La Cosagración de La Memoria. Una Mirada Panorámica a La Historiografía Contemporánea

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Memoria. Una Mirada Panorámica a La Historiografía Contemporánea

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    yer53/2004

    1 :

    179 205

    ISSN: 1137 2227

    a

    consagracin de

    la memoria

    una

    mir panormica

    la

    historiografa

    contempornea

    Ignacio

    Peir

    Martn

    Universidad de Zaragoza

    Resumen El artculo pretende responder a alguno de los interrogantes abiertos

    en

    la historiografa internacional ante una actualidad saturada de memoria

    y las implicaciones poltico sociales derivadas del uso pblico de la

    historia.

    esde

    esta perspectiva se rastrean los conceptos utilizados

    para explicar el tratamiento propiamente histrico de los problemas

    subrayar las polmicas esenciales y derivarlas hacia el espacio pblico

    en el que se celebran las ceremonias de la consagracin memorial. El

    artculo contina con una rpida visin panormica del desarrollo de

    la historiografa contempornea en las ltimas dcadas del siglo xx dis-

    tinguiendo tres grandes espacios/momentos de convergencia y enfren-

    tamiento de la memoria con la prctica historiogrfica. Y termina con

    una afirmacin acerca de la posicin del historiador

    de

    su condicin

    histrica y sus implicaciones con el mundo vertiginoso del presente donde

    la memoria y

    olvido aparecen como dos puntos

    de

    referencia irre-

    nunciables para el conocimiento de la historia contempornea.

    Palabras

    clave

    historiografa espacio pblico uso pblico de la historia

    memoria polticas de la memoria historia de la memoria.

    Abstract he article pretends to give an answer to some of the open questions

    in the international historiography: a present time overloaded with mem

    1

    Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigacin

    BHA2l 2497: Los usos pblicos de la historia

    en

    Aragn y

    en

    Espaa durante

    siglo X X historiografa poltica y memoria colectiva dirigido por Carlos Forcadell

    lvarez y financiado por

    Ministerio de Ciencia y Tecnologa. Sin las noticias y

    ayuda que me han proporcionado Miquel Marn Gelabert Virginia Maza Jos Luis

    Ledesma y Mara Jos Solanas me hubiera sido imposible escribirlo.

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    Ignacio

    Peir Martn

    La

    consagracin de la

    memoria

    ory and the social and poltical implications derived from the public

    use of history. The concepts used to explain the historie treatment

    proper are investigated from that perspective; the essential polemics

    are underlined and directed towards the public space in which the cer

    emonies of the memorial consecration are celebrated. The article con

    tinues with a fast panoramic vision

    of

    the development

    of

    contemporary

    historiography in the last decades of the XXth century following three

    important moments / spaces of confrontation of the memory with the

    historiographic practice. It ends dealing with the position

    of

    the historian,

    his historieal condition and his implication in the rapid world

    of

    the

    present where memory and oblvion appear as two unrenounceable ref

    erence points for the knowledge of the contemporary history.

    Key

    words: historiography, public sphere, public use of history, memory,

    memory policies, history of memory.

    Durante dieciocho semanas los diarios de una mujer anomma

    han permanecido

    en la

    lista de libros ms vendidos del semanario

    alemn

    Spiegel

    2

    Podramos decir que se trata de uno ms entre

    los numerosos

    best sellers

    que peridicamente inundan el mercado,

    un xito editorial muy bien puesto en la escena de los medios, si

    al afirmar esto no corriramos el riesgo de diluir en lo genrico algo

    que nos es referido en trminos precisos como

    un

    testimonio de

    los bombardeos y el hambre, las brutalidades y las violaciones a las

    que fueron sometidas las berlinesas por parte del Ejrcito Rojo. Pre

    sentada como una obra enigmtica, una vivencia del pasado, revestida

    con el aura de lo autntico y la verdad, no

    ha

    tardado mucho la

    crtica

    en

    utilizar las pginas de

    un

    peridico para hacer una exposicin

    pblica acerca de su nulo valor como documento histrico de la

    memoria e impugnar la experiencia moral implcita

    en

    la narracin.

    Para emitir este juicio tan negativo el historiador ha sabido transformar

    el proceso sobre el pasado rememorado en un proceso de la historia

    del relato, situndolo en el abrumador contexto de la asimilacin

    del pasado nazi por la conciencia pblica alemana

    3.

    2

    Anonyma:

    Eine Frau in Berlin Tagebuchanfzeichnungen

    vom

    20 April bis 22

    Juni 1945, Mit einem Nachwort von Kurt W. Marek, Francfort del Main, Eichborn

    Verlag, 2003.

    3 Vase la resea del historiador de la arquitectura BISKY, ] Wenn Jungen

    Weltgeschichte spielen, haben Miidchen stumme Rollen, Sddeutsche Zeitung

    24 de septiembre de 2003 , p.

    6

    180

    y r 53 2 4 1 : 179-205

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    Ignacio Peir

    Martn

    La consagracin de

    la

    memoria

    Desde luego, la reedicin encaja perfectamente en el clima de

    opinin creado por algunos reconocidos intelectuales

    de

    izquierdas

    alemanes para quienes, una vez asumida la culpa, reivindican el dere

    cho al luto por las vctimas y a la descripcin de sus sufrimientos.

    Pero lo que quiero poner en primer plano con este ejemplo es el

    enorme interrogante abierto por la reutilizacin de una memoria des

    plazada de su pasado. Las cuestiones que surgen ante la sustitucin

    del tiempo histrico y su asimilacin por un presente contemporneo,

    saturado de memoria

    4.

    Y las implicaciones poltico-sociales que se

    derivan del uso pblico de unos recuerdos que transcienden los lmites

    de las identidades histricas nacionales,

    al

    igualar en su calidad

    de

    vctimas a todos los supervivientes surgidos

    de

    los vientos de des

    truccin del siglo xx 5

    Mi artculo pretende responder a alguna de estas preguntas ape

    lando a una abundante bibliografa como punto

    de

    partida y

    punto

    de apoyo. Y aunque resulta imposible conocer todo lo publicado

    sobre estos temas, me he servido de la erudicin para tratar de recons

    truir las posiciones tomadas por la historiografa internacional ante

    la

    invasin de la memoria y su desbordamiento

    de

    lo pblico a lo

    cientfico.

    Por

    eso he querido empezar rastreando los conceptos para

    explicar el tratamiento propiamente histrico de los problemas, subra

    yar las polmicas esenciales y derivarlas hacia el espacio pblico en

    el que se celebran las ceremonias de la consagracin memorial.

    De

    igual modo,

    he

    intentado ordenar los grandes espacios/momentos

    creados por la prctica historiogrfica

    de

    la memoria para concluir

    con un breve corolario donde afirmo mi posicin como historiador.

    y

    todo ello,

    no

    slo desde el deseo

    de

    ofrecer una mirada panormica

    a la historiografa surgida en

    era de los testimonios, sino tambin

    de presentar instrumentos para la reflexin y orientacin respecto

    4 Rgine Robin plantea la cuestin

    de

    la actualidad de la memoria como producto

    de la saturacin del pasado ms cercano provocada, entre otras cosas, por

    la

    inversin

    de las relaciones entre lo real lo imaginario,

    la

    igualacin de los demonios con

    temporneos nazismo-comunismo o la valoracin igualitaria de los acontecimientos

    Franco-republicanos ROBIN R:

    La

    mmoire sature Pars, ditions Stock, 2003,

    pp. 19-20 .

    5 Tzvetan Todorov advirti sobre las aspiraciones de los individuos y ms an

    de los distintos grupos que se consideran desfavorecidos por el pasado para alcanzar

    el estatuto de vctima, lo cual les abre en el presente una lnea de crdito ina

    gotable TODOROV T.: Los abusos

    de

    la

    memoria Barcelona, Paids, 2000, pp. 53-55 .

    Una amplia reflexin sobre

    la

    era del testimonio en ROBIN

    R: op

    cit pp. 244-277.

    Ayer

    53 2004

    1 : 179-205 181

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    Ignacio Peir Martn

    consagracin de la memoria

    a las abundantes, muchas veces confusas y casi siempre retricas,

    informaciones que poseemos.

    eremonias de la confusin los historiadores ante la memoria

    los

    u

    pblicos de la historia

    En 1962 el filsofo social alemn Jrgen Habermas public un

    libro seminal destinado a servir de inspiracin a la historiografa inter

    nacional 6. El xito de la obra, que haba comenzado a circular en

    forma de versiones sucintas a mediados de los setenta y slo

    en

    traducciones completas en la siguiente dcada, se debi en gran parte

    al concepto de 6ffentliehkeit utilizado por los especialistas de la

    nueva historia social como espacio pblico o esfera pblica.

    Se trataba de una nocin proteica admitida por proporcionar un

    valioso fundamento heurstico para los numerosos libros y ensayos

    que mezclaban la historia social, poltica y cultural, en sus anlisis

    de los diversos aspectos del proceso de construccin de la cultura

    pblica desde los festivales a los movimientos de protesta, pasando

    por las disputas sobre el estilo arquitectnico de los edificios y

    arte edilicio 7.

    En medio de esta apoteosis de la publie

    sphere}

    donde no faltaron

    las crticas escpticas y la puesta en cuestin de este modelo de

    discurso racional, ltimo gran representante de la Escuela de Frnc

    fort salt a la palestra de la actualidad historiogrfica al participar

    en la querella de los historiadores alemanes

    8.

    Y

    lo

    hizo desde

    6 HABERMAS ].: Strukturwandel der Offentlichkeit Untersuchungen zu einer Kate-

    gon der brgerlichen Gesellscha/t

    Francfort del Main, Suhrkamp Verlag, 1962 versin

    espaola: Historia y crtica

    de

    la opinin pblica: la transformacin estructural

    de

    la

    vida pblica Barcelona, Gustavo Gili, 1981 .

    7

    Las vicisitudes del concepto

    en

    Estados Unidos

    y

    el

    mundo

    anglosajn

    en

    KAMMEN

    M.: Clio and Her Colleagues in the United States During the Twentieth

    Century.

    Story of Serial Marriages, Divorces,

    and

    Dalliances among the Disciplines,

    ponencia leda

    en

    el marco del congreso internacional dedicado a

    La historia y las

    ciencias humanas y

    sociales

    estrategias interdisciplinares en el siglo xx celebrado

    en

    la Universidad

    de

    Navarra los das 11, 12 Y

    13

    de

    abril

    de

    2002, pp. 16-18 del

    original distribuido por el autor .

    8 Vase

    VlLANOVA

    F.: La larga sombra de la culpabilidad alemana: ecos

    derivaciones de la Historikerstreit Ayer 40 2000 , pp. 137-167, Y

    BERNECKER

    W. L.:

    El uso pblico de la historia

    en

    Alemania: los debates de fin del siglo

    XX

    en

    CARRERAS

    ].

    ]. , y FORCADELL C eds. :

    sos

    pblicos

    de

    la historia Ponencias del

    182

    y r 53/2004 l : 179-205

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    Ignacio Peir Martn a consagracin de la memoria

    la definicin de uso pblico de la historia (en adelante, uph),

    es decir, desde la comprensin de ser ms una toma de posicin

    moral y un debate tico-poltico que una disputa cientfica sobre

    el pasado alemn desplegada

    en

    el mbito estricto de la historiografa.

    Al distinguir claramente los dos planos del discurso (el poltico y

    el cientfico), abermas argumentaba la oposicin existente entre

    ambos y la desconfianza que deban generar a los especialistas la

    utilizacin instrumental y las manipulaciones derivadas del uph

    9.

    n su versin estricta de

    usages

    palitiques du pass} de suplantacin

    de la crtica

    en

    los debates polticos abiertos a propsito de la historia

    ms reciente, la cuestin de la opinin pblica y los historiadores

    estaba servida

    10.

    Mucho ms cuando la continuacin de la disputa

    vena a coincidir con los acontecimientos de 1989, el colapso del

    comunismo y el final del sistema bipolar, el renacimiento de los

    Eundamentalismos religiosos y nacionalistas, las guerras en los terri

    torios de la ex Yugoslavia y la primera del Golfo. Un paisaje poltico

    que se vera completado en sus aspectos socioeconmicos, intelec

    tuales e ideolgicos con la representacin del capitalismo como

    modo

    de produccin natural de la sociedad contempornea y el resurgir

    de la idea segn la cual las estructuras del mercado y la democracia

    VI Congreso de la Asociacin de Historia Contempornea (Universidad de Zaragoza,

    2002), Madrid, Marcial Pons-Prensas Universitarias de Zaragoza, 2003, pp. 69-87.

    9

    Habermas respondi a

    N

    olte

    y

    otros historiadores neorrevisionistas con

    su artculo Eine Art Schadenabwicklung, publicado en Die leit el 11 de julio

    de 1986 (recogido en el libro que con el mismo ttulo public la editorial Suhrkamp

    en 1987, pp. 115-158). Ms adelante, ante la concesin del premio Democracia

    a Daniel

    J

    onah Goldhagen

    y

    las reacciones crticas provocadas por su libro Los verdugos

    voluntarios de Hitler Los alemanes corrientes y el Holocausto (Madrid, Taurus, 1997;

    1

    a

    ed. en ingls en 1996), volvera a insistir sobre el tema en su conferencia Sobre

    el uso pblico de la historia a constelacin posnacional Ensayos polticos Barcelona,

    Paids, 2000, pp. 43-55). Los textos de esta polmica se pueden encontrar

    en

    a

    controversia Goldhagen Los alemanes corrientes y el Holocausto

    Valencia, Edicions

    Alfons

    el a g n ~ m i m

    1997, y ha sido analizada por

    MORENO LUZN

    ].: El debate

    Goldhagen: los historiadores, el holocausto y la identidad nacional alemana, Historia

    y Poltica 1 (abril de 1999), pp. 135-159.

    1

    Vanse las colaboraciones del libro colectivo de

    l IARTOG

    F.,

    y

    REVEL ].

    (dirs.):

    Les

    usages

    politiques du pass Pars, ditions de l cole des Hautes tudes en Sciences

    Sociales, 2001; el estudio histrico de CARRERAS ].]. y FORCADELL c : Introduccin.

    Historia y poltica: los usos,

    en

    Usos pblicos de la historia

    op

    cit pp. 11-45,

    Y P S M R G.: Los historiadores y el uso pblico de la historia : viejo problema

    y desafo reciente,

    Ayer

    49 (2003), pp. 221-248.

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    1 :

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    Ignacio Peir Martn

    La consagracin de

    la

    memoria

    estaban naturalmente unidas, olvidando que la democracia haba sido

    una conquista histrica 11.

    De manera inmediata, todo ello result determinante para que

    la historiografa cientfica, inmersa desde principios de los ochenta

    en una especie de patologa sobre el sentido de la historia, se

    viera arrollada por impacientes reescrituras del pasado realizadas tanto

    a la luz de los conflictos polticos del presente como desde el supuesto

    fin de las ideologas que presuma la suspensin de la razn his

    trica 12. No en vano, afirma Enzo Traverso, la decapitacin del Jano,

    el monstruo totalitario (con una cara fascista y la otra comunista),

    y la instalacin

    de

    Auschwitz en el corazn mismo

    de

    la memoria

    europea trajeron, por

    un

    lado, la tesis (con sus diferentes versiones,

    desde la ms vulgar representada

    por

    Fukuyama a la ms refinada

    ynoble de Habermas con su defensa del patriotismo constitucional)

    de que Occidente haba dejado de ser el origen del totalitarismo

    para transformarse en su vctima y el liberalismo en su redentor 13,

    y

    por otro, la inquietante y peligrosa represin (en el sentido psi

    coanaltico) de las races occidentales del nacionalsocialismo, desarro

    lladas a partir de las interpretaciones historiogrficas (Nolte,

    Furet

    o Goldhagen) que comparten precisamente la tendencia a expulsar

    los crmenes hitlerianos de la trayectoria del mundo occidental 14.

    11 RO IN R: op cit.

    p. 46.

    12

    La afirmacin de que la prtendue fin des idologies n est rien d autre qu une

    suspension de

    la

    raison historique qui ouvre la vOl al irrationalisme au no-liberalisme

    au nationalisme au fondamentalisme religieux la realiza

    LEVI G.:

    Le pass lointain.

    Sur l usage politique de l histoire, en HARTOG F., y

    REVEL

    ] (dirs.): op cit. p. 37.

    3

    TRAVERSO

    E.: La memoria de Auschwitz

    y

    del comunismo. El uso pblico

    de la historia, Memoria. Revista mensual de poltica y cultura

    166 (diciembre de

    2002), p. 1

    en

    web:www.memoria.com.mx/166/traverso.htm). Este artculo resume

    las ideas expuestas en Historia

    desgarrada

    ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales

    Barcelona, Herder, 2001; El totalitarisme: historia d un debat Valencia, Universitat

    de Valencia, 2002,

    y

    en la introduccin a

    violencia nazi. Una genealoga europea

    Mxico,

    FCE

    2002, pp. 15-24. Para la consideracin

    de

    Auschwitz como una

    de

    las invenciones del recuerdo utilizada por diferentes grupos en la elaboracin de

    su propia memoria colectiva, vase

    REICHEL

    P.: Auschwitz, en

    FRAN :OIS

    E., y

    SCHULZE H

    (eds.): Deutsche Erinnerungsorte Mnich, Verlag

    C H

    Beck, 2003

    (La

    ed., 2001),

    1

    pp. 600-621.

    14 TRAVERSO E.: La memoria

    de

    Auschwitz y del comunismo...

    op

    cit.;

    violencia n z ~ op cit.

    pp.

    15

    Y

    20-24,

    Y

    De

    l anticommunisme, l histoire

    du XXe

    siecle relue par Nolte,

    Furet

    et Courtois, en

    L Homme

    et

    la

    Socit. Revue in

    ter-

    nationale de recherches et de syntheses en sciences sociales 140-141 (abril-septiembre

    de 2001), pp. 169-194. Una semblanza historiogrfica

    de Franc;;ois

    Furet,

    que

    liga

    184 ye r

    53/2004

    1 :

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    Ignacio Peir Martn

    consagracin de

    la

    memoria

    Pero

    ni las ideologas estaban muertas, ni los discursos histricos

    agotados.

    Precisamente

    en

    este marco

    de

    confrontacin de las memorias

    nacionales e intensificacin

    de

    los interrogantes generados

    por

    el

    uph, las llamadas a la responsabilidad y la funcin social del his

    toriador

    15

    favorecieron que

    un

    grupo

    de

    profesionales abriera nuevos

    campos

    de

    investigacin y recuperara temticas anteriormente des

    cuidadas, muchos de cuyos contenidos haban sido anticipados

    po r

    la querella

    de

    los historiadores alemanes, desarrollados a raz del

    asunto Goldhagen y ampliados en las constantes recidivas de la mis

    ma 16.

    En

    tiempos de mundializacin cultural y occidentalizacin

    de la historiografa 17,

    si

    la controversia sobre el lugar del nacional

    socialismo y el holocausto

    en

    la memoria histrica alemana haba

    tenido una amplia repercusin en Israel, Estados Unidos y Europa,

    las argumentaciones de Habermas comenzaron a servir de base para

    fundamentar y conceptualizar estudios sobre el

    uph e n

    pases como

    Francia o Italia 18.

    la

    obra del historiador a los grandes debates contemporneos,

    la

    realiza

    OZOUF

    M.:

    Les historiens en SALES V coord. , Pars, Armand Colin, 2003, pp. 284-300. La

    discusin metodolgica de la comparacin histrica y los diferentes registros del

    debate en

    la

    dcada de los noventa los apunta Rousso, H.: La lgitimit

    d une

    comparaison empirique, en Rousso, H ed. :

    Stalinisme et

    Nazisme.

    Histoire

    et

    mmoi

    re

    compares

    Bruselas, Complexe-IHTP, 1999, pp. 11-36, LEVY D.: Memoria

    storica e identita collettiva in Israele e nella Repubblica federale tedesca, Passato

    e

    presente XVII, 47 1999 , pp. 31-42, especialmente pp. 32-34.

    15

    Olivier Dumoulin reflexiona sobre la naturaleza

    de

    la tarea de los historiadores

    y el papel social qu e la sociedad contempornea atribuye a su actividad en

    Le

    role

    social

    de

    l historien. De

    la

    chaire au

    prtoire

    Pars, Albin Michel, 2003.

    16 Como una recidiva escandalosa de la Historzkerstreit su trivializacin posterior

    y una manifestacin de la demaggica poltica de

    la

    historia tendente a rena

    cionalizar Alemania, recordaremos

    la

    concesin el 4

    de

    junio de 2000 del Premio

    Konrad Adenauer de la

    Deutschlandstiftung

    a Ernst Nolte. De esta manera, el

    ala derecha del CDU que controlaba dicha fundacin, con el apoyo del director

    del Institut fr Zeitgeschichte de Mnich, no dudaba en premiar

    al

    historiador berlins,

    considerado el perdedor de la disputa y cada vez ms encerrado en su nacionalismo

    radical y su antiliberalismo [vase WEHLER

    H

    -U.: Historisches

    Denken

    am

    Ende

    des

    20.

    Jahrhunderts

    0945-2000 , Gbttingen, Wallstein Verlag, 2001, p. 83J.

    17 Una visin panormica sobre la occidentalizacin de la historiografa mun

    dial puede verse en los diferentes artculos del libro de

    RSSEN

    ed. : Western

    Historical Thinking.

    Intercultural

    Debate Nueva York, Berghahn Books, 2001.

    18 Adems de lo sealado por Vilanova op. cit. pp. 150-151 , la recepcin

    italiana del debate puede verse en RICUPERATI G.: Universalismo e uso pubblico

    Ayer

    53/2004

    1 : 179-205

    185

  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

    8/28

    Ignacio Peir Martn

    consagracin de la memoria

    En este sentido, no parece extrao que fuera el malogrado Nicola

    Gallerano, uno

    de

    los directores de la revista

    Passato e Presente,

    quien

    con ms ahnco se interesara por desarrollar la definicin del filsofo

    alemn 19. El profesor de la Universidad de Siena no se conform

    slo con aplicar el concepto, sino que, desde el reconocimiento

    de

    su utilidad como nocin central para la historiografa y los valores

    ticos de Habermas

    al

    introducirlo

    en

    la discusin con Nolte, lo

    pas por el tamiz

    de la

    crtica

    20.

    Despus de examinarlo con atencin,

    estableci un conjunto de preguntas que le llevaron a sealar el exce

    sivo peso

    de

    la especificidad alemana en la argumentacin, a cues

    tionar los criterios ofrecidos para individualizar la relacin que enlaza

    los dos planos del discurso y considerar como demasiado reduccionista

    la identificacin exclusiva del

    uph

    con

    el

    uso poltico del pasado.

    En el cuerpo de su trabajo propuso una definicin ms abierta y

    compleja

    de un

    concepto problemtico y contradictorio. Rechazando,

    de

    entrada, la simple demonizacin de su prctica, sugiri las enormes

    posibilidades de

    un

    trmino en cuya explicacin, adems

    de

    los domi

    nios de la cultura poltica y los medios

    de

    comunicacin, inclua

    las artes y la literatura, la enseanza, los museos histricos, los espacios

    urbanos

    y

    por supuesto, la historiografa.

    De

    una

    u otra manera,

    al

    descubrir distintos mbitos

    de

    con

    taminacin y conflicto sobre el pasado en el siglo xx y escribir que

    e sono infine usi del passato che coinvolgono direttamente memoria

    identita individuali e collective e hanno a mio giudizio

    tut

    altro significato

    della storia, Rivista Sto

    rica

    Italiana, CXI,

    III

    1999), pp. 680-705, Y el impulso

    que

    ha significado

    en

    la historiografa francesa

    en DEL CROIX

    Ch.; DossE,

    F

    G RU P.: Les courants historiques en France 19t -2oe siec/es, Pars, Armand Colin,

    2002, pp. 270-27I.

    19 Nicola Gallerano 1940-1996), que fue presidente del Istituto romano per

    la storia d Italia dal fascismo alla Resistenza}

    miembro directivo del

    Istituto nazionale

    per la storia del movimiento di liberazione y del comit d e direccin de las revistas

    Movimento operaio e socialista, Passato e presente y viaggi di Erodoto, se aline

    junto a otros historiadores antifascistas como TR NSF GLl N.:

    Un passato scomodo.

    Fascismo e post/ascismo}

    Turn, Einaudi, 1995.

    20 Despus del avance presentado

    en

    Hist oire et usage public d e l h istoire,

    Diogene,

    168 1994), pp. 87-106, su reflexin sobre

    la

    aplicacin del concepto haber

    masiano a la historiografa la expuso

    en

    la Introduzione el captulo St oria

    e uso pubblico della storia, del libro colectivo editado por l mismo:

    L uso pubblico

    della storia, Miln, Fran co Artgeli, 1995, pp. 7-32. Trabajos que seran recogidos

    e n su libro pstumo: La venia della storia. scrz tti suIluso pubblico del passato, Roma,

    Edizioni Manifestolibri, 1999.

    186

    yer53 2 4

    1): 179-205

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    9/28

    Ignacio

    Peir

    Martn

    La consagracin de

    la memoria

    e potenzialita liberatorie

    21

    sentaba las bases para concluir con una

    llamada a los historiadores acerca

    de

    la urgente necesidad de utilizar

    el uph para que, de manera crtica, fueran capaces de poner en

    cuestin la opacidad y la eternidad del pasado para rescatarlo de

    la tirana del presente. Primero porque, desde Tucdides hasta el

    historicismo decimonnico, la escritura de la historia haba asumido

    como patrimonio propio la idea del tiempo lineal y el desarrollo

    continuo caracterstico, por lo dems, del pensamiento judeo

    cristiano. Al no significar otra cosa que es el pasado quien nos ha

    hecho como somos el nosotros del aqu y ahora , continuidad y

    desarrollo se encontraban en la raz de la importancia asignada por

    el poder poltico a la gestin de la memoria histrica como instrumento

    privilegiado para el control del presente 22. Yen segundo lugar porque,

    frente a la funcin poltica del historiador y su participacin en el

    proceso de deformacin del pasado, Gallerano trataba fundamen

    talmente de recordar que las pretensiones

    de

    cientificidad

    de

    la his

    toria la reivindicacin de la libertad y la independencia crtica en

    la investigacin eran perfectamente rastreables en las pginas

    de

    las grandes obras de la historiografa.

    Ms all de las brechas epistemolgicas abiertas en las murallas

    del conocimiento histrico, Habermas y Gallerano se incorporaron

    a la larga lista de filsofos, cientficos sociales e historiadores empe

    ados en recordarnos que en la historia de la historia no hay un

    desarrollo evolutivo de las argumentaciones, sino que es ms bien

    2 GALLERANO N.: Storia e USO , op cit p. 19.

    Ibid., p. 22. Resulta inevitable recordar las crticas al tiempo lineal, la causalidad

    histrica

    y

    la idea

    de

    progreso planteadas

    por

    el filsofo

    de

    la rememoracin,

    BENJMlIN

    W.: Tesis sobre

    la

    filosofa de

    la

    historia discursos interrumpidos), Madrid,

    Taurus, 1973, pp. 177-191. Una descripcin de las mismas en Moss, S.: l Angel

    de

    la

    Historia. Rosenzweig, Benjamin, Scholem, Valencia, Frnesis-Ctedra-Universitat

    de

    Valencia, 1997, pp. 135-147; un intento

    de

    comprender la coherencia

    y

    tras

    cendencia de uno de los textos ms significativos del pensamiento crtico marxista

    en L \W M.: Walter Benjamin: Avertissement d incendie. Une lecture

    des

    theses Sur

    le concept d histoire, Pars,

    PUF

    2001, Y un lectura introductoria a su filosofa

    de la historia en

    MATE

    R: Walter Benjamn, un pensador poltico, en Por los

    campos

    de

    exterminio, Barcelona, Anthropos, 2003, pp. 123-160. Desde otra pers

    pectiva, la idea

    de que

    progreso e historismo, aparentemente contradictorios, nos

    ofrecen un rostro de Jano, el rostro del siglo XIX en

    KOSELLECK R:

    Futuro pasado.

    Para una semntica de los tiempos histricos, Barcelona, Paids, 1993, p. 89, YCon

    tinuidad y cambio en toda la historia del t iempo presente. Observaciones hist

    rico-conceptuales, en Los estratos del tiempo: estudios sobre

    la

    historia, Barcelona,

    Paids, 2001, pp. 115-133.

    Ayer 53/2004 1 : 179-205

    187

  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

    10/28

    Ignacio Peir Martn

    consagracin de

    la

    memoria

    el fruto de una tensin continua, de una sucesin de debates acerca

    de problemas recurrentes, acerca de conceptos esencialmente

    en

    con

    flicto.

    De

    hecho, cuando los dos autores publicaron sus trabajos el

    inters por la memoria, especialmente por las experiencias trau

    mticas producidas por las guerras, se haba infiltrado

    en

    el pen

    samiento histrico contemporneo.

    Para entonces, mientras la nocin de

    devoir de mmoire

    se

    incorporaba con fuerza

    al

    discurso intelectual, poltico y de los medios

    de comunicacin

    23, en

    el campo de la historiografa se estaba creando

    un

    amplio frente de batalla

    en

    el que se dirima la sustitucin de

    la propia historia

    24.

    Y es que, escriba el filsofo Paul Ricceur:

    En

    determinadas circunstancias,

    en

    particular cuando el historiador es

    confrontado con lo horrible, figura lmite de la historia de las vctimas,

    la relacin de deuda se transforma

    en

    deber de no olvidar 25. Cita

    que, dejando de lado sus irreprochables valores de tica social, nos

    traslada al corazn del discurso memorial, pues,

    ya

    lo haba dicho

    Halbwachs, sauver de Foubli y reconstruir les souvenirs des v-

    nements et des expriences comunes, concretas y perennes de los

    grupos, se situaban

    en

    el primer plano de los intereses de la memoria

    colectiva 26.

    De

    ah a transformar la tarea del historiador

    en

    la de

    23

    La

    explicacin

    de

    las expresiones deber

    de

    memoria y trabajo

    de

    memoria

    en

    la obra de

    RrCCEUR

    P.: La memoria

    la

    historia el olvido Madrid, Trotta, 2003,

    pp. 118-124, Yen su contestacin incluida en el Debate del libro de BARRET-Du

    CROQ

    F dir. : Por qu recordar? oro internacional Memoria e Historia Unesco

    25

    de

    marzo

    de

    1998-La Sorbonne 26

    de

    marzo

    de 1998 , Barcelona, Granica, 2002,

    pp. 64-65.

    Un

    estudio crtico sobre el concepto y su posible utilidad en el trabajo

    histrico

    en

    KATTAN

    E.: Penser le devoir

    de

    mmoire Pars,

    PUF

    2002.

    24

    As plantea el problema

    SPIEGEL

    G. M.: Memoria e historia: tiempo litrgico

    y tiempo histrico, en CABRERA, M. A y MAcMAHON M.: La situacin

    de la

    Historia.

    Ensayos

    de

    historiografa La Laguna, Servicio

    de

    Publicaciones de la Universidad

    de

    La Laguna, 2002, pp. 55-69. Resulta muy esclarecedor el artculo

    de

    KOSELLECK

    R:

    Las esclusas del recuerdo y los estratos de la experiencia. El influjo de las dos

    guerras mundiales sobre la conciencia social, en Los estratos del tiempo op cit.

    pp. 135-154.

    25 RrCCEUR P.:

    mismo como otro

    Madrid Siglo XXI, 1996, p. 167. Su preo

    cupacin

    por

    une politique

    de

    la juste mmoire en La historia la memoria

    op

    cit.

    p. 23.

    R

    Robin niega la posibilidad

    de

    la justa

    memoria

    para considerar, al margen

    de las categoras patolgicas

    de devoir

    de

    mmoire

    y

    travail de mmoire

    los

    otros caminos

    que

    debe

    seguir el historiador para rastrear los trayectos, transfor

    maciones y deformaciones de la memoria

    ROBIN

    R: op cit. pp. 34-37 .

    26

    En la medida

    en que

    para Maurice Halbwachs la sociologa de la memoria

    fue tambin una batalla cientfica al mismo tiempo que poltica, vase el Postface

    188

    yer 53/2004

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    Ignacio Peir Martn

    La consagracin de la memoria

    un nostlgico desenterrador

    de

    muertos,

    un

    minucioso elaborador

    de inventarios de testigos o

    un

    exhaustivo rescatador de recuerdos

    al servicio

    de

    las modas dominantes en el seno

    de

    la opinin pblica,

    slo hay

    un

    paso 27 Y precisamente porque slo hay medio paso,

    para que las nociones de olvido y recuerdo con su cortejo de asociados

    como

    pueden

    ser la negacin, la nostalgia, la melancola o el duelo ,

    que, por s mismas, pertenecen al campo

    de

    las emociones y los

    sentimientos y alcanzan su pleno desarrollo social en el espacio moral

    y cvico, penetren por smosis la fina membrana del conocimiento

    histrico, confundindose con las verdaderas categoras historiogr

    ficas y confundiendo a los historiadores que las utilizan

    28.

    Quedan

    relegados, pues, a los cajones ms ocultos de la erudicin el modelo

    de

    la historia magistra vitae, las remotas desconfianzas de los his

    toriadores ante la memoria desde el propio Tucdides y los preceptos

    de aquellos autores que, como Fustel de Coulanges, recomendaban

    olvidarse

    de

    la historia celebrada y transmitida; los nuevos tiempos

    haban instalado la memoria en el mismo corazn de la historia

    como una categora metahistrica, teolgica perfecta, un sistema

    de convenciones que permite reivindicar la centralidad del presente

    en las reconstrucciones del pasado

    29

    escrito por NAMER G.: La

    mmoire collective,

    Pars, Albin Michel, 1997

    La

    ed.

    en 1950 , pp. 237-295, en el que hace referencia al debate sostenido, en 1925,

    por

    el socilogo con Marc Bloch, para quien las ideas del primero suponan una

    condena de

    la historia

    en

    nombre de la sociologa pp. 282-287 .

    27 En

    su pionera investigacin sobre el pensamiento histrico judo, que servira

    de

    obertura

    a los debates sobre la historia y la memoria, Yosef Hayim Yerushalmi

    denunci cmo el delirio

    de

    exhaustividad

    de

    la memoria se revela contraria

    al

    mismo proyecto

    de

    hacer historia [YERUSHALMI Y. H : Zakhor. Histoire

    juive

    et mmoire

    juive,

    Pars,

    La

    Dcouverte, 1984, pp. 118-119

    La

    ed.

    en

    ingls

    en

    1982 ; cito

    por

    RrCCEUR

    P.: memoria...

    op

    cit. p. 524; analiza la obra en pp. 520-525J.

    28 La idea de la confusin conceptual la lanz

    CARRERAS ].].:

    Por qu decimos

    memoria cuando queremos decir historia?, Conferencia de clausura del N Congreso

    de Historia Local de Aragn celebrado

    en

    Barbastro, 3-5 de julio de 2003 . Una

    idea que, por lo dems, planea en los debates internacionales y sirve como hiptesis

    de

    partida a muchos trabajos. Baste, como ejemplo, el captulo de Rousso,

    H :

    Mmoire

    et

    histoire: la confusion, en Hantise du

    pass

    Pars, Textuel, 1998

    pp. 11-47, y

    ROSSI DoRIA

    A.:

    Una

    storia di memorie divise e di impossibili lutti,

    Passato

    e presente, XVIII, 49 2000 , pp. 133-140, donde seala que: JI recente

    dibattito italiano su identita nazionale e memoria appare denso

    i

    confusioni

    p 133 .

    29 HARTOG F.:

    Rgimes d historicit. Presentisme et experiences du temps,

    Pars,

    Seuil, 2003, p. 17 la referencia a Tucdides y Fustel de Coulanges en pp. 134

    y 148, respectivamente .

    Como

    recuerda Mate, la recomendacin de Fustel sera

    yer

    53/2004

    1 :

    179-205

    189

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    Ignacio Peir Martn a consagracin de la memoria

    Sea como fuere, lo cierto es que a nadie

    pueden

    sorprender

    las profesiones de fe cientficas y las pblicas devociones que suscit

    suscita la memoria,

    un

    trmino cuya prdida

    de

    significado preciso

    se encontraba en proporcin directa al aumento creciente de su

    poder retrico 30. Tampoco resulta sorprendente el que, una vez

    destapada la caja de los recuerdos, las guerras de la memoria con

    sus silencios, olvidos y secretos, pero tambin con la visibilidad y

    la aceptacin en el espacio pblico de los testimonios

    de

    las vctimas

    portadoras de verdad 31 marcaran el desarrollo de una historiografa

    cuya funcin pareca estar abocada, ms que nunca, a practicar

    una

    lecture judiciaire

    de

    l histoire que obligaba a los historiadores a

    abandonar su puesto

    de

    observadores del pasado para convertirse

    en uno de los actores principales del debate pblico 32. Sobre todo,

    cuando se escriba que los recientes procesos por crmenes contra

    la humanidad, as como las revelaciones sobre el pasado

    de

    algunos

    hombres de Estado, incitan a pronunciar cada vez ms llamamientos

    recogida por W. Benjamin, quien

    en

    su tesis VIII, a propsito del materialismo

    histrico, consideraba cometido suyo pasarle a

    historia el cepillo a contrapelo,

    es decir, evitar la frustracin de una historia transmitida por las tradiciones y la

    cultura de los vencedores de ayer, pulida por la curiosidad presente por el pasado

    de los triunfadores MATE R

    Por los campos

    op

    cit.

    pp. 133-134 . Otras cuestiones

    suscita la clebre frase de Nietzsche recogida

    en

    sus

    Consideraciones intempestivas:

    Es posible vivir casi sin recuerdos y vivir feliz, como demuestra el animal.

    Pero

    es imposible vivir sin olvidar. Para ciertos autores la cita aconseja el olvido para

    desprenderse de lo ilusorio y de

    la

    mistificacin, mientras que para otros historiadores

    conservadores supone el olvidar paneles enteros de un pasado incmodo para el

    presente y acabar con el sentido de la responsabilidad histrica.

    30

    As se expresaba John

    R

    Gillis, oponiendo esta prdida a la innumerable

    variedad de significados que estaba adquiriendo el trmino nuevo de identidad

    [G1LLlS R Memory and Identity: The History of a Relationship, introduccin

    al libro colectivo coordinado por l mismo: Commemorations. The Politics

    o

    National

    Identity Princeton New Jersey , Princeton University Press, 1994, p. 3J.

    31 Junto a lo sealado

    en

    la nota 5, el deber de testimoniar de los supervivientes,

    as como el reconocimiento de los lmites de la representacin de su memoria,

    en

    TRAVERSO E.: La Historia desgarrada op cit. pp. 188 y 192, y MATE R Memoria

    de Auschwitz. Actualidad moral

    poltica Madrid, Trotta, 2003, pp. 167-240. Sobre

    el silencio y la imposibilidad de comunicar, POLLAK M.: L Exprience concentration-

    naire. Essai sur le maintien de l identit sociale

    Pars, Mtaili, 1990.

    32

    El trmino y las ideas sobre la tica del historiador las desarrolla,

    en

    su

    conversacin con Philippe Petit, Rousso, H.: a Hantise op cit. pp. 86-93, y

    en

    Juzgar el pasado? Justicia e historia

    en

    Francia, Pasajes Revista de pensamiento

    contemporneo 11 primavera de 2003 , pp. 77-91. La imbricacin de la justicia

    y las actuaciones de los historiadores en

    DUMOULlN

    O.: op cit. pp. 27-146.

    190

    yer

    53/2004

    1 :

    179-205

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    Ignacio Peir Martn La consagracin de la memoria

    a la vigilancia y al deber de guardar memoria ; se nos dice que

    sta tiene derechos imprescriptibles y que debemos constituirnos

    en

    militantes de la memoria

    33.

    Tambin, cuando deban enfren

    tarse a ciertos usos y prcticas de la memoria marcadamente poli

    tizados, derivados de los recuerdos crticos de la Segunda Guerra

    Mundial y la guerra fra 34 o de los procesos de transicin democrtica

    que han tenido lugar en la historia del mundo actual

    35

    Y en ltima

    instancia, ante la reaparicin del presente perpetuo

    en

    el que el

    pasado parece estar reemplazando al futuro como lugar privilegiado

    de referencia en el debate poltico 36.

    Sobre este punto, quizs sea interesante recordar las palabras

    del filsofo Manuel Cruz acerca de que constituye un grueso error,

    tanto terico como prctico, manejar una imagen rgida del pasado,

    como

    si

    fuera un territorio por descubrir (o una propiedad por guar

    dar). Cuando en realidad se ha convertido en el escenario en el

    que ha empezado a librarse una nueva batalla: la batalla por la

    poltica como tal y lo poltico como espacio de conflicto y pluralismo 37.

    Traducida a claves historiogrficas, podemos presumir que de ningn

    modo

    se trata

    de

    un

    combate

    en

    el

    que

    se dirime la primaca con

    ceptual o metodolgica entre la memoria y la historia. Antes bien,

    dentro de la complejidad que conlleva la explicacin del lugar central

    alcanzado por la memoria en el espacio pblico contemporneo, se

    33 TODOROV T.: op. cit. p. 50.

    34 Las conexiones directas entre la memoria de la Segunda Guerra Mundial

    y la guerra fra y su utilizacin

    en

    las polticas policiales y domsticas de los gobiernos

    europeos,

    en

    MLLER ] .-W. (ed.): Memory and Power in

    Post

    War Europe: Studies

    in

    the

    Presence

    01

    the

    Past

    Nueva

    York, Cambridge University Press, 2002.

    35 Vase BARAHONA

    DE

    BRITO,

    A.;

    AGUILAR FERNNDEZ P., y GONZLEZ

    ENR

    QUEZ (eds.): Las polticas hacia el pasado. Juicios depuraciones perdn y olvido

    en las

    nuevas democracias

    Madrid, Istmo, 2002.

    36

    BIRULS F.:

    La

    crtica de lo

    que

    hay: entre memoria y olvido,

    en CRUZ

    M.

    (comp.):

    Hacia

    dnde

    va

    elpasado. El porvenir de la memoria

    en

    elmundo

    contemporneo

    Barcelona, Paids, 2002, pp. 141 y 148. Andreas Huyssen escribe que:

    da

    la sensacin

    de

    que en

    la actualidad el pasado es evocado para proveer aquello

    que no

    logr

    brindar el futuro

    en

    los imaginarios previos del siglo xx

    HUYSSEN

    A.:

    En

    busca

    delluturo

    perdido.

    Cultura memoria en tiempos de globalizacin Mxico, FCE 2002,

    p. 7). La instrumentalizacin de la nostalgia del pasado

    en

    ROBIN

    R:

    op.

    cit.

    pp. 48-51

    y 415-420;

    BAscHET

    ]. : L'histoire face au prsent perptuel.

    Quelques

    remarques

    sur la relation pass futur,

    en

    HARTOG F., y

    REVEL ]

    (dirs.): op. cit. pp. 55-74

    (la nocin

    de

    presente

    perpetuo en

    p. 65), y

    HARTOG

    F.:

    op.

    cit. p. 18.

    37 CRUZ

    M.:

    El

    pasado

    en

    la poca de su reproductibilidad tcnica,

    en CRUZ

    M.

    (comp.): Hacia dnde va elpasado ...op. cit. pp. 17-19 y 29.

    yer53/2004 1 : 179-205 191

  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

    14/28

    gnacio Peir Martn

    La

    consagracin de

    la

    memoria

    puede

    apuntar con Franc;ois Hartog que, como resultado

    de

    la crisis

    del rgimen de historicidad del siglo xx, la memoria ha superado

    a la historia por sublimacin

    al

    convertirse

    en

    un

    instrumento pri

    vilegiado para la interrogacin permanente y unvoca del presente

    38.

    y

    debemos sospechar, desde luego, que lo que est en juego es

    la posibilidad de una historia abierta a la multiplicidad de los futuros

    posibles y la imprevisibilidad del presente

    39.

    Una historia sin renun

    cias, dirigida a suscitar la atencin

    de

    la opinin pblica y rescatar de

    la tutela de la clase poltica tanto las representaciones selectivas

    de la memoria del liberalismo, como los proyectos ms conservado

    res de las democracias amnsicas,

    no

    antifascistas

    40.

    cons gr cin pblic de l memori poltic s del recuerdo

    y represent ciones del p s do

    Desde la esfera tica de la profesin, la cuestin de la opinin

    pblica y los historiadores se pona de nuevo sobre el tapete de

    la actualidad de una historiografa que, difcilmente, poda consi

    derarse a s misma como inocente. Menos an cuando el sueo de

    la objetividad imaginado por los maestros de la profesionalizacin

    se desvaneca bajo el peso de las incertidumbres que rasgaban los

    velos de la comunidad cientfica

    y

    en mayor medida, por los dese

    quilibrios crecientes establecidos entre la bsqueda de la verdad his

    trica y la conversin del pasado en un problema poltico de primer

    orden. Esto se deba no tanto a las burdas manipulaciones de

    la

    F.

    Hartog

    escribe que

    un rgimen d historicit n a d ailleurs jamais t une

    en tit mtaphysique descendue du ciel et de porte universelle. Il est que l expression

    d un ordre dominant du temps .. ), la modalit de conscience de soi d une communaut

    humaine HARTOG F.: op cit. p. 118).

    39 Vase Lowy, M.: op cit. pp. 125-137, Y el captulo que dedica a la crisis

    del futuro

    POMIAN

    K: Sur l histoire Pars, Gallimard, 1999, pp. 233-262.

    Pedro

    Ruiz Torres ha dedicado a este autor y su obra un importante comentario

    en

  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

    15/28

    Ignacio Peir Martn a consagracin de la memoria

    historia como instrumento de la batalla poltica diaria, ni tampoco

    a la polarizacin y fragmentacin ideolgica de la Repblica de las

    Letras histricas, como

    al

    hecho de que, desde el espacio poltico,

    la demanda social de la expertise sur le pass estaba alcanzando

    proporciones desconocidas hasta entonces 41,

    En

    efecto, la creacin

    de un

    mercado oficioso de la historia para

    lelo

    al

    mercado universitario 42 ha establecido una zona fronteriza

    caracterizada, de una parte, por la explosin sin precedentes de la

    denominada invencin del historiador experto y la autocompla

    ciente promocin pblica de los historiadores cortesanos de todo

    tipo que aceptan la gestin de las distintas polticas de la memoria

    en

    calidad de especialistas del pasado 43, Y de otra, por el enfren

    tamiento, muchas veces ideolgico, con los historiadores profesionales

    que en nombre de la ciencia y la objetividad, denuncian este

    uph, rechazando los objetivos polticos perseguidos para imponer

    una determinada cultura del recuerdo 44, Desde luego, la proli

    feracin de peritos memorialistas ha impulsado el desarrollo de ciertos

    aspectos del oficio, inseparables de la denominada esttica de la

    distraccin, como pueden ser la creacin de espacios culturales

    y

    el mostrar versiones de la historia destinadas

    al

    puro entretenimiento.

    Pero, sobre todo, ha servido para convertir la nocin de patrimonio

    en

    la

    clave que sustenta el escenario sobre el que se despliega el

    4 Vanse

    NOrRIEL,

    G.:

    Qu est-ce que l histoire contemporaine?

    Pars, Hachette,

    1998, pp. 183 Y206-210, Y

    O DUMOULlN

    op.

    cit.

    pp. 27-146.

    42 Una

    descripcin

    de

    este nuevo mercado

    en

    Francia y sus lazos con instituciones

    oficiales como el Institut d Histoire

    du

    Temps Prsent

    IHTP ,

    en

    N01RlEL,

    G.:

    Qu

    est-ce

    que l histoire.,

    op.

    cit.

    pp. 207-208. P. Novick seala que mucho

    de

    lo

    que entraba en la denominacin de historia oficial era de hecho historia privada ,

    trabajo histrico

    al

    servicio de dependencias gubernamentales, empresas u otras orga

    nizaciones con idearios muy particularistas, incompatibles con los principios uni

    versalistas de la objetividad desinteresada

    [NOVICK,

    P.:

    Ese noble sueo. objetividad

    la

    historia profesional norteamericana

    Mxico, Instituto Mora, 1997 (1.

    a

    ed. en

    ingls en 1988), pp. 612-613; en general, a la historia no acadmica estadounidense

    dedica las pp. 611-622].

    43

    O

    DUMOULlN titula Invention de l histoiren expert el primer el captulo

    de su libro

    op.

    cit. pp. 27-62),

    donde

    indica los desplazamientos y las confusiones

    que

    se producen con los autnticos especialistas (pp. 33 y ss).

    44 El concepto ha sido definido porASSMANN J :

    Das kulturelle Gedachtnis. Schri/t

    Erinnerung und politische Identitat infrhen Hochkulturen Mnich, Verlag

    H. Beck,

    1997 l. a ed., 1992), pp. 16-29,

    y Religion und kulturelles Gedachtnis. Zehn Studien

    Mnich, Verlag

    H.

    Beck, 2000, pp. 38-43.

    yer

    53/2004

    1 :

    179-205

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  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

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    Ignacio Peir

    Martn

    La consagracin de

    la memoria

    espectculo de la memoria y la conmemoracin 45 Una repre

    sentacin que, impulsada

    por

    las efusiones conservadoras y restau

    racionistas de las polticas urbanas, el auge renovado

    por

    los

    lieux

    de mmoire o la musealizacin del pasado, encuentra

    en

    el turismo

    un potente instrumento para el dominio del presente y transforma

    al

    turista, ese viajero consumidor de pasados extraos, en su pblico

    estelar 46.

    Sin embargo, no todo es tan ingenuo como aparenta.

    En

    unos

    momentos de regresin ideolgica y amordazamiento del pensamiento

    crtico, resulta innegable que las mejores representaciones de esta rea

    lidad se encuentran en el fortalecimiento de la identidad,

    un

    trmi

    no

    relativamente nuevo convertido

    en

    un concepto cross-cultural 47,

    cuyas conexiones le han llevado a ocupar un espacio dominante tanto

    en los discursos de la memoria oficial como en los modernos pro

    cesos de sacralizacin de ciertas memorias convertidas en fetiches

    y autnticas religiones civiles 48.

    Un

    verdadero paradigma que se adap

    ta igualmente a la historia y la memoria: de ah la enorme utilidad

    que demuestra en el terreno del control de las polticas del recuerdo,

    de la continuidad de los smbolos y la gestin de los repertorios

    45

    Vase HARTOG, F.:

    op cit.

    p. 132.

    En

    pginas posteriores, adems de rastrear

    la historia de la nocin de patrimonio, entiende su florecimiento como une maniere

    de vivre

    les

    csures

    de

    les reconnaftre et de

    les

    rduire p. 205).

    46

    Segn la conocida expresin de LOWENTHAL, D.:

    l pasado

    es

    un pas extrao

    Madrid, Akal, 1998 l a ed. en ingls en 1985). Las ideas de este autor sirven a

    Antonio Gmez Ramos para reflexionar sobre dos tipos de consumidores de pasado

    actuales: el turista y el nacionalista GMEZ

    RAMos,

    A.: Por qu import el pasado?

    el espejo deformante de nuestros iguales >>, en

    CRUZ,

    M. coord.): op cit. pp. 77-79).

    Diferentes casos del

    tourisme de

    la

    mmoire

    en

    ROBIN,

    R:

    op

    cit.

    pp. 342-344.

    As lo define

    HANDLER, R:

    ls Identity a Useful Cross-Cultural Concept?,

    en GILLIS, R ed.): Commemorations

    op cit. pp. 27-40. R Gillis sealaba

    la novedad del trmino al estudiar el desarrollo de la memoria pblica en relacin

    con

    la

    historia de

    la

    nacin-Estado

    GILLIS,

    R: op cit.

    pp. 3-26), YF.

    Hartog

    ha subrayado cmo memoria, patrimonio y conmemoracin confluyen

    en el

    concepto

    de identidad HARTOG, F.: op cit. p. 132).

    48 Despus del libro de Rousso, H.: Vichy un pass qu ne passe pas Pars,

    Gallimard, 1996) en colaboracin con el periodista ric Conan),

    en

    que tomaba

    distancias contra el memorialismo de una parte de la historiografa francesa y

    criticaba la sacralizacin de la memoria de Vichy, el norteamericano P. Novick denun

    ci en su polmico L Holocauste dans la vie amricaine Pars, Gallimard, 2001;

    La

    ed.

    en

    ingls

    en

    1999) la sacralizacin del holocausto

    en

    Estados Unidos, que se ha

    convertido en una religin civil cuyo profeta incontestable es ElieWiesel, una memoria

    fetichizada que tiende a despojar progresivamente al judeocidio de su carcter histrico

    para conferirle una dimensin mtica.

    194

    Ayer

    53/2004 1 : 179-205

  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

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    Ignacio

    Peir Martn

    La consagracin de

    la

    memoria

    de

    imgenes estereotipadas sobre los que se fabrica el concepto de

    tradicin y la memoria cultural de las sociedades

    49.

    Sin olvidar,

    por

    supuesto, su importancia en la elaboracin de ese espejo de alte

    ridad que son los otros, incluidas las construcciones ms simplistas

    ydepravadas acerca

    de

    los enemigos tradicionales

    50.

    Distintas mani

    festaciones de un mismo fenmeno en el que el funcionamiento

    de la historia-memoria confluye con la identidad poltica a

    la

    que

    sIrve.

    Por otro lado, tampoco puede negarse que la dificultad para

    establecer criterios historiogrficos fiables, justificados por la misin

    pedaggica encomendada a los expertos y los valores de la divulgacin

    entindase vulgarizacin alegados por los aficionados en general 51

    ,

    ha generado

    un

    contexto favorable para la cmoda instalacin

    de

    un

    relativismo que convalida cualquier relato como relato posible

    52.

    Con

    una fortuna editorial que casi nunca suele ir acompaada de

    la fortuna historiogrfica, el fenmeno se prolonga

    al

    otorgar carta

    blanca a todo tipo de revisionismos que, empeados en trivializar

    cuando no en negar la realidad del pasado, ven saludados sus des

    cubrimientos por los medios de comunicacin con cortesa, como

    49 Sobre el control consciente del concepto

    de

    tradicin y algunas polmicas

    generadas sobre el mismo desde Freud a Derrida, Yerushalmi, Richard J. Berstein

    o Gadamer , vanse

    ASSMANN

    J.:

    Religion undkulturelles Gedachtnis

    op. cit. pp. 39-41,

    Y

    J. J. RRER S en su crtica al concepto de Gadamer vid.

    infra

    nota 73 . Por

    su parte, mientras D. Lowenthal rastrea las conexiones

    de

    la identidad con la tradicin

    y la historia

    [LOWENTHAL

    D.: Identity, Heritage, and History,

    en GILLIS

    J.

    R

    ed. :

    op.

    cit pp. 41-60], D. Levy seala el particular inters, desde el

    punto

    de

    vista conceptual, del tema

    de

    la continuidad y la discontinuidad, en tanto en cuanto

    la memoria se convierte

    en un

    requisito

    de

    la identidad

    LEVY

    D.: op.

    cit.

    p. 32 .

    50 Cinco ensayos acerca

    de

    este tipo

    de

    construcciones en el captulo Erbfeind,

    en

    FRANc :OIS

    E., y

    SCIIULZE

    H

    eds. :

    op. cit

    pp. 391-468.

    De

    cualquier modo,

    un apunte acerca de que las culturas

    no

    slo generan alteridad al construir una

    identidad, sino que tambin producen tcnicas

    de

    traduccin,

    en AssMANN J.:

    Moiss

    el Egipcio Madrid,

    Oberon

    2003, pp. 14-15.

    51 Los peligros del

    pdagogisme

    los sealan

    ROBIN

    R: op. cit.

    pp. 337-341;

    DELACROIX Ch., en su colaboracin con DossE, F., y

    GAReIA

    P.:

    op.

    cit. pp. 267-262,

    y

    tomando como

    punto

    central el genocidio judo,

    KATIAN

    E.:

    op.

    cit. pp. 67-88.

    52

    Aunque extrada

    de

    su contexto, valga la cita

    de

    J. J. Carreras y su continuacin

    cuando escribe: confundiendo, como dijo en cierta ocasin el socilogo francs

    Pierre Bourdieu, la realidad

    de

    la representacin con la representacin

    de

    la realidad

    CARRERAS

    J. J.: Certidumbre y certidumbres.

    Un

    siglo

    de

    historia,

    en CRUZ

    ROMEO M.,

    Y

    SAZ I. eds. : El siglo xx.

    Historiografa

    e historia Valencia, Universitat

    de

    Valencia, 2002, p. 81 .

    Ayer

    53/2004

    1 :

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    195

  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

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    Ignacio Peir Martn

    a

    consagracin de la memoria

    adquisicin de una verdad contrapuesta a los engaos habituales

    de los otros historiadores 53.

    Enmarcado

    en

    el proceso

    de

    reconfiguracin de las relaciones

    entre la memoria colectiva y la identidad nacional, la principal carac

    terstica que distingue al revisionismo histrico, aparte de su capacidad

    para reinterpretar nuevas o viejas temticas, es su habilidad para

    formular cuestiones metodolgicas y presentarlas bajo la forma de

    problemas de inters pblico 54. Desde el campo privilegiado del pre

    sente, el revisionismo se sirve de los resquicios de la memoria colec

    tiva la memoria viviente de lo vivido, como deca Halbwachs,

    que no es ni cronolgica ni distante

    y

    yuxtapone la agudeza del

    detalle en la cotidianeidad y el vaco de la memoria sobre el acon

    tecimiento preciso 55 para entrar en competencia con las propuestas

    ms profesionales y situarse en el centro del uso poltico de la historia.

    y

    esto porque, como escribe Giovanni Levi, por uso poltico de

    la historia entendemos el uso de los hechos realmente acontecidos

    mediante una manipulacin arbitraria pero, a pesar de ello, persuasiva

    para un pblico ms sensible a los eslganes que a la reflexin sobre

    la complejidad del pasado. Los instrumentos ms usados son los

    que podemos definir como falsa analoga y el que exagera una tesis

    para hacer aceptable una tesis impropia pero menos extrema 56. De

    esta manera, al transformar los parmetros del discurso histrico y

    legitimar una determinada imagen del pasado alumbrada a la luz

    de trminos polticos del presente, el problema

    se acenta cuando

    los juicios de valor revisionistas traspasan los confines acadmicos

    y

    adquieren resonancia en amplios sectores del pblico, determinando

    53

    Para la crtica militante del revisionismo citar, entre otros muchos, los clsicos

    trabajos de

    VIDAL-NAQuET

    P.: Les Assasins de l mmoire Un Eichmann

    de

    papier

    et autres ess is sur le rvisionisme Pars, La Dcouverte, 1991, y

    LIPSTADT

    D.: Denying

    the Holocaust: The Growing Assault on Truth and Memory Nueva York, The Free

    Press, 1993, en los que denuncian los delirios ideolgicos negacionistas, su lectura

    perversa

    de

    los textos

    y

    cmo, desde los setenta, se

    han

    introducido

    en

    departamentos

    de

    historia

    de

    Gran Bretaa y sobre todo,

    de

    Estados Unidos.

    R

    Robin define

    el fenmeno y presenta una amplia panormica de ejemplos nacionales RoBIN R:

    op

    cit

    pp. 169-215

    y

    219-270 .

    54 LEVY D.: op cit p. 33.

    55 ROBIN R: Literatura y biografa, Historia y Fuente Oral 1 1989 , pp. 69-85

    los entrecomillados en p. 71 .

    56 LEVI

    G.: Los historiadores, el psicoanlisis y la verdad, en CARRERAS J

    YFORCADELL

    C. eds. : op cit p. 103.

    196

    yer 53 2004

    1 :

    179 205

  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

    19/28

    gnacio

    Peir artn a consagracinde

    la

    memoria

    su comprensin de los fenmenos histricos y confundiendo su opi-

    nin sobre los mismos.

    n ltimo trmino una de las consecuencias ms evidentes de

    este cambio de coyuntura intelectual donde segn la lgica de la

    confusin aplicada las interferencias entre la historia y la memoria

    son continuas ha sido la consagracin universal de la memoria su

    globalizacin ideolgica y circulacin en el espacio pblico a travs

    de la prensa la literatura las imgenes y las representaciones artsticas

    y cinematogrficas. Y como

    un

    eco revelador de los equilibrios con-

    temporneos entre la mundializacin de la cultura historiogrfica y

    el particularismo

    en el

    modo

    de elaborar la historia de cada nacin

    han multiplicado las querellas de los historiadores y sus polmicas

    sobre el deber y el cmo transmitir la historia.

    antener

    pasado

    n

    pasado la memoria

    y la prctica historiogrfica

    e todas maneras la afirmacin del conocimiento histrico en

    la esfera pblica durante las ltimas dcadas del siglo xx haba trado

    consigo el aprendizaje de la propia experiencia de los tiempos que

    corren de unos historiadores profesionales cuyas miradas interiores

    comenzaron a aproximarse mediante la incorporacin de temticas

    y conceptos de paradigmas concurrentes.

    n

    el tema que nos ocupa

    una rpida visin panormica del desarrollo de la historiografa duran-

    te este periodo permite apreciar tres grandes espacios/momentos de

    convergencia y enfrentamiento de la memoria con la prctica his-

    toriogrfica. Por supuesto esto deberemos entenderlo en su sentido

    descriptivo pues del mismo modo que en la historia y las dems

    ciencias sociales los giros paradigmticos adems de continuos y

    constantes no son irreversibles; nunca hay que creer que sus dife-

    rentes fases estn separadas unas de otras sino que se interpolan

    mediante un proceso permanente de interrelacin subordinacin y

    dominio conceptual. A partir de aqu podemos hablar de un primer

    momento desarrollado desde principios

    de

    los aos setenta

    en

    la

    medida

    en

    que la cuestin de la memoria unida hasta entonces

    a los nombres de afamados psiquiatras escritores filsofos histo-

    riadores del arte o socilogos comenz a atraer la atencin de los

    historiadores preocupados por promover la historia desde abajo.

    yer53/2004 1 : 179 205

    197

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    Ignacio Peir

    Martn

    La consagracin de la memoria

    En este sentido, muchos de los nuevos campos de investigacin sur

    gidos de la historia social (fecundados tambin con conceptos pro

    cedentes de la antropologa, la etnografa o la teora literaria), se

    involucraron con el tema de la memoria individual y colectiva

    desde el horizonte de la historia oral y la consideracin de la memoria

    como fuente de la historia.

    En

    el marco de esta nueva correspondencia entre la memoria

    social (generacional y comunicativa) y la historia, se publicaron libros

    innovadores sobre las historias de vida y las autobiografas de quienes

    nunca tuvieron voz en el pasado, acerca de las memorias tnicas

    como instrumento para la construccin de identidades o dedicados

    al

    estudio de la cultura de las clases populares y su vida cotidiana.

    Pronto, sobre el cimiento del valor otorgado a los testimonios orales

    y/o testigos oculares de los acontecimientos y la reivindicacin en

    el anlisis histrico de un nuevo concepto de subjetividad 57, las posi

    bilidades de este gran espacio se vieron ampliadas por la emergencia

    de una corriente caracterizada, primero, por elevar la memoria a

    objeto

    de

    la investigacin histrica, y en segundo lugar,

    por

    el desafo

    que supona para el presente

    de

    las sociedades la recuperacin

    de

    la memoria ms dramtica y el conocimiento de las experiencias de

    los vencidos por la historia ms reciente.

    En

    efecto, con el trasfondo de los agitados climas de opinin

    creados

    por

    la tarda celebracin de procesos judiciales por crmenes

    contra la humanidad en Francia, Alemania, Israel o Italia, y la con

    solidacin institucional de la historia del tiempo presente como

    disciplina 58, se han precipitado sobre

    mercado un alud de publi

    caciones dedicadas a historiar la memoria

    de

    la era

    de

    las cats

    trofes. Se trata de un nmero cada vez mayor de obras escritas

    con el objetivo pblico de remover la conciencia de los ciudadanos

    ante la concepcin de la historia cerrada, sin utopas, anclada

    en

    57 Sobre la reivindicacin de la subjetividad, vase SIMPSON D.: La crtica

    literaria yel retorno a la historia , en

    PENEDO

    A y PONTN G. (comps.): Nuevo

    Historicismo Madrid, Arco-Libros, 1998, pp. 299-300; tambin en el artculo de

    FRANK

    R:

    La mmoire et l histoire, en VOLDMAN D. (dir.): La

    bouche

    de la

    Vrit?

    La

    recherche historique et

    les

    sources

    orales

    de

    Cahiers

    de

    l IHTP

    21

    (noviembre

    de 1992), pp. 65-72, Yel ensayo de PASSERINI L.: Storia e soggettivita. Le

    ont

    oralt;

    la memoria Florencia, La Nouva Italia, 1988.

    58

    Vase Rousso, H.: La Hantise op cit. pp. 49-84. Un apunte sobre la

    revisin acerca de la relacin entre la historia y la memoria introducida por la historia

    del tiempo presente en DossE, F.: L histoire Pars, Armand Colin, 2000, pp. 113-114.

    198

    Ayer 53 2 4 (1): 179-205

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    Ignacio Peir Martn

    a consagracin de la memoria

    el orden que supone la relacin con un pasado controlado y saturado

    de memoria.

    Una

    historia pensada desde la libertad y la crtica que

    pretende restituir la complejidad del pasado y defenderlo como

    un

    valor en s mismo. Y un horizonte emancipador, en suma, hacia

    el que irremediablemente se ve empujado el ngel de la Historia 59

    mientras su mirada sigue capturada por los horrores del siglo :xx

    representados por los iconos de Auschwitz y el gulag

    60,

    los montones

    de ruinas sobre los que se reconstruye la memoria juda del Holocausto

    por lo dems, una de las empresas de investigacin historiogrfica

    sobre la memoria ms tradicional, prspera e influyente

    61,

    las obse

    siones francesas por los pasados que no pasan

    62,

    los debates italianos

    sobre el fascismo y el antifascismo 63 o las culpabilidades colectivas

    y amnesias alemanas

    64.

    59 La imagen del Angelus Novus de Benjamin

    en

    su

    IX

    tesis

    BEN]AMIN

    W.:

    op

    cit.

    p.

    183 . La nocin de rememoracin y la alegora de este ngel marxista-judo

    en

    Moss, S.: op cit. pp. 125-132

    Y

    145-147,

    YLOWY

    M.: op cit. pp. 71-79.

    60 Una muy personal reflexin sobre el atroz siglo

    xx

    no inclinada precisamente

    al optimismo, la realiza

    J J

    Carreras

    en

    la leccin sexta

    CARRERAS

    J J:

    El ngel

    de la historia,

    en Seis lecciones sobre historia

    Zaragoza, Institucin Fernando el

    Catlico, 2003, pp. 85-97 .

    61

    El extraordinario desarrollo de los estudios sobre la memoria del holocausto

    en SPIEGEL G. M.: Memoria e historia..., op cit El debate sobre su singularidad

    lo sintetiza

    MATE R:

    Por los campos op cit. pp. 51-75. Norman G. Finkelstein

    denunci sus aspectos comerciales en industria del Holocausto Madrid, Siglo XXI,

    2002 , libro

    que

    despert grandes crticas

    por

    sus conexiones con los negacionistas.

    Mucho ms compleja es la revisin histrica de las actitudes americanas hacia el

    holocausto, desde la Segunda Guerra Mundial hasta el presente, de NOVICK P.:

    L Holocauste

    op

    cit

    62 Con trabajos pioneros como el del director del IHTP Rousso, H.: Le Syndrome

    de Vichy de

    1944

    a nos jours

    Pars, Seuil, 1987, que marca una etapa decisiva

    en

    la consolidacin de la historia de la memoria francesa, podemos resumir estas

    obsesiones en: Vichy, el olvido de la guerra de Argelia, las grandes figuras de la

    Resistencia, el tema de la memoria comunista y ms recientemente, la cuestin

    de la integracin de las otras memorias

    en

    el multiculturalismo francs.

    63

    El debate

    de

    los historiadores italianos sobre la Resistencia desde la aparicin

    del libro de

    PAVONE c

    Una

    guerra

    civile.

    aggio

    storico sulla moralita della Resistenza

    Turn, Bollati Boringhieri,

    1991

    ha hecho que la historiografa

    de

    izquierdas integre

    su interpretacin bajo el concepto de guerra civil, abandonando la visin tradicional

    como movimiento nacional contra el nazifascismo TRAVERsa E.: Nazisme et m

    moire, entrevista con Olivier Morel, p. 5,

    en

    web: www.republigue-des-lettres.com/

    t1/traverso.shtm1 .

    64

    El alcance de los diversos acontecimientos nacionales desde los Estados

    yer 53/2004 1 :

    179-205

    199

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    Ignacio Peir Martn

    La consagracin de la

    memoria

    Hay adems otra cuestin que no se puede dejar de lado. Y

    es que estos historiadores han adoptado una actitud precisa al justificar

    la utilidad colectiva de la historia profesional desde la voluntad de

    enjuiciar el pasado del nazismo, la Segunda Guerra Mundial y des

    pus de la cada del Muro de Berln, del comunismo. Desde una

    perspectiva militante bien diferente a la historiografa de partido

    y al revisionismo partisano , intentan presentar la imagen tica del

    historiador en su doble condicin de protagonista social cargado de

    memoria y responsabilidad profesional, ms all de sus posiciones

    ideolgicas

    65.

    Ideas que, adems de remitirnos a la mejor tradicin

    de las ciencias sociales representada,

    por

    ejemplo,

    por

    el socilogo

    Norbert Elias, cuando vinculaba las variaciones individuales de los

    intelectuales con los patrones sociales de compromiso y distancia

    miento 66, permiten poner sobre la mesa las diversas tomas de posicin

    de los historiadores ante los acontecimientos lmite que les ha tocado

    vivir en el siglo de la guerra total y la negacin del Estado de derecho

    67.

    En todo caso,

    si

    observamos el curso de la historiografa en el

    ltimo tercio del siglo pasado, encontramos otros territorios en los

    Unidos y Alemania hasta el Japn y los intentos por reconstruir la historia desde

    el olvido en ROBIN

    R: op cit.

    pp. 169-195.

    65 El aspecto militante con que el historiador

    debe

    ponerse al servicio

    de

    la

    verdad lo recuerda Pauline Schmitt al trazar el itinerario intelectual de un autor

    que reconoce la tensin existente entre la vrit et mmoire; que la recherche de

    la vrit n est

    pas

    la mme chose que la transmissin de la mmoire [SCHMITr

    P.:

    Pierre Vidal-Naquet, en SALES V. coord. : op

    cit.

    p. 331]. E. Kattan considera

    la nocin de integridad

    y

    el principio de la responsabilidad como fundamentales

    en el trabajo

    de

    los historiadores sobre la memoria UTrAN, E.: Penser le devoir

    op cit. pp. 128-129 Y134-136 .

    66

    Tradicin vinculada a Weber, Simmel y Mannheim, Gramsci o Lukcs, y

    que el autor de l

    proceso

    de

    la civilizacin

    1939 explicara en

    Compromiso y

    dis-

    tanciamiento. Ensayos de sociologa del conocimiento

    Barcelona, Pennsula, 2002,

    pp. 38-47 , Y

    i trayectoria intelectual

    Barcelona, Pennsula, 1995, pp. 165-183 .

    Su influencia en los historiadores en SALVADORI P.: Norbert Elias, en SALES

    coord. : op

    cit.

    pp. 119-136, Y NOIRIEL G.:

    Penser avec penser contre ltinraire

    d un historien

    Pars, Belin, 2003, pp. 171-188.

    67

    Para el tema del genocidio, vase la tipologa de

    TRAVERSO

    E.:

    La Historia

    desgarrada

    op

    cit

    Por

    otra parte, mientras Phillippe Burrin

    no

    ha

    dudado en

    dedicar

    un captulo a la acomodacin oportunista de los intelectuales franceses, incluido

    un historiador tan intocable como

    Febvre BURRIN P.:

    La France

    a

    rheure allemande

    1940 1944

    Pars, Seuil, 1995, pp. 322-328 , tampoco lo ha hecho H U Wehler

    al denunciar la abstinencia poltica de la nueva historia cultural alemana

    WEH-

    LER H.-U.: op

    cit.

    pp. 81-84 .

    200

    Ayer

    53/2004 1 : 179-205

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    gnacio Peir

    Martn

    La consagracin de la

    memoria

    que la unin entre la memoria

    y

    la historia se articul alrededor

    de los numerosos comentarios suscitados por

    el

    libro inacabado

    de

    Maurice Halbwachs, La

    mmoire collective

    y la nocin de historia

    de la memoria, entendida como una historia de los usos del pasado

    en

    los sucesivos presentes 68. No podemos detenernos aqu

    en el

    anlisis de las numerosas corrientes de la memoria normal no

    traumtica surgidas en el periodo 69, tampoco en desvelar sus cone

    xiones con la multiplicidad de propuestas vinculadas

    al

    retorno de

    la identidad y lo nacional, ni adentrarnos en el resurgir de ese

    fenmeno intermedio

    y

    no siempre claro que son las narraciones

    autobiogrficas 70. Sin embargo,

    s

    quiero recordar cmo, siguiendo

    tambin la estela trazada por el socilogo francs desaparecido en

    Buchenwald, y retomando algunos planteamientos historiogrficos

    que se remontaban a los aos veinte, un segundo gran espa

    cio/momento empez a cristalizar mediante la agrupacin de dife

    rentes lneas de investigacin. Y lo hizo cuando una serie de autores

    de procedencia

    y

    recorridos tan dispares como Agulhon, Hobsbawm

    o Nora, plantearon los primeros esbozos de lo que ms tarde sera

    conocido como poltica de la memoria.

    Al hacer hincapi en la invencin del imaginario oficial o las

    invenciones del recuerdo utilizadas por determinados grupos para

    su propia memoria colectiva, estos historiadores y los epgonos que

    les han seguido hasta la actualidad han tratado de profundizar en

    el problema de la transmisin y la reinterpretacin de los recuerdos

    histricos como construcciones culturales, estudiando las metforas,

    los lugares y las representaciones simblicas utilizadas en la socia

    lizacin del pasado rememorado

    71. En

    sntesis, se trata de trabajos

    68 DELACROIX Ch.; DOSSE F., y GARCIA P.: op cit p. 263. Y la panormica

    que sobre

    la

    historia social de la memoria

    en

    Francia presenta DOSSE F.: op

    cit

    pp. 170-193.

    69 Por

    su intento

    de

    precisar las relaciones entre historia y memoria mencionar

    tres obras que, junto a alguna de las sealadas

    en

    el texto, considero importantes:

    el pionero libro

    de YATES

    A :

    The t o Memory

    Chicago, University

    of

    Chicago

    Press, 2001 1

    a

    ed., 1966 ; las reflexiones historiogrficas de LE

    GOFF

    J :

    Histoire

    et mmoire

    Pars, Galimard, 1977, y el estudio

    de

    HUTTN

    P. H.:

    History

    as

    an

    t o Memory

    Hanover, University Press

    of

    New

    England, 1993,

    en

    el que intenta

    construir una historia intelectual del concepto de memoria

    en

    Europa.

    70 La experiencia autobiogrfica como historiador del holocausto de HILBERG R

    La

    politique de

    la

    mmoire

    Pars, Gallimard, 1996 1.

    a

    ed.

    en

    ingls

    en

    1994 .

    71

    Por la vigorosa progenitura generada, en este espacio englobamos, junto a

    Ayer 53/2004 1 : 179-205

    201

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    Ignacio Peir

    Martn

    La

    consagracin

    de la memoria

    historiogrficos sin duda, uno de los ms poderosos y criticados

    ha sido el dirigido por Nora) dedicados a subrayar el hecho de que,

    frente a las intenciones de enlazar tradicin con continuidad explcitas

    en los programas de pedagoga poltica, son los sentimientos de rup

    tura del presente, devenu la catgorie

    de

    notre comprhension de

    nous-mmes los que caracterizan la idea global de la conmemo

    racin 72. En este sentido, podemos afirmar con Juan Jos Carreras

    en su comentario crtico al concepto de tradicin en Gadamer que

    tal concepto de la tradicin como paradigma de la sociedad carece

    de realidad alguna fuera de las fantasas de los romnticos alemanes,

    y es conveniente recordar que por los mismos aos de la publicacin

    de

    Verdad y Mtodo

    un historiador marxista ingls E. P. Thompson)

    desarroll su propia hermenutica, rompiendo con la visin holstica

    de la tradicin para poder comprender las luchas

    en

    la palestra

    de las costumbres, y reconocer la existencia de tradiciones alter

    nativas a la dominante y movidas por su propia racionalidad. Por

    ello, para la mirada del historiador, el problema no es el de la

    persistencia d e los elementos, sino el de la relevancia histrica d e

    tales elementos

    73 .

    N o debe sorprender la mencin del filsofo de Marburgo, si

    se piensa

    en

    la calurosa acogida de la que fue objeto su obra por

    parte de los cultivadores de la nueva historia cultural, desde mediados

    de los setenta, y

    en

    cmo sus planteamientos se han fundido

    en

    el crisol terico de la memoria. En efecto, como resultado de la

    convergencia de la visualizacin de las polticas de la memoria con

    la hermenutica de Gadamer, y con los estudios sobre el lenguaje

    la serie

    que

    inicia

    AGUUION

    M.:

    Marianne au Combat. l Imagerie et

    la

    Symbolique

    Rpublicaines de

    1789

    a 1880,

    Pars, Flammarion, 1979; el libro editado

    por

    HOBS-

    B WM E., y RANGER T :

    invencin de

    la

    tradicin,

    Barcelona, Crtica, 2002 1.

    a

    ed.,

    1983); la obra dirigida

    por NORA P.: Les Lieux de mmoire. Rpublique, Nation,

    Les France

    3 vols., Pars, Gallimard, 1984-1992, o los tres volmenes dedicados

    a los lugares

    de

    la memoria alemana

    de

    FRANc;orS E., y

    SCHULZE

    H eds.): op cit

    72 NORA P.: Comment crire l h istoire de F ran ce?, en

    Les France

    vol. 3,

    Pars, Gallimard, 1997 edicin en cuarto), p. 2232. Las contradicciones temporales

    de

    la obra, as como su participacin

    en

    la transformacin

    de

    la m emo ria

    en un

    instrumento del presente, en HARTOG F :

    op

    cit.,

    pp. 133-162.

    73 C RRER S AREs

    ]

    ].: Bosques llenos

    de

    intrpretes ansiosos y H

    G Gada-

    mer, Conferencia impartida en el ciclo organizado por Elena Hernndez Sandoica

    en

    el o to o

    de

    2002 pp. 17 -18 del original consultado gracias a la amabilidad del

    autor).

    202

    Ayer

    53/2004 1 : 179 205

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    Ignacio

    Peir Martn La consagracin

    de

    la memoria

    y el anlisis

    de

    las relaciones entre el tiempo, la memoria y la historia

    realizados

    por

    Reinhart Koselleck

    74,

    surgieron varias lneas que

    se

    pueden

    recorrer en distintos sentidos pero que

    pueden

    unirse en

    el crculo

    donde

    la memoria se propone a la vez como modelo de

    anlisis del pasado y objeto de reflexin historiogrfica. Nuestra pro

    puesta pasa

    por

    cerrar este espacio con una mencin a la mne

    mohistoria corriente que investiga la historia de la memoria cul

    tural y cuyo principal representante es el profesor de egiptologa

    de

    la Universidad de Heidelberg, Jan Assman

    75,

    una referencia

    a dos obras recientes que, guiadas por

    la

    brjula metodolgica del

    escepticismo, se muestran atentas a percibir los detalles ms para

    djicos del presente historiogrfico

    de

    la memoria:

    Rgimes d

    J

    his-

    toricit

    de F

    ran

  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

    26/28

    Ignacio

    Peir Martn

    La

    consagracin

    de la memoria

    miento

    por

    la memoria en el que se han precipitado los autores

    que, al concebir la historia como un gnero lingsticolliterario, no

    han dudado en

    valorizar la memoria como discurso historiogrfico

    alternativo 76.

    Actualmente esto ha dado lugar a

    un

    intenso debate, entroncado

    con las corrientes surgidas del pensamiento postmoderno, la teora

    literaria y los estudios culturales, en el que la oralidad de la memoria

    se concibe

    en

    consonancia con la narrativa como criterios principales

    de representacin de la realidad. Dejando al margen los retos que,

    en

    el orden terico y prctico, supone la crtica postmoderna, me

    limitar a sealar la aparicin de un tercer espacio-momento inmerso

    en

    el carnaval de las culturas

    y

    la cultura postfilosfica, la frag

    mentacin de las imgenes

    y

    la disparidad del inconsciente colec

    tivo. Cancelada la distincin entre ficcin

    y

    realidad, negados por

    opresivos los valores

    de

    la razn y considerados agotados los grandes

    relatos histricos

    incluidos

    los emancipatorios las nuevas puertas

    de la historia se han abierto a la creatividad de la memoria que

    opera

    de

    un

    modo

    similar a como antes lo haca su despliegue

    de deconstruccin y teora 77. Desde esta evanescencia de lo real,

    estos autores han replanteado la imposibilidad de la historicidad de

    los acontecimientos y convertido el pasado en algo que no acaba,

    reencarnado en el presente absoluto mediante la profunda identi

    ficacin entre testimonio e historia.

    Esta referencia final mucho ms compleja de lo que aqu se

    ha podido mostrar me sirve para concluir recordando cmo el campo

    de

    la historiografa es

    un

    cruce de caminos con tantas interrogaciones

    problemticas, tipos de recorridos intelectuales e implicaciones socia

    les que, algunas veces, podramos adoptar el clebre eslogan, che

    la storia e

    cosa

    troppo importante per lasciarla agli storici 78. Pero esta

    misma frase demuestra la propia responsabilidad de la historiografa

    ante una realidad que poda terminar devorada por el exceso de

    memoria y su representacin espectacular en el presente simultneo

    76

    El

    fenmeno

    de

    la

    infatuation

    lo

    recuerdan

    NOVIcK

    P.:

    L Holocauste

    op

    cit Y

    KiEIN

    K :

    On the

    emergence

    of

    memory in historical discourse, Repre-

    sentations 69 2000 , pp. 127-150 citado por SPIEGEL G. M.: Memoria e historia...,

    op cit

    pp. 55-56 .

    SPIEGEL

    G. M.: Memoria e historia...,

    op cit

    pp. 55 Y65-67.

    78

    GALLERANO

    N.: Storia e uso...,

    op cit

    p. 23.

    204

    Ayer

    53/2004

    1 :

    179 205

  • 5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea

    27/28

    Ignacio

    Peir artn

    La

    consagracin de

    la

    memoria

    de la esfera pblica

    79.

    e este modo, puede que la originalidad de

    la

    profesin histrica slo resida en el esfuerzo personal de los his

    toriadores

    por

    tratar de liberar la tradicin del conformismo que

    amenaza con destruirla 80. Al fin y al cabo, al pensar con la historia

    no hacemos otra cosa que explicar el pasado que pas y por eso

    lo expresamos desde la distancia que proporciona la adhesin a la

    con