La Construcción de La Memoria Social en La Cuenca Del Lago Titicaca

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Articulo que revisa como se construye la monumentalidad en el paisaje del Titicaca y como esto es depositario de la memoria colectiva

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  • LA CONSTRUCCIN DE LA MEMORIA SOCIAL EN LA CUENCA

    DEL LAGO TITICACA Y LAS POSIBILIDADES DE UNA

    FENOMENOLOGA DEL PAISAJE

    CONSTRUCTION OF SOCIAL MEMORY IN BASIN LAKE TITICACA AND

    POSSIBILITIES OF A LANDSCAPE PHENOMENOLOGY

    Luis A. FLORES1

    Articulo presentado para ser publicado en las

    ACTAS DEL 1er CONGRESO NACIONAL DE ARQUEOLOGIA DEL PER - 2014

    1 Email: [email protected],

    Docente Auxiliar por la Universidad Nacional Federico Villarreal, Per.

    Magister en Arqueologa Prehistrica - Universidad Complutense de Madrid, Espaa

    Licenciado en Arqueologa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Per,

  • Resumen

    Este artculo ensaya una nueva interpretacin sobre la formacin del paisaje

    monumentalizado en la cuenca del lago Titicaca, Andes Centro-Sur, y cuyo efecto trajo

    el surgimiento de las construcciones monticulares a finales del periodo Arcaico e

    inicios del Formativo. Esta historia se ha podido rastrear en el estudio de las casas de

    los ltimos cazadores-recolectores, donde se conjugaron actividades domsticas y

    tambin prcticas rituales de convivencia con sus muertos. Todo ello permiti la

    subjetivacin de sus casas, pero al mismo tiempo que ellos sean objetivados en un

    sistema de existencia cclico. Se entiendo este cambio, no solo a nivel tecnolgico,

    sino sobre todo como un nuevo de ser y estar en el mundo.

    Palabras Claves: Arcaico, arquitectura, Andes, Formativo, Titicaca, memoria social,

    monumento, ancestros.

    Abstract

    This article attempts a new interpretation of the formation of monumentalised

    landscape in the Lake Titicaca, South-Central Andes and the effect brought the rise of

    the mounds in the late Archaic and early Formative period. This history has been

    traced in the study of the homes of the last hunter-gatherers, where domestic activities

    combine rituals and practices of living with their dead. All this allowed the subjectivity of

    their homes, but while they are objectified in a system of cyclic existence. Understand

    this change, not only in technology, but above all as a new being and being in the

    world.

    Keywords: Archaic, architecture, Andes, Formative, Titicaca, social memory,

    monument, ancestors

  • 1. INTRODUCCIN

    En algn momento de la historia, algunos grupos cazadores-recolectores iniciaron un

    viaje que los llev a un cambio en la forma de pensar, entender su medio y en el modo

    de relacionarse y organizarse ecolgica y socialmente. Esto es lo que universalmente

    se ha llamado Neoltico. Para el caso andino, se ha sealado que las principales

    innovaciones que identifican la neolitizacin andina son la domesticacin vegetal y

    animal, la sedentarizacin y la jerarquizacin social, con todos sus ejemplos de

    materialidad, desde la arquitectura pblica monumental hasta sus contextos funerarios

    (Lavalle 2006: 36). De ellas, la aparicin de la arquitectura monumental ha sido uno

    de las innovaciones neolticas que los arquelogos han privilegiado en sus

    investigaciones. En los Andes, como en otros escenarios, este tema ha sido abordado

    como indicador de concentracin del poder y el surgimiento de la desigualdad social y

    econmica (Haas 1987; Shennan 1982; Trigger 1990), es decir como un tema de la

    elite (Dillehay 1990). Aunque hoy es bien sabido, por la arqueologa y etnografa, que

    las construcciones monumentales surgieron sin necesidad de un poder poltico

    centralizado (Flannery y Marcus 2012; Rosenswig y Burger 2012). En ese contexto, el

    sedentarismo completo tampoco fue una innovacin fundamental, habiendo ejemplos

    de sociedades que sin ser totalmente sedentarias construyeron edificaciones

    monumentales (Rosenswig y Burger 2012).

    Sin embargo, ms all de explicaciones clsicas, en los Andes Centrales y Centro-Sur

    no se ha tratado de entender la monumentalidad desde otras perspectivas. De las

    cuales me interesa aqu incluirme en la propuesta que consideran que la

    monumentalidad puede ser explicada en responder cmo las sociedades perciben,

    entienden y se sitan en el mundo (Bradley 1998; Criado 2012; Thomas 1999; Tilley

    1997). Es as que en este texto abordar de manera sinttica sobre el surgimiento de

    la arquitectura monumental, un tema que lo he desarrollado en otro lado ampliamente

    (Flores 2014),

    2. EL PAISAJE MONUMENTALIZADO

    2.1. Monumento y el surgimiento del paisaje monumentalizado

    Para abordar el origen de lo monumental y la monumentalidad, resulta necesario

    definir monumento. Retomo el sentido latino de la palabra, monumentum, que significa

    recuerdo. En ese contexto, el estudio del surgimiento de las construcciones

  • monumentales no solo debe ser entendido en su sentido coloquial que hace referencia

    a una construccin muy grande, sino comprendido en la plasmacin de un cdigo

    social de representacin del mundo y su sentido de lugar objetivado y subjetivado.

    Procesos donde la memorizacin social del espacio fue uno de los puntales para

    finalmente lograr la domesticacin misma del pensamiento (Criado 2012: 228, 305;

    Bradley 1998: 66). Precisamente en este texto me centrar en resaltar la importancia

    de cmo los grupos construyen y utilizan la memoria social como estrategia para

    buscar la unidad social y cmo ello result en paisaje monumentalizado (Flores 2014)

    2.2. La memorizacin social, del espacio al lugar

    An queda pendiente la pregunta qu motiv la construccin monumental? Para este

    fin, varias acciones debieron jugar un papel importante. Me centrar solo en una de

    ellas, la memorizacin social y cultural del paisaje.

    Las edificaciones monumentales por y para los vivos permitieron crear un vnculo con

    los ancestros, por medio de una serie de ritos alrededor de ellos, que cimentaron una

    genealoga y conciencia colectiva. As el paisaje, y en general toda nuestra

    experiencia del presente, se construye, en gran medida, como un registro permanente

    de la vida, obra y (re)conocimiento de las generaciones pasadas que han morado

    dentro de ella y, al hacerlo, han dejado all algo de s (Connerton 1989; Ingold 1993).

    As lo demuestran diferentes datos etnogrficos y arqueolgicos, sobre prcticas de

    memorizacin social mediante la ancestralizacin del territorio; en las que algunas de

    estas actividades generaron la formacin de montculos (Dillehay 1990).

    Sin embargo, los monumentos no deben ser entendidos solo como espacios

    funerarios, sino como lugares con un entramado simblico, social y poltico, que

    apunta a la reafirmacin y produccin del orden cultural, a travs del manejo de los

    muertos por parte de los vivos. Se trata de un lugar de transformacin, donde se

    renegocian su categora de personalidad (Criado 2012; Thomas 1999). Adems, un

    monumento puede formarse sin la necesidad de ser un escenario exclusivo para los

    muertos (Thomas 1999). En otras palabras, las continuidades, interrupciones y

    regresos sobre el mismo espacio, en el tiempo y las ceremonias alrededor de l,

    fueron definiendo un monumento, es decir un recordatorio sobre su pasado, hilando

    una tradicin (Criado 2012).

    Pero an falta por responder qu motiv la relacin que establecieron las sociedades

    entre los ancestros, los monumentos y las ceremonias. Considero ac que los

    monumentos funcionaron socialmente como nomos, para contrarrestar ese constante

    peligro de colapso de la sociedad, propugnando la communitas. Para tal fin se valieron

  • de rituales, coordinados por ciertos lideres eventuales que lograron persuadir que la

    gente asumiera los papeles y valores que el grupo requera, donde la invocacin de la

    vida de los antepasados era el modelo de comunidad imaginada, construyendo con

    ello la memoria social, fusionando el pasado con el presente (Bradley 1998: 85-89;

    Clastres 1978: 180; Connerton 1989).

    En este contexto, la aparicin de los primeros santuarios, atribuidos a grupos

    cazadores-recolectores complejos, debe ser vista como respuesta de la sociedad a

    dicha presin y a la bsqueda de nuevas formas de representacin social. Es as que

    el santuario, casi siempre ha sido considerado como espacio para festividades

    comunales, actividades intelectuales y el ejercicio del poder por y para el grupo en su

    conjunto. Sin embargo, nos hemos olvidado que tambin, sobretodo, los santuarios

    fueron lugares que permitieron conservar la integridad de la sociedad, alejndolo del

    riesgo de la divisin social (Criado 2012: 298), donde el uso del ritual medi las

    tensiones sociales y salvaguard la integracin comunal, propiciando lo que Clastres

    (1978) ha llamado La sociedad contra el Estado. Todo ello trajo consigo la formacin

    de la concepcin del tiempo mtico gracias a las prcticas rituales vinculadas a los

    ancestros, construyendo la genealoga de la familia, de la comunidad. Pero en algn

    momento, tal vez con el cercamiento y uso especializado de estos espacios y/o el

    surgimiento de los montculos logr no solo centralizar los rituales, sino restringir su

    uso a grupos cada vez ms pequeos, proceso que permiti que algunos monopolicen

    el capital simblico y germine la desigualdad social (Clastres 1978: 186-191).

    Frente a estas referencias el panorama andino se presenta ms que interesante para

    ensayar una respuesta sobre el origen de la monumentalidad. En este trabajo

    presentar una interpretacin sobre el surgimiento de las construcciones

    monumentales, desde que estas edificaciones fueron objetivadas como monumento;

    antes que tomen caractersticas monticulares. Me basar en datos publicados de los

    periodos Arcaico y Formativo de la cuenca del lago Titicaca (CLT), en los Andes

    Centro Sur, actuales territorios de puna del sur del Per y norte de Bolivia, a ms de

    3800 msnm (Aldenderfer 2012; Craig 2005, 2012; Hastorf 2003) (Fig.1). Lo novedoso

    de mi propuesta radicar en la perspectiva que asumir, donde la arquitectura

    monumental ser entendida como la exteriorizacin de una mentalidad, hija de su

    tiempo y espacio, que alcanza a ser objetivada como monumento e interiorizada en la

    misma prctica comunal como un pensamiento. De esta forma, entiendo este hecho

    social como una interaccin constante entre lo material y lo inmaterial, entre lo material

    y lo subjetivo, entre lo social y lo natural, de forma que cada uno transforma al otro en

  • una relacin de doble direccin. Por ello me pregunto cmo las comunidades

    transforman un espacio fsico como una montaa o un montculo menor, en un lugar

    lleno de contenidos? Por ello considero que la Arqueologa del Paisaje es una

    herramienta terica apropiada para alcanzar el objetivo de la investigacin trazada,

    porque ella permite estudiar la percepcin y significacin, no slo fsica o funcional,

    sino sobre todo ontolgica, que todos los humanos tenemos del entorno en el que nos

    movemos y habitamos en el tiempo. Lo que desde el punto de vista Heidegiano sera

    el ser-ah interrogndose por el ser; es decir el ser viviendo en un mundo y en un

    tiempo ancestral y estructural. O como dira Felipe Criado (2012: 312) para un caso

    arqueolgico: la arquitectura megaltica constituye un modelo de pensar el mundo que

    tambin es una forma de habitarlo, de estar en l.

    Figura 1.- La cuenca del lago Titicaca con la ubicacin de los principales sitios del periodo Arcaico Tardo y Terminal (triangulo negro) y Formativo (circulo negro) (Craig 2011: 369, Fig. 1 y en el recuadro superior en base a la foto satelital de la Nasa: Topography of Andes from a Digital Elevation Model).

  • 3. DE CASAS A MONUMENTOS. EVIDENCIAS EN LA CUENCA DEL LAGO

    TITICACA

    La idea de lo monumental lo he podido rastrear en la cuenca del Titicaca desde los

    vestigios de los ltimos cazadores-recolectores, cuyas casas fueron subjetivadas con

    sus diferentes actividades domsticas; pero tambin con sus naturalizadas

    actividades rituales vinculadas a los ancestros. Todo ello habra contribuido a objetivar

    a sus ocupantes, estableciendo y reproduciendo un habitus propio del Arcaico Tardo-

    Terminal, que con la aparicin del cultivo y el pastoreo permiti consolidar su

    existencia cclica.

    Las prcticas naturalizadas de los cazadores-recolectores complejos del Titicaca, con

    un patrn ocupacional semi-sedentario, cuya recurrencia de regresar al mismo sitio, al

    lugar donde estaban sus antepasados, conllev que los sujetos se objetiven en una

    casa que albergaba una memoria social compartida. Todo ello permiti ir creando un

    sistema existencial cclico, regido en parte por las festividades alrededor de los

    muertos, pero tambin por los ciclos naturales del entorno, que lo hicieron su lugar de

    vida y de vivencias. Este proceso se inici en el Arcaico Medio, cuya ocupacin datada

    ms antigua es de 6000 a.C. (Aldenderfer 2012). Aunque recientes investigaciones

    sealan que el manejo social de los muertos empez ms temprano (Haas 2014).

    3.1. Conviviendo con los muertos en Jiskairumoko

    El yacimiento ms investigado del Arcaico Tardo-Final de la regin es Jiskairumoko.

    El asentamiento es un palimpsesto de al menos cinco niveles que van desde el

    Arcaico Tardo hasta el Formativo Inicial y que ha sido interpretado como una base

    residencial semi-sedentaria (Aldenderfer 2012; Craig 2005: 413, 2012: 57).

    En un primer momento el sitio estaba compuesto por la Casa Semisubterrnea 1,

    excavada en el estril, de 20 m2 de rea, que parece haber sido parte de un trazado

    aldeano mayor. Para el siguiente periodo, Jiskairumoko fue una aldea compuesta por

    varias estructuras semisubterrneas pequeas, de las cuales se han reconocido solo

    tres (Aldenderfer 2012; Craig 2005, 2012). Las dataciones ms antiguas provienen de

    la Casa 2 que van desde 2473 - 2119 a.C. hasta 1784 - 1601 a.C. Los lmites de las

    casas fueron usadas para trabajos de manufactura, como el procesamiento de lana,

    as lo indica el hallazgo de espadas de tejedor de hueso y una fusayola o piruro de

    arcilla en las inmediaciones de la Casa 2 (Craig 2012: 78).

  • En las casas de Jiskairumoko se ha detectado, durante los periodos Arcaico Tardo y

    Terminal, la convivencia de actividades domsticas y ceremoniales, de los vivos con

    prcticas rituales para los muertos. Se han descubierto cinco entierros de adultos, de

    los cuales dos de ellos han sido identificados como mujeres; uno de los investigadores

    sostiene que es posible que todos sean restos de mujeres, y que por su asociacin

    con piedras de moler se est intentando de dar una valoracin sobresaliente al

    procesamiento de plantas (Fig.2). Aunque se podra pensar que la conmemoracin del

    pastoreo tambin est presente por la presencia de una efigie de camlido en el

    Entierro 1 y huesos de camlidos en los entierros 3 y 4 (Craig 2012: 103-104). El

    registro arqueolgico funerario de Jiskairumoko, identificado al exterior de las casas

    semisubterrneas 1 y 2 (Craig 2005, 2012), presenta un rico contexto para inferir las

    actividades que los vivos establecieron con los muertos. Al sureste de la Casa 2 se

    han reportado los entierros 1, 2 y 3. Todos estos entierros estuvieron rodeados de

    grandes manchas de ceniza, restos de instrumentos lticos de molienda y semillas de

    quinua que son evidencia de un rea de procesamiento de plantas pero adems de

    posibles banquetes (Craig 2012: 74, 78-80, 84-86, 103-105).

    Figura 2.- Entierros del Arcaico Tardo y Terminal en los exteriores de la Casa Semisubterrnea 2 de Jiskairumoko (Craig 2012: Fig. 15).

  • Por otro lado, llama la atencin la presencia casi exclusiva de entierros de mujeres

    entre los exteriores de las casas de Jiskairumoko, donde adems, en dos de ellas se

    ha logrado identificar deformacin craneal bilobada. Creo que todo esto refleja la

    importancia que quiso darse a la figura de la mujer. Lo que tambin resulta de sumo

    inters es que estos entierros contienen objetos de mucho simbolismo por su

    procedencia extica (Aldenderfer 2012; Craig 2005, 2012).

    Lo que tenemos en Jiskairumoko es la posibilidad de que los habitantes hagan su vida

    cotidiana en las casas durante varios meses al ao, depositando alimentos como

    quinua y tubrculos en pozos usados como almacenes dentro de las viviendas

    (Aldenderfer 2012; Craig 2005, 2012). Pero que en ciertos momentos pudieran

    acceder a los restos de sus ancestros, expresando una clara continuidad entre el

    pasado y el presente, entre el mundo de los vivos y el de los ancestros permiti

    construir su sistema existencial.

    3.2. De Kaillachuro a Chiripa. El manejo de los muertos fuera de las casas.

    Durante la ltima ocupacin de Jiskairumoko, durante el Formativo Temprano, se dej

    de enterrar a los muertos cerca de las casas. An no se ha determinado si esta

    actividad ces o fue trasladada hacia otro lugar, por tanto es interesante mirar otros

    sitios cercanos.

    Kaillachuro es un sitio que alberga una serie de nueve montculos menores funerarios

    (Figs.3 y 4). Por su tipologa ltica el sitio ha sido datado desde el Arcaico Tardo hasta

    el Formativo Temprano (3300-1400 a.C.). Lamentablemente solo se conoce un

    fechado radiocarbnico de 3960 a.p. (aprox. 2390 cal. a.C.), proveniente del contexto

    de un infante colocado dentro de un caja de piedra en una capa de ocre, en la base

    del montculo funerario 4 (Aldenderfer 2012: 34-5; Craig 2005: 676-77). Otros

    entierros, esta vez recuperados del montculo 6, estuvieron asociados a azadas

    pulidas de piedra tpicas del Formativo (Craig 2005: 676-77). Aunque no se ha

    encontrado cermica, la cual siempre es escasa en estos tiempos, los datos me hacen

    pensar que la mayor parte de estos entierros son de finales del Arcaico y del

    Formativo Temprano. Entonces, parece que en Kaillachuro la sociedad empez a

    enterrar a sus muertos fuera de las reas habitacionales durante el Formativo

    Temprano.

  • Figura 3.- Mapa del sitio Kaillachuro, donde se presentan los montculos funerarios, en planta y perfiles topogrficos (En base a Craig 2005: 406, Fig. 7. 4).

    En otro sitio del Formativo, en Chiripa, pennsula Taraco de la CLT, se ha encontrado

    en el sector de Santiago una ocupacin de la fase Chiripa Temprano (1500-1000). Las

    evidencias apuntan a un uso domstico, por la presencia de superficies que parecen

    ser pisos preparados y otras zonas de uso, caracterizado por capas de ceniza,

  • cermica tosca, perforadores de huesos trabajados y reas de quema. Pero tambin

    hay un uso especial, por la presencia de un alto nmero de entierros en fosas, donde

    las de mujeres sobresalen como figura central. Como bien se ha sealado, lo ritual y lo

    domstico no tienen que ser necesariamente exclusivos (Hastorf 2003: 314-6). En ese

    contexto, este dato resulta aparentemente contrario a lo que acabo de sugerir para el

    caso de Jiskairumoko y Kaillachuro, porque demostrara que la relacin de los

    ancestros con las casas continuaba en algunos lugares. Esto debe leerse como un

    reflejo de la poca informacin que tenemos de la regin, donde mayores datos

    seguramente demostraran que el cambio en la disposicin de los ancestros fue

    gradual. En la siguiente fase de Chiripa (1000-800 a.C.) se dio un cambio significativo,

    porque fue el momento en que se construy una arquitectura monumental de uso

    exclusivamente ritual, un patio hundido y un recinto demarcado; asociado, en las

    cercanas, a un piso con tres fosas conteniendo entierros humanos, as como reas de

    consumo de alimentos que se ha interpretado como resultado de banquetes

    vinculados a los ancestros. Finalmente, durante lo ltimo de Chiripa Tardo (luego del

    400 a.C.), los entierros coronaron la propia cima del Montculo, como los encontrados

    por Bennett (1936) debajo del piso de la Cmara 2 (Fig.5). Obviamente este es un

    momento donde se busc acentuar la cohesin social con la participacin de un ritual

    ms elaborado, donde el manejo de los muertos fue usado estratgicamente por la

    sociedad (Hastorf 2003: 316-25).

    Figura 4.- Vista del pequeo montculo 6 de Kaillahuro (Fotografa de Mark Aldenderfer).

  • Comprensiblemente, lo que se dio durante el Formativo fue un cambio en la forma de

    enterrar a los muertos, retirndolos gradualmente de las casas y ubicndolos en

    espacios comunales, que no deben ser entendidos como cementerios de la

    comunidad, como hoy se define, sino cementerios para la comunidad, es decir, un

    lugar para honrar a ciertos individuos, los ancestros (Hastorf 2003: 312).

    Todos estos rituales funerarios son bien conocidos en la tradicin andina y destacan

    por la visibilidad de la muerte, la transformacin fsica y manipulacin de los cuerpos.

    Los rituales alrededor del mallqui (ancestro) fueron parte de su vida suprasocial y su

    vnculo con el ciclo de las construcciones. Esta tradicin parece originarse en el

    Arcaico Medio/Tardo y sigui a travs de toda la historia andina. Algo similar se ha

    sealado para casos europeos (Thomas 1999). Esta exteriorizacin de los muertos

    permiti a la larga la interiorizacin y creacin de los ancestros, pero adems la

    construccin de un pensamiento y de un ser-ah, donde el tiempo cclico fue necesario

    para las nuevas prcticas agrcolas y de pastoreo que se acentuaran en el Altiplano

    durante el Formativo Medio.

    Figura 5.- Vista general de la Cmara 2 del Montculo de Chiripa (derecha) y la ubicacin de los contextos funerarios encontrados debajo del piso (izquierda) (basado en Bennet 1936: figuras 21 y 23).

  • 4. REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

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