La Cosagración de La Memoria. Una Mirada Panorámica a La Historiografía Contemporánea
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1 :
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ISSN: 1137 2227
a
consagracin de
la memoria
una
mir panormica
la
historiografa
contempornea
Ignacio
Peir
Martn
Universidad de Zaragoza
Resumen El artculo pretende responder a alguno de los interrogantes abiertos
en
la historiografa internacional ante una actualidad saturada de memoria
y las implicaciones poltico sociales derivadas del uso pblico de la
historia.
esde
esta perspectiva se rastrean los conceptos utilizados
para explicar el tratamiento propiamente histrico de los problemas
subrayar las polmicas esenciales y derivarlas hacia el espacio pblico
en el que se celebran las ceremonias de la consagracin memorial. El
artculo contina con una rpida visin panormica del desarrollo de
la historiografa contempornea en las ltimas dcadas del siglo xx dis-
tinguiendo tres grandes espacios/momentos de convergencia y enfren-
tamiento de la memoria con la prctica historiogrfica. Y termina con
una afirmacin acerca de la posicin del historiador
de
su condicin
histrica y sus implicaciones con el mundo vertiginoso del presente donde
la memoria y
olvido aparecen como dos puntos
de
referencia irre-
nunciables para el conocimiento de la historia contempornea.
Palabras
clave
historiografa espacio pblico uso pblico de la historia
memoria polticas de la memoria historia de la memoria.
Abstract he article pretends to give an answer to some of the open questions
in the international historiography: a present time overloaded with mem
1
Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto de investigacin
BHA2l 2497: Los usos pblicos de la historia
en
Aragn y
en
Espaa durante
siglo X X historiografa poltica y memoria colectiva dirigido por Carlos Forcadell
lvarez y financiado por
Ministerio de Ciencia y Tecnologa. Sin las noticias y
ayuda que me han proporcionado Miquel Marn Gelabert Virginia Maza Jos Luis
Ledesma y Mara Jos Solanas me hubiera sido imposible escribirlo.
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Ignacio
Peir Martn
La
consagracin de la
memoria
ory and the social and poltical implications derived from the public
use of history. The concepts used to explain the historie treatment
proper are investigated from that perspective; the essential polemics
are underlined and directed towards the public space in which the cer
emonies of the memorial consecration are celebrated. The article con
tinues with a fast panoramic vision
of
the development
of
contemporary
historiography in the last decades of the XXth century following three
important moments / spaces of confrontation of the memory with the
historiographic practice. It ends dealing with the position
of
the historian,
his historieal condition and his implication in the rapid world
of
the
present where memory and oblvion appear as two unrenounceable ref
erence points for the knowledge of the contemporary history.
Key
words: historiography, public sphere, public use of history, memory,
memory policies, history of memory.
Durante dieciocho semanas los diarios de una mujer anomma
han permanecido
en la
lista de libros ms vendidos del semanario
alemn
Spiegel
2
Podramos decir que se trata de uno ms entre
los numerosos
best sellers
que peridicamente inundan el mercado,
un xito editorial muy bien puesto en la escena de los medios, si
al afirmar esto no corriramos el riesgo de diluir en lo genrico algo
que nos es referido en trminos precisos como
un
testimonio de
los bombardeos y el hambre, las brutalidades y las violaciones a las
que fueron sometidas las berlinesas por parte del Ejrcito Rojo. Pre
sentada como una obra enigmtica, una vivencia del pasado, revestida
con el aura de lo autntico y la verdad, no
ha
tardado mucho la
crtica
en
utilizar las pginas de
un
peridico para hacer una exposicin
pblica acerca de su nulo valor como documento histrico de la
memoria e impugnar la experiencia moral implcita
en
la narracin.
Para emitir este juicio tan negativo el historiador ha sabido transformar
el proceso sobre el pasado rememorado en un proceso de la historia
del relato, situndolo en el abrumador contexto de la asimilacin
del pasado nazi por la conciencia pblica alemana
3.
2
Anonyma:
Eine Frau in Berlin Tagebuchanfzeichnungen
vom
20 April bis 22
Juni 1945, Mit einem Nachwort von Kurt W. Marek, Francfort del Main, Eichborn
Verlag, 2003.
3 Vase la resea del historiador de la arquitectura BISKY, ] Wenn Jungen
Weltgeschichte spielen, haben Miidchen stumme Rollen, Sddeutsche Zeitung
24 de septiembre de 2003 , p.
6
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Ignacio Peir
Martn
La consagracin de
la
memoria
Desde luego, la reedicin encaja perfectamente en el clima de
opinin creado por algunos reconocidos intelectuales
de
izquierdas
alemanes para quienes, una vez asumida la culpa, reivindican el dere
cho al luto por las vctimas y a la descripcin de sus sufrimientos.
Pero lo que quiero poner en primer plano con este ejemplo es el
enorme interrogante abierto por la reutilizacin de una memoria des
plazada de su pasado. Las cuestiones que surgen ante la sustitucin
del tiempo histrico y su asimilacin por un presente contemporneo,
saturado de memoria
4.
Y las implicaciones poltico-sociales que se
derivan del uso pblico de unos recuerdos que transcienden los lmites
de las identidades histricas nacionales,
al
igualar en su calidad
de
vctimas a todos los supervivientes surgidos
de
los vientos de des
truccin del siglo xx 5
Mi artculo pretende responder a alguna de estas preguntas ape
lando a una abundante bibliografa como punto
de
partida y
punto
de apoyo. Y aunque resulta imposible conocer todo lo publicado
sobre estos temas, me he servido de la erudicin para tratar de recons
truir las posiciones tomadas por la historiografa internacional ante
la
invasin de la memoria y su desbordamiento
de
lo pblico a lo
cientfico.
Por
eso he querido empezar rastreando los conceptos para
explicar el tratamiento propiamente histrico de los problemas, subra
yar las polmicas esenciales y derivarlas hacia el espacio pblico en
el que se celebran las ceremonias de la consagracin memorial.
De
igual modo,
he
intentado ordenar los grandes espacios/momentos
creados por la prctica historiogrfica
de
la memoria para concluir
con un breve corolario donde afirmo mi posicin como historiador.
y
todo ello,
no
slo desde el deseo
de
ofrecer una mirada panormica
a la historiografa surgida en
era de los testimonios, sino tambin
de presentar instrumentos para la reflexin y orientacin respecto
4 Rgine Robin plantea la cuestin
de
la actualidad de la memoria como producto
de la saturacin del pasado ms cercano provocada, entre otras cosas, por
la
inversin
de las relaciones entre lo real lo imaginario,
la
igualacin de los demonios con
temporneos nazismo-comunismo o la valoracin igualitaria de los acontecimientos
Franco-republicanos ROBIN R:
La
mmoire sature Pars, ditions Stock, 2003,
pp. 19-20 .
5 Tzvetan Todorov advirti sobre las aspiraciones de los individuos y ms an
de los distintos grupos que se consideran desfavorecidos por el pasado para alcanzar
el estatuto de vctima, lo cual les abre en el presente una lnea de crdito ina
gotable TODOROV T.: Los abusos
de
la
memoria Barcelona, Paids, 2000, pp. 53-55 .
Una amplia reflexin sobre
la
era del testimonio en ROBIN
R: op
cit pp. 244-277.
Ayer
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consagracin de la memoria
a las abundantes, muchas veces confusas y casi siempre retricas,
informaciones que poseemos.
eremonias de la confusin los historiadores ante la memoria
los
u
pblicos de la historia
En 1962 el filsofo social alemn Jrgen Habermas public un
libro seminal destinado a servir de inspiracin a la historiografa inter
nacional 6. El xito de la obra, que haba comenzado a circular en
forma de versiones sucintas a mediados de los setenta y slo
en
traducciones completas en la siguiente dcada, se debi en gran parte
al concepto de 6ffentliehkeit utilizado por los especialistas de la
nueva historia social como espacio pblico o esfera pblica.
Se trataba de una nocin proteica admitida por proporcionar un
valioso fundamento heurstico para los numerosos libros y ensayos
que mezclaban la historia social, poltica y cultural, en sus anlisis
de los diversos aspectos del proceso de construccin de la cultura
pblica desde los festivales a los movimientos de protesta, pasando
por las disputas sobre el estilo arquitectnico de los edificios y
arte edilicio 7.
En medio de esta apoteosis de la publie
sphere}
donde no faltaron
las crticas escpticas y la puesta en cuestin de este modelo de
discurso racional, ltimo gran representante de la Escuela de Frnc
fort salt a la palestra de la actualidad historiogrfica al participar
en la querella de los historiadores alemanes
8.
Y
lo
hizo desde
6 HABERMAS ].: Strukturwandel der Offentlichkeit Untersuchungen zu einer Kate-
gon der brgerlichen Gesellscha/t
Francfort del Main, Suhrkamp Verlag, 1962 versin
espaola: Historia y crtica
de
la opinin pblica: la transformacin estructural
de
la
vida pblica Barcelona, Gustavo Gili, 1981 .
7
Las vicisitudes del concepto
en
Estados Unidos
y
el
mundo
anglosajn
en
KAMMEN
M.: Clio and Her Colleagues in the United States During the Twentieth
Century.
Story of Serial Marriages, Divorces,
and
Dalliances among the Disciplines,
ponencia leda
en
el marco del congreso internacional dedicado a
La historia y las
ciencias humanas y
sociales
estrategias interdisciplinares en el siglo xx celebrado
en
la Universidad
de
Navarra los das 11, 12 Y
13
de
abril
de
2002, pp. 16-18 del
original distribuido por el autor .
8 Vase
VlLANOVA
F.: La larga sombra de la culpabilidad alemana: ecos
derivaciones de la Historikerstreit Ayer 40 2000 , pp. 137-167, Y
BERNECKER
W. L.:
El uso pblico de la historia
en
Alemania: los debates de fin del siglo
XX
en
CARRERAS
].
]. , y FORCADELL C eds. :
sos
pblicos
de
la historia Ponencias del
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Ignacio Peir Martn a consagracin de la memoria
la definicin de uso pblico de la historia (en adelante, uph),
es decir, desde la comprensin de ser ms una toma de posicin
moral y un debate tico-poltico que una disputa cientfica sobre
el pasado alemn desplegada
en
el mbito estricto de la historiografa.
Al distinguir claramente los dos planos del discurso (el poltico y
el cientfico), abermas argumentaba la oposicin existente entre
ambos y la desconfianza que deban generar a los especialistas la
utilizacin instrumental y las manipulaciones derivadas del uph
9.
n su versin estricta de
usages
palitiques du pass} de suplantacin
de la crtica
en
los debates polticos abiertos a propsito de la historia
ms reciente, la cuestin de la opinin pblica y los historiadores
estaba servida
10.
Mucho ms cuando la continuacin de la disputa
vena a coincidir con los acontecimientos de 1989, el colapso del
comunismo y el final del sistema bipolar, el renacimiento de los
Eundamentalismos religiosos y nacionalistas, las guerras en los terri
torios de la ex Yugoslavia y la primera del Golfo. Un paisaje poltico
que se vera completado en sus aspectos socioeconmicos, intelec
tuales e ideolgicos con la representacin del capitalismo como
modo
de produccin natural de la sociedad contempornea y el resurgir
de la idea segn la cual las estructuras del mercado y la democracia
VI Congreso de la Asociacin de Historia Contempornea (Universidad de Zaragoza,
2002), Madrid, Marcial Pons-Prensas Universitarias de Zaragoza, 2003, pp. 69-87.
9
Habermas respondi a
N
olte
y
otros historiadores neorrevisionistas con
su artculo Eine Art Schadenabwicklung, publicado en Die leit el 11 de julio
de 1986 (recogido en el libro que con el mismo ttulo public la editorial Suhrkamp
en 1987, pp. 115-158). Ms adelante, ante la concesin del premio Democracia
a Daniel
J
onah Goldhagen
y
las reacciones crticas provocadas por su libro Los verdugos
voluntarios de Hitler Los alemanes corrientes y el Holocausto (Madrid, Taurus, 1997;
1
a
ed. en ingls en 1996), volvera a insistir sobre el tema en su conferencia Sobre
el uso pblico de la historia a constelacin posnacional Ensayos polticos Barcelona,
Paids, 2000, pp. 43-55). Los textos de esta polmica se pueden encontrar
en
a
controversia Goldhagen Los alemanes corrientes y el Holocausto
Valencia, Edicions
Alfons
el a g n ~ m i m
1997, y ha sido analizada por
MORENO LUZN
].: El debate
Goldhagen: los historiadores, el holocausto y la identidad nacional alemana, Historia
y Poltica 1 (abril de 1999), pp. 135-159.
1
Vanse las colaboraciones del libro colectivo de
l IARTOG
F.,
y
REVEL ].
(dirs.):
Les
usages
politiques du pass Pars, ditions de l cole des Hautes tudes en Sciences
Sociales, 2001; el estudio histrico de CARRERAS ].]. y FORCADELL c : Introduccin.
Historia y poltica: los usos,
en
Usos pblicos de la historia
op
cit pp. 11-45,
Y P S M R G.: Los historiadores y el uso pblico de la historia : viejo problema
y desafo reciente,
Ayer
49 (2003), pp. 221-248.
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La consagracin de
la
memoria
estaban naturalmente unidas, olvidando que la democracia haba sido
una conquista histrica 11.
De manera inmediata, todo ello result determinante para que
la historiografa cientfica, inmersa desde principios de los ochenta
en una especie de patologa sobre el sentido de la historia, se
viera arrollada por impacientes reescrituras del pasado realizadas tanto
a la luz de los conflictos polticos del presente como desde el supuesto
fin de las ideologas que presuma la suspensin de la razn his
trica 12. No en vano, afirma Enzo Traverso, la decapitacin del Jano,
el monstruo totalitario (con una cara fascista y la otra comunista),
y la instalacin
de
Auschwitz en el corazn mismo
de
la memoria
europea trajeron, por
un
lado, la tesis (con sus diferentes versiones,
desde la ms vulgar representada
por
Fukuyama a la ms refinada
ynoble de Habermas con su defensa del patriotismo constitucional)
de que Occidente haba dejado de ser el origen del totalitarismo
para transformarse en su vctima y el liberalismo en su redentor 13,
y
por otro, la inquietante y peligrosa represin (en el sentido psi
coanaltico) de las races occidentales del nacionalsocialismo, desarro
lladas a partir de las interpretaciones historiogrficas (Nolte,
Furet
o Goldhagen) que comparten precisamente la tendencia a expulsar
los crmenes hitlerianos de la trayectoria del mundo occidental 14.
11 RO IN R: op cit.
p. 46.
12
La afirmacin de que la prtendue fin des idologies n est rien d autre qu une
suspension de
la
raison historique qui ouvre la vOl al irrationalisme au no-liberalisme
au nationalisme au fondamentalisme religieux la realiza
LEVI G.:
Le pass lointain.
Sur l usage politique de l histoire, en HARTOG F., y
REVEL
] (dirs.): op cit. p. 37.
3
TRAVERSO
E.: La memoria de Auschwitz
y
del comunismo. El uso pblico
de la historia, Memoria. Revista mensual de poltica y cultura
166 (diciembre de
2002), p. 1
en
web:www.memoria.com.mx/166/traverso.htm). Este artculo resume
las ideas expuestas en Historia
desgarrada
ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales
Barcelona, Herder, 2001; El totalitarisme: historia d un debat Valencia, Universitat
de Valencia, 2002,
y
en la introduccin a
violencia nazi. Una genealoga europea
Mxico,
FCE
2002, pp. 15-24. Para la consideracin
de
Auschwitz como una
de
las invenciones del recuerdo utilizada por diferentes grupos en la elaboracin de
su propia memoria colectiva, vase
REICHEL
P.: Auschwitz, en
FRAN :OIS
E., y
SCHULZE H
(eds.): Deutsche Erinnerungsorte Mnich, Verlag
C H
Beck, 2003
(La
ed., 2001),
1
pp. 600-621.
14 TRAVERSO E.: La memoria
de
Auschwitz y del comunismo...
op
cit.;
violencia n z ~ op cit.
pp.
15
Y
20-24,
Y
De
l anticommunisme, l histoire
du XXe
siecle relue par Nolte,
Furet
et Courtois, en
L Homme
et
la
Socit. Revue in
ter-
nationale de recherches et de syntheses en sciences sociales 140-141 (abril-septiembre
de 2001), pp. 169-194. Una semblanza historiogrfica
de Franc;;ois
Furet,
que
liga
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consagracin de
la
memoria
Pero
ni las ideologas estaban muertas, ni los discursos histricos
agotados.
Precisamente
en
este marco
de
confrontacin de las memorias
nacionales e intensificacin
de
los interrogantes generados
por
el
uph, las llamadas a la responsabilidad y la funcin social del his
toriador
15
favorecieron que
un
grupo
de
profesionales abriera nuevos
campos
de
investigacin y recuperara temticas anteriormente des
cuidadas, muchos de cuyos contenidos haban sido anticipados
po r
la querella
de
los historiadores alemanes, desarrollados a raz del
asunto Goldhagen y ampliados en las constantes recidivas de la mis
ma 16.
En
tiempos de mundializacin cultural y occidentalizacin
de la historiografa 17,
si
la controversia sobre el lugar del nacional
socialismo y el holocausto
en
la memoria histrica alemana haba
tenido una amplia repercusin en Israel, Estados Unidos y Europa,
las argumentaciones de Habermas comenzaron a servir de base para
fundamentar y conceptualizar estudios sobre el
uph e n
pases como
Francia o Italia 18.
la
obra del historiador a los grandes debates contemporneos,
la
realiza
OZOUF
M.:
Les historiens en SALES V coord. , Pars, Armand Colin, 2003, pp. 284-300. La
discusin metodolgica de la comparacin histrica y los diferentes registros del
debate en
la
dcada de los noventa los apunta Rousso, H.: La lgitimit
d une
comparaison empirique, en Rousso, H ed. :
Stalinisme et
Nazisme.
Histoire
et
mmoi
re
compares
Bruselas, Complexe-IHTP, 1999, pp. 11-36, LEVY D.: Memoria
storica e identita collettiva in Israele e nella Repubblica federale tedesca, Passato
e
presente XVII, 47 1999 , pp. 31-42, especialmente pp. 32-34.
15
Olivier Dumoulin reflexiona sobre la naturaleza
de
la tarea de los historiadores
y el papel social qu e la sociedad contempornea atribuye a su actividad en
Le
role
social
de
l historien. De
la
chaire au
prtoire
Pars, Albin Michel, 2003.
16 Como una recidiva escandalosa de la Historzkerstreit su trivializacin posterior
y una manifestacin de la demaggica poltica de
la
historia tendente a rena
cionalizar Alemania, recordaremos
la
concesin el 4
de
junio de 2000 del Premio
Konrad Adenauer de la
Deutschlandstiftung
a Ernst Nolte. De esta manera, el
ala derecha del CDU que controlaba dicha fundacin, con el apoyo del director
del Institut fr Zeitgeschichte de Mnich, no dudaba en premiar
al
historiador berlins,
considerado el perdedor de la disputa y cada vez ms encerrado en su nacionalismo
radical y su antiliberalismo [vase WEHLER
H
-U.: Historisches
Denken
am
Ende
des
20.
Jahrhunderts
0945-2000 , Gbttingen, Wallstein Verlag, 2001, p. 83J.
17 Una visin panormica sobre la occidentalizacin de la historiografa mun
dial puede verse en los diferentes artculos del libro de
RSSEN
ed. : Western
Historical Thinking.
Intercultural
Debate Nueva York, Berghahn Books, 2001.
18 Adems de lo sealado por Vilanova op. cit. pp. 150-151 , la recepcin
italiana del debate puede verse en RICUPERATI G.: Universalismo e uso pubblico
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consagracin de la memoria
En este sentido, no parece extrao que fuera el malogrado Nicola
Gallerano, uno
de
los directores de la revista
Passato e Presente,
quien
con ms ahnco se interesara por desarrollar la definicin del filsofo
alemn 19. El profesor de la Universidad de Siena no se conform
slo con aplicar el concepto, sino que, desde el reconocimiento
de
su utilidad como nocin central para la historiografa y los valores
ticos de Habermas
al
introducirlo
en
la discusin con Nolte, lo
pas por el tamiz
de la
crtica
20.
Despus de examinarlo con atencin,
estableci un conjunto de preguntas que le llevaron a sealar el exce
sivo peso
de
la especificidad alemana en la argumentacin, a cues
tionar los criterios ofrecidos para individualizar la relacin que enlaza
los dos planos del discurso y considerar como demasiado reduccionista
la identificacin exclusiva del
uph
con
el
uso poltico del pasado.
En el cuerpo de su trabajo propuso una definicin ms abierta y
compleja
de un
concepto problemtico y contradictorio. Rechazando,
de
entrada, la simple demonizacin de su prctica, sugiri las enormes
posibilidades de
un
trmino en cuya explicacin, adems
de
los domi
nios de la cultura poltica y los medios
de
comunicacin, inclua
las artes y la literatura, la enseanza, los museos histricos, los espacios
urbanos
y
por supuesto, la historiografa.
De
una
u otra manera,
al
descubrir distintos mbitos
de
con
taminacin y conflicto sobre el pasado en el siglo xx y escribir que
e sono infine usi del passato che coinvolgono direttamente memoria
identita individuali e collective e hanno a mio giudizio
tut
altro significato
della storia, Rivista Sto
rica
Italiana, CXI,
III
1999), pp. 680-705, Y el impulso
que
ha significado
en
la historiografa francesa
en DEL CROIX
Ch.; DossE,
F
G RU P.: Les courants historiques en France 19t -2oe siec/es, Pars, Armand Colin,
2002, pp. 270-27I.
19 Nicola Gallerano 1940-1996), que fue presidente del Istituto romano per
la storia d Italia dal fascismo alla Resistenza}
miembro directivo del
Istituto nazionale
per la storia del movimiento di liberazione y del comit d e direccin de las revistas
Movimento operaio e socialista, Passato e presente y viaggi di Erodoto, se aline
junto a otros historiadores antifascistas como TR NSF GLl N.:
Un passato scomodo.
Fascismo e post/ascismo}
Turn, Einaudi, 1995.
20 Despus del avance presentado
en
Hist oire et usage public d e l h istoire,
Diogene,
168 1994), pp. 87-106, su reflexin sobre
la
aplicacin del concepto haber
masiano a la historiografa la expuso
en
la Introduzione el captulo St oria
e uso pubblico della storia, del libro colectivo editado por l mismo:
L uso pubblico
della storia, Miln, Fran co Artgeli, 1995, pp. 7-32. Trabajos que seran recogidos
e n su libro pstumo: La venia della storia. scrz tti suIluso pubblico del passato, Roma,
Edizioni Manifestolibri, 1999.
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Peir
Martn
La consagracin de
la memoria
e potenzialita liberatorie
21
sentaba las bases para concluir con una
llamada a los historiadores acerca
de
la urgente necesidad de utilizar
el uph para que, de manera crtica, fueran capaces de poner en
cuestin la opacidad y la eternidad del pasado para rescatarlo de
la tirana del presente. Primero porque, desde Tucdides hasta el
historicismo decimonnico, la escritura de la historia haba asumido
como patrimonio propio la idea del tiempo lineal y el desarrollo
continuo caracterstico, por lo dems, del pensamiento judeo
cristiano. Al no significar otra cosa que es el pasado quien nos ha
hecho como somos el nosotros del aqu y ahora , continuidad y
desarrollo se encontraban en la raz de la importancia asignada por
el poder poltico a la gestin de la memoria histrica como instrumento
privilegiado para el control del presente 22. Yen segundo lugar porque,
frente a la funcin poltica del historiador y su participacin en el
proceso de deformacin del pasado, Gallerano trataba fundamen
talmente de recordar que las pretensiones
de
cientificidad
de
la his
toria la reivindicacin de la libertad y la independencia crtica en
la investigacin eran perfectamente rastreables en las pginas
de
las grandes obras de la historiografa.
Ms all de las brechas epistemolgicas abiertas en las murallas
del conocimiento histrico, Habermas y Gallerano se incorporaron
a la larga lista de filsofos, cientficos sociales e historiadores empe
ados en recordarnos que en la historia de la historia no hay un
desarrollo evolutivo de las argumentaciones, sino que es ms bien
2 GALLERANO N.: Storia e USO , op cit p. 19.
Ibid., p. 22. Resulta inevitable recordar las crticas al tiempo lineal, la causalidad
histrica
y
la idea
de
progreso planteadas
por
el filsofo
de
la rememoracin,
BENJMlIN
W.: Tesis sobre
la
filosofa de
la
historia discursos interrumpidos), Madrid,
Taurus, 1973, pp. 177-191. Una descripcin de las mismas en Moss, S.: l Angel
de
la
Historia. Rosenzweig, Benjamin, Scholem, Valencia, Frnesis-Ctedra-Universitat
de
Valencia, 1997, pp. 135-147; un intento
de
comprender la coherencia
y
tras
cendencia de uno de los textos ms significativos del pensamiento crtico marxista
en L \W M.: Walter Benjamin: Avertissement d incendie. Une lecture
des
theses Sur
le concept d histoire, Pars,
PUF
2001, Y un lectura introductoria a su filosofa
de la historia en
MATE
R: Walter Benjamn, un pensador poltico, en Por los
campos
de
exterminio, Barcelona, Anthropos, 2003, pp. 123-160. Desde otra pers
pectiva, la idea
de que
progreso e historismo, aparentemente contradictorios, nos
ofrecen un rostro de Jano, el rostro del siglo XIX en
KOSELLECK R:
Futuro pasado.
Para una semntica de los tiempos histricos, Barcelona, Paids, 1993, p. 89, YCon
tinuidad y cambio en toda la historia del t iempo presente. Observaciones hist
rico-conceptuales, en Los estratos del tiempo: estudios sobre
la
historia, Barcelona,
Paids, 2001, pp. 115-133.
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Ignacio Peir Martn
consagracin de
la
memoria
el fruto de una tensin continua, de una sucesin de debates acerca
de problemas recurrentes, acerca de conceptos esencialmente
en
con
flicto.
De
hecho, cuando los dos autores publicaron sus trabajos el
inters por la memoria, especialmente por las experiencias trau
mticas producidas por las guerras, se haba infiltrado
en
el pen
samiento histrico contemporneo.
Para entonces, mientras la nocin de
devoir de mmoire
se
incorporaba con fuerza
al
discurso intelectual, poltico y de los medios
de comunicacin
23, en
el campo de la historiografa se estaba creando
un
amplio frente de batalla
en
el que se dirima la sustitucin de
la propia historia
24.
Y es que, escriba el filsofo Paul Ricceur:
En
determinadas circunstancias,
en
particular cuando el historiador es
confrontado con lo horrible, figura lmite de la historia de las vctimas,
la relacin de deuda se transforma
en
deber de no olvidar 25. Cita
que, dejando de lado sus irreprochables valores de tica social, nos
traslada al corazn del discurso memorial, pues,
ya
lo haba dicho
Halbwachs, sauver de Foubli y reconstruir les souvenirs des v-
nements et des expriences comunes, concretas y perennes de los
grupos, se situaban
en
el primer plano de los intereses de la memoria
colectiva 26.
De
ah a transformar la tarea del historiador
en
la de
23
La
explicacin
de
las expresiones deber
de
memoria y trabajo
de
memoria
en
la obra de
RrCCEUR
P.: La memoria
la
historia el olvido Madrid, Trotta, 2003,
pp. 118-124, Yen su contestacin incluida en el Debate del libro de BARRET-Du
CROQ
F dir. : Por qu recordar? oro internacional Memoria e Historia Unesco
25
de
marzo
de
1998-La Sorbonne 26
de
marzo
de 1998 , Barcelona, Granica, 2002,
pp. 64-65.
Un
estudio crtico sobre el concepto y su posible utilidad en el trabajo
histrico
en
KATTAN
E.: Penser le devoir
de
mmoire Pars,
PUF
2002.
24
As plantea el problema
SPIEGEL
G. M.: Memoria e historia: tiempo litrgico
y tiempo histrico, en CABRERA, M. A y MAcMAHON M.: La situacin
de la
Historia.
Ensayos
de
historiografa La Laguna, Servicio
de
Publicaciones de la Universidad
de
La Laguna, 2002, pp. 55-69. Resulta muy esclarecedor el artculo
de
KOSELLECK
R:
Las esclusas del recuerdo y los estratos de la experiencia. El influjo de las dos
guerras mundiales sobre la conciencia social, en Los estratos del tiempo op cit.
pp. 135-154.
25 RrCCEUR P.:
mismo como otro
Madrid Siglo XXI, 1996, p. 167. Su preo
cupacin
por
une politique
de
la juste mmoire en La historia la memoria
op
cit.
p. 23.
R
Robin niega la posibilidad
de
la justa
memoria
para considerar, al margen
de las categoras patolgicas
de devoir
de
mmoire
y
travail de mmoire
los
otros caminos
que
debe
seguir el historiador para rastrear los trayectos, transfor
maciones y deformaciones de la memoria
ROBIN
R: op cit. pp. 34-37 .
26
En la medida
en que
para Maurice Halbwachs la sociologa de la memoria
fue tambin una batalla cientfica al mismo tiempo que poltica, vase el Postface
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Ignacio Peir Martn
La consagracin de la memoria
un nostlgico desenterrador
de
muertos,
un
minucioso elaborador
de inventarios de testigos o
un
exhaustivo rescatador de recuerdos
al servicio
de
las modas dominantes en el seno
de
la opinin pblica,
slo hay
un
paso 27 Y precisamente porque slo hay medio paso,
para que las nociones de olvido y recuerdo con su cortejo de asociados
como
pueden
ser la negacin, la nostalgia, la melancola o el duelo ,
que, por s mismas, pertenecen al campo
de
las emociones y los
sentimientos y alcanzan su pleno desarrollo social en el espacio moral
y cvico, penetren por smosis la fina membrana del conocimiento
histrico, confundindose con las verdaderas categoras historiogr
ficas y confundiendo a los historiadores que las utilizan
28.
Quedan
relegados, pues, a los cajones ms ocultos de la erudicin el modelo
de
la historia magistra vitae, las remotas desconfianzas de los his
toriadores ante la memoria desde el propio Tucdides y los preceptos
de aquellos autores que, como Fustel de Coulanges, recomendaban
olvidarse
de
la historia celebrada y transmitida; los nuevos tiempos
haban instalado la memoria en el mismo corazn de la historia
como una categora metahistrica, teolgica perfecta, un sistema
de convenciones que permite reivindicar la centralidad del presente
en las reconstrucciones del pasado
29
escrito por NAMER G.: La
mmoire collective,
Pars, Albin Michel, 1997
La
ed.
en 1950 , pp. 237-295, en el que hace referencia al debate sostenido, en 1925,
por
el socilogo con Marc Bloch, para quien las ideas del primero suponan una
condena de
la historia
en
nombre de la sociologa pp. 282-287 .
27 En
su pionera investigacin sobre el pensamiento histrico judo, que servira
de
obertura
a los debates sobre la historia y la memoria, Yosef Hayim Yerushalmi
denunci cmo el delirio
de
exhaustividad
de
la memoria se revela contraria
al
mismo proyecto
de
hacer historia [YERUSHALMI Y. H : Zakhor. Histoire
juive
et mmoire
juive,
Pars,
La
Dcouverte, 1984, pp. 118-119
La
ed.
en
ingls
en
1982 ; cito
por
RrCCEUR
P.: memoria...
op
cit. p. 524; analiza la obra en pp. 520-525J.
28 La idea de la confusin conceptual la lanz
CARRERAS ].].:
Por qu decimos
memoria cuando queremos decir historia?, Conferencia de clausura del N Congreso
de Historia Local de Aragn celebrado
en
Barbastro, 3-5 de julio de 2003 . Una
idea que, por lo dems, planea en los debates internacionales y sirve como hiptesis
de
partida a muchos trabajos. Baste, como ejemplo, el captulo de Rousso,
H :
Mmoire
et
histoire: la confusion, en Hantise du
pass
Pars, Textuel, 1998
pp. 11-47, y
ROSSI DoRIA
A.:
Una
storia di memorie divise e di impossibili lutti,
Passato
e presente, XVIII, 49 2000 , pp. 133-140, donde seala que: JI recente
dibattito italiano su identita nazionale e memoria appare denso
i
confusioni
p 133 .
29 HARTOG F.:
Rgimes d historicit. Presentisme et experiences du temps,
Pars,
Seuil, 2003, p. 17 la referencia a Tucdides y Fustel de Coulanges en pp. 134
y 148, respectivamente .
Como
recuerda Mate, la recomendacin de Fustel sera
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Ignacio Peir Martn a consagracin de la memoria
Sea como fuere, lo cierto es que a nadie
pueden
sorprender
las profesiones de fe cientficas y las pblicas devociones que suscit
suscita la memoria,
un
trmino cuya prdida
de
significado preciso
se encontraba en proporcin directa al aumento creciente de su
poder retrico 30. Tampoco resulta sorprendente el que, una vez
destapada la caja de los recuerdos, las guerras de la memoria con
sus silencios, olvidos y secretos, pero tambin con la visibilidad y
la aceptacin en el espacio pblico de los testimonios
de
las vctimas
portadoras de verdad 31 marcaran el desarrollo de una historiografa
cuya funcin pareca estar abocada, ms que nunca, a practicar
una
lecture judiciaire
de
l histoire que obligaba a los historiadores a
abandonar su puesto
de
observadores del pasado para convertirse
en uno de los actores principales del debate pblico 32. Sobre todo,
cuando se escriba que los recientes procesos por crmenes contra
la humanidad, as como las revelaciones sobre el pasado
de
algunos
hombres de Estado, incitan a pronunciar cada vez ms llamamientos
recogida por W. Benjamin, quien
en
su tesis VIII, a propsito del materialismo
histrico, consideraba cometido suyo pasarle a
historia el cepillo a contrapelo,
es decir, evitar la frustracin de una historia transmitida por las tradiciones y la
cultura de los vencedores de ayer, pulida por la curiosidad presente por el pasado
de los triunfadores MATE R
Por los campos
op
cit.
pp. 133-134 . Otras cuestiones
suscita la clebre frase de Nietzsche recogida
en
sus
Consideraciones intempestivas:
Es posible vivir casi sin recuerdos y vivir feliz, como demuestra el animal.
Pero
es imposible vivir sin olvidar. Para ciertos autores la cita aconseja el olvido para
desprenderse de lo ilusorio y de
la
mistificacin, mientras que para otros historiadores
conservadores supone el olvidar paneles enteros de un pasado incmodo para el
presente y acabar con el sentido de la responsabilidad histrica.
30
As se expresaba John
R
Gillis, oponiendo esta prdida a la innumerable
variedad de significados que estaba adquiriendo el trmino nuevo de identidad
[G1LLlS R Memory and Identity: The History of a Relationship, introduccin
al libro colectivo coordinado por l mismo: Commemorations. The Politics
o
National
Identity Princeton New Jersey , Princeton University Press, 1994, p. 3J.
31 Junto a lo sealado
en
la nota 5, el deber de testimoniar de los supervivientes,
as como el reconocimiento de los lmites de la representacin de su memoria,
en
TRAVERSO E.: La Historia desgarrada op cit. pp. 188 y 192, y MATE R Memoria
de Auschwitz. Actualidad moral
poltica Madrid, Trotta, 2003, pp. 167-240. Sobre
el silencio y la imposibilidad de comunicar, POLLAK M.: L Exprience concentration-
naire. Essai sur le maintien de l identit sociale
Pars, Mtaili, 1990.
32
El trmino y las ideas sobre la tica del historiador las desarrolla,
en
su
conversacin con Philippe Petit, Rousso, H.: a Hantise op cit. pp. 86-93, y
en
Juzgar el pasado? Justicia e historia
en
Francia, Pasajes Revista de pensamiento
contemporneo 11 primavera de 2003 , pp. 77-91. La imbricacin de la justicia
y las actuaciones de los historiadores en
DUMOULlN
O.: op cit. pp. 27-146.
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Ignacio Peir Martn La consagracin de la memoria
a la vigilancia y al deber de guardar memoria ; se nos dice que
sta tiene derechos imprescriptibles y que debemos constituirnos
en
militantes de la memoria
33.
Tambin, cuando deban enfren
tarse a ciertos usos y prcticas de la memoria marcadamente poli
tizados, derivados de los recuerdos crticos de la Segunda Guerra
Mundial y la guerra fra 34 o de los procesos de transicin democrtica
que han tenido lugar en la historia del mundo actual
35
Y en ltima
instancia, ante la reaparicin del presente perpetuo
en
el que el
pasado parece estar reemplazando al futuro como lugar privilegiado
de referencia en el debate poltico 36.
Sobre este punto, quizs sea interesante recordar las palabras
del filsofo Manuel Cruz acerca de que constituye un grueso error,
tanto terico como prctico, manejar una imagen rgida del pasado,
como
si
fuera un territorio por descubrir (o una propiedad por guar
dar). Cuando en realidad se ha convertido en el escenario en el
que ha empezado a librarse una nueva batalla: la batalla por la
poltica como tal y lo poltico como espacio de conflicto y pluralismo 37.
Traducida a claves historiogrficas, podemos presumir que de ningn
modo
se trata
de
un
combate
en
el
que
se dirime la primaca con
ceptual o metodolgica entre la memoria y la historia. Antes bien,
dentro de la complejidad que conlleva la explicacin del lugar central
alcanzado por la memoria en el espacio pblico contemporneo, se
33 TODOROV T.: op. cit. p. 50.
34 Las conexiones directas entre la memoria de la Segunda Guerra Mundial
y la guerra fra y su utilizacin
en
las polticas policiales y domsticas de los gobiernos
europeos,
en
MLLER ] .-W. (ed.): Memory and Power in
Post
War Europe: Studies
in
the
Presence
01
the
Past
Nueva
York, Cambridge University Press, 2002.
35 Vase BARAHONA
DE
BRITO,
A.;
AGUILAR FERNNDEZ P., y GONZLEZ
ENR
QUEZ (eds.): Las polticas hacia el pasado. Juicios depuraciones perdn y olvido
en las
nuevas democracias
Madrid, Istmo, 2002.
36
BIRULS F.:
La
crtica de lo
que
hay: entre memoria y olvido,
en CRUZ
M.
(comp.):
Hacia
dnde
va
elpasado. El porvenir de la memoria
en
elmundo
contemporneo
Barcelona, Paids, 2002, pp. 141 y 148. Andreas Huyssen escribe que:
da
la sensacin
de
que en
la actualidad el pasado es evocado para proveer aquello
que no
logr
brindar el futuro
en
los imaginarios previos del siglo xx
HUYSSEN
A.:
En
busca
delluturo
perdido.
Cultura memoria en tiempos de globalizacin Mxico, FCE 2002,
p. 7). La instrumentalizacin de la nostalgia del pasado
en
ROBIN
R:
op.
cit.
pp. 48-51
y 415-420;
BAscHET
]. : L'histoire face au prsent perptuel.
Quelques
remarques
sur la relation pass futur,
en
HARTOG F., y
REVEL ]
(dirs.): op. cit. pp. 55-74
(la nocin
de
presente
perpetuo en
p. 65), y
HARTOG
F.:
op.
cit. p. 18.
37 CRUZ
M.:
El
pasado
en
la poca de su reproductibilidad tcnica,
en CRUZ
M.
(comp.): Hacia dnde va elpasado ...op. cit. pp. 17-19 y 29.
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gnacio Peir Martn
La
consagracin de
la
memoria
puede
apuntar con Franc;ois Hartog que, como resultado
de
la crisis
del rgimen de historicidad del siglo xx, la memoria ha superado
a la historia por sublimacin
al
convertirse
en
un
instrumento pri
vilegiado para la interrogacin permanente y unvoca del presente
38.
y
debemos sospechar, desde luego, que lo que est en juego es
la posibilidad de una historia abierta a la multiplicidad de los futuros
posibles y la imprevisibilidad del presente
39.
Una historia sin renun
cias, dirigida a suscitar la atencin
de
la opinin pblica y rescatar de
la tutela de la clase poltica tanto las representaciones selectivas
de la memoria del liberalismo, como los proyectos ms conservado
res de las democracias amnsicas,
no
antifascistas
40.
cons gr cin pblic de l memori poltic s del recuerdo
y represent ciones del p s do
Desde la esfera tica de la profesin, la cuestin de la opinin
pblica y los historiadores se pona de nuevo sobre el tapete de
la actualidad de una historiografa que, difcilmente, poda consi
derarse a s misma como inocente. Menos an cuando el sueo de
la objetividad imaginado por los maestros de la profesionalizacin
se desvaneca bajo el peso de las incertidumbres que rasgaban los
velos de la comunidad cientfica
y
en mayor medida, por los dese
quilibrios crecientes establecidos entre la bsqueda de la verdad his
trica y la conversin del pasado en un problema poltico de primer
orden. Esto se deba no tanto a las burdas manipulaciones de
la
F.
Hartog
escribe que
un rgimen d historicit n a d ailleurs jamais t une
en tit mtaphysique descendue du ciel et de porte universelle. Il est que l expression
d un ordre dominant du temps .. ), la modalit de conscience de soi d une communaut
humaine HARTOG F.: op cit. p. 118).
39 Vase Lowy, M.: op cit. pp. 125-137, Y el captulo que dedica a la crisis
del futuro
POMIAN
K: Sur l histoire Pars, Gallimard, 1999, pp. 233-262.
Pedro
Ruiz Torres ha dedicado a este autor y su obra un importante comentario
en
-
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Ignacio Peir Martn a consagracin de la memoria
historia como instrumento de la batalla poltica diaria, ni tampoco
a la polarizacin y fragmentacin ideolgica de la Repblica de las
Letras histricas, como
al
hecho de que, desde el espacio poltico,
la demanda social de la expertise sur le pass estaba alcanzando
proporciones desconocidas hasta entonces 41,
En
efecto, la creacin
de un
mercado oficioso de la historia para
lelo
al
mercado universitario 42 ha establecido una zona fronteriza
caracterizada, de una parte, por la explosin sin precedentes de la
denominada invencin del historiador experto y la autocompla
ciente promocin pblica de los historiadores cortesanos de todo
tipo que aceptan la gestin de las distintas polticas de la memoria
en
calidad de especialistas del pasado 43, Y de otra, por el enfren
tamiento, muchas veces ideolgico, con los historiadores profesionales
que en nombre de la ciencia y la objetividad, denuncian este
uph, rechazando los objetivos polticos perseguidos para imponer
una determinada cultura del recuerdo 44, Desde luego, la proli
feracin de peritos memorialistas ha impulsado el desarrollo de ciertos
aspectos del oficio, inseparables de la denominada esttica de la
distraccin, como pueden ser la creacin de espacios culturales
y
el mostrar versiones de la historia destinadas
al
puro entretenimiento.
Pero, sobre todo, ha servido para convertir la nocin de patrimonio
en
la
clave que sustenta el escenario sobre el que se despliega el
4 Vanse
NOrRIEL,
G.:
Qu est-ce que l histoire contemporaine?
Pars, Hachette,
1998, pp. 183 Y206-210, Y
O DUMOULlN
op.
cit.
pp. 27-146.
42 Una
descripcin
de
este nuevo mercado
en
Francia y sus lazos con instituciones
oficiales como el Institut d Histoire
du
Temps Prsent
IHTP ,
en
N01RlEL,
G.:
Qu
est-ce
que l histoire.,
op.
cit.
pp. 207-208. P. Novick seala que mucho
de
lo
que entraba en la denominacin de historia oficial era de hecho historia privada ,
trabajo histrico
al
servicio de dependencias gubernamentales, empresas u otras orga
nizaciones con idearios muy particularistas, incompatibles con los principios uni
versalistas de la objetividad desinteresada
[NOVICK,
P.:
Ese noble sueo. objetividad
la
historia profesional norteamericana
Mxico, Instituto Mora, 1997 (1.
a
ed. en
ingls en 1988), pp. 612-613; en general, a la historia no acadmica estadounidense
dedica las pp. 611-622].
43
O
DUMOULlN titula Invention de l histoiren expert el primer el captulo
de su libro
op.
cit. pp. 27-62),
donde
indica los desplazamientos y las confusiones
que
se producen con los autnticos especialistas (pp. 33 y ss).
44 El concepto ha sido definido porASSMANN J :
Das kulturelle Gedachtnis. Schri/t
Erinnerung und politische Identitat infrhen Hochkulturen Mnich, Verlag
H. Beck,
1997 l. a ed., 1992), pp. 16-29,
y Religion und kulturelles Gedachtnis. Zehn Studien
Mnich, Verlag
H.
Beck, 2000, pp. 38-43.
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Ignacio Peir
Martn
La consagracin de
la memoria
espectculo de la memoria y la conmemoracin 45 Una repre
sentacin que, impulsada
por
las efusiones conservadoras y restau
racionistas de las polticas urbanas, el auge renovado
por
los
lieux
de mmoire o la musealizacin del pasado, encuentra
en
el turismo
un potente instrumento para el dominio del presente y transforma
al
turista, ese viajero consumidor de pasados extraos, en su pblico
estelar 46.
Sin embargo, no todo es tan ingenuo como aparenta.
En
unos
momentos de regresin ideolgica y amordazamiento del pensamiento
crtico, resulta innegable que las mejores representaciones de esta rea
lidad se encuentran en el fortalecimiento de la identidad,
un
trmi
no
relativamente nuevo convertido
en
un concepto cross-cultural 47,
cuyas conexiones le han llevado a ocupar un espacio dominante tanto
en los discursos de la memoria oficial como en los modernos pro
cesos de sacralizacin de ciertas memorias convertidas en fetiches
y autnticas religiones civiles 48.
Un
verdadero paradigma que se adap
ta igualmente a la historia y la memoria: de ah la enorme utilidad
que demuestra en el terreno del control de las polticas del recuerdo,
de la continuidad de los smbolos y la gestin de los repertorios
45
Vase HARTOG, F.:
op cit.
p. 132.
En
pginas posteriores, adems de rastrear
la historia de la nocin de patrimonio, entiende su florecimiento como une maniere
de vivre
les
csures
de
les reconnaftre et de
les
rduire p. 205).
46
Segn la conocida expresin de LOWENTHAL, D.:
l pasado
es
un pas extrao
Madrid, Akal, 1998 l a ed. en ingls en 1985). Las ideas de este autor sirven a
Antonio Gmez Ramos para reflexionar sobre dos tipos de consumidores de pasado
actuales: el turista y el nacionalista GMEZ
RAMos,
A.: Por qu import el pasado?
el espejo deformante de nuestros iguales >>, en
CRUZ,
M. coord.): op cit. pp. 77-79).
Diferentes casos del
tourisme de
la
mmoire
en
ROBIN,
R:
op
cit.
pp. 342-344.
As lo define
HANDLER, R:
ls Identity a Useful Cross-Cultural Concept?,
en GILLIS, R ed.): Commemorations
op cit. pp. 27-40. R Gillis sealaba
la novedad del trmino al estudiar el desarrollo de la memoria pblica en relacin
con
la
historia de
la
nacin-Estado
GILLIS,
R: op cit.
pp. 3-26), YF.
Hartog
ha subrayado cmo memoria, patrimonio y conmemoracin confluyen
en el
concepto
de identidad HARTOG, F.: op cit. p. 132).
48 Despus del libro de Rousso, H.: Vichy un pass qu ne passe pas Pars,
Gallimard, 1996) en colaboracin con el periodista ric Conan),
en
que tomaba
distancias contra el memorialismo de una parte de la historiografa francesa y
criticaba la sacralizacin de la memoria de Vichy, el norteamericano P. Novick denun
ci en su polmico L Holocauste dans la vie amricaine Pars, Gallimard, 2001;
La
ed.
en
ingls
en
1999) la sacralizacin del holocausto
en
Estados Unidos, que se ha
convertido en una religin civil cuyo profeta incontestable es ElieWiesel, una memoria
fetichizada que tiende a despojar progresivamente al judeocidio de su carcter histrico
para conferirle una dimensin mtica.
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Ignacio
Peir Martn
La consagracin de
la
memoria
de
imgenes estereotipadas sobre los que se fabrica el concepto de
tradicin y la memoria cultural de las sociedades
49.
Sin olvidar,
por
supuesto, su importancia en la elaboracin de ese espejo de alte
ridad que son los otros, incluidas las construcciones ms simplistas
ydepravadas acerca
de
los enemigos tradicionales
50.
Distintas mani
festaciones de un mismo fenmeno en el que el funcionamiento
de la historia-memoria confluye con la identidad poltica a
la
que
sIrve.
Por otro lado, tampoco puede negarse que la dificultad para
establecer criterios historiogrficos fiables, justificados por la misin
pedaggica encomendada a los expertos y los valores de la divulgacin
entindase vulgarizacin alegados por los aficionados en general 51
,
ha generado
un
contexto favorable para la cmoda instalacin
de
un
relativismo que convalida cualquier relato como relato posible
52.
Con
una fortuna editorial que casi nunca suele ir acompaada de
la fortuna historiogrfica, el fenmeno se prolonga
al
otorgar carta
blanca a todo tipo de revisionismos que, empeados en trivializar
cuando no en negar la realidad del pasado, ven saludados sus des
cubrimientos por los medios de comunicacin con cortesa, como
49 Sobre el control consciente del concepto
de
tradicin y algunas polmicas
generadas sobre el mismo desde Freud a Derrida, Yerushalmi, Richard J. Berstein
o Gadamer , vanse
ASSMANN
J.:
Religion undkulturelles Gedachtnis
op. cit. pp. 39-41,
Y
J. J. RRER S en su crtica al concepto de Gadamer vid.
infra
nota 73 . Por
su parte, mientras D. Lowenthal rastrea las conexiones
de
la identidad con la tradicin
y la historia
[LOWENTHAL
D.: Identity, Heritage, and History,
en GILLIS
J.
R
ed. :
op.
cit pp. 41-60], D. Levy seala el particular inters, desde el
punto
de
vista conceptual, del tema
de
la continuidad y la discontinuidad, en tanto en cuanto
la memoria se convierte
en un
requisito
de
la identidad
LEVY
D.: op.
cit.
p. 32 .
50 Cinco ensayos acerca
de
este tipo
de
construcciones en el captulo Erbfeind,
en
FRANc :OIS
E., y
SCIIULZE
H
eds. :
op. cit
pp. 391-468.
De
cualquier modo,
un apunte acerca de que las culturas
no
slo generan alteridad al construir una
identidad, sino que tambin producen tcnicas
de
traduccin,
en AssMANN J.:
Moiss
el Egipcio Madrid,
Oberon
2003, pp. 14-15.
51 Los peligros del
pdagogisme
los sealan
ROBIN
R: op. cit.
pp. 337-341;
DELACROIX Ch., en su colaboracin con DossE, F., y
GAReIA
P.:
op.
cit. pp. 267-262,
y
tomando como
punto
central el genocidio judo,
KATIAN
E.:
op.
cit. pp. 67-88.
52
Aunque extrada
de
su contexto, valga la cita
de
J. J. Carreras y su continuacin
cuando escribe: confundiendo, como dijo en cierta ocasin el socilogo francs
Pierre Bourdieu, la realidad
de
la representacin con la representacin
de
la realidad
CARRERAS
J. J.: Certidumbre y certidumbres.
Un
siglo
de
historia,
en CRUZ
ROMEO M.,
Y
SAZ I. eds. : El siglo xx.
Historiografa
e historia Valencia, Universitat
de
Valencia, 2002, p. 81 .
Ayer
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Ignacio Peir Martn
a
consagracin de la memoria
adquisicin de una verdad contrapuesta a los engaos habituales
de los otros historiadores 53.
Enmarcado
en
el proceso
de
reconfiguracin de las relaciones
entre la memoria colectiva y la identidad nacional, la principal carac
terstica que distingue al revisionismo histrico, aparte de su capacidad
para reinterpretar nuevas o viejas temticas, es su habilidad para
formular cuestiones metodolgicas y presentarlas bajo la forma de
problemas de inters pblico 54. Desde el campo privilegiado del pre
sente, el revisionismo se sirve de los resquicios de la memoria colec
tiva la memoria viviente de lo vivido, como deca Halbwachs,
que no es ni cronolgica ni distante
y
yuxtapone la agudeza del
detalle en la cotidianeidad y el vaco de la memoria sobre el acon
tecimiento preciso 55 para entrar en competencia con las propuestas
ms profesionales y situarse en el centro del uso poltico de la historia.
y
esto porque, como escribe Giovanni Levi, por uso poltico de
la historia entendemos el uso de los hechos realmente acontecidos
mediante una manipulacin arbitraria pero, a pesar de ello, persuasiva
para un pblico ms sensible a los eslganes que a la reflexin sobre
la complejidad del pasado. Los instrumentos ms usados son los
que podemos definir como falsa analoga y el que exagera una tesis
para hacer aceptable una tesis impropia pero menos extrema 56. De
esta manera, al transformar los parmetros del discurso histrico y
legitimar una determinada imagen del pasado alumbrada a la luz
de trminos polticos del presente, el problema
se acenta cuando
los juicios de valor revisionistas traspasan los confines acadmicos
y
adquieren resonancia en amplios sectores del pblico, determinando
53
Para la crtica militante del revisionismo citar, entre otros muchos, los clsicos
trabajos de
VIDAL-NAQuET
P.: Les Assasins de l mmoire Un Eichmann
de
papier
et autres ess is sur le rvisionisme Pars, La Dcouverte, 1991, y
LIPSTADT
D.: Denying
the Holocaust: The Growing Assault on Truth and Memory Nueva York, The Free
Press, 1993, en los que denuncian los delirios ideolgicos negacionistas, su lectura
perversa
de
los textos
y
cmo, desde los setenta, se
han
introducido
en
departamentos
de
historia
de
Gran Bretaa y sobre todo,
de
Estados Unidos.
R
Robin define
el fenmeno y presenta una amplia panormica de ejemplos nacionales RoBIN R:
op
cit
pp. 169-215
y
219-270 .
54 LEVY D.: op cit p. 33.
55 ROBIN R: Literatura y biografa, Historia y Fuente Oral 1 1989 , pp. 69-85
los entrecomillados en p. 71 .
56 LEVI
G.: Los historiadores, el psicoanlisis y la verdad, en CARRERAS J
YFORCADELL
C. eds. : op cit p. 103.
196
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gnacio
Peir artn a consagracinde
la
memoria
su comprensin de los fenmenos histricos y confundiendo su opi-
nin sobre los mismos.
n ltimo trmino una de las consecuencias ms evidentes de
este cambio de coyuntura intelectual donde segn la lgica de la
confusin aplicada las interferencias entre la historia y la memoria
son continuas ha sido la consagracin universal de la memoria su
globalizacin ideolgica y circulacin en el espacio pblico a travs
de la prensa la literatura las imgenes y las representaciones artsticas
y cinematogrficas. Y como
un
eco revelador de los equilibrios con-
temporneos entre la mundializacin de la cultura historiogrfica y
el particularismo
en el
modo
de elaborar la historia de cada nacin
han multiplicado las querellas de los historiadores y sus polmicas
sobre el deber y el cmo transmitir la historia.
antener
pasado
n
pasado la memoria
y la prctica historiogrfica
e todas maneras la afirmacin del conocimiento histrico en
la esfera pblica durante las ltimas dcadas del siglo xx haba trado
consigo el aprendizaje de la propia experiencia de los tiempos que
corren de unos historiadores profesionales cuyas miradas interiores
comenzaron a aproximarse mediante la incorporacin de temticas
y conceptos de paradigmas concurrentes.
n
el tema que nos ocupa
una rpida visin panormica del desarrollo de la historiografa duran-
te este periodo permite apreciar tres grandes espacios/momentos de
convergencia y enfrentamiento de la memoria con la prctica his-
toriogrfica. Por supuesto esto deberemos entenderlo en su sentido
descriptivo pues del mismo modo que en la historia y las dems
ciencias sociales los giros paradigmticos adems de continuos y
constantes no son irreversibles; nunca hay que creer que sus dife-
rentes fases estn separadas unas de otras sino que se interpolan
mediante un proceso permanente de interrelacin subordinacin y
dominio conceptual. A partir de aqu podemos hablar de un primer
momento desarrollado desde principios
de
los aos setenta
en
la
medida
en
que la cuestin de la memoria unida hasta entonces
a los nombres de afamados psiquiatras escritores filsofos histo-
riadores del arte o socilogos comenz a atraer la atencin de los
historiadores preocupados por promover la historia desde abajo.
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Ignacio Peir
Martn
La consagracin de la memoria
En este sentido, muchos de los nuevos campos de investigacin sur
gidos de la historia social (fecundados tambin con conceptos pro
cedentes de la antropologa, la etnografa o la teora literaria), se
involucraron con el tema de la memoria individual y colectiva
desde el horizonte de la historia oral y la consideracin de la memoria
como fuente de la historia.
En
el marco de esta nueva correspondencia entre la memoria
social (generacional y comunicativa) y la historia, se publicaron libros
innovadores sobre las historias de vida y las autobiografas de quienes
nunca tuvieron voz en el pasado, acerca de las memorias tnicas
como instrumento para la construccin de identidades o dedicados
al
estudio de la cultura de las clases populares y su vida cotidiana.
Pronto, sobre el cimiento del valor otorgado a los testimonios orales
y/o testigos oculares de los acontecimientos y la reivindicacin en
el anlisis histrico de un nuevo concepto de subjetividad 57, las posi
bilidades de este gran espacio se vieron ampliadas por la emergencia
de una corriente caracterizada, primero, por elevar la memoria a
objeto
de
la investigacin histrica, y en segundo lugar,
por
el desafo
que supona para el presente
de
las sociedades la recuperacin
de
la memoria ms dramtica y el conocimiento de las experiencias de
los vencidos por la historia ms reciente.
En
efecto, con el trasfondo de los agitados climas de opinin
creados
por
la tarda celebracin de procesos judiciales por crmenes
contra la humanidad en Francia, Alemania, Israel o Italia, y la con
solidacin institucional de la historia del tiempo presente como
disciplina 58, se han precipitado sobre
mercado un alud de publi
caciones dedicadas a historiar la memoria
de
la era
de
las cats
trofes. Se trata de un nmero cada vez mayor de obras escritas
con el objetivo pblico de remover la conciencia de los ciudadanos
ante la concepcin de la historia cerrada, sin utopas, anclada
en
57 Sobre la reivindicacin de la subjetividad, vase SIMPSON D.: La crtica
literaria yel retorno a la historia , en
PENEDO
A y PONTN G. (comps.): Nuevo
Historicismo Madrid, Arco-Libros, 1998, pp. 299-300; tambin en el artculo de
FRANK
R:
La mmoire et l histoire, en VOLDMAN D. (dir.): La
bouche
de la
Vrit?
La
recherche historique et
les
sources
orales
de
Cahiers
de
l IHTP
21
(noviembre
de 1992), pp. 65-72, Yel ensayo de PASSERINI L.: Storia e soggettivita. Le
ont
oralt;
la memoria Florencia, La Nouva Italia, 1988.
58
Vase Rousso, H.: La Hantise op cit. pp. 49-84. Un apunte sobre la
revisin acerca de la relacin entre la historia y la memoria introducida por la historia
del tiempo presente en DossE, F.: L histoire Pars, Armand Colin, 2000, pp. 113-114.
198
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Ignacio Peir Martn
a consagracin de la memoria
el orden que supone la relacin con un pasado controlado y saturado
de memoria.
Una
historia pensada desde la libertad y la crtica que
pretende restituir la complejidad del pasado y defenderlo como
un
valor en s mismo. Y un horizonte emancipador, en suma, hacia
el que irremediablemente se ve empujado el ngel de la Historia 59
mientras su mirada sigue capturada por los horrores del siglo :xx
representados por los iconos de Auschwitz y el gulag
60,
los montones
de ruinas sobre los que se reconstruye la memoria juda del Holocausto
por lo dems, una de las empresas de investigacin historiogrfica
sobre la memoria ms tradicional, prspera e influyente
61,
las obse
siones francesas por los pasados que no pasan
62,
los debates italianos
sobre el fascismo y el antifascismo 63 o las culpabilidades colectivas
y amnesias alemanas
64.
59 La imagen del Angelus Novus de Benjamin
en
su
IX
tesis
BEN]AMIN
W.:
op
cit.
p.
183 . La nocin de rememoracin y la alegora de este ngel marxista-judo
en
Moss, S.: op cit. pp. 125-132
Y
145-147,
YLOWY
M.: op cit. pp. 71-79.
60 Una muy personal reflexin sobre el atroz siglo
xx
no inclinada precisamente
al optimismo, la realiza
J J
Carreras
en
la leccin sexta
CARRERAS
J J:
El ngel
de la historia,
en Seis lecciones sobre historia
Zaragoza, Institucin Fernando el
Catlico, 2003, pp. 85-97 .
61
El extraordinario desarrollo de los estudios sobre la memoria del holocausto
en SPIEGEL G. M.: Memoria e historia..., op cit El debate sobre su singularidad
lo sintetiza
MATE R:
Por los campos op cit. pp. 51-75. Norman G. Finkelstein
denunci sus aspectos comerciales en industria del Holocausto Madrid, Siglo XXI,
2002 , libro
que
despert grandes crticas
por
sus conexiones con los negacionistas.
Mucho ms compleja es la revisin histrica de las actitudes americanas hacia el
holocausto, desde la Segunda Guerra Mundial hasta el presente, de NOVICK P.:
L Holocauste
op
cit
62 Con trabajos pioneros como el del director del IHTP Rousso, H.: Le Syndrome
de Vichy de
1944
a nos jours
Pars, Seuil, 1987, que marca una etapa decisiva
en
la consolidacin de la historia de la memoria francesa, podemos resumir estas
obsesiones en: Vichy, el olvido de la guerra de Argelia, las grandes figuras de la
Resistencia, el tema de la memoria comunista y ms recientemente, la cuestin
de la integracin de las otras memorias
en
el multiculturalismo francs.
63
El debate
de
los historiadores italianos sobre la Resistencia desde la aparicin
del libro de
PAVONE c
Una
guerra
civile.
aggio
storico sulla moralita della Resistenza
Turn, Bollati Boringhieri,
1991
ha hecho que la historiografa
de
izquierdas integre
su interpretacin bajo el concepto de guerra civil, abandonando la visin tradicional
como movimiento nacional contra el nazifascismo TRAVERsa E.: Nazisme et m
moire, entrevista con Olivier Morel, p. 5,
en
web: www.republigue-des-lettres.com/
t1/traverso.shtm1 .
64
El alcance de los diversos acontecimientos nacionales desde los Estados
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Ignacio Peir Martn
La consagracin de la
memoria
Hay adems otra cuestin que no se puede dejar de lado. Y
es que estos historiadores han adoptado una actitud precisa al justificar
la utilidad colectiva de la historia profesional desde la voluntad de
enjuiciar el pasado del nazismo, la Segunda Guerra Mundial y des
pus de la cada del Muro de Berln, del comunismo. Desde una
perspectiva militante bien diferente a la historiografa de partido
y al revisionismo partisano , intentan presentar la imagen tica del
historiador en su doble condicin de protagonista social cargado de
memoria y responsabilidad profesional, ms all de sus posiciones
ideolgicas
65.
Ideas que, adems de remitirnos a la mejor tradicin
de las ciencias sociales representada,
por
ejemplo,
por
el socilogo
Norbert Elias, cuando vinculaba las variaciones individuales de los
intelectuales con los patrones sociales de compromiso y distancia
miento 66, permiten poner sobre la mesa las diversas tomas de posicin
de los historiadores ante los acontecimientos lmite que les ha tocado
vivir en el siglo de la guerra total y la negacin del Estado de derecho
67.
En todo caso,
si
observamos el curso de la historiografa en el
ltimo tercio del siglo pasado, encontramos otros territorios en los
Unidos y Alemania hasta el Japn y los intentos por reconstruir la historia desde
el olvido en ROBIN
R: op cit.
pp. 169-195.
65 El aspecto militante con que el historiador
debe
ponerse al servicio
de
la
verdad lo recuerda Pauline Schmitt al trazar el itinerario intelectual de un autor
que reconoce la tensin existente entre la vrit et mmoire; que la recherche de
la vrit n est
pas
la mme chose que la transmissin de la mmoire [SCHMITr
P.:
Pierre Vidal-Naquet, en SALES V. coord. : op
cit.
p. 331]. E. Kattan considera
la nocin de integridad
y
el principio de la responsabilidad como fundamentales
en el trabajo
de
los historiadores sobre la memoria UTrAN, E.: Penser le devoir
op cit. pp. 128-129 Y134-136 .
66
Tradicin vinculada a Weber, Simmel y Mannheim, Gramsci o Lukcs, y
que el autor de l
proceso
de
la civilizacin
1939 explicara en
Compromiso y
dis-
tanciamiento. Ensayos de sociologa del conocimiento
Barcelona, Pennsula, 2002,
pp. 38-47 , Y
i trayectoria intelectual
Barcelona, Pennsula, 1995, pp. 165-183 .
Su influencia en los historiadores en SALVADORI P.: Norbert Elias, en SALES
coord. : op
cit.
pp. 119-136, Y NOIRIEL G.:
Penser avec penser contre ltinraire
d un historien
Pars, Belin, 2003, pp. 171-188.
67
Para el tema del genocidio, vase la tipologa de
TRAVERSO
E.:
La Historia
desgarrada
op
cit
Por
otra parte, mientras Phillippe Burrin
no
ha
dudado en
dedicar
un captulo a la acomodacin oportunista de los intelectuales franceses, incluido
un historiador tan intocable como
Febvre BURRIN P.:
La France
a
rheure allemande
1940 1944
Pars, Seuil, 1995, pp. 322-328 , tampoco lo ha hecho H U Wehler
al denunciar la abstinencia poltica de la nueva historia cultural alemana
WEH-
LER H.-U.: op
cit.
pp. 81-84 .
200
Ayer
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gnacio Peir
Martn
La consagracin de la
memoria
que la unin entre la memoria
y
la historia se articul alrededor
de los numerosos comentarios suscitados por
el
libro inacabado
de
Maurice Halbwachs, La
mmoire collective
y la nocin de historia
de la memoria, entendida como una historia de los usos del pasado
en
los sucesivos presentes 68. No podemos detenernos aqu
en el
anlisis de las numerosas corrientes de la memoria normal no
traumtica surgidas en el periodo 69, tampoco en desvelar sus cone
xiones con la multiplicidad de propuestas vinculadas
al
retorno de
la identidad y lo nacional, ni adentrarnos en el resurgir de ese
fenmeno intermedio
y
no siempre claro que son las narraciones
autobiogrficas 70. Sin embargo,
s
quiero recordar cmo, siguiendo
tambin la estela trazada por el socilogo francs desaparecido en
Buchenwald, y retomando algunos planteamientos historiogrficos
que se remontaban a los aos veinte, un segundo gran espa
cio/momento empez a cristalizar mediante la agrupacin de dife
rentes lneas de investigacin. Y lo hizo cuando una serie de autores
de procedencia
y
recorridos tan dispares como Agulhon, Hobsbawm
o Nora, plantearon los primeros esbozos de lo que ms tarde sera
conocido como poltica de la memoria.
Al hacer hincapi en la invencin del imaginario oficial o las
invenciones del recuerdo utilizadas por determinados grupos para
su propia memoria colectiva, estos historiadores y los epgonos que
les han seguido hasta la actualidad han tratado de profundizar en
el problema de la transmisin y la reinterpretacin de los recuerdos
histricos como construcciones culturales, estudiando las metforas,
los lugares y las representaciones simblicas utilizadas en la socia
lizacin del pasado rememorado
71. En
sntesis, se trata de trabajos
68 DELACROIX Ch.; DOSSE F., y GARCIA P.: op cit p. 263. Y la panormica
que sobre
la
historia social de la memoria
en
Francia presenta DOSSE F.: op
cit
pp. 170-193.
69 Por
su intento
de
precisar las relaciones entre historia y memoria mencionar
tres obras que, junto a alguna de las sealadas
en
el texto, considero importantes:
el pionero libro
de YATES
A :
The t o Memory
Chicago, University
of
Chicago
Press, 2001 1
a
ed., 1966 ; las reflexiones historiogrficas de LE
GOFF
J :
Histoire
et mmoire
Pars, Galimard, 1977, y el estudio
de
HUTTN
P. H.:
History
as
an
t o Memory
Hanover, University Press
of
New
England, 1993,
en
el que intenta
construir una historia intelectual del concepto de memoria
en
Europa.
70 La experiencia autobiogrfica como historiador del holocausto de HILBERG R
La
politique de
la
mmoire
Pars, Gallimard, 1996 1.
a
ed.
en
ingls
en
1994 .
71
Por la vigorosa progenitura generada, en este espacio englobamos, junto a
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Ignacio Peir
Martn
La
consagracin
de la memoria
historiogrficos sin duda, uno de los ms poderosos y criticados
ha sido el dirigido por Nora) dedicados a subrayar el hecho de que,
frente a las intenciones de enlazar tradicin con continuidad explcitas
en los programas de pedagoga poltica, son los sentimientos de rup
tura del presente, devenu la catgorie
de
notre comprhension de
nous-mmes los que caracterizan la idea global de la conmemo
racin 72. En este sentido, podemos afirmar con Juan Jos Carreras
en su comentario crtico al concepto de tradicin en Gadamer que
tal concepto de la tradicin como paradigma de la sociedad carece
de realidad alguna fuera de las fantasas de los romnticos alemanes,
y es conveniente recordar que por los mismos aos de la publicacin
de
Verdad y Mtodo
un historiador marxista ingls E. P. Thompson)
desarroll su propia hermenutica, rompiendo con la visin holstica
de la tradicin para poder comprender las luchas
en
la palestra
de las costumbres, y reconocer la existencia de tradiciones alter
nativas a la dominante y movidas por su propia racionalidad. Por
ello, para la mirada del historiador, el problema no es el de la
persistencia d e los elementos, sino el de la relevancia histrica d e
tales elementos
73 .
N o debe sorprender la mencin del filsofo de Marburgo, si
se piensa
en
la calurosa acogida de la que fue objeto su obra por
parte de los cultivadores de la nueva historia cultural, desde mediados
de los setenta, y
en
cmo sus planteamientos se han fundido
en
el crisol terico de la memoria. En efecto, como resultado de la
convergencia de la visualizacin de las polticas de la memoria con
la hermenutica de Gadamer, y con los estudios sobre el lenguaje
la serie
que
inicia
AGUUION
M.:
Marianne au Combat. l Imagerie et
la
Symbolique
Rpublicaines de
1789
a 1880,
Pars, Flammarion, 1979; el libro editado
por
HOBS-
B WM E., y RANGER T :
invencin de
la
tradicin,
Barcelona, Crtica, 2002 1.
a
ed.,
1983); la obra dirigida
por NORA P.: Les Lieux de mmoire. Rpublique, Nation,
Les France
3 vols., Pars, Gallimard, 1984-1992, o los tres volmenes dedicados
a los lugares
de
la memoria alemana
de
FRANc;orS E., y
SCHULZE
H eds.): op cit
72 NORA P.: Comment crire l h istoire de F ran ce?, en
Les France
vol. 3,
Pars, Gallimard, 1997 edicin en cuarto), p. 2232. Las contradicciones temporales
de
la obra, as como su participacin
en
la transformacin
de
la m emo ria
en un
instrumento del presente, en HARTOG F :
op
cit.,
pp. 133-162.
73 C RRER S AREs
]
].: Bosques llenos
de
intrpretes ansiosos y H
G Gada-
mer, Conferencia impartida en el ciclo organizado por Elena Hernndez Sandoica
en
el o to o
de
2002 pp. 17 -18 del original consultado gracias a la amabilidad del
autor).
202
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Ignacio
Peir Martn La consagracin
de
la memoria
y el anlisis
de
las relaciones entre el tiempo, la memoria y la historia
realizados
por
Reinhart Koselleck
74,
surgieron varias lneas que
se
pueden
recorrer en distintos sentidos pero que
pueden
unirse en
el crculo
donde
la memoria se propone a la vez como modelo de
anlisis del pasado y objeto de reflexin historiogrfica. Nuestra pro
puesta pasa
por
cerrar este espacio con una mencin a la mne
mohistoria corriente que investiga la historia de la memoria cul
tural y cuyo principal representante es el profesor de egiptologa
de
la Universidad de Heidelberg, Jan Assman
75,
una referencia
a dos obras recientes que, guiadas por
la
brjula metodolgica del
escepticismo, se muestran atentas a percibir los detalles ms para
djicos del presente historiogrfico
de
la memoria:
Rgimes d
J
his-
toricit
de F
ran
-
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Ignacio
Peir Martn
La
consagracin
de la memoria
miento
por
la memoria en el que se han precipitado los autores
que, al concebir la historia como un gnero lingsticolliterario, no
han dudado en
valorizar la memoria como discurso historiogrfico
alternativo 76.
Actualmente esto ha dado lugar a
un
intenso debate, entroncado
con las corrientes surgidas del pensamiento postmoderno, la teora
literaria y los estudios culturales, en el que la oralidad de la memoria
se concibe
en
consonancia con la narrativa como criterios principales
de representacin de la realidad. Dejando al margen los retos que,
en
el orden terico y prctico, supone la crtica postmoderna, me
limitar a sealar la aparicin de un tercer espacio-momento inmerso
en
el carnaval de las culturas
y
la cultura postfilosfica, la frag
mentacin de las imgenes
y
la disparidad del inconsciente colec
tivo. Cancelada la distincin entre ficcin
y
realidad, negados por
opresivos los valores
de
la razn y considerados agotados los grandes
relatos histricos
incluidos
los emancipatorios las nuevas puertas
de la historia se han abierto a la creatividad de la memoria que
opera
de
un
modo
similar a como antes lo haca su despliegue
de deconstruccin y teora 77. Desde esta evanescencia de lo real,
estos autores han replanteado la imposibilidad de la historicidad de
los acontecimientos y convertido el pasado en algo que no acaba,
reencarnado en el presente absoluto mediante la profunda identi
ficacin entre testimonio e historia.
Esta referencia final mucho ms compleja de lo que aqu se
ha podido mostrar me sirve para concluir recordando cmo el campo
de
la historiografa es
un
cruce de caminos con tantas interrogaciones
problemticas, tipos de recorridos intelectuales e implicaciones socia
les que, algunas veces, podramos adoptar el clebre eslogan, che
la storia e
cosa
troppo importante per lasciarla agli storici 78. Pero esta
misma frase demuestra la propia responsabilidad de la historiografa
ante una realidad que poda terminar devorada por el exceso de
memoria y su representacin espectacular en el presente simultneo
76
El
fenmeno
de
la
infatuation
lo
recuerdan
NOVIcK
P.:
L Holocauste
op
cit Y
KiEIN
K :
On the
emergence
of
memory in historical discourse, Repre-
sentations 69 2000 , pp. 127-150 citado por SPIEGEL G. M.: Memoria e historia...,
op cit
pp. 55-56 .
SPIEGEL
G. M.: Memoria e historia...,
op cit
pp. 55 Y65-67.
78
GALLERANO
N.: Storia e uso...,
op cit
p. 23.
204
Ayer
53/2004
1 :
179 205
-
5/19/2018 La Cosagracin de La Memoria. Una Mirada Panormica a La Historiografa Contempornea
27/28
Ignacio
Peir artn
La
consagracin de
la
memoria
de la esfera pblica
79.
e este modo, puede que la originalidad de
la
profesin histrica slo resida en el esfuerzo personal de los his
toriadores
por
tratar de liberar la tradicin del conformismo que
amenaza con destruirla 80. Al fin y al cabo, al pensar con la historia
no hacemos otra cosa que explicar el pasado que pas y por eso
lo expresamos desde la distancia que proporciona la adhesin a la
con