La lógica de la extinción de la arquitectura telefónica

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Javier García Algarra La lógica de la extinción de la arquitectura telefónica

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La arquitectura ha desempeñado un doble papel en la industria de las telecomunicaciones desde su nacimiento a finales del siglo XIX. Los edificios eran contenedores de equipos eléctricos complejos y caros, pero también una representación de la compañía propietaria. Había un equilibrio difícil y a veces tenso entre las necesidades internas establecidas por el departamento de ingeniería y la apariencia exterior. El arquitecto tenía que manejar los requisitos físicos y económicos de la industria, y al mismo tiempo trabaja en crear fachadas pintorescas.A medida que el servicio telefónico se hizo universal y la tecnología permitió equipos más pequeños, el alma industrial se impuso. Los diseños evolucionaron a cajas puramente funcionales. Los edificios quedaron sin ventanas y sin ningún tipo de decoración. Los proyectos para centrales rurales fueron un paso más allá. Olvidando cualquier conexión con el entorno, un conjunto reducido de pequeños edificios prefabricados se “instaló” por todo el campo. Se diseñaron para ser baratos de construir y mantener y se produjeron en serie como las máquinas que protegían.Cuando la telefonía móvil se extendió la arquitectura prácticamente despareció. Es difícil pensar en los contenedores de equipos móviles como creaciones arquitectónicas aunque todavía lo eran. En la actualidad, el tamaño de los equipos es tan pequeño que se instala en armarios. La lógica industrial llevó a la arquitectura telefónica a la extinción.

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Javier García Algarra

La lógica de la extinción de

la arquitectura telefónica

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El edificio Barclay Vesey que Raplh Thomas Walker proyectó para la New York Telephone Company

en 1923 es, en mi opinión, la obra cumbre de la arquitectura telefónica.

Este rascacielos era, a la vez, edificio de oficinas y central telefónica, es decir, contenedor de equipos

de la red, función que sigue desempeñando.

La evolución tecnologica y del negocio ha conducido, 90 años después, a que el pequeño armario de

intemperie de la derecha cumpla la misma función que el coloso de Manhattan.

La arquitectura trelefónica se encuentra en trance de desaparición

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La arquitectura telefónica nació para atender las necesidades del negocio que se desarrolló a partir del

registro de la patente de Alexander Graham Bell en 1876. Es un caso híbrido de arquitectura industrial

y representativa [1]. Las centrales telefónicas cumplían de manera simultánea funciones similares a

las de una subestación eléctrica y a las de una oficina bancaria.

Los principios de actuación estaban ya muy bien establecidos en los años 20 del siglo pasado y se

enumeraban así por orden de importancia: utilidad, belleza, modernidad, solidez, previsión de

crecimiento y valor representativo

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Desde los primeros años de su existencia, AT&T evitó de forma consciente que las centrales

tuviesen aspecto externo de factorías. El segundo de los principios de su política

arquitectónica, la belleza, tenía un sentido práctico, evitar el rechazo del público. La

apariencia externa de las centrales se adecuaba al entorno en el que se construían, por lo que

es posible encontrar ropajes historicistas de todo tipo.

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Que un edificio sea industrial no significa que su concepción responda a una producción en

serie. Sin embargo, la arquitectura telefónica tenía ya en origen esa marcada tendencia. Las

centrales, como contenedores, tenían que planificarse con la misma disciplina y metodología

que todo el programa de construcción de la red. El proyecto de los edificios debía ajustarse a

las pautas presupuestarias y temporales de la fabricación de los equipos para los que se

construía.

AT&T solucionó este complejo problema contratando a grandes estudios como Holabird &

Roche de Chicago, Voorhees, Gmelin & Walker de Nueva York o Smith, Hinchman & Grylls

de Detroit. Estas “fábricas de planos”, como las llamó Henry Rusell Hitchcock [8], permitían

alcanzar una productividad muy alta aun a costa de la repetición de modelos. El Departamento

de Edificaciones de Telefónica se organizó a imagen de estos estudios y logró completar 18

edificios de nueva planta en 1928, entre ellos algunos tan importantes como los de Barcelona,

Valencia o Sevilla.

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Antes de la II Guerra Mundial la mayor parte de los usuarios eran urbanos. En el mundio rural

la densidad era muy baja y se operaba con centralitas manuales que no necesitaban edificios

de características especiales..

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Tras la guerra se produjo una evolución tecnológica acelerada. En 1947 se inventó el

transistor, base de la electrónica moderna. Con él los equipos empezaron a reducir su tamaño

de una forma aproximadamente exponencial.

Esto es lo que afiorma la famosa ley empírica de Moore, cada dos años el número de

transistores que pueden empaquetarse en una misma área de semiconductor se duplica.

La reducción del tamaño de los equipos hizo que el tamaño de las centrales pudiera acomodar

cada vez más líneas. Este fenómeno no sucede en otras infraestructuras de servicio

equivalentes, como las subestaciones eléctricas.

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El crecimiento explosivo de la demanda ya en los años 60 y las necesidades de climatización

de los nuevos equipos condujeron al olvido del valor representativo.

Aplicando la lógica indutrial, las centrales se fueron convirtiendo cada vez más en

contenedores técnicos deshumanizados, sin apenas parturas al exterior, lo que invitaba a un

diseño seriado.

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La telefonía rural fue la gran beneficiada de la reducción del tamaño de los equipos. De

pronto, se podían instalar pequeñas centrales desatendidas que daban servicio a un pueblo

entero en pequeñas edificaciones, del tamaño de una caseta de aperos o un gallinero.

Lejos de las restricciones estéticas de las ordenanzas urbanas, el medio rural se prestaba a la

fabricación en serie de estas mini centrales.

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El General Post Office británico fue pionero en la definición de edificios telefónicos seriados

ya antes de la guerra.

Fue sobre todo a partir de los años 50, cuando la extensión al medio rural hizo que

proliferasen por millaras las pequeñas UAX, pintorescas casitas en fábrica de ladrillo, madera

o incluso piedra, con tejado a dos aguas, que respondían a un número muy limitado de diseños

básicos.

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Las UAX tienen un valor sentimental para los británicos similar al de la cabina roja de Sir

Giles Gilbert Scott de 1926 y de hecho aparecen juntas en muchas ocasiones.

Uno de los problemas de las UAX era que no resultaba fácil su ampliación. No podían crecer

en anchura, solo en longitud, adosando una nueva UAX o un modelo posterior.

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En Estados Unidos, la evolución se produjo en el diseño de obra civil para los nuevos enlaces

de microondas.

A diferencia de las UAX, que se construían in situ por métodos tradicionales, las torres de

AT&T eran modulares y con cerramiento de hormigón pretensado.

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Su estética es plenamente industrial, desconectada del entorno y del principio fundamental de

la arquitectura de AT&T de mimetización con el entrono, que sin embargo se mantuvo aun

largo tiempo en las ciudades.

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Los antecedentes de arquitectura seriada en España se encuentran antes de la guerra civil, en

las casetas de amarre del cable submarino Algeciras Ceuta o en en edificio racionalista del

repetidor Madrid Valls.

Caseta de Algeciras

Casete de entronque de líneas interurbanas en Toledo.

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Los antecedentes de arquitectura seriada en España se encuentran antes de la guerra civil, en

las casetas de amarre del cable submarino Algeciras Ceuta o en en edificio racionalista del

repetidor Madrid Valls.

Tras la guerra se produjo un parón de 20 años en la arquitectura telefónica española. A

mediados de los 50 se construye el primer enlace de cable coaxial, entre Madrid y Barcelona.

Las casetas que protegen a los repetidores son el primer ejemplo de arquitectura seriada en la

telefonía española. Todas respnden a la misma traza de pequeño panteón, pero aun se

construyen in situ en fábrica de ladrillo

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Con la explosión de la demanda a finales de los 60 aparecen por primera vez los edificios

tipificados, que dan servicio rural.

Eran puros contenedores técnicos, sin servidumbres de presencia urabana, que respondían a

cinco categorías, T0 a T4, en función del tamaño. El más pequeño, el T0 se prefabricaba

completo

La miniaturización ha permitido que estos pequeños edificios sobrevivan a los cambios

tecnológicos alojando 40 años después equipos que ni podían imaginarse cuando se

proyectaron.

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La disolución de la arquitectura telefónica se aceleró con la aparición de la telefonía móvil.

Las estaciones base, instaladas en lugares remotos, ya sea en un cerro o en una azotea, se

concibieron desde el principio como contenedores sin espacio para el ser humano.

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¿Podemos seguir hablando de arquitectura cuando el contenedor se puede transportar en un

camión o incluso en el interior de un vehículo más pequeño?

Sin embargo, técnicamente cunplen la misma función que en su día cumplía el Barclay Vesey

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El último episodio de desaparición ocurre en las ciudades. La sustitución del cobre por fibra

óptica hace que el alcance del bucle se multiplique por cinco.

Eso implica que hacen falat muchas menos centrales para dar servicio a toda la ciudad.

Además gran parte del equipo miniaturizado ya no está en el edificio, sino en pequeños

contenedores en las galerías de cables o en la calle, mucho más cerca de los usuarios.

Los armarios de intemeperie son la arquietctura telefónica del siglo XXI y la consecuencia

final de la miniaturización y la producción seriada.

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