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II Simposio de Epistemología de las Ciencias Sociales

La Globalización Síntesis de lo expuesto y dialogado*

APARICIÓN

En 1975 el G6 se reúne en París para la cumbre de Rambouillet y las cabezas de los 6 países deciden encaminar el proceso de total liberalización de los capitales y de privatización de la economía, así comienza a hacerse presente en distintos países la llamada globalización. El término como tal aparece en el vocabulario técnico en 1983 en un artículo del americano T. Levitt y se hace popular en 1988 gracias al japonés Kinichi Ohmae con sus trabajos sobre las estrategias planetarias de las empresas multinacionales.

LA SITUACIÓN HODIERNA

El ámbito económico financiero se presenta como el punto de partida de la globalización, es donde existencialmente el mundo contemporáneo vive más claramente el fenómeno con sus pros y contras. Pero la globalización aún apareciendo fundamentalmente como fenómeno económico-financiero impacta la vida social, política, jurídica y cultural; de allí que genera manifestaciones positivas y negativas en todos esos campos. En cuanto a los criterios para discernir el origen de la globalización en el ámbito económico, los autores se dividen entre quienes la ven como una lógica extensión de los procesos económicos y sociales que ya encaminó la primera

* S. Zamagni; A. Rodríguez Giavarini; F. Viola; A. Boggiano; R. Corcuera; C. Dasso; S. Belardinelli; L. Videla; L.B. Archideo; M. Sommer

La Globalización - Síntesis de lo expuesto y dialogado, pp.1-29 1


revolución industrial y aquellos otros que consideran a la globalización como un auténtico cambio paradigmático. Entre estos últimos están quienes la consideran el camino para la solución de los problemas económicos de la humanidad, en primer lugar los de la pobreza y el hambre y aquellos que consideran esta desregulación de la economía mundial, con distintos grados de escepticismo desde una disgregación social e inestabilidad económica y política hasta una utopía irrealizable. Si bien el proceso de la globalización no se puede encarar desde el sólo ámbito económico financiero, sin embargo lo económico financiero juega un papel protagónico. Numerosos estudiosos encaran el tema1: para Latouche es la natural afirmación según la cual la globalización sería en realidad una relación social de dominio y de explotación en escala planetaria. También Bellofiore nos dice que sería una mutación cualitativa y por lo mismo irreversible de la economía mundial, representada por la globalización del capitalismo por la cual mercado y producción -además del financiamiento- estarían de tal manera interconectados e intercambiables que banalizarían la soberanía misma de los gobiernos nacionales. Los procesos de trabajo habrían entrado en un nuevo modo de regulación típico del post-fordismo. Las nuevas tecnologías y la concurrencia global determinarían un aumento de la productividad, de tal manera superior a la posibilidad de crecimiento de los niveles de producción que harían preconizar el fin del trabajo asalariado. 1 La extensa bibliografía puede concentrarse fundamentalmente en: Abitare la società, a cura di R. Papini, A. Pavan, S. Zamagni, Napoli, ESI, 1997; Economia globale e innovazione. La sfida dell’industria italiana, a cura di D. Archibugi, G. Imperatori, Roma Donzelli, 1997; Globalismo. L'alternativa strategica alla globalizzazione, a cura di J. Mander, E. Godsmith, Bologna, Arianna Ed., 1998; Globalizzazione e stato sociale, a cura di N. Acocella, Bologna, Il Mulino, 1999; Globalizzazione dei mercati e orizzonti del capitalismo, a cura di M. Arcelli, Roma, Laterza, 1998; Il lavoro di domani. Globalizzazione finanziaria, ristrutturazione del capitale e mutamenti della produzione, a cura di R. Bellofiore, Pisa, Ed. Biblioteca F. Serantini, 1998.



El sentido propio de la globalización, para muchos, no estaría sólo en lo que ella crea sino en lo que demuele: la desestructuración tanto de nuestros estilos de vida y de nuestra seguridad como de las formas organizativas de las empresas y de los estados-naciones. Las lógicas del capital se sustraen hoy al control social de las comunidades nacionales con lo cual desaparecería el vínculo estable entre territorio y riqueza. Por otra parte los ciudadanos ven más favorablemente la incidencia de sus propias decisiones que la de los tradicionales actores sociales (sindicatos como asociaciones representativas) cuya autoridad y poder va desapareciendo. El juego de la globalización aún siendo en su totalidad un juego más bien positivo determina vencedores y vencidos. Por ejemplo, los trabajadores cualificados mejoran su posición de bienestar, pero los descalificados y los que sufren la tecnología obsoleta ven empeorar sus condiciones de vida. Mientras en el tiempo del fordismo existía un único camino para el desarrollo capitalista, la globalización abre la posibilidad de diversas elecciones de desarrollo de las distintas comunidades post-nacionales, modelos que pueden adoptar con propia responsabilidad política y propia creatividad. La globalización -se señala entonces- concierne en primer lugar al conocimiento y la capacidad tecnológica. Saber cómo debe funcionar una máquina es un conocimiento tecnológico; hacerla funcionar eficientemente es capacidad tecnológica. La novedad está constituida por el hecho de que el conjunto de los conocimientos incorporados a una tecnología sólo en parte son codificables por lo tanto sólo en parte imitables por otros y en otro lugar. La mayoría de las veces son tácitos y por otra parte el canal más importante de crecimiento de las capacidades tecnológicas es la misma actividad de producción. El aumento incesante y apremiante de la productividad, debido sobre todo a la nueva tecnología y a las innovaciones organizativas es tal que en las sociedades "avanzadas" hay necesidad de siempre menos trabajo para producir siempre



más bienes y servicios. De esto se deriva que sería siempre menos posible realizar la integración social de los hombres a través de su trabajo asalariado aún cuando este trabajo continuará significativamente. En realidad la postulación de financiamientos públicos para los desocupados no puede ser una solución definitiva. Por el contrario, terminaría en una contradicción pragmática pese a que las premisas que lo proponen sean correctas y el espíritu que la anima pueda ser compartido, pues se trata de los mismos elementos constitutivos que están en la base de un proyecto de economía civil que se seguiría del actuar solidario de la sociedad civil. Una grave consecuencia de la globalización es el cambio muchas veces endógeno e implícito de las reglas del juego económico. Es un hecho que el fenómeno de la hipercompetición, consecuencia no querida de la acción intencional, tiende a resultar incompatible con la fijación de vínculos al operar libre de las fuerzas del mercado. Emerge un trade off entre la posición de ventaja competitiva y las redes de seguridad social. En ausencia de una conciencia en materia de derechos fundamentales del trabajador la posibilidad que empresas y operadores económicos vean en las prácticas de dumping social un modo para conservar los márgenes competitivos de ventajas en el mercado global, resulta una cruel realidad. Pero aunque aparezca paradojal mercado y sociabilidad hoy se co-implican más que nunca en el sentido que intervenir en los mecanismos de redistribución del crédito sirve al mismo proceso de desarrollo porque asegura su permanencia en el tiempo. Las redes de seguridad social constituyen todavía en nuestras economías el modo más eficiente para ubicar recursos con el fin de conseguir objetivos que la sociedad considera irrenunciables, por ejemplo el de la salud. El aumento de las desigualdades es ciertamente el episodio que más se asocia a la falta de éxito de la globalización. Esto



no tiene que ver únicamente con el norte y sur del mundo, cuya distinta velocidad de crecimiento ya conocemos, sino que ocurre dentro de los mismos países más desarrollados; por lo tanto si bien no aumenta la pobreza en términos absolutos, tiende a crecer en términos relativos con las consecuencias de inestabilidad e inseguridad del trabajo y de los niveles salariales, cuyos sujetos no logran hacerse a las habilidades profesionales que requieren las nuevas tecnologías.

MULTIDIRECCIONALIDAD

Algunos autores desarrollan un esquema analítico basado en las relaciones conceptualmente posibles entre crecimiento y distribución del rédito. El ejercicio teórico muestra cómo la globalización y el gasto social concurren conjuntamente a determinar las combinaciones posibles de las dos variables. Una laguna grave de la globalización sería que no es suficientemente global. Muchos autores concuerdan sobre la oportunidad de distinguir la globalización de la integración económica entre países que se dio en los últimos dos decenios. Y esto en razón de que la globalización es un proceso multi-direccional: social, jurídico, político, económico que no puede encerrarse sólo en parámetros económico-financieros. La inversión de la relación entre producción de riqueza y reducción de los niveles de incertidumbre nos introduce en el tema del nexo entre nuevas pobrezas (marginación y exclusión social ) y globalización. La "globalización de la pobreza" no tiene precedentes en la historia. La situación actual, según algunos, ve un enorme crecimiento de la riqueza sin registrar una disminución correspondiente de la pobreza. Al contrario, cuanto más crece la riqueza, tanto más crecería la pobreza constituyéndose así en un índice relativo2. Pero habría que distinguir pobrezas y desigualdades; hay evidencias que 2 Cfr. A. SEN, Desarrollo y Libertad, Ed. Planeta, Barcelona, 2000.



muestran que la globalización ha aumentado las desigualdades, pero no de la misma manera la pobreza. Pues es una pobreza que no es consecuencia de la falta de recursos sino el resultado de políticas que terminan provocando alta desocupación y minimización del costo del trabajo en todo el mundo. Hay economistas que no ven "soluciones técnicas" a esta crisis y la única sugerencia que tendrían es unir "los movimientos de lucha social en todas las principales regiones del mundo" para lograr el "desarme financiero" y el cambio del sistema neo-liberal. Se presentaría como una perspectiva "de todo o nada". En realidad la pobreza no es un síntoma de la enfermedad del capitalismo. Más bien por lo contrario es prueba de su fuerte temperamento, de su empuje a acumular y activar siempre más. Los ricos también se lamentan por los renunciamientos porque también se ven afectados por el empuje de adquirir, según una afirmación de J. Seabrook. Lo que resulta una conquista de la globalización para algunos, representa un nuevo vínculo de encadenamiento a la dimensión local para otros. Así como para unos presenta espacios de libertad de acción, para otros significa la sumisión a un destino no querido. La no movilidad sería por lo tanto el principal factor de estratificación social en la era de la globalización: algunos grupos, al devenir globales, adquieren movilidad mientras otros quedan enclavados localmente; y los "globales" fijan las reglas de juego mientras los locales están condicionados por ellas. Por lo tanto ser local en un mundo global es signo de inferioridad. Una peculiaridad de la gran empresa hoy transnacional es que solo sus accionistas no están ligados a lo espacial. Pueden comprar y vender en cualquier parte sin ningún vínculo. Todos los demás integrantes de la empresa no pueden liberarse de los procesos de localización. Por otra parte, en los accionistas se genera una neta división entre poderes y obligaciones



sociales, división que no tiene precedentes en la historia económica. Antes los grandes industriales no podían sustraerse completamente a las condiciones territoriales, es decir el capital hoy -como dijimos- pareciera adquirir una nueva libertad: el no responsabilizarse de los lugares en los cuales está su empresa, ni preocuparse de las consecuencias de su funcionamiento. Como afirma O'Brien la naturaleza extra-territorial del poder económico nos asomaría al "fin de la geografía" más que al "fin de la historia".

GLOBALIZACIÓN Y DEMOCRACIA

La globalización por otra parte está relacionada con la democracia cuya atrofia más o menos advertida está presente ante todos. La globalización drena el poder del estado nacional, cuya autonomía está comprometida hoy por dos vínculos entre ellos relacionados: el interno, es decir la necesidad impuesta por la regla democrática de evitar una excesiva carga fiscal sobre las clases medias para financiar los sistemas de welfare heredados; otro externo por el cual los estados nacionales no logran sustraerse frente a las expectativas de los mercados internacionales de capitales, de tal manera que las preocupaciones electorales de los gobiernos deben tener en cuenta la credibilidad de las finanzas globales. Por todo esto la capacidad de los gobiernos de ejercitar su soberanía interior se convierte en amenaza para la misma democracia. Y si bien los ciudadanos siguen votando, el poder de ese voto declina con la declinación de esa soberanía. Esto explica la disminución de confianza en las instituciones democráticas que se constata en nuestras sociedades. La globalización se está afirmando de manera parcial y no siempre benigna en sus consecuencias y los ciudadanos sienten la acción de fuerzas sobre las que no tienen poder. Es necesario por lo tanto adecuar nuestras instituciones y crear nuevas si se las quiere proteger del riesgo del impacto de la



manipulación del conocimiento de las nuevas tecnologías mundiales. El riesgo externo es asegurable. Justamente la intuición de la política del welfare fue precisamente la de ligar la realización del proceso democrático a la gestión del riesgo exógeno. Pero el riesgo interno tiene consecuencias más graves porque no se refiere sólo al propio país, por lo cual la política no puede desentenderse de ese riesgo porque pesa sobre su lenta desaparición. Por ello se dan propuestas (Giddens) según las cuales la democracia misma debería devenir transnacional. Es decir, la globalización requiere respuestas globalizantes. Se requeriría algo así como un gobierno global que pudiera armonizar los intereses de la sociedad mundial a escala planetaria. Pero esto (Habermas) supondría que los estados nacionales abdicaran de su soberanía formal lo cual es utópico, y no sería aconsejable. Más que a los gobiernos nacionales habría que dirigirse a los sujetos de la sociedad civil transnacional que son los verdaderos depositarios de cultura. En realidad -insiste Habermas- el gran deber de los políticos sería la solución de los conflictos, sobre todo para aquellos políticos que están todavía en condiciones de realizar una "política interna mundial". Los grandes interrogantes (S. Berger y R. Dore) serían: ¿la globalización llevará a un modelo universal de producción y distribución? ¿Los capitales nacionales de importancia para el bienestar social, lograrán sobrevivir en una economía global? Sin duda que las diversidades locales están siempre presentes por lo tanto no será fácil la convergencia entre los países en sus relaciones institucionales entre economía, estado y sociedad civil. Más bien habría una pluralidad de modelos de mercados (R. Boyer) cada uno compatible con una cultura particular o sea con un sistema de valores sostenido por las personas y la elección del modelo de mercado es el deber propio y primario de la política.



Las tres columnas sobre las cuales se estableció el poder del estado -la económica, la militar, la cultural- se han debilitado o han desaparecido en algunos casos, pero es cierto que solo el estado-nación está hoy en condiciones de movilizar los recursos para lograr un orden social por lo tanto no es cuestión de liberarse del estado-nación sino más bien de las concepciones de soberanía que le son obsoletas. Lo cierto es que en esta era de la globalización la democracia no es una práctica homogénea aplicable en todos lados. Se hace necesario reconocer las diferencias y los procesos deliberativos públicos. Se habla así de crear un status político (Held) de ciudadanos del mundo que les permitiría pertenecer a organizaciones mundiales -no sólo por ser miembros de un estado particular- representados por un parlamento mundial, con una corte internacional de justicia que sea vinculante para los gobiernos nacionales y defienda los derechos humanos y con una composición del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas modificado de tal manera que se transforme en un ejecutivo que sea capaz de actuar y reducir el hiato entre poder y autoridad. Cabe señalar que se ha propuesto crear, junto a la Asamblea de las Naciones Unidas, un segundo organismo, la Asamblea de los pueblos3.

NUEVO PROYECTO POLÍTICO Y ECONÓMICO

En definitiva es necesario un nuevo proyecto político y económico porque el proceso de integración de la economía global no puede avanzar en un mundo de estados soberanos que luchan por la supremacía económica. Sería urgente organizar las relaciones internacionales en base a entidades estatales supranacionales, es decir federaciones de estados -un gobierno global, decíamos- si se quiere evitar los riesgos de autoritarismo del nuevo orden mundial de la globalización. Y en

3 Cfr. J. SEAGALL, A UN Second Assembly en F. BARNABY ed., Building a more Democratic United Nations, Frank Cass & Co, London 1991.



realidad los estados nacionales (Ricardo) tendrían que representar una especie de dato de naturaleza permanente de la realidad política. Pero aquí se presenta una paradoja. Cuanto más la globalización reduce los márgenes de intervención de los estados nacionales tanto más la teoría económica se obstina en considerar inmodificable el principio de la soberanía económica de los estados. Esto explicaría, en parte, la substancial incapacidad de la teoría económica -en cuanto teoría, no en cuanto análisis económico- para explicar el hecho de la globalización. En razón de las nuevas estructuras del conocimiento y de los medios que la encaminan como del ingreso en las producciones de las tecnologías info-telemáticas, los estados territoriales van perdiendo el control que poseían dentro de sus límites. Por ello los intentos para afrontar cuestiones como las del comercio internacional, tasas de cambio, inversiones exteriores se confían a las negociaciones inter-gubernativas y a sus derivados lo cual los destina al fracaso. El estudio de las relaciones internacionales como ámbito disciplinar hoy está en crisis. Es un estudio que todavía coloca la centralidad del estado como unidad a analizar y la sociedad internacional de los estados como su problemática. El modo de volver a un equilibrio político y de mercado no es fácil en un momento en el cual no existen organismos para tomar decisiones colectivas respecto de la economía global. La noción de "sociedad abierta global" que debería sostener orientando la economía global no es fácil de considerar concretamente y tanto menos sus principios reguladores. "Sociedad global" no significa para nada "estado global", significa "sociedad civil" y no "sociedad política", es decir un lugar de comunicación y no un lugar de dominio4. 4 A. Giddens, Il mondo che cambia, come la globalizzazione ridisegna la nostra vita (Trad. italiana de R. Falcioni, Il Mulino, Bologna, 2000).



NORMAS

En orden al derecho la mayor amenaza proviene de la expansión continua de una nueva "lex mercatoria" que no proviene de tradiciones y valores sino de la exigencia de responder a la necesidad de los mercados de expandirse continuamente. Y como la desobediencia a la "lex mercatoria" no tiene sanción alguna, las exigencias de las nuevas competiciones condicionan la formación de la norma jurídica. Así la americanización de las instituciones jurídicas que se está dando desde hace algunos años en los países de Europa continental está cambiando no sólo el camino de lo jurídico sino también la identidad de quienes acceden a la creación de las normas en Europa. Y los estados-naciones están perdiendo el legislar en la escena mundial por la presencia de nuevos actores institucionales y privados transnacionales (Law firms y ONG's) cuya capacidad está en constante aumento. Estamos pasando del derecho internacional como "orden jurídico de la necesidad" al derecho global como "derecho de la posibilidad" que se propone como premisa de las reglas de gobierno de la sociedad global. que luego los legisladores locales deberán asumir y lograr que se ejecuten. Mientras que la noción de cooperación al desarrollo, todavía hoy en el centro del debate, postula formas de dependencia permanentes -que pueden cristalizarse en relaciones de tipo esclavo-patrón- por parte de las áreas "necesitadas" frente a los países disponibles a cooperar, el co-desarrollo significa en cambio reconocimiento de las diversidades de los puntos de partida y transparencia de la relación que en el curso del tiempo tiende a reconducir a un equilibrio de las posiciones. Aparece claro que la globalización no puede unificarse en torno a una ley. Tiene profundas ambivalencias, numerosas ambigüedades, por lo tanto es necesario favorecer el nacimiento de un nuevo orden social fundamentado en la pluralidad de poderes, sobre una auténtica poliarquía que a diferencia del pluralismo no sería sólo una cuestión numérica



sino de diversidad. Se podrían indicar los elementos constitutivos de ese camino, en primer lugar el cálculo económico es de por sí compatible con la diversidad de comportamientos individuales y las disposiciones institucionales; en cambio la concepción determinista no tiene un fundamento sólido porque es el típico producto de la "razón única" según la cual habría un solo modo de estar en el estado global... Es cierto que la globalización empuja inexorablemente hacia un achatamiento de las variedades institucionales existentes en los distintos países. Se entienden las razones: las reglas del libre intercambio soportan mal la heterogeneidad cultural y encuentran deformaciones en los diversos estilos de vida en los sistemas de welfare, en modelos educativos y otros y así se sigue un fuerte obstáculo a su difusión. Pero es necesario contrarrestar esa tendencia porque las diversidades no son un signo de enajenación y de inferioridad respecto de los modelos de vida dominantes; al contrario, son una riqueza. Muchas naciones en los momentos mejores de su historia se alimentaron de las diversidades existentes en ellas mismas y lograron frutos de civilización, de éxito y de potencia. Esto vale "a fortiori" en escala mundial. Es necesario entonces actuar en forma tal que el filtro selectivo impuesto por la competencia posicional no anule las variedades menos fuertes. Es necesario tener en cuenta que salvaguardar las diversidades es el modo más concreto y eficiente de combatir aquel trágico aumento de desigualdades entre países y grupos sociales. La eliminación directa de las desigualdades -sin tener en cuenta la diversidades- más allá de su ineficacia no haría sino aumentar dependencias y frustraciones.



SALVAGUARDAR LAS DIVERSIDADES

Nos preguntamos si podemos renunciar a la política como el lugar en el cual se definen las prioridades que orientan la economía y en el que son precisadas las consecuencias de la asunción de la dignidad humana como medida y criterio de la libertad. Nos preguntamos también si se puede pensar en la sociedad civil transnacional como en un orden espontáneo de tipo hayekiano separado de la política y si podemos afirmar que el conjunto o la agregación de bienes particulares generados por los distintos grupos presentes en la sociedad civil coincide con el bien común entendido como el bien de todos los hombres y de todo el hombre. La respuesta a estos interrogantes es negativa, lo cual significa reconocer a la política un espacio autónomo de intervención, un espacio en el cual se busquen las condiciones para dar una dirección a la marcha y un valor al proceso de globalización5. Se trata de aplicar en lo transnacional el principio de subsidiariedad horizontal permitiendo a las organizaciones de la sociedad civil ir más allá de los meros deberes de defensa y de denuncia para asumir roles bien definidos de policy making. Esto postula la disponibilidad por parte de los estados nacionales de transferir "partes" de soberanía interna a sujetos privados como por ejemplo a las ONG's mejor equipadas para operar en ciertos ámbitos. Pero la cosa que más se hace presente cuando se analizan los resultados producidos por tales sujetos que operan en la escena internacional es el hecho de que, no estando en juego la tutela de los intereses de uno u otro estado nacional, la capacidad de llevar a término proyectos que representan instancias universales es muy superior a aquella de las variadas burocracias intergubernativas. Por otra parte la cooperación entre actores públicos y privados en la implementación de un modelo de regulación mixta, no sólo reduce las alternativas informativas entre reguladores y 5 Cfr. F. VIOLA, Società civile e società politica tra cooperazione e conflitto, en Nova et Vetera, ed. It., 1 (1999) 3-4, págs. 29-44.



regulados sino que está en condiciones de generar los llamados incentivos privados selectivos. (Es un poco lo que sucede a nivel nacional con los modelos de welfare mixtos). La acogida del principio de subsidiariedad exige claramente la adopción de un nuevo contexto legal puesto que el derecho internacional no contempla como es sabido, actores no estatales. En la actuación práctica de este camino que hemos llamado de la sociedad civil trans-nacional, no faltan dificultades e insidias. Imaginar que la novedad de esta época de desarrollo no trae tasas elevadas de conflictualidad sería ingenuo. La diversidad de los intereses en juego es enorme. Pero se trata de un deber hoy irrenunciable si se quiere superar por un lado la aflicción representada por la retórica de la catástrofe a toda costa -una retórica que termina muchas veces asumiendo variaciones nihilistas- y por otro hacia el optimismo desencantado de quien ve en la globalización una especie de marcha triunfal de la humanidad hacia su completa realización. Es necesario afirmar la necesidad de políticas de redistribución a escala global para combatir el escandaloso problema de la pobreza (en sentido absoluto). De hecho no podemos limitarnos a una política global de la regulación, la cual, si es adecuada para tratar de bienes públicos o de medidas que presentan la propiedad de ser "Pareto superiores", no lo es de la misma manera cuando se trata de afrontar cuestiones como aquellas de los standards de trabajo o bien de los requisitos uniformes de capital de los bancos ordinarios. (Acuerdo de Basilea de 1988). Como se entiende, en estas cuestiones está siempre en juego un problema de naturaleza redistributiva que no puede ser tratado dentro de una teoría de la regulación por más refinada que sea. Y no digamos de la armonización entre regulación ambiental y regulación comercial: todos advierten su urgencia porque es notable que los países pobres tienden a especializarse en la producción (y exportación) de bienes de alta intensidad de



degradación ambiental. Pero claramente hasta que no se llegue a un consenso entre los puntos fundamentales de una política redistributiva en escala global, no se logrará nunca comprender cómo el problema del desarrollo sustentable es en realidad la otra cara del problema de la pobreza.

CRITERIOS Y ACTORES DE JUSTICIA INTERNACIONAL

La "globalización" tiene efectos notables sobre el modo de entender el derecho y de vivir en un orden jurídico. En la actualidad, se da mayor vigor a lo consuetudinario, a la oralidad que llega a nuestros medios electrónicos. Las responsabilidades se encuentran muy distantes de sus efectos, en muchos casos esos efectos son el resultado de micro-acciones que se suman de modo devastante y hacen muy difícil la atribución de la responsabilidad. El modelo típico de responsabilidad fundado en la culpa no se podría aplicar con todo su rigor, pero si se lo dejara de lado el derecho perdería un elemento conquistado por la civilización. El derecho requeriría estar en condiciones de individuar a los actores de la economía global y exigir a los mercados transparencia y controlabilidad. En este ámbito asistimos a las transformaciones jurídicas más interesantes como ocurre con la evolución del derecho de la competencia. Hoy la responsabilidad tiende a la "co-responsabilidad" que no es una suma de responsabilidades individuales y los individuos son miembros de un sistema de cooperación de extensión mundial. Hay, sin embargo, una serie de con-causas por las cuáles resulta casi imposible imputar responsabilidades. Ayer las cuestiones de responsabilidad se centraban en el vínculo entre un sujeto y su acción y se resolvían según una lógica contractual. Hoy, en cambio, el problema central consiste en establecer a quiénes y a qué se debe proteger en razón de su vulnerabilidad respecto de acciones colectivas. La globalización del mercado y del uso de las ciencias y de las



técnicas nos lleva a ser responsables de no dañar a otros y esto asumió proporciones gigantescas e ingobernables. El régimen contractual evoluciona hacia la asunción del riesgo como objeto mismo de los contratos en donde lo esencial consiste en su distribución. Se pasa así de una justicia conmutativa -típica del contrato- a una justicia distributiva. No se abandona la ética jurídica, pero ésta se inclina más que a una ética individual a una ética de la solidaridad social. Se ofrece como fundamento constitutivo del nuevo modo de entender el derecho la ética universal de la co-responsabilidad. Pero el derecho es razón y no mera voluntad. Se debería analizar con mayor intensidad la epistemología de la razón práctica y su relación con la teórica. Se abren nuevos horizontes para el derecho sin negar los conquistados en el pasado: el derecho cosmopolita no debería suplantar al derecho internacional si entendemos a este último no solo entre estados sino entre grupos culturales y de formas distintas de vida. Los primeros protagonistas del derecho internacional siguen siendo los estados y en las Organizaciones internacionales actúan como principales protagonistas las grandes potencias. Un protagonista indiscutido del orden internacional es la Iglesia católica: los Papas son grandes mediadores en el derecho internacional y han contribuido a su desarrollo. La participación de la Santa Sede en organismos internacionales como las Naciones Unidas y la Comunidad Europea ha significado un aporte cualitativo al orden y a la paz internacional. Pese a la proliferación del Derecho internacional económico donde el FMI tiene gran importancia, no se han podido evitar las crisis financieras que han producido un temblor global: la de Méjico, la asiática, la de Rusia, la de Brasil... En el derecho internacional hasta hoy no existe posibilidad de sanción, y al Tribunal de La Haya solo van los estados si se



ponen de acuerdo en el arbitraje. Por lo tanto el derecho internacional hoy -tan público para los estados como para las personas- no es un derecho sólo real, ni sólo posible, podemos decir que es un derecho en prospectiva. El derecho debería enfrentar racionalmente en un mundo globalizado las problemáticas bioéticas, ecológicas, la equidad en la distribución de las fuentes de recursos mundiales y la defensa de los derechos humanos. Debemos tener en cuenta que la cultura actual sigue la "lógica del consenso" en un diálogo que se limita al modo de proceder. Esto nos hace presente que es muy difícil establecer una discusión pues hay valores fundamentales sobre los cuales no acordamos y así muchos se obligarían a reglas como "no discutir sobre aquello en lo cual no nos vamos a poner de acuerdo". El "globalismo" jurídico conforma una ideología que abarcaría un ordenamiento político mundial y parecería entonces estar condenado a ser descartado por el peligro que implica de un cierto totalitarismo, pues podría suponer una planificación para eliminar las diferencias culturales y políticas. Pedimos entonces al derecho que proteja a las personas y a las regiones de los poderes fuertes y logre definir criterios de justicia internacional.

LO SOCIAL EN CONTINUA DISCUSIÓN

La ciencia de lo social está en crisis -pese a su aparente estado "de moda"- porque la sociología se compone hoy de sistemas de fluctuaciones y por lo tanto resulta prácticamente imposible lograr su unidad. La sociedad concebida como relación pareciera el modo de evitar la crisis que la envuelve. Pero una relación "sui generis" que evite el reduccionismo imponiéndose ciertos pre-requisitos



funcionales: el modelo cultural o modelo de valor, la norma interna, la búsqueda de una meta. De la interacción entre dos seres, dos grupos, dos "sociedades" emerge una realidad que es la sociedad. Una sociología relacional permite una apertura a todas las aproximaciones sociológicas y un abrirse y trascender; con lo cual se abre el camino a una ética relacional como ética social, en la cual las relaciones son un bien objetivo en sí mismas y por lo tanto integran el bien común. La sociedad global está llena de riesgos más ligados al tiempo que al espacio. Es paradójico que hoy dichos riesgos son deseados y al mismo tiempo se buscan seguros que los contrarresten. Por eso, una sociedad de riesgos es a la vez una sociedad donde prosperan los seguros y el riesgo resulta también una mercancía.

LA SOCIEDAD POLÍTICA Y CIVIL

Las sociedades política y civil tienen información fácil del actuar mundial, pueden generar nuevas situaciones positivas de común potenciamiento en la medida en la cual la sociedad política asuma la subsidiariedad que le corresponde en los distintos estados-naciones en materia de: • formación de sus mismos dirigentes políticos; • educación de la niñez y la adolescencia en la escuela • gestión de ámbitos universitarios y de centros de alto nivel

en materia de investigación científica; • capacidad tal a la sociedad civil que le permita la acción de

los Organismos no gubernamentales en todos los ámbitos. Al Estado corresponde asumir su función de: • garantizar la gestión de todos los organismos que suscite la

sociedad civil;



• y regular la acción de dichos entes a través de normas objetivas que respeten la democracia representativa;

• la garantía del derecho de propiedad que no es ya solo proteger la propiedad tradicional, sino por ejemplo la del espacio, la del tráfico en determinado tipo de hora satelital.

PROCESO PRODUCTIVO, CONOCIMIENTO Y CULTURA

El proceso productivo ahora depende más del conocimiento que de los recursos naturales y un país rico en recursos naturales es enormemente más pobre que Japón que es absolutamente pobre en recursos naturales, pero rico en recursos del conocimiento, con lo cual es evidente que el conocimiento ha devenido en lo que en economía llamamos "la ventaja comparativa fundamental": quien conoce tiene la riqueza, quien conoce tiene el desarrollo y en última instancia quien conoce tiene el dominio. Se trata del conocimiento que facilitan las comunicaciones como el que más profundamente hemos de enfrentar para permitir al hombre actuar convenientemente en este camino globalizante. Por eso habría que repensar el rol de la escuela, el rol de la capacitación, el rol de la universidad, entendiendo así qué está sucediendo. Hay riesgos que fácilmente nacen en el ámbito económico-financiero e inciden en lo socio-político y cultural. Pero hay también aspectos positivos: la sociedad civil está sin duda adquiriendo un protagonismo mayor e influye en las decisiones de los Estados y de los organismos internacionales, lo hace a través de organizaciones no gubernamentales -ONGs- que conforman redes que sin duda logran ciertos efectos que antes la sociedad civil no lograba instaurar sobre todo en materia de derechos fundamentales del hombre que es a lo que apuntan en su mayoría. Estamos caminando hacia una nueva cultura y hemos de enfrentarla como una cultura y educación que no pierdan ni a la persona ni a las culturas dadas.



La globalización no se refiere simplemente a la objetividad de la interdependencia creciente sino sobre todo a lo cultural subjetivo, por eso el tener en cuenta la conciencia que las personas tienen de sí mismas es necesario porque hay de por medio una reflexión. Muchos millones permanecen extraños a la "condición global" aunque sean influidos por la economía global. La cultura recibe el impacto de la globalización y a la vez en cierta forma la determina. Sin duda que: - Las nuevas tecnologías, su extensión y la facilidad de su uso

permiten un avance científico mayor y el acceso a la información científica de un mayor número de personas -a la vez las ciencias facilitan nuevas tecnologías que hacen que el hombre se asome al mundo del saber con igual extensión y profundidad en el mundo entero en la medida de la posibilidad de acceso a esas tecnologías.

- El impacto mayor se produce en la visión del mundo de las distintas regiones que pueden o no ofrecerse o recibirse de otros lugares en la medida de la presencia de reales valores en una cosmovisión. El acceso a la valoración a través de una información cada vez mayor requiere en el receptor una mayor seguridad en sus decisiones y discernimiento porque de otro modo las culturas tienden a cerrarse.

- Por ello la educación que está mostrando también desde sus ámbitos más altos, las universidades, una facilidad de acceso al conocimiento sin fronteras, requiere ser cuidadosamente analizada. En la formación del adolescente y del niño la interrelación de experiencias y el acceso a la información en los ámbitos escolares, requiere hoy una mayor capacidad de orientación y discernimiento por parte de los docentes.



EL PROBLEMA ÉTICO

Este fenómeno de la globalización tiene notas de luces y sombras, pero en materia educativa un tema que hemos de agregar es el de la formación ética. Supone discernimiento intelectual y ejercicio de la voluntad libre a la vez que exige ser motivada por una afectividad acorde con los valores reales más que con los consensuados socio-políticamente. Estos valores deberían conformar una cultura acorde con la persona y todas sus dimensiones. El vínculo que crean las nuevas tecnologías entre las sociedades influye en lo educativo y se da fácilmente en razón de que el sistema tecnológico crece, tiene una fuerza interna intrínseca sin una decisiva intervención humana, su crecimiento es en progresión geométrica y supone una "autoreproducción de máquinas". Se debilita siempre más la distinción entre su uso moral o no y se tiende más bien a crear una "moralidad técnica". Las nuevas tecnologías no son lo mismo que la globalización, pero están muy vinculadas porque hoy la globalización toma de ellas no solo el impulso sino su misma posibilidad. La cuestión central es que la transformación en curso en esta fase de desarrollo hace que no solo nuestras acciones sino también nuestros pensamientos y emociones -objetos del quehacer ético humano- vayan resultando inseparables de la máquina. El uso de la máquina hoy tiene un fuerte impacto en la formación de nuestro pensamiento, es decir, en la formación de nuestros mapas cognitivos y también de nuestros sentimientos. Esto plantea nuevos problemas respecto de los cuales hay un retraso en el pensamiento en los diversos ámbitos. La gran cantidad de información puede producir desorientación y el riesgo de no tomar decisiones, de allí la necesidad de dar criterios de discernimiento para elegir. Se discierne hoy lo que es útil, no lo que es bueno y se ubica de distinta manera la felicidad como fin de actuar humano. El



problema de la competencia posicional pone en riesgo el aumento de la separación entre felicidad y utilidad. La economía desde comienzos del ‘800 era llamada la ciencia de la felicidad. Luego del ingreso hegemónico del utilitarismo benthamiano, la noción de felicidad se pone al lado de la de utilidad y entonces se dice que la felicidad consiste en maximizar la utilidad. Ahora bien, la utilidad es una propiedad de la relación entre la persona y la cosa, la felicidad, en cambio, es una propiedad de la relación entre personas. Esto plantea un problema moral. El fin de la economía consiste en aumentar la felicidad porque el hombre fue creado para ser feliz, como ya lo decía Aristóteles y como lo dice el Evangelio: "Les doy la vida para que la tengan en abundancia". El problema es que hemos creado una máquina económico-productiva que mientras aumenta la utilidad no necesariamente aumenta la felicidad. Esto sucede porque la máquina produce más utilidad, pero aumenta la incertidumbre; así como incide en la polaridad vencedor-perdedor donde hay -como ya anotamos- quien gana todo y quien pierde todo. Esta mentalidad penetra también en las familias en donde entra la competencia para "preparar" a los hijos para lo que sucederá luego en el mercado lo cual es grave porque la familia siempre ha sido el referente que orienta y que compensa aquello que sucede en el mercado y en la sociedad.

DEL FENÓMENO AL FUNDAMENTO

El hecho de que la globalización nos está mostrando una común actividad de los hombres que cada vez más compromete a toda la humanidad, nos interroga acerca de si hay en los hombres algo de común -aparte de la situación "de hecho" que le permite recibir este "influjo extensivo"- que en algunos casos también permita conformar "de derecho" este fenómeno. Si acaso hay un principio, una razón de la actividad



humana que explique este extenderse global por el cual cada uno y todos tendemos a relacionarnos con todos. La antropología filosófica contesta sí: la común naturaleza que poseemos todos los hombres. Sin duda que la noción de naturaleza humana fue reducida a pura actividad y a procedimiento, pero hay quienes van "más allá". Prigogine por ejemplo centra su significado con otros autores en la autoorganización lo cual proyecta hacia un fin la actividad, considera una teleología del actuar humano. Y tener un fin significa un encuentro común, algo a lo cual nos proponemos llegar; los hombres somos seres capaces de unirnos porque todos somos capaces de "consensuar" algo en común, o de "pensarlo". Y, curiosamente podemos agregar que en este último tiempo y paralelamente a los adelantos tecnológicos respecto de la "generación de los seres humanos", aparece el fenómeno de la ecología que vuelve a la noción de naturaleza como dato a respetar. A la antropología filosófica le toca partir de ese dato que le presenta la fenomenología e ir "del fenómeno al fundamento". ¿Cuál es ese fundamento? Podríamos responder con Prigogine "la autoorganización". Pero ¿por qué nos autoorganizamos todos de la misma manera o en forma similar? ¿Qué hipótesis o realidad sostienen ese modo análogo de actuación o esa más bien común inteligencia por la cual nos dirigimos a un mismo fin con un actuar común? ¿No habrá un modo de ser en los hombres que los hace actuar de un modo que es común en ellos? Mientras algunos sugieren la noción de naturaleza como hipótesis de trabajo, otros configurando una tesis afirmamos que: la naturaleza humana es un "modo de ser" que configura una identidad la cual permite actuar a todos los hombres de un modo común porque se trata de un común principio de actuar. Y así las personas humanas que participamos de esa naturaleza (principio del actuar) somos sujetos de atribución de



una actividad común: lo que advertimos como dato al percibir múltiples elementos empíricos, pero una realidad, "algo" que a la vez se nos presenta distinto de otro "algo" y no se confunde con ese otro ni con quien lo percibe. Hay distintos modos de pertenecer a una misma naturaleza Esa actividad común es "relacional" o sea que el sujeto -al que se le atribuye la actividad- no sólo tiene un modo de ser sino que ese modo de ser tiene una dimensión propia que le exige para hacer efectiva su individualidad y personalidad el relacionarse con los demás seres sean de la misma naturaleza -en primer lugar- sean sociedades, medios geográficos, situaciones; todo aquello que conforma el contexto socio-cultural que nos rodea. Hoy el tema de la racionalidad e incluso el de la libertad, a la cual se acercan algunas posiciones antropológicas más recientes, parecen mostrar algún referente natural y buscan una objetividad en medio del relativismo basado en el consenso social delimitado a un tiempo y un espacio. Permiten así llegar a un cierto concepto objetivo de naturaleza humana que responde a la objetividad e ilumina la globalización. Desde ya hay que distinguir la ciencia filosófica de las ciencias positivas y de las demás ciencias que involucran la sociabilidad humana, llamadas hoy "ciencias sociales", pero sin duda las ciencias en general -sobre todo las "sociales"- tuvieron que ver con el significado que fue dándose a la noción de naturaleza que entra en la antropología filosófica. El movimiento -o actuación de las capacidades- afecta a los hombres, sujetos de atribución de una actividad con una naturaleza y por lo tanto con un fin determinado. El plano empírico nos habla de diversidad de individuos, sujetos poseedores de una naturaleza en dirección a un fin estable, con un orden. Ese orden en el ser es razón del orden en el actuar, porque el devenir supone el ser. El dato empírico abre la puerta, pero de allí hay que elevarse a través del plano lógico al metafísico para que la advertencia



empírica tenga sentido. Es la mente que dice unidad pero también multiplicidad porque sólo ella dice referencia a lo uno.

ANALOGÍA

Y el modo de relacionarse los seres humanos no es unívoco, no todos nos relacionamos de la misma manera sino analógicamente. Todos los integrantes de la naturaleza humana estamos relacionados; el modo de ser es "un modo" lo cual significa que no es todo el ser, toda la existencia, sino una parte de ella. Somos por lo tanto seres finitos que nos "apoyamos" unos a los otros participándonos nuestro respectivo modo de ser fundamento de esa inter-relación. Inter-relación que a la vez significa "tener una parte de" y "comunicar algo o recibir algo", es decir participar. La participación se manifiesta en la analogía de nuestro interactuar humano. Pero no se agota en una analogía inter-humana sino que esta analogía le es posible al hombre porque su especificidad espiritual le permite trascender a una analogía fundante de toda relación, la que cada hombre tiene con el Ser Subsistente Absoluto. De allí su dignidad. Analogía que proviene de la participación primera, la del ser Absoluto que le da su ser y su modo de ser lo que hace posible la participación segunda entre los seres. De allí también el necesario indagar por el ser de la realidad socio-cultural que llevará a una tercera participación, la del actuar humano que le permite al hombre hacer cultura en su amplia gama de cultura tecnológica-socio-económica-política-artística. Es el contexto relacional de la persona y por lo tanto de su naturaleza humana y aquello que le impide los reduccionismos a la vez que le asegura el no caer en los extremos propios de todo quehacer social: individualismo o socialismo, liberalismo-estatismo. Porque a las cortas o a las largas caerán en contradicción con la naturaleza propia del



hombre en su dimensión social: la naturaleza humana es un referente necesario al actuar del hombre. El hombre no deja de lado entonces su dignidad personal y asume su carácter relacional si no pierde su referencia a la naturaleza humana. Por otra parte se ve exigido a enfrentar positivamente el fenómeno de la globalización porque es parte de esa naturaleza que todos poseemos.

LOS VALORES

Desde un punto de vista filosófico-ético todo actuar esta ordenado al bien, pues lo metafísico nos es dado y en ese sentido valor y ser coinciden. Pero si nos quedamos en el orden metafísico podríamos entrar respecto del valor en cierto determinismo. Lo que vale para cada hombre es concreto y ese valor concreto que se ha de asumir libremente en cada "aquí" y "ahora" es presentado por el intelecto y la sensibilidad al mismo tiempo. La síntesis se manifiesta a través de la asunción de valores concretos que digan, por un lado, relación a los principios del orden, a los principios de la naturaleza de la realidad y del hombre mismo y su actuar dentro de ella, y por otro, y consecuente con ese orden, diga relación a lo que más de propiamente humano se manifiesta en el actuar del hombre: la asunción libre por la que decide conformar su personalidad, de acuerdo con lo que considera valioso aquí y ahora para acceder a ese orden que lo satis-fará. Hoy en un mundo globalizado importa mostrar que la norma ética del actuar humano no es una abstracción sino que traducida en una jerarquía de valores se constituye para el hombre en motivante de su acción, pero no circunstancial o vacío de contenido, sino orientado concreta y existencialmente al Fin Último, al Valor Absoluto. Ese Valor Absoluto es el que conforma en el hombre su visión del mundo, esa visión que le participó la cultura de la



cual proviene, es decir, el conocimiento, la valoración y el compromiso vital que en definitiva han de guiar su vida concreta singular según una cosmovisión que le fue heredada y a la vez conforma. Los elementos que hacen a esa Cosmovisión: Dios, el hombre y el medio natural y cultural, conformándose uno u otro como absoluto responden o tergiversan el orden de la realidad misma y en consecuencia siguen las exigencias de la naturaleza o desnaturalizan ya sea a Dios, al hombre, o al medio natural en sí mismo o cultivado por el hombre que constituye su medio cultural. Y la globalización debe asumir las distintas visiones del mundo con sus respectivas riquezas -culturas- para no contradecir al ser y actuar de la naturaleza humana que más tarde o más temprano se hará presente. Ahora bien, no se trata -decíamos- de un actuar abstracto esencialista el del hombre, sino de un actuar existencial donde aparte de los principios y valores normativos fundantes se juega la opción constante y concreta frente a cada realidad, realidad circunstanciada en un tiempo y espacio, opción individual que permite a cada hombre conformarse como persona y conformar su cultura regional y a la vez le permite a ambos sin perder identidad, entrar al mundo global. El fenómeno de la globalización debe tener en cuenta los valores esenciales de la persona humana para disminuir sus riesgos y asegurar sus ventajas.

LA IGLESIA Y LA GLOBALIZACIÓN

Las comunidades religiosas deberían preguntarse autocríticamente en qué medida podrían ser hoy con su estructura actual algo así como un ejemplo o modelo para una globalización justa para la humanidad con menos riesgos y más ventajas. Esto también es importante para su credibilidad en su esfuerzo por una globalización humana.



Es importante que las iglesias y sus obras eclesiásticas practiquen igualmente un estilo de vida y un estilo económico que corresponda a los principios de la ética social como la justicia y la solidariedad para que ellas mismas sigan siendo libres. Se da una pluralización religiosa, cultural, nacional y étnica. Esto exige una atención enorme porque la capacidad del hombre es objetivamente limitada y ni la política ni el derecho actualmente parecieran poder formular una respuesta definida a las demandas de la globalización. Se requiere -fuimos anotando- apuntar a una visión del mundo. La Iglesia Universal debería constituirse como el modelo de globalización con la meta que estableció Juan Pablo II: "a la globalización del lucro y de la miseria oponer una globalización de la solidariedad" pues "los elementos de la sociedad deben cooperar para fomentar una globalización que esté al servicio de toda la persona y de todas las personas" -como ya adelantamos-. Y esto porque sólo lo manifiesta la Iglesia y lo proyecta, pues ella trae del pasado un caudal que potencializa el presente y encamina el futuro. Y ella no ha cercenado ni la historia ni la geografía, las ha asumido con sus caracteres particulares y universales a la vez. La dimensión religiosa toma al hombre como creatura de Dios y como hijo suyo y considera a los demás hombres sus hermanos y es por lo tanto la dimensión más sensible al ser del hombre que lo une al ser de Dios y a las necesidades de los demás. Por otra parte el derecho a la libertad religiosa es el fundamento de todos los demás derechos humanos porque dignifica esencialmente al hombre en su trascendencia y por lo tanto en su inmanencia.



Y la Iglesia católica fue siempre la única institución universal y como tal supo siempre hablar a los hombres en su diversidad y a la vez unificar la diversidad en una totalidad. Su experiencia de dos mil años la hace "experta en globalización" porque lo es "en humanidad"6. Por lo tanto hoy también debemos buscar en Ella -segura protagonista del futuro- elementos que permitan las ventajas de la globalización y disminuyan sus riesgos. © 2001 CIAFIC Ediciones Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural Federico Lacroze 2100 - (1426) Buenos Aires e-mail: [email protected] Dirección: Lila Blanca Archideo ISBN 950-9010-29-4

6 La Iglesia, como lo muestran en el renacimiento San Bernardino de Siena en una obra fundamental escrita en 1427, Prediche Volgari, y San Antonino de Firenze, que también ha hecho interesantes contribuciones en materia económica, manifiesta que la economía de mercado necesita caminar con dos pies: el de la lógica del lucro y el de la lógica de la reciprocidad y así fue dando su contribución a través del tiempo y del espacio.


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