La Crisis de La Democracia Representativa
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La crisis de la democracia representativa
Pedro Ignacio Rosas Medina
21/07/2015
A modo de introducción
Hace tres días iba a misa con unas personas de confianza quienes, ante mucha insistencia,
lograron convencerme de acudir a una iglesia después de casi dos años sin asistir. Claro,
ante tal suceso, las personas más acercadas a mí se impresionaron. Sin embargo, fue mucho
mi asombro al escuchar el evangelio según Jeremías: como ovejas sin pastor, (Jeremías. 23,
1-6) y la forma en que el sacerdote interpretó dicho escrito. Así pues se vino a mi mente
hacer un trabajo final basado en la interpretación de un evangelio y, además, tratando de
embonar los temas vistos durante el trimestre. Como resultado se presenta a continuación
un ensayo sobre la crisis de la democracia representativa siguiendo dos líneas sencillas, a
saber: i) la crisis desde la apropiación de lo político por el capital y, ii) la crisis desde la
apropiación especializada de lo político por parte de la burocracia. Así pues, basándonos en
una definición muy global sobre lo que es la democracia moderna o representativa y con
algunas lecturas vistas en el trimestre trataremos de compararlo con un escrito bíblico y, en
fin, dar algunas conclusiones.
Desarrollo
La democracia no es el Estado. La democracia es una de tantas formas de gobierno, o sea,
de administración del Estado. Esta aparece dentro de las formas de gobierno de la
República, de la res pública. Sin embargo, tal y como la conocemos hoy es muy distinta de
como la conocieron los antiguos, o sea: no está ni cerca de ser una democracia directa. Así
pues se presenta ante nosotros dos tipos o formas de democracia: la democracia directa y la
representativa.
Como dijimos al inicio, solo trataremos de dar una definición global de la
democracia. En efecto, la democracia actual se diferencia en casi todo a la democracia
antigua. En nuestros tiempos ésta se presenta como una de corte representativo, o sea: se
elige a los que tomarán decisiones por nosotros ya que ‘nosotros no tenemos tiempo de
tomar parte de los asuntos públicos’. La democracia antigua, la directa, las decisiones eran
tomadas por aquellos que se consideraban hombres como tal. En la Política, Aristóteles
hace un análisis bastante amplio de lo que era la democracia en aquellos tiempos.
Básicamente podemos decir que el seno de la democracia directa residía en la familia y su
estructura interna.
Sin embargo, la teoría que aquí seguimos es la siguiente: el hombre político o,
mejor dicho, el ciudadano actual, solo tiene tiempo de decidir sobre asuntos políticos al
momento de votar debido a que hay un factor importante que lo mantiene amarrado a otra
esfera (la privada). Este factor lo desarrollamos a continuación. Los antiguos nos decían
que uno de los pilares de su estructura pública era, efectivamente, que los asuntos públicos
se trataban en público y los de la vida privada estaban aparte. Identificamos aquí dos
esferas, a saber: la pública (donde se toman las decisiones que le atañen a todos) y la
privada (dígase economía, familia, relaciones personales, etc.). Sin embargo, con la venida
del capitalismo, y vamos a decirlo, desde antes, la esfera pública se ha visto mermada por
los asuntos de la vida privada y, por tanto, ya no se tiene ni el tiempo o espacio para tratar
asuntos públicos.
La política y la economía: ¿dos esferas distintas?
En un principio, la economía y la política eran dos esferas distintas y separadas. Sin
embargo, con la venida de la economía política, la última sufrió un cambio drástico. La
economía pasó se der una esfera aparte, a una que abarca las decisiones políticas. Este
cambio se dio mediante la siguiente fórmula: la economía se esconde y se reafirma sobre lo
político. Por ejemplo, Ávalos Tenorio no dice: “[…] en cada uno de estos ámbitos impera
una racionalidad propia y una lógica distintiva: mientras la economía, estructurada sobre la
base del valor de cambio, se fundamenta en las necesidades de la vida y en las capacidades
productivas organizadas para la acumulación de ganancias, la política, en cambio, aparece
como el campo propio de la voluntad desde el que se puede organizar la vida en común de
un modo o de otro” (Tenorio, 20..: ).
Aquí es cuando el capital surge como un factor determinante en la vida de las
relaciones. Se entiende que se es más hombre en tanto más posesiones materiales se tengan
y, en cambio, se olvida que se es más hombre en tanto más relaciones con otros hombres se
tengan.
La democracia es una forma de gobierno que requiere de la discusión entre hombres
libres. O sea, se necesita de la discusión de los asuntos públicos para tomar parte de los
mismos. Sin embargo, ante la apropiación del espacio público por la esfera privada llamada
economía, este espacio se ha perdido y, por ende, también los hombres libres que tratan
estos asuntos.
Weber
Ahora bien, la explicación anterior se puede complementar con otra que viene desde un
clásico de la sociología: Max Weber. En sus Ensayos políticos, Weber pone en conflicto
algunos de sus conceptos teóricos expuestos en Economía y Sociedad. Por ejemplo, el
monopolio de la violencia legítima (que dicho sea de paso es por lo que más se le conoce
además de su clasificación de formas de dominación), las formas de dominación, el político
profesional, la política como profesión, el científico, la burocracia, etc. En estos pequeños
ensayos Weber básicamente lo que hace es decirnos que la burocracia es un peligro para la
política cuando se entiende que esta debe dominar al aparato administrativo del Estado.
¿Por qué? Porque realmente la política actual está o, mejor dicho, tiene en su cabecera a
políticos no especializados que dominan un discurso dirigido a las masas, las cuales,
recordemos, no siempre están informadas.
Es una especie de Black Box donde, entran demandas a la administración pública y
éstas dan respuestas aparentemente limpias, claras, etc., en forma de políticas públicas. Sin
embargo, quienes las toman no son los que por lo general vemos, sino los políticos
profesionalizados que Max Weber describe. Esto se problematiza cuando los pesos y
contrapesos, a saber: legislativo y ejecutivo, no dominan el juego y quienes toman las
verdaderas decisiones son los profesionales escondidos tras escritorio.
Una vez más nos presentamos ante la apropiación por parte de otro ente, del espacio
político. La toma de decisiones públicas, políticas si se quiere, ya no es en el espacio sino
fuera del mismo. Añádase a esto un parlamento débil, un ejecutivo cesarino y demás.
Combínese ambos puntos (economía y burocracia) y el resultado es lo que tenemos hoy en
día: elecciones que parecen ser el único medio de participación ciudadana; democracia
representativa en declive porque no se representa a nadie; política de miedo, etc.
El evangelio y la democracia: sociedad civil, política y poder político
"Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que
habían enseñado. Entonces Él les dijo: Vengan conmigo a un lugar solitario, para que
descansen un poco. Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni
para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y
muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron
antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban
como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas."
A primera vista parece identificar en los Apóstoles a los representantes elegidos por el
pueblo en nuestras democracias representativas. Jesús no tiene o más bien, no tenía tiempo
suficiente para atender a tantos “Pues los que iban y venían eran muchos”. ¿En nuestros
días, no es que nosotros no tenemos tiempo porque somos muchos y por eso les dejamos a
otros que traten los asuntos públicos?
En la misa del domingo 19 del presente mes y año escuchaba al sacerdote decir
algunas frases como: “Jesús mandó a sus discípulos en parejas para que fueran a predicar,
para que fueran a enseñar porque ellos ya estaban listos para llevar la palabra del señor”;
“Una oveja sin pastor no es una oveja libre, aunque parezca, sino que es una oveja
descarriada y perdida. Va errando por los montes sin saber adónde ir, y está expuesta al
asalto de cualquier enemigo”; “Nosotros somos ovejas perdidas y los somos más cuando
pensamos que el descanso es dormir”, “la libertad humana es una libertad atada y sólo
puede realizarse cuando el hombre escucha y responde a una llamada”. A como se puede
pensar, a simple vista, pareciera que estamos en desacuerdo con algunas frases del
predicador que escuché el domingo. No obstante, es preciso aclarar que en algunos puntos
coincidimos. Por ejemplo, cuando el sacerdote habla de que la libertad humana es una
libertad atada y sólo puede realizarse cuando el hombre escucha y responde a una llamada,
podemos argumentar que casi es cierto del todo.
El hombre libre solo lo es cuando trata asuntos públicos con otro hombre libre. O
sea, el hombre solo lo será como tal cuando escuche y responda. Sin embargo, decir que la
libertad humana se conseguirá cuando se encuentre a Dios, es una falacia. Esto debido a
dos aspectos básicos, a saber: si seguimos esperando a que llegue Dios para volvernos
hombres como tal, seguiremos esperando toda la vida y; dos, si seguimos pensando que
solo seremos hombres libres en tanto conversemos con otros hombres que hayan entendido
esto.
Ahora bien, cuando Jeremías escribió esto, sin duda cometió un error al pensar que
una oveja sin pastor es una oveja atada. Para empezar habría que analizar los tipos de
libertad y, una vez hecho esto, criticar lo que se entienda por pastor. Así pues nos topamos
a que un pastor no es solo un hombre. Sin embargo, sobre esto gira la actual democracia
representativa, o sea: seguimos esperando la venida de un líder que nos lleve, que lidere a
las ovejas. Tratamos de creer, ya ni comprender, de creer que eligiendo y eligiendo,
votando y votando, lograremos encontrar a un líder tipo Cárdenas que logre unir a las
ovejas aparentemente libres. Esto es un error. No obstante, sigamos creyendo esto y los dos
entes antes descritos seguirán tomando más poder dentro de la arena pública.
De hecho, el evangelio leído el pasado domingo hacía referencia a aparentemente
malos reyes que provocaron tantas muertes y deportaciones a babilonia del pueblo israelí.
¿Acaso no se parece a lo que tenemos hoy en día? Se sigue creyendo que el verdadero
pastor es Dios y que en algún momento vendrá a nuestra salvación. Esto no debe ser así. El
reino de los cielos no está en los cielos, sino en la tierra. El verdadero pastor no es una
persona como tal, los pastores somos nosotros y para lograr ser como tales debemos
aprender a tratar asuntos públicos.
Lo que más me sorprendió (y en buen sentido) del sacerdote dominical fue que casi
al final de su sermón admitió que probablemente en esta vida no vendrá dicho pastor, o sea,
que Jesucristo no vendrá en nuestras vidas o en las vidas que estaban escuchando en ese
preciso momento al profeta. Dicho de otro modo, a nosotros no nos tocaría vivir esos
momentos. Ante tal hipótesis el sacerdote propuso que, si bien no nos tocaría, debíamos ser
buenos hombres yendo a misa para escuchar la palabra de Dios y tratar de que nuestros
hijos la llevaran a otras generaciones.
Sin duda alguna esto no puede entenderse así. El problema no es encontrar a un
hombre que resuelva los problemas. Basta con encontrar a un tecnócrata que se inserte en la
burocracia y que se ponga a resolver los problemas. El problema es tratar de ser hombres
como tal.
Conclusiones
Hoy la democracia representativa se define de acuerdo con la organización más o menos
hecha de la sociedad; una sociedad plural que difícilmente se asocia para tomar parte de los
asuntos políticos y que, mucho más, prefiere que otros tomen las decisiones por ellos. Por
eso la pregunta, ¿realmente queremos elegir? Sin embargo, no es que queramos, es que la
democracia es como un comedor compulsivo: nunca se satisface y siempre quiere más…
Ante esta situación la democracia es hoy en día más que una forma de gobierno: es
una forma de vida. ¿Cómo se da esto? Bueno: la sociedad civil es el espacio público; la
sociedad política es una esfera aparte en la cual se toman decisiones y se retroalimentan
todas las decisiones políticas, o sea, es la esencia misma de la democracia política
procedimental; el poder político, por ende, es de todos y a la vez de nadie, ¿por qué?,
porque cada tres años tenemos que andar eligiendo y; en fin, el debate y el conflicto
aparentemente es la esencia, pero verdaderamente es la utopía. ¿Qué ha traído todo esto?
Bueno, dos cosas: i) que se entienda a la democracia como un simple procedimiento y no
como un espacio público donde se supone que se deben desarrollar debates públicos (no
consensos…) y ii) que la ciudadanía se entienda como una credencial de elector y como
una tarea que se consigue en el mercado. Ya ni hablar de las nuevas teorías del mercado
político donde los candidatos son mercancías que los ciudadanos compran dependiendo el
apego que se sienta hacia ellos.
Esto que venimos diciendo hasta acá se podrá entender mejor al poner sobre la mesa
la teoría neoliberal que entiende a la sociedad civil como una esfera que solo es libre en
tanto se desarrolle en el ámbito privado. No es que la democracia, como vemos, esté mal en
todo el sentido de la palabra: es la forma o el lente conceptual con que se le vea que está
mal.
El neoliberalismo, como todo lo ‘neo’ tiende a ser una mala respuesta a un mal
planteamiento del problema. Busca dar respuesta a algo que desde hace siglos antes de
cristo se entendió, o sea: el hombre solo será hombre en tanto trate los asuntos públicos de
la esfera pública y las separe de los asuntos privados, o sea, lo económico. No obstante,
cada vez esto se entiende menos. La democracia no es como tal un procedimiento. O sea,
no todo es: elecciones por a, b, c, d, partido político con tanto porcentaje de votos que le
hizo obtener la mayoría x en el distrito x. Eso, como diría un profesor “asuntos irrelevantes
y sin importancia”. En efecto, hay cosas más importantes de que tratar, por ejemplo: ¿por
qué el poder político es un espacio materialmente vacío? Porque significativamente este no
se ocupa por quien supuestamente cuenta con el poder, sino por un representante. Y es más,
ni siquiera cuando la sociedad civil tome conciencia de que ese espacio materialmente
vacío le corresponde, lo podrá ocupar, ¿por qué? Porque es un espacio que está en
constante renovación dependiendo el grado de debate que se desarrolle en él. Por ello, y a
modo de conclusión, es pertinente explicar tres momentos de la democracia moderna, a
saber: la sociedad civil, la sociedad política y el poder político.
Actualmente la ciudadanía lo es en tanto cumple una mayoría de edad y cuenta con
credencial de elector. En esencia: los ciudadanos han quedado encerrados en una intimidad
que corresponde a su esfera privada y donde la política, la verdadera política, la toma o
iniciativa para la toma de decisiones la llevan a cabo políticos profesionalizados. De esta
forma, aquella esfera política, pública, donde se debatía y todo estaba en constante conflicto
ha quedado a merced de un juego procedimental que hasta él mismo se ha cansado que lo
analicen, esto es: las elecciones (libres, competitivas e institucionalizadas) donde, junto con
otros artefactos, las empresas (partidos) ofrecen sus mejores novedades a un mercado que
se identifica y termina comprando. Entonces, ¿cuándo y quién será nuestro pastor? Sigamos
viviendo en nuestro mundo de más y más ganancias.
La esfera privada, como dijimos, se ha comido a la pública. La diferencia
substancial entre una y otra es que, mientras la primera se satisface (a medias) en la medida
en que se busquen nuevas y más supuestas necesidades; la segunda necesita del debate en el
espacio público. Es aquí donde se conseguirá libertad. Que nos perdonen los juristas en este
punto pero México es el vivo ejemplo que tener una bonita Constitución que siempre busca
más y más y más libertades, no garantiza que el hombre sea libre. Libre en tanto delibere
asuntos públicos. Si no, sigamos con un Estado con una burocracia que para funcionar tiene
que corromper.