III

LA COMPETENCIA EN INGLATERRA

El aumento de los envíos de naranja de los países competi-dores, debido a una serie de causas que más adelante analiza-remos detenidamente, ha sido lo que más ha contribuído a larestricción de nuestra exportación. Aunque algo ha influido elaumento logrado por Brasil y Sur Africa, y ocasionalmente porlos Estados Unidos, nuestro principal enemigo ha sido Palestina,cuya campaña- de exportación coincide casi exactamente con lanuestra. A continuación, vamos a ocuparnos de este país quetanta importancia puede tener para el futuro de nuestra expor-tación, y dedicaremos, también, un comentario al caso de SurAfrica, como principal país exportador de temporada distinta ala nuestra, por el interés que para nosotros ofrecen las disposi-ciones allí tornadas para regular el comercio de los agrios.

Palestina

Este país, que con anterioridad a la primera guerra europeano exportó nada a Inglaterra, inició sus envíos una vez terminadaaquélla, envíos que fueron rápidamente en aumento hasta con-seguir en el año 1935 una cifra de exportación casi igual a la deEspaña, cifra que todavía aumentó durante los años 37 y 38,alcanzando un volumen superior al de la nuestra en el mencio-nado año 1935, hasta lograr, a partir de 1937, el primer puestocomo suministrador de naranja al Reino Unido.

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Aunque en el transcurso de estas consideraciones habremosde referirnos repetidamente a la naranja de Palestina y a lascualidades que le han permitido colocarse en la posición fuerteque ocupa en el mercado inglés, querernos ya dejar consignadaalguna idea a este respecto. La colocación en Inglaterra de fuer-tes cantidades de naranja de dicha procedencia, no ha sido sólodebida al aumento de las plantaciones y, por consiguiente, de lacosecha de naranja en aquel país. El aumento ha sido debido, enprimer lugar, a la desorganización de la exportación española ya la ausencia completa de toda norma, y casi pudiéramos decirde todo escrúpulo comercial ; en segundo lugar, a las caracte-rísticas de la naranja de Jaffa, y a que, por lo menos en unaparte importante de su exportación, ha sabido organizarse debi-damente y aplicar las ventajas que nuestro abandono le pro-porcionó.

La naranja de Palestina ha experimentado los aumentos másfuertes durante los arios 33 al 38. En varias de las campañascomprendidas en dicho período, España no dejó de enviar can-tidades importantes de naranja de calidad deficiente y gran partede ella dañada por los fríos. Fué entonces cuando Palestina,dándose cuenta de ello, inició su famosa propaganda «JAFFAFOR JU ICE», que encontró inmediatamente eco en el público.

Efectivamente, quien compraba dos veces seguidas naranjanuestra, y en lugar de recibir una fruta dulce y jugosa se dabacuenta de que lo que adquiría era una fruta ácida o seca, o ambascosas a la vez, si se le ofrecía como contraste la naranja de Jaffa,de buena presentación, uniforme, dulce y con abundancia dejugo, ya no volvía a tener duda : en lo sucesivo habría siemprede pedir Jaffas.

Ha sido un criterio muy defendido por muchos exportado-res españoles durante años, el de que los ingleses eran aficiona-dos a la fruta ácida y que no había (lile preocuparse ni sentirescrúpulo en los envíos tempranos de naranja, puesto que era

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la fruta que, a su juicio, mejor respondía a los gustos de aquelmercado. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Las ideasque se defendían en España eran y respondían sólo a un con-cepto individualista del negocio, que a la larga había de ocasio-nar el hundimiento de los mismos que lo defendían, mezcladosentre las ruinas del negocio en general. Quien difunde que elpúblico inglés pide fruta ácida, o es un ignorante o lo hace conmala fe. Los ingleses prefieren fruta dulce, y cualquier políticaque no esté basada en el mantenimiento de la exportación, abase de fruta que reúna el estado conveniente de madurez, esta-rá de antemano destinarla al fracaso.

Se ha seguido en España alguna vez esta política ? ¿Se haintentado hacer algo que respondiese honradamente a lo quedebía ser nuestra actitud ante un cliente seguro e importante ?La respuesta es bien clara : No se ha hecho nada, ni se haintentado siquiera.

El mayor reproche (por no emplear palabras más duras) quepuede hacerse al sistema de exportación que ha venido impe-rando hasta que el Estado se consideró en el caso de interveniren este asunto, es el de que, habiendo tenido íntegramente en lasmanos el negocio de exportación a Inglaterra, cuando no habíapor delante ningún competidor, con una práctica comercial demás de cincuenta años, con una posición geográfica insuperabley con una materia prima todavía no superada tampoco, se hapodido consentir, pacientemente, que nuestros enemigos, muchomás débiles y en peores condiciones que nosotros, fuesen tre-pando rápidamente, abriéndose paso a codazos ante nuestra co-barde impasibilidad.

Nada de lo que se ha hecho hasta ahora es defendible. Nin-guno de los que han intervenido en el negocio de exportaciónde naranja (queremos hacer algunas honrosas excepciones) tienenada que decir. quienes tuvieron en su mano todos los medios,ayudados por el poderío que les daba la posición preponderante

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que emplearon sólo en beneficio propio, nada tienen que expo-ner ; lo mejor que pudieran hacer es retirarse, reconocer su fra-caso y ofrecer, en todo caso, modestamente, sus servicios, y loútil que pudieran tener, al servicio del país, para ayudar a re-construir una obra que ellos, tan eficazmente, contribuyeron ademoler.

Palestina no presenta, en ningún momento, naranja ácidaen el mercado inglés ; Palestina exporta casi únicamente susJaffas, jugosas y de un tamaño uniforme, que el público conoceperfectamente, y a las que favorece también el carecer de semi-llas ; Palestina reempaqueta sus cajas, entregando así en buenacondición, y, finalmente, Palestina hace propaganda de sus na-ranjas, y, por lo menos, en cerca de un so por too que controlala Cooperativa PARDESS, tiene una organización comercialmoderna, similar, aunque mucho más enérgica, a la que en lacampaña que ahora termina ha desarrollado en Inglaterra laRama de la Naranja a través de la Mediterranean Tra-ding C.°. Esto, unido a nuestro desconcierto de tantos años,es lo que ha permitido a la naranja de Palestina mejorar,en curva rápidamente ascendente, hasta llegar a su posiciónactual.

La producción de Pálestina es casi únicamente de la varie-dad Jaffa. Está, parte, en manos de los judíos y parte en manosde los árabes. Estos últimos carecen de toda organización, y sedesenvuelven, principalmente, a base de anticipos de las casasinglesas que suelen tener representantes allí. Los judíos están ensu mayoría unidos en la mencionada Cooperativa PARDESS,existiendo otro grupo aparte por razones políticas, y al que noes ajeno el Partido Laborista inglés. Los gastos de producciónson, por lo menos, un 20 por I00 más elevados en la partejudía que en la árabe, a pesar de lo cual, y merced a la orga-nización de aquélla, sus resultados son mucho más satisfacto-rios. Durante estos últimos años han venido exportando en con-

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diciones difíciles, y han podido sostenerse en el mercado a costade importantes pérdidas.

La posición de este enemigo tan importante para nosotrosno es, por lo tanto, muy fuerte, y España tiene recursos sobra-dos para poder, sin grandes dificultades, desprenderse de él.Pero mientras España sigue una conducta vacilante e incluso daun paso atrás en el camino que tan acertadamente había em-prendido en la ordenación del negocio naranjero, cuando inme-recidamente vuelven a hacerse oir y a ser atendidas las vocesde los que desacreditaron y hundieron el negocio, impidiendotodo intento que pudiera contribuir a disminuir el mal, Pales-tina, con la enseñanza que le proporciona nuestro caso, conven-cida de los errores padecidos en los primeros años de actuación,y a la vista de los excelentes resultados conseguidos con la rea-lización de su magnífica e intensa propaganda, publica una leycreando la Oficina de Control de Agrios, con facultades paraintervenir en las plantaciones e incluso en los reinjertos, que nopueden efectuarse sin su autorización ; con un control absolutosobre los tipos y métodos de envase, sobre la calidad de la fruta,sobre las operaciones de carga y estiba, así como sobre la regula-ción de embarques, transporte, propaganda, etc., y con autori-zación para imponer sanciones fuertes a los contraventores, quepueden llegar incluso hasta el arranque de las plantaciones porcuenta, desde luego, del infractor. El fletamento de buques estambién función encomendada a dicha Oficina, a cuya Junta nopuede pertenecer ningún individuo que tenga la menor relacióncon los negocios de casa armadora alguna.

Es interesante hacer observar que, solicitada por los agri-cultores a su Gobierno la concesión de un préstamo, se les ex-puso, de acuerdo con el Alto Comisario, la firme decisión de nofacilitarles ayuda alguna si no se introducía una enérgica ordena-ción en el negocio que extirpase totalmente sus defectos funda-mentales, a saber, la funesta organización financiera y la ca-

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refleja de control, que hacía que el interés común quedasesubordinado a las conveniencias particulares.

La concesión de este crédito, por un total de 500.000 libras,y la aparición de la ley, han sido, en definitiva, debidas a la in-tervención de la Banca inglesa, que ha visto bien claramente,cuando de su negocio se trata, lo que en España nos empeñamostodavía en ignorar.

La cosecha que se prevé para la próxima campaña es deunos seis millones de cajas de naranjas Jaffa, de 6 a 700.000 depomelos y de 2 a 300.000 de naranjas Valencia, limones, Cle-mentinas, etc. Esta cosecha tan escasa es debida, principalmen-te, a la falta de abonos y a que los cuidados de cultivo han sidoreducidos al mínimo. La preocupación de los agricultores es con-servar el arbolado, sin inquietarse por lo que le pueda ocurrira la cosecha, hasta el punto de que muchos han arrancado elfruto recién cuajado, principalmente en las plantaciones jóve-nes o decaídas, con objeto de no malgastar las energías de losárboles en la producción de una cosecha que creen no podrá serexportada. La capacidad de producción de las actuales planta-ciones en Palestina se estima en unos veinte millones de cajas.

Sur Africa

Este país tiene una influencia menos directa que Palestinaen la venta de nuestra naranja. Sin embargo, no deja de afec-tarla ni dejan de tener interés para nosotros los esfuerzos reali-zados en una comarca situada en condiciones tan desfavorables,a pesar de las cuales ha ido rápidamente triunfando.

Sus envíos a Inglaterra, a partir de la otra guerra europea, hanido aumentando extraordinariamente, hasta alcanzar en el año1937 la cifra máxima de 2.094.000 quintales ingleses. La com-petencia de esta naranja con la nuestra se efectúa solamente enlos meses de mayo, junio, noviembre y diciembre, si bien en

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este último mes en pequeña cuantía. Los aumentos de consumologrados por esta naranja no puede decirse, por tanto, que seandebidos al retroceso de nuestra posición, sino que han sido, prin-cipalmente, un premio al esfuerzo, a la organización y a la pro-paganda.

Y así, este país, en gestión acorde con la de Brasil y Esta-dos Unidos, ha conseguido variar completamente el ritmo deconsumo de naranja en Inglaterra. En efecto ; en 1925 la impor-tación durante los meses de diciembre, enero, febrero y marzo,llegó al 65 por 'Po del total anual, mientras que la de lois me-ses de julio, agosto, septiembre y octubre no rebasaba la de7 por too, y, en cambio, en 1935, la proporción de consumoen los meses de verano llegó al 24 por loo.

El esfuerzo realizado por Sur Africa para la intensificacióny defensa de la exportación de sus frutas a Inglaterra es algoverdaderamente gigantesco. Situada a cerca de 6.000 millas deInglaterra, cuenta en la inmensidad de su territorio con treszonas principales de producción. La más importante es SundayRiver, situada en la costa Este, que tiene el 5o por loo aproxi-madamente de la producción y que embarca por el puerto de PortElizabeth. El 35 por loo, aproximadamente, está enclavadoen el Transvaal, y embarca en su mayor parte por el puerto deCape Town, a una distancia de más de mil millas de la zona pro-ductora. Finalmente, el 15 por upo restante, situado en WhiteRiver, embarca, principalmente, por el puerto de Durban, y,ocasionalmente, a través de la colonia portuguesa limítrofe.

En dichos puertos de embarque, principalmente en los dosprimeros, existen importantes instalaciones de pre-refrigeración,que preparan la fruta para el largo transporte que ha de sufriren barcos frigoríficos. El tráfico ferroviario está grandementefacilitado por la aplicación de tarifas económicas que rigen aun tipo uniforme, cualquiera que sea el punto de procedenciade la naranja. La organización, en el orden productivo, es casi

íntegramente de tipo cooperativo. Abundan los pequeños pro-pietarios, si bien sin llegar a la pulverización de la propiedadque caracteriza la zona valenciana, y hay también un gran nú-mero de importantes cultivadores, destacándose entre ellos laCompañía AFRICAN REALTY TRUST, que sólo en unafinca, de más de so kilómetros de longitud, y en la que cuentacon escuelas, hospitales propios, etc., produce más de millóny medio de cajas, contando con una capacidad de confección, enuno de sus almacenes, de más de ro.000 cajas diarias. Lasvariedades cultivadas en dicho país son casi únicamente laWashington Navel y la Valencia Late, aproximadamente enigual proporción.

El sistema comercial que desarrollaba dicho país para laventa de su naranja era parecido al nuestro. Funcionaban agen-tes de las casas inglesas, y regía, corno en España, el sistemade anticipos, que no tenía, corno entre nosotros, más consecuen-cia que la de hipotecar la libertad del país productor. Sin em-bargo, como país más moderno que el nuestro y, por tanto, másfácil de amoldarse a todo lo nuevo, pronto se ha dado cuentade los errores y de las trágicas consecuencias que este sistemalleva consigo, y aunque en gran parte habían sido ya eliminadosmediante la concentración voluntaria de la exportación, actual-mente ha dejado ya de ser una cuestión dependiente de la volun-tad del individuo para entrar en el orden de lo dispuesto porel Estado. El Gobierno de aquel país, que, por estar en condi-ciones geográficas desfavorables, tenía que aguzar su inteligen-cia y esmerar su trabajo para compensarlas, acabó por darsecuenta de que con una acción dispersa en manos de intermediariosde varias clases se iba a la ruina del negocio y tras de ésta a ladel país, que había invertido en él tantos caudales y energías,y dándose cuenta de la gravedad de esto, envió el año pasadoa los principales mercados consumidores europeos una comi-sión presidida por el Subsecretario del Ministerio de Industria

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y Comercio, la cual, después de varias semanas de permanen-cia en ellos, redactó un informe extensísimo y admirablementerazonado, en el que ponía de manifiesto, de una manera rotun-da y evidente, los vicios y las funestas consecuencias del sistemaindividualista, llegando a la conclusión de que, manteniéndolo,se llegaría a la destrucción de tan importante riqueza.

Como un denominador común a los razonamientos y suge-rencias que en él se exponen, aparecen dos conclusiones : pri-mera, que la posibilidad de salvar la situación depende del esta-blecimiento de un control cien por cien desde la producción hastala venta, y segunda, que este control debe ser impuesto en vir-tud de una ley.

Resultado de 'este informe, en el que brilla la clarividenciay el recto juicio de quienes examinan las cosas desde un puntode vista nacional, ha sido la publicación de la Ley de 15 dediciembre que regula la producción y comercio dentro y fueradel país, creando a dicho efecto el CIT RUS BOARD, encar-gado de desarrollar lo allí dispuesto y al que, corno en el infor-me se aconsejaba, se conceden plenos poderes para organizartodo lo relativo a la producción, «confección», transporte, distri-bución y venta de los agrios. Y en lo que se refiere a este últimoaspecto, se especifica de un modo terminante la prohibición devender fruto alguno si no es por medio de la agencia designadapor el BOARD. Dicha agencia se reduce a una oficina centralen Londres que recibe y reparte la mercancía directamente, sinintervención de representantes ni elemento intermediario alguno,y que puede, al amparo de esta situación de privilegio y de inde-pendencia, desarrollar libremente, sin coacciones de índole per-sonal ni de intereses creados, una política comercial de granestilo, como corresponde a la importancia de los intereses a ellaencomendados. Un ejemplo

Durante la campaña última, funcionando ya en gran parteen forma similar a lo dispuesto en la Ley de referencia, el Jefe

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de la oficina de Londres encontróse, al declararse la guerra, conuna contracción formidable de mercado y con varios cientos demiles de cajas en existencias. Los consumidores, ante la incer-tidumbre de lo que la guerra pudiera traer tras de sí, se dedica-ron a acaparar víveres susceptibles de almacenamiento, invir-tiendo en ello todo su dinero y absteniéndose de comprar frutafresca. Las casas subastadoras, interesadas sólo en dar el mayornúmero posible de golpes de martillo, presionaron fuertementepara que se vendiera la naranja a los precios de mercado quehabían sufrido una fuerte baja. El jefe de la oficina se opusoenérgicamente, y lejos de ceder a las presiones y maniobras detodo género que se le hicieron, almacenó una cantidad enormede mercancía y fué regulando las salidas, manteniendo en el mer-cado una cantidad suficiente para que provocase una apetenciaen el consumo que permitiese reaccionar a los precios.

El resultado fué francamente satisfactorio ; la actitud del re-presentante de Sur Africa salvó al país de una gran catástrofecomercial y le proporcionó un beneficio de más de ioo.000 libras.Es fácil suponer lo que hubiera ocurrido de no estar toda la mer-cancía en una sola mano. Dispersas las opiniones de unos y otrosy ligados la mayor parte de los intermediarios a los intereses delas casas subastadoras, las consecuencias hubieran sido fatales.

Sur Africa ha desarrollado también una extensa campaña depropaganda, en la que ha llegado a gastar unas 30.000 £ anua-les, concentrándola, principalmente, en su primera marcaOUTSPAN, que goza de verdadero prestigio.

Se estima que para cubrir el precio de coste y los gastos ne-cesitaba obtener en mercado, antes de la guerra actual, 12/6 porcaja, y que este año, debido al encarecimiento de los materialesde confección y del flete, calculábase no sería inferior a 15 che-lines.

El aprovisionamiento de madera para envases, que en granparte se recibía de Suecia, va actualmente derivando hacia el

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Brasil, buscando la ventaja del flete que ello supone. La cose-cha actual se estima en unos cinco millones de cajas.

En cuanto a otros países que envían naranja a Inglaterra,principalmente Brasil y Estados Unidos, poco pueden inquie-tarnos. El primero de ellos exporta menos que Sur Africa, y nipor la época (le su exportación, ni por la calidad de su fruta, nipor su organización comercial, de la que carece en absoluto,debe ser motivo de preocupación para nosotros. En cuanto alos Estados Unidos, sus envíos son completamente irregulares,hasta el punto de que en el año 1937 exportó 27.000 quintalesingleses, y en el año 1938, 1.529.000. La base de su exportaciónes la naranja SUN K IST, que goza de un merecido prestigioen Inglaterra.