La literatura del Caribe colombiano en las letras nacionales (de Juan José Nieto al premio...
-
Upload
museo-del-caribe -
Category
Documents
-
view
1.335 -
download
3
Transcript of La literatura del Caribe colombiano en las letras nacionales (de Juan José Nieto al premio...
DE JUAN JOSÉ NIETO AL PREMIO NOBEL
LA LITERATURA DEL CARIBE
COLOMBIANO EN LAS LETRAS
NACIONALES
Por ARIEL CASTILLO MIER
Universidad del Atlántico
(Parte 1 de 2)
DE JUAN JOSÉ NIETO AL PREMIO NOBEL
I. CIEN AÑOS DE SOLEDAD Y EL
DESCUBRIMIENTO DE UN CONTINENTE
LITERARIO SUMERGIDO
Vargas Llosa, Mario (1971), García Márquez. Historia de un
deicidio, Barral, Barcelona.
Rufinelli, Jorge (1974), “Gabriel García Márquez y el grupo de
Barranquilla”, Crítica en Marcha, Premia, México, 1979: 46-54
Rama, Ángel (1975), Primeros cuentos de diez maestros
latinoamericanos, Planeta, Barcelona.
Menton, Seymour (1975) “Respirando el verano, fuente
colombiana de Cien años de soledad”, Revista Iberoamericana,
XLI, 1975: 203-217
Gilard, Jacques (1976), GM, le groupe de Barranquilla et
Faulkner, Caravelle, 27: 159-170
I. CIEN AÑOS DE SOLEDAD Y EL
DESCUBRIMIENTO DE UN CONTINENTE
LITERARIO SUMERGIDO
------- (1981) “Historia de Crónica 1ª Parte”, Gaceta Colcultura
35: 24-32
------- (1981 a) “Historia de Crónica 2ª Parte”, Gaceta Colcultura
36: 21-32
------- (1983) "El grupo de Barranquilla y la renovación del
cuento colombiano", Lectura crítica de la literatura americana
Tomo IV, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1997: 36-53
------- (1985) “El grupo de Barranquilla”, Revista
Iberoamericana, 128-129 (1984): 905-935
Rama, Ángel (1991), Edificación de un arte nacional y popular.
La narrativa de Gabriel García Márquez. Instituto Colombiano
de Cultura, Bogotá
II. EL DESARROLLO DE UN PROGRAMA POETICO
ALOCUCIÓN A LA POESÍA EN QUE SE INTRODUCEN
LAS ALABANZAS DE LOS PUEBLOS E INDIVIDUOS
AMERICANOS QUE MÁS SE HAN DISTINGUIDO EN LA
GUERRA DE INDEPENDENCIA. FRAGMENTOS DE UN
POEMA INÉDITO TITULADO AMÉRICA.
Divina Poesía
Tiempo es que dejes ya la culta Europa
Que tu nativa rustiquez desama,
Y dirijas el vuelo adonde te abre
El mundo de Colón su grande escena
Andrés Bello (1823)
II. EL DESARROLLO DE UN PROGRAMA POETICO
La Hamaca (fragmentos)
Suspendida entre puertas,
en medio de la sala,
¡qué cama tan suave,
tan fresca y regalada!
Cuando el sol con sus rayos
ardiente nos abrasa,
¿de qué sirven las plumas
ni las mullidas camas?
III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830),
EL ADELANTADO
III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830),
EL ADELANTADO
Meciéndome en el aire,
sobre mi cuerpo pasa
la brisa del oriente
que me refresca el alma.
De aquí descubro el campo,
la bóveda azulada,
y la ciudad inquieta,
y el mar que fiero brama.
III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830),
EL ADELANTADO
Los primeros, sin duda, que inventaron la hamaca
fueron los indios, gente dulce, benigna y mansa:
la hamaca agradecida consuela sus desgracias,
los recibe en su seno, los duerme y los halaga.
III. JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID (1789-1830),
EL ADELANTADO
Mi hamaca es un tesoro,
es mi mejor alhaja;
a la ciudad, al campo
siempre ella me acompaña.
¿Oh, prodigio de la industria!
cuando no encuentro casa,
la cuelgo de dos troncos,
y allí está mi posada.
IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866),
FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA
“La diferencia debe
establecerse entre la
ignorancia y el saber,
pero no de un hombre a
otro, cuando en todos la
naturaleza es la misma”
(Nieto, 1844:40)
IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866),
FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA
“La diferencia debe
establecerse entre la
ignorancia y el saber,
pero no de un hombre a
otro, cuando en todos la
naturaleza es la misma”
(Nieto, 1844:40)
“Si nacimos bárbaros,
déjanos sin una
civilización que provee de
tantos medios poderosos
para subyugar al débil”
(Nieto, 1844:57)
IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866),
FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA
Sab (Gertrudis Gómez de Avellaneda, 1841) Cuba
Amalia (José Mármol,1851 ) Argentina
O Guaraní (José de Alentar, 1857) Brasil
Martín Rivas (Alberto Blest Gana, 1863) Chile
Iracema (José de alentar, 1865) Brasil
María (Jorge Isaacs, 1867) Colombia
Enriquillo (Manuel de Jesús Galván, 1882)
República Dominicana
Cecilia Valdés (Cirilo Villaverde, 1882) Cuba
Cumandá (Juan León Mera, 1887) Ecuador
Tabaré (Juan Zorrilla de San Martín, 1888) Uruguay
El Zarco (Ignacio Altamirano, 1888) México
Aves sin nido (Clorinda Matto de Turner, 1889) Perú
La vorágine (José Eustasio Rivera,1924) Colombia
Doña Bárbara (Rómulo Gallegos, 1929) Venezuela
Las memorias de Mamá Blanca (Teresa de la Parra,
1929) Venezuela
IV. JUAN JOSÉ NIETO (1804 - 1866),
FUNDADOR DE LA NOVELA HISTÓRICA
“AL MAGDALENA” No en tus corrientes nada el albo cisne sólo armonioso en pobres alabanzas; pero atraviesan tu raudoso curso enormes tigres y robustas danzas; cadáveres de cedros centenarios tus varoniles olas arrebatan, como del techo del pastor humilde las tempestades la ligera paja. ¿Qué fuera aquí la fábula difunta de las ninfas de Grecia afeminada, al lado del tremendo cocodrilo que sonda los misterios de tus aguas?
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO
¡Oh! Qué serían sátiros y faunos
bailando al son de femeniles flautas,
sobre la arena que al caimán da vida
en tus ardientes y desiertas playas!...
¡Ah! Qué sería cerca de los bogas
que rebatiendo las calludas palmas,
en el silencio de solemne noche,
en derredor de las hogueras danzan,
acompasados al rumor confuso
de tus mugientes y espumosas aguas,
que acaso llega a interrumpir no lejos
del ronco tigre seca la garganta!...
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO
Yo los he visto en una oscura noche
dando a los aires la robusta espalda,
sobre la arena que marcado habían
de las tortugas la penosa marcha,
y del caimán la formidable cola,
y de los tigres la terrible garra.
Yo los he visto en derredor del fuego
danzar al eco de sonora gaita,
mientras silbaba el huracán del Norte
sobre tus olas con sañuda rabia.
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO
Yo los he visto juntos a la hoguera
cavar ansiosos tus arenas blandas,
y en sus entrañas despreciar el lecho
del más pomposo femenil monarca.
Aún me figuro que sus rostros veo
del trémulo relámpago a la llama,
con los ojos cerrados, cual si fueran
los despojos de un campo de batalla.
No muy lejos de allí, menos salvaje,
sobre tu arena inculta y abrasada,
el caimán abandona tus corrientes
y junto al boga, sin temor, descansa. De Poesía
V. MANUEL MARÍA MADIEDO (1815 - 1888),
LA FICCIONALIZACIÓN DEL RÍO
er sarvaje que nosotros vimos, era más negro que una olla vieja, con cada pelo en todo er cuerpo que parecía un sajino, er pelo espeso y tan largo que le bajaba hasta los pies, con los deos que los tenía para atrás, y los talones pa adelante, así como las espuelas de un gallo: tenía los dientes más blancos y largos que los del ñeque: los ojos de candela, y hablaba una conversa horrible, meneando un rabo lleno de unas cerdas ralas y más tiesas que el alambre con que se pescan los sábalos (363)
De La maldición
DE MANUEL MARIA MADIEDO (1815-1888)
“en la poesía popular hay y hubo siempre, sin las ventajas filosóficas, una obra copiosa de delicado sentimiento, y mucha inapreciable joya de imágenes bellísimas. Así tengo para mí que es no sólo cultivándola con el esmero requerido como alcanzan las naciones a fundar su verdadera positiva literatura”
“pronto se calmará el furor de imitación, tan triste, que tanto ha retrasado el ensanche de las letras hispanoamericanas”.
CANDELARIO OBESO (1849 – 1884)
VI. CANDELARIO OBESO (1849 - 1884),
O LA AUTONOMÍA EXPRESIVA POR LA VÍA POPULAR
VI. CANDELARIO OBESO (1849 - 1884),
O LA AUTONOMÍA EXPRESIVA POR LA VÍA POPULAR
CANTO DEL MONTARA
Aquí nairen me aturruga
Er Prefeto
Y la tropa comisaria
Viven lejo;
Re mosquitos y culebras
Nara temo;
Pa lo trigues ta mi troja
Cuendo ruecmo...
Los animales tienen toros
Su remerio;
Sí no hay contra conocía
Pa er Gobierno
ER BOGA CHARLATÁN Maj de repente
Vire ciecta picúa Re arto copete. Me enamoré ar momento
Re su gacbeza, Y junto no soplamos
Entre la ruea, A bailá un porro, Y er truján reatrevío
Me pisó er cobo... Jesú! Voto a la virgen...
Poc Santa Rita...! Se me fueron los cacos:
Temblé é la ira, Y ar mismo punto Le jice besá er suelo Re un solo puño...!
Ar velo así tendío
Se me botaron
Toitico lo der baile
Con jierro y palos...
Yo paré seco
Y jerí y maté un poco,
Como rocientos...!
Er fullero er Arcarde
Con una tucba
Vinieron a cojecme;
Má poc foctuna
Yo ocurto taba,
Rezando, etrá una hojita
Re lengua e vaca.
Allí duré ejcondío Cecca e ros año;
No comiendo otra cosa Que er güevo e gato.
Repué ete tiempo Con una ciecta yecba
Me gorví negro... No etrañes ete cambio
Ni re er te burles; Si quisiera tendría
Lo sojo azule! Oye: yo he tao Una vara rijtante
Der Paire Santo...!
VII. PRISCILA HERRERA
EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE
LA FICCIÓN HISTÓRICA
VII. PRISCILA HERRERA
EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE
LA FICCIÓN HISTÓRICA
El vapor de guerra Colombia lanzaba desde la rada bombas incendiarias sobre la
población, y los soldados enemigos, con sus propias manos, arrojaban
combustibles inflamados sobre las casas pajizas del lugar.
Aquella escena digna de los soldados del bárbaro Atila o del feroz Francis Drake
llenó de espanto, de terror a todos los habitantes de la incendiada ciudad.
El viento del nordeste que sopla allí con fuerza era un agente poderoso para
ayudar al enemigo en su obra de destrucción, y con insólita saña lanzaba acá y
allá enrojecidas serpientes de fuego que todo lo abrasaban y calcinaban.
El negro y espeso humo del combate y del incendio, que hacía irrespirable la
atmósfera; el desorden, la confusión, el llanto de las mujeres y de tos niños; los
gritos de horror, los ayes y los lamentos de los heridos, de los valetudinarios, que
veían su casa, único bien que poseían, sola herencia de sus hijos, presa del
destructor incendio, unido todo al estampido del cañón, al aterrador estruendo de
incesantes descargas de fusilería y al toque de “a la carga”, de cornetas y
tambores; hacían de aquel espectáculo infernal, un cuadro digno del pincel del
célebre Breughel D'Enfer.
VII. PRISCILA HERRERA
EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE
LA FICCIÓN HISTÓRICA
En medio de tan horrible escena, de tan espantosa confusión, el general L. H.
se replegaba hacia las afueras de la población, batiéndose en retirada y tratando
de conservar en sus filas, muy claras ya, un orden imposible en aquellos
momentos de general desconcierto.
Los restos de aquel ejército tan frío e impasible en el combate, lloraban de
desesperación, al contemplar la destrucción de su querida ciudad. ¡Los justos
también lloraron la ruina de Jerusalén!
Después de diez días de tenaz persecución por parte de los vencedores, y de
una heroica resistencia, digna de los cantos del ciego de Chio, por parte de los
vencidos, el general L. H. fue capturado en el pueblo de San Ángel, solo,
cuando había quemado su último cartucho, y puesto en salvo el resto de sus
valientes compañeros (¡60 hombres!)
VII. PRISCILA HERRERA
EL INDIGENISMO Y LOS NUEVOS AVATARES DE
LA FICCIÓN HISTÓRICA Si nuestros gobiernos pensaran seriamente en la civilización del extenso y rico
territorio goajiro, Colombia ganaría mucho en todo sentido. Treinta o cuarenta mil
indios útiles y esforzados aumentarían su población, y la inmensa riqueza que
permanece estancada en aquella península, circularía por sus magníficos puertos,
aumentaría el comercio y colmaría las arcas de la nación; pero desgraciadamente, a
nosotros los colombianos, nos falta tiempo para pensar en las fratricidas guerras
civiles, que sólo sirven para desacreditarnos con las naciones extranjeras, para
empobrecer y barbarizar cada vez más a nuestro propio país y para engendrar odios
y rencores inextinguibles.
(Herrera, 1937:125)
A la orilla de la laguna, debajo de un bosquecito de palmeras, colocaron las indias
chinchorros, extendieron juncos en el suelo, acercaron algunas piedras, y en grandes
totumas, ollas, cazuelas, unos pocos platos de loza y con poquísimos cubiertos de
estaño y una que otra copa de cristal, sirvieron la abundante comida, compuesta de
muchos trozos asados de ternero y del sabroso ovejo goajiro, pescados, tortuga,
muchos mariscos, ñames, ahuyamas, maíz tostado, panela, frutas, aguardiente, etc.
(Herrera, 1936: 133)
VIII LUIS CAPELLA TOLEDO (1838 – 1896)
LA LEYENDA HISTORICA
En fin, se dijo después de una larga pausa:
esa ley, aunque sea de Indias, debe de tener
alguna excepción: ya buscaré el artículo
cuando interponga recurso de nulidad. En
seguida se retorció el mostacho, se acarició
la hermosa barba y gritó con su linda voz:
—Esposa en ley, la comida ¡Diablos hace
veinticuatro horas que no paso bocado.
La india, que se hallaba en esa ocupación,
activó cuanto pudo, y a poco sirvió una olla
magnífica con plátano, yuca, legumbres y
carne de res y marrano.
—Sancocho, dijo el español, viendo humear
la olla y aspirando tan sabroso olor:
¡lástima que este santo no esté en el
calendario! (Capella, 1948: 77)
IX ABRAHAM ZACARÍAS LÓPEZ PENHA (1865-1927) )
O LA ENTRADA DEL MODERNISMO EN COLOMBIA
¿Eres hada, eres reina, eres pájaro, eres estrella, eres flor,
eres princesa, señora de un cuento oriental?
Te vi pasar envuelta en ráfagas de imperial armiño,
derramando resplandores de rosa y blanca claridad de astro,
sobre tu nube de luminoso azul, y el príncipe de los dulces
ensueños no iba a tu lado. Y me dije: esta es la virgen reina, la
princesa única, la señora estrella, la señora hada. Ved como
va sola, en la alada carroza triunfal, hacia el rosado imperio
de la aurora.
A.Z.López-Penha, “Abigail” (López-Penha, 1895:41)
HONGOS DE LA RIBA II El alcalde de sucio jipijapa de copa,
ceñido de una banda de seda tricolor,
panzudo a lo Capeto, muy holgada la ropa,
luce por el poblado su perfil de bull-dog.
Hombre de pelo en pecho, rubio como la estopa,
rubrica con la punta de su machete. Y por
la noche cuando toma la lugareña sopa
de tallarines y ajos, se afloja el cinturón.
X LUIS CARLOS LÓPEZ (1879 – 1950)
O EL CUESTIONAMIENTO DEL MODERNISMO
DESDE EL MODERNISMO
ÉGLOGA TROPICAL “¡Qué descansada vida!”
Fray Luis de León ¡Oh sí, qué vida sana la tuya en este rústico retiro donde hay huevos de iguana, bollo, arepa y suspiro, y en donde nadie se ha pegado un tiro! De la ciudad podrida no llega un tufo a tu corral… ¡Qué gratas las horas de tu vida, pues andas en dos patas, como un orangután con alpargatas!
No en vano cabeceas después de un buen ajiaco, en olvido total de tus ideas, si estás desaborido bajo un cielo que hoy tiene sarpullido. Feliz en tu cabaña, madrugas con el gallo… ¡Oh, maravillas que oculta esta montaña de loros y de ardillas, que tú a veces contemplas en cuclillas! Duermes en tosco lecho de palitroques sin colchón de lana, y así tan satisfecho, despiertas sin gabana, refocilado con tu barragana.
INICIACIÓN
Sobre el busto de mármol se contornan los senos, y apartando con nimias complacencias la bata, succiono los erguidos pezones de escarlata: pomos donde se acendran invisibles venenos. Ella ciñe los muslos, vigorosos y plenos, donde el sexo apremiado se defiende y recata, mientras se contorsiona con lujurias de gata, al roce de mis labios que la exploran obscenos.
XI MIGUEL RASCH ISLA (1887 – 1953)
O EL ASOMO DEL CUERPO
A un desmayo de toda su belleza vibrante, logra mi mano intrusa desligar un instante de sus piernas esquivas el frenético nudo. Y de todas mis ansias en el ímpetu ciego, busco el cáliz virgíneo de su cuerpo desnudo, y a una lenta tortura de puñales lo entrego.
LA MANZANA DEL EDÉN
En la grata penumbra de la alcoba,
todo indecisamente sumergido,
y ella, desmelenada, en el mullido
y perfumado lecho de caoba.
Tembló mi carne —¡enfebrecida loba!—
y arrobéme en el cuerpo repulido
como en un jazminero florecido
una alimaña pérfida se arroba.
Besé con beso deleitoso y sabio,
su palpitante desnudez de luna…
y en insaciada exploración, mi labio
bajó al umbroso edén de los edenes,
mientras sus piernas me formaban una
corona de impudor sobre las sienes
Con varios libros a cuestas y no pocas traducciones al y del portugués, con
largos, invernales años, Rash (sic) Isla continúa siendo el poeta de ignorancia
alarmante, insólita, agresiva. Exponente de una pléyade que cree saberlo todo,
descubrirlo todo, en su interior. Que conoció la fatiga del estudio, hace lustros,
en dos cursos de colegio elemental. Que huye de las librerías como el pecador
del confesionario.
Son los autores de nuestra célebre poesía sicológica. Tristeza, orfandad, parcas,
abandono, olvido, ingratitud… Cuidadosa, esmeradamente, ante el público
boquiabierto de estúpida sorpresa, se han construido un elevado monumento,
con la publicación del clisé una vez por semana, cuando más discretos. Con
atinadas reproducciones de las gacetillas, interrumpen a los periodistas para
mostrarles una carta zalamera, sin otro fin que el de obtener un suelto que
recuerde sus nombres gloriosos a la admiración pública.
Suprimidle la propaganda tan inteligentemente manejada. ¿Queda? Romped de
sus libros lo insignificante –habrá trabajo largo-, ¿qué resta?
Manuel García Herreros (1925:124
XIII VICTOR MANUEL GARCÍA HERREROS (1884 – 1950):
FUNDADOR DEL CUENTO MODERNO
No se debe escribir para el público, sino para uno mismo, para el solaz, para el
esparcimiento del autor, que es el mejor crítico de su obra. Escribir para un
público es conceder, es disminuir la personalidad. El público debe llegar hasta
donde está el escritor; éste no debe nunca bajar hasta aquél. Se puede, sí,
escribir para un público que vendrá mucho después de la época en que actuó el
poeta.
—No se acerque usted, le picarían las avispas —me advirtió Zora
— ¿Por qué los santos están así?
—Es que los toros les embisten y afilan los cuernos en ellos. Como el templo
está abandonado... (p. 33)
V.M.García H., “Lejos del mar” (García H., 1936: 46)
La comida fue animada. El Señor X, cuya exquisita corrección contrastaba con
la maldad inocultable de sus ojos fosforescentes, no ahorró su palabra; era
lenta, tranquila, anillada y temible como una serpiente.
En frases salpicadas de sutiles paradojas e ironías desesperantes se burló del
amor, de la gratitud, de las religiones, del genio, de cuanto hay de noble y
bello en la vida.
“El Señor X”, García Herreros (1922: 10)
—¿Quiere usted decirnos su nombre? –le preguntó Norberto, que
principiaba a simpatizar con él.
—No tengo ninguno, porque nada grande he hecho todavía. Hace muchos
años me escapé de mi casa, por huir del abrumante sentido común de mi
padre. (p. 10)
¿Cartagena?... Sí, sí... Es una ciudad interesante —me dijo cogiendo de un
ágil salto la oportunidad de hablar—. Una india gallarda y cautiva que tiene
ansias de horizontes. Las murallas la estrangulan. Me dan la sensación de
una mujer que se asoma al balcón, con locos deseos de saltar, de evadirse,
de huir...
—A mí me gusta —agregó, alarmado ante mi intención de iniciar una nueva
parla—. Es una ciudad seria, recogida. Muchas ciudades le envidian alguno de
sus bienes. Tiene una biblioteca en que abundan los libros viejos, empolvados,
mohosos; allí se hunde uno en el pasado como un buzo en el mar. El pasado, es
cierto, pesa con demasiada fuerza sobre Cartagena. (p. 71
—Usted no puede imaginarse cómo es de apremiante la necesidad que tengo de
casarme. Necesito sosiego, cariño, ayuda. Me duelen ya los pies y me sangran
de tanto andar. Y, no sé qué hacer... Nunca he sabido qué hacer... (p.72).
Tengo una multitud de pequeños deseos que me tiranizan y que largos y
laboriosos años de estudio no han podido enfrenar. Voy tras de mis deseos como
los otros en persecución de la fortuna; me intranquilizan y me cercan de
angustias mientras no consigo satisfacerlos; me nacen inesperada y
violentamente, sobornan a la voluntad, tienen un espíritu primitivo. Inútil
resistirles; si no voy tras de ellos, corriendo, volando, me empujan entonces, y
todo magullado y débil me llevan a la obediencia. Y lo más doloroso es que
estos deseos son pequeños deseos. He enviado a esos hombres que, pobres,
tienen el valor y la constancia para reunir millones; en el colegio, casi sin
comprenderlos, admiraba a los condiscípulos pletóricos de ideales que los
fortalecían en el estudio y los libraban del divagar amable y de todas las
benditas perezas. algunos de ellos son médicos notables hoy, abogados o
políticos. (p. 82)
PUERTO DE CRISTÓBAL Casas de madera, de color. Negros. Inglés colonial. Una estatua con cadenas en el pedestal. Palmeras. Colón. Cristóbal… Aspinwall. Canal Zone: Panamá.
XIV. GREGORIO CASTAÑEDA ARAGÓN (1884-1960)
POETA DEL MAR Y NARRADOR DEL REALISMO
SOCIAL
ENSENADA
Cielo azul
sin una nube.
Mar azul
sin una vela.
Sólo
la espuma
sobre la arena.
¿Para qué buscaría compañera? No se sentía capaz de querer bien a una mujer. Hasta experimentaba cierto miedo de sus brazos, que consideraba peligrosos. El mar era mejor. Más firme en sus cariños. Más consolador. Y en cuanto a belleza, ¿qué encanto sería comparable al de las olas, que tienen talle y andares femeninos, y caricias de una sutileza inolvidable? ¿Qué tienen una palabra buena y una canción para toda mala hora, y que le arrullaban como a un niño y le besaban en la cara con sus labios siempre jóvenes y frescos? Julián apreciaba en su amor hasta los detalles de coquetería, y sabía distinguir el tono de los trajes con que gustaba de darle fiesta a sus ojos de enamorado. Por las mañanas, por ejemplo, veía a su amada aparecérsele bajo ligera y voluptuosa
túnica de gasas, como si acabara de abandonar la alcoba de las nupcias; a mediodía la admiraba en su armonioso traje azul con níveas bordaduras de espuma, tan impalpables que sólo manos encantadas habían podido tejerlas en un claustro submarino de monjas divinidades; en la tarde vestíase ella un ambiguo vestido entre gris perla y negro pálido, con severas coloraciones de crepúsculo; y por la noche se ataviaba con un peplo oscuro de cambiantes matices, coronábase de estrellas como una reina, y hasta solía prenderse en el cabello, por capricho comprensible, el peinetón fastuoso y muy manolo de la luna. De “Náufragos de la tierra”
El Ministerio, oscuro, tenía sus oficinas en un antiguo edificio de religiosos del hábito de San Francisco. Era un caserón de antaño con prolongados porches sombríos en cuya penumbra anidaban las cornejas y las golondrinas. Sombrosos árboles viejos lloraban sus hojas en los patios de sosegada tristeza, y sobre los tejados negruzcos, en los aleros medio dormidos, crecían los hierbajos húmedos y se amparaba el verdín con sus manchas historiadas.
De “Zamora”
No me burlo. En mis palabras véanse, si se quiere, juegos de lenguaje, pero no indicios de ceguera de entendimiento.
Prohíbo como médico, las lamentaciones y las rabietas. Son perniciosas para la salud”; ”Empuñemos el escobajo y demos un limpión a la cabeza sucia de telarañas románticas. No convirtamos el dolor en orgía negra. No nos restreguemos mucho a las penas morales, porque puede asaltar la locura.
De Cosme (1927)
XV. JOSÉ FÉLIX FUENMAYOR (1885 -1966)
NOVELISTA
Una crítica a Cosme: Y no se necesita ser obispo para prohibir la lectura de “Cosme”; se necesita cierto sentimiento de arte para que una vez leída la obra deje la sensación de que no ha debido leerse por respeto al autor que quizá haya sido el primer arrepentido de ella, puesto que revela en algunos pasajes ser un espíritu educado para más altos fines y poseedor de condiciones que lo harían surgir, si acometiera obras más acordes con la aspiración de quien busca en la lectura el reflejo de la naturaleza, es verdad, pero no en sus más bajas necesidades y en sus momentos nauseabundos.
XVI. OSCAR DELGADO (1910 – 1937)
LAS SUTILEZAS DEL SIMBOLISMO
AÑORANZAS DEL RETABLO ESTIVAL III LA NOCHE Convertida por afán eglógico de sus habitantes en angostos bosques de arbustos teñidos por una liviana floración de papeles alegres, las calles gozosas entran al murmullo de la noche pobladas de faroles rústicos que tiemblan en el ramaje como brillantes frutas de colores. La noche navideña balancea en el chinchorro de candelas de la cumbia su desnudez enjoyada de constelaciones rurales. Unos tambores alimentan el vértigo del vestuario campesino, que desarrolla su cromática exuberancia sincronizada por el abanico melódico de los acordeones.
LA VIRGEN MORENA Nocturnas trenzas onduladas por la recia vocación de los bejucos que fortalecen el rancho nativo; pupilas tostadas por el viento oloroso que agiliza la fecunda lejanía de los maizales; brazos disciplinados en la gimnasia de los cántaros rítmicos para el duro ritmo de la maternidad. Voz vegetal como la risa de las mazorcas, piel profunda como la tiniebla líquida de los estanques montañeros; la virgen morena, sembrada en el centro del retablo estival, conforta la ambición paterna de aquellos hombres nutridos por el ácido misticismo de la tierra.
BULLERENGUE
Si yo fuera tambó,
mi negra,
sonara na má pa ti,
pa ti, mi negra, pa ti.
Si maraca fuera yo,
sonara sólo pa ti,
pa ti maraca y tambó,
pa ti, mi negra, pa ti.
XVII. JORGE ARTEL (1909-1994)
LA PARÁBOLA DEL RETORNO