La espera - Edmond Jabès

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8/22/2019 La espera - Edmond Jabès http://slidepdf.com/reader/full/la-espera-edmond-jabes 1/2  La espera Puntualidad de la promesa: aurora. Descifrar la palabra antes del enigma. Vaciado de esa sensación de lo "ya visto". Yermo está mi horizonte. No el adiós a las cosas sino oh nocheel saludo a las cosas que espejean de adioses. Lo que se dobla, igualmente se desdobla. Paciencia de ser. Angustia de desaparecer. "Cuando venga la muerte, no me verá. "Así, jamás sabrá si es ella quien está atrasada en el horario o yo adelantado sobre mi destino", escribía un sabio. Y añadía, dirigiéndose a sus discípulos: "Sólo vosotros me encontraréis, pues mis raíces están en vuestro libro". "El libro no pertenece a nadie le contestó otro sabio. No pertenece más que a los vocablos de los cuales se libra, progresivamente. ¿Qué se vuelven aquéllos, una vez devueltos a su errancia? Nuestra indigencia, tal como la suya es infinita. "Un día, me di cuenta que ningún libro fue el mío, siendo, por desgracia, apenas el libro inacabado que las palabras me arrancaban sin remordimiento." Y añadía: "Dios mintió. Nunca nos legó el Libro. Nos ha legado, solamente, el gusto de ello". "Yo me refugio en mi sufrimiento y sólo puede hacerme sufrir más", había señalado. "¿Qué cosa, mejor que una lágrima, sabría consolar una lágrima?" fuele contestado. Pero el sabio dijo: "Desengáñate. El mal no es el amigo del mal sino otro mal que lo acecha y lo interroga". No se entera uno de la hora consultando el reloj de otro sino el propio. El milagro del universo es que no hay milagro. Y no somos aptos para comprobarlo. Al finalizar la búsqueda, advirtió que la luz siempre tenía, delante de ella, un largo camino que recorrer, antes de alcanzar, por fin, la plenitud del origen. Ayer es, ya, la caída del mañana. En las horas de fatiga, la sombra es la bienamada. Ni crestas. Ni simas. A la ausencia, ningún cerrojo. Serenidad. Serenidad. Serenísima serenidad. No estamos en condiciones de pensar los comienzos. Son los comienzos, los que, sucesivamente, nos piensan a nosotros. El pájaro teme tanto al pajarero como a la pajarera. "Una de las palabras francesas más perversas decíaes, quizás, el verbo oiseler que significa, al mismo tiempo, amaestrar, para el vuelo, para la caza, un pájaro y también, tender una trampa a los pájaros." A la luz de reverbero, prefiere la luz desnuda.

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 La espera

Puntualidad de la promesa: aurora.

Descifrar la palabra antes del enigma.

Vaciado de esa sensación de lo "ya visto".Yermo está mi horizonte.

No el adiós a las cosas sino—oh noche— el saludo a las cosasque espejean de adioses.

Lo que se dobla, igualmente se desdobla.Paciencia de ser. Angustia de desaparecer.

"Cuando venga la muerte, no me verá."Así, jamás sabrá si es ella quien está atrasada en el horario o yo adelantado sobre mi destino", escribía un

sabio.

Y añadía, dirigiéndose a sus discípulos:"Sólo vosotros me encontraréis, pues mis raíces están en vuestro libro"."El libro no pertenece a nadie—le contestó otro sabio—. No pertenece más que a los vocablos de los cuales

se libra, progresivamente. ¿Qué se vuelven aquéllos, una vez devueltos a su errancia? Nuestra indigencia, talcomo la suya es infinita.

"Un día, me di cuenta que ningún libro fue el mío, siendo, por desgracia, apenas el libro inacabado que laspalabras me arrancaban sin remordimiento."

Y añadía: "Dios mintió. Nunca nos legó el Libro. Nos ha legado, solamente, el gusto de ello".

"Yo me refugio en mi sufrimiento y sólo puede hacerme sufrir más", había señalado."¿Qué cosa, mejor que una lágrima, sabría consolar una lágrima?"—fuele contestado.Pero el sabio dijo: "Desengáñate. El mal no es el amigo del mal sino otro mal que lo acecha y lo interroga".

No se entera uno de la hora consultando el reloj de otro sino el propio.

El milagro del universo es que no hay milagro. Y no somos aptos para comprobarlo.

Al finalizar la búsqueda, advirtió que la luz siempre tenía, delante de ella, un largo camino que recorrer,antes de alcanzar, por fin, la plenitud del origen.

Ayer es, ya, la caída del mañana.

En las horas de fatiga, la sombra es la bienamada.

Ni crestas.

Ni simas.

A la ausencia, ningún cerrojo.

Serenidad. Serenidad.Serenísima serenidad.

No estamos en condiciones de pensar los comienzos. Son los comienzos, los que, sucesivamente, nospiensan a nosotros.

El pájaro teme tanto al pajarero como a la pajarera.

"Una de las palabras francesas más perversas —decía— es, quizás, el verbo oiseler que significa, al mismotiempo, amaestrar, para el vuelo, para la caza, un pájaro y también, tender una trampa a los pájaros."

A la luz de reverbero, prefiere la luz desnuda.

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 Él decía: "Accesible eternamente a lo que ante ella se presenta, la hospitalidad sólo se puede dar a pensar en

función de lo que ofrece."La responsabilidad enajena. La hospitalidad, aligera."Acoger al otro por su sola presencia, a nombre de su propia existencia, únicamente por lo que él

representa."Por lo que es."

"La responsabilidad es hija del diálogo sobre el cual, ingenuamente, se apoya."La hospitalidad es acuerdo silencioso. Tal es su particularidad", había escrito."Si lo que yo hago me hace feliz, es que me conviene", había señalado un sabio.

"No se aborda la felicidad de frente sino de soslayo. Después de haber tomado, naturalmente, ciertasprecauciones", había, además, señalado aquel sabio.

"La realidad está del otro lado del muro. Basta con un hueco en la piedra, para sorprenderla."Así, una vez llegados de fisgones, pasamos de la ausencia a la presencia."Nuestra historia es la de un vicio escabroso", decía.

El ojo prevalece sobre el espejo.

Ayer. ¿Lo recuerdas? No habías olvidado nada. No habías, sin embargo, captado.Claros, esta mañana, resultan tus recuerdos.Ah si hubieses, de entrada, entendido.Y, ahora, ya sabes.

Exilado, tenías una vaga idea de lo que era la hospitalidad."El que carece de morada—decía un sabio— hace, de su deseo de tener una, su verdadera morada."A tu diestra, el sitio que dejaron vacante para la llegada del extranjero, todavía sigue desocupado.Ten paciencia. El que avanza hacia ti, encontrará libre el camino.Qué importan las dificultades que él encontrará en marcha. Él acabará, en un momento dado, por llegar,

pues se sabe sinceramente esperado.

Hospitalaria es, por encima de todo, la espera.

"Siempre serás el huésped de mi alma, aunque yo desconozca quién eres", decía.

—Dios está muerto de hambre, decía un sabio.—¿Cómo puede Él conocer el hambre?—contestáronle.—Dios, se lo reconozco, no es el hombre—dijo, entonces, el sabio—. Pero Su hambre es igual a la nuestra.

"A cada parcela de tierra fecundada, su árbol altivo y frondoso. La semilla es inmortal"—decía.

Dios habla a ras del verbo.Raíces. Raíces.

Soledad del que llama y del que, de no estar en condición de responder a esa voz inidentificable, aguza,eternamente, el oído; la oye distintamente martillar su inmenso desamparo y sucumbe ante los innumerablesgolpes asestados.

Edmond Jabès (En: El libro de la hospitalidad . México. Aldus. 2002. pp. 25-33. Traducción de Françoise Roy)