La historia del ejército ecuatoriano javier capa

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La historia del Ejército ecuatoriano va de la mano con la gesta imperecedera del 10 de Agosto de 1809, cuando al albor de la libertad, nace el Ejército ecuatoriano, cuya labor en más de dos siglos ha contribuido indiscutiblemente a la edificación del Ecuador democrático y soberano. Las campañas independentistas fueron el preámbulo de una organización y de una estructura militar más coherente y cercana a lo que debía ser un ejército. Es innegable que el nivel de poder y autonomía económica que paulatinamente fueron logrando los criollos les hacía imposible convivir bajo la tutela de una corona española, de por sí ya convertida en una amenaza a ese gran grupo de poder, anhelante de caminar de manera libre y soberana por todo el continente. Las ideas progresistas del quiteño Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, fiel representante de la Ilustración en América, del influjo del espíritu de la Revolución Francesa y de la independencia de los Estados Unidos, fue el ente motivador para que luego, en la fecha épica del 10 de Agosto de 1809, naciera no solo una nueva etapa para Quito y el continente, sino el inicio de lo que hoy conocemos como el Ejército ecuatoriano. Uno de los próceres del 10 de Agosto, el capitán Juan Salinas, merecidamente reconocido como el primer comandante del Ejército ecuatoriano, fue un noble oficial, sensible e instruido; maestro en filosofía y estudios en jurisprudencia, supo percibir las necesidades del pueblo, sobre todo de los más pobres. El jueves 9 de agosto de 1809 Salinas fue ascendido al grado de coronel y se le encargó el mando de la “Falange de Quito”, conduciendo acciones militares en contra de la corona española. Salinas, también ha pasado a la historia por ser la persona comisionada por la Junta Suprema para elaborar el llamado: “Plan de defensa de Quito y sus provincias”, que involucró redefinir los ámbitos político, económico y militar de la nueva nación que en ciernes emergía. La Falange Quiteña se reorganizó y retomó fuerza, a raíz de la masacre de los héroes el 2 de Agosto de 1810, con el retorno del coronel Carlos Montúfar, nombrado comandante de las fuerzas de Quito. Luego del triunfo en contra de las fuerzas realistas en Pasto en 1811, se inicia una etapa de la cual no habría marcha atrás. El 9 de Octubre de 1820 el Ejército nacional, al mando del coronel Luis Urdaneta, hace que Guayaquil proclame su independencia; días más tarde, el 3 de noviembre, lo hace Cuenca, bajo el liderazgo del teniente José Ordóñez. Dentro de ese contexto, América ve emerger a Simón Bolívar, aquel insigne hombre que emprende su campaña libertaria junto a un joven general de 26 años, Antonio José de Sucre, delegado por el Libertador para que integre las tierras de la Real Audiencia de Quito a Colombia. El 21 de abril de 1821 con la victoria de Tapi, en Riobamba, se abre el camino para que Sucre, ponga el sello final en la Batalla de Pichincha, el 24 de Mayo de 1822, donde entrega su vida el joven Abdón Calderón, otro de los héroes del Ejército ecuatoriano. Tiempo después, en el Portete de Tarqui, el 27 de febrero de 1829, cuando cuatro mil soldados grancolombianos vencieran a ocho mil peruanos, se consolida la libertad de nuestro país y toma forma el Ejército ecuatoriano, como parte de las fuerzas grancolombianas. Hoy, esa fecha, a más de ser establecida como Día Clásico del Ejército ecuatoriano, ha sido motivo para celebrar el Día del Civismo y de la Unidad Nacional. La formación del Ecuador como república en 1830 afirma la identidad del Ejército y lo formaliza como un ente con espíritu constitucional, cuando en Riobamba, el 11 de septiembre de 1830, al albor de la primera Carta Magna, queda establecido en el artículo 35, 4to inciso, lo siguiente: “Disponer de una milicia nacional para la seguridad interior, y del Ejército para la defensa del país…”. “Art. 51. El destino de la fuerza armada es defender la independencia de la Patria, sostener sus leyes y mantener el orden público. Los individuos del ejército y armada están sujetos en sus juicios a sus peculiares ordenanzas”. El Ejército nace constitucionalmente mediante mandato de la primera Constitución de la República. Poco a poco la evolución institucional toma forma en el tiempo. Vicente Rocafuerte crea en 1838 el Colegio Militar, luego en 1861 nace la Escuela Regimentaria de Artillería. Bajo Gabriel García Moreno aparece la Escuela Práctica de Cadetes. En 1888 se reabre el Colegio Militar, durante el período de Antonio Flores Jijón. La Revolución Liberal de 1895 marcó a no dudarlo un antes y después en la República; el general Eloy Alfaro, el Viejo luchador, incansable reformista, es uno de los artífices en perfilar un Ejército innovador y moderno. Alfaro se esfuerza para que el Colegio Militar definitivamente, y sin intermitencias, pueda desarrollarse en el tiempo; desde allí jamás ha dejado de funcionar, hasta la presente. Otra acción destacable de la administración liberal, dirigida a consolidar el Ejército como institución profesional, fue la presencia de la primera misión de oficiales chilenos en 1899, la cual influyó indiscutiblemente para la profesionalización de la institución. En 1922 arriba al país otra misión militar, esta vez la italiana, que aporta significativamente a la conformación de un Ejército cada vez más profesional y actualizado. Fruto de ello fue el nacimiento de la Escuela de Ingenieros Civiles y de la Academia de Guerra del Ejército, el 15 de abril de 1923. La misión italiana tuvo un influjo importante en la ideología progresista de varios jóvenes oficiales, un grupo de ellos quienes fueron a la larga los artífices para que el 9 de julio de 1925 se diera la Revolución Juliana, un hito de cambio nunca antes visto, que elevó de la “Edad Media” al siglo XX al Estado ecuatoriano. En 1928, bajo la administración del doctor Isidro Ayora, se crea el Servicio Geográfico Militar, erigido en 1947 por el doctor José María Velasco Ibarra a la condición de Instituto. La labor del Ejército en este ámbito ha sido innumerable y meritoria, propendiendo al desarrollo científico, al levantamiento de la Cartografía Nacional y del archivo de datos geográficos, como demás aportes en bien del desarrollo del país. El conflicto de 1941 encontró a un Ejército poco operativo, que lamentablemente por intereses políticos no pudo repeler la acción de un enemigo mejor armado. Los hechos a posterior de este acontecimiento han sido juzgados por la historia, pero sin menoscabo de la acción valiente y heroica de sus soldados que ofrendaron sus vidas por la defensa de nuestra territorialidad, y que décadas más tarde sería reivindicada por el triunfo en el Alto Cenepa. Han quedado como ejemplo de heroísmo de 1941 los nombres del capitán Galo Molina, del teniente Carlos Díaz Terán, del teniente César Chiriboga, del subteniente Hugo Ortiz y del cabo Luis Minacho. En 1944 se da la Revolución de Mayo, también llamada la Gloriosa, que quiso rehacer la amarga decepción de 1941; sin embargo, este y otros hechos, como el de 1941, no impidieron que el país siga avanzando, sobre todo gracias al advenimiento del boom del banano, el que permitió cambios visibles en la sociedad ecuatoriana. Bajo la presidencia del doctor Velasco Ibarra el Ejército vivió una transformación interesante, se comenzó a equipar de mejor manera, con armamento moderno e innovador para esa época. El tiempo avanzó y en 1956 arribó al Ecuador la segunda misión militar chilena, en la cual constaba el mayor Augusto Pinochet, quien a la postre sería Presidente de la República de Chile. Este grupo de oficiales apoyaron sobremanera en la parte docente en la Academia de Guerra del Ejército. Ese mismo año, el por ese entonces capitán Alejandro Romo, realiza el primer salto en paracaídas, dando inicio al grupo élite, el de fuerzas especiales del Ejército. Doce años más tarde, en 1968, por decreto del presidente Velasco Ibarra, se crea el Cuerpo de Ingenieros del Ejército, cuya gestión dirigida a la obra pública ha beneficiado al país en más de cuarenta años. Ya en la década de los años setenta se

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La historia del Ejército ecuatoriano va de la mano con la gesta imperecedera del 10 de Agosto de 1809, cuando al albor de la libertad,

nace el Ejército ecuatoriano, cuya labor en más de dos siglos ha contribuido indiscutiblemente a la edificación del Ecuador democrático y

soberano.

Las campañas independentistas fueron el preámbulo de una organización y de una estructura militar más coherente y cercana a lo que

debía ser un ejército. Es innegable que el nivel de poder y autonomía económica que paulatinamente fueron logrando los criollos les

hacía imposible convivir bajo la tutela de una corona española, de por sí ya convertida en una amenaza a ese gran grupo de poder,

anhelante de caminar de manera libre y soberana por todo el continente. Las ideas progresistas del quiteño Javier Eugenio de Santa Cruz

y Espejo, fiel representante de la Ilustración en América, del influjo del espíritu de la Revolución Francesa y de la independencia de los

Estados Unidos, fue el ente motivador para que luego, en la fecha épica del 10 de Agosto de 1809, naciera no solo una nueva etapa para

Quito y el continente, sino el inicio de lo que hoy conocemos como el Ejército ecuatoriano.

Uno de los próceres del 10 de Agosto, el capitán Juan Salinas, merecidamente reconocido como el primer comandante del Ejército

ecuatoriano, fue un noble oficial, sensible e instruido; maestro en filosofía y estudios en jurisprudencia, supo percibir las necesidades del

pueblo, sobre todo de los más pobres. El jueves 9 de agosto de 1809 Salinas fue ascendido al grado de coronel y se le encargó el mando

de la “Falange de Quito”, conduciendo acciones militares en contra de la corona española. Salinas, también ha pasado a la historia por

ser la persona comisionada por la Junta Suprema para elaborar el llamado: “Plan de defensa de Quito y sus provincias”, que involucró

redefinir los ámbitos político, económico y militar de la nueva nación que en ciernes emergía.

La Falange Quiteña se reorganizó y retomó fuerza, a raíz de la masacre de los héroes el 2 de Agosto de 1810, con el retorno del coronel

Carlos Montúfar, nombrado comandante de las fuerzas de Quito. Luego del triunfo en contra de las fuerzas realistas en Pasto en 1811, se

inicia una etapa de la cual no habría marcha atrás. El 9 de Octubre de 1820 el Ejército nacional, al mando del coronel Luis Urdaneta, hace

que Guayaquil proclame su independencia; días más tarde, el 3 de noviembre, lo hace Cuenca, bajo el liderazgo del teniente José

Ordóñez.

Dentro de ese contexto, América ve emerger a Simón Bolívar, aquel insigne hombre que emprende su campaña libertaria junto a un joven

general de 26 años, Antonio José de Sucre, delegado por el Libertador para que integre las tierras de la Real Audiencia de Quito a

Colombia. El 21 de abril de 1821 con la victoria de Tapi, en Riobamba, se abre el camino para que Sucre, ponga el sello final en la

Batalla de Pichincha, el 24 de Mayo de 1822, donde entrega su vida el joven Abdón Calderón, otro de los héroes del Ejército ecuatoriano.

Tiempo después, en el Portete de Tarqui, el 27 de febrero de 1829, cuando cuatro mil soldados grancolombianos vencieran a ocho mil

peruanos, se consolida la libertad de nuestro país y toma forma el Ejército ecuatoriano, como parte de las fuerzas grancolombianas. Hoy,

esa fecha, a más de ser establecida como Día Clásico del Ejército ecuatoriano, ha sido motivo para celebrar el Día del Civismo y de la

Unidad Nacional.

La formación del Ecuador como república en 1830 afirma la identidad del Ejército y lo formaliza como un ente con espíritu

constitucional, cuando en Riobamba, el 11 de septiembre de 1830, al albor de la primera Carta Magna, queda establecido en el artículo

35, 4to inciso, lo siguiente: “Disponer de una milicia nacional para la seguridad interior, y del Ejército para la defensa del país…”. “Art.

51. El destino de la fuerza armada es defender la independencia de la Patria, sostener sus leyes y mantener el orden público. Los

individuos del ejército y armada están sujetos en sus juicios a sus peculiares ordenanzas”. El Ejército nace constitucionalmente mediante

mandato de la primera Constitución de la República.

Poco a poco la evolución institucional toma forma en el tiempo. Vicente Rocafuerte crea en 1838 el Colegio Militar, luego en 1861 nace

la Escuela Regimentaria de Artillería. Bajo Gabriel García Moreno aparece la Escuela Práctica de Cadetes. En 1888 se reabre el Colegio

Militar, durante el período de Antonio Flores Jijón. La Revolución Liberal de 1895 marcó a no dudarlo un antes y después en la

República; el general Eloy Alfaro, el Viejo luchador, incansable reformista, es uno de los artífices en perfilar un Ejército innovador y

moderno. Alfaro se esfuerza para que el Colegio Militar definitivamente, y sin intermitencias, pueda desarrollarse en el tiempo; desde allí

jamás ha dejado de funcionar, hasta la presente. Otra acción destacable de la administración liberal, dirigida a consolidar el Ejército como

institución profesional, fue la presencia de la primera misión de oficiales chilenos en 1899, la cual influyó indiscutiblemente para la

profesionalización de la institución.

En 1922 arriba al país otra misión militar, esta vez la italiana, que aporta significativamente a la conformación de un Ejército cada vez

más profesional y actualizado. Fruto de ello fue el nacimiento de la Escuela de Ingenieros Civiles y de la Academia de Guerra del

Ejército, el 15 de abril de 1923. La misión italiana tuvo un influjo importante en la ideología progresista de varios jóvenes oficiales, un

grupo de ellos quienes fueron a la larga los artífices para que el 9 de julio de 1925 se diera la Revolución Juliana, un hito de cambio

nunca antes visto, que elevó de la “Edad Media” al siglo XX al Estado ecuatoriano.

En 1928, bajo la administración del doctor Isidro Ayora, se crea el Servicio Geográfico Militar, erigido en 1947 por el doctor José María

Velasco Ibarra a la condición de Instituto. La labor del Ejército en este ámbito ha sido innumerable y meritoria, propendiendo al

desarrollo científico, al levantamiento de la Cartografía Nacional y del archivo de datos geográficos, como demás aportes en bien del

desarrollo del país.

El conflicto de 1941 encontró a un Ejército poco operativo, que lamentablemente por intereses políticos no pudo repeler la acción de un

enemigo mejor armado. Los hechos a posterior de este acontecimiento han sido juzgados por la historia, pero sin menoscabo de la acción

valiente y heroica de sus soldados que ofrendaron sus vidas por la defensa de nuestra territorialidad, y que décadas más tarde sería

reivindicada por el triunfo en el Alto Cenepa. Han quedado como ejemplo de heroísmo de 1941 los nombres del capitán Galo Molina, del

teniente Carlos Díaz Terán, del teniente César Chiriboga, del subteniente Hugo Ortiz y del cabo Luis Minacho.

En 1944 se da la Revolución de Mayo, también llamada la Gloriosa, que quiso rehacer la amarga decepción de 1941; sin embargo, este y

otros hechos, como el de 1941, no impidieron que el país siga avanzando, sobre todo gracias al advenimiento del boom del bana no, el que

permitió cambios visibles en la sociedad ecuatoriana. Bajo la presidencia del doctor Velasco Ibarra el Ejército vivió una transformación

interesante, se comenzó a equipar de mejor manera, con armamento moderno e innovador para esa época. El tiempo avanzó y en 1956

arribó al Ecuador la segunda misión militar chilena, en la cual constaba el mayor Augusto Pinochet, quien a la postre sería Presidente de

la República de Chile. Este grupo de oficiales apoyaron sobremanera en la parte docente en la Academia de Guerra del Ejército . Ese

mismo año, el por ese entonces capitán Alejandro Romo, realiza el primer salto en paracaídas, dando inicio al grupo élite, el de fuerzas

especiales del Ejército. Doce años más tarde, en 1968, por decreto del presidente Velasco Ibarra, se crea el Cuerpo de Ingenieros del

Ejército, cuya gestión dirigida a la obra pública ha beneficiado al país en más de cuarenta años. Ya en la década de los años setenta se

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inicia la era petrolera, actividad impulsada por el Gobierno Militar de ese entonces. El oro negro cambiaría la faz del país como nunca

antes. Un año después, el 19 de octubre de 1973, nace la Dirección de Industrias del Ejército, grupo empresarial dirigido a ámbitos de la

defensa, el cual ha colaborado indiscutible y decididamente en el desarrollo socio-económico del país.

El aparecimiento de un nuevo conflicto de envergadura con el vecino del sur tuvo que esperar varios años, hasta 1981, cuando la invasión

peruana fue repelida por el Ejército ecuatoriano, quedando escrito este acontecimiento en la historia institucional, asociado hasta hoy a

los campos perennes de Paquisha, Mayaycu y Machinaza y de las vidas del cabo Nicolás Quiroz y el soldado Daniel de Jesús Martínez.

No obstante, no fue hasta el año de 1995, cuando las Fuerzas Armadas y su Ejército logran el triunfo histórico e indiscutible en el Alto

Cenepa, constituyéndose en el hecho de más gloria del siglo XX.

Héroes de esta épica victoria y que siempre serán recordados son el capitán Geovanni Calles, el sargento primero Luis Hernández, el cabo

segundo Héctor Pilco y demás voluntarios que ofrendaron sus vidas en bien de la patria. El Cenepa es un acontecimiento único, que elevó

la autoestima de lo ecuatorianos, los unió y marcó, paradójicamente, el inicio de una nueva época en las relaciones bilaterales entre

ambos pueblos, construida esta vez bajo las armas de la paz, la armonía y la mutua convivencia. “Cenepa gloria de la patria”, es un

eslogan que hoy se incluye merecidamente y por siempre en el escudo de armas del Ejército. A partir de 1995 se demostró que el Ejército

es una institución diferente, sólida, férreamente cohesionada, con visión de futuro; preparada en el nuevo milenio para enfrentar con éxito

los retos que el Ecuador y el mundo obligan.

Ya en siglo XXI, el Ejército ecuatoriano es considerado un referente de los ejércitos del continente, modernizándonos de manera

permanente y procurando la mayor operatividad posible. El plan estratégico institucional vigente permite articular nuevos objetivos,

estrategias, indicadores, proyectos y programas, dentro de un marco estructurado y coherente con la Agenda Política de Defensa

Nacional y con los escenarios geopolíticos y estratégicos internacionales, proyectándolo de manera ordenada, sistemática y planificada.

Se puede decir que hoy se han institucionalizado muchas actividades estructurales, como el liderazgo proactivo e innovador, la gestión,

bajo un estilo transparente y dinámico, en procura siempre de la rendición de cuentas.

En cuanto a la normativa legal el Ejército la está actualizando, en concordancia con la Constitución aprobada en el año 2008, atendiendo

a la equidad de género, respetando los méritos, la estabilidad y la profesionalización de sus miembros; continuando con mayor ahínco en

el ejercicio de su misión fundamental

En la página de discusión puedes consultar el debate al respecto.

«Guerra del 41» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Guerra del 41

(desambiguación).

Guerra Peruano-Ecuatoriana de

1941.

Reclamaciones territoriales

Fecha 5 de julio de 1941 - 29 de Enero de 1942

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Lugar Costa, Sierra y Selva del Ecuador en

Sudamérica Provincias ecuatorianas de

El Oro, Puerto Bolívar, Guayas

ejerciendo el Perú un bloqueo marítimo y

terrestre a la ciudad de Guayaquil

principal puerto comercial y base naval

del Ecuador. Las provincias andinas

ecuatorianas de Loja y Azuay.

Las provincias selváticas ecuatorianas de

Sucumbios, Napo, Orellana, Pastaza y

Morona Santiago.

Causas Ver lista[mostrar]

Conflicto Disputa territorial entre Ecuador y Perú

Resultado Victoria del Perú.

Ver lista[mostrar]

Beligerantes

Ecuador

Perú

Comandantes

Presidente Carlos

Arroyo del Río

Coronel Luis Rodríguez

Presidente Manuel

Prado y Ugarteche

General Eloy Ureta

Fuerzas en combate

Ejército del Ecuador

Ejército del Perú

Fuerza Aérea del

Perú

Marina de Guerra

del Perú

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La guerra peruano-ecuatoriana, conocida también como Guerra del 41, fue una de las

tres disputas armadas libradas entre los países americanos de Perú y Ecuador. Comenzó el 5

de julio de 1941 y terminó formalmente el 29 de enero de 1942, mediante la firma del

Protocolo de Paz, Amistad y Límites de Río de Janeiro de 1942.

Las fuerzas armadas peruanas ocuparon militarmente y establecieron su autoridad en las

siguientes provincias (cantones) ecuatorianas:

Costa El Oro, Puerto Bolívar y Guayaquil ejerciendo el Perú un bloqueo marítimo y

terrestre a la ciudad de Guayaquil el principal puerto comercial y base naval del Ecuador.

Sierra Las provincias andinas ecuatorianas de Loja y Azuay.

Selva Las provincias selváticas ecuatorianas de Sucumbios, Napo, Orellana, Pastaza y

Morona Santiago, fronterizas con el Perú y localizadas al este de la capital ecuatoriana

Quito, en la selva amazónica que el Ecuador había ocupado según el acuerdo de statu quo

firmado en 1936.

El puerto de Guayaquil y la capital ecuatoriana Quito, quedaron rodeadas por las fuerzas

armadas peruanas por el oeste, sur y este. Las fuerzas armadas peruanas gobernaron y

restablecieron el orden en las zonas de ocupación ecuatorianas mencionadas, además de

restablecer las actividades comerciales y de telecomunicaciones.

Índice

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1 Historia del conflicto

o 1.1 Disputas entre Perú y la Gran Colombia

o 1.2 Disputas entre Perú y Ecuador

2 Fuerzas participantes

o 2.1 Ecuador

o 2.2 Perú

3 Guerra

4 Operaciones Navales

5 Consecuencias

6 Agentes externos

7 Referencias

8 Enlaces externos

Historia del conflicto[editar · editar fuente]

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Disputas entre Perú y la Gran Colombia[editar · editar fuente]

Véase también: Guerra grancolombo-peruana.

La reclamación por parte de Ecuador de un acceso con soberanía a la cuenca del Amazonas

se remonta a 1827, cuando Simón Bolívar, gobernante de la Gran Colombia, de la que

Ecuador formó parte hasta 1830, reclamó como territorios que le correspondían a su país

los de Tumbes, Jaén (Cajamarca) y Maynas (entendiéndose por Maynas el territorio

conformado por los actuales departamentos peruanos de Loreto y Amazonas).

La Gran Colombia reclamaba esa comarca como compensación por las deudas de la

campaña emancipadora y por los "reemplazos" (el costo de reponer con nuevos efectivos

las bajas sufridas en las tropas de apoyo a la guerra independentista peruana). Cabe anotar

que la mayor parte de los hombres y vituallas del Ejército de Colombia auxiliar en el Perú

provinieron de Quito y Nueva Granada, y en menor medida, de Venezuela.

En respuesta, el 17 de mayo de 1828, el Congreso de la República del Perú rechazó tales

pretensiones por considerar que dejaban de lado el principio del Uti possidetis que

implicaba tomar como punto de partida el territorio tradicionalmente ocupado por cada país

al año 1810. En consecuencia, autorizó al presidente José de La Mar a tomar las medidas

militares del caso. En virtud de ello, tropas peruanas tomaron la ciudad y provincia de

Guayaquil y parte de la de Azuay.

Ante la agresión peruana, el Libertador-presidente de Colombia, Simón Bolívar, dispuso al

Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, que partiendo desde Quito organizara

la defensa del Sur de Colombia. El vencedor de Ayacucho, quien había sido presidente de

Bolivia, organizó un ejército con veteranos de la Independencia, entre los que se contó el

general Juan José Flores, futuro presidente del Ecuador.

Ese enfrentamiento concluyó en la batalla de Tarqui (o Portete de Tarqui) en donde el

Ejército grancolombiano de cuatro mil soldados, comandado por Sucre, derrotó a las

fuerzas peruanas, estimadas por el propio Sucre en 8000 hombres. La batalla tuvo lugar el

27 de febrero de 1829, día que actualmente es el Día del Ejército ecuatoriano. Sucre ordenó

poner una placa en el lugar con la siguiente inscripción: El Ejército peruano de ocho mil

soldados, que invadió la tierra de sus libertadores, fue derrotado por cuatro mil bravos de

Colombia, el 27 de febrero de 1829. Esta placa puede leerse en el obelisco conmemorativo

que existe hasta la actualidad. La Batalla de Tarqui fue la última gran victoria del mariscal

Sucre, quien murió asesinado pocos meses después, en junio de 1830. Por su participación

en esta campaña, Flores fue ascendido, y revindicó para sí el título de "Salvador del Sur de

Colombia", que está escrito en su tumba en la Catedral Metropolitana de Quito.

La derrota de La Mar (quien era ecuatoriano, pues nació en la ciudad de Cuenca, vecina al

sitio de la derrota) motivó el armisticio del 10 de julio de 1829 y el Tratado Larrea-Gual del

22 de septiembre del mismo año. Este tratado, también conocido como Tratado de

Guayaquil estableció que el límite entre la Gran Colombia y el Perú sería el mismo que

existió entre los virreynatos de Nueva Granada y el del Perú, descartando en forma

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meridiana cualquier discusión sobre presuntos derechos al sur de la línea de frontera

determinada por el río Zarumilla.

Disputas entre Perú y Ecuador[editar · editar fuente]

Una vez constituido el Estado Ecuatoriano, se suscribieron diversos acuerdos y tratados con

la finalidad de trazar la frontera entre ambos países, sobre todo en la parte amazónica.

Ecuador señala la existencia del Protocolo Pedemonte-Mosquera que, firmado en 1830

fue una continuación del Tratado Larrea-Gual. Perú cuestiona la validez de ese tratado

llegando a afirmar que nunca se firmó ya que jamás se encontró el documento original.

Durante 1857 el Ecuador intento saldar su deuda de Independencia con sus acreedores

ingleses otorgándoles territorios peruanos en la Amazonía. En 1858, ambos países libraron

una guerra frente a las costas ecuatorianas. Una escuadra de la Marina de Guerra del Perú,

al mando del propio Mariscal Ramón Castilla bloqueó e invadió el puerto de Guayaquil e

intervino en la guerra civil que se había desatado en Ecuador. El Mariscal Castilla decidió

brindar apoyó militar y económico al general ecuatoriano Guillermo Franco, quien había

establecido un Gobierno de Facto en Guayaquil.

De esta manera Castilla pretendió solucionar el problema territorial de una vez por todas a

favor del Perú.

Luego que el General Franco se convierte en Presidente del Ecuador, el Mariscal Castilla lo

invita a firmar en representación del Ecuador y del Perú, el Tratado de Mapasingue, en la

localidad del mismo nombre ubicada en la provincia del Guayas, al sur del puerto de

Guayaquil.

Bajo los términos de este tratado Ecuador se abstenía de seguir ofreciendo a europeos

territorios amazónicos peruanos.

Luego de firmado el tratado las fuerzas armadas peruanas abandonaron Ecuador y

regresaron al Perú.

Sin embargo a menos de dos años de la firma de este tratado, el General Franco fue

derrotado por el general Juan José Flores, al servicio del presidente Gabriel García Moreno,

y el Ecuador procedió a alegar la nulidad de este tratado, aunque se abstuvo de seguir

ofreciendo territorios amazónicos a extranjeros.

Ecuador ingresó después a una guerra civil que impidió las relaciones diplomáticas con el

resto de Latinoamérica, incluyendo al Presidente del Perú Ramón Castilla, ya que no existiá

un gobierno reconocido en Ecuador con el cual tratar hasta 1860, cuando se posesiona

Gabriel García Moreno.

A pesar de la reciente invasión peruana de 1858, García Moreno apoyó a Perú en 1866

durante la guerra contra España, durante la cual una escuadra española se enfrentó a las

flotas de Perú y Chile y atacó diversos puntos de la costa de estos países. Aunque no

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participaran activamente en el conflicto, tanto Ecuador como Bolivia entraron a formar

parte de la alianza contra España.

Igualmente, entre 1879 y 1883 el Perú participó en la Guerra del Pacífico contra Chile y no

pudo atender otros asuntos diplomáticos. Se conoce que el presidente del Ecuador en esa

época, general Ignacio de Veintimilla, y su canciller, Cornelio Vernaza, recibieron pedidos

de Chile de sumarse a la guerra contra Perú, pero los rechazaron. El pedido consistió en el

envío de 3.000 soldados a la frontera con Perú para apoyar la ofensiva chilena, que culminó

con la caída de Lima. A cambio, Chile apoyaría la postura ecuatoriana frente al problema

territorial y obligaría al Perú derrotado a respetar el Protocolo Mosquera-Pedemonte.

Ecuador, sin embargo, se declaró neutral.

En 1887, un tratado suscrito por ambas naciones estableció que el Rey de España actuaría

como árbitro. Se pensó que ese Tratado, denominado Herrera-García, resolvería

permanentemente el conflicto. Sin embargo, el Congreso de la República del Perú señaló

que ratificaría el tratado sólo luego de que se introdujeran algunas modificaciones por

cuanto lo consideraba poco favorable para su país. Ante ello, Ecuador se retiró del proceso

en protesta de las modificaciones peruanas y el Rey se abstuvo de proponer una decisión.

En el siglo XX se ocasionaron nuevos incidentes limítrofes. El más importante de esos fue

el que se dio en el año de 1910, cuando el presidente ecuatoriano Eloy Alfaro rechazó la

pretención peruana, que, al parecer, iba a ser concedida por el arbitraje del Rey de España.

Alfaro movilizó al país al grito de Tumbes-Marañón o la Guerra, pero no llegó a darse el

conflicto.

En 1922 hubo otra disputa referida a la firma del Tratado Salomón-Lozano entre Perú y

Colombia que resultó favorable a esta última nación. Este tratado causó malestar tanto en

Perú (donde se señala que el presidente Augusto B. Leguía lo suscribió bajo presión de los

Estados Unidos) como en Ecuador que se veía, de esa forma, limitando con Perú por el

este. Sin embargo, el reconocimiento colombiano respecto a las aspiraciones territoriales

del Perú señalándolas como legítimas ayudaron a éste país.

En 1936, tras largos años de incidentes y negociaciones, se fijó una "línea de statu quo", en

calidad de frontera provisional mutuamente reconocida tomando como base los territorios

que de facto poseía cada país. Dentro de dicha línea provisional, en la zona correspondiente

al actual departamento peruano de Amazonas, se fijaba, como frontera natural, la Cordillera

del Cóndor.

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Una ciudad de Ecuador siendo bombardeada por la Fuerza Aérea del Perú en 1941,.

El 11 de enero de 1941, alegando que los ecuatorianos habían realizado incursiones e

incluso ocuparon territorio peruano en la provincia de Zarumilla, el Presidente del Perú,

Manuel Prado Ugarteche, ordenó la formación del Agrupamiento Norte, una unidad

militar en cargo del Teatro de operaciones del Norte.

Fuerzas participantes[editar · editar fuente]

Ecuador[editar · editar fuente]

De acuerdo al testimonio del Coronel Luis Rodríguez1 las fuerzas ecuatorianas a

disposición del Comando del Ejército de Frontera en El Oro (Teniente Coronel Octavio A.

Ochoa) después de los incidentes del 5 y 6 de julio eran las siguientes:

Fuerzas dispuestas a lo largo del río Zarumilla: 3 oficiales superiores, 33 oficiales, y

743 hombres, organizados de la siguiente manera:

o Batallón "Cayambe": 2 oficiales superiores, 22 oficiales, 490 soldados.

o Batallón "Montecristi" : 1 oficial superior, 11 oficiales, 253 soldados.

Fuerzas dispuestas en las cercanías: 4 oficiales superiores, 3 oficiales , 28 soldados,

93 voluntarios y 500 carabineros (una fuerza paramilitar del gobierno), organizados

de la siguiente manera:

o En Arenillas: 2 Oficiales superiores, 3 oficiales, 14 soldados.

o En Santa Rosa: 2 Oficiales superiores, 1 oficial, 18 soldados además de los

93 voluntarios y los 500 carabineros.

Las fuerzas ecuatorianas no sumaban más de 1400 hombres. Su armamento eran fusiles

Mauser de la Primera Guerra Mundial. Carecían de ametralladoras.

Perú[editar · editar fuente]

Como un resultado de las crecientes tensiones en la frontera durante los años 1939 y 1940,

el Presidente del Perú Manuel Prado Ugarteche autorizó en diciembre de 1940 la creación

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del Agrupamiento del Norte. En julio de 1941, esta unidad estaba lista para iniciar

operaciones militares.

Agrupamiento del Norte

Comando General del Agrupamiento (Comandante General: General Eloy G. Ureta;

Jefe de Asesores: Teniente Coronel Miguel Monteza)

o 5º y 7º Regimiento de Caballería

o 6º Grupo de Artillería (8 cañones de 105 mm )

o Destacamento de Tanques del Ejército (12 tanques LTP)

1º División de Infantería Ligera (Coronel Luis Vinatea)

o 1º, 5º, 19º Batallón de infantería

o 1º Grupo de Artillería (8 cañones)

o 1º Compañía de ingenieros

o 1º Sección antiaérea

8º División de Infantería Ligera (Coronel César Salazar)

o 20º Batallón de Infantería

o 8º Grupo de Artillería (8 cañones)

o 8º Compañía de Ingenieros

Destacamento Militar "Chinchipe" (Teniente Coronel Victor Rodríguez)

o 33º Batallón de Infantería (2 compañías de infantería ligera)

División de Selva del Ejército (Nororiente) (General Antonio Silva)

La fuerza total del Agrupamiento del Norte al inicio de las operaciones se calculaban en

20.000 a 25.000 hombres.

Guerra[editar · editar fuente]

Bombarderos de la Fuerza Aérea del Perú sobrevolando la ciudad de Loja.

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La guerra peruano-ecuatoriana se desarrolló entre 1941 y 1942. Las versiones respecto a

qué facción inició las acciones variaron considerablemente hasta el día de hoy.

La versión peruana señala que en la mañana del 5 de julio de 1941 el Ejército de

Ecuador intentó incursionar en el territorio peruano iniciando un ataque a los

puestos peruanos de Aguas Verdes, La Palma, El Porvenir, Lechugal, Quebrada

Seca y Matapalo. La Guardia Civil del Perú, que contaba con medios limitados de

combate, por más de 30 minutos se enfrentó al enemigo y contuvo su avance. La

intervención del Ejército del Perú cambió el curso de las acciones.

La versión ecuatoriana señala que Perú tomó como pretexto una serie de incidentes

entre patrullas fronterizas para invadir Ecuador, con la intención de forzarlo a firmar

un acuerdo fronterizo entre ambos países.

Los primeros encuentros ocurrieron el sábado 5 de julio de 1941

De acuerdo a las fuentes peruanas, tropas ecuatorianas de la localidad de

Huaquillas, un pueblo ubicado en el lado norte del río Zarumilla, que servía como la

línea fronteriza del statu quo entre ambos países, cruzaron al lado peruano y

atacaron a una patrulla peruana establecida en la localidad de Aguas Verdes, un

pueblo ubicado exactamente al frente de Huaquillas. Estas tropas fueron seguidas

por 200 hombres armados, que atacaron la estación de la Guardia Civil del Perú.

Ante ello, los peruanos respondieron enviando una compañía de infantería a Aguas

Verdes que rechazaron a los ecuatorianos de vuelta a su lado del río. La lucha se

esparció a lo largo de toda la frontera establecida por el río Zarumilla. El 6 de julio,

la aviación peruana condujo ataques aéreos contra los puestos fronterizos

ecuatorianos a lo largo del río.2

Según el coronel ecuatoriano Luis A. Rodríguez, comandante de las fuerzas

ecuatorianas que defendieron la provincia de El Oro durante la guerra, los

incidentes del 5 de julio se iniciaron cuando una patrulla fronteriza ecuatoriana

encontró a algunos civiles peruanos, protegidos por policías, limpiando de

vegetación un terreno en lado ecuatoriano del río Zarumilla. Al divisar a la patrulla,

los policías peruanos abrieron fuego y mataron a un soldado. Esto fue seguido por

un intercambio de disparos entre las tropas ubicadas a ambos lados de la frontera, a

la vez que dos oficiales ecuatorianos fueron enviados a Aguas Verdes para hablar

con el oficial al mando. Ellos fueron advertidos por las autoridades peruanas de

volver a sus líneas.3

De cualquier forma, la fuerza peruana, más numerosa y mejor equipada, superó fácilmente

a las fuerzas ecuatorianas que constaban de aproximadamente 1.400 hombres, retirándolos

de las orillas del Zarumilla e invadiendo la provincia de El Oro. Perú también realizó varios

bombardeos aéreos en las ciudades ecuatorianas de Huaquillas, Arenillas, Santa Rosa,

Pasaje y Machala.

El ejército peruano tenía a su disposición un batallón de blindados formado por tanques

checoslovacos LTP, con artillería y apoyo aéreo. El Ejército ecuatoriano carecía de

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blindados de cualquier tipo. Cabe anotar que el tanque LTP era una arma con tecnología de

punta para la época, pues Checoslovaquia vendió al Perú 24 de ellos antes de 1938, cuando

fue anexionada a la Alemania Nazi. El tanque tenía una autonomía de 250 kilómetros, lo

que le hubiera permitido alcanzar Guayaquil y Cuenca desde la frontera con gran facilidad.

Al igual que los polacos en 1939, los ecuatorianos solo podían oponer a estas armas

regimientos de caballería tradicional. El LTP fue considerado un tanque ligero de superior

calidad a los que producía la Alemania Nazi al principio de la Segunda Guerra Mundial,

por lo que las fuerzas del Reich lo utilizaron en el Frente Ruso.

El núcleo de la aviación peruana eran siete cazas NA-50, conocidos como Torito, que eran

una versión del North American P-64 y que habían sido entregados por Estados Unidos en

mayo de 1939. Ecuador carecía de aviones de combate, pues al inicio de las hostilidades la

Fuerza Aérea Ecuatoriana contaba apenas con tres aviones tipo Curtiss-Wright CW-19R

Sparrow, y tres biplanos de reconocimiento y ataque I.M.A.N Ro-37 en mal estado.

El as de la aviación peruana José Quiñones Gonzáles, quien volaba uno de los cazas Torito,

fue derribado por las defensas antiaéreas ecuatorianas en Quebrada Seca, el 23 de julio de

1941. El aviador peruano estrelló su avión contra las baterías ecuatorianas tras ser

alcanzado. Su cuerpo fue devuelto por el Ecuador el 19 de octubre de 1941, con los honores

del caso.

Los peruanos establecieron en la región una unidad de paracaidistas y la usaron

eficazmente para tomar el puerto ecuatoriano de Puerto Bolívar el 31 de julio de 1941, en lo

que se considera la primera vez que se utilizaron fuerzas aerotransportadas en América.

Ecuador carecía también de fuerzas aerotransportadas.

A pesar de la falta de material y hombres, los soldados ecuatorianos opusieron gran

resistencia, tanto en la zona litoral cuanto en la región Amazónica. El 2 de agosto de 1941

en Gapizum, a orillas del río Santiago, el puesto ecuatoriano de diez soldados, comandando

por el subteniente Hugo Ortiz Garcés, de 20 años de edad, fue tomado por fuerzas

invasoras. Ortiz se negó a rendirse y fue muerto por los invasores, quienes lo enterraron

envuelto en la bandera del pequeño destacamento ecuatoriano, que resguardaba la zona de

Yaupi. Sus restos fueron traslados a Quito en 1943. Previamente, había sido atacado el 1 de

agosto el puesto de Yaupi, según el parte del propio Ortiz, por no menos de 100 soldados

peruanos armados con ocho ametralladoras.