La lección de la ley Sáenz Peña
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7/31/2019 La leccin de la ley Senz Pea
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La leccin de la ley Senz Pea
Por Miguel D. Aragn (*)
Entre agosto de 1911 y febrero del ao siguiente se cierra un captulo de la historia de
nuestras instituciones con la discusin y sancin de la ley electoral propuesta por Roque
Senz Pea y que ha perdurado en su nombre.
Ese captulo haba comenzado en la batalla de Caseros, sesenta aos atrs. La
Constitucin, consecuencia inmediata del hecho, estableci un sistema de transmisin del
poder que funcion a veces, como ficcin ms o menos admitida a la sombra de las
armas, o altern directamente con los efectos producidos por el choque de las armas. De
todos modos, haba sensacin de crecimiento -por la importacin de inventos recientes-,
haba sensacin de riqueza, las aventuras resultaban casi siempre afortunadas, el pas
andaba y, con un poco de cinismo y otro poco de ligereza, se poda ser optimista. El
optimismo culmin en el 80, conoci el vrtigo en el 90 y desde principios de siglo se
puso seriamente reflexivo.
Hasta el Centenario, cuando Roque Senz Pea lleg a la presidencia, los rosistas haban
recuperado algn jirn del poder slo individualmente, como Lorenzo Torres, aliado a los
unitarios porteos contra Urquiza; o los que dieron una voltereta ms o menos elegante,
como Lucio Mansilla; o los que fueron llamados y acudieron con el penacho enhiesto,
como Bernardo de Irigoyen. Pero, colectivamente, no pudieron ms que apoyar a los
adversarios menos enconados y cuya poltica tuviese ms en cuenta a la Nacin que a los
partidos.
Otra cosa con Irigoyen
Pero el Radicalismo de Hiplito Irigoyen, frustrado en varias tentativas revolucionarias y
emperrado en no admitir la legitimidad de las autoridades, era otra cosa. No se reduca a
la oposicin prevista y consentida por cualquier rgimen sino, justamente, extenda la
recusacin a todo el rgimen. As se deca en el arduo lenguaje de Irigoyen y el trmino,
escrito con inicial mayscula, aunque pareca desviarse de la poltica, era el que ms
grficamente la caracterizaba. Cmo haba que entenderlo? El rgimen era -miren qudetalle- la solidaridad comn en algo distinto que la Nacin. Qu, concretamente?:
- la aceptacin de un orden constitucional como un ente sagrado, sin que importe
que todos lo violen, as como se pude pecar sin negar la existencia de Dios (esta
analoga tiene doble fondo, ya que el rgimen era una especie de religin
secularizada, con su santoral de profetas y doctores a los que se llamaba
prceres);
- el reconocimiento pblico de una historia oficial, aunque todos supieran en
privado que era falsa, que escamoteaba los hechos y que representaba la
trayectoria del pas como un itinerario hacia instituciones liberales;
- la conviccin de que nuestro pueblo debe estar a la expectativa de lo que leinspiren los que le sirven de modelos (no slo Inglaterra y Francia sino tambin
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los Estados Unidos, Alemania o cualquier otro que nos ayude a superar nuestras
tendencias meridionales, arbigas y catlicas);
- la seguridad, aunque se demuestre lo contrario, de que nuestra riqueza y
prosperidad material depende del aporte de capitales extranjeros, a los que
debemos rodear de garantas y atraer aunque nos cueste un poco de soberana, que
-como todo- nos sobra;- la tolerancia para la inmoralidad de los funcionarios, como si una inferioridad
congnita la hiciera inevitable y como si toda sancin revelara crueldad.
Una poltica sana se refiere a la Nacin y admite diversas formas de interpretarla o de
servirla; el rasgo morboso y tpico del rgimen consiste en establecer el punto de
coincidencia en los medios y no en el fin.
Por lo menos, una ley electoral
El Radicalismo, entonces -que no quera ser un partido sino una Causa (tambin con
mayscula)- tena una gran autoridad moral, ya que llevaba la consecuencia con sus
principios hasta no aceptar funciones pblicas ni presentarse a elecciones que consideraba
viciadas y, adems, sealaba la inconsecuencia del rgimen con sus propias instituciones.
No se conformaba con nada menos que una ley electoral.
El rgimen, por su parte, se hallaba cohibido, sin esperanzas, con la conciencia turbia; le
faltaba la representatividad que era su fundamento; careca de proyectos que proponer, de
estmulos, hasta de buen humor. La solucin slo poda venirle de una ley electoral que
incorporara las multitudes a la legalidad, aunque esas multitudes tuvieran resabios de
santa federacin. Ambos adversarios, pues, queran lo mismo. Y en casa de don Manuel
Paz, el presidente electo, Roque Senz Pea (de inocultable estirpe rosista, por mucho que
hubiera evolucionado) se encontr con Hiplito Irigoyen, el nieto de un mazorquero que
muri en la horca, y se pusieron de acuerdo sobre una ley de voto secreto y obligatorio,
con representacin de minoras.
El poder del nmero
Cul tuvo razn? Parece que ninguno de los dos. La Causa obtuvo el poder, pero alprecio de admitir sus requisitos legales; para servirse de una ley, debi aceptar todas las
leyes; por usufructuar la fuerza de la multitud, qued rodeada por la multitud, que
avanzaba siempre con el paso de los ms lerdos; no haba querido ser oposicin dentro del
rgimen y acaba siendo oficialismo; cay en la tentacin, tpicamente regiminosa, de
confundir los medios con los fines: para la Nacin, el gobierno; para el gobierno, las
elecciones; para las elecciones, la demagogia. En 1930, a 18 aos de la ley, la seleccin
de los gobernantes haba llegado a excluir a los mejores y los titulares del poder teman y
un poco deseaban que alguien con convicciones y vigor los exonerara de una misin que
se haba convertido en palabras.
Una generacin brillante irrumpa haciendo denuncias nuevas: la ley Senz Pea habaadulterado el orden constitucional al transformarlo, de hecho, de repblica en democracia;
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la ciudadana era reemplazada por el nmero; la razn deba ceder ante la fuerza; el
debate dejaba paso al halago de las mayoras.
No llegaron esos jvenes al poder, pero el rgimen no pudo reconstituirse. Esa ley con la
que haba credo salvarse le meta el enemigo adentro cada vez que se aplicaba. Debi
apelar a las armas. Hace cincuenta aos que las Fuerzas Armadas sostienen al rgimen,que no puede sostenerse a s mismo. Senz Pea haba dicho: quiera el pueblo votar;
ellos agregaron: como nosotros queremos. Y el pueblo, el soberano, se divierte
votando como se le da la gana a l.
(*) Pseudnimo de Roque Ral Aragn.
(Publicado en La Nueva Provincia, de Baha Blanca, el 15 de febrero de 1981)
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