La Llave Del Cambio

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Miguel Yumbe LA LLAVE DEL CAMBIO Estrategias y técnicas terapéuticas para el manejo de conductas problemáticas en el contexto escolar Dedicatoria Dedicado a mi madre Rebeca Sánchez, quien es mi más grande admiradora y un ejemplo de lucha a seguir. A la memoria de mi padre Luis Yumbe, quien dio su vida para que pudiera ser un profesional.

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Miguel YumbeLA LLAVE DEL CAMBIO

Estrategias y técnicas terapéuticas para el manejo de conductas problemáticas en el contexto escolar

Dedicatoria

Dedicado a mi madre Rebeca Sánchez, quien es mi más grande admiradora y un ejemplo de lucha a seguir. A la memoria de mi padre Luis Yumbe, quien dio su vida para que pudiera ser un profesional.

ACERCA DE ESTE LIBRO

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En este libro se presenta el resultado de asesorías realizadas en diferentes instituciones educativas. Se describen las inconductas dentro del aula, las prescripciones para su abordaje y las soluciones obtenidas de las mismas.Se han elegido inconductas típicas, que seguramente se repiten en la mayoría de aulas del nivel inicial y primario, teniendo principios aplicables para el nivel secundario.Las intervenciones son ingeniosas y poco convencionales, pero con resultados eficaces y eficientes. Como un médico que es consultado, algunas inconductas requieren simples agüitas medicinales, otros antibióticos simples o antibióticos de última generación, mientras algunas requieren intervenciones quirúrgicas. Siempre en busca del bienestar del niño, y en consecuencia en bienestar del docente. No se pretende tener la última palabra en métodos de intervención, pero ponemos a su disposición una forma de abordaje que ahorra tiempo y energía, con una alta probabilidad de éxito. El docente, psicólogo educativo, entre otros, tendrá a su disposición técnicas que pueden ser copiadas, descartadas y/o mejoradas, ajustándolas al contexto educativo en que se desenvuelva.

Índice General:PALABRAS PRELIMINARES.

INTRODUCCIÓN.RESEÑA HISTORICA DEL TALLER.MARCO TEÓRICO. 1.-El modelo de terapia sistémico estratégico. 2.-Contexto adecuado de trabajo.

3.- Razones por las que se presentan las inconductas.4.- El responsable del cambio.5.- Sistema de impacto.6.- Estrategia de cambio.

LA LLAVE DEL CAMBIO1.- Cerrojo o candado2.- Prescripción del síntoma o aliento del síntoma.3.- Elemento perturbadorAbordaje de Jesús para un caso de bullying

CASOS DE NIVEL INICIALI.- Manejo y solución de conductas que generan desorden.II.- Manejo y solución del apego extremo de maestra-alumna.III.- Manejo y solución de conductas que distraen la clase.IV.- Manejo y solución de conductas de hostilidad.V.- Manejo y solución de conductas de apego entre niños.VI.- Manejo y solución de inapetencia.

CASOS DE NIVEL PRIMARIOI.- Manejo y solución de conductas desafiantes.BULLYINGII.- Manejo y solución del Bullying.III.- Manejo y solución de acusaciones entre compañeros.IV.- Manejo y solución de interrupciones constantes.V.- Manejo y solución de constantes salidas al baño.VI.- Manejo y solución de conductas sexuales indebidas.VII.- Manejo y solución de conductas pícaras.VIII.- Manejo y solución de la impulsividad.

CASOS DE NIVEL SECUNDARIO:

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I.- Manejo y solución de conductas de rebeldía.II.- Manejo y solución de conductas de irrespeto.III.- Manejo y solución de dibujos obscenos.

ANÁLISIS DEL TRABAJO Cuestionamientos planteados.I.- Observación al uso de procedimientos que irrespetan al alumno.II.- Observación al uso de procedimientos dañinos el niñoIII.- Observación al uso del síntoma para curar el síntoma.IV.- Observación al uso de procedimientos maquiavélicos donde el fin justifica los medios.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

PALABRAS PRELIMINARES

Este libro no es un manual para corregir la aparición de las inconductas, no está elaborado para los niños y

adolescentes dóciles, obedientes, que se reacomodan con una petición del docente a abandonar la inconducta. Tampoco es un manual para establecer normas de convivencia.

La estrategia y las técnicas aquí descritas, fueron implementadas para casos de niños rebeldes, desafiantes, para aquellos niños y adolescentes que son expertos en no acatar normas. Son alumnos que han puesto a prueba todos los métodos convencionales y ninguno funcionó con ellos. Están acostumbrados a tener éxito y a hacer sentir inútiles a los docentes, auxiliares, directores, psicólogos, etc.

Es probable que usted se sienta identificado con varios de estos casos, seguramente se sintió frustrado(a), ante un alumno incontrolable y no supo qué hacer, nadie le daba una salida y tuvo que conformarse con tolerarlo, hasta que acabara el año escolar y fuera cambiado a otra aula, con otro docente, o cambiado de colegio.

Aquí encontrará ejemplos de éxito con alumnos problemáticos. Los métodos que proponemos no son absolutos, son solo ejemplos de éxito para estos casos específicos. Usted tendrá la estrategia, las técnicas, los métodos y un modelo de intervención para estos casos. Con estas herramientas usted podrá pensar, planificar y crear un método diferente, que dé resultado para su caso especifico.Las prescripciones, los informes de los docentes y los resultados, tiene comentarios adicionales entre corchetes para una mejor compresión. Con los principios bien claros, podrán alcanzar el éxito con cualquier inconducta extrema.

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Existe un temor grande en un buen grupo de docentes, y éste es, el no causarle daño al alumno con las técnicas implementadas. Pero deben tener en claro que estos alumnos son resistentes en no acatar normas. Para dejar en claro este temor les presento una metáfora. Si el niño viene con un leve dolor de estómago, lo primero que viene a nuestra mente es darle algún antiespasmódico que pueda calmarle el dolor. Pero si viniese con un dolor intenso de aparición abrupta, y se focaliza en la parte superior de la pelvis derecha, es muy probable que estemos frente a un cuadro de apendicitis, que debe ser abordado con cirugía. Esta implica cortar, extirpar y suturar. Si no intervenimos de esa forma el caso empeoraría y tendríamos un cuadro de peritonitis con poquísimas probabilidades de éxito. Nos guste o no, debemos hacer cirugía; nadie desea ser operado, resistimos las operaciones, pero en casos extremos como éste, es necesario intervenir con cirugía. Puede darnos temor, siempre hay un riesgo de que la operación fracase, pero es el mejor y único camino a seguir. Si insistimos con antiespasmódicos, porque no desearíamos que el niño sea expuesto a una cirugía, el resultado sería la muerte.

Muchos jóvenes que hoy están sin rumbo en la vida, podrían haber tenido un giro diferente, si sólo algún docente se hubiera atrevido a practicarle una cirugía para corregir su inconducta resistente.

Lo que limita la intervención finalmente son los prejuicios, de lo cual los psicólogos somos los mayores responsables. Hemos causado la mayor cantidad de trastornos al introducir temas de afección emocional por determinadas intervenciones a las cuales atribuimos consecuencias

dañinas para el niño. Deseo explicar este punto con el mismo ejemplo de la intervención quirúrgica. Cuando un niño es operado, se somete a uno de los eventos traumáticos más grandes que podemos imaginar. Yo mismo he sido sometido en dos oportunidades a intervenciones quirúrgicas, una de apendicitis a los 18 años y otra por fractura de rótula en 4 partes a los 32 años. Es difícil y duro el ingresar a un Hospital o clínica, estar con personas desconocidas, que nos piden calma y serenidad, cuando en realidad nos sentimos solos. Luego nos piden que nos pongamos en posición fetal para que nos apliquen una anestesia general en nuestra columna vertebral, después medio dormido sentimos apenas los cortes del bisturí y en la mayoría de casos nos quedamos completamente dormidos por efecto de la anestesia. Después recobramos la conciencia y nos enfrentamos la etapa postoperatoria, con mucho cuidado y dolor comenzamos a movernos y recibimos la visita de los médicos con otro grupo de desconocidos, alumnos de Medicina, que nos ven como su conejillo de indios. En otras oportunidades las enfermeras que padecen del famoso “burn-out”, se dirigen a nosotros de forma hostil, hasta que después de uno o dos días nos dan de alta. Finalmente llegamos a nuestra casa donde somos atendidos cariñosamente y allí si podemos hacer nuestros caprichos.

En nuestro país, no hay servicios de atención psicológica postoperatoria, a pesar de que el niño ha sido sometido a un hecho y proceso traumático tremendo. ¿Se han preguntado por qué? Simplemente porque nadie lo connota negativamente, todos somos consientes de lo difícil y duro de la experiencia, pero como nadie lo connota negativamente, entonces no hay espacio para el “trauma”.

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Pero si alguien comenzara a difundir en una radio o por un medio de comunicación escrito o televisivo, los efectos dañinos de las intervenciones quirúrgicas en el área emocional de los niños, es muy probable que este sería uno de los negocios más grandes que habría hoy en día.

Otro hecho curioso que es necesario analizar es la marcada diferencia entre el tipo de disciplina aplicado en las décadas pasadas y la actual, donde los derechos del niño, son defendidos ardorosamente, con este famoso enfoque de Derecho. No estoy en contra del enfoque, sino de que se desvirtúe.En el pasado cuando un alumno insultaba o desobedecía al docente, éste lo llamada al frente y le propinaba diez correazos en los glúteos. El alumno iba a su domicilio y comunicaba a su padre, dicho “maltrato” por parte del profesor. El padre de familia muy respetuosamente se acercaba al docente y le solicitaba que le diera una explicación de su proceder, y entonces el profesor le comunicaba el irrespeto del alumno y la aplicación de los 10 correazos, como consecuencia de esa inconducta. El padre de familia felicitaba al docente y le agradecía por la preocupación mostrada hacia su hijo, y le pedía de favor que le diera otros 10 correazos más de su parte, para que le quedara claro al alumno que no debía proceder de esa forma.

Docente, padre de familia, los profesionales, la comunidad en general, estaban de acuerdo, con este proceder, nadie lo connotaba negativamente. Bajo estas circunstancias, no había aparición de “traumas” o afecciones emocionales. Queda claro entonces que los famosos “traumas” aparecen cuando hay desacuerdos entre los representantes

jerárquicos de los sistemas sociales. El padre de familia no desea que ni toquen, ni que reprendan a su hijo. Los psicólogos hemos promocionado las consecuencias dañinas de una disciplina firme, las entidades del estado defienden los derechos de los niños, sin exigirles responsabilidad. Todos ellos, argumentan que la disciplina firme conlleva a la aparición de “traumas”. Esta gran mentira social, es la que ha ocasionado el más grande daño en la conducta de los niños y adolescentes.

No estoy de acuerdo con el abuso de los docentes. Pero creo que debimos establecer un cambio equilibrado; si somos conscientes con la realidad que vivimos, nos hemos tirado para el lado del libertinaje. Hemos creado las condiciones, legales, psicológicas y sociales para pasar del abuso del docente, donde se conservaba el respeto y el orden, al abuso de los alumnos, donde reina el caos y un marcado irrespeto.

Este libro pretende por su parte establecer una interacción disciplinaria, donde se respete la libertad del alumno y a su vez la figura de autoridad del docente.

Al término de la lectura y después de haber incorporado los principios para modificar las inconductas complejas, el docente estará preparado para el abordaje de las mismas. Al inicio será un poco difícil, pero con el tiempo y entrenamiento, adquirirá pericia, lo cual le permitirá realizar su clase con normalidad.

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INTRODUCCION

Después de trabajar en un proyecto social en la ciudad de Oxapampa, distrito de Puerto Bermúdez, fui invitado a trabajar en el país hermano de Ecuador para el INFA (Instituto de la Niñez y la Familia). Allí inicié mi labor dentro del área educativa prestando servicios en un Centro de Rehabilitación y Educación Especial. Mis actividades consistían en realizar evaluaciones psicológicas, trabajar con las familias del Centro y realizar intervenciones para modificar las conductas problemáticas dentro del aula. Las dos primeras actividades las realicé de forma aceptable, motivo por el cual todavía se me recuerda cariñosamente, pero la tercera fue para mí una frustración tremenda, yo mismo no me sentía conforme con los resultados obtenidos y esto me generó algunos disgustos con los maestros. Después de permanecer un año en Ecuador regresé al Perú y me instalé en la ciudad de Chiclayo, puse mi consultorio privado y trabajé independientemente. Mientras lo hacía me preguntaba qué pasó con el modelo estratégico de intervención que yo mismo proclamaba como uno de los más efectivos y útiles para todos los campos. Definitivamente no era el modelo sino mi manera de abordaje lo que había fallado, al no tomar en cuenta ciertas sugerencias que Selvini-Palazzoli y col. (1990) advertían claramente al manifestar que el Psicólogo debe definir como clientes a los educadores que requieran su intervención.

Este fue uno de mis grande errores porque el responsable del cambio de esa conducta estaba quedando fuera, sólo venia me traía el problema e incluso después criticaba mis técnicas y sugerencias. Es decir, se ponía en una posición de observador y juez del proceso. Dicen que los golpes enseñan, y este tremendo hematoma sufrido en mi trayectoria como psicólogo, obsesionado con el cambio, me sirvió para no volver a tropezar con la misma roca de docentes que abundan en todas las instituciones educativas.

Otro problema que observé y limitó mi abordaje fue el problema jerárquico que surge cuando traemos un modelo diferente de intervención. Mi poca experiencia en campos educativos me ponía en una relación complementaria inferior frente a mis jefas directas, quienes constantemente encontraban errores en mis intervenciones. Me decían que ellas tenían muchos años trabajando en educación y que en realidad ellas conocían tanto y de todo, que en el área psicológica solamente les faltaba el título. Recuerdo en una oportunidad, mientras estaba en consulta con un padre y su hijo, éste comenzó a llorar fuertemente buscando desesperar al padre, quien constantemente acudía a calmar al niño cumpliendo con sus caprichos. Noté esta pauta interaccional y le sugerí que él debería librarse de ser siempre el esclavo y perro fiel de su hijo, que corre y mueve el rabo cada vez que el llora. Le sugerí que era el momento de librarse de su amo y dejarlo llorar hasta que se canse mientras nosotros seguiríamos conversando. En ese preciso instante ingresó intempestivamente en el consultorio mi jefa (docente), y dijo: “a ver… ¿quién está llorando aquí?, ¿por qué lloras niño? Ven vamos a mi oficina para darte algo bonito”. El niño regresó en dos minutos contento con un robot en su mano que le había prestado mi jefa. Antes de

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salir me mira y con un aire de suficiencia y delante del padre de familia dice:” Mis métodos funcionan mejor que los tuyos, como te he dicho, a mí solo me falta el título de psicóloga”. El padre la mira encandilado por sus palabras y luego me mira, como diciéndome: “¡oiga, porqué a usted no se le ocurrió algo así antes!” Esta afirmación obviamente lleva el mensaje implícito de inoperancia de mi parte. Volver a recuperar la jerarquía frente al padre no sería fácil ahora, porque evidentemente el niño estaba feliz con el juguete en su mano. Miré al padre y le dije: “me apena que usted crea en estas cosas, déjeme decirle algo, ahora que usted no ha corrido, entonces esta señora corrió y saltó de su oficina y vino a satisfacer el deseo de su hijo, ¿no se da cuenta que esta señora lo ha reemplazado ya que ahora usted ha dejado de correr cada vez que su hijo llora? Ahora déjeme decirle otra cosa, en unos minutos su hijo se aburrirá y volverá a llorar”. Desde luego, después de unos minutos el niño se aburrió y comenzó a exigir otras cosas. Nuevamente apareció mi jefa y lanzó un reto: “ahora te toca a ti calmarlo”.

Aquí podemos ver el irrespeto mostrado por una persona dedicada al área educativa, que no tenía la menor idea de lo que se venía realizando durante la consulta.

Yo estaba centrado en romper una pauta rígida, ésta era, que cada vez que el niño lloraba el padre o madre satisfacía su capricho quedando todos a expensas de su voluntad. Por su parte mi jefa estaba centrada en calmar el llanto del niño, lo cual mantenía la pauta rígida, es decir ella se volvía mantenedora del síntoma e incluso al solicitarme que calmara al niño me estaba pidiendo que yo me volviera otro mantenedor del síntoma. En otras palabras el niño

controlaba a los padres, y ahora controlaba a mi jefa. De ninguna manera me controlaría a mí. Yo enseñaba al padre a librarse de esa pauta rígida y generar un cambio, y mi jefa exigía que la pauta se repitiera y la voluntad del niño se impusiera. En ese contexto jamás se lograría un cambio.

Mi visión del problema era más amplia que el de mi jefa. Estaba preparado para generar cambios, era un experto en ese tema, pero ella me quitaba jerarquía constantemente delante de los consultantes, argumentando que mi poca experiencia en campos educativos no me permitía tener el manejo adecuado de los problemas suscitados en el Centro. Muchos colegas sufren estos atropellos y es comprensible su frustración.

Fue en medio de estos interrogantes que fui invitado por una Fundación dedicada a apoyar a niños y adolescentes, para intervenir con niños problemáticos, que generaban mucho malestar y no permitían desarrollar normalmente una clase. Por medio del hilo telefónico le expliqué a la directora del proyecto que lo mejor sería intervenir con los docentes, que ellos me plantearan sus dificultades y les enseñaría técnicas efectivas para resolver estos problemas, y que después haríamos un seguimiento semanal o quincenal dependiendo de sus recursos. También le dije que de esa forma ellos ahorrarían tiempo, dinero y energía. El resultado fue extraordinario, y algunos de los casos que se describen en este libro, provienen de ese primer trabajo. Estoy muy agradecido a este proyecto porque me permitieron trabajar de forma correcta, y me dieron las condiciones necesarias para lograr el éxito.

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RESEÑA HISTORICA DEL TALLER

Como lo había mencionado en la introducción, tenía la cabeza dando vueltas acerca de la eficacia del modelo estratégico. Mientras me preguntaba por qué había fracasado en mi labor como psicólogo, responsable del cambio de las inconductas en niños, se me presentó la oportunidad para asesorar instituciones educativas. Esta era una oportunidad para elaborar un plan de intervención estratégico que me diera la certeza de que sí era posible generar el cambio en corto tiempo y de forma económica.

Para lograr mi objetivo, presenté una propuesta atrevida. Le dije al director del colegio, que solicitaba mis servicios, que yo me haría cargo de las inconductas de los alumnos y que me comprometía a resolver el problema en un máximo de tres sesiones con una frecuencia de una sesión por semana. Solo requería algunas condiciones necesarias para que este plan funcionara. En primer lugar el compromiso absoluto de los docentes para realizar exactamente, como yo lo indicara, cada una de las prescripciones dadas. Segundo, y

creo el más importante de todos, FE. La fe es crucial en todo proceso de cambio, los docentes debían creer en mí como experto, debían tener la seguridad, aunque no les gustara o no lo comprendieran, que yo sabía lo que estaba haciendo. Cuando se pierde la fe en el especialista y se cuestiona sus ideas o forma de intervención, entonces se pierden altas probabilidades, o en algunas ocasiones, la única oportunidad de cambio.

Recuerdo la sorpresa de algunos directores cuando les llevé la propuesta. Uno de ellos me miró asombrado y me dijo que era imposible generar un cambio solo en tres sesiones, pues ellos tenían casos que venían trabajando desde hacía algún tiempo. Entonces le respondí: ¡póngame a prueba! Después de transcurrida las tres sesiones, estaba tan entusiasmado que terminamos con un agasajo, celebrando el éxito de las intervenciones en su centro.

En otra oportunidad visité otra Institución Educativa llevando mi propuesta y me entrevisté con el Promotor. De igual forma, le dije que me hacía responsable del cambio con las condiciones que yo solicitaba. La respuesta del Promotor fue inesperada, pero sincera- Me dijo que le parecía imposible lo que le estaba ofreciendo. Entonces le presenté una oferta aún más atractiva y más atrevida. Le dije que me permitiera realizar las intervenciones con sus docentes y que si al finalizar las tres sesiones no hubiera ningún resultado favorable, entonces no me pagaría un centavo. Le exigí una condición más, que el Director del colegio asistiera y se comprometiera en hacer cumplir cada una de las prescripciones dadas a sus docentes. Esta exigencia, producto del reto lanzado, fue vital para el proceso de cambio, debido a que el Director llevó un registro

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pormenorizado de cada caso y pudo verificar, para él y para mí, el éxito de las intervenciones. Al finalizar el trabajo se logró una eficacia del 90% de todos los casos presentados y el 10% de ineficacia fue posiblemente producto del poco compromiso presentado por un par de docentes.

Agradezco la franqueza de las personas porque no sólo crean las condiciones para un mejor trabajo, sino que también generan beneficios mutuos. El promotor de esta institución me pagó el doble del precio pactado y él se llevó un grupo de casos resueltos, lo cual permitió oxigenar su labor administrativa.

Estas objeciones presentadas por los Directores fue uno de los escollos que se tuvo que enfrentar. Pero las dificultades no terminaron allí, ahora me tocaba vender estas ideas poco convencionales a los docentes. Mi primera labor fue presentar el taller de una manera atractiva para ellos, les pedí que colaboraran conmigo, dejé en claro que el responsable de este proceso era yo, y que si el trabajo fracasaba asumiría todas las consecuencias, pero que si las intervenciones tenían éxito, entonces ellos serian los gestores de los resultados favorables y se llevarían todo el crédito.

Esta tarea no fue sencilla, debido a que en muchos casos los fracasos frente a las inconductas eran permanentes y de larga data. Creo que el presentar con seguridad los procedimientos para el éxito, así como la experiencia recogida en el ámbito privado, permitió ir fortaleciendo la credibilidad en mi persona. Quiero agradecer a los docentes que a pesar de sus dudas e incomprensión de la lógica de

las prescripciones, fueron capaces de ejecutarlas y obtener resultados favorables.

Una vez establecido el contexto adecuado de trabajo, se pasó a definir el contrato terapéutico. Éste consistía en que cada docente me presentaría un solo caso, el más difícil de su clase, aquél que le generaba mayor dificultad y yo le diría lo que tenía que hacer para eliminar o disminuir significativamente la inconducta.

Como podrán notar, dije, la inconducta, y no, las inconductas. Aquí se diferencia el abordaje del modelo sistémico estratégico con otros modelos terapéuticos. Se focaliza una inconducta puntual, dejando deliberadamente el resto de inconductas. Esto no significa que no deseamos que el niño cambie las otras inconductas. El propósito de la focalización es elegir una inconducta de la cual nos ocupemos con todo el arsenal de estrategias y técnicas que implementaremos para su abordaje, lo cual nos dará una alta probabilidad de éxito. En cambio, si elegimos un abanico de inconductas, es menos probable que tengamos éxito con alguna de ellas porque estaríamos tan distraídos y dispersos en cada inconducta, que al final no nos ocuparíamos correctamente de ninguna de ellas. Esto es lo que lleva al docente a la sensación de frustración, desesperanza y fracaso permanente. Al igual que en una ecuación matemática, si tenemos varias variables, primero debemos encontrar la solución para una, y después con el valor de esa variable, podremos encontrar la solución para el resto de variables.

Elegir una sola inconducta y dejar de lado las demás, no es una tarea sencilla, existe una gran desesperación de los

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docentes por ver al alumno completamente transformado. Me costó trabajo las primeras sesiones definir con los profesores una inconducta para abordarla, debido a que si ponemos sobre la mesa todas las inconductas, veremos que todas son urgentes e importantes de trabajar. Para ello, les dije que este tratamiento es breve, y era necesario aprender a priorizar una. Los animé aún más asegurándoles que si ellos lograban tener éxito sólo con una inconducta, se darían cuenta que el resto de ellas comenzarían a cambiar de forma milagrosa, porque la terapia sistémica estratégica tiene un efecto mágico, llamado efecto dominó o efecto bola de nieve. Si logramos cambiar una sola inconducta, ese cambio logrado permitirá, a veces de manera espontánea el cambio de otras inconductas.

Una vez priorizada una inconducta, se pasaba a prescribir las acciones que debían implementar los docentes. Esta etapa también tuvo sus dificultades, pues las prescripciones tienen una lógica completamente diferente a los procedimientos implementados ordinariamente. Se emplearon prescripciones paradójicas, atrevidas, utilización del mismo síntoma, rituales que rompían sus propios valores.

Tuve que emplear muchas metáforas para explicarles el por qué debían hacer lo que les estaba pidiendo realizar. Creo que en una primera sesión esto no se logra, por eso tuve que emplear un elemento motivacional para poner a los docentes en fase de acción. Hirsch y Casabianca (2009) dicen que a mayor perturbación, hay mayor motivación, en otras palabras se tiene que crear un buen cuadro de ansiedad en el docente para poder motivarlos. De igual forma, Bergman refiere que una persona es fruto maduro

(preparada para el cambio), cuando su nivel de ansiedad es mayor que su nivel de resistencia. Les hice un recuento de sus intentos fallidos de solución que habían tenido para erradicar las inconductas y su gran experiencia en fracasar. Ahora estaban muy claros en lo que no se debe hacer para cambiar una inconducta, por lo tanto era el momento de dar un giro en los métodos de intervención y tener la oportunidad de aprender a tener éxito. Caso contrario, sus alumnos jugarían con ellos a su antojo. Les aseguré que sus alumnos disfrutaban de vencerlos continuamente y que si les agradaba jugar el papel de “ratones” frente a los “gatos” de sus alumnos, entonces los felicitaba por sacrificarse para mantener las inconductas de ellos.

Podía notar en sus rostros y en su mirada, una rabia contenida, al ver con claridad su posición frente al alumno. Verlos airados y perturbados, me daba un buen indicio de que estaban dispuestos a hacer lo que se les pidiera con tal de ver el caso resuelto. Muchas prescripciones causaban sorpresa, otras risas, otras perturbaciones extremas, otras rechazos. Pero a pesar de todo, fueron realizadas por los docentes.

La segunda sesión que era el recojo de la información, fueron experiencias muy gratas para los docentes. Ser ahora actores del cambio de sus alumnos y experimentar la satisfacción del éxito logrado, los llenaba de mucha felicidad. Yo disfrutaba también con ellos cada informe recibido; no escatimaba esfuerzos para felicitarlos y agradecerles por la gran labor realizada. Siempre les di el crédito, y al escribir esta reseña vuelvo agradecerles por permitirme saborear, junto a ellos, la experiencia del éxito al abordar las inconductas de los alumnos.

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Resulta casi mágico ver como una inconducta que por mucho tiempo no se lograba extinguir o disminuir su frecuencia hasta hacerla inocua, se podía resolver en corto tiempo. Por eso el taller se denominó “DE HECHIZADOS A MAGOS”. En un inicio éste era el título del libro que usted tiene en la mano. Estaba pensado de esa forma, porque las inconductas, cuando son extremas, dejan perplejos a los docentes, como si estuvieran frente a un acto de ilusionismo. Pueden ver lo que sucede frente a ellos, pueden describirlo, pero no conocen los mecanismos para romper con ese hechizo. El propósito del taller era brindar a los docentes la estrategia y las técnicas para descubrir la magia del cambio. Como todo mago o ilusionista que aprende los trucos de este arte, comenzaron a disfrutar del proceso y los resultados de la “magia” de la terapia. Una vez familiarizados con los trucos, comenzaron a mostrar actos extraordinarios que yo no había prescrito, lo cual me daba mayor satisfacción al visualizar en ellos el desarrollo de este arte.

Presentaré el modelo del taller y las sesiones que se trabajó con los docentes:

Primera Sesión: de hechizados a magos Marco Teórico Soluciones aparentes que crean el problema Secuencia de conductas que perpetúan el problema Intervenciones ilógicas que procuran resultados

lógicos Los cambios de 180° Análisis de casos.

Segunda Sesión: Aprendiendo a ser mago Presentación de casos por aula Tareas para los maestros (prescripciones directas,

prescripciones indirectas y paradójicas)

Tercera Sesión: Disfrutando de la magia Evaluación de los casos Replanteamiento de prescripciones y metodologías. Fortalecimiento de los cambios logrados.

La psicoterapia está considerada una ciencia y un arte: como ciencia debe ser estudiada permanentemente, y como arte debe ser practicada continuamente.

Yo creo que la psicoterapia es un don, no dado a todos. Es decir, no se es terapeuta porque hacemos una maestría o poseemos un doctorado. Se es terapeuta porque tenemos un don recibido de Dios, quien nos lo regala gratuitamente. Pero este don recibido nos llena de una responsabilidad, esta es la exaltación del dador del don y no del receptor o “deposito” del don. Si a ustedes les parece útil este libro, den gracias a Dios por la sabiduría que nos da para encontrar una solución a estos problemas.

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