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5 Mirando el presente desde Dios La observación cuidadosa de la realidad nos permite identificar unas situaciones que podríamos llamar de injusticia y que constituyen un grito a Dios por parte de los que la padecen, como sucedió en la dolorosa época de la esclavitud de Israel en Egipto: «Dijo Yahveh: ‘He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído la queja contra sus opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa…’» Ex 3,7-8. Padre Álvaro Eduardo Betancur Jiménez LA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN EL LA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN EL LA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN EL LA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN EL LA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN EL PENSAMIENT PENSAMIENT PENSAMIENT PENSAMIENT PENSAMIENTO CRISTIANO O CRISTIANO O CRISTIANO O CRISTIANO O CRISTIANO 1 SÍNTESIS El artículo presenta la concepción de la fe cristiana sobre la justicia, desde el contexto de las situaciones de inequidad; recorre los diversos momentos de la historia de la revelación: Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, teología sistemática, mostrando los avances y limitaciones de la reflexión; termina mencionando unos rasgos de la situación social, política y económica que reclaman un mayor compromiso de los cristianos con la justicia y a la vez una renovación de la perspectiva con la que se ha de mirar. DESCRIPTORES: Justicia, Cristianismo y justicia, Teología moral, Moral bíblica, Virtudes- justicia, Cristianismo y política. ABSTRACT This article presents the conception of the christian faith about justice, from the context of the situations of inequity; it passes through the different moments of the history of the revelation: old testament, new testament , systematic theology ; showing the advances and limitations of the reflection . It ends mentioning some features of the social, political and economical situation that demand a bigger commitment by the christian people with the justice and at the same time a renovation of the perspective with which it has to be looked at. DESCRIPTORS: Justice, Christianity and justice, Moral theology, Ethics - Bible, Virtues - justice, Christianity and politics. 1 El presente artículo contiene la conferencia que sobre el tema se dictó en el mes de mayo de 2005 en el encuentro regional de Pastoral Social del Eje Cafetero, que preparaba el Congreso Nacional sobre la Reconciliación.

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Mirando el presente desde Dios

La observación cuidadosa de la realidad nos permite identificar unassituaciones que podríamos llamar de injusticia y que constituyen un gritoa Dios por parte de los que la padecen, como sucedió en la dolorosaépoca de la esclavitud de Israel en Egipto:

«Dijo Yahveh: ‘He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído la queja contrasus opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a librarlos de los egipcios,a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa…’» Ex 3,7-8.

Padre Álvaro Eduardo Betancur Jiménez

LA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN ELLA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN ELLA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN ELLA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN ELLA CONCEPCIÓN DE LA JUSTICIA EN ELPENSAMIENTPENSAMIENTPENSAMIENTPENSAMIENTPENSAMIENTO CRISTIANOO CRISTIANOO CRISTIANOO CRISTIANOO CRISTIANO1

SÍNTESISEl artículo presenta la concepción de lafe cristiana sobre la justicia, desde elcontexto de las situaciones de inequidad;recorre los diversos momentos de lahistoria de la revelación: AntiguoTestamento, Nuevo Testamento,teología sistemática, mostrando losavances y limitaciones de la reflexión;termina mencionando unos rasgos de lasituación social, política y económicaque reclaman un mayor compromiso delos cristianos con la justicia y a la vezuna renovación de la perspectiva con laque se ha de mirar.

DESCRIPTORES:Justicia, Cristianismo y justicia,Teología moral, Moral bíblica, Virtudes-justicia, Cristianismo y política.

ABSTRACTThis article presents the conception of thechristian faith about justice, from thecontext of the situations of inequity; itpasses through the different moments ofthe history of the revelation: old testament,new testament , systematic theology ;showing the advances and limitations ofthe reflection . It ends mentioning somefeatures of the social, political andeconomical situation that demand abigger commitment by the christianpeople with the justice and at the sametime a renovation of the perspective withwhich it has to be looked at.

DESCRIPTORS:Justice, Christianity and justice, Moraltheology, Ethics - Bible, Virtues - justice,Christianity and politics.

1 El presente artículo contiene la conferencia que sobre el tema se dictó en el mes de mayo de 2005 en el encuentroregional de Pastoral Social del Eje Cafetero, que preparaba el Congreso Nacional sobre la Reconciliación.

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Estas situaciones las podríamospresentar a partir de los siguien-tes hechos:

Situación social de inequidad, ca-racterizada en nuestro país y nues-tra región por la existencia de unalto porcentaje de personas queestán en condición de pobreza(52.28 % en Colombia en el año1998) o de pobreza extrema(22.03%2), frente a un mínimoporcentaje de personas que tienenmás de lo que necesitan y concen-tran la mayor parte del ingreso ydel patrimonio (Montoya, 2001 p.453-467).

La inequidad se manifiesta espe-cialmente en el hecho de la faltade oportunidades de desarrollopersonal para un alto porcentajede la población: trabajo, cultura-educación, recreación, desarrollode potencialidades y capacidades,etc.

Esta situación de inequidad traecomo consecuencia que muchaspersonas no puedan satisfacer susnecesidades básicas: alimentación,vivienda, educación, salud, recrea-ción, y que en consecuencia exis-ta un grave deterioro de la calidadde vida. Se configura entre noso-

tros una situación de injusticia entodas partes: familia, barrio, etniasy minorías, realidad social y eco-nómica, relaciones de género.

Por otro lado, el estilo de la prác-tica polít ica entre nosotrosdistorsiona y niega una auténticaparticipación a gran parte de losciudadanos, a la que tienen dere-cho, lo que conduce a que las or-ganizaciones políticas (partidos ymovimientos) no representen losintereses de la población y ampliossectores de la sociedad no puedantomar parte en la toma de las de-cisiones relacionadas con la vidapública; la corrupción3, el aprove-chamiento personal del poder yotros fenómenos van en desme-dro de la justicia y la equidad.

Injusticia en la familia, represen-tada en la paternidad-maternidadirresponsable, el maltrato infantil,la discriminación de la mujer, delniño o del anciano; la trata de blan-cas y el tráfico de personas. Dis-criminación en las relaciones hom-bre – mujer en el campo social,laboral, político; en la participacióny la asignación de liderazgos.

La violencia producida por la de-lincuencia común o los grupos ar-

2 Para el Eje Cafetero puede verse: PNUD. Un pacto por la región. Eje Cafetero. Manizales, PNUD, 2004.3 La corrupción tiene en el país unas dimensiones gigantescas y unas consecuencias inconmensurables en términos de

desarrollo económico y social. En el año 2000 la apropiación indebida de dineros públicos se calculaba en 900 millonesde pesos diarios. A. A. V. V. Colombia un país por construir. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2001.

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mados y las situaciones conexascon estos fenómenos, como eldesplazamiento forzoso. Hay mu-chas víctimas de la violencia queaspiran que se les haga justicia yse reparen las heridas que aquellales ha causado.

La injusticia produce deterioro ydescomposición sociales, pobreza,inseguridad, conflictos, violencia.Es en este marco en el que se ubi-can las siguientes reflexiones so-bre la justicia en el pensamientosocial cristiano o doctrina socialde la Iglesia4.

FUNDAMENTOSDEL CONCEPTODE JUSTICIA

El concepto de justicia se remon-ta muy atrás en la historia; ya enel segundo milenio a. C. por ejem-plo, el código de Hammurabi (ca1717 – 1665 a. C.), pretendía re-gular las relaciones entre los miem-bros de una sociedad. DeHammurabi se dice que fue «de-signado por los dioses para admi-nistrar la justicia en el país, para‘dar justicia al pueblo’, para pro-teger a las viudas y a los huérfa-

nos y obrar de manera que el fuer-te no oprima al débil» (Fucek,1990, p. 785.).

Pero la noción de justicia en Oc-cidente es el resultado del encuen-tro de tres vertientes; la hebreo-cristiana, la greco romana y la ger-mánico eslava. La vertiente grecoromana proviene a su vez de unadoble fuente, la filosófica y la jurí-dica; la filosófica está representa-da por el pensamiento de Platón,quien la definía como «dar a cadauno lo que le corresponde» yAristóteles, para quien es «la vir-tud por la cual se actúa escogien-do lo justo»; pero en últimas lapodemos identificar con el pen-samiento jurídico de Ulpiano (170-228 d. C.), quien entre los siglosII y III definió la justicia como la«constans et perpetua voluntassuum unicuique tribuendi»(Bonora, 1988, p. 980)5. Nóteseque se trata de una voluntad, y enconsecuencia una cualidad perso-nal constante y permanente, esdecir, se trata de una actitud delindividuo, que lo motiva y en efec-to lo mueve a tributar, atribuir odar a cada quien lo suyo (el«suum»). Esta noción de justicia

4 Con estos nombres se designa el corpus doctrinal que contiene los conceptos y principios sobre la vida social queemanan del Evangelio. Este corpus se ha ido construyendo a lo largo de la historia, pero como reflexión sistemática tienesu origen en los pronunciamientos magisteriales de León XIII, y en particular la Encíclica Rerum Novarum de 1891.Recientemente la Iglesia, a través del Pontificio Consejo Justicia y Paz, publicó un «Compendio de la Doctrina Social dela Iglesia» en el que consigna las principales enseñanzas del cristianismo sobre la vida sociedad. En nuestro medio fueeditado por la Conferencia Episcopal de Colombia el presente año 2005, Bogotá, 566 p.

5 «La voluntad constante y perpetua de atribuir a cada uno lo suyo». El autor dice que el «suum» se entiende como «unconjunto de derechos humanos». Obviamente, los derechos que le corresponden a alguien de acuerdo con la ley y lacondición política y social.

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se mueve, por tanto, en el ámbitode las relaciones interpersonales.Qué es el «suum» (lo suyo), es algodefinido por los hechos, en estecaso, la estructura jurídica y socialde la sociedad. Bien podríamosdecir que es justo aquello que lecorresponde y pertenece a alguienpor disposición de la ley, condi-ción social o costumbre conside-rada pertinente. La justicia, en con-secuencia, está subordinada a la leyy se define a partir de ella y supo-niéndola.

La Edad Media heredó, como sedijo, esta noción y en la teologíamoral la definió en los mismos tér-minos de Ulpiano. Así, para Tomásde Aquino (1225-1274) es una delas virtudes cardinales (con la tem-planza, prudencia, fortaleza) y es lamayor entre las virtudes morales; ladefine como «habitus secundumquem aliquis constante et perpetuavoluntate ius suum unicuiquetribuit» (el hábito según el cual uno,con constante y perpetua voluntad,da a cada cual su derecho); el obje-to propio de la justicia es el dere-cho (que es natural y positivo)6. EnTomás se repite la definición tradi-cional de Ulpiano, pero se introdu-ce el ahora concepto cristiano dederecho natural, que está por enci-

ma del derecho positivo e implicamás derechos para la persona.

LA SAGRADA ESCRITURA

EL ANTIGUOTESTAMENTO

Antes de abordar directamente lanoción de justicia en el A. T. con-viene hacer alusión a una concep-ción fundamental de la teologíamoral, la doctrina social de la Igle-sia y la antropología cristiana: setrata de la afirmación de la gran-deza del ser humano y de su con-dición de nobleza y superioridadfrente a toda la creación. El serhumano es «imagen y semejanza»de Dios (Gen 1,26s) y de ese ca-rácter brota el concepto de la dig-nidad de la persona, principio éstefundamental, tanto en la teologíade la justicia como en las declara-ciones sobre los derechos delhombre y la mujer; en efecto, por-que el ser humano tiene una con-dición de superioridad y de no-bleza, es sujeto de derechosinalienables, que han de ser respe-tados tanto por los individuos,como por las sociedades y los Es-tados. De la noción de dignidadde la persona humana brota laexaltación de sus derechos, como

6 «la justicia es una virtud, porque ‘la virtud humana es la que hace bueno al acto humano y bueno al hombre mismo, locual ciertamente es propio de la justicia; pues el acto humano es bueno si se somete a las reglas de la razón, según la cualse rectifican los actos humanos. Y puesto que la justicia rectifica los actos humanos, es notorio que hace buena la obradel hombre, y, como dice Cicerón, por la justicia reciben principalmente su nombre dos hombres de bien’ (Suma Th.II-II, q. 58, art 3)». MIFSUD, 1994. p. 180.

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bien se puede ver en las distintasdeclaraciones de los organismosinternacionales; de ella brotantambién los principios nucleares dela doctrina social relativos a laigualdad sustancial de todos losseres humanos y a la destinaciónuniversal de los bienes.

La noción bíblica de justicia tienesu origen y modelo en el ambien-te profano: al rey le correspondela actividad de administrar la jus-ticia, es decir, de garantizar quese respete el derecho de cada uno,y en especial de los pobres y losoprimidos. El rey tiene que ser jus-to; aquellos que no tienen ningu-na esperanza, se ponen en los bra-zos del rey.

La experiencia israelita de la fe atri-buyó este concepto a Dios: el reyjusto es Yahveh. La justicia defi-ne en el Antiguo Testamento dosrealidades: por un lado, la lealtadcon la comunidad, y «por otrolado, la justicia bíblica indica tam-bién la condición óptima de la co-munidad, un estado de salud co-munitario, por el que el individuose encuentra viviendo dentro deuna red de relaciones públicas ar-moniosas y saludables»; por tan-to, sedaqah puede traducirsecomo fidelidad con la comunidado la solidaridad con la comunidad.«Se trata, pues, de un término/

concepto vinculado siempre a laidea de relaciones sociales armo-niosas que dan origen a un bien-estar, a un ‘orden’ comunitario»(Bonora, 1988, p. 981).

Obviamente, la razón de ser deesta obligación con la comunidad(ser fieles, solidaridad) está en elhecho de que en y por la alianzacon Yahveh, el pueblo ha queda-do comprometido con la justicia;de ahí que podamos decir que lajusticia es en primer término «fi-delidad/lealtad» con Yahveh, en-tendiendo por «primer término»no algo «más importante que»(porque la justicia con la comuni-dad es igual de importante) sinola fuente de la obligación del cre-yente con el pueblo: la justicia conlos miembros de la comunidad ycon la comunidad en su totalidades un deber que el pueblo ha con-traído con Yahveh en el momen-to de la alianza.

Para comprender cabalmente el al-cance y la matriz de donde surgey se nutre el concepto de justiciaen la Escritura, es importante daruna mirada al significado de las re-laciones de Yahveh con Israel: Is-rael ha sido rescatado gratuita-mente por Dios de la opresión delos egipcios y en el desierto hasido constituido como pueblo dela nada de la esclavitud; Dios le ha

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concedido ser su aliado, y en esaalianza, al tiempo que se han esta-blecido unas relaciones de Israelcon Yahveh, se han fundado unasrelaciones del pueblo entre sí, detal manera que ya no es unamontonera de esclavos sino unpueblo constituido, vinculado porlazos profundos y vigorosos, conun destino común y unos sueñoscompartidos. Es la relación queDios ha establecido con el pueblola que aúna, vincula y cohesiona alos israelitas entre sí.

De la alianza brotan unas obligacio-nes y unas posibilidades. La alianzaha evidenciado los derechos de Diosfrente a su pueblo y ha generadolas prerrogativas del pueblo graciasa Yahveh. La justicia consiste en lalealtad para con Dios y la lealtad paracon la comunidad: por la alianza seha sellado una relación con Dios quegenera unos compromisos y, a la vez,una relación de los aliados entre sí,que igualmente genera obligaciones;la fidelidad a esas obligaciones es lajusticia: fidelidad a Yahveh acogién-dolo como único Señor y cumplien-do su voluntad, y fidelidad para conel pueblo actuando de tal maneraque permanezca y se fortalezca lacomunidad creada por la alianza. Se

trata de la rectitud de una actituddentro de la relación bilateral decarácter personal Yahveh-Israel-individuo7.

Podríamos decir, en consecuencia,que la alianza (por la que Israel espueblo) genera en los miembrosderechos y deberes frente a la co-munidad y a cada uno de sus inte-grantes: la lealtad a esa situación esla justicia; si se observa bien y sereconoce el carácter de la alianzaen el contexto semita, que genera-ba un parentesco entre los aliados(Yahveh se convierte en parientede Abraham y de sus descendien-tes), la relación que se ha produci-do entre los israelitas es una rela-ción de fraternidad, la cual debe serrespetada por todos y muy parti-cularmente frente a los pobres.

En efecto, así como el rey es el de-fensor-protector de los pobres yoprimidos y así como lo es Yahvehel rey de Israel, así también a quie-nes se les concedió la alianza y seles hizo parte de un pueblo les co-rresponde el compromiso de ladefensa de los derechos de los dé-biles, de los pobres, las viudas, loshuérfanos, los oprimidos; la re-flexión sobre esta obligación evo-

7 «La justicia veterotestamentaria es relacional, ante todo en clave comunitaria (Yhwh-Israel), en la que se incluye a cadamiembro de la comunidad… Se basa en la alianza, y no en la relación entre las leyes absolutas y las acciones concretas delpueblo y del individuo». FUCEK, 1990, p. 786. En la misma línea se expresa SEEBASS, H. cuando afirma que «laconcepción veterotestamentaria de la justicia no se basa en la concordancia de las acciones humanas con determinadasnormas jurídicas que tienen un carácter absoluto, sino en la adecuación de un comportamiento dentro de una relaciónbilateral. Por eso, la justicia de Dios se manifiesta en un obrar dignote él con respecto a su pueblo, es decir, en su acciónsalvífica y liberadora (Is 45,21; 51,5s; 56,1; 62,1)», 1983, p. 403.

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lucionará hasta significar que todosen Israel (el rey, los jefes, los miem-bros del pueblo en general) debenponerse del lado de las víctimas en lassituaciones de injusticia8. El pueblo ensu conjunto y cada uno de sus inte-grantes está llamado a participar de lajusticia de Dios, practicando la justi-cia y la lealtad9.

En este contexto se entiende la obli-gación que tiene Israel en su conjun-to y cada uno de sus miembros, deproteger a los más vulnerables, lospobres, y respetar sus derechos: pues-to que Israel es aliado de Yahveh, ypor esa alianza se han tejido los lazosque lo cohesionan como pueblo-co-munidad, es deber de sus miembrosvelar porque se preserven la justicia yel derecho de todos, en particular delos más indefensos. El atropello a losderechos de los pobres es una ofensacontra la alianza con Yahveh y unafisura amenazante de la unidad delpueblo; lo mismo podría decirse de lanegligencia en el cuidado de los másdébiles, porque el pacto con Yahvehimplica la solidaridad. Ambos com-

portamientos quebrantan la justiciaque, como ideal del pueblo de la alian-za y obligación de sus integrantes, ca-racteriza las relaciones con Dios.

Una conducta así genera, todo en ra-zón de la alianza gratuita que Dios haconcedido, una situación de bienes-tar y de relaciones armoniosas que ensu conjunto se puede llamar «justicia»;es decir, la conducta justa crea la justi-cia como salvación comunitaria ycomo shalom10, paz.

Un recorrido por la historia de Israelnos permitirá percibir cómo se vadesarrollando el concepto de justiciay cómo va ganando en profundidady alcance.

Abraham es declarado justo (Gn 15,6:«Y creyó él en Yahveh, el cual se loreputó por justicia») porque, en lasrelaciones interpersonales con Yahveh,ha sido leal y confiado, se ha abiertocon disponibilidad a la comunión conDios; en el episodio de la cueva, cuan-do Saúl queda desarmado ante Da-vid (I Sam 24,1ss11), éste es recono-

8 «La violación del derecho de pobre es una herida todavía mayor, inflingida a la comunidad fraterna que liga a Israel; esuna afrenta personal hecha a Yhwh, creador de la solidaridad de la alianza; es perversión de la justicia (Am 5,7; Is 10,1s; Jer22,13-17), de la que Yhwh es la garantía… (Yhwh) es el defensor del pueblo fundado por él y querido como comunidadde hermanos». FUCEK, 1990, p. 787.

9 «Así pues, Israel como comunidad y cada uno de sus miembros, está llamado a la participación de la justicia de Dios (Sal24,5), siguiendo especialmente a Yhwh en su cuidado de los hermanos pobres y pequeños, ya que son los amados yprotegidos particularmente por Yhwh». FUCEK, 1990, p. 788.

10 «En todo el A. T. hebreo, la paz (shalom) designa fundamentalmente el bienestar en el más amplio sentido de la palabra(Jue 19,20), la dicha (Sal 73,3), incluso en relación con los impíos; la salud corporal (Is 57,18; Sal 38,4), la tranquilidad (Gen26,29, al irse; Sal 4,9 al acostarse; Gen 15,15, y otros muchos, al morir), el entendimiento pacífico entre los pueblos y loshombres (1 Re 5,26; Jue 4,17; 1 Cr 12,17.18), la salvación (Is 45,7; Jer 29,11), entendida también como una realidad estable(Jer 14,13)». BECK, 1983, p. 309.

11 Entre el rey Saúl y su soldado David se desató un conflicto que los llevó al enfrentamiento armado; en una ocasión enque David está escondido en una cueva, coincide que también el rey acamó cerca y «entró a la cueva para hacer susnecesidades»: quedó, pues, en las manos de David, quien, en lugar de matarlo, lo deja ir: David es justo porque respeta larelación comunitaria que hay entre los dos por ser ambos miembros del pueblo de la alianza.

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cido como justo porque respetó larelación comunitaria que existía en-tre los dos (Von Rad): «Que Yahvehjuzgue y sentencie entre los dos»,dice David, y Saúl responde: «Másjusto eres tú que yo…».

En el Deuteronomio se determinaque el deber del rey es practicar elderecho (mishpat) y la justicia(sedaqah), es decir, garantizar unpróspero orden social y una orde-nada vida comunitaria12. En estesentido se entiende el papel de laley, la torah; no se trata simplemen-te de unas órdenes o unos manda-mientos, sino de unas instruccionesdadas por Yahveh para garantizarel «ordenamiento comunitario»; «esjusto aquél que observa la torah, notanto y no sólo porque obedece unaley, sino porque realiza su fidelidada la comunidad, obedeciendo ypracticando la torah»( Bonora, 1988,p. 894). Pero el israelita no obedecela torah por sus propias fuerzas, sinoporque Yahveh lo hace capaz.

En los profetas del siglo VIII la jus-ticia adquiere una todavía más ex-plícita significación social-comuni-taria: Amós denuncia a los que vio-lan el derecho y echan por tierra lajusticia: «Ustedes convierten el de-recho en veneno y en ajenjo el fru-to de la justicia» (6,12) y conmina

al pueblo a volver por los fuerosde la justicia y el respeto a los dere-chos de todos, en particular de lospobres y no reducir el compromi-so que le corresponde en la alianzaa la celebración de sacrificios, fies-tas y solemnidades fastuosas ymeramente religiosas: «¡Que fluya,sí, el derecho como el agua y la jus-ticia como arroyo perenne!» (Am5,24). El profeta sale en defensa delos pobres y denuncia los atrope-llos de quienes los explotan y so-meten: «Escuchen esto los que pi-sotean al pobre y quieren suprimira los humildes de la tierra dicien-do: ‘¿Cuándo pasará el noviluniopara poder vender el grano, y elsábado para dar salida al trigo, paraachicar la medida y aumentar elpeso, falsificando las balanzas defraude, para comprar por dinero alos débiles, al pobre por un par desandalias, para vender hasta el sal-vado del grano?» (Am 8,4-6). De-nuncia, igualmente, «la orgía de lossibaritas», es decir, el lujo y el de-rroche de las clases altas que dis-frutan indiferentes de su opulen-cia ante las privaciones y el ham-bre de los más pobres (Am 6,1-7).Amós proclama que Dios vengarálas injusticias cometidas contra lospobres: «Ha jurado Yahveh por elorgullo de Jacob: ‘Jamás he de olvi-dar todas sus obras’ « (Am 8,7).

12 «hacer valer el derecho (mishpat), es decir, un próspero orden social, y la justicia (sedaqah), es decir, una ordenada vidacomunitaria: Sal 72,1; Sal 89,15; 97,2; 85,12-14)» BONORA 1988, p. 894.

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La denuncia de Amós brota de sufe y de su vocación como profetade la alianza, que fue sacado deTécoa, en el Sur y llevado a cumplirsu ministerio en el Reino del Norte:de su fe en la alianza y de los com-promisos de justicia que ella genera;el rigor de su crítica no es un rasgoprimordialmente de su tempera-mento ni de una ideología personalque lo diferenciaría de los otros pro-fetas: la llamada a realizar la justiciay el derecho nacen de la entrañamisma de la fe israelita y del cono-cimiento del corazón mismo deYahveh.

En la misma época, Isaías invita a lafidelidad a la alianza practicando elmishpat y la sedaqah: «Guardad elderecho, practicad la justicia, por-que mi salvación está para llegar ymi justicia para manifestarse» (Is56,1); «Por amor de Sión no me hede callar, no descansaré por Jerusa-lén, hasta que no despunte como laaurora su justicia y flamee su salva-ción como antorcha. Verán tu jus-ticia las naciones y todos los reyestu gloria» (Is 62,1).

El profeta es testigo de la situaciónde injusticia que se vive en el Sur,similar a la que Amós enfrentó en elReino del Norte. Nuevamente ad-vierte que la fidelidad y lealtad con laalianza no se realiza en el fasto delculto externo, ni en la mera humilla-

ción penitencial religiosa, sino en lapráctica de la justicia y el derecho.

Isaías denuncia otras dos formas deinjusticia; la primera de ellas, aparen-temente inocente o que refleja com-portamientos que pasan desaperci-bidos (porque «a nadie le estoy ha-ciendo daño»); me refiero a la críti-ca al lujo y el despilfarro de las cla-ses ricas y en particular de las muje-res aristocráticas de Jerusalén: «DiceYahveh: ‘Por cuanto son altivas lashijas de Sión, y andan con el cuelloestirado y guiñando los ojos, y an-dan a pasitos menudo y con su ca-minar hacen tintinear las ajorcas»(3,16ss); su infidelidad consiste enque no se sienten solidarias de supueblo ni cumplen con el compro-miso de la alianza, que implica la fra-ternidad y la preocupación por lospobres; es decir, esa negligencia eindiferencia, que permite convivir allujo escandaloso con la miseria delos pobres, es in-justicia; el olvidodel huérfano y de la viuda, es in-justicia.

Yahveh no es indiferente ante esaafrenta que constituye vivir en el lujoy el derroche frente a la miseria delos pobres; por eso el profeta mani-fiesta el juicio de Yahveh anuncian-do que «quitará el adorno de las ajor-cas, los solecillos y las lunetas; losaljófares, las lentejuelas y los casca-beles; los peinados, las cadenillas de

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los pies, los ceñidores, los pomos deolor y los amuletos, los anillos y aretesde nariz; los vestidos preciosos, losmantos, los chales, los bolsos, los es-pejos, las ropas finas, los turbantes ylas mantillas» (Is 3,18-23; véase tam-bién Is 31,9ss). Es de esa maneracomo el profeta muestra el incon-formismo de Yahveh ante el lujo delas opulentas.

La segunda, la injusticia de los go-bernantes y los jueces que «decre-tan decretos inicuos… excluyendodel juicio a los débiles» (Is 10,1ss).Por el contrario, el que merece ha-bitar en la casa de Yahveh, es el quepractica la justicia: «El que camina enla justicia y habla rectamente, el querechaza una ganancia arrancada ala fuerza, el que sacude su mano parano aceptar el soborno, tapa sus oí-dos para no oír intrigas de sangre ycierra sus ojos para no ver el mal;ése morará en un lugar excelso» (Is33,15-16; cfr. Ez 18,5-9). Isaías de-nuncia la descomposición de Jeru-salén: corrupción, asesinatos, explo-tación del pobre, no se hace justiciaal huérfano ni a la viuda. «¡Cómo seha hecho adúltera la villa real! Siónestaba llena de equidad, justicia sealbergaba en ella, pero ahora asesi-nos. Tu plata se ha hecho escoria.Tu bebida se ha aguado. Tus jefes,

revoltosos y aliados con bandidos.Cada cual ama el soborno y va traslos regalos. Al huérfano no hacenjusticia, y el pleito de la viuda nollega hasta ellos» (1,21ss).

La crítica profética a la injusticia sefunda en el hecho de que Israel tie-ne el compromiso de ser justo, deproteger a los débiles y de garanti-zar que los frutos de la tierra de lapromesa son para todos, y eso com-promiso brota de ser el pueblo alia-do con Yahveh.

Los profetas de la época del exilio13,ante la corrupción escandalosa deJudá y luego ante la catástrofe nacio-nal del destierro, condenan el peca-do del pueblo y de sus jefes y de-nuncian la desaparición de la fideli-dad comunitaria. Es el caso de Jere-mías, que reprocha con toda severi-dad al rey Joaquín porque como ca-beza del pueblo «ha edificado su casa(su linaje y su país) sin justicia y suspisos sin derecho» (22,13ss), de ma-nera muy diferente a su padre Josíasque «practicaba la justicia y la equi-dad… juzgaba la causa del cuitado ydel pobre» (v.v. 15-16).

Jeremías es el símbolo del justo quepor su justicia y por su crítica des-carnada de la infidelidad es perse-

13 El exilio o destierro constituyó para Israel la mayor de las desgracias: una parte importante de la población, entre la cualestaban principalmente los líderes políticos y religiosos, fue llevada cautiva a Babilonia por el rey Nabucodonosor acomienzos del silgo VI a. C. Allí permaneció durante cincuenta años: sin rey, sin tierra, sin templo, sin autonomía comopueblo.

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guido y torturado; ante la contu-macia del pueblo, el profeta ve im-probable la conversión de Judá yempieza a plantear que la justiciasólo puede ser obra de Dios a tra-vés de su Mesías: él restablecerá lajusticia y el derecho: «Mirad quedías vienen –oráculo de Yahveh-en que suscitaré a David un Ger-men justo: reinará un rey pruden-te, practicará el derecho y la justi-cia en la tierra…» (Jer 23,5). La es-peranza defraudada en que Judáse convierta y restaure la justicia,se va transformando en la espe-ranza de que Dios regale como undon le convivencia comunitaria de-bidamente ordenada14.

De esta forma, se va creando laconvicción de que la sociedadnueva cimentada en la justicia nopuede ser más que fruto de la in-tervención salvífica de Dios15. Enel clima del exilio se va elaboran-do la perspectiva escatológica dela justicia: será obra de Dios ysólo será realidad al final de la his-toria. Esta escatologización de lajusticia jugará un papel muy im-portante en la elaboración pos-terior de la teología de la justiciay llegará a constituir un rasgo ca-racterístico de la reflexión siste-mática posterior.

El segundo y el tercer Isaías contri-buyen de manera decisiva en la in-troducción de esta perspectiva: Diosquiere engrandecer la torah-ordennuevo; al decir de Bonora (1988, p.986-987) «este es el sueño de Dios,su voluntad: que su acción salvífica,dirigida a crear una sociedad nueva(justicia), se concrete en la historiavisiblemente; por eso ha dado a Is-rael la torah, una ordenación comu-nitaria nueva».

Por eso, entre los principales rasgosdel Mesías, está la justicia y la res-tauración del derecho: el Mesías«lealmente hará justicia, no desma-yará ni se quebrará hasta implantaren la tierra el derecho» (Is 42,3-4).Ya al proto Isaías había señalado lomismo: el Mesías «juzgará con justi-cia a los débiles y sentenciará conrectitud a los pobres de la tierra…justicia será el ceñidor de su cintu-ra…» (Is 11,4.5).

La reflexión sapiencial explicita unelemento nuevo en la teología de lajusticia: ante la desilusión frente a laposibilidad de que los reyes huma-nos instauren la justicia, se procla-ma que Dios es el único rey justo(Sal 4,2; 103,6; 35,28), y su justicia«es la fuente de una vida individualy comunitaria próspera, buena, fe-

14 «La convivencia comunitaria debidamente ordenada, la lealtad y la solidaridad aparecen como un don salvífico del Diosjusto». BONORA, p. 986.

15 «Así pues, se fue haciendo cada vez más clara en los profetas la convicción de que una sociedad nueva, es decir, la justicia,no puede ser más que el fruto de una intervención salvífica de Dios» BONORA 1988, p. 986.

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liz» (Bonora, 1988, p. 987). Pero la jus-ticia divina que resplandecerá en elpueblo de la alianza no se refiere pri-mordialmente a una justiciadistributiva sino a la función queYahveh ejerce liberando a los débiles,a los oprimidos y a los pobres; se ro-bustece, en consecuencia, la idea deque Dios es el garante de los dere-chos de los pequeños y las víctimas eintervendrá para hacer justicia, estoes, para reivindicarlos en medio de unmundo que los ha maltratado.

Por ello, la literatura sapiencial iden-tificará la justicia con la sabiduría: lasabiduría es la cualidad característi-ca del rey, pero deberá ser poseídapor todos los miembros del pueblopara que, conociendo con el sabermismo de Dios y aprendiendo adiscernir justamente, actúen confor-me al derecho. En efecto, la ofusca-ción del entendimiento por la infi-delidad, es decir, por darle la espal-da a Dios y a su sabiduría, ha sidola causa de la incapacidad para sa-ber qué es la justicia hasta el puntode «acechar al justo porque resultaincómodo», esto es, de perseguirlo,condenarlo y declararlo infame. Perollegará el día en que Yahveh les re-galará la sabiduría para que conoz-can con el conocimiento justo deDios y se comprometan con la jus-ticia. Si notamos bien, con la re-flexión sapiencial se está afianzan-do la concepción de la justicia como

discernimiento y recta comprensiónde las relaciones comunitarias.

EL NUEVO TESTAMENTO

La predicación de Jesús: en Mateo,la justicia consiste en hacer la vo-luntad del Padre (7,21.24.26). Perono se trata sólo de una obligaciónreligiosa, sino que implica creer enel anuncio de Jesús y ponerlo enpráctica. «Para Mateo, la justicia esquerer vivir como Jesús en una so-ciedad nueva, en la que la regla esJesús mismo. El camino de la justi-cia es por tanto una nueva ordena-ción social, que se contrapone a to-dos los proyectos humanos de so-ciedad» (Bonora, 1988, p. 990.); lajusticia es el camino comunitario nue-vo de aquellos que siguen a Jesús.

En las bienaventuranzas, la justiciaocupa un lugar de importancia: «Enla cuarta bienaventuranza Mateoinsertó su término claveδικαιοσυνε, como objeto de te-ner hambre y sed. Hay tres posibili-dades exegéticas: δικαιοσυνεpuede designar 1. una conductahumana, 2. un don divino o poderde Dios, 3. en la combinación deambas interpretaciones, el orden dela alianza de Dios como don y ta-rea» (Luz, 2001, p. 293-294).

El exegeta Ulrich Luz, de confesiónevangélica, dice que «la alternativa tie-

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ne que resolverse claramente, a mijuicio, a favor de la primera exége-sis: la antiguoeclesial-católica . El tér-mino δικαιοσυνε puede entender-se en todos los pasajes mateanoscomo conducta humana y en algu-nos tiene que entenderse así» (Luz,2001, p. 294). El tener hambre o sedpuede significar tanto ‘anhelar’como ‘esforzarse por’, de acuerdocon textos tanto judíos comohelenísticos; «de este modo se man-tiene la estructuraveterotestamentaria de la ‘justicia’:justicia es la conducta ordenada porDios en virtud de la alianza» (Luz,2001, p. 295).

En su comentario a Mt 5,10, el au-tor completa su percepción:«δικαιοσυνε designa una conduc-ta humana. Sólo por una conductahumana –y no por simple anhelode justicia (divina)- se puede serperseguido. La justicia implica lapraxis cristiana y la profesión de feen Jesús: la persecución por la justi-cia en v. 10 y la persecución por ‘micausa’, formulada tambiénredaccionalmente en v. 11, se inter-pretan recíprocamente: la confesiónde Cristo se manifiesta en las obras(7,21-23; 25,31-46)»( Luz, p. 300).

Son, por tanto, «dichosos» los quetienen hambre y sed de justicia, esdecir, los que se comprometen conla justicia, pertenecen al nuevo or-den que Jesús ha inaugurado y per-tenecerán también en el futuro es-catológico al Reino consumado: aunen medio de la persecución y vícti-mas de la injusticia, ellos pueden ale-grarse porque Dios está con ellos ygarantiza que su causa triunfará so-bre la injusticia de los opositores alreino. Si asociamos estasbienaventuranzas con la del versí-culo 5,7, podremos concluir que tra-bajar por la justicia y por la paz sonactitudes correspondientes: la pazes fruto de la justicia, de la que Diosregala como un don y de aquella conla que se comprometen los discípu-los de Jesús.

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En Marcos no está presente el con-cepto de justicia y en Lucas significael que es fiel a la comunión con Diosy con los hermanos. En el tercerevangelio, Jesús es reconocido como«un hombre justo» por el centuriónque observa sorprendido su muertea manos de las autoridades judías yromanas (Lc 23,47). Pero es impor-tante notar que en Lucas hay unacrítica a la situación de inequidad enla posesión de los bienes materialesy una especie de reivindicación delderecho de los pobres a alcanzarlos,a tal punto que en el discurso de lasbienaventuranzas (Lc 6; el discursoaparece, como vimos, en Mateo 5)llama «dichosos» pobres (6,20) y ad-judica por el contrario un «ay» a losricos (6,24); el evangelio tiene comodestinatarios privilegiados a los po-bres (Lc 4,18) y ellos, en la personade los pastores16, son los que recibenla primicia del nacimiento de Jesús(Lc 2,8ss). Igualmente, en el cánticoque pone en boca de María deNazareth (Magnificat), describe lagrandeza de Dios y las señales de suintervención salvadora como reivin-dicación de los pobres y los humil-des: «…dispersa a los soberbios decorazón y enaltece a los humildes, alos hambrientos los colma de bienesy a los ricos los despide vacíos…»(Lc 1,46ss).

Para S. Pablo, la justicia de Dios esla acción salvadora a favor de loshombres; la salvación no es conquis-ta humana, sino gracia; el Dios deJesucristo no es un Dios que exige,premia y castiga, sino un Dios queda y perdona. La fe es depositarseconfiado en Dios y acogerlo comosalvador. Pero esa justificación nosólo es una declaración, sino queimplica al don del Espíritu que nostransforma. «La justicia de Dios esla voluntad eficaz divina de una li-beración integral del hombre convistas a una comunión con Dios ycon los hermanos. Justificados, loscristianos forman una sociedad nue-va y visible, el cuerpo de Cristo…Como cuerpo de Cristo y como es-posa suya, la comunidad cristianadebe vivir nuevas estructuras de re-laciones entre los cristianos y de és-tos con el resto de la humanidad»(Bonora, 1988, p. 992).

Los rasgos de esta comunidad sondescritos por Pablo en muchos tex-tos, pero sobresale Rom 12,9-21.Pablo insiste que los creyentes de-ben vivir sin «acomodarse a estemundo» (12,2), vivir en el Espíritu yno en la carne (Gal 5,13-25). Pabloconserva también el sentido hebreode justicia como fidelidad, solidari-dad y lealtad con la comunidad,

16 En la «pirámide social» israelita, los pastores ocupaban el último lugar; por ello son prototipo de los pobres o, mejor, delos ‘postergados’, como bien señala Fitzmyer 1986, p. 194-207. El tercer evangelista (Lucas) presenta a Jesús como aquélen quien se cumple la justicia de Yahveh: él, por fin, es decir, en los últimos tiempos, hace justicia a los que han sidomaltratados y desconocidos.

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«pero con una fuerte acentuaciónontológica y una insoslayable refe-rencia a la acción salvífica de Diosen Jesucristo» (Bonora, 1988, p. 993).

Los creyentes, es decir, los que hanaceptado el proyecto de Jesús y sehan acogido a la salvación ofrecidapor él, sólo viven ya para Dios: hanroto con el mundo y con su lógica, ypor tanto se han comprometido conla «nueva lógica» de la justicia deDios; «han entrado al servicio de lajusticia» (literalmente, «esclavos» dela justicia en el sentido de que ya noson esclavos-servidores del mundoinjusto, sino que han aceptado otro«Señor»: el Dios de la justicia; Seebass,1983, p. 409).

En la carta a los Romanos Pabloexpone el fundamento de la justifi-cación y de la revelación del Padreen Jesucristo. Señala el apóstol que«la cólera de Dios se revela desde elcielo contra toda impiedad e injus-ticia de los hombres que aprisionanla verdad en la injusticia»; la razónde ese aprisionamiento es que losromanos pudieron conocer a Diospor la creación; pero su razonamien-to se ofuscó y su conocimiento seentenebreció, es decir, no acepta-ron saber con la sabiduría de Dios,sino que divinizaron la naturaleza ylas obras de las manos humanas: deesa forma, en lugar de saber con lasabiduría de Dios, quedaron a ex-

pensas de su precaria forma de co-nocer y desvirtuaron así el sentidoauténtico tanto del mundo comodel ser humano. La justicia-injusti-cia aparece, entonces aquí, en la lí-nea de la reflexión sapiencial: la jus-ticia es el sano criterio para discer-nir y apreciar la grandeza del serhumano y la divinidad de Dios; re-nunciando a ella, no sólo se han ce-rrado al conocimiento de Dios, sinoal conocimiento auténtico del hom-bre y al reconocimiento de su dig-nidad y grandeza, y por ello se hanenvilecido: sin justicia, se pierde nosólo la noción de Dios sino la no-ción de lo humano.

Concluye Bonora con una síntesisdel concepto bíblico de justicia:«…la justicia es la garantía de un es-pacio de relaciones que edifican yconservan la comunión-comunidadde los hombres con Dios y entre sí.Por tanto, la justicia de Dios coinci-de con su acción salvífica, median-te la cual Dios crea su familia y lasociedad nueva de los que creen enél, haciéndolos justos, es decir, ca-paces de comunión, liberándolos delpecado que es egoísmo y violencia,impedimento para la comunión conDios y con los hermanos» (Bonora,1988, p. 993).

La justicia es, por lo que vemos, uncompromiso de todos los discípu-los de Cristo y de la comunidad

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eclesial. Una observación adicionaldebe ser tenida en cuenta en nues-tras reflexiones:

La obra, pasión y muerte de Jesús secomprendió en la primitiva comuni-dad cristiana y en su teología, a la luzde la figura del «justo perseguido», ala que hicimos breve alusión cuandohablamos de Jeremías, y a la luz delos poemas del Siervo de Yahveh:Jesús es el justo, la manifestación ple-na y definitiva de la justicia divinaregalada a la humanidad como undon; pero el mundo, entendidocomo el sistema que se cierra en suinjusticia, no sólo lo rechaza sino quelo ejecuta como un «no justo», comoun criminal; su muerte representa,entonces, la recusación obstinada yenceguecida de la justicia divina, elcolmo de la injusticia del mundo. Je-sús carga las consecuencias de la in-justicia, como el Siervo de Yahveh:«Despreciable y desecho de los hom-bres, varón de dolores y sabedor dedolencias, como uno ante quien seoculta el rostro, despreciable, y no letuvimos en cuenta. ¡Y con todo erannuestras dolencias las que él llevaba ynuestros dolores los que soporta-ba!… Él ha sido herido por nuestrasrebeldías, molido por nuestras culpas.Él soportó el castigo que nos trae lapaz y con sus cardenales hemos sidocurados» (Is 53,3-5).

El Siervo-Jesús es la revelación dela justicia divina, anunciada por losprofetas; en él se ha ensañado lacrueldad de un mundo injusto, deuna forma extraordinaria, así comotantas veces el sistema de injusti-cia ha molido a los pobres y a losoprimidos; las consecuencias de unmundo injusto, que acumula injus-ticias tantas y tan brutales, es lamuerte: esa muerte es la que Jesúsha asumido para liberar al mundode las consecuencias de su propiainjusticia. Por eso «en sus llagashemos sido curados». Ahora se tra-ta de que, redimidos y liberados,arrancados de las fauces agresivasy codiciosas de la «amartiosfera»17,que como una fiera nos aprisiona-ba, nos comprometamos con lajusticia otorgada por Dios comoun regalo que ha de ser desplega-do en la sociedad.

LA PRIMERACOMUNIDAD CRISTIANA

La justicia y sus implicaciones, fuevivida en el seno de la primera co-munidad cristiana en la forma desolidaridad, en la actitud de compar-tir los bienes y en la valoraciónnovedosa de las relaciones entre loscreyentes. El creyente sabe que esun «hermano» y que por tanto debeser solidario con los más pobres,

17 Este concepto es de José María González Ruiz; proviene de la expresión griega amartía (pecado): el pecado se haenseñoreado a tal punto del mundo, que ha constituido una especie de «sistema» con sus leyes, poderes y lógicas; estesistema aferra y envuelve a los seres humanos de tal manera que los pone al servicio del mal, de la injusticia.

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compartir los bienes y evitar que losmás pobres pasen penurias, y tratarde forma diferente tanto a los po-bres como a los esclavos. La comu-nidad cristiana aparece así comouna pequeña sociedad alternativaque, a diferencia del mundo circun-dante, el imperio de nobles y plebe-yos y la sociedad desigual einequitativa, vive en su seno la fra-ternidad18, la caridad y la justicia.

La primera comunidad, tan peque-ña en el inmenso y apabullantemundo imperial, no pretende cam-biar la sociedad entera ni inspirarun nuevo modo de organizaciónde esa sociedad en su conjunto,pero sí vivir de una manera distin-ta en conformidad con el preciosodon divino de la justicia; funciona,al decir de Schillebeeckx (1982, p.545-546) como «un huerto» sepa-rado en el que florece un nuevo tipode relaciones. El esclavo Onésimo(véase la carta de Pablo a Tito, ver-sos 8-21) sigue siendo esclavo, peroahora ya no es tratado como es-clavo sino como hermano; a su vez,él no mira al amo como dueño, sinoigualmente como hermano; no eraposible en el momento,culturalmente hablando, una supe-

ración de la esclavitud como insti-tución (o como forma de organi-zación social), pero sí una transfor-mación radical de la condición deamo y de esclavo.

LA TEOLOGÍA MORAL

Es suficientemente conocido elpensamiento de los Padres de laIglesia sobre la justicia como exi-gencia de la caridad. Compartir losbienes es una demanda de la cari-dad y de la justicia; desde esasmismas exigencias pierden legiti-midad la opresión, el atropello, elabuso de autoridad y la inequidad.No hay propiamente una elabo-ración sistemática de una reflexiónsobre la justicia; ésa será obra dela Edad Media.

La teología moral construyó elconcepto de justicia en la EdadMedia a partir de la elaboracióngreco romana de la justicia. Laslimitaciones de la época no per-mitieron recoger toda la riquezadel pensamiento bíblico y unasobrevaloración del pensamientojurídico y filosófico condujo a unaconceptualización valiosa peroahora insuficiente.

18 «Estos cristianos (de la primera época) ven claramente que ‘llevar una vida santa y buscar en primer lugar el reino de Dios’no es sólo una cuestión intimista ni significa meramente una renovación interior (aunque a menudo se interpreta elNuevo Testamento en términos de salvación individualista)… En este sentido, los cristianos interpretaron correctamenteel anuncio de Jesús sobre el reino inminente de Dios. Sin embargo, las circunstancias no consentían a esta minoríacristiana modificar, ni siquiera parcialmente, la estructura social de la época. Se suele olvidar, sin embargo, que loscristianos lo hacen siempre que pueden, es decir, dentro de su comunidad. La construyen como una nueva sociedad, conestructuras y relaciones justas, donde deben quedar superadas las desigualdades entre hombre y mujer, judío y no judío,esclavo y libre… Los cristianos neotestamentarios quieren construir realmente un mundo nuevo en el ámbito reducidode sus propias comunidades». Schillebeeckx, 1982, p. 545-546.

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La justicia se divide en general olegal y particular, puesto que la re-lación con el otro se producecomo miembro de una comuni-dad o como individuo. La justiciaparticular puede ser conmutativa(la relación de los individuos en-tre sí) o distributiva (las relacio-nes del todo social con los indivi-duos). Amparado en el principiode que el bien común prima so-bre el particular, S. Tomás da laprimacía a la justicia legal sobre laparticular. Tomás marcó profun-damente el pensamiento de losautores morales sobre la justicia yel derecho (de justitia et de iure).

Mifsud (1994) señala que hay unosfactores que han provocado un re-planteamiento de la perspectivaaristotélico tomista: la preponde-rancia otorgada a la justiciaconmutativa sobre la distributiva,la tendencia a considerar lo justoen relación con el orden existen-te, la visión excesivamente jurídi-ca (todo ello, característica del pen-samiento tomista) y la compleji-dad del mundo contemporáneo.El pensamiento contemporáneointerroga: la voluntad no puede sersólo la individual sino también lade la sociedad y del Estado; el «de-recho suyo» (ius suum) no es sóloel ya poseído, sino aquél al que tie-ne derecho en razón del principiode la destinación universal de los

bienes; la praxis no puede ser sóloun hábito personal ni tampocosólo una praxis social, sino un tra-bajo por la construcción de unasociedad más equitativa.

LA JUSTICIA ENLA DOCTRINA SOCIALDE LA IGLESIA

El corpus doctrinal que llamamosdoctrina social de la Iglesia es deorigen relativamente nuevo. Usual-mente se coloca el inicio de esa ela-boración en la encíclica RerumNovarum del Papa León XIII. Enrelación con la justicia, se puedendistinguir tres momentos funda-mentales. Es necesario advertir quela aparición de ese corpus doctrinalsignifica ya el reconocimiento de lainsuficiencia de la teología moral tra-dicional en relación con el tema dela justicia: ya no es sólo una virtudpersonal ni se reduce a la clásica dis-tinción entre justicia general o legaly particular, con sus dos formas dejusticia conmutativa, distributiva.Han surgido problemas nuevos, ta-les como la cuestión obrera, la difu-sión del marxismo como propues-ta de una forma de organización dela sociedad, el capitalismo salvaje, losnuevos conflictos tanto internacio-nales como intranacionales y, pos-teriormente, la cuestión de las rela-ciones internacionales y elneoliberalismo. Todo eso hace de la

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justicia una cuestión de mayor en-vergadura y transforma nuestra per-cepción de la misma.

Al decir de Campanini (1982, p.213), son tres los aspectos que handeterminado una renovación de lateología de la justicia y la superaciónde la noción clásica de la misma: porun lado, la relacionada con el con-cepto de la «voluntas», que ya no essólo la voluntad de cada individuo,sino la de la sociedad en su conjun-to; en segundo lugar, «un examennuevo del concepto de suum, queno es ya solamente aquello a lo quecada uno ‘tiene derecho’ en cuantoque lo posee y se le reconoce comoposeído, sino también a lo que cadauno debería tener o poseer para sercompletamente persona y para con-tribuir a determinar un orden socialauténticamente justo» y en tercerlugar, «una comprensión más pro-funda de la última finalidad de la jus-ticia» en la línea de la convivenciacivil.

De esta forma, la justicia empieza adefinirse como «el cumplimientoconcreto en una situación determi-nada de la exigencia fundamental deafirmar la dignidad y el derecho dela persona y de contribuir simultá-neamente a la satisfacción de lasnecesidades de la humanidad»19.

Los tres momentos a que hacemosrelación son, en primer término, elque va desde el inicio de la doctrinasocial con León XIII hasta la segun-da guerra mundial; en esta reflexiónse identifica la justicia social con lajusticia distributiva y legal: regula lasrelaciones entre los superiores y lossúbditos dentro de una nación oEstado; no se advierte que la justiciatrasciende los estados y tiene que vercon las relaciones internacionales ytampoco su conexión con el con-cepto de solidaridad.

Esta estrechez se superó «despuésde la segunda guerra, durante losúltimos decenios, ligado sobre todoa los grandes progresos que se hanefectuado al menos en cuatro (tres)terrenos: en los medios de comuni-cación social… en una nueva men-talidad, que considera nuestro glo-bo como una ‘aldea’, como una solacasa para todos los hombres… enla sensibilización de la Iglesia por elproblema de la ‘justicia social’, conacentuaciones siempre nuevas de sudoctrina social que, superando losconfines de las naciones y de loscontinentes, hizo que no sólo loscristianos, sino toda la humanidadde buena voluntad vea y reconozcala Iglesia católica como guía en esteterreno» (Fucek, 1990, p. 808.). Esel segundo momento.

19 DÍEZ ALEGRÍA, citado por CAMPANINI, 1982, p. 213.

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El tercer momento lo constituye elmagisterio de Juan Pablo II y los do-cumentos de las ConferenciasEpiscopales después del Concilio Va-ticano II, especialmente los de losobispos latinoamericanos. Comocuestiones centrales de esta etapa ha-bría que señalar las relacionadas conel trabajo humano, la pauperizaciónde miles de seres humanos, lasinequitativas relaciones entre los paí-ses que nos presenta el panoramadoloroso de nacionessuperdesarrolladas y subdesarrolladas,el despertar de los oprimidos y la or-ganización de los pobres para recon-quistar sus derechos, la guerra fría ysu replanteamiento después de la caí-da del muro de Berlín, la poderosainfluencia del marxismo y posterior-mente su disolución con la conse-cuencia de que queda un sistema quepretende ser el fin de la historia, elneoliberalismo. Por otro lado, las nue-vas formas de injusticia, relaciona-das con la amenaza de la vida de losque aún no han nacido, la reivindi-cación de los derechos de la mujer yde las minorías, el desplazamientoforzoso y, de manera relevante eneste complejo contexto, la cuestiónde las víctimas.

La justicia ya no es sólo una virtudpersonal que afecta las relaciones máso menos inmediatas, ni se reduce enel campo social a los deberes del Es-tado con los más pobres; la justicia

es una cuestión que implica las es-tructuras sociales, las relaciones en-tre las naciones, las consecuenciasdel desarrollo tecnológico, elmacroproblema de los modelos eco-nómicos y de la participación políti-ca de los ciudadanos.

La teología y la pastoral de la justiciahoy debe hacerse en el marco másamplio de los principios fundamen-tales de la doctrina social de la Igle-sia: la dignidad de la persona huma-na, la igualdad fundamental de losseres humanos, la subsidariedad, eldestino universal de los bienes, eldesarrollo como nuevo nombre dela paz y la fecunda reflexión sobre lalibertad y la liberación.

En la teología de la justicia es impor-tante, digámoslo finalmente aunquesólo sea una breve mención, reco-ger dos intuiciones fundamentales dela escritura: por un lado, la dimen-sión escatológica de la fe cristiana queconfiesa que la justicia plena vienede Dios y que sólo se realizará total-mente en el horizonte del reino con-sumado; esta perspectiva conviertea la comunidad eclesial en una ins-tancia crítica que, sin marginarse delcompromiso con la excusa de que«la meta no está en esta tierra, es uncielo que está más allá», somete todosistema y toda realización provisio-nal de la justicia por perfecta que ellasea, a la evaluación crítico-profética

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que cuestiona, lanza hacia un futuromejor y transforma.

Por otro lado, la comprensión de lajusticia como un saber que disciernecon el saber de Dios y no sólo con elsaber de los hombres, como una cla-ve hermenéutica que nos permiteconocer la hondura de la dignidaddel ser humano; esto nos permiteproclamar a los creyentes que unajusticia entendida sólo como obra delos hombres es insuficiente, puedeconvertirse en sistema autoritario ysin la referencia teológica, es decir,sin Dios, pierde su autenticidad enel sentido de que cuando una socie-dad pierde la noción de Dios, pierdela noción de sí misma y de la digni-dad del ser humano. Eso nos per-mitirá a los creyentes (de cualquierconfesión o religión) reclamar, en ladiscusión sobre la justicia y en lapraxis de la justicia, un legítimo lugarporque poseemos una sabiduría quede veras aporta a la construcción deun mundo más humano.

LAS TAREASDE LA COMUNIDADECLESIAL HOY

No será posible hacer un desarrolloamplio de este tema. Sólo presentoalgunas consideraciones relacionadascon nuestro contexto regional y conla responsabilidad de las comunida-des eclesiales:

1. La implementación de los mo-delos económicos

Me refiero al hecho de que la cues-tión de la justicia no se refiere única-mente a la que tiene que ver con lasrelaciones entre individuos, sino quehoy reviste un carácter de muchomayor alcance: hay proyectos eco-nómicos que encierran dentro de supropia lógica la exclusión y lainequidad. Proyectos regulados porunas reglas de juego tales que lospobres pierden y los propietariosganan; que se institucionaliza lainequidad como algo normal y ne-cesario. Por ello, la cuestión de la jus-ticia implica una visión crítica de ta-les modelos y la imaginación creativade modelos no excluyentes. Esta ta-rea tiene en las universidades, y enparticular en las universidades católi-cas y sus facultades de economía,una prioridad indiscutible.

2. El conflicto armado, la búsquedade la paz y la solución pacífica delos conflictos

3. La reconciliación sobre la base dela búsqueda de la justicia, el res-peto a los débiles y la reparaciónde las víctimas

4. La cuestión de las víctimas

La descomposición y las atrocidadesque reviste la acción armada de losgrupos guerrilleros ha llevado a algu-nos reducir el problema a un asunto

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de orden público o delincuencial. Noobstante, sigue siendo cierto que enla raíz de este problema está la situa-ción de injusticia, inequidad y violen-cia institucionalizada. Ser agentes dela paz implica, por tanto, la búsquedade la justicia: tal como hemos apre-ciado en el recorrido por la sagradaEscritura y el pensamiento social cris-tiano, la paz (shalom) supone la cons-trucción de condiciones de equidady justicia en la sociedad.

La reconciliación y, en su marco, to-dos los proyectos de diálogo, han deinspirarse en la voluntad de hacer lajusticia. Si bien es cierto que la vio-lencia y la guerra son responsabili-dad de los agentes armados, no esmenos cierto que también es respon-sabilidad de quienes, aun sin empu-ñar fusiles, con su actitud de defensainsensata de sus privilegios, mantie-nen situaciones de injusticia que sonel terreno abonado para las «revolu-ciones explosivas de la desespera-ción» (Medellín, Paz, Nº 17)20.

Por otro lado, en el conflicto arma-do está un sinnúmero de víctimassin poder que reclama la reparación.El evangelio de la justicia llama demanera especial a los creyentes aconstituirse en defensores de las víc-timas y reivindicadores de sus de-rechos vulnerados.

5. La participación política: la me-diación política de la justicia

6. La cultura ciudadana y la construc-ción de una sociedad civilizada

En consonancia con los plantea-mientos anteriores, la cuestión de lajusticia, que continúa indudable-mente siendo también un asunto delas relaciones entre las personas, ad-quiere un carácter político: no esposible garantizar la justicia sin abor-dar sus implicaciones políticas, estoes, las atinentes a un nuevo ordena-miento de las relaciones económi-cas y sociales.

7. La comunidad eclesial como sig-no de comunidad justa

8. La pastoral social9. El anuncio de la justicia10.La opción preferencial por los

pobres y los procesos depauperización

Finalmente, la cuestión de la justiciapara los creyentes, implica construiren el seno de las comunidadeseclesiales unas relaciones de equidady solidaridad que las constituyan enmodelo y anuncio del mundo quequeremos construir. A estas comuni-dades les corresponde desarrollar unapastoral social de gran alcance, queincluya la lucha por la justicia, la de-fensa de los derechos de todos, en

20 Es el documento de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, en el cual están contenidas susconclusiones. Todo el documento «Paz» y el que aborda el tema de la justicia, ofrece reflexiones sumamente ricas sobreel tema.

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particular de los más pobres; la for-mación política de los creyentes paraque ejerzan su derecho y deber departicipación con inteligencia y firme-za. En este sentido, cobra especialimportancia el criterio evangélico depreferencia por los pobres, las vícti-mas y los débiles.

El compromiso con la justicia impli-ca el cuestionamiento vigoroso detoda agresión, exclusión e inequidad.Pero es también anuncio gozoso quellena de esperanza y consuelo, quepacifica y desarma los espíritus, queinfunde confianza y pureza de cora-zón: el anuncio gozoso de que, noobstante los signos dolorosos y las

sombras, la promesa del Señor secumplirá: «Saldrá un vástago deltronco de Jesé, y un retoño de susraíces brotará. Reposará sobre él elespíritu de sabiduría e inteligencia…Justicia será el ceñidor de su cintura,verdad el cinturón de sus costados.Serán vecinos el lobo y el cordero, yel leopardo se echará con el cabrito,el novillo y el cachorro pacerán jun-tos, y un niño los conducirá… Na-die hará daño, nadie hará mal en misanto Monte» (Is 11,1-2.5-6.9).

A manera de conclusión, dejemosque nuevamente resuene la Palabradel Señor, para que inspire nuestrocompromiso con la justicia:

«Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos,quitad vuestras fechorías delante de mi vista,

desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien buscad lo justo, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda ...»

(Is 2,16-17).

Para que «fluya, sí, el derecho como agua y la justicia como arroyo perenne»(Am 5,24).

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