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    Carlos Bernardo Gonzlez PecotcheRAUMSOL

    Buenos Aires Argentina

    5taEdicin

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    Gonzlez Pecotche, Carlos Bernardo La herencia de s mismo - 5a ed. -

    Buenos Aires: Fund. Logosca, 2013.

    32 p.; 22x15 cm.

    ISBN 978-987-27479-2-3

    1. Logosofa. I. Ttulo CDD 110

    Queda hecho el depsito de ley 11.723y reservados los derechos de autor.2013 Editorial Logosca

    ISBN 978-987-27479-2-3Impreso en Argentina

    de la Fundacin Logosca de ArgentinaAv. Coronel Daz 1774 - 5 Piso(C1425DQP) Ciudad de Buenos Aires ArgentinaTel./Fax: (54 11) 4824-4383 / 4822-1238 int. 112

    [email protected]

    www.editoriallogosofca.com.ar

    Este libro se termin de imprimir en setiembre de 2013 en Verlap S.A.Comandante Spurr 653 - Avellaneda - Buenos Aires - Argentina

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    LTIMASPUBLICACIONESDELAUTOR

    Intermedio Logosco (1 Ed. 1950)(1)

    Introduccin al Conocimiento Logosco(1 Ed. 1951)(1) (2)

    Dilogos(1 Ed. 1952) (1)

    Exgesis Logosca(1 Ed. 1956)(1) (2) (3)

    El Mecanismo de la Vida Consciente(1 Ed. 1956)(1) (2) (3) (4)

    La Herencia de S Mismo(1 Ed. 1957)(1) (2) (3)

    Logosofa. Ciencia y Mtodo(1 Ed. 1957)(1) (2) (3) (5)

    El Seor de Sndara(1 Ed. 1959)(1) (2)

    Deciencias y Propensiones del Ser Humano(1 Ed. 1962)(1) (2) (3)

    Curso de Iniciacin Logosca(1 Ed. 1963)(1) (2) (3) (4) (8)

    Bases para tu Conducta(1 Ed. 1965 Obra Pstuma)(1) (2) (3) (4) (6) (7 )

    El Espritu(1 Ed. 1968 Obra Pstuma)(1) (2) (3) (8)

    (1) En Portugus(2) En Ingls

    (3) En Francs

    (4) En Italiano

    (5) En Alemn

    (6) En Cataln

    (7) En Esperanto

    (8) En Hebreo

    www.logosofa.org

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    El desconocimiento de sus posibilidades

    internas y de los secretos que anidan en

    las profundidades de su alma, ha tornado

    al hombre escptico con respecto a su pro-

    pio destino.

    Sepa l encontrar la clave de su evolu-

    cin en la ley que le proclama heredero de

    s mismo y conocer el porqu de las an-

    gustias que padece, acerca de lo cual no

    ha hallado an explicacin alguna que le

    satisfaga.

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    El hombre ser lo que quiere ser, si une

    a su saber y a sus fuerzas el conocimiento

    de la propia herencia.

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    Laherenciadesmismo

    LA HERENCIA DE S MISMO

    De la verdad slo surgen afirmaciones;

    jams hiptesis.

    Nada puede causar mayor asombro que elhecho de que el hombre haya permanecido aje-

    no, desde tiempos remotos, a una realidad que

    tan directa y exclusivamente le concierne: la he-

    rencia de s mismo.

    Se ha pensado y escrito mucho sobre la

    herencia en su fase material y psicolgica sin

    mencionar la jurdica pero atenindose siem-

    pre a la ascendencia y descendencia de las co-

    rrientes que en el orden comn particularizan el

    linaje. Se la reconoce en los rasgos fisonmicos,

    en la composicin sea, en la sangre y dems

    salientes de la constitucin fsica, as como son

    consideradas provenientes del mismo conducto

    las cualidades del carcter y de la inteligencia,

    las tendencias de todo orden, la lucidez intelec-

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    tual, las deficiencias mentales y morales, y mu-chas otras peculiaridades psquicas. Hasta ah ha

    llegado la investigacin oficial y privada, y ah se

    ha detenido.

    Sin entrar en disquisiciones que estima-

    mos en este momento inoficiosas sobre la li-

    mitada visin con que se examin este problema

    tan fundamental para la conciencia de cada indi-

    viduo, nos dedicaremos exclusivamente en este

    trabajo a sealar la trascendencia que cobra la

    herencia desde el punto de vista logosfico.

    La ley de herencia es amplia, generosa e

    inexorable, como todas las leyes universales.

    Est enraizada en los ms recnditos arcanos de

    la existencia humana y su secreto consiste en

    permanecer oculta hasta el momento en que sela descubre.

    Si bien es cierto que la clula gensica lleva

    impresa la herencia de cada individuo, tambin

    es cierto que ella trasmite slo una parte de esa

    herencia. Tomemos por caso a un matrimonio

    con tres o ms hijos. Le es trasmitido a cada

    uno de ellos el contenido global de la herencia?No, puesto que no denuncian todos las mismas

    caractersticas ni comparten en proporcin idn-

    tica o pareja las cualidades buenas o malas de

    sus progenitores, ni padecen tampoco en caso

    de existir iguales perturbaciones patolgicas.

    Este hecho es una demostracin incuestionable

    de que la clula gensica desliza en cada hijo

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    slo una parte de la herencia: la que a l corres-ponde como potencial hereditario.

    Considerada desde este punto de vista la

    herencia es, pues, relativa, y conforma, si se

    quiere, una necesidad biolgica, pero no deter-

    mina nunca calcos fatales. Ninguna ley univer-

    sal puede coartar la plena libertad del espritu

    humano. De ah la total independencia y libre

    albedro del hombre. Cada uno es lo que es con-

    forme lo ha querido, y salvo los casos en que

    aparecen males irreparables ser aquello que

    se proponga ser, mas por la nica va posible: el

    conocimiento.

    La parte de herencia que recibimos de

    nuestros padres y que stos a su vez recibieron

    de sus ascendientes, es la misma mejorada oempeorada que legaremos a nuestros hijos, y

    stos a sus hijos, hasta el final de los tiempos.

    Al tomar como punto de nuestro enfoque la

    parte evolutiva de la herencia, comprenderemos

    que cada individuo habr de encontrar dentro de

    s el caudal hereditario que ha ido formando a

    travs de sus propias generaciones. Lo descu-brir, por ejemplo, al sentir una marcada voca-

    cin por determinada ciencia, arte o industria.

    La facilidad que encuentre al encarar estudios y

    las ideas que auxilien su comprensin mientras

    se encamina hacia el pleno dominio del conoci-

    miento a que aspira, sern demostraciones cla-

    ras de que en ello obra la herencia de s mismo.

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    La sangre inmaterial es como los ros, que arras-tran, aparte de elementos imponderables para

    la fertilizacin de las tierras que baan con sus

    aguas, otras riquezas que la corriente lleva en su

    incesante movimiento. El que aprovecha los ele-

    mentos fertilizantes de esa sangre para la propia

    vida; el que de ella extrae las riquezas que con-

    tiene, lo heredar de s mismo, de su propia ini-

    ciativa. Pues bien, tanto las riquezas que arrastra

    el ro en el caudal de sus aguas, como las que

    contiene la corriente sangunea, pasarn de lar-

    go, avanzando de generacin en generacin, si

    se ignora lo que puede extraerse de ellas. En el

    caso de esta ltima, es obvio que tales riquezas

    estaran representadas por los valiosos aportes

    contenidos en la evolucin que fluye pasando depadres a hijos. El hombre que permanece indi-

    ferente a esa realidad perder con ello una gran

    oportunidad que la vida le ofrece, mas no acon-

    tecer lo mismo con quien, aun sin saberlo, ex-

    trae de su herencia los valores que le pertenecen

    exclusivamente. Esta revelacin de los secretos

    de la herencia bien puede explicar aquellos inte-rrogantes de los que inquieren por qu los hijos

    no heredan la sabidura de sus padres, su vasta

    cultura, etc.

    Hay una verdad, de todos conocida; es la

    que instituye al hombre heredero directo de la

    creacin. Pero faltara an conocer que esa he-

    rencia est sujeta a leyes inexorables, que no

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    permiten a la criatura humana heredar absolu-tamente nada mientras no se haga digna de ese

    presente universal. La leccin no puede ser ms

    sabia y prudente: No pongis al alcance de las

    manos de un nio las palancas de la usina que

    distribuye la luz porque os dejar a oscuras. No

    avivis repentinamente la llama del saber en la

    mente incipiente, sin antes recomendar al bene-

    ficiario que retire de ella todo pensamiento infla-

    mable, pues se correr el peligro de provocar un

    incendio mental.

    De lo anterior se infiere que toda criatura

    humana tiene las puertas abiertas para alcanzar

    la magna prerrogativa de su herencia, pero an-

    tes deber posibilitarse. Esto la obligar a pensar

    que debe ir de lo poco a lo mucho, de lo mnimoa lo mximo y nunca al revs, como lo preten-

    de la ignorancia. En una palabra: se ambiciona

    abarcar ms de lo que se puede y debe.

    Convendr, pues, indagar; investigar los as-

    pectos ms prominentes de la ley de herencia, a

    fin de poder saber a qu atenerse.

    Si planteamos el caso de los que por ra-zones diversas no tienen descendencia, surge la

    pregunta: Puede la herencia producirse a tra-

    vs de las generaciones, por va colateral? Nos

    remitimos, para su respuesta, a lo dicho sobre

    la corriente sangunea; mas agregaremos que

    no slo puede heredarse por esa va. Hay algo

    tambin que queda imantado a la existencia vi-

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    sible o invisible de un ser: son los hechos, lospensamientos, las ideas y las palabras que ca-

    racterizaron su vida. La transmigracin de los

    pensamientos y las palabras, por ejemplo, que

    obedecen a un verbo*, forman la herencia de un

    hombre: del que ejerci la potestad de ese verbo

    y le dio vida enseando o haciendo un bien a

    sus semejantes. El recuerdo de ellos en los que

    siguen el ejemplo de su trayectoria toma fuer-

    za de herencia en sus vidas, cobrando stas en

    tales casos expresa manifestacin humanstica.

    Los continuadores de los pensamientos de Cristo

    y de otros famosos sabios y filsofos confirman

    lo dicho. Cuntos de ellos no han participado de

    la gloria de sus inspiradores, cuyos nombres plu-

    ralizaron al ser llamados los Pasteur, los Newton,los Ehrlich, etc.; mencin honrosa que implica el

    reconocimiento a la autoridad de los herederos

    de aquellos pensamientos benefactores, que tan-

    tos servicios prestaron a la humanidad.

    Los grandes hombres que se destacan a tra-

    vs de las tres pocas clsicas en que se divide

    la historia humana, siempre fueron reconocidosgrandes por sus pensamientos y por sus ideas

    cuando, tras titnica y sostenida lucha, lograron

    mover la atencin y hacer que se advirtiera el

    bien que contenan. En cuntas mentes pene-

    * Logosficamente se emplea el vocablo verbo para referirse a la paternidad de

    pensamientos y palabras que certifican una moral, una conducta, ciencia o fe.

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    tr la luz de sus pensamientos e ideas! Cuntasfueron fecundadas con la simiente de las extraor-

    dinarias concepciones de aquellas inteligencias

    que pusieron all todo el poder de su influencia

    creadora!

    Estamos refirindonos a la herencia del

    pensamiento ajeno, tanto ms respetable cuanto

    ms elevado y constructivo. Hemos visto, en el

    transcurso del tiempo, cmo los pensamientos

    de unos permitieron que germinaran en las men-

    tes de otros, conocimientos que favorecieron el

    proceso de la civilizacin y el progreso de los

    pueblos, siendo, al final de cuentas, la misma

    sociedad humana la beneficiaria directa y here-

    dera legtima de tan preciado legado mental. Sus

    nombres y sus ideas, que sobrevivieron al ltimode sus sueos, no fueron sepultadas con sus res-

    tos mortales. Antes bien, como aves mensajeras

    remontaron el vuelo y, en fecundas y gloriosas

    etapas, cruzaron mares y continentes y esparcie-

    ron por el mundo los beneficios de su presencia

    como agentes precursores de grandes verdades

    y auxiliares poderosos del entendimiento. He-mos visto as, reflejarse en el cielo de todos los

    pueblos de la tierra, los nombres y los descubri-

    mientos de aquellos bizarros heraldos de la he-

    rencia universal; los hemos visto llevando en pos

    de s una aureola luminosa y alumbrando con

    su estela las mentes y los corazones de muchas

    generaciones. Nada, ciertamente, ha contribuido

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    con mayor eficacia a la formacin de la culturahumana que los pensamientos geniales de los

    hombres que supieron crearlos.

    Lo hermoso y grande de la ley de heren-

    cia se perfila en el hecho de que cada individuo

    puede aplicar a s mismo sus dictados y compro-

    bar su realidad. Mas observemos primeramente

    cmo su inexorabilidad se concreta hasta en epi-

    sodios sin importancia de la vida corriente. Si

    una persona ofende inesperadamente a otra, es

    muy probable que sta reaccione en su contra;

    y si su temperamento es violento, no ser difcil

    que llegue aun a propinarle unos golpes. Como

    consecuencia, aqul heredar alguna magulla-

    dura y su descrdito. Es indudable que si nues-

    tra conducta es censurable heredaremos el des-precio de los dems; que si infringimos las leyes

    penales, heredaremos el rigor de sus sanciones:

    la detencin, el enjuiciamiento y, finalmente, la

    prisin; que si nos dejamos llevar por la frivoli-

    dad de la vida, heredaremos en la madurez el va-

    co representado por el hasto, la insatisfaccin,

    el escepticismo y la desorientacin. Pero si nospreocupamos, en cambio, por forjar nuestra pro-

    pia herencia, desde ese instante comenzar sta

    a manifestarse con resultados positivos. Esto

    significa, de ello no cabe duda, que el hombre

    puede heredarse a s mismo en vida; y cuanto

    ms pronto advierta semejante perspectiva, tan-

    to ms rpidamente se dispondr a seguir com-

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    probando las grandes ventajas que ese hechohabr de reportarle.

    Nadie discutir que el ttulo que recibe el

    mdico, el abogado o el ingeniero al trmino de

    su carrera, es herencia de su estudio, de su es-

    fuerzo y desvelo; en una palabra: la herencia de

    s mismo a corto plazo, pero cuya proyeccin

    podra manifestarse, no obstante, como efectiva

    contribucin a la propia lnea hereditaria. Igual

    cosa ocurre con los que se empean en lograr un

    holgado porvenir econmico, una posicin social

    respetable o la culminacin feliz de algn pro-

    yecto propio de las inquietudes humanas. Tales

    herencias repetimos son limitadas, ya que

    palidecen con la muerte y, por tanto, intrascen-

    dentes. Palidecen en virtud de su discontinuidad,por cuya causa hasta pueden desaparecer, pues

    tales realizaciones no tienen la consistencia evo-

    lutiva de las que conciernen al perfeccionamien-

    to integral del individuo. No es precisamente a

    esta herencia que nos hemos de referir.

    Para poder conocer una verdad es necesa-

    rio aproximarse a ella progresiva y continuada-mente, con humildad, empeo y tacto. Cuando

    decimos que el hombre se hereda a s mismo,

    estamos refirindonos a una ley que, como todas

    las leyes universales, encierra una gran verdad,

    pero ser menester conocer el mecanismo de esa

    ley hasta en sus pequeos detalles para poder

    apreciar su insuperable importancia. Quien pien-

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    se que ello es cosa que puede dejarse librada alazar o realizarse bajo el impulso de entusiasmos

    pasajeros, se equivoca y terminar decepciona-

    do. Convengamos, entonces, que para conocer

    ese mecanismo es imprescindible la asistencia

    de la conciencia, a la que habr que dotar con

    conocimientos que interpenetren el misterio de

    esa ley y esclarezcan su realidad.

    Siendo que la conciencia encara la herencia

    superior del ser humano, tendremos que admitir

    que el espritu, tal como lo define la concepcin

    logosfica*, es quien, absorbiendo de ella los

    valores que el hombre adquiere, los prolonga a

    travs del tiempo en cada una de las etapas de

    la existencia humana. El espritu es, en suma, el

    depositario de la herencia personal, con la cualse entender que la herencia es espiritual por

    excelencia; no material; ni fruto, tampoco, de la

    especulacin intelectual, hecho que la misma ley

    rechaza por no constituir una expresin cabal de

    las ansias humanas de saber.

    Existe un problema capital, no resuelto has-

    ta el presente: el de la continuidad post mrtemo extrafsica del hombre. Han sido planteadas

    las ms curiosas hiptesis sobre la mal llamada

    reencarnacin, e ingenuamente se ha admitido

    que sta se produce de un modo natural, habin-

    dose ensayado recursos de prueba que han lle-

    * Vase El mecanismo de la vida consciente, del mismo autor, pg. 89.

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    vado demasiado lejos las temerarias aseveracio-nes. Se tiene, tambin, la creencia contraria de

    que no existe continuidad despus de la muer-

    te, lo cual ha hecho escpticos a los hombres y

    desorientado sus vidas. A eso se debe en gran

    parte el abandono moral y espiritual en que se

    encuentra la humanidad. Si todo termina al mo-

    rir, a qu preocuparse por ser mejor? He ah el

    axioma fatal, que paraliza los nobles esfuerzos

    de la criatura humana.

    Dios no ha podido crear, desde luego, un ser

    tan maravillosamente concebido, para que desa-

    parezca en virtud de un trmino inexorablemen-

    te sealado a su vida. Ya hemos dejado al des-

    cubierto el pensamiento de su continuidad en la

    progenie: al margen de su voluntad, ste extiendea los hijos sus perfecciones o sus imperfecciones

    o defectos fsicos, morales o psicolgicos. Pero si

    cada ser humano tiene peculiaridades que le ca-

    racterizan y una fisonoma propia, diferente de la

    de sus semejantes, es porque tal diferenciacin

    habr de distinguir la prolongacin de su simien-

    te ms all de la tumba. De no ser as, qu otrarazn habra para esa rigurosa diferenciacin,

    que no fuese la de propiciar la herencia? Algn

    gran objetivo ha de haber perseguido la Voluntad

    Suprema al conceder al hombre la prerrogativa

    de una identidad inconfundible e incambiable, y

    ste no puede ser otro que el de su propia perpe-

    tuacin. Mas esa perpetuacin, que puede llegar

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    a ser consciente, no podr ser satisfecha nuncasi se burlan las leyes o infringen los preceptos y

    normas de la evolucin.

    Con lo anterior hemos querido significar

    que la herencia puede sufrir relajamiento, y ese

    relajamiento llevarla inclusive a su disolucin

    como lnea que individualiza al hombre dentro

    de su especie. Esto tiene su causa en la depu-

    racin lgica que la ley de herencia lleva a cabo

    por va de seleccin, ya que poco importara a

    los mismos fines humanos la perpetuacin, por

    ejemplo, de un hombre que mostrase en todas

    sus etapas de vida los signos, expresiones y ca-

    ractersticas del brbaro o del individuo que ha

    llegado en su descenso ms all de los lmites

    permitidos por la ley.Se entender a travs de lo expuesto que la

    perpetuacin se define y concreta en la forma-

    cin superior de la conciencia, es decir, cuando

    el alma alcanza a realizar sus reales objetivos en

    una permanente e ininterrumpida accin evolu-

    tiva.

    Slo comienza el hombre a tener concien-cia de la realidad que le ofrece la herencia de s

    mismo al iniciar su proceso de evolucin cons-

    ciente. Es entonces, precisamente, en el instante

    de enfrentarse el ser consigo mismo, cuando se

    le presenta con toda evidencia esa verdad. Qu

    es lo que, honestamente consentido, pudo here-

    dar hasta ese momento merced a su exclusiva

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    cuenta y propiedad? Ms de uno ha debido allsonrojarse, al ver vacas las arcas de su herencia.

    Todo se haba dejado librado hasta entonces a

    los azares de la vida; en una palabra: a la incons-

    ciencia; todo se haba hecho sin pensar siquiera

    un momento en el ms all, en la prolongacin

    de la existencia. Sin embargo, no son pocos los

    que se han detenido para preguntarse: Qu nos

    espera tras la muerte?; adnde irn, al morir,nuestras almas?...

    Se han pretendido explicar ciertos fenme-

    nos llamados de alucinacin, que se refieren a

    la aparicin de las almas en pena que recorren

    en procura de alivio los sitios que les fueron fa-

    miliares antes de su muerte. Cun fcil resulta

    explicar las cosas cuando no se tiene ese conoci-miento que hace a los hombres sabios y pruden-

    tes en sus juicios! No son acaso almas en pena

    todos los seres humanos que andan por el mun-

    do sufriendo por sus propios errores y faltas, o

    padeciendo injusticias de todas clases? Estas, y

    no otras, son las verdaderas almas en pena, y no

    se incluyen entre ellas slo a los desheredadosde la fortuna, sino tambin a los que a fuer de

    agotar los recursos de su propia herencia, nada

    tienen ya y nada son capaces de hacer para re-

    cuperarla y trascender esa declinacin moral, es-

    piritual y fsica que agobia sus vidas.

    La herencia del espritu, en su fase evolutiva

    o sea lo que el hombre hereda de s mismo en

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    ese concepto es la suma de los conocimientossuperiores adquiridos y de las obras de bien que

    con esos conocimientos se hayan realizado en

    las diferentes etapas de la existencia. Es la esen-

    cia de los pensamientos que presidieron cada

    una de esas etapas de vida y dieron a la mis-

    ma un contenido. Eso es lo que el hombre que

    evoluciona conscientemente trasmite a los hijos

    que engendra y lo que seguir trasmitindolespor va del ejemplo y del auxilio directo en su

    formacin psicolgica, moral y espiritual.

    Ahora bien; qu herencia podremos legar-

    nos si en nuestra mente damos cabida a pen-

    samientos de toda ndole, malos y buenos, pro-

    pios y ajenos, que entran y salen de ella sin que

    llevemos cuenta alguna de ese movimiento?; yqu diremos de nuestros hechos diarios, de tan

    variada especie?; y qu de nuestras intenciones

    y de nuestras palabras, en cuya desconexin da-

    mos muestra de una conducta inestable? Pue-

    de, acaso, esperarse algo de un caos semejante?

    Qu de bueno podr extraerse de una mente

    desorientada y llena de contradicciones?; qu,de una mente fatua, llena de oscuridades?... Pen-

    samientos, sin duda, tan oscuros como ella. Esta

    ser, pues, su herencia.

    Si por derivacin hereditaria hoy disfruta-

    mos de lo que nuestros padres nos legaron, que

    podra ser: facilidad para el estudio, para la in-

    dustria o el arte, inquietudes espirituales, etc.,

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    Laherenciadesmismo

    no deberemos, por ventura, acrecentar con ta-les recursos el acervo propio reforzando as la

    contribucin de nuestros progenitores? Sabemos

    que lo que sobre ella acumulemos lo heredare-

    mos maana. Hablamos aqu haciendo exclusin

    de los bienes materiales, ya que es mucho ms

    importante y ms efectivo el acumulamiento que

    podamos hacer en bienes de conocimiento y ex-

    periencia. Su acopio, siendo constante, nos per-

    mitir enriquecer esa herencia da por da, pu-

    diendo heredar hoy lo realizado ayer y maana

    lo que hagamos hoy.

    El hecho de que no se tenga una idea aca-

    bada del papel imponderable que el conocimien-

    to y organizacin del sistema mental desempe-

    a en los sucesos de la herencia de s mismo,habr sin duda de dificultar en cierto modo la

    comprensin de nuestra exposicin. No obstan-

    te, fcil ser intuir las grandes perspectivas que

    en ella ofrecemos a las posibilidades humanas.

    La herencia mental o del espritu compren-

    de como hemos dicho antes los bienes del

    conocimiento trascendente, fruto de cualquieresfuerzo o realizacin anterior tendiente a fijarlos

    en la conciencia. Con respecto a esto queremos

    sealar que al no llevarse cuenta de tales bie-

    nes por ignorancia de que se los posee, se pierde

    la oportunidad de ser su beneficiario directo y,

    en consecuencia, la herencia queda postergada.

    Tngase en cuenta que slo hemos dicho poster-

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    CARLOSBERNARDOGonzlezPECOTCHE - RAUMSOL

    gada; no anulada, porque siempre queda la posi-bilidad de conectarse a ella.

    Los tesoros ocultos en las entraas de la tie-

    rra, no por ocultos son inexistentes. Tan pronto

    se los descubre cobran vida y pueden enriquecer

    a un hombre, a un pueblo y aun a toda la hu-

    manidad. Exactamente lo mismo ocurre con los

    tesoros de la propia herencia; y queremos remar-

    car aqu por qu afirmamos que son de la propiaherencia. Lo son porque nos vienen de nuestros

    padres, que los recogieron de los suyos en direc-

    cin ascendente y descendente a la vez. Es, en

    definitiva, una posta espiritual, donde cada ge-

    neracin toma la antorcha de su propia herencia

    e ilumina su camino, recorriendo el mayor trecho

    que su capacidad le permita recorrer del extraor-dinario sendero de la evolucin. Fcil ser colegir

    que en infinidad de casos la antorcha permanece

    en el mismo sitio o avanza apenas por falta de

    conocimientos acerca de esta tremenda y a la

    vez hermosa realidad.

    Quiz en la mente de los que han seguido

    nuestra exposicin sobre la herencia de s mismoy los bienes del conocimiento hayan madurado

    estas fundamentales preguntas: Cmo retomar

    el hilo de la propia herencia? Cmo penetrar en

    ese gran secreto capaz de cambiar totalmente la

    vida del hombre?

    Precisamente, la respuesta est en el men-

    saje que trae la Logosofa, ciencia que descubre

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    Laherenciadesmismo

    los ms recnditos misterios del alma humanay del mundo trascendente y universal. Para de-

    mostrarlo nos referiremos a una de sus grandes

    concepciones: la que revela el libre desenvolvi-

    miento del espritu y sus manifestaciones inde-

    pendientes de la voluntad.

    Es en el espritu donde queda impresa la

    herencia, por ser ste el que supervive al ente

    fsico y aparece a travs de los tiempos siguien-

    do a la clula hereditaria. El conocimiento de s

    mismo implica, indefectiblemente, conocer el

    propio espritu tal cual es en potencia y activi-

    dad. Ese conocimiento es el reencuentro de las

    clulas mentales que se identifican y se unen por

    imantacin de la fuerza hereditaria, surgiendo de

    ello la verdadera entidad. Como es natural, estorequiere un proceso de evolucin de la concien-

    cia, conscientemente realizado.

    Los bienes del conocimiento no pueden ser

    heredados por la ignorancia. De ah que sea ne-

    cesario activar el campo de las propias posibi-

    lidades, para que la herencia se manifieste all

    donde se le ofrezca la oportunidad de hacerlo.El proceso de evolucin consciente, institui-

    do por la Logosofa, lleva a ese fin, pues no slo

    abarca los aspectos fundamentales del ser, su

    vida y su destino, sino que se extiende al mundo

    trascendente donde, llegado el momento, y para

    ciencia y sabidura del hombre, el espritu puede

    actuar sin limitaciones.

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    Concretando, diremos que la herencia de smismo es una realidad inobjetable que adquiere

    mayor fuerza y vigencia al producirse la unin de

    las dos clulas mentales: la que contiene la he-

    rencia y la que habr de prolongarla, dotndola

    de plena energa y riqueza.

    Mientras el hombre permanezca ajeno a esa

    verdad, vivir a oscuras respecto de tan ventajo-

    sa posibilidad, y luchar y se debatir en un mar

    de complicaciones sin hallar solucin al gran

    problema de su existencia, o sea, la razn funda-

    mental de su presencia en la tierra y la orienta-

    cin que habr de iluminarla para poder conocer

    su verdad y ser feliz.

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