La isla de los conejos

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Unfalso inventor llevaconejosauna islaparaqueacabencon losnidosdeunospájaroscuyonombrenadiesabe.Enlapenumbranocturna,unaespecieextinguidahacemilesdeañoslesalealpasoaunarchiduque.Lossueñosdelos clientes de un hotel son objeto de un extraño e involuntario hurto. ElfantasmadeunamadreabreunacuentaenFacebooky lepideamistadasuhija.Unaparejaapuntoderomperdeambulaporunalbergue inhóspito.Enlasafuerasdelaciudaddesapareceuntramodeavenida.

Enestosoncerelatoshaytransformacionesfabulosasquenosonvividasporlospersonajes comouna liberación, sinoconmiedo,yhayunadecantaciónhacialofantásticoyelterrorpsicológico.Imperaunelementosecreto,pueselpropio género trabaja, como consignóPiglia, conunahistoria visible y unahistoria escondida que no sólo dibuja el enigmadel texto, sino también losmotivos que han llevado a la autora a escribir estas historias. Todas ellastransitan por lugares que hacen reconocible el universo literario de ElviraNavarro: las afueras de las ciudades y de uno mismo, la precariedad, laidentidadylasnochesoscurasdelalma.

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ElviraNavarro

LaisladelosconejosePubr1.0

Titivillus28.09.2020

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Títulooriginal:LaisladelosconejosElviraNavarro,2019Editordigital:TitivillusePubbaser2.1

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Índicedecontenido

LascartasdeGerardo

Estricnina1234

Laisladelosconejos

Regresión

Paríspériphérie

Myotragus

Notasparaunaarquitecturadelinfierno123

Lahabitacióndearriba

Memorial

Encía

Laadivina

Agradecimientos

Sobrelaautora

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LASCARTASDEGERARDO

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VoyenelautobúsmientrasescuchoaStevieWondereneliPod.Gerardosedesespera.Hayunacanciónqueerestú.ContraGerardo,teevococontodasmis fuerzas.¿Porquéestoyaquí,haciendounviajequenoquiero?¿Dóndeestásahora?Heapagadoelmóvilportemoraquellamesdelantedeél.Lehamolestado mi retraso. Incluso ha salido fuera de la estación para ver sillegaba,paraavisaralchóferdequeyoaguardabaenlaotraaceralaluzverdedelsemáforo.«Ibaadecirlealconductorquenosfuéramossinti».

Todavíallueve.Mehacogidolamano.«Noquieroquenosenfademosenesteviaje».Hetenidoquequitarmeloscascosyhacerquemelorepita,yesole ha disgustado, aunque no me cuesta que cargue con las culpas: deseaconfiarenmí.Luegomearrepientodemimezquindad,perosiempremedigo:esélquiensepresta.Además,mepesasumano.Meapresa.Piensoenti,yenquemicobardíamehaobligadoaesteviaje,yotravezoleadasdeira;hedesoltarmeantesdeestallarbajosupeso,desembarazarmedeestacabezaqueserecuestaenmihombro.Laaparto,brusca;meincorporoysimulobuscarunlibroenlamochila.

Mecompadezco.Deverascreequebuscoalgo.Sehamojadoporesperarbajoel calabobos,ymemira tandesprotegidoypaciente, tiritando,quemecalmo.Sólosondosdías.Dosdíasyseacabó.

El albergue está a tres kilómetros de Talavera. Vamos en taxi. No haynadieenlarecepción,yatravésdeunapuertaabiertanoslleganlossonidosdel televisor y el reflejo itinerante de la pantalla. Entro en la gran sala ysaludo: «¿Hola?». Un hombrecillo repantingado en el sofá, adormilado, seincorpora. Sin decir nada, sin sonreír siquiera, se dirige hacia nosotros. Amedias enano—sin ser exactamente acondroplásico, esmás bajito que yo,quesoyunamujerpequeña—,nosconducealhall.Tieneelrostroaplastado,rudo.Elpelograso,laropasucia—unosvaquerosraídosyunjerseygranate—, las manos con las uñas negras, brutales. «Habíamos reservado unahabitación».«¿GerardodePaco?».«Sí».«¿Medaelcarnet?».Lavozde lacaverna, el sigilo. El hombrecillo camina hacia la escalera con la llave denuestrocuarto.Leseguimos.Tercerpiso.Uncorredorblancoconbombillascolgandodeltecho.Introducelallaveenlacerradura.Laestanciaesgrande,

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pero ni siquiera tiene lavabo. Gerardo vigila mis reacciones. Me observadandoporhecholarepulsión.Asídebienmeconoce.Asídebien.

Sehacerradolapuerta.Estoesloquesé:estoysolaenunahabitaciónconGerardo,nuestrasmochilasaúnpordeshacer,fuerapalpitalanoche.Fuera,através de una ventana mínima tapada por una mosquitera verde, tapiada,cerrada.

—¿Y?—Unpocosucio—digo.—Pordiezeurosquéquieres.Seagachajuntoasumacuto.Sacaunaradiovieja,selevantaparaquitarse

el anorak. Susmovimientos son una exhibición de eficiencia, un reproche.Conunporroylosdeportesaunvolumendegeriátrico,searrellanaenunadelas camas para demostrarme su saber estar en cualquier parte.Al igual quecuandosehaacuclilladojuntoasumochila—dondetodosedistribuyea laperfecciónysólollevalonecesario,pornohablar,enfin,delamochilaensí:ademásdebarata,puesdetestalucirmarcas,esunadelasmejorescomprasdesuvida.Elpesovarepartidoentrelosriñonesylaespalda,detalmaneraqueanda ligero con ella, y tiene los bolsillos justos, y correas paraportar hastatressacos,nadaqueverconlamía,quenisiquieraesmochila,sinounabolsaconaparienciadeportivadeElCorteInglés,ademásdecara,pocopráctica,elcolmodelaestupidez,etcétera—,suasentamientosobrelacama,conelculoylosmuslossobreunamantadecuadrosllenadepelosymugre,mecondena,yrespiroymasticoyhuelomantaconpelosymugre.

—¿Novamosacenar?—Podemospreguntarsiquedaalgo—meresponde,alargandohaciamíel

brazoconelcanuto.Yoniego—.Esperaaquemeloacabe.—Sidejamospasarmástiempononosatenderán.Asupesar,mesiguehastalagransaladetelevisión.Hacedosmesesque

no tiene hambre. Desde que se lo conté, no siente apetito por nada. Elhombrecillodormitaenelsofá.EstavezesGerardoelquehabla:

—Disculpe, ¿podrían prepararnos unos bocadillos, o servirnos cualquiercosa?

Elenanonosescrutadesdelapenumbraconojosalucinados,comosinonosescuchaseyfuéramospresenciasfantasmales.

—Unmomento—dice.Al poco, nos invita a entrar al comedor con una mueca. Está a

continuacióndelagransaladelateleytienelasmismasdimensiones;enelfondo,centelleaunabarrademetalporlaquedeslizar lasbandejasapiladas

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enelextremodelaizquierda.Elhombrecillonosseñalaunamesayvaalacocina, de donde vuelve con platos combinados: judías verdes al ajillo,salchichas y tortilla de patata reseca. La mesa luce un mantel de cuadrosverdes adornado con manchas de tomate. También los cubiertos exhibenrestosdealimentos.Empiezoacomer.Elhombrecillodesaparece.

—Noestámal,¿no?Me encojo de hombros. «Es asqueroso», me gustaría decir. Gerardo

repite:—Pordiezeurosquéquieres.Denuevoenelcuarto,mesientoenunasillaylecontemplo.Estáserio.

Lasojeras le lleganhastalospómulos,pesasietekilosmenos.Hacogidoelpetaabandonadoamediasenelceniceroysehapuestoafumar.Ledigo:

—Hazloqueteplazca.Voyadarmeunavuelta.Abrolapuerta,leechounvistazoamibolsa,porlaqueasomaelmóvil

desconectado. Gerardo me ve mirándolo, constata la sospecha hacia él. Apesar de ello, me interno en el pasillo, que se divide en dos alas. Unadesembocaen laescalera,yde laotrapartenunosestrechoscorredoresconpuertasrojas.Alfinalhayunachicaenalbornozsentadaenuntaburete.Muyjoven.«¿Hashecho losdeberes?», lepreguntaunmuchachoquesaledeuncuarto. «No», responde ella.El albornoz, abierto hasta losmuslos, deja versuspiernasnacaradas,radiantes.Selesuneuntercerchavalycomentansobrelostemasdematemáticasparalaselectividad.Sonestudiantesdebachillerato,medigo,yduranteelcursosealojanenelalbergue.AdolescentesdealdeasdelasierradeGredos.Meincomodalavoracidadconlaquemeobservan,ymemarchosindarlestiempoaquelasfrasesqueseagolpanyaensusbocasseconviertanenunateladearaña.Atraviesoellaberintodepasillosypuertasrojas, y desciendo la escalera. La gran sala de televisión está vacía y aoscuras;prendolaluz,unhorrorvacuidefamosossedespliegaporlapared.Hay pósteres grandes, pero también postales, recortes de revistas.Distingo:Ava Gardner, Humphrey Bogart, Vivien Leigh, Marilyn Monroe, SaraMontiel.LosNewKidsontheBlockseyerguensobrelatele,yenlaventana,tapandoelcristal,mesonríenAlejandroSanzylasSpiceGirls.

—Teencantanestossitios—lavozdeGerardosealzadesdeelfondodelasala,ysóloentoncesmepercatodequeelaireestáimpregnadodeolorahachísydeunahumedadputrefacta.

Es él, pienso, peropodría haber sido el hombrecillo quien se agazapaseahoraentrelossofásdeescay,acechandoaunapresa.

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Retornamos a la habitación, donde mi móvil también me espía con susilencio.Loenciendo.

—¿Esperasalgunallamada?—preguntaGerardo.Suvozsehaquebrado,respiracomosiseahogara.—No.—¿Porquéhastenidoelmóvildesconectado?—Asínogastobatería.—Medijistequehabíascortadolarelación.Queyanisiquierahablabais

porteléfono.—Losiento—musito.Agarromicepillodedientesymevoyalosserviciospreocupándomepor

elteléfono,apesardehaberborradolosmensajescomprometedores.Cuandoregreso, el aparato sigue donde lo puse, pero no me tranquilizo hasta queGerardovaalbañoycomprueboque,enefecto,nohaynadaquemedelate.

Meacomodoenmicama—lamantallenadepelosymugre—,yaguardo.Élvuelveconlabolsadeaseomojada.Sueficienciasehaevaporado.Cogemi móvil. Lo registra de forma compulsiva. Veo cómo pasa las llamadasperdidas,lasllamadasqueyohehecho,losmensajes.Empiezoaenfadarme.Colocaelteléfonoenlamesitaymemiraavergonzado.

—Teconvendríacambiarleelpin.Perdona.—Notedisculpes.—Perdona—repite.Serecuesta,seponelosauricularesycomienzaafumar.Yomedesnudoy

memetoentrelassábanas.—Apaga—digo.Calculoquedebendeserlasdos.Notengosueño.Intentopensarenuna

estrategiaparadejarle,paraplantearlemañana,otalvezeldomingo,cuandovolvamosaMadrid,queestohadeacabarse,queyoquieroromperyquehevenido a este viaje para poner fin porque ya nada tiene sentido, pero nopuedo.LlevolaangustiadeGerardopegadaalcuerpo,ymeinmoviliza.

Haceunparde añosnos separamos seismesesdebidoaun trabajoquetuveenBruselas,yduranteesetiempoleescribílargascartas(aúnestimabaquelose-mailsestabanreñidosconlamorosidad).Jamásopinósobreloquele contaba. Era como si en su lugar hubiese otra cosa, a cuyos efectos nobastabaconnombrarcomocelos,aunqueéseeraelmotordetodo,suscelos,queme trasquilabanconuna rara inquina, comosiyohubieradepagarpordamnificaciones futuras. Al principio no hice caso y seguí escribiéndole.Luego,amedidaquesuvozindolenteporelteléfonoyelsilenciosobremis

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cartasseacumulaban,meempecéasentirculpableporescribirlas.Noreferíannadaquedespertarasospechas,peroparecíaquerelatarmispaseoserataparunarealidadsuciasobrelaqueélteníalaúltimapalabra.

Elsilenciodeestahabitación,deestepasillo,delalbergue,eselsilenciodeGerardoantemiscartas.Daigualloquelediga.Sóloexistesuobsesión,yla cumplo a rajatabla: me comporto como si hablara de los pelos de lasmantas por no mencionar otra cosa. Aunque ahora esa obsesión estájustificada,elresultadoeselmismoquecuandoyoresidíaenBruselasynoleengañaba.Loquerealmentesucedenoimportatanto,oimportasóloporquesustemoresalfinseencarnan.Ycómonosentir,bajolassábanas,sudeseoprolongando ese silencio, el tanteo obsceno con el que trata de abrirme laboca.Muchasnochesmeesperoaqueseduermaporelmeroplacerdequesecalle,dequecese.Notoentonceseldesentumecimientodemispiernas,queseextienden livianas sobreel lecho,ycómomi respiración se relaja,y resultamilagrososoñarymovermeyviviramiaire,sinqueGerardomevea.

Eldíaesgris.Hayqueadivinarloatravésdelamosquiteraverde.BajamosarecepciónparaindagarcómoiraTalaverayelhombrecillonosdicequenoslleva si aguardamos diez minutos, al cabo de los cuales aparece con unafurgonetablancaynueva.Nosmetemosenlapartedeatrás,queestáhelada.Elenanonocierralaspuertas.Alrato,Gerardolepregunta:

—¿Esperamosaalguienmás?—No—responde.Sinembargo,nosemueve;sigueconlaC15abierta.—NosgustaríallegarcuantoantesaTalavera.Aúnnohemosdesayunado

—digo.—Podríais haberos tomadoun café en lamáquina.O si no, espabilad y

levantaosantes.Aquíeldesayunoterminaalasonce—replicaelhombrecillo.Contresmovimientosrápidoscierralaspuertas;Gerardomurmura:«¿De

quéva,esidiotaoqué?»,yyolepongounamanoenelbrazoparacalmarle.Quiero evitar la disputa para que el enano no conduzca enloquecido, comobarrunto que sucederá si se pelea con Gerardo. Me acongojan losdesplazamientos por carreteras secundarias, me vuelven supersticiosa, ydetrásdecualquiervozentonoaltooigoelchirridodelosneumáticos,golpesycuerposvolandopor losaires.Esasíhastaelpuntodeque,cadavezquesuboauncoche,mepreparoparamorir.Sinembargo,elhombrecilloconducelento,yloquemásmeacabaoprimiendoduranteeltrayectoessuparsimonia.

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De súbito, me gustaría que la furgoneta fuera deprisa para precipitar mimiedo, que ya no esmiedo, sino un extraño regocijo en abandonarme a lavelocidad,alasensacióndeimportarmeunpitoquelafurgonetaseestrelle.EnTalaveranoscomemosunosbocatasyvisitamoselMuseodeCerámica.Luego paseamos durante algunas horas por la ciudad congelada, áspera, deinterminable aspecto de callejuela. Volvemos al albergue en autoestop, ycomomeespantametermeenlahabitación,insistoendarunavueltaporlosalrededoresantesdequesehagadenoche.Doscarreteras,separadasporunbaldío de aproximadamente un kilómetro de ancho, flanquean el edificio.Sugiero que las crucemos, pero Gerardo me dice que se ha hecho tarde.«Mejor explorar el erial». Asiento, a pesar de que permanece el deseo detraspasarloslímitesdelpaisaje;estaansiedadporsaberquéhaymásallámellevaacaminarcomosiacudieratardeaalgúnsitio.Avanzamosenlínearectahastaqueesnochecerrada,yregresamosguiándonosporlaluzdelalbergueydeloscoches.Nisiquieradistinguimosnuestrasdeportivas,yfijarlamiradaen el sueloproduce angustia, como si fuésemos adespeñarnoso apisar unnidodealacranes.Másquecaminar,nuestrospiesseaferranalterrenocomogarras.AlllegaralascanchasdebaloncestolepidoaGerardoquemesujetelostobillosparahacerabdominales.Elsueloestáfrío,ymecuestaflexionar;tener a Gerardo agachado junto a mí, con la cabeza rozando mis rodillas,comienza a desagradarme, y paro.Me siento absurda y pienso que en unaparejaestoeslohabitual:entregarsealasmaníasdelotro.Talesmenesteresvanconelloteromántico,conlaideadequeunoencuentraaunserespecialquenosamayalqueamamos,yquenosconcedesubeneplácitoparatodaslascosasestrictamentepersonales,comomisabdominalesa lasnuevede lanocheenunaoscuracanchadebaloncestoatreskilómetrosdeTalavera.Talvez haya algo bueno en ello que he perdido de vista, quizás este absurdoresumasóloalasparejasmuertas,comolamíaconGerardo,quienafirmaquetodo el mundo se toma estos asuntos con naturalidad, excepto yo. «Estásloca», me dice cuando hago en voz alta razonamientos semejantes, yexperimento entoncesmi locura como una soledad lacerante, incluso comoverdaderalocura;nosésiesasí,osetratadeGerardo,quemehacecreerquelo es. En su compañía pierdo el juicio, y puesto que Gerardo detenta lasensatez,asumoquesinélnoserécapazdemovermeporelmundo.

Enel comedor están apuntode retirar las bandejas.Ni siquiera son lasdiez; preguntamos a una vieja con cofia por qué cierran tan temprano. Lavieja nos responde que, si queremos cenar más tarde, nos larguemos a unhotel.Elmenú:guisantesconchópedyfiletesempanadosdeperfectasformas

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elípticas cuya aceitosa envoltura encubre un aglomerado de pollo. Sólomecomo los guisantes. El chóped y el aglomerado comparten unmismo colorrosapálido.«Losfiletesestáncrudos»,diceGerardo.Enunamesalachicadeanochedeparteconsietemozosdeedadsimilar,quedebendeserlatotalidaddelosestudiantes.Hanterminadodecenaryfumanechandolacenizaenunvasodeplástico;luegoapaganloscigarrosenlosrestosdecomida.

—Voyaducharme—anuncioalentrarenlahabitación.Sacoelalbornozylaschanclas,ycuandoestoyapuntodesalir,Gerardo

medice:—Puedesdesnudarteaquí.Prometonotocarte.Medesnudodándolelaespalda.Notosuempeñoenseradvertido;esun

desagradablepesoenlanucaquemehaceenredarmeenlospantalonesycaeralsuelo.Melevantoymemarchoenvueltaenmialbornoz,conelsujetadoryla camiseta puestos. Me quedo bajo la alcachofa, que escupe el agua atrompicones,hastaquelosdedossemearruganyelespejodeloslavabossecubredevapor.Caminoarribayabajoabriendolaspuertasdelasduchas,enlasquerevoloteanesosbichitosnegrosquehabitanloslugaresumbríos.Hagoruido con las puertas y ahuyento a los bichos; una colonia entera acabavolando en torno al espejo, del que cae un enjambre de gotas. Se me hanquedadolospiesfríos,ydecidometermeotravezbajoelagua;sinembargo,las paredes de los cubículos están plagadas de insectos, y no me atrevo aecharlos. Vuelvo al cuarto. Gerardo se masturba con los vaqueros bajadoshastalostobillos.Nomemira.Cojovelozmiropay,arrastrandoelcabledelsecador,salgodelahabitaciónantesdequesecorra.

Meguarezcoenelbaño,dondelosinsectosocupanahoralosrecovecosdelasduchas.Temonoencontrarningúnenchufe;entalcaso,puedoiralasalade televisión para secarme allí el pelo. Imagino a los estudiantes debachilleratorepantingadosenlossofásdeescayviendoGranHermano3;measombranovisualizarlosmásqueante eseprogramay, al razonar sobremiimposibilidad,medigoqueéstasedebeamiánimo.

Pedirpermisoalosestudiantesparahacerruidoconmisecadormientrasellosdisfrutandelshownomeresultaestimulante,peroestoydecididaanoregresaralahabitación,asíGerardopiensequeelhombrecillomehacortadoenpedazosymehametidoenelcongeladordelbardelapiscina.Ésteesunbuenmomentoparaqueterminemosdeunavez:yosubiréapormiequipajealasseisdelamañana,cuandoélduerma,yllamaréauntaxi.Semejanteplanderupturaquizásseainimaginableparaotraparejasinpolicíasbuscandoporelalberguealadesaparecidacónyuge;sinembargo,Gerardoyyonoshemos

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acostumbradoalasextravagancias.Siquierocolgarmebocaabajodeunárboldurante un día, a él se la refanfinfla. Ésta es otra de las cosas por las que,hastahacecasiunaño,semehacíaimpensableabandonarle,puesdetestolavida normal, y conGerardo estoy a salvo de cualquier normalidad.Con él,llevándolotodoallímite—larabiaallímite,elpensamientoallímite,elascoal límite— alcanzo una suerte de vida exasperada, y pienso que esaexasperacióntienequearrojarmeconviolenciaaalgúnsitio.

Porsuertehaytomadecorrienteenelcuartodebaño.Semehaolvidadoel peine, e intento desenredarme el pelo con la mano. Me conformo conadecentarme las capas más superficiales y el flequillo; el ambiente deTalaveranoestansecocomoparaalisarmelamelena,aunquealomejornosetratadeTalavera,sinodelmicroclimadelasduchas,delrelentequesubede las losetas y huele amezcla de tubería y pantano.Las incipientes rastashacenqueelcabellosedobleycaiga,comosiportaseunmiriñaque,sibienloquemefastidiaesnotenermirizadordepestañasnimilápizverdedeojospara poner algún rasgo en pie, alguna belleza que me decante hacia unaapreciaciónmásamabledemímisma.Salgodelbañoconelsecador;hedepasar por la puerta de la habitación para llegar a la escalera y lo hago depuntillas.Gerardodebedehaberestadoatentodemispasosporque,cuandoaterrizoenelrellano,descorreelpestilloyabre.Echoacorrer;enrecepción,medetengo.Estoyeufórica.

—¿Natalia?—dicetrespisosmásarriba.Nolecontesto.—Natalia,¿erestú?—repite,ymieuforiaseconvierteenlástima.Comienzoaandar,despreocupándomedehacerruido,ydequeélbajey

veacómomemarchoporsegundavez.Voyalasaladetelevisión,queestávacía.Hoyessábado;cómonoseme

ha ocurrido que los estudiantes de bachillerato saldrán por Talavera. Mepreguntosiiránalaciudadandando;doyporsentadoquenotienenmotos,alo sumounas bicis con las que hacer equilibrismos bajo la inexistente lunajuntoalacuneta.Enunaesquinadelaestanciaparpadeaunrouterconectadoa un ordenador, y siento esa leve ansiedad por revisar mi correo, esasensacióndeque,porelsimplehechodenohabervisitadomicuentaentodalajornada,meaguardaunanoticiadeprimerorden.Tengoasimismolavagailusióndequehayaalgúnmensajetuyo.ElPCtardaenarrancar,yhacetantofrío que enchufo el secador y lo apoyo junto al tecladomientrasmaldigo aGerardoyalmismotiempomealegroderecuperarelcabreo,puessóloconlapenamidecisiónpeligraba.

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Cuatro irrelevantes e-mails me reciben en mi bandeja de entrada. Losrespondocondesgana,yluegoarrastrounodelossofásytrasladoelsecadoral ladrónde la teleparaverlaconelchorrodeairecalienteenmispiernas.Hace tanto frío que mi aliento parece congelarse. Me digo que fuera latemperatura debe de ser más agradable, y que sólo hiela en el interior delalbergue.Lospósteresdeloscantantesquecubrenelcristaldelaventanameimpiden comprobar la dimensión de los muros, y me tienta salir paraaveriguarlo. Podría darme un garbeo por las canchas; si tuvierami abrigo,inclusopodríasentarmeacontemplarlasestrellas.Necesitohaceralgo;talycomoestoy,acurrucadaenelescayconelsecadorsobreelempeinedemipieizquierdo, no sé si aguantaré la espera. Sin embargo, dejar mi refugiosignifica toparme con Gerardo, pues es él quien ahora da vueltas por lospasillos,élquienhasalidoafumarseunporrosentadoenlayerbayhatiradounapiedraenelverdín.Mequedoanteundocumentalsobrelosácidosgrasostrans, y cuando acaba, abandono la sala con la impresión de que se hacalentadounpoco.

Unaluztanblancacomoladeuncentrocomercialemergedelbardelapiscina,yséqueGerardoestáahíconelhombrecillo.Laluzborracualquierpretensiónde intimidadnocturna,yal franquear lapuerta,medaquevanasometermeaun interrogatorio.Voyvestida,peroescomosi fuesedesnuda;siento quemis pensamientos y lo que he hecho en la sala de televisión setransparentan, y no tengo fuerzas para irme. En una mesa hay cuatroestudiantes de bachillerato bebiendo tercios. Gerardo y el hombrecillotambién beben; Gerardo, además, fuma un porro. Su rostro lucedescompuesto,yséqueestáentregadoa laconversación.Aunasínopuedeevitardecirme:

—La televisión no es tuya. Estos chavales a lo mejor querían ver unapelícula.

Los estudiantes no se dan por aludidos. Tienen los ojos rojos; supongoque Gerardo les ha pasado ya varios canutos. El ruido del secador me hamantenidoajenaalmovimientonocturnodelalbergue,parecidoa losantrosque aGerardo y amí nos gusta frecuentar: se trata de un sitio raro dondeadquiriralgúnconocimientooexperienciainsólita,quesuelesersinónimadesórdida y que forma parte de nuestro llevarlo todo al límite. Para aliviar latensiónyrendirmesinculpaalestadodecosashabitual,quesólohadeduraresta noche, esta noche y se acabó, necesito algunas cervezas. Le pido alhombrecillounaMahou;élmeseñalalanevera.Noencuentroelabridor,pero

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no pregunto; busco por la barra, donde se amontonan vasos, tazas ycucharillas.Gerardoalargaelbrazoparadármelo.

—Gracias—ledigo.No me responde. Está asintiendo a lo que le dice el hombrecillo. Me

quedotraslabarrahastaqueterminolacervezaycojootra;luegosalgoynoséquémáshacer.Enelbarhaydospuertas,laquedaalarecepciónylaquecomunicaconelexterior,queignorosiestáabierta,peroquetienelallaveenlacerradura.Meacercoylaempujosuavementeparanollamarlaatención.Contantadelicadezanoconsigonada,ytirohacialosdosladosprocurandogirarlallave,quesemequedaseñaladaenlapiel.Enlaquietuddelbar,enlaque losestudiantesdebachilleratohablanen susurrosonohablan,ydondeGerardo y el hombrecillo parecen dos actores sobre un escenario, misforcejeos son semejantes a la enfermedad de una mujer que trabaja en unrestaurantemuybaratodelacalleAtocha,yqueconsisteeninsultarmientrassirvelosplatos.Lamujerdicepalabrotascomosicantara,alzandolavoz,ysumúsicaysustacosinterrumpenelmurmullodeloscomensales,queavecesse ríen, pero que suelenmostrarse graves ante la incontinencia de la pobreseñora,lacual,porlodemás,mantieneconversacionesnormalesentreinsultoeinsulto,apañándoselasparaquenadieseofenda,otalvezsinnecesidaddeapañárselas,pueslavozquesecagaenlamadredetodosesdistintadelaquemantiene conversaciones normales, como si tuviera un demonio en lagarganta.Logroabrirysalgoconlacertezadequenoosaréentrardenuevo.Bebo a un ritmo vertiginoso para alcanzar cuanto antes esa agradableconformidadalcohólicaenlaquemedaráigualpasearmedelantedeGerardoydelhombrecillo,ytambiéndelosestudiantesdebachillerato,puesahoranopuedoescapardemiinclinaciónahumillarmeparaseraceptada.Tambiénesposiblequemicompulsiónconel alcoholymicreenciaenquememoverécomo Pedro por su casa cuando esté borracha encubran mi deseo desometermeaGerardoy,atravésdeél,ingresarenelmundo.Headvertidodequé torcidamaneramehamiradoelhombrecillopornopermanecer juntoaminovio,pornoestaralaalturadeloqueélesperadelaparejadeesetipoque le cae tanbieny leproporcionaunacobaque jamáshabría imaginado.Mesientoenelescalónyveopasarcamionessolitarios;éstenoeselbardelapiscina, como pensé al principio, sino un garito de carretera, aunque nofuncionacomotal;quizáshagadesaladerecreoparalosestudiantes.

Voyapormi tercera cerveza acusando los efectosde las otrasdos.Medeslizolivianahastalabarra;elabridorestáenmipoder,aunqueesocareceya de importancia, pues Gerardo, el hombrecillo y los estudiantes se han

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pasadoalgin-tonic.Unsuavebullicioprovocadoporlosestudiantes,quedesúbitohablanmásaltoysinparar,hadestensadoelambiente,ymeapoyoenel billar.He dejado la puerta entornada, y el aire frío penetra en el local yremueve el humo de los porros y de los cigarros, alzándolo antes dedisolverlo.Porunmomento,rebosandeltechopequeñoscoágulosdeniebla.El hombrecillo me contempla; su desaprobación se convierte en unrepugnantedeseoquedebedeaflorarante lachicaqueestudiaenTalavera,esa Scarlett Johansson de La Mancha. Me apena que su alegre y brutalinocencia tengaquevérselas con la lasciviadelhombrecillo.Lededicounamuecadeasco;élsepasaundedopor los labiosymelanzaunbesofugaz,patético.Unesbozoacomplejadoeinsensato.Gerardosepercatadelaactitudde su compadre y vacila.Darle la espalda significa quedarse sin escudería,peroyanopuedepermanecerjuntoaélsinponerseviolento.ElhombrecillohabebidolosuficientecomoparanocoscarsedelcambiodeGerardo,queseprepara para plantarle, aunque lo que le espere sea el enfrentamientoconmigo. Me pongo en pie y pillo cuatro tercios con los que soportar labronca.Ledigoalenano:

—Nosloscargaenlacuenta.Elhombrecillomusitaunaobscenidad,meseñala,seríe.Nosvamossin

despedirnos.Enelcuarto,hincomicepilloenlosnudosdelcogote.Tardounbuenrato

endesenredarlos;entretanto,GerardoabreunaMahou,seacabaunporroyvaalbañoalavarselosdientes.Cuandovuelve,meestoyrizandolaspestañas.Nodicenada;inclusoparececomprendermitardíoacicalamientoparaloquenosaguarda,yconformeentiendequemeengalanoparairme,yconformeloentiendo también yo, pues al principio ignoro el porqué demi apremio porarreglarme,porarrancarelconatoderastasdelanucayreflejarmebonitaenelespejograciasamisojospintados,nosentristecemos.Sonlascincodelamadrugada;lepidoquevengaconmigoalarecepción,puesmedamiedoelhombrecillo.Llamoauntaxi.Enelbarnohaynadie,ysehueleelhachísqueGerardohacompartidoconlosestudiantes.Eltaxitardamediahoraenllegar;esunafurgonetablancasimilaraladelenano,conunaluzreglamentaria.Eltaxistanosobservacomosihubieranacuchilladoaunfamiliarytuviésemosque ira reconocerlo.CuandovequeGerardosequedayquenosdeseamossuerte, empieza a mostrarse despreocupado y yo comienzo a adorar suserenidad;derepentesemeantojasanayvital,ymealegrotantodequeesaactitudmeacompañeduranteelcaminoalaestación,enestanochecasitanoscuracomolaanterior,enlaquesólosevenlasrayasdelacarretera.

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ESTRICNINA

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Asociaelferryconunanaveespacial,ypiensaquelaformadelasventanasessimilara losojoscompuestosdealgunos insectos.Luegovealpersonajeaúnsinnombrediciéndoseestomientrasrecorrelacubierta.Esunamujer,ytrasmite una frialdad mesurada, tranquilizadora, razonable. Está haciendocábalassobreloqueobserva,quetambiénesfrío:materialblanco,sucio;unligeroolorasuelamojada,asudor,apatatasfritasyapescado.

Va a relatarse en tercera persona, como si fuera una extraña. Deseainstalarseeneseairedegelidezserenaconelqueseacabadeimaginar,queasu vez es el tonoque quiere para su escrito.Le parece lamejormanera deensayarsunuevocerebro,deadelantarsealoquevaasucederle.

Eldesalientolallevaabuscarconversación.Se dirige a una pareja de ancianos. No evita el temblor en el labio de

abajo.Sospechaquehanvistolapataquelecuelgadelaoreja.Luegovaalacafetería.Asulado,hayuncuarentónmuypálidoyorondo,ysienteganasdecontárselo.Seamarraelpeloenunacolaysemiraenelespejodelabarra,entrelasbotellas:laorejaizquierdaestámásaltaqueladerecha.Elhombreno lo advierte a pesar de que la diferencia de altura es notable.La oreja lepesa,ydesdehaceunashoraslacarnehaempezadoatornarserojiza.

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RecuerdaquehaceunañoestabadevisitaenlaciudaddeT.Despuésdequesu guía les mostrase la catedral, fueron al malecón. La luz era suave y semezclabaconlabruma.Debíandeserlasprimerashorasdelatarde,yaunquela primavera sólo asomaba, daba la impresión de que se aproximaba unveranotórrido.

Elguíaloscondujoalamurallasur,juntoalaplaya.Ellasefijóenunosbañistasextranjerosqueentrabanalaguasindejardedarsorbosasuslatasdecerveza.Algunoshabían trepadoa lasrocasdelespigón,quebosquejabauncaminohastaunislotesobreelquesealzabaunafortalezadecolorterroso;suhorizontalidad la asemejaba aunpedazode tierra flotando sobre el océano.Peroellanoviouncastillomilitarniuntrozodetierra,sinounaexcrecenciaquebrotabadelaciudad.

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Alfindesembarca.Hallovidodurantetodalatravesía.Tardamásdeunahoraen pasar la aduana; los taxis, casi todos viejos Mercedes, huelen a cuerohúmedo.Subeporlascallesangostasdelamedina,queevocandesfiladeros.Ha reservadohabitación enunhotel que tuvo su esplendorhacemásdeunsiglo. Parece que está muy cerca la noche, porque unas nubes de un grisviolentoacaparanelcielo,perosonsólolastresdelatarde.

Atraviesa un patio abierto hacia la bahía. El recepcionista mira sindisimulosuoreja.Lehablaconuntonoburlón.

El hotel está en penumbra. Su cuarto tiene dos camas, mantaszarrapastrosas,alfombrasconaspectodellevarcolgadasenlasparedesdesde1870,cuandoseconstruyóeledificio.Sóloelbañoesnuevo.

Intentaescribirsuhistoria.Novamásalládetomarunasnotasfamélicas.Lasnumera.Salealacallecuandolatormentaescampaysemeteenelzoco,donde ve a mujeres en grupo. Los tenderos les ofrecen pollos, garbanzos,cebollas.Loscorderos,abiertosencanal,esparcenelolorásperodelasangreporelpavimentosucio,llenoderestosdeverduras,mugreycasquería.

Llegaa lazonade las telasyelaceitedeargán,ydecidecomprarseunpañuelo. Entra en uno de los puestos. Unos bustos sin pechos ni rasgosfaciales presiden el escueto interior del comercio. Son maniquíes a mediohacer,queportanpañuelosdecolores.

Quiereunhiyabnegro.«Estácasadaconunmusulmán»,diceelhombre.No es una pregunta, sino una afirmación. «Yo soy bereber», añade. No lecontestaysecolocaelpañueloanteelbereber,quienyasehapercatadodelaextremidad. El hombre bromea con el comerciante de jabones de enfrente;ella no logra ponerse bien el hiyab y abandona el comercio sin regatear elprecio.

Sevaalhotel.Barruntanovelarloocurrido.Quieredejarunaexplicación,unrastrodesuproceso.Pero¿paraqué?,sedice,si lassimplespalabrasnobastan.Lecuestasostenerellápiz,comosifueraesatercerapataqueletiradelaorejalaqueloagarra.Todoacontecedemasiadorápido.

Durante la noche, frente a la bahía, se sorprende de la indiferencia queexperimenta al contemplar las luces lejanas de la otra orilla, que se vencristalinasporquelaferocidaddelatormentahadisueltolabruma.Nosientenada, ni siquiera el miedo que cabría esperar ante la incertidumbre de lospróximosdías,oquizásmeses.Nosabeloquevaadurarsutransformación.

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Peroloquemáslaasombraesque,inclusocuandoevocaalossuyos,escomosiesasgentesformaranpartedelrecuerdodeotrapersona.

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Se despierta a las once de la mañana. Nota la oreja pesada y dolorida; almoverse, oye un crujido. La repulsión enseguida es desplazada por unapresencia nítida de las cosas, que brillan más y tienen una textura rugosa,móvil, talquesiestuvierancubiertasdeunacapaabigarradadeinsectos.Lasillahueledistintoquelaalfombra.Reconoce:pólvora,pelodegato,ébano,taray,caspa,opioyestricnina.

Lapatacuelgapordebajodesupecho.Hacrecidomásdeunpalmoylehansalidounosdedosconunaspequeñasbocas,quesemuevencomoarañas.Al sentarse en el escritorio, ante sus famélicas notas numeradas, los dedosagarranunbolígrafo.Laextremidadcrepita;lacubreunbarnizviscoso.Noseatreveatocarla.Sulóbulolucerojo;lasangreseleacumulaenloscapilares.Veque,juntoasusanotaciones,hayunosgarabatoshacialosquesedirigesunuevaextremidadconelboliapretadoentresusdedos.Lapataloscontinúa.Ellatratadeentenderalgodeloqueescribeconritmofuriosoyconcentrado,ycuandolearrancaelboli,lapataforcejea.Seresisteaúnmásalatarlaasupeloconvariasgomas.Elgemidodelosdedossetornaenbisbiseofrenético,y la extremidad legolpea la espalda, aunqueno condemasiada convicción.Luegosequedatranquila.Sientesurelajodesparramándosesobreelcostado.¿Ysiselacortara?

Revisaelmóvil.¿Porquénollamarasumadreycontárselotodo?¿Paraquéesasanotacionesnumeradaseincomprensibles?Imaginaasuextremidad,yagigante,arrastrándosehastalaoficinadecorreoseintroduciendosusnotasen un sobre. Asimismo, imagina a su madre, ojerosa, ante esas notasdoblementeininteligiblesporestarsazonadasconlosgarabatosdelapata.

Sesientadenuevoenelescritorio.Lasfloresylosmotivosgeométricosde las alfombras que cubren las paredes la hipnotizan. Parecen moverse,aunque son los ácarosquienes sedesplazanpor lashebrasde tejidoviejoymohoso.Escuchaeseejércitomudo,distinguelosmaticesdesumovimiento.Los ácaros brincan, se paran, corretean por las finísimas fibras como ratasdiminutas, comopiojos por una cabellera larga.Haypolvodehace setenta,cien años, en esas alfombras que a sus ojos ya no son descoloridas. Haytambiénpartículasmicroscópicasqueantaño fueronarenadeldesierto.Latealgotanantiguoquenisiquierapuedenombrarse.

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Al día siguiente la pata es diez centímetros más larga. Le resultaimposible amarrarla y decide ir a la tienda de los pañuelos. En la calle, elmundoirradia luminosidad.Lapatasebalancea,comosi tambiéndisfrutasede la alegre mañana, y los transeúntes miran ese bulto envuelto en unaindumentariaquenoesnioccidentalniárabe.

—Quierotrespañuelos—diceenmalfrancés.Losmaniquíes sonmás reales que el tendero, ante quien no esconde la

pata. El hombre palidece cuando ve cómo la extremidad extiende hacia él,conciertatimidez,sustresdedos.Saledelcomerciodandogritos.Ellacorredetrás; no quiere asustarle, sino pagar los hiyab, aunque a la mitad de sucarreraseolvidadeporquépersigueaesehombre.Derepente,se leantojaunapresa.Elárabeesdelgado,pareceungalgo.Peroellacorremásdeprisa.

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LAISLADELOSCONEJOS

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ConstruyóunapiraguayquisoprobarlaenelGuadalquivir.Noleinteresabaeldeporte.Tampocohabíahecholapiraguaparausarlaamenudo;sabíaque,en cuanto explorara las isletas, la dejaría en el trastero o la vendería.Él sedefiníacomoinventor,aunquealascosasquefabricabanoselespodíallamarinventos. Sin embargo, había empezado a calificar como tales todo lo quepergeñaba,puesnousabamanualde instrucciones.Sumétodoeradescubrirporsímismolonecesarioparaelaborarloqueyaestabahecho.Elprocesolellevaba meses y lo consideraba su verdadera vocación. Inventaba lo queestabainventado.Conseguíaconellounplacerparecidoaldelossenderistasquelosdomingosvanalmonteyalcanzanunacumbre,ysepreguntabaporqué la realización personal era algo tan extraño. Por las mañanas, el falsoinventortrabajabacomomaestroenunaescueladeartesyoficiossinsentirserealizado,apesardequesusenseñanzasresultabanútilesparasusalumnos.

Desdeniñohabíadeseadoiralaslenguasdetierraquepenetranenelmar,oa las islasquenadiehabita.Enunaocasión,cuando teníadieciochoaños,suspadresleinvitaronaTabarcaconlapromesadequeeraunaisladesierta.Élcreyóqueibanapisarmeromatorral,peroseencontróconsietecallesdecasashumildes,unamuralla,una iglesia,un faro,doshotelesyunpequeñopuerto. Probablemente sus padres exagerasen con que no había nada enTabarca para convencerle de que se fuera con ellos de vacaciones—no lesgustabaque sequedara soloencasa—;noobstante, talveznuncahubiesenentendidoaquésereferíacuandohablabadelugaresdeshabitados.

EradifícilcontarlasmejanasdelapartedelGuadalquivirquebordeabalaciudad. Algunas se confundían con pequeñas penínsulas. Una mañana deseptiembre caminó hasta el muelle con su embarcación y se echó al agua.Estuvovariosdíastomándoleelpulsoalanave,ytrasdominarla,comenzóaexplorar el río.Llevaba semanas sin llover.El caudal iba escaso, tranquilo,apestoso.Recorrióelperímetrodelasislasconunamezcladedesasosiegoyestupor, sin ser capaz de arrimar la piragua a la orilla. Dudaba de sushabilidadesparamaniobrarconrapidez,temíaquelatierranofuerafirmeenlasmárgenes,resbalaryquelapiraguaseleescapara.Además,leespantabaregresaranado,apretandoloslabiosparanotragarmiasmas,yviendotanta

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naturaleza junta, lavegetaciónabigarradayvibrantede insectos, la capadeexcrementosdepájaro, el lodo.Loquehabía creídobellono eranmásqueárbolestorcidosporelpesodelasaves,oquizásporalgunaenfermedad,asícomocoloniasdebichosyarbustoscomidosporlainmundicia.

Alquintodíadedeambularcon lapiragua,decidió recorrer lacurvadelGuadalquivir. Remar hacia el sur le permitía no perder de vista las lomassuavesdelacampiña.Porallílasislaserandiminutas,másásperas,yestabanmuy juntas, como un sarpullido. Las rodeó trabajosamente; en la última seencontróelcadáverdeunhombreflotandoentrelosjuncos.Elmuertoyacíaboca abajo, en calzoncillos; la piel de su espalda se levantaba formandoampollasdeltamañodeunamano.Nosuposilasampollassedebíanalsol,quetodavíaachicharrabaenseptiembre,oaqueelcuerpoestabatanllenodelíquidoquesehabíadeformado.Elríohedía.Llamóaproteccióncivilylosagentesllegaronenunadinguiconlaqueeraimposibleabrirsepasoentrelosjuncos. En la dingui portaban una canoa; mientras un policía gordo semontabaenella,élseacercóalalanchaypidiópermisoparairse.Noqueríapresenciarcómoarrastrabanalfiambre.Leamilanabaquesedieralavueltaydescubrirunasentrañasencarneviva,devoradasporlospeces.

Elepisodiodelmuertolemantuvovariasjornadasalejadodelrío.Luegovolvióadarsupaseovespertinoalrededorde las islas,yundía,despuésdehaberseatrevidoapisarlamáscercanaalmuelle,decidióhabitarla.Sedijoasímismoqueestabahartodevivirenlaurbe,ytambiénqueleexcitabahacerloquenadiehacía.Aquéllasnoeranmásquedosideasperegrinasconlasquea veces recorría las calles de su ciudad, que se le antojaba demasiadoobsesiva,unaespiralqueleabducíahaciaelcentro.Enverdad,nopodíadarningún motivo que explicara su decisión de ocupar aquel pedazo de tierraestrechoynauseabundo,queleharíasentirseaúnpeorqueenlaciudad.

Aunquesetrataradelaislamáspróximaalaribera,laespesuraimpedíaversuinterior.Limpiódematorralelcentro,talóárbolescuyostroncoserantandelgadosqueparecíancuerdas.¿Cómoesamaderaenclenquesosteníaunacopadeunverdorpletórico?Decidiómontarunatiendadecampañarojaenvezdeverdemilitar.Latiendaseaislababien,peroélnoesquivabaelpánicoa despertarse cubierto de insectos. Pensaba que, durmiendo en alto, seresguardaríadelaslarvasquepululabanporelsuelociegas,ofuscadasenlaprofanacióndelatierra,yqueparecíanintuirasusdepredadores.Lasaveslasatrapabanconfacilidad:metíanelpicobajolaarenayhurgaban.Constituíanunafuentedecomidainagotable;sinembargo,lospájarosnosealimentabansiempre de ellas. Quizás no resultasen lo suficientemente alimenticias por

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estar hechas sólo de agua, y había que buscar insectos más sofisticados ynutritivos.Una tardeexaminóuna.Lapusoensumano,dondeelanimalitodanzó sobre símismo.Al apretarle un poco con el índice, estalló como unglobodiminuto.

No dormía en la isleta todas las noches; eso le habría vuelto loco. Lebastabaconamanecerallíunpardevecesalasemana.CuandopernoctabaenesamanchadelGuadalquivir,escuchabaunzumbidodurante lamadrugada.Salvosilaslechuzasatacaban,lospájarospermanecíancallados,ysóloseoíaelaleteodelosqueeranexpulsadosdealgúnálamo.Estabanmuyapretados;alahuecar lacabezabajoelalayensancharelbuche, losqueocupaban losextremos de las ramas se caían. El zumbido que le torturaba no se debía aestosestertoresdelsueño,sinoalachilleríadelasavesenelocasoalbuscarsitioenlosárboles,tanbrutalqueimposibilitabahaceruncálculoaproximadodecuántasacudíanaaquelmíseroterruño.Leparecíaqueeranmiles.Piabande tal modo durante una hora que el sonido se le quedaba dentro, y nienchufándoseloscascosconelvolumenalmáximolomitigaba;inclusosalíade la tienda para ahuyentarlas a voces, pero la jauría no reparaba en supresencia.Eracomountrozodealgaenmitaddelocéano;lasavesquizásloconfundíanconunpájaroridículo.Acababaconlagargantadoloridadegritar,y no quería confesarse a sí mismo que algo en él se liberaba mientrasvociferabahaciendomuecasgrotescas.Amenudoperdíalanocióndeltiempoy seguía aullando en plena noche, cuando los pájaros estaban ya callados;entonceslosescasospaseantesdelariberamirabanhacialaislacreyendoquelosalaridoserandealgúnanimal.

Lospájarosibanalamejanaadormir,acriar,amorir.Todoestaballenode nidos y de cagarrutas, y cuando el falso inventor volvía a su casa, noconseguía deshacerse del olor a excremento, ni siquiera duchándose.Por lovisto, aquellas aves blancas eran una plaga. Se lo había dichoun viejo quepescaba en el embarcadero. Le preguntó al viejo por el nombre de losanimales, pero éste no supo indicárselo. Estuvo buscando información eninternetynoencontrónada.OjeóunaguíadelafaunadelGuadalquivir;lospájaros de su isla no coincidían con ninguna de las garcillas descritas. Noinvestigómás;alfinyalcabo,hallaraquéespeciepertenecíannomodificabasudecisióndeconvertirse,duranteunpardevecesalasemana,enunserquebramaba contra unas criaturas que le ignoraban, que se dormían a pesar deque les lanzaba furiosaspiedras.Ni sedignabanmirarlecuando lacólera lehacíaagitarlostroncosenclenquesdelosárboles.Lascopassemovíandeunladoaotro,yavecesestemovimientosetornabaviolento;elvaivénderamas

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trasmitía la impresión de que unos fornidos costaleros llevaban la isla ahombros.

Con el paso de las semanas, el falso inventor se convenció de que suocupación era un acto de justicia. ¿Por qué tenía que pedir permiso parahabitar un sitio vacío? Estimaba incomprensible que el resto de las isletassiguieranvírgenes,peroesonoeraloqueleparecíapeor;lointolerableeralafalta de curiosidad de los habitantes de una capital donde vivían más detrescientasmilpersonas.¿Entretantagentesóloélsemolestabaenvisitarloquehabíadelantedesusnarices?

Empezó a dejar dinero en la tienda de campaña para ver si alguien lorobaba.SibienlospiragüistasqueremabanporelGuadalquivirnoteníanporquéserunosladrones,debíadehabermaleantesalacecho,algúnvagabundohambrientoquesindudabirlaríasugenerosobillete.Comprobóadiariosiloscincuentaeurosseguíanallí.Yasíera.Nadiecogíanuncaesedinero.Nadieponíaunpieensuisla.

Cuandono inventaba loqueyaestaba inventado,el falso inventorhacíainstalacionesalasquenollamabaarte.Porejemplo,leshabíaquitadolapielde tela a diez perros de juguete que ladraban mientras movían las patitasdelanterasyencendíansusojos.Luegohabíacolocadolapielsobrelaspatitasymetido a los perros en una jaula para conejos.Urdió unmecanismo paraaccionaralosperrosconunmandoadistancia.Cuandosusamigosibanasucasa, él le daba al botón del mando. Diez perros de juguete despellejadosladraban mientras movían sus patitas hacia atrás sobre su propia piel,encendiendounosojosamarillos.

Susamigoslesugeríanvenderaquellainstalaciónaalgunacampañaparalaproteccióndeanimalesyélseencogíadehombros.¿Nohabríanexplotadoyaotrossu idea?Enel fondo,pensabaque, si se lehabíaocurridoaél,eraporquelahabíavistoenalgúnsitio,aunquenoseacordara.Poresosenegabaa que alguien considerase arte sus instalaciones. Le aterrorizaba exponer yquesecomentaraenvozaltaquesusobrasnoeranmásqueunacopia.Nosabíaporquéletemíaaesacrítica,sialfinyalcabonocreíaenlanovedadyargumentaba largo y tendido al respecto, aun cuando no fuese capaz derecordardedóndeprocedíansusapropiaciones.Ademásde la jaula llenadeperrosdejuguete,eransuyosuncircodepulgasmecánicasenel interiordeuna alacena, una sandwichera fabricada con dos planchas de la ropa con laquederretíaquesoañejosobre lasmanosdesus invitadoscuandocelebrabaalguna fiesta, una pila de libros sobre la que se había acumulado el polvodurante más de veinte años —lo que cubría los libros eran ya pelotas de

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porquería—,ycuyaimportanciaestribabaenqueesepolvoconteníacélulasmuertasdetodossusfamiliares,yafallecidos.

Fuelajauladeconejosdondeteníalosperrosdejugueteloquelellevóala ocurrencia de soltar conejos en la isla para ahuyentar a los pájaros.Resolvió no quedarsemás noches a dormir.Ya había gritado lo suficiente.Mantendríalatiendadecampañaparairaobservaralosconejosyecharselasiesta. El otoño estaba avanzado, habían atrasado la hora; ya no era undespropósitoremaralascuatrodelatardeyrecibirlafrescaenelrío,cuyocaudal seguía tan hediondo como en verano debido a la sequía. Compróveinte conejos, diez machos y diez hembras, que se reproducirían a granvelocidad.Enlaislaprontonohabríaalimentosparaellos.Elfalsoinventorsupuso que los nuevosmoradores atacarían los nidos que había en el suelocuandonotuvieranquécomer.Silospájarosnopodíancriarenlaisleta,seiríanaotra.

Los conejos eranmuyblancos y de largas pelambreras.Tenían los ojosrojos, le habían costado más caros que si los hubiese comprado grises omarrones, pero estimó necesario que compartieran el mismo color que lasaves.Sedijoquepoblarconelloslaislaerasuformadeseguirhabitándola.Acabó por permitirles entrar en la tienda, donde preferían estar, sin dudaporquelesmanteníaaresguardodelsolyporquelatierranovalíaparahacermadrigueras.En la tienda sepusieronaparirgazapos sinpeloqueparecíanratas.

En cuanto los conejos devoraron los matorrales, los nidos fueronvaciándose de huevos,manjar que parecía gustarles especialmente, pues enmásdeunaocasiónpresenciópeleasporroerlasfinascáscarasazuladas.Nose peleaban, sin embargo, por los polluelos, y para el falso inventor estabaclaroquecomeresacarnereciénnacidaeraalgoquehacíanasupesar,conciertatristeza,comosisusobtusasinteligenciasreaccionaranfrenteaaquellasituación cruel. Su actitud, se decía, estaba acorde con la humanidad querepresentaban, que no era otra que la de él, su dueño. Tal vez por ello lesorprendió que, a pesar de los escrúpulos iniciales, luego no dejaran ni loshuesos,comohabríahechocualquierpersona.Atacabanconsusincisivoslosbuchesdelascriaturas,yuncercodesangretiznaba,delmismocolorquesusojos,sushocicostemblonesylosfinospelosdesusbigotes.Cuandohabíanacabadoconlacarne,frugal,pasabanlargosminutosroyendolosesqueletos,haciendounruidopeculiar,deramassecasquebrándose.Secomíaninclusoelpico,yalterminarseacicalabanhastaqueelpelajevolvíaalucirblanco.

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Mientras el festín tenía lugar, las aves volaban alrededor lanzandoangustiosos graznidos. Aguardaban durante horas en el lugar del crimen,como si su prole fuera a aparecer tras una piedra. Al falso inventor leresultabacuriosoquenose lesocurrieseatacara losconejos.Sería sencilloparaellasarrancarleslosojosconsusafiladospicos,peroaquellasmaniobrasgrupalesdebíandeserajenasasusinstintos.

Nocalculóque losgazaposnacidosallí jamáshabríancomidootracosaquecarneyhuevos,yqueaquelladesnaturalizaciónhabríadeacarrearalgunaconsecuencia funesta. Durante un tiempo más, las aves fueron losuficientemente tontas,uosadas,comoparaseguiranidandoen la isla,perocuandolosnidoscomenzaronadesaparecer,elfalsoinventorsediocuentadequetambiénlohacíanlascamadasdeconejos.Unamañanafuetestigodeporqué desaparecían: sus congéneres se las comían. Le horrorizó aquelespectáculoysedeshizodelaideadequeesosanimalesfueranunaextensióndesupersona.Esmás:se leantojaronunaplaga, igualque lospájaros,ysisiguió yendo a visitarlos, fue porque se sentía culpable de abandonar aaquellasbestiasalasquehabíaenvilecido.

Un día probó con el pienso. Los conejos se limitaron a olisquearlo, yluego se entregaron a encuentros sexuales que poseían un punto morboso.Habían aprendido a reproducirse para comer, y eso multiplicaba losapareamientos. El falso inventor se dijo que la necesidad aceleraba lagestación.Todossealimentabancadavezqueunahembradabaaluz;cuandoacontecíaelsilenciosoparto, losconejosacechabana laparturientacomositambién cupiera la posibilidad de comérsela a ella. Puesto que ya nodemostrabaninterésporlosnidosdelasaves,éstasvolvieronaanidar.

Latiendadecampañaseveíadesdelaribera.Aélledabaigual.Loquehabíaenesepedazodetierranoerademasiadodistintodeloscampamentosque los rumanos y los mendigos levantaban bajo los puentes de lascircunvalaciones.Mientras nomolestaran, nadie les prohibía que durmieranallí.Suislaquedabalejosdelconjuntomonumentalqueseatisbabadesdeelotroladodelrío.Teníaenfrenteelfinaldelaciudad,donde,ademásdepisosnuevosy feos, sólohabíauncentrocomercial juntoaunestadioquenuncafueimportante.Éltambiéneravisiblecuandoestabaenlamejana,yalgunosniños le saludabandesde el pretil y le pedían a gritos que les llevara en supiragua. El falso inventor les contestaba moviendo enigmáticamente lacabeza. La atención de los niños le envanecía y le preocupaba al mismotiempo.Noqueríaquesupieranloqueestabapasandoconlosconejos,queseadivinabandesdeelmirador;erancomopequeñaspelotasblancaschocando

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unasconotras.Por lasnoches,sihabíasuficiente luna,el resplandordesuspelajesseconfundíaconeldelospájaros,ydabalaimpresióndequelasavesdormíanenelsuelo.

Losconejosjamássecomíanasuscríasfueradelatienda.Parecíansaberque transgredían una ley. Y aunque verlos alimentándose de susdescendientes encogía el alma y los tornaba abyectos, cuando se estabanquietossehacíaevidentequehabíaalgoenelloshipnótico,majestuoso,quese acrecentaba con el paso del tiempo, y que quizás guardaba relación conactuar contra natura. Tal vez habían dejado de ser conejos, pensaba, o dealgúnmodosabíanqueestabanprotagonizandoloquejamáshabíapasadodeesamaneraensuraza.Aratosalfalsoinventorleatribulabasudesaparición,yentoncesseolvidabadelascircunstanciasporlasqueaquellossereshabíanacabado zampándose a sus hijos. El acontecimiento relucía como un hechopuro,sincausas;unhechollamadoa inaugurarunnuevomundo.Todoestoocurríaa lasordina,porqueaúnnohabíaun lenguajeparaunarealidadqueempezaba a dar sus primeros pasos. El falso inventor se limitaba a seguiryendoalaisletayacontestarconreceloalaspeticionesdelosinfantesdeserllevadosensupiragua.Porlasnoches,enelcaserónheredadodesuabuelaenel que vivía, soñaba con los padres de estos niños, oía sus voces como sifueranunaturbamultaqueleaplastabamientraslashabitacionessellenabandeaguaydelcolorazuldelaspiscinas.Sedecíaqueaquelloeraunavulgarobsesióndelaquesaldríacuandodecidieraabandonaraesascriaturas,ysóloporalgunasactitudesdesucuerpo,derepenteestáticojuntoasusconejos,eraposibleconcluirquecomenzabaasentirsecomounomásentreellos.Quizássupelo,súbitamenteencanecido,lograríaelblancofabulosodeesosanimalesyasagrados,ysusojos,ensangrentadosporpequeñosderramesqueeloculistaatribuía a una persistente conjuntivitis, acabarían sanando cuandoenrojecieranporcompleto.

Undíaelfalsoinventordesmontólatiendadecampañaydejódeiralaisla.Loshabitantesdelospisosdelariberasepreguntaronquéhabríasidodeaquellocodedicadoacriarunosconejosquemurieronalaspocassemanasdesudesaparición,ycuyoscadáveresformaronunbonitomantoblanco.

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REGRESIÓN

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Vieneraudoelrecuerdo:Tamarayellacondiezañosyunascasitasdevariospisos que se abrían por la mitad. Jugaban a Los Colby y a Falcon Crest.Echabanasuertesquéclanletocabaacadaunayquémansión.Utilizabanesapalabrapomposa,«mansión»,queambasaprendíanenlasseriesamericanas.Ensuciudadnadie se referíaa sucasadeesemodo,pormássuntuosaquefuera. Ellas jamás habían visto nada que guardase un parecido, siquieraremoto, con lasmansionesdeLosColby yFalconCrest, aunquecuandoseimaginaban de mayores no cabía otra posibilidad que la de ser dueñas dehermosospalaciosjuntoalagosyviñedos.

Viene este otro recuerdo: Tamara la conduce a La Calavera, unosmatorralesmuyaltosencuyocentro,hueco,dormíanaveces losmendigos.Unosniñosconlosquesejuntabanparahacerguerrasdeglobosdeagualescontaron queLaCalavera amanecía siempre con aves decapitadas, y segúnsushermanosmayores,allí secelebrabanritossatánicos.Esedíaenque loschicos, antes de llenar sus globos, les dijeron lo de las aves sin cabeza,Tamaraseburlódeellosconcarcajadaseinsultos.Luegolesusurróaellaeneloídoquenose tratabadepájarosdecapitados,sinodebichosvenidosdelcentro de la tierra cuyosmiembros no necesitaban estar unidos para seguirvivos.Suspatas,cuellosytroncosbrincabansolos.

VivíanjuntoaunparquequedelimitabaeldistritodeEspriu,defamiliasacomodadas,deElCanal,añosabarriadapartidaendosporundesaguaderomalolientequedesembocabaenelmar,yqueningunaautoridadqueríacubrir.Según se decía, esperaban que el hedor de las aguas fecales, estancadasduranteelverano,yelestadoruinosodelosedificiosacabarandeecharalosvecinos.QueríanampliarhastalaplayalaavenidaprincipaldeEspriuporElCanal.Sinembargo,loúnicoquehabíaocurridoesque,siunpisosequedabavacíoalmorirsuinquilino,loinvadíanlosgitanosylosyonquis.Aúnhabíamuchosyonquisenaquellaépoca.

Vienenotrosrecuerdos:latardequeacompañóaTamaraalacasadesuiaia.AdiarioveíaalabuelorecogeraTamaradesuclasedeinglésconunakipáen lacalva.Ellasno ibanauncolegio religioso,ycuandosuamiga le

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confesóquesufamiliaera judía, leprodujounasensaciónrara.Comosinoperteneciesealarazahumana.

Mientrasqueconelabueloinclusohabíahabladoenalgunaocasión,alaabuela tardó mucho en conocerla. Tamara la envolvía de reverencia ymisterio.«Casinosepuedemover—decía—,ycocina,sin levantarsede lasilla,elmejorarrozalhornodelaciudad».Cuandoalmorzabaconsuabuela,lo mantenía en secreto. Ella se enteraba a base de preguntarle. Tamaraterminabasoltándole:«Vamosacasademiiaia.Comoselochivesaalguien,temato».Ella callabaporquevisitar aunaancianano leparecíaun secretodignodesercontado.

Su amiga la llevó a escondidas adonde su iaia. Le sorprendió queestuviera enElCanal, en una de esas edificaciones vetustas con la fachadaennegrecida.Estaprimeraimpresiónnofuenadacomparadoconloquevioalcabo de un pasillo de terrazo que no casaba con el papel pútrido de lasparedes. La abuela flotaba en el techo. Era una vieja obesa que olía aberenjenaquemadaypermanecíaenunaesquinadelsalón,juntoalabarradelacortina.Lesdaba laespaldayobservaba lacalle.Atravesaron laestanciasigilosas hasta ponerse debajo de la iaia, cuyos muslos acumulaban tantagrasaque,desdeelsuelo,sóloseveíancolgajosdecarne.Lasplantasdelospies,pequeñasyperfectas,parecíanlosdeunaniñaaplastada.Ellaempezóatiritar,yTamaraexpelíaalgodesafiante,quizásdespechado.Abandonaronelcuartocaminandohaciaatrássindejardemiraralaanciana.Cuandoibanporlamitaddelahabitación,suamigasetropezóconunamecedora.Laabuelasegiróylascontemplófríamente,comosifueranmuebles.Tamarasepusoroja.

Esatarde,sentadasenelparque,suamigaleexplicóquelaviejaflotabaporqueestaballenadegas.«Ungasquevienedelcentrodelatierra».Ellanofuecapazdepreguntarlecómoeraposiblequelaiaiavoladoraselasapañaraparaguisarelmejorarrozalhornodelaciudad.Imaginóquehabíansubidolacocinaaltecho.LamentónohaberleinsistidoaTamaraparaqueleenseñaseelrestodelacasa,aunqueporotrapartelehabríarepugnadoquedarsemuchomástiempoenaquelhogardondetodoestabaroñosoyapestabaamojama.

¿Cómohabíapodidoolvidarlo?¿Quépasóparaqueaquellaexperiencia,que tendría que haberla hecho dudar de la realidad entera, hubiese sidosustituidaporotra?Quizásleresultótanfantásticaquelaasimilóaunsueño.Talvezsuexcepcionalidadimpidióquelaprocesara.Delosdíasposterioresaesa visita sólo recuerda el dolor. Un sufrimiento áspero y callado. A lamañanasiguiente,cuandosubióalautobúsescolar,vioqueTamarasehabíasentadoconJuana.Suamiganisiquieralamiró.Juana,unaniñaflaca,sucia,

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queconseguíaquenolamarginaranabasedeinventarchismes,lededicóunasonrisamalévola.Ellaespiabadesdesuasientoalaparejitaysetopabaconlarevancha de aquella chiquilla agria, a la que no le bastaba que Tamara lahubieseelegidopara ser su compañera, sinoque teníaque restregárselo.Leparecíatanincreíblelametamorfosisdesuamigaquesesintióconderechoahablarle como si no hubiera pasado nada. Debería haberle bastado ladeterminaciónconlaqueTamarasaliódelaulaparairalrecreo,sindirigirsea ella ni una sola vez y sin apartarse de las demás chicas, con las quecompartió su tentempié de cuerno de chocolate. Pero no fue suficiente.Comenzóaactuarcomosisuamigaseestuvieraequivocando.¿Esquenosedaba cuenta de que el resto eran unas intrusas? Ver a la jauría de nenasmasticandosusbocaditosdecuernorellenodecacaolahizotenerunmotivoparaarrancaraTamaradeaquellasimpostoras.Lafraselebrotódesvaídadeloslabios.«Seestánaprovechandodeti».Sóloseoyóel«ti»alamaneradeungruñidolastimero.Todaslasniñassecallaron,yTamaradijoconvozaltayclara:«¿Quieresdejarmeenpazdeunavez?Medasasco».

Durantemesesese«Medasasco»laimpregnódeunhalonauseabundoyvergonzoso. Ella, que siempre había sido aguerrida, empezó a esconderse,incluso a temblar cuando sus compañeras la señalaban y cuchicheaban. LatraicióndeTamara la sumióen esadepresiónhoscade lasniñasque jamásadmitensuderrota.«¿Malyo?Pero¿dequécoñovas?»,lesoltóundíaasumadre, que le cruzó la cara por decir «coño». Durante un curso entero sesentósolaensuruta.

Nolaodió.Sólolaechódemenos.Laobservabadesdelejos,tratandodeque no se diera cuenta, y se juntó con las marginadas de su clase. Lamarginación tenía categorías: gordas, feas, empollonas, sosas, puritanas,chivatas ymarimachos.La adolescencia la abdujo sin saber qué etiqueta lehabíacaídoaellayvagandoporelparquequeseparabaEspriudeElCanal.Puesto que no acudió a su memoria la abuela de Tamara flotando en unaesquina del salón, tampoco relacionó nunca el desplante con aquelacontecimiento.Sí se acuerdadehaber ido aLaCalavera enbuscade esosseresdespedazadosque,segúnsuamiga,veníandelcentrodelatierra.Sóloencontrókleenexusados,latasdecervezavacías,colillas.

Unanochevolvióborrachayaburridaasucasatrasunbotellón.Previoaenfilar su calle, se quedó un rato quieta en la linde del parque, al acecho.Quería asegurarse de que estaba vacío, y también de que nadie la vigilaba.Ambas cosas eran imposibles; los abigarrados palmitos, las cicas a ras de

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sueloyelgrosordelostroncosdelosficusfacilitabanelocultamientodelosmalhechores.

Fue a La Calavera. Siguió la misma senda que recorría casi todas lastardesysemetióenelhuecoentre losmatorrales,desdeelqueseveíaunalunade tono amarillento, comoundiente con sarro. Iba conmuchomiedo;estaba segura de que se encontraría a alguien dentro. A alguien que laesperabasóloaella.Peroesonolaimpidióavanzar.

Esperóaquesusojosseadaptasenalaoscuridad,yfueentoncescuandoalgo refulgió. Parecía plástico, y al mismo tiempo carne. Aquella cosa sedesplazaba lentamente, emitiendo un siseo. Pensó en una culebra. En unaserpientedemasiadorígidaygruesa.Semarchócorriendo.

Enlacamatodopalpitaba.Alamañanasiguienteatribuyósusvisionesalmareodelaborrachera.Cuandocumpliólosdieciocho,Tamaravolvióahablarle.Coincidieronen

elescaparatedeunatiendadediscos.«VoyacomprarmeeldePortishead—le dijo—, ¿me acompañas?». Estuvieron un buen rato ante la «P» dePortishead repetida en la chaqueta negra y en la pantalla que salían en lacarátula. Portishead le sonaba bien. Portishead-Tamara. Fueron hasta elparque y se sentaron sobre el césped para seguir hablando demúsica y decuando jugaban en esos arbustos emparentados con los esqueletos. Nomencionaron los seis años que llevaban sin dirigirse la palabra, como si losucedido entre los doce y los dieciocho se hubiera abolido. Luego seinternaronenElCanal.Algunasdelascasasantiguashabíansidoocupadas.Ensuspatiosservíancervezaycalimocho,ysonabaelska.Primerorecalaronenunadelasokupas,ytrasunoscuantosbotellines,caminaronhastalaotra.EstabaenlacalledondevivíanlosabuelosdeTamara.Habríainclusojuradoquesetratabadelamismavivienda.

Susrecuerdosdeldíadelavisitaalaiaiaerandifusos.Incluíanunarrozalhornoqueunaviejaobesaqueno flotabaenel techohabía servidoa lospadres, loshermanosyalabuelosin lakipá,enunamesaqueocupabacasitodoelsalón,yqueobligabaanoiralbañohastadespuésdelpostreparaqueel resto de los comensales no tuviera que levantarse.No sabe qué hicierondespuésniporquéesedíacomiódondelaabueladeTamara.Laimagensecongelaahí,conelregustodelajo,lapatatayelgarbanzomezcladoconeldelarroz y el de las pantorrillas gordas de la iaia. Como si las piernas de laancianafuesenuningredientefundamentaldelguiso.

Laokupaerauninmueblededosplantasconterrazayazulejosblancosyazulesenlafachada,comopequeñasislassucias.Enlosúltimosaños,enlos

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quesehabíaadentradoporElCanalpaseandonohacialaplaya,sinohaciaelnorte,hastallegaralashuertas,evitóescrupulosamenteesatravesía.Cuandopor error se daba de bruces con ella, huía con la vista fija en el suelo,confiandoenquesurenuenciaamirarlamantuvieraasalvodeunencuentroconTamara.Sus incursionesporElCanal no teníanquever con su amiga,sinoconlaleyendanegradelbarrio,queseperdíaeneltiempo(enverdad,enelcorto tiempoqueellahabíavivido).Parecíaquesushabitantesposeyerancualidadesdistintasalosdelrestodelaciudad,yennopocasocasioneshabíaseguido a alguien con la esperanza de que su deambular por las callejasescuetas ledescubrieraalgoquenoestabaasualcance.Unaciudadsecreta.Unoscuerposprocedentesdelarocaodelmar.

«Podríamos ver la okupa entera», le dijo a Tamara. Al entrar, habíanfranqueado un vestíbulo rodeado por estancias sin puertas; la amplitud delespacio la hizo dudar de que aquélla hubiera sido la vivienda de la familiapaternadesuamiga.Labreveescenaarchivadaensumemoriaacontecíaenun habitáculo pequeño, asfixiante. ¿Quizás la casa se alquilaba a variosinquilinos?¿Seapilabananteslasfamiliashumildesenlasantiguasvillasdeveraneo de los pudientes? ¿Qué sabía ella del barrio? ¿Por qué se habíadedicadomásaimaginarloquealeersobresuhistoria?

Estabansentadasenbanquetasminúsculas,enunpatioconarriatesdondecrecíaunamagodehuertoconyerbajossecos.Enelpisodearribahabíaunaterraza con farolillos, velas y más gente, y aunque al principio les dio laimpresióndeque la terrazanoestabaabiertaa losvisitantes, sinotra razónparaelloqueelquenadieleshubieraindicadopordóndesubir,selesocurrióque podían comenzar su exploración por allí. Se pusieron en pie, y sinpreguntar,seinternaronenlaoscuridaddelashabitacioneshastaencontrarlaescalera.

Entoncesestuvoseguradequesí,dequeaquéllahabíasidolacasadelosabuelosdesuamiga,ydequepisabaporsegundavezunlugarcuyaesenciahabía sido arrasada y almismo tiempopervivía.El abuelo con la kipá y laiaiaestabanenalgúnpeldaño,oenunadelashabitaciones,sentadosaplenaluzdeldíaclarodellevante,conlosvisillosremoloneandoenelaire.

Laescaleraexhibíaunterrazomellado.Losescaloneseranaltos;lafranjaluminosabajo lapuertaque los coronabaquizás las arrojaría auncuartoalqueconveníanoasomarse.Alomejoreraelmismoqueellaatesorabaensurecuerdo.Nosepreguntóporquéledabatantovaloraaquellaremembranzadifusa,aburrida:ellacomiendocon la familiapaternade suamiga,el tenueasombroanteunaspiernasgordas.

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Abrieronconreceloporquenoseoíanada.Unsilenciodeparedesvacíashabía caído sobre ellas tras salvar los peldaños, y empujaron la puertaesperandotoparseconalguiendurmiendo,odesnudo.Peroloqueencontraronfue la terraza;porelmodoencomo lasmiraron, supieronquenoeranbienrecibidas. Debía de tratarse de un espacio reservado a losmoradores de laokupa.Unachicaconunacrestaroja,untopnegro,unafaldaescocesayunasmallaspunteadasporrotoseimperdibleslesdijo:«¿Buscáisaalguien?».Esachavala cabía entera en la expresión «Una punki del barrio del Canal».Tamarayellalacontemplaronboquiabiertas.Lafrase«Unapunkidelbarriodel Canal» protagonizaba historias en el patio del colegio. «Le atracó unapunki del barrio delCanal», «Sunovia es una punki del barrio delCanal»,«Se fuedesucasayseconvirtióenunapunkidelbarriodelCanal».A laspunkisdelbarriodelCanal lasveían losviernespor la tardede lejos, en larambladondeestabanlospubsenlosquesereuníanlosdetercerodeBUPyCOU de su cole. Era la primera vez que tenían a una de cerca, una queademásleshablaba.Elmaravilladoestuporantelapunkifuesustituidoporlavergüenzadenosercapacesdesoltarprenda.SenotabaalaleguaqueerandosniñasbiendeEspriu.Huyeronabochornadas,ysólocuandollevabanunrato andando y empezaban a disfrutar de la soledad, ella se atrevió apreguntarleasuamigasiesaokupaeradondehabíavividosuiaia.

Tamarasecarcajeó.—¿Estás pirada?—Tras un silencio, su amiga continuó—:Mis abuelos

teníanunpisoenBenicalap.¿Teacuerdasdeldíaquevinisteacomer?Hacía apenas un par de horas que le había golpeado con insistencia la

esteladeaquellacomida,ysinembargonopodíadecírselo.Derepente,noleparecíaunvestigio real.La impresióndehabérselo inventadoerapoderosa.QueTamaraestuvieseparticipandodelafarsalaaterró.

—Mevoyacasa.Suamigasupuródesprecio.Advirtióunretintínensuvozcuandoledijo:—¿Noquieresverelpisodemisabuelos?Atravesaronelbarriohaciaelsur,tapándoselanarizcuandopasaronpor

eldesaguadero.Elpaisajedemodestascasasdepescadoressalpimentadasporlasantiguasvillasdeveraneocambióporotrodeedificiosdeladrillodetresalturas.TuvoganasdedarmediavueltaydejaraTamarasola.Ibadetrásdeella,comosienvezdeestarenunaciudad,hicieranunalargamarchaporundesfiladero. Miraba la espalda de su amiga, con su cabello largo,abundantísimo y negro, y el suelo para no tropezar. Las aceras lucíaninusualmenteoscuras,yendosocasionesestuvoapuntodecaerdebrucesno

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por las resquebrajaduras del pavimento, sino como cuando sobreviene unescalón inesperado. Esa sensación, que dura lasmilésimas de segundo quetardaelpieenencontrarapoyo,yquehacecreeralcuerpoquehapisadounagujero,unabismo,procedía tambiénde la largamelenadeTamara.Temíaqueéstasegiraseytuvieraotrorostro, losrasgosdeaquellaabuelagordaydeformequeflotabaenelaire,hechoque,desúbito,recordaba.Suaprensióncontrastabaconelsosiegonocturno.Erayamásdelaunadelamadrugadaylosbaresestabancerrando.Frentealoslocalessedisolvíanlentamente,comose consumen las brasas de un cigarro arrojado a la calzada, los grupos degentequehabíansalidoacenar.Llegaronaunaplazaenlaqueunoschicosbebíancubalitros.Estabanenunbordilloylessilbaron.

—Lacasademisabueloseraésa—dijoTamara.Leseñalóunbalcóncorrido,estrecho,triste.—Puesestabaconfundida—respondióella.LaimpresióndelocuraydequeTamaraletomabaelpelosedesvaneció.Ese verano deambularon juntas por la ciudad vacía, ignorantes de que

nuncamáslascallesibanaestardesiertasdeesemodo.Serecorrieronvariasveces El Canal, se metieron por las carreteruchas de las huertas queserpenteaban hasta la playa, donde a la caída de la tarde se quemabanrastrojosytodosecubríaporunacapadehumoazulado.Sóloibanlasmotosylosperrosporesosandurriales.Unpardenochesseaventuraronporotrosbarriosparasabercómoeranconsustiendascerradas,enplenoagostoyentresemana, bajo la luz naranja siempre insuficiente de las farolas, a la quefiltraba lahojarascade losplátanosyuna tersahumedad.Ellasnosudaban.Teníanesaedadenlaqueelcalorsesoportamejorqueelfrío,ypasabanelmes a solas. Sus padres y sus hermanos se habían ido de vacaciones.Comprabanhachísylofumabanenunatascadondesepermitíanlospetas,yluegosehacíanconfesionesenelcéspeddelparque,frenteaunalitronaqueibarecalentándose,delaquesólobebíanparaquitarselased.

Agostotuvolaintensidaddetodalainfancia.Luegollegaronseptiembre,lospadres,lagente.Yasólosevieronensecretodesusrespectivoscírculosdeamistades.Quedaban frenteaLaCalavera,dedondesurgíanmurmullos,bisbiseosdealgoquesearrastrabaporelsuelo.EllaevocabalosseresdelosquelehablóTamarahaceaños,semejantesacolasdelagartija,ytambién,ysobretodo,alaancianagorda.Lapreguntaseguíaardiéndoleenlaboca.

Sematricularonenuniversidadesdistintas.SuamigaoptóporPsicologíayellaporHumanidades.Duranteuntiempomás,sellamaronporteléfonoy

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quedaronalgúnqueotrodomingo,hastaqueTamarasecambiódebarrioyseperdieronlapista.

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PARÍSPÉRIPHÉRIE

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Nomegustamirarlosmapas.Tengounasuertededislexiaconellosy,sinoextremomi atención, confundo las calles, de talmanera que cuandobusco,porejemplo,laplazadelMar,caminohaciaelladocontrario,hacialaavenidadelasIslas,ynoporquelíelasdirecciones,sinolosnombres.Mimemorialoscambia de lugar. Me asombro entonces de avanzar en sentido inverso —porquemiintuición,alaquenuncaobedezco,nosuelefallar—,peroaunasí,medigo:laplazadelMarestáporaquí,lohevistoenelmapa.Ycontinúo,ajenaalosletrerosyfielaunitinerarioloco.

Hoy es uno de esos días en los que consultar un plano puede no tenerremedio. Acabo de apearme en Carrefour Pleyel y busco el CentroAdministrativo y Social que se encarga de los barrios de la periferia norte.Mañana cumple el plazo para tramitar la CAF, una beca queme permitiráseguir viviendo en una residencia de la Mairie de Saint-Ouen durante lospróximosseismeses.Observoatentamenteelandén,comosiemprequebajopor primera vez en algún sitio y a pesar de que todas las estaciones mepareceniguales.LasalidaestájustoenlaavenidadeAnatoleFrance,lacual,ajuzgarporelnúmerodelcentro,el345,hadeserenorme.

Atravieso un túnel para salir por los impares. Frente almetro hay unoscuantos cafés, y a continuación un hotel; el 357. La avenida es, en efecto,interminable;desdedondeestoy,mirandohaciaelsur,noatisboelfinal.Losedificioslucenfeos,soviéticos,conapesadumbradoscoloressucios.Llegoauna casa que hace esquina, de ladrillo blanco, y siento la amenaza detormenta. El moho de las paredes, insólitamente seco, y el jardín tupido yasilvestrado por el descuido y las lluvias me producen una sensación deextrañamientoquereconozco.

El número es tan grande que al principio lo tomo por otra cosa. Estácolgadoenlaverja,enunpanelrojo.El323.Debajo,hayunletreronaranjasujetoconunosalambresquedice:SEVENDE.Caigoenlacuentadequefaltandiecisietenúmeros,asíquedoymediavueltaysalvounarotonda.Noséhaciadóndedirigirme.UnacarreteracontresrascacielosmodernosyfríossigueaAnatoleFrance,yningunotieneaspectodealbergarelCentroAdministrativoySocial.Sinembargo,nomerindo.

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Empieza a llover. Compruebo que no es en la carretera donde seencuentran los rascacielos, sino subiendo una rampa que se desvía hacia laizquierda.Lacarreteracontinúahastalaautopista.Losbarriosdelaperiferianorte se extienden más allá; son una réplica triste y diluida de CarrefourPleyel, y durante el breve instante en que los contemplome provocan unainquietudindefinibleyplacentera.Piensoquetalvezseanecesariorebasarlaautopistaparaencontrarlaotrapartedelaavenida,perodemomentooptoporla rampa.Avanzo.No hay ningún cartel indicador; estoy ya casi segura dequenovoyaningunaparte.Sigoavanzando.Cuandoalcanzolosrascacielos,descubroqueestánrodeadosdeunparkingllenodecamiones.

Segundaopción:atravesarlaautopista.Cojolacarretera,quesecorta.Medetengoanteelterraplénparaobservarlavoráginedecoches,quepasaaunavelocidadextenuantebajolatormenta.Tengolospiesmojados.Cuandollegoamicuartuchodelaresidencia,llamoaMichelyescuchoelbuzóndevozenfrancés.Escriboenmidiario:«Aunquevuelvatodoslosdías,nodaréjamáscon el sitio».No es suficiente para desahogarme.Busco en la estantería unlibrodeartículosdeMargueriteDuras,Outside.Séqueunodeellostratadelos suburbios de París. Leo que no existen mapas de la periferia. Que esimposible hacerlos. Que los hay de las antiguas villas, como la de Saint-Denis,antesdelaconstruccióndelasbanlieue.Lasbanlieue:reversodelosbulevares franceses,vacíos,de losque losárabeshanhuidocomosi fueranratas.

Al día siguienteme olvido demis aprensiones y salgo por los númerosimparesdecididaapreguntar.Medirijoaunamujerviejaquemedicequenohacefaltaabandonarelsubterráneo,queelcentroestáalfinaldeuncorredorquepartedesdelasalidaporlosnúmerospares.Notienepérdida.

Cruzo la avenida, bajo por los números pares.No hay ningún corredor.Escojoentonceselpasillodelosimpares.Retrocedohastalastaquillasyentrodenuevoen los andenes.Séquees absurdo,peronunca se sabe.Exhausta,preguntootravez.Trespersonasmerespondenlomismo:ignorandóndeestáelcentro,yencualquiercasoesmejorqueretornealacalleypregunteallí.Enlacalleyanopreguntomás.LlamoaMicheldesdeunacabina.

—Mujer—medice—,¡perosiestájustoalsalir!—Yonoloveo.¿Dóndeestabasayer?¿Dóndetehasmetidoestoscinco

días?Tedijequealomejortellamabaparaquemeayudases.—¿Dóndeestástú?—Yatelohedicho.—¿Novesunedificiodecristalesenfrentedelmetro?

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—Nohayningúnedificiodecristales.¿Dóndehasestado?—Hayunedificiodecristales.¿SeguroqueesCarrefourPleyel?¿Debajo

delatorrePleyel?—DebajodelatorrePleyel.—Entonces tal vezme esté equivocando. Déjame pensar. ¿Quieres que

vaya?Fijoqueallíhagomemoria.—¿Dóndeestabasayer?—Novoyacontestaraeso.Hoyexpiraelplazo,ysiquieresquesigamos

juntosesmejorquetedesprisa.—Losé.—Espérameahí,llegoenmediahora.—Noquieroquevengas.Cuelgo.Nomequedanmásmonedas.Eselfin.Piensoquenopiensoen

Michel,quenuncaenmividahepensadoenél.Mejoraún:queenloquemequedadeexistencianovaasernisiquieraunrecuerdo.Tengorecuerdosdevacasydeovejas.Inclusodeescupitajosverdesypalpitantessobrelaacera.Perode él nada.Cero.Megustaría gritárselo y reírme.Es una frialdadqueespanta,quelibera.Estoyapuntodeirmecuandoechounúltimovistazoaloque haymás allá de la autopista. Al igual que el día anterior, la visión deSaint-Denisenvueltoenbrumasmeprovocaunasacudidaquebasculaentrelafascinaciónyelpavor.Medigoquepuedodarmeungarbeo,penetrarenesaimagen que me resulta tan atractiva y de paso, si me topo con el centro,llamaréaMichelylediréqueloheencontrado,peroquemelargo.Quetengolospapelesdelabecaenlamano,queestoysentadaenlatazadelváteryquemedispongoamearmeenellos.

Miroelpaisajeconunaatenciónsonámbula,devoradora.Elprimertramodelcaminoqueatraviesalaautorouteloconstituyeunasendaqueseprecipitapor una vaguada y pasa bajo un puente de hormigón.Los coches hacen unruidoatronador,retenidoyamplificadoporelpuente.Corro.Metropiezo.Lasendasedeshaceenyerbayhedesubirporun taludysaltarunpretilcuyapresenciaahí, enundescampadoalbordede lavaguada,no logra remitir acivilización alguna. Del baldío parten nuevas sendas, y detrás queda laautopista, el caos del mundo entero. No necesito acercarme mucho paraasegurarme de que aquí no voy a encontrar nada. Solares invadidos porgrandes paneles publicitarios, una chatarrería, un recinto alambrado concoches de ocasión, lleno de banderitas de colores que se muevenfrenéticamente con el viento. Naves industriales cerradas y en silencio. Aunos setecientos metros la ciudad resurge. Veo los carteles de los

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supermercados, las pequeñas tiendas de las que salenmujeres cargadas conbolsas.Nomemolestosiquieraenmirarlosnúmeros.Vuelvoametermebajoelpuente,dondemedetengohastaqueelruidoylacertezadeestaralbordedemímismasemehaceninsoportables.Cuandosalgadeaquí,medigoenunintento de recuperar el hilo, cuando salga, llamaré a Michel para que meacompañe.

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MYOTRAGUS

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Ellacortólacarneconagilidadyselametióenlaboca.Anteshabíatorcidoel gesto, como si ya hubiera decidido que algo en el aspecto del asado erasusceptible de lamayor de las dudas. Él no le dio importancia; al fin y alcabo, esamujer llevaba todo el fin de semana arrugando la nariz. Aquellamañana,mientras esperaban en laGranVía deColón a que el semáforo sepusieraenverde,elladeslizólamanoporelbolsillodeél.Lasaludaronunosconocidosyhundióaúnmáslamanoenelabrigo,apretandoelpuño.Quizásqueríaqueéllaprotegieradeesagente,unmatrimoniodefuncionariosquelamirabanconreceloyunavecinaquelehizounavagaseñalcómplice.Selasingenió para abarcar el puño en tensión. Sintió ternura ante el inesperadomiedo.Seacordódesuhijacuandoteníapocosañosyalgo—unperro,otroniño— la aterrorizaba.Alzabaa laniña enbrazosy la consolaba sin lograrquelospequeñospuñospegadosasuespaldaseabrieran.Apartedesuhija,nuncahabíavistoanadiequeguardaraeltemorenlasmanos.Seilusionóconque ella compartiese algunos rasgos de carácter con su niña. La ilusión leduró poco: cuando sus conocidos se despidieron, ella sacó la mano delbolsillo.Sólohabíaqueridomostrarlesaesosconocidosqueteníaunligue,ysupuñocerradosedebíaaquenodeseabaenrealidaddarlelamano.

—Estonoeschoto—ledijolamujerahora.Élseestabacolocando lasgafas;yanoeracapazdecomersinellas.Se

tomó su tiempo antes de catar el asado. Lamujer semetió en la boca dospedazosmás,quemasticóy tragómientrasnegabacon la cabeza.Llamóalcamarero.Cuandoéstellegóalamesa,élseapresuróaprobaruntrozoparadilucidarsierachotoono.

—Estonoeschoto—ledijoellaalcamareroconaspereza.Él pensó que, al igual que su esposa, muerta hacía un año, aquella

individuanopodíaestarenningúnsitiosindarlanota.—Esoeschotodeprimeracalidad,señora—respondióelcamarero.—Noeschoto.Yoconozcobienelchoto.Lohecomidomuchasvecesy

lopreparoencasacuandovienenmishijos.Séperfectamentequeestonoeschoto.

—Puedoenseñarlelacarne.

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—Yaestoyviendolacarnequemeinteresa.Medaigualloquetenganenelcongelador.

—Siquiere,leservimosotracosa.—Loquequieroesunabolsadeplástico.Trabajoenunlaboratorioyvoy

a analizar si esto es choto.Si no lo es, pondréuna reclamación.Élharádetestigo.

Leseñalóconundedoacusador,comosiéltambiénfueraunfalsochoto.Elcamarerosefueaporlabolsa.—Espero que no tenga agujeros —dijo ella cuando se la trajo, y a

continuacióncogiólapiernadecabritoylaintrodujoenelplástico.La enrolló bien y la guardó en el bolso. Cuando abandonaron el local,

despuésdequeellalehubieraexplicadocómoibaaprocederparaanalizarlamuestra y de exponerle, orgullosa, cuántas veces había denunciado a losrestaurantes gracias a la diligencia de su laboratorio —hasta sietereclamacionesporquelacarnenoeralaqueponíaenlacarta—,élledijoquesílehabíaparecidochoto.Entoncesellasecallóyyanohablaronhastaqueéldecidiómarcharseasucasa,queestabaenotraciudad.Alllegaralcoche,ellale confesó que había pasado demasiado tiempo sola. Estaba nerviosa. Detodosmodos,ibaaexaminareltrozodecarne.

Lacabra-ratadeMallorcaseextinguióhaceunoscincomilaños,yahoraserecreaba a través de dibujos, e incluso había un vino cuyo logo era unainterpretación muy libre del extinto animal. La ilustración que lucían lasbotellas llevaba a pensar en un macho cabrío diabólico, y también en unsátiro viejo que perseguía a mujeres y era capaz de presentarse en lasnoches, como un fantasma. Hay evidencias de que la cabra-rata sirvió dealimento a los pobladores humanos del Neolítico debido a la cantidad derestosóseosencontradosencuevas, loquedaparaespecularquesucarneerasabrosa.Loscientíficoscreenprobablequesuextinciónsedebieraalavoracidad del hombre del Neolítico. Asimismo, se sabe que la cabra-ratabalear,atrapadacomoestabaenMallorca,tuvodificultadesparaencontraralimento.Conelfindeadaptarsealosescasosrecursosdelaisla,sevolviócomounreptil.Susangresetornófría,ycambiósutasadecrecimientoysumetabolismoparaadecuarsemejoralavegetación.Pesabatrecekilos,medíacincuentacentímetrosy teníalaspatas traserascortas.Noeraágil,aunquetampoco lo necesitaba: no había depredadores en el archipiélago. Salvo elhombre, claro. Su cerebro era pequeño, lo que la condenaba a la lentitud.

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Recargabaenergíaconlaexposiciónsolar,comolaslagartijas,ysucabezasenosantojaríahoyexótica,puessusglobosocularesnoseorientabanhacialoslados,sinohaciaelfrente;además,teníaunmorrochatoyunamandíbulagrotesca.

El archiduque Pedro Juan, en la terraza de la muntanyeta, pensaba conangustiaenelmyotragus.Lamadrugadaanteriorunanimallehabíasalidoalpaso mientras caminaba hacia los acantilados. Era noche cerrada, pero elarchiduquerecorría loscontornosenlaoscuridad,e inclusopodía irconlosojos cerrados sin errar por algunos de los senderos de las tierras quecolindaban con SonMoragues, como el que permitía la contemplación delmar desde las alturas. Había desarrollado la visión nocturna. Le gustabapracticarlacuandoelcieloseencapotabaonohabíaluna.Enesasocasiones,élatisbabael raromovimientode lacortezade losárboles,cuyasgrietas sedesplazaban hacia los lados y a veces abrían huecos a los que no osabaacercarse.Sabíaqueesoshuecosnoconteníanmaderasuave,quenoeranlacarnevivadelostroncos,sinoabismosqueselotragarían.Elmovimientodela corteza recordaba a las procesiones de hormigas. De repente, el bosqueestabaposeídopor todas lasespeciesde formícidoshalladasensusviajesaotrasregionesmáscalurosasyagrestes.Teníaquedesviarlamiradahaciaelsuelo,puesllegabaunmomentoenqueelbailedelosárbolessecerníasobreél. Esas hormigas, tal vez ilusorias, parecían rondarle para subir por suspiernas.

Perolosucedidoayerfuedistinto.Cuandoyaelvientoolíaasalitreyseaproximaba a un trozo de senda ribeteado de genistas, surgió entre losarbustos un animal que no tenía nada de esa irrealidad que el archiduquehabíaaprendidoaver.Eseanimalerabienreal,yaunqueestabamuyoscuro,se dio cuenta de que lemiraba.Aquel ser no pertenecía a ninguna especieconocida.Noeraunjabalí,niunacabra,niunaoveja,niunaliebrenimuchomenos un perro. Además de su estrambótica forma, al archiduque le habíaasombradoqueaquellacriaturasemovieseconunatorpezaidénticaalasuya.Elbichotardóunratoenatravesarelcaminoyperderseentrelosmatorrales,y mientras lo hacía, el archiduque pensó que esa bestia debía de tener sumismaenfermedad.

Padecíaelefantiasis.Sucostumbre,quemuchosdesconocían,decaminardurante la noche, o de pasarla al raso en algunade las terrazas de la finca,atentoalruidonocturno,estabarelacionadaconsudolencia.Laelefantiasisle

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impedía que su caminar fuera como el del resto de los hombres, y en lapenumbra se sentía a salvo de la mirada de los demás. Tardaba horas enalcanzar losacantilados,peronadieleveía.Eralibredeir todololentoquenecesitaba.UncriadosordomudolellevabadevueltaaSonMoraguesaltrotedeuncaballoandaluzquetirabadeunacalesa.Llegabanalafincaantesdeque amaneciera. Aquel criado era de trato difícil, pero él lograba que leentendiese y que no se le escapara, como le había ocurrido con otrossordomudosalosquetuvoasuservicio.Alarchiduqueselequeríaporestayotrascosas;muchagenteleconsiderabaunbenefactoryunidealista,aunquenoeranmenoslosqueleodiaban.

Estecriado,queparecíaentenderseconsuseñorenun lenguajesecreto,servíaparaotrosmenesteresmásturbios.Enocasiones,elarchiduquelepedíaquereclutaraaunpardemuchachas.Elsordomudoviajabaalotroextremode la islay escogía ados adolescentes entre lagentemáshumilde.Cuandotodo el mundo dormía, las jóvenes esperaban desnudas en un claro delbosque,conpiedrasatadasalostobillosparaquenocorrieran.Elarchiduquejugaba a cazarlas. Ellas se arrastraban hasta que las atrapaba; entonces elcriadoaparecíayparticipabadelaorgía.Aldíasiguientelasinfelices,conlaspiernas quemadas por la cuerda y los muslos sucios de sangre seca, erandevueltas a sus familias junto con viandas, dinero y una recomendación depuño y letra del archiduque para que se presentaran como candidatas alserviciodelasfamiliaspudientesdellugar.

Perohoy,enlaterrazadelamuntanyeta,nielrecuerdodelanochemásorgiásticapodíacompetirconlaextrañezaproducidaporeseanimaldelqueyasabíaelnombre,oesocreía:elmyotragus.

SehabíaacordadodeesaespecieextinguidagraciasasuvisitaalMuseodeHistoriaNaturaldeLondres,dondelemostraronloshuesospetrificadosdeesebichoque,segúnentendió,eraunamezcladecabrayrata.DorotheaBate,la paleontóloga que halló los primeros restos fósiles, le explicó que habíadesaparecido hacía miles de años. El archiduque vio asimismo algunosdibujoshechosapartirdelesqueletodelacabra-rata,quelucíamajestuosoysimple en una vitrina. Le obsesionaron esos dibujos. Le fascinaba todo lorelacionadoconMallorca.Desdequellegóalaisla,habíapagadoaetnólogosygeólogosparaque la investigaran.Élmismohabíahechonopocosviajesparaconocerbienel lugar,yhabíaescritoalgunoslibrossobrelasBaleares.Ensustierrassólocrecíanplantasautóctonas,yteníaabotánicoscatalogandolafloradetodaslascomarcas.Hacíavinoyaceitedeolivaconvariedadesdeuvas y aceitunas que sólo se encontraban en la región, y había creado un

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MuseoAgrícola.A lospintoresquepasaban largas temporadasalojadosenS’Estaca les encargaba cuadros del paisaje, y exigía tal literalidad que laspinturas acababan pareciendo reales. También había tenido a paleontólogosrecogiendo fósiles, a ornitólogos y biólogos, y hasta al célebre naturalistaOdóndeBuen,conelquemantuvolargasdisquisicionessobrelateoríadelaevolucióndelasespeciesensucasadeMiramar.Elarchiduquecreíaquetodoestababiencatalogadoylistoparaexponerseasusinvitados,comosilaislaenteracupieseenunavitrina.SeufanabadeloquehabíahechoporMallorca.Aquelanimalquelesalióalpasoenplenanoche,consucaminarsemejantealcojeomustiodelaelefantiasis,leheríaelorgullo.

Barruntóordenara sussirvientesque recorrieran laTramuntana,pero leparalizabaqueaquellavisiónhubierasidoundelirio,quelagenteempezaseamurmurar.

Decidió esperar a que volviera a aparecérsele. Ignoraba si elmyotraguseranocturnoodiurno,ymultiplicósussalidas.Unamadrugadaenlaqueelcriadosordomudoletrajoadospúberes,sólopudosentarseenunapiedraafingirquecontemplabacómoNicanordabacuentadeellas.Enverdadmirabaentrelosmatorrales,yportresvecesselevantóybuscóporloslentiscos,pueshabíaoído ruidos.También reparóconunpocomásdedetenimientoen lasjóvenes. Se sintió un viejo verde de caprichos extravagantes y estúpidos.Quizás por eso ordenó al sordomudo que se llevara a las muchachas a lacocina de Son Moragues y les sirviese los restos del cabrito que habíancomido a mediodía, para que al menos hicieran el viaje de vuelta bienalimentadas.Lagentedelservicionosedesconcertóalverlas,nitampocosushuéspedes,unaclamadopoetanicaragüenseyuncoreógrafoqueplaneabaunespectáculodedanzaenPalmaparacelebrarelnombramientodelarchiduquecomo ciudadano honorario. Parecía que todos los que vivían en la fincahubiesen asistido a sus bacanales, y contemplaban a las adolescentes de lamismaformaquealastripasdesobrasada.Luegosesupoqueunadeellas,lamásflaca,lesuplicóaunacriadaquelaayudaraaquedarseenelservicio.

—Enmicasasonpobresyahorayanopodrécasarme—dijo.Lacriadafueahablarconlaadministradora,quienasuvezhablóconel

archiduque.—Está bien —consintió éste—, pero no la quiero cerca. Mandadla a

S’Estacaydecidlequeseguardedecontarcómohallegadohastaaquí.Temió ser el hazmerreír de su finca. ¿Qué se sabía sobre sus aficiones

sexuales? ¿Le guardaba lealtad su criado? Nunca había visto a Nicanorcomunicarse con nadie, pero quizás ése era su talento. A lo mejor tenía

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alianzasconlaadministradoraoconelcapataz.Selosimaginóatodosentrelosárboles,escondidosporelcriado,dandogrititosdeestuporyjúbiloantelavisióndeaquelviejoconlaspiernasdeformes.Luegoapartóesafantasía.

Durante las madrugadas siguientes, tomó siempre la senda de losacantilados y se paró donde la cabra-rata le había sorprendido. Permanecióahímás de una hora cada vez, pero fue en vano. Incluso estimó que habíaperdido su capacidad de ver los movimientos nocturnos del bosque. Lascortezasde lasencinasnodibujabanmásque las formasdelmusgo seco,ysólounas cabras salvajes rompieronun silenciomonótonoy agotador.Esasnoches, al llegar al final del sendero, recorrió el paseo de los acantilados,hechode toscaspiedrasdegranito.Laspiedrasparecíanunaveredanatural.Había construidounmiradordiscreto en lapuntamásoccidental delpaseo,conasientosderocaenlosquedescansarsuspiernashinchadas.Contemplócon tristeza y cierta desesperación el mar, una espesura negra con lunadecreciente balanceándose en la suave agitación del agua. Aunque elMediterráneonuncaeraamenazante,aélledabapavorestarallísolo.Resistiósusdeseosdeprecipitarsecontralasrocasymirólosacantilados,lanegruradel Mediterráneo, la bruma tímida. ¿Qué le aguardaba el futuro con suelefantiasis,sinoinmovilidad?

Estaba amaneciendo; los acantilados ya no le inducían al suicidio. Semontóen la tartanaydormitóhastaque llegarona lacasa.Luegodesayunócopiosamenteconhuevosysobrasada.Seguíapreguntándosequédebíahacerconlacabra-rata.Compródoscientoschotos,tuvoasussirvientescebándolosduranteunosdías,ycuandoestuvieronlustrosos,lossoltóporsusfincasalacaídadelatarde.SaliócincojornadasseguidasconNicanoryunfusil.Desdeque era un adolescente necesitaba cazar. Había matado ciervos, elefantes,corzos, gacelas, jabalíes. Los chotos iban detrás de las cabras salvajesbuscando que les dieran de mamar, pero las cabras los apartaban de unapatada, y enseguida hubo grupos de animalitos exhaustos bajo los árboles.Hacíanasimismoamagodeseguira loshumanos.Elarchiduquelosmatabadeunsolotiro,nosinantespasarunascuantashorasalacechodelmyotragus.Suconsternaciónsehizomásprofundaydiofiestasenvariospueblosdelosalrededores.Erancelebracionesfastuosasenlasqueseinvitabaacarneasada.Despuésdesumuerte,corrióporlaislaelrumordequeelmyotragussehabíaextinguidodebidoalempeñodelarchiduqueenalimentarconéla todas lasmuchachasalasquecortejaba.

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NOTASPARAUNAARQUITECTURADELINFIERNO

Subiréalcielo;enloalto,juntoalasestrellasdeDios,levantarémitrono,yenelmontedeltestimoniomesentaré,alosladosdelnorte;sobrelasalturasdelasnubessubiré,yserésemejantealAltísimo.

ISAÍAS14,13

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Olíaatierraaunquenohubieseningúnparquecercano.Adoskilómetrossealzaba el cementerio de La Almudena, y pensó que la vibración de losmuertossecerníasobretodalaciudad.

Madrid estaba lleno de cementerios. San Isidro, el Parroquial deCarabanchelBajo,elBritishCemetery,bellosóloparasupeculiargusto,puesnoteníacéspedylorodeabantraserasdeedificiosenmalestado,rebosantesde tendederos con ropa interior cuyas tallas y colores recordaban a losgeriátricos.Tampocohabíaqueolvidarloscamposantosdesaparecidos,comoelSacramentaldeSanMartín enVallehermoso,o el delNorte enArapiles,sobre el que ahora se erigía El Corte Inglés, y adonde fueron a parar loscadávereshastaprincipiosdelsigloXX.

Suprofesiónleavergonzaba,locual,porotraparte,noeranuevo.Enlosochenta abandonó durante algunos años su trabajo de urbanista en elAyuntamiento para irse a Centroamérica. Acabó en México con un brotepsicóticotrascincomesesobnubiladoconloschamanesyelpeyote.Nuncaledijo a nadie que lo habían ingresado en un psiquiátrico porque estabaconvencidodequeunosxoloitzcuintlesverdeslehablabanconellenguajedetodasufamilia:suabuela,sutío,loshermanosquenohabíanllegadoanacer,laspalabrasdeHermanoMayor.Aunque legustabaelurbanismo,volveralAyuntamiento,almismositiodeantes,conloscompañerosqueleobservabancon suspicacia porque no soportaban que hubiera tenido la valentía delargarseylajetaderegresar,dehacerusodesuscontactospararecuperarsupuestoysusueldo,ledesesperó.Enaquellaépocaseabríapasoesafacultadqueledeteníaenmitaddelacalleporhaberoídounsusurro,oporsentiruncalorpersistenteenelhombroizquierdocuyofoconoestabaensushuesosniensucarne,sinoqueveníadefuera,queteníalamaterialidaddeunamano,aunque no encontrase sobre su clavícula más que el polo granate y esapersistencia. La primera voz que escuchó, nítida, procedente de todos loslugares de la casa en silencio, le asustó porque supuso que iba a delirar denuevo, que otra vez los xoloitzcuintles, que todo se debía a una absurdarepetición,peroeseanálisisfríoerayaunacertezadequenosetratabadeundelirio, sino de otra cosa. Entonces pensó de forma distinta, es decir, sinresentimiento,enHermanoMayor,fallecidohacíamásdedosdécadas,ensutrayectoria deshonrosa que su familia ocultaba, en que él, su hermano

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predilecto, había vivido con idéntica vergüenza lo que le ocurría, y en quenuncahabíadejadodeperseguirle,de leer sus libros favoritos,demirar susfotografías, de aficionarse a su música (desde su muerte dormía con susvinilos bajo la cama). Todo era la consecuencia de una obsesión, o de unaherencia.Pasaronlargosañosdevacíohastareconoceresosinenmascararlo,comosisuinterésfueradeotraclase,unasimplecuestióndeafinidad,inclusode justicia. Recuerda el día que le vio perder la cabeza. Su memoria esprecisa: un ambiente otoñal, una iglesia pintada de beige haciendo esquina,las hojas de los plátanos sobre las aceras. HermanoMayor trepaba por unposte de la luz mientras repetía un pasaje del Apocalipsis a grito limpio.Parecía un endemoniado y lucía la cabeza rapada. Se la había afeitado conuna cuchilla, infiriéndose cortes por todo el cráneo.La sangre aún brillaba,era como una flor fresca, y también como la herida del Ticio de José deRibera.

Peroenrealidadeldesvaríoempezóantes,cuandosuhermanoseausentóduranteunañoentero.Sumadrelesdisfrazósumarcha.Derepentellegabanjuguetes.UnScalextric.Indiosyvaqueros.Combas.LamuñecaDulcitaparalapequeña.LosReyesparabanensucasacadadosotressemanas,losReyeseran el hermano, «Vuestro hermanito estuvo aquí anoche —les decía sumadre—, pero se ha tenido que ir. Llegó muy tarde, después de que osacostarais.Ahoratrabajamucho.Ostrajoesto».Lauritacaíaenlatrampa,setragaba que aquéllos eran los regalos de un hermano invisible, un hermanorecortable,unhermanotejo,unhermanohulahoop,unhermanoRinTinTin,«Mamá,lapróximaveznosdespiertas».Encambio,élhabíasidodepositariodeunsecreto,«Tengoquerealizarunamisiónmuyimportante.Mevoy».Quesedespidieradeélundomingoalasseisdelamadrugadaconestaspalabrasnofueunsueño,pormásquelapantomimadesumadrelehicierapensarotracosa. Pero no se atrevía a desautorizarla. Como si estuviera obligado acreerlesalosdosyfueranposiblesambascosasalmismotiempo:irseyestaralamaneradeunfantasma,conunaexistenciapuntual,nocturna,invisible.Alosdosaños,ytrasmesesdevisitasesporádicas,deaparecerporejemploparadesayunar,oparamontarlesunatardedefríoenunDodgeDartalquilado—antesteníaunMercedesnegro,avecesconchófer—yconducirtodalanochehastaunamanecerheladoenRoncesvalles,ledioelbrotedefinitivo.Delirabacon escarabajos gigantes, con un hombre que le perseguía. Recitabafragmentos de libros. Se instaló en casa ante el espanto de sus padres, ycuando no golpeaba con violencia los muebles y bajaba las persianas porhaber visto al individuo que quería atraparle, daba grandes risotadas y

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disolvía Flan Chino Mandarín en la bañera. Él se creyó que alguien lesacechaba,y ledivirtióvera suhermanobañarseenunpreparadopara flan,cantarlasFilípicasenlatínyhablarconinterlocutoresinvisibles.Cuandosesubió al poste imbuido de una fuerza que no guardaba relación con laescualidezdesucuerpoyselollevaronluegoenlaambulancia,noentendióquenadiedudase,quenoseecharaunvistazo tras lossetosporsihabíaunintrusoyquenovinieraunamédiumparaverificarlapresenciadeespíritusenla casa. Escrutó las arizónicas y reclamó silencio en el recodo del pasillo,dondesuhermanohabíaparlamentadoconlasvoces.Novionioyónada.Lacasaestabamuertaysuhermanotambiénparecíahabermuerto.Sumadresemovíacomounasombra.Sepaseabadelacamaalsofá,nodabaórdenesalservicio,apenascomíaylatíaPurisefueavivirconellos.Ellalesacompañóalcolegioylesobligóasentarsetreshorastodaslastardesenelestudioparahacer las tareas escolares. Incluso su hermana, tan pequeña que ni siquierateníadeberes,seclavabaensusillitaycompletabacuadernillosRubio.Latíalesrepetíaadiarioquelosucedidoconsuhermanoerafrutodesustratosconel diablo. Cuando sumadre fue capaz de hacer algomás que estar echadasobrelacamayelsofá,tuvounabroncaconlatía,yéstarecogiósusbártulosynolavieronnuncamás.UnamañanalesdespertósuabuelaCarmen:

—Vuestrospadresvanairsedevacaciones—lesdijo—.Yomequedaréhastaquevuelvan.

Niélnisuhermana lesecharondemenos.Suausenciacoincidióconelveranoyelfindelasclases,yellosestabanhartosdeldrama.Además,eranmuypequeñosparahacersepreguntas;ignorabanaúnqueHermanoMayornoerahijodesupadre,quesumadre lohabíaparidosiendocasiunaniñayaescondidas,yquedurantemucho tiempoellamismasehabía referidoaesehijo como si también fuera su hermano.Como siHermanoMayor fuera elhermanodetodos.Tampocosefijaronenelaliviodesupadre,quealfinselibrabadeesehijoespurio,deeseseryaadultoalquehabíantenidoviviendoencasamásalládelorazonable,queparecíaelmaridodesumujeryelpadredesushijos,yqueeralaconsecuenciadeunpuromal.

Antes de su encierro en un psiquiátrico, durante todo ese año en queHermanoMayor estuvo desaparecido, se entregó a una fantasía con la quejustificabafelizmentesuausencia.Cuandoélnació,suhermanoerayaunaltocargo del Ministerio de Defensa, y después le nombraron director de laEstación Apolo que la NASA había puesto en Fresnedillas de la Oliva.Aunqueeramuyniñomientrassuhermanotrabajóenelministerio,recordabael ambiente grave con que se recibían algunas visitas, y también la

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prohibicióndehablarsobresusasuntos(«Túdiquehacenegocios»,aunqueélnohacía casoy todos losniñosde suclase sabíanque teníaunhermanomuymayorymuyimportante).Algunasnochesnovolvíaacasaysumadredormíajuntoalteléfono,quesonabacadavezquedabanlahoraenlaradio,comosiestuvieranesperandolapuntualidaddeunaguerra,unataquedelospueblos enemigos. Era la época del coche oficial, delMercedes negro conchóferentresemana,ydabaparafabularmuchosobreelcarácterexcepcionalde las responsabilidades de su hermano. Cuando empezó a trabajar para laNASA,todoloquenocontabaacercadesusocupacioneslocompensabaconhistoriassobreotrosplanetas,losastronautasylosplatillosvolantes,comoelovniqueseestrellóenunranchodeNuevoMéxico,delquelemostrófotosenunarevistadeufología,olosdoscientosestudiantesquevierondescenderunobjetovoladorsobreuncampodehierbaenAustralia.Deahíarelacionarluego su ausencia con algún suceso de cuya investigación se estuvierahaciendo cargo y requiriese una dedicación total no había nada, era unaasociaciónfácilparaunniño,deseable,queexonerabaalhermanoamadodelargastardesdesigilosarenuncia.Además,sudesaparicióncoincidióconunfenómenoovnidelquelaprensayeltelediariodieronbuenacuenta,loquelellevóamirarlasnoticiasconunentusiasmofanático.Porprimeravezleyólosperiódicos.Buscabamásdatossobreesosavistamientosqueteníanalpaísenvilo,apuntodelevantarseenfervorreligioso,pueshabíaquienesaseverabanquenosetratabademarcianos,sinodeángeles.Eratanhermosoimaginarasuhermanobajolascuatrolucesredondasque,nochetrasnoche,seposabancomo pájaros sobre el campanario de la iglesia de un pueblito. Habíanevacuadoalosvecinosyacordonadolazona;eneltelevisor,aúnenblancoynegro,seveíaalejércitoencañonandoaperiodistasyacuriososqueviajabandesde todos los puntos de la península hasta aquella aldea.En los rotativosentresacabancadadíadeclaracionesdealgúnexpertoenovnis.RecuerdaaunindividuodeValladolidque afirmabahaberse recorrido el planetadetrásdelos avistamientos y que decía que las esferas luminosas eran navestriangularesimpulsadasporestelasblancas.

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SuhermanayélcomenzaronaveraHermanoMayortodoslossábados,yeracomo estar con un extraterrestre. Éste les esperaba en el jardín delpsiquiátrico.En lasprimerasvisitas,unaenfermera lescondujohastadondedormitabaalsol.Yanoleshablabasobrenada;sóloleshacíapreguntasque

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elloscontestabancomosidieranunparte,conunaexhaustividadobligadayangustiosaporquesabíanque,alacabar,veníaelsilencio.Alcabodeunratolacharlasetornabacasinatural,auncuandoparecíapropiadedeficientes.

Fuesupadre,apesardesuodiohaciaHermanoMayor,quienconvencióasumadre para que les dejara visitarle.Había pasadoun lustro desdeque leingresaron. Su padre se sentó con ellos y les explicó, con un libro deenfermedades mentales comprado ex profeso, en qué consistía elpadecimientodesuhermano.El librosecolocóen labibliotecadelestudio,como un manual de consulta más. El reencuentro se produjo bajo lasupervisióndeunodelosfacultativosdelaclínica,enunasaladondehacíamuchocalor.Ledesazonóaquelhombrehinchado,obtuso,quelescontemplósinsentirnadaylesrelatóqueunodelosinternoslerobabaloscigarrillosyqueno legustabaducharseconaguacaliente.Pasearonporel jardíny sólohubounamudezcontrita;HermanoMayortardóunahoraenteraenpercatarsede lo inapropiado de su conducta. Cuando se despidieron, les dio algunasrecomendaciones, confusas y desapegadas, como si en algún lugar de suhipocampo los lazos de sangre lucharan por abrirse paso y no encontraranasideros.

Creyó al principio que aquella parálisis intelectual y emotiva, ser unpedazodecarnealelada,erafrutodelaenfermedad,peroluegoleyósobrelosefectosdelaspastillasyentoncesirrumpióladuda,elquiénseríasuhermanosin toda esa ataraxia química, asunto que dilucidaba consigo mismo. Laobservaciónatentadesusgestossóloleconducíaalaredundanciadeveraunenfermodrogado.Cuandosequedabanacomerenlaclínica,Laurita,quesehabía convertido en una púber repipi, atendía a Hermano Mayor de unamaneraquese leantojabahumillante.Le limpiabacon laservilleta, le reñíacuando un guisante saltaba del plato a la mesa. Él procuraba comportarsecomosiHermanoMayornotuvieraelcerebroanestesiadoporelhaloperidol,buscando un tema de conversación que le reactivase alguna neurona.Conservaba aún la fe de que todo dependiera de un resorte con el que nosabíandaryque les llevaríaacomprenderle,yundíaconcluyóque lomásdestructivo estribaba en toda esa droga en el cuerpo. Asumía mal que eldesastrenohubierasupuestomáscambiosensusrutinas.Trasunadepresión,su madre empezó a comportarse como si nunca hubiera tenido a ese hijo.Reformó su cuarto y tiró casi todas sus pertenencias. Vivían en un chaletsituadoenunacoloniaentrelacalleIsaacPeralyelpaseodeJuanXXIII.Setratabadeunascasasparagentedeclasealtajuntoaloscolegiosmayores,lasfacultades y unos parques frondosos, oscuros, franquistas; cuando se

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internaba en el bosquecillo que separaba Isaac Peral de la facultad deMedicina,sentíaquelasierraricadeMadridcomenzabaallí,quepodíatocarlas cumbres, los bosques aún recios. Aquél era el aire que recetaban a lostuberculosos. Tenían una piscina que en invierno no se cubría y llegaba ajunio espumeante de verdín y renacuajos. Tenían un jardín con pérgola,rosaleda,trescastañosyarizónicasquecrecíanmásaltoqueelmurodedosmetrosqueseparabaelchaletdelacalle.Contodo,habíatardadomuchoenconsiderarse un privilegiado. Primero porque era un niño que sólo serelacionabaconotrosniñoscomoél,yluegoporqueviviólaausenciadesuhermano,sulocurayeldesapegomaternocomounasuertedeindigencia.

3

Cuandollegó1972,añoenquesupadrelecompróunminiporunexpedientebrillante y una elección universitaria que celebró, arquitectura, a él se lehabíanacentuado lasdiferencias.Alegabasunegrura, lo reticentequehabíasido siempre con la ligereza, las formas complejas con las que abordaba losencillo, su gusto por la soledad y el extrañamiento, por todo lo que nocomprendía,lassensacionesrarasdeangustiaeirrealidadquesurgíanconlacaídadelatarde,laamenaza.

Elcocheleotorgódecisión,madurezeimpertinencia.Tambiénelpasarlamayorpartedeltiempofueradecasa,enlauniversidad.Arquitecturanohabíasidosólounavocación,sino,ysobretodo,unamaneradeponerdistancia,aloquecontribuíalapropiaEscuela,unedificiodañadoenlaguerracivilqueapenas había sufrido modificaciones desde su reforma, favoreciendo laimpresióndesumergirseenotraépoca.Eraunbúnkerdesuspensióntemporalalqueseaccedíaporlargospasillos.Unosglobosdevidrioblanco,parecidosa pelotas de plástico, iluminaban escasamente los bustos de bronce deprebostes cuyas identidades, especificadas en plaquitasminúsculas, le dabapereza leer. Cuando él entró, acababan de iniciar las obras para reparar eltejado del ala norte, donde encontraron un obús sin estallar cubierto por elúltimo forjado, y eso le tuvo durante semanas leyendo sobre las batallaslibradasenCiudadUniversitaria.

La iniciación en una disciplina que le entusiasmaba no le distrajo de labrecha.El día del proyectilmarchito deseóque todovolara por los aires, ydemasiadoamenudolosprofesores,loscorrillosdealumnosylasmujeres,nimuybonitasnimuyfeas,quepintabanalcarboncillo,lecrispaban.Legustabarefugiarseenelpatiodelarosaleda,orientadohaciaponiente,ymirardesde

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ahí el horizonte roto por la corona de espinas, el hermoso y alienígenaedificio de Fernando Higueras, una de las pocas muestras de arquitecturarecienteenMadridquenoledabanganasdeirseaotropaís.Quizásloquelemantenía abierta laherida, con toda esanecesidadde fugaentre lasmanos,era la transformacióndeHermanoMayor,dequienahoraél sehabíahechotutor legal porque su madre no quería saber nada. El nuevo estado de suhermanoseinoculóenlareciéninauguradavidadeuniversitarioconlafuerzadelascosaslargamentetemidasydeseadas.

YadesdeantesdequeélingresaraenlaEscuela,HermanoMayorhabíaempezadoaestarmásdespiertodebidoaloscambiosenlamedicación.Ahoratenían una relación cercana. Comentaban las noticias, los asuntos de unafamiliaqueapenas ibaavisitarle, laamistadconotros internose incluso laposibilidad de abandonar el psiquiátrico. Esa complicidad, que le sabía agloriadespuésdetantoecharlaenfalta,semezclabaconlosdelirios,yfuerondehechoesosdelirioslosquedirigieronlamayorpartedelasexcursionesquehicieronjuntos.Yanoseconformóconverasuhermanosólolossábados,yahora se dejaba caer por allí muchas tardes tras salir de la universidad.Hermano Mayor estaba convencido de que oía la voz de los muertos, yvisitarontodosloscementeriosdeMadridporqueahí,decía,laconexióneramáspura.PasearonporLaAlmudena,elcivil,elhebreo,eldelaFlorida,eldelosingleses,eldelNorte,elSacramentaldeSanLorenzoySanJosé,eldeSantaMaría, San Pedro y SanSebastián. En ellosHermanoMayor pareciórecobrar la cordura —la lengua no se le espesó en la boca, de los ojosdesapareció la estupefacción distanciada e imbécil— para decirle que, sitrabajóenelMinisteriodeDefensa, fuepor suspoderesdemédium,que lepermitían saber dónde se gestaban las conjuras. Las salidas de la clínicacomenzaron a tornarse más caprichosas y excéntricas. Se plantaron en unchaletenGuadarrama,cercadelembalsedeLaJarosa,porquesuhermanoseempeñó.Al llegar al jardín de ese chalet, se encontraron con una niña quellorabayque lesdijoque sumadre semoría.HermanoMayor sequedóunbuenratoensilencio,comosimeditara,yluegoacaricióelpelodelaniña.Enotra ocasión, le obligó a sacarle del psiquiátrico en plena noche paraconducirle a un polígono enVicálvaro. Su hermano forzó la puerta de unanave industrial. Él le esperó en el coche y pensó que la policía le pillaríarobandoalgúncachivacheabsurdo,peronoocurriónada.HermanoMayornoquisodarleexplicacionesydenuevoestuvoanormalmentelúcido,comosinohubieraenélrastroalgunodeenfermedadmental.Desistíadepreguntarleporeltemoraqueseespantase,aquepensaraqueéleraunodeesoscensoresque

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le habían colgado el cartel de perturbado.Su hermanovivía su enfermedadcomo una larga y vengativa incomprensión del mundo hacia él. «Tienenmiedodeloquesé»,decía,yaveceshablabaconpenadesudesquiciamientoysedolíaporhaberloperdidotodo.Esosmomentosdeintensanostalgia,deciertanormalidad,noabundaban.Loquesuhermanosolíaevidenciareraunamarañadeestratosyunolvidodeloquehabíasidosuvidaantesdelalocura.Éltratabadeempaparseenesamezcolanza,deentenderla,denodescartarla,de superponerla a la suya, incluso de jugar. Un día hizo un chiste con elpájaro de fuego que su hermano sostenía ver todas las mañanas sobre sucama.Suhermanosecarcajeóexageradamente,peroluegolemiró,confuso,hosco,yechóacorrer.

Fue en una de esas licencias suyas con el trastorno deHermanoMayorcuandoestallóloqueenelfondosiemprehabíasospechado,aunquenuncadeesemodo,comosihubieraidoarmadoconuncuchillodejugueteydesúbitosevieraconuncortesangrientoydolorosoenelvientre.

Estudiar arquitectura le obligaba a dibujar en la calle, y puesto queHermanoMayorafirmabaqueeldiablopresidíalaciudad,seleocurriómirarlos edificios desde una perspectiva demoniaca. Tomó notas estrafalarias,como que la iglesia Nuestra Señora del Cristo Santo tenía en la fachadaprincipal una vidriera con pentagramas invertidos dentro de círculos,haciendo estrellas de cinco puntas, o que en el pasaje de laRueca, en SanBlas,habíanumerosaspintadasdelBaphomet.Unanoche,apuntandounadeesas ocurrencias mientras tomaba una caña en una tasca de la cornisa, lepareció ver a su hermano entrando en el seminario conciliar. Marcó elteléfonodelpsiquiátricoenunacabina.Elmédicodeguardia le informódequesuhermanonoestabaylerecordóquehabíasidoél,sututorlegal,quienhabía autorizado que el interno dispusiera de autonomía, a pesar de lasadvertencias. Volvió al seminario y saltó la tapia. Estaba seguro de queHermanoMayor se encontraba en alguna de las habitaciones que daban aljardín.Esperó largo rato.A aquellas horas, con las nubes cayendo sobre elparque de Atenas y el edificio envuelto en una bruma suave, las afiladascopasdeloscipresesadquiríanunacualidadespectral.Aguardósentadoenlahierba,sinavistarotracosaqueventanasarrojandosushacesluminosos,hastaque el edificioquedóenpenumbray le entrómásdesasosiego aún, pues laciudad entera se sumió en una oscuridad profunda y siniestra. Sólo seescuchabalasoledadinmensadeMadridenlanoche,suasperezahelada,losparques vacíos, tabernas donde no sonaba ninguna canción. Temió que suhermano estuviera vigilándolo, y en algún momento se durmió y tuvo un

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sueño áspero, iracundo, del que despertó como si le hubieran pasado porencimavariostrenes.Aldíasiguientevisitóasuhermano.Semostrabacomosiempre y no quiso inquirirle, aunque tuvo la sensación de que su parloteoestaballenodedoblessentidos.

Todas las noches de esa semana se plantó ante el seminario, y cuandoestabaapuntodeconcluirquesehabíaconfundido,setopóconlagabardinademasiado grande, la discreta chepa, los andares algo torpes de HermanoMayor franqueando la puerta del edificio. Le dio la vuelta a lo que habíapensadohastaentonces,ysedijoqueeluniversotrazadoporlosdeliriosnoacontecíaenunplanosóloimaginario.Existíaalgo,ylaenfermedadpodíaserla excusa, la tapadera de otra vida que su hermano llevaba a hurtadillas detodos,quizásinclusodesímismo.Saltólatapiadeljardínycaminóentrelosálamosblancos, loscipresesylosolmosamericanos.Aunquelaotraveznohabíaoídoladridosdeperro,fantaseóconunmastínsaliendoentrelosbojes.Tumbado en el césped, escrutó las ventanas; en el caso de que algúnseminarista le descubriera, lo confundiría con un mendigo o un ladrón deparques,siesquetalcosaexistía.Cuandoregresóasucasaeranlasdosdelamadrugada,y le invadíauna impresiónde irrealidad tanhondaquenopudodormir. Tiritaba; los pies seguían fríos aunque los pegara al radiador.A lajornada siguiente se citó conEmilia, unade lasmodelosde la facultadquehabíapintadoalcarboncillo,yqueteníaelpelorubioyelpubispelirrojo.Nofueaclaseniseapostóenlaentradadelseminario.InvitóaEmiliaaunhotelyperdióconellalavirginidadsincasienterarse,pueslaexcitaciónledurólostressegundosquetardóenpenetrarla,yluegoseabandonóaunahosquedadgrotesca.Nocontestóanadadeloqueellalecontaba,metiólamanoderechaenuncalcetínparasimularunamarionetamudayfuealbañorepetidasvecesadardevientresincerrarlapuerta,comosidesearaqueEmiliasemarchasedel cuarto y no se atreviera a decírselo más que de esa manera patética ydesconsiderada.Enverdad,nosabíaloquequería,yEmiliaacabódejándoleasolasenesahabitación.Estuvomuycercadesufrirunataque,ysiserepuso,barruntarámucho después, fue porque pasó casi dos semanasmetido en lacamaporunvirusquecursabaconfiebrealta,loqueprodujounareparaciónmomentáneadeesatecladesucabezaqueyaandabasuelta.

Cuandoserecuperó,redujoeltiempoquecompartíaconHermanoMayor,procurandoirúnicamenteconsuhermanaenlavisitaderigordelossábados.Sin embargo, la curiosidad le venció. Unamañana hizo pellas y se apostófrentealpsiquiátrico.Leviosaliramediodía,consurictusmedicadoyunadeterminación infrecuente. Tomó el autobús y se bajó en el distrito de

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Hortaleza, donde caminó hasta una iglesia provisional con techo de uralita.Desdefueraoyóungritodealivio,nidehombrenidemujer,aunquetampocodeniño.Seescuchabaa trespersonasenel interiordeaquellaconstrucciónprecaria,yunaerasuhermano.Retornóalcocheynotósusmuslossinfuerza,como si hubiera estado dándole patadas a un asesino. Se le ocurrió queHermanoMayorpodíaserunentrenadordealgúntipodedisciplinaespiritual.Otrogrito,parecidoalosanteriores,turbóelsilencioenunacasitamodestaenel barrio de Tetuán a la semana siguiente, y otro más en un piso en cuyoportallogrócolarse.Vioaunavieja,concaradehorror,queleabríalapuertaysepersignabaalverle,comosifueraunsanto.Tambiénlloraba.Aguardóenlos escalones de terrazo, oliendo a humedad. Distinguió dos voces, una deellascomosiseoriginaraenunacaverna,yladesuhermano.Setratabadeunapelearabiosa,esasvoces luchabanavidaomuerte,yentoncesnosupoqué pensar porque en lugar de imágenes, de palabras, se le instaló unescalofrío en el cuerpo.LaEscuela tampoco ayudó a que él abandonara suespionaje, su obsesión; en el final del cuatrimestre les obligaron a pasar lamayorpartedeltiempoenlascalles,dibujandoyalzandoplanosparadiversasasignaturas.Eso favoreció sus pesquisas.Trató de que el acecho le sirvierapara hacer también los trabajos de la universidad. Se vio con una enormecarpetaqueeracomounacarcajada,lasmanosconsabañonesylacuriosidaddemuchos transeúntes,queseparabanapreguntarsierapintorprofesional.Tenía que dibujar extraordinariamente rápido para que sus láminasconsiguieranelvistobuenodelaEscuela,ycuandoconsultóconunprofesor,ésteledijoquesusbocetosnovalíanyqueescogieraunsoloedificioysusalrededores.

La iglesia del Sacramento llegó demasiado tarde para aprobar cualquierasignaturapues,apesardeque lepermitíaserminucioso,nohabíabuscadoun equipo con el que hacer el levantamiento de planos, su trabajo deurbanismosereduciríaaunacalleysólocompletaríalapartecorrespondientealbarrocoparaAnálisisArquitectónico.Perofueloúnicoquepudoabordarsin que la persecución cesara, pues su hermano empezó a ir a diario a esetemplo.

Lasdosprimerasjornadasdiounavueltaporelinteriordelabasílicayseacercó a la sacristía, de donde no salía ningún sonido.Deambuló como unespíritu,observandoalosfeligreses,elbarrocoescuetoycastellano,elfrescodelaentrada,dondeunosángelesconunafilacteriaparecidaaunacadenadeADNcustodiabanunafiguramarrónsimilaraunamanchaoaunatormentadearena.HabíaunCrucificadoyunaVirgenenmitaddesendostapicescon

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el emblemadelCristode losAlabarderos: dos alabardasyuna corona real.Eranhorrendos.

SupusoqueHermanoMayorhabíasidoconducidoalpabellónanejo,peronoviolucesenlosbalcones,nioyónada.Habíademasiadotráfico.Enesosdíasaprovechóparadibujartranquilamente,puessuhermanotardabaenirse.Hizovariosbocetosdelaiglesia,continuóconlosedificioscolindantes,tomólosdatosparahacerunestudiodeurbanismo,yendefinitiva,yapesardequellevaba las de perder, simuló que iba a aprobar las asignaturas. Investigótambién en la biblioteca sobre aquella iglesia construida para las monjasbernardas,decuyoantiguomonasterionoquedabanada.Seenteródequeelarquitectoqueladiseñócayóendesgraciayquelaobranosecomenzóhastamediosiglodespuésdesuconcepción.Nisiquieraseconservabanlosplanos,y destacaba un dato curioso: por más que se habían usado herramientastopográficas para establecer las dimensiones del templo, las restitucionesobtenidas nunca habían sido coincidentes entre sí, como si la iglesia semoviera y no fuese posible atrapar sus contornos. Le pareció que el datoencajabaconlatrayectoriadesuhermano,aligualqueunaleyendavinculadaallugar,segúnlacualenélhabitabaelfantasmadeunviejodecapitadoporunos ladrones en 1753.El viejo se apareció sin cabeza poco después de sumuertepararevelarquiéneseransusverdugos.

BarajólaimprobablehipótesisdequeHermanoMayorsehubiesehechosacerdote,uncura locoyexorcista,peronuncaeraélquienvestíaelalbayenaltecía el cáliz. Tampoco le vio meterse en los confesionarios. La únicanovedadesquesalíadeallícadavezmástarde,alfilodelamadrugada,porloqueconjeturóquesequedabaacenaryqueeledificiopegadoalaiglesia,degranito,amplioypresumiblementelujoso,disponíadeservicio.

Unjuevesviodesdesucochelasombradesuhermanoatravésdeunosvisillos en una de las dependencias del pabellón anejo.Una hoja de palmasecapendíadelbalcón.HermanoMayorsemovíadeunladoaotro,yhabíaalgoantinatural en suspasos, comosi acorralaraaalguien, inclusocomosijugase con una pelota. Luego las luces se apagaron. El escalofrío resurgió,intenso;sushuesosysusmúsculossabían,adivinaban,aquelloquesucabezatornaba razonable, opaco. El episodio se repitió tres jornadas consecutivas,siemprealamismahora,yalacuartalalinternadelacúpulaseiluminóyélvioclaramentelasiluetadesuhermanoenaquellasalturas.Norecordabaquelacúpulatuvieraaccesodesdedentroniquecontaraconunapasarela.Aldíasiguiente,despuésdelamisa,lepreguntóalpárrocosieraposiblesubirhastael tambor y la linterna. «Sólo cuando se limpia, y se necesitan arneses», le

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contestóelcura.«Puesyohevistoaunhombreallí»,insistió,yelpárrocolepidióquesemarchara.Esamismanoche,conelcieloexhibiendounanegrurasobrenaturalenlaquenohabíaniunasolaestrella,viodenuevoaalguienenla linterna. Era su hermano, y le miraba petrificado, sin alterar un solomúsculo de la cara, y evidenciando que llevaba horas vigilándole;súbitamentesusombrasetrasladódelacúpulaaledificioanejo,ycomenzóarecorrer todas las estancias. Le distinguía a través de unas cortinas ligeras,impropias,impúdicas.Nohabíatránsitoentreunashabitacionesyotras,comosihubieranderribado losmuros.HermanoMayor llegóalaposentodecuyobalcón pendía una hoja seca de palma, y por toda la calle descendió unanieblamisteriosa.

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LAHABITACIÓNDEARRIBA

Labuenanuevaqueatodoscausaunmiedoinexplicable.

CHARLESBAUDELAIRE

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Laprimeranocheoyóunestruendotangrandequepensóenalguienmatandoaunclienteenelcuartocontiguo,oqueselehabíametidodentrodelcuerpouna taladradora.También podía ser unmonstruo que lanzara sillas hacia eltechoyabriesehuecosenelsuelo.Noteníaningunahabitaciónallado,oesolehabíadicholagobernanta.Sinembargo,elsonidoveníadelapared.Juntoalestrépitodelmonstruo-máquina,escuchóadoshombresqueparecíanestarjugando. Hablaban en inglés. Pensó entonces que en esa alcoba, cuyaexistencia negaba la gobernanta, se llevaba a cabounapráctica sexualmuyruidosayviolentaconelmobiliario.Porejemplo,unodeloshombresrubios—supusoque,sihablabaninglés,seríanrubios—,mientrassequitabalaropa,golpeabacadaprendacontraellavaboconunbatedebéisbol,mientrasqueelotro hacía lo propio con unos guantes de boxeo. Descolgaba un cuadro,colocabaensulugarunacamisayleatizabaconlosguantes.Eraunaescenaextravagante, pero se le antojó probable. Esperó a que el ruido cesara parasalirdescalzayencamisetaalpasillo.Novioningúndormitorio.Ensupisosóloestabanlascalderasyelmotordelosascensores.

Vivíaenelhotelenelquetrabajaba.Lepagabanpocoporquesucuartoformaba parte de su sueldo, al igual que el desayuno, la comida y la cena.Habíados camareros en susmismas condicionesquedormían en el sótano,junto a la sala de las lavadoras.Ella prefería su habitación del últimopiso,aunque fuera más pequeña, porque desde la ventana se divisaba toda laciudad.

Pasabaeldíaenlacocina.Lajornadacomenzabarevolviendolahuevinadeldesayunoparameterlaenunchafingdish.Lamasacuajadayamarillentapermanecía igualdecalientede sieteadiezymediade lamañana, salvo sialguien dejaba abierto el recipiente y los camareros no se percataban.Entonces la huevina pasaba de caliente a tibia. Ocurría lo mismo con lapanceta, las salchichas y las patatas asadas. Condimentaba las patatas contomillo.Aquellasviandaspropiasdeunimperfectodesayunobritánicoapenasseconsumían.Noabundabanlosextranjeros.Lamayorpartedelosclientesvenían de otras provincias a hacer negocios a las ferias organizadas en eledificio de enfrente, célebre por la piel de acero corten con la que un

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arquitecto famoso había cubierto la fachada. El arquitecto fue objeto decríticasfuribundasyalabanzasnomenosapasionadasenlosperiódicosyenlatelevisiónlocal.Quienesibandelcomedordelhotelaledificiodeaspectooxidadopreferíanlatostadaconaceite,tomateyjamónaldesayunoinglés,apesardequeeljamóneradeunacalidadpésima.

¿Quéplatohabíasabroso?Avecessesentíaculpabledelgestotristeconelqueloscomensalesmasticabanelemperadorensalsaoelfileteempanado.Erandoscocineras,unacincuentonadeBurgosyella,ynoselesdabanmallos fogones; resultaba no obstante imposible hacer una buena ensalada conlechugaicebergytomatesqueparecíanelfrutodeunacatástrofenuclear.Lazanahoria y la remolacha de bote sabían al acidulante del caldillo. Lassalchichaslucíanveteadasporgrandestrozosdetocinoduro.Lasverdurasdela ensaladilla quedaban siempre pastosas, aun cuando no las cocíandemasiado, y lamayonesa agriaba el paladar.La longaniza rezumaba grasaletal,y lasobligabanahacer la tortillacon laspatatasasadasdeldesayuno.Teníanquequitarleseltomilloymezclarlasconhuevinayleche,ynisiquieralaalegrabanconunchorritodeaceitedeolivaen lasartén.Elpescado,quevenía en grandes bolsas, estaba seco, y no se distinguía la merluza delbacalao.Loúnicoquelegustabaprepararaellaeransándwichesvegetales,enlosqueelhuevoseelegíaentrecocidoyfrito.Cuandoescogíaestoúltimo,layema salía graciosamente por un agujerito en la rebanada del pan. Seacostumbróacomeryacenarcasiadiariosándwichesconhuevofritoenelalmuerzoycocidoenlacena.Exceptolaslentejas,queseservíanunavezporsemana en elmenú, no soportaba ningún otro guiso. Pasaba lasmañanas abasedezumodenaranjadetetrabrik,ycuandolosmiércolessesentabaantelasricaslentejas,suspirabadeplacer.Porotraparte,lacocineradeBurgosyellanoteníanmásremedioqueadaptarsealrecetario,dondesedetallabanlosplatos de la carta y los que permanecían, como insectos muertos, en losexpositores del bar. La de Burgos, que vivía en la ciudad con un maridoelectricistaydoshijos,decíaqueeramejorasí,porquetratardecocinaralgodignoconaquellosingredientesdecuartalasfrustraría.

Laprimerasemanasoñócontrozosdecomidaparlantes.Hastasucuarto,queparecía flotar enel aire, ascendíanalcachofascongeladas,guisantesdeltamaño de un armario y pálidas pechugas. Los alimentos se le presentabanuno a uno, y a través de ellos le hablaba unamultitud de voces. Todo eraambiguomenosesasvoces,quelaaplastaban.Lasrecordabaluegolargorato,yporlamañana,mientraspicabaelajoparaloshígadosqueservíandetapa,laangustiabalaperspectivadevolveraaquelzuloapasarlanoche.Nosabía

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porquénombrabadeesemodoasuhabitación,zulo,puesnoestabaoculta.Susventanasdabanaunaavenidagrande,yrecibíatantaluzquefabulabaconvivir en un globo aerostático. Lo cierto es que nadie subía hasta allí. ¿Lasocorreríansisufrieseunaembolia?

Zulo también hacía pensar en un secuestro. ¿Se había secuestrado a símisma? ¿La secuestraban los alimentos, esos granos de maíz gigantes ehinchadosdeaguayácidosórbico?Ledabalaimpresióndequesí.Deahílaspesadillasconpalitosdecangrejo,habasychorizosbañadosenvinoblanco.Loschorizosdejabanelsuelodelcuartoresbaladizo.Suszapatillaspatinaban;a veces se estampaba contra la tarima y tenía que tirar la ropa, porque laslavadorasdelhotelnoborrabanlagrasarojiza.Ensussueñossequedabasinprendas,ymuchosdíascreyóhaberperdidolasmismasconlasquesoñaba,hastaquelasencontrabaenuncajón.

Laintensidadoníricacontrastabaconloanodinodesusjornadas.Ellaeraunapiezainvisibledelfuncionamientodelhotel.Nolucía,además,niguapani fea, así que las camareras no la envidiaban y los recepcionistas no letirabanlostejos.Poseíaunosrasgostannormales,tandecualquiera,quelosclientes,enlasrarasocasionesenlasquesalíadelacocina,noseenterabandequeunservivoatravesabaenesosmomentoselcomedor.

Unanochesoñóconuncocodrilocaminandosobreunasaguasquecorríanpor unas paredes. El cocodrilo venía de alguna lejana región de África.Aunqueconinternetylosvueloslowcostyanadaeraenverdadlejano,ensusueñoelmundosepresentabailimitadoymisterioso.Estasensacióndebíadeprocederdesu infancia.Luego lodescartó:suniñezestabaen lasantípodasdeaquellaatmósferahúmeda,olorosaaalgoquenoidentificaba,niagradablenidesagradable,nueva.ComocuandoestuvoenLaHabana,aunqueelolordeLaHabanalaasqueó.HabíaademásdudadodesiesalejanaregióndeÁfricanoseríaunalejanaregióndeBrasil,peroesadudalesobrevinoporqueunosbrasileñosflacosyfeossealojabanenelhotel.TodosllevabanpolosLacosteblancosconsuspequeñoscocodrilosbordadosenelpecho.

Unamadrugada fríadecierzo tuvopesadillas conelvientoycongritosmetálicos.El cierzoestrujaba susmúsculosy sushuesos,haciendo rechinarcomo la tiza en la pizarra sus articulaciones, formando remolinos en susangre, elevándola, desvaneciéndola enminúsculas gotas de lluvia roja. Sucuerpodesarticuladoylossonidosdelaciudadsemezclabanconelgerente,que se paseaba desnudo por la recepción sin alcanzar nunca el mostrador,haciadondetendíansuspasos.Todoslemirabanyalmismotiempoparecía

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que no pasaba nada, aunque le convenía vestirse antes de que viniera ladelegacióndeAbisinia.

Cuandodespertó,tuvolacertezadehabersoñadoelsueñodeotro.Quizáselsueñodelgerente.Averiguóquelanocheanterioréstesehabíaquedadoadormirenelhotel.¿Quéteníaencomúnconél?Elgerentesalíadetrabajaralas ocho y media de la tarde. Vivía en una urbanización y conversaban amenudo,porquea las feriasacudíanequiposdeempresasquecolapsabaneldesayuno si no hacíanmás comida. Él las avisaba a la deBurgos y a ella.Siemprelescontabaunchiste.«¿Ossabéiselúltimo?»,decía.Ellasereíaporcompromiso,ytambiénporqueelgerenteerabuenapersona.

Otrodíasoñóconunamujerquellamabaalaradioparadesahogarse.Suhijoacababademorirdecáncer.Enelprograma,ademásdel locutor,habíauncoroburlándosedelatragedia.Lamujerbuscabalaabsolucióndelcoro,yhabía una relación siniestra entre dejarse humillar y ser perdonada. Lainquietólanitidezconlaquetodoacaecía,distintaalalógicaonírica.Cuandosedespertó,escribiólaescenacomosifueraunaobradeteatro.

En otro tiempo, le había gustado escribir, sobre todo poemas. A losdieciséisañoscompartíasusversosconunaamigaquelehablabadelafuerzadesusimágenes.Undía,unaconocidadeambasledijoquesuamigaopinabaasusespaldasquesusversoseranmalos,yquenoseloconfesabaporpena.Abandonóentonceslaescritura.Noloviviócomounarenuncianiseenfadóconsuamiga.Antesdelospoemas,sehabíadedicadoadibujarentablasdemaderabotesdecoloniadecolorazulyaponerenlasetiquetasdelosbotes«En Hawái». Asimismo, se compró un teclado y retomó lo que habíaaprendidodepianodurantesuniñez.

Acabó renunciando también al teclado, así como a hacer algo que ladistinguiera.Ladistinciónlaasqueaba,sobretodotrascursarunañodeBellasArtesycompartirpisoenMálagaconunactor.Duranteesaépoca,sintióquela gente la despreciaba por su origen —era la única que trabajaba paramantenerse—ypornoserambiciosa.DejóBellasArtes,volvióalacasadesumadre en Huesca y semetió en Hostelería. No tener dinero comenzó aparecerleunavirtud.Sumadre sedisgustó,pues siemprehabíaqueridoqueellay suhermana lograranseralguien.Poreso lasmatriculódeniñasenelconservatorio. Su hermana se desentendió del piano antes que ella, y ahoraejercíadepeluqueraenunMarcoAldany.

Laescenaquehabíaescrito sobre lamujerque llamabaa la radiono legustaba.La consideraba soez.Perono se atrevía a destruirla.Advertía algodemasiadovivo,noenlaescenamisma,sinoenlamaneraenlaqueelsueño

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habíaacontecido,yalaqueaccedíaatravésdesutexto.Alahoradecomer,escuchó a una clienta decirle a la de Burgos que su primogénito habíafallecido de un tumor en el estómago, y que ella estaba haciendo todo loposiblepormorirdelomismo.LadeBurgossehabíavistoobligadaasalirdelacocinaporque,portresveces,laclientapidióquelepasaranmáselfilete,yantes de chamuscarlo, quiso cerciorarse de que una persona exigía carnecarbonizada. La carne carbonizada, le explicó la clienta, tenía efectoscancerígenos.Ellasededicabaabeber,fumarycomercarnecarbonizadaparaque su cuerpo generase células malignas. La de Burgos farfulló un «Peroseñora…».Laclientacontestó:

—¡Nadadeperoseñora!Nomolestoanadie.Sólopidoquemequemenlacarne.Paraesolapago.

La mujer estaba loca, quería llamar la atención o las dos cosas juntas.Supo que, al igual que había soñado el sueño del gerente, había soñado elsueñodeesamujer.Supoasimismoqueinclusolaspesadillasprotagonizadaspor zanahorias baby gigantes y otros alimentos no obedecían a ningunaexperienciapropia,sinoaladealgúncomercialalojadoallíduranteunaferiay cuyos bonos de comida sólo servían para la triste cafetería del hotel.Imaginóaunhombrecalvodeojos redondosapuntode jubilarse. Imaginóqueesehombrevivíaconunagranamargurayquesuscejaseranespesasypuntiagudas,loquedisimulabalaexpresiónafligidadesucara.Imaginóqueloschampiñonesranciosquelequitabanelapetitoyleponíandemalhumorle recordaban, por producirle el mismo efecto, a la relación reseca quemanteníaconsumujer.

Sus sueños aumentaron. En una sola noche tenía varios de clientesdistintos, y por lamañana tratabade esclarecer a quiénes correspondían lassombrasquesehabíanapostadojuntoasucama,oesaandaluzademedianaedadquejurabavolverprontoydesaparecía, loquemotivabaunabúsquedalibidinosa por parte de quien la soñaba, presumiblemente un hombre. Nosiempre estaba segura de los sexos, como si los inconscientes losdespreciasen.Eignoraba,porejemplo,silosniñosquefigurabaneranhijos,nietos, sobrinos o incluso hermanos de los durmientes. En ocasiones todotranscurríaconindiferencia,comosisereprodujeransólolasinerciasdeldía.Eltrasiegodelaferiadeljuguetesobreunfondodemuñecosdanzantes,lostrayectosencocheconparadaenunáreadeserviciodelosMonegros,prisasparahacerunamaletaquecambiabadeforma.

Averiguar a qué clientes pertenecían esos sueños la extenuaba. Sabíamucho,yalmismotiemponada,delossoñadores.Sidabaconelhombreque,

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nochetrasnoche,sufríacómounaseñora,quizássumadre, lehumillaba, loúnicoquedescubríasobreéleraunconflictovulgar.Loqueescondíatodaesagente,yloqueellamismaocultabaalosdemás,eranproblemasnormales,ysólo el silenciar un padecimiento común, o sufrir en exceso por él, loconvertíaenanómalo.

Undíasevioenunodelossueños.Ynolegustó.Tuvounasensacióndeperro rabioso. Podían despedazarla. También se resquebrajaba su propiaimagen. Sus caderas se encogían o se tornaba paticorta; arruguitas negrascomo patas de mosca le surcaban el rostro, llevaba un escote por el queasomaban unos pechos mostrencos que le doblaban la espalda. Sabía quequienlasoñabaeraunvarónporalgoaloquellamabasibilancias,noporqueéstas encarnaran la respiración del individuo, sino porque esa palabra seadheríaasuimpresióndeestarsiendorecreadaporunhombre.Unanocheesehombrefigurócomounpanaderoturolensequelainvitabaaunpueblodelacosta.Vestíaunmandilblancoyungorrodepapel,yteníaunhornofrentealmarquefuncionabacomounafábricadeladrillos.Laconducíahastaunacasaenlaquenohabíaluzniaguacorriente,ylesugeríaquesefueraaunhostal.Él la acompañaría. Ella sentía la expectativa del hombre defraudada deantemano.Sobre sus propios sentimientos no cabía decir nada.En el sueñosólo estaba su cuerpo frío, con unos cuantos años de más y el peloencrespado.Cuandodespertó,sintióunaaprensión ligera.Fuesequienfueseelquelasoñaba,nolaatraíanada.

Lossueñosdeaquelhombreconellasevolvieronfrecuentes.Nosiempreaparecía como panadero; también era un anciano que la escondía en suresidenciayuncirujanocontraje,corbataymaletín.Investigóalosclientesque iban a menudo al hotel por negocios turísticos. Aunque perduraba lacrisis, laciudadhabíatenidoungolpedesuerte.Estabanapuntodeabrir lasededeunfamosomuseodeartemoderno,ysepreveíaqueenlospróximosañossetriplicasenlasvisitas.

Paraobservaralosclientesseasomabaporelventanucodelacocina.Aveces acudía al bufet del desayuno con fuentes de melón duro y quesitos.Venían muchos feriantes, todo se alborotaba, las personas solitarias queocupabanmesasjuntoalapuertaoenlasesquinasdelventanaleranmáscarasconcentradasenuntarlamantequillaenelcruasán,responderwasapsuhojearelperiódicolocal.

Trabajabadesdelassietedelamañanahastalasoncedelanocheconunapausa de tres horas después de la comida, y durante ese tiempo su pelo secomprimíaenlatelablancadelacofia.Selepegabaalcráneo,sinvolumenni

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lustre.Eneldescanso,subíaalahabitaciónadormir,osalíaalacalle,sobretodo cuando pegaba el cierzo. Con la ventolera sólo se veían coches. Lastiendaspermanecíancerradashastalascincoymediadelatarde,ylagenteserefugiabaensuscasasportemoralostoldosquevolaban,alalocura.Aellala tranquilizaba el vacío de las plazas, que se oyera el viento, al que sefiguraba como un animal de la noche danzando. Ese cierzo al que seenfrentabaconelcabellosueltoera loúnicoque ledevolvíaasumelena lavidarobadaporlacofia.Leconferíaunbrillodesordenadoyanárquico,connudosquedeshacíatrasunaduchamuycalienteparasacudirselagelidez.

Ahorrabacasitodosusueldo.Noteníaenquégastarlo.Llegabaagotadaasusdíasdeasueto,pueslaobligabanalibrarochojornadasseguidasenvezdedosalasemana,loqueteníasusventajas.Sucansancioposeíaalgomístico,al igualquealargar,aveces,elnoalimentarsemásquedezumodenaranjahastalanoche,cuandosepremiabaconelsándwichcoronadoporunhuevofrito,opasearconelcierzotraslaimagendeunaurbeirreal.Estabaenverdadlejos de saber qué experimentaba. Quizás fuese una satisfacción perversa.Durantesu libramiento,se ibaaHuescaconsumadreysuhermana,que laacunaban con sus conversaciones, sus estofados de patata y costilla, sussobremesasfrentealtelevisor,ynosoñabanada.Ledabaentoncesporpensarque la habitación del hotel albergaba algún poder mágico por el cual lastramas oníricas subían hasta allí para invadir su cabeza, y que en cuantocambiaradetrabajotodovolveríaasercomoantes.

Estabaapuntodellegarelverano.Elcierzosepresentabamenos,peroelsolcaíaconunabravuraquedejabaalaciudadtandesvalidaysecacomolohacíaelviento.Entoncescomenzóa soñar los sueñosde ladeBurgosy sudesazónfuemásalládelcansancioydelasco,apesardequeenelsueñomáshabitual de su compañera ni siquiera salía ella. La de Burgos llevaba lasmanosy losantebrazosenharinados.Teníaque servir copasdecavaaunosclientessinensuciarlasdeharina.Desupielcaíanpegotesblancosmientrasportaba labandejahastaelcomedor;unavezallí, sedabacuentadequesuíndiceysupulgarnoestabanmanchados,yqueeso lasalvabadeponer lascopas con las huellas de sus dedos. No obstante, hacía sin querer unmovimiento y también esos dedos se emporcaban. Entonces se confiaba almilagro.Cogíalascopasconlasmanosblancasesperandoquelaharinanosepegase al cristal. Por supuesto, todo se guarreaba, pero incluso así la deBurgosnosedabaporvencida.Pensabaqueaúncabíalaposibilidaddequeloscomensalesnoadvirtieranlasmanchasblancas.Esasgentes,ataviadasconelegancia, no miraban sus antebrazos rebozados, como si una cocinera

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anduviese haciendo masa para pizzas siempre. Esta falta de atenciónaumentabalaesperanzadeladeBurgosenquelosrestosdeharinanofuesenvistos,oenquesepercibierancomounatributode lacopaounaseñalqueamablementehabíahechoelmaîtreparaquesupierandóndeponersushuellasdactilares en el momento del brindis. Así evitarían incómodos fallos deetiqueta.

Sentía que la de Burgos la culpaba en sus sueños, incluso cuando noaparecíaenellos.Seconvertíaenelblancodeunairasalvaje.Nocreíaqueloonírico tuviera que significar nada, ni tampoco lo contrario. Quizás la deBurgossólo ladetestabamientrasdormía,pero¿ysinoeraasí?Laduda laaturdía,puesconfiabaensucompañera.Nolecontabagrancosa,ylehabríaavergonzado confesarle lo de sus paseos cuando soplaba el cierzo. La deBurgos tampoco tenía demasiadoque decir a pesar de que charlaba por loscodos. Se trataba de un parloteo que parecía el batir de alas de un pájaropequeño: surcaba el aire y apenas se veía.La escuchaba comoa un silbidosuave,yestesonidolaresguardaba.Nosabíaexactamentedequé.Quizásdelrecepcionista de lasmañanas, que desayunaba con ellasmientras bromeabasobre el trasero, lavozy lamanerade teñirse el pelode lagobernanta, tannegroquebajolosleddelhalldesprendíaunlacerantebrilloazul.Pensabanqueesetipejotambiénhablaríaasídeellascuandonoestuvieranpresentes.

Había otra cosa que la inquietaba: ya no podía asegurar que los sueñossubierandesde los cuartos de abajohasta el suyoparaque ella también lossoñara. Era probable que viniesen de todas partes. Si lo que le pasaba noguardaba relaciónconelhotelycon suhabitación lanzadaalvacío, talveznunca dejaría de soñar los sueños de los demás.La idea desencadenóotrasquelahicieronandarsinrumbo.Eltráficodelasavenidaseracomosucabezamientrasdormía,azotadaporseresqueirrumpíanensusconductosmentales.Nodistinguíaquécallehabíaescogidoycuáleslahabíanelegidoaellaparaque las caminara. Cuando llegó al hotel, ignoraba si su voluntad la habíaguiado hasta allí o se lo debía al azar.Tampoco sabía cuánto tiempohabíaestadodeambulando.Elsubdirectorlarecibióconlosbrazoscruzadossobreelpecho.Ellasemiróenelespejoparabuscarensupeloensortijado,enelbordeennegrecidodelacamisa,enunabriznadehierbadiminutaenmitaddesupecho,algunapista.Quizás llevabadíasvagandoyla intemperierefulgíaen su cara. Sus mejillas podían estar tiznadas y sus brazos florecidos dehematomas.Enelespejoviounrostromuypálido,elcabelloconvertidoenun estropajo de acero, como si un cierzo de una fiereza mastodóntica sehubiese encarado con ella. El color había huido de su piel, ahora casi

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transparente; a su camisa le faltaban tres botones y sus vaqueros parecíanhaberse restregadoporel suelodeunadiscoteca.No recordabaquehubiesehabido cierzo. No recordaba en verdad nada, y se sentía desfallecida yhambrienta.

—Unamáscomoéstaytedespiden—ledijoelsubdirector—.TesalvasporquenohayferiayTriniselashaarregladosola.¿Yesapinta?

Quisodeciralgo,pedirperdónyprometerlealsubdirectorquenovolveríaa pasar, que se había despistado, que como estaba preocupada y débil sehabríadesmayadoen lacalle.Eso justificaríasuaspectoysuamnesia.Peroningunapalabraacudióasuboca.Laacosabaelmiedoasuvozrota,aemitirun gruñido penoso e interminable si trataba de hablar. Tras las cortinasblancuzcas del despacho se adivinaba la noche silenciosa.El subdirector sequedaba a menudo trabajando hasta tarde cuando había que cuadrar lascuentas.¿Erahoyunodeesosdías?¿Oacasohabíavueltoelinvierno,loqueexplicaríalaoscuridadaunahoratemprana?Estoúltimoresultabaimposibleaunqueensucabezatodofueseprobable.Perosillevaramesesdeambulandopor la ciudad, el subdirector ni siquiera la habría reconocido. Se palpó elbrazo desnudo, el vello de su piel como el de un pollo. El subdirector sedespidió sin extrañarse por su silencio. ¿Hablaba ella siempre tanpocoquenadiesesorprendía?

Su móvil marcó al cargarse las 00.43 del día siguiente. Había estadoperdida una jornada. Por la mañana, la de Burgos no le recriminó por suausencia,yellapensóqueselehabríaolvidado.Allí todoslosdíaserantaniguales que anulaban lamemoria.Luego sus pensamientos se tornaronmásnegros.¿Ysisevolvíaloca?SoñóconqueladeBurgosestabadentrodeuncochedetenido enunpáramo.El sol lucía alto y cegaba, y en lugar de darcalor, extendía por aquel paraje un frío tal que hacía que la de Burgos seretorcieracomounacriaturaque,nadamásnacer,seenfrentasealamuerte.Paladeabaelodiodesucompañerahaciaella,apesardequenoformabapartede la vida de ese ser del sueño. Se convenció de que tamaña inquina,manifestadaenesastorsionesoníricas,debíadecorresponderseconalgoreal.Ynolosoportó.Puestoqueaúnnohabíacomprobadosiexistíarelaciónentrevivir en el hotel y soñar los sueños de los demás, empezó a pasar algunasnochesfuera.Eraelfinaldejuliocuandotomóladecisiónderomperconlossueñosajenos.

La noche estival favorecía sus escapadas. La primera vez temió quealguienlaatracara,yescogióunbancodelcentro.Erasábado;estuvorodeadadegentequeibadeunbaraotro.Seleacercarondoschicasparapreguntarle

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si se encontraba bien. No logró dormirse hasta las cuatro, y su sueño fueligero,plagadoderuidos;nolesirvióparadeterminarsilepertenecía.Cuatrodías después volvió a irse discretamente del hotel. Esta vez tampoco seatrevió a alejarse del centro. Aunque no había demasiados juerguistas, noeligióelbulevarprincipalnilaplazaenlaquedesembocaba.Sedecantóporelensancheysetumbóenelpoyodeunajardinera,frenteaunpub.Antesseasomó al local. Vio parejas y hombres solitarios, seguramente alcohólicos.Delpubsalíaunpopurrídemúsicaespañoladelosnoventa:sonidosblandos,tensos,rotos.Soñóconunapiladeaguaenlaquesesumergíaconlaspiernasrecién depiladas. La rojez de sus poros, y un calor que le nacía hondo, secalmabaenformadeondas,yalgocrucialseresolvía.Despertóunpocoantesdequesonaralaalarmadelmóvil,ysefuealegreyconunacagadadepájaroen la rebeca.Tenía los pies congelados; en el ambiente aún se respiraba lanoche, con sus siete grados menos. A las nueve de la mañana, mientrasreponía el jamón y el queso del desayuno, ya sudaba. El sol escupía en lamedianerayelaireacondicionadodelaplantasehabíaestropeado.

Si bien la incertidumbre carecía ya de sentido, trasmeses despojada deuna parte de su vida cuya recuperación vislumbraba no podía conformarse.Unmartes,pasadalamedianoche,selevantóy,sincambiarseelcamisón—erarojo;seconfundíaconunvestido—,salióalacalle.Optóporunosbancosjunto a la pared de una iglesia. Aquel lugar recogido exhibía una vejezdistintaa lade losedificioscéntricos,decachivachebaratoque seestropearápido.Sedurmiónadamásrecostarseyabriólosojosalamanecer.Tuvolaimpresión de que no había nadie en la urbe. Ni siquiera se oían losautomóviles, y el fresco del alba, que pronto se disiparía bajo un cieloabrasador,noparecíapropiodelaatmósfera,sinodelespaciosideral.Sepusoenpie.Unasirenadelapolicíasurcóelaire.Eraunsonidodenso,crispado,como si contuviese distintas clases demelodías atronadoras. No hubomássilencio. Rugieron las persianas que se alzaban y el tráfico; la ciudad sedesperezabaycorrióhaciaelhotel.Llegabacon retraso.El recepcionista lamirócongestopicarónybaboso,«Quévestiditotanmono».Nolecontestó.Alllegarasucuartosepusosuuniforme,ysinlavarselacara,seplantóenlacocina. Los sueños de la de Burgos no la habían invadido esa noche. Enverdadnorecordabalosoñado,aunqueelvacíoquesehizoasualrededoraldespertar, como si a la capital la hubieran convertido en una maqueta,pertenecíaaalgunatramaoníricaolvidadaypropia.

Se pertrechó mejor para la siguiente ocasión. Compró una esterilla desegunda mano y una manta ligera para guarecerse de la madrugada y los

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maleantes, los cuales, si se cubría lo suficiente, la confundirían con unamendiga. Así no le robarían. Tampoco habría tentaciones sobre su cuerpoenjuto de líneas rectas; con aquel trapo encima no incitaría la lujuria.Dormiría junto al río o en un parque, lugares que se le antojaban máscómodos, que propiciarían un descanso profundo, una conquista amplia desussueños.Nocontóconqueen la riberahubieseenjambresdemosquitos,quezumbaronsobresusoídostodalanoche,inclusocuandometiólacabezabajo la tela.Eldesenfrenodealasbuscandosusangre le impidiódescansar.Volvió al hotel cubierta depicaduras, unade ellas enunpárpadoque se lehinchó como una pelota hasta que una camarera le untó una crema delbotiquín.Cambiósuideadepernoctarenparquesojuntoalrío,yserefugiódebajo de un puente recién construido sobre una explanada en la que anteshabíachabolas.Elpuente,blanco,hermoso,comunicabalaestacióndetrenesconlasededelafamadomuseodeartemodernoqueibaainaugurarseenseismeses, y la explanada sólo servía para que los niños de los bloquescolindantes jugasen al balón o se echaran al suelo a ver pasar los aviones.Perotambiénhabíaungranproyectoparaesesitio,oesodecían.Tardómásdeunahoraenllegar,ycuandoestuvobajounadelaspilasdelpuente,queexpelía un fuerte olor a orina, sintió demasiada ciudad a sus costados. Lasuperficiedecemento,queformabauncírculogigantescoentrelosedificios,le recordaba a su habitación del hotel: era un estado de excepción, unterritorioquesedesgajabadecualquierespacioracional.Experimentópavoraloquepudierasoñarenaquellaextensióndescomunal.¿Seríatraspasadaporlos sueños de millares de personas, y esa multitud en su cabeza ladesintegraría?Noseequivocósobreloprimero.Alejadadelosestribosparaquenolaalcanzaseeltufoapis,recibiófragmentosoníricosqueacontecíanalavez.Ellaloscontemplabacomosiposeyeraeldondelaubicuidad.Cuandodespertó,nolohizoenmilesdepedazos,aunquesínotabaquesumentesabíaahoramuchomásqueella,quesóloeracapazderecordarretales.Enalgunaparte de símisma todos esos sueños seguían reproduciéndose. En lugar desentirsedestruidaporlainvasión,estabatranquilaycomosilaexplanadanofuesemásgrandequesucasadeHuesca.Seacordódeunpoemadondeunamuchedumbresalíaalacalle.Habíallegadolahoradehacercosas,deacudiralostrabajos,dellevarlutos.Sólomemorizóelarranque:

Desdehaceunahora,unahoraexactaunmillóndepersonasestáapuntodesaliralacalle.Desdehaceunahora,desdelassieteymediadelamañana

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unmillóndepersonasestáapuntodesaliralacalle.

Habíaapuntadoesosversostiempoatrás,mientraslosrecitabaunlocutordeRadio3quededicólaemisiónalapoesíaurbana.Lesorprendióquenadadeloescogidoporel locutorcontuvieraaHuesca.PeroHuesca,sedijo,eraunaciudad.Entoncesempezóaanotarlospoemas.Cuandotomóelempleoenelhotel,síleparecióqueelpaisajeatisbadodesdesuventanaestabapresenteen los versos. Había un millón de personas saliendo a la calle todas lasmañanasaunaciertahora.Yenesemomento,bajoelpuenteblancoyconlaexplanadacomounaenormelenguatendidahaciaelinfinito,tuvolacertezadequeeranmuchasmáslasqueacudíanasusoficinas,asusconsultas,asusandamios.Eran tantas que, si se contaban, la cifra sería astronómica.Teníaque regresar al trabajo, pero no era capaz de dejar demirar a la gente a lolejos, en losbalconesde losbloquesy en las calles.También esperabaquealguien atravesase la explanada. Pasaba el tiempo y ese erial de cementoseguíavacío,comosi loshabitantesdelospisoscercanosevitasenponerunpieenél.Nisiquiera losquesacabanapasearasusperroscruzabanlafinalíneadecéspedresecoqueloflanqueaba.Supoquenopodíairsedeallíhastaquealguiennopisaraellugarycaminasehastasucentro.

Unniño,quedesdeaquelladistanciasevislumbrabatandiminutocomolayemadeundedo,seacercóalbordeylaobservólargorato.Quizástratabadedilucidar si aquello era una persona o una muñeca. En su móvil habíallamadas del subdirector. Estaba despedida, se dijo, pero la palabra«despedida»nolesonóaquelaecharan,sinoalanzarsesobretodasaquellascalles cuyosmoradores tendrían sueñosque la asaltarían cuandocerrara losojos. Por un segundo, añoró su habitación del hotel, las toallas limpias, laduchamatutina,aladeBurgosconsuodiosereno,asupropiadesposesión,contralaqueahoraserebelabaenfavordeotracosaquenosabíadescifrar.Elniñodiounospasosmásyvolvióaquedarsequieto.Luegoavanzóotropoco.Sepreguntósilaprecaucióndelinfanteteníaqueverconlaexplanadaoconella.A lomejor los vecinoshabíanqueridounparque en lugar de ese sitioyermo,yahoraejecutabanunboicotdelquehacíanpartícipesasushijos.Otalveznoestabanacostumbradosaquenadiedurmierabajoelpuente,yunmurmullo silencioso había recorrido desde primera hora de la mañana losbloques:hayunalocaacostadaallídebajo.Elniñosiguiócaminando,yantesdequelapudieraverdecerca,ellasepusoenpieyabandonóellugar.

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MEMORIAL

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Lellegóunaviso.Untrozodefotografíaenblancoynegro.Unanarizfina,unamejilla.Unaorejadecontornofamiliar.Noseveíaelrostroentero,loqueno impidió que regurgitara tres veces la comida. El nick también eraresponsabledelavirulenciadesusácidosgástricos.ApepOtein.

No le gustaban los seudónimos, pero eso no explicaba su angustia. Laaprensiónhizoquetranscurriesencincodíasantesdepincharenel iconodeFacebook de su móvil. Pasó entonces de la ansiedad al terror. Ante ellaapareciólacaradesumadre,muertadossemanasatrás.Sepercatódequeelnicknameeraelnombredesumadrealrevés.ApepOtein=PepaNieto.

La fotografíapertenecíaa losaños setenta,yhabríaapostadoelbrazoaquejamáshabíasalidodelasestanteríasdelsalón.Porotraparte,leresultabaimprobable que su padre, el único que tenía acceso a los álbumes, hubieseabierto una cuenta enFacebook con un retrato de su esposa con veintisieteañosysunombrealrevés.Salvoqueestuvieravolviéndoseloco.

Le vigiló durante un par de jornadas. Consideró normal su duelo.Pesadumbrecontenida,desamparo,confusiónpornoencontrarasumujerenlas habitaciones por donde ésta solía trajinar, como si los sentidos aún noasimilaran el cambio. Estuvo segura de que no era el responsable de lafechoría.

ApepOteincarecíadeamigos.En labiografía sólo figuraban la fotodePepa Nieto y un muro blanco. Quizás, pensó, únicamente le había pedidoamistadaella.Noaceptólasolicitud,aunquetampocolabloqueó.Elpruritode averiguar quién se escondía tras esa iniciativa macabra y la autoridademanada de la imagen de su madre, de su nombre escrito al revés, seimpusieronalsentidocomún.

Tenía su cuenta restringida a sus contactos desde que la novia de unexnoviolahabíaacosado.Durantelosmesesenlosqueignorólaidentidaddela acosadora, que en las redes se presentaba comounhombre, vivió con lafobia a ser asaltada enplena calle.Cuandodescubrióque se tratabadeunaenfermamental,seriodesímismaydelmiedo.Sobretododelmiedo.

Volver a usar la palabra «acoso» la espantaba, como si sus efectosprecisaran validarse. Había sido imprudente al estimar que el miedo era

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siempredesdeñable,yahoratemíaquehubieseinstanciassuperioresprestasacastigarsuatrevimiento.

Esperó el mensaje confirmatorio de que, tras el perfil de Apep Otein,había alguien letal, capaz de haberse colado en la casa para registrar losálbumeshastadarconesafoto.

Y es que no era una imagen cualquiera sino, de entre el centenar defotografíasdePepaNieto, su favorita.Deniñahabíapasadohorasmirandoesa instantáneaconadoración,comosi loesencialdesumadreestuvieraenesedíade1975,antesdequeellanaciera.Deaquelembelesoquedurabatodala tarde obtenía una anticipación de su futuro, el cual debía, a fuerza decontemplar la foto, parecerse a su madre con veintisiete años, tener susmismosrasgos,lasuavidaddesubelleza,tanalejadadelasuya(sucuerposeinclinabahaciala torpezaregordetadesupadre).HastaquintodeEGBsólodeseóparasuporvenirprotagonizareseretrato.

Lapubertaddestruyóelhechizoylotransformóenrencor.Sudeseodenoversereflejadaenelespejomaternosetornóimperioso.Durantelosúltimosmeses de la enfermedad de Pepa pidió una estancia en una universidadextranjera.Pasóallí,refugiadaenelcandordelainvestigación,elfallodelosórganos,labotelladeoxígeno,ladelgadezcadavérica,brutal,desumadre.

Nollegóeltemidomensajecuajadodeamenazas.ApepOteinseguíasinamigosysinnoticiasenelmuro.Comosilacuentanotuvieramásfinalidadquesupropiaexistencia.

Barajó hipótesis amables. Tal vez fuera su tía Loli, quien gustaba deconmemoraralosmuertosconideasexcéntricas,laautoradelaherejía.Sutíapodíatenerunacopiadeesafoto,aunquelasuposiciónlefallabaporquenoerapropiodelcarácterdeLolielnohaberlaavisado.

Empezóarecalarenlapáginaconmenosasiduidad.Pasaronlosmesesysedesentendiódelasunto.Luegovolvióavisitarla.Seguíaigualdesolitaria.Elmuroenblanco,niunsoloamigo.Congeladacomosumadremuerta.Ledioa«Aceptar».

Pinchóenlafoto,reproducidaenelperfilyenlabiografía.Entoncessepercatódequealpiedelaimagenfigurabanlafechaylahoraalaquehabíasidosubida.El7dejuliode2011alasseisdelamañana.EldíaylahoraalaquehabíamuertoPepaNietoantesuabuelaysumadrina.Aella,quedormíaenunsofáfrenteallechomortuorio,ladespertaroncuandoyahabíanavisadoalaenfermeraparaquetrasladasenelcadáveralamorgue.

Esa madrugada, mientras su madre agonizaba —era jueves y llevabadesdeellunesconlarespiraciónconvertidaenpuroestertor—,seechóenel

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sofá rendida por el cansancio. Su madrina la arropó con una sábana. Laternura con la que la tela se posó sobre sus hombros fue idéntica a la decuandosumadreseinclinabasobreellaenlacamaparataparlaconlacolcha.Aquélla sería la última vez que sentiría sobre su cuerpo esa delicadeza depájaro.Durmió un poco, hasta que sumadrina la despertó para decirle quePepa acababa de fallecer. Supo entonces que quien la había arropado condulzura había sido su madre a través de su madrina, que el gesto fue unadespedida,ytambiénunúltimoactoprotector.

Usó el servicio de ayudadeFacebookpara indagar si era posible hacercambiosenlosdatosdefechayhoradeunapublicación.Elresultadodesupesquisa la alarmó: esos datos eran inmodificables. Pasó dos noches sinapenas descansar, al cabo de las cuales decidió contárselo a su padre. Éstevagueabafrentealatele,yseencogiódehombros,comosifueranormalquealguienabrieraunacuentaconlafotodesuesposaysunombrealrevésenelmomentodesudeceso.

La impasibilidad de su padre la puso peor. No paró de comprobar esafecha y esa hora en el perfil de Apep Otein, y a la semana desarrolló untrastornoobsesivo.Cadacincominutospinchabaenlaimagenansiandohallarunerror.Secomportócomosisuvidadependieradeesosdatos.Jugabaalaruleta rusa. Acabó con un ataque de pánico tan fuerte que tuvieron queingresarlaparainyectarleuntranquilizante.Supadre,pequeñoyredondo,laobservódesesperado,comositrasperderasumujerfueraaasistiralamuertede su hija. Ella no fue capaz de confesarle que esa cuenta de Facebook lehabíaproducidoelcolapso.Tampocoselodijoalpsiquiatraquelavisitó,nialpsicólogo.Anteellossintióunamezcladerabiayvergüenza.

LeprescribieronunamedicinaqueteníaunosefectoslevementesimilaresalMDMA.No fue lomejor para impedir su fijación con el perfil deApepOtein. Comenzó a sentirse eufórica y a convencerse de que su peregrinajediarionoserelacionabaconverificareldíaylahoradelafotografía,sinocondemostrarsequepodíasoportaresehecho.

Buscó de nuevo una explicación. Se le ocurrieron algunas hipótesisretorcidas pero no imposibles, y en todas intervenía el azar. Por ejemplo,imaginó a un ladrón de identidades que hubiera entrado en su casa yescaneado esa instantánea para engordar la lista de personas cuya vidaemulaba luego en las redes. Ese ladrón anómalo seleccionaba las mejoresfotos, las más bellas y felices, así como los objetos de mayor valorsentimental, para ir dejandohuellas de esas personas por el espacio virtual.Unashuellasque,paraobtenerunefecto,sólosedirigíanalosallegadosde

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lasvíctimas.Asimismo, fantaseóconalgúnamigode su familia enamoradodesumadre,queal saberqueellaagonizabaenelhospital,hubieseabiertoesacuentaenunarrebatodedolor,rabia,desconciertoopuraaprensiónantelamuerte,produciéndoseunasiniestracoincidenciaconelmomentoenelquesu amada fallecía. Se dijo que, de ser así, esa persona le habría solicitadoamistad, y luego, pasado el periodo de duelo, se habría abochornado uolvidado de su acto demente. También se dijo que, bajo los efectos de lamedicación,estassuposicionesfuncionabancomounnarcóticomás,yquelasfabricaba como parte del restablecimiento de ese tipo de normalidad queprecisaunaelucidacióndetodo.

Laspastillasnoimpidieronqueel7dejulio,enelaniversariodelamuertede sumadre, su tranquilidad se hiciera otra vez añicos.Abrió Facebook allevantarse (esamañanasupadreyellaplaneaban iralcementerioa llevarleunasfloresaPepa)yseencontróconlaprimera,yhastaelmomento,únicapublicación de Apep Otein: una fotografía de una piscina. Reconocióenseguida la forma sinuosa que trazaba un ocho, la pintura añil, la paredencaladadelrecinto,lavallademetal.

Eralapiscinadelacasadondevivióhastalossieteaños,desdelaqueseoteaba la campiñacordobesa,yqueestabaenunaaldeaatravesadaporunacarreteranacional.Enlafotonohabíamásqueaguaquieta.Teníaloscoloresdelaspolaroidsquesuspadresguardaban,peronorecordabahabervistoenlosálbumesunadondesóloaparecieralapiscina.

Laimagenlaretrotrajoaunatarde,yacasinoche,enquesumadreyellaestaban en el agua, que por contraste con el frescor del ambiente se sentíacálidaenelcuerpo.Pepahizounossándwichesdequesoyse loscomierondentrodelapiscina,moviendoconlentitudlaspiernas.Despuéssetumbaronenelbordillo,queguardabalacalenturadelsolestival,yescucharonelpasardeloscochesenlacarretera.Jugaronaadivinarsisetratabadeunautomóvilgrandeopequeño,deunafurgoneta,deuntráiler.

TuvolacertezadequelafotoinauguraldelmurodeApepOteinsetomóesedíaenelquesumadreyellamiraronelocasoconlosbañadoresmojadosyelolorazuldelcloro, locual,porotraparte, resultaba inverosímil.Erasupadrequientomabasiemprelasfotografías.Aquellajornadasupadresehabíaido de viaje, lo que explicaba el estado de excepción del que habría queacordarse siempre: sumadre y ella a solas, sin nada que hacer, salvo estarjuntas.

Antesde lavisita al cementerio, tras repasar los álbumesy registrar loscajones, lepreguntóasupadresirecordabaunapolaroiddelapiscinadela

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casa de la campiña. Conforme se lo preguntaba, se sintió idiota. Él jamásdisparabalacámarasinquehubieragente.

—Quizásfuetumadrequienlahizo.Yonolarecuerdo.¿Porquéquieressaberlo?—lerespondió.

Supadreestabayamásrecuperadodelapérdidadesuesposa.Ahorasecitabaconmujeresalasqueconocíaporinternet.Ningunaledurabamásdedosotressemanas,loquenoleafligía.PensóenqueinsistirleconesealguienqueusurpabalaidentidaddePepaatravésdeimágenesquenohabíansalidonuncadelpisoamargaría sualegríade soltero,a laque recién llegaba,y secontuvo.

Cuando franquearon la puerta del camposanto eran las doce. Habíanelegido para su madre una lápida sobria con una cruz tallada tandiscretamente que costaba verla.Tal austeridad contrastaba con las pesadascruces de bronce y las letras en relieve de otros lechos mortuorios. Elmediodíaabrasadorconferíaal cementerio,vacíopor lachicharrera,ya lossepulcros,unarealidadqueenmudecíaloquenobrotasedelaspuraspiedras.El pensamiento de fantasmas o de locos resucitando a los difuntos en elespaciovirtualsetornabaallíimposible.Lastumbasalbergandohuesoserantodoloquehabía,asícomolatristezadesupadre.Unatristezaqueempezabaadebersemásasuvejezqueacualquierotracosa.

—¿HasquedadohoyconLuisa?—lepreguntó.Luisaeralamujerconlaquesalíaúltimamente.—Hoyno—respondiósupadre.Luego puso unamano sobre la lápida de su esposa, adornada con unos

lirios de la mejor tienda de flores de la ciudad. No llegarían frescos a lanoche.

Volvió a visitar compulsivamente el perfil de Apep Otein, del queemanabaunsilencioextraño.Ellaseguíasiendoelúnicocontacto.Dobló ladosis del antidepresivo, y durante cuarenta y ocho horas la invasión defluoxetina en su sangre la hizo reír a destiempo y contemplar la foto de lapiscinaconindolencia.Cuandoseestabilizó,aparecióunanuevaimagenenelmuro.

Setratabadesumadreenunacamilla,juntoaunaambulancia.Supadreledabalamano.Laimagen,hechadesdearriba,abarcabalacalle,elvehículo,los camilleros,PepaNieto, a la que apenas le quedaba aliento, y quehabíadecidido ingresaresa tardeenelhospitalparamorir.Recordabaestonoporhaberlo visto en fotografía alguna, sino porque era ella la que observaba,asomadaa laventanadelsalón.«Miúltimoviaje», lecontósupadreque le

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habíadichoPepaduranteel trayecto.Sumadremiróporunmomentohaciaellaylehizounbrevegestodondenohabíapenanimiedo,puesparalapenayelmiedohacíanfaltafuerzas,yPepaNietoestabaexhausta.

Cabíapensarquelafotolahabíatomadounvecino.Sinembargo,loquehabíaenlosdospisosdearribaeranmatrimoniosdeancianosquenoteníanaspecto de dedicarse a tales menesteres. Y aun cuando sus vecinos seentregasenaquehaceres extravagantes, ellahabría estado seguradequeesaimagen sólo pertenecía a su propia cabeza. Aquella perspectiva se obteníadesdelaventanadelsalóndesucasa.Ylocongeladoenlainstantáneaeraelgestodeconstatacióndesumadrealverlaallíasomada.

ApartirdeentoncessupoquepodíatoparseconcualquiercosaenelmurodeApepOtein.Yasífue.Secolgarondosarchivosdeaudio—enunoseoíaasumadrecantar,enelotrolasrisotadasquelearrancabaTootsie,unadesuspelículas favoritas—, fotografías de los restaurantes que frecuentaba, de lashabitaciones de los hoteles en los que había estado, de los salones de suscasas,delaconfiteríafrancesaenlaquemerendaba,delosrefranesapuntadosen libretas, de escaparates de ropa, de sus guisos. Todo correspondía asituacionesquesumadrehabíavividoconella,omejor:queellahabíavividoconsumadre.Esasvocesyesasimágeneseranpedazosdesumemoria.Nadiegastó jamás ningún carrete en el plato de estofado recién servido, con elmantelderayasblancasyrosasquepresidíalamitaddelascomidas,nienlosescaparates de las tiendas, ni en las salas de espera de los dentistas.Únicamenteensuinteriorexistíatalregistroderecuerdos.Unpardeellossísematerializaban en dos instantáneas que dormitaban enmóviles antiguos:unatrasunapeleaconPepaenunVIPSyotraeneltanatorio.Enestaúltimaaparecía su madre amortajada y expuesta en una vitrina. El sudario nodisimulabalaescualidezdesucuerpo,ynohabíaensusrasgosnada,niunamigadepasado,niundestellodecómolamuertelaalcanzó.Subocaestabacerradaconpegamento.Lasacódeesaguisaporqueunatíaledijoqueteníaquehacerleunafotoasumadremuerta.

—Sinoselahaces,tevasaarrepentir—insistió.A pesar de que no tenía ningunas ganas, era supersticiosa. Además,

siemprelesupusoasutíauntipoespecialeindefinibledesabiduría.Enfocócon la cámara del teléfono el cuerpo yaciente y disparó.Miró en repetidasocasiones la imagen sin ningún sentimiento y sin atisbar qué necesitaría deesapostalfúnebreenunfuturo.Luegoleregalaronunsmartphoneylafotosequedóahí,almacenadaenelviejoaparato.

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Más de una vez se había dedicado a buscar a sus muertos en internet.Rastreabaamenudoaunprimofallecidoalosveintinueveaños.Sushuellasse esparcían por foros de informática porque había trabajado haciendosoftwarede seguridad.Leía sus respuestas de técnicoy estimabaque en suasepsia, tan delicada con el interlocutor, estaba contenido su primo, cuyonombreevocabapronunciadoporvocesfamiliaresquelallevabanatodaslasvacacionespasadasjuntoaél.Ellasepresentabasiempreensucasamientraslagenteaúnsesteabaparaquesefueranconlabiciporlasblancascallesdelpuebloenelqueveraneaban.Tambiénbuscabaasusantepasados.Tecleabaelnombre y los apellidos de su bisabuelo, o de los tíos abuelos a los quemataronenlaguerra,conlaesperanzadehallaralgunainformaciónperdida,noticias en archivos remotos. Por supuesto, no encontraba vestigios, y esevacíoladejabaestupefacta,comosi internetestuvieraobligadoacontenerlotodo, a aliviar su nostalgia y su hambre de datos. Poco después de que sumadremuriera, la buscó también a ella enGoogle. ¿Qué quedaba de PepaNieto,ademásdelaropaenlosarmarios,loszapatos,loslibros,lascremasyun cepillo de dientes en un vaso? Apenas nada: su nombre en la web delColegiodeMédicos,elcarteldeunaconferenciaquehabíadadoenJaén,unBOE donde se anunciaba su plaza de pediatra y otro que certificaba sutrasladoaCórdoba.

ApepOtein subió un nuevo audio. Se trataba de una discusión violentaentresupadreysumadredelaqueellahabíasidotestigo.Loesclarecióporelfinal;sumadregritaba«¡Suéltame,hijodeputa!»,hubounportazoseguidode más golpes y chillidos. Su padre encerró a Pepa en una habitación. Seescuchó a sí misma de niña, también llorando y siendo encerrada en otrocuarto.Aoscuras.

Alcontrarioquesumadre,expertaeninquinas,supadreerabondadoso,justo y sereno. Atesoraba aquella pelea como una anomalía. Oírse de niñadando gritos la estremeció. Se dijo queApepOtein actuaba como lo habíahechosumadreenvida,yendoadondedolíaparaobteneralgoindeterminadoque nunca podría ser satisfecho. Sintió lástima por ella. Las jornadassiguientes disolvieron su tortura, pues regresaron las imágenes de escenascotidianas ligeras, alegres, sospechosamente azucaradas, que le hicieronpensarqueloquesumadrepretendíaatravésdeaquellacuentadeFacebookera impugnar lamemoriadesuhijaparaquenohubieramás recuerdosquelos protagonizados también por Pepa Nieto, de tal modo que su pasado sellenaracompletamenteconsuprogenitorayexcluyeratodaslasexperiencias

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enlasqueéstanoestuvopresente.Comosinohubiesetenidomásvidaqueaquelladelaquesumadrehabíasidotestigoymentora.

Esta conjetura la perturbó tanto que decidió olvidarse para siempre deApep Otein. Fue fiel a este propósito durante tres semanas. Luego cedió.Cuando volvió a posar el cursor sobre el nombre, le temblaba la mano deimpaciencia.Nosehabíaposteadonadanuevo.Pinchóenlafotografíadesumadremuerta: lacaraenvueltaenelsudario,elataúddemaderaoscura, lascoronasdeflores.

Durante su abstinencia del muro fantasmal sintió una desazonadoraquerencia. El tropel de imágenes y audios la habían alborotado, y sesorprendía anhelando un nuevo recuerdo de Pepa Nieto que su hipocampohubiese sepultado, el eco de un día anodino de su infancia o de suadolescencia:sumadreuntándoleelpanconmermeladadenaranjaamarga,limpiando sus bailarinas rojas, acompañándola a la parada del autobús; lasexpresiones viejas, que sonaban tan jóvenes, de esas primaveras en las queaún se reunía toda la familia y el canto de su madre se elevaba sobre laschácharas.Cadaposthabíasidocomodescubriruncajóndeobjetosamadosyperdidos,queaúnvibrabanaltocarlos.

El fuerte anhelo que tuvo mientras se prohibió acceder al perfil era elmismoque,cuandoniña,despuésdelcolegio,selehacíaimperiosoeldeseode ver a sumadre al subir las escaleras hasta su cuarto. Allí la recibía unpestillo echado. Su madre estaba siempre encerrada en el aseo, y eso laaterraba. Tenía que gritar «¡Mamá!, ¡mamá!, ¡mamá!», sabiendo que eraposiblequenoleabriera.ElhabersevetadoaApepOteinfuecomoestarantelapuertacerrada.Volvióalacuentamaldita,pinchóenelmuro,vacilóunossegundosyescribióygritó:

—¡Mamá!Le siguió el silencio y su propia emoción. Lloró ante esa ausencia sin

desviarlamiradadelapantalla,esperandoconansialaaparicióndesumadre.Cuando salióde aqueldesquiciamiento, elmutismode lapágina leprodujoodioyespanto.

Durantealgunassemanasnohubounsoloposteomás.Comosielperfilhubiesecumplidosufunción.Unatardesepublicó,enformadenota,unlargorelato.EraunanarraciónparaunconcursodelaAsociacióncontraelCáncerquePepahabía escrito tras suprimeraoperación.Habíaguardado ese textojunto con el pisapapeles de plata con forma de salamanquesa, el anillo debrillantes y un broche de su bisabuela, únicos objetos de valor de su

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progenitoraquenorepartióentresus tías.Empezóa leerloconla impresióndequesuaturdimientosemezclabaconeldesumadre:

Ignorabaquémehabíapasadoniporquémeencontrabaallí.Sóloveíatubosportodaspartes.Lo primero que oí fue la voz de una persona. ¿Era un hombre o unamujer?Me pedía que

moviese las dos piernas y que las levantara.Nopodía elevar la derecha, ymetí con cuidado lamanodebajodelassábanasparatratardesaberporqué.Toquéunvendajequeveníadelabdomen.Enlapiernaizquierdanoteníanada.Mepreguntabavagamenteaquésedebíaesadiferencia,simehabríaquedadoparalítica.Mehabíanoperado,peroenaquelmomentonolorecordaba.Nosécuánto tiempo pasó. Con frecuencia procuraba mover la pierna derecha y un día noté que elvendajehabíadesaparecido.

Observabadereojoyaduraspenasamialrededor.Seguía inmovilizada.Mevienchufadaatantasmáquinasqueestuveseguradequeibaamorirme.Consideréqueseríalomejor,quetantosufrimientonomerecíalapena.Repasémividaconunasensaciónrara.Másqueunavida,parecíaunsueño,yademásmesentíamuytranquila,seguramenteporloscalmantes.Aunquemeresultabadifícilpensarconclaridad,medabacuentadequemicasonoeraelmásgrave.Muycercademíhabía una persona ahogándose. Tosía continuamente. Esamisma noche o la siguiente, no teníaconciencia del tiempo—estimé que era de noche por la luz tenue de la sala, y además afueraestaba oscuro; tampoco se oía trasiego de personas entrando y saliendo—, vino otro enfermodandograndesalaridosporquenopodíaorinar.Aquellosífuedoloroso.Lesuministrarondetodo,peroelhombresólosecallabaduranteunospocosminutos.

Me asombraba que nada de esto me molestase. Al contrario: quería saber qué más estabaocurriendo.

Unamañana vi a dosmujeres junto a una persona postrada en la cama.Me figuré que esapersonaestabamuriéndose,aunquenofueesoloqueabsorbiómiatención,sinoelqueesasdosmujeresnomequitaranlavistadeencima.Memiraronfijamenteduranteeltiempoqueestuvieronallí,escudriñándomedetalmaneraquelesibanaestallarlosglobosoculares.Alomejortratabandereconocermeynololograbanporlacantidaddeaparatosconectadosamicuerpo.

En la estancia, y según transcurría la jornada, había varias tonalidades. Era junio, y por lasmañanas entraba un sol bellísimo que iluminaba toda la sala acompañándose de halógenosresplandecientes como canicas, a diferencia de la caída de la tarde, cuando ya sólo había luzartificial. Algunos focos eran rectangulares y refulgían, y otros de led, medianos, emitían unblancopurísimo.Todaslaslucesseencendíancuandoocurríaalgunaurgencia,locualerabastantehabitual.Porlanochedejabanunasemipenumbraqueinvitabaalatranquilidadyalsueño.

Meobsesionéconloscolores.Predominabanelblancoyelverde,sobretodoesteúltimoporlasbatasdelosenfermerosylosauxiliares,queparecíanmanzanas.Tambiénhabíabatasazules,ylasmascarillassetornabangrisáceasporelaliento.Inclusoelruidodelasmáquinasteníauncolor.Avecesesasmáquinassedisparabanymedabanmiedo.

Miestadodeánimooscilaba.Seguíasinsaberquéhabíapasado.¿Desdecuándoestabaasí?Avecesqueríallorar,peroeraimposible.Pasémásdeunañosinecharunalágrima,yesoquesoymuyllorona.

Undíaunenfermeromediounchismeconunaboquillaparasoplary tresbolitasdentrodeunaespeciedecajitacondepartamentospequeñosquesecomunicabanconlaboquilla.Elchicome decía que espirara fuerte para que las bolitas ascendieran. Yo no espiraba, se me habíaolvidado.Tampococomprendíaelinterésdelenfermero.

Unamadrugadavicómodeltuboacopladoamibocasalíaunlíquidooscuro.Mesobrecogíyllaméconseñasaunaauxiliar.Norecuerdoquéexplicaciónmedieron.

Lomáshermosolosentícuandovillegaramihijagritándome:«¡Mamá,telohanquitado!».Irradiabatantaalegría,tantaesperanza,ysusojosbrillabandetalmodo,quehizoque,peseaestarpostradaenlacama,yocomprendieraqueteníaquesalirdeallí.

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ENCÍA

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Era julio y los helados se derretían al atravesar la puerta de Palazzo;llevábamos así meses, como un ritual o una religión que nos ayudaba aaguantarhasta lanoche,cuandoelcalorsedisolvíaenhilosdeaireyyoyaestaba harta e Ismael se apretaba el carrillo con una camiseta que envolvíahielosenformadecorazón,regalodeunadespedidadesolteraquesólolofuenominalmente, porque Ismael y yo seguíamos sin casarnos pero hacía pocoque decidimos simular una boda para, entre otras cosas, dejar de hablar debodas. Él no quería casarse y yo sí; necesitaba recorrer su significado,disfrazarme de gesto; además me gustaba ser la oponente de esas parejasorgullosasdesus tresniñossinhaberpasadopor lavicaríaoel juzgado:yoles enseñaría los retratos de mi falsa boda. Qué tal entonces, Ismael, unasfotos de mentirijilla, nunca hemos celebrado nada. Fue una broma alprincipio, como cuando para la felicitación navideña nos convertimos en laVirgen ySan José con unas sábanas y unas aureolas de papel de aluminio.López,nuestroperro,hizodeniñoJesúsentresacandoelhocicoporunchalquemecompréparalagraduacióndemiprimaMaite.Elchalerapajizo;sirecortaba la fotografíaymequedabasóloconLópez,parecíaesecuadrodeGoyaenelqueasomalacabezadeunperro.MedabapenaLópez,yesoquelosanimalesnohacenelridículo.¿EstábamostúyyoridículosataviadosdeSanJoséylaVirgen?¿Losamigossehabíansonreídoconalgodevergüenzaajena?Creo que no, pero quiénme lo asegura. Con lo de la falsa boda yoesperabaabrirunapuerta,entrarenunahabitaciónnuevayrara.Ansiabaalgoqueledieralavueltaatodo,parircuervosenvezdehijos.Ymeconvencídequealejaba lamalasuerte.Estono losabríaexplicar; tampocomedetuveaanalizarlo. Tenía prisa por irme de vacaciones en febrero. Ese año nos lopodíamos permitir, pues Ismael terminaba el periodo de exámenes en launiversidadyyoestabaenlalistadeinterinosdesecundariaynomehabíanllamadoporculpadelosrecortes,quemetraíanlaimagendehojasdemoreracomidas por gusanos de seda. Qué me importaba, si lo mío era el cine yacababadetocarmeundineroconuncupóndelaONCE.Pasaríaelrestodelañoconholgura,sinqueIsmaeltuvieraquepagarsoloelpiso.

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Mi mejor amiga tenía un chalet en Robledondo y nos lo ofreció paracelebrarallí el convite.En la falsadespedidade solteranohuboantenasdeabejaMaya ni diademas de polla; tan sólo imprimí en unas camisetas unafotografía de Ismael ymía vestidos de novios.Elmontaje de Photoshop locelebramos con vino blanco de Rueda. Había estado ensayando con trajesvirtualesenlosquepegabanuestrascabecitas,quesemejabanbolasdepinbally encajaban bien en cualquier cuello. A última hora cambié el destino denuestrasvacaciones.Íbamosairnosalacasalondinensedeunamigo.Antesde sacar el e-ticket vi en el periódico una oferta para pasar veinte días enLanzarote. Algo se deslizó, suave, y me fui a la agencia de viajes paracontratarlaoferta;porlanoche,sobrelamesaydelantedeIsmael,extendíunmapadelaisladondeselarepresentabacasinegra,consuspicosdevolcanescomo nidos de pájaros, sus pueblos ralos. Ismael se puso tenso, no porrechazo,sinoalamaneraenlaqueuncazadoradviertealolejosunapresa.Medijoquesiemprehabíaquerido iraLanzaroteyquenose sabíadequécoloreralaislaenaquelmapa.Nosalumbrábamosconlalamparitayencendítambiénlaluzdeltecho,quenoarrojócertezaalguna.Tampocoinvestigamoseninternet.Nosgustabaquedarnosconla incertidumbredeaquelplanoqueme habían dado en la agencia, donde la isla parecía un invertebrado segúnIsmael. No debíamos distraernos mucho; en la nevera había quintales detortilla, embutidos, fuentes de tabulé, y nos faltaba sacar el marisco delcongelador, tal y como nos habían dicho en el cocedero: descongelar loslangostinos la noche antes. Teníamos asimismo que llegar temprano aRobledondoparamontarlasmesas,peroyopensabaenellocomoalgolejanoycreoquelomismolepasabaaIsmael.Frenteanosotros,enunpercherodepared, estaban nuestros trajes, que López olisqueabamoviendo el rabo.Nonos atrevimos ameterlos en el armario, como si senos fueran aolvidar.Apesar de que no tenía la cabeza puesta en la boda, le dije a Ismael quepodríamos habernos casado de verdad; él me respondió que cuando esosucediesenuestrosamigosvendríanalconviterealcomosifueraficticio.Lafalsa boda se me antojó de pronto absurda, separada de mis intenciones;barruntéentoncesquesuúnicofineratenerunaexcusaparahaceralgoquellevaba tiempo deseando: irme a una isla, contemplar el océano desde laarena.Observédenuevoelmapaymeparecióeldibujodeunasanguijuela.Ismaelteníarazónalcompararloconuninvertebrado.Mesentí libredemishuesos,sumidaenformasdevidaantiguasyplácidas.

Nos levantamos a las siete, y tras dejar a López con mis padres, nosfuimosenvaquerosaRobledondo,connuestrostrajesdenovioscolgadosen

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losagarramanosdelasventanillastraserasyelmaleteropletóricodecomida.Yoapenashabíadormido,ycabeceéduranteeltrayecto.Beatriznosregóconcafé;alasdiezestábamosyaeneljardín,deseandoqueelsolarrebolaraunasnubes de aspecto calcáreo. No se vaticinaba rasca para la jornada, estabasiendoun inviernocaluroso inclusoen lasierra,ademáshabíamesasdentropara los frioleros.El solde lasonce sepresentócalienteynosvestimosensilencio.Enelespejomeasaltóeldeseodeiraunapeluqueríaparaquemepeinaran, cosa que no había hecho jamás. Le pedí aBeatriz que hiciese depeluquera.

—¿Cómotepeino?—medijo.—Comoquieras,peropéinameduranteun rato.Tambiénquieroqueme

maquilles.Cerrélosojosymeentreguéalasmanosdemiamiga.Laceremoniafue

rápida, el sol repartía una calentura suficiente para las horas que íbamos apasarentrelosinvitadosyelRibeiro,yrecuerdomirarhaciaunaesquinadeljardín y toparme con Ismael a cuatro patas comiendo césped antes dedeslizarmealbañoyvomitar los litrosdecaféyvinoquemeproducíanunentusiasmo histérico. El alcohol no disipó la impresión de gratuidad; losgestosdeIsmaelymíosservíanparaarrancarnoscachosdecostra,peroallíebriaconcluíquenosotroséramoslacostra.Apesardeloquedigoahora,dela borrachera y del breve aleteo del frío cuando me quedaba quieta, lopasamosbien,yoconmivestidobeigeestiloañosveinteyeltocadosencilloquemehabíapuestoBeatriz,Ismaelconsutrajedechaquetaysupajarita.¿Ynoleshasdichonadaatuspadres?,lepregunté.Sabíaquenoleshabíadichonada,niyoalosmíos,salvoquenosíbamosdeviaje,peropormomentosmehería nuestra orfandad. Era probable que escondiéramos en el fondo delarmario las fotos de esta falsa celebración para que nuestros hijos no lasdescubrieran.Lassacaríamossiellosseconvertíanenseressofisticados,peroeso podía no ocurrir nunca. La fiesta se prolongó la noche entera; al díasiguiente, a la hora de comer, embarcamos para Lanzarote en un estadolamentable.Norecordabaquéhabíametidoen lamaleta,eIsmael tampoco.El puro cansancio no nos dejó echarnos la siesta. Cuando el avión fueacercándose a la isla nos pegamos a la ventanilla, yo sobre las piernas deIsmael intentando reconocer la siluetanegra.Elúnicocolorque seavistabaeraelañildelocéano,quesubíahaciaarribahastacubrirdeunabrumacelestelaatmósfera.Nologramosdistinguirvolcanesniningunaotracosahastaqueeldescensopermitióunaimagenprecisadelalíneadecosta;debíadehacermucho viento, pues el aparato daba tumbos.Luego, durante unos instantes,

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pareció que nos deteníamos, que la aeronave se había quedado suspendidaconplacidezdeaveenelmismositio.Nofuemásqueunaimpresión;alpocoelaviónbajó.Todosevolvióalquitrányrayassobreunasuperficieyerma.

Pasamos los cuatroprimerosdías entrePlayaQuemadayelTimanfaya,sorteando descalzos las piedras volcánicas. En aquellas jornadas cobrósentidonuestrafalsaboda,unsentidodistintoquenosabríaprecisarperoquemehacíaestar segura.Lashoras sederretían sobrenosotros, sentadosen laarenaysinnadaalrededorexceptolaslomassuavesrecorridasporunapaletamarciana.Rojos,negros,yyoprestaanoaguantarmásfrentealordenador:noqueríaotravirtualidadque laadheridaaaqueldesierto.Por lasmañanasme levantaba antes que Ismael para zambullirme en el Atlántico frío, y enverdad para estar un rato a solas; después me iba a desayunar al bar delpueblo,sibiennomeparecíaqueaquellofueseunpueblo.Aunquejamásnosreferimos a la localidadde esemodo,PlayaQuemada erauna aldea.Habíaotrasmuchascosasquetampocoacudieronanuestroslabios.Permanecimoshoras sin formular un solo pensamiento, envueltos en frases simples einfantiles: «Me voy al agua.Me voy». Y ya dentro: «De aquí nome sacanadie».Ismaelleíaahorasobreelcerebro,yporlanochehablábamosdequeel contacto con la naturaleza debía de producir en nuestros cuerpos algunarespuestaancestral.Nossaldríanbranquiassipasábamoselsuficientetiemposumergidosyconlaconcienciaenalgúnvalleremotodelocéano.

Ismaelestaba tan relajadocomoyo, tande tregua,hastaqueunanoche,cuando lucíamos ya un moreno discreto, comenzó el dolor, el mismo quehacíaunañolellevóasuspenderlasclasesyaquelerebanaranuntrozodeencía.Enaquellaocasiónseleinfectólabocaentera;mientraseldentistalesacabaunfiletedemucosa,Ismaeltiritabadefiebre.Susquejidosnocturnosnoimpidieronquemelevantaratempranoparabañarmeenlaplaya.Saltédela camanadamás abrir los ojos,me coloqué deprisa el bikini, abandoné elcuartoconcautela;enelaguamedemorémásdelohabitual,previendounajornada de médicos y farmacias, o de espera. Entre el oleaje advertí losfulgoresdeunpezamarilloquemeasustó.Estuveunossegundosquieta,alprincipio no creía lo que veía y ademásme paralizaba el rencor.Me fui adesayunar, y en lugar de una tostada, pedí boquerones en escabeche. Elhombre del bar me dijo que los boquerones en escabeche no eran laespecialidad, pero queme prepararía unas lapas.Me ruboricé y ordené unatostadaconaceite,zumoycafé;alvolveralahabitación,meencontréconloesperado:Ismaelsinasearsefrentealespejo,goteronesdesudorlimpiándolelassienes,laangustiaformandohilosenjutosenelrostro,entodoelcuerpo.

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La luz del baño caía con una verticalidad difusa enmarcando sombras ybrillossobresupiel:parecíaunlagarto.Lomiréconfrialdad.Estabaabsortoensunuevo traje,yaunqueno lepregunté, séquenosepercatódequeyollegabaunahoramástarde.Seleveíahorrorizadoyextasiado.

Conseguimoscita conundentista enArrecife. Ismael tenía fiebre, en lasaladeesperaseesforzópordisimularuntemblor.Eldentistaleadvirtióquesilecortabalaencíaibaaestropearlelasvacaciones.EramejorquesetomaseunantibióticoyregresaraaMadridparaquelemetieranelbisturí.AIsmaellequedabandíasdeasuntospropios;nopasabanadasisecogíaunparmás.«Lomalo es el aliento, pero podemos pasar sin besos», me dijo al salir de laconsulta; asentí por responder algo a esa vergüenza absurda, como si notuviésemosmal aliento por lasmañanas.Quizás lo que le abochornaba eraquebrar la armonía de nuestros cuerpos, el revolcarnos entre las piedras yfollarysentirnoslozanosdedieciochocontreintaymuchísimosyoyélconcuarenta. El antibiótico le bajó la fiebre, si bien no volvió a trotar conpachorra.Lasjornadassiguientes,porlamañana,luciófalsamenteanimoso,yloquesellevóalaplayanofueellibrosobreelcerebro,sinoelKindleconlas tesis de sus doctorandos. Se compró un periódico, y entre anotación yanotaciónleechabaalgúnqueotrovistazodevoto.Elperiódicoencarnabaelrelax.Sólolosdomingos,ytambiéncuandoestábamosdevacaciones,Ismaelsepermitíapasarlamañanaentreartículosdeopiniónynoticias,sinnadaqueanotarydandoriendasueltaasucuñadismoenelgesto,elcortadoprimeroylacañacuandollegabaalossuplementosdoshorasdespués,casisiempreenlaplazadelasComendadorassihacíabuentiempo,oenLePainQuotidieneninvierno, pidiendo entonces café americano porque le gustaban los tazonesparamojar el pan conmantequilla.Durante la semana sus lecturas eran lasobligatorias, especialmente ahora que la universidad se desmoronaba y élsiendoaúnprofesorasociado,con lazozobraante losañosque lequedabanparaobtenerunatitularidad.Esoledesencajabalacara.Yomehabíaretiradoatiempodelauniversidadapesardemidoctorado.Hacíamispinitosconelcine, y estrené un corto que ganó el premio de la secciónNuevasOlas delFestivalInternacionaldeCinedeSevilla.Ismaelnoacabódealegrarsepormipremio,yunanochemeconfesóquemicortometrajenolegustaba.Elcasoesque,comosi tuvieraquecastigarseporelestadode suboca, seacababadeponerconlastesisqueibaaleersealavueltadenuestrasvacaciones,yyomequedé dando vueltas en torno a su toalla, su sombrilla, su silueta pueril;vueltasqueenverdaderanhuidasalagua,puesnoqueríamirarelKindleconlastesis,nolasqueríaallíyalavezestabaagradecidaporquetampocoquería

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a Ismael entre las olas, su ritual enfermo envolviendo la inmersión, con lamiradatraspuestaakilómetrosdeluzybruma.Habíamosalquiladouncocheparahacerexcursionesynoestabaenmisplanesrenunciar,pasarmeelrestodelosdíasdurmiendosiestaspocodigestivas.AIsmael,consuindisposición,nohabíaquienleimpidiesetomarsusdescansos.Leechéunpocodemenoscuando,alaterceratardedesdequeseledescuajeringólaencía,arranquéelcoche para irme sola al Timanfaya, pero a la jornada siguiente deseé verlecabecearypalparseentre tanto laherida, sobre laqueechaba taponcitosdeOraldinesinaplacarelmalolor.Seponíanerviososimeacercaba;eraciertoque el hedor de la comida podrida bajo la carne no podía equipararse a laacidezdelalientoaldespertar.Elantibióticonohabíadevueltoalamucosaasu sitio. Había crecido, era una visera sobre la muela, por cuyo derredorasomabanlosrestospodridosqueIsmaelremovíaconunmondadientesyelantiséptico.Noalcanzaba a limpiarlabien, laprotuberancia seguía en carneviva,eldentistalehabíadichoquenosehurgara,peroélestabaconvencidode que si semetía el palillo con el desinfectante el aspecto ulceroso de suencíasóloiríaamejor.Contantoremoverlafetidezaumentaba.Yo,mientrasenfilabalacarreteradelTimanfaya,meloimaginabaconsuneurosis.Ismaelno contaría las horas que yo pasaba fuera porque le iban a faltar paraenjuagarse con Oraldine y encontrar en internet pájaros de mal agüero,incansablesnoticiassobreencíasdestrozadasytumores,envezdesoluciones.Yesque,¿porqué tienequecrecer lacarne?,¿noesunhecho insólitoquesólounmédicocertificaconnaturalidad?

Para cenar continuábamos yendo a Arrecife e Ismael pedía lapas. Laslapasseservíanenunasarténnegra;erancomoojosdeunbrillomateenunahabitación con las persianas bajadas. Yo probaba el molusco desconocidocomosiesperaraencontrarsignosdevida.Éldisimulabaapenasunansiaqueconquistabasucénitaldemorarmeconelbichoentrelosdientes,ycuandoalfinlodeglutía,selanzabaacomerconfuror.Yoatacabamibesugofrescodelamisma impudorosamanera, y sólo nosmirábamos tras dejar limpios losplatos.Enesosmomentosnonossoportábamos.Latensiónnodurabamuchogracias a que vaciábamos una botella de vino (Ismael se saltaba lascontraindicacionesdel antibiótico) y luegonos tomábamosgin-tonics enunbar del paseo, o nos los bebíamos en el hotelmirando la arenaoscura.Lasimágenes vía satélite de Google arrojaban noventa y nueve casas en PlayaQuemada.Meurgíaexplorarelpueblodenoche,conlascallesdesiertastanparecidasacarreteras.NadameimpedíaabandonaraIsmaelenlaterraza,consuginebraysuscavilacionessobresuheridamaloliente.Mesentíaincómoda

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conél,ycuandomeatrapaba laculpapornosercomprensiva, ledecíaqueestabacontentadenuestrafalsaboda.Nomentíaaldecirleaquello.Yonuncalehementido.Sinembargo,unadeesasnochesenlaqueélremovíasugin-tonic en la penumbra de la terraza seme ocurrió que nada cambiaría si enlugardepermanecerallímelanzabaalacalle,yesohiceconcuidadodequenosonaralapuerta,dequeélmecreyeraenelcuartoconsultandomicorreoelectrónico.Unavezfuera,nopudealejarme.Medetuvounmotivoegoísta:nopelearmeconIsmaelparanoestropearmiociosidad.Volvíalahabitación;élestabasobrelacamayselimitóaobservar:

—Noteheoídodecirmequeteibas.—Esquenotelohedicho.AldíasiguientecogíelcocheantesdequeIsmaelselohubierapensado.

La visera de carne sobre comida putrefacta no le imposibilitaba desayunartostadascontodoelsalchichóndelbufetyventilarse,paracomer,unafuentedepatatasconmojoyotradelapas.Yoevocabasanguijuelasmientrasloveíamasticarlacarneduradeesemoluscodespreciadoenlapenínsula,quecrudoteníaelmismoaspectoquelaencíaulcerada.MefuialTimanfayaacaminardescalza; a esas horas de la tarde no había apenas turistas.Me senté en lafaldadeuncráterpequeño;acontinuaciónanduvemásdeunahorasinperderdevistaelcoche,quenoaparquéenlaarenaportemoralapolicía.Lociertoesquetodavíanohabíavistoaunsolopolicía.Novalíalalógicadelaciudad,ni la del campo, y yo no sabía qué hacer conmimiedo.Algunos volcanesformaban pasillos de roca; junto con la piedra frondosa encontraba restosprocedentes del océano.Cuando el sol comenzó a ponerseme acomodé enaquellaarenadura.Entonceslasvi.

DespuésdequeIsmaelllevaradiezdíasuntandobabosasmarinasenmojoverde ya no había lugar para el error. Tal vez si nome repugnaran habríaconfundidoesasconchasconlasdelmejillón,oconrestosfósilesquelalavanohabíadevorado,pueslociertoesqueasomabanapenasdeltegumentogrisy extrañamente irisado de esa tierra que, lo juro, parecía agua de mar almediodía.Mehabíatumbadoenelsueloaescucharelsilenciodelavaseca,laquietuddelosconos,unacalmachichaquemehacíafabularconerupcionesinminentes.Mepuseaescarbar,conmismanosycontrozosderoca;heallíloquequedabadelaslapas,comosilosrestaurantesyloshotelesvinieranatirar las conchas al parque. Elmar no estaba tan cerca como para explicaraquellosrestos.Enlugardehogaresmarinosypiezasdebisuteríaplayera,yosiemprehevisto esqueletos en las conchas.Las tiendasde suvenires de lospaseosmarítimos,consuscollareshechoscontellinasysuscaracolas,seme

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antojancomerciosdehuesos.Cuandopego laorejaaunadeesascriptasenminiatura no oigo el sonido delmar, sino el espíritu delmolusco, su almapringosaresbalandoporelnácar.

Aunque en una isla pequeña nunca se está lejos de la costa, veintekilómetros eran demasiados.No temía la presencia de aquellas carcasas; loquemeaterrabaeraquelasconchasdelapahubieranpenetradoenlaencíadeIsmael. No tenía sentido; la infección, lo había asegurado el dentista, seexplicaba por un crecimiento de la carne. El facultativo dijo que el cuerpotiendearellenarhuecos,yqueavecesfalla.Cogíunaconchaylaarriméaminariz; al principio sólo olí a los volcanes, a su cuerpo rocoso.Luego olí alpodridodelabocadeIsmael,asuntoqueatribuíamiimaginaciónolfativaoamicansancio,ytambiénalaencíademifalsomaridocuandoelolordejódesersutilysetornóenunafuertepestilenciaquemeobligóadarmelavuelta,acreerqueIsmaelestabadetrás.Si imaginofantasmas,éstosnosonnuncadedesconocidos. Son de quienes más amo. Arrojé lejos la concha, y en misiguiente escapada renuncié a mi comunión con la tierra silenciosa. En sulugartoméla704hastaundesvíosinnombreparallegaralapartedecostadel Timanfaya. No había silencio porque las olas rompían contra losacantilados negros; bajé hasta la playa y pasé allí la tarde, entre piedra yconchas de todo tipo, tambiénde lapas.ElAtlántico rezumabaolor a algasestancadas,ymeagarréaaqueltufoparaexplicarmeloquehabíaacontecido.Me agarré sin convicción por tratarse de un giro argumental predecible;estabaclaroqueeseolordelasalgaseratansuavecomoeldelasortiguillasdeCádiz,mientrasquelabocadeIsmaelsólollamabaalabilis.

Esanochemifalsomaridomerecibióconojosbrillantesqueretozabanenlaoscuridaddelahabitación.Lasventanasestabancerradas,comosiIsmaelestuviera preservando el cuarto de la solana del exterior, omejor: como siquisiera resguardar su nuevo olor. Fuera ya había caído la fresca, lo queacentuabaelbochornoyelhedordesuboca.

—¿Porquécierrasasí?Mesonrióporencimadelapantalladesuportátil.Susojosmerecordaron

agrillos.—Perdona,nomehabíadadocuenta—medijo.Noevitélaviolenciaalabrirlasventanas.Lasabrídeparenpar,incluida

la del baño, como si quisiera arrancarlas del marco. Ismael no se inmutó;pendíadesusbúsquedaseninternet.Meduchéydespués,enlugardeirnosaArrecife, nos quedamos en el hotel. Sólo fui capaz de comer la sandía defueradetemporadadelbufet,yalvolveralahabitaciónélcontinuabaconla

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miradadeinsecto.Seacercóymediounbesoconlengua,elprimerodesdequeselehabíafastidiadolaboca;notuvoapuroenecharmeelalientonilasaliva,yyohiceunmovimientoderetrocesoparabajaralcuelloyseguirporotraspartesdelcuerpomenosapestosas.Ismael,sinembargo,measiólacaracondelicadezayvolvióaplantarmesuboca.Empezóuna seriedemorreosextraños, sobre todo por losmovimientos de sus carrillos, concentrados enestimularlasglándulassalivaresparapasarmeellíquidopútridoqueasuvezmehacía salivaramí.Trasdoso tresamagosdevomitar,misespasmossetornaronmásleves,ytambiénlaslágrimas.Nollorabadeemoción,sinoporlas contracciones de mi diafragma. Los espasmos me ponían roja y meahogaban.

—Siparovaavolveradartefuerte—mesusurróIsmaelconunadulzurarara,meditativa;conunsosiegoparecidoaldeuntemplotraselrezo.

Volvióaponersubocasobrelamía.Traguésalivahedionda,ynotuvelaimpresióndeestarsiendobesada;másbienhacíaelamorconlabocaporqueel ser que había junto a mí no podía copular de otro modo. Cuandoterminamos, Ismael pasó al baño a lavarse la encía con su acostumbradaescrupulosidad, lo que en ciertomodome relajó. Se acostó tras chupar dosláminasdeclorofila,ysubesofueseco,apretado,celosodequelafetideznovolvieraaescapársele.Estuveapuntodedecirlequeporquénoadelantarelviaje,aúnquedabaparalavueltaysucarnenoteníavisosdemejorarapesardequeyanohabíafiebre,peropenséenlasvacacionesqueteníapordelante,enlasquenomeveíajuntoaIsmael,sinocaminandoporelTimanfaya.Noespeculésobreloqueacabábamosdehacer.Habíasidocomounasiestaconpesadillassobrelasquenohayconclusionesquesacarporquesehaolvidadosucontenido.Tansóloseflotaenlasensación,yesoesloqueyohacía,flotarmientrasmerecreabaenlosdíasquemequedabanenLanzarote.

AlajornadasiguientenomefuialTimanfaya.Noqueríatoparmeconlasconchas,ysabíaquealponerunpieenelparqueibaaagacharmeyaenterrarla mano para buscarlas.Me pesaba no andar ya con tranquilidad entre losvolcanes.Habíasentidoquemispulmonessedilatabansobreelterreno,yqueesacomunióndemiórganoconlatierrameibaaseryaimprescindiblepararespirar.EnLaGeriame toméun tintoycaminé,vigiladapor lamesonera,entrelosmurosenformadeherraduradondecrecíanlasvides,conlosrestosdecenizausadoscomoabonoformandounapelículamásclaraqueelterreno,delquesalíancepasconhojasverdes.Adquiríunabotelladevinocuandocaíenlacuentadequenohabíacompradonadaentodoelviaje.DeLaGeriamefuiaAsomadayvaguéunratobajounsolpesadoparaserfebrero,entrelas

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casitasdeblancointenso,quemedabanenvidia.Laluzerapuroestruendoypercutía en mi sistema nervioso de una forma placentera, vital, aunque enverdad lavidaallídebíadesermelancólicayporesomegustaba.Saqué laguíaturísticayoptéporunpueblomásurbano,SanBartolomé,dondepaséelrestodelatardecontemplandocómolosvecinos,vestidoscontrajestípicos,paseabanalsantodeunaermitaaotra.Yoeralaúnicaturista.Volvíalhoteldenoche,ynosupesilosojosdeIsmaelseasemejabandenuevoalosdeuninsectoenlaoscuridad.Saquéloslicoresdelanevera,pequeñasbotellasquese tiznarondevaho.EnSanBartolomémehabíapertrechadodeembutidos.Dije:

—Hoycenamosaquí.ComimosybebimoselvinodeLaGeriaconparsimonia,sentadosenla

cama;lasventanasestabanabiertasylateleapagada.Hacíacalor,elairedelahabitaciónolíaalpodridodelabocadeIsmael,ynoencendíamoseltelevisorporque no habríamos sabido qué ver. Ismaelme expuso sus planes para laboda.Dijo«boda»yno«boca»,peroyomeempeñéenentenderquehablabadesuboca,yalmismotiempopenséennuestrafalsabodacondesazón.Noerasufalsedad loquemedesasosegaba,sinoqueparecíahaberacaecidoenunaépocalejana,inclusonohaberocurridonunca.Labocaeraloúnicoreal,y los planes de boda de los que me hablaba Ismael se me antojabaninstruccionesprecisasparalacorrectahigienebucal,sacadasdeinternetenelintentodeaveriguarcómodestruirlosrestosdecomidabajolasencías.«Perotengoquedecirtealgomás»,añadió,yapenasmediotiempoalaexpectación,yaquecasisinrespirarmesoltó:«Meestoyconvirtiendoenuninsecto».Nopudeevitarreírmeacarcajadas,eIsmaeltambiénserio,aunquesindejardehablar.«Noescarnesóloloquehaysobrelamuela.Telojuro».Sesentóallado de la lamparita, y abriéndose la boca dijo: «Mira». Casi le metí lalámparaentrelosdientes,pueslasparedesdeloscarrilloshacíansombra;enefecto, lo que había bajo la visera de mucosa no era únicamente la muelapobretonaysuciaporlosrestosdealimentosqueIsmaelnoterminabanuncade sacarse. Había asimismo otro tipo de tejido que recordaba al apretadocaparazón de los escarabajos. Contuve la respiración; el olor parecía hoyespecialmentefétido,ypasabaalaspapilasgustativascomosienlugardeporlanarizhubiesepenetradoporlalengua.Laexperienciadeldíaanteriorhabíadomeñadomisarcadas.

—Debendeseralimentoscristalizados—comentécontotalsinceridadycomo si llevara una vida entera usando ese término que acababa deinventarme,«alimentoscristalizados».

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Estaba asustada no porque creyera que se estaba convirtiendo en uninsecto, sino por la normalidad con la que yo asumía mi declaración. Nosmiramosysupequesentíamoselmismomiedo.Ismaeldijo:

—Mejornopensarmucho.Me dieron ganas de replicarle que no había nada que pensar, y que

ningunaWikipedia ni ninguna página web iban a aclararnos las dudas pormásqueélsesumergieraeninternetparaarañarconocimientosobresucarnecorrompida.Probablemente lahipótesisdequeseestabaconvirtiendoenuninsecto venía tras mucho investigar por el mundo virtual. Ismael nuncaconcluíanadaalaligera.

—Loquemeimportaahoraescasarmecontigodeverdad—sentenció,yyanoerauna«boda»dondeyopodíaentender«boca».

—Laotravezquetepasólodelaboca—contestéapesardetodo—,secalmabaconelhelado.¿Teacuerdas?Siaplicabasfrío,lainflamacióncesaba.Eldentistatambiéntelodijo.

—Noteestoyhablandodeeso—merespondió.No insistí. Él se alejó de la lamparita. Aunque habíamos tomado ya el

postreynosestábamoshaciendocubatasconloslicoresdelminibar,sacódela nevera un táper. El movimiento de Ismael había perdido su gesto devacilación, esa lentitud inicial, tan suya, indicadora de su temperamentomeditabundo.Sudesplazamientoalaneverafuesemejantealaprestezaconlaquelascucarachashuyencuandosesientenacorraladas.Eltáperconteníalapasfríasconmojo.

—¿Dóndehasconseguidoeso?—lepregunté.—Sonlosrestosdelacomida.—Voyadarmeunpaseo—ledijeantesdequeescogierauna lapapara

sorberla, y al salir supe que lo dejaba ahí desamparado con sus planes deboda.

Las calles tenían un aspecto desvencijado. Caminé no sé por cuántotiempodescalzasobreelasfaltosinnotarlaraspaduradeloschinatos.Elbardonde solía desayunar estaba abierto, y en una pantalla en la que no habíareparadodurantelamañana,yqueocupabamediapared,dabanunapelículadeStevenSeagalsinvolumen.Elcamareromesaludóynopudeevitarciertaincomodidad. Aspiraba a que nome hubiese reconocido. Por las mañanas,despuésdelbaño,mepresentabaallíconmisgafasdesol,unpareoyelpeloenunmoño; si sabíaquiénerayo, esquenohabía tantadiferenciaentre irengalanadayandarreciénsalidadelaguaconlacarallenadesalyelcabellodecualquiermanera.Mesentéconlaardienteconcienciadelainutilidadde

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misarreglos;enelmostradorhabíalapas,yaunqueibadispuestaabebermeeltercercopazodelanoche,lacarnedelmoluscomeabrióelapetito.Llevabadíasdurmiendomal,comiendomal,ysóloahoraloreconocía;ademásnoeraculpa de Ismael que nos hubiésemos quedado en el hotel en lugar de ir aArrecife.

—Quierounaslapas—ledijealcamarero.—Estánmuyricas—merespondió.Extrajo del mostrador refrigerado la bandeja con los bichos crudos y

desapareció en la cocina.Mientras preparaba las lapas, nomiré el calmosomar,sinolacantidaddemoscasdeaspectoinvernalquehabíaenelexpositorrefrigerado;esasmoscasdebíandeestarcongeladas,lomismoqueIsmael,omásbien:Ismaelpodríacongelarseaesamismatemperaturaqueservíaparamanteneralaslapasaresguardodelasbacterias,sibiennadameasegurabaquelasmoscasestuviesenheladasynosimplementemuertas.Enesteúltimocaso,supresenciaquietayperfectasobreelcristalseexplicaríapor la roñaadherida.Lasmoscas se habían posado sobre el vidrio y luegono lograrondespegarse.Comími bandeja de lapas sin queme asqueara su connivenciaconloscadáveresdelasmoscasniconlaenfermedaddeIsmael,ymefuidelbarconunporróndeconosdefresayvainilla,queeranlospreferidosdemifalsomarido; corrí hasta el hotel conun temor atroz a que sederritieran, ycuando Ismael mirómi cargamentome dijo queme habría costadomenostraerlosdelbufet,dondeerangratis.

—Come—ledije sinatendera suobservación,ymepuseavigilarquemasticara con la parte de la carne podrida; algo en nosotros se relajabaconformeelhedorsemezclabaconelsuavearomadelavainillaylafresa;nomepregunté,e Ismael tampoco,porquénohabían tenidoesemismoefectoloschiclesextrafuertesdementa,nilasláminasdeclorofilaespecialesparaelmalaliento,nilosmejunjesparalaboca.

Al rato le pedí que me enseñara aquel pedacito de encía. La extrañacáscara estaba cubierta de helado sin derretir, que no se mezclaba con lasalivayqueeracomolasmoscasdelmostradorrefrigerado:sabíaguardarlacomposturaen suprocesodedescomposición.Me sentí triunfal, y creoqueIsmaeltambién,apesardequenopodíapasarseeldíacomiendocucuruchosy que el efecto era pasajero. A la jornada siguiente, tras un almuerzo conpostredechocolateyavellanaentarrina,tuvevalorparavolveralTimanfayayhundirlasmanosenlaarenaenbuscadelasconchas;hacíamáscalorqueotrasveces,latierraseveíaclausurada,todomeparecióteñidodenostalgiayno encontré nada donde debían de estar las conchas, salvo la arena que yo

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habíaremovido.Metumbésobreelmontículo,peguélaorejaalterreno,porprimeravezpenséseriamenteenlosplanesdeIsmaelparalaboda,enatraerunamalasuertemásreal.Dejéquelacalmameenvolviera.

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LAADIVINA

Hassalidotúenlatiradadecartasdeuncliente.Noentiendonada.Llámame:8034550930.

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EstabadesayunandoenelVienaCapellanes.Pensóensielhombrequehabíaacudido a la vidente sería el que ahora, sentado frente a ella, mareaba unzumoyuncaféconleche(alternabaelzumoyelcafédeunaformapautada,comosipersiguieraalgúnefectodesabor,oquizásdesalud).Enrealidadnolo pensó, sino que superpuso elmensaje de la vidente a lo primero que seencontró. Y resultó ser un hombre que la miró varias veces, y nodistraídamente. Era posible que su atención se debiese a que ella tambiénhabíacomenzadoafijarseenél,yqueambostratasendesacarconclusionessobre sus miradas. Tendría que ocurrir algo más para que el asunto secompletara,porejemploqueélacudieraa sumesay ledijese:«Estuveconunaadivinaquemedijoqueibaaconoceraalguienmientrasdesayunaba».Elhombresepusoenpie.Sehabíadejadounculodezumo.PagóenlabarrayseperdióporlacalleFuencarral.

Me sale un viaje corto en el que se aclararán muchas cosas. Lo miramos ahora. Llámame:8034550930.

AgarróelcocheysaliódeMadrid.Alomejoreraeso.Nosólonotomarseenseriounosmensajesqueprobablementehacíaunamáquina(¿alguiendesuentorno,clasemediavenidaamenos,podíanoestarsegurodeello?).Nosóloelnotomárselosenserio,sinotambiénreconocerqueelrastrodesupersticióninvitaba a abrir un hueco tan remoto como el que en su caso había paraafirmarlaexistenciadeDios.Esehuecoqueequivaleanosersoberbia.Siselootorgabaalaimaginación,oaldeseo,elhuecoseharíatodolograndequequisiera,hastageneraralgo,comoporejemploqueellacondujeseahora,quehubiera pasado el Escorial, que subiese hasta Zarzalejo quitando el pie delacelerador porque una densa niebla cayera por la falda de la montañaemborronandoalgunostramosdelacarretera.Hacíamuchoquenotomabaelcocheparadeambularsin rumbo.Lohabíahechootrasvecesconparejas,yeramejorcuandoconducíanellos,porqueparaperdersepreferíanotenerqueestar atenta. Embarcarse en un viaje corto en el que se aclararán muchascosas. ¿Era su excursiónunviaje corto?, ¿hastadónde tendríaque llegar, ycuántas horas debería permanecer en el lugar, para que su vagabundaje

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equivalieraaunviajecorto?¿Yquécosasdebíaaclarar?SesentóenunbardeZarzalejo,conunalibretayunbolisobrelamesa,alladodeunaestufayanteundescafeinado.Erandesde luegomuchas lascosasquedebíaaclarar,peroningunaposeíalaurgenciadelmensajedelavidente.Esemensajealudíaaproblemascuyasoluciónrequeríanoaplazarse.Porejemplo,quedecidieraprescindir de socios para montar su empresa de servicios editoriales. Sinembargo,losproblemasqueapuntabaensulibretanoerandeestetipo,sinode largo aliento, difusos, objeto de esa clase de disquisiciones en las quealguien,quizásellamisma,argüíaquesetratabadelanaturalezadelascosas,odesimplesinercias.Veíaentonceselsalóndesuinfanciaenpenumbra,unatelevisiónquellevabahoraspuesta,untedionarcótico,violento.Dospersonasmarchitándose frente a una pantalla. Luego, el lunes por lamañana, tras laexasperantequietud,esasdospersonasseibanasustrabajosyregresabanconaire fresco y otros ensimismamientos que los lanzaban lejos del abismo yhacían que la estancia en ese sofá frente al televisor de diez a doce de lanoche fuese un simple descanso, una parada antes de volver a proyectarse.Algunosfinesdesemanaevitabanelsofá.SemetíanenelVolkswagenPassatyperegrinabanporotrasprovincias,yésaeraunaformaamabledealejarse,demantenerseenlacontemplacióndeotrasrealidades.Ella,lahija,ibaenelasientotraseroconunwalkman.Tambiénensuspropiosparajes.

Seguía siendo un misterio por qué una computadora que mandabamensajesalazarteníasunúmerodeteléfono.

¿Ysiellasehubieseacercadoalamesadelhombreylehubieradadounpapelconsue-mail?

Cuandotirotuscartasmesalesiempreunconflictoentretrespersonas.Unadeellassevaarendir.Llámame:8034550930.

Zoeerarubia.Cuandolavioporprimeravez,estimóqueseríamejorquese tiñera el pelo de un tonomás favorecedor en lugar de ese rubio oscurosucioceniza,peoraúnqueelrubiohistéricoquedaaspectodebombillaoderotuladorfosforescente,yquesólolessientabienaalgunasmujeres.LacaralebrillabaaZoecontantacrema.Suroparecorríalagamadecoloresquevandelmarrónalbeige.Eraunaseñoramarrón.Leíanovelasrosas.NolepegabaelnombredeZoeycorregíadelantedeella,quehabíaaceptadoesetrabajodemierda. Llevaba medio año en el que escaseaban las colaboraciones y unamigolecomentóqueibaadejaruncurrodebecarioconsistenteenmeteruncatálogoenunExcel.DetestabaelExcel,peropordoshorasdiariasdemartesa juevesganaba trescientos euros almes.Doce con cincuenta euros la hora

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por ese trabajo demierda.Muchos le dijeron que ése no era un trabajo demierdaporquepodríaestarpeorpagado,peroparaellasíloera.LamesadeZoeestabaenfrentedelordenadordondeseguardabaelExcelquerellenabaprocurandonoconfundirlaslíneasysaltarselasobrasdeuncatálogodondela mitad de los títulos eran autoedición y la otra mitad estabansubvencionados.Lamayoríadeloslibroslosfirmabanhombres.Setratabadegloriaslocalesodeexcatedráticosmayoresdesetentaaños.Porejemplo,unodeloslibrossetitulabaEselolivoañosoycrepusculardeljienenseBernabéGómez,nacidoen1937,catedráticodeinstitutoenJaén.EllibrolofinanciabaelAyuntamientodeTorredonjimeno.

Zoe era la correctora que más sabía. Recitaba de memoria algunasentradasdelManuelSecoydelPanhispánicodedudas.Asuderechaestabala segunda correctora, María Isabel, morena, entrada en carnes y con unaindumentariaquehacíapensarendomingosporlamañanaenunaparroquiadel barrio de la Estrella. También leía novelas rosas. Durante la jornadalaboral,ambasenmendabangaleradasdeprofesoresjubiladosdeFilosofíadelaComplutenseodelaAutónoma,ydepoetasquehablabandedepresionesynostalgiasbajolasencinasdesusterruños.Devueltaacasa,enelmetro,leíansus novelas rosas. Zoe era espectacularmente buena cazando gazapos. «Sitengotiempo—medecía—,lesescriboantesdeacostarmealoseditoresdeloslibrosqueleoparaseñalarleslaserratas».MaríaIsabelsedesplegabalentay torpe, y tenía cara de ofendida. Fue ella la que buscó el pretexto parasentirseagraviadaconlanuevaencargadaderellenarelExcel.«Elchicoquehabíaantesquetúeramuydivertido—ledijoundía—.Noscontabahistoriasde sus novias, y nosotras le aconsejábamos». Ella sonrió por cortesía.EntendíaqueaZoeyaMaríaIsabellasaburriese.Nolescontabanuncanada.Llegaba silenciosa y se iba sin soltarmás palabras que las necesarias parasolventar alguna duda. Su juicio sobre las correctoras debía de atravesar suexpresión y la manera esquiva que adoptaba su presencia allí. Con laadministradora tenía otra actitud. La administradora era la única con uncontratoblindado.Noleíanovelasrosas.Alomejornoleíanada.Llevabaelpelocorto.Eraalta,devozligeramentemasculinayseductora,yvestíacomouna monja. A veces le tentaba preguntarle si pertenecía a la InstituciónTeresiana,perotemíaofenderla.SellamabaPaz,ynomostróenfadocuandoMaríaIsabelladenunció.Lapalabra«denuncia»quizásseaexcesivayhayaquecambiarlapor«chivarse».MaríaIsabelsechivódequeensufacturaporveinticuatro horas mensuales ponía trescientos euros. «La nueva nos estádandogatoporliebre»,imaginóqueledijoMaríaIsabelalaadministradoray

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aljefeantesdequeellallegaraalaoficina.Cuandoencendióelordenador,lacorrectorafuehastasumesaylesoltó:

—Tus facturas estabanmal.Has estado cobrando trescientos euros y tutrabajoesdedoscientos.Estabascobrandoporhoramásqueyo.

Ellanosabíaquesutrabajoeradedoscientosynodetrescientos.Debiódeentendermal,dijo,ynomintió.AMaríaIsabelaquellodequelabecariacobraramásqueellaporhoraleparecíaunargumentodefinitivoeinapelable,apesardequenoteníaquepagarautónomosporqueestabacontratada.Ellarazonóque si aquel trabajo demierda fuera su única fuente de ingresos, nisiquiera le daría para los autónomos. Con todo, se sintió culpable. AhoraMaríaIsabelteníamotivosparalucirunaexpresióndeofensapermanente,ytambiénZoelamirabacondesconfianza.Ambaspreferíanfavoreceraunjefeque las explotaba y al que odiaban antes que a una pringada. Sólo Pazmantuvo su hermetismo de siempre. Quizás tampoco la juzgabafavorablemente,peronolomanifestaba.Puedequesetratasedepuraysimpleindiferencia.

Aguantóunassemanasmásyluegolesdijoqueseiba.Suúltimafacturafuedecieneuros.

Cuando tiro tus cartasme sale siempre un conflicto entre tres personas.Unadeellassevaarendir.

Sehabíarendidoella.Tambiénpodíabuscarotrosproblemas,peroseríanvagos.Pequeñosepisodiosdecelosentreprimas.Sospechasdetraicionesmínimas:unamigolecontóaunterceroalgoque

ellalehabíaconfiado,evidenciandoquenoleguardabasussecretos.Suspadresyellahuyendodelapenumbradelsalón.¿Estaba haciendo con ese mensaje de la adivina lo mismo que cuando

calzó en su biografía un viaje corto, sólo que de una manera más sutil,dándoleunnuevosentidoasusrecuerdos?

Desesperadamente llorando por ti lo veo día y noche. Ya sé que no me crees. Llámame:8034550930.

Nosepusoabuscarquiéndesuhistoriasentimentalestaríallorándolaporlasesquinas.Eratambiénestavezmástentadorgeneraresarealidad,aunquenoibaaintentarloconningúnhombre.Fueaverasutíaylepidiólasllavesde la casa de su abuela, muerta hacía tan sólo dos meses. Se compró uncachorrodegoldenretriever,lometióenelcocheycondujohastasupueblo.El cachorro iba en el asiento de al lado moviendo alegremente el rabo y

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dándolelametonesenlamanocadavezquecambiabademarcha.Alllegaralacasafamiliar,llenóunbaldeconaguayotroconcomida,ylospusoenlacámara.Luegosubióalperroaaquelespacioviejoqueaúnolíaalagrasayalasalde los jamonesquesuabuelocuraba.Dejóencerradoallíalcanhastacompletarundía.Elperronoparódegemiryellaapenasdescansó.Paranooírlo,recorrióelvalleconelcoche.Caminódurantedoshorasporunencinar.Subió a un castillo en ruinas. Paró en tres bares de carretera. Por la noche,puso a todo volumenmúsica de grupos a los que no había vuelto desde laadolescencia:Slayer,CradleofFilth,BlackSabbath,TheatreofTragedy.Devezencuandoparabalamúsicaparaescucharlosaullidosdelperro.Eraunmartes de febrero; la casa de su familia ocupaba una manzana, y el únicoinconveniente era que los lamentosdel cachorro llegaranhasta la calle.Sinembargo,ningúnvecinoparecíahaberavisadoasustíosdequesalíanaúllosde la casa. La cámara estaba bien aislada del exterior. A las cuatro de lamadrugada,cuando los lloros sevolvieronmás tenues,barajó laposibilidaddeencontrarsealcachorromuerto.Bebiómáscervezaynovolvióabajarlamúsicahastaqueelsolnoestuvobienalto.Alsubirlasescalerasdelacámaraestabademasiadoborrachaparasentirmiedo.Abrió;elcachorrocorrióhaciaella. Seguía moviendo la cola, aunque se le veía débil. Quizás era sólodesorientación.Habíavomitadoelpiensoytiritaba.

Losmilagrosylavidenciaexisten.Perohaymuchocuentistasacaperras.TepropongoelTarotdeverdad.Llámame:8034550930.

Leasombróqueelúltimomensajefueseunameraconsideraciónsobrelavidencia.Noesperabanada,nuncahabíaesperadonadadeesosmensajesquesin embargo le resultaban extrañamente apropiados, pero no sólo porque seadaptaranasucontextoolallevaranacrearotros,sinoporquemanifestabansupropiasombra.Esasombralerecordabaalasuya.Eracomolafotografíadeunacarreteradelasafuerasdelaciudad,denocheybajolatormenta.Ahíestaban sus temores infantiles. De niña se ponía de rodillas en el asientotraserodelcocheymirabaporelcristal,conlalluviacayendo.Lasgotaseransúbitamente apartadas por el limpiaparabrisas, y entonces los vehículos quehabíadetrásdeldesuspadrescobrabanunaformaprecisa,quedurabaunossegundoshastaqueelagualadeshacía.Enaquelborrónextendidohaciaunaoscuridadribeteadadelucessecifrabasumiedo,ynopodíaapartarlavistadeél.Alosinfantesnoselesponíacinturóndeseguridad,ylasdistanciaseransiempre más largas porque las carreteras tenían dos carriles y estaban malpavimentadas.Peroloquedecíamosesquelosmensajesdelavidentequele

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llegabancon regularidada sumóvilmanifestaban supropia sombra.Yesteúltimomensajeleveníacomoanilloaldedoalaideaquedesdehacíamesesbarruntaba.Unavezquehabíadesechadocualquieratisbodefeeinclusolasganasdeseguirjugando,milagrosamenterecibíaunmensajequeeracomolaúltimapromesadeunnovio infiel.Teprometoqueyano loharémás.Losmilagrosylavidenciaexisten.

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AGRADECIMIENTOS

ARubénBastida,MaríaLynch,RecaredoVeredas yAlbertoOlmos por lalecturaatentaylassugerencias.AlaResidenciadeArtistasRoquissarporeltiempo.

El cuento «La isla de los conejos» está dedicado a Sancho Arnal,verdaderoinventor.

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ELVIRA NAVARRO (Huelva, 1978) estudió Filosofía en la UniversidadComplutensedeMadrid.Hapublicadodoslibroscomplementarios,Laciudaden invierno (2007) y La ciudad feliz (2009), así como la novela Latrabajadora (2014). Es también autora del blog Periferia(www.madridesperiferia.blogspot.com),unworkinprogresssobrelosbarriosdeMadrid.SuobrahasidogalardonadaconelPremioJaéndeNovelayelPremioTormenta almejor nuevo autor, y quedó finalista delPremioDulceChacón de Narrativa Española. En 2010 fue incluida en la lista de los 22mejoresnarradoresenlenguaespañolamenoresdetreintaycincoañosdelaprestigiosa revistaGranta. En 2013 fue elegida una de las voces españolascon mayor futuro por la revista El Cultural, y en 2014 la misma revistaseleccionósuobraLatrabajadoraentrelasdiezmejoresnovelasenespañoldelaño.Durante2015ejerciódeeditoradelselloCaballodeTroya.

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