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Página 1 1. Breve historia del reino de Pérgamo. Al morir Alejandro Magno (323 a.C.) su imperio se fragmenta en varios reinos. El poder se desplaza entonces hacia Oriente, más rico y próspero, donde se hallan las ciudades de Alejandría (Egipto), Antioquía (Siria) y Pérgamo (Asia Menor). Estas urbes cosmopolitas y llenas de vitalidad gracias a la industria y al comercio, se convierten en los nuevos focos artísticos del periodo helenístico. Sustituyen a las polis clásicas, autónomas y cerradas, que iniciaron su decadencia con la unificación realizada por Filipo de Macedonia. Atenas pierde su hegemonía y sus artistas emigran a tierras lejanas a trabajar para los reyes que se distribuyeron el imperio de Alejandro. La ciudad de Pérgamo, aunque había sido fundada por griegos eólidas en el siglo VIII a. C., no destacó en la historia de Grecia hasta el III siglo a. C. cuando, convertida La ciudad de Pérgamo. El Mediterráneo y Oriente. Los reinos helenísticos hacia el 200 a. de C.

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1. Breve historia del reino de Pérgamo.

Al morir Alejandro Magno (323 a.C.) su imperio se fragmenta en varios reinos.

El poder se desplaza entonces hacia Oriente, más rico y próspero, donde se hallan las

ciudades de Alejandría (Egipto), Antioquía (Siria) y Pérgamo (Asia Menor). Estas urbes

cosmopolitas y llenas de vitalidad gracias a la industria y al comercio, se convierten en

los nuevos focos artísticos del periodo helenístico. Sustituyen a las polis clásicas,

autónomas y cerradas, que iniciaron su decadencia con la unificación realizada por

Filipo de Macedonia. Atenas pierde su hegemonía y sus artistas emigran a tierras

lejanas a trabajar para los reyes que se distribuyeron el imperio de Alejandro.

La ciudad de Pérgamo, aunque había sido fundada por griegos eólidas en el siglo

VIII a. C., no destacó en la historia de Grecia hasta el III siglo a. C. cuando, convertida

La ciudad de Pérgamo.

El Mediterráneo y Oriente. Los reinos helenísticos hacia el 200 a. de C.

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en capital de un

pequeño reino, Atalo

I (241-197 a. C.)

detuvo las invasiones

de un grupo de tribus

galas que acabaron

asentándose en el

centro de Anatolia.

Tal hazaña se

inmortalizó con la

erección de sus

famosos grupos

escultóricos que

representan a los

galos moribundos.

La dinastía atálida se

vinculó a la

República Romana

en contra de los

reyes griegos de

Siria y Macedonia y

gracias a esta alianza

el reino pudo triplicar sus territorios en pocos años. Su cenit se alcanzó bajo Eumenes

II (197-158 a. C.) y su hermano Atalo II (158-138 a. C.). La bonanza de estos años les

permitió llevar a cabo un ambicioso programa constructivo, que analizaremos en este

artículo. En el año 133 a. C., el rey Atalo III murió sin descendencia dejando su reino a

los romanos, que convirtieron el reino en su provincia de Asia y a Pérgamo en su gran

ciudad desde donde controlar el Egeo, los estrechos y el Ponto.

2. La ciudad de Pérgamo.

La ciudad se concibió prácticamente de nuevas en el siglo II a. C. siguiendo las

directrices de planificación racional y funcional que ya se ensayaban en las urbes de

nuevo trazado desde el siglo V, pero

también buscando la

espectacularidad de un escenario

arquitectónico como telón de fondo.

Se distingue claramente dos zonas:

1. En el llano se erigieron los

barrios residenciales, trazados en

manzanas regulares con calles que

se cruzaban según diseños

ortogonales o hipodámicos como

los de Mileto o Alejandría. El

centro de esta zona lo constituía un

ágora secundaria, hoy bajo la ciudad

turca de Bergamo, en torno al cual

se encontraban edificios como el

Reconstrucción hipotética y copias romanas del grupo

escultórico de los galos moribundos, 230-220 a. de C.

Ubicación de Pérgamo entre el Egeo y las rutas

del mar Negro.

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gimnasium o el

Serapeum. A tres

kilómetros de allí

existía un famoso

2. santuario

dedicado a

Asclepio que se

unía con la ciudad

a través de una

ancha avenida

pavimentada.

3. En un alto

promontorio fortificado se

levantaba la

acrópolis con los

edificios más

emblemáticos de la ciudad. En la maqueta y en el dibujo que hay abajo puedes

verlos. Todos, salvo el santuario y templo de Trajano (Trajaneo), fueron

construidos en el periodo helenístico. Para crear una vista espectacular se

construyeron sobre terrazas artificiales escalonadas que se exponían como

asomándose para ser bien contemplados desde abajo. El resultado es tan

impactante que

la solución es

retomada por

los arquitectos

romanos que

crearon los

santuarios de

Praeneste,

Terracina y

Tívoli en el

Lacio (siglo I

a. C.). Los

restos

arqueológicos

y el desnivel

que hay que

salvar para

llegar a la cima

todavía hoy en

día siguen

produciendo

una gran

impresión al

visitante.

Los elementos

formales básicos de la

arquitectura y de la

Vista de la llanuara y de la actual ciudad de Bergamo desde el

Trajaneo (en la acrópolis).

En alto maqueta de la acrópolis de la ciudad de Pérgamo,

debajo, vista de la acróplis desde la parte baja.

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escultura clásica no varían en el helenismo (época entre Alejandro y la conquista

romana), pero sí su espíritu. Tal cosa puede comprobarse perfectamente en el conjunto

monumental levantado en Pérgamo entre los siglos III y II a. C.. Analicemos sus

estructuras más significativas conocidas por las campañas arqueológicas de Carl

Humann (1871 a 1886), que sirvieron a Otto Puchstein para reconstruirlas en parte en

el Museo de Pérgamo de la Berlín.

3. El altar de Zeus y Atenea Victoriosa.

Con el Helenismo las proporciones de los edificios experimentan un cambio

notable. Los altares, que antiguamente eran pequeños y se erigían ante los templos,

ahora se convierten en construcciones independientes que buscan la monumentalidad.

Son la manifestación escenográfica del poder absoluto de los monarcas.

El altar dedicado a Zeus y a Atenea Victoriosa se construyó durante el reinado

de Eumenes II, entre los años 180 y 160 a. C. Se encontraba expuesto en el centro de

una plaza que se abría hacia el barranco que daba a la ciudad para que de esa manera

pudiese ser contemplado desde allí. No se sabe a ciencia cierta quien pudo ser su

arquitecto, aunque bien pudiera ser Menécrates de Rodas.

El ara propiamente dicha se llevanta sobre una escalinata de planta casi cuadrada

En la parte alta: planta y maqueta del altar original. En la imagen de debajo la

reconstrucción en el Museo de Pérgamo de Berlín.

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(38,6 x 36 m). Sobre ella se aúpa un

zócalo que sostiene una columnata

jónica que cierra, a modo de telón, el

espacio creado alrededor del altar

propiamente dicho. Dos

muros porticados se adelantan dando al

conjunto una forma de" u" invertida que

acoge y a su vez impresiona al que

asciende por la escalinata.

El arquitecto que diseñó el edificio

innovó además una nueva forma de

presentar el friso jónico. En vez de

ubicarlo en altura sobre el entablamento

jónico lo bajó al zócalo para que fuera

más fácil contemplarlo. Sus

dimensiones son cerca 120 metros de

largo por 2,28 metros de alto. En él se representa en altorrelieve la batalla que libraron

los dioses Olímpicos contra sus predecesores, los titanes, lo que es conocido como la

Gigantomaquia. El tema es, en el fondo, la alegoría del triunfo de las nuevas dinastías

helenísticas sobre las antiguas polis griegas.

Estilísticamente, este relieve es uno de los mejores ejemplos para poder explicar algunas

de las rupturas estilísticas del helenismo con respecto a la etapa clásica.

Las dioses y los titanes, de un tamaño superior al natural, parecen querer salir

desde el edificio hacia el espectador para hacerle partícipe de la lucha.

La multitud de figuras entrelazadas no caben en el formato, es tan densa que casi

cubre por

completo

el fondo o

los

cuerpos

quedan

cortados,

sin poder

aparecer

por entero

en el

encuadre.

El

movimien

to es

desenfren

ado: sus

músculos

se tensan

y sus

cuerpos se

tambalean

La columnata jónica se proyecta sobre la

escalinata.

Atenea luchando contra los gigantes, una Victoria corona a la diosa.

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, vuelan o se debaten en angustiosa agonía.

La serenidad expresiva y el equilibrio espiritual no existen.

Hay mucho de esta obra en otra de las obras helenísticas por excelencia hecha

décadas después, La muerte de Laoconte y sus dos hijos.

Hay un segundo friso más pequeño insertado en el muro que hay detrás de la

columnata que narra la historia de Telefo, hijo de Hércules.

4. El santuario de Atenea.

Pese a la relevancia del Altar

estudiado, el conjunto más importante de

la acrópolis era el Santuario de Atenea,

diosa que había dado tantas victorias a la

ciudad. El templo se construyó en el

siglo III a. C. en orden dórico, como

todos los templos solemnes y principales.

El recinto fue completado en tiempos de

Eumenes II con una plaza con tres

pórticos de dos pisos a los que se accedía

a través de un propileo monumental, que

podemos ver abajo en la foto. En este

pórtico vemos superpuestos por primera

vez, antes de que lo repitieran los

romanos, los órdenes dórico y jónico.

En las salas situadas detrás del

muro norte, tras el peristilo, se

encontraba la famosa biblioteca de

Pérgamo. Era la segunda en importancia

de la Antigüedad, después de la de

Alejandría, ya que, según Plinio, llegó a

reunir más de 200.000 volúmenes

copiados en pergamino (rollo de cuero

A la izquierda el rostro del Laoconte, a la derecha rostro de un gigante abatido por

Atenea, la expresión de dramatismo es similar.

Propileo de entrada al recinto del templo de

Atenea, Museo de Pérgamo, Berlín.

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tratado y fabricado en la ciudad, y de donde toma el nombre.

A los pies del complejo de Atenea se deslizaba ladera abajo el graderío del

teatro, también de época de Eumenes II. Era muy empinado debido a la adaptación al

relieve y no completaba el espacio ultrasemicircular. Se calcula que tenía una capacidad

para 10.000 espectadores. Debajo del mismo se construyó una plataforma alargada y

porticada, una stoa, que actuaba como contrafuerte y como mirador y paseo procesional

para acceder al templo dedicado a Dionisos.

Otros edificios importantes eran el ágora atravesada por la avenida profesional;

los palacios de Atalo I y Eumenes, pasado el segundo recinto amurallado; y el

Santuario corintio de Trajano Augusto coronando la altura de la acrópolis.

5. El Serapeum o Basílica Roja.

En la parte baja de la ciudad, se encuentra un edificio singular, el Serapeum o lugar

de culto dedicado a Serapis, una divinidad egipcia. Es una construcción alargada,

realizada en ladrillo y revestida en tiempos de mármol, a ambos lados está flanqueada

por dos espacios de planta circular y cubiertos con sendas cúpulas de ladrillo. Sus

dimensiones todavía nos asombran. Con el triunfo del cristianismo y el abandono de los

dioses paganos se convirtió el espacio alargado en basílica cristiana.

6. El Asclepeion o recinto sanitario.

A unos tres kilómetros de la ciudad, y unida a ella por una vía sagrada de la que

todavía quedan restos, se conservan los restos de un complejo dedicado a las curaciones,

dedicado, obviamente, a Asclepios, dios de la medicina. En este recinto, que muestra

todo un muestrario de edificios helenísticos y romanos, profesó el famoso Galeno, uno

de los médicos más renombrados de la Antigüedad. En los tratamientos se incluía

terapias que hoy llamaríamos psicológicas.

Planta general del Asclepeión

de Pérgamo.