La crisálida y la mariposa

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  • 7/28/2019 La crislida y la mariposa

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    La mariposa

    Mi mam era hija de una pareja de campesinos de

    Entre Ros. Naci y creci en el campo entre

    animales, pjaros y flores. Ella nos cont que una

    maana, mientras paseaba por el bosque recogiendoramas cadas para encender el fuego del horno vio un

    capullo de gusano colgando de un tallo quebrado.

    Pens que sera ms seguro para la pobre larva

    llevarla a la casa y adoptarla a su cuidado. Al llegar,

    la puso bajo una lmpara para que diera calor y la

    arrim a una ventana para que el aire no le faltara.

    Durante las siguientes horas mi madre permaneci al lado de su protegida esperando el

    gran momento. Despus de una larga espera, que no termin hasta la maana siguiente,

    la jovencita vio cmo el capullo se rasgaba y una patita pequea y velluda asomaba

    desde dentro. Todo era mgico y mi mam nos contaba que tena la sensacin de estarpresenciando un milagro. Pero, de repente, el milagro pareci volverse tragedia. La

    pequea mariposa pareca no tener fuerza suficiente para romper el tejido de su cpsula.

    Por ms que hacia fuerza no consegua salir por la pequea perforacin de su casita

    efmera. Mi madre no poda quedarse sin hacer nada. Corri hasta el cuarto de las

    herramientas y regres con un par de pinzas delicadas y una tijera larga, fina y afilada

    que mi abuela usaba en el bordado. Con mucho cuidado de no tocar al insecto, fue

    cortando una ventana en el capullo para permitir que la mariposa saliera de su encierro.

    Despus de unos minutos de angustia, la pobre mariposa consigui dejar atrs su crcel

    y camin a los tumbos hacia la luz de la ventana.

    Cuenta mi madre que, llena de emocin, abri la ventana para despedir a la recin

    llegada, en su vuelo inaugural. Sin embargo, la mariposa no sali volando, ni siquiera

    cuando la punta de las pinzas la roz suavemente. Pens que estaba asustada por su

    presencia y la dej junto a la ventana abierta, segura de que no la encontrara al regresar.

    Despus de jugar toda la tarde, mi madre volvi a su cuarto y encontr junto a la

    ventana a su mariposa inmvil, las alitas pegadas al cuerpo, las patitas tiesas hacia el

    techo. Mi mam siempre nos contaba con qu angustia fue a llevar el insecto a su padre,

    a contarle todo lo sucedido y a preguntarle qu ms deba haber hecho para ayudarla

    mejor.

    Mi abuelo, que parece que era uno de esos sabios casi analfabetos que andan por elmundo, le acarici la cabeza y le dijo que no haba nada ms que debiera haber hecho,

    que en realidad la buena ayuda hubiera sido hacer menos y no ms.

    Las mariposas necesitan de ese terrible esfuerzo que les significa romper su prisin para

    poder vivir, porque durante esos instantes, explic mi abuelo, el corazn late con

    muchsima fuerza y la presin que se genera en su primitivo rbol circulatorio inyecta la

    sangre en las alas, que as se expanden y la capacitan para volar. La mariposa que fue

    ayudada a salir de su caparazn nunca pudo expandir sus alas, porque mi mam no la

    haba dejado luchar por su vida. Mi mam siempre nos deca que muchas veces le

    hubiese gustado aliviarnos el camino, pero recordaba a su mariposa y prefera dejarnos

    inyectar nuestras alas con la fuerza de nuestro propio corazn.

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