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Tecnologas de la informacin y la comunicacin

Material bibliogrfico

La comunicacin como proceso en totalidad

Daniel Prieto Castillo

(extrado de: Diagnstico de comunicacin. Quito, Ciespal, 1986, pp. 101-117)Un primer acercamiento a los elementos fundamentales de un proceso de comunicacin implica el riesgo de caer en el esquema tradicional de emisor, mensaje, receptor; esquema que si bien ha servido para simplificar la cuestin y hacerla accesible a un primer anlisis, ha llevado tambin a una comprensin demasiado superficial de la misma. Y no nos referimos tanto al mbito universitario, donde de alguna manera esa simplificacin ha sido superada, sino a otros campos en los que es preciso utilizar la comunicacin para resolver problemas de amplios sectores de la poblacin. En una encuesta realizada por CIESPAL en 1980, pudo comprobarse que una gran mayora de organismos dedicados a cuestiones de desarrollo utilizaba un esquema de comunicacin de tipo difusionista, basado en una presentacin elemental de emisor, mensaje, receptor. Cuando fallan los conceptos bsicos, sea por un error o por un uso parcial de los mismos, puede fallar la interpretacin de los hechos.

El esquema tradicional conduce a una reduccin de la riqueza de un proceso de comunicacin. La consecuencia ms inmediata es la lectura del proceso desde el emisor, incluso por la manera de graficar el esquema: siempre aqul aparece a la izquierda, como si en l se originara todo, como si fuera el fundamento del anlisis y la evaluacin.

Si bien esa superficialidad ha intentado ser corregida mediante algunas preguntas destinadas a especificar las cosas, quin? para qu?, cundo?, dnde?, etc., esto no aclara demasiado el problema, porque lo fundamental es replantear el esquema, pensarlo desde un horizonte ms general; desde el contexto que funda el proceso mismo y determina su orientacin. En este trabajo no eliminaremos el esquema pero lo presentaremos de otra manera, desde los conceptos de formacin social y marco de referencia o contexto ms inmediato. Ellos nos permitirn acudir a una comprensin ms global, ms en totalidad, de los procesos de comunicacin.

La formacin social

Esta expresin alude a la manera en que un determinado pas se articulan las instancias econmicas, polticas e ideolgicas, dentro de un modo de produccin dominante y de las relaciones sociales de l derivadas. Dicha articulacin no es homognea en todo el pas. No es igual la manera en que viven lo econmico, poltico e ideolgico los campesinos de Amrica Latina, que la forma en que lo hacen sectores sociales postergados de las grandes ciudades.

Estas instancias inciden directamente en los procesos de comunicacin de una determinada formacin social, y no slo en lo relativo a los grandes medios de comunicacin. Inciden tambin en las relaciones ms inmediatas, grupales e interpersonales.

Demos algunos ejemplos: no es difcil sealar las aplicaciones econmicas, polticas e ideolgicas de los grandes medios de comunicacin. Pinsese en el papel de la televisin, tanto en la difusin de estereotipos como en la propaganda destinada a mantener a la poblacin dentro de muy pobres esquemas de interpretacin de la realidad.

Pero, adems, una formacin social tiene su historia, dentro de ella es posible analizar y entender la manera en que se consolidan tradiciones, formas de valorar y enfrentar la realidad, formas de relacionarse. Nos referimos a la cultura; ella se especifica en cada caso, segn los sectores sociales en cuestin. No es posible pensar una cultura al margen de la influencia institucional (la iglesia, el Estado, entre otras), de la manera en que se determinan los cdigos de relacin de la poblacin, de la forma en que dichos cdigos fijan precisos lmites a la conducta cotidiana.

Todo esto es capital para mantener el esquema tradicional de comunicacin. Uno no es simplemente emisor, uno es emisor en situacin, dentro de tensiones sociales, dentro de ciertas relaciones de poder, dentro de un grupo y no de otro. En otras palabras, lo que funda al emisor no est en lo esencial a l, sino en las relaciones sociales dentro de las cuales se inserta y vive, segn los lmites fijados por la formacin social a cada sector de la poblacin. Esto no quiere decir de ninguna manera que tales lmites sean de hierro, que la conducta diaria est determinada totalmente por las condiciones econmicas, polticas e ideolgicas vigentes. Precisamente el concepto de formacin social permite reconocer relaciones sociales contradictorias, espacios de autonoma relativa, presencia simultnea de distintas formas de produccin social... Pero siempre se es emisor en una determinada situacin, an cuando la misma contradiga, o busque contradecir de alguna manera las instancias dominantes.

Sartre, en su prlogo a El idiota de la familia afirma que Flaubert fue un pequeo burgus hijo de una familia pequeo burguesa del siglo XIX. "Esto no me explica, seala, por qu escribi Madame Bovary". Y para explicarse el origen de esta obra el autor inicia un estudio a partir de una inmensa cantidad de informacin (esttica, psicoanaltica, histrica, sociolgica...). Sin embargo, sus lmites mximos estn en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX. El momento histrico de esa formacin social es el horizonte ltimo de comprensin. Sin duda hay mucha informacin que no se agota en la consideracin de lo macro, de lo general. El error ha sido confiar toda la interpretacin a un anlisis de ese horizonte. Es preciso pasar a otros planos para poder comprender lo que ocurre realmente dentro de un proceso de comunicacin.

Por ltimo, una formacin social nunca est sola: sufre las influencias de otras.

El marco de referencia

Difcilmente uno vive con conciencia clara de lo que ocurre en el lmite de la formacin social. La vida de cada uno, cmo seala Henri Lefebvre, transcurre sobre una gran complejidad, sobre una historia, sobre relaciones sociales que no resultan claras en el diario acontecer. En otras palabras, lo ms inmediato constituye un horizonte que se superpone al otro, que a menudo lo oculta en la conciencia y conducta diarias. Ese mbito, marco de referencia inmediata es el de la vida cotidiana. Las orientaciones econmicas, polticas e ideolgicas dominantes en una determinada formacin social tienen xito (sobre todo las dos ltimas) s y slo s se cristalizan, se concretan, en lo que la mayora de la poblacin hace, piensa, espera, cree, recuerda, suea cada da. Esto, como sealamos antes, no es as mecnicamente, ni tampoco lo es hasta en los ms mnimos detalles, pero la continuidad de un sistema social, su funcionalidad, su coherencia interna, dependen del modo en que las lneas dominantes de una formacin social se reproducen en las relaciones ms inmediatas de la poblacin.

Y, nos guste o no, se es emisor, se es perceptor dentro de esos parmetros, lo sepan o no quienes emiten y perciben. Es posible sealar con cierta precisin las relaciones esenciales de una determinada sociedad, por ejemplo a travs de las clases sociales, de las contradicciones, de cuestiones polticas e ideolgicas; pero si no se las especifica en ejemplos concretos, si no se las reconoce en la vida de todos los das, la informacin queda en un plano de excesiva abstraccin como para resultar de alguna utilidad.

Para fijar dos opuestos, dentro de los cuales reconocemos matices intermedios, sealemos que se es emisor, al menos en los grandes medios de difusin (pero no slo en ellos) para consolidar la vida cotidiana vigente o para intentar cambiarla en lo que tiene de negativo. Y esto, lo sepa o no el emisor, supone una toma de posicin ante relaciones sociales de una determinada formacin social.

Algunos ejemplos: emite para reforzar lo vigente quien difunde mensajes repletos de estereotipos sobre la sumisin necesaria de la mujer, sobre actitudes puerilmente machistas, sobre el valor de la supersticin. Todo esto es vivido cotidianamente por amplios sectores de la poblacin. Tal emisor no hace ms que aprovechar lo que la gente ya es para reforzarlo.

Pero la vida cotidiana es mucho ms rica que eso, y un emisor, a partir de ella, puede orientar su accin hacia una transformacin. Pinsese, por ejemplo, en el impulso a lazos de solidaridad, a la participacin, en el aporte de recursos para ampliar la participacin en la bsqueda de informacin til para la vida diaria.

El papel reforzador o transformador de la vida cotidiana lo ejercen no slo quienes trabajan en los grandes medios de difusin.

Tambin les cabe a quienes participan en relaciones ms inmediatas, grupales o interpersonales. Pinsese en las relaciones autoritarias padre-hijo, en la violencia que puede ejercer un grupo cuando alguien intenta violar alguna de sus normas.

Insistimos:se emite, se percibe, siempre dentro de contextos sociales caracterizados por un fuerte inmediatismo. Si hay un espacio donde debe buscrse la clave del xito de los medios de difusin es precisamente ste: el de las relaciones inmediatas.

Se es emisor, pues, dentro de un determinado contexto, de una cierta manera de emitir y percibir, de sucesivos horizontes culturales. Quien pasa de un horizonte a otro sin tomar en cuenta el suelo donde pisa corre el riesgo de emitir mal o de percibir peor.

Un proceso de comunicacin no puede ser entendido sin los conceptos de formacin social y de marco de referencia. Todos sus elementos estn insertos en ellos, sin el contexto es imposible el texto, an cuando ste tenga algn grado de especificidad.

Los elementos

Un proceso de comunicacin incluye, a nuestro modo de ver, los siguientes elementos:

formacin social

marco de referencia (contexto inmediato)

cdigos

emisor

perceptor

medios y recursos

mensaje

referente

Cada uno de ellos debe ser estudiado en s mismo, pero tambin en sus relaciones. Pasa aqu a primer plano el principio de totalidad: un proceso no se explica tomando en consideracin slo una parte, cosa que ocurre en general con el modelo difusionista con el esquema elemental al que aludimos al comienzo. Cuando todo se reduce a emisor, mensaje y perceptor, queda fuera lo esencial, queda una explicacin limitada que puede conducir a errores, tanto en interpretacin como en aplicacin.

Por otra parte, un proceso no es algo genrico, vlido para todos los casos y situaciones. Segn lo que est en juego, podemos distinguir procesos de comunicacin publicitaria, propagandstica, poltica, literaria, esttica, educativa, cientfica, ldica... Si bien no existen abismos entre unos y otros, hay que reconocer que no es lo mismo ser emisor en un proceso publicitario que en uno educativo; que de un perceptor se espera una cosa muy distinta en cada caso. En publicidad la finalidad es que el perceptor se convierta en consumidor del producto promocionado; en educacin, por el contrario, se busca un enriquecimiento perceptual y una mayor conciencia sobre determinada situacin o problema.

Como ya adelantamos algunas cuestiones propias de la formacin social y del marco de referencia, pasaremos directamente al concepto de cdigo con la aclaracin de que aqullas aparecern una y otra vez a lo largo del anlisis.

Cdigos

En un sentido muy general y abstracto podemos definir cdigo, en referencia a cualquier lenguaje, como reglas de elaboracin y combinacin de signos. En el caso del lenguaje que utilizamos, la gramtica (con su morfologa y su sintaxis), es un ejemplo de cdigo.

Pero debemos pasar desde ese plano de abstraccin a otros ms concretos. En primer lugar, el carcter social de los cdigos. Hay una definicin: "conjunto de obligaciones". Cules? Las de elaborar y combinar de una forma determinada los signos. Pero, obligaciones para quin? Los cdigos son conjuntos de obligaciones sociales que permiten la comunicacin en grupos y entre grupos de una determinada formacin social.

Convenio social, entonces? Contrato social en relacin con la aceptacin de dichas obligaciones? Una va de interpretacin semejante suele ser tentadora, pero tambin puede llevar a equvocos. Porque las obligaciones de elaboracin (y de interpretacin, todo cdigo implica alguien que decodifica) bien pueden ser impuestas.

El concepto de cdigo debe ser entendido en sentido relacional. Podemos hablar, por ejemplo, del cdigo de la historieta: conjunto de obligaciones de elaboracin, pero tambin conjunto de obligaciones de interpretacin. Es decir, Ia historieta impone al lector la forma en que debe ser leda, interpretada.

Lo que nos lleva a reconocer procesos de comunicacin fuertemente codificados, frente a otros que permiten una cierta flexibilidad en esos "conjuntos de obligaciones". As, para la educacin es de esperar el mximo de flexibilidad, especialmente cuando son analizadas las "obligaciones" desde el lado del perceptor.

Hay que distinguir los cdigos de elaboracin de mensajes de los cdigos conductales. Ambos estn presentes en todo proceso de comunicacin y es necesario relacionarlos. Los cdigos conductuales son los conjuntos de obligaciones que condicionan (no necesariamente determinan) el comportamiento de los miembros de los diferentes grupos sociales en una cierta situacin social.

Los cdigos son vividos en general sin crtica, son aceptados como el fundamento de la vida cotidiana y a menudo se los defiende hasta con la violencia. Que la vida social est codificada lo muestran con toda claridad las reglas que a diario respetamos en las vestimentas, en la manera de comer, de conducir, de saludar. El problema antes mencionado se repite aqu: una rgida codificacin de la conducta puede llevar a la prdida de creatividad y de espontaneidad, a la reiteracin de soluciones, de actitudes que a menudo resultan intiles para enfrentar nuevas situaciones.

Los cdigos conductuales son racionalizados de manera tal que aparecen como algo natural, dados de una vez para siempre. As, las actitudes machistas llevan a conductas muchas veces aberrantes en lo relativo a la sumisin de la mujer. Cuando esto quiere ser discutido o analizado, la defensa se establece a nombre de una aceptacin ciega de lo que comnmente se hace.

Si bien los cdigos no son eternos, no cambian muy fcilmente. Rossi Landi seala distintas formas de transformacin: algunas variaciones; se abandona un cdigo y se pasa a otro; se destruye el cdigo para crear uno nuevo. Lo cierto es que, salvo excepciones en el campo del arte o en algunas formas muy radicales de conducta, difcilmente se abandona del todo un cdigo cuando se pretende crear algo nuevo. Los grandes procesos de transformacin social han arrastrado durante mucho tiempo huellas de cdigos anteriores, que se manifiestan en conductas, creencias y expectativas cotidianas.

Lo mismo sucede con la comunicacin, sobre todo si se piensa en los grandes medios de difusin. En publicidad, por dar un ejemplo, an cuando hay variaciones muy grandes, no es mucho lo que se innova desde el punto de vista de sus reglas de juego esenciales, es decir, de sus cdigos.

Igual ocurre con el discurso poltico. En su Retrica, Aristteles enuncia ciertas reglas (como por ejemplo la de los tpicos o lugares comunes) que se mantienen en pleno uso en la actualidad.

El xito de los mensajes dominantes est no slo en ellos mismos sino tambin, y fundamentalmente, en la manera en que la poblacin percibe las cosas, en los cdigos estticos vigentes, en los cdigos de interpretacin de los relatos. Y como todo cdigo es tambin una forma de esperar el comportamiento ajeno, cuando un mensaje se orienta dentro de tales reglas, responde de alguna manera a las expectativas de la gente con lo que se asegura su xito.

Por ltimo, la comunicacin se dificulta cuando el perceptor est fuera del cdigo. Esto es muy sencillo de comprobar frente a alguien que habla un idioma que desconocemos. Lo que desconocemos son en primer lugar las reglas esenciales de pronunciacin y de sintaxis. Pero algo similar ocurre cuando enfrentamos un mensaje en lenguaje cientfico (en caracteres utilizados por la lgica simblica, por ejemplo) o en lenguaje esttico sofisticado (sea de algunas manifestaciones de la plstica contempornea o de la literatura o alguna forma de cine experimental). El estar fuera del cdigo puede resultar un incentivo para algunos sectores privilegiados de la poblacin. Pero cuando se trata de trabajar con los sectores populares en una labor educativa, es preciso partir de sus cdigos, de sus formas cotidianas de percibir.

Emisor

Se ha personalizado tanto el papel del emisor dentro del proceso de comunicacin que a fin de relativizarlo sera preferible hablar de "fase de emisin". Adems, el trmino convierte todo en una especie de acto puntual, como si alguien emitiera en un momento y en otro dejara de hacerlo. Emitir no se reduce slo a hablar o a escribir un mensaje. Un individuo, por el hecho de existir, est ofreciendo signos a los dems a travs de sus gestos, su vestimenta, su manera de caminar, sus objetos los espacios que lo rodean. La fase de emisin es permanente y slo adquiere sentido si se la analiza desde el punto de vista cultural. Emitir significa ofrecer rasgos culturales, ofrecerlos permanentemente.

Claro que hay momentos en que se emite ms directamente. Pero ello, insistimos, no agota de ninguna manera la riqueza de una comunicacin cultural. Aprender a leer la comunicacin no directa es una tarea fundamental, y no slo para el especialista, sino tambin para el hombre llamado comn, esto es, cada uno de nosotros.

Un emisor lo es dentro de un conjunto de signos que lo anteceden histricamente, le condicionan sus posibilidades expresivas e incluso le ofrecen una gama amplia pero limitada de temas sobre los cuales expresarse. Se es emisor dentro de un contexto de significados, dentro de un horizonte cultural, en suma.

En un libro que publicamos en 1979 (Discurso autoritario y comunicacin alternativa) distinguamos entre emisor "real" y emisor "vocero". Decamos que este ltimo transmite lo que otros piensan o indican. Agregbamos "...tambin puede denominrsele emisor conformador, ya que tiene la tarea de dar forma a un mensaje segn indicaciones de otra persona".

No estamos seguros ahora de esta distincin. No porque no existan casos as, sino porque la cosa no es tan simple. Y no lo es porque no se trata aqu de una cuestin de originalidad. El emisor real no es aquel que utiliza la palabra ms original, como estamos acostumbrados a pensar al emisor artstico. Si se me permite parafrasear un pasaje de Alicia en el pas de las maravillas, el problema no es aqu el de qu originalidad tienen las palabras, el problema es quin tiene el poder.

El poder, en la fase de emisin, se ejerce de varias maneras:

1.- Determinando el modo en que socialmente debern interpretarse, valorarse personas, personajes, objetos, situaciones, ideologas.

2.- Controlando los mecanismos de difusin de los mensajes.

3.- Conformando lo que Valentin Voloshinov denomin la "uniacentualidad" del signo, es decir, que los signos, y aquello a lo que aluden, tengan un solo significado posible, el que determina el emisor dominante.

4.- Rechazando, distorsionando, ocultando, ridiculizando, trivializando, a aquellas personas, personajes, objetos, situaciones, ideologas que ofrecen una alternativa distinta a la versin ofrecida por el emisor dominante.

No nos referimos aqu solamente a quien tiene el poder econmico y poltico (una clase social, por ejemplo). En todo sistema lo que se da en grande tambin se da en pequeo. Hay ejercicio de poder en la fase de emisin correspondiente a las relaciones interpersonales o grupales, lo sepa o no quien lo ejerce, lo ejerza o no con la mejor de las intenciones. La imposicin de significados, de modos de valorar y aceptar la realidad, se ejerce en la familia, en las relaciones de pareja, en grupos de todo tipo.

La cadena de emisores reales o voceros es socialmente descendente (descenso en sentido econmico, en el sentido de menores o ningn privilegio). Pero la imagen puede resultar peligrosa, porque cada eslabn no repite mecnicamente al anterior. Hay en ellos espacios de autonoma relativa, espacios en los que se abre alguna alternativa a las formas de significar y valorar dominantes. Espacios que provienen no slo de los mensajes, de los signos, sino fundamentalmente de la manera en que son vividas las relaciones cotidianas, el trabajo, la alimentacin, la vivienda.

Que la sociedad no tiene un modo homogneo de significar y valorar es algo por dems evidente. Pero ello no es un mero producto de la comunicacin o de los signos. Es una consecuencia de la insercin de individuos y grupos en determinadas relaciones sociales.

Es evidente que a mayor poder econmico-poltico, mayor poder de elaborar, difundir e imponer significados y valoraciones. Pero ese poder no es total. Una sociedad es un mosaico con grandes espacios de emisiones dominantes, pero tambin incluye otros, pequeos sin duda, en los que se ejerce alguna alternativa, aunque sea balbuceante.

Cmo se ve a s mismo un emisor dentro de ese mosaico? Cmo evala su papel? Cmo evala a sus destinatarios? Esto depende directamente del lugar que se ocupe, del lugar social. No cualquiera razona "soy emisor y concibo a mi pblico de tal manera, por lo tanto mi mensaje ser ste". Pero an cuando no se razone as, la evaluacin de uno mismo y de los destinatarios se produce siempre. Y de ella depende el modo en que se habla, se alude a un tema, es decir, el modo de elaborar el mensaje.

Hay sin duda diferentes tipos de mensajes, conformados por ciertos signos y no otros. Cuando nos encontramos frente a tino degradante, por su estupidez, por las distorsiones que propone, no hace falta mucha imaginacin para comprender que su emisor ve a los destinatarios como estpidos. Valoraciones de este tipo estn a la base de un discurso infantilizado para dirigirse a los campesinos. Se ve a los destinatarios en definitiva, como inferiores. Evaluacin significa atribuir un valor a los dems. El mensaje es elaborado segn tal atribucin.

Nuestros temas iniciales, formacin social y marco de referencia, adquieren mucha importancia cuando se intenta comprender la fase de emisin. Se es emisor dentro de ellos, an cuando existan, como hemos sealado, espacios de cierta autonoma relativa.

Perceptor

Debemos repetir aqu algo similar a lo anterior: se ha personalizado tanto el papel del perceptor que, a fin de relativizarlo, sera preferible hablar de fase de percepcin.

Es intil el trabajo de clasificar a los perceptores por edades, sexos, ocupaciones, preferencias, si no se aclaran algunos puntos previos. La percepcin es en primer lugar una cuestin de supervivencia. Quien percibe mal el propio entorno, queda a merced de l, sea un animal que por no advertir a su enemigo pasa a la categora de presa, o un hombre que cruza una calle... Percibir es, en consecuencia, la capacidad de recoger la informacin necesaria para responder eficazmente al propio entorno. Uno queda a merced... El poder otra vez. Pero dejemos pendiente el tema. La percepcin consiste esencialmente en una extraccin de informacin de la realidad para orientar la propia conducta. Esa extraccin, esa lectura estn condicionadas por el lugar social que se ocupa. Algunos ejemplos por dems obvios: un campesino sabe leer su entorno natural, la cercana de la lluvia... A un individuo de la ciudad le ocurre otro tanto con direcciones, recorridos de lneas de transporte, sealizacin...

Esos ejemplos muestran slo algunos modos de percibir. Hay una percepcin cotidiana necesaria y en general suficiente para desenvolverse en la vida de todos los das. Constituye una lectura habitual, altamente mecanizada en muchos casos. Un modo de percibir que no pregunta por causas, que en general se conforma con lo inmediato. Corresponde a lo que Henri Lefebvre denomina "dbil legibilidad del entorno".

Esa primera forma de percepcin es la condicin de posibilidad del xito de los mensajes de difusin colectiva y del ejercicio del poder sobre amplios sectores de la poblacin. Una dbil legibilidad significa una dbil conciencia de las causas, de las conexiones esenciales de un contexto social. En efecto, hay mensajes, la mayora en los medios de difusin dominantes, elaborados con la intencin de reafirmar, sostener la percepcin inmediata. En situaciones de relativa estabilidad social sta puede mantenerse sin muchos cambios, incluso de una generacin a otra. Ms adelante matizaremos tal afirmacin, pero hay que reconocer la existencia de un aprendizaje perceptual dentro de la familia, en la escuela, en las relaciones sociales ms amplias. Tal aprendizaje puede quedar limitado al reconocimiento de lo inmediato. Por otra parte, la percepcin tiene una historia, individual y grupal, cultural en suma. Es difcil, de ninguna manera imposible, pasar por encima de la propia historia.

No imposible, decimos, porque el inmediatismo no abarca toda la percepcin de un individuo o de un grupo. Y no lo hace porque, en primer lugar, el entorno social no es nunca esttico; segundo, porque el inmediatismo absoluto no existe; tercero, un individuo, sea cual sea el sector social al que pertenezca, siempre tiene alguna inquietud por cuestiones que van ms all del simple inmediatismo. Esto se manifiesta, en los sectores populares, a travs del chiste, de la cancin, de la protesta, de la bsqueda de soluciones aunque sea en propuestas magicistas. La llamada "sabidura popular" contiene elementos que exceden al inmediatismo, debido a que surge de una confrontacin cotidiana con las limitaciones econmico-polticas de la sociedad.

Percibir es, pues, percibir lo ya conocida, lo familiar, lo evidente, o bien intentar una lectura en planteo puede conducir a un error, sobre todo por la disyuntiva que abre la expresin "o bien". En la vida diaria la primera forma no se abandona (no se puede) nunca. Y la segunda no abarca toda la relacin con el entorno. Dicho en otras palabras: la conciencia nunca avanza en bloque, puede ampliar el horizonte en una direccin y quedarse limitada en otra. A veces se toma conciencia en sentido poltico, se pasa a la accin incluso, y las relaciones familiares autoritarias continan sin cambio alguno. Esto no es siempre as, por supuesto, pero vale la pena recordar que los procesos de enriquecimiento perceptual, de toma de conciencia, no son nunca lineales.

La percepcin supone valoraciones. Muchas veces stas influyen directamente en el modo de percibir, an a costa de una mala lectura, de una distorsin. Pinsese, por ejemplo, en el racismo.

De acuerdo con la forma de percibir, de valorar, de concebir algo, de juzgar en suma, es como se acta. La percepcin no es un acto gratuito, en ella se juega nuestra toma de posicin ante la realidad, ante los dems, y en definitiva nuestra conducta.

Por todo lo dicho es preciso reconocer ciertas tendencias perceptuales comunes a integrantes de un mismo grupo social, y a la vez la posibilidad de lecturas alternativas a mensajes o situaciones sociales. An cuando existiera una propuesta homognea de mensajes las posibilidades de lectura alternativa no desapareceran, porque la percepcin se funda en las relaciones cotidianas, en la historia personal y grupal, y no en un comercio qumicamente puro con los medios de difusin colectiva.

Medios y recursos

Los medios son aquellos instrumentos a travs de los cuales se hace llegar un mensaje a un perceptor. Pero esto no ocurre, en el caso de las relaciones sociales ms amplias, sin una cierta cantidad y calidad de recursos, muchos de los cuales estn totalmente fuera del alcance de la gran mayora de la poblacin. Pinsese en el costo real de un sistema de televisin, de un peridico, por citar slo dos ejemplos.

Esto ha llevado a una enorme concentracin de medios y recursos en manos del Estado, de agencias transnacionales y de actores de la empresa privada. El acceso a los mismos resulta ms que limitado para las grandes mayoras de la poblacin. Por el actual desarrollo tecnolgico en el campo de la comunicacin, el proceso de concentracin puede tender a aumentar. Hay pases industrializados (Japn por ejemplo) que dedican ms del 20% de su producto bruto interno al desarrollo de tecnologas de la informacin.

Durante ms de dos dcadas los grandes medios de difusin fueron satanizados sobre la base de un argumento principal (hubo otros tambin, pero el ms frecuente fue ste): los medios son unidireccionales, no permiten el retorno, la retroalimentacin. Lo que significaba que un proceso de comunicacin sin retorno, sin un contacto directo entre emisor y perceptor estaba viciado, abra paso de antemano a la manipulacin. No vamos aqu a atacar la hiptesis de una mejor comunicacin a travs del retorno. Pero cuando a partir de sta se pretende descalificar toda otra forma, consideramos que se cae en un error. Porque el retorno no asegura para nada tal comunicacin. Pinsese, por ejemplo, en una relacin autoritaria padre-hijo: estn frente a frente, cada uno se convierte en emisor-receptor, y sin embargo el segundo es obligado a aceptar, a reiterar lo que propone el primero. Lo importante no es el retorno sino la calidad del mismo. Y lo importante no es s un mensaje se difunde de manera unidireccional, sino lo que propone ese mensaje, su referencialidad y su calidad formal.

Esto no quiere decir que apoyemos ciegamente el uso de los grandes medios. Pero s estamos convencidos de la posibilidad de un empleo alternativo de los mismos.

Mensaje

Entendemos por mensaje un signo o conjunto de signos (tomada esta palabra en sentido amplio: signos verbales, visuales. gestuales, objetuales, espaciales...) capaz de significar algo a alguien, sea en el sentido referencial (determinada informacin sobre determinado tema) o en el sentido esttico (determinado placer o rechazo). En el primer caso estamos en presencia de mensajes orientados hacia un contenido, en el segundo hacia la forma (una sinfona no "significa" directamente en relacin a un tema, apunta ms bien al placer, a la sensibilidad) En el uso de los medios de difusin colectiva y en las relaciones cotidianas tiene importancia definitiva la forma del mensaje, su presentacin en la que se juega su atractivo o rechazo.

Todo mensaje referencial es una versin de algo, y muchas veces llega a tener mayor peso social que aquello de lo que es versin. Pinsese otra vez en los estereotipos racistas.

Cuando se elabora un mensaje se procede siempre por seleccin temtica y seleccin formal. La primera lleva a determinar el asunto sobre el cual se hablar, aquello a lo que se aludir. La segunda precisa el cmo se hablar, es decir, la seleccin y combinacin de los signos.

Supongamos a un grupo de emisores que decide hablar sobre la juventud. A esta primera seleccin temtica suceden otras. Se opta por hablar de los adolescentes, de las adolescentes. De ellas hay mucho que decir en nuestros pases latinoamericanos: el trabajo, la orientacin sexual, la educacin... Sin embargo son seleccionadas ciertas adolescentes, las de sectores sociales medios altos. Y en relacin con ellas, temas como las vacaciones, la moda, la msica, los lugares para ir a bailar, los recursos para atraer un muchacho, cmo hacer interesante una conversacin... Luego viene la seleccin formal: se publicar una revista, los modelos sern equivalentes al sector social seleccionado, los ambientes mostrados por las fotografas sern de lujo, la publicidad incluir cosmticos y ropas de moda... Con todos estos ingredientes, con estas sucesivas selecciones, se llega a la revista T, versin para adolescentes de publicaciones como Claudia, Cosmos u otras similares.

Es en ese proceso de seleccin temtica y referencias donde se pone en juego la intencionalidad del emisor, donde se intenta, o no, distorsionar algo, conducir, dirigir la conciencia ajena.

Referente

Enfatizamos anteriormente la referencialidad del mensaje. En trminos generales el referente comprende todo ser, objeto, situacin, idea, sean reales o imaginarias. Un mensaje puede aludir a la teora de la relatividad o a un unicornio de ojos ligeramente azules; a un pjaro o a una mujer que sube al cielo envuelta en una sbana, a un perro o a un hombre lobo. Pero si bien lo imaginario juega un papel muy importante en la sociedad, nos interesa en primer lugar analizar la referencialidad a problemas sociales concretos.

Hablamos de distorsin referencial cuando un mensaje consiste en una versin destinada a falsear el tema o problema al que alude. En propaganda poltica esto es muy comn, como tambin lo es en la difusin de estereotipos racistas, por dar dos de los muchos ejemplos posibles.

Hablamos de parcializacin referencial cuando el mensaje presenta algunos elementos como si ellos constituyeran todo lo que puede decirse del objeto o problema en cuestin. Por ejemplo: explicar la violencia por el alcoholismo es algo parcial, porque a su vez este ltimo tiene una causa.

Hablamos de baja referencialidad cuando el mensaje slo ofrece algunos datos superficiales del objeto o problema. La baja referencialidad es muy comn en la vida cotidiana, aunque no la abarca toda.

Por ltimo, hablamos de alta referencialidad cuando un mensaje intenta ofrecer una versin lo ms cercana posible a las conexiones esenciales, a la explicacin de un objeto o un problema. Ejemplo: la formulacin de un buen autodiagnstico campesino constituye un mensaje de alta referencialidad.

Cmo se aplica todo esto a los referentes imaginarios? No podemos hablar de alta o baja referencialidad cuando aludimos al unicornio de ojos ligeramente azules. Sin embargo, podemos reconocer diferentes usos de lo imaginario. Se puede tomar como referente un elemento imaginario dedicado a sostener estereotipos negativos para la vida cotidiana de los destinatarios del mensaje, o bien un imaginario que permita la toma de conciencia sobre algn problema o situacin. En el primer caso se escribe las historietas que difunden estereotipos de violencia o soluciones mgicas a situaciones sociales. En el segundo, relatos populares que permiten a quienes los comparten formas de reconocimiento cultural.

Primeras conclusiones

Los elementos que presentamos pueden aclarar en parte lo que sucede en una situacin de comunicacin. Sin embargo, cuando se los aplica con la pretensin de que a travs de ellos uno agota lo que sucede en cualquier relacin humana posible, se termina por forzar la realidad para meterla en las categoras.

El modelo resulta vlido para algunas situaciones, como por ejemplo las correspondientes a medios de difusin o a comunicacin institucional. As, cuando uno analiza el modo en que circula la informacin en determinado organismo del Estado, es posible determinar quines son los emisores, de qu manera funcionan los cdigos, cules son los mensajes...

Pero cuando se alude a situaciones ms complejas la aplicacin del esquema conlleva el riesgo de dejar mucho afuera. Cmo analizar los elementos de comunicacin en una relacin cotidiana, donde se entrecruzan permanentemente distintos mensajes, donde emiten simultneamente seres, espacios, objetos, historia? Cmo recuperar mediante el esquema el sentido ms ntimo de esas relaciones, el modo en que los nios aprenden a significar a los dems y a s mismos, a percibir y a construir su mundo?

No descartamos sin ms el modelo propuesto. Simplemente reconocemos que es vlido para ciertas situaciones y que resulta insuficiente para otras. En el captulo siguiente aludimos a temas que a menudo quedan fuera de esos elementos: la vida cotidiana y lo que se ha dado en llamar la comunicacin alternativa.

Capacitacin Docente 1 ISFD N 17