La dominación francesa en arcos y su comarca.orig.
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LA DOMINACIÓN FRANCESA EN ARCOS Y SU COMARCA.
FEBRERO-DICIEMBRE DE 1810.
LLEGADA DE LOS FRANCESES.
Después de la batalla de Ocaña el 19 de noviembre de 1809, a las tropas de Napoleón les fue
fácil el dominio total de la Península. En enero de 1810 los franceses volvían de nuevo a
Andalucía. Tras la poca resistencia del duque de Alburqueque y el general Aréizaga en
Despeñaperros, el primero volvió rápidamente con las tropas que pudo reunir y se encaminó
hacia Cádiz, como la plaza más segura donde podía refugiarse, a pesar de haber recibido
órdenes para la defensa de Sevilla. El segundo se encaminó hacia Granada. Tras las tropas
españolas, las imperiales iban asentándose en todo el territorio andaluz.
Las tropas francesas, una vez que entraron en Sevilla, continuaron la persecución de las de
Alburquerque. La pérdida de tiempo que había supuesto la entrada en la capital hispalense,
propició que los españoles, no sólo llegaran con antelación a la Isla de León y a Cádiz, sino
también, que cortaran el acceso a los franceses en el Puente Suazo. En Arcos entraron los
franceses, con toda seguridad, procedentes de Espera y Villamartín. El 1ª Ejército francés, al
mando de Víctor, utilizó varios caminos en su marcha hacia Cádiz. Unas tropas siguieron el
camino real, actualmente correspondería a la Nacional IV. Otras siguieron el camino de Las
Cabezas1 de San Juan y otras tropas, procedentes de Utrera seguirían el camino de esta
localidad hasta Arcos de la Frontera, en dirección a Jerez, donde se unirían todas. De la misma
manera, nos explica Toreno, habían hecho las fuerzas españolas. Alburquerque había enviado la
caballería y la artillería por el camino real, marchando la infantería por Las Cabezas y Lebrija
con la idea de unirse todos en Jerez. Según Lapène, Alburquerque, adelantándose a las tropas
francesas, se replegó con gran celeridad. El 29 de enero estaba en Carmona, continuó por Utrera
y Arcos hacia Jerez y Cádiz donde entró el 4 de febrero con el resto de la tropa que le quedaba.
Víctor pudo haber llegado a su vez, pero la pérdida de tiempo de Sevilla le hizo retrasarse
doce horas2. En Villamartín entraron fuerzas del 2º Regimiento de Dragones Imperiales el
mismo día 3 de febrero3. Es comprensible que tanto las tropas españolas como las francesas se
expandieran por todos los caminos, unos con la idea de llegar lo más rápidamente posible a la
Isla de León y los otros con la de cortarles el camino antes de esa llegada.
1 FÉE, Antoine Laurent Apollinaire. Recuerdos de la Guerra de España, llamada de la Independencia. 1809-1813. Traducción, advertencias y notas de Jesús Navarro Villalba. Madrid, 2007. p. 75.2LAPÈNE, Eduard, La conquête d'Andalousie. Paris, 1824. p. 19.3 ROMERO ROMERO, Fernando. Guerra de la Independencia: Villamartín, 1808-1813. Villamartín, 1999. p. 58.
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El día 3 de febrero entraron en Arcos, a las órdenes del Barón Bouvier des Clats, tres
regimientos de Dragones franceses. Si en lugares del interior de la Sierra de Cádiz los franceses
van a encontrar más dificultades, en toda la zona llana del valle del Guadalquivir, ocurriría lo
contrario. Villamartín, Espera, Arcos, Jerez, El Puerto y otros pueblos y ciudades de la Bahía de
Cádiz, cayeron rápidamente bajo el dominio francés. Ello era debido a que los accidentes del
terreno hacían muy lento el desplazamiento de un ejército regular en las zonas serranas, pero
era mucho más apto para las escaramuzas de los bandas de “brigands”, es decir, bandoleros,
como las llamaban los franceses, o de patriotas, como lo hacía los españoles.
Una Memoria del Ayuntamiento de Arcos de 1815, conservada por Miguel Mancheño4 y
publicada por él, narraba la entrada de las tropas francesas en Arcos en febrero de 1810: “Con
el año 1810 vivieron los franceses a Andalucía, y en la tarde del 3 de febrero se presentó aquí a
desarmar al pueblo el barón Bouvier des Clats con tres regimientos de Dragones a su mando, y
como si esas gentes hubieran entrado en él por asalto, no hubo género de desenfreno a que no se
entregaren, y principalmente al pillaje, hasta el extremo de tomar cuanto veían en sus
alojamientos, tiendas de comercio, tesorería y fondos públicos, y a cargar a manera de bestias,
con efectos de provisiones para sí y sus caballos a las personas que hallaban por las calles, por
respetables que fuesen, y sin perdonar ni aún a los sacerdotes.”
Unos días después, el 7 de febrero, Bouvier sería relevado por el coronel Vinot, al mando del
4º Regimiento de Húsares5 a caballo. La muerte en Arcos de un soldado francés que pretendía
allanar la casa de una persona honrada del pueblo, indujo a Vinot a pasar a cuchillo a los
habitantes del barrio en que había ocurrido el suceso. Las súplicas del clero y las autoridades
locales conmutaron la pena en hacer demoler la casa del agresor “levantando en ella un
palenque afrentoso con la inscripción de haberse dado allí la muerte a un militar francés
inocente, como si de esta clase hubiera venido alguno a la conquista de España, y publicarse en
el púlpito de la Iglesia Matriz de Santa María, en función que mandó celebrar al intento, la
venganza cruel que tomaría del pueblo si volvía a repetirse contra sus tropas hecho semejante”6.
A pesar de que a partir de aquel momento no se dio ningún otro caso de agresión de ningún
tipo, cuando se retiró de Arcos el 16 de febrero “quiso dejar estampadas sus huellas con la
sangre del patriota Mateo del Real, que hizo arcabucear, en las canteras al emprender su
marcha, sin causa de juicio, ni otro motivo que la aprehensión de un arma que se dijo haberle
encontrado, antes de cumplir el término señalado para su presentación a la justicia”7.
4 MANCHEÑO OLIVARES, Miguel. “Apuntes para una Historia de Arcos de la Frontera [s. XIX]” en Obra selecta de Miguel Mancheño y Olivares. Ed. Mª José Richarte. vol. II. Cádiz, 2002. p. 13.5 Ibidem. p, 13.6 MANCHEÑO, Miguel. op. cit., p. 13.7 Ibídem., p. 13.
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Posteriormente sería relevado por el Barón de Bonnemais, que siguió manteniendo el palenque
erigido por Vinot. A éste le sucedió en el mando el barón de Bonnemains a quien le pidió que
conservara el palenque para atemorizar a la población. Rápidamente los franceses construyeron
una fortaleza en la actual plaza del cabildo que albergaba el castillo, Santa María (unidos por
puentes), el Ayuntamiento, la plaza y las casas de las calles Gradas y Nueva donde destruyeron
algunas de las casa que estorbaban8. Instalaron 4 minas en las entradas y baterías en los puntos
estratégicos.
LA PREFECTURA.
Una vez establecidos en Arcos, la ciudad pasaría a pertenecer a la Prefectura de Jerez durante
toda la dominación francesa en Andalucía, según establecía el Real Decreto de 17 de abril de
1810 que dividía el territorio hispano en 38 Prefecturas. Arcos pertenecería a la de Jerez que a
su vez estaba dividida en tres sub-prefecturas que correspondían a Cádiz, Jerez y Ronda. De
Arcos dependían a su vez en materia administrativa los pueblos vecinos de Bornos, Espera,
Villamartín. La cercanía de Jerez y su situación estratégica hacen de Arcos una buena fortaleza
defensiva y de apoyo para el poder francés.
El 11 de febrero el Secretario General del Consejo de Estado, Vicente González Arnao, pedía
la asistencia al Ayuntamiento a los empleados públicos y “personas principales para prestar
juramento de fidelidad al rey, a la Constitución y a las leyes”. Además de los miembros del
concejo municipal también lo hicieron los curas de Santa María y San Pedro y el cura auxiliar
de la Santa Caridad, los superiores de los Franciscanos Descalzos , de los agustinos, y el prior
del Convento Hospital de San Juan de Dios y una serie de militares9.
Pocos días después de la llegada de Bouvier, sería el propio José Napoleón quien haría
presencia en la ciudad en su camino desde Jerez hasta Ronda. En Arcos durmió la noche del 26
al 27 de febrero y continuó camino hacia Ronda por El Bosque y Zahara. Clermont-Tonnerre o
Miot de Mélito, dos fuentes francesas de primera mano cuentan el viaje.
El día 26 de febrero José I hacía su entrada en Arcos y, según fuentes francesas, fue bien
recibido10. Decía Melito que el rey fue bien recibido y se le cantó un Te Deum en la iglesia
principal, al que él asistió. Clermont-Tonnerre es más explícito aún. El rey fue recibido en
Arcos con estruendosos vivas que mostraban un verdadero amor hacia el rey. Narra además
como un niño se le acercó y le preguntó si venía el rey, si era guapo y si echaba dinero 11. La
Gazeta de Madrid publicaba el 11 de marzo el paso por Arcos de José I. Aquel día tomaba 8 CUEVAS, José y Jesús de las, Arcos de la Frontera. San Fernando, 1985. p. 789Archivo Municipal Arcos de la Frontera. (A.M.A.F.) Actas Capitulares. (En adelante A.C.) 16-1-1810.10 MIOT DE MELITO, Comte. Mémoires du comte Miot de Melito. p,118. http://bvpb.mcu.es/es/. CLERMONT-TONERRE, Gaspard., L'expédition d'Espagne, 1808-1810. París, 1983, pp. 338 y ss.
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posesión como alcalde mayor Leonardo Talens de la Riva, hijo del anterior alcalde que había
muerto poco tiempo antes que ya había sido nombrado oficialmente en Jerez de manos del
Consejero de Estado, José Mª Cambronero12. El Ayuntamiento había dispuesto la organización
de una Guardia Cívica compuesta de dos compañías. Igualmente aquella misma tarde el rey
recibió una diputación del Ayuntamiento de Espera, pueblo cercano a Arcos, que “tuvo el honor
de presentársele y que también había formado otra compañía de Guardia Cívica13”. A la mañana
siguiente acudió a la iglesia de Santa María para cantar el Te Deum. Al salir de la iglesia
narraba la Gazeta la anécdota de la abuela que pedía al rey que bautizara a sus nietos gemelos.
Clermont-Tonnerre, sin embargo, atribuye la petición al padre de los niños14.
De Arcos la comitiva regia continuaba camino hacia Ronda por El Bosque15. Antes había
confirmado como gobernador militar de la ciudad a Pierre Bonnemain.
La llegada a El Bosque no tuvo nada que ver con los recibimientos realizados hasta ese
momento por todas las ciudades anteriores. Las calles estaban desiertas y sin adornar para
recibir al rey. La explicación era simple. El pueblo había sido saqueado y en parte quemado por
haber atacado a un destacamento de dragones franceses que eran perseguidos por una partida de
guerrilleros unos días antes. Esa era la explicación del recibimiento16. Este hecho lo veremos
más adelante. Los caminos eran intransitables y la comitiva regia se desdobló en dos. Para Miot
los caminos se volvían extremadamente difíciles y en ocasiones peligrosos.17 Una parte seguiría
desde El Bosque hasta Grazalema y la otra se dirigió hacia Zahara de la Sierra desde donde
continuaría camino hasta Ronda. Mientras Miot o el ministro O'Farril continúan por Grazalema,
el rey lo hará por Zahara y dejó testimonio de su estancia en el pueblo. Clermont-Tonerre
describe el viaje por Zahara. “El 28 el rey se dirigió a Ronda. Hay dos caminos, uno de cinco
leguas que franquea perpendicularmente la gran cadena y pasa por Grazalema, el otro de 7
leguas que se aleja a la izquierda, gira entre valles secundarios y pasa por Zahara”. Éste es el
que siguió el rey. Zahara está a tres leguas de El Bosque, pero aunque el camino, sobre todo en
invierno es infranqueable, creía que el camino de Grazalema era excesivamente difícil para los
caballos. Al rey le parecía pintoresca la villa de Zahara y se detuvo unas horas. De Zahara, José
11 DÍAZ TORREJÓN, Francisco Luís. José Napoleón I. Un viaje regio por Andalucía (Enero-mayo, 1810). Córdoba, 2008, p. 166.12 DÍAZ TORREJÓN, F. L. op. cit., p. 167.13GAZETA DE MADRID. 11-3-1810. nº 70. p. 297. DÍAZ TORREJÓN, F. L. op.cit., p. 16814 CLERMON-TONERRE, Gaspard. op. cit, p. 339.15 Desconocemos la documentación y las fuentes manejadas por PÉREZ REGORDÁN, Manuel, en “El viaje del rey José por la sierra gaditana”, publicado en Villamartín. Revista Feria y Fiestas de San Mateos, 1994, sin paginar, o ROMERO ROMERO, Fernando en Guerra de la Independencia en Villamartín, 1808-1813, Villamartín, 1999, p. 59, que insinúan que José I pudo hacer noche en Villamartín. La Gazeta de Madrid, MIOT DE MÈLITO O CLERMONT-TONERRE son fuentes fidedignas para desmentir tal hecho.16 CLERMONT-TONNERRE, Gaspard. op.cit., p. 338. 17MIOT DE MÉLITO, Comte. op. cit., p. 148.
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I continuó camino hasta Ronda. Un cabildo de cinco de enero de 1813, del Ayuntamiento de
Zahara resume la llegada de los franceses el 18 de febrero de 1810 y diez días después la
llegada del rey. Se hospedó en casa del alcalde de aquella fecha Basilio Peñalver, “comieron y
marcharon a Ronda”18
La Gazeta de Madrid publicaba el 11 de marzo el paso de la comitiva real por Zahara. Llagaba
al pueblo a las 9 de la mañana. El alcalde, en cuya casa se había hospedado, el cura y el
corregidor le habían pedido la confirmación en sus empleos, manifestando sus deseos de “crear
una Guardia Cívica para resguardo del campo y sus caminos”. El rey los confirmó con dos
decretos y ordenó organizar una compañía de 60 hombres de infantería y 12 de caballería19.
Tras el paso del Intruso por Arcos y su comarca, la realidad choca de frente con sus vecinos. La
ciudad se encontró ante la dependencia administrativa de los franceses, pero deseaban seguir
colaborando con las tropas nacionales.
LA VIDA MUNICIPAL. LA ADMINISTRACIÓN BONAPARTISTA.
Una vez iniciada la conquista de Andalucía, Napoleón había hecho saber a su hermano José
que sólo enviaría a la península 80.000 francos al mes y que los recursos de la España ocupada
debían servir para el mantenimiento del ejército20.
Lo más preocupante eran las provisiones para el socorro de la tropa y el alivio del vecindario.
Se estableció como primera medida la adecuación como almacenes de harinas, aceite, vinagre,
carne, pan, cebada, y paja, a todos los palacios de la población21. Hacía cuatro días de la llegada
de los soldados franceses.
El 28 de marzo no había más que dos regidores por lo que el prefecto de Jerez, Joaquín María
de León Sotelo, tuvo que ordenar un nuevo nombramiento de cargos municipales, que
recayeron en Joaquín Ibarra y Juan de Veas Moreno, como alcaldes y como alguacil mayor a
Francisco de Paula Domínguez. El acta está firmada en uno de los márgenes por Bonnemains,
coronel del 5º regimiento de cazadores a caballo, el 30 de marzo de ese año, que era quien
realmente autorizaba.
A partir de ese momento las contribuciones exigidas a los arcenses y sus vecinos aumentaron
día a día. En el cabildo del 8 de febrero el corregidor de Jerez exigía granos y reses para el
cuartel general: 5.000 fg de trigo, 1.000 de cebada, 1.000 de habas, 200 reses22.
18 Archivo Municipal Zahara de la Sierra, Actas Capitulares, (en adelante A.C.) 5-1-1813.19Gazeta de Madrid, nº 70, 11-3-1810.20 ARTOLA, Miguel, Los Afrancesados. Barcelona, 1997, p. 145 y 256-258.21Archivo Municipal Arcos de la Frontera (A.M.A.F.), A.C., 7-2-1810.22A.M.A.F., A.C., 8-2-1810.
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Esa misma noche Latour-Moubourg solicitaba, a través del Comisario de Guerra, desde
Chiclana, 100 reses vacunas y diariamente 1.000 arrobas de paja y 500 de cebada. Ante estas
solicitudes el Ayuntamiento alegaba la falta de carretería y arrieros para llevarlas. El 10 de
marzo el corregidor de Jerez comunicaba el establecimiento de la Junta de Provisiones por
orden del duque de Bellune, mariscal Víctor, solicitando al Ayuntamiento el nombramiento de
un representante de la ciudad en dicha Junta de Provisiones, puesto que recayó en Mateo
Francisco de la Riva con un sueldo de 100 reales diarios mientras durase el mandato23. El acta
estaba visada y aprobada al dorso por Bonnemains.
La Comisión Central de subsistencias había solicitado a Arcos y los pueblos de su
jurisdicción, 4.000 fanegas de trigo para el ejército. Otras 7.632 fg y 5 celemines ya habían
sido habilitadas para “el mismo ejército, tropas estantes, piensos de caballos y de las otras
bestias que habían hecho el transporte para el cuartel general”. Pero el Ayuntamiento solicitó la
rebaja de las peticiones debido a “los acontecimientos ocurridos en el vecindario desde la
noche del 27 de marzo y días siguientes”24. Efectivamente, esos días una partida de 650
guerrilleros sorprendía al 5º Regimiento de cazadores al mando de Bonnemains, al que mataron
11 hombres y hubo de retirarse de forma precipitada25
También se exigían 4.000 pares de zapatos para el ejército. Pero los arcenses se quejaban de no
tener ni oficiales ni material suficiente por lo que querían llegar a un acuerdo con el Comisario
de Guerra, Santiago Chantón, para proporcionar sólo 200 pares a la semana hasta alcanzar el
número de 2.000 pares pues a más no alcanzaban las existencias materiales en la ciudad por
carecer de cordobanes y cueros para las suelas hasta completar los 4.000 pares. Además había
que tener en cuenta que en la citada noche del 27 de marzo habían desaparecido 700 pares
entregados en los almacenes26. Con todo el Ayuntamiento creía conveniente la habilitación de
30 o 40.000 reales para atender a la confección del calzado solicitado y unos 70.000 reales a
recaudar entre los vecinos pudientes para el suministro de harina para el ejército.
En los días siguientes continuaron las peticiones de suministros para el ejército. Eran
necesarias camas de lana o paja, sábanas, almohadas, etc. para equipar el Hospital General de
Jerez, habiendo recogido las tropas transeúntes todos los lienzos y lonas que los incidentes del
día 27 de marzo habían sido desproveídos los vecinos27
El 11 de abril el cabildo veía otra certificación de la Comisión Central de Subsistencias con
fecha 24 de marzo, el reparto a la ciudad y su partido, por vía de abono, de 1.500 carneros, 23A.M.A.F., A.C., 17-3-1810.24A.M.A.F., A.C., 2-4-1810.25VIDAL DELGADO, R. La guerra de la independencia en torno al Estrecho de Gibraltar. Málaga, 2008. p, 27. MANCHEÑO, M., op. cit, p. 1426A.M.A.F., A.C., 2-4-1810.27A.M.A.F., A.C., 9-4-1810.
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1.500 ovejas y 500 reses vacunas. El Ayuntamiento volvía a justificar que ya había contribuido
con 163 reses vacunas al Cuartel General y había suministrado raciones a la tropa estante y
transeúnte con otras 200 reses en la mañana del 30 de marzo y se habían llevado las tropas
francesas otras 786 cabezas de la misma especie28.
El agobio a que se veía sometido el consistorio arcenes le lleva a consultar qué pueblos debían
considerarse dentro de su jurisdicción, contestándose desde Jerez que eran los de Bornos,
Espera y Villamartín.
Las contribuciones eran agobiantes y a lo largo del mes de abril se volvían a pedir 578.994
reales de utensilios, aguardiente, rentas provinciales y sal. Días después 14.000 fanegas de trigo
para el ejército francés. A todo ello los labradores eran los primeros en quejarse pues sostenían
que eran ellos los únicos que habían contribuido con grano y reses. En mayo29 ante la solicitud
de carnes que hacían desde Jerez, de nuevo contestaban con la justificación de que aquel día los
contrabandistas habían robado varias piaras de ganado por lo que la provisión la harían con
bueyes de labranza. A partir de ese mes se publicaban bandos para que los ganaderos hicieran
declaración jurada de sus pertenencias, en caso contrario serían multados. El 29 de ese mes se
realizó una batida por el campo requisando a varios vecinos. La segunda semana de junio se
recibió una orden de la Comisión Central de Subsistencias para indicar la permanencia en la
ciudad del diputado en la misma, Mareo Francisco de la Riva y el nombramiento de Antonio
Torres como nuevo diputado en la citada Comisión.
El 31 de julio era la Junta Municipal de Espera quien solicitaba ayuda a la de Arcos ya que
carecía de vino, cebada y otros efectos para atender el 2º Regimiento de húsares acantonado en
el pueblo. La municipalidad arcense alegaba su imposibilidad de hacerlo como ya lo había
hecho anteriormente con el reparto de las 5.192 fg de trigo.
Las situaciones de violencia no dudamos que se produjeran en los casos en que no se
conseguía con presteza lo solicitado por los franceses, como ocurrió con Juan Ordóñez
Valderas, guarda mayor del campo, encargado del embargo repentino de 200 bestias que no
pudo reunir. Al negarse a hacer la requisición fue relegado del cargo por Andrés Domínguez.
A mediados de agosto, el 14 de ese mes, la Comisión Central de Subsistencias volvía a
reclamar trigo que debía ser proporcionado sacándolo del segundo diezmo que los labradores
estaban pagando por aquellos días. Pero días después Juan de Veas, alcalde ordinario,
comisionado para la provisión de trigo para el ejército hacía presente que en los almacenes no
había trigo suficiente para responder a los pedidos de la Comisión Central30. En vistas de las
28A.M.A.F., A.C., 11-4-1810.29A.M.A.F., A.C., 1-5-1810.30A.M.A.F., A.C., 21-8-1810.
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dificultades volvía el Ayuntamiento a solicitar de los labradores un reparto en la entrega del
trigo que habían de entregar como segundo diezmo.
EL ORDEN PÚBLICO.
Además de mantener fuerzas militares en todos los pueblos dependientes de Arcos y de realizar
los nombramientos de los nuevos Ayuntamientos, los franceses procuraron hacer participar a la
población en tareas de orden público. Para ello se conformaron en los pueblos y ciudades las
distintas Milicias Cívicas, según el R.D. de 6 de febrero de 1810. Eran encargadas de proteger
la seguridad de las personas y los bienes. Según Carmen Muñoz31 pretendía suplir la función de
mantenimiento del orden público que tenían encomendadas las tropas, creyendo que esa labor
sería más fácil si se encomendaba a los vecinos de cada lugar. Aunque autores como Toreno
piensan que muchos españoles “se prestaron sin repugnancia a ese servicio”, no fue eso lo que
ocurrió en Arcos o los pueblos de su cantón, en los que costó sudor y sangre formar las
Guardias Cívicas o las Milicias Francas y que nunca llegaron a tener una actividad real.
Como vimos más arriba, durante la estancia de José I se habían formado dos compañías
cívicas en la ciudad de la misma manera había sucedido en los pueblos dependientes de ella. En
Espera está documentada el mismo día 28 de febrero. En Villamartín se constatan en las Actas
capitulares de junio32
La indumentaria de la Infantería estaba compuesta por chaqueta parda con vuelta encarnada,
botón y vivos blancos, pantalón blanco y sombrero de copa alta con ala levantada y escarapela.
La caballería, chaqueta y pantalón azul, vuelta encarnada, botón y vivos blancos, y sombreros
como el de Infantería. El correaje y cartucheras blancos33. El sueldo de los Comandantes de la
Guardia Cívica debía salir de los caudales de propios y arbitrios de cada pueblo y, en caso de
necesidad, por reparto proporcional entre los pueblos de su mando.
La poca eficiencia en la mayoría de los casos lleva a la publicación de una orden del Comisario
Regio y Prefecto Joaquín María Sotelo, que enviaba un ejemplar del Real Decreto de 6 de
febrero. Sotelo exigía un estado de las dos compañías formadas. Se le manifestaba desde el
Ayuntamiento que las Compañías no estaban uniformadas por no haber el paño correspondiente
en la ciudad, ni tampoco estaba armada porque al ingreso de las tropas imperiales se quemaron
las armas por orden militar. Además, tras la entrada de insurgentes el 27 de marzo quedaron los
cívicos de la Compañía sin bestias que utilizar. Durante el día no podían hacer guardia y por
31MUÑOZ DE BUSTILLO ROMERO, Carmen, Bayona en Andalucía: el Estado bonapartista en la Prefectura de Jerez , Madrid, 1991, p. 242. Seguimos, a lo largo de todo el estudio, el trabajo de Muñoz de Bustillos, uno de los pioneros y fundamentales para conocer el estado Bonapartista en la Prefectura de Jerez.32ROMERO, F. op. cit., p. 75.33A.M.A., A.C., 21-9-1810.
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las noches sólo hacían las guardias en el pueblo acompañando a las justicias en las rondas para
asegurar la tranquilidad pública ya que la mayoría eran artesanos que dependían de su trabajo
personal y diario34. El 4 de julio llegaba otra orden del Prefecto de Jerez exigiendo la
reorganización de la Milicia Cívica. Se comisionó a Joaquín Ibarra y Fº Javier Angulo para que
procedieran, lo más brevemente posible, a la organización “del cuerpo tan interesante al Real
servicio y a la Patria”35. El 10 de julio, tras el nombramiento del general Vargas como
encargado en la Prefectura de las Compañías Cívicas se volvía a requerir al cabildo para que se
promoviera también la formación de Compañías Francas de Infantería y Caballería, formadas
por ciudadanos honrados, que “alivien los males que causan sus mismos conciudadanos”. Se
creaban con el fin de “velar en los términos de sus respectivas poblaciones y las defiendan de
las invasiones y robos de los bandidos”36
Detrás de todo estaban casi siempre, las trabas que los propios arcenses ponían a las
autoridades francesas para colaborar lo mínimo posible con ellos.
Los munícipes volvían a justificar que ya en febrero se habían formado una Compañía de
Infantería y otra de Caballería, nombrando comandantes y oficiales respectivos y en ellas se
comprendieron todos los vecinos honrados y capaces de poder celar, sostener y custodiar el
término limpio de malhechores, pero al no disponer de caballerías ni armas pues éstas fueron
quemadas por las tropas imperiales y los caballos fueron robados por los insurgentes, realmente
no tenían actividad. A ello, suponemos, se añadía la falta de voluntad en la mayoría de los
casos.
Pero el control francés aspiraba a ser exhaustivo y nombraban a representantes de barrios, que
ayudaran a cumplir los cargos municipales, a Fernando de la Puente, Francisco de Dios Ruiz,
Juan Gutiérrez, José Morales, Francisco Javier Moreno, Manuel del Real, Cristóbal Angulo y
Alonso Macías. Todos prestaron juramento. Pero la falta de voluntad que se veía en muchos de
los cargos se manifestaba en solicitud de dimisión de Javier Angulo, teniente coronel retirado,
comandante de la Caballería Cívica o Juan de Veas37 Días después se excusarían el marqués de
Torresoto, teniente capitán de la Guardia Cívica, o Joaquín de Ibarra, teniente de la Guardia
Cívica de Infantería. Incluso los curas de Santa María y San Pedro pedían que se les liberara de
sus funciones en la Guardia Cívica38.
Los primeros días de agosto se recibieron diversas órdenes desde la Prefectura para celebrar
con demostraciones de adhesión al emperador y que se comunicara a los pueblos dependientes
34A.M.A.F., A.C., 16-6-1810.35Ibídem., 4-7-1810.36Ibídem, 10-7-1810.37A.M.A.F., A.C., 12-7-1810 38A.M.A.F., A.C., 3-9-1810.
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de Arcos. Se obligaba a publicar los edictos en los lugares correspondientes. El día 5 de ese mes
la orden del Gobernador militar de Jerez era clara en vistas de que “las órdenes del duque de
Dalmacia ni se fijan ni publican exactamente con tan gran mal que los escribanos los guardan
en los cajones de su mesa; parece que los atesoran para tener en su negligencia, un medio de
defensa el día que según tornen los insurgentes, les tomen cuenta de su administración”39. Es
significativa también la continuación de la misiva. En ella se ponía de manifiesto que en
muchos pueblos se negaba el pasaporte a los que habían vuelto a sus casas para ir a trabajar a
otros pueblos, con el pretexto de no haberse presentado en Sevilla, y de esta forma conseguían
que al no tener medios para subsistir, se marcharan a las partidas. Pero las renuncias
continuaban y el 13 de agosto serían Bartolomé Rodríguez, que a su vez era síndico personero,
José Téllez de Meneses y Marcos Gutiérrez los que justificaban su imposibilidad de pertenecer
a la Milicia Cívica por pertenecer al Ayuntamiento y ser los encargados de proveer de carne y
paja a las tropas imperiales los dos primeros y por tener soldados franceses alojados en su casa
el tercero. Tras el nombramiento de nuevos miembros a cada uno se le exigía de nuevo el
juramento de fidelidad y obediencia a José I. Todo era debido a la visita del comandante del
distrito por no haberse realizado el juramento preceptivo de fidelidad y obediencia. Así se hizo
el 29 de septiembre en todos los componentes de las Milicias Cívicas que formaron en la plaza
del castillo y prestaron juramento al rey José Napoleón40
A lo largo de todo el años continuaron las órdenes para la organización de la Guardia Cívica,
que no llegaba a concretarse, y posteriormente lo harían para la Compañía Franca. Dos órdenes
del duque de Dalmacia, de 11 de agosto que establecía la imposición de brigadas de escopeteros
en todos los caminos de Andalucía, y de 11 de octubre, por un lado y otra de José Joaquín
Martí, inspector general de las Milicias Cívicas y de las brigadas de escopeteros, ponen en
marcha la formación de la Guardia Franca. El 3 de septiembre el Ayuntamiento publicaba las
listas de las dos brigadas de Escopeteros formadas en Arcos. La primera estaba formada por
Manuel Muñoz como Jefe, Juan Vicente Armario, Manuel Vicente Armario, Fº Pablo, Manuel
Ramírez, Marcos Ramírez y Juan Álvarez. La segunda brigada estaba constituida por Francisco
Rodríguez Paterna como jefe, José Gómez, Sebastián Feringan, Diego Solís, Francisco Álvarez,
Francisco Núñez y Lucas Gómez.
A lo largo de todo el año 1810 las Milicias Cívicas y las Compañías Francas no llegarían a
realizar realmente la labor para la que se concibieron debido a la negativa de los arcenses a
colaborar en sus funciones.
39A.M.A.F., A.C., 5-8-1810.40A.M.A.F., A.C., 21-9-1810.
10
LA OPOSICIÓN A LOS FRANCESES. LA GUERRILLA.
Según cuenta Hernández Parrales41 el 12 de febrero de 1810 el subdelegado de las colonias
(Prado del Rey lo era), Gutiérrez Piñeres, se ponía al frente de una partida de patriotas que
había salido al encuentro de un grupo de franceses y le causó 8 muertos. Según González
Peinado42 , brigadier a las órdenes del general Valdenebro que estaba al mando de las
operaciones militares en la Sierra, el día 11 de febrero llegaron a El Bosque 52 coraceros
franceses con el objeto de prenderle en Cortes de la Frontera. Allí los esperó pero el ataque no
llegó a producirse porque fueron atacados en la huerta de Benamahoma por vecinos de la aldea
y de El Bosque, dejando 14 muertos y huyendo los demás. Al día siguiente, la villa había sido
saqueada y en parte incendiada por haber disparado contra un destacamento de dragones
franceses que era perseguido por guerrilleros43. El segundo fogonazo en las inmediaciones de
Arcos fue el producido en Olvera, el 10 de marzo de ese año y que narra A. J. Rocca44. De ese
mismo día 10 de marzo era la carta enviada por Cauley, comandante y ayudante del general
inglés Campbell, a González Peinado en la que le manifestaba que había salido de El Bosque
para Grazalema “después de haber batido ayer a los franceses y haberlos ahuyentado de estos
infelices pueblos45
González Peinado cuenta en su manifiesto como los patriotas habían llevado a Algodonales dos
cargas de plata y una porción de caballos que habían arrebatado a los enemigos en Bornos46. Se
trataba de la plata que procedente del convento jerónimo de Bornos había sido robada por
Gaspar Tardío y su gente, depositándola en Algodonales, donde de nuevo los franceses se
apoderarían de ella47. Unos días después, el 18, Cauley informaba desde Grazalema de “las
ventajas que había conseguido sobre los enemigos que le atacaron en Bornos, habiéndolos
rechazado y perseguido hasta Arcos”, dejando la persecución por falta de municiones48 y,
suponemos, por la presencia de la tropa francesa acantonada en la ciudad. La presencia de las
tropas inglesas de Gibraltar iban a resultar importantísimas para la lucha antifrancesa en la
Serranía.
41 HERNÁNDEZ PARRALES, Antonio. Historia de Prado del Rey y su término. Madrid. 1968, p.123.42GONZÁLEZ PEINADO, Francisco., Manifiesto que hace a la nación el brigadier D. Francisco González Peynado, Benemérito a la patria en grado heroico y eminente, según Real Decreto de 19 de marzo de 1809, y Diputado en Cortes por el reyno de Jaén. En la imprenta de D. Vicente Lerma,Cádiz., 1811, p. 34.43CLERMONT-TONNERRE, G. op. cit, p.338. RUIZ TORREJÓN, Francisco Luís., Guerrilla, contraguerrilla y delincuncia en la Andalucía napoleónica.,t. III, p. 146 y 147.44ROCCA, Albert Jean, Mémoires sur la guerre des françaises en Espagne, Paris, 1814. RUIZ TORREJÓN, F. L, op. cit, p. 149. RODRÍGUEZ PALMA, Pedro, “Las dos invasiones francesas”, en Revista de la Real Feria de San Agustín. Olvera, 2007, p. 8. Archivo Municipal Olvera, A.C., 1810. Traducción a mano del periódico “El Universo”, junio, 1908.45GONZÁLEZ PEINADO, F., op. cit, Documento nº 13, p, 17.46GONZÁLEZ PEINADO, F., op.cit,, p, 6647BARRA RODRÍGUEZ, M, Iglesias y ermitas de Bornos., pp. 260 y ss.48GONZÁLEZ PEINADO, F., op. cit, p. 67.
11
La situación de descontento de muchos arcenses dio lugar a que en la noche del 27 de marzo
una partida de patriotas no sólo de Arcos, sino también de los pueblos cercanos, casi
desprovistos de armas, llegaran a la ciudad al mando de un capuchino49, que los franceses no
pudieron rechazar a pesar de contar con unas fuerzas de 803 soldados. Perdieron 11 hombres
en la acción y se vieron obligados a salir de la ciudad en dirección a Jédula donde hicieron alto
durante dos días donde fueron socorridos por el general Latour-Mauburg que con una división
de 4000 hombres se dirigió a Arcos con la intención de quemar la población. Para Díaz
Torrejón, que se basa en las noticias de Andrés Ortiz de Zárate, (a) el Pastor50, el ataque es
dirigido por el inglés Cauley51 .
El 7 de abril el coronel Baussain llegó a Grazalema donde se habían reunido y fortificado
todos los insurgentes de aquellas sierras. Más de 2.000 fueron muertos y los demás tuvieron que
someterse. Así lo publicó la Gazeta de Madrid el 24 de marzo de 1810. Pero el levantamiento
en toda la Sierra era general.
El 14 de abril unos 300 franceses pasaron por Montellano y, ya sea por la presencia de alguna
partida o por el corto número de ellos, los vecinos del pueblo impidieron su paso por la villa. El
22 de abril unos 1.300 franceses del regimiento nº 5 de Cazadores a caballo de Arcos se
presentaban en Montellano a las órdenes de Bonnemains. En la torre de la iglesia resisten
algunos vecinos. José Romero, conocido como el Alcalde de Montellano, aunque no lo era, se
les enfrentó en su propia casa. Sin saber porqué Bonnemains se retiró con unas cien bajas52. Allí
acude también en auxilio de Romero, Gaspar Tardío, jefe de la partida que se había constituido
por aquellas fechas en Algodonales y que le convencería para que marchara a dicho pueblo tras
el incendio de Montellano53. Unos días después se producirían los acontecimientos de
Algodonales54 en los que mueren alrededor de 239 vecinos de la villa. Todos los
49 MANCHEÑO, M., op. cit., p.14.50ORTIZ DE ZÁRATE, Andrés. La mas Justa Vindicación que presenta a sus compatriota Don Andrés Ortiz de Zárate, conocido por El Pastor en la Serranía de Ronda, comandante aclamado por muchos pueblos de ella, y autorizado por el gobierno, con motivo de los atroces delitos que le atribuye uno que se titula brigadier de los reales exércitos, llamado D. Francisco Gonzalez Peynado, vocal en Córtes, suplente que fue, por el Reyno de Jaén, la qual indemnización recae igualmente en defensa y honor del regio tribunal que le dio por inocente, con otras cosas que ilustran al público. Algeciras. 1812. Por D. Juan Bautista Contilló y Conty.51DÍAZ TORREJÓN, F. L., op.cit, p. 171.52Gazeta de la Regencia de España e Indias. 5-6-1810, nº 33, p. 284. GÓMEZ ARTECHE, J.,” El alcalde de Montellano”, en Revista Europea, nº 109, 26-3-1876. DÍAZ TORREJÓN, F.L. op.cit., p. 155. TORENO, Conde de, Historia del levantamiento, guerra y revolución de España. Centro de estudios políticos y constitucionales. Madrid, 2008, p, 695.53Gazeta de la Regencia e Indias, 5-6-1810, nº 33, p. 285.54 LAVAUX, François, Mémoires de campagne (1793-1814) Éditions Arléa. Paris, 2004, pp, 153,154 y 155. DÍAZ TORREJÓN, F.L. op. cit., pp. 157 y ss.
12
acontecimientos guerrilleros de la Sierra de Ronda y Cádiz están estudiados por autores como
Díaz Torrejón, siguiendo los documentos de González Peinado o Francisco Valdenebro55.
Las correrías de las partidas de patriotas eran continuas y los encuentros con las tropas
francesas frecuentes. En este sentido la Gazeta de la Regencia, el 29 de mayo, informaba desde
Ayamonte como el 11 de ese mes se encontraban en Utrera 307 soldados franceses, 700 en
Morón, “a quienes inquietaban diariamente las partidas españolas de El Bosque, como se
nombraba genéricamente a muchas de ellas. Estas partidas se habían llevado aquel día 500
vacas y habían cogido 1600 fanegas de trigo hacia la venta de San Antonio hacia el “arrecife de
Cádiz”56
La Gazeta de la Regencia publicaba el 11 de octubre de 1810 que los franceses estaban
reuniendo fuerzas en Arcos con el fin de penetrar en la Sierra por El Bosque y Ubrique.
Advertía también que el regimiento de Sigüenza y un destacamento de caballería de Ubrique
(de las casas del Castaño) habían escarmentado aquellos días a los franceses que amenazaban
por la izquierda, llegando incluso hasta Casas Viejas y habían quemado el campamento
enemigo “matando a muchos franceses y remitiendo a esta ciudad (Algeciras) a 8
prisioneros”57. Las fuerzas imperiales se pusieron en marcha desde Arcos y, penetrando por El
Bosque, ocuparon a Ubrique con 2.000 infantes y 400 caballos el 30 de septiembre. El coronel
Lafuente, desde Los Charcones, con el destacamento de infantería y caballería que tenía en
Jimena, el brigadier Cortés con su regimiento de la Reina, y un fuerte destacamento del de
Ronda y los patriotas del lugar que se le añadieron, le forzaron a retirarse de manera
precipitada camino de Arcos. A su paso por Prado del Rey habían dejado atrás “80 cadáveres,
tres de ellos oficiales”. Dos días antes de la publicación de la noticia, informaba la misma
Gazeta, los españoles habían vuelto a los puntos que ocupaban anteriormente, pero tras pocas
horas de descanso volvieron a presentarse tropas francesa procedentes de Bornos y Villamartín,
penetrando hasta Montejaque y Benaoján58.
Antes de finalizar el año de 1810 se formó en Arcos la partida con el nombre de la ciudad.
Estaba constituida por 30 hombres, paisanos y dispersos, y a su frente estaba el arcense Juan
Galván59 que fue quien la armó, montó y vistió a su costa. Antonio García de Veas, teniente
coronel, subinspector de partidas la unió a la de El Bogitano, aumentándola hasta un número de
55 GONZÁLEZ PEINADO, F, op. cit, y SERRANO VALDENEBRO, José, Manifiesto de los servicios hechos a la patria por el jefe de escuadra don José Serrano Valdenebro, desde el movimiento de la nación a la justa defensa contra la invasión que nos tiraniza hasta su remoción al mando de la Sierra Meridional acordada por la Regencia el 2 de julio de 1811. Algeciras. 1811, Imprenta de Jun Bautista Contilló y Conti.56GAZETA DE LA REGENCIA, Nº 31, 29-05-1810, p. 255.57GAZETA DE LA REGENCIA, Nº80, 30-10-1810, p. 775.58Ibídem. Archivo Histórico Nacional, (A.H.N) DIVERSOS-COLECCIÓN, 124, N. 50.59A.H.N.:ESTADO, 41,E.
13
90 hombres. En el camino de Arcos a Medina hicieron prisioneros a un oficial y 15 soldados
franceses y en “Tempul rechazó al enemigo con pérdida grande por parte de este de muertos y
heridos”. Entre Jerez y Sanlúcar hicieron 8 prisioneros franceses. Siguió actuando durante el
año siguiente, dándose por extinguida en 1812. El 17 de diciembre de ese mismo año, Serrano
Valdenebro informaba al General del Campo de Gibraltar de la acción mantenida por el
Escuadrón de Ubrique, la partida de Palmetín y algunos hombres del escuadrón de La Romana.
El capitán del Escuadrón de Ubrique había informado a Valdenebro de su intención de salir a la
campiña de Arcos, donde sabía que diariamente enviaban el parte hacia Medina. Ese día se
produjeron 16 bajas de la tropa francesa y un oficial. Posteriormente mataron a otros dos que
iban malheridos. Cogieron 17 caballos que repartieron entre las partidas de Palmetín, La
Romana y Ubrique. En la acción intervinieron Jerónimo Lugo, alférez del Escuadrón de
Ubrique, Fernando Zaldívar y Fernando Clavijo, comandantes de los patriotas. Posteriormente
se retiraron a El Bosque donde tenían su cuartel general60.
En la zona ocupada era muy común el doble papel de muchos patriotas. Una muestra de la
situación de espionaje que se dio en muchos lugares es la que nos muestra el Expediente61
justificativo formado a instancias de Joaquín María de Tóxar, vecino de Sevilla. En este
documento es estudiado, igualmente, el expediente de Manuel González Pinto, abogado
sevillano, que era en 1810 corregidor de Espera, nombrado por el gobierno josefino. De “32
años y dos varas de alto, color claro, pelo rubio, ojos azules y picado de viruelas”. El uno de
septiembre de 1812 recibía un pasaporte de los alcaldes de Cantillana (Sevilla) donde llevaba
más de un año huyendo de los franceses por haber sido corregidor de Espera y “ser de los
verdaderos patriotas”62. Junto con José Gonzalez y Tóxar el 23 de junio de 1810 habían tratado
de conspirar contra los franceses en Jerez, fueron descubiertos, muriendo como consecuencia de
ello, González y Bernardo Palacios, conductor de los partes de Pinto. Escondido en Sevilla salió
de la ciudad gracias a Tóxar y se ocultó en Cantillana. Pinto se movía desde El Puerto hasta
Extremadura. El brigadier Comandante general de la sección de Infantería de Vanguardia del 5º
Ejército desde Guadalcanal (Sevilla) le ofreció el salvoconducto para que le atendieran en los
lugares que necesitase. Las justicias le darían alojamiento, bagajes y demás auxilios.”63.
Antonio Reina, cabo de la legión ligera de Caballería del Condado, testificó a favor de Pinto,
conociendo perfectamente su situación de espía al que perseguían los franceses. En el mismo
60 A.H.N.: DIVERSOS.COLECCIONES, 94, N. 55.61 JOAQUÍN MARÍA DE TÓXAR. “Documentos justificativos de su lealtad patriótica y méritos que contrajo durante la Guerra de la Independencia”. Se trata de un códice manuscrito procedente de a coleccvónDE LA COLECCIÓN de Manuel de Jesús Guisado, conde de Tóxar. En Boletín Real Academia de la Historia. t. 53, 1908. p. 275.62Ibídem. p. 275.63Ibídem. p. 274.
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expediente se hace referencia a Manuel Cartes y Juan Sánchez que dirigían correspondencia
hasta Ayamonte, Espera y Cazalla para comunicarse con algunas personas que obrarían de
acuerdo con la trama que intentaba actuar en Jerez64. A esta ciudad fue llamado González Pinto
por Tóxar. Aquel pensaba dejar la vara del corregimiento de Espera por chocar sus ideas contra
las del gobierno intruso, pero le convencieron de que era conveniente que siguiera en el cargo65.
Toxar, Antonio Muñoz Rivera, Antonio Rodríguez de la Vega y Luís María Ortega hicieron un
informe completo de la Conspiración sevillana. Según ese informe el corregidor de Espera,
además de haber participado en la conspiración, junto con los exponentes, sufrió diversos
altercados en la misma villa donde se había formado una partida, la de Boza66 el catalán. Es
posible que se trate de la partida de Antonio Flanquier, quien presentó una solicitud a las
autoridades militares, pidiendo una pensión como participante en la guerra contra los franceses.
Flanquier, natural de Barcelona, al parecer llamado popularmente Boza, creó una partida en
Espera, que según sus palabras, ”fue azote de los franceses”. Fue hecho prisionero y habría
sido fusilado “si no hubiera tenido el ardid, de seducir y fugarse con 39 juramentados del
número 7 y trece migueletes de los de Sevilla”. Se presentó con todo su armamento al general
Ballesteros en el pueblo extremeño de La Parra67. El informe de Toxar explicaba las vejaciones
que había sufrido Pinto por parte de la partida de Boza. Entre él y otros “atrajeron la ruina y la
destrucción a Espera por llamar de continuo sus robos y muertes a los franceses en este
pueblo”68. González Pinto estuvo a punto de morir en el Prado de Márquez, a las afueras del
pueblo, por no revelar a los franceses quienes eran los patriotas que huían tras un tiroteo con las
tropas imperiales69.
La lucha contra los franceses continuaría hasta el verano de 1812, pero ese período queda
fuera del tiempo que nos ocupa en el presente trabajo.
64Ibídem., p. 297 y ss.65Ibídem., p. 29866Ibídem, p. 292.67A.H.N., DIVERSOS-COLECCIONES, 105, N.1568TÓXAR, op. cit,, p. 292.69Ibídem, p. 292.
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