunque ésta debe jugarun importante papel de promoción, para lo cual debefortalecerse como institución), sino que sería res-ponsabilidad también de todas las otras instanciasgubernamentales en todas las áreas y a todos losniveles y compete también a la sociedad en suconjunto.

• En este sentido se puede hablar de transversalidaden cuanto la equidad de género es un asunto decompetencia intersectorial e interinstitucional querequiere del compromiso conjunto de todas las áreasy de todos los sectores.

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• El mainstreaming de género es explícito en señalarla importancia de considerar los intereses y nece-sidades de los hombres (y de las mujeres) en sucondición generizada. Desde esta perspectiva laspolíticas para la equidad de género en Colombia ytodas las otras políticas y acciones del Estado debenreconocer y «visibilizar» a los hombres en su diver-sidad étnica, de clase, de procedencia, de orientaciónsexual, etc. y promover medidas para atender susprioridades. En este contexto es pertinente señalarque la equidad de género debe ser el resultado deun esfuerzo emprendido entre mujeres y hombresy no sólo desde las mujeres.

• La estrategia del mainstreaming de género aportaal cambio estructural del sistema de género encuanto hace partícipes a mujeres y hombres en elaccionar del Estado para transformar sus institu-ciones y sus prácticas que en muchos casos repro-ducen situaciones de inequidad social y de género.Como plantea Astelarra:

Si se quiere resolver realmente la discriminaciónde las mujeres, es necesario cambiar la organizaciónsocial que le sirve de base y la dicotomía entre lasactividades públicas y privadas. Esto supone polí-ticas públicas de más envergadura y con objetivosmás amplios que la mera búsqueda de la igualdadde oportunidades y acción positiva entre mujeres yhombres en el ámbito público. Supone, por un lado,modificar las características y la relación entre elmundo público y el mundo privado que ha caracte-rizado a nuestra sociedad moderna. Por otro lado,supone eliminar la base cultural y política que hasustentado la jerarquía entre lo masculino y lofemenino... Esta profunda tarea de cambio no esposible sólo con la implementación de políticaspúblicas. Supone una verdadera revolución de lasociedad y de las personas. La sociedad debeorganizar su vida privada, en especial los serviciosproducidos en la familia de otra manera. Las per-sonas deben modificar radicalmente sus ideas, susmodos de actuar y sus valores, con respecto algénero. (Astelarra. 2004: 17)

MECANISMOS INSTITUCIONALES PARA LASMUJERES Y PARA LA EQUIDAD DE GÉNERO

Un paso importante para lograr la implementaciónde políticas para promover los derechos de las mujeresy alcanzar la equidad de género, es la instituciona-lización, es decir, la creación y el desarrollo de organis-mos gubernamentales que puedan asumir la orientacióny la coordinación de los procesos para lograr dichaequidad.

Logros: instituciones creadasEl gobierno colombiano desde la década de los 80

ha creado diferentes organismos institucionales y hapromulgado varias políticas para las mujeres, con elapoyo de equipos técnicos de alto nivel que han contadoa su vez con la asesoría técnica y financiera de laCooperación Internacional. Estos organismos incluyen:

• 1990: Consejería Presidencial para la Juventud, laMujer y la Familia (Decreto Presidencial 1878).

• 1995: Dirección Nacional de Equidad para lasMujeres (Ley 188).

• 1999: Se convierte la Dirección en Consejería Presi-dencial para la Equidad de la Mujer (Decreto 1182).

• 2.003: Se asignan nuevas funciones a la ConsejeríaPresidencial para la Equidad de la Mujer (Decreto519).

A continuación nos centraremos en algunos aspec-tos del desempeño de la actual Consejería, espe-cíficamente en relación con el uso del mainstreamingde género, para luego señalar algunas limitaciones delos procesos de institucionalización.

El mainstreaming de género en la ConsejeríaPresidencial para la Equidad de la Mujer (2.003-2006)

Como una herramienta para el proceso que seadelanta a nivel central y en las regiones, la Consejeríavalidó un Manual para la Transversalidad de géneroel cual contiene elementos conceptuales y prácticospara su incorporación en entidades del Estado Colom-biano. Este Manual se produjo en el contexto de laEstrategia para la transversalidad de género impulsadadesde la Consejería cuyo objetivo es el de:

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Introducir líneas de trabajo en las diferentesRamas del poder público y en las instituciones,para incorporar el enfoque de género en laspolíticas, programas, proyectos y presupuestos,estableciendo mecanismos de concertación, coor-dinación y cooperación…Su implementación per-mite lograr gradualmente la permanencia delproceso y evita la marginación y el aislamiento delas instancias que propenden por la equidad degénero (Observatorio de asuntos de género, 2005:19).

En al Manual se presenta una «Ruta para la trans-versalidad» con un instructivo para el monitoreo decada uno de los componentes de la misma5. Lospresupuestos básicos de la Ruta son: voluntad política,institucionalidad, coordinación, información, sensibi-lización, planeación, presupuesto, planes de AccionesDirectas o Políticas afirmativas, concertación, ejecu-ción, responsables, monitoreo, evaluación, sostenibi-lidad, y estrategia de comunicaciones. Al respecto seseñala que:

Esta forma de intervención debe incidir en todoel accionar del Estado (Integralidad) puesto quecada actuación tiene un impacto diferenciado paramujeres y hombres. El cumplimiento de lospresupuestos básicos permite lograr gradualmentela permanencia del proceso y la incorporación deesta dimensión en las políticas, planes, programas,proyectos y presupuestos. El proceso de la trans-versalidad de género evita la marginación y elaislamiento de las políticas y de las instancias quepropenden por la equidad de género. Así la conso-lidación de la tranversalidad de género comopolítica de estado, trasciende el ámbito guberna-mental generando un proceso de transformacióncultural capaz de generar un cambio en laspersonas, las ideas, los valores y los modos deactuar dentro de la sociedad» (Consejería Presi-dencial para la Equidad de la Mujer, 2005: 10).

Otros logros de la Consejería Presidencial para laEquidad de la Mujer (2.003-2006)

Teniendo como meta posicionar la equidad de génerocomo política de Estado y transversalizar el enfoquede género a todos los niveles, y en todos los sectores,la Consejería ha emprendido diversas iniciativas, conrecursos del presupuesto nacional, recursos de lacooperación internacional6 y apoyo de la empresaprivada. Entre ellas se encuentran:

• El Acuerdo Nacional por la Equidad entre mujeresy hombres (14 de octubre del 2003) que es unaimportante iniciativa que concreta el compromisodel Gobierno nacional y de las Ramas Legislativa yJudicial derealizar y concretar el objetivo de potenciar el papel delas mujeres mediante su participación en condicionesde igualdad con los hombres, en todas las esferas dela sociedad, y la eliminación de todas las formas dediscriminación en su contra, a fin de alcanzar undesarrollo humano con calidad y equidad. (ConsejeríaPresidencial para la equidad de la mujer, 2003:3)

• Este Acuerdo ha sido suscrito también por diversosgremios7 económicos y sociales y las Universida-des de Antioquia, Nacional y la del Valle y sigueimpulsándose su adhesión en las regiones. Comomecanismo para el seguimiento de los compromi-sos establecidos en el Acuerdo se conforma la MesaInterinstitucional de Enlaces de Género.

• Otra iniciativa liderada por la Consejería dentro dela estrategia de transversalidad, para aunar esfuer-zos por la equidad de género y la participación po-lítica de las mujeres es el Pacto para una inclusiónefectiva de las mujeres en la política (5 de octubredel 2005) que se constituye en el compromiso delos partidos y movimientos políticos para

5 Este Manual para la Transversalidad de Género será publicado próximamente.6 Es de destacar el importante apoyo del PNUD, UNIFEM, ACDI, AECI, GTZ, FESCOL, OIT y OIM. UNDP PAKISTÁN. «Gender

sensitivity and awareness-raising step by step» Attached to GenderNet Query. Bangladesh Training Manual for Civil Service, 2004.UNDP-UNIFEM-UN/HABITAT (ROLAC). Estrategias para el liderazgo de las mujeres y avances en la inclusión, la gobernabilidady la equidad de género en democracias locales en el Ecuador. Documento borrador de la Propuesta de Intervención, Mayo 2004.XUNTA DE GALICIA. Proxecto Elas. Contidos Formativos. Sin Fecha WALBY, Sylvia. Mainstreaming de género: Uniendo la teoríacon la práctica.7Entre los gremios que han firmado el acuerdo se encuentran: ASOBANCARIA, COTELCO, SAC, ANDI y Confecámaras.

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potenciar el papel de las mujeres en la democra-cia y de concretar estrategias que aseguren a tra-vés de acciones deliberadas, su inclusión efectivaen el poder formal… Los firmantes se comprome-ten de conformidad con los estatutos que rigen losmovimientos y partidos políticos, a contar con unprograma o plan de acción que permita desarrollarestrategias políticas, económicas, comunicativas,educativas y alianzas estratégicas para la inclusiónefectiva de las mujeres en la política. (ConsejeríaPresidencial para la equidad de la mujer, 2005: 3).

La Consejería diseñó y puso en marcha comoparte de la estrategia de fortalecimiento institucional yde transversalidad, El Observatorio de Asuntos deGénero, OAG, como

herramienta estratégica para evaluar la incor-poración de la perspectiva de género en las polí-ticas públicas y avanzar en el proceso de transver-salidad de género; conocer el impacto específicoque las normas, las políticas, los presupuestos olas estructuras tienen sobre hombres y mujeres…formular recomendaciones y elaborar los informesdel Estado Colombiano frente a los compromisosinternacionales…» (Consejería Presidencial parala equidad de la mujer, 2004: 4).

• El OAG realiza también el seguimiento a la situaciónde mujeres y de hombres a partir de 5 ejes temá-ticos: Empleo y desarrollo empresarial; Educacióny cultura; Salud sexual y reproductiva; Violenciascontra la mujer y participación política, sobre loscuales periódicamente saca Boletines. Es importanteseñalar que recientemente el Observatorio deAsuntos de Género es ya Ley de la República.

• La Consejería viene adelantando desde 2003agendas interinstitucionales como resultado del pro-ceso de concertación con Ministerios y entidadesdel orden nacional. Estas agendas determinan loscompromisos y los(as) responsables de lasacciones. En el proceso que se realiza en las regionesse han también concertado agendas intersectoriales.

• Los Consejos comunitarios de mujeres fueroncreados por la Consejería

como un mecanismo participativo y un valiosoespacio de interlocución entre las mujeres y el

Estado, en departamentos y municipios…Buscansimultáneamente consolidar una Red de mujerescontra las violencias (Consejería Presidencial parala equidad de la Mujer, 2005: 19)

• Desde la Consejería se están impulsando tambiénestrategias para la sostenibilidad de los programascon el fin de crear capacidad institucional endepartamentos y municipios que permanezca a pesarde los cambios de gobierno.

Es importante hacerle seguimiento a estas iniciativaspara revisar su impacto y su sostenibilidad.

Limitaciones de los mecanismos institucionalesDesafortunadamente, en general la eficacia de los

mecanismos institucionales creados como entes recto-res de las políticas de mujer y género8 se ha vistolimitada por los siguientes factores:

• El poco presupuesto y el recorte permanente delmismo, lo que impide y limita la implementación deestrategias a largo plazo, la contratación de personalcon alta calificación y la cobertura. Una de lasgrandes limitaciones para la Consejería Presidencialpara la Juventud, la Mujer y la Familia y la DirecciónNacional de Equidad para las Mujeres, fue la escasaasignación presupuestal, que dificultó la coberturade sus programas y la programación a largo plazo.Según el Informe del Área Mujer de la Consejería,el presupuesto que se asignó al Área Mujer duranteel 94, fue solo el 5.6% del total asignado a la Con-sejería. Según el Informe de gestión de la DirecciónNacional, el presupuesto asignado en el período 95-97 no excedió el 0,0007 del Presupuesto Nacional.

• Débil institucionalidad. Otra constante es que lacreación y permanencia de estas instanciasdepende en gran medida de la «buena voluntad»del gobierno de turno, no garantizándose suestabilidad y la continuación de su trabajo en elgobierno siguiente. Como ya se dijo, entre 1990 y2003 se crea una Consejería que posteriormentepasa a ser Dirección Nacional de Equidad para lasMujeres, para luego volver a la figura de la

8Estas consideraciones son retomadas de los informes de gestión presentados por la Consejería Presidencial para la Juventud, la Mujery la Familia, La Dirección Nacional de Equidad para las Mujeres y la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer del períodoanterior al actual.

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Consejería, e incluso se le cambian las funciones.• Bajo estatus en el aparato estatal. Un aspecto central

a considerar en este contexto es el de que laspersonas encargadas de estas instancias participenen los espacios donde se definen las políticasmacrosociales y macroeconómicas del país.

• Dificultad para vencer «resistencias»dentro delEstado y dentro de sectores de la sociedad civil,frente al cambio cultural necesario para la equidadde género. Según la experiencia reseñada en losinformes de gestión de la Consejería y de laDirección Nacional, falta voluntad política demuchos de los funcionarios/as de los Ministeriosy Secretarías a nivel nacional y regional, para asu-mir políticas y programas que apunten a trans-formar las situaciones de inequidad que enfrentanlas mujeres y para potenciar su participación. Encuanto a las dificultades encontradas para sugestión, Olga Amparo Sánchez, directora duranteel período 1995-1998, señala:

N o s e l o g r ó l a s u f i c i e n t e v o l u n t a d p o l í t i c a d e a l g u -n a s i n s t i t u c i o n e s p o r q u e f a l t a u n a c o n c e p c i ó n m á s i n -t e g r a l d e l a d e m o c r a c i a . Ta m p o c o u n s u f i c i e n t e d e b a t ee n t é r m i n o s d e l a s r e s p o n s a b i l i d a d e s d e l a s d i f e r e n t e si n s t a n c i a s e s t a t a l e s e n c u a n t o a l a p r o t e c c i ó n y p r o m o -c i ó n d e l o s d e r e c h o s d e l a s m u j e r e s . O t r a s u r g e n c i a sh a c e n p o s p o n e r s i e m p r e l a i m p o r t a n c i a d e l t e m a y l aa m p l i a c i ó n d e e s t o s d e r e c h o s , o l a l e g i t i m a c i ó n d e s ua u t o n o m í a s e c o n s i d e r a i r r e l e v a n t e . ( R a m í r e z . 1 9 9 8 : 1 2 )

• Dificultad para la interlocución con el movimientode mujeres. Esta dificultad ha sido consignada enlos informes de gestión tanto de la Consejería Pre-sidencial para la Juventud la Mujer y la Familia,como en el de la Dirección Nacional para la Equi-dad. En el informe de gestión preparado por dichaConsejería, se señala que

[El] proceso de acercamiento y concertación conel Movimiento Social de Mujeres fue lento y enocasiones difícil pero… sirvió para conocer las di-ferencias en perspectiva y naturaleza del trabajoasí como las debilidades y fortalezas conceptualesy de gestión del sector gubernamental y de las or-ganizaciones de mujeres. (Consejería PresidencialJuventud, Mujer y Familia. Área Mujer. 1994: 9-10)

CONCLUSIÓN

La estrategia del mainstreaming de género repre-senta una oportunidad importante para los esfuerzospor alcanzar la equidad de género. En Colombia conta-mos ya con herramientas técnicas, tales como el Ma-nual citado, que pueden ayudarnos implementar estaestrategia tomando en cuenta todas las variables quedeben controlarse a fin de lograr el éxito en este propó-sito. Debemos, claro está, contar con la voluntad polí-tica de los funcionarios gubernamentales a los niveleslocales y departamentales, a fin de que se puedan rea-lizar las acciones necesarias. Por otra parte, el objetivode lograr la transversalidad de la perspectiva de génerotanto en las políticas públicas como en todas las áreasde desarrollo de la sociedad no podrá lograrse sin lainterlocución y la concertación con un movimiento demujeres fuerte, bien organizado, y decidido a partici-par a fondo en la vida pública. De hecho, un movi-miento social de mujeres capaz de presentar demandasclaras y defenderlas con efectividad, puede fortalecerla voluntad política de los funcionarios y dirigentes paraemprender las acciones pertinentes. Este es el reto alcual nos enfrentamos hoy las mujeres.

Martha Cecilia LondoñoCentro de Estudios de Género,

Mujer y Sociedad, Universidad del valle

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La idea de sí en la literatura de mujeres en America Latina

ay una razón narrativa, ni política ni argu-mentativa, que construye un camino paraacceder a un conocimiento. Uno, simpley en juego con la multiplicidad, sin ningún

afán de universalidad. A ese conocimiento se accedemediante la construcción interpretativa de algo indefi-nible, pero existente. Algo previo a la narración, peroque la narración vuelve real, verdadero al ser enunciado.Las personas que narran, oral o literariamente, constru-yen una y otra vez esta razón que, en los últimos treintaaños, se ha expresado fundamentalmente en la contri-bución de escritoras, narradoras e historiadoras, poetasy ensayistas.

La literatura es terreno de muchos conflictos y laepistemología la cuestiona como instrumento cognos-citivo. Entre la literatura y el mito hay una continuidad-¿una mismidad?- interpretativa, porque la narraciónimplica un conocimiento previo, una percepción de larealidad que se quiere explayar y no limitar.

Hace veinte años, cuando conocí a Dolores Castro,entre ella, que era la poeta madre simbólica de lasescritoras ahí reunidas y yo, entonces joven narradora,formulamos la idea de que la creación es ajena a lasayudas económicas. Como mujeres escritoras nossentíamos vividas por una necesidad de decir quetrascendía todo apoyo y, también, todo estilo. Era unaidea a contracorriente con respecto a las de nuestrascompañeras que reivindicaban espacios, becas y visi-bilidad; una idea que lanzamos a la mesa, pero que nonecesariamente nacía allí.

En una librería de viejos, allá por la calle de Madero,me encontré con un librito de la maestra Castro pocosdías después. Y en él la descripción de nuestras palabrasde escritoras:

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Cómo arden, ardenmientras van a morir empavesadaslas palabras.Leñosas o verdes palabras.

Bajo su toca negra se enjaezancon los mil tonos de la lumbre.

Y yo las lanzo a su destino;en su rescoldo brillen1.

Entonces me di cuenta de que nuestra idea teníauna expresión acabada. Era una verdad poética, noargumentativa que, en el ámbito de un debate socio-lógico, no pudo ser reconocida.

La chilena Diamela Eltit, en su novela Lumpérica,de 1983, describe a L., a la vez una protagonista yuna marginal, como quien «transmitirá la noticia, comopredicadora su rostro transformado, sus múltiplesfacetas, esa absoluta falta de inscripción señalará laveracidad del acontecimiento»2. En esta novela esqui-zoide, la protagonista teatraliza e inventa la primeraescena de una película actuada por el lumperío, esospálidos de piernas ulceradas y manos vendadas quesin el alucine de ella simplemente no serían nada. Alleerla pensé que el fragmento habla de la imposibilidadde no escribir, de no decir, aunque sea alucinando,porque sólo la literatura devela los hechos al inter-pretarlos. Más aún, Lumpérica, como Soles y buenaparte de la literatura escrita en América Latina pormujeres en la segunda mitad del siglo XX, construyela razón narrativa en femenino.

Después de setenta años de participación políticapública, aunque invisibilizada, por la década de 1950,las mujeres latinoamericanas empezaron a manifestartímidamente una escritura determinada por su cuerpoy por el lugar que éste tenía en las historias familiar,nacional y continental.

Entonces, sus narraciones contribuyeron al meta-rrelato del patriarcado latinoamericano, con sus especi-ficidades étnicas, machistas y de indefensión social.Contaron una inmensa variedad de molestias, dudas yresistencias femeninas frente al orden patriarcal3. Perono pudieron dar vuelta a la constricción socio-sexualcon el lenguaje que tenían, delatando en su literaturaalgo que el historiador Hayden White formuló para todaexpresión escrita de las ideas, eso es que: «el pensa-miento permanece cautivo del modo lingüístico en queintenta captar la silueta de los objetos que habitan elcampo de su percepción».4

El Bildungsroman, la novela de formación, de prota-gonista femenina en Latinoamérica se afirmó conIfigenia (1924) y Las memorias de mamá Blanca(1929) de la venezolana Teresa de la Parra. Luegovinieron las autobiografías, los monólogos, las narra-ciones en primera y tercera persona, las alternanciasde puntos de vista, los estudios psicológicos, lashistorias de vida y los cuentos de denuncia escritosentre 1949 y 19855. La venezolana Antonia Palacio, enlas viñetas que componen los relatos de Ana Isabel,una niña decente (1949), y la mexicana RosarioCastellanos, en Balún-Canán (1957), buscaronexpresar el punto de vista de una niña al contar lasexperiencias de una niña. Así como en Estaba la pájarapinta sentada en un verde limón (1975), de lacolombiana Albalucía Ángel, y en Lilus Kikus (1976),de la franco-mexicana Elena Poniatowska, lasprotagonistas niñas no se ven como seres indepen-dientes y libres sino como personas que deben enfrentarla realidad, tragándose sus deseos de libertad que, sinembargo, nunca las abandonan.

Al crecer, las personajes femeninas expresansentimientos de rabia e impotencia: la espléndidaadolescente que se sabe dueña de un cuerpo intocadoy que es obligada a casarse con el tío moribundo paraobedecer a las reglas religiosas y a la construcción

1Dolores Castro. Soles. México: Jus, 1977.2 Diamela Eltit. Lumpérica. Santiago de Chile: Seix Barral, 1998 (3ª. Edic.).3Ver, entre otros, al respecto: Martha L. Canfield. Donne allo specchio. Racconti ispanoamericani fra Otto e Novecento, Florencia:

Le Lettere, 1997; Lucía Guerra, La mujer fragmentada. La Habana: Casa de las Américas, 1994; Lola Luna. Leyendo como una mujerla imagen de la Mujer. Barcelona: Anthropos, 1996; VV AA, Literatura y diferencia. Escritoras colombianas del siglo XX, Vol. 2.Medellín: Universidad de Antioquia/Uniandes, 1995; Marina Fe, Otramente: lectura y escritura feministas. México: FCE, 1999.

4 Hayden White, Metahistoria. La imaginación histórica en la Europa del siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica, 2001.(p.11)

5 María Inés Lagos, En tono mayor: relatos de formación de protagonista femenina en Hispanoamérica. Santiago de Chile: CuartoPropio, 1996. (pp. 55-60)

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moral de lo que es la bondad femenina, encarnada en«La Sulamita» (1961) de Inés Arredondo, es uno delos personajes más redondos del universo literariomexicano de la época. La libertad para las jóvenes nuncaes siquiera un anhelo, se concibe como lo que no setiene, como conciencia de una privación, pero laverdadera soledad es estar sin una mujer cerca o, peoraún, sentir a las demás mujeres como enemigas6.

Las escritoras denuncian y afirman, precipitandola llegada de un feminismo que ofrecerá a las mujeresde todas las tendencias políticas temas y actitudes,angustias, despertares y respuestas.

En 1951 Marguerite Yourcenar, primera mujer eningresar a la Academia de Francia, escribió en su«Cuadernos de notas a las Memorias de Adriano»7:

Imposibilidad, también, de tomar como figuracentral un personaje femenino; de elegir, porejemplo, como eje de mi relato a Plotina en lugarde Adriano. La vida de las mujeres es más limitada,o demasiado secreta. Basta con que una mujercuente sobre sí misma para que de inmediato se lereproche que ya no sea mujer. Y ya bastante difíciles poner alguna verdad en boca de un hombre.

A pesar de que ese apunte pueda interpretarse hoyen sentido antifeminista, manifestaba en su momentola necesidad de la escritora de justificar la posible faltade coherencia con su ser mujer. Justificación o disculpaque con anterioridad ninguna escritora se había sentidoobligada a presentar a su público lector.

La literatura, encadenada por los valores sexualesde la lengua, había positivizado los símbolos de lomasculino, convirtiendo en negativos aquellos adscritosa lo femenino. A los hombres confería movimiento,honor, seguridad, subjetividad, y a las mujeres unaamalgama de sensaciones relativas a lo caótico y loestanco. La noción de amor, inventada por una seriede poetas medievales para ofrecer a la literatura un

tema de calidad universal y sublime, implicaba unadevoción casi religiosa del hombre amante hacia lamujer amada, relación de posesión doble y trágica, quefue transformándose a lo largo de la historia de laliteratura en el móvil para la búsqueda de un interésindividual masculino (uno de los temas de El Quijotede Cervantes) o en un doloroso escollo a superar paracumplir con un código de honor aristocrático y dehombres (Hamlet de Shakespeare). No le fue difícil ala literatura filosófica ilustrada simplemente olvidarloy relegar con él a las mujeres en el desván de las novelasde entretenimiento.

De Goethe a Tolstoi, a lo largo del siglo XIX, laliteratura de los hombres reutilizó el amor, con lasalvedad de demostrar las desigualdades psicológicasentre los sexos (Werther)8, la fragilidad moral y emotivade las mujeres al enfrentar sus sueños con el mundo(Madame Bovary)9, el impacto enloquecedor de lasociedad y las leyes sobre la psicología de una adúltera(Ana Karenina)10. Ni siquiera la fecunda pluma deGeorge Sand salvó a sus personajes femeninos de unaexistencia determinada por la comparación con lalibertad del hombre.

En el siglo que corrió de La cabaña del tío Tom11

(1852) a Lazos de familia 12(1960), y en el movimientoque fue de las ensoñaciones liberadoras de la inglesaVirginia Wolf y las descripciones de la francesa Coletteal periodismo narrativo de la argentina Stella Caloni, ala sequedad nerviosa e intensa de Clarice Lispector(Brasil), la introspección de Elsa Morante (Italia) y deMaría Luisa Puga (México), el estallido verbal deMargarite Duras (Francia), la denuncia irónica deRosario Castellanos (México), la toma de posesión dela historia de Elena Garro (México), la antropologíanarrativa de Marvel Moreno (Colombia), las mujeresempezaron a escribir como mujeres. Sucedió que sedieron permiso de mirarse, nombrarse, explayar sus

6 Esta idea en la década de los 80 se expresa con todas sus letras, por ejemplo en Antonia de la mexicana María Luisa Puga; perodurante toda la primera mitad del siglo XX hay que leerla entre líneas y a veces las expresiones de envidia para con la libertad masculinala ocultan.

7 Desde este punto, el presente capítulo se refiere ampliamente a mi artículo: «¿Existe una expresión propia de las mujeres en suliteratura?», que en origen fueron apuntes para una clase en la Maestría en Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. En Casa del tiempo, Vol. II, época III, núm. 15, México, abril 2000. (pp.2-9).

8 J. Wolfgang Goethe, Fausto y Werther (1774), Porrúa, Colección Sepan cuantos n.21, México, 19859 Gustave Flaubert, Madame Bovary. Costumbres de provincia (1857), Porrúa, Colección Sepan cuantos n.352, México, 197810 León Tolstoi. Ana Karenina (1888), Vols. I y II. Madrid: Aguilar, 1987.11Harriet Beecher Store. La cabaña del tío Tom. México: Porrúa, Colección Sepan Cuantos No.72, 1970.12 Clarice Lispector. Lazos de familia. Barcelona: Montesinos, 1988.

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posiciones vitales, siempre políticas, y sentir la injusticiaa través de su cuerpo, que se convirtió así en un cuerpocomo soporte del acto artístico.

El devenir patriarcal de la cultura se había mani-festado como ruptura de la genealogía femenina(mediante cortes generacionales y olvidos de la filiación)e imposición de una artificial separación entre la vidaprivada y la vida pública, como escribe Luce Irigaray(Bélgica)13. Las relaciones entre los sexos se inscribíanen la economía profunda de la lengua, pero en menosde un siglo se concretó una transformación de lahistoria mediante la literatura: las mujeres hoy sereconocen en una lengua nueva que las escritoras, bal-buceando, les organizaron. Por ello la justificación deMargarite Yourcenar tiene sentido; nos dijo de algunaforma: tengo a un hombre por representante de suépoca porque sólo un hombre podía excluir a lasmujeres y a los dioses de su mundo sin vaciarlo desentido, pero soy yo con mi pluma de mujer quien loescribe y lo denuncia.

Es necesario mencionar la bisexualidad cultural delas mujeres. Las escritoras del siglo XX (pero estaobservación vale todavía para todas las mujeresinstruidas), pertenecieron ambiguamente al ordenvigente: informadas por la escuela, la lengua y las leyesde los hombres que las habían desautorizadohistóricamente, lograron una conciencia corporal,inmediata, de existir. Su existencia de mujeres estabaal margen, fuera-dentro, del discurso filosófico yantropológico. Éste se retorció sobre sí mismo comoun gusano cuando las escritoras empezaron a escribircon voz de mujer, desafiando la gramática y la sintaxismasculinas, las únicas existentes.

La participación política de las mujeres estuvo ligadaa las expresiones políticas masculinas hasta que ellasoptaron por reconocerse solas o en el espejo de otramujer. Estando en sí mismas las mujeres reconocierony dieron nombre a su realidad. De tal forma, no seríaequivocado decir que su participación política autó-noma empieza con su analizarse, defenderse y reivin-

dicarse. Ser se convirtió, en las expresiones artísticasde las mujeres de mediados de siglo XX, en una sonrisapor esa leche materna que las nutrió aun cuando lesfueron preferidos sus hermanos. Ser para las escritorasfue (y sigue siendo) un desafío, un juego, la rupturade la regla masculina en la cual, sin embargo, vivíancasi siempre14.

En la literatura latinoamericana el ejemplo máshermoso de lo insólito en lo cotidiano lo encarnó lapoesía de la mexicana Enriqueta Ochoa (1928), asícomo la genealogía femenina se explicitó en la narrativade la colombiana Marvel Moreno (1939-1995).

Enriqueta Ochoa está en la confluencia de todo. Seinscribe en una genealogía cruzada, hecha de ascen-dencia masculina y descendencia femenina. Vibra conuna religiosidad casi levitante y por la concreta nece-sidad política de defender la paz. Se afirma suicidadesde el vientre materno y enarbola el placer de estarviva. Su obra corre ininterrumpida de 1950 a la fecha,aun cuando esquiva la publicidad y se niega a alimentarel ego mediante la autopromoción. En 1952, le escribióa su pequeña hija Marianne: «Yo me miro y no soysino una cripta en llamas,/ una existencia inconforme,sonámbula,/ cargada de fatiga»15; sin embargo, en 1968festejaba que esa misma hija adolescente entendiera ensu propio dolor al mundo. Le entregó su legado, a lavez que se sentía honrada de que ella fuera su semilla:«Qué bueno que naciste con la cabeza en su sitio,/ queno se te achica la palabra en el miedo,/ que me hasvisto morir en mí misma cada instante/ buscando aDios, al hombre, al milagro»16.

Mujer que se sabe humana, duda a veces de su ser«hombre». Cuando lo admite al fin, lo hace con irrita-ción, temblor, risa; expresiones un tanto histéricas dequien aprehendió la historia como aquella ceguera enque «el hombre sólo sabe/ devorar y perderse»17. Pareceque para ella no hay otro modo de estar en el mundoque no sea ladrarle a la luna, embestida por el llanto yel viento, por la emoción religiosa y la sorpresa del aireen los pulmones; no obstante, esa vida al filo de la

13 Luce Irigaray. Yo, tú, nosotras. Madrid: Cátedra, 1992 (pp.16-17).14 Como el mestizo latinoamericano vive buscando al padre poderoso que se desdibuja y no existe en la omnipresencia de la madre,

así las mujeres del siglo XX buscan a sus madres, las inventan, las veneran a pesar de la opresión del patriarcado. En realidad unos y otrassólo tienen hermanos y hermanas, iguales en el abandono y la búsqueda.

15 «Las vírgenes terrestres», en Enriqueta Ochoa, Retorno de Electra. México: SEP-Diógenes, Colección lecturas mexicanas No.72,1987 (p.21).

16 «Del amor», Ibíd., pp.69-70.17 «Los himnos del ciego», Ibíd., pp.30-31.

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locura nunca ha sido excusa para el personalismo, puesla poeta se identifica con aquellas vírgenes terrestresque sólo tienen el nombre que recibieron en la pila. Asus amigos ha escrito poemas en los que describe sufuerza, a la vez que limosnea un oído para su dolormientras el corazón le rebota loco entre las sienes:

Estreno una sonrisa cada mañanaY pido limosna en todas las esquinas,Porque ¿quién va a prestarme su vida,Su amor, o su Dios?Tengo que comprármelos yo misma,y no me alcanza.Y todo esto que escondo y espero yque no llega,Es la razón que me desangra dentro…18

Consciente de su talento, con que pobló de imágeneslas vivencias de la hija, la hermana y la madre, sepregunta una y otra vez si tienen la menor trascendencia:«¿A quién le importa saber que fue infructuoso/ esteviaje de mi vida a la tierra,/ porque quebré mi lámparasin andar los caminos?». Sólo con algunas figuras deintensa espiritualidad humana (Cristo, San Franciscode Asís, un santón en la calles de Rabat) y con lasfiguras de su mundo familiar que su pluma sacralizó,se desbordan sus emociones y su ser mujer alcanza ladefinición de la indefinición: «¿Quién soy?/ No hayidentificación, no hay respuesta…», le preguntaobsesivamente a la hermana y al padre muertos. Lahermana con la que aprendió «a entender una mismalengua». El padre con el cual, para poder hablar, tuvoque echarse toda una vida a llorar sobre sus huesos.

Enriqueta Ochoa vive bastante recluida, aunque encontacto con la sociedad. Fue amiga y coetánea deotras dos grandes poetas mexicanas, Rosario Cas-tellanos y Dolores Castro, a las que no acompañó ensus viajes de estudio y con las que no se atrevió a unaformulación reivindicativa, feminista, política, delpropio escribir: cuando se dice hombre por humana sesacude y cuando se define mujer no termina de creerseenteramente humana. Al leer el poema «Retorno deElectra», escrito cuando ya era una mujer de 50 años,

se pueden enumerar las contradicciones de la bisexua-lidad cultural de una mujer que, en la sublimación deldolor y la pérdida, habla de sangre sudada (la del trabajo,la que la acerca a los hombres) y de sangre que se unea otras sangres (la menstrual, la del parto, la de lafiliación femenina).

La Colombia de la década de 1970 vivía apabulladapor un estilo, una marca narrativa triunfante: la deGarcía Márquez, su ritmo trino, sus adjetivos hiper-bólicos, sus lluvias, su vegetación como tinta, su moralbarrida por la violencia, sus hombres derrotados y susmujeres que se sostienen, sosteniendo a la vez suorgullo y su opresión. Era muy difícil sobrevivir a unainfluencia tan fascinante. No obstante, en ese clima,una mujer de Barranquilla que desde 1971 vivió enParís, Marvel Moreno, irrumpió de manera sorpren-dente con Algo tan feo en la vida de una señora bien19,un libro de cuentos donde las protagonistas ocultabany develaban «algo», su realidad interior o una manchasocialmente reprochable, y parecían retratadas desdedentro. Moreno en varias ocasiones se deslindó de lamilitancia feminista, exigiéndose a sí misma ser «unescritor», sin embargo describió la sexualidad femeninaen su expresión transgresora, capaz de burlarse, aunquela sufriera, de la opresión de la autoridad de padres,esposos e instituciones.

No se trataba de la única escritora de la mismazona caribe que García Márquez; la costa es fértil. Sucoetánea Fanny Buitrago publicó ocho años antes Elhostigante verano de los dioses (1963), una novelaque ponía en entredicho las formas de relación entrelos hombres y las mujeres y que tenía como trasfondoel movimiento nadaísta, un grupo desesperadamenteen busca de ser vanguardia, enemigo de toda institución,revolucionario en cuanto rechazaba la autoridad políticay de los intelectuales reconocidos, al cual ella pertenecía.De las cuatro narradoras de El hostigante verano delos dioses, tres son parte del grupo –Inari, Hade e Isabel-y una es la propia autora atrás de la ficción, Marina, laperiodista, la forastera, la que quiere investigar la autoríade una novela que es un éxito editorial. Caciques, com-pañías fruteras, hijas inocentes, amores, guerrilleros,pertenecían al universo de una Colombia ya entonces

18 «Carta a Jesús Arellano», Ibíd.., p.2.19 El cuento, aparecido en un suplemento cultural de Barranquilla en 1971, tituló a una colección de cuentos donde se encuentra

incluido: Marvel Moreno, Algo tan feo en la vida de una señora bien. Bogotá: Pluma, 1980. Recopilado en Marvel Moreno, Cuentoscompletos. Bogotá: Norma, 2001.

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devastada por la violencia, mitad pesadilla mitad realidad,divertido, exagerado, y tan femenino como femeninaes la extranjería de Marina, narradora que usurpa lapalabra del hombre, el mundo de la costa, el protago-nismo de esos nadaístas que querían destruir todoprotagonismo.

No obstante, fue Marvel Moreno y no FannyBuitrago quien asentó el valor de la genealogía demujeres en la literatura colombiana. No sólo porquesus personajes son femeninos, sino porque hizo enten-derse a mujeres separadas por generaciones al hablarla lengua de las mujeres, hizo escucharse a compañerasde escuela, hizo defenderse a víctimas de diferentesclases de opresión, y les permitió entrelazarse en paren-tescos poco convencionales, en ríos de vida, en peca-dos que, al ser adivinados o descubiertos, compartieron.En otras palabras, recordó que hay un torrente derebelión que corre por debajo de la vida de las mujeres,una fuerza por lo general anticlasista, que las une engenealogías identificables comúnmente por la resis-tencia al orden social de la opresión masculina.

En su única novela publicada en vida, En diciembrellegaban las brisas20, la narradora era una voz memo-riosa y algo desencantada, Lina, que no se describía así misma directamente sino a través de la ayuda queprestaba, supervisada por tres mujeres mayores queella –la abuela, la tía Eloisa, la tía Irene-, a sus tresamigas en los momentos más cruciales de enfren-tamiento con el mundo de los valores del odio y larepresión sexual. En sus cuentos, necesariamentemenos complejos, la narración se sostenía sobre vocescómplices al interior de una relación parental femenina–tías-sobrina, abuela-nieta, monja vieja-monja joven-.Todas las narradoras se acercaban al centro de su interésdesde muy lejos.

Las tres partes de En diciembre llegaban las brisas,inician con versículos de la Biblia que introducen eltema que cada una de las amigas de la narradorarepresenta y, a la vez, son interpretados a lo largo de lacomplicadísima anécdota. En el cuento «La sala delNiño Jesús»21, la monja narradora comienza por enun-

ciar su pecado, una mentira, para llegar a reconocersu simpatía por las monjas más jóvenes, su com-prensión por las madres que abandonan en el hospitala sus hijos desnutridos, por su propia madre que soportóa un marido borracho y su antipatía por una mujer queno es ni sensual ni solidaria ni víctima, porque en rea-lidad representa la rigidez que la institucionalidadimpone a las personas que atrapa: la madre superiora.

La institución represiva, sea ésta el matrimonio, lafamilia, la medicina, la abogacía, fue el blanco de todoslos esfuerzos de comprensión narrativa de Moreno,que contra ella sólo contaba con la práctica de rela-ciones solidarias, casi siempre vividas de forma clan-destina por mujeres y por hombres con ellas cómplices,hombres al margen de la masculinidad violenta.

Empleadas domésticas, criadas, cocineras, con-viven con mujeres de alcurnia en el espacio reducidode trato que les deja la vida social, regida por las reglasde otros; no obstante, en ese microcosmos se cons-truyen relaciones socio-afectivas que desafían eltiempo. En el cuento «Ciruelas para Tomasa»22, la nietave con terror como la abuela trae a su casa a una viejaandrajosa, semidemente, perdida, que sin embargo miracon los ojos del recuerdo, viéndola bellísima, sensualy amiga: Tomasa, una joven que su madre llevó a vivira la casa ofreciéndole la vida que merece una igual yque su padre humilló hasta perderla, porque osóenamorarse y ser correspondida por su hermano. Eltiempo del pasado es el de la explicación, la raíz inmersaen dos tierras, la del hombre y también la de mujerescapaces de llegar al asesinato por afán de justicia.Tiempo donde la lucha era acompañada de compasión,donde los enemigos podían ser, a pesar de todo,entendidos como víctimas del sistema que fortalecíancon sus acciones represivas. La modernidad, con susexualidad fagocitadora, sus viajes fáciles, la ligerezadel vestido, no terminó nunca de convencer a Moreno,aunque la reportaba como el cambio real acaecido entrelas mujeres que representaban la resistencia a laopresión de las costumbres y a un nuevo orden nocompletamente claro:

20 Barcelona, Plaza y Janes, 1987. Después de su muerte, el 3 de abril de 1995, en Paris, su segundo esposo, Jacques Fourrier, dio aconocer la existencia de su segunda novela, El tiempo de las amazonas, y de una colección de cuentos todavía inéditos.

21 En Cuentos completos, Ob. cit., p. 91.22 En Cuentos completos, Ob. cit., p.31.

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Los acompañaban las nuevas muchachas deBaranquilla, ya liberadas y un poco indulgentesal dirigirse a mí porque sabían vagamente quealguna vez escribí un libro denunciando laopresión que sufrían sus madres. Ellas ignorabanla sumisión: no se maquillaban y en sus polverashabía casi siempre unos granos de cocaína, yhacían el amor con desenvoltura para tormentode sus amantes que se sentían como cerezas toma-das con distracción de un plato. Quizá solo yocomprendía que ese frenético consumo de hom-bres elegidos y devorados sin ternura ni compa-sión, era simplemente la venganza que una gene-ración de mujeres ejercía sin saberlo, en nombrede muchas otras... Quizá sus hijas aprendan queel amor no se encuentra en la promiscuidad ni elerotismo en la droga y, como Divina Arraiaga,sepan distinguir el uno del otro, reconociéndolea ambos su carácter sagrado de iniciación en ellargo peregrinaje que permite vislumbrar elinfinito, escribió al finalizar En Diciembre llega-ban las brisas. A pesar del tono entre nostálgicoy alejado de la narradora envejecida, este finalse relaciona con una de las primeras reflexionesde la Lina joven respecto a su abuela, al iniciode la novela: Sin embargo a los hombres se podíadomesticarlos, es decir, enseñarles con el con-curso de cualquier religión o ideología, o incluso–y esto, aunque utópico, parecía a su abuelapreferible- con la simple demostración que lasolidaridad se justifica en la medida en que todoshemos partido del mismo principio y vamos areventarnos contra el mismo final, hacer menosagresivos haciendo de ellos, de algunos al menos,esos inofensivos soñadores que se enamoran, queescriben libros, componen música o descubrenla penicilina. Pero no odiarlos. Odiarlos no teníasentido. No se detesta al puma que mata a lavaca o al gato que ataca al ratón. Se le comprendetratando de meterse en su piel de puma o de gato,de compartir con él en la medida de lo posibleun espacio o un tiempo de vida: sólo se le destruyesi intenta destruirnos.

La dimensión genealógica libera a las mujeres delsilencio y de la servidumbre. En su último libro decuentos publicado antes de la muerte, El encuentro yotros relatos23, una serie de textos que ya no tocabanel mundo de los afectos y las relaciones familiares,describió nuevos elementos del horror en los códigosde comportamiento humano: la frialdad, el desapego,el ansia de riqueza, la mirada vacía. Percibió el cambio

social de la década de 1990, pero nunca dejó deofrecernos imágenes de la pasión, la cólera y la palabrade las mujeres y los hombres «domesticados». Alinstalar una genealogía uterina en la literatura, trajo almundo el arte de las mujeres.

Esta apropiación narrativa de la propia construcciónsubjetiva no sucedió a destiempo con respecto a laparticipación política o la elaboración filosóficafeminista, sino fue una manifestación de ambas. Dehecho, el humanismo feminista, que tiene en la sexólogacolombiana María Ladi Londoño su mayor repre-sentante latinoamericana, ha siempre reivindicado elespacio artístico como el primero para la liberación delas mujeres, de su simbólica y hasta de su sexualidad:el placer es a la vida lo que el arte a la libertad. Y elplacer no tiene ni debe tener límites sociales.24

Para finalizar mi presentación, y para explicar elporqué de ella, quiero mencionar que como una de lasencargadas del área de literatura de la Coordinadora deMujeres en el Arte, creo sinceramente que las mujeres,cuando escribimos desde nuestra experiencia sexuada,participamos del devenir de un arte finalmente humano.

Desde este marco de radicalidad feminista, en esteVIII Encuentro Internacional queremos homenajear auna escritora mexicana que ha levantado su voz firmey constantemente en los últimos veinticinco años, lapoeta veracruzana Silvia Tomasa Rivera. Su nombrese nos impuso a mí y a la poeta Melissa Cardoza, laperiodista Mariana Berlanga, las cuentistas Teresa Dey,Carmen Ros y la crítica Adriana Jiménez. En los añosanteriores entregamos el premio Coatlicue a DoloresCastro y Enriqueta Ochoa (2001), poetas que haninfluido en varias generaciones de creadores, a lavaliente y personalísima narrativa de María Luisa Puga(2002) y a la novelista y académica Margarita Peña(2003). Hoy queremos resaltar cómo la poesía de SilviaTomasa Rivera nos demuestra que desde el recuerdoy las imágenes líricas pueden construirse formas dedecir que no se inclinan ante el status quo ni las mora-lejas castrantes y los sentimentalismos reaccionarios.Famosa hace tiempo como Nuestra Señora de lasCaguamas, por su pasión cervecera y su porte desacerdotisa del placer y de la denuncia, Silvia TomasaRivera da voz a la madre, la hermana y la sí misma de

23 Bogotá: El Áncora editores, 199224 Cfr. María Ladi Londoño, El problema es la norma. Enfoques liberadores sobre sexualidad y humanismo. Cali: Prensa

Colombiana, 1989.

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carne y hueso, emociones y pensamientos, que consu música imprecisa construye el amor por los hom-bres y el amor por las otras mujeres.

VIII Encuentro Internacional de Mujeres en el Arte,Bellas Artes, Ciudad de México, 9 de marzo de 2004

Francesca Gargallo

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Ensayos

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Un abrazo sororoa la mujer que aborta

Quizás lo primero que tengo quehacer, antes de ningún planeamiento, es

pedir perdón por tomarme la palabrafrente a una situación en la que direc-

tamente, no tendría nada qué decir, ya que nunca mehe visto en la dramática situación de tener que decidirfrente a un embarazo no deseado o un aborto. Dema-siadas gentes (especialmente varones), discuten ytoman posiciones y decisiones ante una realidad queen sentido estricto no les pertenece, casi ni les incum-be, ya que no se comprometen con los hijos o hijasque han engendrado. Creo que la única palabra ple-namente válida sobre el aborto o la interrupción delembarazo la tienen los millones de mujeres que en elmundo se ven constantemente abocadas a estadramática situación.

Me acerco entonces a esta realidad, con temor ytemblor… y con un profundo respeto por estas mujeresa las que no se les reconoce el derecho a la palabra, ala explicación, a la decisión. Mujeres a las que no seapoya en su drama, sino que se les condena respon-sabilizándolas de una realidad que es responsabilidadcomunitaria y colectiva. Les pido permiso, para desdemi situación de privilegio, expresar mi más profundasolidaridad y sororidad con ellas.

Es indudable que cuando hablamos de aborto o deinterrupción del embarazo, nos estamos colocando enlas fronteras de la vida, y en las fronteras, las cosasno son nunca claras y/o precisas. Por el contrario, nosmovemos en la ambigüedad, en la ambivalencia, en eldolor, en el drama: «El aborto es violento, muy violento.Siempre es una opción traumática y nunca un caminode alegría. La mujer solo aborta si está obligada porlas circunstancias», nos dice Ivone Guebara, en laentrevista que le valió una sanción del Vaticano (1).

No pretendo entonces decir una palabra queclarifique o tenga pretensiones de verdad, en esta

inmensa selva, que es el debate en torno al aborto o lainterrupción del embarazo. Esa palabra no puede a mijuicio, ser dicha, porque cada caso es una circunstanciaprecisa y esa circunstancia hay que entenderla y, desdela perspectiva cristiana, acogerla con las entrañas demisericordia, que tuvo siempre Jesús de Nazaret. Soloquiero arrojar algunas luces, sobre la gran ignorada yvíctima de este debate: la mujer implicada en la decisióny en la práctica misma del aborto. Quiero manifestaralgunos hechos o circunstancias que ayuden en lacomprensión del drama vivido por las protagonistasde esos alarmantes 30 millones de casos de aborto quehay en el mundo cada año. Espero que mi palabra ayudea hacer conciencia y sea también una voz de esperanzapara las mujeres pobres que viven en soledad sushistorias, sus culpas, sus condenas.

EL ABORTO, PROBLEMA LIMINALY COMPLEJO

En el problema del aborto, como en todos losproblemas límites de la vida, se concentran de maneraespecial las contradicciones, injusticias y exclusionesque azotan a nuestras sociedades en el mundo llamadooccidental. Considero que nos hallamos frente a unarealidad doblemente liminal: Primero porque una mujerse encuentra en el límite de decidir entre ella misma yla vida que ha engendrado en su interior y que sin dudaninguna, ama profundamente. Segundo porque lainmensa mayoría de las mujeres que abortan son pobresy son llevadas a ello, por sus circunstancias deexclusión, marginación y angustia.

Por qué digo que se trata de una situación liminar?

«¿Qué significa liminalidad? Podríamosdescribirla como la condición vital quecaracteriza a quienes viven en los límites, a

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quienes traspasan las fronteras y se sitúan antelos umbrales» (2),

La mujer abocada a abortar vive por unos días, enlos umbrales de una decisión que la coloca exactamenteentre la vida y la muerte… Vida y muerte de ella mismay de ese feto (germen de vida), albergado en su cuerpo.

Creo sinceramente que hablar sobre experienciaslímites sin haberlas vivido, es muy complejo, comodice la teórica de la subalternatividad Gayatri Spivac,los subalternos no pueden hablar (3). Mi invitaciónentonces, es a un ejercicio de acercamiento a lossentimientos y a la voz de las mujeres que abortan yson condenadas por ello, en una sociedad farisaica ehipócrita como la colombiana y en la iglesia en general.

En esencia la definición del aborto es clara, pero lamirada que intenta comprenderlo es múltiple y compleja.Creo que hay a lo menos tres aspectos que es impres-cindible tener en cuenta a la hora de un acercamientoserio a esta realidad: La mirada médica/bioética, lamirada socio/sicológica, la mirada que podríamos llamarmoral. No creo que pueda añadir una nueva argu-mentación a la ya existente, es bastante extensa labibliografía que se puede encontrar sobre el tema.Quiero destacar la aproximación de Angelo Papacchini(4), por considerarla muy objetiva y completa, quieroigualmente señalar que me impresiona el hecho de quela inmensa mayoría de esa bibliografía es masculina yque la voz y los sentimientos de la mujer no son apenastenidos en cuenta.

Igualmente impactante resulta la desaparición delhombre en cualquier alusión a la responsabilidad frenteal aborto. Asistiendo a estas discusiones o leyendo sobreel asunto, se tiene la impresión de que los fetos abor-tados han sido concebidos tal vez por generaciónespontánea, únicamente por mujeres. El hombrepartícipe de la concepción, el marido, el compañero,el violador… no existe a la hora de asumir, decidir y/ocondenar un aborto.

Quiero aportar algunas propuestas en un doble ejetemático: El aspecto socio/sicológico del tema y el aportedado desde mi perspectiva de creyente, un aspecto quemás que teológico podríamos considerar pastoral.

En el aspecto social y sicológico, quiero insistir,que en el aborto como en todo drama, sólo puedeimplicarse quien lo vive o lo acompaña muy de cerca.

El problema no es teórico o de principios, está claroque tenemos que partir en esta reflexión como encualquier otra de un reconocimiento explícito de ladefensa del derecho a la vida, por sobre cualquier otroderecho… Pero aquí surgen las primeras preguntas:

¿Derecho a la vida de quién: del feto o de la mujer?¿Qué entendemos por vida: solo el desarrollo de un

ser en el vientre materno durante nueve meses o elpleno desarrollo humano a lo largo de decenas de años?

A la hora de pensar en responsabilidades y/o enculpas… ¿qué o quiénes llevan a una mujer a abortar:su propio gusto o irresponsabilidad, o las circunstanciasde exclusión y desamparo en que se encuentra?

(Recuerdo como pertinentes al caso las REDON-DILLAS de Sor Juana Inés de la Cruz:

O quién es más de culparAunque cualquiera mal haga

La que peca por la pagaO el que paga por pecar).

Como dice Ivone Guebara, vivimos en una sociedadabortiva.

Me parece que la complejidad del problema estámuy bien recogida en el estudio, mencionado, dePapacchini. En él se muestra cómo el situarse frente aun aborto, es situarse siempre ante un dilema en el quehay que escoger, no porque algún principio sea renun-ciable, sino porque la vida transcurre por posibilidadesconcretas, no por principios:

«La dramaticidad del asunto se acentúa antela ausencia de alternativas: Está de por medio underecho a la vida que no parecería admitir laposibilidad de una suspensión temporal o de unreconocimiento parcial de un núcleo básico, porencima de una zona periférica eventualmenterenunciable en caso de conflictos con otros dere-chos. En este sentido el aborto podría ser asumidocomo un posible dilema moral en el que lascondiciones específicas hacen que se imponganal mismo tiempo dos obligaciones exactamenteincompatibles, o como un caso trágico, en el sen-tido en el que Hegel entendía la tragedia» (5).

No creo pues que ante el aborto se puedan hacerafirmaciones a la ligera, no creo tampoco que aquiénes creemos que es mejor despenalizar o legalizar

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esta práctica, se nos pueda acusar de abortistas. Lacuestión no se juega entre apoyar o rechazar el abortocomo irresponsablemente se hace creer… Nadie apoyael aborto por sí mismo. El verdadero dilema se juegaentre la comprensión o no comprensión de una realidadhumana compleja y desgarrante.

En este sentido me parece válida la postura pro-testante, que defiende el derecho a la vida, pero llamaa la responsabilidad de una decisión conjunta que nopasa por principios abstractos, sino por situacionesconcretas:

«… Si hay que recordar enérgicamente que elhombre no puede nunca erigirse en dueño abso-luto de la vida ajena, aún en estado embrionario,de igual modo hay que recordar que, según elEvangelio, la obediencia a la palabra de Dios,no es obediencia a unos principios, sino acep-tación de los derechos concretos del prójimo conlas dificultades y cuestionamientos que ello con-lleva. Cuándo una mujer embarazada cae presade la angustia, a quién hay que prestar mayoratención ? Una vez más, la moral protestante seniega a legislar, invita a todas las partes enlitigio, madre, familia, estado, a prestar atencióna la realidad y a elucidar riesgos…

(En algunos casos…), «El principio de la vidaes absoluto y en su nombre, la realidad concretade la angustia de numerosas mujeres compelidasal aborto ni siquiera se tiene en cuenta…

Por eso, según el Consejo Mundial de Igle-sias… «Un embarazo no deseado puede arrojar auna mujer a dificultades insuperables y sumer-girla en la angustia y en la desesperación. Ensemejante caso, tras un estudio atento de todoslos datos, una interrupción del embarazo puedejustificarse como la única ayuda posible y serasumido con total responsabilidad» (6).

En definitiva, es pertinente también la afirmaciónde Tomás de Aquino: «La máxima norma de moralidades la propia conciencia».

REFERENCIAS Y REFLEXIONES BÍBLICO/TEOLÓGICAS.

Es difícil, por no decir imposible, encontrar unapostura bíblica, frente al aborto. Hay un silencio casitotal ante esta realidad, aunque no por desconocimiento,sino quizás por poca pertinencia en un proceso en elque la vida se juega y orienta más en perspectivas

generales (que no principios….), que en una casuísticaque se haría interminable. Sí llama la atención el silenciode la ley mosaica, tan explícita en otros casos, frente auna práctica que era corriente, lo mismo que elinfanticidio, entre los pueblos que rodeaban tanto a loshebreos como a los primeros cristianos.

Alguna vez en el Antiguo Testamento ( Salmo 58,Job capítulo 3, Qohelet 6…), el aborto en tanto quesustantivo se usa como término de comparación, y seidentifica con algo no deseable. Pero sólo hay dosalusiones, más amplias, directas y concretas, muyambiguas en su significado.

La primera de ellas, la encontramos en Números 5/11-31, en la que se describe una práctica llamadaordalía de los celos. En este pequeño relato, quepodemos entender y visualizar como un drama, asis-timos a uno de los varios abusos en contra de la mujerque describe la Biblia. Si un marido es asaltado por loscelos, lleva a su mujer al sacerdote y la acusa de sussospechas… el sacerdote entonces le da de beber a lamujer las aguas amargas, que según el texto, en casode infidelidad producirán en la mujer un aborto y unacondena de esterilidad permanente.

El texto es muy oscuro y de difícil traducción porlo antiguo e inusual del hebreo: se habla de muslos y/o caderas desprendidas, aflojadas, caídas… se hablade vientre hinchado… se habla de la maldición quecaerá sobre la mujer si ha sido infiel. Los investigadoresmás recientes están de acuerdo en el sentido de plantearque la raíz del verbo utilizada: napal, traducible cómocaerse, precipitarse, nacer, bajarse, hacer caer (7),puede entenderse en sentido figurado como abortar,termino por demás muy semejante al usado en hebreopara designar el aborto: népel (8). En este casoestaríamos asistiendo a un juicio en el que el mismorepresentante sacerdotal da a la mujer un abortivo comomedio de comprobar su inocencia o su infidelidad. Valela pena señalar, que la mujer es obligada en el mismoaltar, por el sacerdote a beber las aguas de la maldición.

Un extenso estudio de Olga I. Ruiz Morel arroja luzsobre este pasaje bíblico:

«En muchas de las explicaciones dadas a losefectos de las aguas, destacan las que consideranque la mujer sufría un aborto…

El embarazo sería posiblemente la razón porla que se despertaban los celos del marido. Uno

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de los posibles casos que subyace en los orígenesde este ritual sería el comprobar la paternidad,convirtiéndose las aguas en una porción abor-tiva…» (9).

La segunda alusión que encontramos es en Éxodo21,21… Se trata de un texto más claro. Cuando unhombre empuja a la mujer de otro y la hace caer… sisólo se produce un aborto, se la pondrá una multa, sise le ocasiona daño grave a la mujer, se pondrá envigencia la ley del ojo por ojo, diente por diente… y elatacante debe cumplir con lo que el marido ofendidodemande… una vez más, está en juego el marido y lamujer asiste pasivamente a su suerte.

Si nos trasladamos al Nuevo Testamento, el pano-rama es diferente. No hay palabra o situación alusivaal aborto. En Jesús de Nazaret, encontramos un claromensaje no sólo de defensa, sino de cuidado de lavida. Pero igualmente encontramos en él, no unapredicación en abstracto, sino un compromiso claro,diario, cotidiano y permanente con la vida en loslímites, con la vida cercada, con la vida quebrada.Nunca, ni una sola vez, este cuidado por y de la vida,va unido en el maestro a condenas morales haciapersonas situadas en los límites… Por el contrario, suacogida a transgresores y/o a gentes mal juzgadas,entre ellos a mujeres concretas, es permanente.

Si tenemos que inspirar nuestra conducta en quienescogió como una forma prioritaria de expresión, laparábola… tenemos que pensar que no se plantearíael tema en abstracto, sino que por el contrario intentaríapenetrar en ejemplos concretos, en mujeres concretas,en decisiones concretas… para iluminarlas con lapredicación del amor y la ternura de un padre, nopatriarca.

Cuando recorremos la historia de la teología,formulando la pregunta por el aborto, fácilmenteencontramos una respuesta: la posición teológica y latradición eclesial no han tenido una posición unánime,ni uniforme, frente al tema. El endurecimiento de laposición de la Iglesia católica frente a esta práctica esbastante reciente. No obstante no podemos esperar,una mirada teológica desapasionada sobre temas quetienen que ver con la mujer, en una institución, en laque desde los mismos padres de la iglesia, se ha ejercidopermanentemente una clara minusvaloración de lavida y el ser de la mujer.

Uta Ranke-Heinemann, lo plantea con toda claridad,como una de las conclusiones de su libro: EunucosPor El Reino De Los Cielos:

«Si se consideran conjuntamente las repre-siones contra la mujer, su rechazo, difamación,demonización, entonces toda la historia de la Igle-sia aparece como una larga y única cadena dedominación arbitraria y alicorta del varón sobrela mujer y esta dominación arbitraria continúatodavía hoy, sin interrupción. La subordinaciónde la mujer al varón es un postulado de losteólogos que se ha mantenido a lo largo de toda lahistoria de la Iglesia…

«La Iglesia no ha entendido nunca que su rea-lidad se fundamenta conjuntamente sobre la cali-dad humana y solidaridad entre varón y mujer. Elapartheid que los varones que tienen el poder enla Iglesia han practicado contra las mujeres arre-mete la justicia, lo mismo que el apartheidpolítico….

«Las mujeres podrían ayudar a ensanchar elhorizonte de la mirada de los pastores para verdónde está la verdadera necesidad humana y lacrisis de fe…» (10).

El endurecimiento actual de la posición de la Iglesiafrente al aborto, se explica entre otras cosas, por la noescucha de la palabra femenina en su interior. Entrelas mujeres que abortan, hay porcentajes elevadísimosde mujeres católicas que acuden a esta práctica… ¿porqué no intentar escuchar sus voces, sus angustias,sus razones?

Propongo que nos acerquemos al que podría ser elpunto de vista y el sentir de las mujeres en situaciónde aborto, desde dos ángulos:

Primero desde el punto de vista del cuerpo de lamujer, ese cuerpo culturalizado que nos ayuda a vivira las mujeres la maternidad. Lucy Irrigarai, feministay sicoanalista francesa, ha desarrollado a partir de estaexperiencia femenina, una teoría de lo que podría serun modo de vivir y crear en femenino… En estaperspectiva el cuerpo de una mujer fecundado, es uncuerpo abierto a la experiencia de lo otro, de ladiferencia… un cuerpo capaz de ser dos, un cuerpo«mucoso», abierto a lo infinito…

«Hace falta que se amen en tanto que madresy con un amor materno, en tanto que hijas y conun amor de hija. La una y la otra. Ellas dos. Enuna y no cerrada. Formando las dos en una incon-

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clusa: El signo de lo infinito ? Cumpliendo en lasrelaciones entre ellas, un recorrido de lo infinito,pero siempre abierto: in-finito?» (11).

La cuestión entonces es: una mujer que haexperimentado esta infinitud en su cuerpo, en su ser,una mujer que se sabe abierta al infinito; con estasensación de vida y plenitud puede cortar, mutilar sucuerpo… sin que haya una razón poderosa que laobligue a ello, una razón que va más allá de su propiodeseo…?

Se nos puede argumentar, que esta es una teoríadesarrollada por las feministas francesas, pero que lagran mayoría de las mujeres no vive su embarazo cómoeste tipo de apertura, sino de otras múltiples formas…Decimos entonces, en el caso de que el embarazo nosea experimentado como lo que teológicamentellamamos Gracia, sino como una carga (múltiplescasos: violación, angustia sicológica, angustia econó-mica…), puede y debe sobrellevar una mujer susituación, sin que ello le suponga esta experiencia deapertura, esta experiencia de más de sentido, en suexistencia de mujer… ?

Si pensamos desde el interior de las mujeres, desdesu cuerpo, tenemos que admitir que las razones quellevan a un aborto, están muy por encima de lasdisquisiciones de quienes desde afuera miramos estoslímites.

Segundo, acerquémonos a esta situación desde elsentir –bastante general- de las mujeres populares deAmérica Latina, entre las cuales podemos encontrar,una ética de la sobrevivencia, como plantea IvoneGevara; pero también una cultura y una ética de lamaternidad muy fuerte. En este sentido, escuchemoslas palabras de Rosemary Radfor Ruether, sobre ladecisión de un aborto:

«Usualmente las mujeres católicas, en par-ticular las de la clase popular, no aceptan la ideade que el uso de anticonceptivos sea pecado. Nousan anticonceptivos porque nos los tienen, oporque su marido no se los permite. Muchas mu-jeres de la clase popular en América Latinabuscan abortos y son esterilizadas porque nocuentan con otras opciones para regular sufertilidad. Y no les gusta el aborto; consideranque le quitan la vida a un ser. Esto va en contrade sus valores maternales. De acuerdo al criteriode la Iglesia, ellas no lo consideran un pecado,

pero sí un daño contra su identidad de madres.Al mismo tiempo consideran que de vez en cuandoel aborto es un mal necesario para prevenir otrosmales más serios para la familia, el bienestar delos otros niños y su propia salud.

«Considero importante respetar esa culturamaternal. No consideramos al aborto como actoneutral o bueno y esto debemos mostrarlo. Lasmujeres nunca eligen como primera opción elaborto; sólo lo hacen al perder su primera opción–la de no tener un embarazo indeseado- y dentrodel contexto que las rodea se ven forzadas a optarsólo por dos opciones malas, un niño no deseadoo un aborto» (12).

Entonces lo que tendrían que examinar aquellos quecondenan el aborto como un crimen, son las condi-ciones que llevan a mujeres concretas, en medio de loque podemos denominar sin temor ninguno, como unacultura maternal, a los límites de una decisión tremen-damente difícil.

No tengo duda ninguna de que la mayoría de abortosen Latinoamérica y en el mundo, son una rupturaimpuesta; son fruto de condiciones sociales, sicoló-gicas y morales adversas a la mujer y que marginan alas madres solteras o que cercan por hambre a lasfamilias pobres y más a las familias numerosas… Noson abortos, fruto de una razón abortista como ladesignan algunos (13).

Qué postura y/o exigencia teológica podemosvislumbrar desde estas realidades pensadas y descritas? La vida hay que defenderla, es indudable, no sólodefenderla sino cuidarla, esta exigencia cristiana esinsoslayable. La gloria de Dios, es que el hombre (yla mujer…) vivan… pero esa vida no es abstracta, esconcreta, cotidiana, es limitada… Si asumimos lasparábolas de Jesús como una estrategia didáctica (14),tenemos que repensar teológicamente cada experiencia,cada situación de aborto, para descubrir en ella cómonos habla Dios.

La reflexión teológica existente y dominante se haconcentrado en el feto, en su derecho a la vida, propon-go que esta reflexión se centre en la mujer y en susituación angustiante que la ubica en los límites de lavida quebrada. Las parábolas de Jesús nos enseñan adescubrir el punto de vista insospechado, el punto devista más allá de la ley… Traigo a colación una largacita que puede iluminar lo que planteo:

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«La idea de justicia en las relaciones humanasque se encuentra en parábolas como la del hijopródigo y la del dueño de la viña y los jornalerosnos prepara para ver cómo Jesús responde a lascuestiones relativas a la ley. El no acepta losrazonamientos basados en la cuantificación de lospremios y castigos ni los cálculos sobre circuns-tancias distintas y que convierten la Ley en milesde cláusulas aplicables sólo a tal o cual situación.Tampoco suscribe la idea de que la moralidadequivale a la legalidad…

«En vez de reglamentos, Jesús exhorta a susoyentes a procurar vivir como Dios quiere. La leyno puede especificar cómo es esa vida, porque laLey debe prohibir o requerir el mismo compor-tamiento de todo en todas partes. Cuando esimposible cumplir la norma general, se hacenexcepciones, es decir, se jerarquizan las obliga-ciones y una ley anula a la otra… Jesús creía quetodo el mundo podía saber lo que Dios esperabade ellos» (15).

Desde mi punto de vista, una correcta aproximaciónteológica a esta problemática requiere elementos decomprensión y discernimiento, no leyes, prohibicioneso condenas.

Finalmente y en este sentido es urgente denunciarla doble moral que rige a la sociedad, a las institucionespolíticas y a la Iglesia. Se condena con escándalo amujeres concretas que se han visto en la situación deabortar, generalmente en pésimas condiciones de saludy de higiene. Abortos que se llevan a cabo en medio deangustiosas soledades y miedos. Se les acusa, se lesencarcela, creo que hasta se les excomulga… Estacondena se realiza en el nombre irrenunciable y absolutode la defensa de la vida. Pero ninguna institución, ningúnvarón (ni el responsable de la fecundación, ni ningúnotro…), ningún discurso… se preocupa de la vidaconcreta y digna de la mujer que aborta… ni muchomenos de la vida hipotética del feto en cuestión, unavez que hubiera salido del vientre de la madre.

ELEMENTOS PARA UNA PROPUESTAPASTORAL

Si concebimos la reflexión teológica en esta materia,de una manera diferente, de ella podemos concluir odesprender algunas actitudes pastorales, bien distintasa las vigentes en la mayoría de las iglesias, frente aldrama del aborto.

Hay que tener en cuenta antes de todo, que:

«Las leyes del Estado raras veces tienen encuenta la situación verdadera que ha llevado ala familia a tomar una decisión tan dramática, nila situación posterior de la madre, que requerirátodo un milagro de cercanía y de terapia deamor» (16),

por lo anterior y por muchas otras consideraciones,me parece que la primera exigencia pastoral para lasiglesias, es marginarse del debate público sobre las leyesestatales alrededor del aborto. Los Estados tienen unasobligaciones que deben cumplir, las Iglesias otras… yestas no deben interferir en los caminos de las leyes deprotección social que diseñen los primeros, entre otrasrazones porque los estados deben legislar para todoslos ciudadanos y ciudadanas y no sólo para los quetienen determinadas creencias.

La primera exigencia pastoral en este terreno, a mijuicio, es tomarse en serio la autonomía de las realidadespolítico/sociales, autonomía aconsejada en las cartaspetrinas y en el caso de la Iglesia Católica, en el ConcilioVaticano II:

«Si por autonomía de la realidad terrena, sequiere decir que las cosas credas y la sociedadmisma gozan de propias leyes y valores, que elhombre ha de descubrir, emplear y ordenar pocoa poco, es absolutamente legítima esta exigenciade autonomía. No es solo que la reclamen impe-riosamente los hombres de nuestro tiempo. Es queademás responde a la voluntad del creador. Puespor la propia naturaleza de la creación, todaslas cosas están dotadas de consistencia, verdady bondad propias de un propio orden reguladoque el hombre debe respetar con el reconoci-miento de la metodología particular de cadaciencia o arte» (17).

Por esto me parece abusivo e irresponsable, inter-ponerse en la aprobación de leyes que puedan mejorarlas condiciones en que las mujeres pobres puedanrealizar la interrupción de sus embarazos, leyes que sevan a traducir en una merma significativa de lamortalidad por esta causa.

En segundo lugar creo que las iglesias deben diseñaruna pastoral de información, educación, acompaña-miento y discernimiento, para las mujeres en situacioneslímites de la vida. La mujer debe convertirse en centro

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de una preocupación amorosa que permita a lascomunidades cristianas, entregar a las parejas o familias,suficientes elementos de juicio, de tal manera que sedesarrolle la conciencia en torno al valor del acto mismode amor, en torno a las posibilidades de control natal yen torno a las posibilidades de enfrentar un embarazono deseado.

Las mujeres en esta situación, sea cual sea ladecisión que tomen, deben tener un acompañamientogrupal que les permita asumir su decisión y situación,con dignidad, sin complejos de culpa y en condicionespropicias para su vida futura. Esta tarea puede serasumida por religiosas, como parte de su opción liminal.

Este trabajo debe tener como uno de sus ejesprincipales precisamente una terapia cultural desanación en contra de la culpa. Algunos moralistascatólicos, utilizan como argumento en contra delaborto, el hecho de que la mujer experimenteculpabilidad cuando lo realiza… esto es desconocerque el problema de la culpa, es uno de los grandesproblemas que tenemos sobre nuestras espaldas lasmujeres en la sociedad y en las iglesias patriarcales.Ivone Gebara, nos dice sobre el tema:

«…aunque el término concreto de culpa-bilidad (muchas veces) no se emplea. Pero elhecho de que no se emplee no quiere decir que noexista el sentimiento de culpabilidad. Por elcontrario, yo diría más bien que penetra elcomportamiento de todas las mujeres y casisiempre de manera silenciosa. Vive en la másprofunda interioridad…

En esta situación la culpabilidad viene arevelar otro aspecto. No es el momento subjetivode reconocimiento de una falta realmente come-tida, tampoco el reconocimiento colectivo de unaresponsabilidad por un acontecimiento que haacabado mal. La culpabilidad que experimentanlas mujeres se convierte entonces ella misma enun mal, en una carga pesada, en un peso vago ydifuso que una no es capaz de definir con pre-cisión» (18).

La mujer que ha habitado en los límites, pararegresar de ellos, necesita una ayuda muy grande yun apoyo moral irrestricto. Esta mujer debe serrescatada de los corredores oscuros de la culpa. Estees uno de los retos pastorales del aborto.

Por último el final del camino debe estar iluminadopor cualquiera de las actuaciones de Jesús de Nazaret,actuaciones en las que demostró su clara preferenciapor los y las habitantes del límite: la adultera acusada…los invitados del camino…el hijo menor que dilapidóla fortuna… los trabajadores de la última hora…Siguiendo las pautas de conducta a las que nos invitaJesús, empatamos con el inicio de este texto y con sutítulo: la mujer que aborta en cualquier circunstanciaen que lo haga, necesita un abrazo sororo que restauresu vientre y su ser entero.

Erigirse en juez de quien se ve abocado y/o abocadaa los dramas que trae la vida, no es legítimo, no escristiano, no es pertinente.

Cali, Agosto de 2005

Carmiña Navia VelascoComisión Mujer – Iglesia / Cali.

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NOTAS:

(1) Ivonne Guevara. El aborto no es pecado. Entrevistacon Naike Nane y Mónica Bergamo, Revista Veja –Octubre de 1993

(2) José Cristo García Paredes. «Liminalidad». EN:AA.VV. Diez palabras claves sobre vida consa-grada. Ed. Verbo Divino - Estella 1997

(3) Gayatri Spivac¿puede hablar el subalterno ?En este texto Spivac sostiene, a propósito de lasmujeres indias sacrificadas en la tumba de susmaridos, que es casi imposible escuchar la voz delos subalternos y subalternas. Sería el caso de lasmujeres que abortan en la clandestinidad, llevadas aello por situaciones y presiones sociales y religiosas.Revista Colombiana de Antropología, Bogota –Diciembre 2003 (pág. 297)

(4) Angelo Papacchini. Derecho a la vida. Universidaddel Valle. Cali, 2001

(5) Papacchini, texto citado (Pág. 247)(6) Eric Fuchs. Deseo y ternura. Editorial Desclée de

Brouwer, Bilbao 1995 (págs. 169 y 170)(7) Pedro Ortiz. Lexico hebreo-español y arameo-

español. Colección Teología Hoy, Pontificia Univer-sidad Javeriana. Bogotá 1996. Págs. 99 – 100.

(8) Confrontar: Luis Alonso Schökel. Diccionario bíblicohebreo-español Madrid.Editorial Trotta, 1994. Págs. 326 y 501…

(9) Olga L. Ruiz Morell. Las aguas amargas de la mujer,La ordalía de los celos en el rabinismo. EditorialVerbo Divino – Estella 1999.

(10) Uta Rabke-Heinemann. Eunucos por el reino de loscielos. Editorial Trotta, Madrid 1994. Pág. 125.

(11) Luce Irigaray: Etica de la Diferencia Sexual. Citadopor María Milagros Rivera Carretas: El cuerpoindispensable. Madrid. Editorial horas y horas, 1996.Págs. 12 y 13.

(12) Rosemary Radford Ruether. «La etica desde el puntode vista de la mujer» En: Somos Iglesia. Católicaspor el Derecho a decidir. México 1996. Págs. 64 y 65.

(13) José Ignacio González Faus: «El derecho de nacer,Crítica de la razón abortista». Cristianismo y Justicia– Barcelona, 1995

(14) Ver: Pheme Perkins: Jesús como maestro. EdicionesEl Almendro. Córdoba 2001

(15) Pheme Perkins, obra citada (Págs. 73 y 74)(16) José Román Flecha. La fuente de la vida, Manual de

Bioética. Ediciones Sígueme – Salamanca 2002. Pág.220.

(17) Concilio Vaticano II – Documentos ConstituciónGaudium et Spes Nº 36Edición de la BAC, Madrid 1967. Pág. 229.

(18) Ivonne Guevara. El rostro oculto del mal. EditorialTrotta, Madrid – 2002. Págs. 124 – 125.

BIBLIOGRAFÍA

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SPIVAC, Gayatri. «¿Puede hablar el subalterno?».Revista Colombiana de Antropología, Bogota,diciembre 2003.

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Retos y resistencias de las mujereshoy en el planeta∗

ContextoPara iniciar este foro que busca reflexionar sobre

los retos que tenemos las mujeres para avanzar hacianiveles mayores de participación en las decisiones sobrenuestra vida, empezaré por ubicar el contexto en elque nos ha tocado a nosotras, mujeres del siglo 21,hacer estos esfuerzos y reflexiones.

Comenzaré ubicando el contexto de globalización,denominándolo desde una categoría económica:neoliberalismo y desde una categoría cultural: elpatriarcado.

El neoliberalismo filosóficamente se sustenta comoel fin de la historia, como el triunfo de una idea única ylineal del desarrollo, en la que tienen supremacíaabsoluta las leyes del mercado sobre la sociedad y susinstituciones reguladoras, los estados. Suscaracterísticas son las que pasaré a describir, no sinantes enfatizar en que hay un contexto más amplio ymás antiguo: la cultura patriarcal, que ha atravesadodiferentes modos de producción y modelos dedesarrollo, remozándose. Así que el neoliberalismo,visto desde una perspectiva de género, es una fase,tanto del capitalismo como del patriarcado, deacumulación y concentración de poder y en muchasde sus expresiones y consecuencias, no opera lo mismopara hombres y mujeres.

En la vida práctica esta doctrina ha significado eldesmonte de derechos y conquistas históricas de lahumanidad, construcciones modernas tales como laciudadanía y el bien común. Para otros autores, quehablan desde pensamientos más postmodernos, laglobalización neoliberal tiene como características lacrisis de las instituciones formadoras de sujetos, debidoen gran medida a la inadecuación entre los imaginarios

de ascenso y movilidad social y las condicionesmateriales de vida. Pero también, debido a la crisis delos contratos globales y la emergencia de múltiples lazosque ponen en el centro de la escena a la comunidad,incluso bajo las formas de nuevos tribalismos.1

Intentaré describir los rasgos actuales de estecontexto para las mujeres. Inicialmente, hago la distin-ción de al menos cuatro pilares del neoliberalismo:

1. El reencauche del mercantilismo y la aparición deun nuevo sujeto de derechos: el Mercado. La OMC(Organización Mundial del Comercio) lo representay hoy día el derecho mercantil prima sobre las tresgeneraciones de derechos construidas yreconocidas por el sistema de Naciones Unidas.Aún más: Los escenarios de la OMC y reunionesde las corporaciones internacionales tienen mayorcarácter decisivo que los escenarios de reunión delos Estados.

2. El discurso de la libertad individual como biensupremo, en contraste con la práctica de homoge-nización cultural.

3. La devastación del planeta.4. La guerra como estrategia de acumulación de capital

y concentración de poder político y la exacerbaciónde los fundamentalismos.

Puesto que este neoliberalismo es una fase, unaexpresión de un sistema de dominación más antiguo ypersistente que se llama patriarcado, tiene caracte-rísticas diferentes para hombres y mujeres.

1. En mercantilización: Junto con la supremacía delas leyes y lógicas del mercado, aparecen nuevas

* Ponencia presentada en el Foro sobre Participación Política de las Mujeres, organizado por la Central Unitaria de Trabajadores (ytrabajadoras) en Cali, febrero 22 de 2006.

1 Jorge Huergo, Una guía de Comunicación/Educación, por las diagonales de la cultura y la política. Mimeo, versión digital,circulando en la Maestría de Educación Popular, Cali, 2006.

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servidumbres y esclavitudes, de gran parte de lapoblación mundial, con énfasis en las mujeres.Se ha instalado una especie de apartheid global: Lasmujeres del llamado «tercer mundo», somossirvientas del mundo industrializado.La proliferación de servicios de consecución depareja por Internet muchas veces oculta matri-monios serviles.El tráfico de personas, como el tráfico de drogas yde armas son los negocios más rentables del mundo.Las mujeres somos la gran mayoría de personastraficadas. Somos ofrecidas como mercancíasencubierta y hasta abiertamente. En el Mundial deFútbol de Alemania, por ejemplo, se construyeronal lado de los estadios grandes estaciones llamadasde «relax» donde se ofrecen servicios sexuales demujeres y niñas de todo el mundo.Hay mercantilización incluso de partes del cuerpoy de expresiones de vida que nunca hubiéramosimaginado. En medio del discurso de la santamaternidad, se tolera y promueve el alquiler devientres.En medio del discurso que habla del aborto comoasesinato, se dificulta hasta el máximo el ejerciciode la maternidad.Una mujer norteamericana, participante de la pasadaCorte Internacional de Mujeres en el Foro SocialMundial de Caracas2, Cuenta cómo ella, hija de unainmigrante iletrada, fue arrancada de su lado juntoa su 4 hermanos cuando su mamá cayó enferma yno pudo trabajar. El Estado los separó, los mandó aorfanatos en diferentes Estados, hasta que la mamálos perdió definitivamente.Creció con el trauma de la maternidad frustrada yahora que ella misma es mamá, se ve enfrentada auna situación similar: Con su pequeño hijo ella seescondía en carros, barriles y cualquier sitio dondeno quedara a la vista de alguien que la pudieradelatar con el Estado.Cuando avanzó el invierno, sintió que iba a morirde frío con su hijito y decidió empezar a ocupar demanera clandestina casas abandonadas para utilizarsu calefacción. Cuando fue arrestada, explicó antela juez la necesidad de proteger su vida y la de suhijo que la impulsó a ocupar ilegalmente una

edificación abandonada. La juez le contestó que lacomprendía como mamá pero le recordó que enEstados Unidos el derecho a la propiedad prevalecesobre el derecho a la vida, por lo que la condenó aprisión.

2. El segundo pilar del neoliberalismo es la homo-genización cultural: Aunque tiene muchos aspectos,para las mujeres, y cada vez más para los hombres,esto se traduce en la esclavitud de la estética, quenos hace odiar nuestros cuerpos, avergonzarnosde nuestros rasgos, nos debilita con dietas y regí-menes hasta que no podemos luchar por derechos.Nos hace comer lo mismo, actuar lo mismo, desearlo mismo.Una mujer indígena en situación de desplazamientoen Cali comenta que invirtió parte de lo que seganó en un trabajo en tatuarse las cejas y los ojos,tratando de ocultar sus rasgos indígenas, porquelas patronas mestizas le insistían en la necesidad devestirse diferente, verse diferente para inspirarconfianza.El problema de la anorexia, definido tradicio-nalmente como el hambre en medio de la abundancia,llega ahora a las niñas más pobres. En el barrio ElCalvario de Cali, las niñas no quieren tomarse lacolada, que a veces es la única posibilidad de comidaen el día, porque se engordan.Una joven lesbiana huye de su pueblo natal en África,temiendo al castigo que les propinan a las niñascon esa tendencia: las encierran en una habitaciónllena de hombres para que estos les «enseñen a sermujeres». Llega a Estados Unidos, «la tierra de lalibertad» y meses después es detenida con sucompañera. Los policías gringos les introducenbotellas por la vagina para «enseñarles a sermujeres». La discriminación y la lesbofobia globa-lizadas.

3. Devastación del planeta: Mirado como un recurso,al servicio de la acumulación capitalista, el planetay la relación entre los seres humanos y las demásespecies, son desacralizados, instalando una relaciónde sujeto a objeto, de propiedad distorsionada (nosomos del planeta, sino que el planeta es nuestro).

2 Corte Internacional de Mujeres sobre Crímenes del Capitalismo y el Patriarcado. Caracas, Enero de 2006. Notas y grabacionespersonales.

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Aparecen nuevas relaciones y también nuevoscrímenes: Apropiarse del agua, de la tierra, acabarbosques, pavimentar el planeta y llenarlo derascacielos y autopistas por donde pasar bien rápidoy no ver a los que quedan en la orilla, debajo de lospuentes, o en las alcantarillas.Este contexto es un continuo de la lógica patriarcalde expropiación y castigo a la relación armónica conla naturaleza, que tuvo una de sus manifestacionesmás aberrantes en la Santa Inquisición, que castigóa morir en las hogueras a millones de mujeres,condenadas por sus saberes y prácticas de sanacióna través de las hierbas y otras prácticas ligadas a losciclos de la tierra y la luna. Hoy el despojo se hace através de las patentes de las semillas, de los genes,de la biodiversidad y de los saberes y recetasancestrales. Se manipula a los seres genéticamentepara ponerlos al servicio de al acumulación y seenvenena la tierra, el agua y el aire.

4. Guerra y fundamentalismos: La guerra es unaestrategia de acumulación de capitales. La guerraes también un dispositivo cultural que refuerza todoslos anteriores valores patriarcales: La dominaciónpor la fuerza, las violencias de distinto tipo. Loscuerpos de las mujeres son escenarios funda-mentales de la guerra, de humillación del enemigo,de rituales para demostrar hombría. La apariciónde este siglo, la guerra preventiva, deja en mayorcondición de vulnerabilidad a las poblaciones ygrupos culturales diferentes al occidental, pues sonrevestidos con un halo de peligrosidad que justificacualquier agresión en su contra. Al mismo tiempo,el escalonamiento de las formas degradadas de laguerra, han ocultado los crímenes contra las mu-jeres. En Colombia las masacres con expresionesde sadismo y el número alto de muertes, dejanoculta la sevicia contra las mujeres, quienes sonesclavizadas, humilladas y violadas casi siempreantes de su muerte.

¿¿¿Y las mujeres qué???A pesar del contexto, y tal vez gracias a él, las

mujeres aparecen como uno de los nuevos3 sujetos

colectivos que establecen resistencias y oposicionesal orden imperante.

Las mujeres somos protagonistas de primer ordenen este momento: No solo como víctimas, sino comoprincipales resistencias del planeta.

¿En qué andamos y qué pasos debemos dar paraprofundizar nuestra huella en este momento del planeta?

Andamos resistiendo contra la mercantilización.Declaramos con orgullo: nuestro mundo no está enventa. La vida no se negocia. Unimos nuestras vocesa los de las demás resistencias, pero llevamos nuestraspropias reivindicaciones. Estamos en la lucha contrael TLC, el ALCA y la OMC. Y también cuestionamos anuestros propios compañeros de lucha cuandocompran sexo, o le quitan importancia al problema dela trata de niñas y mujeres, o a la explotación infantil, oa las servidumbres de las mujeres.

Contra la homogenización cultural y la tiranía de laestética, reivindicamos nuestra diversidad como rique-za, el derecho a tener curvas, dimensiones distintas,colores distintos, a vestirnos distinto, a elegir si tene-mos o no hijos, si queremos novio o novia. Es la resis-tencia más difícil, porque es la dominación más sutil.Pero tenemos quién nos jalone: Las indígenas y lasafro con conciencia creciente y orgullo de su etnia,nos llenan de valor para volver a vivir el cuerpo comouna fiesta y no como una cárcel. Las lesbianas y susagrupaciones cada vez más politizadas y públicas. Elreto grande que tenemos como mujeres es quizás hacialas niñas y jóvenes, cómo interlocutar con ellas sin lastentaciones del iluminismo, sin trasladar automáti-camente las consignas de otras generaciones y otrasculturas, pero permitiendo que tengan otros referentesy otras interacciones diferentes a las que propone elsistema imperante?

Contra la devastación del planeta: Millones demujeres en el mundo se relacionan con el planeta, conel agua, con la tierra de manera diferente. Y aquí unhomenaje a las culturas ancestrales. Ellas habitaron yhabitan el planeta creyendo y practicando que la tierrano es nuestra. Nosotras y nosotros somos de ella. Yademás practican la equidad hacia el futuro: La tierraes para las generaciones venideras. Y es para el disfrutey la felicidad de nuestros hijos e hijas. Por eso nos

3 Aunque se registran luchas femeninas desde hace siglos, los movimientos de mujeres han sido identificados dentro de los nuevosmovimientos societales por estudiosos de los nuevos movimientos y nuevas subjetividades como Touraine o Capra, para distinguirlos departidos, sindicatos y otras formas de representación de intereses.

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oponemos radicalmente a su apropiación, a su devas-tación, a los macroproyectos, a los monocultivos, alas patentes, bancos de genes y manipulaciones gené-ticas. Millones de mujeres vienen haciendo experienciasde soberanía alimentaria, de recuperar los saberesancestrales, las recetas y sabores diversos, oponién-dose a los megaproyectos y los monocultivos, llenandoel planeta de posibilidades para su disfrute en equidad.

Contra la guerra: Nos venimos oponiendo sistemá-tica y decididamente a la guerra, a sus métodos, a sunegocio multimillonario, a los fundamentalismos detodo tipo. Las mujeres somos el bastión más importanteque tiene este planeta contra la irracionalidad que gastalos recursos, que dilapida las vidas de las nuevasgeneraciones. Las madres dejaron de ser la figura dela resignación y la sumisión. Las madres de este planetaSomos un sujeto político nuevo y nos estamos volvien-do la piedra en el zapato de los guerreristas y losfundamentalistas.

Las mujeres nos oponemos a la guerra y a susmúltiples horrores y allí también llegamos a visibilizarlo que nadie muestra: Las violaciones como estrategiade guerra, los feminicidios, el control de la vida privadade las mujeres, la pérdida del derecho a enamorarse.Tenemos que profundizar nuestro compromisoantiguerrerista y antifundamentalista.

Y sobre el cómo…Quizás una de las preguntas más recurrentes y

apremiantes cuando se trata de idear caminos para lasresistencias y re-existencias es sobre el cómo. Paraprovocar una verdadera avalancha creativa en loscómos, me permito retomar los 5 sueños para laresistencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional,EZLN, re-creándolos desde mi propia experiencia demujer feminista, ligada a diversos procesos deorganización, expresión y movilización en los que lasmujeres intentamos construir otras relaciones, símbolosy métodos, aclarando que muchas de estas pistasapenas están en el terreno del deber ser:

1. Por Un Mundo Donde Quepan Muchos Mundos:Abandonando la obsesión por una verdad yadmitiendo verdades, alternativas y sueños,tendiendo puentes y no muros entre las resistencias.

2. Que Quien Mande, Mande Obedeciendo: El retoes desterrar el autoritarismo de nuestras relaciones,de nuestras vidas. Replantear radicalmente lasrepresentatividades que despojan de poder a quienesdicen representar. Los representantes, y recono-cemos que también las representantes, se han vueltouna casta que no suelta sus posiciones por nadadel mundo y las defiende como sea. Estamos hartasde los liderazgos tradicionales que nos llenan dearrogancia, angustia y sobre carga. Que la palabra,el poder, las decisiones, circulen.Necesitamos y queremos liderazgos móviles, flexi-bles, rotativos, que aprovechen lo mejor de cadapersona, de cada historia, de cada talento.

3. Sumar Y Restar, Construir Y No Destruir,Convencer Y No Vencer.Nuestras contradicciones hay que ubicarlas comoson: Diferencias entre pares, no antagonismosexcluyentes. Para eso están los fundamentalismos:Quien no está conmigo está contra mi». Para noso-tras quien no está conmigo debe tener algo queenseñarme.

4. Hay Que Caminar Al Ritmo Del Más Lento ola más lenta

Es preferible construir un proceso colectivo paracaminar y no correr dejando el resto atrás. Dese-char la tentación del viejo vanguardismo en el queuna élite clarificada tendría la solución a todos losproblemas, la receta indicada, siempre que las masasvinieran corriendo a abrazar la revolución.

5. Hay que caminar preguntando: Decir no sé, decirme equivoqué, decir ¿por qué no? Son respuestasválidas. Son respuestas válidas, que afortuna-damente la cultura patriarcal no ha vetado porcompleto a las mujeres, como lo hizo por sigloscon los hombres. Hoy hay que reconocer que enestas manifestaciones de «debilidad» está una fuenteinagotable de aprendizajes. Hoy estamos másdispuestas y preparadas para ensayar preguntasnuevas a viejos problemas, caminos nuevos ynuevos métodos para llegar a nuestras metas.

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Norma Lucía Bermúdez Gó[email protected]

Red Nacional de Mujeres –Regional Valle del Cauca

Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad– Universidad del Valle

Pero sobre todo, querernos, confiar en nosotrasmismas y en las mujeres que levantan su voz conclaridad contra el unanimismo, contra la seguridaddemocrática, contra la mercantilización de la vida,contra los liderazgos autoritarios. Hoy tenemosopciones, Gracias a las que nos precedieron a las quehoy están en el mundo resistiendo, a las madres, a lasindígenas, a las afro, a las jóvenes, a las lesbianas. Ygracias también a las candidatas feministas, de izquier-da, ambientalistas, de las diversidades sexuales. Ellasrepresentan la resistencia dentro de la resistencia.

Mirarnos en retrospectiva y en prospectiva, nospermite sabernos herederas de un linaje de pioneras,de transformadoras del mundo y reconocer que en uncontexto como el actual, los obstáculos a nuestro plenodesarrollo son múltiples y enormes, pero que nuncalas mujeres hemos sido inferiores a los retos que cadaépoca trae consigo y que lo único imposible esquedarnos quietas o pasivas, cuando lo que está enjuego es el futuro, la vida digna y la felicidad quesoñamos y merecemos.

BIBLIOGRAFÍA

Corte Internacional de Mujeres sobre Crímenes del Capi-talismo y el Patriarcado. Caracas, Enero de 2006.Notas y grabaciones personales.

HUERGO, Jorge. Una guía de Comunicación/Educación,por las diagonales de la cultura y la política. Mimeo,versión digital, circulando en la Maestría de EducaciónPopular, Cali, 2006.

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Reseñas

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El sujeto sufragista, feminismoy feminidad en Colombia.

Lola G. Luna. Cali: Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad, 2004.

Reseña a cargo de: Norma Villarreal Méndez

l trabajo de Lola Luna es un documentoobligado de interpretación del proceso delsufragismo colombiano. Profundiza losanálisis anteriores propios y ajenos para

aportar a la comprensión del momento histórico quevivieron las colombianas reclamando sus derechospolíticos. La autora combina en su análisis losacontecimientos discursivos y la realidad social quearticulaban los discursos de la época. El escenario delas movilizaciones por el derecho al sufragio se carac-teriza por los intentos de introducir y fortalecer unamodernidad política recortada y una inclusión social yregional precaria junto a un enfrentamiento políticobipartidista por el control del poder. Esta puja desatóla conocida violencia en Colombia, que es para algunosanalistas, origen del conflicto armado que ha vividoColombia durante el siglo XX y estos años del presentesiglo.

El movimiento sufragista que se extendió desde ladécada de los cuarenta y que finalizó en 1957 resultaaparentemente paradójico pues en él coexistieron unfeminismo conservador, un feminismo liberal y unfeminismo socialista. El estudio de las organizacionesvinculadas al movimiento, al origen de los liderazgos,las alianzas y sobre todo de las propuestas contenidasen sus discursos, señalan claramente esas coinci-dencias.

Los estudios que se han hecho del periodo, muestrandos realidades: en primer lugar que tanto en el partidoliberal como por el partido conservador había interés(aunque en algunas fracciones de estos partidos setemía) por el voto de las mujeres. Captar el voto feme-nino podría garantizar una ventaja sobre el rival paraimponerse sobre el otro. En segundo lugar que eldiscurso modernizador liberal y el discurso conservadorestaban mediados por un enfoque patriarcalista.

Frente a las características que muestra el sufra-

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gismo colombiano, la importancia del libro quecomentamos es doble: de orden metodológico e his-tórico. Por un lado, propone un enfoque interpretativodel proceso que alumbra el cómo abordar las luchasde las mujeres. Por otro, cuando ella subraya la coin-cidencia de las vertientes liberal, caracterizada por undiscurso modernizador y la anclada en el discursoconservador, en el reclamo de los derechos políticospara las mujeres, señala la configuración de dos discur-sos en torno a la ciudadanía: la del feminismo y la de lafeminidad.

El discurso de la ciudadanía de las mujeres llegó ala América Hispana con retraso. Se materializó en unaColombia que estaba saliendo del dominio conservadory que buscaba una apertura a la modernidad; quereclamaba la participación de las mujeres para construiruna mejor sociedad, demandando reformas políticaspara que nuevas colectividades participaran en la vidanacional; que intentaba una sociedad más equitativacon campesinos y trabajadores.

Igualmente Luna señala cómo el discurso se nutrióde las categorías conservadoras que mantenían undominio centralista y un cuasi control eclesial de lasociedad y del Estado, que querían hacer de las mujeresel paradigma de lo bello, lo bueno, lo puro, a imagen ysemejanza de la figura de María, madre, la perfección.Con esta construcción desde el género, emblemáticade la mujer-madre-esposa-virtuosa se hace público elreclamo de la ciudadanía. El discurso compartido sobrelas mujeres tenía sus énfasis; dentro de un enfoquemoral-religioso se apoyaba en las categorías del bien ydel mal, para argumentar que las cualidades de bondadpropias de las mujeres pasarían también a la sociedad,cuando ella pudiera tener decisiones sobre el gobiernode la República. También daba a la educación singularimportancia; en una visión propia del pensamientoilustrado le concedía un papel estratégico para saldarel abismo de la ignorancia que le impedía trascender ala vida social y a los círculos intelectuales y políticos.

La lectura del libro nos lleva a repensar la razón dela coincidencia de los discursos sobre la sociedadcolombiana de esa época (y acaso de la actual). Aquíla articulación del acontecimiento histórico con laestructura nos da evidencias de la importancia de los

1 Luna Lola y Villarreal Norma, Historia Género y Política MovimiSeminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad. Barcelona: , Univers

orígenes y desarrollos discursivos. La separación delEstado y de la iglesia es muy reciente; apenas en 1991se logró una Constitución laica. Los partidos nopresentan una frontera muy nítida con respecto a suspropuestas. Parece que existieran liberales conserva-dores y conservadores liberales. La propuesta socialistaa veces se confunde con los planteamientos liberales yviceversa.

Del análisis que hace la autora sobre la forma comoopera la elaboración de los discursos en su interaccióncon la realidad se entiende la aparente contradictoriasimilitud. Dice Lola Luna en el primer capítulo que:«La realidad social es el referente material de losconceptos, pero no su causa, la causa de los conceptoses su causa anterior» (Luna: 25). Para ella esta circuns-tancia de coincidencia de los discursos, o los discursos«compartidos» que se presentan en el sufragismocolombiano tienen que ver con que los discursos quese expresan en el escenario colombiano de los añoscuarenta y cincuenta, el liberal, el socialista y el femi-nista tiene un origen común en el discurso de lamodernidad: el discurso patriarcal que asignaban a lamujer al ámbito doméstico y la excluían de la vidapública. En verdad todos los planteamientos sobre elestado y la sociedad se derivaban del espíritu modernodel siglo XVIII que mantuvo la discriminación, queahogó el reclamo de Olimpia de Gouge y de otrasmujeres y que les en asignó el papel de ser buenasmadres para la crianza de buenos ciudadanos para larepública. Ese fue la herencia sobre la cual también seconstituyó el Estado y la sociedad colombiana. Esentonces entendible, en la explicación de la autora, quelos discursos sobre el voto de las mujeres colombianasen esa época, -y podría añadirse que los de ahora sobretemas que atañen a la vida pública y privada de lasmujeres, contra la despenalización del aborto o a laplena participación política- presenten coincidenciasen los distintas fracciones de los partidos.

En la investigación que hice (1994)1 encontré queal interior de cada uno de los partidos se conformaronfracciones que llegaron a compartir discursos confracciones de otros partidos. También las mujeresparticipaban de las distintas fracciones. Aunque ellasno habían alcanzado el voto, era clara su militancia

ento de Mujeres y Participación Política en Colombia 1930-1991,idad de Barcelona, 1994.

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partidista. En las del partido liberal hubo dos líneas, unamás popular o doctrinaria, de donde surgieron feministasmás comprometidas que estuvieron cercanas a las femi-nistas socialistas. Su feminismo se nutría del pensamientoliberal ilustrado, pues significaba igualdad, libertad, justiciay democracia. Pero también hubo una línea másconvencional dentro de las sufragistas liberales queconsideraba el voto como un fin en sí mismo. El sufragiocomo instrumento de mantenimiento del estatuto de lamujer dependiente y atravesada por lo doméstico es claroen el discurso de la iglesia. Dentro de las sufragistasconservadoras el tema de la familia tenía la mayor impor-tancia. Luna señala como las sufragistas conservadorasseguían la doctrina oficial de la iglesia católica según lacual las mujeres deberían movilizarse para obtener el votopues con ello se aseguraba la defensa del hogar cristiano.Además, su intención en influir con políticas asistenciales,se notaba en sus discursos.

Cuando la movilización política ocupó el escenariosocial, las sufragistas tuvieron una presencia muy visible.El discurso mas modernizante hizo parte de las actuacionesde los partidos y capas más progresistas. El reclamo delvoto y de la participación en la vida nacional trascendióde los sectores medios de mujeres a las mujeres populares.En los barrios y en las manifestaciones de los sectoresobreros, mujeres trabajadoras reclamaban desde elsocialismo el derecho a votar por los mejores y a tenermujeres en el gobierno para cambiar la sociedad haciéndolamas justa.

El periodo comprendido entre 1944 y 1948 fue untiempo muy activo; tal vez el de mayor movilización yreclamo feminista. La narración de esta etapa comprendecapitulo el 4 del libro. El escenario internacional que habíasido importante en la década del 30 para promover cambiosinstitucionales ahora era estratégico en las movilizacionespor la participación política, la paz y en la preparación dela carta de los derechos humanos. Las mujeres tenían unacumulado en materia de educación que estalló ante ladiscriminación laboral de la que fue objeto una mujerabogada. En el capítulo se recogen las movilizaciones,acciones y organizaciones de las mujeres para visibilizarse.Consiguieron el apoyo de políticos para la presentaciónde proyectos de ley favorables al voto, pero simul-táneamente enfrentaron la reacción patriarcal mas adversaorquestada desde el Ministerio de Educación y periódicosde la época. Dirigentes como Ofelia Uribe y Lucila Rubio

de Laverde, liberal la una y socialista la otra, utilizaron laprensa y la radio para comunicarse masivamente con lasmujeres y aclararles que en ninguna forma la participaciónen política iba en desmedro de la feminidad, ni atentabacontra la familia. Pero la reacción autoritaria que sembróde sangre al país, paralizó a las mujeres. Lo que siguiófue un período de intimidación. El reclamo por losderechos políticos de las mujeres tuvo que trastocarse enel reclamo por la vida y a vivir en paz.

Entre las liberales había consenso respecto de los temasmás generales. Junto con las socialistas reclamabanigualdad frente al trabajo, frente a las oportunidadeseducativas, la autonomía personal y la posibilidad deobtener y disponer de bienes materiales. Coincidían conlas sufragistas conservadoras en los valores de justicia yhonestidad en lo personal y en lo social, para que nadie seapropiara de lo ajeno bajo ningún concepto. En su discursomás libertario clamaban para que no se maltratara oviolentara la vida de nadie, que todos pudieran ejerceruna vida digna y que nadie influenciara a otros supensamiento, ni lo conminara por la fuerza a pensar y aactuar en función de otros, y que las decisiones se tomarande acuerdo a la conveniencia del interesado.

Cuando la violencia partidista se generaliza el lugar delas demandas se estrecha. El discurso tuvo un tono desupervivencia colectiva que se expresó menos en movi-lización por el reclamo y se concreta en el diseño de unaestrategia de negociación política, enmarcada dentro delescenario político de la violencia y el discurso vigente dela pacificación. Las feministas más radicales no fueronprotagonistas en el momento de negociar la aprobacióndel voto. Pero las feministas conservadoras y las mode-radas sufragistas liberales que asistieron a la negociacióndel voto en la Asamblea nacional Constituyente, tambiénseñala Luna, basándose en testimonios y documentos,tuvieron que desvelar las argucias de los políticos quequerían mediante pactos patriarcales, restringir el voto.En esa coyuntura todas las mujeres, liberales y socialistas,siendo opositoras del régimen, dieron respaldo a quienesestaban negociando el derecho al voto. Aunque se logróen 1954, sólo pudo hacerse efectivo en 1957. Luna señalaque después de la aprobación del voto reaparecierondiscursos que contenían los mismos elementos dedivergencia. El sufragismo conservador considerabanecesario centrarse en la mejora del hogar y el reforza-miento de los partidos tradicionales. Las socialistas se

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preocuparon por elevar el bienestar de los niños y lasmujeres trabajadoras. Se opusieron a la creación de unafuerza femenina que planteó expresiones del feminismoradical. Este sector promovía una participación en igualdadjunto con los hombres en las distintas esferas y la posibilidadde una estrategia de tercera fuerza como salida al bipar-tidismo en crisis, conjuntamente con una propuesta paraconseguir la paz.

Los señalamientos que hace la autora dan lugar a

repensar la forma como se ha generado la acción colec-tiva y la lucha política de las mujeres para la elaboraciónde sus intereses y el desarrollo de alianzas. Las identi-dades partidistas o religiosas de las mujeres, puedenser trascendidas cuando el discurso elaborado muestra,al más alto nivel de generalidad, la exclusión de queson objeto en los distintos espacios. Después la acciónpolítica se suele expresar ligadas a las otras identidadesy a otros discursos.

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Vale la pena nadar contra la corriente en asuntos de cuotas políticas(Palabras de Olga Lucía Obando, Ph. D., en la presentación del libro en el Centro de Estudios de

Género, Mujer y Sociedad, Universidad del Valle, Cali, junio de 2006).

Nadando contra la corriente. Mujeres ycuotas políticas en los países andinos.

Magdalena León, editora. Quito: FLACSO, junio 2005.

s para mí un privilegio presentar el libroeditado por la investigadora MagdalenaLeón. 2005. Debo confesar que se tratade una lectura sesgada por mi inserción

como psicóloga en el estudio de los asuntos políticosy de género. Magdalena León amarra en este libro unalectura pluridisciplinaria del fenómeno de cuotaspolíticas para mujeres, elaborada por sociólogas,antropólogas, politólogas, historiadoras, posicionandola categoría de género como vínculo discursivo quereafirma la posibilidad de construir de forma trans-disciplinaria la teoría feminista y de género. Una reddiscursiva que tiene como hilo conductor la preguntasobre las mujeres y el poder.

En un anhelo de motivarlos y motivarlas a ustedesa abordar personalmente el texto, señalaré de formaresumida algunos elementos significativos desarrolladospor las autoras en cada uno de los capítulos de estelibro. Aspectos que se refieren a la definición delfenómeno de cuotas políticas para mujeres, su ubicaciónen el contexto de cada país abordado, la identificaciónde los agentes que intervienen, los procesos que sedesencadenan y algunas conclusiones finales. El libroexamina la legislación que establece cuotas políticaspara mujeres en cuatro países andinos: para el casoColombia, la Ley 581 de 2000 o Ley de Cuotas para laAdministración Pública. En el caso de Ecuador y Perúy Bolivia se trata de las Leyes de Cuota Electoral,aprobadas en el año de 1997, en los diferentes países.

Con relación a la definición del fenómeno, hablarde cuotas políticas para mujeres remite de formainmediata a identificar la cuota como un mecanismode acción afirmativa. Un rastreo del concepto de acciónafirmativa lleva a las autoras a los Estados Unidos demediados del siglo pasado, al movimiento contra ladiscriminación racial, y a la promulgación de la Ley dederechos civiles. En el artículo «La cuota sola no basta:

el caso de Colombia», Magdalena León y JimenaHolguín definen por acción afirmativa a aquellas

medidas de carácter temporal que buscanasegurar la igualdad de oportunidades, a travésde un trato preferencial, a los miembros de ungrupo que ha experimentado situaciones dediscriminación y/o marginalidad que puedenpersistir en el futuro y que los coloca en unasituación de desventaja frente al resto de lasociedad. (León y Holguín, p.43).

La cuota como acción afirmativa tiene un caráctertemporal cuyo límite estaría dado por el cumplimientodel objetivo de la inclusión del grupo marginado endiversos ámbitos (educativo, laboral, de participaciónpolítica). Frente a la controversia que se inicia en varioscírculos políticos, por la percepción de la cuota comoinstrumento con carácter discriminatorio, y que seexpresa como una preocupación de feministas yjuristas tanto en debates públicos como privados,Lourdes Hurtado, aclara que «este trato diferenciadoo «discriminatorio» hacia ciertos sujetos colectivos quepropicia la acción afirmativa no vulnera el principio dela no discriminación.» (Hurtado, p.93), principiofundamental en la totalidad de las constituciones delos países investigados. Es ese reconocimiento de laexistencia de diferencias que se tornan en desigual-dades, lo que permite la construcción de medidas deacción afirmativa destinadas a grupos especiales, quebuscan remediar dichas desigualdades por la vía oficialy legal.

En su artículo «Democracia e inclusión política: laregión andina en perspectiva comparada», Mala Htungseñala como significativo el hecho de que los cuatropaíses estudiados adoptaron el sistema de cuotaspolíticas para mujeres en un lapso temporal paralelo yque en todos los países la adopción de esta ley se plantea

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como fin el de fomentar un mayor liderazgo de lasmujeres. La autora establece una relación causal entrelas tendencias de inclusión política y la crisis políticade esos países:

Los gobiernos que no pueden tener avances enla solución de problemas tales como la pobreza,pueden sentirse motivados a producir progresosvisibles en otras agendas sociales. La introducciónde cuotas para las mujeres o las minorías étnicases menos costosa si se le compara con los gastosque implica la lucha contra la pobreza o laguerrilla (Htung, p.35-36).

Es un llamado de atención a observar el peligrosubyacente en la implementación de la cuota cuandoésta es instrumentalizada como paliativo, como meca-nismo para evadir la solución de problemas mástranscendentales.

En relación con el contexto, las autoras reconocenalgunas tendencias globales en la adopción de cuotaspolíticas para mujeres como resultado del cumpli-miento de normatividad internacional, referidas a lasrelaciones entre igualdad de género y democracia, y ala difusión del principio de paridad en los procesos detoma de decisiones. En el Prefacio de este libroMagdalena León plantea que el hablar sobre el contextohistórico de la aplicación del sistema de cuotas implicael remontarse a la Europa de la década del setenta, alsurgimiento y difusión de la segunda ola del movimientofeminista, la cual hace énfasis en los problemas einequidades creadas por el dominio de los hombres enla política (León & Holguín, p.12). Por su parte, Baldezy Brañez, en su artículo «¿Cuánto hemos avanzado lasmujeres con las cuotas? El caso boliviano», citan aArcaya, 2001, señalando que:

La agenda política de las mujeres de Bolivia,establecida en 1997 e inspirada en las recomen-daciones del Plan de Acción Mundial (PAM), dela IV Conferencia Mundial de la Mujer de NacionesUnidas realizada en 1995, plantea entre susacciones impulsar la cuota mínima del 30% derepresentación de mujeres en los poderes ejecutivo,legislativo y judicial y otras instancias jerárquicasdel aparato estatal. (Baldez y Brañez, p.145).

En una presentación de las razones que justificanla aplicación de las cuotas a un nivel más local Lourdes

Hurtado afirma que para el caso del Perú, éstas estánreferidas a las altas tasas de analfabetismo, carenciadel documento de identidad, racismo y discriminacióna las mujeres, reforzada por la discriminación a lasetnias indígenas. Y en sus antecedentes históricos,rescata el dato de que la cuota femenina del 30% delos candidatos en las elecciones nacionales, regionalesy municipales, así como para las contiendas internasde los partidos, surgió de una propuesta planteada porel Foro Mujer, un consorcio de organizacionesfeministas, en el Día Internacional de la Mujer, en elaño 1994. (Hurtado, p.99). Esta propuesta fue aprobadacomo Ley de Cuotas el 1 de octubre del 1997, despuésde recibir el apoyo de la Presidencia. La autora aclaraque la aprobación de la Ley surge más como «un casode coyuntura política que de voluntad democrática».(Hurtado, p.105).

Para el caso de Bolivia, Baldez y Brañez exponenque el proceso de implementación de las cuotas paralas mujeres surgió dentro de un contexto políticoparticular, en el cual se da una adaptación al nuevosistema político y un permanente descontento con lospartidos tradicionales. La cuota de participación políticapara las mujeres como mecanismo en el que seestablece un mínimo del 30%, es incorporada a la leyde reforma electoral, en aplicación del Artículo 60 dela Constitución Política del Estado de Bolivia.

En el Ecuador, la primera formulación la Ley deCuotas Electorales se hace en 1997, en el marco de laLey de Amparo Laboral. Dicha ley planteó reformas alCódigo de Trabajo y a la Ley Orgánica de la FunciónJudicial, tanto como a la Ley de Elecciones. Silvia Vegaen el artículo «La cuota electoral en ecuador: nadandoa contra-corriente en un horizonte esperanzador»,expresa con preocupación como

[aunque] la norma constitucional ecuatorialse refiere no solamente a la equidad entre hombresy mujeres en la participación electoral sino enotras instancias del ámbito público … esta disposi-ción no ha sido complementada con leyes especí-ficas y las organizaciones de mujeres no hanpromovido su aplicación en esos otros ámbitos.La lucha se ha centrado en el terreno laboral(Vega, p. 173).

Para el caso de Colombia, la primera propuesta seplantea en 1992 y logra su aprobación en el Congreso

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de la Republica, en 1999, después de más 8 años depresentación. «Esta ley señala que el 30% de los cargosde máximo nivel decisorio dentro de la estructura de laadministración pública, deben ser ocupados pormujeres.» (León & Holguín, p. 41) En su artículo «Lascuotas de mujeres en el Área Andina: inferencias deuna comparación», María Emma Wills Obregónpresenta las diferencias en la aplicación de esta ley decuotas en los cuatro países. Mientras en Colombia lalegislación se refiere a cuotas en los cargos de máximode nivel decisorio del poder ejecutivo (ministerios ysecretarías departamentales y municipales), en el casode Perú y Bolivia las cuotas tienen que ver con laconformación de listas a candidatos al Congreso, comotambién la conformación de listas de regidoresmunicipales; en el Ecuador, las cuotas nos remiten a laincorporación de mujeres a la empresa privada, a larama judicial y a las listas electorales.

El desarrollo e implementación de medidas de acciónafirmativa conforman una dinámica que no sóloinvolucra al Estado sino también a la sociedad civil ensu conjunto. Las autoras identifican varios agentescomo actores de las cuotas políticas de mujeres. Entreestos, es importante reconocer el papel jugado enalgunos de los países por la sociedad civil, por lasmujeres pertenecientes a un amplio grupo de lasorganizaciones feministas, de ONG y de partidospolíticos y por los gobernantes que muestran unavoluntad política frente a los aspectos de equidad degénero. León y Holguín exponen para el caso deColombia la posibilidad de reconocer una metáfora deun triángulo de empoderamiento conformado por elmovimiento de mujeres, un grupo de mujeres políticasinteresadas y un grupo de burócratas feministas (León& Holguín, p. 71).

En relación a los agentes participantes, Mala Htungasume una posición crítica y subraya que una de lasmotivaciones de los políticos para apoyar estasiniciativas es el adoptar las cuotas políticas para lasmujeres como una forma de mostrarse más demo-cráticos y mantener el control sobre la nominación alinterior de los partidos. En referencia al caso de lasmujeres involucradas, la autora pone en cuestión laexistencia de una conciencia colectiva y de una identidadcomún como factor desencadenante del compromisode las mujeres con las leyes de cuotas. Considera que

es fundamental reconocer las similitudes y diferenciasentre mujeres, dado que éstas son relativas a su perte-nencia a diferentes estructuras sociales, valores, clasey cultura. Se identifica a la exclusión basada en el sexocomo la experiencia en común. En conclusión, laexperiencia de exclusión obligaría a las mujeres areconocer cuales son sus intereses comunes. En pala-bras de Lourdes Htung:

Esta experiencia compartida en el ámbito polí-tico, llevó a las mujeres a unirse en coaliciones afavor de las cuotas, a pesar de las diferenciassociales y, sobre todo, a pesar de las diferenciasideológicas y de las preferencias partidistas.(Htung, p.23).

A excepción del caso Colombia, en los otros paíseslas autoras identifican un efecto de bola de nieve comoresultado de la aplicación de la medida de las cuotaspolíticas para mujeres. En estos países se handesarrollado una serie de leyes y proyectos de reformasde leyes, que si bien no logran aún garantizar lasuperación del problema de exclusión, son valoradoscomo logros por los grupos comprometidos enliderarlos.

Lourdes Hurtado enuncia una serie de leyes quetienen como propósito incentivar la participación delas mujeres en la política peruana. Éstas son porejemplo: la Ley de Elecciones Municipales, la LeyOrgánica que incorpora el mecanismo de cuotas paramujeres o varones en las listas de candidatos alCongreso, la Ley de Elecciones Regionales, la Ley dePartidos Políticos. Entre los proyectos de reforma aleyes, la autora identifica: el proyecto de Ley deAlternancia de los candidatos en listas electorales, elproyecto de Ley de Incremento a las Cuotas de un30% a un 40% para los procesos electorales, así comoel proyecto de sistema de cuotas y cupos del 30%para los cargos de confianza y de alto nivel decisorio(Hurtado, pp.109-113).

Uno de los problemas que identifican las autorasen la implementación de las cuotas es el de la carenciade agendas políticas de las mujeres que acceden alpoder. Esto se relaciona con la falta de una plataformaamplia de intereses compartidos sobre temas concer-nientes al género. Por ejemplo, afirma Lourdes Htung:«las activistas sentían que las mujeres en el poder tenían

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la responsabilidad de actuar a favor de distintasiniciativas encaminadas a lograr la equidad de género»(Htung, p.23). Es así como se evidencia la brecha entrela presencia de las mujeres en los espacios de poder yla representación de género que estas mujeres asumenen el ejercicio del poder. Este es quizás uno de losvacíos de investigación más interesantes que inaugurala producción del texto, y a los cuales muchas de lasinvestigadoras interesadas en asuntos de géneroestamos siendo invitadas desde nuestros diferentessaberes disciplinares. Es un llamado al compromisopolítico para realizar aportes que fortalezcan elposicionamiento de las mujeres al interior de unacoyuntura legal y política adquirida.

En los casos en que la ley de cuotas esta vinculadaa los Sistemas electorales las autoras reconocen que«...aunque las cuotas políticas en los sistemas de listasabiertas ayudan a que las mujeres puedan postularse,no les ayudan realmente a que sean elegidas.» (Htunp.29) Por ejemplo para el caso Colombia MagdalenaLeón y Jimena Holguín muestran como la reformapolítica del 2003 afecta la representación política demujeres de manera directa. Las autoras expresan quecon su propuesta del voto preferencial y el sistema delistas únicas abiertas que esta reforma política plantea,se disminuyen de manera encubierta las posibilidadesde participación femenina.

Este sistema hará que la tendencia del votosea más personalista que partidista ya que loselectores votarán por la persona más que por elpartido, lo que pone en desventaja a las mujeresque no cuentan con la tradición política de loshombres. (León & Holguín, p.82).

Las autoras plantean que para el caso Colombia loque ha sucedido durante los años de vigencia de la leyes que la norma no se desarrolla por igual en todos losniveles de la administración pública. (León & Holguín,p.72-73). Una comparación de su implementación enlas tres ramas del poder público evidencia que elporcentaje de participación de las mujeres garantizadopor la ley de cuotas va disminuyendo de manerasignificativa en las ramas del poder judicial, al ejecutivoy de éste al legislativo, donde se hace casi insignificante.

Diversas han sido las trampas y cortapisas con lascuales se tienen que enfrentar los actores que impulsan

las cuotas políticas de mujeres; éstas van desde laemisión de instructivos emitidos por el Tribunal Su-premo Electoral sobre su aplicación con interpretacióntergiversada de los conceptos de alternancia y secuen-cialidad (como lo denuncia Silvia Vega en el caso delEcuador), hasta los episodios de acoso políticoplanteado por Baldez y Brañez para el caso boliviano.

Sin embargo, el panorama no es totalmentedesolador. Según Baldez y Brañez, a nivel local lascuotas para las mujeres también han tenido un impactopositivo ya que fueron adoptadas para contrarrestar elefecto negativo que tuvieron las reformas de descen-tralización en Bolivia. Y en el Ecuador Silvia Vegaobserva cómo las organizaciones de mujeres, las redesde mujeres y el movimiento de mujeres de ciudadescomo Imbabura, Loja, el Oro, «impulsaron accionesde veeduría, de capacitación a candidatas, de cabildeocon partidos políticos y de presencia pública en apoyoa la participación política de mujeres en otras ciudadesdel país» (Vega, p.174).

Un punto de reflexión y discusión que compartenlas autoras es el referido a la capacidad que posee unaley de cuotas para transformar la participación femeninaen una participación de presencia o una participaciónde representación, dado que se reconoce una brechaenorme en esas dos formas de participar. Lourdes Htungidentifica las diferencias entre una representación comopresencia, y la representación como actuación a favorde los intereses de las mujeres. Se señalan casos enlos cuales «las mujeres, una vez llegan al poder, no sededican a resolver los asuntos relacionados con laigualdad de géneros» (Htung p.33). En la opinión dedicha investigadora, existen muchos mecanismos yfactores de discriminación sexistas que se les inter-ponen como obstáculo a sus labores; es necesarioreconocerlos, superarlos y ganar un espacio, antes depoder cambiar normas y leyes. León y Holguín, porsu parte, enfatizan que la representación como presen-cia no implica necesariamente un comportamientorepresentativo de sus miembros, por lo cual se hacenecesario diferenciar los conceptos de presencia,inclusión y representación. La inclusión se constituyecomo un derecho a participar en la política (derecho aelegir, y a ser elegida). La representación políticaincluiría entre sus dimensiones la actuación representa-tiva, por parte de la persona elegida, a favor del colectivo

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de mujeres. Se reconoce, sin embargo, que es necesariatanto la construcción de una identidad que conduzca aun comportamiento representativo, como la construc-ción de discursos que reflejen las necesidades e inte-reses de dicho colectivo de mujeres. Se debe aspirar alograr una masa crítica de mujeres presentes en losespacios de decisión política, lo cual nos refiere a unaspecto cualitativo de su presencia, su incidencia enlas estructuras de poder para mejorar la situación delgrupo.

Lourdes Hurtado plantea que las cuotas no atacanlas causas directas del problema de exclusión de lasmujeres, dado que éste

es mucho más complejo y tiene que ver conimaginarios sociales, estructuras económicas,identidades, cuestiones étnicas, etc.; por ello, éstasmedidas deben ir acompañadas de otro tipo deacciones llevadas a cabo desde el Estado y lasociedad civil que ayuden a atacar las razonesestructurales que dan origen al problema (Hurtado,p.129).

La autora invita a reflexionar sobre la importanciaque ejerce la coyuntura política y la agenda pública enel éxito o fracaso de las medidas de acción afirmativaen el Perú (Hurtado, p.129). Yo hago hoy extensivaesa invitación a todas nosotras. Hurtado especifica queen el caso del Perú no existen propuestas de acciónafirmativa desde los movimientos sociales a excepciónde las presentadas por

el movimiento de mujeres abogadas vincula-das al movimiento feminista, que ha tenido un rolpreponderante en la formulación de leyes quefavorecen la eliminación de diversos tipos dediscriminación contra la mujer, los otros movi-mientos sociales tienen reclamos de justicia o dereconocimiento de derechos, pero no de promo-ción activa de la equidad a través de prácticasconcretas que modifiquen situaciones corrientesde discriminación (Hurtado, p.133).

En general las autoras convergen al enfatizar lanecesidad de organización de los grupos discriminados,en tanto cualquier medida de acción afirmativa debeestar sustentada en una base social relevante, media-namente organizada y con planteamientos concretos,dado que su implementación y existencia será siempre

cuestionada por grupos opositores y en el peor de loscasos, obviada para su cumplimiento. Lourdes Hurtadomantiene, sin embargo, una actitud positiva moderadafrente al fenómeno de la cuota al plantear que:

Al contar con un mayor número de mujeres enestos espacios (públicos de poder) se genera unimpacto en el imaginario colectivo y se cuentacon mayores referentes femeninos y un mayor nú-mero de sujetos con iniciativa que a la largapodrían luchar por los temas relevantes de lasagendas de las mujeres (Hurtado, 134).

Por otro lado debemos señalar que el hecho de quela llegada de mujeres al poder no necesariamente implica(de forma automática) una mejor manera de hacerpolítica. Para el caso del Ecuador, Silvia Vega mantieneuna visión más optimista de esa representabilidadaunque reconoce que la presencia política de lasmujeres se inscribe en el panorama político existente yno puede por si misma alterarlo en lo más mínimo,«…por efecto de la obligatoriedad introducida por lacuota electoral de mujeres, [ellos] han tenido queincluirlas y hoy representan el mayor porcentaje demujeres en el congreso nacional.» (Vega, p.191). Ellaidentifica una incidencia de la cuota más allá del númeroy afirma:

Los partidos con mayor influencia electoralen la sierra, contemplan algunas referencias a lapromoción de la equidad de género y en algunosde ellos, sus militantes mujeres están promoviendoacciones de empoderamiento, pese a que, en tér-minos numéricos tienen una presencia algo menoren la representación electoral (Vega, p.192).

Como consecuencias positivas de la implementaciónde cuotas la autora plantea que en el Ecuador seidentifica un cambio en la auto-imagen de las militantespartidistas que por efecto de la cuota. Estas mujeresestán concientes de su posibilidad de terciar comocandidatas, lo cual ha provocado un cambio en lasactitudes de las mujeres dentro de los partidos, conmayor interés por ingresar y participar en el juegopolítico, desde la ocupación de espacios de dirección.La mujeres están asumiendo la responsabilidad de estarinformadas sobre asuntos políticos y de capacitarse yformarse políticamente e envolverse en los asuntos delas reuniones del partido. (Vega, 193-194).

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Silvia Vega denuncia y se posiciona críticamentefrente a la incorporación inorgánica de candidatas enlos partidos políticos, solamente para cumplir con lasnormas de la cuota. En su opinión existe un porcentajeamplio de candidatas mujeres conocidas por supopularidad mediática. Basada en los hallazgosinvestigativos de la FLACSO, la autora advierte cómoese fenómeno de inclusión responde a la existencia deestructuras con poca institucionalización, donde losprocesos de intercambio y negociación política tiendena ocurrir por fuera de las instituciones propias delsistema político, y donde las prácticas clientelistas ycorporativas hacen que los sectores ciudadanos acce-dan al Estado no a través del juego de representaciónpolítica sino a través de canales corporativos queprivilegian a los que tienen poder. (p.195).

La autora identifica otro problema en relación conla representatividad de género: en el imaginario de losvarones, las áreas de intervención para las mujeres queincursionan en política se limitan a espacios de acciónsobre asuntos de niños, la familia, y protección,mientras en el imaginario de las mujeres a ellas lescompeten las áreas más diversas, asumiendoresponsabilidades en muy variados ámbitos, desdeasuntos amazónicos hasta aquellos referidos a la gestiónpública y de seguridad. Según la autora, los camposde acción de las mujeres ecuatorianas diputadas varíande acuerdo a dos factores: la experiencia personal y elnúmero de participantes en la instancia pública (Vega,p.196-198). Un estudio posterior a este trabajo, que seocupe de los significados compartidos por diferentesgrupos de mujeres en relación a la ley de cuotas, nospermitiría establecer un marco de imaginarios de acciónpolítica amarrados al desempeño de actividades derepresentación y representabilidad.

Para terminar, recojo algunas de las conclusionesa las cuales se puede llegar desde una lectura transversalde los diferentes capítulos, éstas se refieren a:§ El cumplimiento de las cuotas políticas de mujeres

en los cuatro países andinos revisados es variable;en ninguno de los casos se cumple a cabalidad conlos porcentajes mínimos requeridos por la Ley. Sinembargo es posible evaluarla como un logro recientede la inclusión de mujeres.

§ La necesidad de difusión de la ley de cuotas paramujeres. Las autoras convergen en señalar sobre

todo la necesidad de difusión entre los funcionarios.Es necesario aclarar qué niveles, qué cargos y encuáles entidades se aplica la ley de cuotas.

§ La divergencia entre los fenómenos de inclusión yrepresentación política que facilita la medida decuotas para mujeres. Esta medida por sí sola lograla inclusión, mas no necesariamente la plenarepresentación política. Es necesario jalonar desdediferentes espacios de investigación e intervenciónprocesos de toma de conciencia sobre la diversidadde obstáculos a superar en el ejercicio de un cargoobtenido por medio de la ley de cuotas de mujeres,a fin de que la medida sea eficaz para el logro de laequidad de género.

§ Los procesos de sensibilización desencadenados porla vinculación de las mujeres a través de las cuotas.La existencia de cuotas para las mujeres haincrementado y posibilitado la sensibilización de lapoblación en su conjunto sobre la importancia delos temas de género en la arena política del país yha cambiado la naturaleza del discurso sobre el rolde las mujeres en la política. Este libro nos planteaa las lectoras un nuevo reto y es el de construirespacios investigativos y de intervención en loscuales, además de diagnosticar los efectos de laaplicación de la ley de cuotas para mujeres, sediseñen y propongan alternativas de intervenciónque permitan empoderar diversos agentes sociales,en su compromiso con aquellos hechos políticosque favorecen la equidad.

§ La fuerza democratizadora de la cuota electoral demujeres no radica en la apertura de puertas para elejercicio práctico de la igualdad política sino en laposibilidad que recrea para exteriorizar caracte-rísticas de diferencia sexual y social de las ciuda-danas y ciudadanos y el potencial crítico de esaperspectiva diferente respecto a la política hegemó-nica . Los estudios sobre el reconocimiento de lasdiversidades pueden ofrecer al estudio del fenó-meno de Ley de cuotas para mujeres un aportevalioso.

§ En el libro se logra aportar a la solución de un vacíoteórico el referido a la existencia de trabajos inves-tigativos referidos a los procesos de configuración,aprobación y aplicación de los proyectos de cuotasy su significado para la participación política de las

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mujeres. Sin embargo deja abierto un espacio deinvestigación que de cuenta del abordaje de estosprocesos, como unos de carácter constructivo deun sujeto político de género.

§ Existen diversos tipos de dispositivos de cuotas paramujeres. Es decir, cada país cuenta con unaingeniería institucional diferente; por lo tanto alrealizar un balance de los desenlaces en términoscuantitativos y cualitativos, así como de los efectosdesencadenados por las cuotas en términos de lasdinámicas de representación política, se puedendeterminar los factores que explican las diferenciasen los resultados obtenidos en cada uno de lospaíses.

§ Es posible identificar algunos efectos cualitativosde la aplicación de la Ley de cuotas referidos a lasdinámicas de la representación política. En la mayo-ría de los casos las mujeres construyeron escenariosde articulación (diferenciada de país a país) entre

la institucionalidad parlamentaria, y las redes yorganizaciones femeninas.Debemos agradecer a Magdalena León la edición

de este libro, por la oportunidad que nos ha brindado,una vez más, de adelantar las discusiones sobreproblemáticas de género en el ámbito andino, contri-buyendo así a la labor de quienes están comprometidosy comprometidas en el trabajo en pro de la equidad.

Olga Lucía Obando S.Grupo GEMA, Instituto de Psicología.

Grupo Género, Sexualidad, Salud y Familia,Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad,

Universidad del Valle.

Referencia: León Magdalena (editora), 2005,Nadando contra la corriente mujeres y cuotas políticasen los países andinos. Bogotá. ISBN 958-33-7339-7.

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Presentación del libro organizada por el Centro deEstudios de Género Mujer y Sociedad, a cargo de:

Mg. Isabel Cristina Bermúdez EscobarProfesora Departamento de Historia, Universidad del

ValleVicedecana Académica de la Facultad de

HumanidadesCandidata a Doctora en Historia, Universidad Andina

Simón Bolívar.

¿Ruptura de la inequidad? Propiedad y géneroen la América Latina del Siglo XIX.

Magdalena León y Eugenia Rodríguez Sáenz, editoras. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, UniversidadCentral, Universidad Nacional, Universidad Nacional Autónoma de México y Universidad Nacional del Centro

de la Provincia de Buenos Aires, 2005.

l libro que nos convoca es una compi-lación de artículos que ofrece una miradanueva a la relaciones entre propiedad ygénero en el siglo XIX.

Se cree que el Siglo XIX es el de las grandestransformaciones, aquel en el que la formula liberal deLibertad, Igualdad y Fraternidad vino como la salvacióna los vejámenes del viejo régimen. Lo cierto es que,quienes nos acercamos a la sociedad decimonónicaesperando encontrar grandes renovaciones, quedamossorprendidos. Primero, y como dirían los postmoder-nos, por las maravillosas promesas liberales que se lehicieron a la sociedad. Segundo, por los numerosos ydisímiles proyectos de construir un estado moderno,una nación moderna y un individuo moderno. Y tercero,porque pese al eclecticismo de la dirigencia republicana,es posible ver las rupturas.

¿Qué cambios jurídicos se presentaron en el SigloXIX de América Latina respecto de la situación de lasmujeres y su acceso a la propiedad? Y, ¿cómo cambióla condición femenina con el establecimiento del modelorepublicano liberal? Son sólo dos de las preguntas trans-versales que encontramos a lo largo de los seis capí-tulos que componen el libro ofreciéndonos respuestaspara cinco casos: México, Argentina, Costa Rica,Brasil, y la ciudad de Lima en Perú. El análisis de estospaíses es ricamente complementado con el capítuloescrito por las editoras en el cual recogen estos casosy los cruzan, dialogan y comparan con otros paísesdel área, enfocando especialmente Venezuela, Ecuador,Perú, Bolivia, Chile, Colombia, Honduras, El Salvador,Nicaragua y Guatemala.

Este libro es resultado de investigaciones de largoaliento en las cuales podemos ver un detallado análisisa manera de arqueología jurídica de la evolución de lascondiciones en las que las mujeres solteras, casadas yviudas, son reconocidas como sujetos de derechos de

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propiedad, esto en el sentido de derechos liberalesdiferentes a los consignados para el total de la poblacióny diferentes a los de data colonial. Con el procesodescolonizador del siglo XIX y el inicio de unos procesosneocolonizadores necesarios para la implantación delas repúblicas modernas, los nacientes estados fuerondirigidos por unas élites «adaptativas y apropiativas»en términos de Joselyn Holt Letelier. Las autoras dellibro muestran este proceso de adaptación, analizandocómo el código napoleónico, el derecho consuetu-dinario inglés y la legislación norteamericana fueronretomadas a manera de ejemplo, o por lo menos decaso a imitar, pero sientan una posición muy interesanteque rompe con visiones del pasado en las cuales seconcede demasiada importancia al código napoleónicoy su influencia.

Esta es una tesis que logran establecer las autoras,cuando para los diferentes países, analizan la perma-nencia de las legislaciones coloniales como las Leyesde Toro del Siglo XVI hasta la Real Pragmática de1803, que siguieron teniendo vigencia en la medidaque fueron trasladadas in situ del viejo al nuevo régimen,mal llamado en nuestro contexto «moderno». Esta tesisexpuesta en el libro se nutre y es sustentada con lareflexión del contexto, esto es, en medio de una situaciónde anarquía general, como lo dijo hace ya algún tiempoTulio Halperin Dongui, en medio de la oposición tantode sectores sociales como la feligresía católica y lasmujeres organizadas en sociedades católicas y clubes,como de sectores políticos de conservadores y liberalesmoderados.

Otro de los aspectos transversales que más llamala atención al lector del libro, es el límite del mismoprogreso de la equidad. Es decir, si bien con la promul-gación de los códigos republicanos y posteriormentelos códigos civiles, se inicia la construcción de uncamino a la equidad debido al proceso individualizadorde la modernidad que afectó la concepción de lapotestad marital y la patria potestad; ese progreso dela equidad, es una especie de frontera, una fronteraque es integrativa de las mujeres a la funcionalidad delestado moderno en construcción, pero que es reservadoy temeroso. Queda claramente establecido cómo loscambios en el régimen sucesorial tienen un rarodinamismo, en la medida que implican nuevas concep-ciones sobre la propiedad privada, la familia legítima,

los bienes propios de cada esponsal, los gananciales,el régimen de dote, los bienes patrimoniales, entreotros, pero las autoras insisten en que son procesoscon una lentitud pasmosa.

Me preguntaba por qué el título del libro inicia conuna pregunta: ¿ruptura de la inequidad? Efectivamente,no es pretensión de las autoras establecer una respuestapositiva o negativa, pero sinuosamente nos presentanla relación entre las reformas liberales acaecidas encasi toda América latina después de la segunda mitadde siglo XIX, el cambio de constituciones y la promul-gación de códigos civiles, lo que inmediatamente setraduce en ganancia de derechos. Por ejemplo, elderecho al matrimonio civil de carácter obligatorio uopcional, el derecho al divorcio por mutuo consen-timiento, la edad mínima para el matrimonio, el derechoa administrar los bienes llevados al matrimonio. En estarelación, es entonces difícil establecerle una respuestadefinitiva a la pregunta título del libro, por ser historiasde coyunturas, por lo tanto de irés y venires, avancesy retrocesos; así, de los tempranos códigos republi-canos de Colombia en 1826 y Bolivia en 1830 al tardíootorgamiento del derecho concedido a las mujeres paraadministrar y contratar por su propia cuenta ya en elsiglo XX, hay muchas décadas de debates ideológicos,temores de modificar las tradiciones, temor a la pérdidade intereses y poder, y un obstáculo muy grande: lasguerras civiles.

Con todo, queda establecido que hubo en el sigloXIX latinoamericano cambios jurídicos que permitieronir modificando estructuras normativas que afectabana las mujeres en el aspecto de sus derechos a la propie-dad y los bienes inmuebles, y que estos cambios puedenubicarse en dos contextos similares: las reformasliberales de mediados de siglo aún en medio del caospost independentista, y las reformas de fines del Siglo,que en algunos países como México, Ecuador y Bolivia,son también liberales, pero en Colombia por ejemploes una reforma conservadora. Cambios jurídicos querompieron en alguna medida la herencia colonial ypermitieron cortos, lentos, pero progresivos caminosde empoderamiento que las mismas mujeres seencargaron de ir ampliando y acelerando ya en el sigloXX.

El libro es una importante contribución al análisishistórico de aspectos poco trabajados, como la historia

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jurídica institucional leída no desde las instituciones,sino desde la particularidad de los grupos humanos,en este caso, las mujeres y sus derechos a propiedad;casos que perfectamente podemos tomar como modelopara hacer historias locales de cómo se iban plasmandolos cambios jurídicos frente a la niñez, los indios, losnegros, las prostitutas, por poner un ejemplo.

El libro deja un doble reto: el primero, realizar histo-rias comparadas que como bien sabemos son escasas.(Quizá veamos títulos de libros que ofrecen la compara-ción, pero generalmente, son solo artículos unidos porun sujeto de estudio, y no por una problemática deinvestigación). Esta es una de las virtudes de este libro,que es realmente una historia comparada. El segundoreto, ya sea para las mismas autoras o para el resto dela comunidad académica, es el de realizar la otra historiaque corre paralela a los cambios jurídicos. La historiade las mujeres propietarias por fuera de los códigos;vivimos en países donde la urbanización fue unfenómeno de los años 50-70, sociedades rurales quedesde los mismos periodos coloniales fueron adqui-riendo propiedades de hecho mediante poblamientosespontáneos y donde la propiedad se hereda portradición de uso. La propiedad indivisa predominadesde fines del Siglo XVIII y se acentúa en el XIX porlas crisis económicas que recaían sobre la propiedadterritorial. No en vano desde Río de La Plata hasta

Norteamérica la dirigencia decimonónica sistemáti-camente decía «Poblar es gobernar». Las grandesextensiones de tierra conseguidas por el estado median-te su confiscación a ordenes religiosas, las denominadasdesde la colonia como «dehesas y propios» así comolos «ejidos», fueron profundamente transformados enel XIX, y si bien muchas pasaron a manos de loshacendados terratenientes, también es cierto, quecampesinos arrendatarios, mestizos y negros libres,ex esclavos se disputaron por el derecho a la propiedady se asentaron de hecho en baldíos y en límites dehaciendas, recreando sus particularidades culturales.

La propiedad colectiva de pequeños y medianospropietarios prevalecerá incluso hasta nuestros díasmanteniendo posesiones de diverso tipo y tamaño, yaún hoy en plena globalización económica y cultural,la tradición persiste. Lo interesante es que las mujeresson poseedoras de gran cantidad de esas sucesionesterritoriales, porque son madres solteras y cabezas dehogar, porque alcanzaban mayor longevidad que loshombres, porque enviudaban tempranamente dado quesus esposos eran conscriptos obligatorios en lasguerras. Sin embargo, es necesario hacer muchasinvestigaciones en que se ponga en contraste la letrade la ley y la fuerza de la realidad no legislada.

A las autoras nuestros agradecimientos por abrircaminos de reflexión e investigación.

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Concierto de amor a dos voces.Guiomar Cuesta Escobar y Alfredo Ocampo Zamorano

Bogotá: Apidama, abril de 2005.

Reseña a cargo de: Gabriela Castellanos LlanosCentro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad

Universidad del Valle

l título de este poemario nos ubica ya enla música, y en esos términos lo presentael prólogo de Isaías Peña Gutiérrez.Evidentemente, más que una colección de

poemas, estamos ante un recital dialogado entre dospoetas. Podríamos también verlo como un epistolarioen verso entre dos artífices de la palabra, donde unpoema aparece como respuesta al anterior y se erigeen motivación para el que sigue, en una cadena que sinembargo no es lineal sino llena de meandros, espiralesy retornos.

El libro se sitúa así en una larga tradición de parejasde poetas y filósofos que se amaron, desde Abelardo yEloísa, hasta Sylvia Plath y Ted Hugues, pasando porRobert Browning y Elizabeth Barrett, así como, en lasletras hispanas, Pilar de Valderrama y Antonio Machado.A estas dos últimas parejas se refieren Alfredo yGuiomar en este libro, sobre todo a la última, pues elamor secreto de Machado por Pilar, a quien llamabaGuiomar, produjo varios poemas eróticos célebres ybellísimos.

Pocas cosas en este mundo dan tanto placer comoese tejido de dos voces poéticas enzarzadas en undiálogo amoroso. Recomiendo este libro a todos loslectores y lectoras, porque hoy más que nunca necesi-tamos, en este mundo convulsionado, placeres comoéste. Porque si la poesía sabe celebrar todos los goces,el de la palabra poética puede llegar a hacernos máshumanos.

Y si en toda obra poética se produce un tejidosinfónico de temas, si cada cual en su lectura encuentraen ellos distintos énfasis, matices alternos, para mí, enel contrapunteo de voces que conforma este volumen,se fue construyendo un conjunto de temas que meimpactaron particularmente. Oigo en este concierto,

sobre todo, una canción de gozo ante el hallazgo deformas nuevas de vivir la feminidad y la masculinidad

En el poema «Cristal», Guiomar habla de sus viajes«buscando otra manera/ de ser humana y libre»,aludiendo así al célebre verso de Rosario Castellanos,de Meditación en el umbral: «Otro modo de ser humanay libre». El viaje ha llegado a su fruición, pues la poetaencuentra un amor que le permite ser, constituirse enhumanidad femenina y libre. Celebrando que Alfredosepa amar de un modo diferente, que haya vencido lamasculinidad arrogante y auto destructiva de tantosamantes varones, Guiomar le dice: «Tú venciste laoscuridad/de tus congéneres/ habituados a hundirse/en la soledad/con el as en la mano» (p. 18).

En el epígrafe para el poema «Calenda de mayo»,la poeta cita a la trovadora Condesa de Día:

Sabed que gran deseo tengoDe teneros en lugar de maridoSiempre que me prometieraisHacer lo que yo quisiera

Como vemos, la mujer aparece aquí como protago-nista y sujeto del amor. Recordemos que los versos dela Condesa tuvieron como escenario el llamado «rena-cimiento del siglo XII», ese período en el cual unmovimiento internacionalista en Europa nos regalópoesía, arquitectura y filosofía, en Provenza, en París,en Inglaterra, y en el marco del cual los trovadores ytrovadoras (pues mujeres como Marie de France, y lamisma Condesa, así como María de Ventadorn, Ala-manda, Clara de Andaza, entre otras, fueron grandesexponentes) cantaron grandes historia de amor de unamanera nueva. Joan Kelly, la historiadora norteame-ricana, nos contó, en un trascendental artículo,1 cómo

1 Joan Kelly, «¿Tuvieron las mujeres renacimiento?» EN: Historia y género: las mujeres en la historia moderna y contemporánea.James Amelang y Mary Nash, comps. Valencia: Edicions Alfons el Magnanim, 1990.

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las grandes señoras de la Alta Edad Media jugaron unpapel político importante, y contribuyeron a que, en elllamado «amor cortés», la poesía rindiera tributo a lasmujeres como protagonistas del amor a la vez quecomo amadas, al asumirse ellas como sujetos eróticos.

Siguiendo el ejemplo de la trovadora, Guiomarconfiesa: «Era mi deseo/ la obsesión de tenerte/ enlugar de marido» (p. 21). Una y otra vez, se refiere a«la felicidad de gozarte», a la visión de esa «Virilidadque me estremece». La amada y amante expresa supropio deseo, haciendo gala de esa mutualidad mediantela cual el deseo fluye entre él y ella, y nos revela que«contigo me poseo al poseerte».

Esta auto-afirmación erótica no la hace, sin embar-go, renunciar al placer de aceptar y acoger el deseoviril, en un movimiento recíproco en el cual ambosson sujeto y objeto:

Tus manos, AlfredoQue poseenEl misterio del arco irisRecorrenLas distintas esferasDe mi cuerpo

La poeta alude, en otros versos, a una historia devida en la cual el amor adquiere una dimensiónliberadora. Así, Guiomar le habla a Alfredo como a uncaballero andante que vence al monstruo carcelero desu dama: «Antes de ti/ un monstruo sin cabeza/ medejaba tendida/ en medio del bosque/ sin que nadavalieran/ mi voz y mi esperanza», («Al pie de tu poema»,p. 26). Al hacerlo, está celebrando la «oscuridadvencida» por un amor que libera, un amor entre dossujetos de la palabra que se cantan mutuamente.

El cuerpo, la carne, que para una Santa Teresa deJesús no son más que una prisión de «hierros en queel alma está metida», se disuelven en el encuentroamoroso, convirtiéndose en «fuga mística/ dos ríosencontrados». Desaparece así el encierro: «ni rastrode aquella cárcel/ con sus barrotes de hierro» («Altacto, p.43).

Liberada, la poeta se afirma como sujeto por derechopropio, no dependiente del hombre que la ama, sinocapaz de erguirse y sostenerse sobre sus propiaspiernas. Por ello se reconoce hecha «del barro de esta

tierra/ y no de la costilla del hombre» («Oración delpoeta», p. 111). No es de extrañar, entonces, que elamor entre los dos se convierta en un «Cese al fuego»,en el cual se aprende a «prescindir por siempre/ delconflicto armado», pues la «conmoción interior» delencuentro convierte a amado y amada en iguales (p.46).

Alfredo, por su parte, es consciente de habersuperado la posesividad del varón tradicional, y se sabeamante de una mujer que posee y es poseída por la altavoz de la poesía:

Te sé vivir, Guiomar en las alturasDel Otro-Yo que alumbrasDesatándoloOjos abiertos al cosmosCuando leo tus poemas… («Sin palabras», p. 30).

Por eso se sabe también liberado por ese diálogoperenne que se da entre los dos, y por eso sabe que laama «más allá de ser hombre», trascendiendo cualquiertentación de restringir la libertad de la mujer amada:

Más allá del hombreSoy el ser que no te niegaGuiomar sólo resuelvoVelar en tu libertad la transparencia(«Más allá del hombre», p. 80).

Y por eso, estrechamente ligado al tema de la rupturacon las viejas formas de feminidad y de masculinidad,encontramos ese otro leitmotiv, ese tema de la libertadde un amor que no ata, sino que emancipa. Así, cantaGuiomar a su Alfredo:

Libre al finLibre y desatado de toda deslealtadHacia ti mismo

Vas con este amorY de amor obsesionadoRenovado y en posesiónDe tu más alto espíritu(«Fiesta de los álamos», p. 56)

La poeta se conoce a sí misma en una emancipación

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que le permite habitar de modo nuevo la casa del amor:No me retienesVoy sueltaEn esa casa sin puertas(«Vértigo de luna», p. 81)

Al mismo tiempo, la embriaguez del amor y deldeleite es tan fuerte que produce temor, así como elabismo a la vez atrae y aterra:

No me sueltesQue puedo morirEn un vértigo de luna(p. 82)

Un segundo leitmotiv es la paradoja de la unidad yla contraposición entre la poesía y el amor. A menudo,como en «Savia», Guiomar reconoce que el poemaconduce a la esencia misma del amado:

Tus poemasPor una trochaDe inmensos samanesMe conducena tu savia(p. 31)

Alfredo, por su parte, en «El aire se serena» identi-fica palabra con amor, y ambos como poesía, cuandodice:

El aire se serenaDel mar la fuego al viento al cantoCuando llegan tus lluvias a mi océanoY amada te presientoCon tus voces poéticas que anheloEn las raíces hondasMientras viajas el plácido caminoDel único lenguajeQue es amarte2

Guiomar de los misterios(p. 37)

Vemos así que el vivir el amor es un lenguaje, y quela palabra y el amor se confunden con la poesía. Al

mismo tiempo, se destaca la primacía de lo que algúnfilósofo ha llamado el «mundo de la vida»: es la vidacotidiana, no el poema, lo que está «escrito sobre lapiel». En las tareas domésticas, cotidianas, nos dice lavoz de Alfredo, está encerrado el misterio, y por eso,es

En algún sitio del hogarNo en ninguna parte del poemaDonde puedas descifrar este mensaje.(«Tacto secreto», p. 57)

Sin embargo, en muchos otros versos, no parecehaber transición sino identidad entre el poema y lavivencia del amor: Por eso Alfredo proclama

Toda expresión de amorEs un poemaQue se escribe en el cuerpoQue se ama(«Trilogía», p. 60)

Y en otro momento Guiomar le contesta:

AlfredoTu voz se hace aguaY me rebosaEn el misterio del poema(«Alfredo», p. 93)

De este modo, en «el poema no escrito», los textosse disuelven en los cuerpos, las carnes se funden, ytodo se convierte en palabra amorosa. Dice Alfredo:

Carne que ya no es carneExplorándoseCaderas que se encuentranManos que dibujanSu entornoAcercándoseA la piel íntimaDonde los amantes conocenLa esfera de lo eterno(«El poema no escrito», p. 78)

Pues, cuando la carne se trasciende a sí misma

2 El énfasis es mío.

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para volverse espíritu poético, los poetas logran «crear/su propia epifanía» y nos remiten, dentro de los versosmismos, a «un poema/ aún no escrito» (p. 78)

Podríamos seguir entretejiendo las imágenes reite-radas en estas páginas: el agua, las montañas, el abismo,el vuelo de las aves, la danza y el viento, temas todosque aparecen como melodías que ya reconocemos,

que evocan ecos que se trenzan a todo lo largo y anchodel volumen. Pero que cada lector, cada lectora, es-cuche y deguste por sí mismo, por sí misma. Losinvito a la aventura de dejarse bañar la piel por estasmelodías de amor y de inteligencia, de palabras que sevuelven vitales como el cuerpo, como la carne mismahecha poema.

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Traducción

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¿Debemos leera Simone de Beauvoir?1

Traducción: Gabriela Castellanos LlanosCentro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad

Universidad del Valle

ado que las hijas tienden a tenerrelaciones ambivalentes con susmadres, no debería sorprendernosque cincuenta años más tarde, lasacadémicas feministas todavía nosepan muy bien qué hacer con El

segundo sexo. Cuando la obra monumental de Simonede Beauvoir sobre las mujeres apareció en inglés en1953, no había suficientes académicas feministas paraamarlo o detestarlo. La teoría feminista no se inventaríaa sí misma sino un par de décadas más tarde; una vezlo hizo, obtuvo su nutrición intelectual, al menosinicialmente, primordialmente del marxismo más quede Beauvoir.

Cuando la teoría feminista comenzó a despegar,los libros de Betty Friedan La mistificación de lofemenino (1963) y de Kate Millett La política sexual(1971) habían suplantado a El segundo sexo comopuntos de unión en pro de la liberación de la mujer.Cualquiera que lea los libros de Friedan o Milletcomparándolos con El segundo sexo verá la influenciade Beauvoir, aunque algunas veces refractada demaneras poco usuales, en casi todas las páginas – apesar de la pobreza de referencias a esta obra-. Comolo hizo El segundo sexo, estos dos libros asombrarona la población en general y le dieron a las mujeresnuevas formas para construir y articular su experiencia.Pero las teóricas feministas de manera comprensibleno le dieron mucha atención profesional a la obra deMillett y de Friedan: ambos libros estaban llenos dedescripciones y se quedaban cortos en filosofía. Y laopinión típica sobre El segundo sexo era que susdescripciones de las vidas de las mujeres eran por lo

menos tan anticuadas como las gotas y grumos deexistencialismo trasnochado que Beauvoir, cuyarelación de toda la vida con Jean-Paul Sartre era notoria,evidentemente se había visto obligada a reciclar.

Sin embargo, las teóricas feministas siempre hantenido algún conocimiento, aunque reprimido, de ladeuda que tenemos con Beauvoir. El segundo sexo esreconocido universalmente como el texto fundante delfeminismo contemporáneo. Este reconocimientogeneralmente aparece, no en la escritura erudita de lasfeministas, sino en sus programas de cursos univer-sitarios: como lo he dicho en otras obras, el asignar la«Introducción» y quizá otro capítulo o dos de Elsegundo sexo en los cursos introductorios sobre teoríafeminista es el equivalente a la genuflexión cuando unova camino de su asiento en la iglesia con su familia2. Aligual que con cualquier otro ritual que uno realiza sinpensar sobre él, enseñar pequeños trozos de El segundosexo año tras año apenas contribuye a afectar el alma,ya sea la de la profesora o la de los estudiantes. Demodo que la mayoría de nosotras sigue asignando loscapítulos «La mujer enamorada» o «Biología» comosi la escritura de Beauvoir fuera teóricamente pasadade moda y solamente de un interés histórico. No esextraño entonces que – a pesar de las palabrasabsolutamente explícitas de Beauvoir diciendo lo con-trario, retenidas inclusive en la defectuosa traduccióninglesa de El segundo sexo - seguimos enseñando queBeauvoir era una esencialista biológica (o alternati-vamente que fue la fundadora del anti-esencialismo),que ella pensaba que los cuerpos de las mujeres lascondenan a la inmanencia y por lo tanto las mujeresson inferiores a los hombres, que ella estaba comple-

1Este artículo, titulado «¿Should We Read Simone de Beauvoir?», apareció en: The Legacy of Simone de Beauvoir. (Emily Grosholz,Ed. Oxford: Oxford University Press, 2004). Nota de la traductora.

2 Véase mi libro Simone de Beauvoir, filosofía y feminismo (New York: Columbia University Press, 2001), 172 donde yo caracterizola citación ubicua de la famosa primera línea del volumen dos de El segundo sexo: «No se nace mujer, se llega a serlo«, como una especiede genuflexión mecánica.

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tamente en contra de la maternidad, y que se conside-raba a sí misma exenta de la condición de ser unamujer – de hecho un hombre manqué–. Nada de estoestá en El segundo sexo. Pero como de hecho no estáde moda leer el libro estos días, la mayoría de lasfeministas que lo enseñan lo ven como un artefactofallido y nunca se imaginarían que Beauvoir tenga algoque enseñarnos hoy.

En la opinión de un número cada vez mayor defilosofas feministas y eruditas literarias, el abandonogeneralizado de la obra de Beauvoir es una pérdida tantopara la teoría feminista como para la filosofía en gene-ral3. Mi propia opinión es aún más fuerte: veo esteabandono en el corazón de distintos puntos muertosque continúan paralizando a las feministas académicasen nuestros intentos de mejorar la situación de lasmujeres. Mientras la mujeres sufren, tomamos partidoen distintas batallas teóricas sin solución posible:Igualdad vs. Diferencia, Esencialismo vs. Anti-esencia-lismo, Sexo vs. Género. Nuestra teoría se ha desancladode la vida cotidiana de las mujeres. Y sin embargo,ignoramos el hecho de que El segundo sexo nosmuestra cómo encontrar el camino de regreso almundo real.

Podría decirse que el proceso que permite a la teoríalevar anclas es una etapa necesaria en la división deltrabajo feminista: nosotras las intelectuales en esta etaparelativamente temprana, todavía podríamos decir queestamos descubriendo cómo lo que hacemos ennuestros estudios se imbrica y lucha con el mundoreal. Pero me parece que la teoría feminista se harelegado a sí misma a las mismas tierras de nadie, porasí decirlo, que ocupa la filosofía contemporánea: unlugar tan encumbrado y remoto que es muy difícil vercómo podría inclusive conectarse con el mundo en elque realmente vivimos. El problema, en ambos casos,es que hemos llegado a concebir lo que hacemossiguiendo las pautas de una ciencia: el objetivo de laactividad, tanto en las encarnaciones feministas comoen las no feministas, se ha convertido en el descu-brimiento de verdades objetivas mantenidas a cierta

distancia. Esta afirmación se aplica, en mi opinión, aúnen los casos cuando se piensa que la importancia de lateoría consiste en mostrar que no existen verdadesobjetivas: las posiciones relativistas son presentadasinevitablemente como si fueran descubrimientos decómo son las cosas objetivamente.

Lo que falta en nuestras teorías es una normatividadrobusta, tal como la que continua influenciando lafilosofía oriental y la que fue una parte importante dela filosofía occidental durante la mayor parte de suhistoria. Hasta hace relativamente poco tiempo, ningúnfilósofo que se respetara habría soñado con proponeruna visión de cómo son las cosas objetivamente queno estuviera relacionada con una manera específicade ver cómo deberían ser las cosas: cómo, sobre todo,deberían vivir los seres humanos. Platón y Aristótelesno hubieran podido entender la idea de que se pudieranseparar sus ontologías o epistemologías de sus éticas.No puede entenderse plenamente lo que Kant piensaque está haciendo en su Crítica de la razón pura amenos que se entienda lo que él llama el lado prácticode su filosofía. Jeremy Bentham arguyó que los sereshumanos son intrínsecamente criaturas que buscanplacer – ésta es la visión de la naturaleza humana quesubyace a su utilitarianismo- no porque estuviera enprincipio en contra de la insistencia de Kant en la ideade que estamos obligados a obedecer alguna ley moralpuramente racional, sino porque estaba escandalizadoante la arbitrariedad del derecho consuetudinariobritánico, y quería encontrar una manera más sencillay más justa para que fuera más consistente. Fue sóloen el siglo XX, con la aparición de la tradición «ana-lítica» impulsada por la lógica, cuando se volvió comúnel que los filósofos conceptualizaran lo que estabanhaciendo como una búsqueda de verdades que no teníanque tener ninguna ramificación práctica ni tampoconingunas motivaciones políticas. En muchos casos estegiro tenía raíces honorables: el famoso positivista lógicoalemán Rudolph Carnap, por ejemplo, promulgó untipo de cientificismo filosófico en la estela de su horroral nazismo y su temor de que los filósofos hubieran,

3 La lista de obras que arguyen a favor de esta posición cada vez es más larga. Incluyen trabajos escritos o editados por Kristana Arp,por mí misma, por Debra Bergoffen, por Claudia Card, por Elizabeth Fallaize, por Sava Heinamaa, por Sonia Kruks, Michelle Le Doeuff,por Eva Gothlien, por Toril Moi, por Margareth Simons, por Ursula Tidd y por Karen Vintges.

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en algunos casos sin darse cuenta, suministrado argu-mentos para la ideología de Hitler.4

La idea de que la filosofía debería responder a lasatrocidades, no retirándose de la vida real, sino másbien volviéndose «comprometida», tiende a asociarsecon la llamada tradición continental o franco-alemanaen la filosofía. Pero a fin de cuentas, la filosofía conti-nental no nos da un anclaje más seguro en nuestrasvidas que el de sus primos analíticos. La philosophieengagée a menudo es tan impulsada por teoría y dadaal uso de jergas, que es difícil saber qué hacer conella. No se puede ir muy lejos, en un sentido práctico,con la idea de que la opresión tiene un componentefundamentalmente materialista, o de que nuestrasmotivaciones tienden a no ser plenamente transparentespara nosotros, y de que lo que cuenta como femeninoes algo «construido socialmente». El compromiso inte-lectual con estas ideas y su elaboración refinada, pormás progresista que sea, tiende a ir aislada del mundo,de una visión plena de cómo son y deben ser las cosas.Por supuesto la misma idea de generar una gran visiónde las cosas está decididamente pasada de moda:tendemos a pensar que la aspiración de pensar en grandeestá reñida en principio con el duro trabajo de reconocerla pluralidad de experiencias que tienen las personasreales, especialmente las personas que tradicionalmentese han quedado sin voz.5 El trabajo filosófico que apuntaa una toma de conciencia, a hacer que las personascambien de rumbo, a cambiar su gestalt del mundo,tiende a rotularse hoy en día como apolítica sin remedio,esteticista, individualista y socialmente decadente.6

Retirarse a su estudio en un intento por generar grandesvisiones parece implicar para muchos dejar que laspersonas sufran en nuestros umbrales.

Sin embargo, sugiero, la filosofía en el mejor sentido

del término tiene todavía un papel que jugar en lograrque los individuos se tomen un interés importante encambiar el mundo – es decir en hacer visible qué es loque necesita cambio-. Una visión filosófica verdade-ramente comprometida, aquella que encontramosrondando nuestra experiencia cotidiana, puede trans-formar nuestras vidas, y a través de nosotros las vidasde otros. Esto es cierto aún si uno encuentra repulsivala visión filosófica que nos hace cambiar de rumbo –aún si nos parece ridícula o inmoral–. Tal visión derivarásu poder de la habilidad de su autor o autora de fundirlo descriptivo y lo normativo: de describir el mundo enuna forma nueva, de tal modo que logre que los lectoresque atrae vivan sus vidas en ese mundo de una maneradiferente.7 Este precisamente, es el poder de El segun-do sexo, al menos cuando se le lee de manera cuidadosay bien. Leer este libro con cuidado y leerlo bien – aúncuando nos repela- es sentirse anonadado por laintensidad, la universalidad y el misterio de la historiade la opresión de las mujeres. Es encontrar el propiosentido, el de una misma, sobre qué es ser una mujer –y por lo tanto ver cómo se transforma el sentido de símismo o sí misma y el papel de uno en el mundo, yasea que uno sea un hombre o una mujer.

Es muy difícil para una teórica feminista actual8

leer este libro cuidadosamente y bien. Parte delproblema, como ya lo he sugerido, es la traduccióninglesa. Es el trabajo de Howard Parshley un profesorretirado de biología, al que se le comisionó bajarle elcopete a El segundo sexo para que llegara a un públicoamericano medio, y reducir los dos volúmenes paraque cupieran en uno solo.

Pero la problemática traducción inglesa de Elsegundo sexo es sólo parte de la razón por la cual esdifícil leer bien el libro. Un factor igualmente importante

4 Para una brillante discusión de la filosofía de Carnap en relación con su política progresista (y en comparación con Heidegger, y su«neoconservatismo») véase el estudio importante de Michael Friedman sobre los orígenes de la división en filosofía entre el bando analíticoy el continental: Una bifurcación de los caminos: Carnap, Cassirer y Heidegger (Chicago Illinois: Open Court, 2000) especialmente laspáginas 18 a 22 y 156 a 157.

5 Si somos filósofos analíticos probablemente encontraremos que la mayoría de las grandes visiones, excepto las mejor articuladasy exhaustivamente defendidas, son sospechosamente burdas.

6 Para un ataque particularmente fuerte contra la idea de que la concientización debería ser una estrategia filosófica central para lasfeministas, véase los artículos de Kathy Myriam, «Hacía una teoría feminista de la acción» y «Reteorizando lo político: una comparaciónentre Judith Butler y Hannah Arendt» (sin publicar).

7 Richard Rorty algunas veces parece compartir mi comprensión de cómo la escritura puede lograr cambios en el mundo. Sinembargo, él no considera que el tipo de escritura que tiene en mente es filosófica: las grandes visiones que él apoya consisten en abjurarel proyecto de delinear los rasgos generales del mundo o proponer qué es lo que significa ser humano. Estas visiones, en cambio, estánrelacionadas con la pregunta práctica de cómo hacer que las cosas sean mejores de lo que actualmente son (véase el artículo de Rorty«Feminismo y Pragmatismo») Michigan Quarterly Review, 30 – 2 (primavera, 1991). Páginas 231 – 258.

8Evidentemente, la autora se refiere a aquí a las feministas de habla inglesa. (Nota de la Traductora).

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es el hecho de que, aún en el original en francés,Beauvoir no hace mucho esfuerzo por llevar de la manofilosóficamente a sus lectores. No es exactamente queella presuponga que sus lectores y lectoras estaránfamiliarizadas con Hegel, Marx, Freud, Husserl yHeidegger, y por lo tanto podrán discernir la historia yla significación de términos como «autoafirmación».Más bien, es como si ella estuviera tan concentradaen lo que está haciendo que no tiene tiempo aun parapreguntarse quién exactamente va a poder apreciar losresultados. Pues El segundo sexo es el producto deuna reacción alquímica explosiva entre el interés devieja data de Beauvoir en varios de sus antepasadosfilosóficos y una nueva inversión en la pregunta dequé significa ser mujer. En el momento en que ellacomenzó a escribir el libro, Beauvoir se había conver-tido en una mujer prominente en los círculos francesesintelectuales. Su novela La invitada, publicada en 1943,había sido muy bien recibida, y ella ya era muy conocidaa la vez como escritora de ensayos filosóficos. Por lotanto, no es sorprendente que otras mujeres la hubieranpresionado constantemente para poner sus dotes y sureputación a trabajar en pro de los derechos de lasmujeres.9 Pero ella no encontraba que «la cuestión dela mujer» fuera interesante, hasta que en 1946 comenzóa reflexionar sobre su propia vida al prepararse paraescribir un volumen de memorias: «Me di cuenta conuna cierta sorpresa de que la primera cosa que teníaque decir era ésta: soy una mujer»10. El segundo sexoconstituye una meditación épica sobre este simplehecho –no exactamente el de que Beauvoir fuera unamujer, sino el hecho de que, según ella descubriósorprendida, era la primera cosa que quería aducir alnarrar su vida.

Según creo, la razón por la cual esta digresión deBeauvoir de su propósito de contar la historia de suvida terminara convirtiéndose en un libro de más demil páginas en vez de apenas diez, es que su descu-

brimiento, «soy una mujer», no sólo llegó como unmomento de auto revelación sino que también sirviócomo un lente a través del cual Beauvoir finalmentepudo obtener una visión clara de sus preocupacionesfilosóficas. En 1946, cuando, a la edad de 38 años,ella comenzó a escribir El segundo sexo, Beauvoir habíaestado luchando durante más de quince años paralograr expresarse filosóficamente. Su interéspersistente por lo menos desde que estudiaba el postgrado en La Sorbona había sido un conjunto deproblemas filosóficos quinta-esencialmente modernos:cómo llegar a entender, al nivel de la metafísica, de laepistemología y de la ética, el hecho del aislamientometafísico profundo del yo.11 Este aislamiento recibesu expresión más clara en las páginas iniciales de Lasmeditaciones de Descartes, las cuales, como he argüidoen otra obra, fueron el texto filosófico que para Beauvoirera la medida de cualquier otro durante su vida filo-sófica.12

Las meditaciones comienzan con un Descartes quese exaspera hasta el punto de la locura debido a quesiente que nada puede garantizar que su sentido deestar conectado con el mundo es válido. Descarteslogra poner esta locura bajo control, al descubrir en laSegunda meditación, que la duda misma es induda-blemente una prueba de su propia existencia. En Lasmeditaciones, de la Tercera hasta la Sexta Parte,Descartes trata de establecer más allá y por encima deesta prueba, que su sentido de estar conectado con elmundo está garantizado sin duda por la existencia deDios. Pero es notorio que los lectores en los 350 añosdesde que se publicaron Las meditaciones por lo generalno han encontrado que estos argumentos fueran ni tanvívidos ni tan convincentes como el profundo escep-ticismo al cual Descartes le da una expresión tanpenetrante en Las meditaciones, Primera y SegundaPartes, y con el cual al menos de manera simbólica élinaugura la era moderna de la filosofía.

9 En la década de 1940 las feministas francesas estaban luchando de forma particularmente ardua para ganar el derecho de las mujeresal voto, que finalmente se concedió en 1949, que por coincidencia fue el año en que se publicó El segundo sexo.

10 «Une interview de Simone de Beauvoir par Madeleine Chapsal» En Les Écrits de Simone de Beauvoir: La vie –l’écriture, EditoresClude Francis y Fernande Gontier (Paris: Gallimard, 1979), p. 385 (La traducción es de la autora de este artículo). En el tercer volumende su autobiografía Beauvoir escribe: «Queriendo hablar sobre mí misma, me di cuenta que era necesario para mí describir la condiciónfemenina» (La fuerza de la cosas, 1 (Paris: Gallimard, 1963), página 257 (la traducción es de la autora de este artículo)).

11La autora del artículo usa la palabra inglesa self, que puede traducirse como yo, «sí mismo/a», o «ser». He preferido el primero,aunque debe entenderse que en ningún momento se está haciendo alusión al yo freudiano (Nota de la traductora).

12 Véase Simone de Beauvoir, Filosofía y Feminismo, capítulo 2.

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El escepticismo cartesiano en su forma más purase ha expresado en dos versiones: «el problema delmundo exterior» y «el problema de las mentes deotros», o, en la tradición filosófica continental, «elproblema del otro». «El problema del mundo externo»expresa la preocupación general de que, dado que todanuestra experiencia es mediada por nuestros sentidos,no podemos saber si nuestras impresiones de lo queexiste son realmente correctas. Quizá estemos aluci-nando o soñando, o seamos cuerpos desencarnadosque están siendo probados en el purgatorio, o cerebrosque están siendo alimentados en toneles de productosquímicos u orgánicos y estimulados por electrodosde científicos malévolos. Las mentes de otro o «elproblema del otro» es una versión del escepticismoque expresa la preocupación más específica de queno podemos saber que otras personas tienen la mismaexperiencia del mundo que nosotros. Para los filósofosanalíticos el problema de las otras mentes es esencial-mente epistemológico: la preocupación es que nopodemos saber si otra persona está realmente sintiendodolor o si ve el color verde cuando yo veo el colorrojo, o si está realmente sumando los números en vezde produciendo al azar las respuestas correctas encada ocasión. Para los filósofos continentales el pro-blema del otro es esencialmente metafísico y ético:podría decirse que el asunto es cómo la separaciónesencial entre el yo y las otras personas afecta y debeafectar mi propia manera de estar en el mundo.

Dada la prominencia en la historia de la filosofíamoderna en Europa desde Descartes en adelante, nonos debería sorprender que Beauvoir estuviera intere-sada en el problema del otro como estudiante de postgrado en filosofía hacia el final de la década de 1920.13

Algunos filósofos, más notablemente Margaret

Simons, plantean que la forma en que Beauvoir pensabasobre el problema esencialmente no cambió desde esteperíodo temprano hasta que ella escribió El segundosexo.14 Simons hace esta afirmación para colaborar conun objetivo que ha preocupado a todos los lectoresfilosóficos revisionistas de Beauvoir durante los últimosdoce años; es decir rescatarla de la larga sombrafilosófica proyectada por su compañero de vida Jean -Paul Sartre. Beauvoir conoció a Sartre durante su últimoaño de la escuela de post grado en 1929 cuando Sartrele pidió, a nombre de su grupo de estudio –cuyosmiembros eran todos varones, por supuesto– que lesenseñara lo que ellos deberían saber sobre losracionalistas de la era moderna temprana para la«agregación», un examen crítico y global en el cual elfamoso Sartre, para escándalo de todos, había sidosuspendido el año anterior. Poco tiempo después,Beauvoir y Sartre hicieron su pacto temporal famoso,que de hecho se convirtió en un pacto permanente, deser los amantes esenciales el uno del otro, pero sincasarse y sin esperar que el otro se conservara fieldesde el punto de vista sexual. Desde este punto enadelante, por el resto de su vida Beauvoir siempreparecía insistir que Sartre era el filósofo superior; ypor supuesto que esta afirmación de ella se ha tomadocomo cierta.15 (Por lo tanto aquí tenemos una razónmás para la falta de interés filosófico serio en El segundosexo hasta hace muy poco).

Una manera de establecer que Beauvoir no estabasimplemente siguiendo sumisamente a Sartre, sino quetenía algo importante y novedoso que decir desde elpunto de vista filosófico, es simplemente mirar de unamanera nueva sus escritos y mostrar que han sido malleídos o menos leídos de lo que ameritan.16 Otra estrate-gia inaugurada por los populares textos sobre Beauvoir

13 En 1929 a la edad de 21 años, Beauvoir se convirtió en una de las agregés más jóvenes en la historia de la filosofía francesaprofesional. El mejor relato del desarrollo intelectual personal de Beauvoir como una mujer joven lo encontramos en el libro de Toril Moi,Simone de Beauvoir: la hechura de una mujer intelectual (Cambridge, Massachussetts: Blackwell, 1994), especialmente capítulo 2.

14 Simons obtiene esta conclusión a partir de su lectura de los diarios no publicados de Beauvoir durante este periodo (véase «Simons,la filosofía temprana de Beauvoir: el diario de 1927», en su libro Beauvoir y El segundo sexo, páginas 185 – 243).

15 Aquí digo «parecía insistir» en vez de «insistía» debido a que Beauvoir tendía a matizar su insistencia aparente de maneras sutiles. Porejemplo durante una serie de entrevistas en la década de los 70 con una periodista alemana feminista llamada Alicia Schwarzer, Beauvoiren un momento dice de Sartre que «él es primordialmente el filosofo y yo he adoptado sus ideas filosóficas» (Alicia Schwarzer, después deEl segundo sexo: conversaciones con Simone de Beauvoir, primera edición americana (New York: Pantheon Books, 1984)). Posteriormenteella dice que respecto a la filosofía «él era creativo y yo no»; «yo siempre reconocí su superioridad en esa área», y «yo obtenía mis pistasde él». Pero segundos más tarde ella observa que mientras que en El ser y la nada Sartre «hablaba de la libertad como si fuera casi total paratodo el mundo», ella «insistía en el hecho de que hay situaciones donde la libertad no puede ejercerse« (página 109).

16 Esta es la estrategia que prefiero, y es la estrategia que una pluralidad de eruditos siguen, aquellos interesados en resucitar el interésen los méritos filosóficos de Beauvoir, Incluyendo Eva Gothlien, Karen Vientgees, Michelle Le Doeuff y Toril Moi, todas citados en lanota 2 que aparece anteriormente, así como Hazel E. Barnes en su artículo, «Respuesta a Margaret Simons», Philosophy Today, 42(suplemento) (1998).

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de Kate Fullbrook, una profesora inglesa y su esposoEdward, un escritor independiente, es mostrar que fuerealmente Sartre quien siguió los pasos filosóficos deBeauvoir. En 1994 los esposos Fullbrook publicaronun libro muy publicitado sobre Beauvoir y Sartre,subtitulado La revisión de una leyenda del siglo XX,en el cual ellos dicen, primero que todo, que en lasprimeras 16 páginas de la novela de Beauvoir Lainvitada, encontramos todas los ideas más importantesque Sartre expresa en su obra existencialista El ser yla nada (verdadero tour de force), publicado en 1943.La novela de Beauvoir también fue publicada ese año,pero fue escrita con anterioridad a la mayor parte dellibro de Sartre. En un tono ultrajado, los Fullbrookinsinúan que Beauvoir le permitió a Sartre jugarle suciotomando sus ideas y luego recibiendo todo el créditopor la invención del existencialismo francés.17 Ponga-mos a un lado la duda a priori de que todos los altibajosde un libro filosófico muy largo y densamente argüido,pudieran aparecer en el primer capítulo de una novela.Tampoco nos preocupemos aquí sobre la pregunta dequé podríamos esperar cuando dos escritores que estánapasionadamente dedicados el uno al otro, pero queademás están dedicados a una cierta forma de concep-tualizar las cosas, escriben libros aproximadamente almismo tiempo. Sigue existiendo la pregunta de si laoriginalidad filosófica se conceptualiza mejor como unasunto de quién llegó primero: Sartre o Beauvoir. Aunmás preocupante, es la cuestión de si queremos queBeauvoir haya inventado el existencialismo de Sartre,el cual, como yo y otros hemos argüido, de maneracrucial está seriamente reñido con las ideas queBeauvoir expresa en El segundo sexo y hacia las cualesella va obviamente avanzando, aunque un poco a tientas,en sus primeros escritos, incluyendo La invitada.

Al pretender que podemos trazar una línea recta

filosófica desde un diario no publicado que mantuvoBeauvoir en 1927 dos años antes de conocer a Sartre,directamente hacia El segundo sexo, Margaret Simonsdesafortunadamente sigue a los esposos Fullbrook alconcebir la originalidad filosófica en términos muyestrechos. Digo que esta decisión es desafortunada,no sólo porque implica una comprensión atenuada dela originalidad filosófica, sino también debido a la grandeuda que todo filósofo que trabaje sobre Beauvoirhoy en día le debe a Simons, no sólo por su revelaciónde las fallas de la traducción inglesa de El segundosexo sino también por su convicción pionera sobre laimportancia filosófica del trabajo de Beauvoir18.

Nadie que admire a Beauvoir como filósofa sesentiría desinteresado ante el hecho, desenterrado porSimons, de que como estudiante de post grado Beauvoirestaba ya claramente preocupada por el problema delotro, y en particular sobre si existe una tensión sinesperanzas de solución entre el interés humano egoístay el altruismo, entre el yo y el otro. El tema de unaoposición fundamental entre el yo y los otros esefectivamente prominente en El segundo sexo, comolo enfatiza Simona, pero Beauvoir específicamenteatribuye su interés en esta idea a la formulación que deella hace Hegel en La fenomenología del espíritu y novemos ningún precedente impresionante para esteinterés – más allá de que quizá existe una predilecciónpor el problema del otro- en las obras de juventud deBeauvoir19. Simons nos pide que creamos que ya comouna joven de 19 años, meditando sobre el yo y el otro,Beauvoir estaba «echando los cimientos» de la«fenomenología de las relaciones interpersonales» queSartre estudia detalladamente en El ser y la nada.20

Pero hay una fuerte evidencia inclusive en los escritosde Beauvoir anteriores a El segundo sexo, de que ellaveía problemas serios en esta fenomenología, e incluso

17 Por ejemplo, «las principales ideas detrás de El ser y la nada estaban ampliamente desarrolladas por Beauvoir y fueron tomadaspor Sartre antes de que él comenzara su famoso estudio» (Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre: la revisión de una leyenda del sigloXX (New York: Basic Books, 1994), página 3).

18 Gran parte del trabajo pertinente está recogido en «Beauvoir y el segundo sexo: feminismo, raza y los orígenes del existencialismo».Nótese que el subtítulo de este libro insinúa el interés de Simons en la idea de los Fullbrook de que Beauvoir pueda haber sido uninstrumento importante en la invención del existencialismo.

19 Léase la introducción a El segundo sexo para obtener evidencia masiva de la deuda intelectual de Beauvoir a Hegel en suconceptualización de las relaciones entre el yo y el otro.

20 «¿Es el segundo sexo de Beauvoir una aplicación del existencialismo de Sartre?» una ponencia presentada en el congreso mundialde filosofía en agosto de 1998. (una copia de este trabajo puede encontrarse en http://www.bu.edu/wcp). Al usar la palabra fenomenología,Simons está aludiendo a la deuda de Sartre a Husserl, quien en la primera parte del siglo XX desarrolló una manera de pensar que tenía suscimientos filosóficos en un estudio cuidadoso de los datos de la experiencia. Sartre pasó un año en Alemania en la primera parte de ladécada de 1930 estudiando cuidadosamente el trabajo de Husserl, y su inversión en el método fenomenológico aparece en todas partesen El ser y la nada.

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evidencia aún más fuerte de que ella solamente pudoarticular por fin sus intuiciones acerca del yo y el otro,desarrollarlas en toda su gloria, cuando desarrolló uninterés en qué era lo que quería decir «soy una mujer».Mientras que muchos lectores y lectoras filosóficosserios de Beauvoir rechazan la estrategia de resucitaciónde Beauvoir adoptada por los Fullbrook y por Simons,pienso que quizás yo puedo ser la única que llega hastael punto de proponer que, hasta que ella comenzó apensar acerca de su identidad como mujer, Beauvoirno podía aclarar sus propias posiciones filosóficas.21

Pienso que fue necesaria una meditación sobre lacuestión de qué quiere decir «soy una mujer», paraque Beauvoir entendiera y pudiera expresar de unamanera plena ciertas diferencias profundas entre supropia manera de abordar el problema del otro y lasmaneras en que lo hace Sastre.22 Ya sea que yo esté enlo cierto acerca de esto o no, los eruditos que estudiana Beauvoir están unidos en su convicción de que, porlo menos en el momento en que llegamos a El segundosexo, encontramos una fuerte diferencia entre la articu-lación de Beauvoir sobre el problema del otro y lospensamientos de Sartre al respecto.

En El ser y la nada, Sartre había propuesto la ideade que los seres humanos son por naturaleza criaturasdivididas, por ser a la vez sujetos y objetos.23 Estaposición por supuesto no era nueva. Pero aunque lamayor parte de los dualistas desde Descartes habíantenido gran interés por mostrar que la división de algunamanera se puede superar, o al menos domesticar, Sartrese distinguió por negar que un ser humano pueda enalgún momento esperar sintetizar la división sujeto –objeto. Desde el punto de vista de Sartre, el estudiosistemático de la experiencia humana («fenomeno-logía») muestra que una persona nunca tiene laexperiencia de sí misma a la vez como un sujeto activoy un objeto pasivo. A veces – paradigmáticamentecuando estoy juzgando a otras personas– una tiene la

experiencia de sí misma como el centro del universo.A la inversa, existen momentos – paradigmáticamentecuando alguien me juzga de manera explícita o implícita– una tiene la experiencia de sí misma como una de lascosas en un universo que está organizado en torno auna conciencia que es completamente ajena a la mía.Para Sartre, estos momentos nunca coinciden. En latercera parte de El ser y la nada, en la cual él explicitasu visión de las relaciones entre el yo y el otro en grandetalle, Sartre considera objeciones aparentes a estaafirmación central. Podría pensarse que el fenómenodel amor, para tomar sólo el ejemplo más obvio, proveeun contra ejemplo. Pero Sartre arguye explícitamenteque no es así24. El argumento básico aquí es que unono puede amar a una persona sin reificarla de un modou otro. Lo que quiero cuando me enamoro de otrapersona es que esa persona reconozca mi subjetividad,lo cual en principio no se puede hacer, según diceSartre, sin que la persona amada convierta mi propiasubjetividad en un tipo de objeto y sin que yo haga lomismo a él o a ella.

No podemos entender la naturaleza de una afirma-ción como ésa, a menos de que nos demos cuenta deque Sartre piensa que encontramos evidencia directapara ella en nuestra experiencia cotidiana; él piensa queveremos, si miramos cuidadosamente y sin prejuicio,que en el mismo instante de nuestra interacción conotros, somos ya sea el objeto del juicio del otro, ojueces nosotros mismos, pero nunca ambas cosas almismo tiempo. El reto es no sucumbir a la tentaciónde imaginar que el juicio que el otro hace de mí, noimporta cuan halagüeño o por cualquier otro motivoagradable, puede ser posiblemente correcto – no creerque puede en otras palabras tener éxito en no reifi-carme-. Este dilema de nuestras vidas con otros es loque Sartre notoriamente llama «la mirada»: ya sea queyo sienta los ojos de otros en mí metafóricamente ofísicamente, o que los otros sientan los míos sobre

21 Bergoffen (ver nota 2) apoya el proyecto de Simons, como también lo hace Eleanore Holveck, La filosofía de experiencia devida de Simone de Beauvoir: literatura y metafísica (Lanham, Maryland: Rowman y Littlefield, 2002) el desacuerdo con el proyectode Simons se ha mostrado en su mayor parte en forma de silencio por parte de otros estudiosos de la filosofía de Beauvoir, aunque véasela «Respuesta a Margaret Simons» de Barnes para una reacción explícitamente crítica.

22 No quiero sugerir aquí que antes de El segundo sexo no existieran signos de disensión. Ciertamente encontramos algunos destellosde las reservas de Beauvoir acerca de la posiciones de Sartre no sólo en su novela La invitada sino también en sus primeros escritosfilosóficos publicados incluyendo Pyrrhus et Cineas (1944) y en Para una moral de la ambigüedad (1947), así como los ensayosrecogidos en El existencialismo y la sabiduría de las naciones (1948).

23 Estoy trabajando aquí con la versión de 1966 de Pockets Books de la excelente traducción hecha por Hazel Barnes de El ser y lanada (New York: Washington Square Press).

24 Ver El ser y la nada, parte III, capítulo 3, sección 1, «Primera actitud hacia los otros: amor, lenguaje y masoquismo».

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ellos. Y se vive una mentira cuando se niega esta con-dición -cuando nos imaginamos que hemos logradoreciprocidad con otra persona o nos hemos descubiertoen alguna forma definitiva en la mirada del otro, o porotro lado, si uno no logra reconocer el poder del juiciode otra persona.

Seamos un poco más concretos aquí, pasando aun famoso ejemplo de Sartre, uno que él utiliza a finde enfatizar el hecho de nuestra tentación de deifi-carnos -es decir, de estar en lo que él llama «malafe»25. Él nos pide que imaginemos que un hombre lepide una cita a una mujer y la lleva en algún momentode la velada a un café. La mujer está hablando y elhombre, anticipando lo que va a pasar, toma la manode ella en la de él. Aquí, el hombre expresa su sub-jetividad anunciándole implícitamente a la mujer queella es un objeto de su deseo sexual. Pero la mujercontinua charlando como si nada hubiera sucedido:ella trata su mano como una cosa inerte sobre la cualno tiene control y que de ninguna manera está conec-tada con su propia subjetividad. Esta mujer, y Sartrecree que esto es obvio, está obrando de mala fe entanto que ella no se reconoce ante sí misma ni muchomenos ante el hombre con quien tiene la cita, que lasacciones de él la han marcado como un objeto sexual.Al escoger suprimir este hecho, la mujer paradóji-camente está dejando de tomar responsabilidad por símisma –tratándose a sí misma, y no sólo a su mano,como una cosa. Desde el punto de vista de Sartre, loque se requiere de la mujer aquí es «mirar» al hombreque la mira, al reconocer y por lo tanto trascender supropia deseabilidad sexual. Al hacerlo, sin embargo,debido a una necesidad metafísica, ella no puedereconocer la propia subjetividad del hombre, la cualella podrá conocer de nuevo sólo en cuanto el hombreuna vez más la convierta en objeto en su propio mundo.

Por supuesto en la exposición que hace Sartre deestos asuntos en El ser y la nada las cosas son bastantemás complicadas.26 Sin embargo, esta caricatura quehe hecho quizá sea suficiente para señalar al menos

dos rasgos poco atractivos de su visión de las relacio-nes entre sujeto y objeto. Primero tenemos su convic-ción de que somos fundamental e irremediablementeincapaces de lograr ningún tipo de reciprocidadmetafísica -y por lo tanto ética o inclusive epistémica-el uno con el otro. (Esta situación es la fuerza detrásde la obra Sin salida (Huit clos), la cual Sartre escribiójusto después de completar El ser y la nada – aquellaen la cual un personaje dice la famosa frase: «el infiernoson los demás».) En segundo lugar, en la visión deSartre cualquier opresión que una persona podría sufrirsólo puede ser obra de si misma. Yo venzo al otrocuando «lo miro»; cuando no lo hago me condeno amí misma al estatus de ser un objeto en el universo deél. Otra persona no puede condenarme a mí a esto sinque yo capitule de manera voluntaria. Como he dichoantes27, Sartre fue muy explícito sobre esta posiciónen El ser y la nada. Escribió este libro en la últimaparte de la década del 30 y principios de la década delos 40, cuando el tratamiento inhumano que Hitler leestaba dando a los judíos ya era bien conocido por losintelectuales europeos, y sin embargo él fue capaz deescribir: «un judío no es un judío primero, a fin deluego sentirse avergonzado u orgulloso de ello; es suorgullo de ser un judío, su vergüenza o su indiferencialo que le revelará a él su ser como judío; y este sercomo judío no es nada fuera de la manera libre en queél lo adopte» (Página 677)28. Un lector que tengasimpatía por Sartre podría comprender que aquí estádiciendo que la conciencia de ser judío es una función,en vez de una causa, del modo como uno asume serjudío. Pero incluso esta interpretación generosa no logradel todo mitigar el hecho de que Sartre, especialmenteen el contexto de su época, no logra ni siquiera consi-derar el ser judío como una identidad que se le imponea los individuos como parte de un intento de justificarsu opresión sistemática.

Pienso que cualquier persona que lea tanto El ser yla nada como El segundo sexo, aun si lo hace en inglésy sin un cuidado obsesivo, se dará cuenta de que

25 El ejemplo que discutiré a continuación parte de la segunda sección del capítulo titulado «Mala Fe» de El ser y la nada. Véasetambién la iluminante discusión de Toril Moi sobre este momento en el capítulo 5 de «Simone de Beauvoir: la hechura de una mujerintelectual» (ver nota 13 anterior).

26 En el capitulo 4 de Simone de Beauvoir: Filosofía y feminismo, incluyo una discusión de las visiones de Sartre sobre subjetividady objetividad en El ser y la nada.

27 Simone de Beauvoir: Filosofía y Feminismo, 116.28 Debo anotar que de acuerdo con Sartre los seres humanos de manera rutinaria reaccionan a «la mirada» con orgullo o vergüenza

(ver parte III de El ser y la nada, especialmente la sección sobre «la mirada»).

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Beauvoir, por una parte, está en deuda con los términosen los cuales Sartre piensa, pero que de modo al menosigualmente importante, existe un amplio abismo entreel pensamiento de él y el de ella en cuanto a estosenormes temas que acabamos de discutir. En la visiónde Beauvoir, la idea de que podemos esforzarnos porencontrarnos mutuamente en una actitud de respetogenuino –viéndonos el uno al otro simultáneamentecomo sujetos y objetos, según lo dice Beauvoir,29 nosólo es realista, sino que también constituye una partecrucial de vivir una vida humana plena. Lo que obsta-culiza nuestra posibilidad de respetarnos el uno al otrode esta manera no es un problema de nivel metafísicosino de nivel de la psicología humana y de la realidadsocial humana: tenemos la inclinación a evitar el trabajodifícil de forjar este respeto porque lo encontramosuna labor demasiado riesgosa. Emprender esta laborrequiere que yo abandone mi concepción fija de mímisma, mis intereses diversos en auto objetificarme oquizá auto petrificarme– a la vez que sobrellevo el juiciode la otra persona que me convierte en objeto. (Sobre-llevar por supuesto, también podría tomar la forma derechazar este juicio de una manera meditada y prepa-rarme para una potencial duplicación de su fuerza.)Beauvoir difiere de la manera más dramática de Sartreen este aspecto, en su descubrimiento de que unrefugio crucial en nuestra huida del proyecto de recono-cimiento mutuo, se encuentra en nuestra investiduraen la diferencia sexual: los hombres se socializan paraconcebirse a sí mismos como sujetos en un sentidoabsoluto e infranqueable del término y las mujerescomo objetos del juicio unidireccional de los hombres.

Esto me lleva a la segunda forma importante en lacual las posiciones de Beauvoir están francamentereñidas con las de Sartre. Beauvoir arguye con fuerzaque mientras la reciprocidad humana es posible enprincipio, está destinada al fracaso en relación con laopresión, incluyendo la manera sistemática que seimpone a las mujeres por lo menos desde la invenciónde la herramienta en la edad de hierro.30 Siguiendo aHegel –cuyo modelo de pensamiento sobre las relacioneshumanas, como debe ser obvio para cualquiera que

sea familiar con su dialéctica amo-esclavo, fue enor-memente importante para Beauvoir tanto como paraSartre– Beauvoir pensaba que «en la conciencia mismadescubrimos una hostilidad fundamental hacia cualquierotra conciencia» (SS 1989, páginas 22 y 23; DS 1986i. 16 - 17). Por naturaleza, pensaba ella, nosotros comoseres humanos anhelamos interminablemente recibirconfirmación de nuestra importancia, y nos inclinamosa resentir a otras personas tanto por su poder de cedero retener esta confirmación, como por la manera enque reclaman lo mismo de nosotros como en un espejo.Sin embargo, la experiencia interminablemente nos llevaa abandonar nuestra hostilidad fundamental al menoshacia algunos otros, a medida que su propia humanidadse va haciendo manifiesta para nosotros –a menudoen la forma de una expresión de su propia necesidadde reconocimiento–. En la medida en que a hombres ymujeres se les enseña a limitar este reconocimientocon respecto el uno al otro, los hombres juegan el papelsocial de «Sujetos» absolutos, y las mujeres el de«OTROS» absolutos, y su capacidad para ser genui-namente humanos se ve por lo tanto atenuada drásti-camente.31 Aun más, esto quiere decir que la tarea deEl segundo sexo no es, como se presupone general-mente, lograr la igualdad entre hombres y mujeres,elevando a las mujeres al nivel social de los hombres –aunque, por supuesto, Beauvoir pensaba que derrotarla opresión de las mujeres debía implicar una ciertaparidad social y económica-. Más bien, la posición deBeauvoir es que lo que se necesita es nada menos queuna revolución de nuestra comprensión de qué significaser humano. La tarea del El segundo sexo es explorarlas formas cómo tanto hombres como mujeres inviertenen el status quo y por lo tanto inspirarnos pararesistirnos a él.

La mejor evidencia que puedo presentar para estainterpretación de El segundo sexo es el libro mismo, yen francés, si usted puede leerlo.32 Si se lee el librocuidadosamente, no será posible evitar la sensación deque Beauvoir tiene un compromiso decididamente nosartreano, tanto con la posibilidad de un reconocimientomutuo recíproco como con el rechazo de cualquier

29 Véase por ejemplo El segundo sexo, 1989, 139 – 41; DS 1986, i. 237 – 9.30 La discusión pertinente aparece en El segundo sexo 1989, página 78; DS 1986, i. 131.31 Las mayúsculas son de Simone de Beauvoir.32 Independientemente del estado en que esté el francés que usted maneja, le sugiero que exija de Knopf y de Gallimard (el editor

francés) que como mínimo permitan (o mejor, que la apoyen activamente), una nueva edición erudita de un libro de central deimportancia en la historia del pensamiento feminista, apreciación sobre la cual creo que podemos estar todos de acuerdo.

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concepción de libertad que pueda escapar por completoel largo alcance de la opresión. Tampoco se podráaferrar después de esta lectura en buena fe al dogmarelacionado – invariablemente algo que me dicen de unmodo u otro cuando hablo a los públicos feministassobre Beauvoir– de que su postura es esencialmentemasculinista, sin sentimientos, condescendiente, bur-guesa, eurocéntrica, racista, o en otro sentido moral opolíticamente torcida. Los críticos del reciente interésrenovado en Beauvoir en círculos filosóficos son adep-tos a aprovechar algunas tensiones y contradiccionesen El segundo sexo y juzgarlos como algo que invalidael texto.33 Estas acusaciones de inconsistencia sonexageradas pero no espero que usted acepte mi palabraal respecto. Lea el libro de nuevo por sí misma y luegojuzgue.

La actual profusión de literatura secundaria sobrelas relaciones filosóficas de El segundo sexo y otrosescritos de Beauvoir, realmente sólo ha comenzado aarañar la superficie de los textos. La mayor parte delos autores pertinentes, incluyéndome a mí misma, hanestado preocupados en gran parte con permitir queBeauvoir emerja de la sombra filosófica de Sartre nosolamente suministrando evidencia de cómo ella abjurade éste o aquel principio clave de Sartre sino tambiénenfatizando hasta qué punto ella también tuvo la fuerteinfluencia –de hecho, a menudo se dice que ella tuvouna mayor influencia, de filósofos distintos a Sartre.Lo más frecuente es que las comparaciones se hagancon otros escritores de la tradición fenomenológica–de manera notable con Husserl y Merleau -Ponty ycon Hegel, Marx, y Heidegger.34 Esa es la misma listade autores que uno aduciría al trazar la lista de los

antepasados filosóficos del mismo Sartre. Lo quegeneralmente aquellos que estamos escribiendo sobreBeauvoir actualmente tratamos por todos los mediosde mostrar, es la manera tan diferente como ella entiendesu importancia filosófica en relación a como lo haceSartre. Déjenme darles un ejemplo tomado de mi propiotrabajo reciente.35 Tiene que ver con la manera diferentecomo Sartre y Beauvoir interpretan y hacen unainversión en la noción de Heidegger de Mitsein, o «sercon». Como sucede con muchos de los otros términostécnicos de Heidegger, el significado de Mitsein no esobvio, y uno no lo podrá entender a parte de unaexégesis cuidadosa de su papel en la obra de HeideggerEl ser y el tiempo. Lo que es suficientemente claro esque Mitsein tiene que ver con el hecho de que estamosfundamentalmente «con» otras personas; lo que sedisputa es el significado de «con». En la manera comoSartre entiende a Heidegger, Mitsein es una especie de«solidaridad», del tipo que se requiere para que unconjunto de remadores logren hacer su trabajo demanera eficaz: «es», nos dice Sartre en El ser y lanada, «la existencia muda en común de un miembrodel equipo con sus compañeros»36. Debido a queHeidegger nos dice que Mitsein es un estado ontológicofundamental para los seres humanos, de esta metáforade Sartre podemos deducir que en la visión deHeidegger, todos estamos fundamentalmente en unaposición de solidaridad los unos con los otros. PeroSartre rechaza de plano esta idea. Si nos encontramoscon otro, lo hacemos a nivel de lo que tanto él comoHeidegger llaman lo «óntico», o lo cotidiano, no a unnivel ontológicamente más profundo. De hecho, nosdice Sartre, la idea de algún tipo de hermandad humana

33 Véase por ejemplo el ataque frontal de Celine T. León contra Beauvoir en el artículo «La mujer de Beauvoir: ¿eunuco o varón?»,en el libro Interpretaciones feministas de Simone de Beauvoir, editado por Margaret Simons (University Park, Pennsylvania: PennState University Press, 1995. páginas 137 - 159). León: «Las afirmaciones contradictorias de Beauvoir… reproducen la estructura depoder mediante la cual se ha dado forma a la civilización occidental» (página 155). Otras críticas de las «contradicciones» de Beauvoirincluyen la de Penélope Deutscher, «Las notorias contradicciones en Simone de Beauvoir», en Rindiendo género (New York: Routledge,1997), 169 – 93; Tina Chanter, «El legado de Simone de Beauvoir», en La ética de Eros: la reescritura de los filósofos por parte deIrigaray (New York: Routledge, 1995), páginas 46 – 79; y Moira Gatens, «La mujer como la otra», en: Feminismo y Filosofía:perspectivas sobre la diferencia y la igualdad (Bloomington, Indiana: Indiana University Press, 1991), páginas 48 – 59.

34Véase Arp, Vintges, Kruks, y Heinamaa (nota 2 más arriba) para un trabajo que sitúa a Beauvoir con referencia a la tradiciónfenomenológica. Para un trabajo que establece conexiones con Hegel, Ver Gothlin y Bauer (nota 2); Gothlin también analiza losintereses de Beauvoir en Marx. Tanto Gothlin como yo estamos convexidad de que Heidegger es una figura importante para Beauvoir(Véase el trabajo mío citado en la nota 33 que sigue, así como el trabajo de Gothlin «Leyendo a Simone de Beauvoir con MartínHeidegger», en Claudia Card (editora), El compañero de Cambridge a la filosofía feminista (New York: Cambridge University Press,2003), páginas 45 – 65. Hasta donde sé, hay muy poco trabajo sobre la deuda de Beauvoir con Freud, Lacan y Levi – Strauss, aunque susescritos claramente estaban en la mente de ella a medida que escribía El segundo sexo.

35El trabajo pertinente es «La ontología heideggeriana de Beauvoir» en el libro de Margaret A. Simons (editora) La filosofía deSimone de Beauvoir (Indianápolis, ind.: Indiana University Press, 2003).

36 La idea de Mitsein como un tipo de solidaridad aparece en la página 333 de la versión de 1966 de El ser y la nada, la cita más largaproviene de la página 322.

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fundamental –un bote tan grande como el planeta llenode remadores, por así decirlo– es incoherente, ya queno deja posibilidad de explicar por qué las personas demanera manifiesta no emplean la solidaridad el uno conel otro la mayor parte del tiempo. Debido a que Sartreestá profundamente interesado en el llamado «problemadel otro», la cuestión de cómo se negocian las relacionesdel yo y el otro, no tiene interés en el concepto deMitsein: «la relación del Mitsein no puede servirnos enabsoluto para resolver el problema psicológico concretodel reconocimiento del otro» (Página 334).

El rechazo que hace Beauvoir de la forma comoSartre elimina este concepto está en la superficie mismade El segundo sexo. En la última oración de la famosaintroducción al libro, Beauvoir dice claramente y aplena voz que su meta es ayudar a las mujeres a «parti-ciper au Mitsein humain» -es decir «participar en elMitsein humano» (DS 1986, i. 32; la traducción esmía.)37 ¿Pero por qué acepta ella aquello que Sartrerechaza? Tanto la interpretación de Sartre del conceptode Mitsein como su completo desdén por él estánbasados en su visión general de las relaciones humanas.El rechazo que Beauvoir hace de este cuadro parte desu forma radicalmente diferente de entender lo queHeidegger quiere decir con Mitsein y cómo podríamosproceder con el concepto. De acuerdo a la lectura queBeauvoir hace de Heidegger, Mitsein no es un tipoprimordial de hermandad humana. Más bien, representael hecho de que los seres humanos vivimos en unmundo que está marcado totalmente por la existenciade otras personas, de modo que no podemos entenderincluso la naturaleza del objeto más sencillo (el ejemplofavorito de Heidegger es un martillo) sin tener unareferencia a lo que nosotros, y no sólo yo, hacemoscon él.38 El hecho de que vivimos en «un mundo -con» (Mitwelt) como a veces lo expresa Heidegger,no implica que exista alguna comunidad humanagrandiosa.39 Por el contrario, la misma pluralidad de la

sustancia de nuestras vidas nos pone en peligro de unacierta alienación, tanto de los otros como de nosotrosmismos. Lejos de encontrarnos con los otros en elMitsein, podemos perdernos a nosotros mismos en él.Hacemos esto cuando no hacemos que el mundo seapropio, nuestro –cuando sucumbimos a lo queHeidegger llama la inautenticidad–. Y al perdernos anosotros mismos nos volvemos incapaces deautenticidad en nuestros tratos con otros.

Creo que la apropiación que Beauvoir hace delconcepto de Mitsein revela que su comprensión de loque está sucediendo en El ser y el tiempo es considera-blemente más precisa y sutil que la de Sartre.40 Peromás importante que cuán cercano o cuán lejano deltexto de Heidegger esté su interpretación de él, es laforma como el proyecto de El segundo sexo la posicionapara extender el concepto de Mitsein en direccionesque Heidegger claramente no imaginó. El interés centralde Beauvoir es comprender por qué el estatus desegunda clase de las mujeres ha permanecido durantetanto tiempo, por qué parece ser tan difícil de cambiar,y cómo podría llegarse a hacerlo. Beauvoir toma deHeidegger una manera de entender a los seres humanos,en su manera inherente de «ser con», como seres inter-minablemente tentados a no hacer que sus vidas seansuyas propias. El concepto de Mitsein sirve como unrecurso para ayudarla a ella a articular el problema decómo una mujer puede encontrar el coraje para serella misma, para distinguirse a sí misma, para encontrarsu voz, en un mundo en el cual ella esta inevitablementecon otros – inclusive ahogada por los otros–, y particu-larmente por los hombres. Beauvoir se apropia delconcepto de Mitsein en su búsqueda de entender porqué hombres y mujeres tienen la tendencia de explotarel hecho de la diferencia sexual como una forma deevitar la dura tarea de encontrarse a sí mismos en elmundo.

Este esbozo de mi trabajo sobre Beauvoir y Heide-

37El traductor de El segundo sexo al inglés, Parshley, traduce esta frase de tal modo que pone a Beauvoir a decir que ella nos va ayudara ver por qué las mujeres se meten en problemas cuando «aspiran a ser miembros plenos de la raza humana». Los otros cuatro ejemplosde Mitsein que yo abordo en «La ontología heideggeriana de Beauvoir» están en: (1). DS 1986 i. 17 (compare El segundo sexo 1989,p. xxiii, y note la traducción fatal de la realité humaine, el término francés para el dasein de Heidegger, como «sociedad humana» enla versión de Parshley; (2). (SS 1989, página XXIV; DS 1986; i. 19; (3) (SS 1989, página 35; DS 1986, i. página 75; y (4) (SS1989 47;DS 1986, i. página 89)).

38 Sucede que un martillo es un artefacto humano. Pero lo importante sería lo mismo si tratáramos de pensar acerca de la naturalezade las nubes o del bien moral o del juicio estético o de la mente o de un reclamo de conocimiento o del ser humano mismo.

39 Martín Heidegger, El ser y el tiempo, traducido por John Macquarrie y Edward Robinson (New York: Harper y Row, 1962).40 Mi artículo «La ontología heideggeriana de Beauvoir» nos da evidencia para esta afirmación.

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gger se presenta para ayudar a apoyar la idea de que eltrabajo contemporáneo sobre las influencias filosóficasde Beauvoir, un trabajo que muchos filósofos intere-sados en ella están ahora emprendiendo, es un trabajoimportante y necesita continuarse. Sin embargo, paraentender lo que es realmente revolucionario en Elsegundo sexo necesitamos mirar de manera cuidadosalo que representa la «influencia» en este caso particular.Mi ejemplo sobre Mitsein sugiere que lo que es demayor interés en la forma como Beauvoir se apropiade los textos de los otros filósofos es la manera comoel lente de su pesquisa para entender la vida de lasmujeres revela nuevas dimensiones de lo fructífero quees este trabajo. La pregunta persistente en El segundosexo – «¿qué es una mujer?»- determina la forma quetomará la articulación de Beauvoir de su inversiónfilosófica en Heidegger, Husserl o Merleau-Ponty41. Larespuesta provisional que Beauvoir le da a esta pregunta– «yo soy una mujer» – limita aún más el grado en elcual esta articulación se va a empantanar en abstracciónfilosófica. Su respuesta concreta a una preguntaabstracta es el epítome de lo que yo creo que es ellogro más importante de El segundo sexo; es decir,que Beauvoir sostiene su experiencia cotidiana comomujer, en toda su concreción, en el mismo espacioque su investigación filosófica de qué significa ser unamujer, en toda su abstracción.

No es sorprendente que éste sea precisamente ellogro de Beauvoir que nosotros como filósofosseguimos ignorando casi por completo –y lo que esmás importante aún, lo seguimos haciendo nosotraslas filosofas feministas, quienes por definicióndeberíamos interesarnos en qué papel juega la filosofíaen nuestras vidas ordinarias–. En cambio, seguimosimaginándonos que nuestras teorías de alguna formamágica van a transformarse en acción política contrala opresión de género, creyendo que no necesitamos

preocuparnos sobre si podemos vivir de acuerdo anuestra teoría y cómo podemos hacerlo. Este tipo defantasía, según temo, impulsa el tipo de alta metafísicaque encontramos en el trabajo muy influyente de JudithButler, el cual no importa cuan visionario o correctosea, al fin de cuentas no tiene una conexión obvia conla forma como vivimos nuestra vidas cotidianas.Nuestras fantasías también impulsan una comprensiónalternativa de la filosofía como un tipo de caja deherramientas, en la cual podemos meter la mano paraconstruir argumentos que refuercen diversas posicionespolíticas feministas.42 Pero esta estrategia implicaabandonar la tarea filosófica tradicional, para no decirparadigmática, de plantear las grandes cuestiones –sobre, por ejemplo, qué significa ser un ser humanosexuado. Aquello de lo que carece la filosofía feministacontemporánea es precisamente lo que Beauvoir nosda: una manera de hacer filosofía que cambie el modocomo las personas ven el mundo. Aquí no estoy exage-rando. ¿Podemos nombrar un libro que haya cambiadomás las vidas de las mujeres y que sea más filosófico?Una manera de hacer filosofía que cambia como laspersonas ven el mundo: esto es, por supuesto, exacta-mente lo que he planteado que la filosofía no feminista–en su la forma más común y corriente de hacerfilosofía, y la más masculina– ha llegado a carecer. Alemprender el proyecto de apropiarnos de una maneragenuina de los logros de Simone de Beauvoir, por difícilque sea este proyecto, ¿podemos las filósofas femi-nistas posicionarnos para convertirnos en una vanguar-dia filosófica? Para contestar esta pregunta debemospor supuesto comenzar por leer – leer realmente- Elsegundo sexo.

Traducción: Gabriela Castellanos LlanosCentro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad

Universidad del Valle

41 En el libro Simone de Beauvoir, Filosofía y Feminismo, detallo la manera en la cual la investigación que hace Beauvoir en Elsegundo sexo le da una manera de articular su relación con Hegel que anteriormente ella no habría logrado expresar (ver capítulo 5 - 7).

42 Tengo en mente el trabajo en distintas formas «aplicadas» de la ética feminista y de la filosofía social y política. Véase por ejemploRae Langton, «Actos de habla y actos execrables», en La filosofía y los asuntos públicos, 22/4 (1993). Aquí Langton despliega lo queella considera argumentos en el clásico de JL Austin Cómo hacer cosas con palabras a fin de defender la coherencia de la idea de queel «habla» pornográfica» no debe ser libre. Yo discuto el trabajo de Langton con bastante extensión en mi trabajo Cómo hacer cosas conla pornografía (manuscrito sin publicar).

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Dolor de Madre

Sus pasos lo regresantambores en la puerta

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

Un vértigo de hieloparaliza la casa

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

El ángel de la guardade vergüenza no avanza

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

los tiros le alcanzaronun quejido se escapa

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

Los pájaros de acerole atraviesan la carne

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

en esponja de arenala sangre se le escapa

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

Inútiles los brazossu cuerpo se desgaja

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

En pálidos de lunatodos tiemblan y callan

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

Azucena la madresus manos escarlata

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

POEM

AS

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Lamiendo esta su sangreciega de dolor y de rabia

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

En su filuda hozbravo potro se escapa

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

Nadie dará repartoque entre machos se mancan

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

En ojos de los niñosla rabia se levanta

ta. ta. ta. ta. ta.¡Y no lo puede salvar con el beso!

Olga

No necesité soñarle,estaba allí, con su piel de luna llena,lenguas de dragón eran sus rosas.

Tuve miedo de mí,miedo no era,que te digo,

le recorrí inseguracon acecho de loba o de hiena.

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Zulay

Tu cuerpo se transformaen redonda, húmeda,cálida olla de barro.

Ánfora precolombinaque atesoras reliquiasde antepasado indio.

Hija de Quimbayas, Chichas,Taironas, Calimas y Yumbos,

te acicalas coquetapara entregar tu ofrenda,risas, esperas y lágrimastrazan la ruta al templo.

La hora esperada se acerca,dejará ver los frutos

ciertos y maduros de la cosecha,se romperá el ánfora,

te verás reflejadaen el espejo de tu propia carne.

Te sabrás multiplicaday un sentir infinito, único,

reservado, invadirá tu cuerpo.

Tú mujer, tú arcilla,agua, luz, ánfora, aire, vida.

Tus Besos

Tengo sed de tus besos, húmedos, repetidos, diminutos,ésos, con los que me regaste el cuerpo

como lluvia costeña tropical,gota a gota, hiciste de mi cuerpo

un mar extenso, profundo, dilatado,tu boca, aquella que incita a mareas altas,

a golpes de arrecifes milenarios,me lleva a atravesar „el salto del Tigre»,

miedo de muerte, certeza de vida.

Y si después de recorrerme entera, reinicias tu camino,recogiendo con nuevos besos los caracoles de mis deseos,

regados en la arena impúdica de mi piel,me siento morir de nuevo,

morir, en la sed de tus besos húmedos, jugososcomo un mango valluno.

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Sobre las autoras

Nancy BauerPh. D. en Filosofía de la Universidad de Harvard, 1997. Profesora Asociada de Filosofía en Tufts University, en

Medford/Somerville, Massachussetts. De 2002 a 2003 fue investigadora de Radcliffe Institute. Entre sus libros tenemosSimone de Beauvoir, Philosophy and Feminism (2001). Actualmente Bauer está escribiendo un libro sobre manerasfilosóficas de pensar acerca de la pornografía de un modo alternativo.

Norma Lucía BermúdezEgresada de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Valle. Actualmente realiza la Maestría en Educación

Popular en la misma Universidad. Ha publicado varios artículos en periódicos y revistas de Cali y de Pereira, así comomanuales para el trabajo con mujeres de sectores populares. Dirige una Corporación, CORPOALFA, dedicada a estetipo de trabajo. Coordina, conjuntamente con otras compañeras feministas, la Escuela Política de Mujeres del ColectivoMujeres Paz-íficas de Cali, donde realiza un importante trabajo pacifista. Ha sido activista feminista desde hace dosdécadas, co-editora de la revista La manzana de la discordia desde el número 10 de su primera versión, e integrantedel Comité de Publicaciones del Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad en el momento actual.

Gabriela Castellanos LlanosPh. D. en Análisis del Discurso de la Universidad de la Florida, Gainesville. Profesora del Doctorado en Humanidades,

Universidad del Valle. Profesora de Literatura y Lingüística de la Universidad del Valle desde 1972, co-fundadora ydirectora por tres periodos del Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad de la misma Universidad. Investigadoradel Grupo Género, Literatura y Discurso del Centro y de la Escuela de Literatura, grupo reconocido por Colciencias.Poeta, novelista y ensayista, sus últimos libros incluyen las colecciones de ensayos Sexo, género y feminismo. Trescategorías en pugna, Cali: Universidad del Valle, (2006), y La mujer que escribe y el perro que baila, Cali: Universidaddel Valle, (2004), la novela Las guerras de Alejandra, Cali: Universidad del Valle, (2005), y el poemario El alma de lapiedra Bogotá: Trilce (2002). Profesora Distinguida, Universidad del Valle, 1995, y Profesora Honoraria, Universidaddel Valle, 2005.

Francesca GargalloFilósofa, Estudios Latinoamericanos en la UNAM. Nació en Roma, Italia en 1956, desde 1980 reside en México.

Novelista, ensayista, profesora universitaria. Entre sus publicaciones encontramos seis novelas: Días sin casura,Calla mi amor que vivo, Estar en el mundo, Los pescadores de Kukulkan, La decisión del capitán, Manantial de dosfuentes, tres poemarios, Itinirare (1980), Hay un poema en el mundo (1986), A manera de retrato una mujer cruza lacalle (1990). Sus dos libros de ensayos más recientes son Garifura, Garinagu Caribe (2002) e Historia Filosófica delas mujeres en América Latina (2005).

Rubén Darío Garzón MuñozTrabajador Social, Especialista en Teorías, Métodos y Técnicas de Investigación Social, Universidad del Valle. Ha

realizado ocho investigaciones en el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, entre 2000 y 2006.Asesor de la investigación en curso: «Característica de los delitos sexuales en niños de 10 - 19 años en la ciudad deCali». Colciencias/ Instituto Cisalva.. Ha publicado varios artículos en el Boletín del Instituto Nacional de MedicinaLegal y Ciencias Forenses, y en la Revista Prospectiva de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad del Valle, asícomo tres libros: Trama conyugal. La primavera gris. (Casos de violencia conyugal). Cali: Instituto Nacional deMedicina Legal y Ciencias Forenses, 2001; El peritaje sociofamiliar frente a la violencia conyugal. Cali: Departamentode Publicaciones Universidad Libre, 2000; y El peritaje sociofamiliar frente al maltrato infantil: una mirada desde lacomplejidad. Cali: Ediciones Trinchera, 2001.

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Maritza IsazaTrabajadora Social, Licenciada en Biología y Química, Master en Salud Pública. Coordinadora Grupo de Salud

Mental de la Secretaría de Salud Municipal de Santiago de Cali. Profesora Auxiliar HC, Facultad de Salud, Escuela de Salud Pública, Universidad del Valle. Tesis de Maestría en Salud Pública: »Prácticas de las mujeres de la Comuna 7 deCali que viven violencia conyugal, frente a la política pública existente», Universidad del Valle, 2005. Trabajo deGrado en Trabajo Social: «Paternidad y Maternidad en familias monoparentales», Universidad del Valle, 2000.

Elizabeth Lozano

Ph. D. en Comunicación de Ohio University. Profesora Asociada del Departamento de Comunicación de laUniversidad de Loyola, en Chicago, desde 1993. Enseñó en el Departamento de Comunicación Social en la Universidaddel Valle y en la Universidad Autónoma, en Cali, Colombia. En 1987 viajó con una Beca Fulbright a Estados Unidos. Hapresentado docenas de trabajos en conferencias nacionales e internacionales, y ha publicado en revistas en HispanoAmérica y en Estados Unidos, en las áreas de comunicación y cultura. Es integrante del programa de Estudios sobre laMujer y el de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Loyola. Su trabajo investigativo actual se concentra enlas áreas de violencia de género y construcción de la identidad cultural de género.

Nancy Motta GonzálezAntropóloga graduada en la Universidad del Cauca en 1976 y Magistra en Desarrollo Rural de la Pontificia Universidad

Javeriana de Bogotá en 1992. Actualmente profesora de tiempo completo en el Departamento de Historia de la Facultadde Humanidades, directora del Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad de la Universidad del Valle, ycatedrática en la Universidad Santiago de Cali en el área de postgrados sobre la temática ambiental.

Investigadora del Pacífico Colombiano, ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas. Sus librosmás recientes son: Gramática Ritual: Territorio, poblamiento e identidad afropacífico. Cali: Universidad del Valle,2005, Por el Monte y los Esteros: Relaciones de género y familia en el territorio afropacífico. Cali: PontificiaUniversidad Javeriana, 2002. Hablas de Selva y Agua: La oralidad afropacífico desde una perspectiva de género.Cali: Universidad del Valle, 1997; coedición Instituto de Estudios del Pacífico y Centro de Género, Mujer y Sociedad.Enfoque de Género en el Litoral Pacifico Colombiano. Cali: Facultad de Humanidades, Universidad del Valle, 1995.Cambios tecnológicos, organización social y actividades productivas en la Costa Pacífica Colombiana En coautoríacon C. Tassara y G. Corseti. Editorial CISP y Ecoe. Bogotá, 1990.

Carmiña Navia VelascoProfesora titular de Literatura de la Universidad del Valle, y Coordinadora del Grupo Género, Literatura y Discurso

del Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad y de la Escuela de Literatura de la Universidad del Valle, gruporeconocido por Colciencias. Egresada de Letras de la Universidad del Valle, ha completado dos maestrías, una enLingüística y Español y una en Teología. Poeta y ensayista, es autora de múltiples libros, que incluyen poemarios yproductos de sus investigaciones. Recibió el Premio de Ensayo de Casa de las Américas en 2004 por su libro Guerra ypaz en Colombia, miradas de mujer (publicado en La Habana, Casa de las Américas, enero de 2005). Profesoradistinguida, Universidad del Valle, 2005. Es también fundadora y Directora del Centro Cultural Popular TejiendoSororidades.

Olga Lucía Obando SalazarDoctora en Ciencias de la Educación de la Universidad Técnica de Berlín, Maestría en Artes de la misma Universidad,

Psicóloga. Profesora del Instituto de Psicología de la Universidad del Valle. Es poeta. Cuenta con amplia experiencia enel trabajo de capacitación antirracista y feminista. Actualmente integrante de los grupos de investigación: Desarrollosociedad y medio ambiente (GEMA); Salud, Sexualidad, Familia, del Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedadde la Universidad del Valle. Miembro fundadora de Amazonas Fundación de Mujeres.

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El conocido artista Oscar Muñoz entrevista a nuestra invitada para este número, Andrea Valencia, sobreCONTRA-ADICCIÓN, su Instalación Multimedia, inaugurada en el Centro Cultural de Cali el sábado 20 demayo de 2006

OSCAR MUÑOZ: ¿Por qué el proceso de escoger un modelo, tomarle una foto digital, pasar a un procesadorpara ir luego a un lienzo a pintarlo?

ANDREA VALENCIA: Ejercí la función del retratista. Los veía. Un flechazo. La foto.Algunas tienen que ser rápidas porque no hay tiempo o por que son clandestinas o distantes; como las que

tome en la playa a la gente que dormía sobre la arena. Estaban lejos.El cuerpo desalojado y yo aprovechaba el momento. Con los modelos que vinieron al taller fue diferente,

podía acercármeles más. Primeros planos, más cercanía, ese contacto descontextualiza un poco…Lo siguiente es el dibujo, que es exigente y fatigoso. Siento de nuevo el cuerpo. El ejercicio físico y mental

de cubrir la superficie. La imagen que se compone en lo real. El píxel como una manzana, el ser que seinmortaliza.

OM: Ahora por ejemplo nombraste a Diestra, ¿escoges adolescentes?AV: Inicialmente me dedicaba a pintar niños en situaciones especiales para ellos; la primera comunión, el

cumpleaños, posando al interés del fotógrafo. Buscaba cierto sentido de historias ocultas de la infancia, deconfrontación de la inocencia. Con los adolescentes eso se va. Los veo auténticos y poderosos, representan unpapel desafiante, sincero.

OM: ¿Crees que tus trabajos recuerdan algo de la iconografía del cómic y del cartel de los sesenta?AV: Me gustan los poster de propaganda China. La dominación desde lo popular. La imagen vendiendo una

ideología… Superhéroes ofreciendo el máximo de sus dones.«El rostro calido y rojo, sin arrugas del presidente Mao Tse Tung irradiando luz en todas las direcciones fue

un motivo recurrente en muchos de los postres propagandísticos que se crearon entre el nacimiento de laRepública Popular China en 1.949 y los primeros años de la década de los 80.»

OM: ¿Cual es la relación de los media en tu obra?AV: Las composiciones irónicas señalan la naturaleza artificial de estas imágenes. Mi relación con la información,

con el consumo cultural.

Sobre el arte de Andrea ValenciaFragmentos de una conversación

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Breve historia de La manzana de la discordia

La revista La manzana de la discordia nació en 1981, como un esfuerzo de trespersonas que pertenecían al Grupo Amplio por la Liberación de la Mujer de Cali:Gloria Velasco, Toa Castellanos y Gabriela Castellanos. Todas ellas han trabajadoen el Centro de Estudios de Género, Mujer y Sociedad, de la Universidad delValle, Gloria por su cargo como Coordinadora de Proyectos en el Centro de Es-tudios de Género, Toa y Gabriela Castellanos como profesoras. La edición de unode los números fue coordinada por Mercedes Tello.

Posteriormente, y en distintos momentos, se incorporaron al grupo editor SandraErika Gómez, Adalgiza Charria y Norma Lucía Bermúdez. Esta última se desem-peñó como Coordinadora de Proyectos del Centro, y es ahora profesora del Cen-tro y correctora de estilo de esta revista, junto con Gabriela Castellanos.

Cuando apareció por primera vez, La manzana de la discordia se unió al pe-queño grupo de revistas feministas que circulaban entonces por Colombia; las másconocidas fueron Cuéntame tu vida, también de Cali, y Las brujas, de Medellín.Luego aparecieron La Chichamaya, Pachamama, Las cigarras, y muchas otras.

La revista salió en forma intermitente durante 16 años; en 1997 se editó elnúmero 11, que fue el último. El presente número es el segundo de esta nueva serie.