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6 7 de diciembre de 2018 UENTAN que en Jamaica casi siempre vestía de negro mientras la patria fuera esclava, ella no estaba para lujos, con un paæuelo a la cabeza. Septuagenaria, si alguien le hablaba de Cuba, los ojos, apagados por la an- cianidad, de pronto resplandecían con el brillo adolescente de sus tiempos de correrías por el Guaninicœn, cuando acudía al río para recoger flores y oír cantar a los sinsontes. Mariana Grajales nació en un hogar humilde de campesinos. Su padre, JosØ Grajales Matos, había escapado junto a sus progenitores de la miseria en Santo Domingo para venir a em- pantanarse en una pobreza similar en Cuba. Su madre, Teresa Cuello Zayas, era oriunda de San- tiago de Cuba, al igual que sus mayores, aunque algunos historiadores se empeæan en adjudicar- les una nacionalidad dominicana. Los futuros abuelos maternos de los Maceo Grajales legalizaron su matrimonio en 1812, aun- que de su unión ya existían tres frutos: Marcos, Marcelino y Josefa. En ese aæo nació Juan Do- nato, ya hijo legítimo, y segœn partida bautismal hallada por el colega Joel Mourlot en el Libro 9, folio 99 de la parroquia de Santo TomÆs Apóstol (Santiago de Cuba), el pÆrroco JosØ Antonio Díaz Llovet, en el Aæo del Seæor mil ochocientos quince en diez y nueve de agosto, bautizó y puso óleo crisma y nombre Mariana a una niæa que nació el doce de julio, hija legítima []. DE NUESTRAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA Mariana no solo fue la esposa y madre de destacados mambises, entre ellos Antonio, el mÆs bravo soldado, ella tambiØn fue una combatiente ejemplar Por PEDRO ANTONIO GARC˝A Este descubrimiento echó por tierra la fecha de nacimiento de la heroína que tradicionalmen- te conmemoraba la historiografía nacional (26 de junio de 1808). Ella pasó su infancia en el poblado de El Cris- to, en estrecho contacto con la campiæa cuba- na. Es improbable que aprendiera a leer y a es- cribir entonces, como aseguran varios de sus biógrafos. Segœn Bachiller y Morales, en aque- llos tiempos no había matriculado ningœn infan- te negro o mulato en las escuelas pœblicas. Solo en 1849 aparecían los entonces llamados eu- femísticamente niæos de color en 17 de los 27 centros de ese tipo abiertos en la región y solo sumaban poco mÆs del 10 por ciento del alum- nado. Dado el nivel económico de los Grajales- Cuello, no parece creíble que ella y sus herma- nos tuvieran un maestro privado. La estirpe heroica Mariana se casó a los 16 aæos, como era usual en su tiempo, con Fructuoso Regüeiferos, tambiØn campesino. De este matrimonio son sus tres primeros hijos: Felipe (1832), Manuel (tal vez nacido en 1836; algunas fuentes seæalan que murió de tuberculosis en 1854) y Fermín (1838). Regüeiferos falleció el 5 de julio de 1839. Viuda a los 23 aæos y con tres retoæos, la vida no debió resultarle fÆcil. Segœn su prime- ra biógrafa, Aida Rodríguez Sarabia, Mariana C Mariana con otros miembros de la estirpe heroica: Antonio y JosØ (a su derecha) y TomÆs y María Cabrales. La madre heroica y el TitÆn La madre heroica y el TitÆn Autor no identificado

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6 7 de diciembre de 2018

UENTAN que en Jamaica casi siemprevestía de negro �mientras la patria fueraesclava, ella no estaba para lujos�, con un

pañuelo a la cabeza. Septuagenaria, si alguienle hablaba de Cuba, los ojos, apagados por la an-cianidad, de pronto resplandecían con el brilloadolescente de sus tiempos de correrías por elGuaninicún, cuando acudía al río para recogerflores y oír cantar a los sinsontes.

Mariana Grajales nació en un hogar humildede campesinos. Su padre, José Grajales Matos,había escapado junto a sus progenitores dela miseria en Santo Domingo para venir a em-pantanarse en una pobreza similar en Cuba. Sumadre, Teresa Cuello Zayas, era oriunda de San-tiago de Cuba, al igual que sus mayores, aunquealgunos historiadores se empeñan en adjudicar-les una nacionalidad dominicana.

Los futuros abuelos maternos de los MaceoGrajales legalizaron su matrimonio en 1812, aun-que de su unión ya existían tres frutos: Marcos,Marcelino y Josefa. En ese año nació Juan Do-nato, ya hijo legítimo, y según partida bautismalhallada por el colega Joel Mourlot en el Libro 9,folio 99 de la parroquia de Santo Tomás Apóstol(Santiago de Cuba), el párroco José Antonio DíazLlovet, �en el Año del Señor mil ochocientosquince en diez y nueve de agosto�, bautizó y puso�óleo crisma y nombre Mariana a una niña quenació el doce de julio, hija legítima [�]�.

DE NUESTRAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA

Mariana no solo fue la esposa y madre de destacados mambises, entre ellosAntonio, el más bravo soldado, ella también fue una combatiente ejemplarPor PEDRO ANTONIO GARCÍA

Este descubrimiento echó por tierra la fechade nacimiento de la heroína que tradicionalmen-te conmemoraba la historiografía nacional (26de junio de 1808).

Ella pasó su infancia en el poblado de El Cris-to, en estrecho contacto con la campiña cuba-na. Es improbable que aprendiera a leer y a es-cribir entonces, como aseguran varios de susbiógrafos. Según Bachiller y Morales, en aque-llos tiempos no había matriculado ningún infan-te negro o mulato en las escuelas públicas. Soloen 1849 aparecían los entonces llamados eu-femísticamente �niños de color� en 17 de los 27centros de ese tipo abiertos en la región y solosumaban poco más del 10 por ciento del alum-nado. Dado el nivel económico de los Grajales-Cuello, no parece creíble que ella y sus herma-nos tuvieran un maestro privado.

La estirpe heroica

Mariana se casó a los 16 años, como era usual ensu tiempo, con Fructuoso Regüeiferos, tambiéncampesino. De este matrimonio son sus tresprimeros hijos: Felipe (1832), Manuel (tal veznacido en 1836; algunas fuentes señalan quemurió de tuberculosis en 1854) y Fermín (1838).Regüeiferos falleció el 5 de julio de 1839.

Viuda a los 23 años y con tres retoños, lavida no debió resultarle fácil. Según su prime-ra biógrafa, Aida Rodríguez Sarabia, Mariana

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heroica: Antonioy José (a su

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y Marcos Evangelista Maceo (Santiago de Cuba,1808-1869) unieron sus vidas en 1842, pero EusebioHernández afirmaba en sus célebres Dos confe-rencias históricas, que dicha unión se consumóun año después.

Tal incongruencia todavía debe ser diluci-dada, ya que el 28 de mayo de 1843, nació JustoGermán, a quien se le considera �hijo naturalde Mariana Grajales� en la partida bautismallocalizada en el Libro 5, folio 96 de la Iglesia SanNicolás de Morón. Igualmente sucede con An-tonio, el futuro Titán (1845), María Baldomera(1847), José Marcelino (1849) y Rafael (1850), aquien llamaban Cholón, pues en los respecti-vos registros eclesiásticos no se consigna elnombre del padre.

Como Marcos y Mariana legalizaron su uniónen 1851, al nacer Miguel (1853-1874) ya se le reco-noce el apellido Maceo y así sucedió con Julio(1854-1870), Dominga (1857-1940), Tomás (1858-1917), Marquitos (1860-1901) y María Dolores (22de julio-3 de diciembre, 1861).

Cuentan que Mariana se mostraba tierna ybondadosa con sus hijos, pero a la vez, inflexibleen la disciplina. Reglamentaba las horas exac-tas de las comidas y el sueño. Su vivienda siem-pre estaba ordenada y limpia. En el aspecto per-sonal, vestía �y también a sus retoños�, con lamayor pulcritud. A fuerza de trabajo de toda lafamilia lograron adquirir tres fincas de aproxi-madamente siete caballerías y, según la tradi-ción, un par de arrias de mulos en los cualestransportaban los productos agrícolas de la zonahacia Santiago, aunque esto último no se hapodido comprobar documentalmente.

A los ojos de sus descendientes, ella siemprefue la compañera del padre. Juntos analizabantodos los problemas y ambos tomaban de mu-tuo acuerdo las decisiones. Siempre los recor-darían �consultándose las dificultades, felicesen la expansión hogareña, juntos sobre el dolory la felicidad�.

Fernando Figueredo cuenta que al atarde-cer, después de las comidas, una hija leía envoz alta los libros que Marcos encargaba enSantiago: novelas de Alejandro Dumas, biogra-fías de héroes como Bolívar y Louverture, laHistoria de los girondinos, de Lamartine. Ensu condición de iletrada �Marcos también loera, como reflejan los documentos oficialesque suscribió�, trató de que todos sus hijos nosolo se alfabetizaran, sino que tuvieran la mejorinstrucción posible para un negro o mulatode la época.

A través de sus conocidos y socios comercia-les, muchos de ellos masones, Marcos se in-volucró en conspiraciones independentistas.Mariana lo respaldó totalmente y no es de extra-ñar que los hijos mayores hayan sido impuestosal respecto. Según testimoniara María Cabrales,en una de las fincas de los Maceo se reuníanclandestinamente, para planear la insurrección,Marcos, sus ocho descendientes mayores e

hijastros, sus dos yernos, varios sobrinos deMariana, cuñados y concuños de Antonio, otrosparientes y amigos cercanos.

La mambisa ejemplar

Días después del grito de Demajagua, los MaceoGrajales se incorporaron a la insurrección, in-cluso Marquitos con apenas ocho años. Marianase alzó a los 53 y, sexagenaria, se mantuvo enplena manigua. Ninguna mambisa era más ágilque la madre heroica para subir lomas ni mássolícita para curar un enfermo. Prodigaba cui-dados y cariños a cuanto combatiente heridorecibía en los improvisados hospitales de cam-paña �fuera cubano o español�, y según testi-monio de Fernando Figueredo, �cómo suplíaaquella santa mujer el puesto de una madre au-sente�, mientras animaba a sus hijas y a María aocupar �el lugar que la distancia impedía fueraocupado por una hermana�.

Así representó la labor de Mariana en la manigua la documentalista TeresitaGómez.

Ninguna mambisa era más ágil para subir lomas ni más solícita para curarun enfermo.

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Veteranos del 68 relatarían a Martí años des-pués cómo �animaba a sus compañeros a pelear[�] iY si alguno temblaba, cuando iba a venirleal frente el enemigo de su país, veía a la madrede Maceo con su pañuelo a la cabeza, y se leacababa el temblor!�.

No todo fue felicidad para Mariana. Durosgolpes le asestó la guerra, como la muerte deJusto �el primer Maceo Grajales en caer�, ennoviembre de 1868; la de su esposo Marcos; la deotros dos hijos: el subteniente Julio y el tenientecoronel Miguel. Sobre Fermín se ignora la fechaexacta de su deceso, para unos fue en 1875, mien-tras fuentes españolas lo ubican como comba-tiente en la Guerra Chiquita.

El joven Antonio

A fuerza de coraje, tras incorporarse a la in-surrección, el futuro Titán se fue ganando losascensos. El 16 de enero de 1869 ya era coman-dante, 10 días más tarde, teniente coronel. Acom-pañó a Máximo Gómez en la Invasión a Guan-tánamo (1871) y al año siguiente lo ascendierona coronel. En el Camagüey batió el cobre enNaranjo-Mojacasabe, Las Guásimas, Nuevitasy Cascorro.

El 6 de mayo de 1877 le impusieron las estre-llas de mayor general, tres meses antes de quelo hirieran gravemente en Mangos de Mejía (8de agosto). En ese combate, sus compañeros losacaron a duras penas del frente de batalla. Eldoctor Félix Figueredo le hizo las primeras cu-ras con el escaso material de su botiquín. Segúnsu pronóstico, no debía sobrevivir ante tantosimpactos de bala. Pero pasaron los días y el mo-ribundo se aferraba a la vida, sin que el galeno selo pudiera explicar.

A su cargo quedó el paciente, con una peque-ña escolta que le asignó Gómez, comandada porJosé Maceo, a la cual se integró María Cabrales,la esposa del Titán. Un traidor delató el lugardonde reposaba y la composición de sus custo-dios. Martínez Campos destacó una columnade 3 000 efectivos para capturar al santiaguero,vivo o muerto. Cuando los peninsulares logra-ron llegar a pocos pasos del general Antonio,él saltó de la improvisada camilla, a pesar desu gravedad, montó un caballo y desaparecióen el monte. Atónitos, los rifleros ibéricos soloatinaron a dispararle cuando el mambí estabafuera de su alcance.

Ya a inicios de 1878 se le ve de nuevo enacción y mientras los desalentados prepara-ban la claudicación del Zanjón, él libraba vic-toriosos combates en Llanada de Juan Mulatoy San Ulpiano. Su intransigencia durante laentrevista con Martínez Campos en Baraguásalvó el prestigio de la Revolución, al puntua-lizar que en Cuba nunca podría haber paz sinindependencia ni justicia social, la cual en 1878tenía que partir necesariamente de la aboli-ción de la esclavitud. Y dio un vuelco a la his-toria de Cuba, al transformar la capitulaciónen simple tregua.

Exilio

Todos los integrantes de la estirpe heroica apo-yaron al general Antonio por su actitud enBaraguá. Al Titán, el Gobierno mambí consti-tuido después de la Protesta lo envió en unamisión a Jamaica. En ella supo del fin de lacontienda. Como no aceptaba las condicionesdel Zanjón, Mariana partió meses después paraesa entonces colonia inglesa.

Un año más tarde (1879), mientras preparabalo que hoy la historiografía conoce como la Gue-rra Chiquita, Calixto García se comprometió conAntonio Maceo a enrolarlo en una expedición

En Baraguá, el general Antonio dio un vuelco a la historia de Cuba,al transformar la capitulación en simple tregua.

A fuerza de coraje, en menos de nueve años de guerra, Antonio Maceo transitóde simple soldado a mayor general.

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que lo llevaría a la manigua. Esperó inútilmen-te. Priorizaron a otros jefes militares menoscapaces que no pudieron insuflarle vida a lainsurrección y esta agonizó lentamente hastaterminar en diciembre de 1880.

Los generales José y Rafael y el tenientecoronel Felipe Regüeiferos, quienes habíanpermanecido en Cuba, sí pudieron interveniren esa contienda. Los tres fueron deportadosa cárceles españolas más allá del Atlántico.Cholón murió en prisión (1882); José logró alfin fugarse, tras varios intentos, y se reuniócon la familia. Felipe fue indultado en 1886 yregresó a Cuba, con la salud quebrantada, parahabitar la casa familiar de la calle Providen-cia (hoy, Los Maceo 16), en Santiago.

Entretanto, en ese período también llamadodel �reposo turbulento� (1880-1895), el Titánbatalló por encender de nuevo la llama de lainsurrección, primero con el frustrado PlanGómez-Maceo, luego con su visita a Cuba en 1890,interrumpida debido a su expulsión de la Islapor las autoridades coloniales.

En su exilio jamaiquino, Mariana desespe-raba por no ver libre a la patria. Tuvo alegrías,como la de saber que los cubanos andaban enpreparativos para la Guerra Necesaria, y tris-tezas, como la muerte de su hija Baldomera enSanto Domingo (marzo de 1893). Ese año tam-bién ella falleció, el 27 de noviembre. Martí en-tonces escribiría sobre cómo le rindió home-naje �su pueblo entero, de ricos y de pobres, dearrogantes y de humildes, de hijos de amo yde hijos de siervo�.

De nuevo a la manigua

Antonio desembarcó en Duaba el 1º de abril de1895, acompañado por su hermano José y porFlor Crombet, después que estallara la GuerraNecesaria. Contactó con los mambises del terri-torio 17 días más tarde y combatió al frente deellos en Dos Brazos, Monteverde y Jarahueca.Esta vez no pasó como en la Guerra Chiquita, supresencia motivó a centenares de compatriotasa incorporarse a la manigua. El 5 de mayo seentrevistó con Martí y Gómez en el ingenio LaMejorana. Derrotó contundentemente a Mar-tínez Campos en Peralejo (13 de julio). La Asam-blea de Jimaguayú (16-17 de septiembre) lodesignó lugarteniente general.

Partió, con destino a Occidente, de Mangosde Baraguá, el 22 de octubre de 1895, con unos1 400 hombres. Tras 32 días de marcha atrave-sando un territorio dominado por el enemigohasta la Trocha de Júcaro-Morón, el 29 de no-viembre de 1895 se reunieron en Lázaro Lópezcon el Generalísimo Máximo Gómez. Con lafusión de ambos contingentes quedó consti-tuido el Ejército Invasor, formado ahora porunos 4 000 efectivos, fundamentalmente orien-tales, camagüeyanos y villareños. Junto a sumaestro batió el cobre en Mal Tiempo (15 dediciembre), Coliseo (el 23) y Calimete (el 29). El 7

de enero se separó del viejo guerrillero y mar-chó hacia suelo pinareño. Culminó su misión enMantua, 15 días más tarde.

Su último abrazo con el Generalísimo fue enEl Galeón (10 de marzo de 1896). Retornó a Pinardel Río para su segunda campaña en esa pro-vincia. El entonces capitán general españolValeriano Weyler lanzó contra el cuartel gene-ral del santiaguero, en Lomas de Tapia, la másfuriosa ofensiva peninsular en la historia deCuba. Del 14 de abril al 23 de junio de 1896 selibraron 14 combates. Madrid empleó en toda laoperación más de 8 000 efectivos y a los jefesmilitares más capaces destacados en la Isla.No obstante, los colonialistas no pudierondesalojar a los cubanos de las históricas ele-vaciones y estos mantuvieron su bastión.

La victoria en el último combate de Tapiacoincidió con el arribo de la expedición de LeytéVidal, lo que alegró al Titán, porque podía dispo-ner de 200 nuevos fusiles y unos 300 000 tiros.Esta grata noticia, relataría años después MiróArgenter, �fue amargada por otras recibidas si-multáneamente que proporcionaron malestary desencanto�. Se refería a una serie de cartasremitidas al general Antonio, �en las cuales seindicaba la conveniencia de concertar volunta-des y esfuerzos para hacer necesaria la inter-vención de Estados Unidos�.

Tras la Guerradel 68, Maceoesperó inútilmenteen Jamaica (1879)la expediciónprometida quedebía llevarloa Cuba.

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Maceo alertó a sus amigos del peligro de talespropuestas. A Federico Pérez Carbó, de misiónen Nueva York, escribió el 14 de julio de 1896: �DeEspaña jamás esperé nada, siempre nos ha des-preciado y sería indigno que se pensase en otracosa. La libertad se conquista al filo del mache-te, no se pide; mendigar derechos es propio decobardes incapaces de ejercitarlos. Tampocoespero nada de los [norte]americanos�.

En otra misiva, dirigida al patriota José Do-lores Poyo, expresó: �Y si hasta hoy las armascubanas han ido de triunfo en triunfo [�] ¿Aqué intervenciones e injerencias extrañas queno necesitamos ni convendrían? Cuba está con-quistando su independencia con el brazo y elcorazón de sus hijos; libre será en breve plazosin que haya menester otra ayuda�. No se can-saba de reiterar a sus destinatarios: �Todo debe-mos fiarlo a nuestros propios esfuerzos, mejores subir o caer sin ayuda, que contraer deudascon vecino tan poderoso�.

Otras malas noticias llegaron a su campa-mento. Primero, la caída en combate de su her-mano José, en Loma del Gato, el 5 de julio; lue-go la de Juan Bruno Zayas, un joven al queconsideraba un futuro puntal de la patria, 25días después. Para colmo, se agudizaban lascontradicciones entre el alto mando del Ejérci-to Libertador y el Gobierno mambí. Maceo deci-dió trasladarse a la provincia de La Habana.

El 7 de diciembre de 1896 se hallaba en elcampamento que sus subalternos habían es-tablecido en la finca Purísima Concepción oMontiel, del barrio rural de San Pedro, a unossiete kilómetros al sudoeste de Punta Brava.Conversaba a media tarde con sus oficiales,cuando se escucharon disparos. �Fuego, fue-go�, gritó Baldomero Acosta.

El general Antonio, al frente de una pequeñatropa, avanzó hasta la cerca de piedras queenmarcaba el aledaño potrero Bobadilla.

Dentro de esta finca, una alambrada le impedíacargar contra las posiciones españolas. �Piquenla cerca�, ordenó. Varios jinetes se desmonta-ron y con sus machetes comenzaron a cortarla.�Esto va bien�, le oyeron decir. Una bala le pe-netró por el maxilar derecho, al cual fracturó entres pedazos; el jefe mambí soltó las bridas, se ledesprendió el machete y se desplomó.

Acampado en Santa Teresa, jurisdicción deSancti Spíritus, 21 días después Gómez recibióla terrible doble noticia, pues también su hijoPanchito había perdido la vida, mientras trata-ba de rescatar el cadáver del Titán. De su propiamano redactó el Generalísimo la Proclama alEjército, que entregó a Fermín Valdés Domín-guez para su divulgación: �¡Confirmación de unadesgraciada noticia! El Lugarteniente GeneralAntonio Maceo ha muerto [�] La patria llora lapérdida de uno de sus más esforzados defenso-res; Cuba, al más glorioso de sus hijos; y el Ejér-cito, al primero de sus generales�.

Fuentes consultadas:Datos y documentos facilitados por el historiadorJoel Mourlot. Los libros Mariana Grajales. Historiade una familia mambisa, de Nydia Sarabia; AntonioMaceo. Apuntes para una historia de su vida, deJosé Luciano Franco; y Crónicas de la guerra, de Jo-sé Miró Argenter. La compilación Aproximaciones alos Maceo, de Olga Portuondo, Israel Escalona yManuel Fernández Carcassés. Textos periodísticospublicados por el autor de este trabajo en Granma(1996) y BOHEMIA (2006, 2010, 2011 y 2015).

Dibujo basadoen la última foto

que se hicierala heroína

en Jamaica.

El Titándesembarcópor Duabael 1° de abrilde 1895.

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