La historiografía de la tecnología en América Latina ... · profesionales del biografiado oculta...

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Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología vol. 15, núm. 1, enero-abril de 2013, pp. 7-26. La historiografía de la tecnología en América Latina: contribución al estudio de su historia intelectual * Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Director del Seminario de Historia de la Ciencia y la Tecnología en México. [ 7 ] Summary History of Technology in Latin America until now has received poor attention from historians. In this article an overview is made from previous studies on some aspects of local technology developments in Latin America. It is discussed the idea that a new agenda of political history of technology is needed to recognize the cognitive content and the non-epistemic context of technological activity in Latin American history. A contribution of the intellectual evolution of this new issue is made as well. L a existencia de Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología, nos ofrece la posibilidad, que mucho agradecemos, de presentar a nuestros colegas de otras latitudes este número temático sobre la Historia Política de la Tecnología (HPT) con algunos de los trabajos realizados en el Seminario de Historia de la Ciencia y la Tecnología en México, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de Mé- xico; así como una contribución a la historia intelectual de la historiografía latinoamericana sobre este tema. Con ello esperamos estimular la realización de estudios similares en otras regiones e impulsar el desarrollo de la propia historiografía de la tecnología en América Latina. JUAN JOSÉ SALDAÑA* http://www.revistaquipu.com

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Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnologíavol. 15, núm. 1, enero-abril de 2013, pp. 7-26.

La historiografía de la tecnología en América Latina: contribución

al estudio de su historia intelectual

* Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Director del Seminario de Historia de la Ciencia y la Tecnología en México.

[ 7 ]

Summary

History of Technology in Latin America until now has received poor attention from historians. In this article an overview is made from previous studies on some aspects of local technology developments in Latin America. It is discussed the idea that a new agenda of political history of technology is needed to recognize the cognitive content and the non-epistemic context of technological activity in Latin American history. A contribution of the intellectual evolution of this new issue is made as well.

La existencia de Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología, nos ofrece la posibilidad, que mucho agradecemos, de

presentar a nuestros colegas de otras latitudes este número temático sobre la Historia Política de la Tecnología (hpt) con algunos de los trabajos realizados en el Seminario de Historia de la Ciencia y la Tecnología en México, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de Mé-xico; así como una contribución a la historia intelectual de la historiografía latinoamericana sobre este tema. Con ello esperamos estimular la realización de estudios similares en otras regiones e impulsar el desarrollo de la propia historiografía de la tecnología en América Latina.

JUAN JOSÉ SALDAÑA*

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Aprendiendo de la propia experiencia: una revisión sucinta de lo ya hecho

El estudio histórico de la tecnología en América Latina ha sido casi siempre tangencial y usualmente no ha rebasado los linderos que le impusieron los

historiadores de algunos de sus componentes, con lo cual prácticamente no se ha enfocado a la tecnología misma como objeto de esta historia ni a sus condiciones locales de posibilidad. Tales son los casos de la historia económica que ha estudiado la creación de valor económico, fundamentalmente a través de tecnologías privadas, a partir de la introducción de innovaciones técnicas en la producción; la de las instituciones dedicadas a la enseñanza de la ingeniería que ha centrado su atención en el tema educativo y en la conformación de instituciones en ese campo sin considerar a la ciencia y la tecnología y a su viabilidad en una circunstancia dada. Las biografías de ingenieros, por su parte, no pocas veces han asumido un carácter encomiástico que si bien destaca los méritos profesionales del biografiado oculta las situaciones reales de su actuación qua tecnólogo. En cuanto a los relatos y enumeraciones de las invenciones hechas en América Latina se refiere, éstos no distinguen los actos de creatividad, que ciertamente han existido, de aquellos de inteligencia estratégica contextual que permitieron, o no, llegar a prototipos y a su producción. Estos últimos estudios además aluden más bien a técnicas u otro tipo de innovaciones de carácter privado que a la incorporación de éstas a la sociedad y al Estado en tanto que conocimiento tecnológico sistematizado de naturaleza pública.

En los autores y enfoques historiográficos de los estudios antes mencionados, salvo excepciones, es notoria la presencia de ingenieros, economistas y otros profesionales técnicos y científicos en su elaboración, y no la de profesionales historiadores. Como consecuencia de ello, se observa cierto desinterés en sus trabajos por conocer, documentar y entender cómo sucedieron los hechos que relatan, pues se conforman con mencionar los aspectos científicos, técnicos, económicos o jurídico-institucionales al margen de su inserción en los acon-tecimientos históricos de los que forman parte integral. Y en cuanto a los aspectos científicos, predomina el propósito divulgativo por lo que los contenidos de conocimiento normalmente no son considerados.

Mención aparte debe ser hecha de los estudios históricos sobre los ingenieros como miembros de una profesión, de los cuales se cuenta con algunos estudios elaborados por historiadores que ubican a la actividad y el comportamiento gremial de estos profesionales en el marco de una historia social, normalmente mencionando al Estado como el elemento que conforma dicha actividad.

Por otra parte, respecto de la historiografía existente, en su casi totalidad corresponde al siglo XX como una consecuencia de que en la mayoría de los países fue ya entrado el siglo XIX cuando se inició la enseñanza de la ingeniería con las excepciones de México, donde inició a finales del siglo XVIII y la de países como Bolivia en que fue hasta el siglo XX en que tal enseñanza se produjo. Desde luego existen estudios históricos anteriores al siglo XX pero

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son escasos y muy pocos son específicos;1 por ello la mayor parte del material que hemos podido consultar corresponde al siglo XX y, más particularmente, a la segunda mitad del mismo. Esta circunstancia le resta profundidad al análisis historiográfico en la mayor parte de los casos pues siendo pocos y recientes los estudios con los que se cuenta, éstos no proceden de una tradición historiográfica en la materia y si, en cambio, de algunos prejuicios.

No obstante lo anterior, es grande la utilidad que tienen tales estudios en tanto que indicadores de la actividad tecnológica que ha tenido lugar en nuestra región, aun cuando su difusión haya sido limitada y a veces privada. El sentido epistémico y el político que son característicos de la tecnología moderna habi-tualmente no se incorporan en tales estudios como elementos explicativos de los hechos que relatan. Hasta ahora, por regla general, se ignora que la tecnología es a un tiempo una forma del conocimiento y de la acción que transforma la realidad y que, como tal, ha formado parte muy importante de la vida científica y práctica de los países latinoamericanos. En nuestras bibliotecas y archivos se encuentran sin dificultad numerosas pruebas del conocimiento tecnológico local tanto antiguo como reciente, plasmado en obras para la docencia y para la organización y ejecución del trabajo productivo como son: libros de texto, tratados, manuales, códigos, reglamentos y otros instrumentos epistémicos que se han empleado para llevar a cabo la actividad práctica de la sociedad. No faltan tampoco archivos que documentan desde la docencia, las invenciones

1. Ejemplos característicos de la historia de la enseñanza técnica escrita en el siglo XIX son los trabajos ya sean de tipo general (artículos de temática variada publicados en periódicos) como los de Antonio Bachiller y Morales, Apuntes para la Historia de las Letras y de la Instrucción Pública en la Isla de Cuba (publicado en la Biblioteca de Autores Cubanos, La Habana, Academia de Ciencias de Cuba, 1965); o bien, específicos como el de Santiago Ramírez, Datos para la historia del Colegio de Minería, disponible en la edición facsimilar de la de 1890, publicada por la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería, México, 1982, que, sin embargo, es una crónica, aunque muy completa, elaborada a partir de los documentos existentes en el archivo de la institución fundada en 1792; específicos son también los varios artículos que escribió Pedro E. Paulet con el título “La enseñanza técnica en el Perú” (Boletín de la Dirección de Fomento, Lima, 1910). En cuanto al género biográfico, Santiago Ramírez también es autor de varias biografías como las del científico e ingeniero novohispano Joaquín Velázquez de León y del químico, geólogo y metalurgista español radicado en México Andrés Manuel del Río (Ensayos biográficos de Joaquín Velázquez de León y Andrés Manuel del Río, edición facsimilar, México, Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería, 1983); en Venezuela, Jesús Morales Marcano escribió, entre otras, la biografía de Juan Manuel Cagigal, el fundador de los estudios de matemáticas e ingeniería en ese país (Biografía de Juan Manuel Cagigal, Caracas, La Tertulia, 1874); y en Colombia Estanislao Gómez Barrientos fue autor de una biografía de Carlos S. de Greiff, un ingeniero sueco que revolucionó los métodos mineros en Colombia (“Don Carlos Segismundo de Greiff”, El Montañés, Revista de Literatura, Artes y Ciencias, 1, 1898). En México, en el siglo XVIII, José Antonio Alzate inauguró propiamente el género biográfico para “no dejar en el olvi-do” a las glorias de la ciencia local. Escribió las biografías de Bartolache, Velázquez de León, Rotea, Franklin, entre otros, en sus Gacetas de Literatura (existe una reedición de ésta y las demás obras periodísticas de Alzate publicada en Puebla en 1831).

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y patentes locales hasta el diseño y ejecución de todo tipo de obras de interés público como una clara muestra del conocimiento existente y de la fundamental articulación de éste con las políticas públicas locales. ¿Por qué, entonces, no se cuenta prácticamente con historias del conocimiento tecnológico local a pesar de existir múltiples fuentes de información para ello en América Latina?

Más bien ha sido lo opuesto lo que encontramos en la escasa variedad historiográfica que antes hemos mencionado. En ella se suele afirmar que la tecnología es en todo y por todo exógena a las sociedades latinoamericanas y con una dinámica que nada debe a los factores locales, por lo que a continuación analizaremos algunos ejemplos típicos de ella que nos permitan ubicar la proble-mática intelectual que debe enfrentar la historia de la tecnología local.

Los estudios históricos con que contamos aluden a algunos aspectos de la tecnología local sin comprenderla cabalmente cuando no, inclusive, niegan su existencia histórica. Así, por ejemplo, el ingeniero colombiano Gabriel Poveda Ramos escribió en su “Ingeniería e Historia de las Técnicas en Colombia”, lo siguiente:

La tecnología moderna apareció en Colombia y en América Latina, no como resultado de un proceso endógeno de producción autóctona de aquélla, ligada a un desarrollo también autóctono de formas de producción (como fue el caso en Europa y Estados Unidos), sino como un componente implícitamente contenido en los inventos extranjeros que se iban incorporando a la vida de nuestros países… La enseñanza y el ejercicio de la ingeniería surgieron como un requisito interno para poder aplicar la tecnología mundial que se importaba.2

De la misma manera, en la importante obra multiautoral brasileña História da Técnica e da Tecnologia no Brasil se asume como un presupuesto que en Brasil la evolución de la técnica o tecnología no posee modalidades producto de una experiencia local puesto que ha reproducido las fases de la historia europea de la técnica, y pensándose, además, que ésta es por definición la “historia universal”. En efecto, el Organizador de esta obra, el ingeniero Milton Vargas, afirmaba que esa historia en Brasil:

Apresenta o curioso aspecto de quase poder ser tomada como modelo reduzido da sua Historia Universal, pois abrange, quasi como presentes, cinco dos estágios fundamentais da técnica.3

2. Gabriel Poveda Ramos, “Ingeniería e historia de las técnicas”, en Emilio Quevedo (Editor), Historia social de la ciencia en Colombia, tomos IV y V, Bogotá, Colciencias, 1993, Tomo IV, p. 18.

3. Milton Vargas, “Introdução”, en Milton Vargas (Organizador), História da Técnica e da Tecnologia no Brasil, São Paulo, Editora UNESP, 1994, p. 14.

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Opiniones como éstas son comunes entre los autores de origen profesional en la ingeniería pues consideran bajo formas esquemáticas el proceso histórico, mismo que identifican con la manera en que Europa occidental experimentó en los siglos XVIII y XIX, desde contextos que eran también particulares, el desarrollo de la técnica y de la tecnología. A este proceso le asignan regularmente un carácter universal que en sus trabajos se expresa como una imitación de lo que la historia europea (o norteamericana) de la técnica, la tecnología y la ingeniería ha realizado. En tal perspectiva teórica la historia tecnológica local se difumina y su ausencia no permite captar lo específico o particular de los procesos sociales y culturales, o factores no epistémicos, del caso estudiado haciendo que éste aparezca entonces como algo exógeno únicamente.

En efecto, al alejarse la historia de la ciencia y de la tecnología del mimetismo historiográfico que hacía de los modelos elaborados para otras situaciones (Europa habitualmente) una referencia obligada y un marco para la conceptualización del objeto de estudio, se abrió una vía para la comprensión de la singularidad o particularidad de la experiencia científica latinoamericana. Desde entonces este proceder determinó la problemática y la pertinencia de las cuestiones inherentes al estudio de la ciencia local, dando lugar a una tradición de investigación histórica cuyo objeto focal es la historia social de la ciencia.4 Este camino condujo también a elevar a un rango explicativo y no sólo descriptivo al contexto local o la situación en la que se desenvolvía la ciencia. Finalmente, esa vía nos enseñó también a reconocer el valor de las fuentes locales para la escritura de la historia de la ciencia y la tecnología en situación.

No menos importante fue llegar a concebir lo universal, siguiendo la metáfora del poeta portugués Miguel Torga, como “lo local sin paredes”.5 Pero conviene aclarar que la particularidad no consiste en aquello que nos rinde la experiencia ordinaria y que podría ser identificada con lo “parroquiano” o lo “local” a secas. Más bien tiene que ver con una construcción epistémica que vincula lo local con lo universal por cuanto es un conocimiento de “algo” que, por ejemplo, no formaba parte de la forma conocida hasta entonces en que la ciencia se desarrolla y, como tal, es un enriquecimiento del conocimiento histórico sobre la ciencia. Algo se ha puesto en evidencia que trasciende lo local pero que está presente en lo local mismo. Es el establecimiento de lo típico o

4. Una obra reciente que consigna este viraje historiográfico en el estudio de la ciencia latinoamericana es: Juan José Saldaña (Editor), Science in Latin America. A History, Austin, University of Texas Press, 2006. Pero son, desde luego, los centenares de artículos publicados en Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología publicada desde 1984 (www.revistaquipu.com), el testigo fiel de la riqueza conceptual y empírica de la historiografía contemporánea de la ciencia y la tecnología en América Latina.

5. Quien agrega: “É o autêntico que pode ser visto de todos os lados, e em todos os lados está certo, como a verdade.” Miguel Torga, Traço de união. Temas portugueses e brasileiros, Coimbra, Coimbra Editora, 1955, p. 69.

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propio, locus en donde se combinan por un lado los elementos particulares que definen a la “particularidad” con, por el otro, los elementos trascendentes a ella que definen lo “universal” en tanto que suma de las experiencias científicas particulares. Y, en efecto, visto desde ese ángulo el parroquianismo es lo opuesto, es la incomunicabilidad que resulta de una experiencia caracterizada por su unicidad que, como tal, es una experiencia intransferible. El parroquianismo, digámoslo de una vez, no es, no puede ser, el objeto de la historia de la ciencia y la tecnología en situación. Por el contrario, la particularidad de que habla la his-toria de la ciencia y la tecnología es que el conocimiento en contexto no deja por ello de ser ciencia, y no cualquier ciencia o ciencia en general (que como tal no existe) sino una ciencia o experiencia social particular de la ciencia (o de la tecnología) que ha resultado ser lo que es por su historia local. Este, nos parece, es un enfoque realista en nuestra disciplina que nos aleja de las distorsiones del mimetismo metodológico para captar pretendidos procesos transhistóricos y transculturales, y nos coloca en cambio en el plano de la investigación objetiva capaz de producir nuevos conocimientos acerca de algo tan complejo como es la “particularidad”.6

En otra vertiente, tenemos los estudios que hacen hincapié en lo empírico local y renuncian a una interpretación o conceptualización de los hechos que recogen en sus relatos sobre las técnicas. Ramón Sánchez Flores, en su bien documentada Historia de la tecnología y la invención en México presenta la evolución “del quehacer de esta sociedad en la inventiva, uso y asimilación de las técnicas esencialmente mecánicas”, optando para hacerlo por “la sola transcripción del dato cronológico fundamental”.7 En referencia a un ámbito diferente, el educativo, la extensa obra colectiva La educación técnica desde la Independencia, que se refiere al caso de México, de la misma manera señala que su objetivo es “conocer el desarrollo histórico de las escuelas y los cambios en las formas de enseñanza práctica”, motivo por el cual, dice el Coordinador de la obra, “no es una historia de la ciencia ni de la tecnología”, como si fuera metodológicamente posible escindir ambas historias pues, ¿qué era lo que se enseñaba en tales escuelas y no hubo acaso creatividad local en ello?8

En el mismo tenor, el tomo I de la Historia de la Universidad Nacional de Ingeniería del Perú, de autoría de José Ignacio López Soria, es una obra que

6. Al respecto véase: Juan José Saldaña, “Acerca de la historia política de la tecnología”, en Juan José Saldaña (Coordinador), Ciencia y acción. Relaciones históricas de la ciencia, la tecnología y la sociedad en México, México, FFyL-UNAM/Plaza y Valdés Editores, 2013, pp. 9-24.

7. Ramón Sánchez Flores, Historia de la tecnología y la invención en México, México, Fondo Cultural BANAMEX, 1980, pp. 9 y 10. Se trata de una obra pionera en el rescate de la documentación relativa a la actividad creativa de los mexicanos en materia técnica.

8. Jesús Ávila Galinzoga (Coordinador), La educación técnica desde la Independencia, 3 tomos, México, Instituto Politécnico Nacional, 2010, p. 24. Desde luego esta obra contextualiza su relato con los acontecimientos históricos, principalmente los de carácter político.

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describe pormenorizadamente los acontecimientos institucionales y pedagó-gicos que dieron lugar a la fundación y a los primeros años de vida de esta institución, documentados en la copiosa información reunida en los archivos de la misma. Es de mencionarse que el autor hace una interpretación de las motivaciones ideológicas que tuvo la creación de la escuela, que eran las de la élite, consistentes en “llenar el papel de abastecedor de materias primas o de productos semielaborados, de consumidor de productos industriales y de campo de inversión irrestricta de capitales”.9 Es decir, que la enseñanza técnica estuvo al servicio de esta ideología y de la política que en su época promovía el presidente republicano Manuel Pardo. Sin embargo, cabe preguntarse: ¿no fue ello una forma local de apropiación o domesticación de la tecnología que luego sirvió para ese y otros fines en el que los ingenieros peruanos fueron actores epistémicos y políticos? De ser así, como lo sugiere esta misma obra, cobra entonces interés la consideración tanto de los aspectos propiamente tecnológicos (como pueden ser la elaboración de libros de texto por autores peruanos que sistematizan y normalizan el conocimiento existente a la vez que lo domestican, o las investigaciones sobre problemas locales realizadas en la escuela por profesores y alumnos, así como las asesorías técnicas de profesores al Estado y a particulares, etc.); como de los aspectos políticos relevantes que dieron viabilidad a la institución y a su práctica (docente, investigativa, normativa, cultural, etc.) en esta etapa fundacional y con posterioridad a ella.10

Para el caso de Cuba, contamos con el libro Estudios de ingeniería y arquitectura en La Habana de Diosdado Pérez Franco11 que relata cómo fue la enseñanza de la ingeniería en Cuba durante el siglo XX. La primera escuela de ingenieros que se estableció en la Isla es posterior a la independencia de Cuba respecto de España, pues inició actividades en 1900 como resultado de un proyecto llevado a cabo con la orientación modernizadora que le impuso Enrique Varona y ya estando el país bajo la intervención norteamericana.

Reviste un interés particular este caso por el entretejimiento que tuvo la enseñanza y la tecnología a lo largo del siglo con dos superpotencias, lo que

9. José Ignacio López Soria, Historia de la Universidad Nacional de Ingeniería, Tomo I: Los años fundacionales, 1876-1909, Lima, Universidad Nacional de Ingeniería, 1981, p. 52. En subsecuentes volúmenes se ha descrito la vida de esta universidad hasta el presente

10. En volúmenes posteriores de esta importante obra que dirige el doctor López Soria se menciona el viraje tecnológico de la Universidad de Ingeniería hacia “orientar las ciencias básicas en función de las necesidades de la formación profesional” (tomo IV, p. 202); así como la importancia que adquirieron los laboratorios e institutos de investigación (ciencia local) que se crearon a partir de 1960 en la formación de posgrado, así como su participación en el establecimiento en 1959 de normas técnicas (un producto tecnológico típico) “para asegurar la calidad de los productos” (pp. 280 y 309), aunque poco después el gobierno militar que se impuso “despojó” a la universidad de estos significativos avances.

11. Diosdado Pérez Franco, Los estudios de Ingeniería y Arquitectura en La Habana, La Habana, Ediciones Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría, 1996.

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la llevó, caso único en la región, a encontrarse bajo la influencia de sistemas tecnológicos diferentes: el, a falta de mejores nombres, norteamericano y el soviético, sucesivamente. Respecto de la influencia norteamericana, para 1937 se denunciaba algo parecido al modelo “francés”, el teoricismo que privaba en la enseñanza de la ingeniería.12 Para poder superar este teoricismo, según la fuente citada por el autor, fue muy importante la influencia de los estudiantes que se graduaban en los Estados Unidos, pues “Esa influencia y la ausencia de métodos propios… [hizo] que paulatinamente la Escuela [siguiera] la pauta norteamericana en algunos aspectos, lo que en cierto sentido, fue altamente beneficioso”.13

A partir de la revolución de 1959 tuvo lugar un largo proceso de reforma universitaria del que resultaron la creación de la Facultad de Tecnología en 1961 y de su sucesor el Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría” (ispjae), en 1976, que fueron las piezas fundamentales de la enseñanza de la ingeniería en la Cuba socialista. En la primera etapa de la revolución, nos dice el autor, en Cuba “existía una gran necesidad de ingenieros para la industria” y el sistema de enseñanza que había existido hasta entonces se encontraba desarticulado. Por ello se apresuraron los cursos para que los estudiantes cur-saran dos años simultáneamente y los alumnos del segundo año dieran clases a los del primero, a la vez que la universidad tomaba parte “en todos los eventos nacionales” llegando, inclusive, a formar parte de las milicias que combatieron en Playa Girón en 1961. Al mismo tiempo se enfatizó el compromiso de la universidad con la sociedad y se estableció el sistema “estudio-trabajo” para facilitar el ingreso masivo de trabajadores a la universidad.

Todo eso hizo que fuera con posterioridad cuando se pudieron formar especialistas en ingeniería contando con una mejor “fundamentación científica” en su formación, para lo cual fueron importantes el apoyo que proporcionó el Fondo Especial de las Naciones Unidas (en 1965) y el de un grupo de universi-dades canadienses (en 1971) para formar profesores en el extranjero e impartir cursos de posgrado, lo que sin duda era un requisito indispensable para contar con la capacidad científica necesaria para la formación de ingenieros competentes.14 Con la creación del ispjae aumentaron el número de especialidades que se impartían, los cursos de posgrado y en general una actualización de los planes de estudio (principalmente a partir de 1985) con “una concepción del proceso

12. Que proporcionaba “grandes conocimientos científicos, principalmente matemáticos, pero orientados hacia lo abstracto, carentes del sentido de aplicación directa…”, Diosdado Pérez Franco, Los estudios de Ingeniería y Arquitectura…, p. 52.

13. Diosdado Pérez Franco, Los estudios de Ingeniería y Arquitectura…, p. 53.14. Estos apoyos permitieron la creación de nuevas carreras de ingeniería y de posgrados,

cuyos planes de estudios son mencionados en el libro, así como la creación de varios centros de investigación (en 1975) en: Informática y Sistemas, Hidráulica, Materiales y Técnicas Constructivas, Microelectrónica, Energía y Mecanización Agropecuaria.

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docente-educativo, en la que está presente, …como contenido de enseñanza, la solución de los problemas de la producción y los servicios”.15

Ahora bien, llama la atención que no se mencione en esta obra la influencia que tuvo la tecnología del entonces llamado “campo socialista” en el nuevo tipo de enseñanza y en la práctica de la ingeniería en Cuba. En cuanto a la formación de ingenieros en la Unión Soviética se señala solamente que los ingenieros nucleares “completaban su formación en la ex Unión Soviética”.16 En cuanto a la adopción de la técnica y el diseño de mecanismos de apropiación por parte de los ingenieros cubanos, también se menciona solamente un caso y que además es interesante para nuestro tema. En efecto, se dice, que para identificar a los alumnos con el ejercicio de su profesión bajo alguna forma de trabajo práctico profesional, en 1962 se creó la Empresa de Proyectos de la Escuela de Ingeniería Civil con la finalidad de realizar proyectos para la “solución a largo plazo de problemas de la economía nacional y que al mismo tiempo sirvieran como parte de la enseñanza”. El caso que se menciona, señalándose que fue “el primero”, es el siguiente:

la realización de los proyectos para la construcción de las plantas termoeléctricas de origen checoeslovaco que llegarían a Cuba a fines de 1963 en que colaborarían intensamente un grupo de profesores y alumnos de la Facultad. …La ejecución de este proyecto tuvo la virtud de demostrar que era posible en Cuba y con cubanos llevar a cabo empresas de esta naturaleza.17

Esta es la única (y escueta) mención a la participación que tuvieron los ingenieros cubanos en el proceso de implantación de los equipos y sistemas tecnológicos que provenían de los países socialistas y de su apropiación local. La asociación con algunos de éstos fue llevada a cabo durante treinta años y alcanzó volúmenes muy importantes en el área industrial y tecnológica,18 lo que

15. Diosdado Pérez Franco, Los estudios de Ingeniería y Arquitectura…, p. 197.16. Diosdado Pérez Franco, Los estudios de Ingeniería y Arquitectura…, p. 211.17. Diosdado Pérez Franco, Los estudios de Ingeniería y Arquitectura…, p. 169. El interés

de esta referencia es que muestra un caso de apropiación creativa y exitosa de una tecnología foránea por parte de los ingenieros cubanos, pero el autor no consideró necesario adentrarse en los aspectos epistémicos de este caso.

18. Al respecto véase: Cole Blasier, “El fin de la asociación Soviético-Cubana”, Estudios Internacionales, (Revista de la Universidad de Chile), vol. 26, núm. 103, pp. 296-340. En este trabajo se mencionan las variadas áreas de cooperación industrial civil (de las militares sólo se menciona lo relativo a armamento), las cuales comprendían: refinerías petroleras, plantas para el tratamiento de metales industriales (níquel y concentrados de níquel-cobalto), fundidoras, plantas generadoras de energía eléctrica, establecimientos agroindustriales diversos y otras plan-tas industriales. En materia de asistencia técnica la ayuda a Cuba comprendía numeroso ramos “que iban desde agricultura hasta energía nuclear”. El volumen de esta contribución llegó a ser el siguiente: “La Unión soviética proporcionó a Cuba el 52 % de sus importaciones de equipos para empresas integrales en 1979 y 68 % en 1987. El gobierno checoeslovaco suministró el 8.22 % en 1987 y el resto de la participación de Europa Oriental se considera desechable”, p. 326.

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permite suponer que tanto la enseñanza y como el desarrollo de la ingeniería y la tecnología en Cuba estuvieron influenciados de múltiples maneras por los sistemas tecnológicos que allí establecieron los países socialistas. ¿Cómo vivieron profesionalmente hablando los ingenieros cubanos esta presencia de sistemas técnicos diferentes a los que eran conocidos antes de 1961 en el país? ¿Cuál fue su participación en la incorporación de tales sistemas a la vida universitaria, económica y social? ¿Cómo fue el proceso, diferenciado según ramos industriales, de adaptación y domiciliación de la tecnología introducida y cómo se manifestó esta “tecnología local” en la actividad industrial y en la enseñanza? ¿Hubo innovaciones o desarrollos hechos por ingenieros cubanos a partir de la tecnología foránea, y si, como ciertamente los hubo, cuáles fueron las estrategias epistémicas y no epistémicas para conseguir su reconocimiento y viabilidad técnica y social? Éstas y otras cuestiones se piensa son obligadas para conocer la historia de la tecnología local en el caso cubano que, por lo antes dicho, constituye una experiencia bastante singular en América Latina. Y, desde luego, es también muy importante conocer ¿cómo ha sido desde el punto de vista tecnológico la desincorporación de Cuba de tal experiencia a partir de 1991 en que la ex Unión Soviética le retiró su apoyo? Éstas son cuestiones no triviales para la historiografía de la tecnología cubana en el siglo XX, y de no pocos aspectos importantes de la historia de Cuba misma, a fin de no afirmar que “todo vino de fuera”.

Pero esto, además, concierne no solamente a lo referente a los sistemas tecnológicos “socialistas” sino igualmente a los “norteamericanos” que en los que también hubo una experiencia local. Es decir, se necesita dar relieve histórico a dicha experiencia de conocimiento científico y tecnológico pues, por ejemplo, el autor menciona el caso de un “profesor Núñez, uno de los pocos profesores de la Facultad que ha escrito libros de las asignaturas que imparte”sin destacar esta importante actividad cognoscitiva y práctica de sistematización del conocimiento tecnológico y de su organización con fines educativos. Si aparece en este relato es porque el profesor Núñez “en sus manifestaciones es reaccionario”.19

En México se cuenta también con un género de estudios empíricos que consiste en la recopilación y desglose de la legislación que ha existido en temas relacionados con la tecnología como son las obras públicas 20 o con la enseñanza técnica.21 Siendo estas obras de gran utilidad no satisfacen el objeto de la historia

19. Lo cual, según el autor, le valió ser relevado por los estudiantes de su posición de pro-fesor de la Facultad de Tecnología en 1960, al comienzo de la revolución. Diosdado Pérez Franco, Los estudios de Ingeniería y Arquitectura…, p. 131.

20. Francisco González de Cosío, Historia de las obras públicas en México, 3 tomos, México, Secretaría de Obras Públicas, 1971.

21. Eusebio Mendoza Ávila, El Politécnico, las leyes y los hombres, 7 tomos, México, Se-cretaría de Educación Pública, 1981.

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de la tecnología pues el formalismo jurídico solamente cobra significación en esta historia cuando es considerado como la suma del conocimiento técnico de una sociedad en un momento dado.

Estudios “empíricos” como los mencionados contienen abundante infor-mación que ha contribuido al reconocimiento de la particularidad de la que antes hablábamos, al volver evidente que la creatividad, la institucionalización y la transmisión del conocimiento técnico tienen claras raíces locales. Sin embargo, al no ser su objeto el entendimiento de lo que la tecnología y la ciencia locales han sido y de lo que han significado en la vida práctica de las sociedades, permanecen en el plano de lo inmediato sin poder alcanzar una comprensión de lo que para una sociedad periférica ha significado contar con y utilizar el conocimiento tecnológico. Lo mismo acontece con los estudios biográficos de ingenieros de los que existen un buen número de ellos.22 Las biografías, siendo una herramienta importante en la investigación histórica,23 requieren también de trascender el plano de lo inmediato integrando elementos del contexto tanto epistémico como no epistémico para comprender la inteligencia estratégica que permitió o no en una determinada circunstancia la viabilidad de las propuestas y actividades tecnológicas del biografiado. Aunque, desde luego, las biografías son también valiosas por la información que proporcionan para el conocimiento de las circunstancias individuales y sociales de la práctica de la ingeniería.

La historia de las profesiones ha proporcionado buenos dividendos para conocer el hecho sociológico novedoso, propio del siglo XX, que es la presencia y la actividad de los gremios de ingenieros (versus el carácter de profesión liberal) en la sociedad así como su militancia política. Como antes dijimos estos estudios han echado mano de la historia social para definir su objeto de estudio y la forma de abordarlo. Yajaira Freites, en estas mismas páginas de Quipu, publicó un interesante artículo sobre el proceso de profesionalización de los ingenieros venezolanos entre 1899 y 1935, el cual tuvo lugar como parte de la reorganización del Estado que impulsara el dictador Juan Vicente Gómez. Este proceso incluyó los importantes servicios que prestaron los ingenieros al Estado para la consolidación (gobernabilidad) de éste, así como su integración en un gremio, el Colegio de Ingenieros de Venezuela, que a través de la revista gremial hicieron campaña para el reconocimiento de su utilidad social frente a la presencia

22. Las siguientes obras son ejemplos de este género: Alfredo D. Bateman, Páginas para la Historia de la Ingeniería Colombiana. Galería de Ingenieros Colombianos, Bogotá, Editorial Kelly, 1972; y Marte R. Gómez, Biografías de agrónomos, México, Escuela Nacional de Agricultura, 1976. Ambas obras contienen decenas de breves biografías.

23. Al respecto véase el esclarecedor texto de René Taton, “Las biografías científicas y su importancia en la historia de las ciencias”, en Antonio Lafuente y Juan José Saldaña (Coordinadores), Nuevas tendencias en la historia de las ciencias, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1987.

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avasalladora de los ingenieros extranjeros de las compañías petroleras.24 A pesar de los cambios que se produjeron hacia 1936 en la consideración social para con los ingenieros, pues según las fuentes que la autora señala “los ingenieros habían hecho poco para lograr esos cambios”, fueron llamados por el Ministerio de Obras Públicas como especialistas para “eliminar el empirismo”. ¿Cuál fue el papel y la naturaleza del conocimiento técnico que representaban los ingenieros en estos cambios luego de más de tres décadas de colaboración (si bien intermitente) con el Estado, puesto que permanecía el empirismo?25

Manuel E. Contreras, por su parte, en Ingeniería y Estado en Bolivia se preguntó por el papel del Estado boliviano como empleador y defensor de la profesión ingenieril (agrupada en el Cuerpo Nacional de Ingenieros) que surgió en el siglo XX (la enseñanza de la ingeniería comenzó en la Escuelas de Minas de Oruro en 1906) y, como en el caso venezolano, teniendo una fuerte competencia de ingenieros extranjeros.26 Aunque el autor cita fuentes de la época que señalan que hacia 1947 “En Bolivia el Ingeniero Nacional está supeditado al Técnico Extranjero” y que “La ingeniería Nacional es Empírica”, pues sus miembros carecían de diplomas y no contaban con el apoyo de laboratorios y centros de investigación, no se analiza justamente el estado y la naturaleza de tales conocimientos técnicos de los ingenieros bolivianos que alguna correspondencia debían guardar con su creciente papel en la sociedad en ese momento.

Es decir, análisis sociológicos como los mencionados no se interesan por la tecnología misma ni le asignan un papel explicativo en los procesos sociales que describen. Ahora bien, la consideración de los aspectos epistémicos es decisiva para la comprensión de los hechos sociales en los cuales aparecen involucrados, pues de otra manera se podría concluir que se trató tan sólo de manejos ideológicos y “politiqueros” para afianzar posiciones de los gobernantes, en los que la participación del conocimiento tecnológico verdadero resultaría dudosa o nula.27 Y, desde luego, cabe preguntarse ¿cuál es el papel del conocimiento tecnológico en la actividad práctica y transformadora de la sociedad? Los

24. Yajaira Freites, “De ilustrados a profesionales: los ingenieros venezolanos entre 1899 y1935”, Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología, 9, núm. 1, pp. 47-67.

25. Para un mayor abundamiento en la ciencia de este periodo, véase: Yajaira Freites, “La ciencia en la época del gomecismo”, Quipu, 4, núm. 2, pp. 213-251.

26. Manuel E. Contreras, “Ingeniería y Estado en Bolivia durante la primera mitad del siglo XX” en Marcos Cueto (Editor), Saberes andinos. Ciencia y tecnología en Bolivia, Ecuador y Pe-rú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1995, pp. 127-158.

27. Un ejemplo de ello lo constituye el caso de la ciencia en México durante la dictadura de Porfirio Díaz (1876- 1911, con una interrupción de 4 años) en el que se puede hablar de un “cientificismo” ideológico que afianzó al gobernante pero impidió que los científicos e ingenieros fueran verdaderos actores epistémicos y políticos para hacer de la ciencia un valor social. Véase: Juan José Saldaña, Las revoluciones políticas y la ciencia en México, tomo II (Ciencia y política en México de la Reforma a la Revolución Mexicana), capítulo V, México, CONACYT, 2010.

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hechos posteriores que los autores de estos estudios señalan, pero no analizan, ya sugieren que fue, como hemos dicho, decisivo, pues condujeron en Venezuela en 1958 a la ley de ejercicio de la ingeniería; y, en Bolivia, a enfrentar los desafíos del desarrollo que supuso la Revolución Nacional de 1952.

Es importante tener en cuenta que a diferencia de lo acontecido en América Latina, en los Estados Unidos antes de que la historia de la ciencia se asumiera como historia social, al abandonar el debate “internalismo-externalismo”, la historia de la tecnología ya lo había hecho. Fue el historiador norteamericano Melvin Kranzberg quien desde los años 1960 fue el principal promotor de esta metodología que dejaba atrás la historia “internalista” de la tecnología. La Society for the History of Technology (shot por sus siglas) y la revista Technology and Culture (fundada por Kranzberg la primera, y editada la segunda por más de veinte años por él mismo), fueron el diapasón para darle fuerza a la diseminación de la historia social de la tecnología. Las llamadas por Kranzberg “Seis Leyes de la Tecnología” resumen el objeto de esta historia en regiones con importante desarrollo tecnológico:

1) Technology is neither good nor bad; nor is it neutral; 2) Invention is the mother of necessity; 3) Technology comes in packages, big and small; 4) Although technology might be a prime element in many public issues; nontechnical factors take precedence in technology-policy decisions; 5) All history is relevant, but the history of technology is the most relevant; 6) Technology is a very human activity - and so is the history of technology.28

En algunos ámbitos académicos internacionales el reconocimiento de la historia social de la tecnología tuvo lugar hasta mucho tiempo después pero ha terminado por producirse sin embargo.29 En el caso de América Latina, tal reconocimiento aún no se ha producido por razones que tienen que ver con la forma en que se ha conceptualizado su peculiar circunstancia de haber sido desde el siglo XVI una región periférica y, como tal, sometida, entre otras cosas, a la dependencia económica y a la ideología del colonialismo. Esto hizo

28. Melvin Kranzberg, “Technology and History: ‘Kranzberg’s Laws’”, Technology and Culture, vol. 27, no. 3, pp. 544-560. Kranzberg impulsó en 1962 junto con Maurice Daumas y E. Olszewski la creación de una organización internacional para promover la historia de la tecnología, la International Committee for the History of Technology, de la que fue su primer Vicepresidente.

29. Existían resistencias que negaban el carácter cognitivo de la tecnología e hicieron, por ejemplo, que la Unión Internacional de Historia de la Ciencia (IUHPS/DHS) a la que pertenecía ICOHTEC agregara “Tecnología” a su nombre y a su objeto de estudio hasta 2005, en una iniciativa que me correspondió emprender en mi carácter de Secretario General de la Unión conjuntamente con el profesor Alexandre Hérlea Presidente, a la sazón, del ICOHTEC (International Committee for the History on Technology). Véase: Alexandre Herléa, “ICOHTEC and History of Technology in France”, en Wolfhard Weber (Editor), ICOHTEC 1968-2008, Bochum, ICOHTEC, 2009, p. 32.

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Quipu, septiembre-diciembre de 2012

que se viviera una evolución conceptual e historiográfica diferente a la de la historiografía de la tecnología en los países desarrollados y con resultados también disímiles, sin que ello se haya tenido suficientemente en cuenta. Se trató de obstáculos epistémicos que impidieron el reconocimiento de la tecnología local como conocimiento genuino al suponer lisa y llanamente que aquí “eso” no había existido por ser algo típico y exclusivo de las naciones desarrolladas. ¿A qué correspondían tales obstáculos? ¿Cómo se produjo la ruptura con tales prejuicios? ¿De qué, en suma, es historia la historia de la tecnología cuando se hacen intervenir en su objeto consideraciones geo-culturales? Estas cuestiones son las que abordaremos en la siguiente sección.

Hacia una historia política de la tecnología (hpt): lembrando a Ruy Gama30

Para Ruy Gama la historia de la tecnología era, a un tiempo, una preocupación epistemológica, historiográfica y política. Inspirándose en el pensamiento

marxista realizó investigaciones históricas, semánticas y filosóficas que lo condujeron a conformar un punto de vista original y sugerente sobre la historia de la tecnología en general y, en particular, sobre la tecnología como saber liberador en los países subdesarrollados y con un pasado colonial como el de Brasil.

Habiendo sido el ingenio azucarero junto con la minería las dos principales actividades económicas brasileñas durante el periodo colonial, mismas que prácticamente se mantendrían como tales hasta el principio del siglo XX, Ruy Gama dedicó al ingenio azucarero una importante investigación histórica e iconográfica a fin de encontrar en tal actividad productiva la clave para entender algunos aspectos esenciales de la tecnología desarrollada en el marco de una sociedad colonial y esclavista.

En Engenho e Tecnologia estableció que desde el primer siglo de la colonización portuguesa, la manufactura de azúcar adquirió características pioneras en cuanto a la división del trabajo que se realizaba en las oficinas, una forma de trabajo “en cooperación” que le permitió afirmar que el azúcar era el fruto del “trabajador colectivo”. Esta era una constatación interesante que mostraba que la división del trabajo en la fabricación de azúcar había sido el resultado de una parcelación de tareas simples y repetitivas, lo que significaba “un progresso extraordinário” en tanto que anticipación de la ruptura de las formas de división profesional del trabajo prevaleciente en la producción artesanal. Así, afirmaba: “o escravo do engenho é um modelo para o opérario moderno”, y en

30. “Recordando a Ruy Gama”. Nos es muy grato reconocer aquí la deuda intelectual contraída con el querido amigo, leal compañero en la construcción de la Sociedad Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología y pionero en el estudio histórico de la tecnología azucarera brasileña, prematuramente desaparecido, el profesor brasileño Ruy Gama.

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relación a los estudios históricos hechos sobre la manufactura europea del siglo XIX por varios autores, entre ellos Karl Marx, sorprendido afirmó: “Poderia até parecer que esses autores do século passado tinham conhecido os engenhos de açúcar...”.31 Lo que desde luego no aconteció como se evidencia en las obras de historia de la tecnología como el Beiträge zur Geschichte der Erfindungen de Johann Beckmann publicado en 1780; la Geschichte der Technologie de J.H.M. Poppe publicada entre 1807 y 1811; en el Dictionary of Arts, Manufactures and Mines de Andrew Ure, publicado en 1840; y en las notas de lectura sobre estos autores reunidas en el Cuaderno Tecnológico-Histórico de Karl Marx del año 1851.32 Sus incursiones en la semántica histórica llevaron a Gama a descubrir que para el final del siglo XVIII “tecnología” significaba en la Europa capitalista naciente la reunión de la teoría y la práctica, y establecer que tal reunión no se realizaba en las colonias por motivos de la división internacional del trabajo. Pero, cuando nuestro autor descubre que con una connotación análoga ya habían utilizado este término el científico ilustrado y político brasileño José Bonifácio (1763-1838), y antes de él João Antonio Andreoni “Antonil”, el jesuita italiano radicado en Brasil (1649-1716), y que este último, bajo el influjo del empirismo renacentista, escribió a principios del siglo XVIII Cultura e Opulência do Brasil por suas drogas e minas, Ruy Gama tiene que preguntarse por el sentido que posee el hecho de que en una colonia pudiera surgir una descripción y una reflexión sobre la práctica productiva azucarera.

En la obra de Antonil se describe con fidelidad a las artes y los oficios presentes en lo que entonces constituía una realidad inmediata del Brasil colonial. De acuerdo con la interpretación hecha por Ruy Gama, el libro de Antonil fue escrito desde una perspectiva que suponía un intento de transformación de las prácticas tecnológicas existentes. Sin embargo, esto no se realizaría y el libro únicamente alcanzó un nivel descriptivo por causa del régimen colonial y esclavista vigente. Por ello, nos dice el autor, la confiscación de la obra de Antonil “revela sua inconveniência para o sistema colonial”. Esta situación se mantendría así hasta el final del siglo XVIII y principios del siguiente cuando surgieron las primeras obras con propuestas teóricas de reforma de la tecnología azucarera e instituciones dedicadas a tal fin. Es por ello, concluía Gama, que la estagnación de los ingenios coloniales es consecuencia de la división internacional del trabajo que limitó a Brasil a la exportación de azúcares en bruto y no le permitió el desarrollo de la manufactura de la refinación, lo cual constituyó el ámbito en que las innovaciones científicas fueron desarrolladas y aplicadas en Europa. Lo anterior da cuenta, adicionalmente, de por qué no se debe atribuir a las condiciones geográficas, culturales o raciales un carácter de limitante absoluto para el progreso tecnológico.

31. Ruy Gama, Engenho e tecnologia, São Paulo, Livraria Duas Cidades, 1983, p. 342.32. Carlos Marx, Cuaderno tecnológico-histórico, Puebla, UAP, 1984.

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Más aún, Gama estudió cómo es que se produjeron innovaciones en varios aspectos de la manufactura azucarera del Brasil colonial, y encontró que ello era como consecuencia de las necesidades prácticas que planteaba el uso óptimo del trabajo esclavo. Una de tales innovaciones fue la arquitectura de los ingenios; otra, las modificaciones a los molinos de caña de azúcar. Ruy Gama descubrió que en los edificios de las fábricas de azúcar se desarrollaron soluciones arquitectónicas con un sentido funcionalista moderno, en donde las divisiones del trabajo se correspondían de manera clara con las divisiones del espacio construido. Esta arquitectura sería inclusive exportada a otras zonas azucareras como la de las Antillas. Con la introducción de máquinas en el siglo XIX este patrón arquitectónico sucumbiría ante las soluciones arquitectónicas industriales que se importaban junto con las máquinas que habrían de albergar los edificios.

En la evolución del pensamiento de Ruy Gama sobre lo que es la tecnología moderna su libro A tecnologia e o trabalho na história constituyó un paso muy importante en la ruta de construir un pensamiento latinoamericano so-bre la tecnología. En esta obra llegaría tanto a una teoría general como a una sistematización de los elementos componentes de lo que es “tecnología”. Procediendo así se separaba de una corriente en boga entre los historiadores de la tecnología que se rehusaba a dar este paso, limitándose a la mera descripción de los casos estudiados. Su tesis es la siguiente: “A tecnologia moderna foi se constituindo a partir do século XV, pari passu ao desenvolvimento do capi-talismo e à substituçao do modo de produção feudalcorporativo, e do sistema de transmissão do conhecimiento apoidao na aprendizagem, pelo emprego do trabalho assalariado e o sistema escolarizado de transmissão do conhecimiento”.33

No es este el lugar para proceder a hacer el análisis de este libro, el cual contiene reflexiones penetrantes sobre la forma cómo, históricamente, se cons-tituyó la tecnología en Europa y cómo se disolvió el corporativismo artesanal y su sistema de enseñanza basado en el aprendizaje para ser substituido por la enseñanza escolarizada, entre otros aspectos que llevaron a su autor a concluir que la tecnología moderna es la ciencia del trabajo productivo. Por ahora únicamente deseo mostrar cómo en este marco general elaborado por Ruy Gama están presentes valiosas sugerencias para la conceptualización de la historia de la tecnología local, algunas de las cuales él mismo alcanzó a vislumbrarlas en su último artículo aparecido en Quipu poco antes de su muerte.

En esta parte, entonces, voy intentar recuperar algunas de las percepciones innovadoras de Ruy Gama, para retomarlas como apuntamientos para el desarrollo de la historia de la tecnología local que estamos proponiendo. Al iniciar Ruy Gama su andadura hacia la historia de la tecnología se encontró con

33. Ruy Gama, A Tecnologia e o trabalho na História. Tese para o Concurso de Livre Docência. São Paulo, Universidade de São Paulo, 1985, p. I-32.

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lo que era común en la época y entre prácticamente todos los estudiosos del tema, no importando sus diferencias en cuanto a objeto y métodos de estudio, me refiero a la general desconsideración de la historia de la tecnología local o de las regiones periféricas. En 1983 declaraba Ruy Gama:

A caracaterização do engenho como linha de produção é importante, pois permite dizer que, mesmo em bases grosseiras e brutais, desde o primeiro século da colonização estavam sendo etabelecidas algumas condiçoes técnicas para a mecanizaçaão. Isto posto, podemos afirmar que a contribução do Novo Mundo para a ciência não se limitou ao eferecimiento da flora, da fauna e das gentes exóticas à curiosidade européia; o estabelecimiento da manufatura do açúcar em larga escala nas Américas colocou um importante desafio à tecnologia e, portanto, ao conhecimiento científico.34

En efecto, fue lugar común considerar a la actividad práctica y productiva de las sociedades periféricas como carente de interés histórico frente a la experiencia recabada en los países de la Revolución Industrial. El género mismo, la historia de la tecnología, fue iniciado por autores como Beckmann y Ure quienes focalizaban en sus estudios la tradición y la cultura técnica europea casi exclusivamente, y en los pocos casos en que ello no era así, como en las referencias que hizo Beckmann a la obra mineralógica de Alonso Barba realizada en Potosí en el siglo XVII, su tratamiento es el de una asimilación lisa y llana a la tradición europea.35 Carlos Marx, en sus notas de lectura de Beckmann, Poppe y Ure, ignoró igualmente la experiencia tecnológica de los países americanos, la cual incluía temas destacadísimos como el método llamado de patio para el beneficio de la plata en México, responsable de la producción argentífera más importante que obtuvo Europa de América. En el tratamiento que hizo Marx de la tecnología en El Capital tampoco incluyó consideración alguna sobre la tecnología en los países periféricos, ya fueran de un capitalismo encubierto, como suponía Ruy Gama que era el caso de la producción azucarera bajo el régimen esclavista brasileño, o de formas económico-sociales anteriores al capitalismo como pudieran ser clasificadas varias sociedades periféricas con una interesante actividad tecnológica propia. Inclusive cabe preguntarse si las llamadas por Gama “anticipaciones”, que él mismo estudió a propósito de los ingenios azucareros brasileños, son eso efectivamente, y en todo caso qué estatuto debemos asignarles en la historia de la tecnología local.

34. Ruy Gama, Engenho e tecnologia…, p. 28.35. En efecto, Beckmann afirmaba: “I am strongly inclined to believe that this method

prevailed in Germany long before the discovery of the mines in America”, en: John Beckmann, A History of Inventions, Discoveries, and Origins, (1a edición, Leipzig, 1780), vol. I, Translated from German by William Johnston, Amsterdam, B. M. Israel, 1974, p. 16.

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Esto porque en el último trabajo publicado por Ruy Gama, al que haré referencia más adelante, él abre una posibilidad al dejar de considerar a las llamadas “anticipaciones” como tales.

En consecuencia, Ruy Gama vino a dar un paso significativo e innovador, historiográficamente hablando, al decirnos que la historia de la técnica en Brasil podría enriquecerse si se consideraba a la división del trabajo y las formas que ella asume, juntamente con las herramientas y las máquinas, en el proceso de aumento de la productividad del trabajo. Esto lo llevó a considerar esta historia como una parte de la historia económica y a alejarse de la visión internalista de la historia de la tecnología que se interesa únicamente por las herramientas, máquinas o artefactos, y su lógica evolutiva interna.

Como parte de la historia económica, esta historia abría sus puertas a consideraciones que tienen en cuenta el marco social particular en el que los procesos técnicos de aumento de la productividad del trabajo tienen lugar. Una historia contextual o social se volvía entonces posible. Es por ello que sin proceder de esa manera, la historia de la tecnología periférica no habría abandonado el terreno en el cual se afirmaba que en países como el Brasil colonial “todo venía de Europa”. Y este es un mérito sin duda de la obra que nos dejó Gama.

En el vol. 11, número 1 de Quipu, Revista Latinoamericana de Historia de las Ciencias y la Tecnología, que apareció en 1996, se publicó el artículo “Sobre a história da técnica” de Ruy Gama. Luego de más de diez años de encuentros y diálogos con los historiadores de la ciencia latinoamericana, en este trabajo Gama se pregunta explícitamente por los objetivos del estudio de la historia de la técnica en Brasil. Para ello destaca que esta historia debe ser estudiada en paralelo con la historia de la ciencia porque ambas historias tienen interacciones recíprocas que hacen adecuada la comprensión de cada una de ellas.

En primer lugar porque históricamente es demostrable la existencia de un “pensamiento autónomo”. En efecto, afirma, para un país con un pasado colonial, “é importante identificar nos fatos históricos aqueles que assumen valor relevante como manifestação de um pensamiento autónomo…”36

En segundo lugar, Gama se pregunta qué se puede obtener de la historia de la técnica para la comprensión del antes mencionado “pensamiento autónomo”. Para ejemplificar regresa a sus estudios sobre la manufactura azucarera, y se pregunta ¿qué podría haber de local en los ingenios brasileños? A lo cual se responde a sí mismo:

A montagen e a operação desse sistema de manufatura orgânica escravista foi provavelmente a coisa mais importante na história da técnica no Brasil colonial.

36. Ruy Gama, “Sobre a história da técnica”, Quipu, 11, núm. 1, p. 26.

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Pero también:

O arranjo do espaço deve corresponder à necessidade de manutenção dessa ordem funcional; deve facilitar a vigilância, o controle e o sistema punitivo presente até mesmo na distribução de certas funções, como era a dos foguistas.

Essa explicitação das relaçoes senhor-escravo, feita de pedra e cal, chega à sua forma mais requintadamente funcional no ‘edifício em forma de cruz’...37

La obra de Antonil también es agregada a esta enumeración de desarrollos técnicos propios, en este caso por haber constituido:

uma tomada de consciência em relação a práctica de fabrico do açúcar e a os interesses de clase dos senhores de engenho. Nesse episódio pode-se falar de uma autonomia de pensamento no Brasil em oposição às restrições colonialistas...38

Son estos últimos apuntamientos los que en mi opinión nos permiten hacer avanzar la conceptualización de la historia local de la ciencia y de la tecnología en América Latina. La razón es la siguiente: en ellos Ruy Gama ha abandonado la idea de que las realizaciones intelectuales habidas en la tecnología del Brasil colonial eran únicamente “anticipaciones” de las formas históricas de la tecnología que más tarde aparecieron desarrolladas en el ámbito tecnológico capitalista. Por otra parte, porque restituye a este pensamiento autónomo su valor cognoscitivo e histórico al no depender más de una valoración externa y ulterior en cuanto a su significación para la historia de la tecnología local. Finalmente, porque reivindican el valor social y epistémico, y no sólo el económico, que tienen los hechos en la historia de la ciencia y de la tecnología. Bases todas éstas que vuelven posible considerar a la historia de la tecnología nacional como una historia del conocimiento tecnológico local por derecho propio.

Como hemos visto en la primera parte de este artículo, la historia de la tecnología local (o hpt) ha sido muy poco estudiada en comparación con lo realizado en el campo de la historia de la ciencia. Han sido las formas de abordaje, como hace treinta años también lo fueron para la ciencia, las responsables de ello ya que han privado de interés historiográfico al estudio de las formas que adoptaron la creación y el desarrollo técnico en contextos geo-culturales definidos. Sin embargo se trata de un campo de estudio cuyo interés es evidente para el historiador, mismo que se ve aumentado ante consideraciones relativas a la actualidad de la historia de la tecnología pues hay un efecto político comprometido en la focalización que se haga del pasado tecnológico nacional. Este tiene que ver con el hecho de que en la actualidad son de naturaleza tecnológica un gran número de las cuestiones que afectan al desarrollo de los

37. Ruy Gama, “Sobre a história da técnica”, Quipu, p. 38.38. Ruy Gama, “Sobre a história da técnica”, Quipu, p. 39.

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países, y que es la política tecnológica que se adopte la que podrá atender tales cuestiones o no. La hpt introduce una dosis de realismo en estas materias pues aporta raíces culturales que vinculan al pasado, al presente y al futuro con una cultura propia y con modalidades o estilos particulares de cultivo del saber científico y tecnológico seguidos en cada país. El desafío, y por tanto el interés de la historia de la tecnología local, no puede ser otro sino el de convertirse en un saber con funciones liberadoras para los países dejados “fuera de la historia” y, con ello, recuperar la memoria de un tema de tanta importancia. El camino que abrió Ruy Gama, estoy seguro, habrá de seguir ensanchándose con nuevas investigaciones y nuevas reflexiones sobre la ciencia y tecnología locales para contribuir no sólo a la escritura de una historia metodológicamente correcta, sino también útil para los pueblos en el contexto de la antinomia fundamental del siglo actual: globalización y diversidad cultural.

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