La Comuinidad de Los Otros_A Partir de Jean Luc Nancy

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    Thmata. Revista de Filosofa N47 (2013) pp.: 301-313.

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    LA COMUNIDAD DE LOS OTROS. A PARTIR DEJEAN-LUC NANCY

    Rosaria CaldaroneUniversit di Palermo (Italia)

    Recibido: 15-12-13Aceptado: 20-04-13

    Resumen: El tema de la comunidad es central desde el punto de vistaantropolgico, tico y losco-poltico. A partir de los aos 80 se despliega

    un debate en el pensamiento francs, y ya en los 90 son autores italianos losque participan en l. La posible-imposibilidad de lo comn es una temticade gran profundidad, tratada por estos pensadores en su particular dialctica.El artculo pone el acento en Jean-Luc Nancy, pero hace dialogar a Badiou,

    Lacoue-Labarthe, Agamben, Blanchot, Jabs, Esposito, Derrida, y en forma

    particular- a Platn.

    Palabras-clave: Comunidad; dialctica de lo comn; Jean-Luc Nancy;Agamben; Blanchot

    Abstract: The topic of the community has a fundamental relevance from the

    anthropological, ethical and political point of view. Starting from the years 80

    in France, and then during the 90 in Italy, the debate has been developed in

    a very vivid manner. The possible-impossibility of the community is a very

    profound subject that has been treated in a particular dialectical manner by

    these authors. The article emphasizes the contribution of Jean-Luc Nancy,

    putting his thought in dialog with Badiou, Lacoue-Labarthe, Agamben,

    Blanchot, Jabs, Esposito, Derrida and in a very deep manner- Plato.

    Key-words: Community; dialectic of common; Jean-luc Nancy; Agamben,Blanchot

    Que la comunidad sea de los otros, es decir, constitutivamente extraa

    a la dimensin de lo propio y la pertenencia; que hacer parte quiera decir estar

    expuesto ms bien que protegido y que, consiguientemente, lo comn y lopropio sean irremediablemente incompatibles, es un motivo que ha llegado

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    a ser recurrente en el debate losco italiano de los aos 90, esencialmente a

    travs de las voces de Giorgio Agamben y Roberto Esposito.Ambos reconocen exportar y retraducir, cada uno con su lenguaje y su

    estilo, una reexin terica que se desarroll en Francia en los aos 80, que

    tom la forma de un dilogo entre Jean-Luc Nancy y Maurice Blanchot, viaG. Bataille, dilogo en el cual intervino J. Derrida y al que dieron una con-tribucin relevante la obra en prosa y los versos de E. Jabs y la reexin de

    Philippe Lacoue Labarthe, que junto con Nancy dirigi el Centre de recherches

    philosophiques sur le politique, bajo cuyo patrocinio aparecieron dos impor-tantes volmenes: Rejouer le politique y Le retrait du politique1.

    Alain Badiou, en su ensayo Filosofa y poltica, contenido en un textode 1993 editado por Cronopio con el ttulo Poltica, presenta y sintetiza as la

    cuestin:

    La comunidad que est todava latente en medio de las ruinas de la idea comunista,incluso en el culmen de la decadencia de tal idea, es aquello a travs de lo cual lo colectivose da como surgimiento, sin substancia ni narracin fundadora, sin territorio ni frontera,no tanto sustrado a la opresin y a la divisin cuanto desplegado ms all de una tal par-ticin, indiviso sin fusin consigo mismo, completo sin conclusin o, como dice Mallarm,capaz de cumplirse en mltiples ramicaciones sutiles. La comunidad, indisponible para

    su nuevo descubrimiento, no est por tanto situada y es incapaz de darse a travs del mero

    querer. Privada de punto focal y de lugar, como la comunidad de amor, no se deja desvelaro transmitir a lo que ella no es. Comunidad que deniremos, por tanto, con Maurice Blan-chot, inconfesable.

    Comunidad que no podemos ni instituir ni entregar a su perpetuacin, sino simple-mente mantenernos en espera de su llegada, en la oferta de su aparicin. Comunidad que

    deniremos, por tanto, con Jean-Luc Nancy, inactiva.Comunidad sin presente ni presencia, atenta solamente a su llegada, de manera queel pasar del tiempo muestra su tema, hace patente su nmo cambio de lugar. Comunidad

    que deniremos por tanto, con Giorgio Agamben, comunidad que viene2.

    Despus de esta lista de deniciones hecha con los ttulos de los libros

    de referencia, pertenecientes a los autores que he citado antes, Alain Badiou

    presenta un balance muy interesante del cual querra citar algn texto, porque

    me da la salida para una reexin preliminar. Escribe Badiou, al abrigo de las

    deniciones de comunidad antes recordadas:

    El don impalpable de la comunidad es aquello de lo cual el mundo nos dice hoy que espropiamente lo imposible del mundo, de todo mundo (en cuanto un mundo no se sostienesolo sobre una consistencia consensual). Comunidad, comunismo: lo que sucede bajo nues-tros ojos probara que se trata de los entrecruzamientos criminales de una inconsistencia

    del mundo. Ms que la facilidad del goce o del consumo, ms que el obtuso egosmo y el

    consenso en la rapia, en la injusticia y en la libertad como expulsin de toda verdad, lo

    [1] P. Lacoue-Labarthe y J.-L. Nancy Rejouer le politique, Galile, Pars, 1981; P. Lacoue-Labar-the y J.-L. Nancy, Le retrait du politique, Galile, Pars, 1983.

    [2] Alain Badiou, Filosoa e politica, en Agamben, Badiou, de Carolis, Nancy, Russo, Zanardi,Politica, Cronopio, Napoli 1993, p. 63.

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    que se dice, o ms bien lo que cada uno se dice a s mismo (...) es esto: lo imposible del

    mundo, hoy y por siempre, es la comunidad. Porque no existe ms que la gestin racional,

    el capital, los grandes equilibrios. O las comunidades. Pero nada se opone ms a la Ideade comunidad que la sustancia comunitaria, hebrea, rabe, francesa u occidental. Nada

    pone ms a la Idea de comunidad frente a su imposible que la alianza realista entre la

    economa y los territorios culturales comunitarios. Y, consiguientemente, lo real del mundoes precisamente la comunidad en cuanto imposible. O tambin: la poltica real, la que nos

    suministran, excluye toda Idea. Ser del mundo no es otra cosa que hacer propio este impo-sible; lo cual signica y es el imperativo de nuestra poca: gobierna todas tus acciones y

    tus pensamientos en modo tal que estas acciones y estos pensamientos atestigen que lacomunidad es imposible. O ms an: acta sin Idea ()3.

    A las deniciones de comunidad de Agamben, Nancy y Blanchot, podre-mos tal vez aadir la de Badiou, partiendo de la recurrencia del acercamiento

    entre imposible y comunidad. La comunidad, o bien entonces lo imposible, se-gn Badiou. Se tenga en cuenta, sin embargo, el hecho de que Badiou dara por

    descontada una glosa lacaniana segn la cual lo imposible es lo real mismo, loimposible es real; lo que ya no est en lo posible, porque ha llegado, y es efec-tivo, urgente, alarmante. Problema se convierte entonces para Badiou aquello

    de la realidad que tiene lugar en la imposibilidad, aquello de la ley real delimposible4. Ley que conduce a Badiou a releer la Repblica de Platn, a volvera partir desde ella, y a rechazar con rmeza el considerarla como una utopa

    de lsofos.

    Si de hecho consideramos la poltica como un pensamiento que tiene rela-cin con la justicia y con la verdad, y si reconocemos que este pensamiento interesa ala losofa, como subraya Badiou siguiendo la gua de la relacin aportica entre po-ltica y losofa de la Repblica de Platn, entonces la posibilidad objetiva no puedeser una norma de la poltica5. La verdad y la justicia, sin las cuales la poltica es im-pensable son de hecho pensamientos que subrayan la inadecuacin y la separacin

    de la cual todo pensamiento es portador, incluso cuando es perfectamente adecuadoa un hecho fsico o mental que lo provoca. Se trata de pensamientos exuberantes

    sobre la realidad, jams conmensurados con ella, porque no medidos por ella, todo loms capaces de interceptar la interrupcin, la negacin, en la realidad.

    La fuerza de una poltica de emancipacin radical, escribe Badiou,

    presupone una prescripcin incondicionada, donde incondicionada quiere in-

    dicar aquello que no se origina por una prueba de posibilidad dada por unexamen del mundo. Y que no debe presentarse como representacin de un con-junto social objetivo6. A estas palabras hace eco tambin claramente Platn:Crees que es menos vlido aquel pintor que, despus de haber pintado el

    [3] Ivi, pp. 64-65.

    [4] Ivi, p. 67.

    [5] Ibid.

    [6] Ivi, p. 68.

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    modelo de hombre ms bello y haberlo realizado a la perfeccin, sea incapaz

    de demostrar la posibilidad de que tal hombre exista?7. Y, ms an: Creesentonces que nuestras palabras valen menos si no somos capaces de demostrarque es posible demostrar aquel Estado del que hablbamos?8.

    Pero, qu es lo que empuja a Badiou a mirar en direccin a Platny a apreciar la incondicionalidad hasta el lmite de lo posible de supolitia?

    Probablemente el hecho de que soy yo la que interpreto esta poltica que

    surge de una prescripcin incondicionada y casi imposible, es el nicoterre-no que consiente armar una tesis capital para la ontologa, a saber, que el

    bien est ms all del ser. Lo aclaro ahora mejor.

    Si nos atenemos a la metafsica en sentido estricto, a la dialctica o

    a la losofa primera si se preere, esta armacin carece de sentido o por

    lo menos queda disminuida en su sentido; en cuanto privada o disminuidade sentido nos resulta si miramos a la obra de las technai diferentes de lapoltica, se trate de las bellas a artes o del artesanado; y est privada o dis-minuda de sentido tambin cuando se miran las cosas bajo un perl tico,

    accediendo a l por medio de un esquema aristotlico prestado a Platn.Para el metafsico existe de hecho un bien en el ser, existe un bien en el ser

    realizado por l technits, existe un bien en el ser del hombre, en aquello

    que el hombre debe o quiere ser. Existe a n de cuentas un bien propia -mente humano tambin para Platn, que es diverso del de la planta y del

    animal y de diosLa comunidad es imposible, parece decir Badiou, pero es aquel im-

    posible real que conduce lo posible a una transaccin con lo imposible, quebusca por tanto arrastrar el posible hacia el imposible; pero, es menestertodava insistir en ello, a aquel imposible que lo real es ya; esta exigenciaproviene por tanto de una necesidad de lo real, de una real necesidad, quese presenta siempre hincada como una astilla, abierta como una herida,

    astilla y herida que signican una ruptura, una parada en la circulacin

    del sentido9. He aqu porqu en la relacin de la idea con lo real no est enjuego un traslado hacia un mundo ms all de este de aqu, hacia un ideal

    abstracto, sino que, por el contrario, lo que se intenta es un cierto repris-tinamiento de la circulacin del sentido, que vuelve a hacer re-coincidir lo

    real consigo mismo.Que lo real pueda volver a re-coincidir consigo mismo, retornar a ser

    inmanente a s mismo, quiere decir que de por s, en primer lugar, estaba

    desligado de s mismo, dividido en s mismo, tambin en el sentido segn el

    cual la divisin es un signo de contradiccin. Ahora bien, si el bien puede

    [7] Platn, La Repblica, editado por G. Lozza, Mondatori, Miln, 1990, p. 429 (472d. 6-9)

    [8] Ibid.

    [9] Cfr. A. Badiou, cit., pp. 67-68.

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    ser considerado ms all del ser es porque el ser-con que la polis hace ma-niesto es defectuoso, inel a s mismo, frgil, ambiguo.

    Pienso que es por un tipo tal de razonamiento por lo que Badiou con-sidera un error tachar de utopa a la Repblica, en la cual Platn congura y

    conecta estructuralmente con la experiencia poltica una transaccin con loimposible. No hay que olvidar que Platn escribe su proyecto poltico despus

    del suceso de la muerte de Scrates, que abre en aquella comunidad que es lapolis una herida imperdonable, injusticable, sobre todo para un lsofo. Es

    como si la poltica hubiese de hecho matado a la losofa, porque para Platn la

    losofa es siempre la experiencia del losofo, la experiencia de una existencia.

    Y aqu un losofo muere verdaderamente produciendo lo que Derrida con un

    ttulo bellsimo dene: cada vez nica el n del mundo.

    Ahora bien, la utopa o, quizs menos rudamente, la transaccin con

    lo imposible a lo que Platn da lugar y que Badiou tanto admira, me parece

    que se puede hacer provenir justamente de la existencia de unadelidad a lamemoria y al luto por Scrates, que proyecta sobre la realidad de lapolis, sobrela comunidad en su conjunto, una luz negra, un presagio infausto. La muerte

    de Scrates es la muerte de la comunidad poltica porque lleva sobre s el peso

    de re-capitular a partir de la propia verdad de hecho singular, el sentido nte-gro de lapolis.

    Es evidente que de una tal infausta re-capitulacin hace falta salir,

    se quiera o no. Es preciso por tanto trasladar el imperativo desrtico10 queproclama siempre: acta sin Idea, de la cual, en calidad de remedio, proviene

    tambin el proyecto comunitario de la Republica. Pero, Cmo hacer? de dn-de partir? a qu espacio trasladarlo? Pues justamente existe la necesidad detrasladarlo.

    Que el tipo de traslado propuesto por Platn pueda ser entendido, comofrecuentemente ha sido entendido, como una dislocacin de lo poltico que con-na con lo u-tpico, a mi juicio no cancela el dato central de la Repblica,

    que se esconde en el fondo de aquella percepcin de lontananza y de utopa

    encontradas. Y el hecho de que la comunidad, como la justicia11 de la cual esinseparable, implica la interioridad, implica ms que nunca la singularidad, esdecir, la vida humana singular en su ligazn consigo misma.

    La extraante fuerza u-tpica de la Repblica, tomada en sus aspectosms extremos (el comunismo de las mujeres y de los hijos, los guardianes sin

    pertenencias, sin un ser que nazca del tener, el rey lsofo) est enteramente

    radicada en la tesis bastante ms radical e hiperblica porque implica real-mente una poderosa dislocacin de loplural en los pliegos del ser ms ntimoy singular segn la cual si la losofa tiene algo que ver con la poltica, si el

    [10] Ivi, p. 64.

    [11] Cfr. Platn, La Repblica, cit. 443d- 444a.

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    lsofo, a pesar de todo, puede ensear algo a la comunidad, es porque el l-sofo siente particularmente la llamada de lo comn, porque la experiencia de lalosofa es por excelencia la experiencia de la comunidad.

    Estos son, para m, los pasajes ms signicativos:

    -De hecho, Adimanto, quien est en verdad vuelto hacia la esencia de las cosas notiene siquiera tiempo de mirar hacia abajo a los sucesos humanos, y de llenarse de envidia

    y de malevolencia litigando con sus semejantes. l ve y contempla objetos ordenados e in-mutables que no se daan entre si, sino que ms bien son plenamente orden y razn, y por

    ello los imita y se conforma lo ms posible a ellos. O crees que es posible no imitar aquelloa lo que te acercas con amor?

    -No, es imposible, respond.

    -Por tanto el lsofo, cercano (homiln) a lo que es divino y ordenado, llega a ser, encuanto le es posible a un ser humano, ordenado y divino12.

    En la imitacin de lo divino est ya la con-formacin con ello, y en la conformacin estya la homila, que es una forma de comunidad. Para cuya conrmacin, Platn dice en elTeeteto: Nada hay ms semejante (homoiteron) al dios que el hombre que llega a ser lo

    ms justo posible (dikaitatos)13.

    Ahora bien, para Platn el lsofo es, a pesar de todo, y aunque perte-nezca ya a una comunidad icnica (usando la distincin entre dolo e icono de

    Jean-Luc Marion), a una comunidad de la semejanza a distacia, por tanto de

    la semejanza y no de la identicacin la semejanza es siempre un acto del

    pensamiento y no una propiedad de las cosas, dice Magritte- porque l obtiene

    su ser de su unin con lo divino, de una pertenencia no sustancial, sino, insis-to, incnica; el lsofo, deca, es el primero que est obligado, obligado por lamisma libertad, por una necesidad libre, a mirar hacia abajo, hacia las vici-situdes humanas. Cul es el sentido de esta obligacin libre? El sentido de

    esta contrariante, difcil libertad, de la cual Platn no esconde el peso? Qu es

    lo que aporta el lsofo a la comunidad hasta el punto de congurarse l contra

    su voluntad como rey-lsofo en nombre de esta aportacin? Cul es el sentido

    de esta realeza, de esta soberana?

    Creo que el motivo de esta obligacin consiste justamente en la nece-sidad de introducir una nueva y atpica formacin de la idea de comunidad,

    cuya experiencia no querra usar la palabra modelo porque esta experienciaes ingurable, irreproducible proviene de la losofa en cuanto la losofa es

    una tal experiencia. Es decir, la experiencia en la cual la pluralidad, el ser-conlos otros, el ser plural, para utilizar una expresin de Jean-Luc Nancy sobre

    la cual me detendr dentro de poco, no proviene de la constatacin emprica

    de la socialidad condivisa con los dems, de no encontrarse de hecho nunca

    [12] Ivi, 500c 5-10, (trad. It p. 503)

    [13] Platn, Teeteto, trad. It. De L. Antonelli, Feltrinelli, Miln, 1994, p. 129 (176c 1-2)

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    solo fuera de nosotros, sino del ver el nosotros, el ms que uno por tanto, eneso mismo que abre y tiende el pensamiento siempre singular hacia su objeto.

    Philo-sopha es el nombre de esta tensin, deseo, amistad, hacia algo, la so-

    pha, y consiguientemente hacia aquello que satura y recapitula el espacio de

    la sopha, el sophs por excelencia: el dios.El lsofo, por tanto, constitutivamente no est nunca slo, la soledaddel sabio no existe o por lo menos, si existe, no es griega y no es originaria, por-que en el origen de la losofa se da la ligazn, una ligazn tan fuerte que deja

    huella de si misma con el nombre dephilo-sopha.

    Si Tales cae, ridiculizado en el pozo, no es porque es un pobre idiota,sino porque es un pobre philo-sopho, porque est demasiado en el con, hastael punto de no ver las cosas de aqu abajo. Demasiado poco dis-trado de s

    mismo, y por tanto demasiado concentrado en s, all donde el s es el lugar de

    la conexin con el totalmente otro, el dios. Deca antes que esta comunidad

    no tiene modelo porque es contra-intuitivo imaginar este simposio que tienelugar en el corazn de la inteligencia misma. El lsofo es por tanto aquel que

    introduce al otro en el corazn de la relacin entre el mismo y el mismo, otro

    que queda como un testimonio de una constante disimetra en la relacin que

    atestigua el nada-en-comn.Justo porque el lsofo est en la conexin, es a partir de ella como es

    un ser del mundo.Kosmos de hecho no es otra cosa que el cielo, la tierra, losdioses, los hombres, ligados por medio de la unin, de la amistad, del orden, de

    la sabidura14, dice Platn en el Gorgias, mostrndonos la gnesis del Geviert

    de Heidegger. Nadie por encima del lsofo es un ser del mundo, en cuanto lasyncheia en la cual el mundo consiste la vive ya singularmente como la cone-xin que anima el propio s mismo.

    La vida en su singularidad de vida humana por tanto, est ligada por

    el lsofo a s mismo por medio de su conexin con el otro, otro de la cual ella

    misma no es medida y que no sera capaz de medir: la comunidad para el l-sofo reside as, insisto, en el nada-en-comn que, con todo, hace ser a la vida

    humana.

    Fuera de una tal ligazn que queda siempre siendo una posibilidad

    a la cual dar lugar, para utilizar el lenguaje de Heidegger, por medio de una

    toma de posicin acogedora, una Aufnahme-stellung, con toda la fragilidaddel caso la vida no puede decirse humana y quiz no puede decirse vida. Si

    es la ligazn la que hace a la vida, el punto est entonces: en qu modo est

    en la ligazn, en qu modo re-producir en el espacio pblico la conexin con

    aquello en relacin con lo cual la existencia singular se mantiene en sy, porconsiguiente, en la vida?

    [14] Platn, Gorgias, editado por P. Scaglietti, Mondadori, Miln, 1993, p. 229 (507e 6 508 1-3).

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    Si la unin, la amistad, el orden, la sabidura, ya no son considerados

    solo como caracteres morales del sujeto y no son ya ms propiedad exclusivade una losofa moral, sino que son entendidas ms bien como conectantes dela totalidad del ente, sucede entonces que la diferencia entre losofa y techne

    se convierte en inapreciable porque la losofa, al menos en el modo en la cualla entiende Platn por boca de Scrates, debera producir en la polis unin,amistad, orden, sabidura. La losofa es as una techne prestada a la poltica.

    Su particular produccin sirve para mantener, para retener, lo que est msarriba de estas mismas cualidades productivas (unin, amistad), al menosen su sentido privado de performances individuales, es decir, la syncheia dela totalidad del ente, la conexin de la totalidad, lo que llambamos antes elGeviert de Platn.

    En este recorrido mo, Platn ofrece la palabra Nancy y compaeros,

    introduce el tema del cual ellos hablan, en el sentido de que ofrecen una especie

    de premisa, una especie de primera versin de un acceso a la pluralidad quesucede ya en el espacio de la singularidad y de la interioridad, una pluralidadms interna a lo ntimo, que espontneamente consideraremos ligado a la sin-gularidad que hace de este interno una exterioridad. Decamos que Platn en

    mi lectura atestiguara que el solus ipse del lsofo es ya un ser-con-otro y justo

    esto hara pertinente y necesaria la contribucin especca de la losofa a la

    poltica.

    Es justamente a partir de la relacin entre losofa y poltica desde

    donde ahora deseara dirigirme a Nancy por medio de una nueva introduccin

    de Badiou. Hoy, escribe Badiou:La losofa () oscila entre un intolerable mutismo, el de Heidegger

    frente a P. Celan, y la bsqueda casi desesperada de una prosa del pensamien-to capaz de organizar su transmigracin a la poesa. Esta imposibilidad, que

    ahora ya no es tanto el estatuto de la losofa cuanto su elemento subjetivo,

    Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy la llamaron el retroceso de lo poltico. Por-que en el corazn de esta constatacin, que concierne a la losofa tanto en

    su deseo cuanto en su expresin, existe sin duda alguna una conviccin de laconexin ahora ya improbable, o imposible de encontrar, entre la losofa y

    aquello que de la poltica el destino inscribe en la historia como desplegarse de

    un pensamiento15.Es a este nivel del anlisis al que se debe reconducir la reexin de Nan-

    cy. Es decir, al despedazamiento epocal de la conexin entre losofa y poltica

    que resuena todava en Platn. Superuo precisar que entre despedazamiento

    y despedazamiento existe obviamente un abismo porque el destino de lapolisya no es el desplegarse de un pensamiento despus de los totalitarismos del900 que han mostrado las inquietantes indelidades del deseo de comunidad.

    [15] A. Badiou, cit., pp. 61-62.

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    El retrait du polique, el re-traerse de lo poltico, para utilizar las pa-labras de Nancy que acu la expresin junto con Lacoue Labarthe, indica que:

    Algo se retira a (o de) aquello que llamara, para decirlo rpidamente y al tiempo paralanzar una provocacin, la ciudad moderna. En la constitucin del complejo y enorme con-

    junto que ya no se puede llamar el Estado ni en el sentido maquiavlico ni quiz tampocoen el sentido hegeliano se retira justamente algo como la ciudad, la ciudadana (civit) dela ciudad16. Ello conduce a un totalitarismo indito. Si el totalitarismo clsico procedade hecho de la incorporacin y de la presentacin de la trascendencia (como obra de arte

    en el nazismo y como razn de la historia en el stalinismo), el totalitarismo indito proce -dera de la disolucin de la trascendencia (). El retraerse (le retrait) aparece por tanto

    sobre todo como el retraerse de la trascendencia o de la alteridad, an si la cuestin delretraerse no es la del recuperar una trascendencia retirada, sino la del preguntarse cmoel retraerse impone trasladar, reelaborar y volver a jugar con el concepto de trascendenciapoltica17.

    La retraccin, en sentido de retirada, de la clausura de la escena, abrea algo, como dice Lyotard, que sera lo poltico o la esencia de lo polticoretirado del cumplimiento total de lo poltico en lo tecno-social18.

    Y he aqu que a partir de esta precisin accedemos tambin a otro signi-cado del retrait, aquel del retrato, es decir de lo expuesto, de lo maniesto.

    El decaer de lo poltico expone nalmente eso mismo de lo que proviene

    lo poltico; este algo es justamente la desnudez del con que justamente prece-de a lo poltico y que es ontolgico19.

    Esta desnudez del con reenva a un aparecer del con que ya no ha de

    entenderse como com-posicin, sino domo dis-posicin20, dice Nancy, es decir,

    sin ninguna identicacin simblica, sin asunciones sustanciales21

    .Qu signica pensar el co(n)- en cuanto dis? Es decir, intentando tra-ducir la expresin de Nancy, qu quiere decir, cmo decir, el ser conjunto (co/con) de aquello que se mantiene separado, distante, irrecproco (dis), hasta el

    punto de permitir el pensamiento de que la muerte sea la verdadera comuni-dad de los seres mortales, en cuanto expresin de su comunin imposible?22.Para mostrar toda la dureza de este dis, para amplicar su presentacin, que-rra referirme a algunos pasajes de un texto fundamental de E. Jabs, Le livre

    du partage, es decir, El libro de la condivisin, con los cuales querra dar laidea del con en cuanto el dis de Nancy.

    [16] P. Lacoue-Labarthe y J.-L. Nancy, Le retrait du politique, cit. Pp. 191-192.

    [17] Ivi, pp. 192-193.

    [18] Ivi, p. 196.

    [19] Cfr. Jean-Luc Nancy, Essere singolare plurale, trad. It. De D. Tarizzo, Einaudi, Turn, 2001, p. 53.

    [20] Ivi, p. 140.

    [21] Ibid.

    [22] M. Blanchot, La comunit inconfessabile, trad. It. De M. Antomelli, Feltrinelli, Miln, 1984,p. 22.

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    Con la inmediatez incomparable del poeta que por medio de las pala-bras pone las cosas ante la vista, E. Jabs se pregunta en qu reside verdade-ramente la dicultad, la imposibilidad delpartage, la imposibilidad de la con-divisin, en resumen, punto clave de la recuperacin del tema de la comunidad

    por parte de todos los lsofos franceses antes citados:ser debida a nuestras diferencias? Condividir un amor, vivir dos la misma vida

    equivale nalmente a vivir en plenitud la propia parte de amor y de vida. A travs del otro

    somos nalmente llevados a nosotros mismos. La condivisin (le partage) est condiciona-da por esto; y por esto es tal vez, en su base, ilusoria. () Condividir un lecho, una comida,

    no es otra cosa que obtener para s un puesto en un lecho o una parte de la comida; pero este

    puesto consentido, esta parte de la nutricin, cambian a tenor de nuestro tamao o a tenor

    del grado de nuestro apetito. Un lecho, una comida, como una existencia, (o un amor, dice

    poco antes) no se dividen nunca por la mitad ()23.

    Poco ms adelante Jabs aade: de otra parte, si no se puede condividir todo qu es

    lo que queda y quedar para siempre fuera de la condivisin? qu es lo que en el seno deaquello que nos pertenece, no habr sido nunca nuestro?24.

    Intentar mostrar el modo en el cual Nancy se enfrenta con este nudolo que no puede decirse nuestro en el corazn de lo que nos pertenece, lo quesigue siendo estructuralmente de los otros nudo que es tambin la lnea que

    conecta y hace comn lo inconfesable, lo imposible, lo inactivo de la comunidad.

    Antes de hacerlo y de concluir as, querra sin embargo arribar a una

    especie de primer balance que arroja una luz particular sobre este mismo nudo.

    Tanto en Platn como en Nancy, la escena originaria de lo poltico es

    un retrait de lo poltico, es decir, se presenta como una exigencia de re-tratarlo poltico, proveniente de una crisis profunda del sentido de lo poltico, quemuestra el desgarro de la idea de comunidad, la ruptura del vnculo social.

    La retraccin de lo poltico se traduce, para ambos, en un empeo ontolgico

    de la losofa, en una ocasin para exponer otra naturaleza del vnculo, otra

    forma de comunidad, ms originaria, pero cuya originariedad no se remontacomo un principio, porque dicha originariedad es una experiencia sensible, laexperiencia de aquella forma de pensamiento que se llama lo-sofa, que en

    su mismo nombre maniesta la co-existencia, el ser-con otro, un otro que per-manece otro, para Platn, y por lo tanto que se puede abordar solo a travs de

    una mmesis icnica (Crees posible no imitar aquello a lo que uno se aproximacon amor?). Este con que traspasa a la poltica y viene de la losofa es ya enPlatn un con sigular/plural porque obra en lo que repliega, voltea, abre, lasingularidad en s misma, en cuanto tal.

    No sorprende, a este propsito, que Nancy ofrezca una lectura particu-lar del estatuto de lo en cuanto. Puesto el co en cuanto dis, puesta la dis-po-

    [23] E. Jabs, Le livre du partage, Gallimard, Pars, 1987, pp. 135-136.

    [24] Ivi, p. 140.

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    sicin, y pues el con dis-homogeneo, desordenado, sin simbolizacin del cualse debera recomenzar, cul es, se pregunta Nancy, lo lo en cuanto tal del

    ser que lo expone como su propia reparticin y anuncia que el ser, como ser, esentre (la cursiva es propia) el ser y el ser mismo?25.

    La pregunta es: cmo pensar lo-en-cuanto-tal de un ser que no solo esdesde siempre un con-ser, pero cuyo con es un dis, es decir, no conduce a unahomogeneidad confortante? Puesto que el comn implica una exterioridad

    interna que no se efecta segn incorporacin o encarnacin26, lo en-cuantomismo llega a ser el lugar de una falla del ser en s, o sea, utilizando las pala-bras de Nancy, el toque plural del origen singular27. He aqu entonces que lacondicin del ente en cuanto ente, he aqu brevemente que lo en-cuanto se ofre-ce a ser ledo como el lugar de un contacto diferido del ente/ser consigo mismo;contacto, y no continuidad; contacto y entonces falla y diferencia; semejanza

    en lugar de igualdad. A partir de esto se entiende la importante aclaracin deNancy, que hace referencia al hecho de que el ser no es un ser comn, es unser en comn28. Ser-en-comn en cuanto (con-)ser.

    Pasa as que una con-formacin, una mimesis, se instala en el disposi-tivo del en-cuanto, y recuerda que el ente-en-cuanto ente, es decir, el ente ens mismo, no es nunca solo en s mismo. Eso hay que entenderlo ya sea en el

    sentido que el ente nunca es en soledad cuando est solo consigo, ya sea en elsentido de que el ente est siempre en otro, con otro, en el sentido latino de laexpresin apud hoc. Lo en-cuanto, entonces, deviene una especie de ingreso delente en la distancia de s dispuesta por la accin del con que lleva en el ser la

    contigidad, la contingencia, la proximidad, la distancia29

    ; en breve la con-divi-sin, o sea, la divisin comn.Utilizando las palabras de Roberto Esposito, (que ha sido un lector y

    un hermeneuta formidable de Nancy, capaz de traducirlo elmente pero desde

    otro lenguaje y desde un orden diferente de problemas, pero que han contri -buido a aclarar el pensamiento de Nancy), lo que une [el ente a s mismo, en

    relacin a nuestro discurso] une no a la manera de la convergencia sino de ladivergencia, por lo que la communitas est lejos de producir efectos de comu-nidad, sino que por el contrario expone al riesgo de perder la individualidad30.

    Qu sentido hay que dar a esta prdida? Qu sentido da a la

    [25] Jean-Luc Nancy, Essere singolare plurale, cit., p. 64.

    [26] Jean-Luc Nancy, La comparizione, en Filosoa e politica, cit., p. 10.

    [27] Jean-Luc Nancy, Essere singolare plurale, cit., p. 23.

    [28] Jean-Luc Nancy, La comunit inoperosa, trad. It. de A. Moscati, Cronopio, Npoles, 1992, p.210.

    [29] Cfr. Jean-Luc Nancy, Essere con e democrazia, en Daniela Calabr, Lora meridiana, Mime-sis, Sesto San Giovanni (Mi), 2012, p. 61.

    [30] Cfr. R. Esposito, Communitas. Origine e destino della comunit, Einaudi, Turn, 2006, pp.150-151.

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    comunidad de lo nada-en-comn? No se puede eludir la pregunta a costa de

    rozar la pedante didascalia. Es un deber frente a la deconstruccin que siem-pre ha debido sostener, enfrentar, la acusacin de nihilismo, y as hemos llega-do a la fatdica palabra Derrida mismo formaliza la acusacin dirigida a s

    mismo y a sus amigos: los deconstructivistas, como los msticos, seran maes-tros del arte de esquivar lo que haran sera una poltica de la gramtica,ms capaz de negar o de denegar que de decir algo, maestros del esoterismo

    popular fashionable Bien conocida requisitoria, que se ha presentado pun-tual a cargo de esta posicin del tema de lo comn31. No es casual que RobertoEspsito sienta el deber de aadir un ensayo a una de las ltimas ediciones

    de su famoso Communitas, con el ttulo Nihilismo y comunidad, donde quieremostrar cmo el nihilismo no es la armacin de la nada-en-comn, sino ms

    bien su supresin32, en cuanto la nada-en-comn a la manera de Nancy o a lamanera de Blanchot se ja en la necesidad de no transformar el ser en comn

    en un ente sino ms bien en dejarlo consistir en una relacin entre la distintassingularidades, y si insiste en esto es porque cree en la relacin mezclo aqudidascalia y apologa, mientras que el nihilismo es la soltura, la anulacin, de

    la relacin33.En LEntretien inni, Blanchot escribe: Cuando el absoluto de la sepa-

    racin se vuelve relacin, ya no es posible estar separados. A esta tesis pareceresponder otra tesis de Nancy: La comunidad nos est dada con el ser y comoser, previamente a nuestros proyectos, a nuestra voluntad, a nuestros intentos.En el fondo, perderla nos es imposible34. Se podra contestar que bajo estas

    perspectivas basta ser para ser en comn, y por tanto, al nal dnde est elempeo por la comunidad? Al nal, este pensamiento abandona la comunidad,

    al nal, este pensamiento es una forma de cualquierismoGiorgio Agamben concedera que este pensamiento de la comunidad es

    una forma de cualquierismo, a condicin de ver, pero, con inteligencia, la in-sidia de lo cualquier. Porque quodlibet ens no es el ser no importa cul noes la singularidad en su indiferencia respecto a una propiedad comn (a unconcepto, por ejemplo: el ser rojo, francs, musulmn), ms solo en su ser talcomo es, el ser tal que en cualquier caso importa, es decir el ser que implica

    ya siempre un retorno al desear (libet), el ser como-se-quiere, est en relacinoriginal con el deseo35, escribe Agamben.

    Jean-Luc Nancy suscribira, basta mirar su ltimo libro, La adoracin,

    [31] Cfr. J. Derrida, Come non parlare. Denegazioni, enPsychII, trad. It. de R. Balzarotti, JacaBook, Miln, 2009, p. 189.

    [32] R. Esposito, cit., p. 151.

    [33] Ibid.

    [34] Jean-Luc Nancy, La comunit inoperosa, cit. P. 78.

    [35] G. Agamben, La comunit che viene, Bollati Boringhieri, Turn, 2001, p. 9.

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    que lo cualquier es el principio desgurado de una tica que proviene del ser-en-comn entendido como nada-en-comn. Nada en comn, mirando al quod-libet ens, por exceso de sentido de la alteridad del otro que est en el con, y nopor defecto, no por sustraccin de sentido.

    Ahora bien, esta tica va tan lejos que llega a usar el lenguaje del amory amortiguar el abismo entre tica y amor que est presente, por ejemplo, enla perspectiva de E. Levinas. La razn de esta extralimitacin es la siguiente:

    el amor, escribe Agamben, nunca se dirije hacia esta o la otra propiedad del

    amado (el ser rubio, pequeo, carioso, cojo), pero tampoco prescinde de esto

    en el nombre de la inspida generalidad (el amor universal): el amor quiere la

    cosa con todos sus predicados, su ser tal como es. El amor desea lo cual solo encuanto es tal ste es su particular fetichismo36. No pudiendo ser determinadaa travs de un concepto, pero no quedando por eso mismo indeterminada37, lasingularidad cualquiera entra en la comunidad sin pertenecerle nunca, como

    la experiencia [] de una mera exterioridad38 que al nal coincide con laexperiencia del rostro, con el eidos mismo, aade Agamben.

    Concluyo, con las palabras de Nancy, que precisa cmo la entrada enjuego del amor como fuerza tica del con, no es una cuestin de sentimientos

    sino ms bien de sentido39. Se trata de sentir, escribe Nancy, que tenemos re-lacin solo teniendo relacin [] con este inconmensurable que la dignidad yel precio, el valor singular de cada existencia indican en el caso en cuestin.Es solamente a este precio hay que decirlo, es a este precio sin precio como

    podremos honrar la apuesta por la relacin, la apuesta del ser en el mundo de

    los hombres entre ellos y entre todos los entes40

    .Dott. Rosaria Caldarone

    Via Trinacria, 8

    90144 Palermo (Italia)Facolt di Scienze della Formazione

    Universit di Palermo (Italia)Tel: 00-39-3479072581

    [36] Ivi, p. 10.

    [37] Ivi, p. 55.

    [38] Ivi, p. 56.

    [39] Jean-Luc, Nancy, LAdorazione. Decostruzione del cristianesimo II, trad. It. de R. Borghesi yA. Moscati, Cronopio, Npoles, 2012, p. 93.

    [40] Ibid.