La isla, el hombre y la bestia: relectura del Coloquio de los centauros · 2017-04-29 · Gustavo...

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Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-4547 1999, 28: 1265-1283 La isla, el hombre y la bestia: relectura del Coloquio de los centauros GUSTAVO VALLE Universidad Complutense de Madrid Preámbulo Resulta dificil —después de haberse escrito numerosos trabajos agudos e iluminadores sobre el tema— decir algo nuevo sobre el «Coloquio de los cen- tauros» de Rubén Darío. Su complejidad, su inmensa riqueza referencial y, sobre todo, su sabiduría y belleza, han estimulado la inteligencia de numero- sos ensayistas y críticos. Su lectura, desde una perspectiva esotérico-pitagórica es, inevitablemen- te, común a la mayoría de los autores que a él se han acercado. La confir- mación de la búsqueda y logro de una armonía no sólo temática sino discur- siva en el poema; la visión de la mujer y su sensualización trascendental, originaria; Ja muerte embellecida y vista acaso como una estación de tránsi- to; la música como principio ordenador del universo; la naturaleza animada hasta en sus elementos mínimos, y el poeta como demiurgo descifrador de sus enigmas. Además, el mundo intertextual que lo habita; la multiplicidad de referencias y claves cultas; su lugar en el singular universo de la «tradición centáurica». Esto sin mencionar su composición y ordenamiento cíclico; su anhelo andrógino de resolución y conciliación; su propuesta unitaria donde todo confluye. Este trabajo cosecha de lo ya escrito y quisiera insertarse en una posible tradición de lectores del «Coloquio de los centauros». Su aportación quizás podrá verse en el tratamiento de lo que corresponde al escenario donde trans- curre el poema, y en las aproximaciones a algunos personajes que allí inter- vienen. 1265

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La isla, el hombrey la bestia:relecturadel Coloquiode los centauros

GUSTAVOVALLE

UniversidadComplutensede Madrid

Preámbulo

Resulta dificil —después de haberse escrito numerosos trabajos agudos eiluminadores sobre el tema— decir algo nuevo sobre el «Coloquio de los cen-tauros»de RubénDarío. Su complejidad,su inmensariquezareferencialy,sobre todo, su sabiduría y belleza, han estimulado la inteligencia de numero-sos ensayistas y críticos.

Su lectura,desdeuna perspectivaesotérico-pitagóricaes, inevitablemen-te, común a la mayoríade los autoresquea él se hanacercado.La confir-maciónde la búsqueday logro de unaarmoníano sólo temáticasinodiscur-siva en el poema; la visión de la mujer y su sensualizacióntrascendental,originaria; Ja muerteembelleciday vistaacasocomouna estaciónde tránsi-to; la músicacomo principio ordenadordel universo;la naturalezaanimadahastaen sus elementosmínimos,y el poetacomo demiurgodescifradordesus enigmas.

Además,elmundointertextualquelo habita; lamultiplicidadde referenciasy clavescultas;sulugarenel singularuniverso de la «tradición centáurica». Estosin mencionarsucomposicióny ordenamientocíclico; su anheloandróginoderesolucióny conciliación; su propuestaunitariadondetodo confluye.

Estetrabajocosechade lo ya escritoy quisierainsertarseen unaposibletradición de lectoresdel «Coloquio de los centauros».Su aportaciónquizáspodráverseenel tratamientode lo quecorrespondeal escenariodondetrans-curre el poema,y en las aproximacionesa algunospersonajesque allí inter-vienen.

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He desechadola glosacrítica por temasu ordensecuencial,debidoaqueotros estudios(Faurie, Mairona, Marasso)ya han prácticamenteagotadoelterreno.Tampocoprocuréun «levantamiento»teóricode la doctrinapitagóri-capor considerarloinnecesarioy hastaredundanteen el casoquenos ocupa.Por último, y con la esperanzade estructurarel texto conformea la anatomíaunitaria delpoemaque estudia—¡vayapretensión!—,he prescindidodel usode subtítulosu ordenacionesde carácterfragmentarioparasu exposición.

No es casualque Darío escojauna isla —una Isla de Oro— comoesce-nario parael desarrollodel «Coloquio de los Centauros». Ya en su autobio-grafiaadviertede su pasiónpor la isla de Palmade Mallorca, a la quededi-

ca una novela inconclusa, interrumpida por su muerte, titulada Oro deMallorca. No cabedudaqueDarío vio en esterincón mediterráneouna vivarepresentación de la geografta y del paisaje de una mitología que tanto amóy recreóa lo largo de su obra.

La Isla de Oro del «Coloquiode los centauros»se comportacomo unasuerte de lugar idílico, de espaciopropicio parauna Edadde Oro. Su ricageografia(«la llanura», «un frescoboscaje»,el «Océano»,«los florecidosramos») se parece mucho a la de la gran Isla de las Baleares.

Flanqueada por la cordillera Tramontana al oeste y por la Sierra deLevante al este, Palma de Mallorca exhibe en todo su centro una gran llanu-ra central—El Pía— formadapor vallesmuy abiertosy pequeñaselevacio-nes. En suscostasoccidentalesy nororientalesse levantanacantiladosy gran-desroquedaleshastapor algúncentenarde metrossobreel nivel de las aguas.Suscostasbenévolas,conplayassuavizadaspor la arena,se hayanen sucaraoriental y meridional. ¿Esestala Isla de Oro de Darío?

Su parecidocon la que describeen el «Coloquio de los centauros»esindudable. Incluso la vegetaciónmenor se asemeja.En Mallorca hay mato-rralesdejaras,brezosy lentiscosquebiense asemejana la «malezahuraña»,«las intrincadashojas» que los centaurosvan rompiendoa su pasocon elpechofuerte.

El «Coloquio»se desarrollará«frenteal granOceano»,a orillasde la Islade Oro. Cabríapreguntarse:¿sobrela arenade la playa meridional,o en loalto de los acantiladosdel oeste?Quizássea esta preguntaperegrinay noofrezca lucesnuevas. Mas no olvidemosque Darío escojepara su poemaunos personajes cuyasleyendasy mitos resultan inseparablesdel universonatural. Se ha dicho que la sabiduríadel centauro(Quirón), su conocimientode los misteriosquehabitanen lanaturaleza,tienenen suvida a la intempe-

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ríe en contactodirecto con los montesy animales,no sólo una explicaciónsino tambiénun indivorciablevínculo. El carácterescultóricodel poema’,lafigura del centaurosiempredeudorade unarepresentacióngráfica o burila-da, los temasque se tratan—susalturas metafisicas—,nos hacepensarquese desarrollaen lo altode un acantilado,sobrela mesetarocosaquerecibeelgalope de los cascos al trote, y los repite con musical ruido. El mar —Océa-no— se yergueallí máscolosal y totalizadoral estrellarsus volúmenescon-tra los balconesde la roca. Más quea unaplayade tranquilasarenas,el poe-ma se avienea estepaisajeprimarioy feraz.

Sin embargo, no debemosllevar estas coincidenciasentre la Isla deDarío y Palmade Mallorcamásallá de lo quelarealidadmismanos impo-ne. Ya CarlosHamilton, en suarticulo titulado «RubénDarío en la Isla deOro»2 adviertequela primera vez que Darlo viaja a Mallorcaes en enerode 1906, es decir,diez añosdespuésde la publicaciónde Prosasprofanas,dondeapareceel «Coloquio».Las coincidencias,por lo tanto,entrela Isladel poemay Mallorca es precisoestablecerlasmás en los terrenosde laimaginacióny sueñosdel poeta.Diremos, incluso, queDarío «adivinó» enla geografiade su poemalas característicasde una isla a la que posterior-menteamó.

Esta Isla de Oro del «Coloquio de los centauros» se relacionará con lasIslasBienaventuradasque la tradiciónceltay luego la simbologiatradicionalhanrecogidocomoimagendel ParaísoTerrenaly residenciaventurosade losmuertos. Los viajes de Alejandro, relatados por Plutarco y el Pseudocalíste-nes, nos hablande regionese islas fantásticas:lugaresextrañosy dichosos.Los viajesde SanBrandampor numerosasínsulasimaginarias(siete en total)se realizanen medio de peligros y amenazas(recordemosla famosa isla-ballena,por ejemplo),paradar finalmenteconel Paraíso,dondeárbolesper-fumadosy numerosas joyas engastadas en los muros de un palacio,testimo-manel encuentroconalgoventuroso.

«Hayalgo plásticoenel lenguaje—dice Martí— y tiene él un cuerposensible»(en

GuillermoSucre.La máscara, la transparencia,E C. E., 1985).TambiénMarie JosepheFau-nc verá esto en el «Coloquio de los centauros»: «Darío para componer el poema ha echadoruanodediversosmateriales:ideaspitagóricasdela antigúedad;teoríasestéticasmodernas,lassugestionesplásticasde la pintura y la escultura»(Le modernismehispano-americáinel sersourcesfrancaise.Paris,Centrede Recherchesdel’lnstitut d’EtudesHispaniques,1966, Cap.III, «Le Coloquiodelos centauros:et sessources»).

2 CuadernosHispanoamericanos,212-213, 1967.

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Pero Darío no bebió de la tradición celta paraimaginar su Isla de Oro.Tampocode ella brotan piedraspreciosasy perfumes.Los centaurosnecesi-tabanunaIsla másrecia, acordea susnaturalezasvehementes,perodondenofaltaraunaatmósferaparadisíaca.

Parael mito griego,las Islasde los Bienaventurados(obsérvesela perso-nalizacióndel territorio, suapelacióny deudaa los individuosquelahabitan)contiene un rico manojo dc lecturas y simbolizaciones3. Cuando Alcmea(madrede Hércules)muere, Zeus envió a Hermesa buscarsu cuerpoparatransportarlo a la Isla de los Bienaventurados. Por su parte, las Hespérides,aquellashijas de la nocheo «ninfas del ocaso»,segúnHesíodo, habitabanmuy cercade estasIslas. Además,en las especulacionesescatológicasposte-rioresa la epopeya—dice PierreGrimal4— las sirenasfueron consideradascomodivinidadesdel másallá, quecantabanparalos bienaventuradosen lasIslasAfortunadas.Sc trata,pues,de una isla de los muertos.

La riqueza natural de que está compuestala Isla de Oro de Darío, enmuchose parecea estasislaspostrerasy venturosas.En ella se ha visto unarecreaciónde una geografiaparauna Edaddc Oro —ya lo hemosdicho—,todaunatopografiaepifánica.Sin embargo—y ajuzgarpor la importaciadetemascomo el de la muerteque cierray da sentidocíclico al poema5,unidoestoa la leyendapropiadel Quiróninmortal/mortal—,vemosqueestaIsla deOro tambiéndibuja unaescatologíade ultratumba,un domicilio de difuntosmásque un paisajeoriginario. Pero no olvidemosalgo: los itinerariosde lamuertevan sobrelas huellasde un origenperdido;y todofin colindacon lasfronteras de su principio6.

Ya Arturo Marassoobservóestárelación en el estudio que dedicaa la poesíadeRubénDarío: «Los centaurosque Daríoevocaya no pertenecena estemundo;perono sonsombras como las que Ulises encontró en el infierno. El poeta los hace retomar a la vida enel descensomilenario de las almas.En una Isla Afortunada (el subrayado es nuestro), Isla deOro, encontróel escenariodel Coloquio». EnRubén Darío y su creación poética,Kapeluz,pág. 74.

Diccionario demitología griegay romana, Paidós, 1993, pág. 264.Casitodoslos críticos han visto en el «Coloquio de los centauros» un poema dramá-

tico circular ParaGuillermoSucre,porejemplo,estesentidocircularpuedeverseen el inicioy fin del poema:«Unoy otro momentoestánligados al nacimientodel sol y a su esplendorcenital. A estaimpresiónvisual correspondeotra, auditiva: el «tropel sonoro»..,de los centau-ros». (La máscara, la transparencia,México, E C. E., 1985,pág. 27).

6 «El nacimientoterrestreesunamuertedesdeel puntode vista espiritual,y la muerteunaresurreccióncelestial.La alternaciónde ambasvidas esnecesariaparaeí desarrollodelalma, y cada una de ambas es a la vez consecuencia y explicación de la otra» (Edouard Schu-

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En la tradición Órfica apareceCronosliberado del castigo impuestoporZeus,habitandoen la isla de los Bienaventurados(recordemosqueCronosesel padredel sabio centauroQuirón, protagonistay eje del «Coloquio»). Porsuparte,Apolo tendráentresus múltiplesprotagonismos,el de serunasuer-te de Dios de la religión órfica7; inclusoparaalgunos,hastapadrede Pitágo-ras, suherederoespiritual.Apolo vienea reinaren la Isla de los Bienaventu-rados, pasandoéstasa ser una suertede sedeprincipal del Orfismo y del

Neopitagorismo.En el poemade Dario se testimoniala presenciade Apolo en la Isla de

Oro. Al principio se sugierea travésde la presenciade «la hoja del Laurel-rosa»(árbol consagradoa Apolo). Peroal final del poemasehaceexplícito:

MasheaquíqueApoloseacercaal meridiano.Sustruenosprolongadosrepite: el Oceana

Todas estas noticias —en aparienciaheteróclitas,entrecruzadas,comoheteróclitay entrecruzadaes la mitologíay susnumerosostextos—procurandecirnosdos cosas.La primera,que la Isla de Oro puedeser una geografiadel más allá, unaresidenciaescatológica;y la segunda,que estaIsla de Orono sólo seráel escenariodondealgunas«revelaciones»propiasde la doctri-na pitagórica8vana conformarseen diálogo y vanaritmar en el poema;sinoque ella mismaconformaráunasuertede Topospitagórico:desnudoe insu-lar testimoniodc la doctrina.

Quizásseanecesariotrasladarnos,aunqueseapor un instante,fuera delmediterráneoy regresaral país de Dado: Nicaragua.En el interior de suinmenso lago de aguadulce se alzan pequeñasislas de uso principalmenteturístico, acosadascon frecuenciapor numerosasinundaciones.El paisajede

re. Los grandesiniciados,El Ateneo, 1960, pág. 259). Marasso incluye este clásico de lo eso-térico dentrode los libros queinfluenciarondecisivamentea Darío. Schuré,poetay ocultista,pudo llegarconfacilidad ala sensibilidaddel nicaraguensey de su época.Suprimeraedicióndata de 1889.

«Pitágorasesel maestrodela Grecialaica, comoOrfeo lo esdela Greciasacerdotal»(ÉdouardSchuré,op. cit., pág. 259).

La presenciade elementospropios de la doctrinapitagóricaen la poesíade RubénDarío, y enespecial,en el «Coloquio delos centauros»,ha sido observadaporgranpartedelos críticos,y muy especialmenteporCathyLogin Jradeensu libro RubénDaríoy la básque-da románticade la unidad. El recurso modernistaa la tradición esotérica,México,E C. E.,1986.

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estasislasesabsolutamentetropical, y por lo tantomuy ajenoa la atmósferamediterráneaquedescribeel poetaen su «Coloquio».Sin embargo,su índo-le umbilical: esaporciónde tierra totalmenterodeadapor aguasasuvezrete-nidasenunasuertedeestanque(unaisla detierra dentrode unaislade agua),subrayaun carácterde circularidad—de círculos concéntricos——,que bienpuedeasistira la propuestacíclicade la vida y de muerte—subsidiariade ladoctrinapitagórica—,queapareceen el «Coloquio»en bocade Arneo:

La muerteesde la vida la inseparablehermana.

«En la isla en quedetienesuesquifeel argonauta»—dice el primer ver-so del «Coloquio»—-,se desarrollaráel poema.Este «argonauta»,que harálasvecesde narradory presentadordel poema,es a la vez testigopresencialdel mismo. Pero,¿acuál de los argonautasse referiráDarío?¿A Jasón,jefede los mismosy discípulode Quirón?¿A Hércules,a Polifemo?¿Oacasoalsacerdotede la misión argonáutica:Orfeo?Más adelanteQuirón nosayudaráen esto:

el vare, el sacerdote,sueleoir el acentodesconocido.

Si leemosel Coloquiocomoun conjuntode revelaciones,

Ni es la torcazbenignani esel cuervoprotervo:sonformasdel Enigmalapalomay el cuervo.

o,

la muerteesla victoria de laprogeniehumana,

por dar dos ejemplos...Esto nos inclina a pensarque es Orfeo el argonautaque desembarcaen la Isla de Oro —Orfeo, sacerdotede la misiónargonáuti-ca. Sin olvidar, claroestá,queDarío-poetasetransustanciaráy enmascararádetrásde estafigura mítica.

Comosabemos,la leyendamásconocidade Orfeo es la de sudescensoa los infiernos en buscade su esposaEuridice. ¿Serádescabelladopensarque enestenavegantede Darío se mezclanel Orfeo argonautay el Orfeo delviaje al paísde los muertos,a la Isla de los Bienaventurados,a la Isla de

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Oro? Comoel Dante,Darío irá de la mano de Virgilio (Orfeo en estecaso)paradesembarcaren playas del másallá, y presenciary descifrarel Colo-quio —la revelación—de los centauros.

Pero no seráesteargonautael único testigo. Los últimos versosantesdeiniciarse el «Coloquio» son los que siguen:

Yoyenseresterrestresy habitantesmarinosla vozde los crinadoscuadrúpedosdivinos.

El «Coloquio»queva a dar inicio no sólo tiene un escenario:la Isla deOro. Tambiéncuentacon un público:«seresterrestresy habitantesmarinos».Resultacuriosoque Darío no se intereseen darnosdetallessobreestepúbli-co que al pareceres numeroso—ajuzgarpor el plural que utiliza. Son per-sonajessumergidosen la indiferenciaciónde su espíritugregario.Es eviden-te que esta característicagrupal hace subrayarla individualización delargonautaque es,quizás, lo que importa a Darío. Sin embargo,estosseresterrestresy marinos(observemosquese prescindede los pájaroso seresdelaire, quizásporquesu cantointerfiere con el de Orfeo; o porqueel «Colo-quío» necesitade un silencio rotundo); estosseresagregadossonun ejemplode armonizaciónnatural,de conciliaciónde las diferenciasde la naturaleza,de totalizaciónanimadadel mundo.Si bienno son el «vateo el sacerdote»,son,no obstante,el pulsomismo del universo.Y las revelacionesdel «Colo-quto» no necesitarándescifrarlas;seránellos una «parteconstitutiva»de lasmismas.Como la llanuray la montaña,comoel frescoboscajey el Océano,estosseresanónimoscontribuiránal entramadode una naturalezainterco-nectada:el topospitagóricoque es la Isla de Oro.

Así, los seresdel mar y de la tierra,junto conel argonauta,escucharán:

la vozdelos crinadoscuadrúpedosdivinos.

La tradiciónatribuye un origen divino al centauroQuirón. Hijo de Cro-nosy Fílira, Quirón gozaráde la inmortalidadhastaque herido, accidental-mente,por Hércules, y desesperadopor el sufrimiento que le ocasionabaaquellaherida incurable,se entregaa la muerte,otorgándolea Prometeo,acambio,su inmortalidad.Como vemos,el origen de Quirón es muy distintoal del restode los centauros(todoshijos de Ixión y de unanube, de Centau-ro y las yeguasde Magnesia.A excepciónde Folo,hijo de Sileno y unaNin-fa). Tambiénson distintasy contrariaslas leyendasde unoy otros.Quirónes

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el centaurosabioy se caracterizarápor susmúltiples conocimentos,en espe-cial los relativosa las cienciasmédicas.Fuemaestrode Esculapio,Aquiles yJasón,por nombrartres de los héroesque tuvo a su cargo como discípulos.Por el contrario,el restode los centaurosllevan sobresushombrosun legen-dario comportamientosalvaje,unapeligrosaincontinencialúbrica. Casitodosparticipande la sangrientay famosabatalla contralos Lapitas, quepropiciael centauroFurito al intentar violar a Hipodamiadurantelas fiestasde suboda con Pirítoo. Neso,por suparte, es el famosoraptor de Deyanira,espo-sa de Hércules.

Sirva estebrevísimorepasodel mito —queDarío recrearádelicadamen-te, intercalándoloentrelostemasdel poema—paracomentarel atributo queel poeta le otorga a todos: divinos. De los dieciochocentaurosdel «Colo-quio» sólo Quirón,comoya hemosvisto, tiene origen divino; los diescisieterestantesson mortales.Darío lo sabíade sobra.Y sinembargo,insistióen lla-marlos «crinados cuadrúpedos divinos» a todos.

Entreel conjuntode motivosy leyendasque se encuentranalrededordelos centauros,predominauna en lahistoria de la cultura: la deseresbiformesdominadospor los impulsosde la irracionalidady el sensualsalvajismo.Enlas metopasdel Partenónpodemosobservarun bajorrelieve—de plasticidady armoníasubyugante—dedicadoa la guerrade los centauroscontra losLapitas.Ovidio, por suparte,en el capítulo XII de las Metamorfosis,dedicanumerosos hexámetros a la cruenta descripción de la batalla: cráteras y lan-zasquevuelan, sesosderramadospor el suelo,cuantiososmuertosy heridos.Además,en las lápidasfunerariasromanasaúnpodemosver composicionesen bajorrelievedondelos centauros,incluidos enel cortejode Dionisos,par-ticipande los desarreglosorgiásticosde las fiestasdel vino.

Ante estainterpretaciónparcial de los motivosdel centauro,responde-rá el Romanticismoen primer lugar, y luego los movimientosde fin desiglo9: el Parnasianismo,el Simbolismoy el Modernismocon Darío a lacabeza.QuizásseaMauricede Guerin’0 uno de los primerosen retomarel

9 Paraunamásampliavisión delmotivo del centauroafinalesdelsiglo XIX, ver Hansl-Iinterhauser.Fin desiglo. Figurasymitos, Taurus,Madrid, 1977. Hinterbauserregistranume-rososautoresquetrabajaronla figura del centauroa fines del siglo pasado.DestacaremosalcolombianoGuillermo Valencia,autor de «San Antonio y el Centauro»,y al argentinoLeo-poldo Díaz,quiendedicóalgunossonetosaestemito.

O La relacióndel «Coloquio de los centauros»con el poemaen prosade Maurice deGuerin,Lecentaura, hasido estudiadacondetalleporMaríaTeresaMaironaensu artículo«El

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mito en supoemaen prosaLe Centaure,dondeel centauroMacareé(Maca-reo) es unasuertede alteregodel poeta,en cuya anatomíaescindida,peroal mismo tiempo armónica,batallanla razóny la sinrazónpropiadel hom-bre’1.

Estecarácterhíbrido del centauroes lo que llamarámásla atencióna laestéticade finales del siglo XIX. Autoresde la talla de Lecontede Lisle yJoséMaría Herédia,entremuchosotros,escribiránpoemasdedicadosa estafigura. En esta suerte de «humanización»del centauroinscribirá Darío su«Coloquio».Y si a todoslos «crinadoscuadrúpedos»les otorgaDarío un dondivino, serásólo paradarles—yano una inmortalidadqueno poseen—sinoun rasgoprofundamentehumanoy «civilizado»; aquel precisamentequecaracterizaal sabio Quirón, y con el cual Darío intentará«contagiar»al res-to de los centaurosdel «Coloquio».

Y no podíaser de otra forma. Porquelo queel poetaqueríadeciren su«Coloquio»necesitabadel concursode interlocutoreselevados;no sólo de uncentaurosabio sino de muchos.

Darío practicaráel poemadialógico en otras oportunidades,aunquenun-ca conel éxito del «Coloquio de los centauros».Mencionaremos:«La gestadel coso»,dondeun bueyy un toro dialogansobrela muerte;«Diálogo deunamañanade año nuevo», donde los hablantesson el poetay Atalanta.Y«Cleopompoy Heliodemo»,hermososonetodondesi bien no existediálogocomotal,el poemanosremite a éste.La estructuradialógicadel «Coloquio»,sus idas y venidas, sus intervencionesy respuestas,permitirán abordar lasalturasmetafisicasqueseproponecon mayorsoltura.La cargadeenunciadosfilosóficos, elpesode la «enseñanzaoculta», sabráhallarenbocade loscen-taurosun espaciocómodoparadesplegarse.

Los hablantesde estediálogo debensercultos, instruidos,o mejor seríadecir: iniciados,sí, iniciadosenlos misterios;enel conocimientode «el terri-ble misteriode las cosas».

Coloquio de los centaurosdeRubénDarío»,Boletín de la academiaargentina deletras,n0 23,1958. En estetrabajo Mairona tambiénestablecelúcidos vínculos entre el «Coloquio» deDaríoy los centaurosqueJoséMaríaHerediarecreaensus Trofeos: asícomotambiéncon lamort du centaure,deLuis de Ronchaud.

En su diario, escribeMauricede Guerin, en 1932: «Yo tenía dos partesen mialma; no mehe hundido,sino a medias,en el mal. Mientras unamitadde mí mismo searrastrabapor el suelo, la otra, inaccesiblea toda mancha,alta y serena...»(RenéDurand. «El motivo del centauroy la universalidadde RubénDarío», La torre, n0 17,1969).

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Incluso,la legendariapasiónsalvajede loscentauroses sublimadapor laspalabrasde los mismosprotagonistasde aquelloscrímenes.La bellezay elamorjustificaránsusconductas’2.Puntodirá:

No olvidaré los ojos radiantesdeHipodamía.

Y aquíDarío harácasoomiso de lo quela pasióny borracherade Puritodesencadenaronen las bodasde Pinítoo.O Neso:

Mi espaldaaún guardaelperfumede la bella.

Sin haceracasomencióndel precio que debió pagarpor su deseoincon-tenible.

Cabepreguntarsepor quéDarío incluye un númerotan abundantede cen-taurosen su «Coloquio».¿Porqué no conformarsecon la mitad, digamos,yasí otorgarlea cadauno de ellos unamayor participación?Fuerade Quirón,el restosólo cuentaconun solo parlamento,y avarios apenasse les dedica-rá un verso. Estopuedetenerdos explicaciones.

Unaes la lecturaqueDarío hacedel CapítuloXII de las MetamorfosisdeOvidio. Comoya hemosdicho, Ovidio dedicavariaspáginasa la descripciónplástica de la batalla; y en ésta no escatima en dar los numerosísimos nom-bres de cadauno de los centaurosque participan.El resultadoes una vastaIISLU Ue ueiitauit~s que tittutga MII UUUd U” CS~VlAdI UIIIdIIiIMiIt.~ di pabaJv. ‘.¿UI~

zás Darío, gobernadopor la musicalidadpropia de los nombres(el «Colo-quio» recogecasi los mismosnombresqueOvidio menciona),e interesadoenretratarel espíritu plural y gregariodc los centauros,paralograr asíaquellasensaciónde «tropel vibrante de fuerzay armonía»,0ptapor incorporarungrupotan numeroso.

Además,si observamoscon cuidado,veremosque el «Coloquio» es,enrealidad, un diálogo entreQuirón y el resto de los centauros.Luego de laintervenciónde cualquieradeellos, Quirónrespondeconsu magisterio.Fren-te a unao dos participacionesde cadacentauro,Quirón intervieneen doceoportunidades.Estaestructura—dominadaampliamentepor el centaurosabio—permitedejarenclaroel rechazoa todabrutalidadobscenaenel dis-

[2 «Montruoso,quizás, ese frenéticoamor posesivodel centauro. Pero quéimporta si

estksalvadoporiaredentorabelleza»(PedroSalinas. La poesíade RubénDarío, Barcelona.Seix Barral, 1975, pág. 93).

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curso; imponiéndosepor sobretodo (y sobretodoslos centauros)la sabidu-ría y la belleza.Además,la cercanía,la reunióndc muchoscentaurosalrede-dor de la figura de Quirón,y suspalabrasseguidas—casicomo respuestas—despuésdela intervenciónde cadauno de ellos, otorganunasuertede «con-tagio cívico» a la manada—y por lo tanto al poemamismo——, necesarioparalos objetivoselevadosdel «Coloquio».

Entre todos los centaurosque participandebemosmencionaruno parti-cularmentepolémicoy diferente.Hablamosde Hipea. Paraalgunos,la únicacentauresa del «Coloquio»; para otros, un centauro más. Hipea interviene lue-go de que Quirón pronunciesu famosoHimno a Venus.Es el momentodel«Coloquio»dondela mujer escantadaa travésde susimbolizaciónmitológi-ca:

Ella esla másgallarda de lasemperatrices;princesade losgérmenes,reina de las matrices,señoradelassaviasy de las atracciones,señoradelos besosy de loscorazones.

Es aquí dondeNesoy Eurito celebrarána Dcyanirae Hipodamia,y Odí-tes les seguirácon no menoresalabanzas.En medio de esteambientede pro-fundasensualidad,Hipea intervienecomocontrafigura;cuestionaa la mujercelebrada:

Yosé de la hembrahumanala original infamia.Venusanimaartera susmáquinasfatales;tras susradiantesojos ríen traidores males;desufloral peifumeseex/ja/asutil daño;

su cráneooscuroalbergobestialidady engaño.

Hipe —no Hipea— es registradapor los Diccionarios de Mitología’3comohija del centauroQuirón, a cuyamuertele fue otorgadaunaconstela-ción en el cielo en formade caballo(se dice queposeíaalgunashabilidadesadivinatorias).Ovidio, por suparte,mencionaen el capítuloXII de las Meta-morfosisa unacentauresa:Hilónome. Enamoradade Cílaro —otro centauroque participaen la batalladescritapor Ovidio—, Hilónome se suicidacon lamisma lanzaquele quita la vida a su amado,demostrandoasí el amorquele

‘~ Piere Grimal.Diccionario demitología griegay romana, Barcelona,Paidos, 1993.

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tiene. Vale decirqueestosamoresde Cílaroe Hilónome se insertanen mediode la terrible carniceríaen que se conviertela batalla, como un verdaderooasis.Ovidio nosdejaallí unadelicadahistoria de amorque la tradición, sinembargo,pareceignorar

Darlo tampocomuestrainteréspor estacentauresaenamorada.Las figu-ras de Cílaro e Hilónome de algunamaneradesdicenlas leyendasya burila-dasen la tradicióny el imaginariode todos. A Darío le interesarádeciralgoparalo queHilónome no tieneespacioni lugar. Su propósito—uno de ellos,claro—es el de cantara la hembrahumana,al imperio de su belleza.

Hipea funcionará—en casode serunacentauresa——comounaespeciedecontrafiguraen estedrama.Ella no puedesentirsesatisfechay muchomenosserel objeto del amor de un centauro.Todolo contario. Hipeadebesuparti-cipación a su inconformidad: los centaurosno deseana las hembrasde supropiaespecie.

ComoobservaMarie .losepheFourie en su indispensableestudio,Hipeaprotagonizaráel único momentode conflicto y desacuerdoen la diafanidaddel «Coloquio».Su incorformidadse orientaráa desprestigiara la hembrahumana,echandomanodel mito de Pandorao la mujercomoorigen de todoslos males.Así, concluiráde forma lapidaria:

La hembrahumanaes hermanadel dolory dela muerte.

Arturo Marassono observaen Hipea sino un centauromás.Su oportunaerudiciónlograver en esenombreun error arrastradodesdehacemuchoporla ediciónde las Metamorfosisde Sánchezde Viana (1590), dondeDarío lee—incurriendonuevamenteen el error— el nombrede Hipea. SegúnMaras-so, Hipeacorresponderíaa Hipasos,el dc las largasbarbasquedescribeOvi-dio en su libro.

Sabemos,graciasal minuciosotrabajode Mairona, queel libro de Heré-día(Trofeos)influyó en algúnsentidola escrituradel «Coloquio».Allí encon-tramosun poemallamado «La Centauresa»,dondeestase quejadel menos-precio queejercenlos machosdesurazahaciasushembras.Estapista, unidaa la de Hipe, hija de Quirón, queya hemosmencionado,y a la total ausenciaen la tradición de centaurosmisóginos,«despechados»,o sumidos en undolor ocacionadopor los malesde amor,nos hacensuscribirla interpretaciónde Fourie: Hipeaes unacentauresa.

El motivo de la centauresaha sido tambiénrecogidopor las artesplásti-cas.Sabemospor LucianoqueZeuxis,genial pintor de la Greciaantigua,se

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atrevióa pintarlas.En un cuadrode Fillipino Lippi (1457-1504),«El centau-ro herido»,podemosver unacentauresadandode mamara suscentauritosenel fondo de unacueva(¿acasola cuevade Quirón en el montePelión?).MásrecientementeRodin esculpióen mármol una centauresasensualmentecon-torsionada.Así, las relecturasdel mito y suspersonajes,susreelaboracionesmetafóricas,ofrecen nuevoscaminosde estudio, e incrementa,aún más,nuestracuriosidad.

Ya hemosdicho cómo la figura del centaurojugó un papel importanteen el imaginariode los poetasdefinalesdel siglo XIX. Si latradición habíarecogidoy guardadoun «monstruo»de salvajescostumbres,estospoetas(Maurice de Guerin comopioneroRomántico)lo rescataránparaver en élun vivo símbolode lascontradiccionesqueanidany perturbanal serhuma-no.

No cabedudaqueel Romanticismo,atravésde sus indagacionesenuni-versoshastaesemomentopococonocidos,y aúnrechazados,como la nochey toda sucargade oscuridadprelógica,como los sueñosy sualfabetoreple-to de enigmas,propiciará la recuperacióndel centauro-—--—si bien de buenapartede la mitología, hay que decirlo— y hallará en susimpulsosde bestiaun correlatoa la irracionalidaddel hombre.

Sin embargo,el centaurode muchosde aquellospoetasya senos presentaenvejecido.Parecieraqueel mito no lograraresistirseal transcurrirdel tiem-po. Son centauros,en muchoscasos,de larguisimasbarbas,canosos,cansa-dos. Recuerdanmuchola imagende un centauroviejo sobrecuyo lomo unamorcillo lo atormentay martiriza(se tratade unaesculturahalladaen unacasade campo del emperadorAdriano, que puedeverse en el museodeLouvre).

Perolos centaurosdeDarío no seránexclusivamenteviejos:

unosenormes,rudos; otrosalegresy saltantescomojóvenespotros;unoscon largas barbascomolos padresríos;otros imberbes,ágilesy depíafantesbríos.

A Dario le interesael centaurogregario,insistimos.La manadale permi-tirá dibujar el pentagramaquedesea:un «sonde torrenteque cae»;numero-sos cascos«en galoperítmico»; la extensallanura percutiendoen «tropelsonoro». «Aún Darío acentúa ese ritmo —dice Guillermo Sucre— a través deequivalenciasverbales;mediantela división en treshemistiquiosdel verso

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(alejandrino),los encabalgamientosabruptosy, porsupuesto,las aliteracioneslogran un ritmo a la vez cortadoy largo quehacesentir (sonar)el galopedelos centauros»~4,

Estainclusión de«jóvenespotros»,de centauros«imberbes»,rejuvene-cenel mito y le otorgana la figura fatigadauna«generaciónde relevo»,unrenacer,o si lo vemos desdeunaperspectivapitagórica: la incorporacióndel mismo a una dinámicacíclica donde todo envejecimientoes un acer-

carsea unaepifanía,donde«la muertees de la vida la inseparableherma-na».

Duranteaquelfin de sigloen quemuchosintentaronunaordenacióndelhombrey del universofragmentadospor el avancepositivista,renacieronyse cultivaron doctrinasesotéricasde origen y fuentesdiversas.Darío cola-bora decididamentecon estascorrientesocultistashastahacerseun verda-dero entusiastade las mismas.En un artículo publicado en La Nación(lugar de trabajodondeescribierael «Coloquio de los centauros»)dijó en1895:

La cienciadelo oculto, queeraantespertenecientea losinicia-dos,a los adeptos,renacehoy connuevasinvestigacionesde sabiosy sociedadesespeciales.La cienciaoficial de los occidentalesno hapodido aún aceptarciertas manifestacionesextraordinarias—perono fuera de lo naturalen su sentido absoluto—comolas demostra-cionesde Cookesy Mme. Blavatsky. Mas esperanlos fervorosos

que con el perfeccionamientosucesivode la humanidadllegaráuntiempo en queno seráya arcanala Scíentíaocculta,Scíentíaoccul-tatí, Scíentiaoccultans.Llegará un día en que la ciencia y la reli-gión, confundidas,haganascenderal hombreal conocimientode la

Cienciade la Vida’5.

Arturo Marasso,comentandoel mito de la naturalezaanimada,a propó-sito del «Coloquiodc los centauros»,dice: «enestemito de la naturalezaani-maday maternalhay también una penetraciónde las doctrinasde HermesTrimegisto, del Neoplatonismo contaminado por doctrinas cabalistas. Unextrañopampsiquismoatómico,mezclade pitagorismomoderno, de un des-

‘4 La máscara,la transparencia,pág.27.[5 Enrique Anderson Imbert. La originalidaddeRubénDarío, Barcelona,CentroEditor

de América Latina, 1967, págs. 203-204.

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vtrtuadoespiritualismoinfluido por la India, comenzóa penetrarenla poesíafrancesade comienzosdel siglo XIX»16.

Estaspalabrasbien valen, no sólo para el estudiodel «Coloquio de loscentauros»,sino paraentenderla atmósferaespiritual—muchasvecesrecha-zaday mal vistaen su momento—del fin de siglo y del modernismo,o delos modernistas.

A esta complicadamezcolanzade corrientesdiversas podemos todavíaagregarla doctrinaÓrfica y el mito del Apolo Hiperbóreo,todoestounido ala alquimia, la magiay el orientalismo.Como vemos,un verdaderococtelespiritual. Pero detengámonos en Pitágoras.

La historia —ya leyenda— de aquel hijo ilustre de Samos,criado enCrotona,es recogidapor Schuréy —desnudadade mitologías adversas—enalteciday comparadaconla de lasmásgrandesfigurasde lahistoria.Des-de su infancia, susviajes, su doctrina, sus amores,su muerte. Sehurénospasea—tambiéna Darío— por la vida y la obra de estepersonajemaravi-lIoso. Su instinto, su palabra,su ágrafadoctrina, erancelosamenteenseña-dasavaronesy mujeresmuy bienseleccionados.Sehurénoshabladel lugardonde impartíasu sabiduría:«sobreunacolina, entrecipresesy olivos bri-llaba la blancaresidenciade los hermanosiniciados.Desdeabajo,bordean-do la costa, podíandistinguirsesus pórticos, sus jardines,sus gimnasios»¿Nose pareceeste lugar a los bosques,al Oceanobordeandola costade laIslade oro del«Coloquiodelos centauros»?Al final del poema,senoshaceotra brevedeserpicióndel ambiente:

A lo lejos un templode mármolsedívisa.

Sehurénosdice queel Instituto de Pitágorascontabaconun templodedi-cadoal culto de las Musas;«digamos—dice Quirón al principio, anuncian-do los grandestemasdel «Coloquio»———la gloria inmarcesiblede las Musashermosas».Tambiénnoscomenta(Sehuré)que habíaun templodedicadoaCeresy otro a Apolo. La primera conteníalos misteriosprofundosde lamujery la tierra.El segundorevelabalosdel hombrey el cielo. ¿Noson estosalgunosde losmásimportantestemasdel «Coloquio»: lamujery el hombrela hembracomoenigma,los misteriosde las cosasde la tierra —«cadahojade cadaárbol cantasupropio cantar»—y del cielo —<c.. a vecesenunciaelvago viento 1 un misterio»?

~ RubénDarío ysu creaciónpoética,pág. 96.

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La escuelade Pitágoraseraun lugar apacible,un espacioparala concor-dia. Allí tenían su habitación la meditacióny la charla gratay amena.Elgrupo de discípuloscultivabala amistady la tertulia en este ambienteidó-neo. Todos se preparabanparasu posterioriniciación en los misteriosde ladoctrina.¿Estacofradíadediscípulose iniciados,capitaneadaporel genioyla sabiduríade Pitágoras,resultadescabelladorelacionarlacon el grupo decentaurosy Quirón a la cabeza?Si las enseñanzasde Pitágorasse encuen-tran en los temasdel «Coloquio»y brotande sus versos,y tambiénestá ensuestructuraciónrítmica y unitaria,¿porquéno pensarquesuambientación,suspersonajes,la dramatizaciónde los mismosen el poema,puedadeberlealgoa estacofradíapitagórica,a esta«puestaenescena»deunareunióndelmaestroy susdiscípulos?¿No son éstosuna suertede centaurosperipatéti-cos —ya no aristotélicos,claro——-- pero si pitagóricos,neoplatónicos,caba-listas?

Leamosa Moisésde León:

Un día el maestropaseabacon sus discípulospor la selva. Elaireestabatranquilo peronotaronqueen el murmullo del viento, através de los árboles,habíauna cierta armoníadébil, aunquedis-cernible.Rebí Simeón, al notarsu preocupaciónpor estaarmonía,les dijo: «¡escuchadbien la música de las esferas! Hay coros deángelesentonandola músicay la armoníade lasesferas.Los Pro-fetas, los Visionarios y los Místicos, cuandose sientenposeídospor el espíritu divino y susojos espiritualesno ven sino lablancu-ra de un espejo,son capacesde abstraersede estemundo materialy se ven subiendoa las alturas, a la música de una melodíadivi-na’ ‘.

El paralelismoconel «Coloquio»es sorprendente:el grupoy el maestrocaminando(«en tropel») por la selva. La sensibilizacióna las señalesde lanaturaleza(«todaforma es un gesto,unacifra, un enigma»).La capacidaddePoetasy Visionariosparacaptaresasseñales(«el vate,el sacerdote,sueleoirel acento!desconocido»).Schurépor supartehabladel objetivo fundamentaldePitágoras:soñabacon desarrollarantetodoen su alumnosla facultadpri-¡nordial y superiordel hombre:la intuición.

“ Zoha,j Revelacionesdel libro delesplendor,Edicionesdela tradiciónunánime,pág.58.

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Pitágorasestimulabaen susdiscípulosel amora su padres.Contrario amuchas cofradíasque practican la separacióndel discipulo de su familia,

como condición para ser aceptadoentre los iniciados,Pitágorasveía en elamor al padreun ejercicioanálogoal amor haciael PadreSupremo.Quirón

se haceecode estoy honraa supadreen dos oportunidades:

y animaseen mi cuerpodecentauminmortalla sangredelcelestecaballopaternaL

O mástarde:

La cienciaesflor del tiempo:mi padrefueSaturno.

El PadreSupremode Pitágoras—anuncioya de un posteriormonoteís-mo— era la gran Mónadaque actuaba,sin embargo,como Díada creadora;«comoesenciaindivisible y sustanciadivisible»; principio masculinoy feme-nino activadosy reunidosen unasolaunidad.EstaDíadaoriginaria, andrógi-na, hermafrodita,tambiénse encuentrapresenteen el «Coloquio»de Darío,en bocade un Quirón proféticoy conciliador:

por sumaley un día llegará el himeneoqueel soñadoraguarda: Cinis será Ceneo’

8.

Para Pitágoras—cuya «religión científica» se basabaen los númeroscomo elementosconstitutivosen sí mismos de significaciónuniversal—elnúmerotres era el de mayor importancia.Schurénosdice:

Así comoel hombrese componede treselementosdistintosperofundidosuno en otro, el cuerpo,el alma y el espíritu, de la mismamanerael universoestádividido entresesferasconcéntricas:el mun-do natural, el mundohumano,y el mundo divino’9.

¿No es estala constitucióndel centauroQuirón, eje y protagonistadel«Coloquio»?:

~ RecordemosqueCinis —o Cenis—empezósiendomujer; perohabiendosido amadapor Poseidón,pidió al Dios quela transformaraen hombre.

~ Los grandesiniciados,pág. 307.

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puesensucuerpocorre tambiénla esenciahumanaunida a la corrientedela saviadivinay a la salvajesangrequehay en la bestiaequina.

Parafinalizar, es necesariocomentarque el tema de la muerte,el cualcierra—suspende,másbien— el poema,estádibujadocon algunoscolorespropios de las doctrinasesotéricas.La muertemedievalista,tenebrista,esper-péntica,no tendrá lugar aquí con sus esqueletosy espantos.Ella aparecerabella, armónica, envuelta,eso sí, en un inquebrantablemisterio. ¿Podríahablarsede otra imagende la muerteen un poemacomoel «Coloquio de los

centauros»,tan lleno de unidady composiciónecuánime,tan sólido en suequilibrio y sabiduríaenigmática?Quirón——conocedorde las bondadesde lamuerte-dirá suapología:

La muertees la victoria de la progeniehumana.

Perodejemosque seael propio Darío quiennos lo diga:

El «Coloquio de los centauros»es otro mito queexaltalas fuer-zasnaturales,el misteriode la vida universal,la ascenciónperpetuade Psiquey luegoplanteael arcanofatal y pavorosode nuestraine-ludible fatalidad. Mas recordando un conceptopagano,Thanatosnose presentacomo en la visión católica,armadode guadaña,larva oesqueleto,la medieval reinade la pestey emperatriz de la guerra,antes surgebella, casi atrayente,sin rostro angustioso,sonriente,pura, casta,y con el amordormido a sus pies. Y bajo un principiopánico,exalta la unidaddel universo,en la ilusoria Islade Oro, antela vasta mar. Puescomo dice el divino visionario Juan: «hay trescosasquedantestimonioen la tierra: el espíritu,el aguay la sangre,y estostresno son másqueuno20.

Son estaslas másvaliosaspalabrasque han quedadosobreel «Coloquiode los centauros»,escritaspor su propioautor.Aunquebrevesy sucintas,soncerterase iluminadoras.Allí noshablade «la ascenciónperpetuade Psique»que no es otra cosaquela Transmigraciónde las almasde Pitágorasy demás

20 La vida deRubenDarío escritapor él mismo,incluye Historia demis libros, Caracas,

Biblioteca Ayacucho, 1991. pág. 146.2’ Los grandes iniciados, pág. 316.

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doctrinas esotéricas. «La doctrina de la vida ascencional del alma a través dela seriede existenciases el rasgocomún de las tradicionesesotéricasy lacoronación de la teosofia», dira Schuré21. Mas resulta curioso que toda estaambientaciónesotérica,Darío la hagaconvergeren aquellacita de Juan(Vi8): «haytrescosasquedantestimonioen la tierra (...) y estasno sonmásqueuno».

Doctrinaesotéricay doctrinacristiana.Pitágorasy Jesús.Darío se balan-cearáentreuno y otro; entreunadoctrinay otra.Y aúnmás:conciliaráen símismo,en suobra,las diferencias—acasomezquinas—quelahistoria de loshombresinterpusoentreambas:

Yoir comoun pitágorascristianola músicateológicadel ciela

(«La Cartuja»).

Quizásseaestala másnoble enseñanza—tan vigenteen estostiemposdeintransigencia—que nos ha legadoDarío: su granespírituconciliador.

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