La investigación educativa en las Escuelas Normales

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La Investigación Educativa en las Escuelas Normales del Estado de México (Una aproximación) ISBN: 978-607-495-208-7

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La Investigación

Educativa en las Escuelas

Normales del Estado de

México

(Una aproximación)

ISBN: 978-607-495-208-7

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La Investigación

Educativa en las Escuelas

Normales del Estado de

México

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Germán Iván Martínez Gómez María de los Angeles Santos Rojas

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DIRECTORIO

Dr. Eruviel Ávila Villegas Gobernador Constitucional del Estado de México Lic. Raymundo Edgar Martínez Carbajal Secretario de Educación Act. Ernesto H. Monroy Yurrieta Subsecretario de Educación Básica y Normal Profr. José Regino López Acosta Director General de Educación Normal y Desarrollo Docente Mtro. Gabriel Cruz Malpica Director de Formación y Actualización Docente Profr. José Luis Pérez Tovar Subdirector de Educación Normal

ISBN: 978-607-495-208-7

Primera edición: 2012 © Germán Iván Martínez Gómez © María de los Angeles Santos Rojas La investigación educativa en las Escuelas Normales del Estado de México (Una aproximación)

Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico

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PRESENTACIÓN

a ciencia es un tipo de saber o conocimiento que pretende explicar la realidad. La explicación de la realidad brinda la oportunidad de conocerla,

comprenderla e intervenir, mediante su transformación, en ella. Asimismo, la tecnología, como conocimiento científico aplicado, evidencia la habilidad y la destreza para usar el saber científico a favor de los requerimientos sociales más inmediatos. De esta forma, ciencia y tecnología son actividades propiamente humanas que, constituidas como saberes teórico-prácticos, dan pie a la interpretación del mundo y, lo que es mejor, a su posible mejoramiento.

Por ciencia no debemos entender sólo al producto que emana de las llamadas disciplinas duras. Dentro de ella se hallan también las denominadas ciencias blandas, sociales o del espíritu. Así, la investigación, como una inclinación consciente hacia el conocimiento, engloba todo el quehacer humano con el único fin de contribuir, mediante la generación, promoción y difusión del saber, en la comprensión de un mundo dinámico y cambiante que es copartícipe de las grandes revoluciones en el ámbito de la técnica y la tecnología, pero que también vive momentos propicios para la reflexión y el análisis crítico.

Consideramos la investigación como el proceso más formal, sistemático e intensivo de llevar a cabo el método científico del análisis. Comprende una estructura de investigación más sistemática, que desemboca generalmente en una especie de reseña formal de los procedimientos y en un informe de los resultados o conclusiones. Mientras que es posible

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emplear el espíritu científico sin investigación, sería imposible emprender una investigación a fondo sin emplear espíritu y método científico.1

Esto quiere decir, entre otras cosas, que la investigación va más allá de una mera indagación voluntaria; requiere vocación, rigurosidad e intencionalidad. La investigación es una forma muy precisa de emplear el pensamiento.

1 J. W. Best, Cómo investigar en educación, p. 7.

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LA INVESTIGACIÓN EN LAS INSTITUCIONES DE

EDUCACIÓN SUPERIOR

Desde su nacimiento, las Instituciones de Educación Superior (IES) tienen, como uno de sus objetivos más importantes, realizar investigación científica. Y el apoyo a esta actividad, se establece en la fracción V del Artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que dice textualmente: “Además de impartir la educación preescolar, primaria y secundaria, señaladas en el primer párrafo, el Estado promoverá y atenderá todos los tipos y modalidades educativos –incluyendo la educación superior– necesarios para el desarrollo de la Nación, apoyará la investigación científica y tecnológica, y alentará el fortalecimiento y difusión de nuestra cultura”. En la fracción VII de dicho artículo, se establecen como funciones sustantivas de las Instituciones de Educación Superior, “educar, investigar y difundir la cultura”.

Pero responder sobre la finalidad de la investigación científica no es un asunto sencillo. Generalmente se ha entendido que la investigación científica debe atender los requerimientos actuales y contribuir, eficazmente, en la resolución de los grandes problemas nacionales; sin embargo también existe la idea que sólo debe favorecer el avance del conocimiento. Independientemente de estas posturas, lo que es cierto es que la investigación científica se ha convertido paulatinamente, y como bien dice Carlos María de Allende, “en una actividad institucionalizada, sistematizada y planificada”.2

La institucionalización, sistematización y planificación de la investigación que alude este autor, responde al interés

2 Carlos María de Allende, La investigación científica en México, ANUIES, Temas de Hoy en la Educación Superior No. 6, México, 1995, p. 5.

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de formar profesionales cada vez más capaces y competitivos; Asimismo, refleja el interés de las IES por lograr una mayor calidad y habilitación laboral. Para ello, el análisis de los contextos económico, político, cultural e ideológico, tienen una importancia prioritaria; pues son éstos los que dan la oportunidad de sentar bases sólidas en lo que respecta a la implementación de programas y proyectos académicos, de investigación y desarrollo institucional, así como de otros que se abocan al mejoramiento del profesorado.

No obstante lo anterior, la investigación científica se ha enfrentado a una serie de obstáculos que han impedido su desarrollo a plenitud; entre ellos destacan dos: 1º la falta de coordinación de sus actividades y 2º la disminuida y deficiente vinculación intra e interinstitucional entre las instancias que participan en la formación de futuros investigadores y los centros de investigación mismos. De igual forma y pese a los notables esfuerzos de diversas instancias e instituciones, prevalece aún “la indefinición e imprecisión de políticas, normas y criterios que sustenten líneas institucionales de investigación”.3 En el primer aspecto es necesario contar, primeramente, con un marco normativo preciso. Es deseable que la investigación científica en México cuente con un marco jurídico que sustente sus fines y naturaleza y, en general, oriente el desarrollo de sus funciones; éste, debe estar integrado por ordenamientos claros y suficientes, además de coherentes, consistentes, completos y actualizados. La normatividad constituye una guía en el proceso de toma de decisiones, delimita los ámbitos de competencia de las instancias involucradas al asignar claramente las responsabilidades y las formas de operar por cada uno de los que participan en la organización.

3 Ibidem, p. 14.

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En el segundo rubro se debe señalar que las IES fincaron el desarrollo de la investigación y los programas de postgrado siguiendo el camino de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con institutos de investigación separados de las facultades. Esto ocasionó, entre otros problemas, que la descentralización educativa no se diera simultáneamente con la formación de recursos humanos (investigadores, técnicos, profesionales, administradores, etc.), lo que originó un desequilibrio notorio. Para resolver el problema de la escasa vinculación interinstitucional, es importante impulsar el trabajo en equipo; promover la colaboración inter y multidisciplinaria; favorecer los vínculos interinstitucionales tanto a nivel estatal como nacional e internacional y, finalmente, articular el trabajo de los investigadores y de los grupos de investigadores con los requerimientos del campo de especialidad,4 proporcionándoles los medios necesarios e indispensables para socializar los conocimientos que generan.

Como podemos ver, urge consolidar una política en materia de ciencia y tecnología5 que se traduzca en más y mejor infraestructura científica y tecnológica, y mayores recursos para las Instituciones de Educación Superior con los que puedan dar mayor impulso a la investigación y el desarrollo tecnológico. De igual forma, resulta fundamental la existencia de sistemas y mecanismos de funcionamiento institucional que apoyen y aseguren el reconocimiento del trabajo del científico-investigador.

4 Teresa Pacheco Méndez, La organización de la actividad científica en la UNAM, CESU-Porrúa, México, 2000, p. 131. 5 Es importante advertir que el encargado de definir la política de Estado en

materia de ciencia y tecnología es el Consejo General de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, de acuerdo con la Ley de Ciencia y

Tecnología aprobada por el Congreso de la Unión en 2002, pero lo que urge

la materialización de dicha política y su traducción en acciones concretas que favorezcan e incentiven la investigación científica.

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Cabe señalar, por otra parte, que otro de los graves problemas que enfrentan las IES tiene que ver con la relación investigación-docencia. Ésta se encuentra desvinculada y provoca que los proyectos de investigación y los programas académicos no tengan el impacto original con el que fueron pensados. A eso sumamos el factor financiamiento. Éste, proporcionado de manera tradicional es, según algunos estudiosos del tema, la causa de la crisis de la Educación Superior no sólo en México sino en América Latina.6

Un reto actual y urgente lo constituye el hecho de generar verdadero conocimiento. Pero no un conocimiento desvinculado de la sociedad sino que parta de ésta y se traduzca en soluciones. “La investigación, como se concibe aquí, no es una virtud, sino una actividad profesional, es decir ‘de grupos basados en el conocimiento’, para lo cual se requiere financiamiento y, además, que esa actividad comunique sus resultados mediante publicaciones que atraviesen por un mecanismo de dictaminación de otros científicos (pares)”.7

Por lo que respecta al postgrado, éste debemos entenderlo como “una de las estrategias de socialización de la investigación y, al mismo tiempo, como una forma determinada de educación superior [que] es un factor de diferenciación vertical”.8 Lo anterior, porque el postgrado responde por una parte a la profesionalización de la

6 Ciro Murayama Rendón, El financiamiento público a la Educación

Superior en México, ANUIES, Temas de Hoy en la Educación Superior No. 18, México, 1995, p. 24. 7 Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación

Superior, Región Centro Sur. Grupo de Trabajo de Investigación y Posgrado, La investigación y el posgrado en la Región Centro Sur de México

(Formación de redes regionales de conocimiento), Documento de trabajo,

Cuernavaca Morelos, México, Noviembre de 1997. 8 Ibidem.

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investigación y, por otra, a la generación de una tradición de estudio. Así, la vinculación entre los estudios de postgrado y la investigación será fundamental para construir un sistema de educación superior abierto que contribuya a la generación del cambio necesario y urgente que requiere el Sistema de Educación Superior (SES) en México. Sin embargo, como señala Julio Rubio Oca, “el desarrollo del posgrado ha sido desigual tanto en la calidad de los programas como en la atención de las distintas áreas del conocimiento”.9 Por mencionar sólo un aspecto, sólo 150 programas de posgrado, de 2500 que existían en el año 2000, fueron reconocidos por su calidad. Otros retos importantes, cuya resolución aún queda pendiente, lo representan la necesidad de fortalecer y ampliar la comunidad académica de nuestro país; la urgencia de construir una tradición investigativa y la generación de un entorno favorable para dar continuidad y arraigo a esta función sustantiva. Aún queda pendiente mejorar la desconcentración y distribución geográfica de los programas de posgrado e incrementar la matrícula en este nivel.

En otro momento, Felipe Martínez Rizo, al retomar los planteamientos de Sheldon Shaeffer distingue dos grandes dimensiones al referirse a la capacidad de investigación: por una parte la capacidad individual, “que implica habilidad intelectual, formación teórica y metodológica, entrenamiento práctico, etcétera”;10 y por otra la capacidad institucional, “entendiéndose como la medida en que una institución o sociedad puede atraer,

9 Julio Rubio Oca (Coord.), La política educativa y la educación superior en

México. 1995-2006. Un balance, p. 113. 10 Felipe Martínez Rizo, Nueve retos para la educación superior. Funciones, actores y estructuras. ANUIES, México, p. 46.

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allegarse y utilizar los insumos relevantes para generar, conducir, evaluar y utilizar la investigación”.11

En el 2004, la Subsecretaría de Educación Básica y Normal (SEByN) de la Subsecretaría de Educación Pública (SEP) entregó a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) un reporte sobre las características y orientaciones de la política educativa en México; dicho documento, que llevó el maravilloso título de: Atraer, formar y retener profesorado de calidad, sintetiza los retos que enfrenta, en general, la investigación en nuestro país y, particularmente, la investigación educativa. Es preciso atraer investigadores si no tienen, retenerlos si se cuenta con ellos, pero más importante y transcendental resulta formarlos.

El mismo Martínez Rizo, en otro trabajo titulado La investigación educativa en México, afirma que “no es lo mismo formar investigadores individuales que crear instituciones de investigación”.12 Y no puede haber frase más acertada para explicar lo que ha sucedido en nuestro país, pues si bien ha habido importantes esfuerzos por sistematizar e institucionalizar dicha actividad, muchos de los problemas derivados de ello se centran en la escasa o casi nula experiencia de las personas dedicadas a esa función o, al contrario, una gran capacidad cuya expresión no encuentra eco en una estructura institucional para la cual la investigación no es una prioridad.

Retomando a Shaeffer es necesario enumerar los elementos que considera imprescindibles en la capacidad de investigación.

11 Idem. 12 Felipe Martínez Rizo, “La investigación educativa en México”, en Gilbert

de Landsheere, La investigación educativa en el mundo. Con un capítulo especial sobre México, FCE, México, p. 369.

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HABILIDADES INDIVIDUALES:

Mentalidad apropiada para la investigación.

Capacidad de conceptualización.

Capacidad analítica.

Sólida formación en una disciplina.

Dominio de una gama amplia de metodologías y técnicas.

Práctica de la investigación.

Habilidades para presentar los resultados.13

Pero para Shaeffer no es necesaria, como decíamos, única y exclusivamente la capacidad individual sino también la institucional, y menciona los rubros que deberá incluir:

CAPACIDAD INSTITUCIONAL:

Disponibilidad de buenas bases de datos.

Disponibilidad de recursos bibliohemerográticos.

Disponibilidad de instalaciones y equipamiento.

Existencia de personal de apoyo.

Recursos financieros.

Sumadas a estas capacidades están las bondades que se derivan de la cuestión organizacional-estructural y del clima favorable para realizar la investigación. En el primer aspecto importan las siguientes:

Integración y balance de la mezcla de habilidades.

División de trabajo y asignación de responsabilidades.

Liderazgo efectivo.

13 Felipe Martínez Rizo, Nueve retos para la educación superior. Funciones, actores y estructuras. ANUIES, México, p. 46.

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Canales de difusión y redes de comunicación con el exterior.

En el segundo aspecto resultan imprescindibles enumerar otras, a saber:

Existencia de una tradición que valore la investigación.

Apertura social a la crítica y al cambio.

Existencia de una demanda de investigaciones.

Existencia de estímulos no materiales para la investigación.

Existencia de mecanismos efectivos de interacción.14

Las dos capacidades que retoma Felipe Martínez Rizo de Shaeffer ponen al descubierto dos aspectos que habrán de trabajarse para hacer de la investigación un asunto prioritario en México: por un lado, la formación de recursos humanos y, por el otro, el trabajo colegiado al que habrán de habituarse los recursos humanos ya formados y en formación. Para ello es necesario advertir que la investigación que lleva a cabo cualquier país está íntimamente ligada a su desarrollo económico; que es su nivel de desarrollo el que determina el interés en la investigación y en la creación de centros e instituciones académicas que la realicen y promuevan; que esto último es visto como una inversión y no como un gasto, lo que implica que se esperan resultados sólo en los mediano y largo plazos y, finalmente, que todos estos elementos explican por qué la investigación es un asunto fundamental para los países altamente industrializados y una actividad colateral en los países en desarrollo.

14 Ibidem, pp. 46-47.

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Lo anterior explica, por ejemplo, el hecho de que México contara para el año 1990, con tan sólo 2.2 investigadores por cada 100,000 habitantes, mientras Japón contaba 50.3, Estados Unidos 33.1 y Alemania 27.2. Pero si revisamos la proporción del Producto Interno Bruto (PIB) y el Gasto en Investigación y Desarrollo (GIDE) en esos mismos países para el año 1998, se ve claramente el porqué de la abismal diferencia. Así, mientras México destinaba para esos años el 0.31% al GIDE, Japón destinaba el 2.98%, Estados Unidos el 2.55% y Alemania el 2.30%.

Mientras la investigación no sea una prioridad nacional es difícil pensar que la comunidad académica y científica crecerá en nuestro país, pues serán insuficientes los esfuerzos derivados de becas para apoyar la formación de jóvenes investigadores y los que realizan en su seno las Instituciones de Educación Superior. Serán, como hasta ahora, esfuerzos aislados que carecen de una visión global y de un trabajo sistematizado y organizado integralmente.

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LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA EN MÉXICO

No obstante que la investigación educativa en América Latina tuvo sus orígenes en los años sesenta y se desarrolló principalmente en el cono sur, México es un país que ha destacado favorablemente en este campo. Felipe Martínez Rizo reseña el desarrollo de la investigación educativa en nuestro país y señala 5 etapas que denomina:

1. La prehistoria de la investigación educativa mexicana.

2. Los inicios. 3. La primera consolidación. 4. Bajo el signo de la crisis y 5. la que se inicia con la federalización de la educación

básica y normal

De la primera son características la fundación, en nuestro país, del Instituto Nacional de Pedagogía, “con el propósito de realizar investigaciones científicas en materia educativa”.15 De la segunda, la fundación en 1963 del Centro de Estudios Educativos, efectuada por Pablo Latapí Sarre, y la creación de plazas de investigadores de la pedagogía en el Instituto Nacional de Pedagogía, el que cambiara su nombre por el de Instituto Nacional de Investigación Educativa hasta que se incorporó a la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). Otro aspecto fundamental de esta etapa, dice el autor, se deriva de un problema real que hoy sigue vigente: la separación tradicional entre escuelas normales y universidades. Esta separación originó, en su momento, un desinterés por la

15 Ernesto Menéses Morales, Tendencias educativas oficiales en México

1934-1964, CEE-UIA, México, 1988. Citado por Felipe Martínez Rizo, “La

investigación educativa en México”, en Gilbert de Landsheere, op. cit, p. 355.

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investigación educativa en las instituciones formadoras de docentes.

La tercera etapa ve, entre 1970 y 1978, la creación de muchas instituciones abocadas a la investigación educativa. Destacan el Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV), en 1971, la Dirección General de Coordinación Educativa de la Subsecretaría de Planeación y Coordinación de la SEP, en 1973; y en ese mismo año, el Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE) y el Centro de Investigaciones Pedagógicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En 1978, aparece la Universidad Pedagógica Nacional.

La cuarta etapa por la que atraviesa la investigación educativa se vio afectada por la situación económica prevaleciente en aquel entonces. Durante esta etapa desaparecieron muchas instituciones y la investigación científica en general y la educativa en particular, estuvieron en un segundo plano dentro de la agenda nacional. Pero a partir de 1992, año en que se firma el Acuerdo Nacional para la Modernización Educativa (ANMEB), la investigación educativa inicia una nueva etapa. En ella, se dan varios cambios significativos: “la investigación que se realiza en centros especializados e instituciones universitarias; la que efectúan los organismos públicos responsables del manejo de los sistemas educativos, y la que llevan a cabo las instituciones formadoras de maestros”.16 Y es que “La transferencia a los estados del manejo de sus sistemas educativos implica[ba], entre otras cosas, la necesidad de que cada entidad [contara] con capacidad propia de diagnóstico y análisis de la

16 Ibidem, p. 362.

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problemática educativa, como fundamento para las decisiones respectivas. No es difícil ver que esto constituye una coyuntura especialmente favorable para el desarrollo de la investigación educativa”.17 Sin embargo, el desarrollo de este tipo de investigación se dio en distinta medida y con alcances diversos debido al tipo de institución que habría de promoverla.

Particularmente, por lo que toca a la investigación que se realiza en las instituciones formadoras de maestros de educación básica, desde 1984, con la firme decisión de otorgar el nivel de licenciatura a los maestros de este nivel, se habían asignado formalmente tiempos considerables para realizar investigación educativa al personal docente de las escuelas normales, pero la falta de preparación adecuada y de apoyos específicos provocaron que tales medidas no tuvieran efectos reales.18

17 Ibidem, p. 364. 18 Idem.

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LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA EN LAS ESCUELAS

NORMALES DEL ESTADO DE MÉXICO

Si es cierto que la investigación educativa debe centrar sus trabajos en el mejoramiento de la educación formal, valdría la pena hacer un análisis de los trabajos de investigación que se desarrollan en el seno de las instituciones formadoras de maestros en nuestro país y del perfil de los investigadores, así como explorar las habilidades individuales que poseen para desempeñar sus tareas. Pero como esto no es tarea fácil, quizás sea mejor reducir el objeto de estudio y centrarnos en las que se hallan en el Estado de México. Podemos partir del análisis que brinda el Programa de Investigación Educativa de las Escuelas Normales del Estado de México, que parte de cuatro aspectos fundamentales:

1. Base institucional para la investigación educativa. 2. Personal dedicado a la investigación educativa. 3. Proyectos de investigación educativa. 4. Usos e impacto de la investigación educativa.

Por lo que se refiere a la Base institucional para la investigación educativa, ésta tiene que ver con “[...] los elementos relacionados con las condiciones institucionales que pueden propiciar el desarrollo de la investigación, son: personal asignado para esa función, estructura organizativa de las instituciones, el reconocimiento y articulación de la función con el proyecto de trabajo institucional e infraestructura física y material de apoyo a la investigación”.19

19 Programa de Investigación Educativa de las Escuelas Normales del

Estado de México, Documento generado como propuesta por parte del

Departamento de Posgrado e Investigación de la Dirección de Educación Normal y Desarrollo Docente, agosto de 2003.

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Vayamos por partes. El personal asignado a esta función generalmente es un profesor que más que dedicarse al desarrollo de la investigación por convicción propia o vocación, asume una categoría del tabulador magisterial que se asigna por escalafón o de manera administrativa. Esto toca un punto nodal: al menos en sus inicios los investigadores que realizaban la investigación educativa “[...] no cumplían con la preparación necesaria [...]”.20 Prevalecían incluso pocas precisiones respecto al concepto elaborado en torno a esta función, pues primeramente se pensaba que un investigador educativo “[...] es un profesor normalista con estudios de Licenciatura y en particular, con desempeño de funciones docentes en los niveles medio, medio superior y superior entre otros, el cual es habilitado para desempeñar algunas acciones de investigación [...]”;21 o de manera más simple “[...] el profesional que realiza investigaciones en torno a la educación”.22

Tiempo después, la categoría de investigador educativo se especificó en la legislación magisterial. Por ejemplo, en la que data de 1987, el Artículo 43 reza textualmente:

Los ascensos por concurso escalafonario, dentro de la rama de investigación, se ajustarán a lo dispuesto en este artículo.

I. Al puesto de investigador educativo pueden obtar:

A. Los pedagogos ‘A’ que posean título de profesor en educación preescolar o primaria

20 Ana Silvia Rivas Jiménez, Diagnóstico de Investigación de la

Investigación Educativa en la Escuela Normal Superior del Estado de México y en Normal No. 1 de Toluca. Escuela Normal Superior del Estado

de México, Tesis, Toluca, México, septiembre de 2004, p. 38. 21 Ibidem, p. 45. 22 Idem.

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y acrediten diecisiete años de experiencia dentro del sistema, los últimos cuatro en su puesto actual.

B. Los pedagogos ‘A’ que con dos años de experiencia en su puesto actual, acrediten nueve años dentro del sistema y título de normal superior o licenciatura en áreas educativas.

C. Los directivos escolares que con al menos dos años de experiencia en su cargo, acrediten catorce años dentro del sistema y título de normal superior o licenciatura en áreas educativas.

Actualmente, para ser investigador educativo el Reglamento de Escalafón establece en sus Artículos 67, 68 Y 69:

Artículo 67. Podrán concursos por el puesto de investigador educativo auxiliar, el profesor de grupo rango C, el profesor de asignatura tiempo completo, el orientador educativo rango C, el asesor psicopedagógico rango B, el secretario escolar rango C, el director escolar rango B, el coordinador de promotores rango C, el asesor profesional rango A o el auxiliar de proyectos rango B que reúnan los siguientes requisitos:

A. Haberse desempeñado en su puesto actual durante dos años y

B. Presentar el puntaje mínimo, para el puesto indicado en la convocatoria.

Artículo 68. Podrán concursar por el puesto de investigador educativo asociado, el investigador educativo auxiliar, el especialista de proyectos de rango A, el asesor psicopedagógico rango C o el

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asesor profesional rango B que reúnan los siguientes requisitos:

A. Haberse desempeñado en su puesto actual durante dos años,

B. Presentar proyecto de investigación y

C. Presentar el puntaje mínimo, para el puesto indicado en la convocatoria.

Artículo 69. Podrán concursar para el puesto de investigador educativo titular, el investigador educativo asociado, el supervisor escolar de rango A, el especialista en proyectos educativos rango B o el director escolar rango C, que reúnan los siguientes requisitos:

A. Haberse desempeñado en su puesto actual durante dos años

B. Presentar proyecto de investigación y

C. Presentar el puntaje mínimo para el puesto indicado en la convocatoria.

Por su parte, la entonces Secretaría de Educación, Cultura y Bienestar Social (SECyBS)23 del Gobierno del Estado, calificaba al investigador educativo como “[...] la persona dedicada a la investigación casi de manera exclusiva y de tiempo completo, dado que inherente a su función está la obligación de impartir una asignatura semestral que corresponda a la línea de formación. Quienes realizan la función tienen la categoría de investigador educativo, aunque en algunas escuelas normales se cuenta con

23 Ahora Secretaría de Educación.

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personal con las categorías de Pedagogo “A” y Profesor Horas Clase, desarrollando trabajo de investigación.24

De aquí desprendemos otro importante factor que incide en el tipo de investigación, en la calidad de la misma y en el impacto que genera en la entidad: no todos los que investigan fueron formados para ello ni todos los que se están formando como investigadores tienen acceso a la categoría que les permite desarrollar la actividad a la que se sienten llamados.

Así, el Diagnóstico que presenta Ana Silvia Rivas Jiménez llega a la conclusión de que la categoría de investigador educativo, más que ser producto de una necesidad real de las instituciones formadoras de maestros, más que ser el resultado de una exigencia del entorno, fue consecuencia de una necesidad específica: la de contar con un mejor puesto y un mejor salario. Como quiera que sea, en sus inicios, la investigación educativa que comenzó a realizarse en las Escuelas Normales del Estado de México se planteó tres objetivos básicos; paralelamente aparecieron tres problemas derivados en parte de los propios objetivos:

Los objetivos son:

1. Producir nuevos conocimientos. 2. Propiciar el desarrollo educativo dentro de las

dependencias e instituciones que promovían esta actividad y

3. Fundamentar la toma de decisiones en relación con las problemática detectada.

Los problemas que surgieron simultáneamente fueron: 1º No se contaba con el personal necesario para desarrollar

24 Citado por Ana Silvia Rivas Jiménez, op, cit., p. 48.

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investigación; 2º, no existían las instalaciones adecuadas para realizar esta actividad y 3º prevalecía una enorme carencia de recursos materiales y bibliográficos. Actualmente el impacto de la investigación se ve disminuido por la carga extra de actividades que realizan los investigadores, pues éstos no sólo tienen que impartir por lo menos un curso semestral sino que fungen como directores y asesores de tesis, sinodales en los exámenes profesionales o como jefes de departamento y auxiliares en el trabajo que se realiza de manera institucional.

Al respecto, Rivas Jiménez menciona algunos factores que han impedido el desarrollo de la investigación educativa, a saber:

a) Escasa preparación profesional de quienes se dedican a ella

b) Ausencia de un programa de estudios especialmente dirigido a quienes aspiran a ser investigadores o para quienes ya lo son.

c) El incremento diferencial entre instituciones investigativas con tradición y aquellas otras que están en desarrollo. Incremento diferencial que es producto de la aplicación de políticas nacionales e internacionales que subrayan la heterogeneidad de las instituciones e incrementan la desigual estructura en las que se hayan inmersas.

d) La inexistencia de una política de desarrollo de la investigación más dinámica y flexible.25

25 Al respecto cabe apuntar la carencia de un sistema estatal de investigación

y, hasta hace algunos años, de un programa estatal indicativo y un plan de

investigación educativa por cada una de las 36 Escuelas Normales Públicas que hay en la entidad.

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e) La concentración de las investigaciones y proyectos de investigación en temas relacionados con la educación superior y, derivado de lo anterior,

f) La generación de un tipo de investigación educativa que podríamos llamar de autoconsumo.26

Si todo esto es cierto, la investigación educativa se ve forzada a enfrentar varios retos en los próximos años: a) conformar y consolidar sus cuerpos académicos; b) crear un claustro de investigadores que reúna a sujetos formados en distintas disciplinas, con talento científico, vocación creadora, iniciativa e inventiva, capacidad de gestión y disposición para el diálogo y el trabajo colegiado; claustro de investigadores que pueda revitalizar la investigación que se realiza en las Escuelas Normales y darle certidumbre y credibilidad a esta tarea; c) articular la investigación educativa con las condiciones estructurales de las instituciones, d) implementar la designación de investigadores de carrera; e) limitar pero no suspender el número de clases por parte de los investigadores, con el fin de dedicarle más tiempo a esta función; f) implementar una cultura de evaluación de la producción científica;27 g) definir criterios de exigencia para las publicaciones que se generan en las instituciones formadoras de docentes y h) dar dimensión intra, trans e interinstitucional a la investigación que se efectúa en las Escuelas Normales del Estado de México.

26 Una investigación que más que aportar conocimientos se ha reducido a la simple descripción de situaciones propias del sistema y/o del proceso

educativo. Quehacer efímero entonces, que sólo intenta responder preguntas

pero que no resuelve problemas, quedando inscrito en el ámbito de la mera indagación. 27 Dicha cultura llevaría, por ejemplo, a evaluar periódica y sistemáticamente

las revistas editadas por las Escuelas Normales, las cuales deben regirse por criterios de calidad bien definidos.

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CONCLUSIÓN:

Podemos decir que si bien el panorama de la investigación científica, tecnológica y humanística aún enfrenta serios problemas,28 el que afrontan las Escuelas Normales del Estado de México no es del todo sombrío. Dentro de sus ventajas está el reconocimiento de la investigación como una función sustantiva junto a la docencia y la extensión y difusión de la cultura y la posibilidad, a partir del reconocimiento de la investigación como una actividad institucionalizada, de favorecer el vínculo entre la investigación y la docencia. De esta forma, el docente-investigador puede, al desempeñar ambas funciones, contribuir en dos aspectos principalmente: a) participar en la formación de nuevos cuadros y b) dinamizar la investigación al poder afiliar a algunos de ellos a sus propios proyectos. También está desde luego el incremento de acciones orientadas a la cooperación y el intercambio académicos. Este favorece no sólo la conformación de grupos de trabajo interinstitucional sino de redes que, al generar proyectos de investigación comunes, incentivan de igual forma la mancomunación de recursos y materiales, la compartición de proyectos, metodologías, información, etc. Asimismo dinamiza la formación continua, la capacitación y la actualización; incrementa la posibilidad de obtención de recursos y, sobre todo, abre la oportunidad de encarar, de manera colectiva, problemas comunes. Finalmente, consideramos que las Escuelas Normales del Estado de México tienen que reformarse para responder con mayor

28 En el libro La política educativa y la educación superior en México, que

coordinó Julio Rubio Oca y que apareció en el 2006, se menciona justamente que la investigación del país se vincula con las capacidades institucionales

para la generación y aplicación innovadora del conocimiento y la formación

de investigadores, aspectos ambos que aún son insuficientes. Cfr. Op. Cit., pp. 113-161.

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fuerza al reclamo de una sociedad cada vez más compleja. Para ello, será necesario romper con la rigidez estructural de la enseñanza; participar en procesos de movilidad académica e internacionalización por los cuales atraviesa la educación mundial; responder con calidad y pertinencia a los requerimientos educativos estatales y nacionales; hallar en el ejercicio interdisciplinario una manera más efectiva de comprender la realidad y traducir los problemas sociales en programas académicos, estudios y proyectos de investigación sólidos y socialmente útiles.

De esta forma, los productos derivados de la investigación llevada a cabo, deberán coadyuvar a las instituciones de educación básica, media superior y superior de la entidad, a brindar una educación eficaz, oportuna y pertinente; y las Escuelas Normales, más allá de la docencia, la investigación y la difusión, estarán obligadas a actualizar el conocimiento e incrementar la capacitación de los docentes en formación y en servicio, al multiplicar y diversificar las relaciones entre el sistema educativo, las escuelas y la sociedad en general. Desde luego deberán atender las necesidades de formación de los docentes e investigadores de calidad en el Estado de México bajo modalidades de trabajo que ponderen el trabajo independiente y auto-responsable, y deberán hacerlo, además, a través de una educación mediada por las tecnologías pero, sobre todo, capitalizando la inteligencia de los y las docentes de las Escuelas Normales de la entidad.

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La Investigación Educativa en las Escuelas Normales (Una aproximación)

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ÍNDICE La investigación educativa en las Escuelas Normales del Estado de México

(Una aproximación)

Presentación 4

La Investigación en las Instituciones de

Educación Superior

6

La Investigación Educativa en México 15

La Investigación Educativa en las Escuelas

Normales del Estado de México

18

Conclusión 25

Referencias Bibliográficas 27

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La Investigación Educativa en las Escuelas Normales del Estado de México (Una aproximación),

de Germán Iván Martínez Gómez y María de los Angeles Santos Rojas, se terminó en el mes

de agosto de 2012, en la Subdirección de Educación Normal.

En su composición se utilizaron tipos de la familia CG Times y Garamond 9, 10, 11.

La edición de 450 ejemplares en audiovisual estuvo al cuidado del Área de Seguimiento a la Investigación Educativa de la Subdirección de

Educación Normal. El diseño estuvo a cargo del Mtro. Germán

Iván Martínez Gómez, docente de la Escuela Normal de Tenancingo.

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Germán Iván Martínez Gómez es docente y responsable del Área Editorial de la Escuela Normal de Tenancingo. María de los Angeles Santos Rojas es Coordinadora del Área de Seguimiento a la Investigación Educativa de la Subdirección de Educación Normal de la Dirección General de Educación Normal y Desarrollo Docente.