LA LITERATURA EN LA EDAD MEDIA: LUCES ENTRE LAS...

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Dpto. de LCL / Literatura Universal / 1º Bach / Prof. Elisa Garrido Tema 2: La literatura en la Edad Media Página 1 de 14 TEMA 2: LA LITERATURA EN LA BAJA EDAD MEDIA: LUCES ENTRE LAS TINIEBLAS Introducción: la Baja Edad Media y la transición al Renacimiento. 1. Los nuevos héroes épicos medievales: el rey Arturo, el caballero Roland y el Cid Campeador; la épica germánica. Cantares de gesta, poemas caballerescos, novelas de caballerías y romances. 2. El amor en la lírica popular y en la lírica culta medieval: lírica provenzal, Dolce Stil Nuovo y cancioneros. 3. Florencia, cuna del incipiente Renacimiento. Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio. INTRODUCCIÓN La Edad Media es un período histórico que abarca diez siglos: desde el siglo V, cuando en el año 476 se produce la caída del Imperio Romano de Occidente [Roma] por las invasiones de los pueblos germánicos, hasta el siglo XV, cuando tienen lugar la caída de Constantinopla (actual Estambul, Turquía) en manos del imperio otomano en 1453 y el descubrimiento de América en 1492. La sociedad medieval es estamental y está regida por el feudalismo: hay una fuerte distinción entre las clases privilegiadas –nobleza y clero− y las no privilegiadas −pueblo llano, formado por campesinos y artesanos−, entre las cuales existe una relación de vasallaje (dependencia), de modo que: La nobleza: los grandes señores feudales eran guerreros que protegían a sus vasallos y servían al rey. La iglesia (clérigos y monjes) se convirtió en la depositaria del legado cultural de la Antigüedad. Conocedores del latín escrito, en los scriptorium de los monasterios los religiosos copiaban los manuscritos preservando así el patrimonio cultural europeo. El pueblo llano, integrado como hemos dicho por artesanos y campesinos que habitaban en núcleos rurales en torno a un castillo o a un monasterio, vivía del trabajo de sus manos. (A la derecha, fotograma de la película El nombre de la rosa, basada en la novela homónima de U. Eco, en que observamos cómo sería un scriptorium medieval.) Otro hecho histórico- cultural de capital trascendencia es el triunfo del cristianismo. El teocentrismo, es decir, la creencia de que Dios rige el destino de los hombres hace que la religión vertebre las existencias individuales y la vida social. Hemos de tener en cuenta que a partir del siglo VII surge y se extiende el islam; las relaciones entre cristianismo e islam serán a menudo conflictivas (Reconquista en la Península Ibérica, las Cruzadas en Tierra Santa), pero también dieron lugar al intercambio cultural, piénsese por ejemplo en la famosa Escuela de Traductores de Toledo.

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Tema 2: La literatura en la Edad Media

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TEMA 2: LA LITERATURA EN LA BAJA EDAD MEDIA: LUCES ENTRE LAS

TINIEBLAS

Introducción: la Baja Edad Media y la transición al Renacimiento.

1. Los nuevos héroes épicos medievales: el rey Arturo, el caballero Roland y el Cid Campeador; la

épica germánica. Cantares de gesta, poemas caballerescos, novelas de caballerías y romances.

2. El amor en la lírica popular y en la lírica culta medieval: lírica provenzal, Dolce Stil Nuovo y

cancioneros.

3. Florencia, cuna del incipiente Renacimiento. Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni

Boccaccio.

INTRODUCCIÓN

La Edad Media es un período histórico que abarca diez siglos: desde el siglo V, cuando en el año

476 se produce la caída del Imperio Romano de Occidente [Roma] por las invasiones de los

pueblos germánicos, hasta el siglo XV, cuando tienen lugar la caída de Constantinopla (actual

Estambul, Turquía) en manos del imperio otomano en 1453 y el descubrimiento de América en

1492.

La sociedad medieval es estamental y está regida por el feudalismo: hay una fuerte

distinción entre las clases privilegiadas –nobleza y clero− y las no privilegiadas −pueblo llano,

formado por campesinos y artesanos−, entre las cuales existe una relación de vasallaje

(dependencia), de modo que:

− La nobleza: los grandes señores feudales eran guerreros que protegían a sus vasallos y servían

al rey.

− La iglesia (clérigos y monjes) se convirtió en la depositaria del legado cultural de la

Antigüedad. Conocedores del latín escrito, en los scriptorium de los monasterios los religiosos

copiaban los manuscritos preservando así el patrimonio cultural europeo.

− El pueblo llano, integrado como hemos dicho por artesanos y campesinos que habitaban en

núcleos rurales en torno a

un castillo o a un

monasterio, vivía del

trabajo de sus manos.

(A la derecha, fotograma de la

película El nombre de la rosa,

basada en la novela homónima de

U. Eco, en que observamos cómo

sería un scriptorium medieval.)

Otro hecho histórico-

cultural de capital

trascendencia es el triunfo

del cristianismo. El

teocentrismo, es decir, la creencia de que Dios rige el destino de los hombres hace que la religión

vertebre las existencias individuales y la vida social. Hemos de tener en cuenta que a partir del

siglo VII surge y se extiende el islam; las relaciones entre cristianismo e islam serán a menudo

conflictivas (Reconquista en la Península Ibérica, las Cruzadas en Tierra Santa…), pero también

dieron lugar al intercambio cultural, piénsese por ejemplo en la famosa Escuela de Traductores de

Toledo.

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El cristianismo se convirtió en seña de identidad de la Europa medieval toda vez que la

invasión de los pueblos bárbaros llevó aparejada la progresiva e irreversible fragmentación del

latín en las distintas lenguas románicas. El latín, no obstante, siguió siendo durante siglos la

lengua escrita de la cristiandad aunque eran muy poco los que lo conocían –de hecho, la mayoría

de la población era analfabeta−; habrá que esperar hasta el siglo XII-XIII para que las lenguas

romances se conviertan en las lenguas utilizadas en la escritura desplazando poco a poco el latín.

En cualquier caso, no podemos olvidar que durante la Edad Media existió una importante cultura

oral en lengua romance: cantares de gesta que relataban hazañas de héroes (género predilecto de la

nobleza), composiciones de carácter lírico o fabliaux de carácter burlesco (del gusto del pueblo

llano y de la burguesía) serán difundidos por los juglares, que los recitaban o cantaban

acompañados de la música, como tendremos ocasión de ver en este tema.

En el siglo XII se asiste a un gran desarrollo en

Occidente y más concretamente en Francia. También

en el norte de Italia a partir del siglo XIII se produce

un importante desarrollo del comercio y de una

primitiva industria que dará lugar a una nueva clase

social: la burguesía, clase social que debe su

nombre a los burgos (según el DRAE: fortaleza

construida por los nobles feudales para vigilar los

territorios de su jurisdicción). Confiada en sus

posibilidades gracias al esfuerzo personal, a medida

que esta nueva clase social se va enriqueciendo irá desplazando a la antigua nobleza. A los cambios

sociales y económicos que se produjeron hay que sumar un importante desarrollo cultural y

artístico, del que destacamos la aparición de las primeras universidades (Oxford, París, Bolonia)1,

con las cuales el saber y la cultura comienzan a traspasar los muros de monasterios; nace una

literatura profana diferente a los poemas religiosos y a los cantares de gesta, y el mundo clásico

reservado hasta este momento a los clérigos comienza a divulgarse ya en lengua romance. (En

la imagen, construcción de una ciudad medieval.)

Digamos por último que, según una metáfora creada por los primeros humanistas, los diez

siglos medievales estuvieron dominados por la oscuridad. El humanista italiano Lorenzo Valla

(1407-1457) consideraba que el retroceso intelectual, pedagógico y moral ocurrido en los tiempos

oscuros de la Edad Media se habría producido por una triple degradación: la corrupción bárbara del

latín, la depauperación del legado filosófico griego y la pérdida del mensaje original del Evangelio.

Desde el siglo XIV y sobre todo a partir del XV se asiste (especialmente en Italia) a una decidida

recuperación de la lengua y la literatura grecolatinas, a una vuelta a la filosofía griega y a un

conocimiento directo de las fuentes del Antiguo y del Nuevo Testamento. Pero esto no debe

hacernos pensar que durante la Edad Media no se leyeran y estudiaran algunos autores clásicos

latinos: en estos siglos los escritores de la Antigüedad eran admirados por su belleza formal, por la

elegancia de su lenguaje, por su teoría y preceptiva literaria, pero se desconfiaba de la doctrina de

sus escritos dado que durante el Medievo el centro del universo era Dios (teocentrismo).

En este tema nos vamos a ocupar de la literatura de la Baja Edad Media, la literatura que

utiliza ya las distintas lenguas vulgares (entiéndase, obras que no emplean el latín). Por un lado,

nos referiremos a las obras que tienen por protagonistas a los nuevos héroes medievales: cantares

1 Los estatutos legales de las universidades citadas datan de entre 1214 y 1219; sin embargo, su fundación realmente

habría que adelantarla a varias décadas antes. Las primeras universidades eran herederas de las antiguas escuelas

catedralicias. A lo largo del siglo XIII irán fundándose otras universidades en toda Europa: Salamanca, Cambridge,

Montpellier, Salerno a las que se irán sumando otras tantas en esta misma centuria.

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de gesta, pero también breves romances así como narraciones que utilizan la prosa. Por otro lado,

veremos cómo el sistema feudal traslada sus valores al amor dando lugar al llamado amor cortés,

que se materializará en la lírica provenzal y en el Dolce Stil Nuovo (lírica culta), sin olvidarnos de

las producciones líricas más populares. Por último, profundizaremos en las figuras de Dante,

Petrarca y Boccaccio, cuya labor (sobre todo la de estos dos últimos) constituyen claramente una

transición hacia el Humanismo y el Renacimiento que se extenderá por Europa a partir del siglo

XVI.

1. LOS NUEVOS HÉROES ÉPICOS MEDIEVALES: EL REY ARTURO, EL

CABALLERO ROLAND Y EL CID CAMPEADOR. LA ÉPICA GERMÁNICA

La épica medieval reúne un conjunto de narraciones en verso presentes en todas las tradiciones

literarias europeas desde el siglo VIII al XV en las que se relatan hechos gloriosos de héroes

antepasados. Hemos de suponer que estas narraciones eran compuestas por un autor culto que

reelaboraba un material legendario previo, pero la difusión de estas composiciones era oral y corría

a cargo de los juglares.

Hacemos en primer lugar una breve referencia a la épica germánica, para después ocuparnos

de la épica románica, tratando de comprender cómo este género va evolucionando a lo largo de los

siglos hasta su desaparición en el siglo XVI, cuando el público gustaba ya de otro tipo de

narraciones en prosa cuyos protagonistas eran más cercanos a la nueva realidad sociohistórica.

ÉPICA GERMÁNICA: El Cantar de los Nibelungos

Esta epopeya anónima escrita hacia el año 1200 en

estrofas regulares se caracteriza por la profusión de

elementos maravillosos. En ella se narran las hazañas y

la muerte de Sigfrido, quien, tras haber matado a un

dragón, se baña en su sangre para hacerse invulnerable

(aunque una hoja de tilo caída en su espalda impedirá

que la sangre impregne toda su piel); más tarde se

apodera del tesoro de los nibelungos y de un manto

mágico que lo hace invisible. Enamorado de la princesa

Krimilda, para conseguir su mano ayuda a Gunter (rey

de los burgundios) a conquistar a su vez a Brunilda (reina de Islandia que somete a duras pruebas a

sus pretendientes) gracias a su manto mágico. Tiempo después, Krimilda revelará el engaño a

Brunilda, la cual se venga mandando matar a Sigfrido, herido en su único punto vulnerable.

Posteriormente Krimilda vengará a su vez la muerte de su esposo Sigfrido. El compositor alemán

Richard Wagner compuso un ciclo de cuatro óperas (estrenadas en 1876) inspiradas en esta

epopeya. (En la imagen, pintura actual inspirada en el Cantar de los Nibelungos.)

LOS HÉROES ROMÁNICOS: cantares de gestas, poemas caballerescos, novelas de

caballería, romances.

Las narraciones épicas medievales, fueran éstas en verso o en prosa (cantares de gestas, romans,

historias…), tomaban sus temas de tres ciclos o materias:

La materia de Bretaña (ciclo artúrico): relatos artúricos ficticios cuya finalidad era

divertir, entretener.

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La materia de Francia (ciclo carolingio): centrada en Carlomagno2 y sus paladines, era

veraz y tenía un alto valor patriótico.

La materia de Roma o materia clásica: formada sobre las novelas grecolatinas, de las

cuales se podían obtener numerosas enseñanzas; los autores fundían anacrónicamente el

mundo clásico y el contemporáneo al gusto del lector noble (translatio).

En las obras épicas medievales poco a poco el latín irá dejando paso a la lengua romance y el

verso a la prosa. Lo vemos brevemente a continuación.

Entre los años 1135 y 1138 el monje normando Geoffrey [Godofredo] de Monmouth

compuso una obra histórica en latín (Historia regum Britanniae); en ella trazaba la historia de los

reyes de Gran Bretaña desde su conquista por Bruto hasta Cadvaladro, sucesor del rey Arturo.

Aprovechando los relatos de los juglares bretones que habían hecho de Arturo un personaje

legendario, Monmouth lo presenta como un mítico caudillo de la talla de Carlomagno o de un

nuevo Alejandro Magno; de esta manera tanto el rey Arturo como los caballeros de su corte se

convirtieron en personajes de una extraordinaria popularidad. Un clérigo anglo-normando, Robert

Wace, tradujo esta obra al francés (en pareados octosílabos) con el nombre de Roman de Brut (h.

1155), la cual gozó de gran éxito en Francia: supuso un paso intermedio entre las obras históricas y

las novelas artúricas e influyó de forma importante en los primeros romans3 franceses.

Las narraciones pertenecientes al llamado ciclo

artúrico están escritas fundamentalmente en francés y

en inglés y fue Chrétien de Troyes quien las llevó a su

punto culminante. (Más tarde aludiremos nuevamente

a este autor.) Es conocidísima la leyenda de la espada

Excalibur, arrancada del yunque (incrustado a su vez

en una roca) por el joven Arturo que es proclamado

rey inmediatamente. En su castillo de Camelot, en

torno a la Tabla (o Mesa) Redonda, se rodea de

caballeros como Lanzarote (Lancelot) o Perceval

(Parsifal). Lanzarote se convertirá en amante de la

reina Ginebra, mientras que Perceval es uno de los

caballeros que acomete la búsqueda del santo grial.

Destaca también en este ciclo la leyenda Tristán e Iseo (o Isolda), que se enamoran al beber por

error un filtro mágico y cuyo destino será trágico, como en tantas otras historias de amor. Ni que

decir tiene la gran presencia de estas historias en el cine, así como en la pintura y en la música. [En

la imagen, pintura de J. Duncan (siglo XIX) inspirada en la leyenda de Tristán e Isolda.]

En cuanto a la materia clásica, podemos distinguir cuatro grandes ciclos épicos clásicos:

Alejandro, Tebas, Troya y Eneas4. De estos cuatro grandes ciclos épicos clásicos es Alejandro

Magno el personaje que más atrajo a los franceses (y también al inglés Chaucer5). Las Cruzadas

2 Carlomagno (¿742? ¿747? ¿748? , ¿Aquisgrán? – 814, Aquisgrán). En el año 768, a la muerte de su padre Pipino el

Breve, heredó el trono de los francos. Carlomagno fue incorporando a su reino amplios territorios de Europa Occidental y

Central y en el año 800 fue coronado emperador por el papa. Fue el único

3 El término roman se aplicaba a las traducciones adaptadas en lengua romance de textos latinos.

4 Estos cuatro ciclos están representados por los relatos: Roman d’Alexandre, Roman de Thèbes, Roman de Troie y Eneas.

5 Geoffrey Chaucer (c. 1343-1400) es un escritor inglés conocido fundamentalmente por ser el autor de los Cuentos de

Canterbury. Otra obra suya es Troilo y Criseida (de inspiración clásica, concretamente, en la guerra de Troya). Fue

determinante el hecho de que utilizara el inglés medio en un momento en que las lenguas literarias por excelencia eran el

francés y el latín. Este autor suele relacionarse con Boccaccio.

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habían generado un interés creciente por el mundo exótico del Próximo Oriente, interés que halló

su mito en Alejandro, quien con sus maravillosas experiencias y sus fantásticos viajes se convirtió

en referente obligado para los héroes literarios.

Desde el primer tercio del siglo XII se hicieron redacciones sobre Alejandro, unas en franco-

provenzal, otras en latín, unas en prosa, otras en verso. Pero la forma propiamente épica es el

Roman d’Alexandre, único texto de tema clásico que recurre a la tirada monorrima; además,

emplea fórmulas épicas para describir ciertos motivos (combate, persecución). En este roman

apenas tiene cabida el tema amoroso; sí aparece, en cambio, el sueño premonitorio, tan

característico de los personajes de la épica.

El Roman d’Alexandre alcanzó un enorme éxito y podemos relacionarlo con el poema épico

francés por excelencia: la Chanson de Roland. Compuesta en el siglo XI, la obra recrea un suceso

histórico acaecido en el año 778: la

derrota que los vascones infligieron a

las tropas de Carlomagno en el valle

pirenaico de Roncesvalles. Estos hechos

reales, ya lejanos en el tiempo, se

mezclan en la composición con otros

fantásticos.

El argumento, de forma resumida, es el

siguiente: Marsil (Marsilio), rey moro de

Zaragoza no sometido por Carlomagno,

recibe a Ganelón, enviado por el emperador

para negociar la paz. Sin embargo, movido

por su odio al caballero Roldán, Ganelón traiciona a los suyos y pacta con Marsil un ataque a la retaguardia

carolingia, a cuyo frente está precisamente Roldán. A pesar de su desesperada defensa ante el ataque, los

franceses son aniquilados. Justo antes de morir, Roldán decide tocar su olifante (cuerno de marfil), a cuya

llamada acude Carlomagno, que retrocede, ataca y vence a los moros. Ganelón será ajusticiado por su

traición. (En la imagen, reproducción de una edición antigua de la obra.)

Con respecto a su estructura, este cantar se divide cuatro partes desiguales en cuanto a su extensión:

1. Traición de Ganelón, adelantada en sueños a Carlomagno (I-LVII).

2. Derrota, muerte y salvación de Roldán (LVIII-CLXXVI).

3. Victoria de Carlomagno y entierro de los caballeros Roldán y Oliveros (amigo de Roldán,

hermano de su amada Alda) (CLXXVII-CCLXIX).

4. Proceso, castigo y muerte de Ganelón (CCLXX-CCXCI).

La Chanson de Roland está compuesta en versos decasílabos divididos por una cesura en dos hemistiquios

desiguales (4 + 6), con rima asonante y agrupados en tiradas. El cantar suma más de 4000 versos.

En cuanto a su estilo podemos citar:

mezcla de elementos fantásticos con datos históricos y reales.

emoción poética, exaltación de valores como el heroísmo y el honor.

sencillez en la expresión: frases breves, léxico preciso, recursos propios de la épica

(epítetos épicos, paralelismo, estructuras bimembres…).

Los personajes encarnan los valores propios de la épica: Carlomagno, el anciano reflexivo; Roldán, el héroe

valiente, temerario y generoso; Turpín, el clérigo que mata moros, es decir, que une la cruz a la espada,

representa la lealtad a Roldán; Oliveros, caballero disciplinado, prudente y leal también a Roldán; Ganelón,

padrastro de Roldán, representa la traición.

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Algunos estudiosos destacan la influencia de la épica francesa en la hispánica. En este sentido

se destaca cómo el Camino de Santiago constituyó una verdadera vía de intercambio cultural entre

la Europa cristiana y la península ibérica, donde tanto peso tuvo el elemento musulmán (Al-

Ándalus).

En la épica española destaca la figura del Cid, personaje histórico que vivió en el siglo XI. De

Rodrigo Díaz de Vivar pronto circularon cantares sobre sus hazañas, incluso existe una crónica en

latín. A partir de mediados del siglo XII un poeta culto reuniría todo el material sobre el héroe y

compondría el Cantar de Mío Cid que luego los juglares recitarían. La importancia de esta obra

radica en que es el único cantar de gesta que ha llegado a nuestros días casi en su totalidad, más de

3700 versos agrupados en tiradas de rima asonante. (En la imagen, caballeros en una miniatura de la Biblia

de San Isidoro de León, s. XII.)

Parece claro que existieron muchos cantares de gesta

que, desgraciadamente, no se han conservado como

tales. Sin embargo, la materia épica castellana

encontró un nuevo cauce de expresión: el romance. A

partir del siglo XV comenzarán a recopilarse por

escrito esas composiciones orales en las que lo épico

−entiéndase aquí tanto narrativo como hazañoso y

heroico− parece fundirse con lo lírico –intensidad de

los sentimientos− y lo dramático –por la importancia

del diálogo entre los personajes y el dinamismo− que

conforman el llamado Romancero Viejo. Existen

romances inspirados en los personajes de la épica

castellana (el Cid, Fernán González y otros condes de

Castilla, el rey Sancho II…), pero también hay otros que se inspiran en los personajes caballerescos

del ciclo carolingio (Carlomagno) y bretón (el rey Arturo), además de los que narran las batallas

entre moros y cristianos en la última fase de la Reconquista en la Península Ibérica.

En otro orden de cosas, no debemos olvidar que el telón político e histórico de fondo de las

obras de las que venimos hablando era el de unas monarquías jóvenes necesitadas de un pasado

glorioso. Así, en el caso de la monarquía inglesa era necesario exaltar la figura de un caudillo como

Arturo frente a otros monarcas europeos. A esta labor (diríamos, propagandística) contribuyó

Chrétien de Troyes6, autor que lleva a su plenitud el roman courtois (o poema caballeresco,

como también es conocido este género): una narración extensa en verso compuesta por un autor

culto y destinada a un receptor cortesano cuya diferencia fundamental con la épica propiamente

dicha es la alternancia de los pasajes amorosos con las aventuras guerreras.

Chrétien de Troyes sigue la técnica del “entrelazado” de aventuras en las que el caballero se

dirige hacia un mundo misterioso en búsqueda de una persona o de un objeto maravilloso; al

principio de sus narraciones el escritor nos ofrece una corte armoniosa (formada por el rey, la reina

y los caballeros); pero esta armonía se ve rota, lo cual motiva que los caballeros se vean obligados

a restablecer el orden primitivo.

6 Clérigo de Champaña (h.1135- h. 1183) considerado como el fundador de la novela cortés. Chrétien de Troyes recoge

toda la tradición de la materia de Bretaña (leyendas artúricas). Su principal mérito reside en la reelaboración formal de

fuentes muy diversas que van desde la Antigüedad clásica (Ovidio en especial) y las gestas juglarescas de los caballeros

del rey Arturo. Algunas de sus obras son: El caballero del león, Lancelot o El caballero de la carreta, Perceval o El

cuento del graal; están escritas en pareados octosílabos de rima consonante.

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A finales del siglo XII algunos de estos romans (los que tratan el tema del graal o grial)

comienzan a escribirse en prosa, usada hasta entonces por los cronistas que escribían sus obras en

latín; frente al verso, el uso de la prosa ofrecía al narrador una mayor flexibilidad para desarrollar la

historia y enriquecerla con una mayor variedad de matices: es éste el germen de las futuras novelas

de caballería y, en definitiva, de la novela.

En Castilla, durante el reinado de Alfonso X (s. XIII), aparece el anónimo Libro de Alexandre,

escrito en cuaderna vía; también se realizaron versiones de las

narraciones de la materia bretona. Los primeros libros de

caballerías españoles autóctonos son el Libro del caballero Zifar y

el Amadís de Gaula primitivo, a los que se puede sumar la obra

del valenciano Joanot Martorell (1414-1468) Tirant lo Blanch.

Las características más destacadas del género caballeresco

medieval son las siguientes:

− La presencia de elementos maravillosos (dragones,

enanos, gigantes, magia…).

− La tendencia a situar la acción en lugares lejanos y en un

pasado remoto.

− Son habituales los matrimonios secretos.

− Los temas principales son el amor y la aventura.

− La itinerancia permanente de los caballeros andantes.

− El héroe se caracteriza por su resistencia física y su perseverancia, así como por su

humildad, abnegación y castidad heroica.

− Es constante la lucha armada: justas, combates…

− Referencias realistas como la preocupación del héroe por comer, beber o dormir.

− Se alternan con normalidad los episodios maravillosos con las vivencias cotidianas.

EL DECLIVE DE LA ÉPICA

Ya sabemos que en la literatura latina Virgilio había tomado como fuentes las epopeyas de

Homero para crear su Eneida. Pues bien, este mismo proceso se verificará al final de la Edad

Media, cuando poetas cultos toman los personajes de la épica medieval y los transforman según los

ideales del Renacimiento en unos caballeros cultos y refinados, lo cuales no se movían ya por los

viejos ideales de defensa de la fe religiosa y de fidelidad a su señor (Arturo o Carlomagno según

los casos), sino por la defensa del amor. Estamos ya ante obras de clara inspiración renacentista

como el Orlando innamorato de Matteo Maria Boiardo (s. XV) o el Orlando furioso del también

italiano Ludovico Ariosto (s. XVI), ambas escritas en verso y encuadradas en lo que se da en llamar

épica culta7.

Y teniendo en cuenta este panorama literario construyó Cervantes el último de los caballeros

andantes, Don Quijote, en una época en la que la aparición del soldado profesional ponía en

entredicho la función guerrera de la nobleza, toda vez que las monarquías europeas estaban

relativamente consolidadas. El viejo héroe caballeresco era sustituido por personajes más cercanos

a la realidad, y la novela sustituía el cantar épico.

7 En estas obras se funden los temas y motivos del ciclo carolingio y los del ciclo bretón, el primero caracterizado por los

valores guerreros, el segundo de carácter más cortés, más fabuloso y con mayor cabida para el amor. En definitiva, el

caballero Orlando (Roland) vivirá aventuras amorosas y maravillosas con el telón de fondo de las luchas entre moros y

cristianos.

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2. EL AMOR EN LA LÍRICA POPULAR Y EN LA LÍRICA CULTA MEDIEVAL:

LÍRICA PROVENZAL, DOLCE STIL NUOVO Y CANCIONEROS.

La lírica provenzal o lírica trovadoresca puede ser considerada como la primera escuela lírica

medieval. En el sur de Francia surge una serie de poetas (el primero conocido es Guillermo de

Aquitania, señor feudal y protector de otros trovadores) que trasladan al amor las relaciones

feudales. Se trata del denominado amor cortés, según el cual el trovador es un servidor o vasallo de

la dama, que es su señor; los motivos y tópicos bélicos se convierten en amorosos (la conquista del

castillo, el duelo entre caballeros…); el objeto de este amor es la consecución del galardón, o

recompensa de la dama a su servidor, esto es, el reconocimiento o aceptación de éste por parte de

aquella; este amor debía guardarse en secreto, de ahí que el nombre de la dama se ocultase bajo un

pseudónimo o senhal; en la mayoría de los casos se trata de un amor absolutamente casto,

sentimental, espiritual diríamos, aunque a veces el galardón que espera el galán sea la unión carnal.

La lírica provenzal se caracteriza por su refinamiento y por su complejidad formal.

Los trovadores provenzales cultivaron: la canço (canción de tema amoroso), el sirventés (de

carácter satírico), la tenço (disputa, discusión de temas variados), la albada (despedida de los

amantes al amanecer), la pastorela (encuentro entre caballero y pastora idealizada), la balada y la

dansa (destinados al baile) y el planh (planto, ‘llanto’, lamento fúnebre).

Por su proximidad geográfica este tipo de lírica también se cultivó Cataluña. También la lírica

galaico-portuguesa entronca con la poesía trovadoresca provenzal.

En la corte siciliana de Federico II primero y en la corte toscana después se cultivó este tipo de

poesía en la que se rendía culto a la mujer. Pero existe una diferencia entre la lírica provenzal y el

que se conoce como Dolce Stil Nuovo. En

los poetas italianos se produce una nueva

concepción del amor, espiritualizado al

máximo: la mujer se convierte en un ser

perfecto cuya sola contemplación puede

producir la felicidad y la salvación del

amado. Al poeta le interesa el proceso

interior de perfeccionamiento al que le

conduce el amor, que está desprovisto de

cualquier aspecto físico; de hecho, la

mujer no es descrita, sino que es

idealizada hasta tal punto que podemos

hablar del tópico de la donna angelicata:

la mujer se convierte en el símbolo de la

perfección espiritual que el poeta puede alcanzar mediante el amor; esta mujer se presenta siempre

con ciertos rasgos idealizados (cabello rubio, piel blanca, ojos claros…) que prevalecerán durante

siglos. (En la imagen, detalle del cuadro Nacimiento de Venus de Sandro Botticelli, 1484.)

Los principales exponentes del Dolce Stil Nuovo son Guido Guinizelli (1235-1276) y Guido

Cavalcanti (h. 1255-1300), que compusieron sonetos y canciones; también se vincula a dicha

escuela Dante Alighieri en su obra juvenil Vida nueva. En ella el autor mezcla la prosa con

poemas (sonetos, canciones, baladas…) para expresarnos su encuentro con la amada Beatriz (que

también aparecerá en su Divina Comedia), el enamoramiento y la exaltación idealizadora, el amor

fingido a otras mujeres, el desdén de Beatriz, etc. La crítica ha identificado la Beatriz de las obras

de Dante con una tal Bice Portinari, a quien el poeta florentino habría conocido a los nueve años, la

cual se habría casado con un rico banquero y que habría muerto en 1290.

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En este apartado dedicado a la lírica no puede faltar una referencia a

la lírica popular o tradicional que coexiste con la lírica

trovadoresca así como con los cantares de gesta difundidos por los

juglares.

Nos interesa reseñar la vinculación entre la lírica árabe y la lírica

europea medieval. En Al-Ándalus el poeta Mucaddam de Cabra

(siglos IX-X) utilizaba en sus composiciones en árabe clásico la

estrofa denominada moaxaja, en cuyo final incluía cinco o seis

versos en árabe vulgar o en romance (mozárabe) a modo de

estribillo: se trata de las jarchas, que pasan por ser la expresión

lírica medieval (no compuesta en latín, claro) más antigua

conservada.

Las jarchas suelen presentar a una enamorada que se queja de la ausencia de su amado o que

expresa sus celos o, simplemente, sus anhelos amorosos. Se relacionan, por tanto, con las llamadas

canciones de mujer que se cultivaron en toda la Europa occidental: las cantigas de amigo gallegas,

los villancicos castellanos, los refrains y las chansons de toile francesas y las Frauenlieder

alemanas.

Los temas fundamentales de estas canciones eran entre otros los

siguientes:

Sobre el encuentro amoroso (la espera, el alba, la fuente

o el río, la romería…).

Las penas de amor (el insomnio, la ausencia, el olvido, la

infidelidad, los celos, la malcasada).

Las fiestas del amor (fiestas de mayo, las fiestas de San

Juan).

Sobre la niña (la piel morena, los ojos, los cabellos).

Desenfado y protesta (la niña que no quiere ser monja).

Cantadas por el pueblo o por intérpretes ambulantes

(juglares), estas cancioncillas atrajeron la atención y el

interés de los poetas cultos que las imitarían. En líneas

generales, podemos decir que las composiciones más

antiguas son las más breves y las de menor complejidad

formal. Tanto las composiciones anónimas como las de

autores conocidos fueron recopiladas en distintos

cancioneros, que a veces también recogen las partituras

musicales, desde mediados del siglo XV. (Imágenes superior y

central, miniaturas pertenecientes al Códex Manesse; imagen inferior,

miniatura de las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio.)

3. FLORENCIA, CUNA DEL INCIPIENTE RENACIMIENTO. DANTE

ALIGHIERI, FRANCESCO PETRARCA Y GIOVANNI BOCCACCIO.

Ya decíamos en la introducción de este tema que los propios hombres de cultura de los siglos XV y

XVI sintieron que vivían una época de redescubrimiento de los clásicos. Los humanistas desean

aprender de los clásicos una lección humana, no sólo retórica; la cultura clásica adquiere un valor

vital; el humanista intenta forjar su propia cultura y personalidad a partir de la antigua.

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Tema 2: La literatura en la Edad Media

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El término Renacimiento fue utilizado por primera vez en el siglo XIX (por Burckhardt) para

designar un movimiento cultural que se venía gestando en Europa Occidental desde finales de la

Edad Media y, más concretamente, en ciertas ciudades italianas, como la Florencia del siglo XIV.

Este movimiento cultural se manifiesta fundamentalmente en la restauración del ideal educativo de

la Antigüedad Clásica: la Humanitas o cultivo de las Humanidades, pues los grandes maestros del

Renacimiento (como el ya mencionado Lorenzo Valla) estaban convencidos de que la lengua y la

literatura clásica darían una formación integral al hombre de su tiempo.

A lo largo del siglo XIII en Florencia se vivieron las luchas entre los partidarios del papa y los

del emperador (güelfos y gibelinos respectivamente), al tiempo que se asistió a un auge de la

burguesía comercial y a la ruina de las viejas familias aristocráticas. Florencia se convirtió en una

república independiente gobernada por los grandes gremios de banqueros, comerciantes y

artesanos; las grandes compañías financieras (como la de los Medici) dominaban la economía

europea. Además de esta pujanza económica, y seguramente como fruto de la misma, la ciudad

toscana viviría también una de las épocas de mayor apogeo intelectual y artístico a lo largo del

Quattrocento.

Y ya en siglo XV habían adquirido la condición de clásicos tres grandes genios florentinos (o

de familia florentina) del Trecento: Dante, Petrarca y Boccaccio, en cuya obra profundizaremos a

continuación.

DANTE ALIGHIERI (1265-1321)

Dante Alighieri (Florencia 1265 – Rávena 1321), nacido en el

seno de una antigua familia nobiliaria venida a menos, participó

en la vida política de su ciudad, que abandonó en 1302 y a la que

ya no volvería jamás en su vida. En su destierro contó con el

apoyo de importantes señores del norte de Italia como los Scala

de Verona o los Malaspina y los Novello da Polenta de Rávena.

Entre los años 1292 y 1294 Dante habría compuesto su Vita

nuova, a la que hemos hecho referencia en el apartado anterior.

En sus años de destierro estaría dedicado a la composición de la

que es considerada su gran obra: la Divina Comedia. Aclaremos

desde el principio que el adjetivo Divina fue añadido en las

ediciones tardías del siglo XVI, pues el autor la tituló simplemente

Comedia, pues, a pesar de su comienzo áspero, la obra termina felizmente.

Como es sabido, la obra supone el viaje alegórico e iniciático del poeta, de siete días de

duración, por las tres regiones de la ultratumba según las creencias cristianas: infierno, purgatorio y

paraíso. En los dos primeros cuenta con el poeta latino Virgilio como guía, mientras que en el

paraíso lo acompaña Beatriz (vid. supra). Estas tres partes o cantigas están divididas a su vez en

treinta y tres cantos cada una, más un canto introductorio en el Infierno, por lo que el poema consta

de cien cantos, que oscilan entre los 115 y los 154 endecasílabos agrupados en tercetos

encadenados (14333 versos en total).

Con este largo poema Dante pretendía hacer una especie de summa completa de todo el saber

de su tiempo. A través de los condenados y de los beatificados que va encontrando por este viaje de

ultratumba, Dante, desde su visión medieval, nos resume la historia de la humanidad en lo político,

social y religioso. Al mismo tiempo, el escritor ofrece un vasto fresco de la vida política del pasado

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Tema 2: La literatura en la Edad Media

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reciente y una visión amarga del presente italiano8; el continuo uso de las comparaciones nos

acerca la realidad cotidiana del poeta. Por otra parte, existe una amplia gama de sentimientos

humanos, desde el odio a la vergüenza, desde la gratitud a la ternura, desde la admiración a la

camaradería: los habitantes del más allá han sido seres humanos y arrastran su humanidad después

de muertos. El lenguaje también ofrece diversas modulaciones, desde el lenguaje duro y popular al

lenguaje abstracto propio de la Escolástica; asimismo, Dante emplea latinismos y otras voces

dialectales para dar mayor expresividad a su poema.

FRANCESCO PETRARCA (1304-1374)

Francesco Petrarca (Arezzo 1304 – Arquà 1374) pasó sus primeros años de vida en Aviñón, cerca

de la nueva corte papal, pues su padre huyó de Florencia (1302) antes de ser desterrado. Recibió

una sólida formación intelectual (estudió Derecho, aunque le interesaron más los estudios clásicos,

la lengua y la literatura latina) y viajó y residió en diversas ciudades italianas y europeas, movido

siempre por un afán intelectual que le llevaba a buscar manuscritos de autores latinos. Contó con el

apoyo de importantes familias del momento como los Colonna (con quienes viajó a su amadísima

Roma) o los Visconti de Milán. Fue amigo de Boccaccio y llegó a ser coronado como poeta en el

Capitolio de Roma por el rey de Nápoles.

Petrarca fue consciente de la trascendencia de su labor como

restaurador de los estudios y de las letras de la Antigüedad,

por lo que puede ser tenido como un humanista en el más

amplio sentido del término. No en vano, él mismo

consideraba sus obras en latín el mayor de sus logros

intelectuales: el inacabado poema épico Africa; sus epístolas

y églogas a la manera de Virgilio, Bucolicum carmen; sus

tratados de filosofía moral, Secretum, De otio religioso, De

vita solitaria y De remediis utriusque fortuna.

Sin embargo, han sido sus escritos en lengua vulgar los

que le han granjeado un lugar destacado en las letras

universales, sus Triunfos y, sobre todo, su Cancionero, a los

que él llamó Rerum vulgaria fragmenta (‘Fragmentos en

lengua vernácula’) y a los que casi secretamente dedicó

cuarenta años de su vida.

El Cancionero es una colección de composiciones líricas que tienen como tema

fundamental el amor y que fue modelo para poetas posteriores en toda Europa (petrarquismo).

Consta de 366 poemas (317 sonetos, 26 canciones, 9 sextinas, 7 baladas y 4 madrigales) dedicados

en su mayoría a Laura, verdadera musa de esta obra poética, a la que supuestamente habría

conocido en 1327 y que moriría en 1348, víctima de la peste que asoló Florencia.

Estas composiciones suelen dividirse en dos ciclos: “in vita”, hasta el poema CCLXIII, e “in

morte” de Laura, a partir de la canción I’vo pensando, et nel penser m’assale (Yo voy pensando, y

al pensar me asalta). Además de esta gran división, en el primer ciclo se puede establecer una

ulterior subdivisión. Así, habría una primera sección (hasta el poema LX) en la que se siente la

influencia stilnovista; en una segunda sección se desarrolla lo que se ha dado en llamar “el mito de

Laura”, que podemos ejemplificar con el soneto CCXLVI; una tercera sección puede llamarse de “la

8 Quizás este término sea aquí anacrónico. En efecto, no podemos hablar de Italia como estado hasta bien entrado el siglo

XIX, cuando se produce la unificación. No obstante, en siglos anteriores los habitantes de la península italiana sentían

entre sí cierta unidad, en parte debida al hecho de considerarse herederos del Imperio de Roma.

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alabanza y la maravilla” y en ella Laura es cantada sobre todo por su belleza; una última sección

del ciclo “in vita” se conoce con el nombre de “sonetos de presentimiento”, pues en ellos parece

anunciarse la muerte de Laura. En las composiciones “in morte” es donde Petrarca parece alcanzar

la cima de su creación poética.

En cualquier caso, el Cancionero no debe considerarse una narración cronológica, no es el

diario de una historia de amor. Este conjunto de poemas constituye más bien una profunda

introspección psicológica del poeta, que experimenta los más diversos sentimientos: la pasión, el

sufrimiento por el desdén de la dama, el conflicto entre el amor carnal y la conciencia religiosa, el

dolor por la muerte de Laura, el arrepentimiento, la añoranza del pasado, el rechazo del doloroso

“error” juvenil... Lo que en los poemas encontramos es, en definitiva, el alma del propio poeta en

continuo conflicto. Y dicho conflicto no es otra cosa que el puro reflejo de las propias

contradicciones del amor, las cuales explican el frecuente uso de la antítesis, como la del fuego y la

nieve por ejemplo, que posteriormente será repetida por multitud de poetas y que, en el fondo,

entronca con la lírica del amor cortés provenzal.

La influencia de Petrarca en la literatura posterior es importantísima. De hecho se habla de

petrarquismo para referirnos a toda la poesía lírica posterior que tiene su modelo en Petrarca y su

Cancionero: serán imitados no sólo los temas sino también los moldes métricos del poeta italiano

(con el verso endecasílabo y el soneto a la cabeza). En el caso de la literatura española es Garcilaso

de la Vega (¿1501?-1536) el poeta que iniciará con éxito la poesía italianizante en las letras

españolas. En Francia destaca Pierre de Ronsard (1524-1585) y sus conocidos Sonetos para Helena

(1578); en algunos de ellos trata el tópico de la fugacidad del tiempo (como por ejemplo en Quand

vous serez bien vieille, “Cuando seáis anciana…”). En Inglaterra hasta el mismo Shakespeare

compuso sonetos siguiendo la estela petrarquista. Ampliaremos estas cuestiones en el tema

dedicado a la literatura en la Edad Moderna (siglos XVI y

XVII).

GIOVANNI BOCCACIO (1313-1375)

En las literaturas medievales europeas ejerció una

gran influencia el cuento moral de origen indio,

introducido en Occidente gracias a las traducciones e

imitaciones persas y árabes. En estas colecciones

orientales se seguía la técnica del relato marco y la

narración enmarcada, la cual constituyó una novedad en

la literatura occidental, pues en las colecciones de milagros

o vidas de santos se disponían los relatos con una escasa

preocupación por el orden y la organización de los

mismos. Esta técnica narrativa se utiliza en colecciones de

cuentos como el Sendebar, conjunto de veinteséis cuentos

en los que un joven, injustamente acusado por su

madrastra, explica con ejemplos las malas artes de las mujeres; el Calila e Dimna, que tiene por

protagonistas a dos lobos hermanos que viven en la corte del león y que van narrando distintas

fábulas, entre las que podemos mencionar la de la lechera; Las mil y una noches, donde la unidad

viene dada por el relato interrumpido de los cuentos que Scherezade hace cada noche al sultán

Schariar con el fin de mantener en vilo su interés y eludir así la resolución de éste de dar muerte a

cada una de sus esposas tras la primera noche de matrimonio.

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Como decimos, estos cuentos orientales no sólo aportaron gran cantidad de enseñanzas

morales de tipo práctico, sino que de ellos también se adoptó su técnica narrativa. En la literatura

española don Juan Manuel no sólo adopta esta técnica en su colección de exemplos de El Conde

Lucanor, sino que además los críticos señalan hasta nueve ejemplos tomados del Calila e Dimna.

El más importante prosista de las letras italianas del Trecento, el toscano Giovanni Boccaccio

(1313-1375) también siguió la técnica de la narración enmarcada y el relato marco en su

Decamerón.

Giovanni Boccaccio, nacido quizás en Certaldo (cerca de Florencia), era hijo ilegítimo de un

comerciante florentino que estuvo al servicio de los Bardi, una importante familia del mundo de las

finanzas. Como representante de los Bardi su padre se trasladó en 1327 a Nápoles, donde quiso que

su hijo Giovanni estudiara para formarse en el mundo de los negocios. Sin embargo, el joven

Giovanni entró en contacto con el ambiente de la corte napolitana y se interesó más por la literatura

y los estudios humanísticos que por las leyes y el comercio. Allí compone sus primeras obras y allí

conoce a una dama napolitana de la que se enamora apasionadamente y a la que inmortalizó con el

nombre de Fiammetta (“Llamita”). En 1340 o 1341 regresa a Florencia debido a los problemas

económicos de su propia familia (quiebra de los Bardi), casi un aviso de la crisis política, social y

económica que poco después conocerá la ciudad de Florencia: la epidemia de peste negra que

comenzó a manifestarse en 1348 y que acabaría (según se estima) con dos tercios de la población

de la ciudad; testigo directo de la devastación, Boccaccio toma como punto de partida estos

acontecimientos para su Decamerón. Boccaccio desempeñó diversos cargos públicos para el

Comune de Florencia, por ejemplo el de ofrecer a Petrarca la cátedra de griego; la oferta no fue

aceptada por Petrarca, pero sí se inició entre ambos escritores una amistad que duraría el resto de

sus vidas. También se le encargó que fuese a Rávena para entregar diez florines de oro a la hija de

Dante Alighieri como modo de reparar el agravio del destierro que éste hubo de sufrir varias

décadas antes. En 1373 recibe el encargo de realizar una lectura pública de la Commedia de su

admirado Dante, pero estas clases tuvieron que interrumpirse debido a un empeoramiento de su

salud, que se resintió aún más tras la muerte de su amigo Petrarca. Sus últimos meses los dedicó

Boccaccio a la redacción de sus Esposizioni sobre la Commedia de Dante, abrigado por un manto

de piel que le había legado Petrarca para las noches frías de trabajo. Boccaccio murió el 21 de

diciembre de 1375.

Boccaccio sitúa la acción del

Decamerón en una villa de las afueras

de Florencia, donde reúne a siete

muchachas y tres jóvenes

pertenecientes a la burguesía culta y

que huyen de los estragos que causa la

peste en la ciudad (1348). Allí pasarán

juntos catorce jornadas, dos semanas de

miércoles a miércoles, y con el fin de

hacer más entretenida su estancia

deciden que cada uno relatará una

pequeña historia todos los días que

permanezcan en esa lujosa residencia. El libro se plantea, por tanto, como necesidad de

entretenimiento ante los graves problemas que padece la ciudad. Los relatos se irán sucediendo a lo

largo de diez días significado literal del término griego decameron puesto que por principios

religiosos esta actividad se suspenderá los viernes y sábados de cada semana; en definitiva, cada

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Tema 2: La literatura en la Edad Media

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uno de ellos debe relatar un cuento diferente según la temática propuesta para cada una de

las jornadas. (En la imagen, pintura de J.W. Waterhouse de 1916 inspirada en el Decamerón.)

El conjunto de los relatos posee un tema común que confiere unidad a la obra: el mundo del

amor carnal, cuyo motor es la fuerza del instinto; el tema del amor se irá reflejando en los

relatos a veces de un modo trágico, a veces cómico, a menudo de manera desvergonzada y picante.

Las historias tratan temas indecentes, burlescos, legendarios, amorosos, etc. en las que se ofrece

una visión cómica de la sociedad de la época y en las que vemos todo tipo de personajes: reyes o

pobres, nobles, judíos, religiosos, mercaderes, caballeros y damas, mujeres del pueblo, médicos,

artistas, soldados, jueces…, además de personajes históricos.

Boccaccio refleja en sus relatos los temas y preocupaciones que

sin duda interesaban a la nueva sociedad burguesa y mercantil

que, como hemos dicho, terminará por resquebrajar los cimientos

sobre los que se había asentado la sociedad medieval. En este

sentido la astucia, la inteligencia, el ingenio, la capacidad para

conseguir los propios fines y escapar de los peligros (a menudo

mediante el poder la palabra, como el de un buen negociante)

ocupan un lugar destacado en las historias narradas por lo

jóvenes. Por otro lado, la burguesía enriquecida intentará tomar

ciertos valores de la vieja nobleza, de ahí que el ideal cortés de

la generosidad y de la “grandeza de ánimo” también aparezca

en los relatos. (En la imagen, reproducción facsímil de una edición antigua

del Decamerón.)

El ya mencionado Geoffrey Chaucer (1340-

1394) puede considerarse heredero de

Boccaccio. Chaucer es conocido

fundamentalmente por ser el autor de los

Cuentos de Canterbury, los cuales constituyen

una divertida visión del mundo burgués de su

época. En esta obra (escrita en verso

endecasílabo) unos peregrinos reunidos en un

hostal londinense acuerdan contarse cuentos en

sus viajes de ida y vuelta a cierto santuario en

Canterbury. Dichos cuentos tratan los temas

más diversos: legendarios, picantes, novelescos,

religiosos, etc. que, en algunos casos, no tienen

argumentos originales, sino que son tomados

por Chaucer de otros escritores o de la tradición

oral. La importancia de Boccaccio, y del relato breve en general, en la literatura española queda de

manifiesto en el propio Cervantes con sus Novelas Ejemplares (1613).