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La Historia Cultural y la Escuela de los Annales Marcela Dávalos Desde los años 80´s los historiadores hemos reiniciado un cuestionamiento a la historia; qué es, cuál es su sentido o cómo se construye, son algunas de las preguntas ya inevitables. Esto fue resultado de un largo proceso que, a la distancia, parece mostrarnos la autoconciencia de una disciplina que, desde las primeras décadas del siglo veinte, ha pasado por diversas situaciones; la historia cultural forma parte de ese proceso. Hoy día a nadie sorprende que se elabore una historia de los refrescos, de los baños, de las posturas corporales o de las sillas sobre las que estamos en este momento sentados. ¿Qué pasó? ¿Por qué todo se volvió historizable? ¿Cómo hicimos para que cualquier situación u objeto encontrara sentido en su propio pasado? ¿Por qué desde las últimas décadas del siglo veinte a cualquier objeto se le añadió un plus al introducir su historia? ¿Es casual que la mercadotecnia o las marcas recurran al pasado de los productos que venden? Abrimos un abanico muy amplio de temas y una pluralidad para historizar todo lo imaginado. Y esto nos ha lleva a preguntar sobre nuestras percepciones presentes y sobre la función que cumple hoy día la historia. Entre Leopold von Ranke y nosotros hay poco más de cien años de distancia, sin embargo, la distancia cultural que nos separa, parece infinita. L. Ranke postulaba a la cientificidad de la historia; para hacerla, los historiadores se olvidaban de sí mismos y recurrían a sus objetos de estudio, a las fuentes documentales, que eran los referentes reales del pasado. Antes de entrar al mundo de los archivos -la objetividad plena- ellos colgaban fuera todo aquello que los aquejara; su persona y su presente no tenían por qué inmiscuirse con sus tareas. Era como si en su ejercicio debieran dejar el pensamiento propio y la subjetividad circundante. Entre su pensamiento y el nuestro hay una gran diferencia. La difusión de la Escuela de los Annales, desde 1929, generó entre los historiadores otras miradas hacia el pasado y suscitó la conformación de una comunidad de profesionales “en pie de lucha” contra los poderes

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La Historia Cultural y la Escuela de los Annales

Marcela Dvalos

Desde los aos 80s los historiadores hemos reiniciado un cuestionamiento a la historia; qu es, cul es su sentido o cmo se construye, son algunas de las preguntas ya inevitables. Esto fue resultado de un largo proceso que, a la distancia, parece mostrarnos la autoconciencia de una disciplina que, desde las primeras dcadas del siglo veinte, ha pasado por diversas situaciones; la historia cultural forma parte de ese proceso.Hoy da a nadie sorprende que se elabore una historia de los refrescos, de los baos, de las posturas corporales o de las sillas sobre las que estamos en este momento sentados. Qu pas? Por qu todo sevolvi historizable? Cmo hicimos para que cualquier situacin u objeto encontrara sentido en su propio pasado? Por qu desde las ltimas dcadas del siglo veinte a cualquier objeto se le aadi un plus al introducir su historia? Es casual que la mercadotecnia o las marcas recurran al pasado de los productos que venden?Abrimos un abanico muy amplio de temas y una pluralidad para historizar todo lo imaginado. Y esto nos ha lleva a preguntarsobre nuestras percepciones presentes y sobre la funcin que cumple hoy da la historia. Entre Leopold von Rankey nosotros hay poco ms de cien aosde distancia,sin embargo, la distancia cultural que nos separa, parece infinita. L. Ranke postulaba a la cientificidad de la historia; para hacerla, los historiadores se olvidaban de s mismos y recurran a sus objetos de estudio, a las fuentes documentales, que eran los referentes reales del pasado.Antes de entrar al mundo de los archivos -la objetividad plena- ellos colgaban fuera todo aquello que los aquejara; su persona y su presente no tenan por qu inmiscuirse con sus tareas. Era como si en su ejercicio debieran dejar el pensamiento propio y la subjetividad circundante. Entre su pensamiento y el nuestrohay una gran diferencia.

La difusin de laEscuela de los Annales, desde 1929, gener entre los historiadores otras miradas hacia el pasado y suscit la conformacin de una comunidad de profesionales en pie de lucha contra los poderes establecidos. La presencia de las masas, las colectividades o los hombres sin atributos a lo largo del siglo veinte, crearon un camino para la historia. Cmo reconocer el pasado de toda esa gente que hasta entonces haba tenido un papel annimo? Por qu las mayoras haban quedado exentas de una historia? Desde entonces tambin se diversificaron las entradas para reconstruir los pasados y los tiempos.La trayectoria de la historia se convirti en trayectorias. La historia social, la historia cuantitativa, la historia de las mentalidades, la historia antropolgica, la historia del imaginario, la microhistoria, etctera, todas fueron maneras de inventar cmo ver y reconstruir los sucesos. Del rescate del pasado colectivo a la reconstruccin de los sentimientos o a las distintas recepciones del mundo de las que habl la historia cultural, slo se dieron unos cuantos pasos, pero todos contribuyeron a la realizacin de una temporalidad distinta. El siglo veinte teji las especificidades del oficio y de las nuevas reflexiones historiogrficas en las que nos encontramos sumergidos hasta el momento.Hoy es imposible hablar de historia, sin referirse a la historia de la historia. Sin referirse a la historia de cmo se ha escrito la historia. La historia ha tenido distintas funciones a lo largo del tiempo Quin y para qu se construye? Qu intervencin aportan el sujeto, institucin y poca que la elaboran? Del paradigma de la historia medieval -que se vinculaba a un origen bblico del mundo y se vea a s misma como maestra de vida-, a la historia reciente -defensora de las recepciones contextualizadas-, tenemos ms preguntas que respuestas.Es distinta la lectura de un libro de historia de un matemtico a la de un historiador?Qu buscar, o qu esperarcada uno de ese libro? Desde dnde enfocaran su mirada al leerlo? Y aunque ese especialista en ciencias exactasnos podra decir muchsimas cosas que nosotros como historiadores probablemente no observaramos en el libro, la distancia respecto a la objetividad y a la supuesta realidad a la que refiere el texto, afecta por igual a ambos lectores. Los parmetros objetivos, comprobables y homogneos permean a todas las ciencias y artes. La distancia sobre el objeto de estudio o la consideracin sobre los referentes desde los que se percibe el mundo, cada vez ms, forman parte del lenguaje colectivo, del lenguaje del hombre comn.Pero volviendo a la trayectoria de la historiografa en el siglo XX, laEscuela de los Annales, abri preguntas a los historiadores y a las ciencias sociales. Luego de haber sido, durante ms de cinco dcadas, una de las principales difusoras a nivel mundial de las reflexiones historiograficas, su larga trayectoria tambin se ha vuelto historizable. De Marc Bloch (quien particip en la resistencia francesa y muri fusilado por la Gestapo el 16 de junio de 1944, en el campo de concentracin de Saint-Didier-de-Formans, cerca de Lyon) y su manuscrito inacabadoApologie pour l'histoire ou Mtier d'historien(editado y publicado posteriormente por Lucien Febvre, con el nombre deIntroduccin a la historia, oApologa para laHistoria), a Lucien Febvre, Fernand Braudel o Bernard Lepetit, hay una vasta trayectoria. Tantos aos pasaron que incluso algunos historiadores discuten sobre quin es el autntico heredero de los Annales. Es posible hablar de un legtimo seguidor de los primeros Annales? No lo creo, pero su ya larga historia ha permitido hablar de cuatro Annales, as como de una veta historiogrfica de mayor o menor envergadura.Cuando la revista Annales propuso, en voz de Lucien Febvre, hacer una historia problema, introdujo una polmica que llegara muy lejos. En un inicio el debate fue contra el proyecto, inaugurado desde mediados del siglo dieciocho, de un Estado que se supona capaz de generar bienestar, seguridad social y equilibrio para toda la sociedad. La trayectoria de los poderes que iban de la mano con la historia, fue severamente cuestionada. En una poca de desencanto y decepcin generalizados, los historiadores jugaron un rol interesante. El siglo XX -al estallar la Primera y Segunda guerras mundiales y al crearse los estados totalitarios- tradujo la incertidumbre y el desencanto en otra comprensin del mundo.Annales hizo coincidir en las ciencias sociales aquel rechazo al sentido de progreso y evolucin. Desde la literatura hasta la geografa, pasando por la lingstica o la poesa, participaron de los lmites de aquel proyecto ilusorio, que prometa la culminacin de un Estado generador de bienestar y certidumbre. La libertad, igualdad y fraternidad se vinieron abajo. En ese contexto, opuesto a la historia oficial imperante, se ubic el nacimiento de Annales: mismo periodo en el que el fenmeno de las masas se mostr en el fascismo y en la promesa de los proyectos marxistas. Desde entonces los anlisis histricos urgieron considerar la participacin de esas gigantescas colectividades que nunca haban tenido historia.Es as como a principios del siglo XX se da un ambiente de gran efervescenciaen donde los parmetros y los criterios para conceptualizar la verdad comenzaron a transformarse. Y en ese contextolaEscuela delos Annales replante una nueva forma de escribir la historia. Basta mencionar algunos ttulos que dicen ms que mil palabras, como por ejemplo, el libro deLucien Febvre, El problema de la incredulidad en el siglo XVI o la religin de Rabelais.El estudio era inusitado quin era Rabelais? Un personaje que por ningn motivo formaba parte de los parmetros de la cultura de excelencia; la mirada de un hombre sin atributos; asimismo el libro de Marc Bloch, Los Reyes Taumaturgofue una obra que se sumergi en los fenmenossobrenaturales que se le atribuan a las monarquasy los procesosde cambio que esta concepcintuvodesde el siglo XII; los reyes, personajes divinos, que con slo tocar curaban, traducan el sentido de la obediencia al poder. El pasado se convirti en los pasados; Fernand Braudel llev a sus obras que ninguna concepcin histrica es contingente. EnEl Mediterrneo y el mundo mediterrneo en la poca de Felipe II oen suHistoria de las Civilizaciones,los tiempos, las culturas y las civilizaciones eran uno de los hilos conductores de su reflexin. Visto a la distancia, con Braudel qued claro por primera vez que cualquier cultura perteneca a un contexto histrico determinado.En ese trnsito para conocer el pasado de las masas antes ignoradas, la Historia Cuantitativa tuvo un peso fundamental. Conocer los comportamientos sociales organizndolos en bases de datos, era inusitado. Una metodologa vinculada a las computadoras se avoc a enlistar a los grupos sociales, a las clases trabajadoras, a las listas de annimos. Dentro de estacorriente tenemos en Mxico ejemplos muy interesantes, como el de Javier Pescador, quien se dedic a investigar las actas de bautismo de tres Parroquias de la Ciudad de Mxicodesde el siglo diecisis hasta el dieciocho, para responder, al menos, a una pregunta: saber si la abstinencia sexualy alimenticia eran o no respetadas durante la Semana Santa. Fue la iglesia capaz de construir una ley que fuera obedecida por todos? Quines seguan las prescripciones religiosas? Tomando las actas de bautismo de casi tres siglos-imagnense el trabajo que eso significa!- pretendi determinar quin se abstena y quin no de los apetitos carnales. El trabajo mostr que a pesar de que la Conquista tuvo como motor principal la evangelizacin de los indios-, eran los espaoles quienes respetaban ms esa normatividad, y no los indgenas. Una cuestin cultural de castas. Sin duda alguna, la historia cuantitativa cubri un frente y ofreci un gran abanico de interrogantes, pero su trayectoria tambin fue cuestionada: cmo se selecciona, organiza y procesa la informacin de esas fuentes documentales? Acaso todo esteinstrumental computarizado era capaz de llevarnos a la plena objetividad del pasado? La seleccin de los grupos, de las clases o de las colectividades era algo que tambin generaba inquietudes y dudas.

Un dato interesante de la Revista de los Annales fue que conforme cambiaban sus directores y las nuevas generaciones tomaban su direccin, el nombre de la revistatambin cambiaba. De titulareseAnnales. Economa Sociedad y Civilizacin, pas, con Fernand Braudel aAnnales. Economas Sociedades y Civilizaciones, y de ah aAnnales. Historia y Ciencias Sociales. El cambio de nombres nos habla de la autorreflexinen la que estaban inmersas las ciencias sociales; esos ttulos revelan gran parte de las preguntas historiogrficas del siglo XX.Cuando Georges Duby tom la direccin de la revista en 1971, Braudel declar estar en desacuerdo con sus sucesores, por considerar que se le estaba dando demasiado peso al mundo de los imaginarios.La historia de las mentalidades estaba en la cspide con los trabajos al subrayar los aspectos maravillosos, simblicos, imaginarios y subjetivos del mundo tradicional. Tanto Jacques Le Goffcomo Georges Duby fueron medievalistas y se dedicaron a desarrollar nuevas miradas sobre aquel periodo que se haba bautizado poca del oscurantismo. Al ingresar a la alta y baja Edad Media, esos autores demostraron la gran gran riqueza en esas colectividades que, hasta antes del siglo XII, tomaban formas plenamente rurales. El renacimiento cultural urbano no distaba de aquel mundo fraccionado en pequeas aldeas expuestas a ser autnomas y vctimas por las condiciones fsicas y atmosfricas; pueblos que durante los meses de nevadas quedaban aislados entre s, pero que recurran a las campanas como medio de orientacin y comunicacin. Jacques Le Goff explicar como el sonido de las campanas podan vincular a dos poblados en momentos de desastres naturales; con un lenguaje de alerta o auxilio, sus badajos eran elementos prioritarios para aquellas poblaciones. Otro tema fueron los carnavales; la abundancia, el clima y el xito de la colectividad iban de la mano con el derroche de la fiesta.Con Jacques Le Goff o con Maurice Agulhon, la realidad sustentada en el mundo material o en las fuerzas productivas como sus cimientos, no fue suficiente. Cmo se podra explicar que algunos dueos de los medios de produccin -en esa etapa industrializadora que prometa mayores ganancias al modernizar la maquinaria- rechazaran participar de los cambios tecnolgicos? Las motivaciones de los dueos de los telares no forzosamente eran explicables por la acumulacin de riqueza: se jugaba una identidad en el oficio. En el estatus de maestro, en el ser reconocido al ejercer su labor o en las sociabilidades entabladas con el resto de los trabajadores y la comunidad, haba mucho ms que el ser propietario de los medios de produccin.De esta forma se multiplicaron exponencialmente las historias. La historia de la muerte, la del purgatorio, la del amor, la de los carnavales, la de los secretos de alcoba, la de la percepcin olfativa, la de las basuras, la de las lgrimas, la de la ropa ntima, la del castigo o la de cualquier otro tema, fue factible. Lo que antes no era pensable y que ahora casi todos tenemos registrado en nuestra cotidianeidad- se volvi tema de discusin. Casi todos los valores que creamos eternos se volvieron contingentes y frgiles. De esos estudios como fue posible establecer no solo las diferencias, sino tambin compararlas con nuestra realidad actual. Los encuentros amorosos, las manifestaciones imaginarias, la sensibilidad y el poder participaron de un pasado.No obstante el recorrido anterior, la revista de los Annales estuvo fuera de la academia oficial hasta que Michel Foucault qued como director delCollege deFrance. Este colegio que guardadas todas las distancias podramos comparar con nuestro Colegio de Mxico-, era el que dictaba el giro y la interpretacin oficial de la historia. En ese contexto dos corrientes se estaban disputando la direccin delCollege:un connotado historiador que perteneca a la corriente estructuralista, Michel Foucault, y un reconocido alumno de Kuhn, Alexandre Koyr.Cmo podramos ejemplificar de manera rpida la diferencia entre esas dos posturas acadmicas? Para los estructuralistas la cultura se produca y reproduca por su perfeccin acadmica: los argumentos bien sistematizados, la organizacin de su estructura, el manejo de su lenguaje, etctera, era lo que haca a la obra participar de las redes del mundo cultural. La cultura se institua por sus propios mritos. No obstante, Michel Foucault, inicialmente formado dentro de esa corriente, llev al lmite la situacin de las obras. Qu era lo que estaba en los mrgenes de lo instituido? Y fuera de ese marco descubri las desviaciones, las diferencias, lo reglamentado, lo marginal. Ms all de la instituciones, de los saberes instituidos, de los sistemas culturales aceptados, Foucault dej ver que otros saberes fueron desplazados.Del otro lado de la institucin mdica estn los diferentes: las curanderas, magos, chamanes, etc. En Mxico tenemos un ejemplo histrico muy ejemplar. Durante el siglo XVIII elProtomedicatocomenz a regular el sentido de las farmacias, de la herbolaria, de los curanderos o de las parteras; conforme fue asentando su cuerpo, fortaleciendo sus saberes e integrando a una comunidad consensuada de cientficos, los excluy y calific de charlatanera todas las prcticas con las que curaban los cuerpos. Foucault mostr eso mismo para las instituciones educativas, familiares o productivas.El poder, la autocoaccin, fueron vistos como procesos histricos contextuados y no como entes esenciales. Desde entonces, la historia de los Annales y las producciones delCollegede Francecorrieron paralelamente, gestando una enorme diversidad de investigaciones histricas. Como ejemplo, tenemos a la familia, esa clula denominada anteriormente como el ncleo central de las sociedades, fue reducida a su corta historia. La familia moderna tambin tiene una historia de exclusiones; asociada a los entornos urbanos, se fue convirtiendo en la centinela de la privacidad, en vigilante de los tiempos escolares, fabriles o mdicos. Su historia se vincula con la de los distintos significados de ciudadano, de ese sujeto capaz de aprehender los cdigos civilizatorios exigidas por las urbes. Las prcticas campesinas quedan fuera: en sta direccin basta mirar a hacia nuestro pas para darnos cuenta el arduo proceso del concepto de ciudadano; y ms an, basta recordar que la Constitucin de 1857,redactada por un reducido grupo de notables ciudadanos, se creo en un pas donde el 90 por ciento de la poblacin era iletrada y, ms grave an, en un pas en donde ms del 70 por ciento de la poblacin era indgena: la palabra indio simplemente no aparece en esa Cosntitucin. La historia seal que los saberes instaurados marginan universos sociales, ejercen el poder sobre los cuerpos e individuos y construyen un discurso consensuado, cerrado, sobre el que los historiadores descubren las fracturas.La historia de los Annales dio entrada a cualquier historia que refiriera a esas prcticas distintas. Desde las concepciones de la muerte hasta el imaginario sobre el mar, pasando por la invencin de la alcoba matrimonial, el amor maternal o los sentimientos viriles, todo apunt a las diferencias. Nuestra cultura moderna redujo sus pretensiones de eternidad al confrontar su fragilidad temporal; las largas duraciones se remontaron hasta la Edad Media y la cultura se tradujo a las culturas. Cmo aprehendan la realidad los otros? Menoccio tom un papel central al mostrar que en el siglo diecisis era posible en ese contexto de lenta, pero ya realizable difusin del texto escrito- hacer una lectura distinta sobre la gnesis bblica. Ms all de los preceptos teolgicos instaurados, estaba un campesino criticando el despilfarro de los sacerdotes y comparando la fermentacin, el queso y los gusanos, con la Creacin del Universo. Luego de esa reconstruccin histrica, de esa microhistoria capaz de mostrar cmo existieron mundos propios inmersos en un saber que se pretenda homogneo y totalizador, los historiadores dirigieron la vista a las representaciones del mundo. La aprehensin de la realidad no es nica; la representacin social se vincul a grupos sociales como los ciudadanos, los pescadores, los obreros-, tanto como a los individuos, tal como lo mostr Giovanni Levi en suHerenciainmaterial.As, el contexto de recepcin, el lugar desde el que se aprehenda y representaba al mundo fue otro de los ngulos resaltados porAnnales. Cuando sta discusin tuvo lugar, la revista estaba ya en manos de la cuarta generacin, con Bernard Lepetit a la cabeza. Fue en 1979 cuando el director convoc a los colaboradores a reflexionar sobre el recorrido que hasta entonces haba seguido la revista. La cultura, custodiada por los poderes, se desplaz hacia otro centro: la escritura. Entonces decenas de trabajos pusieron su atencin en la produccin, la circulacin y recepcin del texto escrito. La aprehensin del mundo se asoci a la difusin escrita; a la posibilidad del pensamiento crtico dado por el texto al lector; a la lectura en voz alta y a la creacin del individuo freudiano; a la difusin del texto y su relacin con la opinin pblica; al rumor y la vigilancia colectiva como sistemas de comunicacin diferentes al de la escritura, en fin, diversas investigaciones histricas enfatizaron en sus corpus el rol de las fuentes documentales consultadas: para quines fueron producidas, quin las escribi, cules eran sus objetivos, etctera.La historia subray su papel contextual y los dilogos culturales que contena. El relativismo, es decir, la pregunta sobre la posibilidad o no de que dos culturas dialoguen, resalt como problema. La historia se hizo migajas? Los lenguajes contenidos en los documentos fueron vistos como mundos que ya haban sido aprehendidos previamente: el historiador trabaja con representaciones elaboradas por otros. Los textos histricos, vistos entonces como sistemas de comunicacin propios a su contexto, se dejaron a la hermenutica. Otro contexto comunicativo, un historiador ubicado desde otros referentes culturales, los interpretara. El historiador trabaja sobre las observaciones del mundo elaboradas por otros -observacin de observaciones-, problema que nos remite a la mucha o poca capacidad para comprender lo diferente. Hasta dnde somos capaces de comunicar con lo que tenemos enfrente? La historia, vista como la reconstruccin sobre sistemas de comunicacin previos, replante una vieja frase de Michel de Certeau: escribimos sobre el cuerpo de los muertos. En fin, ese temido relativismo que emergi con la ltima generacin deAnnales,debiera ser traducido no como una incapacidad para comunicar, sino como un cuestionamiento, elaborado desde la conciencia histrica, de la incapacidad que hemos tenido para comprender desde dnde es posible dialogar con lo diferente.En suma, se tratade impulsaruna historiaen donde, a travs de la diversidad de las diferentes disciplinas de las ciencias sociales, nos permitan tener la capacidad de interpretar el pasado de una manera distinta.Mirar al mundo y crearnuevos paradigmas aunqueaparentemente se miren como inverosmiles. Pondr un ejemplo absurdo, pero es como si el da de hoy en lugar de que yo estuviera hablndoles aqu, hubiera enviando mi clon hacerlo, acaso, en el siglo XVIII alguien se imaginaba que llegaramos a la Luna.Muchas Gracias.Este en ensayo form parte de la exposicin que se llev a cabo el 15 de Octubre del 2008 dentro del Seminario de Historia Cultural organizado por el "Programa de Estudios de Historia y Difusin Cultural" en el plantel Centro Historico de la UACM.