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1 La creación artística en la cartografía Antonio J. Albardonedo Freire Departamento de Historia del Arte Universidad de Sevilla El hombre, desde el inicio de sus manifestaciones dibujadas, ha tenido como primer interés representar, con medios gráficos y técnicas artísticas, los espacios y sus fenómenos pertenecientes primero a la tierra emergida, y luego a los mares o a las estrellas. Todo ello, imaginamos que debió ser por medio del dibujo proyectado sobre una superficie plana y mucho después sobre una esfera, generando distintas variantes de gráficos. Aquellos primeros, pronto se denominaron mapas y en ellos durante la Antigüedad y en la Edad Media, se carecía de importantes manifestaciones artísticas. Además, según las reglas de la lógica, la parte principal representaba lo conocido y, por el contrario, las tierras desconocidas no se representaban o se dibujaban con formas de tierras emergidas resultado de la ficción. De modo que, desde los orígenes, tendieron a ser rigurosos al recoger los accidentes geográficos de los espacios conocidos, y por el contrario, la superficie de las áreas desconocidas fue campo libre ocupado por invenciones geográficas y por la creatividad artística, concebida bajo formas simbólicas. Con el paso del tiempo, los cartógrafos otorgaron a la actividad artística dos principales funciones, por un lado decorar los marcos exteriores de los mapas, y las cartelas con gran diversidad de motivos expresados en códigos reales o simbólicos; y por otro instruir con detalles geológicos, zoológicos o botánicos sobre las lejanas tierras. Con el paso de los siglos, en los mapas se manifestaron los estilos artísticos dominantes en cada época. Asimismo también sirvió la creatividad para ilustrar el interior de los propios mapas siendo extraordinaria fuente para acercarnos al grado de conocimiento que los europeos poseían sobre la fauna o las costumbres de los continentes visitados. Las imágenes cartográficas de la Antigüedad y en la Edad Media La representación cartográfica de la Antigüedad, que surgió en una época próxima al origen de la escritura, seguramente no manifestaba rasgos artísticos, salvo la vinculación con el lenguaje

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La creación artística en la cartografía

Antonio J. Albardonedo Freire

Departamento de Historia del Arte

Universidad de Sevilla

El hombre, desde el inicio de sus manifestaciones dibujadas, ha tenido como primer interés representar, con medios gráficos y técnicas artísticas, los espacios y sus fenómenos pertenecientes primero a la tierra emergida, y luego a los mares o a las estrellas. Todo ello, imaginamos que debió ser por medio del dibujo proyectado sobre una superficie plana y mucho después sobre una esfera, generando distintas variantes de gráficos. Aquellos primeros, pronto se denominaron mapas y en ellos durante la Antigüedad y en la Edad Media, se carecía de importantes manifestaciones artísticas. Además, según las reglas de la lógica, la parte principal representaba lo conocido y, por el contrario, las tierras desconocidas no se representaban o se dibujaban con formas de tierras emergidas resultado de la ficción. De modo que, desde los orígenes, tendieron a ser rigurosos al recoger los accidentes geográficos de los espacios conocidos, y por el contrario, la superficie de las áreas desconocidas fue campo libre ocupado por invenciones geográficas y por la creatividad artística, concebida bajo formas simbólicas. Con el paso del tiempo, los cartógrafos otorgaron a la actividad artística dos principales funciones, por un lado decorar los marcos exteriores de los mapas, y las cartelas con gran diversidad de motivos expresados en códigos reales o simbólicos; y por otro instruir con detalles geológicos, zoológicos o botánicos sobre las lejanas tierras. Con el paso de los siglos, en los mapas se manifestaron los estilos artísticos dominantes en cada época. Asimismo también sirvió la creatividad para ilustrar el interior de los propios mapas siendo extraordinaria fuente para acercarnos al grado de conocimiento que los europeos poseían sobre la fauna o las costumbres de los continentes visitados. Las imágenes cartográficas de la Antigüedad y en la Edad Media La representación cartográfica de la Antigüedad, que surgió en una época próxima al origen de la escritura, seguramente no manifestaba rasgos artísticos, salvo la vinculación con el lenguaje

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gráfico usado para la representación. Desde los inicios de la cartografía apareció vinculada con procedimientos gráficos y artísticos, en la mayoría de los casos relacionados con los profesionales de la representación pictórica. En el Creciente Fértil se realizaron los primeros intentos conocidos de mapas de espacios mesopotámicos y egipcios. Las representaciones más antiguas son en dos dimensiones, tablillas de arcilla mesopotámicas; los primeros ejemplares han sido datados en el siglo XIV a.C. En cuanto a los escribas egipcios sabemos que recibían un amplia formación en la escuela oficial del palacio; se les enseñaba a dominar todos los tipos de escritura cursiva, además de formarse para la caligrafía solemne jeroglífica. También se especializaban en la decoración pictórica mural, y dominaban técnicas de representación espacial. Ellos articularon una completa serie de recursos técnicos que les permitieron realizar planos de edificios y diferentes construcciones náuticas y muebles. Los ejecutaban en planta y alzado, acotados con abundantes recursos de abstracción gráfica; poseemos ejemplares muy detallados que han sobrevivido, los cuales por su detalle y exactitud permiten reconstruir con rigor lo proyectado. Por el contrario, han llegado escasos restos de dibujos geográficos del imperio egipcio. El mapa más antiguo conocido es el Papiro de Turín, o Mapa de la Mina, que contiene la representación gráfica de una mina de oro en Nubia1. En cuanto a la cartografía del Extremo Oriente, nos han llegado noticias escritas de un mapa desaparecido que representaba todo el reino chino ha. 1137 a.C.; lo dibujado era una extensión casi continental. En este caso, podemos considerarlo resultado de un conocimiento geográfico y de una cartografía técnicamente más avanzada que la del Próximo Oriente. De América, sólo conservamos cartografía del subcontinente norte, los más antiguos son mapas neolíticos realizados en soporte vegetal de corteza de abedul; por el contrario del resto del continente no nos han llegado ejemplares. En Europa, los ejemplares más antiguos conocidos son mapas griegos y romanos y han llegado en muy escaso número hasta nuestros días, pese a que Heródoto de Halicarnaso (siglo V a.C.) nos dio la noticia de que en sus días en Grecia se representaba el mundo: “Pero volviendo ya al asunto, Aristágoras el tirano de Mileto llegó a Esparta, teniendo en ella el mando Cleomenes, a cuya presencia compareció según cuenta los Lacedemonios, llevando en la mano una tabla de bronce (a manera de mapa), en que se veía grabado el globo de la tierra, y descritos allí todos los mares y ríos” (Heródoto de Halicarnaso, Historia, t. V, XLIX). Y además, nos da otra información amplia sobre los conocimientos geográficos de la época que sirven para valorar la extensión de cada continente: “Voy, pues, ahora a declarar, en breve cuál es la magnitud de cada una de las partes del mundo y cuál viene a ser su mapa particular o su descripción…” (Heródoto de Halicarnaso, Historia, t. IV, XXVI). Los mapas más importantes conservados ilustran los manuales de los “gromatici” o agrimensores romanos. La representación artística en ellos sólo se ocupa de los símbolos que representar a los núcleos urbanos. El ejemplo cartográfico más importante de Roma es la Tabula Peutingeriana donde se representaron todas las calzadas del estado romano; suponemos que su origen fue en torno al

                                                            1 Turín, Mus. Egipcio, Papyrus Turín, ó Plano de la Mina. Contiene indicaciones de la geología local.

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siglo III a.C.2. En ella, las manifestaciones artísticas no son grandes, se pueden ver distintos colores de tintas, y numerosos ejemplares de osos, además de ciudades y pueblos, en algunos casos representados mediante emblemas o símbolos civiles, con frecuencia figuras simplificadas de arquitecturas reproducidas siguiendo apenas dos modelos. Es en efecto un conjunto interesante de imágenes muy elaboradas. Respecto a la datación de la Tabula original, hoy desaparecida, para algunos ha sido determinante la imagen de Ostia, el puerto de Roma, que ofrece el aspecto de la ciudad en el siglo II o III a.C. Conservamos varias copias, una del siglo XIII, en la que se pueden distinguir las principales calzadas, como la Vía Appia procedente de Roma. La capital está representada por un tondo con una figura humana sentada en un trono con los atributos de la autoridad medieval: corona, cetro, mundo y escudo. Figura de la autoridad que preside el centro de la red vial del imperio. El mapamundi medieval fue un producto del mundo erudito, pese a que puede remontarse a los antecedentes romanos. Su concepción y representación del planeta en sólo dos dimensiones tienen una doble interpretación: bien como un avanzado grado de abstracción geométrica de proyección sobre una superficie plana, o por el contrario, como un paso atrás importante cuando se compara con la insistencia de los escritores grecorromanos en definir la Tierra como una forma esférica De la Edad Media conservamos un importante número de ejemplares de “mappae mundi”, cuya representación geográfica se adecúa a alguno de los distintos conceptos del planeta Tierra a finales de la Antigüedad y durante la Edad Media. El más conocido de ellos es el mapa “T en O” u Orbis Terrarum que son mapas de gran carga simbólica y teológica que representan la Tierra como un disco plano tripartito, con los tres continentes conocidos: Europa, Asia y África. Uno de los ejemplos más antiguo y significativo es un mapamundi del siglo X, incluido en un manuscrito de las Etimologías de San Isidoro de Sevilla3. En efecto San Isidoro de Sevilla es la fuente más antigua conservada que habla de estos mapamundi. En el libro XIV, capítulo II de las Etimologías, indicaba como debía realizarse una representación del mundo conocido: Europa, África y Asia4. En ellos, la O representaba el mundo de forma circular, rodeado por el océano. La T se usaba para la ordenación del espacio interior. El eje principal sería el mar Mediterráneo que separa Europa y África. El eje secundario, perpendicular al principal, se concebía como un eje hídrico constituido por el Nilo,

                                                            2 Viena, Bib. Nac. Austria, Cod. 324, en 11 hojas (6,80 m x 0,34 m en total), la Tabla representa el mundo conocido del siglo III a.C., desde Inglaterra a África del Norte y del Atlántico hasta la India. Conrad Peutinger (1465-1547), fue un jurista alemán, humanista, escritor y coleccionista. Después de estudiar jurisprudencia en Padua, y visitar Roma, volvió a Augsburgo su ciudad en 1493. Fue una de las principales figuras del movimiento humanista alemán, coleccionó monedas, inscripciones y restos arqueológicos clásicos, además de reunir una valiosa biblioteca. Heredó de Conrad Celtis el Romanis imperiis Itinerarium (Viena, Austria. Blib. Nac.), en la actualidad conocido como la Tabula Peutingeriana en su honor. Es un gran mapa de carreteras romanas copia, hecha ha. el siglo XIII, de un original perdido del siglo III a.C.. Peutinger fue asesor del Emperador Maximiliano I en cuestiones jurídicas, económicas y, sobre todo historiográficas y escribió una historia de los emperadores romanos, Imperatorum Vitae (c. 1510). También desempeñó un papel importante en la formulación del sistema de los emblemas hercúleos utilizados por aquel emperador, extraídos de la Germania de Tácito, los cuales se usaron en la identificación imperial con el Hércules Germánico en un grabado en madera de una hoja de 1508. El emperador también encargó a Peutinger la supervisión de los trabajos de su tumba de Hofkirche en Innsbruck. 3 Roma, Bib. Apostólica del Vaticano, MS. Reg. Lat. 1260, fol. 39.

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el mar Negro y el río Don, el cual separaba Europa y Asia. La mitad del disco de la tierra está ocupada por Asia, con la otra mitad a partes iguales entre Europa y África4.

Isidori Hyspalensis, Ethimologiarum inscribitur, Lib. XIV “De Terra et partibus”, Cap. II De orbe. París, Jean Petit, 1520. Bibl. Universidad de Sevilla5, Sig. A Res. 31/2/16

                                                            4 San Isidoro de Sevilla, Etimologías. Madrid, B.A.C. 1944, Libro XIV, “De terra et partibus”, cap. II, p. 164: “El orbe: Se denomina orbe porque es semejante a una rueda; por eso a una rueda pequeña se le da el nombre de orbiculus. El Océano la rodea por todos lados, limitando sus confines como en un círculo. El orbe está dividido en tres partes, una de las cuales se denomina Asia, otra Europa, y la tercera, África. Los antiguos no dividieron de manera homogénea estas tres partes del orbe, ya que Asia, por el oriente se extiende desde el mediodía al septentrión; Europa por su parte desde el septentrión hasta occidente y África, en fin, desde occidente hasta el mediodía. De donde se desprende con toda evidencia que una mitad del orbe la ocupan dos partes, Europa y África, mientras que la otra mitad la ocupa Asia sola. Pero aquellas dos primeras partes se han dividido así porque entre ambas y procedente del Océano se interpone el Gran Mar que las separa”. 5 Bibl. Universidad de Sevilla desde ahora B.U.S.

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La forma "T en O" no implica que sus creadores creyeran en una Tierra plana. La forma esférica de la Tierra ya era conocida por los antiguos griegos y romanos y nunca fue olvidada por completo, incluso en la Edad Media. Por lo tanto, la representación de la forma circular bien puede considerarse como un intento convencional de una proyección esférica sobre un plano. A pesar de la aceptación general de que la Tierra era esférica, se creía que sólo deberían estar habitadas por seres humanos las partes conocidas del hemisferio norte. El carácter simbólico de los mapas “T en O” es teocéntrica, con la coincidencia de la triple división de la Trinidad y de los tres continentes para la herencia de tres hijos de Noé. En los primeros mapamundi se dieron pocos elementos artísticos y decorativos; es sólo desde el siglo XIII cuando aumentó el número de imágenes cartográficas creadas como grandes pinturas para decorar edificios religiosos. En ellas se sumaban a la representación lineal de las tierras emergidas, en dos dimensiones, algunas imágenes simples de los accidentes geográficos desvinculados de la copia natural del paisaje. Los mayores y más profusamente decorados de los mapamundi medievales conocidos fueron el de la abadía benedictina de Ebstorf (Uelzen, Baja Sajonia, Alemania), y el de la catedral de Hereford (Gran Bretaña). El primero, destruido en 1943 durante la II Guerra Mundial, es conocido a través de excelentes copias a escala. Su simbolismo cristiano es inconfundible: la cabeza de Cristo orientado al Este, y los pies en el Oeste. Jerusalén está en el centro del mapa, como era habitual en la visión cristiana medieval del mundo. Las partes en las que recogen el mundo conocido están ilustradas con paisajes simples y personas reales de la época. En algunos casos, los elementos históricos van acompañados de ciertos mitos medievales, el margen sur del mapa, está poblado de todas clases de monstruos tal como cuenta el clásico Cayo Julio Solino6. Parece posible establecer un paralelismo entre las funciones de estos mappae mundi de la Edad Media y ciertas características de las grandes catedrales y monasterios, que eran los únicos espacios arquitectónicos dedicados a grandes concentraciones humanas con una actividad espiritual o intelectual y depósito de la cultura heredada. El segundo y único gran mapamundi medieval que ha llegado a nuestros días, es el de la catedral inglesa de Hereford (ha. 1300). Probablemente sirvió como uno de los atractivos para ser mostrado a los peregrinos y visitantes de aquella catedral. Junto con el mapamundi lleno de detalles, los cuales mostraban la grandeza de Dios, se mostraban las vidrieras, y las esculturas que proporcionan imágenes de la vida de los reyes o personajes bíblicos, quienes también manifestaban la misericordia del Creador. El mapa, que en la actualidad se exhibe en la catedral de Hereford, es un mapamundi derivado de los “T en O”. Atribuido a Richard de Holdingham y Lafford, canónigo en la Catedral de Lincoln, está dibujado en una sola hoja de pergamino7, y es el mayor mapa medieval conocido. Las formas están realizadas con tinta negra, y aplicaciones de rojo, oro, azul, además de verde para el agua, menos el Mar Rojo que va coloreado en rojo. El autor dibujó Jerusalén en el centro del círculo; en la parte superior en otro círculo, incluyó el Jardín del Edén. Curiosamente, las cartelas de África y Europa están invertidas; Europa va escrita en rojo y oro, y África a la inversa.

                                                            6 Cayo Julio Solino, Memorabilium rerum Collectanea, ha. 300 d.C. 7 158x133 cm

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El conjunto está basado en relatos tradicionales y mapas anteriores, como la narración del códice del Beato de Liébana8. El mapa de Hereford es muy similar al mapamundi de Ebstorf, o a los mapas Psalter, y Sawley, que recogen los conocimientos geográficos anteriores al siglo XIV. La imagen cartografía del espacio marino medieval Es probable que las cartas de navegación, basadas en la observación práctica más que en la especulación académica, se desarrollaran desde el inicio del siglo XI. Sus orígenes son desconocidos, pero su uso por los marinos está bien documentado desde mediados del siglo XIII, y los primeros ejemplos datables fueron dibujados probablemente a finales de ese siglo. La carta náutica o representación gráfica de una porción de la superficie del mar y de la costa adyacente, a menudo se refiere como un portulano 9 , que es un instrumento destinado al comercio marítimo. Como esos viajes comerciales se expandieron rápidamente, primero en el Mediterráneo y, más tarde incluyeron los mares limítrofes de Europa, el marino encontró en las cartas náuticas el curso a seguir de un puerto a otro, sirviendo de ayuda sencilla para la navegación. El portulano era utilitario, práctico y carente de elementos decorativos; sólo mostraba las costas, las ciudades costeras y una intrincada red de líneas de rumbo, en ocasiones coloreadas, destinadas a indicar la dirección del viento10. Por ser un elemento concebido para un uso práctico y dibujado en soportes de piel animal que resistían mal el medio húmedo, pocas cartas diseñadas para uso a bordo han sobrevivido. No obstante, a finales del siglo XIV los cartógrafos comenzaron a añadir elementos artísticos, y además aparecieron ejemplos realizados para adornar las paredes de las casas o para ser usados en las bibliotecas. Estos últimos mostraban los talentos artísticos y cartográficos del fabricante. Es conocido un interesante contrato de principios del siglo XV firmado por el representante de un comerciante florentino y un cartógrafo de Barcelona, perteneciente a una de las principales escuelas de cartografía marítima durante las primeras etapas de esta disciplina. En el contrato estaban claramente definidos los elementos decorativos que se incluirían en el gráfico. Serían 165 personas y animales, 25 buques, 140 árboles y 340 banderas para las ciudades y castillos. En esta carta náutica, pues, se unía las competencias del cartógrafo con las del miniaturista sobre pergamino. En los primeros gráficos marítimos se limitaba a los países del Mediterráneo y el Mar Negro. Poco a poco se llegó a incluir el Atlántico y las costas del Mediterráneo de la Península Ibérica y el noroeste de África. Desde el siglo XVI las aguas del norte de Europa se fueron incluyendo, y finalmente todos los mares del mundo aparecían en ellos. Con la ampliación de la demarcación geográfica comprendida en las cartas náuticas, también aumentó el contenido decorativo y artístico. En las primeras cartas náuticas que han sobrevivido, el color se limitaba a la red de líneas de rumbo que correspondían a los vientos, tal

                                                            8 El mapa se reproduce en el prólogo del libro II de los Comentarios al Apocalipsis de Beato de Liébana. La función principal del mapa fue ilustrar la diáspora inicial de los apóstoles, careciendo de interés geográfico en la reproducción del mundo conocido. 9 Del It. Portulano, Gr. periplos: conjunto de instrucciones escritas para la navegación, sus orígenes se remonta a los primeros siglos de la era cristiana. 10 Los vientos iban representados por el compás que enseñaba el rumbo posible para una nave con 4, 8, 16 ó 32 líneas las cuales se irradiaban en el gráfico.

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como se muestran con diferentes colores en las rosas de los vientos que se utilizaban; en ellas solían aparecer los cuatro vientos principales y las subordinadas que componían la red completa de 32 vientos. Al principio, los asentamientos costeros fueron marcados sólo por su nombre, pero más tarde los más importantes fueron identificados por el uso de banderas o con el escudo de armas de la autoridad que gobernaba. Los principales puertos, con mayor frecuencia Venecia y Génova, se mostraban en escenas de vista de pájaro; además los buques en alta mar se dibujaban con su velamen abierto, y serven para conocer e ilustrar los aparejos usados en los buques de la época y el diseño de velas. El interior de lugares remotos y exóticos, especialmente en el norte de África, incluirían representaciones de los reyes sentados en sus tiendas, que estaban abiertas al espectador. Sólo algunas cartas o mapas incluían información sobre las zonas del interior, tanto en el texto como en las imágenes, lo que sirve para determinar el estado del conocimiento geográfico y náutico coetáneo. Los primeros y más importantes centros cartográficos náuticos fueron Italia y Cataluña, cuyos cartógrafos dominaron el comercio de estos mapas náuticos durante los siglos XIV y XV. Más tarde, los profesionales portugueses, franceses, flamencos, holandeses e ingleses también produjeron mapas. A finales del siglo XVI, los mapas de navegación, se habían convertido en ejemplos sobresalientes del arte de la miniatura cartográfica, empleando el color y una gran cantidad de motivos ilustrativos. Banderas y escudos de armas siguieron siendo uno de los elementos dominantes del vocabulario artístico y simbólico; a éstos se añadieron las representaciones de los pueblos indígenas, incluyendo la exótica flora y fauna. Sin excepción, todas las cartas náuticas desde el siglo XIII hasta principios del siglo XVIII fueron dibujadas en pergamino. El más conocido y el más importante de ellos fue el Atlas Catalán 11 , elaborado por un cartógrafo catalán y regalado en 1375 por Pedro IV Rey de Aragón (1336-87) a Carlos V Rey de Francia (1364-80). El mapa, que había sido promovido por Pedro IV, era un proyecto espectacular cuya realización encargó al maestro cartógrafo mallorquín Abraham Cresques, y en cuya realización colaboró su hijo Jafudá. En él, además de información cosmográfica, astrológica, y geográfica, se suma la correspondiente a un imaginario viajero de la época. Algunas de sus ilustraciones se refieren a la información contenida en los escritos de Marco Polo (c. 1254-1324). Unos años más tarde, el rey Juan I de Aragón (1387-96), encargó a Jafudá Cresques la elaboración de otro mapamundi de las mismas características que el promovido por su padre. En la elaboración de este segundo atlas (1389), ya no intervino Abraham Cresques pues había fallecido. Desgraciadamente el Atlas de 1389, semejante al de 1375, se perdió, pero existen dos copias, una de ellas en la Biblioteca Nacional de Madrid y la otra en el Museo de las Reales Atarazanas de Barcelona. La imagen creada por los grabadores y la imprenta El primer mapa impreso se publicó en 1472; era una versión más simple de un “T en O”, el tipo de mapamundi más extendido en época medieval. Durante el siguiente siglo, los mapas impresos, ya fueran del mundo o de una región, se mantuvieron como expresión gráfica proyectada en superficie plana, obras lineales sin elementos ornamentales.

                                                            11 París, Biblioteca Nacional, MS. ESP. 30. Dibujo a color, en 6 folios de pergamino, montado sobre madera, el tamaño total 300 x 65 cm.

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Los mapas ilustrados en la primera mitad del siglo XVI se basaban generalmente en los mapas de Claudio Ptolomeo (S. II d.C.), el cartógrafo y astrónomo cuya Geographia revolucionó la geografía y cartografía en los siglos XV y XVI, y en las aportaciones del explorador y navegante florentino Amerigo Vespucci (1454-1512). La Geografía de Ptolomeo se conservó en versiones tardías manuscritas, las cuales estaban acompañadas de mapas; en ella se enunciaban los principios básicos de la cartografía, incluyendo las instrucciones para la proyección de la superficie esférica de la tierra en el soporte escritorio plano. En otro orden de cosas, debemos recordar que uno de los primeros mapas impresos en los que se incluyeron conceptos artísticos, fue editado por Georg Braun (1542-1622), sacerdote católico, editor y geógrafo12. Era un mapamundi impreso en Colonia en 1574, el cual incluía un novedoso diseño: encajaba el mapa en el cuerpo de un águila bicéfala, símbolo del Sacro Imperio Romano Germánico. Este emblema tuvo un primer uso como marco heráldico, tal como se puede ver en una xilografía de 1510 de Hans Burgkmair, para después pasar a la cartografía. En el mapamundi editado por G. Braun en 1574, el cuerpo del águila es el mapa del mundo y dentro de las alas del águila incluyeron cerca de 100 escudos de armas; en los márgenes están los planetas y los signos del zodíaco. De aquel mapa se realizaron distintas versiones. Durante el último tercio del siglo XVI los cartógrafos comenzaron a utilizar diversos elementos simbólicos y formas ornamentales para los grabados. Estos incluyeron cartelas para representar, en las ciudades y pueblos importantes, los retratos o escudos de los gobernantes y las imágenes de los aristócratas y militares que destacaban en aquellos momentos. Además se recreaban escenas con animales exóticos como los elefantes, con los que se decoraban en los mapas las zonas remotas del mundo. Asimismo, se incluían las herramientas de los oficios más vinculados con los grandes viajes, como la navegación, las cuales se convirtieron en un complemento frecuente en los mapas. Un buen ejemplo de este último tipo es la portada de Spieghel der zeevaerdt (Leiden, 1583-5) de Lucas Janszoon Waghenaer (1533/4-1606), un impresor y editor holandés de cartas náuticas impresas, el más popular a finales del siglo XVI y el XVII13. En la

                                                            12 El atlas de G. Braun era un compendio cartográfico de la época, con 546 mapas, planos y vistas de pájaro de las mayores ciudades del mundo. Estaba inspirado en el trabajo de Sebastian Münster Cosmographia (1570). También siguió en la forma y diseño el modelo de otra obra cartográfica previa de Abraham Ortelius Theatrum orbis terrarum (1570). El Atlas de Braun estableció un nuevo modelo en cartografía que duró más de un siglo. Los diseños de los tomos I a IV fueron obra de Frans Hogenberg (1535-1590), hijo de un grabador de Munich, establecido en Malinas. Ya había grabado la mayoría de las placas de Ortelius Theatrum y la mayoría de los de Civitates, y pueden haber sido responsables de generar el proyecto de este último atlas más popular, pensado para el viajero de sofá. Simon van den Neuwel diseñó los volúmenes 5º y 6º. Braun contó con más de un centener de artistas y geógrafos, no obstante el principal colaborador fue el pintor de Amberes y grabador en cobre Georg Hoefnagel (1542-1600) y su hijo Jakob Hoefnagel, quienes realizaron las vistas de las ciudades y pueblos de España e Italia. Georg además corrigió y rediseñó el trabajo de otros cartógrafos. Otros colaboradores del proyecto fueron el cartógrafo Daniel Freese, y el danés Heinrich Rantzau (1526-1599). Este último proporcionó mapas de Dinamarca y del norte de Europa. Asimismo usaron algunos dibujos de Jacob van Deventer (1505-1575) de ciudades de los Países Bajos, Sebastian Münster, y los grabados en madera Johannes Stumpf de la Chronik Schweizer (1548). El Civitates proporcionó una visión global única de la vida urbana y antropológica durante el siglo XVI. Braun añadido a las vistas la indumentaria local. Este interés ya lo había manifestado Hans Lautensack en la vista de Nüremberg (1552) grabada por él. La indumentaria de los campesinos de Nüremberg, añadió a esta vista interés descriptivo y autenticidad a los datos topográficos de lo que efectivamente existía en la capital cultural de Alemania en ese momento. 13 Fue un jefe de policía holandesa, cartógrafo y el más famoso entre los miembros fundadores de la escuela de Holanda Septentrional, la cual desempeñó un papel importante en el desarrollo temprano de las cartas náuticas holandesas. Su carrera como marino en activo se extendió desde 1550 hasta 1579, cuando Waghenaer surcaba los mares como funcionario de la policía marítima. Durante estos años, estuvo en contacto con marinos portugueses, españoles e italianos. El conocimiento de la navegación y el aportado por estos contactos sobre cartas de

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edición inglesa de Waghenaer, titulada The Mariners Mirrour[sic] (1588), mostraba a los lectores y estudiantes de marinería, la popa de barco y algunas de las imprescindibles herramientas del navegante: el compás magnético, la plomada, el cuadrante, el astrolabio, etc. Durante el siglo XVI los elementos formales aparecieron en los mapas impresos, los marcos exteriores y las cartelas, hasta entonces éstas muy usadas en las producciones artísticas italianas del siglo XV, como motivo decorativo en la arquitectura, pintura, escultura y orfebrería de inspiración clásica. En la cartografía, los marcos y cartelas se convirtieron en una parte importante del diseño de muchos mapas, en ocasiones servían de elemento de resalte en el que se incluían los textos escritos más importantes, además de proporcionar a los grabadores unas oportunidades ilimitadas para mostrar sus habilidades artísticas. El marco a menudo se concebía en forma de pergamino, semienrollado o con otras diversas maneras, y servía para encuadrar el mapa; en ocasiones enmarcaba un título, leyenda o nombre. Un agrimensor Inglés, William Folkingham (ha. 1610), se refirió a ellas como un "compartiment, blankes or figures bordered with Anticke Boscage or Grotesco-Worke”. En su forma primitiva la cartela simplemente mostraba el título del mapa. En general su ornamentación fue un campo de la creatividad simbólica de los grabadores cartográficos. Las primeras cartelas podrían definirse como un recuadro, margen o banda, con unas características generalizadas, que incluían cabezas de la personalidades míticas o religiosas, querubines o, en ocasiones, cabezas de animales. En el siglo XVI las cartelas adquirieron tal importancia en la composición y diseño arquitectónico, plástico y cartográfico que fueron reunidos en unos repertorios publicados en libros italianos, flamencos y holandeses destinados al uso de arquitectos, escultores, orfebres, grabadores, impresores y cartógrafos. Durante el último tercio del siglo XVI los Países Bajos se convirtieron en el centro europeo de la impresión cartográfica. Al principio, los talleres y el comercio se centraba en Amberes, que estaba gobernada por el Rey de España, la principal potencia colonial de la época; pero a principios del siglo XVII, con el ascenso del poderío marítimo holandés y la insurrección de los Países Bajos como uno de los líderes del comercio mundial, el centro se trasladó a Ámsterdam. Los cartógrafos del siglo XVI se inclinaron por el gusto clásico y austero de los motivos artísticos, en general se limitaron a unos pocos detalles decorativos en los mapas. El mejor diseño artístico aparecía en la portada del atlas, un elemento propio para realizar los mejores enriquecimientos gráficos, y desde principios de siglo vinculado con los requisitos de la nueva legislación sobre libros, la cual obligaba a publicar en la portada la identidad de los responsables de la edición, en todos los estados europeos. Datos del autor e impresor acompañados de una cuidada imagen coincidieron con la conversión de los incunables en libros, y por tanto también relacionados con la publicación de mapas. Los primeros atlas fueron publicados encuadernados como volúmenes; eran conjuntos de mapas unidos para responder así a las exigencias de la clientela.

                                                                                                                                                                                             navegación fueron de gran influencia en su obra posterior. Después de retirarse de su trabajo como marino, empezó una nueva actividad en el puerto de Enkhuizen, provincia de Holanda Septentrional, como recaudador de impuestos marítimos. Su primera publicación apareció en 1584, y fue llamado Spieghel der zeevaerdt. En este libro ilustrado se combina un atlas de cartas náuticas y derroteros, con instrucciones para la navegación en las costas oeste y el noroeste de Europa. Tuvo un éxito inmediato, y fue el primer libro de este género en la historia de la cartografía marítima. La segunda parte fue publicada en 1585. El Spieghel der zeevaerdt se reimprimió varias veces y se tradujo al inglés con el título Mariners Mirrour[sic], además de al alemán, el latín y el francés. En 1592 fue publicado su libro segundo obra, Thresoor der Zeevaert ( Tesoro de la navegación), Su tercera y última publicación, el Enchuyser zeecaertboeck ( El libro de cartas náuticas Enkhuizen) salió en 1598.

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Un ejemplo típico del siglo XVII holandés o siglo de oro bibliográfico, es un Atlas del mundo, editado por primera vez en 1606 por el pintor y cartógrafo Jodocus I Hondius (1563-1612)14. Muchos de los mapas publicados por él ya estaban inicialmente incluidos en el Atlas de Gerardus Mercator (1512-94), impreso por primera vez en 1595.

Portada de Gerhard Mercator, Gerardi Mercatoris Atlas siue Cosmographicae meditationes de fabrica mundi et fabricati figura. Amsterdam, 1606. B.U.S General A169/080

                                                            14 Nombre en latín del holandés Joost de Hondt. Creció en Gante, y se formó como grabador, y fabricante de instrumentos. En 1584 se trasladó a Londres para escapar de las persecuciones religiosas de Flandes y realizó varios retratos de Francis Drake. En 1593 se trasladó a Amsterdam, donde permaneció hasta el final de su vida. En 1604 compró las planchas del Atlas de Gerardus Mercator al nieto, también llamado Gerard Mercator. La difusión del Atlas de Mercator había languidecido en comparación con el rival Theatrum Orbis Terrarum de Ortelius. Hondius reeditó el Atlas de Mercator con 36 mapas adicionales, incluyendo varios que él mismo había producido. Además de la adición de sus propias contribuciones, Hondius dio prestigio a Mercator como autor del trabajo, y a sí mismo como editor. La nueva edición de Hondius del trabajo de Mercator fue un gran éxito. Hondius publicó una segunda edición, así como una versión de bolsillo o Atlas Menor. Desde entonces la serie de mapas se identifica como como “Mercator / Hondius".

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Mercator era un pintor y grabador flamenco, y el fabricante de instrumentos matemáticos que se estableció en Duisburg y se convirtió en uno de los mayores cartógrafos de todos los tiempos. La portada del primer volumen de su atlas puede ser considerado un indicio de la evolución posterior de los mapas y atlas, incorporando tanto la alegoría y los diseños conceptuales. En Amsterdam, durante el siglo XVII, las principales casas editoras de mapas fueron las de las familias Blaeu y Jansson, que produjeron atlas de lujo destinados a las bibliotecas de reyes y príncipes. Pieter van den Keere (1571-1646)15 publicó, en 1610, su primera edición de un mapa titulado Leo Belgicus, inspirado en el original proyectado por Michael Aitzinger en 158316; es un ejemplo temprano de la gran habilidad artística holandesa en materia cartográfica. En la edición de Van der Keere de 1610, en el cuerpo del león también se incluyó el territorio de los Países

Bajos, pero su creatividad, además se manifiesta en la cartela del título que está sostenida por una pareja de pescadores, símbolo de la importancia del mar en la región. Grabados en la parte inferior del mapa otras escenas ilustran sobre los trajes y las ocupaciones; incluye también un paisaje con granjeros en el fondo, y a ambos lados tiene vistas de ciudades con sus escudos de armas. La cartela que contiene la escala del mapa está adornada con símbolos de la vanitas, un reloj de arena y un cráneo. Esta imagen cartográfica conoció numerosas versiones y ediciones realizadas durante un siglo.

Strada, Famiano (S.I.), 1572-1649, Famiani Stradae Romani e Societate Iesu De bello Belgico decas prima ab excessu Caroli V Imp. an. MDLV usque ad initia praefecturae Alexandri Farnesii Parmae, ac Placentiae ducis an. MDLXXVIII. Roma, Typis Francisci Corbelleti, 1632. B.U.S. A 151/093

                                                            15 Van den Keere fue un grabador holandes altamente cualificado y prolífico, que trabajó en Londres y Amsterdam. En 1584 llegó a Inglaterra con su hermana, Colette, que después se casó con el también grabador Jodocus Hondius, otro refugiado protestante. Keere y Hondius perfeccionaron su técnica de grabado y volvieron a establecerse en Amsterdam en 1593. 16 Las diecisiete provincias de los Países Bajos, representadas en forma de un león fue un símbolo por primera vez empleado por el austríaco Michael Barón de Aitzinger. Éste había estudiado en las Universidades de Viena y Lovaina antes de emprender una extensa gira por Europa que duró alrededor de treinta años. Finalmente se estableció en Colonia, donde publicó una historia de los Países Bajos (1583), la cual contenía un mapa que aprovechaba la forma de la costa para incluir la mayoría de las provincias en un león, que era el emblema de su escudo de armas. Esta imagen de "Leo Belgicus" resultó muy popular, incluso cuando la situación política había cambiado considerablemente, esta última situación política se produjo después de que el Barón de Aitzinger publicara su prototipo. Las provincias se habían levantado en rebelión contra los españoles, quienes lograron someter a las provincias del sur, pero no las siete provincias del norte. La revuelta fue suspendida durante la Paz de los Doce Años (1609-1621), antes de reanudarse las revueltas que terminaron en 1648, cuando la República holandesa declaró su independencia.

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Podemos concluir sobre los atlas impresos en el siglo XVII, que sus mapas demuestran una serie de adiciones artísticas, como son:

- la cartela, que enmarcan el título, - la dedicatoria, - los mitos, signos y símbolos utilizados, - el gráfico de la escala del mapa suele incluir instrumentos cartográficos o herramientas, - los escudos de armas de la personalidad a quien está dedicado el mapa, - paisajes, fauna y escenas características de la región con actividades agrícolas y sus

habitantes, la indumentaria, etc. Buenos ejemplos de estas adiciones son los mapas continentales del holandés Jean Blaeu, el más importante editor cartográfico del siglo XVII; su empresa editorial de cartografía fue la más grande en Europa durante aquel siglo. En la colección de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla se conservan dos ejemplares, incompletos, en ediciones castellana y latina. Son destacables los interesantes marcos formados por las principales ciudades y los tipos con los vestidos característicos de cada región.

Blaeu, Jean, Africa Nova Descriptio, en Le Grand Atlas (1667). Los numerosos motivos ornamentales del marco y del mapa rellenan la superficie del soporte escritorio, sirven para decorar pero también esconden el desconocimiento geográfico del interior del continente. BUS A 215/135

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Los mapamundi del mundo del siglo XVII muestran un repertorio extenso de elementos decorativos, tanto simbólicos como reales. Estos podrían incluir los diversos elementos:

- figuras simbólicas de los continentes, de los doce meses del año y de las cuatro estaciones,

- retratos de importantes cartógrafos, - trajes peculiares de pueblos y las clases sociales, además de los usados en las culturas

exóticas, - las maravillas del mundo antiguo y los planetas, - los mapas que cubren los grandes ríos del mundo, como el Danubio, el Rin, podían

llevar una imagen alegórica del río y figuras más pequeñas que simbolizan adecuadamente sus afluentes.

Jan Janssonius (1588-1664) en su mapa titulado Belgii Novi, Angliae Novae 17 introdujo imágenes de la fauna nativa del Nuevo Mundo, incluyendo el oso, el ciervo, la nutria, la comadreja y el castor. En otros mapas fueron utilizados como elementos decorativos las maravillas naturales como las cataratas del Niágara, o escenas de comercio con pueblos exóticos lejanos. Asimismo, las partes ocupadas por los océanos en los mapas eran aprovechadas para incluir escenas míticas de Neptuno, o escenas reales de marineros de distintos oficios trabajando. La creatividad artística en la cartografía se desarrolló durante el último cuarto del siglo XVII y el XVIII, en torno a los distintos marcos y cartelas con carácter propio y progresivo aumento de los motivos decorativos y simbólicos, constituyendo una forma de arte menor. Los ejemplos más importantes aparecieron en los mapas publicados por dos editores cartográficos alemanes, Johann Baptist Homann (1664 – 1724) y Georg Matthäus Seutter (1647–1756). En los mapas del siglo XVIII, a los elementos decorativos del siglo anterior, se añadieron retratos de los gobernantes y de las personalidades religiosas de todas las épocas, incluso contemporáneas. A todo ello se añadieron planos de ciudades y puntos de vistas de pájaro; escenas mostrando los trajes; de minería, comercio e industria; de la vida urbana y rural, junto con acontecimientos bélicos y armas. La mayoría de los mapas contenían los escudos de armas del personaje a quien se le había dedicado o de los principales protagonistas de las batallas mostradas. Sobre las características artísticas y geográficas de muchos mapas del siglo XVIII debemos decir que parece que compiten por alcanzar la máxima condición de originalidad.

                                                            17 Amsterdam, 1651

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Los diversos mapas como decoración del interior arquitectónico Los mapas tejidos en forma de tapices son una infrecuente pero interesante categoría de los mapas destinados a la decoración de espacios interiores. La más antigua fuente que conservamos es una noticia de mediados del siglo XV, cuando el sultán Mehmed II (reg 1444-81), conquistador de Constantinopla, parece que encargó a un erudito bizantino que dibujara un mapa basado en el mapamundi de Ptolomeo, el cual se debió tejer en el taller imperial de tapices. Por otro lado, son de enorme importancia la serie de tapices de la Conquista de Túnez encargados por la Casa Real Española a mediados del siglo XVI, los cuales fueron dibujados por el pintor Jan Cornelisz Vermeyen quien asistió a la batalla siguiendo órdenes del Emperador Carlos V; en la realización de los dibujos colaboró con él Pieter Coek van Aelst. Los tapices fueron realizados en Flandes por el tejedor Wilhelm Pannemaker18. Hace unos años se han restaurado los 9 tapices originales pertenecientes a la colección del Palacio Real de Madrid que han llegado a nuestros días, y fueron expuestos con motivo del quinto centenario del nacimiento del Emperador Carlos V. Por otro lado, desde 1929 se expone en el Alcázar de Sevilla, en el Palacio del Caracol, una extraordinaria copia de la serie de tapices de la Conquista de Túnez encargada en 1740 por el Rey Felipe V. Fueron realizados en los talleres de la Real Fábrica de Madrid bajo la dirección de Jacobo Van der Goten. Otra importante serie de diez tapices con mapas, que representa la derrota de la Armada Española, fue encargada por el Lord Gran Almirante, Charles Howard de Effingham (1536-1624), al pintor neerlandés Hendrik Vroom y tejida por Frans Spiering (c. 1550-1630 ) desde 1592 hasta 159519. La colección de tapices, hoy desaparecidos, la podemos conocer por los grabados que John Pine (1690-1756) publicó en 1753. Por último, debemos recordar que en el Victoria and Albert Museum de Londres se conserva otro bello tapiz del condado de Middlesex, realizado a principios del siglo XVII por la familia de Sheldon, de Weston, Warwick (Reino Unido), a partir de un mapa de Christopher Saxton (c. 1542-1606) dibujado en 1575. No debemos olvidar que los tapices de mapas tuvieron un lugar importante en la decoración de las casas holandesas de mediados del siglo XVII, y estos a menudo aparecen en el fondo de las pinturas de Johannes Vermeer, como ocurre en los tres cuadros Mujer leyendo una carta, El arte de la pintura, y Oficial y joven sonriente. El pintor Vermeer siempre copiaba los mejores mapas contemporáneos, los cuales están bien provistos de marcos, cartelas y otros elementos ornamentales de moda y, era motivo frecuente en la producción del maestro de Delft. Otra categoría de la cartografía artística destinada a la decoración de espacios interiores, consta de mapas pintados en las paredes, generalmente con la técnica al fresco. Entre los primeros ejemplos de la Antigüedad, debemos incluir el mapa del mundo Orbis pictus, en la pared de la Portico Vipsania de Roma (destr.), el cual fue iniciado quizá por Julio Cesar y completado

                                                            18 Dña. María de Hungría encargó dos series en los talleres Pannemaker: una destinada a la Corte de Madrid, y otra de menores dimensiones con el mismo asunto para su colección particular. Los cuales desaparecieron de las colecciones reales españolas. La colección española estaba muy deteriorada ya en tiempos de Carlos III. Tenemos noticias de que el Cardenal Granvela tuvo un tapiz semejante a alguno de los de la serie. El Archiduque Carlos, pretendiente al trono de España y después Emperador de Austria con el nombre de Carlos VI, encargó una copia de los tapices, en lana y seda, a Joos de Vos de Bruselas, la cual se conservan en Viena. Felipe V encargó en 1740 a Jacobo y Francisco van der Goten, otra reproducción en lana y seda, conservada desde 1929 en el Real Alcázar de Sevilla. Por ella conocemos el diseño de los dos tapices de la serie desaparecidos. 19 Destruido por el incendio del Palacio de Westminster de Londres, en 1834.

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después de la muerte de Marco Vipsanio Agripa (c. 64-12 a.C)20. En cuanto a la cartografía pintada, destaca entre las obras ejecutadas en la Edad Medieval el mapa encargado por Papa Zacarías (reg 741-52) para la galería del Palacio de Letrán. Su existencia está bien documentada, pero no hay ningún rastro que haya sobrevivido. De época Renacentista conservamos importantes mapas realizados con la técnica de la pintura al fresco, uno de los ejemplos más antiguos fue un mapa del Mundo pintado en la pared de la Sala dello Scudo del Palacio Ducal de Venecia en 1342, y en el mismo lugar se han sucedido distintos conjuntos cartográficos, repintados varias veces. El más reciente de 1750 es el conservado, apartándose de las características del primer mapa medieval. En la "Sala dello Scudo" hay dos globos, uno terrestre, y uno celeste realizados por Vincenzo Coronelli entre 1681 y 1683. Los dos principales mapas murales son obra de Giacomo Gastaldi, el de la pared de la izquierda se terminó en 1540, y fue restaurado o repintado en 1752 por Giustino Menescardi. En los mapas se representan las áreas de influencia de la República de Venecia, y en las cartelas está fechada en el siglo XVI, pese a la restauración del siglo XVIII. Asimismo, en los apartamentos del Palazzo Venezia en Roma todavía uno se llama la Sala del Mappamondo, aunque el mapa renacentista, que se menciona en una fuente de 1534, hace tiempo que está repintado. Uno de los ejemplos más antiguos de cartografía pintada al fresco forma parte de los aposentos de la Alhambra conocidos como Peinador de la Reina en las Casa Real Vieja o habitaciones de Washington Irwing. Tras la visita de Carlos V, en 1528, se decidieron a construir seis cuartos nuevos entre la Sala de las Dos Hermanas y la torre de Abul Hachach. Esta última fue transformada en estufa y en logia. En el proyecto de los nuevos cuartos terminados en 1533, contrasta la sobriedad de las salas, con la rica decoración de las paredes y techos. En la torre de Abul Hachach se dispusieron dos habitaciones, una denominada después Mirador de la Reina, y una antesala, la cual era una estufa, con una losa central perforada por donde ascendía el aire caliente desde la planta inferior. La estancia, fue decorada entre 1539 y 1546 con ocho cuadros de la Conquista de Túnez pintados al fresco, ejecutadas por los pintores italianos Julio Aquiles Romano (1533–46) y Alexander Mayner (1527–46)21. En la antesala del Mirador se encuadraron los ocho paisajes que representan la expedición a Túnez realizada por Carlos V en 1535, por lo que debemos relacionar este programa decorativo con la exaltación de las hazañas imperiales22. En el conjunto destacan los siguientes cuatro frescos: Vista de la costa africana comprendiendo desde Rass Sidi Ali-el-Mrkki, hasta albufera de Túnez; Vista de la albufera de Túnez y sus inmediaciones como la isla de Chekli; Vista de la                                                             20 El mapa fue probablemente un proyecto encargado por el emperador Octavio Augusto a su yerno Marco Agrippa aproximadamente en el año 27 a.C. Existen dudas del momento de su terminación, hay historiadores que opinan que fue terminado en el año 20 a.C. y quienes aseguran que fue el propio Augusto quien lo finaliza tras la muerte de Agrippa en el año 12 a.C. Aunque en todas las grandes ciudades del imperio romano existieron copias del mapa de Agrippa, ninguna ha sobrevivido. 21 Este encargo le valió el reconocimiento por la historiografía tradicional española desde un primer momento. Francisco Pacheco, en el Arte de la pintura, lib. III, cap. 3 alaba el trabajo diciendo: "De aquí pienso yo que se enriquecieron Julio y Alejandro (si ya no es que fuesen discípulos de Juan de Odine o de Rafael de Urbino), los cuales valientes hombres vinieron de Italia a pintar las casas de Cobos, secretario del Emperador, en la ciudad de Ubeda; y de allí a la Casa Real del Alhambra en Granada (en una y otra parte a temple y fresco), la cual pintura ha sido la que ha dado la buena luz que hoy se tiene, y de donde se han aprovechado todos los grandes ingenios españoles". 22 Lopéz Guzmán, R. “Tradición y clasicismo en la Granada del siglo XVI” en Arquitectura civil y urbanismo. Granada, 1987, pp. 265-295. Ruiz Fuentes, Vicente. “El pintor Julio de Aquilis: aportes documentales a su vida y obra”, en Cuadernos de Arte, 23 (1992).

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albufera de Túnez con las defensas de la ciudad en la costa; y Vista del extremo norte de la Albufera de Túnez23. El escenario geográfico elegido era un lugar de larga tradición heroica e histórica; en aquel lugar se conservan las ruinas de Cartago sometida por Roma; en la misma albufera había muerto San Luis (1270) sin conseguir el fin de la cruzada francesa promovida para conquistar Túnez; y finalmente fue el lugar de la extraordinaria gesta del Emperador Carlos V la cual se conmemora en la estufa de la torre de Abul Hachach. Las pinturas de la Alhambra comparte la categoría de estar entre los más antiguos mapas ornamentales conservados, como el conjunto de las puertas de los armarios del Guardaroba en el Palazzo Vecchio de Florencia. Realizados según las doctrinas cosmográficas de Ptolomeo, y pintados por el fraile dominico y arquitecto Ignacio Danti (1536-1586). Estos fueron encargados por Cosimo I de Medici a Danti, quien los inició en 1562 y fueron completados por el monje de la Congregación Olivetana Stefano Buonsignori, a partir de 1575. El conjunto consta de 27 mapas de las partes del mundo (1562–81), copiadas de las ediciones contemporáneas de la Geografía de Ptolomeo. Por otra parte en el centro del salón se encuentra un gran globo contemporáneo (1567). Un interesantísimo conjunto de mapas pintados en las paredes con la técnica al fresco son los de la Villa Farnese de Caprarola, que están incluidos en las decoraciones de la planta ceremonial o noble. Los frescos de la Sala del Mappamondo se completaron en 1574 por los pintores Giovanni de Vecchi y sus ayudantes, que realizaron el trabajo con los mejores mapas disponibles entonces24. En la sala se incluyó un mapa del mundo, y mapas de los cuatro continentes, de Italia y de Tierra Santa. El techo de la sala muestra los hemisferios celestes, mientras que los lunetos sobre las puertas y ventanas contienen los retratos de los grandes exploradores. La sala se restauró en la década de 1960 y es un excelente ejemplo de la manera renacentista de representación de la tierra y el cielo en un todo armonioso. El Papa Pio IV (reg. 1559-66) y sus inmediatos sucesores disfrutaron de dos hemisferios muy grandes y mapas de los continentes pintados en las paredes de la Terza Loggia del Palacio del Vaticano. La nueva Galleria delle Carte Geografiche del Vaticano fue decorada por Ignacio Danti (1536-1586) desde 1580 por encargo del Papa Gregorio XIII. Hay 32 grandes mapas en la tribuna y 8 pequeños que representan toda Italia y el territorio papal de Aviñón: por el oeste de la galería, están las comarcas del estado que son costeras al mar Tirreno, y en el otro lado al este las regiones costeras del Adriático. A todo ello se suman varios planos de ciudades e incluyen vistas aéreas de los puertos marítimos y una notable vista de la ciudad de Roma. Para completar el esquema decorativo, a todo ello se suman pinturas en el artesonado del techo que representan los milagros más importantes junto al mapa de la región donde el milagro se produjo. Finalmente, en cuanto a la creatividad artística y a los elementos decorativos, debemos decir que los marcos y las cartelas se emplearon durante todo el siglo XVIII y también en la cartografía de principios del s. XIX. Pero desde que la cartografía asumió cada vez más el dominio de la precisión, por medio de mediciones rigurosas, los mapas se convirtieron en instrumentos de importancia científica, política, económica y militar y perdieron los elementos creativos de decoración. Las últimas manifestaciones estéticas en la impresión de los mapas                                                             23 Lillo Carpio, Martín “Consideraciones sobre el realismo geográfico de las pinturas sobre la conquista de Túnez existentes en la Casa Real Vieja de la Alhambra”, en Papeles de Geografía, nº 28, 1998, pp. 55-75. 24 Entre 1574y 1575 pintaron los frescos de las paredes de la Sala degli Angeli y todos los de Sala del Mappamondo (restaurada 1960), la cual está decorada con mapas de cuatro continentes, Italia y Tierra Santa.

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desaparecieron con el siglo XIX. Ya en el siglo XX, los aspectos funcionales de diseño de mapas se convirtió en la preocupación dominante, los cuales hasta entonces habían coexistido desde la Antigüedad con los elementos decorativos. En un intento de mejorar la eficacia del mapa como medio de comunicación, en el siglo XX se exploraron nuevos procedimientos en el diseño de mapas sobre el color, la forma, el tamaño. Los temas artísticos en la colección de mapas impresos de la Universidad de Sevilla Fueron los cartógrafos con especiales cualidades artísticas quienes se responsabilizaron de una variable creatividad desarrollada para ambientar los espacios desconocidos con las peculiaridades zoológicas de cada región u ocupar las superficies vacías del mapa con otros motivos ingeniosos que no siempre eran resultado del conocimiento geográfico. En efecto, los lugares más ignotos de los continentes y mares estaban preferentemente ocupados con imágenes o detalles de los territorios costeros conocidos: como ciudades o reyes. En otras ocasiones las extensiones de lo desconocido fue soporte para dibujar criaturas excepcionales de la naturaleza o ficticias. En los grandes espacios de los océanos incluyeron personalidades míticas del medio marino, fauna ficticia o escenas cotidianas de barcos reales o ficticios. En general, las vistas, retratos y otras ilustraciones surgieron con una calidad variable, en unos casos producción de principiantes y por el contrario en otros trabajos de expertos, sin embargo en todos los casos se incluyeron en los mapas sirviendo con el fin:

- En unas ocasiones ambientaron o ilustraron la imagen de la tierra emergida la cual se trazaba sólo mediante unas sobrias líneas monocromas.

- En otras para introducir criaturas sorprendentes pertenecientes preferentemente al

mundo de la zoología real o ficticia presentadas como producto del infinito poder del Creador Divino.

- Y también la cartografía se usó en algunas oportunidades para el señor del lugar, por

medio de su escudo heráldico o algún texto a propósito. Cuando se han estudiado las imágenes incluidas en la cartografía es frecuente recurrir al testimonio del reverendo anglicano y escritor satírico irlandés Jonathan Swift (1667-45)25, quien resumió esta característica de los mapas de África del siglo XVII y XVIII, que representaban un continente entonces no completamente conocido:

So Geographers in Afric-Maps With Savage-Pictures fill their Gaps; And o’er unhabitable Downs Place Elephants for want of Towns26.

Swift, Jonathan, On Poetry, a Rhapsody (vrs. 177–180), 1733. Los más antiguos motivos artísticos de la cartografía, resultados de la creatividad humana fueron las imágenes antropomorfas de los vientos principales. En el inicio, los símbolos de los cuatro vientos principales se incluían en las cuatro esquinas del mapa, en ocasiones cada uno,                                                             25 Autor de Los viajes de Gulliver (1726). 26 "Entonces los geógrafos en los mapas africanos/ llenan los huecos con dibujos de salvajes; / y en sus deshabitadas soledades/ ponen elefantes a falta de ciudades”.

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con los carrillos hinchados, lo expulsaba por su boca; o bien iba montado en un saco de cuero inflado27 . En efecto, los vientos permanecieron largo tiempo siendo parte del vocabulario artístico de los cartógrafos hasta bien entrado el siglo XVII.

Mapamundi con figuras alegóricas representando los vientos alrededor del mapa en Tolomeo. Claudii Ptolemaei. Alexandrini geographicae enarrationis libri octo. Lyon, 1535. Zonas climáticas en el margen derecho. Estimación de la duración del día en el margen izquierdo. B.U.S. Sig. A Res. 01/4/01 

Las manifestaciones artísticas, como queda dicho, hay que vincularlas hasta mediados del siglo XVI con las representaciones de los putti que encarnan el origen y dirección de los vientos y la existencia de figuras míticas que simbolizan las divinidades fluviales o continentales; los gobernantes y la fauna real o ficticia. Muestra de todo ello se puede ver en la sala de la exposición virtual que acompaña a este estudio, de una extensa cartografía perteneciente al fondo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla; aunque de este periodo no destacan ejemplares únicos, sí contamos con muchos extraordinarios. Las publicaciones conservadas en el Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla más interesante para la consideración de las manifestaciones artísticas son: Abraham Ortelio en Theatro de la Tierra Universal; Georg Braun, en Civitates Orbis Terrarum; Gerhard

                                                            27 Sobre el origen simbólico de estas figuras podemos proponer dos hipótesis: la primera es la de origen más antiguo, desde tiempos clásicos se ha recordado el pasaje de la Odisea, del viaje hasta la isla de Eolo, quien ayudó a los protagonistas en su viaje a Ítaca, entregándole a Odiseo una bolsa de piel que contenía todos los vientos. Los hombres de Ítaca la abrieron por curiosidad, lo que causó una gran tempestad. La segunda hipótesis está relacionada con los instrumentos musicales de viento formado por una bolsa de cuero o fuelle, que tiene acoplados varios tubos y por ello semejante al controlado por los putti de la cartografía. Estas bolsas de cuero o fuelle, sin duda fueron la forma más ingeniosa de controlar y expulsar el viento.

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Mercator, en Gerardi Mercatoris Atlas siue Cosmographicae meditationes de fabrica mundi et fabricati figura y Willem Janszoon Blaeu en Atlas mayor o geographia blaviana.

Desde la segunda mitad del siglo XVI en la cartografía en general y en algunos de los ejemplares del catalogo cartográfico de la Universidad de Sevilla, aparecieron unos ricos e ingeniosos grandes marcos, tal como queda representado en las incluidas en el primer apartado de la sala correspondiente de la exposición virtual. Grandes marcos y también bellas cartelas que tendrán su máxima expresión en la cartografía del siglo XVII. En el mundo de los mapas también se incluyeron propuestas moralizantes o reproches morales como el dedicado a la adultera consentida por su marido publicada por Georg Braun en el libro V, “Hispalis”. Por otro lado, en ocasiones los cartógrafos brindaron homenajes de distintas naturalezas como fue incluir retratos de descubridores, cartógrafos o incluso autorretratos de los autores de las vistas o de lo mapas. En la Biblioteca de la Universidad de Sevilla poseemos los autorretratos de Gorgius Hoefnaglius y el retrato que este le hizo a Abraham Ortelio o a Nicolás Maleparte, y los retratos de cartógrafos y navegantes de Nicolás de Fer. En el fondo de la Universidad además podemos observar como en la cartografía de la segunda mitad del siglo XVI y XVII se incluyeron elementos descriptivos como son: los medios de transporte, los efectos del trabajo humano en la agricultura o en la construcción de puentes; asimismo se disfrutó de la belleza de las vistas y paisajes. Con estos motivos, y también para declarar las características de los habitantes naturales de cada región, la cartografía sirvió además para recoger escenas con las materias primas peculiares de los distintos lugares, así como la fauna. Finalmente, al aumentar la observación del cartógrafo y la variedad de intereses, se produjo la disminución de la representación de los seres fantásticos o míticos. El mundo de los símbolos en la cartografía siempre tuvo una constante presencia incluyendo la heráldica de los gobernantes y las instituciones, la mitología clásica o las personalidades de la religión cristiana, para finalmente pasar a desempeñar un importante papel en la comunicación científica desde el siglo XIX en adelante. Los cartógrafos de finales del siglo XVIl y primera mitad del siglo XVIII realizaron trabajos destacables al recoger en sus dibujos manifestaciones decorativas muy ricas derivadas del estilo Barroco, y Rococó. Finalmente se adhirieron a la estética de origen Neoclásico, que era más austera y estaba mejor relacionada con la cartografía, que pasó a ser a lo largo del siglo XIX cada vez más rigurosa y científica, y en la que las manifestaciones de creatividad se redujeron a la representación de herramientas y elementos de análisis geográfico o astronómico.

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