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1 Gárgola del Chateau de Chenonceau-Loira-Francia La Lluvia ¿Defensa o aprovechamiento? Arq. José Enrique E. Leguizamón

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Gárgola del Chateau de Chenonceau-Loira-Francia

La Lluvia

¿Defensa o aprovechamiento?

Arq. José Enrique E. Leguizamón

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Índice

Agradecimientos, recordatorias y tras frivolidades……………………………………..3

Exordio………………………………………………………………………………….4

Introducción. (Sin pretensión apocalíptica)……………………………………………..5

Capítulo 1. La lluvia, los cursos de agua y la urbanización……………………………10

Capítulo 2. La forma y la lluvia………………………………………………………..23

Capítulo 3. Las decisiones sobre partes del edificio……………………………………31

Capítulo 4. Comentarios referentes al diseño de las infraestructuras de desagües

pluviales…………………………………………………………………....40

Capítulo 5. Criterios estratégicos de una instalación…………………………………...52

Capítulo 6. La instalación interna de los edificios……………………………………...62

Capítulo 7.Anexo. Criterios materiales y dimensionales adoptar en las instalaciones...70

Notas del Redactor……………………………………………………………………..80

Bibliografía……………………………………………………………………………..81

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Agradecimientos, recordatorias y otras frivolidades

Al difunto Arquitecto Carmelo Musumeci, profeta de la Teoría del Caos, a quien tanto

extrañamos, y al que sería una felonía olvidar.

A mis ex compañeros de la Cátedra del Taller de Materialidad III, Arquitectos Marisa

Castagno, Walter Jauk, Carlos Pedrido, Sergio Tartavull y Jorge Vázquez, por sus

colaboraciones y críticas, sin las cuales estas reflexiones no serían las mismas

Al Arq. Juan C. Rall, por su trabajo "La escuela y la lluvia - Una propuesta de guía

proyectual", que permitió dar soporte a este cuasi-refrito.

Finalmente, y esperando que perdone este acto de justicia poética, a mi ex amigo el

Doctor Arquitecto Elio Ricardo Di Bernardo, por su apoyo, correcciones y, (módico),

sentido del humor.

“¡O tempora, o mores!”. “Catilinarias.” Marco Tulio Cicerón

Junio de 2014

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EXORDIO

"Llovía torrencialmente

en la Estancia del Mojón,"

"Como adorando el fogón

estaba tuita la gente."

"Dijo un viejo ende repente:"

"¡Voy a contarles un cuento!..."

"ahura qu'el agua y el viento"

"traen a la memoria mía,"

"cosas que naides sabía,"

"y que yo diré al momento."

"Como todos los mocitos

fui bastante banderudo,"

"ahura que cruzo los sesenta,"

"lo que fui, bien me doy cuenta,

fui un flor de............ "

"......................................."

"La Leyenda del Mojón"

Anónimo popular rioplatense desarrollado sobre la base de un poema de Juan

Pedro López, payador uruguayo (1)

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INTRODUCCIÓN.

(SIN PRETENSIÓN APOCALÍPTICA).

La lluvia es elemento determinante en la configuración de los paisajes. La

defensa del individuo y sus bienes ante ella, su aprovechamiento para el desarrollo de

las comunidades y sus economías, su presencia en la configuración de determinadas

atmósferas, (la invitación a la confidencia del escatológico poema gauchesco que hace

exordio de estas notas, la reflexión de Van Gogh sobre los paisajes indiferentes

modificados substancialmente por el agua, -fotografía 1- la juvenil fantasía erótica de

copular en un altillo con techo de chapa en una tarde de lluvia), definen escenarios

psicológicos como tal vez pocos fenómenos climatológicos.

Desde la cueva primigenia hasta las primeras represas para riego y reserva

estratégica para consumo humano y animal, las lluvias, (ó la ausencia de ellas),

definieron la consolidación, desarrollo, decadencia y aun desaparición de ciertas

culturas primitivas y por lo tanto tecnológicamente vulnerables. Resulta obvio que esta

dependencia entre culturas, (fundamentalmente las sedentarias) y la lluvia era más que

estrecha en tiempos preindustriales. Recordar si no la, casi completa, desaparición de

los mayas, según se afirma por agotamientos de recursos acompañado de implacables

sequías. Ahora podemos mencionarla sin temor, ya que hemos superado la línea del 21

de diciembre de 2012 y ha concluido La Cuenta Larga, sin Ragnarok aparente.

No obstante, cabe observar algunas referencias de I. Asimov, (2), sobre el tema,

para advertir la dramática incidencia en la vida humana, su desarrollo y el de sus

economías, aún en épocas recientes.

Así por ausencia de lluvias, (y consecuentes sequías), pueden detectarse casos

realmente dramáticos, como los 9 millones de muertos por hambruna en China en

1887/88. En el mismo campo, y pese a las restricciones a la información, se puede casi

afirmar que en 1918/21, concluida la primera Gran Guerra, en Rusia se produjeron no

menos de cinco millones de muertos por los mismos factores. Ya mucho más cercano en

el tiempo, se detectaron también 250 mil muertes en 1968/73 en el Sahel (Sur del

Sahara), debido al mismo fenómeno climático.

Sin ser tan cuantitativamente dramáticos, no cabe duda que las sequías derivadas

de la ausencia prolongada de lluvias ha sido motor de crisis políticas importantes en la

historia. En este último aspecto cabría preguntarse si nuestra historia reciente, (la de la

República Argentina), hubiera sido igual de no haberse producido la gran sequía de

1952/56, generadora, entre otros factores es cierto, de los comienzos inflacionarios de

nuestra economía y de los dramáticos cambios políticos que le sucedieron.

No solo la ausencia prolongada de lluvias tiene incidencia directa sobre los

desarrollos humanos, sino que también el exceso de aquellas y su consecuencia

frecuente, las inundaciones, determinan crisis de alto impacto en las sociedades.

Recurriendo nuevamente a Asimov, vemos que también en China en 1931, una

inundación provocada por el desmadre del Río Amarillo, (conocido por los lugareños

como "La Aflicción de la China), causa 3.700.000 muertos.

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Las lluvias acompañadas por otros fenómenos meteorológicos generalmente

vinculados a ellas, como el viento y las bajas temperaturas han dejado su marca en

términos dramáticos en distintas regiones en la historia inmediata. Así encontramos que

lluvias acompañadas por vientos huracanados, causaron 1.700.000 decesos en

Bangladesh en 1970. Una ventisca de nieve en los EEUU en 1888, se estima que

ocasionó más de 4000 muertos, y casualmente, en el mismo año una granizada en

Moradabad, (India), causó unos 250 muertos en pocos minutos.

Dejando de lado las cuestiones de alto impacto por hechos particularmente

agudos como los descriptos, no cabe duda del peso del fenómeno climático, (por exceso

ó ausencia), en la vida, (y, aun más, en el disfrute por parte del hombre del agua como

fuente de vida), en la configuración de los nodos urbanos y por supuesto su impacto en

la forma e instalaciones de los edificios en sí.

De los 500.000 Km3 anuales de lluvia que caen sobre el planeta, unos 100.000

Km3 lo hacen sobre tierras habitables y habitadas, incorporándose de ellos unos 40.000

Km3/año al suelo y cursos de agua dulce, todo ello estimado por nuestro amigo, el ya

mencionado, (y finado), Isaac Asimov (3). Lo desparejo de la distribución de estos

últimos volúmenes en los territorios hace grandemente a la definición de criterios

urbanísticos y edilicio-arquitectónicos específicos.

No hace falta más que observar inteligentemente los criterios de urbanización y

de forma edificada en las arquitecturas espontáneas de cualquier región para reconocer

la incidencia de la consideración del fenómeno en aquellas, por parte del hombre

común. (Fotografías 2 y 4). Más difícil resulta reconocer respuestas "lógicas" ó

"racionales", cuando se trata de áreas intervenidas por, (nosotros), los arquitectos.

(Fotografías 3 y 5).

El sentido, ó por lo menos uno de ellos, de este trabajo es el modesto intento de

despertar la inquietud sobre la realidad del fenómeno climático en las áreas de

operación de estos demiurgos, los arquitectos, (ó de los aprendices en vías de serlo), de

forma de lograr relaciones obra-medio ambiente antropizado que evidencien la

preocupación del diseñador sobre las demandas de los usuarios legos e ignorantes. Por

supuesto, todo ello sin abandonar el espíritu creativo, liminar en nuestra disciplina.

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La ciudad y la lluvia-crayón-Van Gogh. Fotografía 1

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ARQUITECTURA “ESPONTÁNEA”- CLIMA SECO

Amman-Jordania. Fotografía 2

(Archivo fotográfico propio)

ARQUITECTURA “CULTIVADA”- CLIMA SECO

Edificio corporativo-Asaba-Jordania. Fotografía 3

(Archivo fotográfico propio)

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ARQUITECTURA “ESPONTÁNEA” – CLIMA HÚMEDO

Bucarest-Rumania. Fotografía 4

(Archivo fotográfico propio)

ARQUITECTURA “CULTIVADA”-CLIMA HÚMEDO

Londres-UK. Fotografía 5

(Archivo fotográfico propio)

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CAPITULO 1.-

LA LLUVIA, LOS CURSOS DE AGUA Y LA

URBANIZACIÓN

Los cursos de agua en terrenos montañosos o escarpados se caracterizan por su

relativa violencia en el régimen de crecidas, sobre manera cuando los deshielos de las

cumbres se acompañan con lluvias de cierta intensidad. No suelen ser comercialmente

navegables y las crecidas resultan impetuosas y de corta duración. (Fotografías 6 y 7)

La disponibilidad en términos de acceso económico del recurso agua, un

régimen generoso de lluvias, común en nuestra pampa húmeda, y la existencia, entre

otros elementos, de cursos de agua aptos para su uso como vía de comunicación, han

hecho de áreas de llanura como la nuestra, zonas particularmente favorables para

desarrollos urbanos de importancia. No obstante, estas condiciones aparentemente

interesantes, o por lo menos, en principio calificables de benignas comparándolas con

los ríos de montaña, enmascaran los riesgos frecuentes que presentan al colonizador

inadvertido, estas conformaciones topográficas, esto es el carácter particularmente

desastroso de las inundaciones en ellas. (Gráfico 1)

Esta cuestión se agudiza en sus aspectos críticos cuando mediante procesos de

urbanización incontrolados se transforman en ciudad verdaderas áreas de cauce, todo al

amparo de legislaciones excesivamente ligadas a las conveniencias de los intereses de

los tenedores de la tierra. No debe olvidarse el carácter sagrado que nuestros Padres

Fundadores asignaron a la propiedad privada en la Constitución Nacional de 1853,

(Obviamente la mayoría de ellos era terrateniente), criterio que es ratificado en las

sucesivas reformas posteriores. Como ejemplo paradigmático en este aspecto cabe

resaltar que en nuestra Carta Magna no existía prohibición para la pena de muerte, pero

si, y taxativa, a la confiscación de bienes, (por si las moscas, o los avatares políticos...).

Volviendo al tema, este es particularmente delicado por el hecho que tierras

aparentemente aptas por no estar comprometidas por los cursos de agua en estado

“normal”, se convierten, ante precipitaciones moderadamente "excepcionales" en áreas

ocupadas por las aguas en creciente.

Este es un comportamiento prototípico de los cursos de agua de llanura, los que

naturalmente conforman lagunas pulsátiles como válvulas de escape para el exceso de

precipitaciones y/o crecidas importantes.

Las catastróficas lluvias de abril de 2013 en Capital Federal y La Plata con su

grave saldo de pérdidas de vidas y económicas relevantes, son más que evidencias

suficientes de que nuestros “desarrolladores”, (nuevo nombre eufemístico para designar

a los depredadores urbanos en que se han transformado los operadores inmobiliarios,

con la complicidad de los poderes públicos y en muchos casos de profesionales

inescrupulosos), han incorporado indecentemente, como tierras aptas para urbanizar, los

valles de inundación de los cursos de agua que atravesaban los núcleos urbanos. Claro,

transformar áreas predominantemente rurales y vacantes en terrenos “aptos” para

urbanizar es un negocio demasiado jugoso como para detenerse en la consideración de

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fruslerías como los riesgos derivados de la falta de saneamiento hidráulico.

Hurtándole a León Tolstoi aquella frase “pinta tu aldea y pintarás el mundo”, el

lector me permitirá abusar de las referencias locales. El caso de Rosario es

paradigmático en este sentido, esto es la excesiva difusión de los procesos de

urbanización indiscriminados. Basta recorrer los planos de urbanización en el área de

Arroyito, (cuenca del arroyo Ludueña), de principios del siglo XX para observar que el

amanzanamiento tradicional en damero involucraba el propio curso del Arroyo

Ludueña. Existe en este tema un interesante trabajo del Agrimensor Marcelo D'Elía

publicado hace unos años por el boletín de la Caja de Previsión de los Profesionales de

nuestro ámbito que es suficientemente ilustrativo al respecto. Es notable observar como

el damero en algunos planos de amanzanamiento y loteo de principios de siglo no

considera en absoluto, no solo la eventualidad de crecidas por lluvias extraordinarias en

la cuenca del Arroyo Ludueña, sino tampoco la propia topografía y niveles de las tierras

involucradas incluyendo sus barrancas y albardones, dando como resultado la actual

conformación urbana del área, con la consecuencia del entubamiento del Arroyo y la

habilitación de sectores potencialmente críticos desde el más elemental punto de vista

del saneamiento hidráulico. (Fotografía 8 y 9 - ver en esta última foto la proximidad

del pelo de agua del arroyo crecido en relación a la calzada del entubamiento).

Interesante también resulta el comparar los nombres de los sucesivos intendentes,

comisionados municipales y/o concejales de nuestra ciudad con los de los propios

desarrolladores o loteadores para reconocer en muchos de ellos a las mismas personas o

familiares muy directos, que además han sido “premiados” con los nombres de varios

barrios históricos de Rosario.

El crecimiento operado en la planta urbana de Rosario determinó que ya en las

lluvias y crecidas de 1930, (fotografía 10) y 1966, (Fotografía 11), se tuviera clara

conciencia de la imprudente habilitación como áreas urbanas de determinados sectores

de la ciudad. (Ver Gráfico II). Las lluvias que se precipitaron sobre la ciudad y las

cuencas altas del Saladillo, Ludueña e Ibarlucea y la coincidencia con una importante

altura estacional del Río Paraná transformaron áreas plenamente ocupadas en

verdaderas lagunas pulsátiles, y, lo que resultó peor, con larga duración, dado el lento

desagüe a que llevaba el estado del crecido río Paraná en 1966, complicado, asimismo,

por la presencia del entubamiento del último tramo del Ludueña que ocasionara la

urbanización desenfrenada de años precedentes.

En realidad se tuvo semiplena prueba, diría algún abogado, que se habían

urbanizado los cursos de agua. A partir de dicha dramática experiencia se establecen, en

lo normativo y formal, políticas más restrictivas de urbanización sobre las áreas

comprometidas, a la vez que se encaran materialmente obras infraestructurales

tendientes al saneamiento de aquellas. Con el tiempo, la no recurrencia de lluvias

“extraordinarias” y la materialización de algunos tendidos de emisarios, canalizaciones

y trabajos en desembocaduras, hicieron que, las tal vez exageradamente prudentes

restricciones, (se inhabilitó para urbanizar, tal vez con exceso, grandes áreas de la

Ciudad, en su mayor parte ya construidas, por lo que en algunas áreas no se produjeron

efectos prácticos más allá de castigar a los inundados con la prohibición de efectuar

obras o ampliaciones que podrían atenuar la disminución de su calidad de vida), fueran

siendo dejadas de lado en forma gradual pero sostenida. Es decir, merced a la presión de

los tenedores de la tierra y sus amanuenses, se retornó a la política de continuar

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habilitando desaprensivamente áreas urbanas potencialmente conflictivas.

Casi cumpliéndose exactamente con los períodos veintenarios de recurrencia de

grandes lluvias, en 1986, (fotografía 12), (ver gráfico III), se produce un nuevo

meteoro con lluvias excepcionales en cortísimo lapso de horas y gran intensidad. A

partir de estas últimas, se comprueba el fracaso parcial pero importante por su

magnitud, de las previsiones optimistas. Se pudo concluir que la situación continuaba

crítica en la cuenca del arroyo Ludueña. En la cuenca del Saladillo, si bien la situación

no resultó tan grave, (mejor respuesta de las obras de canalización y menor

precipitación en la cuenca alta del mismo), se observó alta incidencia en áreas afectadas

fuera de los límites políticos de Rosario, (V.G.Gálvez). En la cuenca del canal Ibarlucea

no se produjeron significativos desbordes por una moderada precipitación aguas arriba

del mismo. Si bien las áreas ocupadas por el agua en la cuenca del Ludueña alcanzaron

niveles importantes, (del orden de los tres metros sobre algunas zonas de ciudad

consolidada), la duración del fenómeno fue relativamente corta, (dos a tres días), dada

la favorable condición de bajante del Paraná, lo que permitió un rápido drenaje en la

desembocadura del Arroyo.

Esta reiteración de la problemática dio curso a una obra, entre otras, que

pretende dar una respuesta conceptual a la cuestión a través de la materialización de la

Presa Retardadora de Crecidas del Arroyo Ludueña, hoy “Presa Gualberto Venesia”

aguas arriba en la zona de Funes-Roldán y de la que todavía no se han obtenido

conclusiones firmes. Su diseño se ha realizado para dar respuesta a lluvias de una

recurrencia decamilenaria. Es decir que, artificialmente, se intenta reconstruir la

respuesta que, naturalmente, brinda el ecosistema mediante las lagunas pulsátiles a

lluvias que podrían producirse con una frecuencia de 10.000 años. (Ver fotografía 13).

Un aparte merece la consideración de la inundación de 1996, (ver gráfico IV),

la que tuvo características totalmente diferenciadas de las anteriores. Merced a la

respuesta de las obras infraestructurales referidas, una favorable condición de altura del

Río Paraná y fundamentalmente la moderada precipitación en las cuencas de aguas

arriba, no se produjo inundación de extrema gravedad en las zonas periféricas y

empobrecidas, tradicionalmente afectadas, pero si se produjo un severo colapso del

drenaje infraestructural de las áreas centrales de Rosario. Ello conlleva un especial

llamado de atención a la acción de los arquitectos en la ciudad, en previsión de futuras

reiteraciones de la situación, dada la magnitud y costos necesarios para salvar

plenamente la situación a futuro.

En tiempos recientes cabe destacar tres situaciones que adquieren relevancia, por

diferentes razones, la granizada de noviembre de 2006, (fotografía 18), las lluvias de

2007, (ver gráfico V), (fotografía 14), y más recientemente las lluvias de 2012,

(fotografías 15 y 17). (Ver gráfico VI). En el primero de los casos deben resaltarse las

modificaciones que llevaron a la generalización del concepto de “fachada segura”. En

las lluvias de 2007 debe considerarse el hecho de la ocupación de territorio en el área de

Nuevo Alberdi, lo que incrementa el número de damnificados con una nueva

característica social, no solo pobladores marginales, sino también sectores

pertenecientes a las clases medias-altas, lo que revela que nuestra población no

incorpora experiencias precedentes. (Ver fotografía 16). En el tercer caso, el de 2012,

resulta relevante considerar la inundación de sectores de Fisherton de alto valor

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inmobiliario y tradicional calidad urbano-habitacional, básicamente por insuficiente

previsión de obras públicas y bajo mantenimiento urbano, acompañado por la ingente

impermeabilización de áreas históricamente de baja densidad. (Fotografía 18).

Esta actitud salvajemente especulativa, parece no tener fin en nuestra ciudad,

como resulta evidente de la ocupación de áreas ferroviarias y portuarias, con alta

capacidad de absorción, con emprendimientos que impermeabilizan nuevos territorios,

la conformación de estacionamientos a bajo nivel, manteniendo el uso público en su

parte superior, lo que conforma grandes “supermacetas”, extremando las medidas hasta

modificar el régimen de propiedad de la tierra como en el proyecto de Puerto Norte o la

pretensión de construcción de grandes cocheras subterráneas en el caso del área central.

ACCIÓN DEL ARQUITECTO. POSIBILIDADES DE ROL

De la breve descripción anterior se desprenden por lo menos tres campos

probables de acción inmediata de los arquitectos sobre el tema:

Intervención urbana:

Como miembro de equipos interdisciplinarios de planificadores y diseñadores

urbanos, el atender, con criterio verdaderamente progresista, a los desarrollos de la

ciudad en relación a la aptitud hidráulica y capacidad de saneamiento de las áreas.

Diseño arquitectónico:

Individualmente dando respuestas adecuadas, cuantitativas y cualitativas, al

hecho construido en relación a la lluvia, (defensa y aprovechamiento). En este último

marco conceptual, entendiendo a la piel edificada como macrovestido o filtro ambiental,

(4), se comprende la actitud corriente de considerar faltas de gloria a las infraestructuras

ó a los elementos relacionados con ellas dentro de las arquitecturas. (Cabe recordar a un

notorio arquitecto del siglo pasado, el que calificaba de indecencia el mostrar las

canalizaciones de un edificio trazando una analogía anatómica con el cuerpo humano y

manifestando que sería como si las personas anduviéramos exhibiendo las tripas). No

obstante cabe reflexionar que la falta de consideración de estos hechos inevitables en la

conceptualización proyectual y material de los edificios o su simple inclusión como

hechos meramente aditivos generarán, también inevitables riesgos, costos, (soportados

con paciencia por los sufridos usuarios), y desnaturalizaciones del proyecto, (fuente de

críticas de colegas envidiosos).

Así conceptos como estanqueidad de la piel, rápido encauzamiento y alejamiento

de las aguas, disposición natural por gravedad, la accesibilidad de las instalaciones,

compatibilidades estructurales, infraestructurales y constructivas, (lo deseemos ó no),

se convierten en parámetros fundamentales y determinantes de la arquitectura. Tal vez

sin llegar a los extremos exhibicionistas de distintas modas que han generado ejemplos,

(con lo positivo y lo negativo de ellos), como el Centro Pompidou, (ver fotografía 19).

Lo que podemos afirmar, sin lugar a dudas, es que la omisión de considerar estos

hechos determinantes de la arquitectura no conducirá a caminos aceptables en sus

resultados finales, sobre todo ante el paso del tiempo y el envejecimiento falto de

nobleza de las obras. Algo así como la consideración de la Arquitectura como un arte

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efímero.

Especialización técnica:

Como parte integrante, no menor, de un equipo de "materializadores no

destructivos" que permitan a los “verdaderos creativos” de la disciplina llevar a buen

puerto sus ideas geniales sin desnaturalizarlas y haciéndolas útiles, habitables. y aún

confortables. (Aunque estos aspectos habitualmente suelen ser considerados pautas

menores frente a las glorias de la forma).

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CRECIDAS RÍOS DE MONTAÑA

Valle de Calamuchita-Córdoba. Fotografía 6

(Diario digital Infonews)

Valle de San Fernando – Catamarca. Fotografía 7

(Archivo diario El liberal)

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CRECIMIENTO URBANO ROSARIO E INUNDACIONES

FINES SIGLO XIX 1966

1986 1996Gráfico III Gráfico IV

2007 2012

Gráfico V Gráfico VI

Gráfico I Gráfico II

Inundación por laguna pulsátil Inundación por colapso infraestructural

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Inundación Empalme Graneros década de 1930. Fotografía 10

(Archivo Diario La Capital)

Inundación Empalme Graneros 1966. Fotografía 11

(Archivo diario La Capital)

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Inundaciones Nuevo Alberdi-2007. Fotografía 14

(Archivo diario La Capital)

Inundaciones Nuevo Alberdi -2012. Fotografía 15

(Archivo diario La Capital)

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Inundaciones Nuevo Alberdi-2007. Fotografía 16

(Archivo página Ciudad Fragmentada)

Inundaciones Fisherton-2012. Fotografía 17

(Archivo diario La Capital)

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CAPITULO 2.-

LA FORMA Y LA LLUVIA

La forma y los puntos críticos. El peso de la concepción inicial.

Las primeras instancias de proyecto, es decir la concepción inicial de los edificios,

conllevan a determinar criterios afortunados ó no, no solamente en el marco de lo

formal sino también en lo referente al confort, su estabilidad en el tiempo y a la vida útil

de los edificios, todo lo cual podríamos englobar en el concepto más amplio de

satisfacción residencial.

Así en la concepción de las formas geométricas que definen la volumetría del hecho

construido se encuentran implícitos tanto los pecados como las virtudes de un

determinado edificio en lo referente al fenomeno que en este caso nos ocupa, como lo es

la lluvia. El incremento artificial e intencionado de puntos críticos es un hecho de

importancia, sobre todo a futuro. (Ver gráfico VII). Relacionado con este tema debe

evaluarse como favorable la tendencia a la reducción de las superficies expuestas. (Ver

Gráfico VIII). Aleros y sobretechos dan respuestas generalmente apropiadas a la

defensa de la piel de los edificios. (Ver gráficos IX, X, XI y XII).

No obstante, un aspecto que nos resulta curioso de observar, es el comportamiento

de algunos arquitectos en lo que podría denominarse “superstición experimental”.

Intentaremos explayarnos un poco sobre este tema. Para ello creemos que es casi

transferible la experiencia de las ratas de laboratorio en una ejercitación científica muy

sencilla, que pasamos a describir a continuación.

Se abre la jaula frente a un pasillo relativamente largo y angosto en donde en el otro

extremo se encuentra un plato para comida. Exactamente diez segundos después de

abrirse la jaula cae la comida en el plato, siempre que la rata haya invertido los diez

segundos en llegar de la jaula a la escudilla. Si tarda menos de diez segundos, el plato

permanece vacío. Lo mismo sucede si el animalito tarda más de diez segundos. Tras una

serie de ensayos al azar, (conducta de ensayo y error), la rata, que es un animalito muy

hábil para establecer interconexiones de sentido práctico, crea la relación entre la

aparición o no de comida y el elemento temporal. Como normalmente necesitaría,

digamos, solo tres segundos para recorrer el camino entre jaula y plato, debe dejar

transcurrir los siete segundos restantes en contradicción con su instinto natural de ir

directamente al plato de alimentos. En estas circunstancias esos siete segundos

adquieren para ella significación seudocasual. Esto significa en el contexto que todo

comportamiento, aún el más extraño, de la rata en esos segundos extra confirma y

refuerza las acciones que el animal "supone" que son necesarias para obtener el

alimento. Esto es el núcleo central de lo que en el ámbito humano se denomina como

superstición. Estos comportamientos accidentales pueden revestir formas caprichosas,

(saltos adelante, retrocesos, piruetas, al principio de forma casual), pero que luego repite

con sumo cuidado, pues para ella de su adecuada ejecución depende la obtención de la

comida. Cada vez que llega al plato en el tiempo indicado se refuerza su "suposición" de

que ha conseguido la comida merced a su adecuado comportamiento, (algo así como las

cábalas del ludópata compulsivo o de los jugadores y/o técnicos de futbol con respecto

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al uso cabalístico de la ropa o de determinados gestos como entrar a la cancha con el pié

adecuado o persignarse). No puede pasarse por alto la sorprendente semejanza de

actitudes de la rata con los comportamientos de algunos arquitectos. Un caso

especialmente ilustrativo en esta dirección de pensamiento puede observarse en el

tratamiento de aleros y sobretechos que se asignó al proyecto de los ex edificios de la

Facultad de Arquitectura, (hoy afortunadamente demolidos y ocupado su espacio por la

Facultad de Psicología), en función del éxito anteriormente obtenido por la solución de

sobretecho aplicada, por un modesto arquitecto de la Dirección de Construcciones

Universitarias a la ex Dirección General de Administración vecina. Para no abundar

más sobre el tema se aconseja remitirse al opúsculo “Un diseño interesante” de J.

Borgato, (5), joyita que explota con ironía y elegancia la didáctica de la cuestión,

analizando el pensamiento seudocasual de los arquitectos y sus implicancias. (Ver

gráfico XIII).

Externalización de las infraestructuras.

La decisión de alejar y externalizar de los volúmenes construidos los elementos

verticales de conducción de las aguas de lluvia, (bajadas), plantea una cuestión

interesante de abordar. Obviamente, como en todas estas cuestiones que hacen a la

forma edificada, no existen condiciones en términos de mejor-peor, sino decisiones

adoptadas y consecuencias potenciales de ellas. Baste considerar las respuestas

conceptualmente disímiles en este aspecto que brindan las conducciones verticales en

los viejos galpones ferroviarios de Ingeniería en el campus de nuestra Universidad, y la

solución adoptada en nuestra actual Facultad y en Ciencias Políticas, que resuelve por la

solución totalmente contrapuesta, esto es incorporar intencionalmente las conducciones

verticales en el interior de los locales. No se trata de impulsar recetas en determinada

dirección, sino de tener presente las implicancias potenciales de las decisiones

adoptadas y la determinación y consecuente solución apropiada de puntos críticos. Y

también recordar la conformación de lagunas pulsátiles al pié de las bajadas pluviales de

nuestra maravillosa Facultad.

Holgura en las soluciones.

Siempre, como en cualquier subsistema de demanda altamente variable en el

tiempo, (las instalaciones pluviales se encuentran normalmente "secas", pero se las

dimensiona para dar solución a sección llena, como veremos en el anexo final de estas

notas), las decisiones sobre la lluvia y su incidencia en los edificios, las respuestas

deben darse siempre por exceso. Así siempre será conveniente sobredimensionar los

componentes de la instalación para prever lluvias excepcionales o colapsos sectoriales,

ó aún el adicionar protecciones y aislaciones hidráulicas en superficies no

aparentemente expuestas. Como veremos más adelante debe considerarse que las tablas

que son usuales para dimensionar los distintos elementos de esta infraestructura, los

ingleses que las definieron tomaron como parámetros lluvias del orden de los 60

mm/hora, siendo que, en situaciones recientes, el Servicio Meteorológico Nacional, (ver

la página SMN.gov.ar-servicios climáticos para la estación Rosario y el gráfico

XIV), está informando para nuestra zona casos que registran más de 180 mm/día,

(lluvia del 19/12/12), con picos probables de más de 100 mm/hora, lo que hace

mezquina o, cuanto menos, modesta, la previsión histórica. Observar asimismo las

lluvias excedentarias, con respecto al proceso histórico en el segundo semestre de 2012

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y primer trimestre de 2013, en el referido gráfico XIV. Por todo ello, es conveniente no

solo sobredimensionar los elementos componentes de la instalación, sino, además,

considerar diseños que contemplen desbordes controlados o, por ejemplo, el adicionar

protecciones hidráulicas, como decíamos más arriba, en superficies aparentemente no

expuestas a la incidencia directa del agua de lluvia.

Escurrimiento natural.

Es de buen criterio el optar por sistemas con escurrimiento rápido y natural por

gravedad de las aguas de lluvia. En caso de no resultar posible la implementación de

dicho recurso, efectuar previsiones especiales y también por exceso para los sectores de

los edificios que no puedan satisfacer dicha condición, (desbordes a áreas de menor

compromiso funcional, sistemas de bombeo dobles con provisión de energía por

sistemas autónomos, esclusas con cierres de emergencia, etc.). Un caso particularmente

crítico lo representan los subsuelos y medios subsuelos. Conviene recordar la

experiencia desafortunada de la inundación de 1996 en nuestra ciudad, con el colapso

de la instalación de desagües pluviales de la cochera a bajo nivel de un supermercado

céntrico que dejó una buena cantidad de vehículos bajo las aguas, con las consiguientes

demandas por daños derivadas del fenómeno. En este aspecto cabe efectuar una

reflexión: ¿el diseñador tomó una decisión imprudente o inadecuada?. De ninguna

manera, me respondo. Es un razonamiento lógico el asignar a la planta baja del edificio

el sector de compras, razón de ser de un local comercial, en un lote de superficie

relativamente escasa. Por lo tanto, relegar las cocheras al subsuelo luce como una

medida, en principio, atinada. Lo verdaderamente criticable es el no haber tomado los

recaudos apropiados, considerando la eventualidad de los “retornos” desde los

conductos pluviales o pluviocloacales urbanos y con la holgura adecuada. Incluso en

lluvias de menor magnitud que la referida, los camiones atmosféricos de desagote pasan

a formar parte del paisaje de las áreas densamente construidas del centro de nuestra

ciudad, en su tarea de achicar aguas en subsuelos de edificios. Esta situación resultó

dramáticamente repetida durante las inundaciones de La Plata y Buenos Aires en 2013

en barrios de alta densidad habitacional y tradicional alto costo inmobiliario. (Ver

fotografía 20).

Accesibilidad de espacios críticos.

Facilitar una accesibilidad cómoda y clara para toda la instalación. Esta condición se

hace necesaria si se quiere asegurar un mantenimiento adecuado que garantice la

óptima respuesta del subsistema ante eventuales requerimientos críticos. Para ello se

debe contar con puntos de acceso, suficientes y razonablemente distribuidos, para el

buen desarrollo de las tareas mencionadas. Debe extenderse este criterio no sólo a la

instalación en su parte de tendidos solamente, (tema que será tratado posteriormente),

sino especialmente considerando aspectos macro del proyecto, como el facilitar accesos

razonablemente cómodos, aunque sea eventuales, para las cubiertas, canaletas de

colección de aguas de lluvia y otros elementos, sobre todo en el caso de las cubiertas

normalmente inaccesibles. La falta de previsión de dichos elementos de acceso,

desalienta los imprescindibles y periódicos procesos de inspección, registro y limpieza

de los componentes captadores de aguas pluviales. La propuesta inorgánica o

descuidada de estos puntos de paso generan emergentes de tal magnitud que pueden

llegar a afectar formalmente la concepción lucida del diseño de los edificios. En el

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mismo marco de accesibilidad del sistema debe considerarse la adecuada ubicación de

los puntos emergentes de acceso de los tendidos horizontales de conducciones de

aguas, sean ellos enterrados como suspendidos o incluidos en entrepisos, como por

ejemplo las tapas de las bocas de desagüe en el piso de roble de Eslavonia del salón de

los espejos de la Cancillería ó los registros de caños cámara en los revestimientos de

mármol travertino romano pulido al agua en la fachada de la obra de un maravilloso

Centro de Distrito.

Atención a las áreas libres de edificación.

Manejo cuidadoso de las superficies de piso absorbente, su relación de tamaño y

posición con respecto a los volúmenes edificados, y su capacidad de disponer de aguas

provenientes de estos últimos, características de permeabilidad de los suelos y

profundidad de la napa freática. En este último aspecto es fundamental considerar

adecuadamente la profundidad de los cursos de agua subterráneos excesivamente

próximos a la superficie del terreno natural, su comportamiento variable en el tiempo,

la agudización de la problemática ante la recepción de aguas por grandes superficies

construidas y consecuentemente impermeabilizadas, su acción sobre las estructuras,

(fundamentalmente aquellas enterradas), y las solicitaciones especiales, (presión y

subpresión) que tales movimientos generan. Otro aspecto interesante a considerar en el

control de las superficies libres de construcción, es la generación de lagunas pulsátiles

interiores controladas y adecuadamente ubicadas de forma tal que, ante excesos de

precipitación ó colapsos coyunturales parciales, los eventuales desbordes se produzcan

sin afectar los edificios y su funcionamiento. En nuestra Facultad, (fuente siempre

recurrente de ejemplos, generalmente perversos), es notable observar la conformación

de lagunas pulsátiles no controladas, (ni previstas), que se producen ante lluvias

moderadamente intensas, justamente sobre los veredones de acceso a las escaleras y

accesos principales.

Valoración adecuada de la topografía del terreno en relación a los volúmenes

edificados.

Esto resulta casi una obviedad en el caso de terrenos escarpados, ó donde exista

una manifiesta particularidad de variaciones de nivel, incidente en las primigenias

decisiones arquitectónicas, pero no resulta común su consideración en terrenos

predominantemente "planos" o de poco perceptibles desniveles. Esto implica evaluar

no solo el terreno de operación en sí, sino también las áreas externas del entorno de la

obra, sus pendientes naturales, recorridos de cursos de agua previsibles, etc. El plus que

un diseñador inteligente debería considerar está reflejado en el maravilloso

aprovechamiento formal que realiza Miguel Ángel en la explanada de la plaza del

Campidoglio en Roma, enfatizando estas situaciones en el piso y con el remate de la

estatua ecuestre de Marco Aurelio en su espacio central. (Ver fotografía 21)

Las ampliaciones.

Se deben valorar cuidadosamente las soluciones de los puntos críticos que se

desprenden de la unión de ampliaciones con las construcciones preexistentes, así como

el proceso inverso, esto es la previsión de futuras ampliaciones, en relación a los

volúmenes edificados en primera instancia en edificios en los que el proceso de

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crecimiento resulte natural o previsible.

Evitar las contrapendientes

Si bien la instalación de disposición de aguas de lluvia normalmente solo

transporta líquidos con una irrelevante cantidad de material sólido, (polvo, hojas y

material vegetal de pequeñas dimensiones, etc.), es de buen diseño evitar retornos y

contrapendientes en las canalizaciones, incluyendo su salida a disposición final,

acompañando el sentido y pendiente de cordones cunetas o zanjas albañal.

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Gráfico VIIGráfico VIII

Gráfico IX

Gráfico X

Gráfico XI

La forma edificada y el incremento o disminución de puntos críticos

Gráfico XII

El uso apropiado de lossobretechos en la disminuciónde puntos críticos

Gráfico XIII

El comportamiento seudocasual o lasuperstición experimental

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CAPITULO 3.-

LAS DECISIONES SOBRE PARTES DEL EDIFICIO.

Una forma, tal vez excesivamente simplificante pero práctica, para no omitir la

consideración de elementos específicos de las construcciones en relación al fenómeno

de la lluvia, es el evaluar por partes los edificios y atender a las consideraciones que de

cada uno de aquellas se generan. No está de más reiterar que las reflexiones que siguen

no deben hacer perder de vista los aspectos globales de la arquitectura ni mucho menos

las interrelaciones entre las partes, que suelen tener mayor relevancia que cada elemento

en sí mismo.

a) Las cubiertas.

a1) Criterios generales:

Respetar y aún exceder las pendientes adecuadas para las techumbres. Esto es

particularmente necesario en cubiertas "planas" u “horizontales”, (es decir aquellas que

presenten inclinaciones menores al 10%). En este aspecto debe cuidarse adecuadamente

la terminación superficial de dichos planos horizontales de forma tal de no generar

acumulaciones puntualizadas de aguas de lluvia, que inevitablemente tenderán a filtrar

hacia planos inferiores.

Accesibilidad cómoda de las cubiertas. (Especialmente las habitualmente no

accesibles ó no transitables). La falta de medios razonablemente adecuados, seguros y

cómodos para poder acceder a las cubiertas para su registro, inspección, mantenimiento

y reparación, es generadora de una obvia causal de colapsos locales y aun generales de

la infraestructura.

Es de buen proyecto la previsión de desbordes controlados en canaletas, y

cubiertas planas. Por tratarse ambos casos de soluciones comprometidas desde el punto

de vista de la lluvia, es conveniente la previsión de desbordes controlados y

direccionados de forma tal de absorber, con el menor daño posible, potenciales colapsos

locales como obstrucciones eventuales de bajadas ó lluvias de caudal excepcional.

Cambios de dirección en el plano de las cubiertas. Si bien la cubierta es un

aspecto particularmente importante en la definición de la caja edificada y por lo tanto se

reporta como uno de los elementos definitorios de la concepción arquitectónica,

debemos tener en cuenta que todos los cambios de dirección de estos planos generan

puntos críticos a los que se debe atender especialmente. Dentro de estas consideraciones

debe analizarse el tratamiento especial a asignar a las limahoyas de las cubiertas o todo

quiebre que genere concavidad.

a2) Consideraciones constructivas.

Rugosidad de los planos de las cubiertas. Preferentemente se debe optar por

terminaciones que garanticen la menor rugosidad del plano de las cubiertas. Si se trata

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de materiales elaborados en obra, (fundamentalmente en cubiertas húmedas), debe

cuidarse especialmente la calidad de ejecución y terminación.

Los detalles de ejecución deben ser diseñados cuidadosamente de forma tal de

preservar y proteger rigurosamente los elementos más vulnerables, esto es estructuras y

aislaciones. En el primer caso por la gravedad que puede acarrear a la estabilidad del

edificio la degradación de los componentes estructurales, y, en el caso de las

aislaciones, por la inevitable pérdida de capacidad aislante que la incorporación de agua

va generando en ellas.

Deben solaparse adecuadamente los componentes de las cubiertas. El descuido

de las uniones escasamente superpuestas de chapas, tejas, pizarras o aun membranas,

generan puntos de conflicto o de ingreso de agua a través de la piel de los edificios. Este

aspecto debe ser cuidadosamente considerado sobre todo si la lluvia es normalmente

acompañada por viento.

Los emergentes. Son, en todos los casos, generadores de puntos críticos. En las

ventilaciones que exceden el nivel superior de las cubiertas, debe atenderse no solo al

eficiente tapado de las mismas sino también al encuentro con el plano de techos en sí.

Las claraboyas y vidriados de cubierta deben cuidar la relación con las herrerías que

hacen su estructura, los puntos de contacto con el plano y las protecciones contra

granizo y otros impactos potenciales, ya sean de origen accidental o causados por

vandalismo.

Deben evaluarse adecuadamente los cuidados a adoptar para la estructura y otros

elementos de cubiertas livianos, particularmente lábiles a la succión por viento, como

las chapas, sus arriostramientos y la adherencia en las membranas flotantes.

Aceptar los criterios de inclinación mínima de las pendientes recomendadas por

normas confiables o por lo menos las indicadas por los fabricantes. En este último caso

nos podrá ayudar a diluir o compartir las responsabilidades, en caso del fracaso de las

previsiones. Extremar estos cuidados en zonas de vientos moderadamente intensos

incluyendo el respeto, o mejor aún, excediendo las recomendaciones para solapado de

las piezas de terminación de las cubiertas. (Ver fotografías 22, 23, 24 y 25).

a3) Las protecciones hidrófugas.

Tendrán continuidad en todos los casos. Este aspecto que resulta obviamente

indispensable, debe ser especialmente cuidado en donde se plantea un inevitable cambio

de materiales, (por ejemplo membranas ó asfálticos en su unión con morteros

impermeables).

Deben extremarse los cuidados en los bordes de las protecciones, (mojinetes,

quiebres de cubiertas, encuentros con paramentos verticales, etc.)

Se debe optar por elementos constructivos con probada resistencia a las

radiaciones, (térmica, ultravioleta), cuidándose la protección de materiales que fluyen a

temperaturas ambientes moderadamente bajas y los polímeros que puedan ser atacados

por el ultravioleta de la radiación solar.

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En los casos de tratarse de planos transitables deben extremarse los cuidados

en los aspectos de abrasión e impactos.

Es condición apreciable de este tipo de elementos constructivos, la elasticidad

de los materiales empleados y el desempeño en el tiempo de dicha condición. Esto es

particularmente importante en elementos de cubiertas que posean un importante rango

de movimientos, (succión por viento de cubiertas livianas y membranas flotantes,

movimientos estructurales por dilatación térmica o asentamientos estructurales, etc.).

Finalmente debe atenderse a la calidad de los materiales empleados,

fundamentalmente su estabilidad, constancia dimensional en el tiempo y básicamente su

durabilidad, que como siempre decimos, no deberá ser respaldada solo por ensayos de

laboratorio. La observación del comportamiento de los materiales frente a la realidad, si

es posible de evaluar, es mucho más plausible como reflejo de la vida útil de aquellos.

b) Los paramentos verticales.

Deben cuidarse especialmente los puntos de unión con las cubiertas y con el

piso.

Otro punto crítico a atender especialmente es la aislación con respecto al

terreno natural, (cortes adecuados a través de los morteros, de las aislaciones

horizontales y las vinculaciones con las impermeabilizaciones de contrapisos).

Cuando se requiere de aislación hidrófuga vertical en los paramentos, (muros

exteriores), se debe optar por posicionar la misma en el plano exterior, o lo más

próximo al mismo.

Como en el caso de las cubiertas, de poder materializarse sin desnaturalizar el

hecho arquitectónico, se deberá optar por terminaciones lo menos rugosas posibles.

Con las obvias reservas que implica el no interferir con lo formal, (Dios nos

libre y nos guarde…y el demonio no nos tiente…), debe considerarse que los cambios

de dirección ó quiebres en paramentos implican la incorporación de nuevos puntos

críticos. (Sobre todo son especialmente de cuidado los quiebres horizontales ó próximos

a la horizontalidad).

c) Las aberturas

Es de buen proyecto el poder establecer elementos constructivos exteriores de

protección, (aleros, desniveles de piso, etc.), de todo tipo de aberturas, con

independencia de sus tipologías y materiales empleados. Obviamente este es un aspecto

de particular peso en la conformación de la tan preciada imagen exterior de los

edificios, siendo por lo tanto un tema difícil de compatibilizar con las condicionantes

autoimpuestas de diseño, si no entran en la visión global de la arquitectura pensada por

el proyectista.

Es un punto crítico de sumo cuidado el encuentro de las aberturas, (sean ellas

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puertas o ventanas), con los dinteles de mampostería. Difícilmente solucionable en el

caso de las aberturas colocadas en el plomo exterior de los paramentos, especialmente si

se carece de protecciones. En el marco de estas decisiones, los pedestres aleritos casi se

transforman en una necesidad, difícil de incorporar con gracejo y elegancia al diseño

arquitectónico, si no se encuentran pensados íntimamente ligados a la concepción

formal.

Debe cuidarse especialmente la selección de materiales en función de su

comportamiento en relación al agua. Así requiere particular atención la selección de

tipologías de madera y su calidad de secado. También deben extremarse los cuidados a

dos aspectos lábiles de las carpinterías de madera, esto es la putrefacción y el ataque

biológico, que suele acompañarle, protección que debe realizarse mediante procesos

químicos especiales.

En el caso de las aberturas de hierro son de temer las respuestas de las

convencionales aberturas de chapa doblada. En estos casos cuando esa haya sido la

respuesta del proyectista debe operarse con calibres de chapa mayores a los que

habitualmente se emplean en el mercado, (nunca menores a chapa nº 16), y excluir por

lo tanto toda abertura standard convencional o producto de la fabricación en serie.

Asimismo deben extremarse las precauciones en cuanto al tratamiento con

antioxidantes y convertidores. Esto conlleva el no confiar en los tratamientos en este

sentido que se proporcionan en fábrica, pues por razones de costo de materiales y de

rapidez de ejecución se suele abusar de pintados a soplete con productos excesivamente

diluidos. Igual cuidado se requiere en la selección de calidad de las pinturas de

terminación.

En materia de aberturas metálicas de hierro, mejor comportamiento al

envejecimiento proporcionan las aberturas confeccionadas en perfiles, sobre manera los

de doble contacto, pero razones de costo y la variabilidad de las modas las hacen menos

probables de empleo, por lo menos en estos tiempos.

Menor cuidado en cuanto a su comportamiento en el tiempo requieren las

carpinterías de aluminio, pero el costo de las de mayor calidad, y sobre todo si se las

requiere con alguna terminación de color, plantean algunos obstáculos para su uso como

receta universal. En las de inferior calidad es necesario apuntar cuidadosamente a sus

sistemas de cierre, que suelen resultar bastante imperfectos y por lo tanto, si bien no

plantean grandes problemas en cuanto a su comportamiento y envejecimiento en el

tiempo es previsible que generen serios inconvenientes en cuanto a la estanqueidad en

los paramentos en los que se las plantee, si es que no se ha recurrido al empleo de

burletes.

En el diseño de aberturas debe cuidarse especialmente los ejes de giro de las

mismas. Un punto aún más crítico dentro de este aspecto en particular, ya hemos visto

que lo configuran los ejes de giro horizontal que generan una propensión especial al

ingreso de agua de lluvia por filtraciones. Ello podrá ser resuelto únicamente con un

adecuado diseño de la pieza en la que se produce el giro en sí.

Otro punto especialmente a cuidar en las aberturas es el mecanismo de

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sellado de los vidrios, lo que implica una adecuada selección en materia de tipos de

contravidrios a utilizar, sobre todo en lo que hace a sus aspectos de estabilidad en el

tiempo, así como en la decisión de los selladores que den terminación a la colocación.

El diseño de aberturas debe contemplar un eficiente mecanismo de

expulsión natural y rápida de cualquier eventual filtración accidental no deseada de

agua. Si es posible dicho mecanismo debe ser empleado para también la expulsión de

las aguas de condensación.

Deben extremarse los cuidados en la protección de los planos vidriados de

las aberturas al granizo. Este aspecto debe ser más especialmente atendido en planos

vidriados horizontales, próximos a la horizontalidad y aún en superficies verticales si

estas se encuentran muy expuestas. Al margen del problema del granizo, debe resaltarse

que en este tipo de aberturas debe atenderse más que especialmente a las pautas

expresadas en los puntos anteriores.

Un último aspecto a considerar es el de la limpieza de los planos vidriados

excesivamente expuestos. Si bien en estos casos la lluvia opera como un elemento

higienizante, lo hará siempre, (como en una nueva ley de Murphy), en forma despareja,

lo que inevitablemente traerá como resultado una exaltación visual de los sectores

donde el efecto purificador del agua de lluvia no llegue. Por lo tanto es de buen sentido

el pensar en elementos que permitan el acceso para una sencilla limpieza de dichos

planos y aún la reposición inmediata de elementos colapsados por diversos motivos.

Para aquellos faltos de memoria les sugiero recordar el aspecto que presentaba a la

semana de su instalación la "bellísima" galería cubierta de acrílico del ingreso principal

de la Estación Terminal de Ómnibus de Rosario, (y no toda la suciedad era debida al

furor laxante de palomas y murciélagos). En contrario, es un saludable criterio el

incorporar a la resolución de las fachadas donde predominan las superficies de vidrio

sobre todo si los paños son fijos, los elementos de seguridad permanentes que

permitirán realizar tareas de limpieza, mantenimiento y reposición.

d) Los pisos

Deben extremarse los cuidados cuando se opera en áreas en las que la napa

freática se encuentra demasiado próxima a los niveles del piso natural, (menos de 6

metros de profundidad).

Si bien alguna corriente arquitectónica romántica puede plantear la impronta de

la generación de la obra emergiendo del bucólico césped como audacia intelectual, no

estaría de más el pensar que es de buen criterio el lograr un despegue racional entre

edificio y terreno natural. Si bien esta es una visión pedestre y modesta, las humildes

veredas perimetrales a los edificios suelen resultar pragmáticas a la hora de preservar a

los paramentos verticales de la humedad de pisos y de la inevitable suciedad resultado

de las salpicaduras.

Otro aspecto a tener en cuenta es el criterioso manejo de los niveles de pisos

exteriores en relación a la caja construida y espacios interiores. Este tema ya fue

considerado anteriormente en la forma edificada y la lluvia, pero no está de más reiterar

el concepto. Particularmente debe resaltarse el adecuado control de los subniveles en

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relación a los pisos exteriores.

Si bien la seguridad en la circulación dentro de las obras de arquitectura es

habitualmente considerada un arte menor en función de otros parámetros estéticos más

universalmente reconocidos como respetables, la seguridad al resbalamiento en los

pisos mojados es un aspecto que merece una adecuada consideración. En todos casos, si

bien tal vez no es necesario garantizar como exigencia indispensable un “coeficiente

antideslizante U medido con el péndulo de impacto del Departamento de Standards de

Washington mayor a 0,4” (6), por lo menos deberíamos evitar el riesgo de desnucarnos

ó quedar cuadripléjicos por fractura de cervicales, como nos amenazan en días de lluvia,

los pisos de nuestros paseos peatonales o veredas en los que propietarios y/o

profesionales han decidido expresarse con pisos particularmente pulidos, si no

caminamos por cordones rugosos o sendas de albañales respectivamente. (En estos

últimos sólo nos expondremos a fracturarnos tibias y peronés por hundimiento de

losetas ranuradas frágiles).

e) Criterios generales sobre los materiales y la lluvia.

En planos expuestos a la lluvia debe evitarse el uso de materiales con alto

comportamiento hidrófilo.

De poder realizar la opción deben preferirse materiales que impidan el paso del

agua en estado líquido, pero que a la vez sean permeables al paso del agua en estado de

vapor, todo ello para facilitar procesos de rápido secado natural.

Se deben usar combinaciones de materiales que no favorezcan la corrosión

galvánica. Para ello un buen recurso es repasar la cadena de potencial de los materiales

que se explaya en el capítulo respectivo del Reglamento de la ex Gas del Estado, o

cualquier bibliografía afín al tema. (7)

Se deben utilizar materiales y dimensiones de ellos que planteen buena

resistencia al granizo y a otras solicitaciones naturales que suelen acompañar a la lluvia

como, por ejemplo, el viento. (Ver fotografía 26)

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PENDIENTES DE CUBIERTAS SEGÚN MATERIALES

TECHOS DE CHAPA METÁLICA Con desagüe libre y en una sola pieza 8-11 %

Con desagüe a canaleta y solapes 30 cm 11-25 %

Rumania-Paso Borgo. Fotografía 22

(Archivo fotográfico propio)

TECHOS DE TEJAS Coloniales 35-40 %; francesas 35-45 %

Portuguesas 45 %: Pizarra 30 %

Colombia-Isla San Andrés. Fotografía 23

(Archivo fotográfico propio)

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CUBIERTAS DE TEJAS DE MADERA 50-70 %

Rumania-Transilvania. Fotografía 24

(Archivo fotográfico propio)

CUBIERTAS DE PALMA ENTRELAZADA 50-80 %

Rumania-Brasov. Fotografía 25

(Archivo fotográfico propio)

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Edificio después del granizo de noviembre de 2006 en Rosario. Fotografía 26

(Archivo fotográfico Rosario 12)

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CAPITULO 4.-

COMENTARIOS REFERENTES AL DISEÑO DE LAS

INFRAESTRUCTURAS DE DESAGÜES PLUVIALES

Las infraestructuras urbanas de las áreas donde debe operar el diseñador

representan una condicionante independiente de la voluntad del mismo, salvo en

operaciones de urbanización completa, (conjuntos habitacionales, grandes componentes

ó plantas productivas de magnitud), y aún en estos casos, con las limitaciones que

presentan las posibilidades de extensión de las infraestructuras urbanas. El proyectista

encuentra predefinidas situaciones de equipamiento que condicionarán los criterios de

decisión interna aún en sus más pequeños detalles.

Los dos aspectos principales que determinarán los criterios generales en lo

relativo a los desagües pluviales están representados por la cuestión de los niveles del

territorio y la condición de los suelos. En lo referente a este último aspecto son

liminares las condiciones de profundidad de la napa freática y su comportamiento,

generalmente variable en el tiempo, obviamente influido por las condiciones de

humedad y fundamentalmente por el régimen de lluvias.

LAS CUESTIONES REFERENTES A LOS NIVELES DEL TERRITORIO DE

OPERACIÓN.

En este campo debe atenderse a dos cuestiones. La primera es la condición de

saneamiento hidráulico del sector de operación, tema que ya fue abordado en forma

general en la primera parte de estas notas.

El segundo aspecto que debe tenerse en cuenta dentro de este tema es la relación

de los niveles de terreno natural con referencia a la disposición última de los tendidos

infraestructurales locales. Dicha situación asume características particularmente críticas

en el caso de urbanizaciones territorialmente extendidas. En tal ámbito podemos

encontrarnos con la necesidad de establecer niveles de profundidad notoriamente

importantes para garantizar un eficiente drenaje urbano, ya sea en el caso de disposición

por conductos, como en las que el traslado de las aguas se realiza por medio de canales

a cielo abierto. En ambas situaciones es importante el percibir las cuestiones relativas a

las conexiones domiciliarias, (que pueden ser particularmente costosas en algunos

casos), así como las superficies requeridas por las canalizaciones a cielo abierto en

términos de ocupación de espacios públicos, sin perder de vista las obras de seguridad

adicionales que se requieren en emprendimientos de esta naturaleza, (alcantarillas,

guardarrails, defensas, barandas, etc.).

Un tema aparte pero relacionado con estas cuestiones en el caso de operaciones

urbanas de cierta magnitud, alejamiento o extensión, es el de la necesidad de resolver

desagües de áreas críticas mediante el recurso de las plantas de bombeo para salvar el

déficit de pendientes. Este aspecto excede el marco de actuación del arquitecto en lo que

hace a su resolución técnica, pero no debe ser perdido de vista por nuestros congéneres

disciplinarios actuando a la sazón en equipos de desarrollo urbano dada la multiplicidad

de costos adicionales y cuestiones relativas al mantenimiento que generan tales

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artificiosos recursos. No debe obviarse de considerar la natural resistencia, efectivizada

como política corriente por la ex-DIPOS, dado el requerimiento indispensable de

personal permanente para mantenimiento y operación, y la posible continuidad en la

actitud, por problemas presupuestarios, de las actuales empresas prestatarias del

servicio.

LA APTITUD DE LOS SUELOS DESDE EL PUNTO DE VISTA HIDRÁULICO.

Al margen de la elemental condición que establece la relación entre niveles

territoriales y cursos de agua que ya fuera expresada en la parte primera de estas notas,

debe evaluarse cuidadosamente un aspecto que hasta ahora habíamos desarrollado

parcialmente, como lo es la relación del nivel de superficie de los suelos con la

profundidad de los cursos de agua subterráneos más próximos, (napa freática ó primer

napa). Resulta más que obvio, sobre todo en las infraestructuraciones urbanas a cielo

abierto, la incidencia de la profundidad de la napa freática y su comportamiento variable

en el tiempo, y con el aumento del caudal de las precipitaciones, como limitante a las

posibilidades de disposición mediante estos recursos. Por otra parte no debe perderse de

vista la relación de aptitud de los territorios en esta materia en lo que hace a otras

infraestructuras, fundamentalmente la de desagües cloacales que intentaremos abordar

en documentos posteriores.

Volviendo al tema que nos ocupa, esto es la disposición de efluentes pluviales

debemos considerar especialmente que toda área que no garantice una amplia seguridad

en cuanto a profundidad mínima de napas resultaría, en principio, inapta para su

urbanización, por lo menos intensiva. Es notable observar el despropósito que se

verifica en algunas urbanizaciones privadas “de alta gama”, término pavote con que se

las suele denominar actualmente, en la región, en las que se puede observar claramente

el emerger de la napa freática en los niveles de terreno natural. En este aspecto, el que

suscribe estas notas, sustenta una teoría que tiene que ver con el desarrollo de lo que se

denominaría la “tilinguería” de nuestra sociedad demandante de “countrys”, clubes de

campo, y “choterías” afines, guetos de lujo al fin y al cabo, pero eso es otra historia más

ligada a un estudio psico-sociológico y que excede el alcance de este trabajo.

En este marco es interesante considerar un ejemplo que nos resulta particularmente

próximo por haberlo vivido este redactor, en forma personal, cuando trabajaba hace

algunos años en los problemas de la ciudad de Rosario. Durante el gobierno

democrático 1973-76, mediante la gestión de técnicos en planeamiento que venían

desde años atrás operando en cuanto a limitaciones a urbanizaciones anárquicas, (entre

ellos quien esto escribe), se logró establecer una normativa restrictiva para el

crecimiento inorgánico de la planta urbana que calificaba inaptas las áreas en donde la

profundidad de las napas fuera inferior a los 6 metros de distancia con respecto a los

niveles de terreno natural.

Lo significativo del hecho es que los funcionarios colaboradores del gobierno de

facto subsiguiente (1976-1983) derogaron en forma casi inmediata a su asunción la

Ordenanza que establecía dichas limitaciones. (¿Curioso, no?. ¿O nuevamente la

presión de los propietarios de la tierra ante gobiernos particularmente sensibles a esos

intereses?). Recién con la sanción de la nueva Ordenanza de Urbanizaciones, merced a

la acción de los nuevos funcionarios de los gobiernos democráticos siguientes se

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restauraron muchas de las prudentes disposiciones originalmente sancionadas.

Se pensará que de allí en adelante la sociedad rosarina habrá aprendido de la

experiencia acumulada. Nada más lejos de ello. Hace un par de años, el que esto escribe

tuvo el dudoso placer de ver operar a distinguidos académicos de esta prestigiosa

Universidad de Rosario, por suerte no provenientes de esta Facultad, a los efectos de

modificar las cotas de inundabilidad en la zona de Nuevo Alberdi, dando como

resultado el “adecuar” las áreas teóricamente aptas para la construcción de barrios

populares en el sector. Obviamente todavía es demasiado pronto para tomar conciencia

de los daños potencialmente emergentes de estas decisiones. Pero como siempre

decimos “The end is at hand”, solo es cuestión de tiempo y de alguna lluvia

“moderadamente intensa”.

En la historia de Rosario cabe destacar algunos casos que merecen una referencia

especial, ya sea por dimensiones como por ubicación. Vale recordar la existencia de

lagunas emergentes de napas dentro de la planta urbana que fueron cegadas por el

“progreso”. La más notoria es la Laguna de Sánchez, (alrededor de 7 hectáreas), en las

proximidades de la actual Plaza Sarmiento. (Ver fotografía 27). A aquellos interesados

en este tema, por curiosidad o por causas más nobles, les proponemos la lectura de la

página de Wikipedia, “Lagunas de Rosario en 1900”, donde se refieren otras lagunas

notorias.

En este campo, no obstante el criterio general de prevención de urbanización

indiscriminada, tal vez sea conveniente hacer alguna referencia a mecanismos técnicos a

aplicar al saneamiento hidráulico de suelos comprometidos por presencia de "altas"

napas freáticas. En tal aspecto es conveniente efectuar una descripción de algunas

nociones de infraestructuras de escala urbana tendientes a lograr la depresión de los

cursos de agua subterráneos, o por lo menos la no agudización del problema por la

incorporación de aguas de lluvia filtradas al subsuelo.

Básicamente se suele operar a través de dos sistemas:

1. Sistema de drenaje regular, (indirecto), a través de la incorporación al suelo de

tendidos de tubos perforados con destino en una colectora principal (emisario).

(Ver Gráfico XV)

2. Sistema de drenaje directo, donde se combinan tubos perforados vinculados a

drenajes a cielo abierto, (zanjas y canales). (Ver Gráfico XVI).

En ambos casos, en los sectores de tubería se utilizan caños perforados de PVC,

polietileno de alta densidad, polímeros con refuerzo de fibra de vidrio ó eventualmente

cementicios o de cerámica. Las secciones suelen variar grandemente según la demanda

de caudales potenciales desde 2" a 6" y más para los troncales principales. Se colocan a

profundidades variables entre los 80 cm y 1,50 m y con perforaciones de 10 a 25 cm2

por metro lineal de dren. Se los ubica con distancias entre ellos variable según la

permeabilidad de los suelos en los que se opera. Para suelos de permeabilidad lenta

entre 9 y 20 metros. Para permeabilidad moderada de 20 a 30 metros, y para

permeabilidad rápida entre 30 y 90 metros. Las pendientes deberán garantizar

velocidades mínimas y máximas para evitar asentamientos ó turbulencias,

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considerándose razonables velocidades de caudales entre 0,15 a 1,50 metros/segundo.

Obviamente, al tratarse de drenajes enterrados, es necesario cubrir las perforaciones con

mallas de alambre que impidan el ingreso de barros y otros sólidos a los conductos.

POSIBILIDADES DE DISPOSICIÓN FINAL DE LAS INSTALACIONES

INTERNAS DE LOS EDIFICIOS

Lógicamente este es un campo en el cual generalmente las posibilidades de

actuación del diseñador de la infraestructura interior, se encuentran ciertamente

enmarcadas en situaciones urbanas de hecho y preexistentes con carácter de

condicionante impuesta por la realidad y por lo tanto independiente generalmente de su

voluntad. No obstante creemos que puede resultar útil la descripción de alternativas y

sus implicancias en las instalaciones internas como medio de no omitir aspectos

esenciales al proyecto.

Previo a la descripción de las alternativas más frecuentes en este tipo de

infraestructuras debemos mencionar los dos esquemas básicos de disposición que

contienen a las restantes variantes:

1) sistemas unitarios.

En esta alternativa las instalaciones internas pluviales y cloacales, si bien

discurren como sistemas diferentes en el edificio, se unifican en un artefacto próximo a

la conexión, (generalmente una cámara de inspección principal), previa interposición de

artefactos sifonados que interrumpan la conexión ambiental del sistema cloacal con los

espacios habitables o transitables en los que coexisten elementos abiertos del sistema

pluvial. La disposición final se produce por conexión a un conducto pluviocloacal de,

(deseable), holgada sección y que a su vez recibe los desagües pluviales de las áreas

públicas a través de bocas de tormenta, también sifonadas y adecuadas a grandes

caudales. Generalmente este sistema se corresponde con áreas de antigua urbanización,

(radio antiguo). Obviamente es una disposición urbana que genera un alto riesgo de

retornos al interior de los inmuebles en caso de lluvias de moderada a gran intensidad,

con el agravante del posible ingreso a espacios habitables de líquidos contaminados con

desechos cloacales y por lo tanto fuertemente sépticos.

2) sistemas separativos

Son los sistemas más frecuentes de disposición de pluviales y cloacales. En estos

casos las conducciones de ambas tipologías de efluentes discurren en ámbitos

totalmente diferentes en las instalaciones internas. Los efluentes cloacales se disponen a

sistemas autónomos interiores ó a tendidos cloacales exteriores exclusivamente

destinados a ellos. Los desagües pluviales se disponen a calzada ó a conducto

específico.

Más recientemente, por lo menos en nuestra región, en edificios con gran

superficie de impermeabilización, (mayor a 500 m2), o superiores a determinada altura,

se impone, previo a la salida a calzada, la inclusión de un denominado tanque retardador

de desagües pluviales, con un control de sección en la salida mediante reducción de

diámetros de conducto y una capacidad proporcional a los caudales presumibles, (ver

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Tabla A). La función de dicho recurso es retener, en momentos de intensos caudales

precipitados y liberarlos gradualmente sin comprometer excesivamente los espacios

públicos, veredas y calzadas. Obviamente el sistema no resultará totalmente eficiente

mientras no se difunda en la mayoría de los edificios existentes que no cuentan con el

referido recurso. (Ver gráfico XXII) Pero por lo menos se establece una tendencia a

futuro con la exigencia en nuevas construcciones. En caso de operaciones urbanísticas

de mayor complejidad como barrios de viviendas u otros grandes componentes urbanos,

los tanques retardadores pueden ser reemplazados por áreas libres de edificación que

cumplan dicha función a escala apropiada del conjunto, (espacios verdes, sectores para

equipamiento deportivo, etc.).

ALTERNATIVAS DE DISPOSICIÓN DE DESAGÜES PLUVIALES MÁS

HABITUALES.

A cordón.

Se realiza mediante conducto bajo nivel de vereda, (condutal), con salida al

cordón cuneta que deslinda acera de calzada. Dado el poco espacio disponible para

ubicar dichos conductos, (entre el nivel de piso de vereda y fondo del cordón cuneta),

los mismos normalmente no pueden superar un diámetro comercial de 4" (0,100 m). Tal

situación implica que, generalmente, en edificios medianos ya será necesario disponer

de varias salidas para satisfacer el requerimiento de los caudales. Todo ello sin perjuicio

de aplicar las restricciones referidas en el párrafo anterior para los casos de instalación

de tanques retardadores. Por tal razón, si bien en las instalaciones interiores de los

edificios se puede operar con diámetros mayores, habrá que contar con elementos de

transición (Bocas de Desagüe Tapadas - BDT), en proximidades del deslinde de los

terrenos privados con la línea municipal, para efectuar la conversión a la sección

máxima admitida bajo vereda. Otro aspecto a tener en cuenta es la ubicación de la salida

a cordón en relación a las pendientes de cuneta, (siendo el desemboque exigido con un

ángulo máximo de 90º). (Ver gráfico XVII). Esta tipología de disposición es la más

frecuente en áreas con pavimento a nivel definitivo y consecuentemente equipadas con

sistema por conducto colector de desagües cloacales urbanos.

A zanja albañal.

Este tipo de disposición de desagües pluviales es la más habitual en áreas

insuficientemente equipadas, donde todavía no existen pavimentos, ó por lo menos si se

lo dispone de algún tipo, es transitorio por no contarse con niveles definitivos de

calzada, (pavimentos tipo ruta, sin cordón cuneta, mejorados, estabilizados de bajo

costo). Habitualmente se corresponden con áreas periféricas con servicios incompletos y

por lo tanto sin equipamiento cloacal a escala urbana, (resolución por sistemas estáticos

individuales ó autónomos). Conceptualmente los criterios de disposición de los caudales

pluviales son análogos al sistema de disposición a cordón, con la diferencia obvia del

mayor mantenimiento que requiere la infraestructura urbana sectorial. También deben

ser tenidos en cuenta, de ser requeridos, los criterios de aplicación para tanque

retardador en la parcela o colectivo de tratarse de un emprendimiento urbanístico de

magnitud que así lo requiera. (Ver gráfico XVIII).

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A conducto pluvial.

Sistema en paralelo con el sistema cloacal dinámico ó coexistiendo con sistemas

cloacales autónomos. No se encuentra demasiado difundida en nuestro medio, excepto

en barrios de la semiperiferia que se fueran equipando algo anárquicamente. Plantea

como particularidad el hecho del mayor costo de las instalaciones internas si se trata de

edificios que requieren múltiples conexiones, (por ejemplo, edificios de frente

extendido). Por otra parte, también esboza las limitaciones a la sección máxima de los

conductos de salida en función del diámetro disponible en el colector. Otro

inconveniente que plantea el sistema es derivado de la desaprensiva conducta de

algunos usuarios de efectuar vuelcos clandestinos de efluentes cloacales, produciendo

un impacto indeseable sobre las áreas involucradas.

A colectora pluvial de futuro carácter cloacal, (semicloaca).

Sistema mixto que se describirá en algún trabajo siguiente referente a

disposición de efluentes cloacales. Generalmente se corresponde con áreas de servicios

incompletos y que, fundamentalmente, no cuentan con disponibilidad inmediata de

conectarse a la infraestructura cloacal general de la planta urbana, siendo

frecuentemente derivados a cursos de aguas menores. Coexisten necesariamente con

sistemas de efluentes cloacales primarios de aguas negras, dispuestos a sistemas

autónomos. Plantean, en materia de conexiones análogas limitaciones al sistema

descripto en el punto precedente, con el riesgo también del impacto contaminante, de

practicarse conexiones clandestinas, de aguas negras cloacales, en el curso de arroyos

de poco caudal. (Ver Gráfico XIX).

A colectora pluviocloacal

Sistema unitario pluviocloacal, generalmente compatible con el radio antiguo,

(radio histórico). (Ver gráfico XX).

Disposición de aguas pluviales dentro del predio.

Esta última posibilidad se limita a emprendimientos que involucran grandes

superficies territoriales y aptitud absorbente apropiada de los suelos, ó aquellos en los

que mediante técnicas especiales, (no necesariamente modernas ni sofisticadas),

plantean la recuperación del agua de lluvia y su reutilización para usos humanos, riego,

agrícolas ó industriales. Demás está considerar la positiva utilización del sistema de

tanques retardadores individuales por edificio si correspondiere su exigencia o se

planteara un racional aprovechamiento de las aguas de lluvia en función de una deseable

economía de recursos. (Ver gráfico XXI)

Las cuantificaciones en las infraestructuras urbanas

Este campo de acción excede normalmente lo que habitualmente son las

incumbencias del arquitecto. No obstante, para aquellos que se encuentren

particularmente interesados en estas cuestiones urbanas se sugiere recurrir a la amplia

información existente en los institutos especializados de ingeniería sanitaria. Para

aquellos que operen normalmente en el campo de la arquitectura como hecho puntual,

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será suficiente el requerir adecuada y completa información de las características del

equipamiento urbano existente de las áreas en las que se opere, en los entes que

habitualmente tienen jurisdicción sobre los mismos.

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colectores secundarios

colector principal

emisario

boca

Drenaje en zonas de napas altas-por zanjas abiertas o tubos enterrados.-tubos perforados de pvc o polietilenode alta densidad corrugados enterrados.-profundidad: 0,80 m a 1,60 m.-perforaciones: 10 a 25 cm2 por metrolineal de dren.

diámetro: 2” a 6”.-distancia entre drenes según permeab.de los suelos:

permeabilidad lenta: 9 a 20 m.permeabilidad moderada: 20 a 30 m.permeabilidad rápida: 30 a 40 m.-pendientes deberán garantizarvelocidades: Mínimas 0,15 a 0.45 m/sMáximas 1,00 a 1,59 m/s-mallas para filtrado de las perforaciones.

SISTEMA DE DRENAJEREGULAR (INDIRECTO)

Gráfico XV

colectores secundarios (zanjas)

colector principal a cielo abierto

SISTEMA DE DRENAJEDIRECTO

Gráfico XVI

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L .M .

B D TN iv e l v e red aC o rd ó n

Disposición a cordón

Gráfico XVII L.M .

B D TN iv e l v e red aCo r d ó n

za n ja

Disposición a zanja albañal

Gráfico XVIII L.M .

B D TC o rd ó n B D T (e sp .)

Disposición por sistema mixto

(semicloaca)

Gráfico XIX L.M .

B D TN ive l ve red aC o rd ó n

D ISP O SIC IÓ N A CO R D Ó N

C I

Disposición por sistema unitario

Gráfico XX

L .M .

Nivel vered aCo rd ó n

Disposición a cordón

(Con tanque retardador)

Gráfico XXI

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TABLA A

Tanques retardadores (Municipalidad de Rosario)

Exigencia para edificios de más de 500 m2

De superficie impermeabilizada y/o más de

23 metros de altura

Tipo de cubierta Superficie

impermeabilizada M2

Volumen litros

Diámetro máximo de salida

M

Diám. máximo comercial de salida

pulgadas

horizontal 100 650 0,04 1 y 1/2

200 1200 0,045 1 y 1/2

300 1600 0,05 2

400 2000 0,055 2

500 2500 0,06 2 y 1/2

700 3500 0,07 2 y 1/2

800 4000 0,075 3

900 4200 0,06 3

1000 4400 0,085 3

inclinada h/15% 100 660 0,04 1 y 1/2

200 1300 0,045 1 y 1/2

300 1700 0,05 2

400 2100 0,055 2

500 2600 0,06 2 y 1/2

600 3200 0,065 2 y 1/2

700 3800 0,07 2 y 1/2

800 4300 0,075 3

900 4600 0,08 3

1000 4700 0,085 3

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DISPOSITIVO PARA REGULACIÓN DE CAUDALES PLUVIALES

(TANQUE RETARDADOR) (Ord. 8334/08)

Secretaría de Obras Públicas-Municipalidad de Rosario

bajadas de techos

Ramal T contapa deinspección

Tanque retardador

caño de desborde

clapeta con paso de salida (unicamente)

Ramal T contapa deinspección

BDT

Reducción de 4”, 5”, 6”a diámetros de tabla

caño de desborde igual diámetrode la bajada de techos

Gráfico XXII

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CAPITULO 5.-

CRITERIOS ESTRATÉGICOS DE UNA INSTALACIÓN

La descripción de criterios que expresamos más adelante no intenta ser un

listado cerrado, ni establecer órdenes de prelación en las cuestiones a definir, pero si

configurar aspectos tentativos de cuestiones conceptuales a atender para establecer

estándares mínimos de habitabilidad, confort, seguridad y básicamente reducción de

potenciales deterioros del producto edificado y disminución de costos de mantenimiento

y reparación.

El no cumplimiento estricto de dichas pautas no implica por sí descalificación ni

limitación al carácter primigenio de la decisión arquitectónica si se motiva en

consideraciones proyectuales, sino que advierte que se requerirá especial atención en las

respuestas, (imaginativas), tecnológicas adecuadas que sustituyan las ventajas que

dichos criterios generales tienden a consolidar. Lo que resulta inadmisible es la omisión

de la consideración del problema por mero olvido, desidia o ignorancia. Concluyendo:

con la infraestructura de desagües pluviales se pueden tomar decisiones de cualquier

naturaleza de diseño, pero lo único que no será posible, es evitar las consecuencias.

a) Diferenciación de efluentes pluviales y cloacales.

El establecimiento de claros criterios de diferenciación entre lo que significa un

efluente pluvial "puro" y un efluente de características cloacales, aunque parezca una

obviedad, no resulta, en algunas particularidades edilicias, tan evidente, y suele, en

algunos casos plantear dificultades de resolución adecuada. El caso de una playa

depósito al aire libre en la que se estacionan elementos que, en contacto con la lluvia,

liberen solventes, grasas, pinturas ó productos químicos de alguna naturaleza, configura,

sin duda, un área de remisión de efluentes cloacales, (y aún efluentes industriales

peligrosos, con requerimiento de tratamiento previo a la disposición final), y no

pluviales, aunque desde el punto de vista de los caudales de mayor demanda se

encuentran las disposiciones de las aguas de lluvia. El caso de los balcones y patios

normalmente accesibles, que regularmente son lavados con jabones, detergentes o

productos de limpieza en general, presentan una situación análoga a la anterior. A

veces, en ambos casos de playas descubiertas o patios de grandes edificios públicos,

(por ejemplo, escuelas), suelen presentarse inconvenientes de disposición final cuando

esta se recepciona en colectores cloacales ó pluviocloacales escasos, ó faltos de

previsiones de caudales importantes en sistemas estáticos, (autónomos), y necesitan dar

respuesta, paralelamente, a lluvias de mediana o gran intensidad. Una respuesta

interesante, (aunque todavía no oficializada), a estas situaciones puede ofrecerse a

través del procedimiento de emergencia diseñado por la ex-DIPOS, para sistemas

pluviocloacales, (semicloaca), al que hicimos referencia más arriba, y que se

desarrollará posteriormente, si es que tenemos oportunidad, en los trabajos específicos

sobre disposición de efluentes cloacales.

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b) Externalización de las infraestructuras

Se deberá cuidar especialmente la ubicación de partes de la instalación con

relación a los deslindes parcelarios del inmueble, sean estos líneas de separación con

espacios públicos, (líneas municipales), o con inmuebles de otros propietarios, (ejes

medianeros). Existen normas reglamentarias precisas con respecto a distancias mínimas

a respetar, (generalmente distancias de 60/70 cm a ejes medianeros), que incluso se

originan en el propio Código Civil, norma de carácter superior a cualquier Código de

Edificación local. No respetarlas, incluso con márgenes de exceso implica el exponerse

a incrementar los puntos críticos de los edificios y aún a verse envuelto en acciones de

mala praxis o diferendos litigiosos vecinales. (Ver gráfico XXIII).

De ser factible, las instalaciones de descargas pluviales y sus artefactos

vinculados, por ejemplo las bocas de desagües, embudos y canaletas deberían ser

externas a la caja edificada, (ver gráfico XXIV), lo que facilita la percepción inmediata

de pequeños y medianos colapsos, evitando que estos afecten a espacios interiores y a la

vez permitiendo una más sencilla tarea de mantenimiento y reparaciones. Suele

plantearse dificultad de resolución de dicho criterio en los edificios que se "apoyan"

sobre los deslindes parcelarios, (medianeras), ó sobre la línea municipal, y

fundamentalmente en aquellos que reúnen ambas condiciones, esto es edificios entre

medianeras y ubicados simultáneamente en la línea municipal. El caso más prototípico

es de los caños de bajadas pluviales, ubicados a filo de la línea municipal, y su

indispensable Boca de Desagüe Tapada, (BDT), al pié, la que, necesariamente,

ocuparía, en forma antirreglamentaria, espacios públicos de vereda.

c) Estrategias de disposición rápida del efluente

Resulta de buen criterio estratégico proyectual el lograr un diseño

infraestructural que facilite la más rápida expulsión del agua de lluvia por fuera de los

edificios en general y del predio en particular. Esto conlleva tener en cuenta que será, en

principio, conveniente el contar con una dispersión de puntos de bajada y salidas, más

que en una concentración en pocos troncales. (Ver gráfico XXV). Como resulta fácil

observar, en este aspecto, el criterio resulta antitético con los habitualmente aplicados a

las instalaciones de disposición de efluentes cloacales. En estos últimos, por razones de

costo y complejidad de la construcción de las conexiones, así como por razones de

menor demanda de caudales, la tendencia estratégica conveniente es la de la

concentración de los puntos de salida. Otro punto a considerar que tiene injerencia, si

se quiere contradictoria con este criterio general, es el ya expuesto caso de la exigencia

de tanques retardadores de líquidos pluviales.

d) Disposición por gravedad.

Como en las instalaciones de efluentes cloacales, debe recurrirse siempre que

sea posible, a la disposición de aguas por gravedad. Ello requiere un cuidadoso análisis

de las pendientes naturales de los terrenos, distribución de volúmenes edificados y

superficies de piso impermeables, y conjuntamente todos ellos con las distancias de

recorrido. Este aspecto del problema plantea el manejo de dos cuestiones disímiles en la

comparación con las instalaciones de desagües cloacales. El primero de ellos es la

naturaleza cuantitativa de las pendientes (normalmente de 1mm/m hasta 1 cm/m),

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sensiblemente inferior a aquellas. El otro aspecto resulta de las características de mayor

"superficialidad" de los tendidos horizontales de lluvia que en la mayoría de las

alternativas de disposición final, (por ejemplo a cordón), requieren de exiguos espacios

para desarrollar la instalación. Aun en los casos de disposición a colectora pluvial, es de

presumir poco desnivel para operar, dado que dichos tendidos no suelen resultar

demasiado profundos en relación a los niveles naturales del terreno, en el caso de

topografías no escarpadas. La consideración de este aspecto resulta liminar en caso de

edificios de planta extendida para la definición de los niveles interiores de piso,

llevando en algunos casos, sobre todo en grandes superficies, a considerar

especialmente la sobreelevación de los pisos interiores, con eventuales rellenos y costos

consecuentes. No debe olvidarse por otra parte, el cumplimiento de los requerimientos

de tapada mínima que se establecen para los distintos materiales empleados en las

conducciones, sobre todo en las puntas de la instalación, los que establecen una

limitante especialmente crítica en los desniveles disponibles. Todo lo expresado en este

punto no conlleva la descalificación apriorística de proyectos que contemplen

subniveles y las consecuentes disposiciones de efluentes por medios mecánicos. Si

deben adoptarse prudentes recaudos ante tales decisiones proyectuales que contemplen

distintas eventualidades de colapsos energéticos o comportamientos de las instalaciones

y los edificios ante lluvias, como siempre decimos, “moderadamente” excepcionales.

e) Accesibilidad de la instalación.

Como ya vimos en la primera parte de estas notas es necesario facilitar una

accesibilidad cómoda y clara para toda la instalación, como condición necesaria para

asegurar un mantenimiento adecuado que garantice la óptima respuesta del subsistema

ante eventuales requerimientos críticos.

En el mismo marco de accesibilidad del sistema debe considerarse la adecuada

distribución de los puntos de acceso de los tendidos horizontales de conducciones de

aguas, sean ellos enterrados como suspendidos o incluidos en entrepisos. Los puntos de

acceso deben preferentemente ubicarse en espacios externos a los bloques edificados, y,

de tener, inevitablemente, que ubicarse en locales interiores, se deberá optar por su

localización en áreas neutras, (circulaciones, galerías, halls), o en espacios de bajo

compromiso funcional, por la eventualidad de desbordes derivados de colapsos

accidentales o provenientes de lluvias de intensidad no previstas.

Como toda infraestructura que, total ó parcialmente, se encuentra oculta, debe

preverse la suficiente cantidad de puntos de acceso que permitan el registro y faciliten el

mantenimiento preventivo de la instalación. Si bien el sistema no plantea las

complejidades de la instalación cloacal, atendiendo al tenor predominantemente líquido

y no agresivo ó séptico del efluente, debe atenderse especialmente a la creación de

suficiente cantidad de puntos de acceso, distancias, (no mayores de 15 metros, por

razones operativas - ver gráfico XXVI), entre ellos, y a la supresión de empalmes de

tendidos mediante caños, (ramales). (Ver gráfico XXVII). En este último caso, cuando

resulta necesario encauzar dos tendidos en una sola salida o bajada debe recurrirse a

elementos de acceso convenientemente ubicados como piezas con registro, (caños

cámara, codos y ramales con tapa de registro, para bajadas verticales, o cámaras

especiales - Bocas de desagüe - para tramos horizontales enterrados). Debe atenderse,

con el mismo criterio los puntos en que la instalación cambia de dirección en horizontal,

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pero sobretodo en los cambios de vertical a horizontal, (pié de bajadas). En este último

caso es absolutamente necesario la inclusión de Bocas de Desagüe Tapadas, (BDT),

(ver gráfico XXVIII), al pié de cada elemento de descarga vertical. La condición de

tapadas de dichas BDT se requiere, dada la posibilidad que, ante caudales importantes,

pueda producirse el desborde violento de las mismas. No obstante existen en distintas

provincias y ciudades, (no es el caso de nuestra región), normas en donde resulta

admisible la colocación al pie de las bajadas de Bocas de Desagüe Abiertas (BDA). En

todos los casos es conveniente considerar informarse sobre las normas locales y tener en

cuenta los criterios ya expresados sobre calidad de los efluentes y riesgo de impacto en

locales de gran compromiso funcional.

f) Compatibilización con otros elementos del edificio.

Dadas las dimensiones de los distintos componentes de la instalación, se observa

claramente que no es una infraestructura que resulte simplemente aditiva en instancias

avanzadas del proyecto. Aun dejando de lado la incidencia primaria de las decisiones

sobre forma edificada, esta infraestructura no puede "superponerse" a un proyecto

totalmente definido sin riesgos de caer en imprevisiones que desnaturalicen la

concepción de la materia y forma edificadas. Por lo tanto está presente en las decisiones

iniciales la relación de la instalación con elementos estructurales, (losas, vigas,

columnas, bases, cimientos), constructivas, (cubiertas, paramentos, aberturas), y

compatibilidad con otras infraestructuras, (electricidad, gas, cloacas, etc.).

g) La conveniencia de las respuestas por exceso.

Como en el caso de la consideración de la forma edificada, resulta de buen

criterio proyectual el asignar soluciones cuantitativamente holgadas a esta instalación.

Cabe reflexionar que un proyecto infraestructural ajustado estrictamente a los límites

reglamentarios, (sobre todo en las superficies máximas que deben ser drenadas), no

necesariamente configura un buen diseño. Como insistimos habitualmente, las normas

reglamentarias son solo subestándares por debajo de los cuales no podemos estar sin

correr riesgos en cuanto a la praxis, pero no garantizan per se calidades de decisión. Es

notable observar la tendencia habitual de estudiantes y aun diseñadores con experiencia

de moverse peligrosamente sobre los límites reglamentarios en cuanto a superficies a

desaguar, secciones necesarias, pendientes y distancias entre puntos de acceso de la

instalación, por ejemplo. Contra estas conductas cuantitativas de diseño deben oponerse

criterios de holgura dimensional y de decisiones que permitan disminuir al mínimo

posible la vulnerabilidad de los edificios ante situaciones meteorológicas excepcionales

ó ante colapsos parciales o accidentales de la infraestructura. Conviene resaltar, como

veremos más adelante, que las antiguas normas cuantitativas para drenajes pluviales que

se derivan del viejo reglamento de la ex – OSN, se confeccionaron teniendo en cuenta

precipitaciones de hasta 60 mm/h, cuando la historia reciente de la ciudad y la región

nos está revelando picos de precipitación mucho más altos como ya vimos en las partes

iniciales de este trabajo. Una consideración especial en cuanto a las condiciones de

robustez de la instalación debe efectuarse, no solo en cuanto a las secciones y/o tamaños

de los elementos sino también al espesor de pared de las conducciones. Por ejemplo

para el PVC usual en esta infraestructura los proveedores aconsejan usar el espesor de

pared de los caños de 1,9 mm, mientras que se aconseja emplear el de 3,2 mm para

desagües cloacales. Si bien el efluente cloacal es altamente séptico y es buena la

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precaución aconsejada, no debe olvidarse que las instalaciones pluviales deben ser

consideradas operando a sección llena, (a diferencia de las cloacales, que normalmente

no presentan criticidad desde el punto de vista de los caudales), y que en un sistema de

la naturaleza que nos ocupa una determinación de ahorro en espesor de paredes de

caños, puede resultar particularmente catastrófica de producirse un colapso aun parcial.

h) Claridad de los tendidos.

La claridad de los tendidos implica un aspecto de importancia sobre todo en las

infraestructuras total o parcialmente ocultas. Es obvio que una percepción rápida ó aun

anticipada de pequeños colapsos parciales, que garantiza una instalación

predominantemente a la vista asegura un efectivo control permanente de la misma,

facilitando mantenimiento y reparación. En el caso de la infraestructura de desagües

pluviales, como en otras, existe, por lo menos en parte importante de la misma, amplios

sectores que se encuentran ocultos. Precisamente para estos sectores un recorrido claro,

(ortogonalidad, pasaje por espacios neutros como galerías y halls), permite que, en caso

de necesidad de registro ó acciones de mantenimiento y reparación de la instalación, se

tenga percepción bastante aproximada de los lugares donde operar. Los tendidos que se

alejan de la ortogonalidad pueden representar una aparente economía en conductos, que

no es generalmente significativa en una obra convencional, y que se amortiza

rápidamente a la hora de evaluar costos de mantenimiento y reparación, en donde la

búsqueda de potenciales puntos de conflicto requerirá de remoción de pisos,

revestimientos y otros elementos constructivos costosos confiando en la presunción de

recorridos y en planos que, muy a menudo, suelen no ajustarse totalmente a la realidad

fáctica del edificio construido.

i) Cuidadoso manejo de superficies absorbentes.

Existe una tendencia natural en los diseñadores a presumir que todo espacio

libre de piso, sin embaldosados ni contrapisos, cuenta con características apropiadas

para absorber la lluvia sin limitaciones. Esto puede resultar así en la medida que el suelo

natural tenga edafológicamente reales aptitudes de absorción y siempre que la

derivación de aguas de grandes superficies descubiertas de piso construido e

impermeable no se canalicen gravosamente sobre los mismos. La consideración

adecuada de este punto del proyecto conlleva la necesidad de un estudio cuidadoso de

ambos aspectos, tanto las capacidades reales de absorción del suelo natural,

(escorrentías), como de las relaciones de superficie de piso absorbente-piso

impermeabilizado. Además debe considerarse adecuadamente, fundamentalmente en

climas lluviosos, o donde sean frecuentes los temporales, la posibilidad de la saturación

de los suelos absorbentes, sobre todo en el caso de temporales de mediana o larga

duración, considerando mediana o larga duración el lapso de 3 o 4 días de lluvia

sostenida, que llevan en definitiva a la escorrentía natural de los terrenos a valores muy

próximos a 1, es decir como si se tratara de un suelo impermeable. Un punto adicional

importante a definir se desprende del holgado diseño de niveles definitivos que

asumirán las construcciones en relación a las citadas superficies absorbentes, como

forma de prevención de invasión de aguas de lluvia a los edificios por saturación de

espacios presuntamente absorbentes. Con los cuidados apropiados a los criterios de

diseño y lo grosero de las aproximaciones, pueden considerarse las escorrentías

sugeridas en las tablas B y C

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j) Cuidados especiales en los desagües "libres".

Este es un recurso que, bien administrado, no solo puede brindar concepciones

imaginativas e interesantes, sino que también simplifica y economiza en costos

infraestructurales. (Recordar si no las gárgolas medievales o las de Ronchamp,

rematadas en el alarde de la pileta de los cuerpos geométricos). (Ver fotografías 25 y

26). No obstante deben analizarse cuidadosamente las soluciones de la totalidad de los

elementos constructivos, próximos o ligados a ellas, para que no resulten una fuente de

peligrosos deterioros y envejecimiento prematuro de los edificios. Por otra parte debe

considerarse, aunque esto parezca una perogrullada, que la solución será aplicable a

edificios exentos de sus deslindes parcelarios públicos o entre privados, por elementales

cuestiones ligadas a las más que obvias razones reglamentario - jurídicas sobre los

alcances y limitaciones del derecho de propiedad. Esto implica que no resultarán

admisibles los desagües sobre inmuebles vecinos, ni la caída libre de los desbordes de

techos inclinados o “boquitas de sapo” en balcones desaguando sobre las viandantes que

transitan por las veredas.

k) Cuidadoso manejo de zanjas, badenes y albañales.

Como recurso de canalización interna de las aguas de lluvia, pueden resultar

medios económicos y en alguna medida eficientes en los aspectos de accesibilidad,

(sobre todo cuando se trata de canalizaciones a cielo abierto como en los dos primeros

casos referidos), pero no deben olvidarse los riesgos que representan a la transitabilidad

de los espacios que se encuentran involucrados en sus recorridos y el extremo cuidado

en cuanto a mantenimiento que requieren para garantizar un eficiente escurrido y

estabilidad dimensional y estructural de los solados y elementos próximos al nivel de su

ubicación. Además, en los casos de espacios transitables deben recordarse los criterios

ya expresados sobre la calidad de los desagües pluviales y su eventual contaminación

con efluentes de carácter cloacal.

l) La flexibilización de las instalaciones internas

De los casos vistos anteriormente se desprende con claridad que, en las

situaciones que las áreas cuentan con equipamiento incompleto, el diseño de las

instalaciones internas debe plantear la flexibilidad necesaria para la adecuación en el

tiempo a los desarrollos infraestructurales de completamiento. En este campo debe

atenderse especialmente a que las futuras adecuaciones de la instalación requieran de un

mínimo de operaciones destructivas o de adaptación gravosa para las construcciones, no

solamente por razones económicas sino también por cuestiones operativas, funcionales

y de uso de los edificios.

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Gráfico XXIII

Can.

CBLL CBLL

BDT

BDT

EXTERNALIZACIÓN DECOMPONENTES

Gráfico XXIV

ESTRATEGIAS DE CONCENTRACIÓNO DISPERSIÓN DE SALIDAS

Gráfico XXV

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15 m (max.) 15 m (max.)

DISTANCIAS MÁXIMAS ENTRE PUNTOS DE INSPECCIÓN

Gráfico XXVI

BOCAS DE DESAGÜES ENRAMALES DE UNION

BOCAS DE DESAGÜE ENCAMBIOS DE DIRECCIÓN

Gráfico XXVII

BOCA DE DESAGÜE TAPADA

Gráfico XXVIII

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TABLA B COEFICIENTES DE ESCORRENTÍA

Schoklitsch, A. Construcciones hidráulicas.

CARACTERÍSTICAS MATERIALES %

metal, tejas esmaltadas, pizarra 0,95

tejas comunes 0,90

pavimentos de asfalto, aceras impermeables 0,85 a 0,90

adoquinados y entarugados con juntas impermeables 0,80 a 0,85

adoquinados y entarugados sin relleno en las juntas 0,50 a 0,70

empedrados de canto rodado 0,40 a 0,50

campos, prados y jardines 0,05 a 0,25

bosques y parques 0,01 a 0,20

campos de deporte, estaciones de ferrocarril, superficies sin edificar 0,10 a 0,30

TABLA C

COEFICIENTES DE ESCORRENTÍA DE CUENCAS De Ilzarbe, A. Apuntes de ingeniería sanitaria

CARACTERÍSTICAS DE LA CUENCA %

casco antiguo de ciudades con edificación densa 0,70 a 0,90

barrios adyacentes al casco antiguo 0,60 a 0,80

barrios con edificación espaciada 0,50 a 0,70

barrios con casas aisladas 0,30 a 0,50

barrios industriales 0,40 a 0,50

suburbios 0,10 a 0,30

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CAPITULO 6.-

LA INSTALACIÓN INTERNA EN LOS EDIFICIOS.

Toda infraestructura de disposición de efluentes pluviales se encuentra

básicamente compuesta por seis elementos, que, con leves variantes, se hallan presentes

en todos los proyectos, a saber:

Planos de recepción, (que pueden ser horizontales, inclinados o incluso verticales). (Cubiertas o planos reflejantes del agua de lluvia como paramentos o

medianeras).

Puntos o líneas de colección. (Embudos y canaletas)

Líneas de descarga. (Caños de bajada)

Puntos de Registro. (Bocas de desagüe, caños cámara, codos con tapa, etc.)

Tendidos de conducción horizontal. (Condutales)

Conexiones a las redes públicas.

(Ver Gráficos XXIX y XXX).

Eventualmente a esos seis elementos debe adicionarse, en edificios de

determinada superficie impermeabilizante o altura, como se vio en el capítulo anterior,

la inclusión, previa a la conexión a las redes públicas, de un tanque retardador de

caudales pluviales.

En la parte final del presente capítulo, se han agregado una serie de tablas para

relacionar superficies a asistir con los diferentes elementos de esta infraestructura de

desagües pluviales. En algunas tablas se asignan dos valores para las dimensiones de

caudales probables a atender, esto es el ya establecido por la ex OSN para lluvias de

hasta 60 mm/h y para picos de 180 mm/h, (durante 5 minutos), según elaboración de

investigadores de la Facultad de Arquitectura de la UNT, (Arq. Jorge Negrete y otros).

A los fines prácticos se puede considerar para otras realidades meteorológicas,

situaciones intermedias entre ambos extremos considerando válida una variación lineal

entre los dos valores. A dichos efectos, para la situación actual de Rosario y su región se

considera prudente considerar una precipitación probable de 120 mm/h. Es decir que si

aplicáramos las tablas tradicionales de 60 mm/h estaríamos cumpliendo con los

máximos para evitar quedar incursos en mala praxis, pero dudosamente y solamente

eso, y por lo tanto estaríamos adoptando una previsión, por lo menos aventurada cuando

no imprudente. Lo que sería recomendable con el criterio de holgura ya referido, es el

tomar un valor intermedio de superficies comprendidas entre las lluvias de 60 mm/h y

las de 180 mm/h, para picos de 5 minutos.

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a) Planos de recepción

Lo constituyen las superficies sobre las cuales incide directamente la lluvia, esto

es cubiertas, planos verticales extensos fundamentalmente medianeras o planos de pisos

exteriores a los edificios, efectuando la canalización de las aguas hacia los puntos de

colección, embudos, (E), canaletas, (Can.), gárgolas, bocas de desagüe abiertas, (BDA)

o, eventualmente, en sistemas pluviocloacales, piletas de piso abiertas, (PPA).

Las cubiertas de perceptible inclinación no plantean grandes dificultades en

cuanto a la rapidez de disposición si se atiende al cumplimiento cuidado de las

pendientes indicadas para cada material.

Los planos cuasi horizontales, esto es cubiertas "planas" u horizontales o

superficies de piso al aire libre requieren un mayor cuidado en su ejecución debiendo

tenderse a una, preferentemente, homogénea distribución de los puntos de colección de

aguas, (no limitativo), y pendientes apropiadas del plano, en función de las

características materiales, (fundamentalmente la rugosidad), del elemento de

terminación. Especial atención merece, para estos casos, el control de la perfecta

linealidad de los planos en pendiente dada la importancia que requiere el evitar la

existencia concavidades que permitan el estacionamiento sectorial de aguas con sus

consecuentes riesgos de filtración a planos inferiores en el corto o mediano plazo.

b) Puntos ó líneas de colección

Tanto en el caso de las cubiertas como en los planos de piso son los elementos

en donde las aguas son recogidas para su canalización fuera de los edificios o de los

planos de recepción.

Los elementos que pueden constituirse en colectores en el caso de las cubiertas

son los embudos, (E), las gárgolas, o las canaletas, (Can). Los hay de diversos

materiales, (polímeros artificiales, latón, plomo o hierro fundido, el cemento fuera casi

de uso), generalmente prefabricados en el caso de los embudos y prefabricados ó

armados in-situ en el caso de las canaletas. En esta última tipología de elementos

también es frecuente el uso de canaletas de chapa metálica como aceros cincados,

galvanizados, PVC, etc. En ambos casos debe atenderse a tres aspectos básicos, a saber:

b1) Efectiva continuidad de los impermeabilizantes del plano de cubierta hasta

superar los puntos de contacto y unión de los embudos o canaletas

b2) Poca rugosidad interior de los elementos para facilitar su limpieza y

disminuir riesgos de depósito de suciedad que tiendan, en el tiempo, a obstruir los

tendidos verticales u horizontales.

b3) Dimensionado acorde a las superficies a desaguar. En las tablas D y E, se

han trascripto algunos valores de dimensionado de estos elementos. Cabe reiterar la

reflexión, como en todos los casos en que se sugieren criterios de dimensionado, que las

cuantificaciones referidas establecen máximos, no superables bajo ningún concepto,

siendo conveniente siempre determinar marcos de mayor holgura dimensional. A los

efectos de poder cuantificar apropiadamente los diámetros o secciones de las piezas

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involucradas debe tenerse en cuenta el carácter de las lluvias en la región en la que se

opera. A modo de ejemplo en el dimensionado de las piezas se dan dos hipótesis que un

diseñador avisado aplicará, para lluvias de baja intensidad, (60mm/h – viejo reglamento

de la ex OSN), y para lluvias más intensas, (180 mm/h), más cercana a nuestra realidad

regional meteorológica reciente. O algún valor intermedio si se estima adecuado. No

obstante si el diseño es complejo o el diseñador es partidario de la rigurosidad, lo

conveniente es aplicar alguna de las formas apropiadas fundadas en la teoría de

mecánica de fluidos que se exponen más adelante.

En el caso de los planos de piso, su desagüe puede efectuarse, (con las

limitaciones y referencias que hacen a los sistemas de disposición final - pluviales ó

pluviocloacales), a través de Bocas de Desagüe Abiertas (BDA), generalmente armadas

en obra, y Piletas de Piso ó de Patio Abiertas (PPA), en sistemas pluviocloacales,

prefabricadas en polímeros, plomo, latón ó cemento. Igualmente que en el caso de los

embudos y canaletas, se proponen para su dimensionado las Tablas F e I que se

acompañan.

c) Conducciones de descarga

Constituidas, en el caso de las cubiertas ó de los planos "despegados" del terreno

natural, por conductos de bajada, (CBLL), que pueden ser de diversos materiales,

(hierro fundido, polímeros, chapa galvanizada – externos a los paramentos en este

último material, etc.). En todos los casos con las precauciones adecuadas en función de

sus características estructurales, sobre todo en lo que hace a alturas, como en lo

referente a la resistencia a eventuales impactos accidentales o por vandalismo.

Es de especial importancia en estos elementos el atender a las calidades

materiales de las decisiones en relación a los potenciales movimientos de la caja

edificada, cuidando especialmente los aspectos relacionados a la fragilidad,

comportamiento a la corrosión, (8), tipología de juntas, etc., de las piezas empleadas.

Su dimensionado, (diámetros requeridos), en función de superficies a desaguar,

(caudales potenciales), puede efectuarse mediante la Tabla G. Debe observarse que

para las descargas verticales en general, la limitación de secciones está más en relación

al dimensionado y cantidad de los embudos, (que pueden ser más de uno por bajada),

(Tabla D). Lógicamente esta última no es solución aconsejable, siendo conveniente

recordar que, en casos normales de bajadas con un único embudo convencional, un

conducto de 0,100 m no debe atender a una superficie de desagüe de cubiertas mayor a

los 80/90 m2, desalentando las vinculaciones en mayor cantidad de 1 embudo por

bajada, mediante tramos horizontales y piezas especiales, factores estos que si bien dan

una mayor economía de materiales, en contrapartida incrementan sensiblemente los

puntos críticos de la instalación. En ningún caso debe operarse con descargas verticales

de diámetros inferiores a 0.100 m. No obstante, como rémora de épocas superadas por

las circunstancias actuales, debe aclararse que para desaguar pequeñas superficies, el

viejo Reglamento de Obras Sanitarias admitía, con algunas precauciones adicionales,

diámetros menores que incluimos en la Tabla G, más como curiosidad que a efectos

prácticos.

Un punto especial a considerar en la materialización de estas partes de la

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instalación, cuando ellas se manifiestan externamente a la caja construida, es que por su

magnitud configuran elementos que no pasan desapercibidos. Al configurar elementos

distintivos del edificio, debe atenderse en estos casos en especial a la apariencia

resultante no casual de los componentes. Por lo tanto es de especial cuidado el diseño de

estas partes de la instalación, siendo predominante, por sobre los elementos básicos

resultantes de una mera evaluación cuantitativa, las definiciones de apariencia,

(ubicación en relación a otros elementos constructivos, ritmos, proporciones de piezas,

vinculación con los paramentos, estructuras de sostén, etc.).

d) Puntos de registro.

La condición de accesibilidad de estas instalaciones fue tratada anteriormente en

forma general. Los puntos de registro y mantenimiento, se configuran en principio por

los extremos de la instalación, (embudos, canaletas, en un extremo, salidas a cordón ó

zanja en el otro), y por cámaras especiales que se intercalan en puntos críticos

específicos del sistema. El artefacto más típico para tales funciones es la Boca de

Desagüe, (en la generalidad de los casos tapada - BDT). Se trata de una cámara

normalmente armada en obra, mediante albañilería, con tapa removible generalmente

firmemente fijada, (con técnicas adecuadas al material empleado en dicha tapa y de

dimensiones variables en función de los caudales potenciales que podría recepcionar,

(ver tabla F). Obviamente, dadas sus características constructivas, solo se las puede

ubicar en instalaciones enterradas. En otro tipo de situación, (por ejemplo instalaciones

suspendidas sobre subniveles ó en cambios de dirección de bajadas), se las reemplaza

por piezas especiales que puedan cumplir funciones de acceso eventual análogas, (codos

con registro, caños cámara, ramales con tapa de acceso), las que deben ser

especialmente cuidadas en su ubicación para permitir racionales operaciones de acceso

sobre el sistema.

Como puntos críticos en los que resulta necesario operar con estos artificios de

acceso y registro, podemos determinar los siguientes:

d1) Al pié de todos los conductos de bajadas pluviales, inmediatamente en las proximidades del codo que generará el cambio de dirección de vertical a

horizontal.

d2) En toda unión de encuentro de caños horizontales, (condutales).

d3) Preferentemente en todo cambio de dirección importante de condutales.

d4) Cuando resulte necesario producir un cambio de sección de conductos, por ejemplo de menor a mayor por demandas de caudal, o de mayor a menor en el

caso típico de los condutales bajo vereda, los que no deben superar, como

vimos, el diámetro de 0.100 m. A tales fines es frecuente, por ejemplo,

transformar un condutal de diámetro de 5 pulgadas con salida a través de dos

caños de 4 pulgadas, previo intercalado de la pertinente Boca de Desagüe

d5) Como elemento intermedio de acceso, para garantizar distancias máximas,

por razones operativas. (Por ejemplo largos convencionales de cañas de

desobstrucción - 15 metros).

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e) Líneas de conducción

Los condutales, (CLL), (así denominados, - sin la letra "c" intermedia aunque

suene mal – nombre por lo menos admitido en el Scrable y en algunas anacrónicas

ordenanzas españolas), son los tendidos horizontales de la instalación que dirigen los

caudales de aguas de lluvia a su disposición final, generalmente fuera de los predios. Se

dimensionan según los caudales potenciales a transportar, sugiriéndose para la

determinación de los diámetros comerciales a emplear, la tabla de doble entrada,

(Superficies – Pendientes - Diámetros), (ver Tabla H).

Existe una amplia gama de posibilidades de materiales a emplear, siendo el más

difundido actualmente el PVC, sobre todo si se trata de tendidos enterrados. El cemento

está gradualmente siendo dejado fuera de uso, por razones de costo y menor eficiencia

al rozamiento, mayor peso y fragilidad. Como en toda canalización enterrada deben

cuidarse apropiadamente tapadas mínimas, base de asiento de las cañerías y juntas, en

particular por que los daños causados por filtraciones debidas a deficiencias de

ejecución son perceptibles recién a largo plazo y cuando ya se han producido

importantes daños a otros componentes del edificio.

f) conexión a redes.

Este aspecto ya fue inicialmente tratado en oportunidad de abordarse el tema

referente a las posibilidades de disposición final de los desagües pluviales. Solamente se

estima conveniente reiterar los siguientes conceptos en particular:

f1) Recordar que en conexiones con salida a cordón ó zanja no se debe operar con elementos de diámetro mayor a 0,100 m. O, eventualmente, en caso de

existir tanque retardador de caudales pluviales, diámetros menores,

proporcionados al tamaño de dicho tanque y a la velocidad de disposición final

requerida. En nuestra ciudad deben aplicarse los diámetros máximos sugeridos

en la Tabla A

f2) Deben respetarse las direcciones de salida en concordancia con las

pendientes de cunetas y zanjas existentes.

f3) En los casos de disposición a conducto colector, deben solicitarse todos los datos a los entes prestatarios del servicio, que permitan determinar posición de

aquel, profundidad de conexión, (cota de nivel), diámetros máximos de

acometida y materiales a emplear. La mano de obra de ejecución de estas

conexiones debe materializarse con personal calificado y matriculado ante los

prestadores del servicio.

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CBLL

BDT CLLBDT

CLLBDT

2CLL

cordón

cubierta horizontal

embudo

COMPONENTES DE LA INSTALACIÓNDE DESAGÜES PLUVIALES

GRÁFICO XXIX

cubierta inclinada

canaleta

CBLL

BDT CLLBDT

CLLBDT

2CLL

cordón

GRÁFICO XXX

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TABLA D

Superficies máximas de desagües por embudos (ELL)

Según dimensiones en planta y materiales empleados

dimensión en planta PVC PVC Hierro fundido Hierro fundido

m2 m2 m2 m2

precipitación máxima 60 mm/h 180 mm/h 60 mm/h 180 mm/h

0,15 m x 0,15 m 40 15 30 10

0,20 m x 0,20 m 90 30 80 26

0,25 m x 0,25 m 150 50 130 43

0,30 m x 0,30 m 180 60 150 50

TABLA E

Canaletas

Capacidad de evacuación en m2

Sección Superficie a servir

m2

0,10 m x 0,10 m(*) 300

0,15 m x 0,15 m 600

0,15 m x 0,25 m 1200

0,15 m x 0,30 m 1800

(*) no recomendada

TABLA F Bocas de desagüe

Capacidad de evacuación en m2

caudal lluvias 60 mm/h 180 mm/h

medidas en planta superficie a servir

m2 superficie a servir

m2

0,20 x0,20 80 26

0,30x0,30 180 60

0,40x0,40 320 106

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TABLA G

Caños de bajada de lluvia

Capacidad de evacuación en m2

diámetro comercial

0.060(*) 0,100 0.125 0,150 0,175 0,200

caudal lluvia 60

mm/h

180

mm/h

60 mm/h

180

mm/h

60

mm/h

180

mm/h

60 mm/h

180 mm/h

60

mm/h

180 mm/h

60 mm/h

180

mm/h

techos planos (pend. Hasta 5%)

90 30 300 100 400 150 750 250 900 300 1170 390

techos inclinados 65 22 220 74 320 106 550 183 620 206 820 273

bajada c/ embudo ventilado

180 60 600 200 900 300 1500 500 1800 600 2340 780

(*) no recomendado

TABLA H Condutales

Capacidad de evacuación en m2

diámetro 0.100 0.125 0.150 0.175 0.200

caudal lluvias

60 mm/h

180 mm/h

60 mm/h

180 mm/h

60 mm/h

180 mm/h

60 mm/h

180 mm/h

60 mm/h

180 mm/h

pendiente mm/m

10 426 142 780 260 1235 411 1883 627 2672 890

8 381 127 697 232 1104 368 1684 561 2390 796

6 330 110 604 201 957 319 1462 487 2070 690

4 269 89 493 164 777 259 1187 395 1745 581

2 190 63 349 116 552 184 842 280 1195 398

1 134 44 241 80 390 130 596 198 845 281

TABLA I

Superficies máximas de desagües por PPA

Según diámetros de salida

Diámetros de salida Superficie a servir

m2

0,060 m (2 y 1/2") 20

0,100 m (4") 100

0,150 m (6") 240

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CAPITULO 7.-

ANEXO. CRITERIOS MATERIALES Y DIMENSIONALES

A ADOPTAR EN LAS INSTALACIONES.

(Aclaración previa a la lectura del CAPITULO 7: para aquel sufrido lector al

que no le interese la profundización numérica de estas cuestiones relativas a los

desagües pluviales, se puede interrumpir la lectura en este punto. Caso contrario,

apriétese la nariz y siga adelante)

Si bien ya se han mencionado cuestiones relativas al tema en puntos

precedentes, y los criterios son análogos a los que se emplean en las instalaciones de

disposición de efluentes cloacales que intentaremos ver en algún documento posterior,

si es que el diablo no nos lleva, es conveniente efectuar una recapitulación resumida de

algunos aspectos inherentes al tema de la lluvia.

La amplia y constante difusión en el uso de los polímeros, (PVC, polipropileno,

polietileno reticulado, etc.), en desmedro de los materiales tradicionales, (hierro

fundido, plomo, latón y cemento), está evidentemente relacionada con razones

básicamente de costos, no solamente del material en sí, sino y también en costos

operativos de mano de obra y transporte. (Según los proveedores de materiales para

estos usos se obtiene una mejora de costos equivalente al 30 % en la totalidad de la

instalación, pero sin duda es una opinión poco confiable por lo interesada). No obstante

en las primeras experiencias de empleo, (hace ya varios años), de los nuevos materiales

sintéticos se observaron deficiencias inaceptables en la producción, ligadas en general a

un pobre desempeño de los elementos de unión, básicamente las juntas, y a déficits de

ejecución por desconocimiento en el uso y manejo de estos materiales. Si bien en los

últimos años se ha constatado una sensible mejora en la calidad de los insumos críticos

y de las calidades de los polímeros en general, es conveniente recordar que, como todo

material relativamente nuevo a emplear en edificios, normalmente de larga vida útil,

habrá que estar atento a su real comportamiento en el tiempo y no confiar ciegamente,

como nos cansamos de repetir, en los ensayos de laboratorio. En tal sentido, y sin

descalificar estos avances tecnológicos reales, deben extremarse los criterios de

sobredimensionado, holgura y fundamentalmente el atender en el diseño de alternativas,

eventuales operaciones de reemplazo de elementos, en las decisiones a adoptar.

CRITERIOS DE DIMENSIONADO.

Este último punto, es para ratificar algo ya expresado anteriormente, esto es que

los arquitectos, normalmente, no calculamos este tipo de instalaciones, sino que

efectuamos un dimensionado de ellas. Por lo tanto de operarse en edificios de alta

complejidad, en estos aspectos será más que conveniente recurrir a especialistas que

obtengan una alta rentabilidad de las decisiones cuali-cuantitativas adoptadas. Por otra

parte deben compararse inteligentemente distintos criterios de dimensionado propuestos

por manuales, bibliografía existente en el tema, propuestas de técnicas de dimensionado

de proveedores responsables, etc.

Al margen de los criterios expresados en el párrafo anterior se pueden establecer

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algunos parámetros que pueden emplearse como criterios básicos para efectuar mayores

precisiones de dimensionado en caso de resultar necesario abordar escenarios

climatológicos diferentes o edificios de mayor complejidad y tamaño. En tal sentido se

pueden tomar como referencia las ecuaciones de Manning y las de Wyly & Eaton que

pasamos a describir a continuación en lo que son operaciones prácticas usuales basadas

en la teoría de mecánica de fluidos.

Para ello debemos introducir algunos conceptos nuevos, o más bien poco

frecuentes en el manejo de los arquitectos, a fin de aclarar algunos aspectos que revisten

cierta novedad. Uno de ellos es el concepto de lluvia de mayor intensidad en relación a

los caudales de agua que debemos disponernos a evacuar. Las viejas normas de la ex

Obras Sanitarias de la Nación, como ya vimos, fueron elaboradas, (por los ingleses), en

su oportunidad considerando lluvias de intensidad máxima igual a 60 mm/hora. De ellas

se desprenden las tablas que circulan hace añares en nuestro medio. Actualmente

aconsejamos superar dicha previsión estimando una lluvia máxima de intensidad

aproximada a 180 mm/hora con una duración de pico de 5 minutos, o tomar como lluvia

de máxima 120 mm/hora y así se han definido los valores reasignados en las mismas

tablas. (Ver la aclaración formulada en los inicios del Capítulo 6 precedente).

El concepto es que en una superficie de 1 m2 teórica se recibirán, por ejemplo,

180 mm/h, lo que es igual a 0,18 m/h el que deberá ser dispuesto por el sistema de

descarga pluvial. O lo que es lo mismo 0,00005 m3/seg. por cada m2. O también 0,05

litros/seg. por cada m2. (Ver gráfico XXXI).

Otros conceptos importantes a incorporar son la Sección de canal (A), el

Perímetro Mojado (Pm), el Radio Hidráulico (Rh), la condición de rugosidad del canal

(1/n), el número de Chezy, (C), la velocidad media (Vm) del fluido, (en este caso el

agua a temperatura ambiente), y el caudal Q.

La Sección A, o área mojada, del canal se define como el área de la sección

transversal del flujo normal a la dirección del mismo. Es la superficie que

tomamos del corte del canal, (en m2). (Ver gráfico XXXII)

El Perímetro Mojado Pm, puede definirse como la longitud de la línea de la

intersección de la superficie mojada del canal, (o canaleta, o conducto), con la

sección transversal normal a la dirección del flujo. Si bien es un concepto

aparentemente abstruso, es solamente el valor que se corresponde con las

dimensiones lineales del contacto entre el agua y las paredes que la envuelven,

(en metros lineales).

El Radio Hidráulico, (Rh), lo podemos definir como la relación entre el Área

Mojada y el Perímetro mojado, es el cociente entre la sección A (en m2) y el

Perímetro Mojado Pm, (en m).

La condición de rugosidad o aspereza de las paredes del canal o conducto se

define con un número, de mayor valor cuanto más tersas sean las paredes y es de

carácter adimensional.

El número de Chezy C = 1/n x

.

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La velocidad media Vm en m/seg. del fluido que será = C x siendo i

la pendiente del canal (o del conducto).

Q es el caudal que se dispondrá en el sistema pluvial en la unidad de tiempo, (en

m3/hora).

Aquí cabe hacer una consideración de metodologías de dimensionado que

también podemos aplicar por dar valores análogos y según nuestro gusto o

disponibilidad de herramientas de cálculo. A tales efectos unificamos el número de

Chezy con el cálculo de Vm con una nueva ecuación de relativa mayor simpleza

Vm = (1/n) x x ;

A continuación desglosamos los procedimientos que nos darán los resultados en

cada columna de la Tabla K, (ejemplo).

La primer columna, (Área mojada), no plantea ninguna dificultad ya que es la multiplicación de los lados del canal, (o canaleta en este caso). Para el ejemplo

adoptado es el producto del lado a (10 cm) por el lado b (20 cm) lo que nos da un total

de 200 cm2 o 0,02 m2.

Las dos columnas siguientes tampoco generan dudas ya que solo describen las

dimensiones de los lados del canal, (o canaleta en este caso).

La cuarta columna se corresponde con lo que se denomina Perímetro Mojado

(Pm) y aunque nos presenta una cierta falta de familiaridad, es simplemente la suma de

las dimensiones a + b + a, la que obviamente nos da 40 cm o 0,40 m, en el ejemplo.

La quinta columna también nos plantea un problema de familiaridad pero

podemos definir el Radio Hidráulico como la relación entre el Área Mojada

(columna 1) y el Perímetro mojado, (columna 4). En el caso del ejemplo es el

cociente entre 0,02 m2 y 0,40 m lo que nos da un valor de 0,05 m.

La columna siguiente, (6ª), es la que define la resistencia que las paredes del

canal oponen al flujo. Se trata de un número adimensional y de muy difícil cálculo. Los

criterios para su aplicación son por lo tanto, empíricos. Como aproximación podemos

adoptar los valores de la Tabla J. Otro aspecto que este número no contempla son las

variaciones de viscosidad del fluido ante los cambios de temperatura. Lo que para

nuestro caso de la lluvia, a temperatura ambiente, no tiene mayor relevancia.

Obviamente esta situación difiere totalmente para temperaturas próximas al punto de

congelación o nieve, pero no nos afecta a nuestro cálculo en condiciones normales.

La columna 7ª es la que definimos como número de Chézy y el valor lo

obtenemos de la aplicación de la ecuación C=1/n x

. Aplicando los valores de

las columnas respectivas, (6ª y 5ª), obtenemos el número 54 en nuestro ejemplo.

La columna 8ª no plantea dificultades de familiaridad ni comprensión ya que

simplemente se aplica la pendiente del canal, (o canaleta), que en nuestro caso hemos

establecido en 1 cm/m o 0,01 m/m.

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En la columna 9ª obtenemos lo que denominamos Velocidad media del fluido

(Vm), en m/seg., en las condiciones indicadas aplicando la ecuación Vm= C x

. En nuestro ejemplo, la Vm = 54 x

= 1,21 m/seg.

La última columna, (10ª), es el simple producto del área A, (1ª columna), por la

columna 9ª (Vm). Por lo tanto para nuestro caso el caudal Q = A x Vm (m3/h);

Q = 0,02 (m2) x 1,21 (m/seg) lo que nos da un caudal Q = 0,0242 m3/seg. O

también 24,2 lts/seg.

A los efectos comparativos en la fila siguiente de la tabla efectuamos los

cálculos aplicando la otra forma de la ecuación de Manning en la que desaparece el

número de Chezy y verificamos los valores de Vm de acuerdo a la ecuación de forma

más simple:

Vm = (1/n) x x = 90 x x = 1,25 m/seg.; (valor

sensiblemente similar al obtenido en la fila precedente).

Verificando la diferencia de caudal Q para el valor de velocidad media Vm

obtenido en la fila siguiente por el otro método:

Q = 0,02 (m2) x 1.25 (m/seg.) lo que nos da un caudal Q = 0,025 m3/seg.. O

también 25 litros / seg.

Solo nos restaría definir la superficie máxima que admitiría disponer un canal o

canaleta, (o eventualmente conducto), de esas dimensiones atendiendo a una lluvia de

intensidad, (por ejemplo), de 120 mm/h. Para ello solo hace falta recurrir a una sencilla

regla de tres simple. Veamos las diferencias para los dos criterios de cálculo para

justificar que por cualquiera de los dos métodos se puede operar con diferencias

irrelevantes:

La lluvia diseño se establece en 120 mm/h o lo que es lo mismo 0,12 m3/h sobre

1 m2 y efectuando la pertinente conversión por unidades de tiempo

0, 12 m3/h _________________________ 1 m2

0,0242 m3/seg. x 3600 seg.____________ 87,12 m3

Luego

(m2) = 726 m2

Para la segunda metodología de cálculo

0,12 m3/h__________________________1 m2

0,025 m3/seg. X 3600 seg._____________90 m3

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(m2) = 750 m2

Lo que nos da una diferencia de superficies admisibles, (3,3 %), ratificando

que cualquiera de los dos métodos de cálculo son apropiados, siempre que se tenga

en cuenta la recomendación habitual, esto es no acercarse demasiado a los límites

máximos.

El caso del dimensionado de conductos

Analizamos a continuación el desagüe que se efectuará a través de un condutal.

Adoptando también como lluvia testigo una precipitación de 120 mm/h sobre una

cubierta de, por ejemplo, 1000 m2 dividida en 5 paños de 200 m2 cada uno, con 5

bajadas. Fijamos, (como ejemplo), 60 metros lineales de desarrollo del condutal con una

pendiente también de 1 cm/m.

Estimamos un caudal por paño

Q = 200 m2 x

= 0,0067 m3/seg. = 6,7 lts./seg. por bajada.

Verificación del diámetro del condutal único que recogerá, (considerándolo a

sección llena), las 5 bajadas, tentativamente predimensionado con un diámetro = 0,200

m. Podríamos fijar un crecimiento en correspondencia con la incorporación de los

caudales de cada bajada, pero optamos por trabajar con un solo diámetro uniforme

compatible con la mayor demanda, (total), de caudales.

Q = 1000 m2 x

= 0,0333 m3/seg = 33,3 lts/seg

Determinamos el Área mojada del conducto de diámetro 0,200 m:

A = π x = π x (m2) = 0,031416 m2

A continuación determinamos el Perímetro mojado Pm que será π x D

Pm = π x 0,200 m = 0,628 m

A partir de estos dos valores podemos obtener el valor del radio hidráulico Rh

Rh =

=

(m) = 0,05 m

Aplicando la ecuación de Manning; Vm = (1/n) x

x

; consideramos

un caño de chapa galvanizada con un (1/n) = 90

Vm = 90 x x (m/seg.) = 1,25 m/seg.

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Verificamos el caudal Q que podrá transportar el condutal de PVC de 0,200 m

de diámetro, aplicando

Q = A x Vm = (π x x Vm) / 4 = (π x m2 x 1,25 m/seg) / 4 =

Q = 0,0393 m3/seg.; o 39,3 litros/seg.;

Que es una capacidad un 18 % mayor al caudal a evacuar, (33,3 litros/seg).

Con lo que definimos que el condutal de diámetro de 0,200 m satisface por exceso

el caudal que se requerirá en caso de una lluvia con un pico de 120 mm/h.

Verificación de caños de bajada

Para este caso, finalmente, podemos aplicar la ecuación de Wyly & Eaton que

determina el Departamento de Standards Hidráulicos de USA, salvando la dificultad

adicional de que se usan unidades inglesas.

Predimensionamos 5 conductos de bajada de PVC de diámetro comercial 0,125

m, (5 pulgadas)

Luego, aplicamos la mencionada ecuación de Wyly & Eaton

Q = 27,8 x En donde

Q = caudal en galones por minuto

27,8 = valor fijo

D = diámetro de la bajada en pulgadas. En nuestro caso adoptamos para el tubo

de PVC de 0,125 m = 5 pulgadas

r = ratio entre la superficie de la sección transversal de la película de agua y la

sección transversal de la bajada. Es un número adimensional. Normalmente se

adopta r = 0,25.

Q = 27,8 x

x = 27,8 x 0,1 x 72,32 (gal./min.)

Q= 201,05 galones por minuto.

Efectuando la conversión por unidades de tiempo

Q = 201,05 galones por minuto / 60 seg. = 3,35 galones/seg.

Y finalmente trasladando los valores a nuestro SIMELA = 12,7 litros / seg.

Tomando un paño de 200 m2, cada bajada evacuará un caudal

Q = 200 m2 x

= 0,0066 m3 / seg.

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6,6 litros / seg. < 12, 7 litros / seg.

O sea que el caño de diámetro 0,125 m, (5 pulgadas comerciales),

satisface el caudal requerido, casi duplicando la hipótesis de una lluvia

de 120 mm/h.

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GRÁFICO XXXI (EJEMPLO PRÁCTICO)

1,00 M

1,00 M

PRECIPITACIÓN 120 MM/H

120 mm = 0,12 m0,12 m/h * 1 m2 = 0,000033 m3/seg...m20,12 m/h * 1 m2 = 120 lts/h...m2120 lts/h...m2 = 0,033 lts/seg...m2

GRÁFICO XXXII (EJEMPLO PRÁCTICO)

CUBIERTA INCLINADA

a = 0,10 m

b = 0,20 m

CANALETA (o canal)Pendiente 1:100 o i = 0,01m/mLluvia intensidad 120 mm/h

A

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TABLA J

coeficiente de rugosidad de Manning

MATERIAL 1/n

Plástico (PE, PVC) 167-100

Poliester ref. con

fibra de vidrio111

Acero 100-91

Hierro galvanizado 67-59

Fundición 83-67

Hormigón 83-59

Revestimiento

bituminoso77-63

Canales con revoque

o mortero de cemento90

Canaletas de chapa

galvanizada90

Canales revestidos

en piedra44

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TABLA K (EJEMPLO PRÁCTICO)

A sección canal

a lado

canal

b lado canal

Perímetro mojado

(Pm)

Radio hidráulico

(Rh)

rugosidad del canal

Nº de Chézy

Pendiente del canal

(i)

Velocidad media

Vm

Caudal Q

m2

m

m m m 1/n m/m m/seg m3/h

0,02 0,10 0.20 0,40 0,05 90 54 0,01 1,21 0,024

0,02 0,10 0,20 0,40 0,05 90 -- 0,01 1,25 0,025

GRÁFICO XXXIII (EJEMPLO PRÁCTICO)

10,00

50,00

20.00

60,00

CB

LL

CB

LL

CB

LL

CB

LL

CB

LL

condutal

canaleta

DefinimosCubierta de 1000 m2 de chapa con 5 paños de 200 m2 c/uDeterminamos una canaleta de hormigón terminada con mortero decemento de 0,10 m x 0,20 m 5 bajadas de PVC de 5 “ (0,125m) de diámetro c/u (predimensionado)1 condutal de 8” (0,200m) de diámetro (predimensionado), con una pendiente i de 1 cm/m (0,01 m/m)A efectos de determinar el coeficiente de rugosidad de las partes dela instalación se considerará bajo mantenimiento

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Notas del Redactor

(1) La intercalación de textos desolemnizantes, o casi escatológicos que suelo perpetrar

en mis escritos tienen fundamentación en referencias ya suficientemente explicitadas en

los Manifiesto I y Manifiesto II. Remitirse a ellos los que no leyeron dichos best

sellers. No obstante es bueno recordar las cuartetas chuscas y poesías zafadas, (del

tenor de “En el medio de la plaza/ del pueblo de Pehuajó/….” o “Quisiera ser

canflinflero/ para tener una mina/…”) a las que era afecto Jorge L. Borges, según Bioy

Casares, sin que le temblara la mano y con un nivel infinitamente superior a lo que se

produce en estas modestísimas notas.

(2) "Las amenazas de nuestro mundo". Isaac Asimov.

(3) Ibid. (2).

(4) Remitirse a los documentos y hojas guía del Taller de E. Di Bernardo en los que se

debate sobre estos temas.

(5) "Un diseño interesante". Jorge Borgato.

(6) "Saber construir". Gastón Blachére.

(7) Como ampliación a este tema se recomienda revisar las consideraciones de J. C.

Rall en el trabajo citado más arriba y las extensas notas referidas en el Reglamento de

la ex-Gas del Estado.

(8) Ibid. (7)

.

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Bibliografía

"Las amenazas de nuestro mundo". Isaac Asimov.

Documentos del taller de Materialidad. Cat. del Arq. Elio Di Bernardo.

"Un diseño interesante". Jorge Borgato.UNR.

"La escuela y la lluvia". Juan C. Rall.UNR.

"La casa autoconstruída". Ken Kern.

"El lenguaje de las cubiertas livianas". Cesar Carli y Carlos Escandell.

"Saber Construir". Gastón Blachére.

"Los fluidos en la construcción". Publicación nº 4 de la Cat. de Física I.

Reglamento de la ex - OSN.

"Instalaciones aplicadas en los edificios. Obras sanitarias". J. C. Lemme.

“Instalación sanitaria-Desagües pluviales” Arq. Negrete, Jorge y otros. UNT.

“Drenajes urbanos de Rosario. Breve reseña. EriK Zimmermann. UNR.