La Historia de Los Mapas

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II. E V O L U C I Ó N DE LA CARTA MARÍTIMA MEDIEVAL HACIA fines del siglo XIII empezó a usarse en Europa occi- dental un tipo de carta que constituyó un gran progreso sobre cualesquiera de los otros productos de la cartografía medieval vistos hasta aquí. Estas cartas mostraban en lo esencial un rompimiento completo con la tradición: su característica fundamental consistía en que se basaban en la observación directa por medio de un nuevo instrumento: la brújula marina. En estos mapas las costas del Mar Negro, del Mediterráneo y del suroeste de Europa se trazaron con gran exactitud, y el perlil que de ese modo se estableció lo siguieron los dibujantes de mapas durante varios siglos, sin otra modificación sustancial. ti origen de la brújula es oscuro. Por siglos las propie- dades de la magnetita habían sido conocidas, pero no fue sino hasta el siglo Xll cuando fueron adaptadas para servir al navegante mediterráneo. Una forma primitiva del ins- trumento consistía en una aguja magnetizada atravesada en un pedazo de madera que flotaba en una palangana de agua. Un tipo mejorado apareció en el año 12. r >0. que pres- cindía del agua y la aguja se balanceaba sobre un perno; más larde, una tarjeta que contenía los 32 puntos de la brújula y sus subdivisiones fue pegada a la aguja con objeto de que rotara con ella. Dónde o por quién fue inventada la brújula, no se sabe: tradicionalmente fue atribuida a Amalfi, floreciente ciudad-Estado comercial de la ¿poca. Sin em- bargo, como se sabe, lúe utilizada por navegantes chinos un siglo antes; se ha dicho que fue traída de China, posi- blemente por los árabes que habían navegado en aguas orientales durante siglos. Este vínculo nunca ha sido com- probado; en contra está el hecho de que los árabes emplearon una brújula italiana, 110 una china. La brújula fue div idida según el sistema de la rosa de los v ientos de 16 puntos, con medios y cuartos. Más tarde, el punto Norte fue marcado 33

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Crowne.

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II . E V O L U C I Ó N D E L A C A R T A M A R Í T I M A M E D I E V A L

HACIA f ines del siglo XIII empezó a usarse en Europa occi-dental un t ipo de carta q u e cons t i tuyó un gran progreso sobre cua lesquiera de los ot ros productos de la car tograf ía medieval vistos hasta aqu í . Estas cartas most raban en lo esencial un r o m p i m i e n t o c o m p l e t o con la t radición: su característica f u n d a m e n t a l consist ía en q u e se basaban en la observación directa por medio de un nuevo instrumento: la b rú ju la mar ina . En estos m a p a s las costas del Mar Negro, del Medi terráneo y del suroeste de Europa se trazaron con gran exact i tud, y el perlil q u e de ese m o d o se estableció lo s iguieron los d ibu jan t e s de m a p a s du ran t e varios siglos, sin otra modi f icac ión sustancial .

t i or igen de la b rú ju la es oscuro . Por siglos las propie-dades de la magnet i t a hab ían s ido conocidas, pero no fue s ino hasta el s iglo Xll c u a n d o fueron adap tadas para servir al navegante mediterráneo. U n a forma primit iva del ins-t rumen to consist ía en una a g u j a magnetizada atravesada en un pedazo de madera q u e f lotaba en una pa l angana de agua . Un t ipo me jo rado aparec ió en el a ñ o 12.r>0. q u e pres-cindía del agua y la agu ja se balanceaba sobre un perno; más larde, una tarjeta q u e conten ía los 32 p u n t o s de la brújula y sus subdivisiones fue pegada a la aguja con objeto de q u e rotara con ella. Dónde o por qu i én fue inventada la brújula , no se sabe: tradicionalmente fue atribuida a Amalfi, f loreciente c iudad-Estado comercial de la ¿poca. Sin em-bargo, c o m o se sabe, lúe util izada por navegantes ch inos un siglo antes; se ha d icho q u e fue traída de China , posi-blemente por los árabes q u e hab ían navegado en aguas orientales du ran t e siglos. Este v íncu lo nunca ha s ido com-probado; en contra está el hecho de q u e los árabes emplearon una brú ju la italiana, 110 una ch ina . La brú ju la fue div idida según el sistema de la rosa de los v ientos de 16 puntos , con medios y cuar tos . Más tarde, el p u n t o Norte fue marcado

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po t u n a flor de lis y el Este por una cruz. Con aux i l i o de la b rú ju l a , la or ientación p u d o lomarse den t ro de una tole-rancia de 5 grados.

De una breve inspección de estos p r imeros mapas se llega a la conclusión de q u e la b rú ju l a tuvo parte funda-mental en la confección de ellos. Por esta razón a veces se hace referencia a los mapas hechos con brú ju la . O t ro térmi-no es portulano, pero c o m o éste se aplica p rop iamente sólo a las direcciones mar í t imas puestas por escrito, resulta confuso. Se les podría l lamar s implemente cartas de navegar medievales sin dis t inción, pero para referirse al t ipo carac-terístico de los siglos xiv y xv es conveniente aceptar el t é rmino "carta p o r t u l a n a " para diferenciar las de la s imple carta q u e se usó después de 1500, c u a n d o los paralelos de lat i tud fueron trazados.

Estas cartas por tu lanas han llegado hasta nosotros como e jemplares sueltos o c o m o "a t las" . En general , el at las se c o m p o n e senci l lamente de la carta c o m ú n dividida en secciones, a veces encuadernada j u n t o con un calendario, un m a p a m u n d i o datos as t ronómicos . El n ú m e r o total de cartas del s iglo XIV llegadas hasta hoy día no es grande: tal vez no pase de una veintena, y únicamente pueden ser iden-tificados con certeza siete d ibujantes ; de éstos, tres, Pedro Vescon te. Angel l ino de Dalor to y G iovann i da Car ignano , t raba ja ron en Génova; dos, Perr inus Vesconte y Francesco Pizigano, en Venecia, y otros dos, Ange l l ino Dulcen 1 y G u i l l e l m u s S o l e r i . e n Mallorca. Las pr imeras cartas, c o m o se habrá observado, se deben a d ibujantes italianos. Además, hay tres mapas del " m u n d o " ín t imamen te relacionados con dichas cartas, y de u n o de ellos se tiene la seguridad que data de este siglo y los ot ros dos p robablemente sean de la misma época. El más conocido es el gVan atlas catalán de 1375, q u e se conserva en la Biblioteca Nacional de París, a t r ibu ido a Cresques el Jud ío . T o d a s las cartas están hechas por ma l lo rqu ines y en par te t ienen textos en catalán, de suerte q u e parece q u e a medida q u e el s iglo avanzaba el

' Dulcen probablemente es la íoima «alafana de Dalorto. V en general se supone que lo» dos nombres corresponden-al mismo cartógrafo

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EVOLUCIÓN DE LA CARTA 35 centro de la actividad cartográfica se estableció definit iva-mente en Mallorca.

Las cartas eran d ibu jadas en una sola piel de pergamino, q u e casi s iempre conserva su apar iencia na tura l , y su ta-m a ñ o varía entre 90 X 45 cm, y 140 X 75 cm. Los con tornos de la costa están en negro, a veces pá l ido y tenue, pero con su perfil acen tuado por una larga serie de nombres de puertos y de accidentes costaneros, escritos perpendicular -mente a él. Los nombres aparecen en negro, salvo los de puertos importantes , q u e están en rojo. Las islas pequeñas, incluso los deltas fluviales, t ienen color liso, rojo u oro. y las rocas y los bajos se indican con crucecitas o pun tos negros o rojos. Lo que se suele l l amar " c a n a po r tu l ana normal" tiene, tierra adent ro , pocos detalles; a veces, u n o que otro río. cordilleras, y v iñetas de las ciudades más grandes, con estandartes. Con frecuencia el d i b u j o está cuidadosa-mente hecho y el colorido es brillante. El efecto del conjunto , en especial en los úl t imos y mejores ejemplares, es decora-tivo en g rado extremo. N o hay q u e olvidar q u e las cartas, por ser ins t rumentos de trabajo de una profesión azarosa, es-taban expuestas a perderse o bien eran desechadas c u a n d o el uso las desgastaba, por lo que no debemos sorprendernos de q u e hayan q u e d a d o tan pocas. Sin duda las cartas deco-rativas las m a n d a r o n hacer ricos a rmadores o acaudalados mercaderes; conservadas en sus bibliotecas, escaparon de los azares del mar. Sin embargo , esto no es mot ivo para dudar q u e en lo esencial se asemejaban a las de uso coti-d iano .

Las cartas de las q u e en los s iguientes párrafos se hace referencia par t icular son: / ) la Carta Pisana. l lamada así p o r q u e en un t i empo perteneció a una famil ia de Pisa, qu i / á de or igen genovés. N o f igura en ella el n o m b r e del d ibu j an t e ni t iene fecha, pero po r lo c o m ú n se considera q u e es de fines del s iglo Xlll. Abarca desde el Mar Negro hasta el sur de Inglaterra (d ibujada muy imperfectamente) y las costas vecinas de Europa occidental . Señala los ocho v lentos y está hecha a escala. Dos series de lineas i r radian desde centros de círculos p róx imos a Esmirna y el oeste de Cerdeña. Las áreas exteriores a los círculos están encerradas

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en rectángulos, y éstos a su vez divididos en cuadros, por los cuales, indudablemente , las cartas parciales se un í an al c o n j u n t o .

Es de hacer notar q u e Inglaterra no está tratada en esta forma. Los nombres , en ro jo y negro, se l imi tan casi por comple to a las costas, por lo q u e tiene m u y poco de geo-grafía interior. 2) Atlas de Pedro Vesconte, 1318. Está dividido en nueve secciones y abarca, más o menos, igual superficie q u e el anter ior , pero d i b u j a d o más correctamente, y un poco mejor de l ineado el sur de Inglaterra. 3) Carta de Pe-r r inus Vesconte, 1327. En su aspecto general se parece al 2. pero el perfil costanero del sur de Inglaterra está mejor d ibu j ado . Además, tiene unas cuantas viñetas de ciudades interiores. 4) Carta de Angel i n o Dalorto, c. 1325, d ibu jada con gran cu idado y p r imorosamente coloreada. Abarca desde el Mar Negro hasta el Báltico, pero el perfil de éste es pobre en extremo. Al con ten ido de las cartas anteriores se añaden el Rin, el Elba, el Danubio y otros ríos, cordilleras en verde y muchas ciudades. A causa de una gran contracción de la par te septentr ional de Europa , los rasgos físicos inte-riores están muy deformados. Es, evidentemente, una etapa de t ransición entre la mera carta mar ina y el m a p a m u n d i .

Todas estas cartas t ienen escalas, con las divisiones prin-cipales subdivididas en qu in to s por pun tos . Cosa curiosa, n u n c a se dice cuál es la unidad de longi tud . Después de m u c h a s mediciones, el profesor Wagner llegó a la conclu-sión de q u e se ut i l izaban dos unidades; en el Mediterráneo oriental , una mil la de unos 1 230 m. o sea, dos tercios de la moderna milla mar ina . Para la costa a t lánt ica ob tuvo el valor de 1 524 m. Esta discrepancia entre las escalas hace q u e el perfil a t lán t ico esté notablemente cont ra ído .

C o m o los navegantes medievales nó poseían n ingún in s t rumen to para de te rminar la velocidad de sus naves, todas las dis tancias de sus cartas eran cálculos basados en una a m p l i a experiencia obten ida en sus viajes por el Mar Negro y el Mediterráneo. Esta in formac ión , j u n t o con otros consejos prácticos, se conservó por escrito en diarios de navegación, el p r ime ro de los cuales data de c. 1250 d.C. La precisión de las distancias en la sección mediterránea

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central de la Carta Pisana fue demost rada por el profesor E. G. R. Taylor ; el p romedio de las distancias en catorce viajes fue correcto con margen de 2%, siendo el error más grande de 7%, lo cual es evidencia del a l to grado de estima en el q u e estas cartas se basaban.

Estas cartas tienen varios rasgos en común. La superficie q u e abarcan comprende el Medi ter ráneo y el Mar Negro con una parte de las costas a t lánt icas de Europa . Al sur del estrecho de Gibraltar. la costa señalada en la carta se extiende poco más allá de la te rminación de los montes Atlas; hacia el Norte, las costas de España, Francia, sur de Inglaterra y los Países Bajos están d ibu jadas con menos exact i tud. Más allá, el perfi l se hace m u c h o menos preciso, por lo q u e estas cartas, en lo q u e se refieren al Báltico, no son más q u e s imples bosquejos , en sorprendente contraste con la exact i tud de las otras partes. Es s ignif icat ivo que las partes cuyos perfiles están d ibu jados más correctamente corres-ponden en general a las regiones con las cuales man ten í an relaciones comerciales muy intensas los genoveses y los venecianos. Venecia d o m i n a b a el comercio del mar Negro, donde tenía una factoría en T a n a en el mar de Azov, en el siglo XII. Los genoveses, sus encarnizados rivales, es taban f i rmemente a t r incherados en el Mediterráneo oriental , y en este per iodo, después de su victoria sobre Venecia en 1298, se encon t raban en el apogeo de su prosper idad. Am-bas ciudades-Estados se ha l laban as imismo establecidas en los puer tos del norte de África, y sus flotas l legaban cos-teando hasta los Países Bajos.

La segunda característica q u e inmedia tamente l lama la a tención es el sistema de l íneas de q u e están cubiertas. En la carta i r radian, de pun tos en el Mediterráneo, 16 o 32 líneas, y en la circunferencia de los círculos trazados sobre estos pun tos se espacian po r igual aná logos centros secundarios, de m odo q u e toda la carta está sistemática-mente l lena. Algunas cartas t ienen u n círculo en el centro del Mediterráneo; otras t ienen dos, en el Mediterráneo oriental y en la zona de Vizcaya. En cartas posteriores, estas líneas a r rancan de los centros de "rosas de los vientos", y está c laro q u e su obje to es representar líneas de rumbos .

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En las pr imeras cartas estos g rupos de l íneas radiantes no están di rec tamente l igados al c o m p á s o " rosa" de los vientos. Los pun tos cardinales se señalan en los márgenes de las cartas, a lgunas veces sólo con sus nombres , en otros casos con varios signos, tales c o m o d ibu jos de cabezas para representar los "Vientos" . En la carta de Pedro Vesconte, de 1311. hay una cruz den t ro de un círculo, el q u e también cont iene la escala, la q u e se supone q u e indica los cuat ro p u n t o s cardinales. La carta de Angel l ino de Dalorto, de 1325, representa u n a e tapa más avanzada; en ella el Norte está marcado con u n c í rcu lo q u e cont iene una estrella de o c h o puntas , y es lógico suponer q u e indica los pun tos pr incipales . Hasta el mapa catalán de 1375 no aparece la rosa náut ica completa , f o r m a n d o parte del sistema de li-neas radiantes. C o m o la disposición de las líneas es en todas la misma, hay q u e suponer q u e en las primeras cartas aqué l l a s in ten taban representar rumbos .

Si se c o m p a r a n estas cartas con un e jemplar moderno se notará q u e el eje central del Mediterráneo ha g i rado unos 10° a la izquierda. Se cree q u e la variación magnét ica en el Medi terráneo era en este periodo, ap rox imadamente , de 10° de longi tud E. lo q u e indica que la carta fue trazada de mo do q u e el Norte magnét ico coincidiera con la vertical.

N o conocemos la expl icación q u e en su t i empo se daba de este sistema de l ineas de rumbos , pero c o m o los nave-gantes son raza muy conservadora, podemos aceptar l a q u e da J o h n R o u , peri to del s iglo XVI, en su Libro de hidrogra-fía. La expl icación es a l g o compl icada , pero en esencia instruye al navegante para que , con un par de compases de p u n t a f i ja , pueda encont rar la línea o rayo más cercano para le lo al derrotero entre dos pun tos cualesquiera de la carta, y leer luego el r u m b o correcto de laK)sa de los vientos más p róx ima . Más tarde, la operación se facil i tó mediante una regla de trazar paralelas. Para evitar errores las líneas casi s iempre se trazaban en colores a l ternados. El f in de este compl icado sistema de " rosas" y l íneas radiantes era facili tar la de te rminac ión rápida de un derrotero mediante g ran cant idad de p u n t o s de referencia d is t r ibuidos en la carta. De este modo se p u d o t ranspor tar u n derrotero sobre

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considerable extensión de mar, a diferencia de la navega-ción de cabotaje, que se valía de los detalles de los portulanos escritos. Esta es la diferencia f u n d a m e n t a l entre la carta y el l ibro de r u m b o s de navegación.

Es de hacer notar que n i n g u n a de estas cartas está pro-vista de una red de paralelos y meridianos. En su elaboración no se tuvo en cuenta la esfericidad de la Tierra , po r lo q u e el área comprend ida se trata c o m o u n a superficie p l a n a y se pasa por a l to la convergencia de los meridianos. Esto no tuvo consecuencias graves gracias a la poca a m p l i t u d que comprendía . Por eso las líneas de rumbos se aprox iman a las loxodromias (lineas de or ientac ión constante).

Hasta p r inc ip ios del siglo XVI las cartas n o fueron pro-vistas de escala de latitudes. Mientras los navegantes europeos no salieron de mares cerrados, y la navegación de un p u n t o a o t ro era de cabotaje , poca necesidad tuvieron de observar las lat i tudes, y de hecho todavía en el siglo XVII los nave-gantes del Mediterráneo n o tenían la cos tumbre de hacer tales observaciones. C u a n d o las actividades mar í t imas salieron de estas l imitadas aguas y se extendieron por los grandes océanos, las observaciones de la latitud sirvieron para c o m p r o b a r la estima. En consecuencia, ya no p u d o pasar inadvert ida la esfericidad de la Tierra y se p lan teó el p rob lema de escoger u n a proyección q u e permit iera q u e una línea de or ientación cons tante pudiera representarse en la carta con una línea recia exacta. La resolución alcan-zada es la l lamada proyección de Mercator.

Por las razones dichas, parece c laro q u e lascarlas por tu-lanas estuvieron desde el p r inc ip io in t imamente ligadas a la b rú ju l a , y q u e fue la in t roducción de este ins t rumento lo q u e hizo posible q u e se confeccionaran. Sin embargo , a lgunos investigadores han o p i n a d o lo contrar io. El pro-fesor Wagner , en su estudio de las escalas, igualó la milla corta usada en el Medi terráneo con una an t igua un idad í talo-griega, y la q u e se empleó en las costas del Atlántico con la milla romana posterior; de esto deduce que la porción medi terránea de la carta debe datar de un per iodo muy anter ior a la in t roducción de la b rú ju la . Aunque no sobre-vivió n i n g u n a carta de los r o m a n o s o de los griegos, sí

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existen unos cuantos libros de instrucciones de navegación, o partes de ellos, y es p robable q u e los detalles de éstos se incorporaran a las cartas por tu lanas .

En lo q u e respecta al portulano o l ibro de r u m b o s de navegación, conoc ido pos ter iormente en Inglaterra c o m o "rutter oí the sea", es cierto que hay pruebas de su existencia en la época medieval, antes de la invención de la carta. El más a n t i g u o e jemplar conocido f igura en la Historia ecle-siástica, de Adam de Bremen, escrita en el s iglo xii . Éste parece ser una versión muy resumida de otro documen to más detal lado. En unas cuan tas lineas señala las e tapas de un viaje desde la desembocadura del río Maas hasta Acre, en Palest ina. De las distancias de p u n t o a p u n t o por el n ú m e r o de días de navegación, con indicación aprox imada del r u m b o a seguir. El ún ico p u n t o q u e menciona de la costa inglesa es " P r a l " , tal vez Prawle Point o Por t land Bill. A n o ser q u e existan instrucciones más detal ladas, es difícil imag ina r q u e las cartas por tu lanas se hayan sacado de un material de este tipo. Po r lo menos, el uso de la brú-jula s impli f icar ía eno rmemen te el t rabajo y daría muy provechosos resultados. Otros o p i n a n q u e el método de indicar r u m b o s mediante l íneas q u e parten de un centro es muy an t iguo , y se sabe q u e en ocasiones fue ut i l izado en la época medieval. Sin embargo , en el e j emplo más anti-guo, las divisiones del círculo eran de dozavos y no de octavos, c o m o está en la rosa de los vientos. Para contestar mejor estas objeciones, hay q u e apoyarse en un examen más con-cienzudo del obje to de este sistema de líneas de rumbos , ya expuesto, p o r q u e proveía un método para de terminar una ruta q u e no se podía hal lar con un portulano escrito, y este método dependía del uso del compás .

Por eso, al in tentar la de terminación de la fecha en q u e estas cartas aparecieron, podemos g u i a m o s hasta cierto p u n t o por lo q u e sabemos de la historia de la b rú ju la , por la apar ic ión de la rosa de los vientos, c. 1250, q u e muy bien puede ser decisiva en la evolución de la carta por tu lana . Mediante la rosa de los vientos se podía efectuar la orienta-ción con relativa facilidad y rapidez. Sabiendo esto, podemos ocuparnos de las otras p ruebas para f i jar la fecha. La Carla

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Pisaría fue d ibu jada probablemente hacia f ines del s iglo XIII. y la pr imera carta fechada es del a ñ o 1311. C o m o para entonces su forma se había estereotipado, el or iginal puede c u a n d o m u c h o situarse en el tercer cuar to del s iglo XIU, y hacia esta época es c u a n d o se encuen t ran las más an t iguas referencias sobre cartas mar inas en fuentes bibliográficas.

Hay un incidente q u e demuestra q u e lascar ías fueron util izadas en el a ñ o 1270. En este año , el rey Lu is IX se embarcó en el Medi ter ráneo para su cruzada del norte de África. A poco de desplegar las velas, una pro longada tormenta disperse') la flota. Pasada la tormenta, el rey estaba ansioso por conocer la posición de su nave y los pi lotos fue ron capaces de señalar en una carta q u e estaban próxi-mos a Cagliari . En un escrito más o menos del mismo per iodo. R a i m u n d o Luí ¡o incluye la carta entre los instru-mentos utilizados por los marinos . Por lo tanto, puede suponerse q u e la carta po r tu l ana aparec ió en el per iodo 1250-1275.

Parece q u e t ranscurr ió a lgún t i empo antes de q u e se generalizara su uso enire los navegantes del Mediterráneo. Todav ía en 1354, el rey Pedro IV de Aragón consideró ne-cesario publicar una ordenanza en la q u e disponía q u e toda galera de guerra fuera provista de dos cartas de navegar, acto que , d i cho sea de/paso, debió de es t imular la produc-ción de los car tógrafos catalanes, que después se pusieron a la cabeza de los progresos cartográficos.

Si los mar inos ta rdaron en adoptar la carta, en cambio a l g u n o s estudiosos tomaron en cuenta su valor desde el pr inc ip io . C u a n d o Mar ino Sañudo hizo su l l amamien to al papa para q u e resucitara la cruzada cont ra los turcos, inc lu ido en su Líber secretorum fidelium crucis, se acom-p a ñ ó n o sólo de un portulano escrito s ino también de una colección de cartas trazadas por Pedro Vesconte, a f in de dar información exacta para el plan de campaña propuesto. Vesconte h u b ó de combina r lo mejor q u e p u d o fuentes de in formac ión nuevas y viejas, cosa q u e muy bien se ve en su carta del Medi terráneo or ienta l , en la q u e sólo con una ojeada se pueden d is t ingui r las cont r ibuc iones de la carta po r tu l ana y el m a p a medieval. En el t r aba jo de Dalorto

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también se nota aná logo esfuerzo pre l iminar para acomo-dar la carta a la a rmazón tradicional , po rque se muest ra bien i n f o r m a d o de los mapas del m u n d o medievales. In-serta en el margen un p e q u e ñ o m a p a T dentro de O; señala los l ímites de Europa con frases estereotipadas ( " E u r o p a incipit ad Gal l ic ia" , "F in í s Europae" ) y pone viñetas, por e jemplo , de la torre de Babel, q u e recuerdan los d ibu jos del mapa de Hereford. Por esto, más q u e cartógrafo, fue hombre de letras q u e estuvo en contacto con el progreso de su tiempo.

De las cartas sucesivas de las Islas Británicas podemos hacernos u n a idea ap rox imada del t i empo q u e se requería para q u e los nuevos levantamientos topográficos se incor-pora ran a la carta de uso corriente. En la Carta Pisaría la Gran Bretaña está representada muy imperfectamente , y queda fuera del marco de la carta principal . A partir de 1325, más o menos , se in ten tó la representación completa de las Islas Británicas, pe ro es claro q u e el car tógrafo tuvo escasa in fo rmac ión acerca de Escocia, y a u n q u e estaba mejor in-fo rmado de lo relativo a Ir landa, esta isla resulta demasiado grande en comparac ión con Inglaterra. Si se observa el con-torno de Per r inus Vesconte de 1327, inmedia tamente se ve q u e en realidad la única área de la q u e tenía conoc imien to exacto era la del sur de Ingla terra , desde el canal de Bristol hasta el estuario del Támesis. En el Norte, el único accidente notable de la costa oriental es el H u m b e r , y falta la proyec-ción de Anglia or iental . La costa occidental está delineada todavía peor; n o f igura la pen ínsu la del norte de Gales, y la costa trasera se representa c o m o una gran bahía semicircu-lar. C o m o Inglaterra mer id iona l es m u c h o más pequeña comparada con el resto del país, es ev idente q u e esta parte, cuyo p l a n o se levantó con relativa exacti tud, fue a jus tada a u n c o n t o r n o más a n t i g u o y muy general de toda la isla. Escocia aparece casi separada de Inglaterra por dos ríos, for-ma q u e recuerda los mapas de Mateo de París.

La fuen te de este conoc imien to de Inglaterra mer idional debe buscarse en el desarrol lo de las relaciones comerciales entre las ciudades-Estados del norte de Italia y Europa occidental . La flota anua l , conocida como las "Galeras de Flandes" , q u e navegaba desde Venecía hasta los Países

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Bajos, se menciona por pr imera vez en 1317. Parte de esta flota comerciaba con S o u t h a m p t o n , Sandwich y Londres. Se dice q u e las autoridades venecianas consultaron a Vesconte c u a n d o se iba a organizar la flota. Por lo tanto, se hal laba en buena posición para obtener de los capi tanes de las galeras, al regreso del viaje, sus observaciones de la costa inglesa. A esto se debería el progreso q u e muestra la carta de 1327 en comparac ión con la Carta Pisana.

En lo q u e restaba del siglo no se hizo n i n g ú n cambio esencial en su perfil ; las variantes parecen debidas a dete-rioro del original más q u e a fuentes nuevas de información. Sin embargo, a principios del siglo XV se me jo ró el con to rno de la costa mer id ional , c o m o puede verse en la carta de G. Pasqua l in i . de Venecia, 1408. De ser esto cierto, se des-prendería q u e a los pocos años se practicó un levantamiento de considerable extensión de costa y se incorporó a las cartas, a menos q u e las fuentes más an t iguas q u e se utiliza-ron se hayan perd ido después. Por esto la confección de cartas del Medi terráneo p u d o ser el resul tado de levanta-mientos de planos llevados a cabo en un tiempo relativamente corto, ('-arlos de la Ronciere supone q u e el almirante genovés Benedetto Zaccaria tuvo la opor tun idad de iniciar y vigilar cada u n o de los levantamientos , p o r q u e él mandó , sucesi-vamente. las flotas bizantina, genovesa, castellana y francesa. En este ú l t imo m a n d o tuvo realmente la dirección de las operaciones navales francesas contra Inglaterra en 1298. Sin embargo , n o existe prueba directa para relacionarlo con el desarrol lo de la carta por tu lana .

Las cartas q u e se han conservado desde el s iglo XIV y pr inc ip ios del XV están casi igua lmente divididas entre car tógrafos i ta l ianos y catalanes. Ésto» mantuv ie ron el estilo establecido, en su sistema de loxodromias , rosa de los vientos, escalas, etc., pero a u m e n t a n d o cada vez más los complicados dibujos . Las líneas costaneras también fueron a largadas hacia el Norte para incluir el Báltico y el sur de Escandínavia, y hacia el Sur, al noroeste de África y las islas del Atlántico. Una carta hecha por Dulcert muestra por pr imera vez las islas de Por to Santo, Madeira y las Canarias , en tan to q u e una isla p robab lemente del g r u p o

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de las Azores aparece en la carta de Pizigani de 1369, a u n q u e la mayor parte del g r u p o no es mostrada con exact i tud hasta la carta de 1439. El atlas m a r i n o de Médicis. de 1351, incluye un inapa vagamente t razado q u e muestra la exten-sión de la costa este hacia el noroeste de la India, debido tal vez a in formes de mis ioneros q u e v ia jaron por la India, a lgunos de ellos en su r u t a a C h i n a . Una innovación hecha en par t icular por los car tógrafos catalanes fue la inclus ión de rasgos en el interior de Europa y África: m o n t a ñ a s (los Alpes, montes Atlas, etc.), innumerables ríos (Rin, Ródano. Danubio) y viñetas de gobernantes (el rey de Melli en el norte de África), camellos, árboles.

En 1466, Grazioso Benincasa hizo una representación gráfica de la costa af r icana hasta Cabo Rojo, al sur de Cabo Verde. Las crónicas por tuguesas de estos viajes traen refe-rencias de m a p a s del s iglo XV, pero no está c laro si tales referencias fue ron p roduc to del t r aba jo de cartógrafos nativos; la pr imera carta por tuguesa q u e se conserva fue hecha por Pedro Reinel y data de 1483.

En resumen, pruebas d isponib les demuest ran q u e estas cartas aparec ieron en la pr imera mitad del siglo x m . q u e se basan en el uso de la b r ú j u l a y q u e los navegantes y car-tógrafos del norte de Italia, sobre todo los de Genova y Venecia. desempeñaron p r e d o m i n a n t e papel en su desa-rrollo; su his tor ia es buen e j e m p l o de c ó m o reaccionan los técnicos a u n a nueva necesidad social, en este caso la de fomentar las comunicac iones q u e requería la expans ión de sus mercados.

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I I I . M A P A M U N D I S C A T A L A N E S D E L S I G L O X I V

EN LL siglo XIV se alcanzó otra notable etapa c u a n d o los car tógrafos europeos in ten ta ron , por pr imera vez desde los t i empos clásicos, incluir el con t inen te asiát ico en su imagen del m u n d o en la medida q u e lo permit ieran los conocimientos de la época . El resul tado de estos esfuerzos fue inco rporado en la serie de m a p a m u n d i s catalanes.

En la pr imera mi tad del s iglo XIV la escuela catalana, en su mayor parte formada por mal lo rqu ines , desplazó a los i ta l ianos del iNorte y encabezó el progreso cartográfico, a u n q u e más c o m o sucesora q u e c o m o innovadora . En el s iglo anter ior , los ma l lo rqu ines hab ían ganado gran repu-tación entre los pueblos del Medi terráneo occidental por sus proezas marineras . Después de su incorporación a la confederación aragonesa (1229), los tres puertos de Palma. Barcelona y Valencia fueron la base de una actividad co-mercial q u e se extendió a casi todos los puertos del norte de Africa hasta Egipto, y más al lá , hasta Siria. A pr inc ip ios del siglo, la poblac ión había a u m e n t a d o por la llegada de refugiados jud íos q u e hu í an de la persecución de los a lmo-hades, y aqué l los fortalecieron las relaciones comerciales, especialmente con Marruecos. Este tráfico lo es t imuló además la polí t ica agresiva de los gobernantes de Aragón, y parece q u e por el 1300 agentes d ip lomát icos l legaron a internarse hasta Persía. Pero en t re estos refugiados judíos los había tan instruidos q u e pod í an interpretar las obras de los científ icos árabes, y este contacto entre aquel los mar inos exper imentados y prácticos y estos expertos en cosmograf ía y as t ronomía fue fruct ífero. La ilustre Casa de Aragón también fomen tó el cu l t ivo de estas ciencias, y ba jo su protección Barcelona se convi r t ió en cent ro d i fusor de los conocimientos árabes, y por lo tan to se ade lantó en matemáticas , a s t ronomía y const rucción de ins t rumentos .

Este fe rmento intelectual no de jó de ejercer inf luencia 47

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78 MAPAMUNDIS DEL SIGLO XV

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A

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V. EL RENACIMIENTO DE TOLOMEO

AL CONSIDERAR las ú l t imas fo rmas del mappa mundi me-dieval tuv imos ocasión de refer i rnos a la d ivulgación en el siglo XV. y tal vez antes, del conoc imien to de los mapas a d j u n t o s a la Geographia de C laud io T o l o m e o . Ahora podemos examina r las c i rcunstancias en las cuales las copias del texto y los mapas l legaron a ser asequibles en Europa occidental, pr imero en manuscr i to y después en ma-pas grabados en volúmenes impresos .

Los más an t iguos manuscr i tos sobrevivientes del tratado geográf ico de To lomeo . en gr iego, datan de finales del siglo XII o pr inc ip ios del XIII. De éstos hay dos versiones, la recensión " A " , a c o m p a ñ a d a de veintisiete mapas , y la "B" . de 64. De la " A " cons igu ió un e jemplar en 1-100, pro-cedente de Cons tan t inop la , el f lo ren t ino Palla Strozzi, protector de las letras, quien persuadió a Manuel Crisoloras para q u e t radujera el texto al lat in. Crisoloras, f undador de los estudios griegos en Italia, n o podía echarse a cuestas la tarea, que fue emprendida por su discípulo Jacopo Angelus de Scarparia, qu i en la t e rminó hacia 1406. Su traducción no de jó de ser criticada, pero, corregida y a u m e n t a d a por sucesivos editores, fue du ran t e u n siglo la base de todos los textos impresos. La pr imera edición, sin mapas , se hizo en Venecia en 1475. En el pr imer decenio del siglo, los floren-tinos Francesco di Lapacc ino y Domenico di Boninsegni r ep rodu je ron los veintisiete m a p a s de la recensión " A " y t radujeron sus textos; la " B " n u n c a se t r adu jo en Europa occidental , a u n q u e a veces los detalles de sus mapas se tomaron para los mapas impresos.

La t raducción de Angelus de la Geographia c irculó muy p r o n t o en I tal ia y Francia. Ent re los años 1410 y 1414 el teólogo y cosmólogo cardenal Pedro d'Ailly escribió una serie de tratados, p r inc ipa lmen te as t ronómicos , ba jo el t í tu lo colectivo de 1 mago Mundi; éste incluía un resumen de la Geographia y un m a p a d iagramát ico para mostrar

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los siete " c l i m a s " de To lomeo . Cada c l ima tiene unos cuantos nombres de ríos, regiones, m o n t a ñ a s y ciudades insertados en su orden long i tud ina l . Mientras no se hizo un in ten to sistemático para localizar estos accidentes geo-gráficos en relación u n o con otro, puede decirse q u e el mapa quedó guardado como proyecto. Una copia de este ma-pa a c o m p a ñ ó la edición de la ¡mago publ icada en Lovaina. c. 1483; una copia de ésta fue consul tada cu idadosamente por Cristóbal Co lón .

El manuscr i to or ig ina l de la t raducción de Angelus y los primeros mapas de la traducción al latín no han sobrevivido, pero existen manuscr i tos del tercer decenio del siglo, por e jemplo, el p reparado por un maestro en ciencias bizantino ba jo la dirección del cardenal G u i l l a u m e Pillastre en 1427 (conocido c o m o códice de Nancy). Este códice contiene, además, un mapa de las regiones septentr ionales basado en gran parte en el de C laud io Clavio, en el cual aparece " E n g r o e n l a n d t " (Groenlandia) , y también una lista de posiciones geográficas. Los cosmógrafos del siglo XV, al igual q u e fray Mauro , no aceptaron sin crítica las ideas de T o l o m e o , y se hizo cos tumbre añadi r m a p a s contemporá-neos a los manuscr i tos con ob je to de tener una base de comparac ión .

Los manuscr i tos hechos por el f lo ren t ino Pietro del Massajd- son par t i cu la rmente notables por estos mapas complementar ios . El pr imero, 1 que debió de ser escrito antes de 1458, cont iene los veintisiete m a p a s tolemaicos, "cuna addi t ione p rov inc ia rum noviter reper ta rum et alia nonu l l a" . Los siete m a p a s de las "provinc ias" comprenden a España , Francia, Italia, Etrur ia . el Pe loponeso, Creta y Egipto con Etiopía; los "otros" son nueve planos de ciudades, entre ellas Roma y Alejandría. En algunos casos los orígenes de estos "mode rnos" mapas hay q u e buscarlos muy atrás, en el siglo XIV, y parecen estar vinculados con las primitivas cartas marinas . El or iginal más a n t i g u o es un mapa de Italia, el cual se encuentra con un manuscrito de la "Croriaca" de fray Paol ino . P a o l i n o fue con t emporáneo y a m i g o de

B'bIio«eque National»-. París Cod. lai. 4802.

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Marino Sañudo , y a él íue qü i en el p a p a remitió, para q u e la examinara , la "Secreta f ide l ium crucis" de Sañudo.

El mapa , q u e no fue d i b u j a d o por Paol ino, muestra a lgunas af in idades con los de Pedro Vesconte. El con to rno y los nombres de la costa sin duda están sacados de cartas marinas contemporáneas , y se in ten tó combina r con éstas la descripción de la orograf ía de la península . La fuente de esta ú l t ima hasta ahora no se conoce con certeza. Con el t i empo se fueron in t roduc iendo mejoras graduales; en un t ipo la or ientación de la pen ínsu la es más correcta, en otro la representación del ex t remo meridional es menos estrecha. En el mapa " m o d e r n o " de Italia, de Del Massajcr. se ha mejorado la orientación y tiene nuevos detalles. Hasta la fecha, n o se ha encont rado n i n g ú n or iginal de su mapa de España, pero su evolución s iguió quizá un proceso análogo. El m a p a de Eg ip to es en par t icular interesante porque en Abisinia señala i t inerarios muy pormenorizados y exactos. Otros códices incluyen un mapa de Tierra Santa, el q u e casi es seguro q u e esté sacado, en lo esencial, del q u e cont ienen los atlas de Sañudo.

Estos m a p a s también son notables por la forma en q u e presentan el relieve. Las tierras altas están marcadas para que se dis t ingan de las tierras bajas, y su superficie la cubrió con color: a u n q u e este método tienda a hacer q u e todas las mon tañas parezcan mesetas, en la línea q u e divide la tierra alta de la baja y en el uso del color tenemos el p ro to t ipo de las lineas de con to rno y de coloración de planos. Asimismo, se hizo el in ten to de sombrear en forma obl icua las colinas.

Antes de a b a n d o n a r estos " m o d e r n o s " mapas manuscri -tos, debemos advertir que , por lo q u e se refiere a las dos mejoras menc ionadas —en la or ientación y en la conf igu-ración mer id iona l—. ambas se dan c o n j u n t a m e n t e por pr imera vez en un mapa de o t ro códice de To lomeo . Este mapa , de la Biblioteca Lauren t ina , d i b u j a d o hacia 1460, es impor tan te p o r q u e él. o a l g u n a versión muy semejan-te, fue el que siguió Berlinghieri y, más tarde, los compiladores de las p r imeras ediciones r o m a n a s del siglo XVI. Mejora el d iseño de T o l o m e o y su or ientación es más correcta; con este fin «e ut i l izaron cartas mar í t imas más bien ant iguas .

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Más impór t ame , c o m o produc tor de estos atlas manus-critos, fue D o m i n g o Nicolás Germano . Son muy escasos los detalles de su vida que se conocen con certeza y su bio-grafía ha dado lugar a muchas conje turas . Sin duda estaba en Florencia y en Ferrara en el per iodo entre 1464 y 1471. Por entonces Florencia era centro de estudios cosmográfi-cos, y a Nicolás lo conocían los pr inc ipa les científicos. Parece q u e l lamó la a tención por el m o d o en q u e i l u m i n ó un magní f ico manusc r i to de la Geographia q u e presentó a Borso d'Este, en 1466. En total fue au tor de doce copias manuscr i tas de la Geographia. Éstas se dividen en tres g rupos pr incipales , dos de los cuales const i tuyen la base de las ediciones impresas. Nicolás pretende haber introducido varias mejoras en sus versiones: los mapas están redibujados en t a m a ñ o más reducido y cómodo, además de q ue emplea la proyección trapezoidal (en esta proyección, los paralelos superiores e inferiores son l íneas rectas divididas correcta-mente; los mer id ianos se unen a estas divisiones, es decir, u n a forma sencilla de proyección cónica); corr igió los contornos de varios países y añad ió nuevos mapas . Sin duda n o todas las modif icaciones q u e hizo mejoraron el or iginal , ni todas las ideó él mismo. Los mapas manuscritos de Nicolás fueron la base de la pr imera edición impresa de la Geographia en Bolonia en 1477 y de la edición romana de 1478: por eso están ín t imamen te ligados a la forma en q u e se d ivulgaron los datos de T o l o m e o por medio de la impren ta recién inventada y de la técnica del g rabado en p lanchas de cobre.

También t raba jaba en Florencia du ran t e estos años Francesco Berl inghieri , qu ien p reparó una versión r imada de la Geographia y la a c o m p a ñ ó de una impor tan te serie de mapas , inc luyendo muchos mapas ' b iode rnos muy supe-riores a los de Nicolás Ge rmano , y relacionados con los estilos de Del Massajo y l auren t ino . La pr imera edición fue publ icada en Florencia en 1482.

Los mapas para la edición de Berl inghier i fueron graba-dos por Francesco Roselli, activo entre los años 1495 y 1510 en Florencia, donde concib ió y f u n d ó la pr imera imprenta q u e se especializara en mapas . De igual modo, grabó u n

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aüas , el cual tenía semejanzas con el de Martellus, y cua t ro mapas de países europeos, todos dest inados al parecer a una nueva edición de la Geographia, los q u e nunca fueron completados . Más tarde f iguró entre los q u e se esforzaron en relacionar los descubr imientos con la vieja imagen del m u n d o , en dos mapas , u n o g rabado c. 1406, y o t ro manus-crito, pero este au to r es más conocido c o m o el grabador del mapa Contar in i -Rosel l i de 1506, q u e se estudiará más adelante.

Por ú l t imo, h u b o o t ro car tógrafo o c u p a d o en la Geogra-phia: Henr icus Martellus. En la Biblioteca Nacional de Florencia se conserva un esp léndido manusc r i to de él q u e cont iene trece m a p a s modernos , tal vez posteriores a las primeras ediciones. Llama en particular la atención el mapa de F'rancia y nor te de Italia. Los Alpes están cuidadosa-mente d ibujados en diseño de "concha de ostra" (desbulla), con torneado y r ibeteado en cas taño oscuro con cas taño claro y b lanco en la par te central . Algunas cúspides tienen la c ima p lana en verde con pequeños s ímbolos de árboles. Los trabajos de Martel lus incluyen un impor tan te mapa-mund i a m p l i a m e n t e in f lu ido por T o l o m e o , pero q u e incorpora la costa sur de África c o m o fue descrita por los portugueses, y la costa oriental de Asia q u e los mapas tole-maicos no mues t ran . Este c roquis del m u n d o es semejante al d i b u j a d o en el g l o b o de Behaim.

Así, a mediados del s iglo XV había cua t ro cartógrafos dedicados a reproducir copias de la Geographia y sus mapas: P. del Massajo, c. 1458-1472; Nicolás Ge rmano , 1464-1471; Francesco Berlinghieri y Henr icus Martel lus, por 1480. Es significativo q u e los tres pr imeros estén vinculados a Flo-rencia. . .

La primera edición impresa de la Geographia, sin mapas, se pub l i có en Venecia en 1475, pe ro es p robable q u e antes de esta fecha ya se estuvieran hac iendo exper imentos para grabar mapas en p lanchas de metal , de los cuales pudiera impr imirse gran número . La delantera en este t rabajo la llevaba Conrad Sweynheym en Roma , y su labor por fin fruct i f icó en la magni f ica edición r o m a n a de 1478, pero se le an t ic ipó la pr imera edición boloñesa de 1477. (El

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colofón t iene equivocada la fecha de 1462.) Los mapas los d ibu jó T a d d e o Crivelli, c o n s u m a d o minia tur is ta y dibu-jante, t raído de Ferrara a la corte de Giovann i Bentivoglio en Bolonia. Sin duda Crivelli estaba al t an to de lo a labado que fue Nicolás G e r m a n o por la presentación de su códice i l uminado a Borso d 'Este, lo q u e debió de impulsa r lo a proponer a Bentivoglio, deseoso él m i s m o de mostrarse protector del saber, la impres ión de la Geographia.

Es claro q u e la aventura fue iniciada con á n i m o de com-petencia, pues se a f ana ron por ant ic iparse a la edicipn romana, y se ha d icho q u e se inc i tó a un t rabajador de .Sweynheym traído de Roma a q u e revelara la técnica a los impresores de Bolonia. El manusc r i to uti l izado se cotejó cuidadosamente con u n o de Nicolás Ge rmano , p e r o c o m o la impres ión se realizó de m o d o tan precipi tado, la edición no fue del todo satisfactoria. El texto está p lagado de errores de impren ta y los mapas muy mal hechos, con muchos errores y omis iones e innumerab les pruebas de inexperien-cia y apresuramien to . Los errores fueron advertidos por los editores y du ran t e los dos años siguientes las placas fueron corregidas y se hicieron nuevas tiradas. Hay poco que decir de esta edición; es cierto q u e fue la pr imera q u e contó con m a p a s grabados, pero, po r otra parte. Crivelli demostró ser más artista q u e car tógrafo a pesar de q u e le ayudaron dos astrólogos.

Esta edición boloñesa contiene veintiséis mapas ant iguos que fueron d ibu jados en la proyección cónica or ig ina l , con grados de longi tud y lat i tud i n d i c a d o s e n los márge-nes. lo m i s m o q u e los cl imas.

Finalmente , la edición r o m a n a de la Geographm apa-reció en 1478. un a ñ o después q u e la boloñesa. El texto fue p reparado por Domicio Ca lder ino probablemente utilizando el códice Ebner de Nicolás Germano . Los mapas los grabó en cobre Conrad Sweynheym con m u c h o esmero. Los perfiles están bien delineados y satisface no ver detalles innecesarios. Los nombres t ienen un estilo sacado de la inscripción de la c o l u m n a T r a j a n a y establecen elevada norma de calidad para los posteriores grabadores de mapas. Las cordil leras están d ibu jadas en perf i l , un poco a la ina-

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ñera de " toperas" . Dada la m a g n i t u d de la tarea y la e tapa exper imental en q u e se hal laba el arte del grabado,e l at las es una producción en ext remo admirable . Los mapas son los veintisiete an t iguos de la recensión " A " , en proyección rectangular : los grados de lat i tud y long i tud se indican en los márgenes, igual q u e la durac ión de los días más largosv

Estr ictamente hab lando , la pr imera obra impresa q u e tiene mapas " m o d e r n o s " j u n t o c o n los m a p a s de T o l o m e o no es una edición de la Geograph ia . s ino la edición versifi-cada de Berl inghieri , impresa en Florencia en 1482, q u e tiene suficiente impor tanc ia para incluir la en esta serie. Los mapas , g rabados en cobre, son 31, más cua t ro q u e son " H i s p a n i a Novel la" , "Gal l i a Novel la" , "Novel la I ta l ia" y "Pales t ina m o d e r n a " . Estos nuevos m a p a s tienen la proyección rec tangular or iginal ; de n i n g ú n m o d o se indi-can las lati tudes y longi tudes ni t ienen escalas. Salta a la vista que sus contornos fueron tomados del códice laurendno o de a lguna otra fuente aná loga . En el est i lo de los perfiles costaneros, con gran cant idad de bah ías semicirculares y p romon to r io s destacados, se adv iene c la ramente la in-fluencia de las cartas marí t imas. También la representación del relieve se parece m u c h o a la del manusc r i t o Iaurent ino. En estos mapas modernos los nombres aparecen en las formas populares en boga. En verdad, son los mapas más exactos impresos en el s iglo XV, pero por desgracia fueron opacados en su t i empo por los l lamados mapas modernos de Nicolás G e r m a n o de la edición de U l m . y en par te por los mismos mapas de To lomeo . Los m a p a s de Berlinghieri se re impr imieron de nuevo, quizá después de 1500, y ejer-cieron también a lguna inf luencia sobre las ediciones r o m a n a s de 1507 y 1508. . A

La s iguiente edición fue del p r o p i o Nicolás G e r m a n o y se i m p r i m i ó en l ' l m en 1482. Así. en el per iodo 1477-1482 aparecieron cuat ro ediciones con mapas , tres en Italia y u n a en Alemania . C o m o se hab ían t i rado mil e jemplares de la edición boloñesa, y las otras ediciones fueron tal vez de igual número , las ideas de T o l o m e o tuvieron ampl ia d i fu-sión. jus tamente en el m o m e n t o en q u e se iba a probar q u e hasta cierto p u n t o eran erróneas. En el T o l o m e o de

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Ulm hay 32 m a p a s grabados en madera , un mapa "moder -no" de Escandinavia, en par te basado en el de C laud io Clavio, a los q u e se agregan los cua t ro nuevos de la edición ile Berlinghieri . El m a p a m u n d i tolemaico, por pr imera vez en una obra impresa, fue modi f icado: el sector noroeste se d ibu jó l o m a n d o en cuenta los nuevos detalles de Escan-dinavia. T o d o s los mapas , or ig ina les y modernos, se redi-bujaron en la proyección " t rapezo ida l" por exigencia del propio Nicolás. Más bien es u n a burda proyección cónica; los meridianos irradian desde el po lo y los paralelos trazados en á n g u l o s rectos al mer id iano central .

En los m a p a s modernos no hay indicación a lguna de latitud ni longi tud , a u n q u e en el margen se anota , a inter-valos. la duración de los días más largos. Como las cantidades están basadas en la lat i tud, esto da a l g u n a indicación de la posición; l lama la a tención la desgana, o tal vez la impe-ricia, para señalar la: hasta las ediciones romanas de 1507 y 1508 no se remedió este defecto. En el trazado de los nuevos mapas. Nicolás m a n t u v o muy conservadora act i tud; para todos los propósi tos prácticos a d o p t ó los contornos de T o l o m e o , modif icados en a l g u n o s detalles por los mapas posteriores mencionados, y trató de fijar los nuevos detalles en este marco, obteniendo, c o m o es na tura l , un resul tado poco satisfactorio.

En general , esta edición sólo ob tuvo efectos retrógrados en la historia de la car tograf ía . Sin embargo , parece q u e fue acogida con en tus iasmo en Alemania , pues a los cua t ro años aparec ió la segunda edición en Ulm (1486), con los mismos mapas y el texto a u m e n t a d o con una disertación. En 1490 se i m p r i m i ó la segunda edición de la versión de Roma de 1478, con veintisiete mapas impresos con las mismas p lanchas . H u b o un in tervalo de setenta años antes de q u e se hiciera otra edición. Ésta coincidió con la gran época de la expans ión mar í t ima , y na tu ra lmente mient ras no se contara con detalles adecuados de los nuevos descu-br imientos pocos incentivos había para embarcarse en una nueva edición.

La tercera impres ión romana sal ió a la luz en 1507 pre-l>arada por Marco Beneventano y J u a n Cotia. Los veintisiete

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mapas an t iguos se impr imie ron con lás p lanchas de las primeras ediciones, y a éstos se añadieron seis nuevos mapas grabados en aná logo estilo. C inco de ellos aparecieron en hechura muy poco diferente en otras ediciones, pero el ••exto mapa es el de mayor interés. Se trata de un m a p a de Europa central ( "Po lon ia , H u n g r í a , Bohemia. . . ' " ) del cardenal Nicolás Cusano . En el códice lauren t ino hay una copia manuscr i ta de él y parece ser q u e se in tentó incluir la n i una de las pr imeras ediciones romanas; se grabó una plancha, pero no llegó a util izarse con este propósi tp , aunque el mapa circuló por separado ap rox imadamen te en 1491. Las otras tabulae modernae se derivan en parte de las ediciones de Ulm (Europa septentr ional , Francia y Tierra Santa; las dos pr imeras en proyección trapezoidal) y en parte de Berlinghieri (Italia, copia fiel, y España en proyección rectangular). Por pr imera vez los mapas nuevos tenían bordes graduados por latitud y longitud y numerados en grados. Es s ignif icat ivo q u e en el pie del mapa moderno de Italia se diga q u e para la medida del g rado de longi tud no se ha seguido a T o l o m e o s ino q u e se señala "según el estilo de las cartas náut icas" . Esto hace pensar que el mapa fue d i b u j a d o en proyección p lana , esto es, q u e no se t omó en cuenta la convergencia de los meridianos, y que un grado de longi tud se hace igual a un g rado de lat i tud (o casi).

Al siguiente a ñ o volvieron a utilizarse estas p lanchas para hacer una nueva impresión de la Geographia. aumen-tada por la adición de un cor to t ra tado sobre el Nuevo Mundo hecho por Beneventano —de m u c h o mayor impor-tancia— del mapamund i de J o h a n Ruysch. Este es el primer mapa de una edición de T o l o m e o en el cjue se ve par te del Nuevo M u n d o .

En 1511 Bernardus Sylvanus pub l i có una edición en Venecia, la cual r o m p i ó de nuevo con la t radición. Los veintisiete m a p a s fueron grabados en madera con varios nombres estampados en rojo: tienen contornos "modernos" con nomenc la tu ra clásica, por lo q u e en esta edición los mapas n o son e s u ic iamente tolemaicos. De esta forma, se puso en circulación por pr imera vez un mapa impreso de las Islas Británicas d is t in to al de To lomeo . No era muy

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exacto, pues estaba sacado de la carta po r tu l ana de Petrus Róselli, de la q u e también se toman unos cuantos nombres. En general , el d i b u j o es incorrecto: por e jemplo . Londres está s i tuado muy al sur del Támesis . El m a p a m u n d i , tra-zado en proyección cordiforme, está al tanto del conocimiento con temporáneo; incluye a la Española , Cuba y parte de Sudamérica, lo m i s m o q u e un perfil costanero comple to de Africa, pero en Oriente se conserva el con to rno tole-maico.

La inf luencia de T o l o m e o en la cartografía iba decre-ciendo por el t i empo en que una nueva edición apareció en Estrasburgo en 1513. Esta se d io c o m o obra de J a k o b Eszler y Georg Ubelin, pero se admite en general que muchos de los mapas son obra de Mart in Waldseemüller (1470-1518), de St. Dié, en Lorena, a u n q u e se ha carecido de pruebas fehacientes. En St. Dié, Waldseemüller fue miembro del c í rculo cient íf ico pa t roc inado por el d u q u e René II. Los mapas fo rman , con sus otros t rabajos —la Cosmogra-phiae introductio, un g lobo ter ráqueo y dos m a p a m u n d i s , de 1507 y 1516— un cuerpo conexo de geografía vieja y nueva, an t ic ipándose al sistema de Gera rdo Mercator. El atlas tiene 47 m a p a s grabados en madera , de los cuales once pueden considerarse nuevos. Entre éstos hay una carta del m u n d o , q u e es una copia burda de su acabada "Car ta m a r i n a " de 1516, sacada a su vez de la carta de Ca-verio; una Tabula lerrenove, u n o de los pr imeros mapas separados del con t inen te amer icano; un mapa de Suiza basado en un m a p a manusc r i t o de Konrad T ü r s t d e 1496. y una Tabula moderna Lotharingiae. Esta ú l t ima es de interés p o r q u e es el p r imer e j empla r impreso en color y por su in ten to de representar los accedentes topográficos de la región. C o m o el vo lumen sólo cont iene mapas , tiene la f i rme pretensión de ser considerado el p r imer at las moderno.

En 1520 se uti l izaron las mismas p lanchas para hacer una reimpresión, y dos años más tarde Laurent Fries sacó otra con a lgunos m a p a s diferentes en escalas más pequeñas , pero también a t r ibuidos a Waldseemüller . A u n q u e de las prensas salían muchos mapas nuevos, el interés en Tolomeo

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no m u r i ó por comple to en el s iglo XVI: de las ediciones que precedieron a la de Mercator quizá las más impor tantes son la de Sebastian Münster (Basilea, 1540), y la de Jacopo Gastaldi (Venecia, 1548), la ú l t ima , en octavo menor , con-tiene sesenta m a p a s grabados, q u e en general se basaron en los de Münster. fiero con adiciones considerables. No mucho después, estas colecciones compues tas de geograf ía vieja y nueva fueron superadas por los a t las modernos de Orte l ius y Mercator.

BIBLIOGRAFÍA

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V I . L A C A R T O G R A F Í A D E L O S G R A N D E S D E S C U B R I M I E N T O S

LA SEGUNDA g ran cont r ibuc ión al renac imiento de la car-tografía la hicieron los q u e encabezaron la expansión por u l t ramar : los mar inos de varias naciones —italianos, por-tugueses. españoles, franceses, holandeses e ingleses— que en poco más de un siglo exploraron los océanos, excepto una par te del Pacífico, y p roporc iona ron a los cartógrafos los datos de sus perfiles costaneros. Las etapas más sobre-salientes de estos descubr imientos son: el rodeo del pro-m o n t o r i o mer id ional de Africa por Bernal Díaz en 1487; la recalada de Colón en las Indias occidentales en 1492; la con-secución de la India por Vasco de G a m a en 1498; el descu-br imien to de Brasil por Cabral en 1500; la conquis ta de Malaca por Alfonso de A l b u q u e r q u e en 1511; la llegada de los pr imeros portugueses a las Molucas al a ñ o siguiente, y la c i rcunnavegación de la Tier ra por Magal lanes en 1519-1522.

Los anales car tográf icos no hacen luz definit iva en el muy debatido asunto de si h u b o incursiones precolombinas por el Atlántico occidental . En 1958 fue dado a la estampa un mapa manuscr i to , en el q u e en la sección noroeste apa-recen dos grandes islas: " G r o n e i a d a " (Groenlandia) y "Vin landa In su l a " (Vinlandia) . El mapa acompaña un manuscr i to q u e puede ser fechado en c. 1448. C u a n d o fue pub l icado con un deta l lado comentar io , los editores lo ac lamaron c o m o el mapa q u e "cont iene la representación cartográfica más an t igua e ind ispu tab le q u e se haya cono-c ido de cua lquier par te de las Américas. y muy bien puede haberse derivado de la exper iencia" , es decir, a través de una tradición de la experiencia nórdica. Después de discutir a m p l i a m e n t e sus aspectos histórico y estilístico, el mapa fue sometido a un examen microanaUtico, cuyos resultados demostraron q u e el con to rno estaba d ibu jado con una tinta

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MMO disponib le alrededor de 1920. la cual al parecer cubre • nía linea trazada con lápiz.1

Algunos historiadores también han deducido un descubri-Miicnto de la isla Antilia son base en innumerables cartas del *ikIo XV. Antil ia aparece p r imero con ot ras tres islas: stana-r\, saya e ymana en el extremo Oeste en una carta de 1424. Al

irttpecto, el profesor Armando Cortesao ha demostrado • p i res el t rabajo del car tógrafo venec ianoZuane Pizigano. Pr incipalmente por la posición del g r u p o de islas y su i.imaño, el or igen por tugués de los nombres y el hecho de que por esas fechas Portugal había in ic iado los viajes hacia . I Oeste, el profesor Cortasao concluye q u e el g r u p o repre-senta las Anti l las o una porción del cont inente amer icano «i unas y otra. Es posible q u e un navio pudiera , en condi-«iones cl imáticas excelentes, haber s ido gu iado a través «leí océano; también es posible q u e el car tógrafo buscara lonf i rmar la leyenda de las Siete Ciudades . Sin embargo, debería tenerse en cuenta q u e en u n mapa anter ior , de lecha 1369, hecho por Francesco Piz igano (el idéntico .ipellido con seguridad es signif icat ivo), hay más o menos en la misma posición un texto relacionado con "Satanazes"; >i dicho texto estuviera encerrado en un perfil convencional de una isla se asemejar ía m u c h o a la isla Antil ia de 1424.2

Para poder juzgar el g rado de exact i tud de estas cartas planas, echemos una ojeada ráp ida a los métodos de nave-gación puestos en práctica por estos exploradores marinos.

En los pr imeros viajes afr icanos, los por tugueses utiliza-ban los mismos métodos de navegación q u e los pueblos marineros del Mediterráneo. Con las cartas mar inas com-probaban la dirección o r u m b o del viaje q u e se p ropon í an hacer, lo m i s m o q u e la distancia. Con ayuda de la b rú ju l a marina y los pr imi t ivos métodos para determinar la velo-

1 R. A. Skclton,T. E. MarSion y G. D. Palmer, The Vinland mafi and the Tartai telalion. Yate University Picss. 1965; Helcn Wallis, conip.. "The sirangc case oí the Vinland map". Geogr. Joum. NO. 1974. pp. I8S-2I4. sobre todo VIII; W. C y L . B . McCrcñie. "The Vinland map ink". pp. 212-214.

* El proíesor Cortesao expone su» argumentos en torma detallada en The naulual charl o/ 1421. Coimbra. 1951. Para puntos de vista critkos, véase la discusión que sigue a su planteamiento acerca de la carta en Etu-dos df cartografía anhga num. 40, 1970

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cidad del barco intentaban mantenerse en ruta con la may exactitud posible, haciendo cada día l aes t imadesupos ic ió Los viajes en el Mediterráneo eran en gran parte de cabotaje, a u n q u e no siempre, tanto q u e también se conf iaba m u c en el conocimiento adqui r ido de los vientos y de lascorri tes locales y en la pericia para reconocer las señales más características de la costa: un saliente acant i lado, un g r u p o de islotes, o la característica silueta de una mon taña . L04 pi lotos del Mediterráneo, sin embargo , rara vez se molesta han en tomar la lautud, en pai te también porque la amplitud de la lat i tud era relat ivamente corta y no muy grande la exact i tud de sus observaciones.

C u a n d o los por tugueses se embarca ron sobre las aguas del Atlántico y se abrieron camino hacia el Sur. a lo largo de las costas afr icanas, encon t ra ron condic iones diferentes. N o había navegantes tradicionales q u e pud ie ran in fo rmar acerca de vientos y corrientes, ni en el paisaje de la costa señales familiares, pues extensiones considerables carecían de carácter d is t in t ivo y estaban erizadas de pel igros ocultos —además de una poblac ión hostil q u e n o invitaba a acer-carse sin necesidad. A esto hay q u e agregar q u e existía la posibi l idad de verse arrastrado, fuera de camino , dentro del océano. También atravesaban muchos grados de latitud. | En tales circunstancias , los p i lo tos volvieron a de terminar la la t i tud, p r ime ro observando la a l t i tud de la Estrella Polar ; luego, a medida q u e los barcos avanzaban hacia el Sur y la Estrella Polar se hund í a en el cielo, la lat i tud se obtenía de la al tura del Sol al mediodía con ayuda de tablas de decl inación. Estas observaciones se tomaban con el astrolabio, g r adua lmen te s impl i f icado respecto del t ipo ut i l izado por el hombre de tierra, y . fon el cuadrante , ins-t r u m e n t o menos engorroso.

C o m o la Estrella Polar no coincide con el p o l o celeste, era necesario corregir la al t i tud observada para obtener la latitud. La corrección dependía de la hora de la observación, q u e se pod ía sacar de la posición de la Osa Mayor en su órbi ta alrededor del polo. Por lo tanto , se redactó un con-j u n t o de sencillas instrucciones conocidas c o m o "Gobierno del Nor te" , las q u e daban la corrección q u e había de ser

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apl icada en ciertas posiciones de las " G u a r d a s " , es decir, los pun tos estelares de la Osa Mayor.

Ta l vez por 1456 se d io fin a la pr imera tabla de correc-ciones que había que aplicar a la al tura del Sol de mediodía. Después, José Visinho, uti l izando el t rabajo del as t rónomo j u d i o Abraham Zacuto, calculó una tabla para cada día del a ñ o bisiesto, de marzo de 1483 a febrero de 1484, la q u e empleó Bartolomé Diasen su famoso viaje. Posteriormente, a ú n , colaboró p r epa rando un a l m a n a q u e perpe tuo para el viaje de Vasco de G a m a .

C o m o se ve, estas ayudas científicas se prestaron relati-vamente tarde en el siglo XV; el p r imer registro del uso del cuadrante mar ino data de 1460. Noes sino hasta los primeros años del siglo XVI cuando las escalas de laütud se encuentran en las cartas mar inas , t an to q u e hasta las cartas con las q u e registraron los por tugueses sus progresos a lo largo de las costas a f r icanas con t inua ron a d o p t a n d o la forma de las cartas por tu lanas del Mediterráneo. C o m o las costas trazadas en los m a p a s en su mayor par te t ienen la dirección Sur. al p r inc ip io esto fue origen de grandes dificultades, pues no se tomaba en cuenta la inf luencia de la variación magnética. Se había observado en tierra, pero su cálculo para el mar no se emprend ió seriamente hasta el s iguiente siglo. C u a n d o fue necesario fijar en la carta de manera mi-nuciosa un número de puntos situados, por ejemplo, en cada lado del Atlántico, y q u e se extendían a través de muchos grados de lat i tud, el descuido al no considerar la conver-gencia de los meridianos convir t ió en ext remo inexacto el viejo t ipo de carta.

En esta etapa, la tarea de los pi lotos consistía sobre todo en f i jar la distancia y la dirección ^pn la mayor exacti tud posible, pero cuando examinamos las cartas que han llegado hasta nosotros, por e jemplo , la de Andrea Bianco, de co-mienzos del periodo (1448), y la carta de Grazioso Benincasa de los descubr imientos q u e iban más allá de Sierra Leona (1468), l legamos a la conclusión de q u e en u n o y otro caso fueron recopilados de cartas parciales con m u c h o descuido, o q u e la exact i tud de las distancias se perdía por a l g u n a otra causa. La carta de Benincasa d i b u j a la costa en escala

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F. mapamundi de Hereford, ca. 1300. La estructura T-O es claramente visible en esta reducción. IMS islas británicas se encuentran abajo, a la izquierda; el río que se distingue a la derecha es probablemente el Níger

(Royal Geographical Sodety).

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CIO VAN NI DA CARICNANO e. 1300

Carta portulano de Giovanni de Carignano, Cénova, principios del siglo XIV. Ésta es la primara carta marítima que muestra detalles terrestres, quizás tomados de un mapa de la época. (Royal Geographical

Society).

í /TV L!mirn«i

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jpamundi de fray Maurv, 1459. Muy reducido según P. Zurla, 1818. El sur ild arriba. Abisinia ocupa casi toda África. IMS costas de "Mar de la India"

revelan fuentes arábigas (Royal Ceographical Socicty).

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Los Alpes y el norte de Italia, del sexto mapa de Europa de Tolomeo en la edición de Roma de 1490. IMS montañas cónicas sombreadas son características de es/a edición (Rov al GcographicaJ

Mundo, de la edición de Sebastián Mürfster de Tolomeo, liasilea, 1540. Aún se encuentran en él huellas de la geografía de Cristóbal Colón. Poco añade a los descubrimientos de

Magallanes y Verrazano, publicados veinte años antes (British Library).

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Lorena y los valles del Mosela y el Saar, lomado de la Ceographia, Estras-burgo, 1513 (Royal Geographical Society).

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ortada de The Mariners Mirrour, 1588, versión inglesa del Spicghol de W'aghenaer. Entre los instrumentos representados están la cruz geo

métrica, la plomada, la brújula y el sextante.

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"Las costas marinas entre Dover y Orfordnes. Donde está contenido el muy famoso río Támesis", de la traducción de Anthony Ashley del Spiegel. La lalttud y ta Uyng.it ud na es Un indicaJ-i* w .'u< U- -e ,-—r . -.-.. . - .

Mapa de fohn White (1585) en el que se aprecia la ubicación de la primera comunidad inglesa (Roanoke) establecida en Virginia. (Islote de la izquierda). Grabado de T. de fíry.

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E N D I O S A D E S unwitl m l*t.i.UH\ lw M(iu <>»I.UW » f.ui.iu/Haui .1».

Mapamundi en hemisferios de Rumold Mercalor, de su Alias, vol. 1, 1587. Esta proyección fue más inteligible vara el

Mapamundi del Atlas de Ortelius, Thcatrum orbis terrarum, Amberes, 1579, que muestra al supuesto Continente Sur en su mayor extensión. Fue elaborado después de interpretar erróneamente tanto los viajes de Marco Polo como el descubrimiento de Brasil por los portugueses y de la Tierra de Fuego por Magallanes.

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Mapa de Christopher Saxton que representa el sudoeste de Inglaterra y Cales, 1579. Su «sii/o es decorativo pero no tanto como el de los maestros holandeses a quienes Augustine Ryther tuvo

como modelo.

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Hilo crece a medida que avanza hacia el Sur, la escala de la IMfte más meridional es casi cua t ro veces mayor q u e la del Norte. Ahora bien, la parte septentrional del perfil costanero i .urce de rasgos característicos en contraste con los estuarios c islas más meridionales, y es posible q u e la costa diversifi-«.ida haya s ido d ibu jada de l iberadamente en escala mayor.

La carta de Bianco se caracteriza por la aná loga variación rn la escala y por destacar los accidentes más sobresalientes. I II la breve referencia anter ior de los métodos de navega-r o n . se ha pun tua l i zado el g rado en q u e las marcas de tierra se ut i l izaban en la navegación de cabotaje; en aten-«ión a esto se aumentaba la escala de los rasgos más notables jwra hacerlos más fáci lmente i d e n t i f i c a r e s . Los nombres descriptivos util izados en las cartas también tenían el mis-ino propósi to .

C u a n d o en las costas de África se f i j a ron las lati tudes de (ierto n ú m e r o de lugares, fue menos necesario subrayar de este m o d o a la rgamientos par t iculares po rque los mari-nos ya no estaban sujetos a la navegación de cabotaje . Por ejemplo, al dob la r el cabo era cos tumbre dirigirse hacia el Sur tan ráp idamente como fuera posible, manteniéndose lejos de la costa, hasta el necesario para le lo de la l i lud.y cuando se dob laba el r u m b o hacia el Este, seguir lo más «crea posible del para le lo ( " n a v e g a n d o r u m b o al Este"). Si por errores de navegación se avistaba la costa de África al norte del cabo, era cosa fácil de costear hacia el Sur. Para ayudarse a de terminar su lat i tud, los mar inos fueron pro-vistos de tablas conocidas c o m o "Reg las de las leguas", que s implemente daban el n ú m e r o de leguas que había que navegar en varios r u m b o s para recorrer un grado de lat i tud (por e jemplo , la h ipo tenusa de un t r i ángu lo rectángulo del q u e u n o de sus catetos es igual a I o o 112 km).

C o m o antes de la invención de c ronómet ros exactos la determinación as t ronómica de la longi tud era muy com-pleja, todas las distancias Este-Oeste dependían de la estima. Con las ru tas y dis tancias recorridas era posible, ap l i cando las "Reg las" , calcular cada día de viaje y, por ú l t imo, el viaje total. Dada la d imens ión de un grado de longi tud en varias latitudes, podía sacarse una cifra ap rox imada de la

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diferencia de long i tud . Es necesario tener esto en conside-ración c u a n d o examinemos la exact i tud de las cartas q u e registran los grandes descubrimientos .

Estas hazañas mar í t imas , en Or ien te y en Occidente, se realizaron en 35 años, y es lógico creer q u e en este per iodo debió ser grande la producción car tográf ica. En realidad, no obstante q u e los acontec imientos son tan trascendentes c o m o para no registrarlos, la p roducc ión n o es copiosa, o, para ser más exactos, el material q u e ha l legado hasta no-sotros es relat ivamente escaso.

Desde 1450 hay referencias a cartas por tuguesas de las costas africanas y cartógrafos italianos estuvieron utilizando los or iginales portugueses; un e j e m p l o es la carta de 1468 hecha por Grazioso Benincasa, que incorpora los resultados de los viajes de Cadamos to y Pedro de Sintra al oeste de Africa. T a m b i é n hay otra copia de una carta por tuguesa q u e casi llega al Cabo de Buena Esperanza, q u e f igura en una colección conocida por el nombre del copista, Soligo, la cual es probable q u e se hiciera alrededor de 1490 (B. M. Egerton 73). La representación de África en la esfera de Martín Behaim y el mapa de Henr icus Martel lus quizá se basen en c a n a s con temporáneas de segunda o tercera mano ; pero también este decenio es, desde el p u n t o de vista cartográfico, un vacío. Si ex tendemos el per iodo hasta 1510, el n ú m e r o de l a s q u e han sobrevivido es hasta cierto p u n t o pequeño: las más impor tan tes son las cartas del m u n d o , o planisferios, de La Cosa, C a m i n o y Caveri; el l l amado planisferio de King-Hamy. y tres cartas regionales, una de las cuales con certeza es de Pedro Reinel. C o m o puede verse, t ampoco es muy a b u n d a n t e el material secun-dar io . La demora en la apar ic ión de m a p a s de los nuevos descubr imientos q u e satisficieran ePinterés del públ ico se manifiesta en el hecho de q u e hasta 1507 no apareció en el at las de T o l o m e o n i n g ú n mapa de a lguna parte del Nuevo M u n d o o de los descubr imientos portugueses en el Oriente.

C o m o por documentos de la época se sabe q u e en este per iodo se hicieron muchas cartas, se plantea la pregunta de por q u é nos han l legado tan pocas. En parte se debe a

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que. en los pr imeros años, las cartas eran muy solicitadas por los navegantes y, en consecuencia, se dispersaron m u c h o y se gastaron ráp idamente o se perdieron. En cuan to a las cartas portuguesas, sin duda gran n ú m e r o d e e l l a s se perdió en el terremoto de Lisboa de 1755. C o m o el interés por los descubrimientos se extendió con lent i tud, t ampoco hay mucho material secundario. La apertura de la ruta marít ima a la India, hecha por Vasco de G a m a en 1498, y la in forma-ción q u e d io Vespucio del Nuevo M u n d o (divulgada por Waldseemüller en su Introductio cosmographiae) fueron acontecimientos q u e rea lmente a t ra je ron la a tención po-pular. La pr imera colección de viajes, que r e u n i ó l o s de las Indias orientales con los de las occidentales, no apareció hasta 1506. Historiadores por tugueses a f i r m a n q u e esto se debió a una polí t ica oficial de gua rda r el secreto. Por ejem-plo, se sabe q u e el rey J u a n II p u s o barreras a la circulación de cartas. Sin embargo , desde el m o m e n t o en q u e pi lotos y car tógrafos sin que , al parecer, mediara malquerencia , pasaban del servicio de un rey al de otro, debió de ser difícil guardar por m u c h o t i empo las cartas en secreto, y después de 1500, en Italia existían por lo menos unas cuantas co-pias de cartas q u e registraban los descubrimientos .

En los escritos de Colón hay varias referencias a cartas y también a esferas. Las Casas, el his tor iador de los descu-brimientos españoles, cons ideró q u e Bartolomé estaba cuando menos capac i tado en el d i b u j o de cartas, esferas y otros ins t rumentos de navegación. En Inglaterra, con obje to de apoyar el proyecto de su he rmano , Bar tolomé presentó al rey En r ique VII un mappa mundt " muy bien hecho, en el cual se most raban las tierras q u e él pensaba descubrir con su h e r m a n o " . Nada más se oyó o supo de este mapa; de la descripción a p u n t a d a por Las Casas, se sabe q u e éste fue e laborado de acuerdo con los p r inc ip ios de Estrabón, To lomeo, P l i n i o e Isidoro, autores ampl iamen te conocidos por Colón a través de la / m a g o Mundidel carde-nal D'Ailly, y no, c o m o se cree, por la carta de Toscanel l i . Sin embargo . Colón consul taba con frecuencia en su pr i-mer viaje un mapa q u e mostraba islas en el Atlántico, con respecto a las cuales Las Casas declaró q u e eran las q u e

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El mar Báltico y el norte de A lemania según la Carta Marina de 1516

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I oscanelli había señalado, y las q u e él mismo había visio rn el mapa .

Una carta de su tercer viaje, enviada a España, llegó a manos de Alonso de Ojeda. qu ien , aprovechando los des-• ubnmientos del Almirante, la utilizó en la costa sudamericana para obtener ganancia de las perlas, de q u e Colón había «lado cuenta , con gran disgusto de éste. Una parte de los mapas de Colón fue saqueada de un barco español en el Mediterráneo occidental por una flota turca hacia 1500, y •.irvió más larde al a lmi ran te Piri Re ' i s en la compi lac ión de una carta del océano At lánt ico fechada en 1513. La Española está representada extendiéndose de Norte a Sur , a) este de una extensa línea costanera denominada "Cuba", lo cual corresponde a la idea q u e Co lón tenía después de su segundo viaje, c u a n d o sostuvo q u e Cuba no era isla s ino parte del terr i torio asiático. Esto permit i r ía fechar la carta or iginal en 1498, ap rox imadamen te . Si es así. la carta de Piri Re'is de esta área es suficiente evidencia de la relación q u e hay entre los conceptos del descubridor y la represen-tación de la geograf ía asiática hecha por Martellus.

Sólo han llegado hasta nosotros dos pequeños ejemplares cartográficos q u e pueden at r ibuirse con certeza o bien a Cristóbal Colón o bien a su h e r m a n o Bartolomé. En los archivos del d u q u e de Alba en Madrid hay un apresurado bosquejo de u n c roqu i s del norte y noroeste del con to rno costanero de Cuba , en el cual se encuent ra el nombre "na-t ivida", por La Natividad, p r imera colonia en el Nuevo Mundo , f u n d a d a por Colón en su pr imer viaje. Éste se atr ibuye a Cristóbal . El segundo consiste en tres c roquis marginales en una copia de u n a c a n a d e C o l ó n . d e j u l i o de 1503, donde describe su cuar to viaje, q u e se conserva en la Biblioteca Nacional de Florencia. Por éste se sabe q u e Bartolomé levantó un mapa comple to de la costa de Centro-américa.Los mapas bosquejados, atribuidos a él, constituyen un perfil del m u n d o comprend ido entre los trópicos, y revisten part icular interés pues ilustran con mucha claridad las ideas de Colón sobre la relación de sus descubrimientos con el sudeste de Asia. La costa nor te de Sudamérica se p ro longa hacia el Oeste antes de jun ta r se con la de Centro-

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amcrica , y esta ú l t ima se une al c o n t o r n o costero del Asia de T o l o m e o en las inmediaciones de Cattigara. Esta síntesis requiere q u e se co loque a Centroaméi ica ¡a 120° de lon-gu i tud oeste de Cabo Verde!

En 192-1. Charles de la Ronciere l l amó la a tención sobre un mapa circular del m u n d o q u e hay en la Biblioteca Na-cional de París, del cual d i jo que había s ido p repa rado ba jo la dirección de Colón para presentar lo a los soberanos españoles. Una razón pr inc ipa l para ad jud ica r lo a O d ó n es la simili tud entre un texto que f igura en el mapa relativo a Islandia y una a f i rmac ión casi idéntica hecha por Colón y ano tada por su h i j o Fe rnando en la biograf ía q u e hizo de su padre. Los a rgumen tos de De la Ronciere han sido muy discut idos por la mayor ía de los autores; si la pa tern idad se acepta o no se acepta, el mapa nada añade a nuestros conocimientos de los propósi tos de Co lón . El profesor Cortesao considera q u e este t rabajo es de un car tógrafo por tugués hecho alrededor de 1489.

Hay cierta duda sobre cuál es la primera carta que contiene a lgo de los descubr imien tos en el Nuevo M u n d o . La pri-macía se la d i spu tan La Cosa y u n o sólo conocido |x>i C a n i i u o . q u e def in i t ivamente puede fecharse en 1502. 1.a carta de La Cosa tiene la fecha de 1500, pero ha sido puesta en tela de ju ic io sobre todo porque Cuba , representada c o m o isla, no fue c i rcunnavegada s ino a ñ o s más taide. T o m a n d o en cuenta este detalle y a lgunos otros, C». E. N u n n data el mapa e n e . 1508. C o m o la cuest ión d é l a insular idad era vehementemente debat ida antes de 1500, e s p o s i b l e q u e La Cosa aceptara dicha insular idad. Dado q u e el mapa está en unas solas manos , la presencia de adiciones posie-riores no puede ser determinada. Por lo tanto, t o n la presente evidencia la fecha de 1500 puede ser aceptada.

J u a n de la Cosa fue exper to navegante vizcaíno \ pro-pie tar io de la Santa María, q u e a c o m p a ñ ó a Colón en sus dos pr imeros viajes. Pos te r iormente hizo más viajes al con t inen te amer icano , y se sabe q u e d i b u j o o t ias cartas, desde entonces perdidas. El mapa , de 180 X 9t» cm, tosca-mente di bu jado, ha sufrido considerable daño . En el margen occidental , deba jo del d i b u j o de San Cristóbal , en la parte

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«•sirecha del pe rgamino , aparece la inscr ipción " J u a n de la Cosa la fizo en el puer to des : m a r í a e n a ñ o d e 1500". T i e n e el estilo de las pr imeras cartas mar inas , con rosas de los v ientos y l ineas de dirección. La escala se da por una línea de puntos, sin números ni explicación; sin embargo, parece que la distancia entre los p u n t o s qu ie re representar cin-i uenta mil las . Están d ibu jados el T r ó p i c o de Cáncer y el Ecuador, pe ro sin q u e se i n d i q u e n los grados de la t i tud ni de longitud. En la parte occidental están los descubrimientos de Cabot (en el Norte) y de Co lón y los españoles (en las Indias occidentales y a lo largo de la costa nordeste de Sud-a mélica).

El g r u p o de las Bahamas se indica con cierta exacti tud, pero, c o m o no podía ser de otra manera , en escala peque-ña. Está incluida la isla de G u a n a h a n í , la pr imera en q u e recaló Colón , a lgunas veces conoc ida c o m o San Salvador y recientemente identif icada c o m o la isla Wat l ing . N o se destaca de m o d o especial este lugar memorable . Frente a la costa sudamer icana hay una g ran "isla descubierta por los por tugueses" , q u e representa el descubr imien to de Brasil por Cabral en 1500. En la costa nordeste de Brasil hay un texto q u e dice: "Esta costa fue descubierta en 1499 por Castilla, s iendo Vicente Eanes el descubr idor . " Parece q u e el autor del mapa concibió que el perfil costanero americano era un con t inuo de Nor tea Sur, pero no podemos af i rmar lo con certeza p o r q u e la parte correspondiente a Cent roamé-rica está tapada por el d i b u j o de San Cristóbal .

El margen Este del mapa corta el cont inente asiático más allá del "Ganges" , de modo q u e no aparece el perfil costero. En consecuencia, n o está c laro si La Cosa creía q u e la masa de tierra mostrada en el Oeste era el cont inente asiático.

El mapa se ext iende en lat i tud desde la península escan-dinava hacia el sur del con t inen te af r icano. La costa de Africa, hasta el Cabo de Buena Esperanza, está trazado con gran exact i tud de fuentes por tuguesas . Sin embargo, se ve q u e la costa oriental es en te ramente imaginar ia . En el océano índico, casi en el centro, hay dos grandes islas, "Zanaba r " y "Madagascoa" , c o m o en el g lobo terráqueo de Behaim. La única indicación del viaje de Vasco de Gama

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es la q u e hace la inscripción siguiente, puesta en la costa mer idional de Asia: "Tie r ra descubierta por el Rey don Manue l de Por tuga l " ; n o obstante, el d i b u j o de la costa no es mejor q u e el del m a p a catalán de 1375.

En realidad, el mapa tiene todo el aspecto de haber sido arreglado j u n t a n d o por lo menos dos secciones: la porción occidental, que comprende los descubrimientos en América, y quizá las costas occidentales de Africa, han sido unidas a la par te de un m a p a m u n d i parecido a los de cincuenta años antes, en el q u e se manifiesta la influencia de Tolomeo. Si lomamos la distancia entre el t rópico y el ecuador para" obtener una escala de grados, y la ap l icamos al mapa , vere-mos q u e en la parte occidental , a u n q u e hay discrepancias, en general el mapa no es muy inexacto. Las tierras recién descubiertas están colocadas en relación jus ta con respecto a Europa occidental. La diferencia longi tud ina l entre la costa ibérica y La Españo la es, al parecer, de 62°, en lugar de 59°, y entre la costa af r icana y la costa nordeste de Sud-, américa es de unos 16°, y n o de 17° 45'. Por a l g u n a razón q u e nunca ha sido expl icada de m o d o satisfactorio, La Española y Cuba se ha l l an colocadas muy al norte del tró-pico; la costa septentr ional de Cuba está más o menos en los 36° N. unos 12° más al Norte. De cua lqu ie r manera , la razón pudiera ser q u e Ja parte de Centroamérica y de Sud-américa tienen una escala mayor q u e la del resto del mapa.

La representación de África está deformada por el exce-sivo a l a rgamien to del Mediterráneo. La forma general del perfi l costanero occidental es buena, a u n q u e , en relación con el eje Geste-Este de la costa del go l fo de Guinea , el perfi l costanero hacia el Sur . hasta el Cabo de Buena Espe-ranza, es demasiado corto. Es una característica de las primeras cartas portuguesas de aquellas regiones: del) i do a las adversas condiciones de navegación, era cos tumbre subest imar las dis tancias q u e debían ser recorridas.

Ha l lamado mucho la atención el perfil costanero nordeste de América. Los pr inc ipa les accidentes son: 1) un cabo prominente , "Cavo da Yngleterra". a unos 2 000 kilómetros al suroeste de I r landa, y ap rox imadamen te en la misma lat i tud; 2) al oeste de este cabo, una costa q u e se extiende

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.il pon ien te en unos 1 920 ki lómetros; a lo largo de ella se indican varios accidentes, y es la ún ica parte de la costa de Norteamérica en la q u e aparecen nombres; 3) más allá de la costa, c o n t i n ú a una extensión de 1 120 kilómetros sin nombres, en íorina de golfo, "Mar descubierta por Yngleses", y después dobla hacia el Sur.

El "Cavo da Yngleterra" aparece en la lat i tud 56° N. Sin embargo , c o m o muchos lugares de Europa están des-plazados en varios grados (por e j emplo , Finisterre está 4o

30' más al Norte), bien puede suponerse que el Cavo n o está más ai norte de los 5 Io 30" N . c o n l o q u e quedaría situado cer-ca del estrecho de la Belle Isle. Por otra parte, los 1 920 Km del perfil costanero exp lorado son con toda probabi l idad el sur de I e r r a nova o Nueva Escocia, de tal manera que el Cavo da Ingleterra debe de haber es tado más al Sur y al m o m e n t o se piensa en el Cabo Race, sin q u e e l lo pase de ser una mera probabil idad. Sin embargo, J. A. VVilliamson.queatribuye estas cartas a los Caboto , en 1197-1498, cree que el Cavo es el Cabo Bretón, en tanto que G. E. N u n n lo identifica con el Cabo Farewell. de Groen land ia .

U n rasgo sobresaliente del m a p a de La.Cosa es el d i b u j o de San Cristóbal colocado en el ex t remo oeste del Caribe, q u e in t e r rumpe la linea costanera del cont inente . Esta es el área en la q u e Colón en su cuar to viaje inf ructuosamente buscó un paso para llegar al " m a r de la India" . Las bases de su hipótesis n o se conocen con certeza; dicha hipótesis p u d o ser el ref le jo del p u n t o de vista de la disposición de las masas terrestres y las corrientes oceánicas d i f u n d i d o por el escritor r o m a n o Aure l io Macrobio. La dirección de la corriente que bale de la costa septentrional de Sudamérica sugería q u e ésta debía salir en esa dirección, mientras no se observó q u e se desviaba hacia el Norte a través del estrecho de Florida. A u n q u e no fue e n c o m i a d o , el pasaje f igu ró en a lgunos m a j a s por dos decenios más; c o m o un angos to estrecho en el m a p a m u n d i de YValdseemiiller de 1507, en una carta española , y todavía en 1529 en un burdo mapa del hemisferio occidental hecho por Franciscus Monachus.

Con el progreso de la explorac ión , la esperanza de en-contrar un j a so en esta región fue abandonada: ya no aparece

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en el mapa del Caribe impreso con las Decades de Pedro Mártir en 1511 ni en el mapa de VValdseemüller de las nuevas tierras en el T o l o m e o de Estrasburgo de 1513. No obstante, se con t inuó buscando una ruta más directa a las Indias orientales q u e la vía del Cabo de Buena Esperanza. Los españoles la buscaron hacia el Sur , y a u n q u e tuvieron éxito al descubrir el estuario del r io de la Plata , encomen-daron a Magallanes hallar un canal más al Sur. En el Norte, portugueses y franceses siguieron buscando al sur de Nueva Escocia. Poster iormente, los exploradores isabelinos ini-c iaron una larga serie de expediciones q u e desembocaron en la aper tura del paso del Noroeste.

El pr imer e j empla r por tugués de estas cartas del Nuevo M u n d o es el q u e se conoce c o m o "Car t a C a m i n o " . Debe su nombre a que fue un tal Alberto Candno quien la adquirió para Hercules d 'Este, d u q u e de Ferrara. El rey por tugués había p roh ib ido la provis ión de cartas q u e contuvieran los nuevos descubrimientos , y C a m i n o la cons igu ió clan-des t inamente para satisfacer la cur ios idad del Duque, angus t i ado por la amenaza q u e se cernía sobre la partici-pación i tal iana en el comercio de las especias.

C o m o la correspondencia relativa al t ra to ha llegado hasta nosotros, sabemos q u e el D u q u e recibió la carta en noviembre de 1502, y que incorporaba descubrimientos tan recientes c o m o los realizados en el verano de ese mismo año . Con claridad se advierte q u e la carta es obra de u n cartógrafo portugués; parece q u e años más tarde se hicieron a lgunas correcciones a la parte brasileña y se le escribió media docena de nombres i tal ianizados. El t í tu lo q u e se le d io indica q u e el pr inc ipa l interés de los d ibu jan tes se concentraba en los descubr imientos hachos en Occidente: "Car ta mar ina de las islas recientemente descubiertas en las parles de las Ind ias" .

La caria es grande, t an to q u e las costas se ven con m u c h o detalle y hay gran cant idad de nombres . Están d ibu jados el Ecuador y los trópicos, pero sin que haya escala graduada de latitudes. De Occidente a Oriente abarca desde Cuba hasta la costa oriental de Asia. Se indica la línea de demar-cación de Tordesillas entre las zonas española y portuguesa.

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y los descubr imientos por tugueses en el Noroeste están d ibujados jus tamente en el lado por tugués de la l ínea.

El con t inen te a f r i cano se representa por pr imera vez con bastante ap rox imac ión a la verdad: en la costa or iental se ha l lan los nombres de Soffala, Mozambique , Kilwa y Melinde, y aparece la isla de Madagascar . a u n q u e sin nom-bre. El subcon t inen te ind io se traza c o m o un t r i ángu lo estrecho, y en su costa occidental hay nombres —por ejem-plo, Cambaya , Calecut— y descripciones acerca de las riquezas de estas regiones q u e están tomadas del relato del viaje de Vasco de G a m a . Parece q u e hasta a q u í l legan los conocimientos de pr imera mano; más allá el d i b u j o debe de haberse ejec utado en gran parte por referencias. Es probable que se obtuvieran de navegantes nativos por la c ircunstan-cia de q u e en lugar del t é rmino " g r a d o " se utiliza el de " p u l g a d a " , equivalente a más o menos I o 42' 50".

Los lugares cuyas lati tudes se dan de este modo sólo es-tán si tuados aprox imadamente en sus posiciones correctas. Al este de la India hay un gran gol fo , y por consiguiente una pen ínsu la q u e se ext iende hacia el Sur, rel iquias de las creencias de T o l o m e o de q u e las costas encerraban el océano índico. Cerca de su extremidad sur f igura el n o m b r e de "Ma laqua" , y a corta distancia la gran isla de " T a p r o b a n a " (Sumatra) . 1.a cosía oriental de Asia se dir ige al Noroeste, casi sin accidentes, pero con gran cant idad de nombres, im-posibles de identificar en su mayoría, lo mismo que indicaciones de bajos cercanos al litoral. Nombres identificables son "Bar S i n g a p u r " (Singapur) y " C h i n a cochin" .

Al observar a Asia. lo p r imero q u e salta a la vista es el a b a n d o n o casi comple to q u e se ha hecho de la idea q u e T o l o m e o tenía de las costas meridionales , y la gran reduc-ción de la extensión long i tud ina l del cont inente . El perfil costanero suroeste de Asia se coloca a unos 160° al este de la línea de demarcación, cifra muy cercana a la verdadera.

La l lamada carta King-Hamy, también de 1502, es inte-resante p o r q u e demuestra c ó m o se iban acop lando las concepc iones tolemaicas sobre Asia con los nuevos descu-br imientos hechos en Occidente. Esta carta tiene muchos rasgos del m a p a m u n d i de T o l o m e o en lo q u e se refiere al

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suroeste de Asia, donde aparecen juntas "Malacha" y "Catti-gara". pero lo más importante es que la extensión longitudinal hacia el Oriente, desde la l ínea de demarcación hasta la costa sudeste de Asia, es todavía a p r o x i m a d a m e n t e de 220° a 230°.

Por lo tanto, la carta de C a n t i n o d e m u e s t r a con clar idad q u e los cosmógrafos por tugueses hab ían desechado por comple to las cifras del a le jandr ino , y q u e sabían ya q u e los descubrimientos de los españoles en Occidente, lejos de hallarse en las cercanías de C i p a n g o y de la tierra f i rme asiática, estaban separadas de ellos por un espacio de casi la mitad de la circunferencia del globo. Puede decirse q u e la carta predice la existencia del océano Pacífico. N o contra-dice esto el hecho de q u e el car tógrafo hubie ra puesto una descripción donde dice q u e las descubiertas costas nor-orientales de América se consideran c o m o par te de Asia. Para los portugueses, en este caso coincidieron felizmente las consideraciones teóricas y prácticas; c u a n d o se p lan teó el a sun to de la soberanía de las Molucas. les resultó conve-niente reducir la extensión longi tud ina l de Asia para q u e las codiciadas islas cayeran den t ro de su zona.

Hasta nosotros ha l legado una carta del m u n d o , a lgo posterior a la de Can t ino . derivada de fuentes semejantes. Se trata de una copia hecha por un dibujante italiano. Nicolás Caverio, de Génova, q u e se cree es del a ñ o 1505 o 1506 sobre la base de su descripción de las costas de Brasil. El interés de esta carta radica en q u e sirvió de modelo para el g rabado en madera del m a p a m u n d i de Waldseemüller . de 1507. En general , es menos exacta q u e la carta de C a m i n o , sobre lodo en su representación de Africa y la India, a u n q u e coloca Cabo de Buena Esperanza muy correc tamente en la lat i tud de 34° S (en lugar de 34° 22' S). S e r r a d a de la tierra f i rme de Asia se ve una isla, " C h i n g i r i n a ' . c o n e l s iguiente pie: "Esta isla es muy rica, y sus habi tantes son cristianos; de ahí va la porcelana a Mallacca; hay ben ju í , á loe y almiz-cle ." Se cree q u e se refiere a J a p ó n .

Estas cartas del m u n d o son prueba del interés q u e en Italia despertaban los progresos portugueses en Oriente; si los pat rones i ta l ianos n o hubieran pedido estas copias

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sr habr ían perd ido muchas valiosas pruebas cartográficas. Muestran también q u e gran par te del conoc imien to acerca de Oriente se f i l t ró a través de los por tugueses antes de q u e ellos l legaran a Malaca.

Además de estas cartas del m u n d o , del pr imer decenio del siglo xvi hay unas cuantas cartas de áreas menores. De éstas, tres revisten especial interés: una carta del Atlánt ico del Norte, c. 1302, f i rmada por Pedro Reinel; una carta del Atlántico del Norte y del Sur, c. 1506 (generalmente atri-buida a K u n s t m a n n III), y otra carta del océano Indico, de alrededor de 1510.

La carta de Pedro Reinel. la p r imera f i rmada por un cartógrafo por tugués , introduce la novedad del "mer id iano obl icuo" . Frente a la tierra de Corte Real, en el Atlánt ico nordoccidental , t iene una escala de lat i tud, adicional a la escala pr incipal , y colocada obl icuamente a ésta. H. Winter ha demos t rado q u e con ella se intenta señalar el mer id iano geográfico en esta área, y q u e el á n g u l o q u e forma con el meridiano principal es la variación magnética, en este caso de 22° 30' O. ( b i n o el p i lo to c o m ú n no estaba capaci tado para de te rminar la variación, las costas se de l ineaban con el compás sin corrección, y el mer id iano ob l i cuo permit ía que se hiciera el t ransporte a una grat ícula de lat i tud y longi tud. La carta de Kuns tmann III t iene una escala de lat i tud dividida en grados; el valor de un grado, según la escala de leguas, es de 75 millas, más exacto q u e el general-mente adop tado .

En ésta y en otras pr imit ivas cartas del Atlántico, el es-q u e m a de Cuba se parece al de la carta de La Cosa, y la isla se hal la colocada en una la t i tud al ta . Hacia 1506 se abandona el cur ioso c o n t o r n o de " o r u g a " . Estas cartas muest ran las exploraciones sucesivas practicadas en el Noroeste, la " T e r r a Corte Rea l" (Ter ranova) y la "Ter ra do Lavrador" (probablemente Groenlandia) . Con apoyo en ellas puede llegarse a la conc lus ión q u e las costas de la carta de La Cx>sa con toda probabilidad habría que buscarlas al suroeste del Cabo Race. Pedro y Jorge Reinel , los más destacados cartógrafos portugueses de su época, estuvieron por muchos años al r^rvicio de la Corona por tuguesa .

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110 CARTOGRAFIA Y GRANDES DESCUBRI MIEN IOS

Pedro, c i tado c o m o "maes t ro de cartas y de compases d< navegar" , quiza fue, entre otros, qu i en d i b u j ó la impor-tante carta del océano índ ico de 1518.

Durante la p reparac ión en España del viaje de circunna-vegación de Magal lanes, los Reinel desempeñaron un papel a lgo misterioso. Jorge estaba en Sevilla en 1519, y parece que hizo un globo y un mapamund i para Magallanes c u a n d o éste defendía su causa ante el rey de España . Aquí se unió con su padre, que también contribuyó a la expedición con dos mapas , q u e fueron llevados en el viaje. Al parecer n i n g u n o de los dos estuvo realmente al servicio de España y se supone q u e en par te estaban en Sevilla para discutir el p rob lema —que de tener éx i toe l viaje habr ía q u e diluci-dar— de si las Molucas estaban situadas en el lado por tugué o en el español de la línea de demarcación. Por entonces los Reinel tenían fama de "p i lo tos de m u c h o r e n o m b r e " y c inco años después el emperador Car los V se esforzó po r convencerlos de q u e ent raran a su servicio. Este in ten to fal ló, y en 1528 el rey de Portugal les o to rgó pensiones. Jorge, q u e en 1551 con t inuaba hac iendo cartas, era tenido c o m o "examinador en la ciencia y en el arte de navegar" . Poster iormente cayó en desgracia y se dice q u e en 1572 estaba "enfermo, viejo y pobre" .

El hecho de q u e las Molucas, p r inc ipa l centro de abaste-c imien to del comercio oriental de especias, estuvieran si tuadas cerca de la l ínea de demarcac ión h i spano-por tu-guesa en el hemisfer io opues to tuvo es t imulan te efecto en el estudio de la cosmología y la cartografía. C o m o es natural, a m b a s partes ans iaban demostrar q u e las islas se ha l laban en su lado; el problema era tan a rduo que , dados los medios de q u e d i sponían los protagonistas , .J^ubo necesidad de discut i r lo a fondo con ayuda de las ú l t imas cartas. En el hemisfer io occidental , la línea de Tordesi l las era el meri-d i ano 46° 37' O de Gréenwich, en tanto que en el hemisferio or iental caía en el mer id iano 133° 23" E.

C o m o las Molucas se hal lan más o menos en los 127° 30' E, y la esfera por tuguesa estaba s i tuada al oeste de este mer id iano, las islas quedaban unos 6o den t ro de ella. Te-n iendo en cuenta loan te r ior , es posible trazar la evolución

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« VRIOGRAFÍA Y GRANDES DESCUBRIMIENTOS 111

I. I.t cartografía del océano índ ico y de las islas orientales. il< «le la primera vez que se mezclaron hechos comprobados m u los informes nativos hasta la te rminación de cartas M'l.ilivamente exactas. A pr imera vista se advierte q u e los • ,n tógrafos no se entregaban a con je turas acerca de lo q u e ni i conocían ni t ampoco dieron cabida a formas tradicio-nales. Estas cartas son una combinac ión de conocimientos di primera m a n o y del uso crítico y parco de la información lt¿i ti va

l a más an t igua de estas cartas por tuguesas q u e han llegado a nosotros data de alrededor de 1510. Nada se sabe de las c i rcunstancias de su confecc ión ni del n o m b r e del tar tógrafo. La carta tiene dos escalas de leguas y una de latitud desde los 60° S hasta los 60° N, y está provista de un sistema de rosas de los vientos y de líneas de dirección. La representación de las costas de África y de las costas occi-dentales y sudorientales de la pen ínsu la índica es muy fiel. En el océano índico destacan las islas Maldivas, cuya alineación es Noroeste-Sudeste, c o m o en el mapa de fray Mauro . Más allá del sudeste de la India hay un enorme vacío; en seguida, en el sudeste, una porción del extremo meridional de la pen ínsu la de Malaca con la gran isla de T a p r o b a n a (Sumatra) al oeste de ella, entre los I o 20' y 9o 30' S.

Algunas de las lat i tudes q u e aparecen en la carta son bastante exactas, el Cabo de Buena Esperanza se sitúa en los 35° S (por 34° 20' S), Coa en los 15° N (por 15° 30' N) y el cabo C o m o r i n en los T 15' N (por 8 o 12' N); en cambio , la península malaya está llevada a los 16° S (en lugar de2 o N). mientras q u e Sumatra está desplazada al Sur sólo 5o . Los portugueses comenzaban a s i tuar las islas orientales con bastante exactitud.. La extensión longi tud ina l del océano índico, a lo largo del Ecuador , desde- el noroeste de África hasta Sumat ra , aparece c o m o 54° 20', s iendo la cifra verda-dera de unos 52°. La parte or ienta l del océano está, sin embargo , cont ra ída (Maldivas-Sumatra está a 17° en lugar de 22°). en tan to q u e la parte occidental , quizá por la in-fluencia de T o l o m e o . aparece a largada (África oriental-Maldivas tiene 37° en vez de 30°). En la península malaya

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( VRTOGRAFÍA V GRANDES DESCUBRIMIENTO:» 11S

• SÍ ribió entonces el car tógrafo: " N o se ha alcanzado a u n . " \ los dos años de haber elaborado estas cartas, los portugue-« \ miraron en posesión de una notable fuente de información, descrita en una carta del virrey A l b u q u e r q u e a l rey Manuel . V- na ta nada menos que de un gran mapa con los nombres « ii javanés, hecho por un p i lo to javanés; contenía el Cabo d. Buena Esperanza. Por tuga l y la tierra del Brasil, el Mar Rojo y el Mar Pérsico, las islas de los Clavos, la navegación de los ch inos y los gores,5 con sus r u m b o s y sus rutas direc-tas seguidas por los barcos, y la tierra firme, y c ó m o los reinos se suceden unos a otros. En palabras de Albuquerque, ésta es la me jo r cosa q u e he visto". Este mapa se perdió

en un nau f r ag io en 1511, pe ro Francisco Rodrigues trazó una parte, de la mayor impor tanc ia , con la transcripción «le los nombres , y fue enviada al rey.

En verdad Su Alteza puede ver de d ó n d e vienen los ch inos y los gores, y el cu r so q u e los baicos.de Su Alteza deben lomar para ir a las islas de los Clavos, y d ó n d e e s i i n s i tuadas las m i n a s de oro. y las islas de J ava y Banda, las de la nuez moscada y macis, y la tierra del rey de Siam, y t ambién el f in de la navegación de ios ch inos . la dirección q u e t o m a n , y c ó m o n o navegan más adelante .

Albuquerque n o perdió el t i e m p o y en 1512 despac hó a Banda una pequeña expedic ión. En este viaje u n o de los pilotos era el menc ionado Rodrigues, a la vez d ibu j an t e de un c o n j u n t o de cartas, entre ellas varias del archipiéla-go sudeste y de las costas orientales de Asia. Estas cartas las fija Cortesao por el a ñ o 1513. Sin duda las del archipié-lago se basan en las propias observaciones de Rodrigues. l>ero es de suponer q u e también les incorporó detalles de la carta javanesa. El mismo Rodr igues no fue más allá de Banda. Algunos rasgos de sus cartas por m u c h o t i empo fueron comunes a la cartografía posterior, por e jemplo ,

»Tome- P i ro identificó a los gores con los habitantes de las islas Liukiu. en las que paróte que se incluye a Farinosa. Para Pires. Rodrigues y el inapa javanés, véase A. Concsáo. "The Suma Oriental oí Tome Pires, etc.". Hakluyl Soc., 2a. serie, vols. 89 y 90. 1944. La cita del texto se hüo con autorización.

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la longi tud exagerada del perfi l costanero de C i lo lo (Hal-mahera) . Por otra par te las más correctas nociones de las verdaderas proporciones de la península índica por algunos años no se incorporaron a las cartas.

Por 1518, estas islas orientales aparecen en las cartas generales portuguesas, p o r q u e en una carta del océano Indico, q u e se conserva en la Biblioteca Británica, atribuida por Cortesao a Reinel. está d ibu jada Java, Sumbaba y las costas septentr ionales de otras dos islas. Al este volvemos a ver otro g r u p o de islas, cuyos nombres son ilegibles, ya señaladas por los modelos portugueses. La cuestión por ventilar era la s i tuación en longi tud de estas islas.

La llegada dé lo s por tugueses a las M o l u c a s f u e e l penúl-t imo capí tulo en la historia de los grandes descubrimientos, q u e se consideraba cerrada con la c i rcunnavegación del g lobo por el Victoria, la única embarcac ión sobreviviente de la flota de Magallanes. El viaje, demostración práctica de la esfericidad de la Tierra , también reveló la verdadera d imens ión del océano Pacífico. N i n g u n a de las cartas de los miembros de la expedición sobrevivieron, con excepción de a lgunos d ibujos seccionales en el estilo de un "isolarío", q u e acompañaron los manuscritos de la reseña q u e Antonio Pigafetia hizo del viaje. El estrecho meridional , l lamado " S u e n o pa tagón ico" , es un canal q u e separa dos masas se tierra rectangulares: se d e n o m i n a n Puer to San J u l i á n , el cabo de las Dos mil Vírgenes y el cabo Deseo. La represen-tación de las islas del a rch ip ié lago ai este de la India es incompleta y confusa, a u n q u e en a lgunos casos hay detalles reconocibles; la isla de Borneo, por e jemplo, tiene aceptable representación de la bahía septentr ional , en la q u e los barcos se aprov i s ionaban .

Al regreso del Victoria, el cartógrafo español Ñ u ñ o García de To reno , después de interrogar a los sobrevivientes, in-corporó los descubr imientos a su m a p a m u n d i de 1522 y más larde en el ' Padrón real". No fue sino hasta 1534 cuando se d i o al estrecho el n o m b r e de Magal lanes en un tnapa pub l icado en Italia. La única porción de Sudamérica q u e faltaba de car tograf iar era la de Chile . JUn burdo perfil apareció en las cartas de Alonso de Santa Cruz, alrededor

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di' 1540, y en par te fue corregido en el mapa de H o n d i u s 4<rrca de los viajes de c i rcunnavegac ión de Drake.

En el hemisferio occidental, dos años después del regreso •leí Victoria, la car tograf ía de las costas del noroeste de América del Nor te fue comple tada por G iovann i de Verra-/.ino. f lo ren t ino ai servicio de Francisco I de Francia. El i|ue estaba detrás de esta empresa era Jean Angot . qu i en |H-jsuadió a los mercaderes en seda de Lyon y Florencia para que pa t roc inaran u n viaje al Oeste con objeto de en-contrar un pa so occidental al océano Pacíf ico. En su viaje •le 1524 Verrazano vio la costa cercana del Cabo Fear en los M® de latitud Norte, y la examinó l legando hasta Terranova, l lamando a este terri torio "Terre Franciscane". T a n p ron to i orno desembarcó, corr ió a lo largo de una f ran ja de tierra arenosa, alrededor de 200 mil las de longi tud , más allá de la cual vio q u e la había t omado por el " o c é a n o o r i e n t a l " , objeto del viaje. L o q u e vio-eran las aguas de Paml ico Sound.

Los resultados del viaje fue ron registrados en un mapa dibujado por su hermano. G i r o l a m o d e Verrazano, en 1529. I-1 error concern iente al océano oriental fue comet ido para influir en los p lanes de los ingleses par t idar ios de estable-cerse en América, qu ienes esperaban sacar provecho del inexistente " m a r de Verrazano". Más o menos al m i s m o uempo una expedic ión española al m a n d o de Estevao (.ornes buscaba también un paso en esta región. Su viaje a lo largo de la costa desde Nueva Inglaterra hasta la bahía de Fundy fue incorporado en las cartas de Alonso de Santa Cruz.

La car tograf ía de la línea costanera occidental de Norte-américa hasta el norte de la pen ínsu la de Cal i fornia s iguió a la conquis ta de México por los españoles . Francis Drake. en su viaje de c i rcunnavegación, l legó alrededor de los •19° de lat i tud Norte y regresó cerca de la bahía de San F'ran-«isco, donde t omó posesión de "Nova Alb ion" . Según Samuel Purchas , Drake presentó a la reina Isabel un mapa manuscrito de su viaje, el cual estuvo en ese entonces colgado en la galería deWhitehal l . Parece q u e este mapa fue utilizado para grabar un m a p a m u n d i en hemisfer ios por Nicola

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van Sype, de Amberes, en 1581. N o fue s ino hasia el siglo xviii , con los viajes de J ames Cook y George Vancouvei, c u a n d o se avanzó más en este sentido.

Análogas cartas parciales a las es tudiadas ya, y muchas ahora perdidas, fueron incorporadas a las cartas del mundo . La más impor t an t e de éstas fue, sin duda , la española "Pa-drón real" . Esta carta, q u e era el registro oficial de los descubrimientos , fue hecha por orden del rey Fernando en 1508. La obl igación de revisarla a medida q u e progresaban las exploraciones f u e encargada a los func ionar ios de la Casa de Cont ra tac ión de Sevilla. Por desgracia, n inguna copia autént ica ha l legado hasta nosotros, pero hay cartas de car tógrafos oficiales q u e a no duda r incorpora ron sus principales rasgos. C o m o en España había muchos confec-cionadores de cartas portuguesas, en estas cartas hay bastante de la m a n o de ellos; en realidad, nues t ro conoc imien to se apoya en gran p a n e en copias hechas |>or Diego Ribeiro, y éstas pueden considerarse obra c o n j u n t a de españoles y portugueses. Ribeiro. por tugués de nac imiento , fue ex-pu lsado de su país nat ivo, y en 1519 estaba en Sevilla en contacto con los Reinel c u a n d o se hacían los preparativos del viaje de Magallanes.

C i n d o años más tarde, m e n c i o n a d o c o m o "nues t ro cos-mógra fo y maestro en hacer mapas , astrolabios y otros ins t rumentos de navegac ión" , era asesor técnico de la dele-gación española en la conferencia de Badajoz, cuando se in ten tó negociar un acuerdo con Por tugal acerca de la posesión de las Molucas, acuerdo q u e no p u d o alcanzarse, por lo q u e a m b a s partes s iguieron m a n t e n i e n d o sus aspi-raciones. Ribeiro cons igu ió posición muy destacada en el servicio de España, en la q u e permanec ió hasta su muerte, acaecida en 1533. Por real decreto de 1526, se le proveyó de lodo el material necesario para una carta y un mapamundi q u e describieran lodos los descubr imientos , en realidad una revisión del "Padrón real"; al siguiente a ñ o se le designó examinador de pilotos, en ausencia de Sebastián Caboto, q u e se hal laba en una expedición.

I)e toda su obra han sobrevivido tres carias del m u n d o análogas , y dada su posición oficial es de suponer q u e se

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en el " P a d r ó n real" . Una, fechada en 1527. no está 111 ruada, pero hay dos copias f i rmadas , con fecha de 1529. I»' . i lgunos comentar ios sobre la carta de 1529. ahora en Huma, se puede llegar, en efecto, a la conclusión de q u e esta 1.1ación es la con t r ibuc ión f u n d a m e n t a l h ispano- lus i tana ^ l.i confección del mapa del m u n d o .

I-a carta de R ibe i roes un h i to en el desarrol lo del cono-. limento del m u n d o , c o m p r e n d i e n d o el circuito total del Mlobo entre los círculos polares, con el a rchip ié lago en las Indias orientales, q u e aparece en los márgenes occidental \ oriental. La colocación de los cont inentes , por lo q u e hace a la la t i tud y la longi tud , es. en general , correcta. Sin • inbargo, se ha de j ado la extensión exagerada del or iente ili Asia, debido a lo cual Can tón se hal la unos 20° más al I Me que donde debería'. Inc iden ia lmenie , el área q u e rodea i (.anión recuerda mucho las cartas de Rodrigues. Ladis tan-i i.i enire el con t inen te asiát ico y las Molucas ha quedado irducida y el resul tado total es el de colocarlas en los 172° 10' O de la línea divisoria de Tordesillas, esto es, siete grados \ medio den t ro del lado español . S iendo esto lo q u e los • -.pañoles que r í an , podr ía explicarse así q u e se conservara I.i p ro longación oriental de Asia. En el Occidente, la an-«hura del Atlánt ico por el t rópico es muy exacta, pero la del Pacífico eslá reducida, por la posición asignada a las Molucas, en unos 1 Io. Sería interesante comparar esta caria ion otra q u e apoyara la tesis por tuguesa ; sin embargo , l»arece q u e n i n g u n o de tales m a p a s existe.

Otra par t icu lar idad del mapa de Ribeiro es la longi tud más o menos correcta del Mediterráneo; la deformación de Africa nororiental quizá proviene de errores acumulados, procedentes, a su vez, de no haberse tenido en cuenta la dec linación magnética, la cual deja una distancia demasiado exagerada entre el Mar R o j o y el Mediterráneo, y la repre-sentación de las costas orientales de América del Norte y del Sur, que es cont inua. El Río de la Plata aparece en detalle, con tres af luentes pr incipales . Aqu í el error notable es la rxagerada extensión longi tud ina l de la costa nordeste de Sudamérica, perpetuación de una pr imi t iva equivocación que persistió a través del s iglo XVII. Es posible q u e naciera

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p o r q u e o r ig ina lmen te esta sección se trazó en escala trun grande q u e la vecina área del Caribe. Sólo se muestra una pequeña par te del perfi l costanero occidental , basado en las exploraciones de Balboa y Pizarro. Las partes resul tante del viaje de Magal lanes son el perfi l costanero al sur del R io de la Plata y el es t rechode Magallanes, las islas "de los ladrones" , más bien cur iosamente colocadas en los 12° 30 de lat i tud Norte en vez de 2o N. y un incomple to g r u p o dr islas del sur de las Fi l ip inas y de la costa septentrional de Borneo.

Q u e Ribeiro colocara a las Molucas 7o 30 'den tro del lado español supone la ú l t ima posición adop tada por Españ.i en la d isputa , la q u e había empezado por pretender que el mer id iano corría a través del delta del Ganges . El a ñ o en q u e se hizo la carta, la Corona española , en vista de las incer t idumbres . vendió sus pretensiones a los por tugueses fue un buen negocio po rque no hubie ra podido mantener su posición.

¿Qué efectos tuvieron todas estas actividades de los ma-r inos y confeccionadores de cartas sobre los cosmógrafos? C o m o era de esperar, empezaron esforzándose por encajai los nuevos descubrimientos dentro del marco del Tolomeo-Martel lus y por un i r los descubr imientos de Caboto y Corte-Real al nordeste de Asia. Entonces v ino el abandono de " C i p a n g o " y la representación de Norteamérica como masa de tierra separada, luego ligada con Sudamérú a u n q u e a lgunos cartógrafos, con característico consei dur ismo. por decenios cont inuaron representándola unida a Asia. Esta t ransformación se realizó, en lo q u e respecta a los mapas impresos, en el espacio de diez años, c o m o se ve en los mapas de Mart in Waldseemijl ler .

El p r imero de esta serie es un m a p a m u n d i , d iseñado por Giovanni Matteo Con tarín i y grabado en cobre por Fran-cesco Roselli en 1506. del q u e se conserva una única copia en la Biblioteca Británica. El m a p a . d e proyección cónica con el pr imer mer id iano de T o l o m e o c o m o mer id iano central y el ecuador exactamente trazado, tiene al Este las costas orientales de Asia y el Magnus S inus de T o l o m e o y las islas de los viajeros medievales al Este. En una de las

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ms< l ipciones p o n e el car tógrafo: "Si p legando hasta j u n -i.nlas las dos series de grados (es decir, de los márgenes ••Mental y occidental) las forma en el círculo, percibirá la . ulcra total del m u n d o compues ta de 360 grados ." Esto no • v verdad del todo, p o r q u e el m a p a n o se extiende m u c h o m.is allá del T r ó p i c o de Capr icorn io ; pero en o t ro lugar Iniy versos q u e enaltecen a Conta r in i por haber señalado

El mundo y todos sus mares en un mapa plano. Europa. Libia. Asia y las Antípodas. Los polos y zonas y sitios de lugares, Los paralelos para los climas del ingente globo.

Estas referencias a la esfera total, las Antípodas, los polos v el globo, nos dejan perplejos; es posible que el cartógrafo, imperialmente a la vista de a l g u n a s s imil i tudes entre su mapa y el g lobo de Behaim, tuviera, en efecto, un g lobo .inte sí. Es posible, pero no muy probable , q u e otra sección de su mapa , ahora perdida, representara el hemisfer io Sur. Kl mapa cont iene una buena representación de Africa, con los nombres muy a jus tados a los de C a m i n o , y un in ten to de insertar la India de Vasco de G a m a : entre el golfo Pérsico y el I ndo de T o l o m e o , el car tógrafo ha intercalado una estrecha pen ínsu la q u e se alarga hacia el Suroeste, er* la cual se s i túan las c iudades de Cobai t (Cambay) . C a n a n o r y Calicut (estas dos fueron visitadas por Vasco de Gama) . Correctamente si tuadas en relación con la península índica está la isla Seila (Ceilán). Al Este, sin embargo, aparece el esquema tolemaico, incluso la gran isla d e T a p r o b a n a , la cual o r ig ina lmente también era Cei lán. Para aumen ta r la confus ión , de igual modo aparece una "Seila í n su l a " entre las islas del sudeste de Asia, tal vez en el lugar de Su-matra. Esta con fus ión - t ambién existe en el g lobo de Be-haim.

La parte oeste del mapa es quizá la más interesante, por-que da m u c h a luz acerca de las ideas de Colón; de hecho es el primer mapa impreso que registra estos descubrimientos. La costa or iental de Asia es aná loga a la del mapa de Mar-tellus; sin embargo , la península nordeste se p ro longa 20° dentro de la longi tud de Europa , y en su extremo oriental

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se representan los descubr imientos a t r ibuidos a los portu-gueses (evidentemente Corte-Real). C incuen ta grados al este de Asia y el T r ó p i c o de Cáncer, aparece Z impangu . q u e se dice idéntica a la Española . Entre Z i m p a n g u y la costa occidental de Africa, se insertan los descubrí miemos de Colón y los españoles, el g r u p o de islas. Terra de Cuba, Insula Hespanio la , etc., sin q u e f igure para nada el conii-nente nor teamer icano, y la costa nordeste de Sudamér i descubierta por Colón , es su tercer viaje, y sus suceso españoles.

En este p u n t o la representación acusa inf luencias espa-ñolas, y Heawood dice n o creer q u e la carta de C a m i n o sea una fuente directa. Es interesante q u e al perfil costero occidental de la g ran masa cont inenta l del Sur se le haya dado una forma convencional , tal vez para dar a entender que es el continente ant ipoda q u e sugieren los versos i nados.

Asimismo. Roselli es conoc ido por otros dos atlas de a p r o x i m a d a m e n t e esta lecha, q u e mues t ran una interpre-tación alternativa de los descubrimientos. El m a p a grabado presenta a Sudamérica c o m o una gran isla de dimensiones casi cont inenta les y muestra otra gran masa de tierra hacia el sur de Africa transversal al Cí rcu lo Antárt ico. Esta tierra está cortada en el Sur por el margen del mapa , pero en otro manuscr i to del m i s m o au to r está representada como isla. Es posible q u e este concepto se derive de la lee tura errónea de Marco Polo, padre de la hipótesis de la existencia de un gran cont inente en el Sur. C u a n d o Benedetto Bordon»-r e p r o d u j o este mapa en su /so lano , 1528. omi t ió todo este territorio.

Un a ñ o después del mapa de C o n t a i i m . se pub l i có otro muy parecido en Roma , basado en cap ias de la edición de T o l o m e o de 1507. Éste se a t r ibuye a J o h a n n e s Ruysch. y se parece al p lanis fer io de Contar in i , además de que los dos se derivan p r inc ipa lmente de los de La Cosa, y con excepción de a l g u n o s detalles las dos proyecciones son idénticas. Dice ser ex recentibus confecta observationibus. El subcont inente i n d i o tiene m u c h o mejor proporc ión, pero el Le jano Or iente en general todavía es tolemaico, y otra vez aparecen las tres "Ceilanes". Se repite la inscri jxión

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(jiie identifica a Z i m p a n g u c o n la Española , pero con una «lición interesante: 20° al oeste de las Azores se coloca la Antilia Ínsula" , la mít ica isla en el Atlántico, q u e por

I ni mera vez aparece en cartas de comienzos del siglo XV. I ii Sudamérica también hay agregados importantes . La i nsta oriental continúa hacia el Sur hasta el "r íode Cananor", en los 30° de lat i tud S, y se hace observar q u e la exploración K extendió hasta los 50° de lat i tud S, reflejo del viaje de \rnérico Vespucio de 1501.4 Los descubr imientos de por-tugueses en el ex t remo septentr ional , con la adición de Groenlandia, aparecen otra vez c o m o par te de Asia.

Con el mapa de Ruysch desaparece de la circulación Kcneral la representación acostumbrada del mundo, común ili-sdeel decenio de 1480. En su lugar a parecieron los círcu-los geográficos debidos a las concepciones divulgadas por Martin VValdseemüller en su enorme m a p a m u n d i de 1507, y su "Car ta m a r i n a " de 1516. El m a p a m u n d i de 1507 es u n imponente g rabado en madera de doce láminas , en proyec-ción cordiforme, derivada de la segunda de T o l o m e o para j< omodar el m u n d o en un solo marco. Su t í tulo indica «laramente q u e está hecho "de acuerdo con las tradiciones de T o l o m e o y los viajes de Américo Vespucio y de o t ros" . (Como se sabe, fue VValdseemüller q u i e n en su "Int ro-duct io" p r o p u s o el n o m b r e de América para las tierras occidentales recién descubiertas.) Joseph Fischer y F\ von Wieser demost raron en forma conc luyeme, en su in forme •obre la única copia de este mapa , q u e la fuente para los nuevos descubr imientos era la carta de Caverio, y no una copia de ésta s ino la autént ica carta q u e ha sobrevivido.

La costa sudeste de Sudamérica llega hasta los 50° de latitud S (c/. las notas del mapa de Ruysch). La costa orien-tal del istmo de Centroamérica está separada por un estrecho demasiado angos to de la parte p e q u e ñ a (que se extiende un poco al norte de Florida) del con t inen te septentr ional , que también está representado. El norte de África y Asia «parecen c o m o los d i b u j ó T o l o m e o . pero Asia sudoriental

4 Para CMC \tajc. > en general pata la cartografía de Sudamérica, véase rl importante estudio de Roberto Levillier. America la bien llamada. 2 vols.. Buenos Aires, IÍH8.

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a ú n cont iene rasgos del t ipo Contar in i -Ruysch . De este m a p a se i m p r i m i ó un mil lar de ejemplares , gran edición para su t iempo, y prueba el p r o i u n d o interés de Europa por los nuevos descubrimientos . YValdseemüIler pudo ano ta r con satisfacción q u e fue recibido con gran interés.

Debido a sus bases esencialmente tolemaicas, el mapa da una representación muy exagerada de la parte oriental de Asia; de hecho, la masa del Viejo M u n d o se extiende a través de unos 230 grados de longitud. Sin embargo, poco des-pués de su publ icac ión , parece que Waldseemüller adop tó los nuevos pun tos de vista de los navegantes para incluirlos en la edición tolemaica de Estrasburgo. 1513. q u e es una versión toscamente d ibu jada de la Carta de Cayerío, con sólo unos cuantos nombres: el "Orb i s typus universal»» iuxta h y d r o g r a p h o r u m tradi t ionern". Éste no es m a s q u e el an t i c ipo de la m o n u m e n t a l "Car ta mar ina navigatoria Por tuga l ien" de 1516 (los españoles y ot ros lo pasan por a l to con cierta falta de consideración), en doce láminas grabadas en madera , y en vista de lo q u e se d i j o del mapa de Caverio, su contexto requiere pocos comentar ios : como su m i s m o autor dice, cont iene aspectos " q u e difieren de la an t igua t radición, y de los cuales nada sabían los viejos au tores" .

La innovación más notab le es la reducción de la exten-sión longi tudina l de Asia hasta ap rox imar l a a l g o a la real. C o m p a r a d o con el mapa de 1507, tuvo poca inf luencia en los cartógrafos posteriores, pues por a lguna razón no circuló ampl iamen te ; para satisfacer la demanda . Lauren t Fries publicó una versión un poco reducida j u n t o con un pequeño texto descriptivo, "Yslegung der Mercarthen oder C a u h a Marina". Por otra parte, el mapa de 1507 fue, cuando menos du ran t e tres decenios, el. t i p o de m a p a m u n d i aceptado; el g lobo ter ráqueo de Schoner de 1515 le s iguió inmediata-mente y, en 1520, Pedro A p i a n o p r o d u j o una versión muy reducida, sin autor ización, con lo q u e g a n ó para sí inmere-cida fama. Gemina Frisius y Sebastian Münster hicieron ediciones de este ú l t imo, es tando vigente de este modo el t ipo Waldseemüller hasta el adven imien to de Mercator, Or te l ius v la escuela holandesa.

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