La experiencia cuenta

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1 cuenta LA EXPERIENCIA AÑO 1 - NUMERO 1

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cuentaL A E X P E R I E N C I A

A Ñ O 1 - N U M E R O 1

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Primeros viñedos y vino de la costa bernalense | De San Juan a Bernal 4 | Palabras 5 | Mi abuelo Mario Juan 6 | El compromiso de Isabel 8 | Querido Bernal 9 | Historias de Familia 10 | Autobiografía 12 | Jóvenes y Adultos 13 | El río según Griselda 14 | La ribera de Quilmes, postales de una época 15 | Con las riendas sueltas 16 | Educación en todos los momentos de la vida 17 | Editorial 19.

La revista LA EXPERIENCIAcuenta nace como correlato de otras actividades y a la vez como espacio autónomo que materializa una necesidad por comunicar.

El proyecto de Extensión Universitaria “Adultos Mayores y Memoria Local a Través de Lenguajes” de la Universidad Nacional de Quilmes pretende crear espacios junto a adultos mayores para poder expresar historias que quedan comúnmente por fuera de las agendas de los medios masivos de comunicación. Los adultos mayores no son a menudo protagonistas de los relatos televisivos, de los programas de radio, de las películas más taquilleras, no son tampoco quienes expresan masivamente sus opiniones mediante las infl uyentes redes sociales virtuales.

En este marco, como docentes, estudiantes, graduados y personal administrativo y de servicios de la universidad pretendemos forjar espacios entre todos, poniendo en acto las competencias que adquirimos en nuestro paso por la Universidad Pública junto con las experiencias pasadas y presentes, además de los diversos conocimientos, que comparten los adultos mayores. De allí que nos hayamos reunido con dos centros de jubilados y trabajemos en conjunto en este proyecto de comunicación alternativa.

En el contexto de la realización de programas de radio, una emisión televisiva, dos muestras fotográfi cas y contenido audiovisual y multimedial

para redes sociales virtuales y blog, les presentamos el primer número de LA EXPERIENCIAcuenta .

En esta edición en papel nos proponemos aunar varias inquietudes. Las ganas de escribir de los participantes, la necesidad de narrar historias mediante textos e imágenes y la posibilidad de explotar las potencialidades del formato y el medio en una práctica entre pedagógica y profesional.

Talladas en palabras, el lector encontrará en la presente revista diversas notas, historias de vidas, curiosidades, personajes que tienen valiosas experiencias para contar y enseñarnos, las cuales creemos deben quedar materializadas, impresas, para que no se las lleve el viento y para volver a ellas cuantas veces queramos. De allí que nos habilitemos este espacio participativo porque creemos apasionadamente que es tiempo de que la experiencia cuente.

#10

#14 #17

EL BARRIO

LA FAMILIA

EL RIO EDUCACION

Norberto Leonardo MuroloDario Fernando RodriguezMaría Rosa Del CotoNatalia Rafaela LacorteMirta Mabel SosaAna María SchandorPaula Maia Jose LuqueMaría Soledad RamírezCristian Antonio GonzálezRocío Inés IluminattiEmiliano Ivan FutejMaximiliano TrottaAilín Agustina RussoFlavia Pamela ZelarayánFlorencia Alejandra VazquezRoxana Elizabeth Bodi (DG)

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Mi nombre es Angela Borrabino, tengo 84 años e integro la comisión del centro de jubilados Rincón de Amigos, lugar en donde me encuentro muy bien y rodeada de muy buenos amigos.

Mi infancia fue muy linda. Con varias amigas nos reuníamos todos los días para hacer toda clase de juegos. En mi barrio había varios terrenos baldíos en los cuales se edificaron muy buenas casas. Allí conocí a Ada, con quien conservamos una amistad de 70 años. Con ella y dos amigas más hablábamos cada una con nuestras madres y las engañábamos porque salíamos a las tres de la tarde para encontrarnos con nuestros novios, con quienes fi nalmente nos casamos.

Mis abuelos -los padres de mi mamá- vinieron de Italia entre 1890 y 1895, y se fueron a vivir a pocos metros de la costa del río de Bernal, casi sobre la calle Espora. Allí plantaron viñas y, con la cosecha de uvas, empezaron a fabricar vino. No sólo fueron de los primeros pobladores de la zona sino que fueron los primeros en sacar el vino de la costa y venderlo. Mi abuelo se llamaba Antonio Juan Guibaudi y

Primeros viñedos y vino de la costa bernalensePor Angela Borrabino

Por Soledad Ramírez

“Anciano: Es un hombre que se mantiene sentado todo el día”. Esta es una de las defi niciones de adulto mayor que podemos encontrar en nuestra sociedad, como también lo son “viejo”, “alguien que no tiene nada que hacer, que permanece quieto, como esperando algo sin saber por cuánto tiempo”. Me pregunto porque estas sencillas palabras se relacionan con connotaciones negativas y se las une a conceptos como “enfermedad” y “dependencia”, y a adjetivos como “feo”, “inútil”, “molesto” e “inactivo”, entre otros. ¿En qué momento dejamos de relacionar a nuestros adultos mayores con palabras como “respeto”, “sabiduría”, “orgullo”, “creación”, “logros” y “vida”?

Sin embargo, basta con ingresar a Rincón de amigos o a Rosa y Celeste para ver que estos términos -que parecen olvidados por gran parte de la sociedad- siguen vigentes con una fuerza que nos sorprende. ¿Cómo pensar en alguien inactivo cuando los vemos cargados de actividades y somos nosotros los que debemos acomodarnos a su agenda? ¿Cómo pensar que ya no tienen interés en lo que pasa,

cuando son los más entusiastas en aprender algo nuevo? ¿Cómo no sentir admiración cuando nos relatan sus logros, nos describen un pedacito de su vida en cada taller o, simplemente, observamos una de sus fotografías esperando conocer la historia que tiene detrás?

Ellos, que para algunos ya no tienen mucho para dar o se reúnen sólo para pasar el tiempo, nos muestran cada día que son emprendedores, creativos, que tienen deseos de aprender, que son independientes y que disfrutan cada día pensando en todo lo que puedan dar, y no en lo que ya no pueden hacer. Ellos nos desafían a proyectar, a planifi car y a reorganizar, porque la pasividad no es una de las palabras que los describe.

Al conocerlos uno deja de lado los estereotipos que con tanta naturalidad nos fueron impuestos y se encuentra con personas reales y originales que no se ajustan al imaginario actual.

Pienso una vez más en las palabras que utilizamos para describir a los adultos mayores, sabemos que no son sólo palabras sino que a través de ellas le ponemos nombre a las cosas, generamos representaciones, percibimos e interpretamos la realidad. Es por ello que al conocer a este grupo uno puede cambiar esas palabras cargadas de connotaciones negativas, construir nuevas representaciones, nombrarlos de manera diferente y extender esto a otros.

Cuando pensamos en los adultos mayores podemos elegir qué defi niciones y qué palabras utilizar. Después de todo, “un adulto (mayor) no es más que un niño que ha crecido mucho”.

a fabricar vino. No sólo fueron de los primeros pobladores de la zona sino que fueron los primeros en sacar el vino de la costa y venderlo. Mi abuelo se llamaba Antonio Juan Guibaudi y

PALABRASLA EXPERIENCIA cuenta

NOTAS BREVESLA EXPERIENCIA cuenta

tenía 10 hijos -5 mujeres y 5 varones-, con quienes vivía en casas de madera y chapa, elevadas sobre gruesos tirantes de madera para protegerse de las crecidas del río. Él hizo de la zona un lugar habitable y productor de verduras y frutas: se cultivaban tomates, ajíes, habas, melones y sandias, entre otras.

L a s p l a n t a c i o n e s e s t a b a n distribuidas en prolijas hileras. No sólo había vides, también plantas de ciruelas y peras. En espaciosos galpones, instalaron enormes cubas de madera con capacidad para 500 y 1000 litros donde se preparaba el vino de la costa. Del orugo de la uva se hacía una exquisita grapa blanca. Los gustadores del vino de la costa se trasladaban con frecuencia –sobre todo los domingos- al lugar para adquirirlo y allí consumían riquísimos salamines y pan casero que regaban con abundantes vasos de vino

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76Por Josefi na Pereé

Querido Bernal

Hace 50 años que vivo frente a la iglesia Nuestra Señora de la Guardia, en Bernal. Recuerdo que mi niñez también transcurrió en el barrio, en la calle Belgrano, casi Zapiola. Allí también vivía la familia Creli, que tenía como criado y mandadero a un negrito mulato. Cuando yo hacía mandados y lo veía, cruzaba a la otra vereda porque le tenía miedo, aunque era una persona muy buena y servicial con los vecinos (lástima que en este momento no recuerdo su nombre).

También recuerdo las fi estas patronales que duraban varios días. Sobre calle Zapiola se

montaba un parque de diversiones, además de otros entretenimientos.

En la esquina de Belgrano, siempre hubo una panadería, aunque con viejos dueños.

La familia Ojea vivía en Liniers y Belgrano, donde también estaba la farmacia Blanco. En frente, se encontraba el almacén de la familia Alberti, que funcionó muchos años y, donde hoy está la farmacia Bardaue, la familia Chichizola tenía su almacén.

En la calle 9 de julio había importantes comercios,

como la mueblería Dayá (hoy hay en ese lugar un restaurante), La Martona Bazar y Electricidad Arca. A mitad de cuadra, se emplazaba el cine Ideal y, en frente, la pizzería Fiorité, a la que cruzábamos con mi hermano y amigos a comer la porción de pizza después del cine. En la esquina de Belgrano, estaba la panadería La Moderna, donde doblaba el tranvía que venía por 9 de julio y Rocha hacia Quilmes.

Tengo buenos recuerdos de aquel Bernal, al que quiero mucho

BERNALLA EXPERIENCIA cuenta

Isabel tenía sólo 13 años cuando empezó a salir con su futuro marido. Un pasillo en el barrio de La Boca unía los hogares de ambos. Ella vivía al fondo, en una casa de madera y él adelante, en una construcción de material.

El papá de Isabel se negó a la relación. “Mirá, si vos me querés esperar hasta los 15…” sugirió Isabel a su novio. Pero la propuesta no prosperó ni un día y la relación siguió

Por Angela Borrabino

El compromiso

de Isabel

COMPROMISOLA EXPERIENCIA cuenta

su curso a escondidas de su familia, hasta que en 1951, cuando ella tuvo 16, llegó el compromiso.

La ceremonia se realizó antes de que el novio debiera cumplir con el servicio militar. A los 18, Isabel y su familia se trasladaron a Bernal, y con frecuencia su prometido tomaba el tranvía para visitarla.

Cuando Isabel cumplió 20, la pareja se casó en la Iglesia de Constitución. La todavía ausente autopista

hace que el recuerdo de Isabel sea muy distinto a la postal que ofrece hoy el famoso barrio porteño.

Necochea fue el destino de la luna de miel, un viaje que le regalaron a su martido en el trabajo. A sus 21 años nació Irene, su primera hija, y cuatro años después llegó Gladys.

Sesenta años después de dar el sí, Isabel repasa las fotografías de su álbum familiar. Ahí guarda los recuerdos de su vida: el compromiso, el casamiento, sus hijas de pequeñas en la vereda de su casa, las tardes en el río de Quilmes. Se detiene en una foto y pregunta: “¿Viste qué churro era mi marido?”, generando sonrisas a su alrededor

Iglesia Nuestra Señora de la Guardia. Ayer y hoy

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Mi abuelo

Mario Juan

“Pero en toda mi vida de adulto, cada vez que me ocurre algo, sobre todo cada vez que me ocurre

algo bueno, siento que lo único que falta para que la alegría sea completa es que lo sepa el abuelo.

De modo que todas mis alegrías de adulto han estado y seguirán estando para siempre perturbadas por ese

germen de frustración”

Gabriel García Márquez.

Cuando supe de este proyecto, automáticamente sentí ganas y, por qué no, la necesidad de sumarme. Porque cada vez que me cruzaba con una persona mayor y me devolvía una mirada pura o una caricia tierna, me recordaba a mis abuelos. Pero hacía que los recordara con cariño, ya no con dolor.

Buscando más de esas miradas puras y de esas caricias tiernas, llegué a Rincón de Amigos y a Rosa y Celeste. Buscando

Himno a mi

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Mario Laco

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Nobleza de mi barrioLlegué a este barrio un díaEn medio de tristeza y soledadLo primero por lo queAtrás había dejado

Lo otro que solo iba a estarSin parientes, sin conocidos

Qué grande era mi penaQué puerta iré a golpear

Qué ganas de llorarPero llegó el momentoY cuando menos lo esperaba

Recibí esas manosTodas en mi se habían volcadoOh barrio que lecciónMe has dadoAhora soy felizSin parientes, sin conocidosPero con muchos hermanos míosAhora que nadieLa idea venga a cambiarme

Aquí, aquí he de quedarmeHasta el final de mi vidaMario Lacorte

MI ABUELO MARIO JUANLA EXPERIENCIA cuenta

Por Natalia y Mario Lacorte

espacios para hacer aquello que me gratifi ca (escribir, sacar fotos, contar historias), me integré a este proyecto que constantemente nos da satisfacciones, porque no hay nada más lindo que trabajar en lo que a uno le gusta y rodeado de personas tan cálidas que no hacen más que regalarte una sonrisa.

Con esto quiero dar cuenta de que nada es casual, de que cada lugar al que llegamos o cada elección o decisión que tomamos está cargada por nuestras propias experiencias, sentimientos, concepciones o valores que nos atraviesan de punta a punta.

A mi abuelo le gustaba el tango y también escribir, y combinó sus dos pasiones en un cuaderno que hoy atesoro como uno de mis objetos más preciados. No sé exactamente de donde viene el gusto por la escritura, si se inculca, si es innato, pero ambos lo compartíamos. Yo tengo la posibilidad de seguir haciéndolo, pero hoy quiero hacerme a un lado

para que él hable por y/o a través de mí. En esta edición de La experiencia cuenta

hablamos de nuestra ciudad, de nuestro barrio, de la infancia.

Mi abuelo fue parte de mi infancia y en ese periodo escribió sobre su club y sobre su barrio, por eso me pareció interesante compartir con ustedes dos de sus letras, que pintan un poco el lugar donde pasó gran parte de su vida:

No sé si mi abuelo alguna vez habrá fantaseado con la idea de que alguno de sus escritos salieran de su cuaderno para ser publicados en una revista, pero hoy quise darle (y darme) ese gusto.

Sin dudas, compartir este espacio con los participantes del proyecto y mis colegas (hoy, además, amigos) es algo bueno, y quizás sea esta la forma de no quedarme con esa frustración a la que hacía referencia Márquez. Quizás sea esta la forma para que la alegría sea completa y de poder no sólo contárselo sino también de compartirlo con él

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1110Mi abuela materna

-Francisca Luisa Ollitaguerri- vivía en Quilmes, en una casa ubicada en Carlos Pellegrini 132. Una tarde de invierno, fría y lluviosa, estábamos junto con mis primas en la cocina, reunidas a su alrededor, cuando nos contó una historia por demás hermosa: cómo conoció al abuelo Tomás. Mi abuela era hija de estancieros y mi abuelo iba a darle clases, a enseñarle a leer y a escribir. Tanta fue la enseñanza que se enamoraron y se casaron en 1892.

En el campo donde ella vivía tenían vacas, caballos, gallinas y ovejas. Cuando una de las ovejas tuvo una cría en el altillo de la casa, para bajarla tuvieron que cargarla sobre los hombros. También se ocuparon de darle la mamadera.

Antes de venir a Quilmes, mis abuelos vivían en la calle

Por Silvia RoldanTacuarí, en Buenos Aires. Ellos tuvieron 9 hijos -5 varones y 4 mujeres-. Cuando uno de ellos salía y dejaba la puerta de entrada abierta, pasaba el sereno y lo llamaba para decirle: “Tomás, dejaste la puerta abierta”, y él le contestaba: “Cerrala”. Así se vivía antes.

En la cocina de la casa de Quilmes, donde mi abuela solía contar sus historias, había un fogón con 2 hornallas y una cocina económica de hierro con 3 hornallas -que tenían 2 redondeles, uno grande y otro más chico-. El horno al costado tenía como un tanque donde la abuela ponía agua que se calentaba con el calor de la leña que se le echaba -porque la cocina económica se alimentaba con leña-.

También recuerdo que la ceniza se colocaba en las tapas de las latas. Las batatas

o manzanas se cocinaban y, cuando estaban listas, la abuela las sacaba y nos daba las batatas cortadas a la mitad. Nosotras las comíamos con cucharita… ¡qué ricas eran! Cuando llegaba la hora de la merienda, preparaba tostadas con dulce casero y manteca, o hacía algunos pastelitos o alguna torta rica que traían mis tías. Mientras los grandes charlaban cosas de ellos, nosotros íbamos a un lugar que era un cuarto donde había una biblioteca, un pizarrón y una mesa. Allí nos poníamos a jugar a la maestra porque veíamos a mis tías y a mi mamá, y nos hacíamos la idea que éramos maestras y poníamos a las muñecas como alumnas, les contamos cuentos y así pasábamos nuestra niñez. Qué hermosos tiempos fueron aquellos…

vivía en Quilmes, en una casa ubicada en Carlos Pellegrini 132. Una tarde de invierno, fría y lluviosa, estábamos junto con mis primas en la cocina, reunidas a su alrededor, cuando nos contó una historia por demás hermosa: cómo conoció al abuelo Tomás. Mi abuela era hija de estancieros y mi abuelo iba a darle clases, a enseñarle a leer y a escribir. Tanta fue la enseñanza que se enamoraron y se casaron en 1892.

vivía tenían vacas, caballos, gallinas y ovejas. Cuando una de las ovejas tuvo una cría en el altillo de la casa, para bajarla tuvieron que

HISTORIAS DE FAMILIA LA EXPERIENCIA cuenta

HISTORIAS DE FAMILIALA EXPERIENCIA cuenta

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A U T O B I O G R A F I A

Tenía 15 años cuando l legué de Gal ic ia , de la provincia de La Coruña, en la ciudad de Saba. En aquel entonces, había que tener acá una persona que se hiciera responsable de vos. A mí, como menor, me trajo mi tío. Desgraciadamente, al año de mi partida, falleció mi madre de pena.

Mi padre me quería llevar para Estados Unidos y mi tío me decía: “tenes que ir”; le dije:“no tío”.

A mí no me gustaba Estados Unidos; a l l í mi padre estaba b ien con todos los gallegos y todos los tanos hac iendo de pregonero, ganaba plata. En cambio acá, yo andaba b ien empi lchado en mi colegio. Fui a la escuela Vicente Ferrer, una de las primeras escuelas laicas del país, de la cual conservo algunas fotos.

M e c r i é c o n b u e n a s personas, gente de campo, de Galicia. No me faltaba nada, pero iba al colegio y me faltaba mi padre. Yo me crié sin padre. Y eso no me lo pude borrar. El primer día que pisé Nueva York, lo hice con Juan Carlos Mareco

y Lalo Schifrin. Conocí un montón de gente y cada día descubro gente nueva que me dice: yo lo conozco a usted, es porque siempre fui un revolucionario.

Mi madre tenía un pariente que trabajaba en López Goyes y Compañía, en la calle Alsina al 1300, que era el centro matorista de Buenos Aires.

Un día, entré, pregunté por el señor y me dijeron: “no, no está; está de viaje en Rosario en este momento, pero ¿usted qué quiere?” Le dije: “mire, yo soy hijo de una prima de él y quiero trabajar ” . Me contestó: “mira, dentro de un rato va a venir un señor que anda buscando un cadete” Dije: “está bien”. Al rato vino un señor petiso, gordo, que se llamaba de apellido Delgado, me lo presentaron, y mientras sacaba su tarjeta me dijo: “si querés trabajar toma, preséntate mañana en Quilmes con una persona m ayo r y a h í te va n a atender, ahí tenes trabajo”. Y ellos tenían dos casas, una en Lanús en José C. Paz 201 y otra en la calle Rivadavia, acá en Quilmes.

Y mi primera cama en Quilmes, fue el mostrador de una tienda y lo digo con un orgullo bárbaro. Era una tienda general, de tejidos, de prendas masculinas y femeninas, en Rivadavia y Lavalle. El día que vine ya me quedé. Un día, l legó e l gerente de d iseño y me dijo: “vaya hasta lo de Marchisotti”. Marchisotti era una de las mueblerías más renombradas de Quilmes. Al l í compré un colchón de estopa. De noche lo desenrollábamos y dormía e n e l m o s t ra d o r d e l a tienda.

Lloré la primera noche que dormí fuera de la casa de mis tíos. Después, me hice de dos amigos, mis primeros amigos, con ellos fuimos por las calles del sur, como el tango.

Soy un loco que deambula. Íbamos a bailar, en aquel entonces , a Wi lde que era como jugarse la vida porque íbamos a sacar a las chicas, a las bellezas locales.

Para entonces, ya me había mudado y empecé a practicar atletismo en seguida. Siempre quise ser cabeza de ratón y no cola de

león, superarme. Me fui a vivir con la familia

de uno de los primeros amigos que tuve; era una familia italiana, me tuve que ir a vivir adentro de la villa Argentina, cuando era privada, era únicamente para empleados jerárquicos de la Cervecería Quilmes. Y este amigo no paraba de insistir hasta que me fui a vivir con él.

Para ganar unos mangos ex t ra s , m e o f re c i e ro n limpiar telares. Los sábados después de la 13 horas, cuando te rminaban de trabajar en la cooperativa tex t i l m á s i m p o r t a n te de Sudamérica. Ahí fue d o n d e co n o c í a A l i c i a Moreau de Justo. Y al poco tiempo de estar limpiando al l í , e l presidente de la Cooperativa, Don Eduardo Barni , me di jo: “Ramón tenés que venir a trabajar conmigo”.

E l l o s f a b r i c a b a n , únicamente, forros de sacos y cuando vi los telares dije: “pero escúcheme, ustedes pueden hacer otras cosas también, (yo ya conocía las telas importadas de Italia, de Francia)”. Me dijo: “no, qué

AUTOBIOGRAFIALA EXPERIENCIA cuenta

NOTASLA EXPERIENCIA cuenta

vamos a hacer eso, esto camina bien, con estos telares se puede hacer moda” . Entonces le dije: “yo tengo una persona que siempre me habla de que me quieren llevar a Gath y Chaves”, y yo no quería ir al centro. Justamente, no estaba acostumbrado a la Capital. Entonces, voy y tengo una entrevista co n l a e m p l e a d a , u n a persona de Gath y Chaves. Y así, nos convertimos en abastecedores de Gath y Chaves y Harrods, las empresas más importantes de moda y por eso yo empecé a viajar.

Con el tiempo, me convertí en empresario de moda y viajaba dos veces al año a Europa a traer modelos de prendas para fabricarlos acá; tuve varios talleres en zona sur y negocios propios.

Tuve una chacra en Rio Negro, en Villa Regina. Un día, en la floración de la primavera, yo me paraba en el alto de Chinchinales a respirar el aire que venía del sur, que venía de los depósitos de manzanas, la fruta, así como te lo estoy diciendo.

También tuve un campo de varias hectáreas en Añatuya en Santiago del estero donde cult ivamos var ias cosas , pero eso lo contaré en otro momento

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Vamos a recordar los años 40 y 50 de nuestros días de verano. Disfrutábamos del Rio de Bernal, cuando las aguas eran limpias y podíamos bañarnos. Mi papá en las zanjas, antes de llegar al río, pescaba ranas y anguilas.

En el Río de Quilmes íbamos varios días de la semana, pero en especial los sábados por la tardecita porque a la noche estaba la pantalla sobre el rio

El Río según Griseldadonde pasaban buenas películas. También íbamos a la rambla donde había juegos y espejos donde nos divertíamos viéndonos largos y flacos, petisos y gordos, de diferentes formas.

Así crecimos. Mis hijos llegaron a disfrutar del agua del río, pero con el correr de los años llego la contaminación de las aguas y se perdió poco a poco lo que nosotros vivimos en las vacaciones.

En la actualidad, se puede pasar el día en la costa y por la noche están de moda los boliches

EL RIOLA EXPERIENCIA cuenta

EL RIOLA EXPERIENCIA cuenta

Por Mirta SosaPor Griselda diversas actividades, desde caminar por la Ribera,

bañarse en el río, hacer cabalgatas por la playa, practicar deportes acuáticos e incluso disfrutar del cine al aire libre, que fuera inaugurado en 1918.

Asimismo, el Pejerrey Club, situado en la Avenida Costanera y Dr Iriarte era el preferido de los turistas. Con un muelle de más de 500 metros de extensión, actualmente, es considerado Patrimonio Histórico Cultural de Quilmes.

El tiempo pasa, el paisaje cambia, sin embargo, el espíritu permanece. Aún hoy, la Ribera de Quilmes es el espacio donde confluyen jóvenes y familias en busca de recreación y diversión

Desde las primeras décadas del siglo XX, la Ribera de Quilmes supo convertirse en un espacio de veraneo y recreación, no sólo para los habitantes quilmeños sino también para aquellos que vivían en la periferia, transformándose en uno de los balnearios más importantes del país.

Esta posibilidad de acceder a la Ribera se logró gracias a la introducción del tranvía eléctrico en 1911 que ofrecía el viaje de ida y vuelta entre Plaza de Mayo y el Balneario y, posteriormente, a las diversas líneas de colectivos que permitieron la inclusión de las clases populares a un lugar donde sólo un sector aristocrático tenía acceso.

Durante la época de veraneo, las familias tenían la oportunidad de realizar

Ribera de Quilmes, postales de una época.

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¿De dónde viene la experiencia de los adultos mayores? Sin lugar a dudas, de un tiempo transcurrido en innumerables situaciones de vida que forjaron el carácter y la vivencia de cada uno. La sociedad espera que esta experiencia sea compartida para ayudar a otros jóvenes y adultos en sus vidas presentes. Sin embargo, este es un mandato social que los adultos mayores deberán ser conscientes de ejercer siempre que ellos así lo quieran, y no por una imposición.

La etapa de vida que se transita en la llamada tercera edad brinda la oportunidad de manejar los propios tiempos. En las etapas anteriores, estaban plenamente condicionados por instituciones sociales que rigen la vida de todos:

Con las riendas sueltas

Por Cristian Gonzalez el trabajo, la familia, la educación.

El trabajo es la institución que más nos condiciona. Uno estudia mucho tiempo para conseguir el empleo deseado, o aprender determinado ofi cio, o bien trabajar en el cuidado del hogar. Una vez que conseguimos trabajo, la dependencia contractual sujeta la voluntad del trabajador. Esto no es lo más grave sino la cantidad de horas diarias que nos demanda, además de la exigencia de cumplir con los horarios. Otro condicionamiento se da a través de lo que podemos o no consumir mediante el salario, pero eso es otro tema.

La familia ejerce una serie de pautas sociales que debemos cumplir: criar a los hijos, mantener el hogar y adquirir la casa propia, entre otras.

“Adultos Mayores y Memoria Local a través de Lenguajes” participó de los cuatro encuentros del “VIII Foro Educativo: Escuela Ciudadana-Ciudad Educadora - Educación, trabajo y construcción de ciudadanías”, realizados durante los meses de julio, agosto y septiembre.

Centrando experiencias educativas no formales y/o populares, el Foro se propuso realizar, mediante la coordinación de un grupo de talleristas, un recorrido

sobre las practicas del trabajo comunitario: indagar en la historia de cada grupo participante, en el territorio en el cual trabaja, ver sus dinámicas y tensiones; repasar los pasos dados junto a los benefi ciarios de cada agrupación o proyecto, con el objetivo de construir una relatoría que dé cuenta de los modos en

Por Ana María Schandor y Paula Luque

Educación en todos los momentos de la vida

que se construye poder y ciudadanía.

A través de una metodología de diálogo participativo y sistematización, entonces, propone crear un espacio de interacción entre distintas experiencias comunitarias.

Desde el proyecto trabajamos en conjunto con el centro Rosa y Celeste en la elaboración de las tareas fi jadas en los distintos encuentros. Silvia Roldan, presidenta de dicho centro, nos acompañó a partir del segundo encuentro con los

talleristas. Contar la práctica del proyecto desde los actores del mismo enriquece la experiencia que propone el Foro.

En el último día, en la plenaria del evento pudimos completar el ciclo propuesto, presentando todas y cada una de las tareas propuestas en la sistematización de nuestra tarea

En relación, la educación ya no pasa por estar dentro de una institución para recibirnos de algo sino por tener presente que aprendemos siempre y de diversas maneras, y que también podemos hallar propuestas distintas de acuerdo a nuestros intereses y seguir desarrollándonos.

Un dicho popular expresa: “nunca es tarde para hacer lo que uno se propone”, una porpuesta perfecta para la etapa de la adultez. Llega el momento para dedicarse a uno. El tiempo para no pensar de manera negativa, para pensar que no se puede. Es cuando hay que dejar de lado los prejuicios que condicionan, las voces de muchos que nos limitan, que traban las innumerables posibilidades que se tienen de realizar actividades, de empezar algo

pendiente, de visitar lugares.Cuando hacemos lo que

nos gusta, nos reconforta, nos mejora el estado de ánimo. Viajar nos proporciona nuevos horizontes. Realizar actividades nos permite vincularnos con el otro y compartir experiencias y, de forma, directa nos mejora la salud, nos hace sentir bien eleva nuestra autoestima y nuestro cuerpo lo agradece.

Esta es una manera de combatir las enfermedades, que también quieren adueñarse de nuestro tiempo. Llegar a esta etapa de la adultez, reconocer que es parte de un proceso normal, utilizar el tiempo de manera positiva y aprender a disfrutar de nosotros mismos y de las cosas que nos hacen bien, es el objetivo a cumplir.

El optimismo es la mejor medicación diaria que debemos consumir (¡después vienen las que por cuestiones lógicas son necesarias!), es lo que nos ayuda a soltar las riendas de manera saludable. Emprender una actividad y disfrutarla es una forma de concretar una mirada positiva sobre la vida y benefi ciosa para nuestro cuerpo

Benefi cios de realizar actividades

- Disminuye el estrésFavorece el encuentro

con el otroReduce la ansiedadMejora la autoestima Divierte, alegra

Aumenta el ánimo

NOTASLA EXPERIENCIA cuenta

ACTIVIDADES RECREATIVASLA EXPERIENCIA cuenta

En relación, la educación

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Jóvenes y adultos

Dentro de las nuevas actividades que llevamos adelante este año, la más esperada por los adultos mayores fue la de los talleres de computación, en los cuales se abordaron las nociones básicas de informática: desde el uso de las Herramientas Office hasta visualizar imágenes, realizar impresiones o utilizar Internet, conocer los motores de búsqueda, redactar correos electrónicos, visitar diversas páginas web de interés o relacionarse en el ámbito virtual mediante las diversas redes sociales virtuales.

Teniendo en cuenta que cada encuentro estuvo planificado desde una modalidad dialógica y práctica, flexible, las prácticas son pensadas desde las necesidades e inquietudes de los beneficiarios. Así mismo, es de resaltar que las clases de Internet se llevaron a cabo en las aulas laboratorios de la UNQ, sumando así una experiencia nueva para los adultos mayores (que ya han visitado las instalaciones en varias

Por Paula Luque

La aparición de este primer número de LA EXPERIENCIA cuenta –como la de los que le seguirán– respondió al cumplimiento de uno de los objetivos que el Proyecto de Extensión Universitaria Adultos mayores y memoria local a través de lenguajes, incluido en el Programa de Extensión Universitaria “Comunicación, participación y ciudadanía”, se propuso: “generar en conjunto estrategias que enriquezcan las relaciones y superen brechas generacionales entre los adultos mayores y las generaciones siguientes, mediante la creación conjunta de materiales”. En tal sentido, la concreción de este primer número representó, sin dudas, un logro. Pero éste de modo alguno puede adjudicarse a los miembros del equipo de trabajo que han participado en su realización. Las páginas que la compusieron son fruto, fundamentalmente, de una acción colaborativa, en la que los que la imaginaron primero y dinamizaron su ejecución después, desempeñamos el papel de meros intermediarios, algo así como una correa de transmisión entre quienes han nutrido con sus vívidas rememoraciones el sesenta por ciento de las notas que pueblan el número –todos ellos entusiastas participantes de los centros de jubilados Rincón de amigos y Rosa y Celeste–, y los lectores; integrantes, unos y otros de una misma comunidad, a la que también pertenece la Universidad Nacional de Quilmes, de la que el proyecto depende.

Así, este número se definió como un espacio donde quedaron plasmados recuerdos en los que la vida personal de los llamados adultos mayores y la colectiva se aúnan.

En efecto, el recorrido de estas páginas que siguen implica enfrentarse con retazos, fragmentos mínimos de diversas historias individuales en los que siempre se cuelan datos que las enraízan en la historia del barrio.

De modo tal que experiencias pasadas que fueron tejiendo la parte inicial de una biografía se hacieron presentes a través de un cúmulo de textos cortos en los que, de golpe, irrumpe el detalle que describe utensilios o artefactos domésticos hace ya muchas décadas sustituidos por otros, la evocación de costumbres, hábitos o prácticas sociales más o menos generales que hace tiempo se han dejado de realizar, el relato de anécdotas o la mención de momentos puntuales y únicos, el recorrido mnemónico por las calles de Bernal, recorrido en el que el recuerdo va trazando el mapa de nombres de calles, negocios, personas, familias, ocasiones festivas en las que los vecinos gozaban de un merecido tiempo de esparcimiento colectivo.

En fin, todos y cada uno de estos escritos, que pueden considerarse ejercicios de una memoria – que, proponiéndoselo, o no, testimonia –, no sólo nos llevan a recordar – o a conocer –, y a reflexionar. También a fortalecer los lazos con la generación a la que sus autores pertenecen.

ACTIVIDADES LA EXPERIENCIA cuenta

oportunidades, algunas de ellas fueron las muestras fotográficas y audiovisuales que se presentaron en 2012 y 2013, y de las cuales son protagonistas).

¿Qué es lo fuerte de este trabajo? Que tanto a extensionistas como a

voluntarios los obliga a pensar de otros modos y desnaturalizar ciertos saberes tecnológicos arraigados como prender la computadora, usar el mouse, dibujar en Paint, etc. Que el trabajo en equipo pasa por estar juntos en la práctica misma,

entender que los adultos mayores tienen esa mirada analógica que de a poco se va digitalizando, y que en ese convivir las perspectivas e intereses se cruzan. Que el éxito de este trabajo está en que quienes viven esta etapa que va cerrando la vida encuentren facilidades en el uso de las TICs, que se diviertan, compartan y se encuentren de otras formas

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