La función del bolero en Boleros en la habana de Roberto Ampuero

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. IV). Gioconda MARÚN. La función del bolero en «Boleros en la ... - La función del bolero en Boleros en la habana de Roberto Ampuero Gioconda Marún FORDHAM UNIVERSITY CINCO AÑOS DESPUÉS DE la publicación de Boleros en la Habana de Roberto Ampuero aparece Nuestros años verde olivo (1999), memoria ficción inspirada en los años que Ampuero vivió en Cuba, después de dejar Chile durante el régimen de Pinochet. En esta obra menciona que el género policial cubano es «quizás el principal aporte de la Revolución a la literatura latinoamericana» 1 . Este género policial, que nació en Cuba en 1971 con Enigma para un domingo de Ignacio Cárdenas Acuña, inaugura una nueva forma de novela detectivesca socialista y revolucionaria, alejada del culto a la violencia, al sexo, al sensacionalismo que caracteriza al género en los países capitalistas 2 Aunque las novelas detectivescas de Ampuero, ¿Quién mató a Cristián Kusterman? (1993), Boleros en La Habana (1994) y El alemán de Atacama (1996), se inspiran en parte en este género policial socialista, se acercan más a la nueva novela policial cubana surgidas a partir de 1991, por la crítica al sistema castrista y la desconstrucción de los mitos del socialismo. Me concentraré en este trabajo en Boleros en La Habana, novela polifónica, por representar no sólo un claro exponente de la actual tendencia del género detectivesco chileno, sino también por formar parte de un nuevo subgénero de la literatura latino- americana postmodemista, la denominada novela bolero en la que el bolero y sus canciones, crean una nueva intertextualidad dirigida no ya al lector culto, sino al imaginario sentimental del pueblo que se identifica fácilmente con esta música. 1 Roberto Ampuero, Nuestros años verde olivo. Chile: Planeta, 1999. p. 120. Coincide con Ampuero Amelia S. Simpson en Detective Fiction from Latín America. London and Toronto: Associated University Press, 1990: «The socialist detective fiction that emerged in Cuba in the last fifteen years represents a major development in the history ofthe genre and Cuban literature and cultuize,>> p. 97. Carlos Ripoll. «The Cuban Scence: Censors and Dissenters» Partisan Review/4. http://www.eddosrios.org/obras/politca/censors_dissents.htm p. 6 of 10. Este tipo de novela detectivesca, enfatiza la eficiencia y honestidad de la policía del estado y el carácter ejemplar de sus detectives, estímulo de prevención de aquellos actos que van en contra de la sociedad y de sus gentes. El argumento de estas novelas gira alrededor del esfuerzo de los detectives para erradicar la delincuencia en la isla, como así también la lucha contra la infiltración de los espías de la CIA, o de los elementos contrarrevolucionarios de afuera. 403 -1 .. Centro Virtual Cervantes

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La función del bolero en Boleros en la habana de Roberto Ampuero

Gioconda Marún FORDHAM UNIVERSITY

CINCO AÑOS DESPUÉS DE la publicación de Boleros en la Habana de Roberto Ampuero aparece Nuestros años verde olivo (1999), memoria ficción inspirada en los años que Ampuero vivió en Cuba, después de dejar Chile durante el régimen de Pinochet. En esta obra menciona que el género policial cubano es «quizás el principal aporte de la Revolución a la literatura latinoamericana» 1

.

Este género policial, que nació en Cuba en 1971 con Enigma para un domingo de Ignacio Cárdenas Acuña, inaugura una nueva forma de novela detectivesca socialista y revolucionaria, alejada del culto a la violencia, al sexo, al sensacionalismo que caracteriza al género en los países capitalistas2

Aunque las novelas detectivescas de Ampuero, ¿Quién mató a Cristián Kusterman? (1993), Boleros en La Habana (1994) y El alemán de Atacama (1996), se inspiran en parte en este género policial socialista, se acercan más a la nueva novela policial cubana surgidas a partir de 1991, por la crítica al sistema castrista y la desconstrucción de los mitos del socialismo.

Me concentraré en este trabajo en Boleros en La Habana, novela polifónica, por representar no sólo un claro exponente de la actual tendencia del género detectivesco chileno, sino también por formar parte de un nuevo subgénero de la literatura latino-americana postmodemista, la denominada novela bolero en la que el bolero y sus canciones, crean una nueva intertextualidad dirigida no ya al lector culto, sino al imaginario sentimental del pueblo que se identifica fácilmente con esta música.

1 Roberto Ampuero, Nuestros años verde olivo. Chile: Planeta, 1999. p. 120. Coincide con Ampuero Amelia S. Simpson en Detective Fiction from Latín America. London and Toronto: Associated University Press, 1990: «The socialist detective fiction that emerged in Cuba in the last fifteen years represents a major development in the history ofthe genre and Cuban literature and cultuize,>> p. 97.

Carlos Ripoll. «The Cuban Scence: Censors and Dissenters» Partisan Review/4. http://www.eddosrios.org/obras/politca/censors_dissents.htm p. 6 of 10. Este tipo de novela detectivesca, enfatiza la eficiencia y honestidad de la policía del estado y el carácter ejemplar de sus detectives, estímulo de prevención de aquellos actos que van en contra de la sociedad y de sus gentes. El argumento de estas novelas gira alrededor del esfuerzo de los detectives para erradicar la delincuencia en la isla, como así también la lucha contra la infiltración de los espías de la CIA, o de los elementos contrarrevolucionarios de afuera.

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Novela detectivesca La novela transcurre alrededor3 de 1991, en cuatro escenarios, Chile, La Habana,

Miami y Uruguay, trascendiendo los límites nacionales chilenos para tender así una red internacional conectada con el narcotráfico en Hispanoamérica. El personaje principal Plácido del Rosal, chileno, cantante de boleros, pide los servicios del detective cubano Cayetano Bmlé, porque ha encontrado inesperadamente un portatrajes en su maleta con medio millón de dólares. El trabajo de Bmlé será averiguar a quién pertenece el dinero.

Muchos de los personajes del género detectivesco se repiten aquí. El detective Cayetano Brulé, intuitivo, agudo, que analiza y descubre pistas recónditas; un ayudante, Suzuki, japonés chileno; los procedimientos de indagación, búsqueda de pistas, análisis y estudio de las situaciones. Sin embargo hay elementos nuevos en la caracterización de este detective que se alejan de la novela tradicional. Cayetano Bmlé no es un amateur sino que ha obtenido su «diploma de detective de un instituto de estudios a la distancia de la Florida» (16). No representa una elite sino al proletariado latinoamericano empobrecido, que no gana lo suficiente para poder pagar la cantidad de deudas, y el alquiler de su oficina. Tiene un coche viejo «Lado», que se para en la mitad del camino, su ropa es gastada y ajada, hasta tal punto que su gabardina es lo único que le dejan «los cogoteros» que le roban en Valparaíso, porque no se puede hacer nada con ella.

Los años de la dictadura militar en Chile fueron sombríos para él porque era sospechoso para los militares, por ser cubano de La Habana y para los izquierdistas, por ser cubano de Miami. Fue testigo de los últimos años de Salvador Allende (1970-1973), de los enfrentamientos callejeros, del desbatecimiento, y del caos hasta su caída con el golpe militar que llevó a Pinochet al poder (1973). Cayetano recordaba «el golpe militar, los tiroteos y los muertos en la calle, los desaparecidos, el inicio del exilio de tantos» (15).

Al descubrir el detective que el diputado chileno Cástor Michea y su hijo Boby están involucrados en el narcotráfico, el diputado niega toda intervención ya que el administra-dor de la sociedad es el hijo. Boby va a la cárcel al encontrarse en su casa más de 15 bolsas de droga. Cuando el detective le dice a Boby «confío en la justicia chilena, pienso que la situación suya es muy complicada» éste le contesta: «Como buen gringo es ingenuo y como cubano conoce la corrupción.» (232), finalmente Boby queda en libertad incondicional, al declararse inocente y víctima de una organización internacional.

Hay en la novela un perspectivismo múltiple completado al final cuando conocemos realmente la verdadera personalidad de Plácido del Rosal, no sólo cantante de boleros sino también implicado en el narcotráfico convertido en un criminal que mata a su más íntimo amigo. Sin embargo, el detective cubano no se pliega a la corrupción que permea Chile, sino que resulta ser una figura ejemplar. A pesar de su pobreza, no acepta el dinero con que Plácido del Rosal quiere comprarlo para que no lo denuncie a la policía.

Se advierte en la novela una «multiplicidad de puntos de vista dictada por la múltiple

3 No hay indicación precisa del año 1991, el que deducimos de los 20 años de Cayetano en Chile, después de su arribo al país alrededor de 1971. Roberto Ampuero, Boleros en La Habana. Chile: Planeta Chilena, 1994, p. 12. Todas las citas se hacen en el texto por esta edición.

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naturaleza de sus sujetos humanos» 4. Plácido del Rosal adopta miméticamente diferentes nombres según va huyendo, Romeo Alegría, Plácido Rosales, Angelito King Cubillas, Raúl (Toro) Covarrubias, naturaleza proteica que refleja la fragmentación y la descentralización de este sujeto postmodemista, que no puede vivir económicamente de sus boleros y es atrapado por el dinero fácil del narcotráfico. Plácido se debate entre la nostalgia romántica del pasado, los boleros, y las necesidades del capitalismo imperante. Al final va a la cárcel y allí muere en una reyerta de la cárcel de Valparaíso.

La simulacra5 es el procedimiento del discurso usado frecuentemente por los políticos, la televisión, los anuncios comerciales, que produce y crea otra realidad. La novela detectivesca adopta este procedimiento que convierte la verdad, las referencias l las causas objetivas en valores estratégicos fácilmente reemplazables o cambiantes , perdiendo así su valor absoluto.

Ejemplo de simulacra en la novela es el discurso del diputado chileno Cástor Michea. Mientras él vende la imagen de padre ejemplar, excelente marido y empresario, Dunia, su mujer, está dispuesta a dar una conferencia de prensa que revelaría su vida íntima, sus mujeres, y que arruinaría su carrera política. Finalmente Dunia aparece sospechosamente muerta en un hotel (164-67). En el sepelio de Dunia el diputado pronuncia un discurso, simulacra, simulación de una realidad falsa que oculta la verdad de su vida con Dunia.

Boleros en La Habana evalúa históricamente esta experiencia de la postmodemidad y de la civilización actual en Chile, para reflejar un país controlado por la burguesía y sus leyes, contaminado por el narcotráfico. Frágil democracia conseguida después de 17 años de dictadura militar, oscurecida por negociados políticos en que la justicia y su ley absuelven a los grupos de poder.

Chile aparece como un país con una democracia de lata, donde los antiguos males, las componendas políticas, el narcotráfico, la falsedad de sus políticos, los privilegios y exenciones de la burguesía, dejan sin resolver la pobreza y alienación del proletariado que lucha por sobrevivir y pagar sus deudas.

Novela bolero La denominación de la novela bolero se origina en Venezuela a partir de la década

del 80 cuando un grupo de críticos establecen la conexión entre el bolero, la música popular, y la literatura. Quizás el primero que creó esta denominación fue el venezolano Juan Carlos Santaella en un artículo publicado en 1990,7 pero fue el mexicano Vicente Francisco Torres, autor de La novela bolero latinoamericana (1998), quien difunde el

4 Robert Alter, «Mimesis and the Motive for Fiction». Motives far Fiction. Cambridge, Lond§>n: Harvard Univ. Press, 1984, p. 18.

Jean Baudrillard, «The Precession ofSimulacra.» Simulations. Trad. Paul Foss, Paul Patton, and PJiilip Beitchman. New York: Semiotext(e), 1983., pp. 1-79

Jon Thompson, Fiction, Crime and Empire. Clues to Modernity and Postmodernism. Urb<l9a, Chicago: Univ. ofillinois Press, 1993. p. 158.

Juan Carlos Santaella, «El bolero novela», El Nacional. Papel literario, 28 de enero , 1990, 6. Es importante mencionar también la obra de otro venezolano, Rafael Castillo Zapata, Fenomenología del bolero (1990).

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término. Este llamado subgénero abarca todas las obras cuyas raíces están en la cultura popular y su música, y en la cuales el bolero no sólo es parte de la historia sino también del discurso, intertextualidad que permite resonancias sentimentales, estéticas y musicales en el lector.

Aunque la presencia del bolero dentro de la literatura se remonta a las obras de Puig8

, el auge de la novela bolero se produce a partir de los 80 como lo evidencian los títulos: Tiempo de bolero del puertorriqueño José Luis Vega, Bolero (1986) del cubano Lisandro Otero, que es un homenaje al cantante cubano Benny Moré, Bolero memorias de amor y sexo (1988) del venezolano Roberto Mirone, La importancia de llamarse Daniel Santos (1988) de Luis Rafael Sánchez, inspirada en el cantante de bolero puertorriqueño Daniel Santos, Parece que fue ayer (1991) del venezolano Denzil Romero, para mencionar algunas9.

El primer bolero nació en Santiago de Cuba en 1885, «Tristezas» de José «Pepe» Sánchez, luego se transforma levemente al entrar a México a través de Yucatán, y desde aquí se propaga por Latinoamérica. Difiere del bolero español, que también nació en el siglo XIX, por su compás 2/4 en vez del% del español, y parece ser el producto de varios ritmos: la contradanza franco-africana originaria de Haití y el danzón, baile nacional cubano, por lo tanto la influencia africana es evidente.

Se comprende así por qué Fidel Castro le pidió al bolerista cubano Benny Moré, quien había apoyado la revolución, que actuara durante la campaña de alfabetización en Varadero, luego lo haría en Playa Girón para recaudar fondos y comprar armas. 10

. Por lo tanto el bolero fue aplaudido por la izquierda, por la homogeneización que barre todas las diferencias sociales. Función social del bolero que por su popularidad durante los años 50, forma parte del imaginario musical sentimental del contexto cultural latinoamericano. En Cuba el bolero se propagó rápidamente en la clase marginada, clase social rechazada por la burguesía, porque era portador de un lenguaje directo, sencillo, que hipnotizaba al receptor al despertar exageradamente los sentidos.

Boleros en La Habana está dividida en tres partes cada una lleva como título el título o la letra de boleros. La primera parte: «Soy el cantante del amor» es la primera línea del bolero «El cantante del amor» de Mariano Mercerón. En esta parte se presenta a Plácido Rosales como cantante de boleros, que se enamora de la hermosa mulata Paloma Matamoros, la bailarina principal del Club Tropicana. Este famoso club nocturno de La Habana, se inauguró en 1940 y fue conocido mundialmente por sus extraordinarios espectáculos convirtiéndose en el referente de los clubes nocturnos usado en la literatura.

~ Boquitas pintadas (1969), El beso de la mujer araña (1976), Pubis angelical (1979) Otras novelas: La última noche que pasé contigo (1991) de la q1bana Mayra Montero,

Cicatrices del bolero (1996) de Enrique Blanc, Bolero (1997) de Pedro Angel Palou, Toda una vida (1998) de Martha Cerda, Compadre lobo (1975) de Gustavo Sainz, Ella cantaba boleros de Guillermo Cabrera Infante, y Te trataré como una reina (1983) de la española Rosa Montero. Otros géneros: cuento, Desacato al bolero (1994) de Alejandra Basualdo; teatro: El día que me quieras (1990) de José Ignacio Cabrujas, A 2.50 la cuba libre (1992) de Ibrahim Guerra, Las cosas simples bolero (1997) de Héctor Mendoza; poemas: Ofrendas en el altar del bolero (1981) de Juan Gust~'t)º Cobo Borda, Tiempo de bolero (1985) de José Luis Vega.

Vicente Francisco Torres, La novela bolero latinoamericana. México: Coordinación de difusión cultural UNAM, 1998. p. 126.

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Así aparece en Pubis angelical de Puig, en la novela de la española Rosa Montero, Te trataré como una reina y en La importancia de llamarse Daniel Santos de Luis Rafael Sánchez, en donde el Club es «la Divina Comedia del cubaneo» 11

Algunos capítulos de esta parte llevan como epígrafes títulos o letras de boleros: el 10 («María Elena» de Lorenzo Barcelata); en el 14 («Silencio» de Rafael Hemández), mientras Plácido cantaba «Pasión Tropical» de Osvaldo Farrés en la Plaza Zapata de La Habana, tiene lugar el primer encuentro con Paloma. En el capítulo 21 el epígrafe es «Tres palabras» de Osvaldo Farrés, Plácido se ha dado cuenta de que ama a Paloma (las tres palabras del bolero son «cómo me gustas»)

La segunda parte del libro se titula «Usted es la culpable» que es una línea del bolero«Usted» de Ruiz y Zorrilla. En esta parte Plácido es testigo de los amores de Paloma con otros hombres. Los siguientes epígrafes reflejarán el dolor y la desilusión de Plácido cuando descubre que ha sido engañado por Paloma: «La barca» de Roberto Cantora!, «Hipócrita» de Carlos Crespo, «Tú me acostumbraste» de Frank Domínguez, «Perfidia» de Alberto Domínguez, «Noche de ronda» de Agustín Lara y «Esta tarde vi llover» de Armando Manzanero.

En la tercera parte titulada« Y o guardo tu saborn que es una línea del bolero «Sabor a mí» de Alvaro Castillo, Plácido descubre a Paloma, después de mucho tiempo sin verla, en el Tropicana con el suizo, su nuevo amante, quien pertenece a la organización del narcotráfico chileno y persigue a Plácido. Esto sucede precisamente cuando está cantando «Por qué ya no me quieres» de Agustín Lara. La letra de este bolero le permite a Plácido un diálogo sin respuesta con Paloma que lo escucha desde la sala. La identificación de Plácido con la letra de boleros, se observa una vez más cuando ya de regreso a Valparaíso, llama a Cayetano Brulé, y le confiesa que Paloma es una mala mujer que lo traicionó: «Mala mujer, no tiene compasión-agregó entonando el son de Morrillas y Carmona-¿Conoce esa canción de la Sonora Matancera?» (242). Alude aquí a una famosa orquesta cubana.

Estas canciones románticas permiten a Plácido escapar de la sombría realidad, una de las características del Kitsch romántico12

. Este tipo de kitsch, el que ha sido denominado el «dulce kitsch» o el «tipo sacarina» (Calinescu, 236), diseña la vida de Plácido del Rosal. Los boleros van punteando los principales acontecimientos de su relación amorosa con Paloma y en varias ocasiones trascienden su lugar en los epígrafes para convertirse en la voz de Plácido, cuando habla con otros personajes. Estos epígrafes de los boleros tienen una función mimética ya que ayudan a la caracterización del personaje, su mundo interior, su fondo sentimental.

Desde este punto de vista el bolero cumple, por un lado, una función de idealización del tema del amor y la pasión y, por otro lado, de refuerzo o duplicación, según las define

11 Luis Rafael Sánchez, La importancia de llamarse Daniel Santos. Hanover: Ediciones del NortÍ'21989. p. 45.

«The desire to escape from adverse or simply dull reality is perhaps the main reason for the wide appeal ofkitsch» Matei Calinescu, Faces of Modernity: Avant- Garde, Decadence, Kitsch. Bloomington and London: Indiana University Press, 1977. p. 237.

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Umberto Eco 13. Para Plácido del Rosal, que «se había enamorado como un adolescente»

(p. 60) a pesar de sus 50 años, el bolero le permite mezclar «inflexiones desgarradoras, combinado sentimientos de incertidumbre, de nostalgias y desamores, evocando recuerdos íntimos» (p. 97)14

. Por la función narcótica del bolero (función de idealiza-ción), Plácido alivia momentáneamente las tensiones del drama de su vida: perseguido por una organización de narcotráfico por haber escapado de Chile con el dinero. Así mismo el bolero, función de duplicación o intensificación, le suscita disposiciones emotivas excitantes, incluidas las eróticas, casi irrealizables por su edad y aspecto15

.

Es apropiado anotar que esta doble función de la canción popular, de idealización y de intensificación de la realidad cotidiana, también la vive en ciertos aspectos Paloma. Cuando en el Tropicana escucha el bolero «Quiéreme mucho» cantado por Plácido, éste no imaginó «que el bolero había suscitado viejos y febriles recuerdos en el alma romántica de Paloma» (p. 98). Fue con este bolero cuando ella se entregó a su único y primer amor, el soldado ruso Yuri Simonov precisamente cuando Leo Marini sollozaba, «quiéreme mucho amor mío, que amante siempre te adoraré» (98). Paloma«[ n ]unca más vio al soldado» pero no abandonó «la esperanza de que algún día se reuniría con él» (p. 98). Paloma está acá representando a todas las mujeres de los años 50 que soñaron, fueron seducidas y amaron al ritmo del bolero.

Tanto Plácido como Paloma escogieron el bolero, «porque la cultura actual no les ofrece alternativas posibles, o sea productos capaces de estimular reacciones análogas de modo más critico y complejo» 16 Estos efectos de narcosis y de excitación vividos gracias a la resurrección del bolero, que en la década de los cincuenta en Cuba había contado con boleristas gloriosos17

, permite el regreso a un pasado no marcado por regímenes stalinistas de opresión y de falta de libertad. Que esta vuelta al pasado ocurra precisamen-te en Cuba-Plácido no había triunfado cantando boleros cuando vivía en Chile-permite además una doble lectura si se recuerda que la narración tiene lugar alrededor de 1991.

En Nuestros años verde olivo, Ampuero define su rechazo visceral de toda Cuba, «isla varada en el tiempo» donde «gobernaba el mismo presidente con su partido, se comía el mismo arroz ... y resonaba por las radios la misma música» 18

. Luego, el escuchar «la misma música» de siempre, en este caso el bolero, se estaría aludiendo al estanca-miento y aislamiento cultural que debe vivir el pueblo cubano durante el régimen castrista. Lenguaje representativo de la generación de los años 50, de allí el anacronismo

:! Umberto Eco, Apocalípticos e integrados. Barcelona: Lumen, 1999. pp. 277-80. Sobre el lenguaje amatorio del bolero véase Iris M. Zavala, Historia de un amor. Madrid:

CeleSfr Ediciones, 2000. La primera y única vez que Plácido tiene el encuentro sexual tan soñado sólo lo logra

gracias a que es sabiamente reanimado por Paloma, él mismo «reconoció y contempló de soslayo su propio pecho fláccido y sus piernas enclenques, y le regocijó que la mulata de fuego lo aceptara y qui~j,ese como era» p.127.

17 U. Eco. Apocalípticos. op. cit. p. 280. «Y su emoción se acrecentaba al imaginar que en la década del cincuenta, sobre esas

mismas tablas, habían actuado figuras de la talla de Beny Moré, Bola de Nieve, Eddie Gormie, Leo Marini, Los Panchos, Los Duendes, Los Tres Ases, Lucho Gatica, Nat King Cole y el intérprete a quiy!f más admiraba , el fabuloso Bienvenido Granda.» (p. 53)

Roberto Ampuero. Nuestros años verde olivo. Chile: Planeta, 1999, p. 163.

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que está reflejando la novela de Ampuero, en la cual el bolero es todavía una canción popular en los años 90 en Cuba. Tanto el bolero como Cuba no responden al occidente moderno por ser ambos ajenos a la novedad, a los nuevos ritmos o dictados estéticos. Desde este punto de vista, el bolero es la imagen metonímica de Cuba, es la fuerza centrípeta, que esgrime un lenguaje mitificador, unitario, centralizado, que neutraliza las diferencias. Texto sincrónico, clásico, quieto, de «acumulaciones eróticas», que evita el d l . 19 esp azam1ento .

El bolero, como el discurso del gobierno, esgrimen un lenguaje nacionalista, homogéneo que unifica las diferencias, «palabras que fundan un espacio cultural colectivo, y son capaces de despertar las plurales voces que coinciden en ese espacio»2º Proceso de homogeneización social y cultural que permite a los artistas populares penetrar en el mundo de los que no son hijos del barrio, de los no marginados. Este lenguaje amoroso, que como se ha visto en los boleros que canta Plácido del Rosal, gira alrededor del deseo, plenitud, desengaño, ruptura, renuncia y nostalgia de la relación amorosa, se convierte en muchos casos en una búsqueda y una insuficiencia que objetiva el deseo del enamorado.

En conclusión Boleros en La Habana ofrece una función desmitificadora del presente. Hispanoamérica se debate entre falsas democracias con resabios de militarismos y de burguesías que retienen el poder económico, o dictaduras como la de Castro en Cuba, que ha creado un país empobrecido detenido en el tiempo del bolero, con habitantes que luchan por su libertad, se venden a los dólares extranjeros para no morir de hambre, o intentan escapar a Miami en balsas precarias21

. Ampuero se vale del género policial porque le «permite aventurarse por las dictaduras de izquierda o derecha», como él ha declarado, es decir «plantear problemas y temas que con la novela tradicional» no puede «enfrentar a menos que pasen muchos años»22

19 Me auxilio aquí de las definiciones dadas por Frances Aparicio y Luis Rafael Sánchez. Frances Aparicio. «Entre la guaracha y el bolero: Un ciclo de intertextos musicales en la nueva narrativa puertorriqueña.» Revista Iberoamericana. 162-163. Enero-junio 1993, p. 74. L. R. Sánc~0z, La importancia ... p. 104.

21 Gisela Rovero Kozak, Rebelión en el Caribe hispánico. Caracas: La Casa de Bello, 1993. Al final de la novela Paloma Matamoros y su hijo Sasha, «lograron embarcarse finalmente

en una balsa atestada con vecinos de la cuartería. La cual volcó en el estrecho de la Florida y una mañ~ de sol radiante encalló vacía en las arenas de Key West» (p. 262).

Belkis Cuza Malé, «Los años verde con Roberto Ampuero» Linden Lane Magazine, XX, primavera-marzo, 2001, p. 21.

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