La Cuestion de Las Estatuas

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LA CUESTIÓN DE LAS ESTATUAS UNA GUÍA INSONRIBLE DE LA ESTATUARIA CORDOBESA Manuel Harazem Me lo dijeron anoche / las lenguas de doble filo. / Me lo dijeron anoche / y me quedé mu intranquilo. Lo que hicieron esas filosas leguas y que me ha traído a este acusado estado de desasosiego en que me hallo fue la inquietante noticia de que se prepara un nuevo ataque estatuario contra los centros neurálgicos del equilibrio estético de la ciudad. Una terrible andanada de fuego graneado cebado con el anuncio de la próxima erección de tres nuevas estatuas en Córdoba. Una dedicada a las cordubensas pomporrutas imperialis en la persona del fundador de la ciudad romana, Claudio Marcelo en impecable estilo Remordimiento, la espeluznante amenaza de proyecto de otra al Rey Santo Fernando III encaballado y blandiendo temible espada matamoros y una nueva edición de la que empieza a ser conocida como pesadilla belmontiana: nueva escultura folklofriki a los patios dedicada. El resultado ha precipitado en mi mente como en una rápida película, de esas que según dicen asaltan en el minuto final al moribundo, la tristísima historia de las relaciones de Córdoba con las esculturas urbanas. Y antes de que ese cúmulo de imágenes e ideas momentáneamente puestas en movimiento en la turbina donde giran locas mis neuronas se pierda en el éter que sin consistencia material las rodea, como el agua torrencial de los uadis se pierde en el infinito estéril del desierto, me pongo en el afán de 1

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Una guía de la estatuaria contemporánea cordobesa

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LA CUESTIN DE LAS ESTATUAS

UNA GUA INSONRIBLE DE LA ESTATUARIA CORDOBESA

Manuel Harazem

Me lo dijeron anoche / las lenguas de doble filo. / Me lo dijeron anoche / y me qued mu intranquilo. Loque hicieron esas filosas leguas y que me ha trado a este acusado estado de desasosiego en que me hallo fue la inquietantenoticia de que se prepara un nuevo ataque estatuario contra los centros neurlgicos del equilibrio esttico de la ciudad.Una terrible andanada de fuego graneado cebadocon el anuncio de la prxima ereccin de tres nuevas estatuas en Crdoba. Una dedicada a lascordubensas pomporrutas imperialisen la persona del fundador de la ciudad romana, Claudio Marcelo en impecable estiloRemordimiento,la espeluznante amenaza de proyecto de otra al Rey Santo Fernando III encaballado y blandiendo temible espada matamoros y una nueva edicin de la que empieza a ser conocida comopesadillabelmontiana: nueva escultura folklofriki a los patios dedicada.El resultado ha precipitado en mi mente como en una rpida pelcula, de esas que segn dicen asaltan en el minuto final al moribundo, la tristsima historia de las relaciones de Crdoba con las esculturas urbanas. Y antes de que ese cmulo de imgenes e ideas momentneamente puestas en movimiento en la turbina donde giran locas mis neuronas se pierda en el ter que sin consistencia material las rodea, como el agua torrencial de losuadisse pierde en el infinito estril del desierto, me pongo en el afn de fijarlas en este otro ter de la red, de ms asegurada longevidad, con la esperanza de procurar solaz y tal vez alimento didctico a quien por azar con l se tope o por amistad o animadversin al autor se vea obligado a leerlo.

LA ESTATUOMANA DECIMONNICA

La consolidacin de los estados nacionales burgueses trajo a Europa una fiebre de ereccin de monumentos pblicos, entre los que la escultura monumental tuvo un papel predominante en la gran mayoralas ciudades continentales. Su sentido no radic tanto en una glorificacin de la ciudad como en unaautoglorificacin de la propia burguesa dominante que la encargaba y que se autoconsideraba la quilla del progreso, sustanciada en la ereccin de estatuas a personajes o incluso a conceptos de alto significado simblico y cuyas virtudes se suponan ejemplares para la ciudadana desde el punto de vista de la moral y de la poltica imperante. Esa fiebre tambin se contagi prcticamente a todo el territorio estatal espaol a partir de la segunda mitad del siglo XIX, aunque muchas ciudades, lgicamente las ms importantes, Madrid y Barcelona sobre todo, las erijan incluso antes de esa fecha. Como apunta Carlos Reyero(1)hasta la Ilustracin y desde la Antigedad y sobre todo en el Antiguo Rgimen el sentido nico del monumento pblico haba consistido en la imposicin en los espacios comunes de los smbolos del poder absoluto. Sern las revoluciones liberales las que le confieran el nuevo sentido de sustento de ejemplaridad, belleza moral y proyeccin de valores edificantes para el conjunto de la colectividad. Siempre, claro est, desde el punto de vista de las necesidades simblicas de la burguesa que haba tomado definitivamente el poder.Por ello puede decirse que si bien cambia el sentido respecto a los tiempos anteriores no lo hace la intencin y entenderloimplica aceptar que el mensaje ideolgico que los justifica, y que trataba de difundirse permanentemente, constituye, esencialmente, un acto de autoridad(2).

Si no como una prueba al menos s como un sntoma de la inoperatividad de la zngana burguesa cordobesa de entre siglos (los dos ltimos del milenio), mayoritariamente cortijera frente a la industrial de otros lugares, se muestra en su incapacidad para hacer algo que la mayora de sus hermanas de las otras ciudades espaolas, incluidos muchos pueblos ms o menos grandes, haban hecho: erigir monumentos pblicos. Crdoba fue uno de los ltimos lugares de Espaa en erigir al menos una escultura monumental urbana. No cuenta, claro est, la escultura religiosa que en la ciudad tiene una especial representacin en los triunfos de San Rafael, a los que se suma el Cristo de los Faroles, todos inscritos en una moda erectiva piadosa del siglo XVIII surgida siguiendo el modelo del triunfo de la Inmaculada Concepcin levantado en Granada en 1631. Aunque esos triunfos tambin alcanzaran a horrorizar la delicada piel neoclsica de algunos viajeros del XVIII. As Leandro Fernndez de Moratn dej escrito en un malafollesco viaje que hizo a la ciudad quesi Roma fue clebre por sus triunfos, Crdoba no lo es ciertamente por los suyos. As se llaman aciertos armatostes de mrmoles, llenos de hojarascas y garambainas, que a cada paso se hallan por las plazas y sitios pblicos, dedicados a San Rafael, cuya imagen dorada corona la punta de esos extravagantes monumentos(3).

Un rpido repaso demostrar esto que estoy diciendo. Estas son las poblaciones menores que Crdoba que erigen estatua a hijo ilustre antes de la entrada del siglo XX: Guetaria (Elcano, 1861, que sustituy a otra de destruido en 1836 durante las guerras carlistas), La Corua (A Guarda, 1890), Salamanca (Fray Luis, 1868), Motrico (Churruca 1865), Azpeitia (Ignacio de Loyola, 1866) , Cdiz (Columela, 1842 y Obispo Moreno, 1859, Vic (Balmes, 1848), Alcal de Henares (Cisneros, 1864, Cervantes, 1879), Murcia (Floridablanca, 1849), Santiago (Mndez Nez, 1868, Cannigo Figueroa, 1896), Valladolid (Cervantes, 1877), Avila (Sta. Teresa, 1882), Santander ((Daoiz, 1880), Gijn (D. Pelayo, 1881), Cartagena (Coln, 1883), Salamanca (Coln, 1893), Zamora (Viriato, 1884), Castelln (Jaime I, 1893), Tarragona (Roger de Lauria, 1883), San Sebastian (Oquendo, 1883), Medelln (Hernn Corts, 1889), Pamplona (Los Fueros, 1893), Logroo (Espartero, 1885), Reus (Prim, 1893), Orense (Feijoo, 1889), Durango (Astarloa, 1886), Gijn (Jovellanos, 1891), Vigo (Mndez Nez, 1890 y Eduayen, 1896), Vivero, Posada de Llanes y Utrera (Clemente de la Cuadra, 1889).

Mientras tanto la burguesa de Crdoba, probablemente la ciudad con mayor nmero de hijos ilustres de talla universal de Espaa, dicho sea sin pasin chovinista alguna, no tena las agallas desde el punto de vista de sus propios retos- suficientes para hacer perdurar memoria marmrea o broncnea de ninguno de ellos. Tal vez, y muy piadosamente, podra achacarse esa inoperatividad de nuestra burguesa al hecho de que mientras las de las dems ciudades buscaban enaltecerse mediante el regurgitamiento de unas glorias histricas que sirvieran de cemento para para el edificio nacionalista en que estaban empeadas, el 2 de Mayo, la Reconquista, la invasin de Amrica, los Fueros, etc., el periodo ms digno de enaltecimiento de la ciudad, en el que alcanz la cumbre de su poder y de su esplendor fue aquel en que dej de ser catlica. Lo suyo hubiera sido levantar, segn los presupuestos nacionalistas integradores, estatua a Almanzor, el militar que llev a su mximo poder al estado andalus de la que fue capital, o a Abderraman III, monarca que la convirti en corazn de un califato y la segunda ciudad ms grande y hermosa del mundo, porque probablemente no se pueda encontrar en su historia cristiana personajes que se les puedan comparar. Slo que el nacionalismo que se estaba fijando, una vez independizada por las revoluciones liberales la idea de nacin de la de monarqua propietaria y el ser nacional convertido en instrumento de propaganda poltica, y al que cada ciudad aportaba su granito local era un nacionalismo excluyente, de races estrictamente catlicas, un nacionalcatolicismo modernizado en menor o mayor grado, y en cuya conformacin orgnica nuestros ms grandes personajes histricos representaban -y an hoy representan en buena medida- el papel de enemigos de la patria cardinal, la Antiespaa. Es sintomtico, como apunta agudamente lvarez Junco, que en la plaza de Oriente de Madrid se alce la estatua de Ataulfo,que pasa por primer rey espaol, pese a que tal caudillo nmada apenas llegara a pisar la esquina nororiental de la pennsula Ibrica en los postreros meses de su vida y no figuren en cambio los Omeyas cordobeses, dominadores de la mayor parte de la Pennsula durante ms de tres siglos(4).

No slo se trataba de la Espaa que pintara Gerald Brenan en su Laberinto espaol, encrito en 1943 pero que perfilaba ntidamente el rgimen caciquil bipartidista de la Restauracin, tan parecido al actual, fruto de la II Restauracin borbnica, sino tambin de la Crdoba que retrataran con maestra dos perspicaces artistas, Daro Regoyos y Po Baroja, que visitaron la ciudad juntos durante apenas diez das de 1905 pero que captaron cada uno con sus herramientas, uno el pincel, otro la pluma, los matices ms descarnados de la ciudad. Con la inestimable ayuda, por cierto, de la crema intelectual y artstica local del momento, Mateo Inurria, Rafael Romero de Torres, Teodomiro Ramrez de Arellano y probablemente otros que se reunan en lamuy recientemente abierta Escuela de Bellas Artes, de la que Inurria fue su primer director.

El primer retrato, el de Regoyos es anterior a esa fecha y debi realizarlo enuna anterior visita a la ciudad hacia 1903.En ese cuadro, una honda perspectiva callejera, el pintor vasco-asturianosupo magistralmente captar y plasmar, con tcnica que augura el expresionismo, sus impresiones de la ciudad, un momento congelado de un ambiente espectral en el que a la tpica luminosidad diurna meridional y su no menos tpica alegra vital contrasta un tenebroso territorio moral, una geografa humana de seoritos a caballo, curas y enlutadas mujeres bajo la luz de los faroles y la de un cielo rojizo y mortecino contra el que se recortan los vigilantes ojos de la siniestra espadaa de la iglesia.Es curioso que usara exactamente la misma paleta y la misma tcnica para plasmar una vista de la calle que da al Darro en Granada, la ciudad de destino hermana de Crdoba. Ambas obras forman parte del espritu del pas retratado en su Espaa Negra, que publicara pocos aos antes (1999) mano a mano con el pintor belga mile Verhaeren. Podramos decir que ms que simples vistas callejeras ambos cuadros son retratos psicolgicos, morales de un mundo que se resista poderosamente a entrar en la modernidad. Para m y en el caso del de Crdoba, mucho ms penetrante psicolgicamenteque el universo simblico de la ciudad que muy pronto desplegara Julio Romero.

Por su parte Po Baroja captara la personalidad y el estado moral de la ciudad en una novela.La feria de los discretosdesarrolla su trama en la Crdoba de 1868 pero la que queda retratada en ella es la ciudad que el propio Baroja conoci y la que le mostraron sus amigos. Baste esta descripcin delos dueos de la ciudadcomo botn de muestra:Si la aristocracia local est compuesta principalmente poruna turba de alcoholizados y de enfermos, productos podridos por la vida viciosa y los matrimonios consanguneos,la burguesa la componeuna turba de abogados, militares, de curas, de prestamistas, entre la queno hay hombres que empujen para adelante.En la novela Baroja no se limita a enumerar las dolencias de la triste ciudad, sino que la eviscera magistralmente con el afilado bistur de su pluma.

EL PERIODO DUBITATIVO

Aunque se considera comnmente como la primera escultura urbana glorificadora de un personaje local el busto que realiz en 1895 Mateo Inurria del fundador del Colegio de la Asuncin,Pedro Lpez de Alba, se olvida el pequeo detalle de que fue encargado y se coloc en el patio de dicho colegio (hoy Instituto Gngora), un espacio estrictamente privado.

Hubo una oportunidad en 1904, cuando en la Exposicin Nacional de Bellas Artes de ese ao se premia con la medalla de oro el conjunto escultrico de Eduardo Barrn La educacin de Nern,que representa a un viejoSnecainstruyendo a un desganado joven emperador. Aunque la escultura de escayola era un modelo para ser fundida en bronce no he conseguido averiguar si en Crdoba se hizo alguna gestin para que se hubiera erigido en ella. La historia de ese conjunto escultrico es conocida. Cedida al Ayuntamiento de Crdoba por su propietario, el Museo del Prado, pen en los vestbulos municipales de dos edificios durante dcadas hasta que tras ser reclamado y devuelto a Madrid (2005) para su restauracin fue cedido de nuevo al Museo de Zamora por cinco aos, lugar donde luce hoy en todo su restaurado esplendor y donde sus cuidadores siguen, a nada que se los provoque, echando pestes de los cordobeses que casi se cargan la obra cumbre del ms alto artista hijo de la tierra. Antes de despedirse de Crdoba el conjunto se dej escanear para permitir hacer una copia en bronce que costearon a medias la Caja de los Curas (Cajasur) y el Ayuntamiento (2007). Hoy luce completamente empequeecida en mitad de ninguna parte, una enorme rotonda que divide la gran avenida que lleva a la estacin del AVE, aunque eso s, un lugar, segn el teniente de alcalde de cultura del momento y Catedrtico Aficionado de Situacionologa Aproximativa Grecorromana por la prestigiosa Universidad de Yale-digo, la mar deromano, que por eso fue elegido.Sus explicaciones(4) pasarn probablemente por mritos propios a la antologa universal del humor cultural involuntario.Por otra parte puede decirse que Crdoba es la nica ciudad del mundo que tiene erigida estatua a un personaje histrico tan poco digno ello como Nern.

Yo creo que lo ms sensato hubiera sido hacer la copia exacta, es decir en escayola o imitacin, con sus policromas originales, y haberla situado en donde se ubic en los ltimos aos, en el vestbulo del Ayuntamiento, en el que se la encontraran cotidianamente todos los paisanos que penetraran enla casa de todosa hacer sus gestiones y los turistas debidamente avisados.

El caso es que se sucedan los aos del siglo XX y a Crdoba se le pasaba el arroz de erigir escultura glorificadora alguna a alguno de sus muchos hijos ilustres. An no lo haba hecho cuando, segn el mximo especialista en monumentos conmemorativos, Carlos Reyero(6), comenzaba el declive del monumento conmemorativo en Espaa por influencia de las corrientes europeas vanguardistas antiautoritarias surgidas por impacto de las terribles consecuencias de la Gran Guerra. No en vano su estudio sobre la edad de oro de la escultura conmemorativa en Espaa como anuncia en el propio titulo de su libro va de 1820 a 1914, ao este ltimo en que en Crdoba an no se haba levantado ninguna. En Espaa se cerraba un ciclo de febril ereccin de estatus siguiendo los pasos de lo que ocurra en el resto de Europa, en la que durante ese mismo periodo de desat una epidemia erectiva que el especialista francs Maurice Aghulon calific de verdadera estatuomana.

LA BROMA "LAGARTIJO"

Pero fue precisamente en los alrededores de ese ao de 1914 cuando salt la liebre y tuvo que ser desde fuera desde donde se hiciera una propuesta. Un grupo de intelectuales y artistas se reunieron en el Ateneo de Madrid a finales de 1910 y convencieron o l se ofreci- al escultor tarraconense (aunque varios peridicos lo hacen errneamente nacido en Crdoba) Julio Antonio para que esculpiera una estatua al toreroLagartijocon el fin de que se le erigiera un monumento. O algo parecido, porque los detalles entresacados de la prensa nacional de la poca son confusos. El 7 de diciembre de ese ao elDiario de Crdobalo publicaba con esmerados tonos de chisme e introduciendo algunas pequeas maldades y probables falsedades como la improbable cada del caballo extranjerizante de Po Baroja en el camino de vuelta de un viaje a Italia y su milagrosa conversin al casticismo, patritica exaltacin de la fiesta nacional taurmaca incluida. Lo de que esa reunin tuviera lugar en el Ateneo tenemos que suponerlo acudiendo a que poco despus, y una vez que el proyecto de escultura al matarife fino cordobs est listo toda la prensa nacional se hace eco ya del asunto y se organiza una fenomenal polmica en la que uno de los anatemas que lanzan los detractores es que esa hirsuta idea de levantar estatua a un torero hubiera surgido en un templo de la cultura como el Ateneo.

As, en el diario catlicoEl Restaurador, con fecha de 27 de abril de 1912, encontramos el siguiente hondo lamento con ttuloLagartijoy firma deLisardo:

Y finaliza con una certera pulla:La verdad es que reunirse en el Ateneo para acordar la ereccin de una estatua a Lagartijo equivale a tanto como congregarse oficialmente en ca la Choriza para discutir el bloqueo de los Dardanelos o las negociaciones franco espaolas.

Poco a poco el peso de la carga de risibilidad o indignacin que el asunto levanta entre periodistas e intelectuales de todo el pas empieza a recaer sobre los hombros de los inadvertidos cordobeses, de manera que las expresiones ms repetidas en la prensa a partir de la primavera del 12 pertenecern ya a la familia de la cuaCrdoba pretende levantar estatua a un torero. En los meses siguientes se sucedern los comentarios en la prensa de todos los rincones de Espaa sobre el asunto. Unos -los menos- sern laudatorios para la idea, otros lo considerarn un escndalo y otros lo tomarn directamente a guasa o lo usarn como elemento satrico acumulado en listas de despropsitos. De este ltimo gnero encontramos un ejemplo en el semanario satricoGEDENde 23 de junio de 1912 en los siguientes versos:A Lagartijo una estatua / a Benavente un silln; / y es que morir recibiendo, / del toreo, es lo mejor.

En el campo de la indignacin encontramos por ejemplo, ste breve, deLa Regeneracinde 24 de abril de 1912:

O en este tremendo alegato incluido en el liberal diarioEl Progresode 30 de abril de 1912:

Nos topamos tambin a veces con sentimientos hbridos que juegan ms finamente con el choteo. As, el 2 de mayo de 1912 encontramos el siguiente suelto enEl Diario Palentino:Esta reivindicacin era muy propia de nuestros tiempos democrticos. Les debamos esta reparacin. Al fin y al cabo un torero se juega la vida por divertirnos. Y hemos levantado estatuas a muchos que jugaron con la nuestra para su propia satisfaccin.

En el campo de los antitaurinos encontramos en el diarioLa Reginde Palma de Mallorca del 9 de mayo de 1912 una perlaca firmada por el escritor y regeneracionista Antonio Zozaya con cita obligada de Eugenio Noel(7). El comienzo no puede ser ms sintomtico del espritu revuelto de la poca:Nuevamente se insiste en la idea de alzar un monumento a Lagartijo. Pareca olvidada tan peregrina iniciativa cuyos defensores arguyeron para su pro un bizarro argumento: Tienen estatua muchos ladrones; por qu no ha de tenerla quien a nadie en el mundo hizo mal?Y en lo referente a Crdoba nos hace el favor de proponer que ya queSomos as. Elevando esa efigie, nos veremos tal como nos hizo el flamenquismo Es una efigie que nos har bajar los ojos avergonzados, que har el inventario de nuestras desdichas. Quin es el artista que no ve en la torera la sntesis de una raza degenerada, convulsa, que ve hoy gigantes en los toros, como un tiempo los vio en los molinos de viento de Esquivias? Tiene razn Noel; conviene que se eleve la estatua a Lagartijo. Pero yo propongo que no sea en Crdoba, en donde an no la tienen ni Sneca ni Maimnides, sino en Madrid y en uno de los cuatro ngulos de la plaza de Castelar.

Pero el alegato ms furibundo, una verdadera joya del antitaurinismo ms feroz lo encontramos en el diario obrerista de Alicante,Alicante obrerodel 9 de febrero de 1915:

Como el resto del artculo no tiene desperdicio y es demasiado largo, recomiendo al curioso que quiera leerlo entero lo busque en la pgina web de Prensa Histrica del Ministerio de Cultura.

No es de extraar que algunos de los intelectuales de la cuerda anticastiza de Crdoba se sintieran molestos por la imagen de estolidez que a nivel nacional se estaba dando de la ciudad, tanto ms cuanto que la idea de levantar estatua al matarife fino ni siquiera haba surgido en Crdoba, ciudad acreditadamente prolfica en hijos de altos mritos pero mezquina u holgazana como hemos visto en el apresto a levantarles estatua fueran cuales fuera los que les asistieren. As en elDiario de Crdobade 24 de mayo en plena feria, pues- un annimo redactor se deja caer con una entre irnica e indignada columna plena de sensatez y retranca,La cuestin de las estatuas, ttulo que he aprovechado en este trabajito precisamente para homenajearla. Comienza as:

Pasa seguidamente a explicar los hechos que consisten segn l en que un escultor de fama quiso hacer un regalo a la ciudad en la forma de un elemento decorativo para que se colocara en cualquier rincn de la misma y que ese regalo consisti en una estatua de Lagartijo como podra haber sido cualquier otra cosa. El redactor no lo dice, ni lo sugiere, pero yo veo una velada alusin al hecho de que Crdoba la pobre- no tuviera a esas alturas del siglo XX una estatua que echarse al orgullo.

Seguidamente y muy finamente -o al menos eso me parece a m- el dolido redactor clava el carcter cordobs cuando seala lo que, una vez vista la imagen reproducida y alabada en su vertiente artstica por unanimidad en la prensa nacional, ms pareciera preocuparles a nuestros paisanos:

Una preocupacin que atiende a la principal pasin cordobesa, elpeguismo, no la que se refiere a la palabra local por antonomasia,el pego, sino a la ampliamente acreditada de dogmtico dictaminador de lo que pega y lo que no pega en todo lo que se hace en la ciudad.

Nuestro brillante columnista propondr un tratamiento de choque que detenga de raz la infeccin de las insidias contra la ciudad, una demostracin contundente de que Crdoba es una ciudadnormaly no esaguapa pero un poco retrasque pretenden pintar los listos del norte, proponiendo su redencin mediante una sencilla operacin de higiene cultural:

Seguidamente el articulista se ve obligado a derramar cubetas de elogios sobre el matarife fino cordobs, para dejar claro que contra l no va la cosa, pero que lo primero es lo primero:

Esta confusa historia que hemos recorrido a lomos de la prensa del momento la recoge sucintamente Antonio Salcedo Miliani en su monogrfico sobre el escultor Julio Antonio(8). Ah se sugiere que la idea de esculpir al torero cordobs surgi, aparte del deseo mostrado por aquel grupo de intelectuales atenestas, de la estrecha amistad que el escultor tarraconense mantena con Julio Romero de Torres que sera quien le proporcionara fotografas y le asesorara en la mejor forma de representarlo. De hecho la escultura del torero que finalmente surgi del genio de Julio Antonio como ensayo para la realizacin del monumento est directamente emparentada con otra imaginaria pintada ese mismo ao de 1911 por Julio Romero como fondo del retrato que hizo deMachaquito. Jos Mara Palencia(9)ha sealado la dependencia de esa representacin de la tipologa de obras clsicas, inspirada directamente en el David de Miguel ngel.

La obra se presentara en 1912 en el Ateneo a un grupo de intelectuales que quedaron impresionados por la calidad de la escultura, aunque finalmente, como nos dice Salcedo,no lleg a realizarse porque en Crdoba, ciudad de origen del torero y donde deba erigirse, se cre un comit en contra de la creacin del monumento.

Yo no he conseguido encontrar rastro alguno de ese comit tan slo la columna delDiario de Crdoba. Es ms, lo que s parece que se cre fue un comit para todo lo contrario, para recoger fondos para su realizacin. As parece deducirse de unanuevacolumna publicada el 10 de agosto de 1912 del mismo redactor en la que repite punto por punto la anterior de mayo aunque lo justifica en un prologuillo porque:

Al final no he conseguido fijar la causa por la que el monumento no se hizo, si por la apata y holgazanera intelectual secular que arrastraba la ciudad y su poco espritu cvico-urbanstico o por las protestas, fueran el nmero que fueran escaso de todos modos- de un cogollito de anticastizos locales. La prueba est en que desde fuera se segua insistiendo segn leemos en una carta que cita Santos Torroella (10)fechada el 26 de diciembre de 1914 y que firman un grupo de intelectuales y amigos en la que planteaban organizar una corrida de toros con el fin de recabar fondos para levantar una estatua colosal en bronce a Lagartijo en Crdoba. Entre ellos destacan Jacinto Benavente, Ramn Prez de Ayala, Enrique y Toms Borrs, Sebastin Miranda, Luis de Tapia, Luis Bagaria, Federico Garca Sanchiz y Enrique Lorenzo Salazar. Lo que el castizo madrileo llamla crema de la intelectualidaz...

Esa corrida parece que se iba a celebrar en Alicante, lo que an no haba sucedido a principios de febrero del ao siguiente, aunque la amenaza crece. As volvemos a encontrar en elDiario de Crdobade 8 de febrero de 1915 la siguiente nota:

Y an ms alarma al da siguiente, 9 de febrero cuando encontramos otra nota en la que se vuelve a insistir en lo mismo y ya se da fecha para la corrida de Alicante:

As pues el proyecto de ereccin de la primera estatua en la ciudad como alternativa a la de Lagartijo, la del Gran Capitn, ya est en marcha e incluso hay quien piensa que la aceleracin de su proyecto tiene que ver precisamente con la carrera que se haba establecido con la de Lagartijo. En esta pieza maestra de columnismo firmada por el escritor y periodista Jos Luis PinillosPrmenoas aparece. La columna apareci originalmente enEl Heraldode Madrid pero elDiario de Crdobala reproduce con una nota aclaratoria al final. Como es muy largo he eliminado la primera mitad, en la que con sorna maestra se re de la desgracia del conocido caricaturista Bagara por haber fracasado en su intento de organizar la corrida de Alicante y quedarse sin estatua aLagartijoen Crdoba. Aqu, pues, se aclara ms o menos el desenlace de la historia con el punto de que el escritor sevillano responsabiliza humorsticamente al dibujante de haber conseguido a cambio la ereccin de la deEl Gran Capitn.

Aparte de la ancdota de la ocurrencia de Lagartijo de hacer gazpacho en un pozo una noche de putas, llama la atencin el pundonor del plumilla cordobs que, saltando por encima de la fina irona parmeniana, remata el artculo del autor obligndose a negar la relacin entre el fracaso de Bagara y el Gran Capitn, dado que el proyecto de ereccin de estatua al militar montillano se prepar unos aos antes.

Es curioso que ese mismo 20 de febrero aparezca la noticia en el propioDiario de Crdobade que el alcalde, acompaado de los miembros de la comisin pro monumento al Gran Capitn, realizaron una ronda de visitas a los principales organismos culturales y sociales de la ciudad, as como a los ms importantes comercios, para recabar fondos para el proyecto.

A partir de este momento se van apagando los ecos en la prensa del frustrado proyecto. Slo de tarde en tarde alguien lo recuerda enmarcado en otros temas, como este columnista delDiario de Alicantede 2 de agosto de 1915 quien en una semblanza de Julio Antonio se lamenta de que el gran pblico slo lo recuerde comoel autor de aquel proyecto de estatua que unos humoristas desenfadados quisieron levantar a Lagartijo en Crdoba,o este otro en elDiario de Crdobadel 19 de marzo del mismo ao que se lamenta de que la prensa de Madrid se haga eco con sorna de que la primera estatua que se iba erigir en Crdoba fuese la de un torero para mofarse de nuestra ciudad (sin mencionar que la idea fue trada por unos atenestas de la capital) y no de la catstrofe ocurrida en una mina de la provincia.

Sea como sea, aunque no se formase ningn comit contra la ereccin de la estatua a Lagartijo s que hay que resaltar la existencia de intelectuales en la ciudad que pudieran horrorizarse ante la tan repugnante idea de ensalzar como si de una gloria que encarnase las virtudes cvicas, intelectuales o polticas de la ciudad a un matarife fino. Y como punto negativo el que la ciudad perdiese la oportunidad de contar con una escultura -independientemente de su simbolismo- del gran escultor Julio Antonio. El ensayo de esa escultura se halla hoy en el Museo de Arte Moderno de Tarragona y presenta al torero en pose heroica como un matador de monstruos de la mitologa griega, con la cabeza de su vctima a los pies, en este caso un toro.

LAS CUOTAS CACIQUILES

Pero no sera el monumento a El Gran Capitn el que iniciara la muy tarda subida al carro nacional de la estatuaria urbana de Crdoba, sino que ese honor lo tendra un monumento a un poltico: el ministro Barroso y Castillo. Y adems esa entrada se har arbitrando, no se sabe si consciente o inconscientemente, un sistema de contentamiento por representacin cuotal de las diferentes castas caciquiles que controlaban con mano de hierro el caudal econmico, el social y, claro est, el simblico de la ciudad. El caciquismo y sus aliados levantaron en el primer cuarto del siglo XX, en la cima de su poder, para autoglorificarse y dejar sentado que no slo eran los amos del caballo, del cortijo y del fusil, sino que tambin tenan el monopolio de la emisin de simbologa urbana, cuatro monumentos a mayor gloria de las virtudes en las que pretendan sustentarlo.

As, salvando algn busto colocado discretamente en jardines pblicos, como el que representa a Martnez Rucker (1925) y al propio Mateo Inurria (1928) ambos ubicados en los jardines de la Agricultura los cuatro grandes monumentos erigidos entre 1918 y 1929 se alzarn a cada una de las cuatro castas principales dedicado. El primer homenajeado sera el estamento poltico mediante la ereccin de un aparatoso aparador obra de Mateo Inurria al cacique poltico Barroso y Castillo, ministro de la corona, y que tras dominar por aos el cotarro electoral de la ciudad haba fallecido en 1916, por lo que hubo que organizar la colecta a toda prisa, hacindola primar incluso sobre el ya en marcha proyecto de monumento al Gran Capitn. La casta militar ser la siguiente agraciada por el que ya se haca eterno monumento al militar montillano (1923). La casta clerical contar pronto (1927) con la ereccin de estatua a uno de los suyos, el obispo Osio. Y por ltimo la casta intelectual tendr su homenaje en la ereccin de estatua al Duque de Rivas (1929). Es curioso que una generosa concesin compensatoria del rgimen caciquil a las masas populares hambrientas podra haber sido precisamente la ereccin de monumento a un hroe popular, encarnado entonces en el torero Lagartijo. Pero ya hemos visto cmo incluso ese simbolismo haba sido absorbido por los intelectuales del rgimen, que fueron los que lo propusieron y no precisamente como concesin al pueblo, sino porque hasta eso le andaban robando, el culto a sus propios hroes, como una ms de las maniobras extractivas a las que secularmente las castas dominantes lo han sometido.

Si entre la ciudad y sus estatuas se establece una relacin de representatividad, en la Crdoba de la Restauracin tarda puede decirse que esa representatividad se la arrogan los poderes fcticos del momento: caciques, militares, curas e intelectuales reaccionarios. Claro que habra que ver cmo interpretar en los ltimos 30 aos -trasla reinstauracin de la democracia formal, gobiernos comunistas incluidos- el asentamiento de esa relacin de representatividad si tenemos en cuenta que las nicas esculturas, nueveen total, a personajes reales erigidas en la ciudad lo han sido uno a un personaje de clara adscripcin franquista (Matas Prats), un escultor cofrade (Juan de Mesa), un torero (Lagartijo), un alcanforado rapsoda (Luis Navas), cinco curas (El Padre Ladrillo, Cosme Muoz, Juan Bosco y los fundadores de la escuela de Jess Nazareno y de la Trinidad) y una monja (Emilia de Rodat).

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BARROSO Y CASTILLO

El monumento aBarroso y Castillole fue encargado a Mateo Inurriaque, tal vez pensando que no se iba a ver en otra as,dise un aparatoso aparador muy del gusto de la poca en la que junto a la figura sedente del faranico poltico cordobs coloc las esculturas alegricas del Arte, el Trabajo, la Agricultura y el Comercio. Se inaugur el 24 de octubre de 1918.

Eran aquellos tiempos revueltos en que las masas obreras y campesinas empezaban a tomar conciencia de su fuerza frente al poder explotador de la salvaje burguesa que soportaban y a luchar con decisin contra la red clientelar del caciquismo que les robaba sistemticamente su representatividad. No saban an que cuando esa burguesa se sintiera verdaderamente en peligro no dudara, azuzada adems por la Iglesia, en organizarles un buen escarmiento lanzndoleslos afilados dientes de sus perros guardianes: su ejrcito, que por el momento estaba entretenido matando moros. Pues eso exactamente fueron los golpes de 1923 y 1936.

Pero mientras avanzaban de victoria en victoria. Entre 1916 y 1919 se sucedieron una serie de movilizaciones sindicales con huelgas y manifestaciones. En marzo de 1916 10.000 obreros (qu sindicato tiene hoy los riles de juntar tantos) tomaron el centro de la ciudad y asaltaron el Ayuntamiento. El 8 de marzo de 1919 en el transcurso de una de las manifestaciones las masas calentadas y enardecidas apedrearon el Crculo de la Amistad, el Crculo Mercantil y el Crculo de Labradores, los tres circulitos del poder de los caciques y despus se dirigieron a los Jardines de la Agricultura a presentarle sus respetos al flamante smbolo monrquico-burgus. Del monumento a Barroso y Castillo no qued ni una china. Cinco meses dur el pobre en pie.

Hombre, yo reconozco que estuvo muy feo eso destruir tan valiosa obra de arte, pero, a ver, es que los caciques tampoco ponan nada de su parte y se dedicaban nada ms que a tocarles los perejiles a los pobres obreros, explotndolos leoninamente, matndoles de hambre, robndoles las elecciones, mandndoles a los guardias cuando abran la boca, en fin, que no digo yo que los obreros no se portaran como unos cafres, pero que, vamos, es que la burguesa... se lo estaba buscando. Qu les costaba hacer un poquito la vista gorda a la revolucin?

EL GRAN CAPITN

Ya hay que tener mala suerte para que el primer monumento cvico-burgus erigido en la ciudad no durase ni medio ao. Crdoba volva a ser la brava del refrn, cambiando las libreras por estatuas. Pero si el smbolo de la casta poltica haba desaparecido violentamente, tocaba ahora probar suerte al smbolo de laguerrera gentecordobesa. As que si el del matarife fino no pudo hacerse se har el del otro, ste con dedicacin a sus propios congneres en lugar de a nobles y hermosos animales: el sembrador de calamidades Gonzalo Fernndez de Crdoba, aliasEl Gran Capitn.

Mire usted por dnde tena que ser esta ciudad (o un pueblo de la provincia, no vamos a discutir por unos kilmetros ms all cuando de engrandecer a la patria se trata) la cuna del superenaltecidoguerrero medieval que reform el ejrcito espaol, convirtindolo en el ejrcito profesional que cubrira los siglos siguientes de ensangrentada gloria al Imperio Espaol. Un ejrcito que al mando de nuestro ilustre paisano arras primero las feraces vegas malagueas y granadinas y tom a sangre y fuego las ciudades del reino de Granada para unificar poltica y religiosamente el solar hispano bajo la gida de los Reyes Catlicos. La poblacin de Mlaga al completo fue esclavizada y repartida su propiedad entre los guerreros. La familia de nuestro glorioso paisano se convertira as en la mayor poseedora de esclavos moriscos del reino, lo que proporcionara la otra gloria, la del dinero contante y sonante, con que esa ilustre casa mantuvo durante los siglos siguientes su poder y su prestigio. Que una vez aniquilada y esclavizada la morisma se traslad al sur de Italia, otro sur pobre y desgraciado como el nuestro, a llevar ms sangre y ms fuego, ms muerte y ms destruccin para alimentar los primeros delirios imperiales (laspomporrutas imperialesdel maestro Forges) de nuestro recin estrenado Estado Unificado. En la peana del monumento estn grabados los nombres de los lugares devastados. Tal vez en ellos se acuerden tambin de don Gonzalo, aunque supongo que de diferente forma.

Como bien deca elDiario de Crdobala idea del monumento se gest en 1909 cuando un comandante de Ejrcito lo propuso al Consistorio y al propio Estado.Y aunque parece ser que la obra fue encargada desde primera hora al escultor cordobs Mateo Inurria, que ya por entonces andaba cosechando las mieles del xito en la Villa y Corte, tras haber pasado muchos aos recluido en el ambiente provinciano local, y que fue quien finalmente la ejecut, se conserva una carta fechada el 8 de febrero de 1915 en la que Julio Romero escribe desde Crdoba a su amigo del alma Julio Antonio, incitndolo a que le pisase el proyecto a su paisano del que habla en trminos bastante desagradables.Tambin tengo que decirte que aqu se trata de hacer la estatuadel Gran capitn y quieren que la haga, por el encargo, el mamarracho de Inurria.Le dice tambinque como adems de la suscripcin popular el estado pondr 5000 pesetas para sufragar la obra, debera exigir en prensa que se hiciese un concurso pblico.Es una cosa que por el bien de Crdoba debas hacer y empezar un proyecto enseguida, concluye(11).

No parece que Julio Antonio se pusiera siquiera a manos al proyecto, que finalmente realiz Inurria. La obra como tal es magnfica y representa al guerrero a la manera de uncondottieroitaliano. El autor consigui un hermoso efecto combinando el bronce del caballo y la armadura con el mrmol blanco de la cabeza, que por cierto y como compensacin a que al otro matarife, Lagartijo, se le haba ninguneado estatua, nuestro escultor us la suya. Lagartijo s o s. Dos formas de matarifismo fusionadas en un slo espritu estatuario.El tema de que si la cabeza del guerrero es o no la de Lagartijo siempre estuvo envuelta en polmica y la tesis final que se alz victoriosa fue la de que se trat de una leyenda popular. Me da a m en la nariz que esa leyenda fue creada ex profeso por los ilustrados locales, avergonzados por esa sacrlega simbiosis, para poder negar realidad a lo que es una evidencia palmaria a nada que se comparen ambas cabezas y refutarla ms cmodamente.

Esa relacin entre los dos personajes parece que fue mucho ms all de esa fusin estatuaria y deba estar en la mente de Julio Romero adems de en la de Inurria porque se conserva en el Museo de Arte Moderno de Tarragona (MAMT) una prueba para grabado de Julio Antonio inspirada directamente en la iconografa julioromeresca y que devendra tpico para la eternidad, tituladaHomenaje a Crdoba(1911) en la que acompaando a una mujer desnuda con mantn de manila, que representa a la ciudad de la Mezquita, aparecen a sus lados dos personajes que son claramente, el de la izquierda El Gran Capitn perfectamente acorazado, y el de la derecha el torero Lagartijo de traje de luces cuya pose copia la del pintado por Julio Romero en su cuadroMachaquito.

Se inaugur en 1925 en la confluencia de la Avenida del Gran Capitn (hoy Bulevar) y la Ronda de los Tejares, justo frente de donde hoy se alza la mole de Nuestra Seora de El Corte Ingls. Dos aos despus se trasladara a su actual emplazamiento en la plaza de las Tendillas, recin inaugurada como culminacin del Ensanche que la burguesa cortijera cordobesa se haba, tarda, como todo muy tardamente, regalado arrasando salvajemente parte del casco histrico de la ciudad. Como si no hubiera tenido espacio extramuros para haberlo hecho ms cmodamente. Claro que teniendo en cuenta que incluso hubo un proyecto para continuar la avenida del Gran Capitn casco antiguo a travs con el fin que comunicar directamente la estacin de ferrocarril con la Mezquita llevndose para adelante la iglesia fernandina de San Nicols y parte de la Judera, podemos darnos con un canto en los dientes porque no hubiera contado con ms riles, y sobre todo con ms dinero, para seguir regalndose.

Me imagino lo que se sentira ataido el pueblo llano de Crdoba de aquellos aos por la ereccin de un monumento a semejante hroe, en el dudoso caso de que tan siquiera alcanzaran a saber quin era (en realidad eso no ha cambiado nada). La pobreza ms absoluta y el analfabetismo se cebaban en las clases populares de aquellos aos y la lucha feroz por la supervivencia cotidiana llenaba todas sus expectativas. Y desde luego siempre que podan intentaban derribar de sus pedestales los smbolos de sus opresores como acababan de hacer con los del poltico monrquico. Sera esa la causa del traslado del de El Gran Capitn? Buscarle un lugar ms recogidito, ms a salvo de la iras del populacho hambriento y reivindicativo?

Hoy la escultura, El Caballo, como todo el mundo lo conoce, ha perdido todas las connotaciones en la mente de los ciudadanos y slo representa un adorno urbano ms, especialmente entraable porque todos hemos crecido con su presencia majestuosa en la plaza del pueblo que ha sido siempre Las Tendillas. Pero no est mal conocer su origen y su significado primigenio. Aunque desde luego lo ideal sera que la historiografa divulgativa lo mostrase con su justo semblante, a la manera de cmo en Italia, por ejemplo, empieza a verse la figura ms representada estatuariamente del pas, Garibaldi, como lo que realmente fue, un mercenario cuya nica patria, a la que am y respet, fue la del dinero que le pagaba la burguesa que lo haba contratado.

Y para mayor placer imaginativo tal vez algn da se cumpla el sueo de Guy Debord que propuso

...reunir en desorden, cuando los recursos mundiales hayan cesado de ser despilfarrados en los proyectos irracionales que nos son impuestos hoy, las estatuas ecuestres de todas las ciudades del mundo en una planicie desierta. Esto ofrecera a los transentes -el futuro les pertenece- el espectculo de una carga de caballera artificial, que incluso podra dedicarse a la memoria de los ms grandes masacradores de la historia, desde Tamerlan a Ridgway.

OSIO

El siguiente pago de cuota de gloria fue para los curas. El nacionalcatolicismo comenzaba por entonces su reestructuracin para adaptarse a los nuevos tiempos parlamentarios para evitar ser engullido por la modernidad ilustrada que pareca que por fin acababa entrando por las ventanas que empezaban a abrirse del pas. Unos aos ms tarde no dud en romper la baraja del juego democrtico asesinando como siempre hizo con quien os alzarle la voz a los compaeros de mesa que se atrevieron a sealarle que se acabaron las trampas de tahr con las que hasta entonces haba ganado todas sus partidas. Seguira ganndolas y en Crdoba la eliminacin de cuatro mil paisanos en las tapias y en las crceles sera rigurosamente vigilada por la atronante representacin del obispoOsio, el fundador de la dogmtica catlica histrica, que se erigira en 1924, con la excusa de los 1.600 aos del Concilio de Nicea. Comoya expliqu en otro lugar (12)Osio fue uno de los cuatro cordobeses -junto con Sneca, Averroes y Maimnides, (portentoso derroche de la Diosa Clo de justicia potica e intelectual, de geometra histrica distributiva, de reparto de gloria por credos: estoicismo, catolicismo, judasmo e islamismo) autnticamente universales, como muidor del proyecto de Iglesia Universal, o sea del catolicismo que sigue el hilo hasta nuestro das. Para lograrlo tuvo no slo que implementar reformas institucionales en el recin ganado Imperio para su causa sino sobre todo alterar radicalmente las bases jurdicas de la cultura romana mediante la inclusin en sus leyes de la persecucin religiosa (las anteriores siempre tuvieron un carcter poltico), recin inventada por l, la imposicin de la represin sexual universal y obligatoria, y la conversin en materia jurdica de la judeofobia y la misoginia, pretericin definitiva de la mujer de la vida pblica. Los pilares bsicos en que se ha asentado la Iglesia Catlica hasta nuestros das.

La escultura, que se coloc en la recoleta plaza de las Capuchinas, obra de Coullaut y Valera, presenta un Osio en todo su esplendor represivo, con dos dedos en postura advirtente de lo que puede pasarnos si no acatamos sin rechistar la dogmtica de la Iglesia oficial, con un bculo coronado por el anagrama tridentino, smbolo de su victoria sobre los arrianos que pagaron con sus cabezas cortadas el no haber obedecido la orden de esos dos dedos enhiestos.

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EL DUQUE DE RIVAS

La cuarta pata del banco de las castas autoerigindose monumentos en la Crdoba del primer tercio del siglo XX fue la de los intelectuales. Los generadores de cultura cordobeses tenan para glorificar su misin en el mundo verdaderos colosos del pensamiento y la literatura, desde los de reconocimiento universal como Sneca, Averroes, Maimnides e Ibn Hazm a otros de mbito de reconocimiento ms estrecho pero no por ello menos importantes. Lucano, Ibn Zaydun, Juan de Mena, Gngora... Pero no, laintelligentsiacordobesa tuvo que ir a elegir al ms pedorro de todos, al mayor excretador de versos ripiosos y perpetrador de apulgarados dramas histricos que naciera al oeste del Pedroches: don ngel Mara de Saavedra y Ramrez de Baquedano,Duque de Rivas. Uno de los ms acreditados representantes del quincallero y raqutico Romanticismo espaol, que resplandece en su abismal mediocridad si se lo compara con lo que los representantes del mismo movimiento andaban produciendo en el resto de Europa. Eso s, tuvo la suerte de que su obra ms conocida e indigesta,Don lvaro, sirviera de libreto para la operaLa forza del destinode Verdi,que supo aprovechar maravillosamente su tremendismoargumental y expresivo para sustentar sus arrebatadas arias. Los intentos de elevacin de efigie del Duque a orgullosa peana comenzaron en 1894 pero no sera hasta 1928 cuando se consiguiera.

Don ngel lleg a ser mucho mejor poltico que escritor, pasando del radicalismo liberal de su juventud, que lo llevara al exilio y casi a perder el pescuezo en un patbulo, a un conservadurismo feroz.La trayectoria del duque de Rivas es constante en su radicalismo, aunque invirtiendo los trminos: el liberal exaltado de la juventud se ha convertido en el reaccionario tambin exaltado de la vejez (13). Quizs por eso en Crdoba no se pudo asistir al vigorizante espectculo que dieron en Zaragoza unos intelectuales que consiguieron evitar a fuerza de protestas que el monumento a Joaqun Costa fuese realizado por un reaccionario como Benlliure, que sera muy buen artista pero que se hallaba en posicin ideolgica diametralmente opuesta a la del regeneracionista aragons (14).

La escultura es un Benlliure menor, adems de demod despus de que ese estilo realista romanticoide quedara eclipsado por el movimiento de la sobriedad expresiva de los modernos como Julio Antonio e Inurria y presenta una imagen romntica y juvenil del Duque, con sus guedejas alborotadas, muy propias del gusto del escultor, cubierto por una capa sosteniendo unos papeles en una mano y en otra el sombrero de copa. Los intelectuales que la encargaron cometieron la involuntaria humorada de colocar en el pedestal algunos de los versos deldon lvaro,precisamente los ms genuinamente ripiosos de todo el ripioso drama, aquellos en los que el duque hace rimar unajaca torda con unlos campos borda.Aunque en otro de los paneles hagan esculpir el final del que sea tal vez el nico poema medio salvable de su produccin:Al faro de Malta. Para realzarlo se mand al arquitecto municipal, Carlos Sanz de Santamara, que construyese una prgola de estilo romanticista muy resultona pero cuya inutilidad prctica actual tras perder su funcin de caseta de feria trae en un sinvivir a los muncipes de las ltimas corporaciones, alguno de los cuales seguro que ha soado con una buenapoclainque le eliminase el problema.

La escultura, segn leemos en la columna de un plumilla insonrible, que firma como Rafael Omeya, del Diario de Crdoba de 5 de octubre de 1928 no caus impresin alguna en la cordobesidad, ni fro ni calor, aunque ah estaba l para despellejarla. Despus de decir que la escultura es una birria porque el escultor est agobiado de trabajo y no le ha dedicado el suficiente tiempo resbala bien lubricado directamente hacia la mala foll... Y el caso es que tiene ms razn en todo que un santo. Bueno, lo de que el escultor le puso al duque cara de vasco fue una maldad innecesaria...

EL FENMENO

Como hemos dicho antes a mediados de los aos 20 se erigieron dos bustos en los jardines de la Agricultura. El ms reciente de los dos (1928) corresponde aMateo Inurria, que haba muerto cuatro aos antes y es obra de Adolfo Aznar Fusac y su parecido con el escultor del Gran Capitn tan slo se le supone, de feo que lo sac. El anterior, el busto del msicoMartnez Rcker, es obra de Enrique Moreno, conocido comoEl Fenmeno, un escultor de Montalbn que haba conseguido ser aceptado por la intelectualidad madrilea y que prometa una fulgurante carrera. En los primeros das del Escarmiento Fascista fue fusilado en la tapia del cementerio de la Salud. Lo entreg con engaos a los falangistas un joven pintor que envidiaba la fuerza y la personalidad del escultor montalbeo. Se llamaba Ricardo Anaya y llegara a ser alto cargo de la polica franquista y el autor de la mayora de los carteles de Feria y Semana Santa que se confeccionaron en la larga y oscura posguerra. En tiempos de Rosa Aguilar se le puso calle en El Higuern, sin que tuvieran el detalle de colocarle unaCcomo primera letra del apellido. Que yo sepaEl Fenmenosigue sin calle en la ciudad. Adems del busto de Martinez Rcker aEl Fenmenole encarg el Real Centro Filarmnico la confeccin de una estatua al tambin msicoEduardo Lucena. Acabada en 1926 la desidia municipal y algunos otros problemas impidieron que finalmente se erigiese en alguna plaza. Luego lleg el genocidio que no slo se llev para adelante al escultor sino incluso al director del propio Real Centro Filarmnico con lo que la estatua acab arrumbada en un almacn municipal. No iban a erigir una estatua firmada por un rojo al que ellos mismos haban asesinado... Finalmente Dionisio Ortiz Jurez la encontr en 1964 y escribi en noviembre de ese ao en el Diario Crdoba:

En un descampado prximo al viaducto del Brillante, sin vigilancia, con el resguardo de piedras que se la pusiera, venida al suelo la figura triste y pensativa de Eduardo Lucena, de aquel que tanta gloria dio a su patria con su msica y que tanto enalteci el nombre de Crdoba y el de Espaa con las triunfales actuaciones del Centro Filarmnico en el extranjero, hoy, como un trasto inservible, sirve de blanco a las pedradas de los chiquillos, que ya han arrancado de su cara la parte ms vulnerable de la estatua, la nariz, y, de seguir donde est, acabarn por destrozarla toda. Por el buen nombre de la ciudad, por la memoria de un cordobs insigne

No ser hasta 1981 cuando se decida su ereccin. La alegora de la Msica representada por su Musa a los pies de Lucena, inacabada, se perdi. Se restaur la nariz y se coloc en la Plaza de Ramn y Cajal en un entraable acto que presidi el alcalde Julio Anguita y al que asistieron muchos montalbeos paisanos del escultor que aprovecharon para reivindicar la memoria y la figura de su artista vilmente asesinado.

Enrique Moreno ha sido sin duda el nico escultor de imgenes urbanas que trabaj nunca en Crdoba a partir del siglo XX que llev las corrientes modernas a sus obras, que ms se acerc al espritu artstico imperante en occidente en el momento que le toco vivir y trabajar. Su adscripcin al expresionismo y al cubismo se notan claramente en la concepcin de la escultura de Eduardo Lucena, mientras todas las dems a personajes ms o menos ilustres dedicadas, las ms recientes incluidas, pueden adscribirse sin vacilacin en el estilo y el esprituremordimiento, de esttica aeja y trasnochada, fuera de las corrientes renovadoras que se estuvieran ensayando en otros lugares en el momento de su concepcin. Es curioso que esa escultura del escultor montalbeo siga brillando tica y estticamente sobre cualquiera otra de la ciudad, tanto sobre las anteriores como las posteriores y sobre todo sobre las de los ltimos aos, retratos perfectos del alma levtica y reaccionaria de Crdoba.

LA LARGA POSGUERRA

Habr que esperar a 1940 para que se alce por fin otro monumento en Crdoba, esta vez aJulio Romero de Torresdedicado. El proyecto se remontaba al propio ao de su muerte, 1931 y se hallaba listo desde 1936 pero suereccin la aplaz el desencadenamiento del Escarmiento rojigualda. Se trata de un enorme aparador que fue colocado casi justo en el mismo lugar, el borde de Los Patos, en que fuera destrozado el del pobre Barroso y Castillo. Fue encargado al almeriense Juan Cristbal Quesada quien no debi calcular el empequeecimiento que resultara de la estatua del pintor y su perro en medio de tal despliegue grantico. El rgimen genocida, cuyos infames intelectuales deban conocer las veleidades obreristas del pintor en los ltimos aos de su vida(Fuensanta Garca de la Torre ha recogido el testimonio de sus amigos de que en vsperas de su muerte andaba leyendo a Lenin y a Trotsky), se aprest a convertirlo, manipulando el sentido de sus obras, en un smbolo de la concepcin racial que impregnaba su ideario y, convenientemente censurado en sus aspectos mspecaminosos,a utilizar su iconografa para cultivar un folklorismo esttico andaluzoide, cutre y casposo, que entronizar como nuestra ms acreditada marca nacional.

El primer y ms salvaje franquismo cordobs, hurfano de cultura, no pudo homenajear levantando estatua a ms contemporneo que a un matarife fino. Los matarifes legales de congneres, los de cangrejo en camisa azul, ya se homenajeaban a s mismos mediante el saqueo sistemtico del pas y elevando enormes cruces dedicadas a sus muertos. Ahitos de pica asesina, los franquistas tuvieron que proporcionar otros hroes a las machacadas masas populares. Y nada mejor que un torero si adems era franquista declarado. Y esta vez, por razones obvias de obediencia general debida a riesgo de fusilamiento, sin metepatas que cuestionaran, como el escndalo del 12 con Lagartijo, la idoneidad racional de elevar estatua a un torero sin que el propio Sneca la tuviera an. Y es quehoy los tiempos adelantan ques una barbarid...

La muerte deManoletesupuso en Crdoba el nacimiento de una hierofana, el culto al mito de la cara de nabo avinagrado y la inteligencia inmvil cado en acto de servicio en Linares. Elmanoletismoes la religin de estado cordobesa, cuyo culto tiene lugar en sus templos, sus capillas, sus gloriosos aparadores urbanos, sus placas conmemorativas, sus cien mil fotos de almanaque recamando las paredes de las tabernas, su regurgitacin litrgica a cargo de los sumos sacerdotes del culto al recuerdo del aciago da de su pasin y muerte, su literatura perpetrada no slo en los previsibles e interminables romances heroicos de jaca y reja, sino incluso por actualesexjvenes expromesas de la literatura local, que le han dedicado novela. Una inquietante pasin necrohmofila que hace que an hoy cientos de viriles roedores de palillos de dientes sientan temblar sus carnes con slo recrear con el pensamiento un leve cimbreo del cuerpo del hiertico matarife defuncionado hace 60 aos!, extraa pasin genuina y slo posible en una ciudad como Crdoba que ha hecho de la malafoll y la vaciedad mental virtud filosfica bajo el nombre desenequismo.

Lo primero que necesita un culto es un altar y en eso se convirti la ereccin de monumento a Manolete, en el que se volcaron las autoridades genocidas y todos sus corifeos locales. No contentos con el busto que le coloc (1948) al ao de su muerte Juan de valos, el autor de las esculturas de El Valle de los Cados, en la plaza de la Lagunilla, los sumos sacerdotes del manoletismo encargaron un verdaderohaigacatedralicio. El resultado fue uno de los mayores horrores monumentales universales contemporneos, un horrendo pisapapeles, como lo llam felizmente Castilla del Pino, que mereci sobradamente aparecer en una antologa del mal gusto mundial:Kitsch. An Antology of Bad Taste(15), del prestigioso artista y terico de esttica italianoGillo Dorfles en el que se recogan los ms descacharrantes atentados contra la razn esttica de todo el mundo. Con el desvelamiento pblico de tal honor, el monstruoso pisapapeles reciba as su merecido. Se necesitaron las fuerzas mancomunadas y posteriormente desencadenadas de un arquitecto, Luis Moya, y las de un escultor, Manuel lvarez Laviada, para perpetrar semejante atentado a la razn tica y a la esttica.

Las malas lenguas dicen que lo de ponerle el capote como falda fue una exigencia del obispo para que el autor no tuviera que esculpirle el tremendo bultaco entrepernero que el hroe mereca. Con el fin de que no excitara la lbido de las reprimidas fminas cordobesas que el prelado pastoreaba o de que su manoseo no se convirtiera en ritual litrgico de remedio de estriles como ha ocurrido con otras. A sus adoradores machos, orodentados, bigotillo fino, no les haca falta su contemplacin directa: formaba ya parte incluso vivo de sus ms hmedos sueos homoerticos.

LA ERA RUIZ OLMOS

Entre la ereccin de la estatua de Julio Romero y la de Manolete hubo otra, mucho ms digna de ser considerada as porque se trata de un muy erecto triunfo del Genio Alado de la Pescadilla, custodio de la ciudad con el nombre deArcngel Rafael, uno nuevo, como si no hubiera una verdadera inflacin de ellos en la ciudad, de corte moderno, tan moderno que sulookfue copiado unos aos despus por un viril tonadillero dolo de las masas (sobre todo femeninas) del franquismo sociolgico, Manolo Escobar. Fjese el incrdulo en el flequillo de ambos. La escultura, fea con avaricia, la perpetr, no obstante, un escultor, Amadeo Ruiz Olmos, que demostrara ms adelante ser capaz de progresar adecuadamente cuando se prodigara posteriormente con cierta mejora con ms obras en la ciudad como tendremos ocasin de ver. Se coloc encima de una gigantesca columna coronada de un capitel-peana de estilo egiptlico obra del arquitecto municipal Jos Rebollo a quien le encarg el proyecto su protector el alcalde falangista Antonio Cruz Conde para que recibiera a los visitantes que llegaran a la ciudad cruzando el nuevo puente sobre el Guadalquivir que le haba regalado su suegro, el ministro franquista Conde de Vallellano, a quien, incumpliendo flagrantemente la Ley de Memoria Histrica y las normas de decencia poltica ms elementales sigue estando dedicada la avenida que de l parte.

A la llegada de los aos 60 comienza para Crdoba un periodo de recuperacin del tiempo perdido a lo largo de toda la primera mitad del siglo XX para erigir monumentos a sus hijos ilustres como haban hecho la mayora de sus hermanas espaolas. As, ya pasado y bien pasado el arroz, toda escultura realista que se erigiera a su gloria dedicada e incluso el hecho mismo de erigrsela a una apolillada gloria del pasado remoto pasara a formar parte del estilo que podramos llamarremordimiento. Cuando una obra artstica actual imita un estilo periclitado o se confecciona con una intencin desplazada de su momento histrico se convierte en una falsificacin pura y dura, un intento infructuoso de trasplante de un espritu, una esttica y una tica de una poca concreta a otra un siglo posterior. Las obras de arte que hayan de colocarse en los lugares pblicos de las ciudades han de responder al espritu de la poca que las erige, sin que eso signifique que no haya que guardar las debidas medidas de respeto al entorno arquitectnico y urbanstico de cada lugar concreto. Pero evitando los pastiches, las falsificaciones, la lamida almibarada del kitsch. Y por supuesto no ceder ante las presiones de los jursicos conservadores de ambientes urbanos, partidarios de la fosilizacin acelerada de la ciudad histrica. Si por ellos fuera nuestras calles y plazas slo seran iluminadas por las augustas farolas decimonnicas, las fernandinas o de estilo Imperio. Puro casticismo y los casticismos son siempre los mayores enemigos de cualquier superacin renovadora en el arte y en el pensamiento.

Y la cosa comenz equilibrada y con voluntad compensatoria con los importantsimos personajes de la Crdoba andalus, la ms rica intelectualmente de toda su historia, pero que haba sido -an lo es, claro- completamente ninguneada e incluso anatemizada por la ideologa nacionalcatlica que ha sido la mdula de la cultura oficial espaola hasta nuestros das. Tres circunstancias se darn la mano para paliar momentneamente ese ninguneo. Laprimera ser la ayuda que los hambrientos marroques de los aduares rifeos le darn a Franco para perpetrar el golpe de estado, lasegunda el aislamiento internacional a que fue castigado el rgimen nacionalcatlico que le llev a buscar en los pases islmicos la amistad que las democracias europeas le negaban. Es as como naci la muletilla delos tradicionales lazos de amistad con los pases rabescon que se acompaaba cualquier noticia acerca de relaciones bilaterales hispanorabes. Uno de las productos de cambio -barato por cierto- que us el franquismo fue el del pasado esplendoroso de la Crdoba omeya, su maravilloso legado arquitectnico y la incalculable plyade de poetas, cientficos y filsofos que regal al mundo para halagar el orgullo de los mandatarios rabes. A ello hay que sumar como tercera la importancia que desde haca un siglo haban ido tomando los estudios andaluses por parte de un puado de esforzados estudiosos que, a pesar de la escasez de apoyo oficial y de que buena parte de su empeo se volcaba enespaolizara los andaluses haciendo primar el genio racial ibrico sobre el forneo rabe, llevaron a cabo una importantsima labor de divulgacin y puesta en valor del desconocido patrimonio intelectual hisopanomusulmn. Y en Crdoba adems contamos con la valiosa presencia de dos grandes: Manuel Ocaa y Rafael Castejn.

Es as que en ese marco de exaltacin local-patritica del Al-Andalusespaolsobreviene en 1963 el centenario deIbn Hazm, cuya obraEl Collar de la Paloma, traducida por primera vez al castellano en 1952 por Emilio Garca Gmez y editada con prlogo de Ortega y Gasset, haba supuesto un bombazo no slo en el panorama de los estudios de literatura medieval sino tambin entre los intelectuales de todos los campos. Se decide hacerle un magno homenaje en Crdoba organizado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Ayuntamiento de la ciudad al que se invit a una nutrida representacin diplomtica de varios pases rabes, cuyo brillante prlogo fue la inauguracin, con la fanfarria patritico-hiperblica al uso del rgimen, de una estatua del poeta, filsofo e historiadorqurtuben la Puerta de Sevilla, lo que sirvi de paso, obviando que el lugar no tena nada que ver con su biografa, para la rehabilitacin al estilocruzcondianode un entorno muy degradado. La escultura, en bronce, es obra de Amadeo Ruiz Olmos que con ella resarca un tanto, porque no es demasiado buena, a la ciudad de su anterior ataque con el arcngel del Puente Nuevo. La marca del escultor valenciano, que pas buena parte de su vida en Crdoba, es el hieratismo corporal que imprime a sus retratados y la vaciedad de sus expresiones. En el caso de Ibn Hazm -luego mejorara- ese hieratismo est mediatizado por una especie de congelacin del movimiento en el momento de ir a soltar, disimuladamente, un cuesco. Lo ms gracioso de la escultura es que el autor inaugur la moda de colocar a las estatuas de moros cordobesas unas babuchas de candoroso estilo alibabesco-joliwudiano que se repetirn en la estatua de Averroes y en la de Maimnides. Y desde luego es de agradecer que por primera vez se grabara en la peana de un monumento otra grafa y otra lengua que no fueran el rancio latn o el pomposo castellano de las laudes: el rabe.

La siguiente escultura que se erige en Crdoba (1964) es un busto completo de un mdico al que en esta ciudad hoy da no conoce -ni probabalemente en ese ao- ni dios, aparte de los erudos de la de Nobles Caspas y Bellas Tretas: el doctorEmilio Luque, muerto 24 aos antes, en 1939. No dudo de sus mritos cientficos: en algn lugar he ledo que fue el primer mdico que sustituy la levita por la bata blanca, lo cual es lo suficientemente revolucionario como para recordarlo en el Colegio de Mdicos, del que fue, adems, primer presidente, aunque no s si como para levantarle estatua. Tambin leo que fue militante muy activo de Accin Catlica, lo que ya parece explicar ms esa ereccin por un rgimen que primaba y premiaba por encima de cualquier otra circunstancia el reaccionarismo de sus homenajeados. Su autor fue de nuevo el que ya se convertira en titular de la plaza de escultor remordimentista oficial de la ciudad, Amadeo Ruiz Olmos. De mayor perfeccin formal que las anteriores adolece el busto del afamado doctor de la misma vaciedad psicolgica marca de la casa. Aunque en mi opinin se trata de la mejor obra que dej en la ciudad, y an nos queda que comentar unas cuantas. Tuvo el escultor la delicadeza de dejar entre los dedos de la mano izquierda de la estatua el justo espacio para proporcionarnos a los adolescentes irreverentes de varias generaciones de cordobeses el placer picante de colocar entre ellos una colilla de cigarrillo -o de porro, segn el grado de gamberrez que gastramos los perpetrantes- que sola permanecer varios das allhasta que algn ciudadano de bien se lo retiraba piadosamente.

Maimnidesser el siguiente en la lista (1964). Tambin debida a Ruiz Olmos. El filsofo judo fue representado en bronce en la pequesima plaza de Tiberiades sentado sobre una pirmide truncada con todo el aspecto de un aliviadero. No es extrao que hace aos amaneciera de vez en cuando con un rollo de papel higinico con un soporte perfectamente adosado a su lateral derecho. Triste, muy triste el rostro que el autor esculpi al filsofo judo que pas la mayor parte de su vida exiliado de la ciudad.

Amadeo Ruiz Olmos todava modelara tres grandes esculturas ms para la ciudad, un busto al profesorLpez-Neyra(1970), en la plaza que lleva su nombre y en la que el escultor tena su estudio, un ilustre cientfico cordobs nacido en 1885 y muerto en 1952 que alcanz fama internacional por sus estudios sobre parasitologa, la deSneca(1965), sufragada por el toreroEl Cordobspara la Puerta de Almodvar aprovechando la celebracin delCongresoInternacional de Filosofa en conmemoracin del XIX centenario de la muerte del filsofo estoico yla deGngora,monumentos estos dos ltimos que tendran claramente que haber sido erigidos en la poca en que tenan sentido, entre finales del XIX y el primer tercio del XX. Para el Sneca eligi el rostro ms vulgar de las dos convenciones que se vienen usando para representarlo, el de la doble herma compartiendo escultura con Scrates (siglo III) conservado en el Neues Museum de Berln, al contrario que la opcin ms dramtica que us Barrn en 1904 del modelo del Pseudo-Sneca (s. I) conservado en el Museo Nacional de Npoles.

Aunque hay malas lenguas que dicen que el rostro del Sneca de Ruiz Olmos, colocado en la Puerta de Almodvar y sufragado por un torero tremendista, recuerda poderosamente al de Francisco Franco, Caudillo de Espaa. De haber estado en mente del escultor semejante afrenta sera una de las ltimas que la ciudad infligira a uno de los personajes ms importantes de la historia del pensamiento y de la poltica mundiales, adems de escritor fundamental, que intent desde su regencia siendo Nern un nio, democratizar el estado romano devolvindole la fuerza de las instituciones republicanas. Ese titnico intento le acabara costando primero el exilio y luego la vida. Pero desde luego la mayor afrenta que la ciudad ha perpetrado contra el filsofo estoico fue darle su nombre a la forma local de la malafoll: el senequismo.

Para la de Gngora (1967), colocada en la plaza de la Trinidad, usara el retrato que del poeta barroco hara Velzquez. En 1966 modelara con el sello de sosera de la casa la estatua deRamn Medinaque reina en el centro de la plaza de San Agustn.

Para comprender el profundo anacronismo esttico de las estatuas erigidas en los 60 en Crdoba slo hay que echar la vista atrs y fijarse en el monumento que en Madrid se erigi a nuestro paisano Gngora con motivo del famoso centenario en 1927, realizado en perfecta consonancia con las corrientes artsticas de su momento, fundamentalmente elart dec. La comparacin de esa concepcin de la obra como una gran placa de mrmol exenta exquisitamente decorada con bajorrelieves y textos de poeta, obra del escultor valenciano Vicente Beltrn, con la escultura de bulto redondo, nunca mejor definida, de la levantada en Crdoba por Ruiz Olmos en los sesenta hace restallar las diferencias de sensibilidad -y tambin ticas, por qu no- de quienes mandaron erigir una y otra.

Entre medias de ambas ms homenajes a la morunidad cordobesa. El primero ser un busto levantado frente al palacio del Cardenal Salazar y actual Facultad de Filosofa y Letras en 1965 al oftalmlogo andalusal-Ghafiqi,un genio de su especialidad infinitamente superior a cualquier mdico europeo de su poca pero no mayor que otros que compartieron con l lugar de nacimiento, conocimientos mdicos y poca, el mismsimo Ibn Rushd (Averroes) o Abu al-Qasim (Albucasis). La causa por la que se le levant estatua antes que a ellos no he conseguido dilucidarla. El caso es que la obra fue encargada a un imaginero, o sea, a un especialista en tallas cofrades, Miguel Arjona Navarro. No hay ms que cambiar mentalmente el turbante del moro por una corona de espinas para tener un clsico doliente Cristo de bovina mirada.

PeroAverroesno tendra que esperar mucho, porque tan slo dos aos despus (1967) se le levantara tambin estatua. Esta vez se llam a un escultor madrileo, Pablo Yusti Conejo, que perpetrara en la ciudad algunos de los ms espantosos conjuntos estatuarios de la ciudad. Averroes es presentado, como su colega Maimnides, sentado y como ste y el viejo Ibn Hazm con las consabidas babuchas, apoyando un libro en su rodilla. Pero si la escultura del viejo Averroes, ejecutada en piedra artificial, es rematadamente mala, las dems estatuas que dej en la ciudad son directamente horripilantes. Seis aos despus, en 1976, esculpi en la misma piedra artificial busto del califaal-Hakam IIcolocado discretsimamente (por fortuna para el buen gusto de la humanidad) en medio de unos grandes arbustos en los jardines de los Mrtires. Pero desde luego las que rompen con todos los moldes de la descacharrantez son las que elev a pedestal en los jardines del Alczar, varios reyes medievales y un conjunto elevado formado por los Reyes Catlicos recibiendo a Coln directamente inspirados en los gigantes de los gigantes y cabezudos que sirven de tradicional mofa en varias ciudades del norte o en un decorado de cartn piedra que representara un Retiro para una pelcula de terror.

Otra escultura debida a la mano de Yusti Conejo fue la dedicada aLa Ninfa del Guadalquivirque estuvo algunos aos colocada a la bajada a los parterres del Alczar de los Reyes Cristianos. Representaba a una mujer desnuda de esplndidas hechuras en postura de tomar boca abajo el sol en la playa tras ponerse su capita de Nivea y luciendo un peinado Sunsilk ideal de la muerte mientras erecciona sensual y gatunamente las piernas hacia el cielo y mira picarona un impreciso horizonte de veleros. En el frontal del pedestal grabaron una explicacin de ese ser mitolgico supuestamente guadalquivireo debida a la pluma del catedrtico de Historia del Arte Santiago Sebastin, el mayor experto del momento en la interpretacin iconolgica del arte con la que chocaba continua y estrepitosamente la interpretacin positivista-marxista de ArnoldHauser que por aquel entonces profesbamos la mayora de sus alumnos. El texto sirvi de recurrente motivo de cachondeo durante las clases. Alguien con el tiempo debi pensar que aquel ser mitolgico deba ser catalogado como especie zoolgica taxonmicamente diferente a los reyes erigidos en aquellos jardines y mand la escultura, ya sin la peana y sin el texto explicativo, al zologico, donde hoy luce directamente sobre la hierba ya con un aire definitivamente piscinero.

A los aos 60 pertenecen tambin dos piezas menores pero curiosas por lo que suponen de reflejo de un poca en la que alguna gente con cierto poder indirecto haca lo que poda por rescatar las glorias del pasado de la ciudad de una manera digna en medio del pramo cultural del franquismo. Los a veces incomprendidos eruditos locales que en la medida de sus fuerzas y sus posibilidades escalaron desde el fondo el profundo pozo del oscurantismo franquista, usando unas veces la contra y otras la a favor corriente de las circunstancias, consiguieron dejar apreciables y hoy olvidadas injustamente- huellas de ilustracin en la piel de la ciudad. Entre ellos brillan los arabistas y los romanistas. De los arabistas ya hemos visto los frutos. Los romanistas, menos activos por ese tiempo, lucharon tambin lo suyo por rescatar la memoria de la Crdoba romana, la de la familia Annea fundamentalmente, de la que surgieron filsofos, poetas, emperadores, tratadistas historiadores Recientemente Alberto Monterroso, acreditado latinista, ha retomado aquel afn y nos ha regalado con varios trabajos en los que nos ha iluminado sobre la importancia de esa familia y otras colaterales procedentes de la Corduba romana en el gobierno del imperio romano, tanto en el mbito poltico como en el intelectual. No iban, pues descaminados aquellos pioneros del senequismo historiogrfico.

En el mismo ao 65 en que se erige estatua al ms importante miembro de la saga Annea, Lucio, se hace lo mismo con un busto a su sobrino, el poeta Lucano, declarado, en consonancia con tu to, defensor de los valores republicanos, algunos de cuyos versos fueron prohibidos, por ello mismo, por el emperador Nern. Se trata de un sencillo busto colocado junto a la fachada de la conocida como Casa del Judo desde los aos 60, por la adscripcin tnica de quien la comprara por entonces, un judo multimillonario francs que se encaprich de ella y la restaur como vivienda ocasional. El papanatismo cordobestia, en este caso con divisa de Izquierda Unida, cambi el precioso y secular nombre de la plaza donde se alza la casa y la estatua, Plaza de los Parasos, por el del millonario, el impronunciable Eliej Nahmias Algo parecido pas unos aos antes cuando a la coqueta plaza de la Concha, a 30 metros escasos de la Mezquita le cambiaron el nombre por el del profesor Arnold Toynbee, el historiador ingls, que por entonces visit Crdoba no recuerdo si por causa de un congreso o atrado por la fama de los boquerones en vinagre del bar La Mezquita. Claro que por entonces haba comandos de rojos universitarios de accin directa en la facultad de Filosofa y Letras que con nocturnidad y alevosa lanzaban bolas de bronce contra la flamante placa de mrmol con el nombre del mayor representante de la historiografa burguesa. Con el tiempo, no s si a causa de los propios destrozos causados por los seguidores de la historiografa marxista o por un ataque de vergenza de los responsables municipales por el crimen nomencltor cometido, se traslad a una rotonda del polgono de Chinales, donde an luce, y la placita que da a la calleja del Pauelo volvi a llamarse como secularmente lo haba hecho: plaza de La Concha. La escultura del poeta romano es de una encantadora simpleza. Sin fecha y firmada por un tal Jose Manuel

Muy cerca, en un recodo de un callejn que une la calle de la Feria (San Fernando) con la calleja de San Eulogio, abierto en 1965 rompiendo la muralla romana para unir ambas y evitar un largo rodeo, se coloc un bajorrelieve de muy mala calidad representando a unos togados romanos. En su base se lee CRDOBA A LA ESTIRPE ANNEA - MCMLXV. Probablemente se trat de un grave atentado contra el patrimonio, como muchos de los que perpetraron las autoridades de entonces, pero la verdad es que se les qued un espacio muy coqueto y tpico, aunque no pudo ser disfrutado por mucho tiempo. Su estructura zigzagueante y el hecho de que su entrada inferior contara con un espacio cubierto la convirti en un refugio perfecto para vagabundos, lo que provoc que las protestas de los vecinos alarmados por las fogatas y molestos por los malos olores decidieran al Ayuntamiento a cerrarla a mediados de los aos 70.

A finales de 2006 una empresa privada de construccin se comprometi con el Ayuntamiento a reurbanizar la zona a cambio de recibir permiso para restaurar la casa colindante. Se limpi la calle, se remoz la escalinata y la fuente esquinera y el arcngel que corona la puerta de la salida a San Eulogio. As mismo se restaur el coqueto bajorrelieve dedicado a lafamilia Annea, cuyo solar familiar sita la leyenda muy cerca de all.

La calleja se dedic, por influencia del culturalismo erudito de aquellos aos, a un prcer romano de la familia Annea, Junio Galin, nacido en la ciudad y que ha conseguido pervivir en los libros, sobre todo eclesisticos, por haber tenido una relacin tangencial conPaulo de Tarso, que luego pasara al estrellato santoral como San Pablo.

Lucio Junio Anneo Galin, nacido Marco Anneo Novato y cambiado de nombre al ser adoptado por Lucio Junio Galin, era hermano de Lucio Anneo Sneca y to del poeta Lucano. Se dedic a la poltica y lleg a ser procnsul en Corinto en tiempos de Claudio. Nada ms tomar posesin del cargo los judos de la sinagoga de la capital, Acaya, llevaron ante l a un tipo que andaba soliviantando a la gente y predicando el cristianismo, una religin prohibida por causas polticas, ya que su fundador haba sido ejecutado por alzarse contra el imperio, pero que sobre todo supona una competencia desleal respecto a las legales, para que lo juzgase y ejecutase. Nuestro paisano, como hicieron muchos otros gobernadores romanos, se lav las manos en aquel asunto intestino de los monotestas intransigentes, mand expulsar de la audiencia a aquella caterva, acusadores y acusados, y les prohibi que le calentaran la cabezaconsemejantes gilipolleces religiosas. El tipo era, claro, San Pablo. Por eso el prudente Junio ha pasado a ser considerado uno de losromanos buenosen la farragosas y tendenciosashistoriografas cristianas oficiales que sufrimos hasta hoy da.

El obispoFray Albino (16)lleg a Crdoba en plena posguerra despus de haber conspirado previamente, colaborado entusisticamente desde su dicesis de Tenerife al triunfo del golpe de estado devenido genocidio, que bendijo sin ningn pudor, y ensalzado al jefe de los genocidas hasta cotas de delirio. Era pues un fascista nacionalcatlico medular. Adems escribi un catecismo para adoctrinamiento escolar, el Catecismo Patritico Espaol, que en algunos captulos puede decirse que se trata de una adaptacin para nios delMein Kampfde Hitler. Era tanracista y totalitariosu contenido que el propio Vaticano tuvo que intervenir para prohibirlo. La situacin de extrema miseria a que sus bendecidos fascistas haban conducido a la mayora del escarmentado pueblo cordobs, buena parte del cual se hacinaba en insalubres patios de vecinos y en chabolas sin luz ni agua corriente parece que conmovieron el correoso corazn del obispo y le movieron a crear una fundacin para procurar viviendas dignas a esos desheredados de la Victoria de los ricos. Nada menos que tres barrios, Caero, Fray Albino y Campo de la Verdad, se construyeron con fondos salidos directamente del bolsillo de esos poderososa los que el obispo chantaje y amenaz con dejarlos fuera del paraso de los ricos de que podran disfrutar en la otra vida. Uno de ellos fue el rejoneador Caero, al que se neg a darle la absolucin por vivir amancebado si no le regalaba los terrenos que necesitaba para su obra.Lo que le perdon finalmente fue ese pecado de entrepierna, porque el de cazador de obreros huidos de la matanza desencadenada en la ciudad y a los que persegua y capturaba o abata por la sierra con una brigadilla de caballistas armados con garrochas y escopetas, lo consideraba ms un deber de patriota. Hoy sigue dando nombre al barrio que se construy en parte de los terrenos que cedi al obispo.

Fray Albino pas a convertirse as en el Ser Benefactor de los pobres por antonomasia y su culto tras su muerte alcanz en Crdoba cotas delirantes. A nadie le importa su pasado de fascista bendecidor de crmenes contra la humanidad y slo se atiende a su condicin de prodigador de viviendas para los pobres. El progresismo catlico hijo del Vaticano II, que nada tena que ver con el espritu del obispo fascista, lo rescatara insensatamente para su causa ya para siempre y lo elevara al altar de unantifranquismo que nunca haba transitado.Un barrio, un colegio, un equipo de ftbol llevan su nombre y hace unos aos, cuando reinaba de alcaldiosa, esaDesgracia -as, sin acento-que fue Rosa Aguilar, la excomunista catlica cofrade renacida que obligaba a la fuerza a sus concejalas a asistir a las procesiones nacionalcatlicas, se cometi la tropela contra la memoria histrica de dedicarle toda una avenida. Cuando an no se haba puesto ni un triste recordatorio a los miles de asesinados a sangre fra en las tapias de los cementerios por los camaradas del obispo. Pero el castigo le vendra, ya que no de la de la Diosa de la Razn como corresponda, de la mano de la Diosa de la Esttica, a travs de una de las estatuas ms terrorficas que se hayan levantado nunca a un ser humano con el fin de glorificarlo. El monumento (1969) es talmente una venganza y eso que se eligi trasconcurso de maquetas y por un jurado (17)formado por artistas, profesores de Artes y Oficios, los dos arquitectos municipales, adems del obispo del momento, claro. Esa diosa de la Venganza tica a travs de la Esttica debi dirigir las mentes de los miembros de ese jurado para que eligieran el ms espantoso. Y ah sigue, horripilando a propios y extraos al otro lado del ro, en la plaza de Santa Teresa, ante la iglesia del Campo de la Verdad. Unos aos despus se erigira un busto en la plaza de Caero de esttica ms aseadita. Por supuesto sera encargada a Ruz Olmos. Faltara ms. Don Amadeo llegara incluso a labrar la lpida del obispo fascista para su tumba en la Mezquita.

Por piedad pasar de puntillas sobre el siguiente monumento conmemorativo que se erigi en Crdoba. De nuevo un merecido homenaje al esplendoroso pasado islmico de la ciudad, esta vez dedicado a los turbulentos amores de dos poetas del siglo XI,Ibn Zaydun y la princesa Wallada. El roe roe de los arabistas locales segua con sununca es tarde si la dicha es buena. Estamos en 1971. Y adems se trata del primer monumento que no usa de la figuracin personal, sino que juega con la alegora para expresar su mensaje. Lstima que la alegora pueda servir para eso tanto como para promocionar los pltanos de las Canarias, pues dos racimos de esos sabrosos frutos parecen esas dos manos sobre peana bajo un templete/mausoleo estilo moruno-jolivudiano de decorado deEl ladrn de Bagdad. El arquitecto, el municipal, Escribano Ucelay y el escultor, el de los gigantes y cabezudos del Alczar, de nuevo Pablo Yusti Conejo.

De principios de los aos 70 son dos esculturas ms de las existentes en los jardines de la Agricultura. La primera ocupa un lugar central, justo en medio de la glorieta de la que parten radialmente los senderos del parque y se trata de una alegora de la familia agrcola representada por una mujer, un hombre y un nio (La Agricultura, el agricultor y el progreso), realizada en bronce con formas curvilneas muy estilizadas. Se trata de una obra realizada por Jos Carrilero en 1969 por encargo de una marca de tractores, que desde entonces ha ido regalando a diferentes ciudades espaolas. Existen 32 copias, la ltima de las cuales fue colocada en Huesca en 2013. Unos metros ms all muy oculto entre la vegetacin encontramos un sencillo monumento a Rubn Daro. Consta de una base de cubo de piedraen la que se inscribe un medalln dorado con la efigie del poeta nicaragense coronada por la leyenda:Prncipe del verso castellano. Del bloque de piedra sale un fuste de columna de granito partida. No he conseguido averiguar la fecha exacta de su colocacin, pero un medalln exactamente igual existente en un monumento al poeta, donado por la embajada de Nicaragua, en Cceres acompaa a una lpida que lo fecha en 1973.

La siguiente cosa conmemorativa que se erigi en Crdoba fue un verdadero crimen de lesa eticidad. Con el sangriento dictador a punto de desaparecer por fin por causas naturales de este mundo donde cometi tantos crmenes impunemente, la casta franquista cordobesa quiso dejar bien claro que estaba perfectamente dispuesta a mantener los privilegios que haba conseguido en los cuarenta aos de oscuridad en que haban mantenido a la ciudad, erigindose el que debe ser probablemente el ltimo monumento autoglorificador del franquismo que se levantara en Espaa. Como para no manchar la tradicional imagen que la ciudad daba al resto del mundo, y no slo en el campo de la capacidad erectiva, demu guapa pero un poco retras. As en 1975 se alza en la avenida que an conserva el nombre de un ministro fascista, el conde Vallellano, ante la que sera la subdelegacin del gobierno central en Crdoba unaCruz de los Cadosadornada con todos los arreos de la iconografa fascista espaola -y cmo no, con escultura de Ruiz Olmos de exaltacin falangista- como demostracin de que el Escarmiento sobrevivira al propio dictador. Estamos en 2015 y la Cruz de los Cados fascista sigue en pie desafiando chulescamente todos y cada uno de los artculos de la Ley de Memoria Histrica que las presiones de las vctimas del franquismo y la propia racionalidad democrtica consiguieron arrancar con titnico esfuerzo a los cobardes y corruptos gobiernos del partido de la derecha europesta que usurpa ilegtimamente el ttulo deizquierday que se alterna -esperemos que por poco tiempo ya- con el de la derecha cavernaria posfranquista que a su vez usurpa el decentro.Las excusas(18) para mantenerlo que puso ante los requerimientos de las asociaciones de la Memoria Histrica un subdelegado de ese gobierno pasarn a la historia universal de la infamia polticacum laude. El Ayuntamiento de Izquierda Unida se sum a la exigencia de retirada, hipcritamente por otra parte, toda vez que despus de treinta aos de gobierno en la ciudad segua manteniendo l mismo un importante nmero de nombres de calles a conspicuos fascistas dedicados -la propia avenida donde se halla el monumento sin ir ms lejos- yuna enorme placa(19) a un general golpistaa menos de doscientos metros de su sede. Por ahora es impensable -dada la ideologa afn al franquismo de sus actuales inquilinos- que la ley se cumpla.

TRAS LA MUERTE DEL CAUDILLO

Llegada Espaa por fin a la modernidad, o al menos a un punto histrico desde el que pudiera dar el salto a ella a pesar del lastre de retraso que por la terrible dictadura oscurantista que haba soportado arrastraba, el cada vez mejor conocido por estudiado -y por sufrido- fenmeno de la Transicin, o mejor la forma en que se abord desde prcticamente todos los frentes polticos, sociales y culturales, impidi que ese abordaje a la modernidad se realizase asegurando primordialmente el necesario trabado de los elementos de sujecin estructural indispensables del edificio democrtico. Lo estamos viviendo estos dramticos das en los que las arborescentes ramas de aquella estafa est dando sus frutos corrosivos poniendo en peligro los propios pilares en que aqul se asentaba. Y Crdoba lo sufri especialmente por su condicin de ciudad desindustrializada, anclada en un tradicionalismo feroz, levtica y caciquil, en la que ese salto a la modernidad y a la normalidad democrtica supuso una mayor distancia entre las orillas.

El hecho de que las primeras elecciones municipales de la democracia las ganase el Partido Comunista de Espaa no debe distorsionar la imagen de lo que la ciudad era, fue y es hoy mismo. Si los sucesivos gobiernos municipales del espectro ms izquierdista del pas llegaron a ahondar en temas tan interesantes como la participacin ciudadana y la bsqueda del equilibrio entre los barrios, sobre todo los ms deprimidos, y el centro y algunos de sus miembros fueron buenos gestores aunque aplastados por la maquinaria caudillista que impuso Rosa Aguilar, en aspectos como la cultura integral de la ciudad, la dotacin de infraestructuras para su democratizacin y desarrollo y su consolidacin como cemento social acabaron cayendo, pudiendo haber sido referente de una nueva poltica municipal rompedora en el estado, en los mismos tpicos del chabacanismo folklofriki por un lado y el nuevoriquismo retrico del vanguardismo espectacular que han sido las marcas de la casa de la cultura espaola en los ltimos 40 aos. Con las probables excepciones matizadas de Catalua y el Pas Vasco donde desde las instituciones se arbitraron algunas polticas consecuentes con la necesidad de unaggiornamientocultural que los alejara del premodernismo tradicional espaol y los instalase en las corrientes internacionales del momento.

Si en Andaluca del partido del centro derecha que ha usurpado tradicionalmente el espacio moral de la izquierda mediante la inclusin de los componentes socialista y obrero en sus siglas no poda esperarse nada ms all de los exuberantes y carsimos fastos pseudoculturales (Expo 92) y el cultivo delas tradiciones populares sin ningn atisbo de crtica moderna ni replanteamiento reflexivo como produccin cultural destinada a las clases sociales con menor nivel cultural (20) con ese arma de cretinizacin masiva que es CANALSUR, en Crdoba se esperaba una marca de diferencia cualitativa en el reparto de los rditos culturales del ejercicio de la democracia participativa. No pudo ser, en parte porque luchar contra el propio anclaje medular tradicionalista de la ciudad supona un titnico esfuerzo difcil de superar pero por otra parte no se puede descabalgar de responsabilidad a los encargados polticos de la gestin cultural municipal que, independientemente del grado de incompetencia que muchos de ellos demostraron, pronto se abandonaron a la cmoda cobarda de la inercia y la rutina rindiendo armas, sin apenas lucha, a las fuerzas culturales reaccionarias de la ciudad a las que haban vencido en las urnas. La poltica cultural municipal cordobesa de la Transicin fue una copia exacta de la llevada a cabo por su enemiga la Junta de Andaluca: olvido -y frecuentemente rechazo- de la tradicin racionalista republicana, fomento de las tradiciones ms casposas y reaccionarias, sobredimensionamiento de las fiestas folklricas,