La Filosofía Del Siglo Xx
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7/26/2019 La Filosofa Del Siglo Xx
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La flosoa del siglo xx.Del narcisismo a laresponsabilidad?por Carlos ThiebautHIT!"I# D$ L# %IL!!% $' $L I(L! ))CH"ITI#' D$L#C#*+#('$+ennsula, -arcelonaTrad. de (onal *a/o olsona
012 p3gs. 0.242 ptas.$L %IL5!%! 6 L# *$*!"I# D$L I(L!.T!L$"#'CI#, LI-$"T#D 6
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94: p3gs. 9.9;9 ptas.
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Pensar, en 1999, sobre el pensamiento del siglo XX fuerza a un
ejercicio de distancias que tiene algo de contradictorio o de tenso:
hemos de hablar de nosotros mismos en tiempo pasado, como si
nosotros mismos hubiramos concluido. Nos fuerza a cerrar captulos
que hasta ahora mismo creamos en marcha. !uien esto escribe, "
probablemente muchos de sus lectores, se form# en el $ltimo tercio "
pico del siglo entre los paradigmas que ahora han de ser historiados "
por ello, puesto a secuenciarlos, ha de %erse a s mismo como un
fen#meno datable e inscribible en la secuencia de lo "a acontecido.
&uriosamente, ese ejercicio de distancias 'aparentemente parad#jico'
no es tan imposible como pareciera a poco que se intente. (os dos
libros que se comentan, el de )elacampagne con la alcanzada
pretensi#n de objeti%idad " completitud del obser%ador " el de
*libans+" como una narraci#n en primera persona, consiguen la mirada
http://www.revistadelibros.com/autores/1042/carlos-thiebauthttp://twitter.com/share?original_referer=/&source=tweetbutton&text=%C2%ABLa+filosof%C3%ADa+del+siglo+xx.+%C2%BFDel+narcisismo+a+la+responsabilidad%3F%C2%BB+de+Carlos+Thiebaut&url=http://www.revistadelibros.com/articulos/la-filosofia-del-siglo-xx-delacampagne-y-klibanskyhttp://twitter.com/share?original_referer=/&source=tweetbutton&text=%C2%ABLa+filosof%C3%ADa+del+siglo+xx.+%C2%BFDel+narcisismo+a+la+responsabilidad%3F%C2%BB+de+Carlos+Thiebaut&url=http://www.revistadelibros.com/articulos/la-filosofia-del-siglo-xx-delacampagne-y-klibanskyhttp://www.revistadelibros.com/autores/1042/carlos-thiebaut -
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de la distancia e inducen, me atre%era a decir, cierta liberaci#n del
espritu: remiten, cada uno a su manera a una definici#n del presente "
a sus problemas. (os dos, cada uno a su manera, ele%an acta de los
a%atares filos#ficos del siglo. l primero alza cartografas " se esfuerza
por ubicar los detalles en grandes momentos o ejes temporales- elsegundo suministra la mirada de quien se historiza a s mismo " a sus
encuentros, a sus conocidos. i en el primero /aspers o 0eidegger son
hitos de corrientes, en el segundo son des%adas imgenes de maestros
o antimaestros. s la l#gica distancia entre la mirada cientfica e2terna
" el relato del testigo. 3 pesar de las diferencias, ambos insisten, al
final, en una consideraci#n sobre los problemas actuales de la filosofa
que es sorprendentemente similar, que tiene tonos ticos " polticos "
que parece entenderse como el legado de preguntas pendientes al
nue%o siglo: 4c#mo ser posible la con%i%encia en un mundocrecientemente $nico " crecientemente di%erso5 )elacampagne nos
habla de c#mo en el siglo se ha ido fraguando el debate entre el
uni%ersalismo de la raz#n " el relati%ismo de las culturas- *libans+"
propone que el ejercicio de la tolerancia requiere la lucidez, no siempre
alcanzada, de los pensadores. 3mbos, en suma, conclu"en sus miradas
sobre el siglo con una propuesta fundamentalmente tica respecto al
papel de la filosofa.
Pero esa mirada tica no fue caracterstica central del siglo. 6s bien,tanto en la teora como en la realidad, cabe constatar su sorprendente
ausencia. 0ablemos, pues, de la tica como filosofa moral, como
refle2i#n filos#fica sobre lo que es da7o, " lo que debemos e%itar, "
sobre lo que es justo " debemos alcanzar e indaguemos por qu esa
refle2i#n no tu%o la importancia que ahora parecemos concederle.
&on%iene detenerse a considerar por qu esas refle2iones han estado
ausentes en la filosofa del siglo, al menos en su primera mitad "
probablemente hasta que la hecatombe de 3usch8itz " la del ulag "
n#tese que toda%a no sucede igual con 0iroshima; penetran comoespadas en la conciencia moral de los ciudadanos en forma de una
e2periencia de horror absoluto que incita un repudio tambin absoluto
" por ello moral;. Para ello habremos de delinear cosas aparentemente
distintas. )elacampagne nos presenta la filosofa de esa primera mitad
del siglo con un esquema adecuado " es necesario agradecerle su
precisi#n " detalle no menos que la atenci#n ms infrecuente de lo
deseado en la filosofa gala; al panorama mundial lase occidental; de
las filosofas anglosajonas " alemanas. Nos relata que las primeras
dcadas 'con las herencias paralelas de 0usserl " de
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programas l#gicos con distinto sentido del trmino en ambas
corrientes; que, piensa el autor, reincidan en el intento de poner al
pensamiento en la %a segura de la ciencia. e apo"a )elacampagne
$tilmente sobre te2tos originales " tambin sobre buenos estudios
pre%ios que, como el de 6ichael )ummett, han ido desbrozando elcamino1. 0abra que notar, no obstante, que esas dos escuelas, las
mismas que han condensado dos tradiciones que se han estado dando
la espalda hasta a"er mismo, producan distintas actitudes ante la
ciencia: ha" un repudio sistemtico a las ciencias positi%as bajo la
guisa del rechazo de su autoconcepci#n positi%ista; en el programa
fenomen#logico=e2istencial pues el e2istencialismo es, a pesar de sus
rebeliones, parte de ese mismo programa; " un simtrico repudio de la
filosofa de la metafsica; en quienes siguieron el pro"ecto analtico
primero atomista l#gico, luego positi%ista l#gico, etc.;. i los anlisisde la raz#n filos#fica de los primeros quedaron segregados de la
racionalidad cientfica, los de los segundos produjeron una ceguera
tambin simtrica: la tica fue, para aquella filosofa analtica s#lo
metatica del tipo de 4qu hacemos cuando enunciamos >esto es
bueno?5, etc.;. (a tica normati%a el proponer normas " el juzgar
conductas; quedaba en el reino de lo ine2presable o indecible
filos#ficamente: un nue%o reino del silencio. sa doble ceguera 'la de
la racionalidad cientfica " la del silencio tico' configura gran parte del
gran pensamiento filos#fico hasta la segunda ran uerra " ese hechomerecera la pena de ser resaltado, tanto ms porque de l han
dependido los respecti%os a%atares de las dos corrientes. @ no s#lo eso:
la refle2i#n tica del final del siglo no parece encontrar antecedentes en
su comienzo " tal %ez ha"a de plantearse contra gran parte de aquellos
orgenes. Pero 4por qu la ausencia de la tica en aquel momento5
(os da7os " los males repudiables, que configuran la tica " la
requieren, se hicieron presentes, se estaban haciendo presentes, con
tal brutalidad que no caba retirar la mirada: primero, la ran uerra
que destru"# todos los mundos de %ida europeos- despus, la inmensaconciencia de la barbarie absoluta del 0olocausto. (a primera de esas
crisis fuerza a lo que )elacampagne llama las filosofas del final,
pensamientos que declaran concluido un mundo el de la roma
comprensi#n cientfica del mundo para unos, el de la infatuada
comprensi#n metafsica del mundo para otros; " e2ploran la condici#n
desasistida de la e2istencia humana. n tal desgarramiento el del
primer e2istencialismo alemn " el del $ltimo e2istencialismo francs,
por ejemplo; la condici#n humana tiene impulso tico, pero carece de
teora o sistema moral: no ha" racionalidad prctica " normati%a. Aal%ez )elacampagne pudiera haber acentuado que parece haber un
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inmenso error de perspecti%a en esos diagn#sticos del final: todos
conciben los da7os acaecidos como producto de una enfermedad
filos#fica respecti%amente la ciencia o la metafsica; que habra que
curar tambin filos#ficamente. Aodas las filosofas del momento tienen
un cierto aire teraputico algunas siguen insistiendo a$n en tal papelde mdicos o sanadores, cuando no de curanderos; contra los males
que, se diagnosticaba, producan los otros fil#sofos. Por ello mismo,
podemos sospechar un cierto narcisismo filos#fico en los diagn#sticos
que, hasta el medio siglo, realizaban las corrientes hegem#nicas: los
males del mundo son los males del mal pensamiento. 0asta ahora
hemos hablado de los >continentales? " los >analticos? una mala
clasificaci#n, mu" usamericana " britnica, porque los analticos eran
tambin continentales:
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refle2i#n poltica " moral sobre el siglo alcanzase algunos %uelos las
desgarradas denuncias de /aspers, el republicanismo de 3rendt, el
liberalismo de Popper, por ejemplo;. s decir, tendr que entrar a
chorreones la historia para que conclu"a el narcisismo filos#fico.
Podra pensarse que este diagn#stico, que intentaba inquirir sobre laceguera tica de parte del siglo, es en e2ceso e2terno " que con l
hemos e%itado el relato pormenorizado de las discusiones filos#ficas "
que con la grande polvareda perdimos a don Beltrn. No cabe ni en
relato general, como el de )elacampagne, ni en memorias personales;
entrar en anlisis que pormenoricen posiciones " detalles " que,
aunque iluminan los perfiles, corren el peligro de comprender la historia
de la filosofa como la e2posici#n de los sistemas de los fil#sofos- no
cabe tal cosa, pero s pueden arriesgarse algunas hip#tesis 'internas a
la filosofa " a sus a%atares' que caminan, creo, en el mismo sentido.Hndicbamos que )elacampagne " *libans+" conclu"en sus respecti%os
relatos con la demanda de una argumentaci#n tica " poltica que
proponga formas de la con%i%encia de los distintos en un mismo
espacio global- tales son sus r$bricas respecti%as del
relati%ismoMuni%ersalismo " de la tolerancia. 4mo se han presentado
esos temas, o lo que a ellos les sub"ace, en el siglo filos#fico5 3unque
no han estado, hasta el final, presentes como preguntas ticas, cabe
sugerir que anidaban como un problema epistemol#gico " ontol#gico
desde el comienzo. ugiramos que estaban presentes por medio de unaconcepci#n sobre el lenguaje " sobre sus relaciones con el mundo. l
>giro lingstico? de la filosofa contempornea tiene races en el
diecinue%e3, pero se configura en el %einte con algunas tesis de fondo
que recorren todo el pensamiento del siglo a lo largo " ancho " que
estn presentes en muchas de sus corrientes con una asombrosa
similitud a la que no se ha prestado suficiente atenci#n. Ares de esas
tesis seran las siguientes: que el anlisis del pensamiento ha de
hacerse como anlisis delMde los lenguajes en los que se formula sta
es, por antonomasia, la r$brica del giro lingstico como lugar com$nde casi todos;- que el significado de nuestras palabras " enunciados
tiene un carcter holista- " que el lenguaje configura, as, el mundo
que %i%imos " que conocemos o, dicho de otra manera, que el lenguaje
abre " crea mundos de tal manera que no e2iste acceso a la realidad si
no es por medio del lenguaje. stas tres tesis %an desarrollndose,
di%ersa pero sistemticamente, en distintas posiciones " corrientes,
ms all de sus aparentes diferencias " distancias ms all de sus
odios " desprecios mutuos;. Keamos un par de ejemplos. Gn lugar
can#nico de la tercera tesis 'que el mundo est configurado en ellenguaje' seran el atomismo l#gico de Oussell " el primer Bittgenstein
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donde la segunda tesis est, no obstante, desdibujada; " esa misma
tercera tesis incorporada "a la segunda; es el eje del segundo
Bittgenstein. Pues bien, tambin esas tres tesis aparecen
absolutamente presentes en el 0eidegger posterior a su Kehre, a su
cambio, al hilo de los a7os treinta ", tras l, en la hermenutica deadamer, por ejemplo. Pero tambin en las generaciones siguientes se
repite el paralelismo: el holismo " la >realidad s#lo en el lenguaje? se
hacen presentes en la larga, " a %eces no reconocida, herencia del
segundo Bittgenstein tras del rechazo de su primer atomismo l#gico, o,
como otra forma de rechazo del positi%ismo, en el paradigma de la gran
filosofa analtica de la segunda mitad del siglo, en !uine. s decir,
encontramos sorprendentes similitudes en la manera de concebir las
relaciones entre el pensamiento " el mundo en corrientes tan
aparentemente antag#nicas como la filosofa analtica de !uine " lahermenutica de adamer: hemos de analizar globalmente,
holistamente, el pensamiento que se e2presa en las teoras cientficas
dir !uine; " las culturas dir adamer; " cada una de ellas configura
su propio mundo dir este $ltimo;, su propia ontologa dir el
primero;. Gn problema inmediatamente deri%able de ello es c#mo
traducir unos lenguajes a otros, unas culturas a otras, unas teoras a
otras. i acentuamos en e2ceso su distancia, su inconmensurabilidad,
habremos de acabar suscribiendo una concepci#n relati%ista: cada
%erdad en su teora, cada significado en su lenguaje, cada mundo en sunicho conceptual " lingstico. (a imposibilidad o, en tono menor, la
dificultad; de la traducci#n es un tema que atra%iesa el siglo: Balter
enjamin, !uine o adamer 'E" notemos cuntas distancias
intelectuales les separanF' generan potentes teoras al respecto "
)a%idson, tras !uine, o el mismo adamer se esfuerzan en encontrar
una salida: el principio de caridad presuponerle masi%amente la
%erdad al otro; en el coherentismo de )a%idson o la fusi#n de
horizontes de la hermenutica, con la idea no menos coherentista de la
comprensi#n del otro o de lo otro. (a historia podra seguir, pero no escuesti#n de e2cesi%o detalle ahora, porque lo que interesa es indicar
que la sombra del giro lingstico se e2pande por el siglo no s#lo en el
lugar epistemol#gico en que se plante#, sino tambin en multitud de
caminos lingsticos, cientficos, cientfico=sociales, hasta los morales "
polticos con los que )elacampagne " *libans+" conclu"en. Porque cabe
sugerir ahora que la pregunta final que los dos presentan es, tambin,
estructuralmente similar: 4c#mo buscar lenguajes normati%os que,
reconociendo la di%ersidad de sus significados " sentidos, puedan ser%ir
de puente para que nos entendamos5 4mo ser uni%ersalistas si
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reconocemos las diferencias de las culturas, los lenguajes " las
prcticas5
&on el ttulo >(a raz#n en tela de juicio?, de la $ltima secci#n del libro,
)elacampagne establece un mapa 'tal %ez ms apresurado o ms
desla%azado que el resto de sus e2posiciones' de las co"unturascontemporneas. s ms difcil alzar cartografas de lo inmediato que
de aquello con lo que podemos poner distancias- es casi imposible
ejercitar la tensi#n de la autodistancia.; )e ese mapa quisiera escoger
dos planteamientos te#ricos uno postanaltico, otro post=continental;
que, de nue%o, presentan estructuralmente el parecido de intentar
responder a la posibilidad del uni%ersalismo " que intentan desanudar
la madeja epistmica " normati%a del relati%ismo: las nue%as filosofas
polticas que, en forma de teoras de la justicia, podemos ejemplificar
en Oa8ls " los intentos reconstructi%os del pensamiento post=metafsicode 0abermas. &on estrategias distintas 'pero paralelas en puntos
cruciales', ambas teoras intentan responder a las preguntas
anteriores: Oa8ls nos sugerir que el consenso p$blico sobre supuestos
bsicos permite una teora tolerante, dir; que articula la e2istencia de
los distintos en un mismo espacio p$blico, " 0abermas insistir en que
son las formas de configuraci#n de lo p$blico, de nue%o, lo que permite
entender que presupongamos formas discursi%as de acuerdo racional.
&iertamente, en este caso, como en tantos otros, las diferencias
percibibles de cerca, microsc#picamente, entre las teoras son lo quehace el debate interesante- ", ciertamente, tambin, otras muchas
alternati%as presentes en el debate desde (e%inas a )errida, desde
)8or+in a Oort"; son las que le prestan color. No obstante, insistir,
como aqu hemos hecho, en los paralelismos estructurales puede tener
la %irtud de a"udarnos a pensar mejor las diferencias- porque en un
mundo de totales diferencias no ha" manera, ni siquiera, de pensar las
particularidades.
(os dos ejemplos mencionados, el de Oa8ls " el de 0abermas, pudieranser ndices de un cambio de rumbo de la filosofa del siglo en su $ltimo
tercio o en sus $ltimas dos dcadas. )esde luego, ha" claras
diferencias con las teoras que, hasta el medio siglo, incurran en el
embarramiento de pensar que los males del mundo eran males de la
filosofa. Aanto el constructi%ismo de Oa8ls intentando reconstruir
nuestras intuiciones bsicas respecto a la justicia; como el
reconstructi%ismo de 0abermas que busca construir los supuestos
bsicos del entendimiento racional postmetafsico; se consideran, como
en un tono menor, refle2iones filos#ficas sobre algo que acontecetambin al margen de la filosofia. l de Oa8ls se llama un intento
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>poltico? su liberalismo no es un liberalismo tout court filos#fico; " el
de 0abermas se llama un intento >postmetafsico?- ambos son intentos
que caminan al hilo de la e2periencia 'la frgil e2periencia'
democrtica, con inters de iluminar su trasfondo racional para corregir
sus dficits, ampliarla " arrojar luz 'como por medio de un grancontraejemplo colecti%amente construido' sobre las zonas de absoluta
oscuridad que siguen, machaconamente, disipando las ilusiones de que
la humanidad %i%e en el mejor de los mundos o en el mejor de sus
momentos. (a sobria responsabilidad del concepto se hace ms sobria
" ms responsable cuando opera '" creo que eso est presente en
estos dos autores' sobre el trasfondo de sus negaciones. No se trata
tanto de aprender a partir de los desastres del siglo 'aunque tambin'
sino de no reincidir en sus errores. Oefle2ionar sobre el siglo es,
entonces, otra manera de pensar el presente que, bien est recordarlo,aunque toda%a carece de historia, no est a"uno de 4malas5; races.