La efímera vida de los abastos municipales (1941 1949)
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LA EFÍMERA VIDA DE LOS ABASTOS MUNICIPALES EN QUITO (1941-1949)
Gabriela Rivadeneira
La crisis económica que afectó al Ecuador a comienzos de los años treinta fue uno de los
fenómenos que más repercusiones tuvo durante la primera mitad del siglo XX en nuestro
país. Entre 1931 y 1932 las exportaciones de cacao, que en 1928 habían producido 15
millones de dólares, bajaron a menos de 7 millones en 1931 y a menos de 5 millones en
1932.1 En este marco depresivo, golpea con fuerza la crisis del sistema capitalista a nivel
mundial a la economía ya problemática de nuestro país. Dicha crisis no tardó en desatar una
inestabilidad política en el país caracterizado por la luchas hegemónicas entre los partidos
políticos por el control del Estado.
La crisis de 1931 reveló el carácter dependiente del Ecuador en torno al modelo
agroexportador y al sistema de hacienda. La hacienda tradicional fue la principal forma de
organización productiva que tenía como base la producción agrícola y la mano de obra
campesina como fuerza productiva. El sector agrícola fue uno de los más afectados por la
crisis, en la que las exportaciones del agro costeño resultaron ser las más afectadas, sin
embargo, la agricultura en la Sierra también llevó su parte en la crisis. Cerrado el mercado
internacional para la hacienda serrana, deprimido el consumo del mercado interno, la
producción agrícola no dispuso de mercados para su intercambio.2 Precisamente en este
contexto, lo que ocurrió fue una baja del consumo debido principalmente a una reducción
en el poder adquisitivo de la población y el aumento del desempleo.
Además, significó la mayor depresión de la economía ecuatoriana, que proyectó su
influencia a la esfera social en donde la aparición del descontento popular no se hizo
esperar y una serie de huelgas tanto estudiantiles como obreras expresaron la profundidad
del fenómeno. Durante todo este período se observó la debilidad del aparato productivo
nacional para articularse al mercado internacional.3 La política económica del Estado
privilegió los mecanismos de tipo monetario al suprimir el régimen del patrón oro en 1932,
1 Cueva Agustín, El proceso de dominación política en el Ecuador, Ed. Alberto Crespo Encalada, Quito, 1980, p.26.2 Miño Grijalva, Wilson, La economía ecuatoriana de la gran recesión a la crisis bananera, en: Nueva Historia del Ecuador, Enrique Ayala Mora (comp.), CEA, Quito, 1991, p. 54.3 Miño Grijalva, Op. cit., p.56.
lo que conllevó a constantes devaluaciones monetarias a lo largo de la década de los treinta,
provocando un fuerte encarecimiento del costo de la vida.
En cuanto a lo político, luego de una relativa estabilidad política con la presidencia de
Velasco Ibarra, mediante una solución de tipo populista, los años de 1934-1935
transcurrieron con relativa calma hasta el derrocamiento del caudillo. De esta manera, se
altera nuevamente la estabilidad política. Se nombra jefe supremo a Federico Páez y
permanece dos años en el poder, de 1935 a 1937. En una primera etapa de su
administración, Páez maneja un discurso enfocado hacia las clases populares, sin embargo,
cuando las esferas de izquierda hicieron presión para profundizar el proceso, este
manifiesta un giro hacia la derecha llegando a ser uno de los gobiernos más represivos
contra los movimientos y organizaciones obreras.4 Sin embargo, durante su administración
y en vista de una de las bajas de producción agrícola más severa, Páez aplica políticas
económicas para frenar la especulación de productos y el desabastecimiento de la
producción de alimentos en el país.
El 21 de Noviembre de 1936 se expide un decreto por medio del cual el Ministerio de
Previsión Social “podrá intervenir en la regulación y defensa de los precios del trigo
nacional, para que no se destruya la justa relación entre los precios del trigo y de la
harina.”5 Estas medidas se establecieron principalmente debido a la reducción en la
producción de trigo a escala nacional y la necesidad urgente de la importación de trigo para
el consumo del país. Como se puede ver, la situación económica tenía sus efectos en los
comercios y consumidores de las áreas rurales y urbanas del país.
Como consecuencia directa de la crisis económica y la reducción en la producción agrícola
en el país, Quito se vio afectado por una escasez de productos básicos que impactó sobre
sus habitantes, especialmente los de los sectores populares. Ante esta situación, se
plantearon políticas económicas tanto nacionales como locales para tratar de proteger las
industrias así como a la población en general, de la especulación y aumento de precios de
alimentos.
4 Cueva Agustín, El Ecuador de 1925 a 1960, en: Nueva Historia del Ecuador, Enrique Ayala Mora (comp.), CEA, Quito, 1991, p. 103.5 Registro Oficial, 21 de Noviembre de 1936, n.345, p.877.
CREACIÓN DE ABASTOS MUNICIPALES
En Quito, para contrarrestar el encarecimiento de los víveres producto de la crisis
económica y la mala situación agrícola en el país, el Concejo Municipal decide crear
establecimientos que distribuyesen víveres y productos de primera necesidad con precios
más cómodos para el acceso popular. Asimismo, una de las estrategias del Concejo
Municipal para frenar la especulación fue el de organizar el expendio de mercancías en
manos de pequeños intermediarios y de los propios productores provenientes de las zonas
aledañas a Quito y de otras regiones, logrando abaratar los productos.
Galo Plaza como Presidente del Concejo Municipal entre 1938 y 1939 estuvo encargado de
la creación de dichos establecimientos, guiado por la expedición de un Decreto Supremo de
1938 mediante “el cual se impone a los Municipios de la República, establecer almacenes
municipales destinados a la venta de artículos alimenticios con el objeto de venderlos a
precio de costo y obtener el abaratamiento de los víveres.”6
En una comunicación oficial dirigida por el Presidente del Concejo Municipal, Galo Plaza,
al entonces Presidente de la República, Federico Páez, solicitó un préstamo de ciento
cincuenta mil sucres para establecer dichos almacenes, debido a la mala situación
económica del Concejo Municipal. Así, en un comunicado dirigido el 21 de febrero de
1938, Plaza expresa:
Con relación al problema de la provisión y abaratamiento de víveres, debo decirles que la función Municipal no puede ser otra que la de controlar la exactitud de las pesas y medidas en que ellos venden, de comprobar su estado higiénico y por fin, de vigilar para que el acaparamiento o monopolios no produzcan alzas arbitrarias. El año pasado fue un mal año agrícola para la ciudad de Quito y fue por eso que se notó una escasez general de artículos de primera necesidad, la que produjo naturalmente también un alza de precios de los mismos.7
El Concejo Municipal no solo estuvo a cargo del establecimiento de dichos almacenes,
sino que desplegó toda una política encaminada a mejorar la situación económica y social
de los habitantes de Quito y especialmente de los sectores populares. En este afán por
hacer más asequibles ciertos productos vitales, se presentaron varias propuestas, una de
6 Gaceta Municipal, n. 88, 31 de marzo de 1938, p. 16. AMH.7 Ídem., p. 21.
ellas consistía en el establecimiento de lugares para el expendio de leche, logrando su
abaratamiento por medio de la compra de la misma a hacendados de la zona para luego
venderla a precios de costo. “El producto se lo obtendrá en las mismas haciendas cuyos
propietarios se sometiesen a las condiciones higiénicas exigidas por el Concejo y el precio
de la leche será el de compra más una pequeña cantidad por gastos de distribución.”8
Sin embargo la propuesta no se consolidó desde la expedición del Decreto hasta su
establecimiento legal como Ordenanza en 1939, en la presidencia del Concejo de Gustavo
Mortensen (1939-1940). En la Gaceta Municipal, se publicó además de la ordenanza, el
reglamento mediante el cual se manejarían estos centros comerciales; así, el Secretario del
Concejo, Julio Prado, expresa: “acaba de crear mediante una Ordenanza Municipal la
Dirección de Abastos Urbanos que se encargará de la provisión y abaratamiento de los
artículos de primera necesidad, especialmente de los llamados alimenticios, con un fondo
rotativo de 100.000 sucres para atender a la ciudad.”9 Para esto, se establecería una
dependencia municipal que vigilaría a los comerciantes o en otros casos realizaría acuerdos
con ellos. La afiliación fue entonces un mecanismo del Concejo para aglutinar
comerciantes y abastecedores que incluso podrían pedir un crédito al mismo de hasta el
50% del capital necesario para constituir un negocio. Así la Ordenanza queda sancionada
el 11 de Octubre de 1939 que establecía:
2.- Que es necesario refrenar la especulación, adulteración e ilegalidad en el comercio de los artículos de primera necesidad;3.- Que no es posible atropellar la libertad de comercio y obstaculizar la libre acción de las leyes que regulan los actos económicos;4.- Que el comercio tiene una función social; Decreta:Art. 1.- Créase como Dependencia o Departamento Municipal, la Dirección de Abastos Urbanos, la que tendrá por objeto el de cuidar por el mejor abastecimiento de la ciudad de Quito y más parroquias del Cantón, de los artículos de primera necesidad y en especial de los alimenticios.10
Especialmente hay que enfatizar en la función que el Concejo plantea que el comercio
posee, es decir esta función social, está relacionado con el discurso “social” que el Concejo
Municipal manejó en los años treinta, discurso que fue articulado en base a un nuevo 8 Ídem., p.21.9 Gaceta Municipal, n.94, 10 de noviembre de 1939, p.26.10 Ídem., p. 28.
“interés” por la clase obrera que se desprendió de una diversificación de las estrategias
políticas de las clases dominantes, encaminada a captar mayores votos en las elecciones y
para garantizar su consolidación y hegemonía.
A pesar de que los Almacenes Municipales fueron una propuesta manejada desde inicios
del treinta, específicamente desde 1932, estos no fueron una realidad hasta la presidencia
del Concejo de Gustavo Mortensen en 1941. Por tal motivo y en espera de estas obras, los
habitantes de Quito y ciertas organizaciones tanto estudiantiles como obreras mostraron su
descontento mediante huelgas y movilizaciones sociales. En 1934, el Partido Socialista
ecuatoriano, ante lo que consideraban una falta de accionar del Concejo Municipal ante la
crisis económica y política, solicitan al Concejo mediante un oficio de 13 de junio, se
encargue de manera efectiva de brindar atención a las clases trabajadoras:
El Concejo Local del Partido Socialista ecuatoriano, haciendo eco del clamor y angustia de las clases trabajadoras en estos momentos en que de una manera cruel le afecta la crisis económica por la que atraviesa la nación, crisis aumentada por la tiranía y abusos de la clase de explotadores privilegiados, el concejo local del P.S.E en sesión del 7 del presente resolvió dirigirse al I. Concejo con el objeto de solicitar un poco de preocupación y atención eficaz […] Los trabajadores esperábamos, Sr. Presidente, que el I. Concejo estableciera los almacenes Municipales, pues esto hubiera sido una muestra de que el Concejo quería preocuparse de las medidas conducentes a aliviar en algo el hambre del pueblo, pero el tiempo nos ha demostrado el poco interés de la corporación que ud. preside. Ya que no ha sido posible conseguir por medios legales siquiera el abaratamiento de los víveres, por el motivo enunciado mas antes, el Concejo Local del Partido Socialista ecuatoriano, que está compuesto en su mayoría por trabajadores, pide que […] el Concejo se preocupe por la instalación de Boticas Municipales en las que se proporcionará las medicinas al precio de costo a los trabajadores que carecen de medios para comprarlas…11
Esta propuesta no se llegó a concretar en la labor municipal. De igual manera, la Sociedad
Artística e Industrial de Pichincha, solicita ya en julio de 1933 mediante un comunicado
dirigido a la Presidencia del Concejo Municipal, se tome providencias para impedir el alza
de víveres y se expresaba de esta manera:
11 Actas del Concejo Municipal, doc. N. 00510, 1934, Julio a Agosto, folios 11, 12, 13, AMH.
La clase trabajadora se halla en estado de desesperación por la alarmante y rápida subida de los precios de los artículos de primera necesidad; a precios que ya van haciéndose prohibitivos, para muchos de nuestros compañeros que tienen jornales de menos de dos sucres, en que han tenido que limitarse a comer una sola vez al día.
En vista de esta aflictiva situación, la Sociedad “Artística e Industrial de Pichincha”, acordó dirigirse al I. Concejo Municipal para pedirle que vea la manera de atenuar siquiera en parte, esta caótica situación que cada día va arreciando más hondamente en la clase desheredada y aún en la media. La Artística se dirige al I. Ayuntamiento para insinuársele, que fundara almacenes de Abastos, para proveer a las clases pobres estos artículos a precios de costo.12
Incluso décadas después, en el informe de labores presentado por Jijón y Caamaño en 1946,
se menciona la necesidad de creación de nuevos Abastos Municipales para proveer a toda la
población de Quito de subsistencias: “En 1941 preocupado el Municipio por el alza del
precio de las subsistencias, resolvió intervenir en el mercado de estas creando Abastos
Municipales, que se incrementaron notablemente a fines de 1943, llegando a ser la
poderosa organización que hoy es."13
Los abastos Municipales con su organización y sistema, desde hace veinte meses, han venido laborando intensa y eficazmente en pro del abaratamiento de las subsistencias en esta ciudad. De no haber existido un organismo Municipal de esta índole y que ha sabido desplazar todas las dificultades que se han suscitado con motivo de la guerra mundial, estuviéramos actualmente soportando el brutal abuso de los especuladores […]14
Los Abastos Municipales fueron finalmente establecidos en la Presidencia de Gustavo
Mortensen en 1941. Inicialmente vendieron únicamente leche que tras un exhaustivo
control se dispuso en las tiendas del Municipio, también contó con la venta de azúcar y
arroz de Castilla que cotizado a ochenta centavos la libra, se vendió a cincuenta y cinco
centavos en dichas tiendas. Los tubérculos y papas fueron uno de los alimentos que más
tuvieron un incremento. Así manifiesta Mortensen en su informe anual: “el verano
extraordinariamente prolongado y las repetidas heladas, han arruinado la agricultura de la
12 Actas del Concejo, Julio a Septiembre de 1933, AMH. 13 Informe de Labores de Jacinto Jijón y Caamaño, 1946, p. 25, AMH.14 Gaceta Municipal, n. 111, 10 de Octubre de 1945, AMH.
sierra, destruyendo los sembríos, especialmente los de papas, en tal forma que la escasez de
este artículo ha producido el alza increíble en su precio de venta…”15
Ya para 1946 en la progresista alcaldía de Jacinto Jijón y Caamaño, se establecieron
normas adicionales para la administración de los Abastos mediante nueva ordenanza que
regularía la distribución de abastos en la ciudad. Entre sus artículos y normativa se destaca
la labor social del Municipio enfocada a mejorar la calidad de vida de los habitantes de
Quito, especialmente con una visión municipal que pretendía dar impulso a obras sociales
mediante un discurso que abarcaba a todas las esferas sociales. Así en el artículo tercero de
esta normativa planteaba “en la organización y funcionamiento de Abastos prevalecerá el
criterio de servicio público, pero sin descuidar las normas comerciales de una empresa bien
establecida…”16 Podemos ver que a pesar de tener una dinámica empresarial, dichas
instituciones se manejaban en base a un discurso social propugnado por Jijón desde la
Municipalidad. En otro apartado se lee “no hacer distinción de ninguna clase entre las
personas que tengan que acudir a los puestos de Abastos Municipales, pues este es un
servicio destinado por igual a todos los habitantes del Cantón.”17
Hay que tomar en cuenta que la alcaldía de Jijón y Caamaño a pesar de poseer elementos
progresistas en su discurso, mantenía aún esa característica conservadora que enfatizaba en
las labores de caridad y servicio a los pobres de la moral religiosa, sin embargo, también se
incluyó la visión de la libre empresa y de la modernización de la ciudad y de la
“civilización” de las costumbres de los habitantes. De esta manera, para 1946, Quito
contaba con 20 almacenes municipales, así lo expresa un reportaje de diario “El Comercio”
del 1 de enero de 1946:
“[…] se incrementó la organización de los Abastos Municipales iniciada en su vigorosa modalidad actual por el Cabildo de 1944, hasta el punto de que hoy en 31 almacenes en Quito y varios camiones-almacenes rodantes, se ha conseguido mantener precios fijos por lo menos en veinte artículos de primera
15 Informe de Labores de Gustavo Mortensen, 1941, p. 86, AMH. 16 Gaceta Municipal n.112, noviembre de 1946, p.19. AMH. 17 Ídem, p. 20.
necesidad, sin recurrir a precios legalmente obligatorios, ni a denuncias populares ni a acción popular.”18
“Los productos se los adquiere las propias fuentes de producción, anulando de esta manera a los intermediarios que son los que encarecen los precios, en buena parte. En bodegas técnicamente construidas son almacenados los víveres, para que se conserven en perfecto estado. El control de compras y ventas se ha elevado a la máxima perfección posible dentro de nuestro medio. Todas las entradas y salidas son controladas minuciosamente. En la ciudad hay 31 almacenes instalados en locales amplios, a cargo de empleadas que en lo posible atiendan al público con prontitud y educación.”19
También, señala que los abastos municipales constituyeron verdaderos sistemas contra la
especulación de los productos básicos. Desde enero de 1944 hasta agosto de 1946, los
precios de artículos como las arvejas (0,50 ctvs.), arroz de cebada (1,00 sucre), fideos (1,50
sucre), café (2,00 sucres) entre otros, mantuvieron su precio estable por más de dos años,
siendo una útil opción para el acceso de productos básicos de las clases populares quiteñas.
Asimismo, el diario señalaba el aseo y la conveniente ubicación en los centros de mayor
movimiento comercial. Además, cada centro de abastos contaba con personal que realizaba
el aseo y la limpieza de cada área constantemente; los productos que se ofrecían, eran
expendidos en bolsas individuales, los comestibles por tanto, no estaban al contacto de las
moscas ni de las manos del expendedor.20 Así se expresaba el Informe de las labores de
Alcaldía en 1946 sobre los servicios que ofrecían los Abastos:
“Los productos se los adquiere las propias fuentes de producción, anulando de esta manera a los intermediarios que son los que encarecen los precios, en buena parte. En bodegas técnicamente construidas son almacenados los víveres, para que se conserven en perfecto estado. El control de compras y ventas se ha elevado a la máxima perfección posible dentro de nuestro medio. Todas las entradas y salidas son controladas minuciosamente. En la ciudad hay 31 almacenes instalados en locales amplios, a cargo de empleadas que en lo posible atiendan al público con prontitud y educación. La organización de los Abastos Municipales ha adquirido un lote de vehículos tanto para el transporte de artículos desde la Central hasta cada uno de los almacenes, así como otros que han sido adaptados para almacenes rodantes para servir a los diferentes
18 Diario El Comercio del 1 de enero de 1946. 19 Ídem.20 Gaceta Municipal n.112, p. 85. AMH.
barrios de la ciudad. En los que no hay almacenes facilitando a los pobladores la adquisición de artículos necesarios para la vida.”21
Sin embargo, la vida de los Abastos Municipales fue efímera, desde su creación bajo la
Presidencia del Concejo Municipal de Gustavo Mortensen en 1941 hasta el año de 1949,
cuando finalmente se procede al cierre de estos y la liquidación de todos los productos que
se expendían. Durante los primeros años de creación, los Abastos Municipales contaron con
apoyo gubernamental, consistente en la exoneración de los impuestos aduaneros y en la
exclusividad para la distribución de azúcar en la capital. La estabilidad que inicialmente
gozó la organización se vino abajo cuando el Ministro de Tesoro, Enrique Arízaga Toral, en
el gobierno de José María Velasco Ibarra, se negó a conceder la exoneración de los
derechos de importación al Concejo Municipal y que además llevó a cabo un juicio
administrativo. Es así que, desde fines de 1946, los Abastos Municipales acumularon una
pérdida de 9’095.233, 81 sucres. Para José Ricardo Chiriboga, Alcalde de Quito de 1949,
los principales motivos de la bancarrota de esta organización fueron:
“la ausencia de contabilidad a la que se ha calificado de falsa; abuso desmedido en la creación de cargos; explotación en el pago de trabajos extraordinarias; desorientación administrativa y económica; descontrol en la fijación de los precios de venta de las mercaderías; completa falta de visión de las verdaderas necesidades de consumo, al haberse adquirido mercaderías ajenas a los fines para los cuales fueron organizados los Abastos, pues para sorpresa de todo Quito, Abastos Municipales compró decenas de miles en juguetes inútiles y destrozados, dizque para aliviar las necesidades del pueblo carente de recursos de la Ciudad; falta de responsabilidad moral al vender artículos en estado de descomposición; cambios intempestivos en los sistemas, etc, etc.”22
Además, según el Alcalde de 1949, Ricardo Chiriboga, se realizaron una serie de acciones
de corrupción durante la Alcaldía de Jacinto Jijón y Caamaño que afectaron seriamente el
desempeño de los Abastos Municipales. Se hablan de compras y negociaciones dudosas
con 91.200 sacos de harina extranjera que representó al Municipio una pérdida de
1’059.450 sucres; se habla de una cuantiosa pérdida en cuanto a la venta de sacos de harina
21 El Comercio del 1 de enero de 1946.22 Informe de Labores que presenta el Sr. Alcalde del Cantón Quito, Dr. José Ricardo Chiriboga de las labores realizadas por el Concejo de 1949, p. 11. AMH.
a la Municipalidad de Guayaquil, de los cuales “2055 sacos de harina fueron botados al río
Guayas por la Sanidad de Guayaquil por su mal estado a 1,35 sucres cada uno.”23
Cabe anotar que la institución responsable del acopio de alimentos fue desde un inicio la
Distribuidora Nacional, organismo que gozaba de autonomía administrativa del Gobierno
de turno. A partir de 1945, se convierte en la Dirección de Subsistencias, organismo
adscrito al Ministerio de Economía que a pesar de tener personería jurídica, dejó de tener
dicha autonomía y cesaron sus movimientos comerciales con la eficiencia que había
manejado con anterioridad. Esta preocupación se evidencia en las palabras del Concejal
Barreto, quien planteaba:
Ante la veleidad de la actual dictadura24, que inclusive ha atentado contra el organismo de la Capital, nosotros tenemos que ponernos frente a frente y luchar contra la dictadura porque todo el pueblo estará con nosotros. No es posible suprimir una organización de esta naturaleza, tanto más cuanto que si la Dirección de Subsistencias está en manos del Gobierno, va a seguir actuando en la misma forma demagógica como hasta ahora han funcionado los organismos del Estado, y va a querer anular las labores independientes de algunas instituciones como el Concejo Municipal.25
El Gerente General de Abastos, Nicolás Crespo Ordoñez, por otro lado, planteaba una serie
de limitaciones y obstáculos que enfrentó durante su administración de los Abastos
Municipales. Expresaba:
Yo recibí los Abastos Municipales con existencias sumamente exiguas. Vino luego, la difícil situación por el obligado racionamiento del azúcar, porque en su momento dado la existencia total en el país no alcanzaba a 160000 quintales viéndose obligada la Distribuidora Nacional a hacer un reparto tan severo, que a Abastos Municipales le fijó solamente 8000 quinales al mes, sin que haya podido siquiera completar esta cuota en los últimos meses en razón de haber fallado ciertos cálculos.26
Durante su administración se produjo una seria escasez de azúcar en la capital, por lo que
se realizó la importación de azúcar desde Cuba. Dicha importación consistió en 56000
quintales. Sin embargo, como expresó el Gerente de Abastos “la única cantidad que recibió 23 Ídem., p. 12. AMH.24 Haciendo referencia al gobierno de José María Velasco Ibarra. 25 Actas del Concejo Municipal, Octubre 1945 a Diciembre 1946, f. 142, 143. AMH. 26 Ídem. Sesión del 30 de julio de 1946 f.153, 154, 155, 156.
Abastos Municipales fue 6000. Se ha hecho lo posible para satisfacer aun cuando sea en
forma racionada, pero durante todos los días sin interrupción.”27
De esta manera, la vida de los Abastos Municipales llegaba a su fin, siendo 1949, año en el
que se realizaron las últimas liquidaciones de artículos, procurando evitar mayores
pérdidas a la Municipalidad y definitivamente se procedió a su clausura.
Como se ha dicho, estas propuestas institucionales surgieron en una época de
diversificación social en la que actores sociales como campesinos y obreros y en general
las clases medias tuvieron mayor participación en la vida urbana. De esta manera, a partir
de las décadas de los veinte y treinta, nació una preocupación por parte de las instituciones
por dotar a estas esferas sociales de comodidades y bienestar para su mayor inserción en el
mercado laboral. Estas propuestas institucionales tuvieron un criterio de servicio social que
inicialmente estuvieron enfocadas en aliviar las críticas condiciones por las que atravesaba
la mayoría de la población quiteña, tras los efectos de la depresión económica que afectó a
todo el país. Sin embargo, la finalización de la Segunda Guerra Mundial y el auge
bananero de 1948, trajo consigo un evidente mejoramiento de la situación financiera del
país. Esto conllevó al cierre definitivo de los Abastos Municipales que no pudieron
mantener su visión social y sucumbieron a los intereses personales de las administraciones
que manejaron dicha entidad.
BIBLIOGRAFÍA
Cueva Agustín, El proceso de dominación política en el Ecuador, Ed. Alberto Crespo Encalada, Quito, 1980.
Miño Grijalva, Wilson, La economía ecuatoriana de la gran recesión a la crisis bananera, en: Nueva Historia del Ecuador, Enrique Ayala Mora (comp.), CEA, Quito, 199.
DOCUMENTACIÓN PRIMARIA
27 Ídem.
Registro Oficial, 21 de Noviembre de 1936, n.345, p.877, AMH.
Gaceta Municipal, n. 88, 31 de marzo de 1938, p. 16. AMH.
Gaceta Municipal, n.94, 10 de noviembre de 1939, p.26.
Gaceta Municipal, n. 111, 10 de Octubre de 1945, AMH.
Gaceta Municipal n.112, noviembre de 1946, p.19. AMH.
Actas del Concejo Municipal, 1934, Julio a Agosto, AMH.
Actas del Concejo, Julio a Septiembre de 1933, AMH.
Actas del Concejo Municipal Oct. 1945 dic. 1946. AMH.
Informe de Labores de Jacinto Jijón y Caamaño, 1946, p. 25, AMH.
Informe de Labores de Gustavo Mortensen, 1941, p. 86, AMH.
Informe de Labores que presenta el Sr. Alcalde del Cantón Quito, Dr. José Ricardo Chiriboga de las labores realizadas por el Concejo de 1949. AMH.