La Inmortal

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La inmortalidad de la belleza Diego Rasskin Gutman Las percepciones son nuestro primer vínculo con el mundo. Cuando vivíamos en la oscuridad (es un decir, en realidad solo estaban vivas nuestras células, pero nosotros, como individuos, todavía no habíamos emergido a la vida) todo rondaba alrededor de la conexión entre nuestro tejido nervioso y cada punto de nuestro cuerpo, lo que llamamos el sistema propioceptivo. Eso era cuando estábamos en el seno de nuestra madre. Ocasionalmente, percibíamos elementos externos: ruidos, música, vibraciones de cualquier tipo y frecuencia. Algunas estaban en la frontera entre lo nuestro y lo de más allá (lo otro, lo externo, el medio) como el flujo sanguíneo de madre que imaginamos como un susurro constante, un flujo de idas y venidas siguiendo el ritmo de diástole y sístole: todo ello era todavía parte de nosotros. Hasta que un día, nacimos. Yo nací un diez de febrero en el caluroso hemisferio sur. Cinco días y veintisiete años después que mi padre. Pronto, muy pronto, comencé a descubrir la estética (no de un modo consciente, claro, ni sabía entonces ni estoy seguro de comprender todavía qué significa), pero algo se me hizo patente desde muy pequeño: había cosas que me gustaban, que me emocionaban, que despertaban mi curiosidad y mi interés y otras, sin embargo, no lo hacían. El hecho de que mi padre, cinco días y veintisiete años mayor que yo, fuese (y lo siga siendo) un artista con una concepción exquisita de la estética tiene bastante culpa de todo ello. Pero lo que ocurre en la vida de un ser humano para ir descubriendo aquello que da placer y separarlo eficientemente de aquello que es feo pasa por la percepción, personal, intransferible (educable, sí, pero hasta las fronteras de nuestra piel) que

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La más hermosa partida de ajedrez de la historia, jugada a mediados del siglo XIX entre Anderssen y Kieseritsky

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Lainmortalidad de la bellezaDiego Rasskin GutmanLas percepciones son nuestro primer vnculo con el mundo. Cuando vivamos en la oscuridad (es un decir, en realidad solo estaban vivas nuestras clulas, pero nosotros, como individuos, todava no habamos emergido a la vida) todo rondaba alrededor de la conexin entre nuestro tejido nervioso y cada punto de nuestro cuerpo, lo que llamamos el sistema propioceptivo. Eso era cuando estbamos en el seno de nuestra madre. Ocasionalmente, percibamos elementos externos: ruidos, msica, vibraciones de cualquier tipo y frecuencia. Algunas estaban en la frontera entre lo nuestro y lo de ms all (lo otro, lo externo, el medio) como el flujo sanguneo de madre que imaginamos como un susurro constante, un flujo de idas y venidas siguiendo el ritmo de distole y sstole: todo ello era todava parte de nosotros. Hasta que un da, nacimos.Yo nac un diez de febrero en el caluroso hemisferio sur. Cinco das y veintisiete aos despus que mi padre. Pronto, muy pronto, comenc a descubrir la esttica (no de un modo consciente, claro, ni saba entonces ni estoy seguro de comprender todava qu significa), pero algo se me hizo patente desde muy pequeo: haba cosas que me gustaban, que me emocionaban, que despertaban mi curiosidad y mi inters y otras, sin embargo, no lo hacan. El hecho de que mi padre, cinco das y veintisiete aos mayor que yo, fuese (y lo siga siendo)un artista con una concepcin exquisita de la estticatiene bastante culpa de todo ello. Pero lo que ocurre en la vida de un ser humano para ir descubriendo aquello que da placer y separarlo eficientemente de aquello que es feo pasa por la percepcin, personal, intransferible (educable, s, pero hasta las fronteras de nuestra piel) que nos ayuda a configurar aquello que creemos bello. Como dice la sabidura popular:pagustos, colores.La percepcin, ese acto de representar el mundo en nuestra mente se hace con todos nuestros sentidos. A veces hay que desenchufar unos para que salgan los otros: cierro los ojos y oigo mejor y se me eriza el pelo al leve contacto con otra piel. Me quedo quieto, casi sin respirar, e intento escuchar mejor los matices de un cuarteto de cuerdas deAlexander Borodin. Tambin se me erizan los pelos. La belleza nos causa asombro, por lo satisfactorio y lo placentero que resulta observarla, liberando hormonas que nos hacen felices. No la entendemos, no, pero est dentro de nosotros, como si fuera una parte ms, un sentido extra, algo extraordinario que nos ayudar a sobrevivir. Los movimientos artsticos que comienzan a aparecer uno detrs del otro a partir del siglo XIX lo entienden de diversas maneras y as lo expresan con nfasis distintos: la luz, el color, lo dinmico, lo inslito, lo fuerte, lo agresivo, lo dulce, lo concreto, lo estimable, lo amable, lo paradjico, lo obvio, lo feo!, lo pobre, lo rico, lo verdadero, lo falso, ms y ms excusas para artistas de todos los gustos: romnticos, realistas, impresionistas, expresionistas, futuristas, cubistas, abstractos, neorrealistas, posmodernos, callejeros,poveras, op-rticos la lista se extiende y reverbera en el (casi) todo vale de nuestros das. Ese todo vale nace de un artista superior que busc en el ajedrez lo que no encontraba en otras facetas de la cultura, hablo por supuesto deMarcel Duchamp.Ya vimos que Marcel estabatan enganchado con el ajedrezque decidi dejar el arte por los trebejos. Para l, jugar al ajedrez superaba sus ambiciones estticas y hay que preguntarse el porqu. Formulemos una pregunta acerca de lo que personajes del mundo del arte como el propio Duchamp oVladimirNabokovvieron en el ajedrez: qu elementos otorgan al ajedrez la calidad de bello, proporcionndole un matiz esttico? Yo tengo varias respuestas que se dividen en tres grupos: (1) las que tienen que ver con el tablero y las piezas; (2) las que tienen que ver con los jugadores; y (3) las que tienen que ver con el juego.Como hay que empezar por algn lado, empezar por el final y dejar las otras dos para futuras ocasiones. Y nada mejor que ilustrar lo que significa la belleza en el ajedrez que la partida inmortal. S,aquella que se vio jugando al replicanteenBlade Runner. Un elemento fundamental de la belleza en ajedrez depende de la sorpresa. La mente no est preparada para las jugadas sorpresivas, pero cuando han sucedido, cuando se empieza a comprender por qu se han llevado a cabo, se produce el milagro de lo bello. Es el binomio percepcin-comprensin lo que produce belleza. Esta partida tiene muchas sorpresas, unas en forma de sacrificios y otras, menos espectaculares, que parecen flotar sutilmente sobre el tablero.La partida es una reliquia romntica novecentista en donde los jugadores juegan a divertirse, a pecho descubierto, abriendo lneas y diagonales sin reparos. Veamos jugada a jugada lo que ocurre, como si fuera un partido de tenis: mandoblazo a la T, revs cruzado,drivea la lnea, globo para salvarse y remate final! No tengan miedo de los diagramas, son fciles de seguir: no tengan miedo a encontrar la belleza en el ajedrez. Preprense, porque vale la pena!AnderssenKieseritzky, Londres 1851. 1. e4 e5 2. f4 exf4 3. Ac4 Dh4+ 4. Rf1 b5 5. Axb5 Cf6 6. Cf3 Dh6 7. d3 Ch5 8. Ch4 Dg5 9. Cf5 c6 10. g4 Cf6 11. Tg1 cxb5 12. h4 Dg6 13. h5 Dg5 14.Df3 Cg8 15. Axf4 Df6 16. Cc3 Ac5 17. Cd5 Dxb2 18. Ad6 Axg1 19. e5 Dxa1+ 20.Re2 Ca6 21. Cxg7+ Rd8 22. Df6+ Cxf6 23. Ae7++La partida comienza con un gambito de rey, la apertura romntica por antonomasia. Abre las diagonales de las blancas y la columna f para lanzar un ataque fulgurante sobre la casilla ms dbil de las negras (f7, la del pen del alfil de rey).

Las negras utilizan una variante muy agresiva, sacando la dama rpidamente para intentar aprovechar la descomposicin del ala de rey de las blancas. Jaque! Las blancas, imperturbables, mueven su rey a f1, olvidndose de que el rey debe enrocarse para sentirse seguro, pero a quin le importa la seguridad cuando va en busca de la inmortalidad! Pues ahora sacrifico un pen, piensan las negras, para quitar presin sobre la casilla f7. Las blancas lo toman y las negras comienzan a maniobrar hacia el rey blanco con su caballo.

Dnde vas? Le preguntan las blancas a la dama negra y la alejan con su caballo. Las negras siguen a la suyo, quieren terminar pronto, pero una dama y un caballo no son suficientes contra la mala posicin del rey blanco.

Las blancas inician el acoso del caballo y la dama negros con sus peones y sacrifican el alfil blanco, dejando que las negras se lo coman en b5, ya que no entra en sus planes de ataque. Lo que importan son las casillas negras. Una pieza menos.

Pero, qu pasa? La dama negra empieza a verse acorralada; de repente, los peones blancos son muy peligrosos. Retirada!

Todas las piezas negras, menos su dama, a sus puestos iniciales. Mientras tanto, las blancas desarrollan el resto de sus piezas. Un momento!, las negras han visto algo, parece que las blancas se han olvidado de las torres, a por ellas! Con el alfil amenaza una de las torres; a las blancas no les importa, sacan su caballo y amenazan a la dama negra.

No hay vuelta atrs, las negras se comen el pen de caballo y ahora amenazan a las dos torres! Pero las blancas siguen buscando la belleza y se adentran en las aguas del mar de los inmortales. Primero colocan su alfil en d6, dejando que las blancas se coman una torre y ahora tienen una jugada bellsima por su quietud, una jugada que justificar la masacre que se avecina. De pronto, calladamente, sin apenas ruido, el pequeo pen de rey avanza una casilla, cortando la diagonal negra que dominaba la dama. Todas las casillas negras alrededor del rey negro estn dominadas por las piezas blancas! Todas, menos una. Algo grande aguarda.

Las negras comen la otra torre. Es hora de pasar a la inmortalidad. Queda un nuevo sacrificio, el que vio Roy pero no vio ni Sebastian ni Tyrell, el sacrificio supremo del ajedrez, la dama muere a manos del caballo y ahora juegan blancas y mate en una. Estn a punto de ingresar en el Olimpo de lo bello.

La posicin final es impresionante. Las negras tienen todas sus piezas en casillas ridculas. La dama en a1, el alfil negro en g1, ni sus torres ni su alfil blanco se han movido y los caballos nada pueden hacer. A las blancas solo les quedan dos caballos y un alfil, ms que suficiente para crear el canon de belleza del ajedrez universal.

Posicin final de la partida inmortal, el canon de belleza del ajedrez

El ajedrez proporciona momentos de belleza excepcional, momentos sorpresivos de sacrificios que parecen imposibles, momentos de descubrimiento, momentos de armona serena, quedos, recogidos, donde la belleza es parte de la contemplacin y momentos de complejidad donde no sabemos cundo ni cmo ni por dnde, pero intuimos que hay algo bello delante de nosotros.Durante mucho tiempo me intrig una frase que mi padre repeta constantemente: la esttica es un compromiso tico. Me costaba ver la relacin entre esttica (la belleza) y tica (la integridad de un individuo). Se trata de una observacin filosfica acerca del mundo, de la vida, que viene de tiempos deAristteles:los actos estticos promueven la tica, porque embellecen la realidad. Lo que el granEmanuel Laskerquiso decir con su famosa frase: en ajedrez la mentira y la hipocresa no sobreviven mucho tiempo es, justamente, una y la misma cosa. La belleza (es decir, la tica, la verdad) debiera alumbrar cada segundo de nuestras vidas. Sstole y distole. Ritmos. Flujos. Armonas. Simetras. Suspensin en el abismo galctico. 2001.