“La cita”. Una minúscula “novela” de Alfredo Mario Ferreiro, por Claudio Paolini
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“La cita”. Una minúscula “novela” de Alfredo Mario Ferreiro,* porClaudio Paolini
Introducción1
I
A Alfredo Mario Ferreiro (Montevideo, 1899-1959) se lo recuerda por la
originalidad y el impulso desmitificador de su obra poética, aspectos reflejados
fundamentalmente en El hombre que se comió un autobús (1927).2 Su poesía,
identificada con las expresiones vanguardistas coterráneas, ha sido revalorizada
en las últimas décadas a través de la multiplicación del interés, en el ámbito
académico mundial, por la vanguardia histórica latinoamericana.
Si bien ya se había delineado algo antes en la obra de Juan Parra delRiego, en el primer “librito sin tapa” de Felisberto Hernández (1925) y en
algunos textos aparecidos en la revista Los Nuevos, es el año 1927 el que se
inviste como un momento central e ineludible de las expresiones vanguardistas
en Uruguay, debido a la publicación de tres libros fundamentales: el ya citado de
Ferreiro, Palacio Salvo de Juvenal Ortiz Saralegui y Paracaídas de Enrique
Ricardo Garet. Tres libros instalados bajo la influencia de una coyuntura regida
por el encuentro entre dos debates superpuestos: por un lado, el disenso entre lo viejo y lo nuevo en relación a las formas artísticas; y por otro, la discordancia
entre el sector que tiende hacia una “vocación de adentramiento en una
comunidad social, con lo cual se religa a las ideologías regionalistas” y el que
“intensifica su vinculación con la estructura del vanguardismo europeo”.3
Expresiones que se desplegaron a través de impulsos aislados, exponiendo
enfoques oscilantes y –en muchos casos– eclécticos, e impregnados por una
tendencia conciliadora que desarticuló cualquier proyecto
desinstitucionalizador. De este modo, las diversas propuestas de renovación
estuvieron más cercanas con lo que pudo ser un mero cambio “técnico-
estilístico” que con “un ataque al status del arte en la sociedad burguesa” –en
palabras de Peter Bürger para las vanguardias europeas–,4 al menos no un
ataque colectivo y sistematizado.
II
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Ferreiro fue un escritor de obra prolífica, aunque con períodos de altas y
bajas. Sólo hasta inicios de los años treinta del siglo pasado, había publicado en
Montevideo –además de sus dos libros de poesía– numerosos textos en los
diarios El País, La Razón y El Siglo, y en las revistas Cartel –dirigida por el
propio Ferreiro y Julio Sigüenza–, La Cruz del Sur y Vida Femenina.Posteriormente, el espectro se ampliaría –además de algunas publicaciones
bonaerenses– a Acción, El Imparcial , Marcha, Mundo Uruguayo, Peloduro, El
Plata, Revista Nacional y La Tribuna Popular, entre otras.
Una obra que no se redujo sólo al ámbito lírico, abarcando también la
narrativa, la crónica humorística, el ensayo y la reseña sobre arte y literatura; 5
no faltando tampoco varios textos híbridos.
En este sentido, realizar el rescate de la obra inédita en libro de Ferreiro
es una tarea ardua y por demás extensa. A través de este espacio, entonces,
pretendemos hacer un aporte más a dicho rescate, en este caso con la
exhumación de “La cita”, publicado en el Suplemento cultural del diario El País
de Montevideo, el 12 de noviembre de 1927, páginas 3 y 4.6
Es un modo de rescatar del olvido, o directamente de la ignorancia, de la
mayoría de la crítica a una de las numerosas prosas que escribió Ferreiro, textos
que bien podrían revalidar los juicios aplicados a su poesía.
El Suplemento cultural del matutino El País, que aparecía los sábados, se
publicó –con algunos interludios– desde el 3 de setiembre de 1927 al 24 de
marzo de 1928, bajo la dirección literaria de Juana de Ibarbourou y la dirección
artística de Orestes Baroffio. Allí se difundieron textos de autores
contemporáneos uruguayos –Enrique Amorim, José Pedro Bellan, Blanca Luz
Brum, Víctor Dotti, Francisco Espínola, Emilio Frugoni, Juana de Ibarbourou,
Juan José Morosoli, Juvenal Ortiz Saralegui, Horacio Quiroga, Fernán Silva
Valdés y Juan Carlos Welker, entre muchos otros– y extranjeros –Jorge LuisBorges, Ramón Gómez de la Serna, Vicente Huidobro, Leopoldo Marechal, José
Carlos Mariátegui, Gabriela Mistral, Alfonso Reyes, César Vallejo y otros–.
En cuanto a Ferreiro, teniendo en cuenta la corta vida del Suplemento,
varias fueron sus colaboraciones. Además de “La cita”, se publicaron dos
poemas –“Muchacha corriendo” y “La tarde está pensando” (dedicado a
Ibarbourou)–, un cuento –“Salón de lustrar, cine y corso”–, un artículo –“Reneé
Magariños Usher, su arte y sus ojos”–, y una reseña –“Sarah Bollo. Un juiciosobre su libro”–.
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Este Suplemento no tuvo la intención de ser un espacio de expresión
esencialmente vanguardista –la concepción artística de sus directores no lo
permitía–. No obstante, cobijó numerosos textos identificados con lo que
Oliverio Girondo denominó “Nueva Sensibilidad”; fue otro medio más de
aquellos años –como el Suplemento cultural del diario Justicia,7
y en otra escalarevistas como La Cruz del Sur y La Pluma, entre otras– que se caracterizó por su
eclecticismo, por ofrecer un conjunto de textos que no alteraran demasiado las
aguas literarias a través de un cauce misceláneo y difuminador.
III
“La cita” se trata de uno de los textos narrativos más significativos del
Ferreiro de aquellos años. Está precedido por el siguiente epígrafe: “Novela que
no vela por los prestigios de la novela”. Ya desde el principio, entonces, el autor
ironiza con el concepto de novela, desacomodando lo que el clásico lector de
principios del siglo XX está esperando: una novela folletinesca o por entregas, y
que en realidad es un texto breve –a medio camino entre el cuento, la prosa
poética y el ensayo– dividido en dos partes, o una minúscula “novela” desde la
perspectiva desarticuladora del autor, en que se desafían los límites de los
géneros.
Este recurso se muestra de un modo más explícito en otra narración, “El
marido engañado. Novela en dos actos”, publicada en Vida Femenina,
Montevideo, Año XI, Nº 107, [diciembre] 1927, pp. s/n. 8 Aquí el texto finaliza
con una nota burlona en que se satiriza al clásico folletín: “NOTA: Habrá lector
o lectora que busquen la palabra apestosa «continuará» al final de esta novela.
Les advertimos que no hay tal continuación y que este relato, como los relatos verdaderos de la vida, concluye donde menos se piensa. Aunque no salte la
liebre del «continuará» folletinesco e insoportable”.
En “La cita” se da la coexistencia del humor y la ironía junto con algunos
elementos típicos de las vanguardias como la aversión a lo arcaico y tradicional,
el anti-sentimentalismo, la metáfora intelectualizada, el fragmentarismo y la
apología de las máquinas. También se citan nombres de marcas y modelos –al
igual que en algunos de sus poemas–, marcando una ruptura estética con la
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mayoría de la producción literaria uruguaya de aquellos años, y buscando una
verosimilitud más sólida a sus expresiones.
Al final, se incluye un párrafo de una carta de Ferreiro dirigida a la
redacción, en que nuevamente intenta desfigurar las fronteras de los géneros, al
tiempo que pretende justificar su texto sugiriendo “que la gente piense que unoes loco” –o sea, diferente, transgresor, original–.
Notas1. La detección de este texto se realizó en el marco de mis trabajos deinvestigación sobre los contactos entre el modernismo brasileño y la vanguardiauruguaya, y en parte plasmados en el artículo “Alberto Zum Felde, la vanguardiauruguaya y el modernismo brasileño” (en colaboración con Gabriel Lyonnet),
en: Rocca, Pablo y Genêse Andrade, eds. Un diálogo americano: Modernismobrasileño y vanguardia uruguaya (1924-1932). Alicante: Universidad de Alicante, 2006: 225-254.2. Reeditado en 1969 como cuaderno de Enciclopedia Uruguaya y en 1998 porEdiciones de la Banda Oriental / Socio Espectacular (Edición y prólogo de PabloRocca). Se ruega no dar la mano. Poemas profilácticos a base de imágenesesmeriladas (Montevideo: 3er. cuaderno de Cartel , 1930), nunca volvió apublicarse.3. Rama, Ángel. “Las dos vanguardias latinoamericanas”. Maldoror.Montevideo: Nº 9, noviembre 1973: 62.4. Bürger, Peter. Teoría de la vanguardia. Trad. Jorge García. Barcelona:
Ediciones Península, 1987: 103.5. Un conjunto de artículos y reseñas fueron rescatados en el 2000, a través dedos fascículos especiales de Insomnia –la separata cultural de Posdata, deMontevideo–, el primero con escritos de La Cruz del Sur y Cartel , selección y nota preliminar a cargo de Pablo Rocca, y el segundo con textos del diario La
Razón, a cargo de Luis Volonté.6. Leonardo Garet, en el número anterior de Hermes Criollo, presentó trespoemas y un cuento de Ferreiro. Al respecto, resulta necesario ampliar los datos
bibliográficos allí referidos: “La encomienda negra”, “El grito de las cosas” y “Yo bien sé que no has muerto”, son los tres poemas integrantes de la primerasección, titulada “La esfera sin horas” –páginas 7, 8 y 9 respectivamente–, del
segundo y último libro publicado por Ferrerio, Se ruega no dar la mano...(1930). El primer poema también forma parte del Índice de la poesía uruguayacontemporánea (Santiago de Chile: Ercilla, 1935: 205), selección y prólogo de
Alberto Zum Felde. Sólo el cuento, titulado “La fuga”, se encuentra inédito enlibro, aunque ya había aparecido en la revista Vida Femenina (Montevideo: AñoX, Nº 101, [junio] 1927: s/n.). Por otro lado, Garet señala que este cuento setrata de “una curiosidad de sus actividades”, agregando en nota al final que “seconoce una sola incursión de Alfredo Mario Ferreiro en la narrativa, el cuento«La confesión de Molly», que recoge Pablo Rocca en El cuento urbano(Montevideo: Banda Oriental, Col. Socio Espectacular, 1999)” (Cfr. pp. 81 y 86).
Además de “La fuga”, “La confesión de Molly” y “Salón de lustrar, cine y corso”–publicado en el Suplemento de El País–, hemos podido ubicar otros relatos deFerreiro dados a conocer en aquellos años. Los aparecidos en, por lo menos,Vida Femenina son: “El paso a nivel...” (Nº 99), “El hombre que se quedó sin su
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hijo” (Nº 106) y “El marido engañado. Novela en dos actos” (Nº 107) –no se hantenido en cuenta a los textos híbridos–. Todos aparecieron durante el año 1927.Ferreiro colaboró en Vida Femenina desde el Nº 99 (1927) hasta el último Nº159 (1933) –no aparecieron textos suyos sólo en los números 132, 141, 145, 148 y 153–. A partir de 1928 sus colaboraciones estuvieron limitadas al géneropoético, con sólo dos excepciones: la disquisición filosófica “Filosofía del
hombre que aguarda el tranvía” (Nº 119, [diciembre] 1928) y la carta-reseña“Carta del poeta Alfredo M. Ferreiro al autor de «Alma desnuda»” (Nº 125,[junio] 1929).7. Este Suplemento del Órgano Central del Partido Comunista, que estabaencabezado por el título “El Arte por la Revolución”, apareció los sábados desdeel 1º de diciembre de 1928 hasta junio de 1929, estando su dirección a cargo deBlanca Luz Brum.8. Este texto, junto con otros del año 1927, ha sido recuperado por NicolásGropp (Selección, introducción y notas) en “Ferreiro en Vida Femenina”, en
Alfredo Mario Ferreiro: Una vanguardia que no se rinde. Ed. Pablo Rocca.Montevideo: Comisión Sectorial de Investigación Científica - Universidad de la
República, 2009. Allí se incluyen, además, “La máquina y el tiempo (AlfredoMario Ferreiro entre la novedad y la historia)”, por Pablo Rocca; “Las imágenesde Alfredo Mario Ferreiro”, por Gênese Andrade; “Vanguardia ¿sí o no? Ferreirosegún Alberto Zum Felde. Polémica Zum Felde - Francisco A. Schinca”, porClaudio Paolini (Introducción y notas); y “Miscelánea ferreiriana” que incluyedos cartas, dos textos y una antología poética mínima de sus dos libros editados.
La cita
Alfredo Mario Ferreiro
Novela que no vela por los prestigios de la novela.
I
Recibí una carta de mujer. Letras amontonadas. En medio de una línea,
la “chaise-longue” de una reflexión. Pasó el mediodía y yo no había resueltonada. Las mujeres son para decir simplezas por carta. Uno se ha acostumbrado
a sufrirlas; yo desearía tener medios de transporte como para llevarlas a
Saturno. Urano me hace recordar el reumatismo. La carta, en total –máquinas
calculadoras– no decía nada. Era una cita vulgar. Las citas se dividen en
vertebradas e invertebradas. Son citas invertebradas aquellas que realizamos
caminando o apostándonos de vez en cuando en un paraje oscuro.
Generalmente no conducen a nada; cuando mucho, conducen a la casa de la
compañera. Las citas vertebradas son las otras. No fui a la cita. Un hombre que
cumple sus obligaciones es un ser despreciable. La vida es el programa alterado
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por la empresa del Destino, que siempre se reserva ese derecho. Dios ya no tiene
nada que ver en el asunto. Se desentendió de los rezos, y cuando quiso oírlos de
nuevo se encontró con que la nueva sensibilidad de los libros de misa no era
para sus oídos. Por suerte nos hemos librado de esos señores celestiales.
Ser consecuente con una sola mujer es una malísima costumbre. Serlocon todas es un sacrificio maravilloso que la mentalidad femenina no puede
comprender aún. Las melenas han dejado entrar más aire de cultura en las
cabezas de las mujeres. Lo que nos faltaba era un constipado cultural; van las
mujeres camino de encontrarlo. Demasiado viento sopla en las desguardadas
cabezas. No fui a la cita. Una mujer esperando es un espectáculo a gran
orquesta. Las mujeres son para esperar. Ese destino se lo están quitando los
taxímetros. Una mujer es para esperar. Y para esperar calladita la boca. La boca
es lo superfluo en ellas.
Tengo aceite en las circunvoluciones cerebrales. No entiendo nada de
nada. Me paso la vida inquiriendo o tratando de aplicar como mío lo que otros
han deducido. El cerebro está demasiado cómodo en el “living-room” del
cráneo. Sería preciso molestarlo un poco. Los libros son las espinas del celebro.
Cada cambio de postura se traduce en una imbecilidad hacia el exterior. Más
vale no leer nada, no pensar en nada, no querer ser nada. No fui a la cita que me
daba una mujer. Uno piensa que los autobuses y los taxis son una mala solución.
Salir de casa, dejar el pijama, saltar a la acera, sentirse entre los otros. ¡Qué
asco! Los otros son esos hombres que van y vienen por las calles. Los otros son
los que se afanan por la vida y creen. Creen que la vida es cosa como para creer
en ella. ¡Bah! Esos tipos deben caer como las moscas en el “tangle-foot” –feet–
cuando se les da cita. ¡Y qué asco un papel engomado lleno de moscas muertas o
agonizantes! Moscas lustradas en la goma, enceradas. El papel caza-moscas es el
salón de lustrar moscas. ¡Y qué bien quedan! (Competencia con las cucarachas:lustrosas hasta más no poder. Cucarachas: galeras de ocho reflejos que se han
aplanado y han echado patas). Polvos insecticidas. Polvos insecticidas para
enamorados. Y ¡que persista esa durísima especie de los enloquecidos por el
corazón! Siglo XX. Dentro de un poco: siglo XXI. Catálogos de nuevas maneras.
Catálogos para que uno se de cuenta de cómo es la nueva linotipo del vivir.
Engranajes Matrices. (Casa Matriz. Sucursales: Londres, París, Viena,
Leningrado). Catálogos para que uno no vaya a ser como se le ocurra. Todos
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igual. La moral es el uniforme de los hombres. Debajo está la piel velluda. ¡Y tan
campantes!
No fui a la cita que me daba una mujer por carta. Una mujer es un
estorbo siempre. Desde la guerra de Troya. ¡Qué asco me da llamarse
Agamenón! Mujer: cuña. Cuña entre el hombre y el porvenir. Pero hay mujeresque valen la pena de una cita. Yo conocí una y no quiero conocer otras. No serán
mejores que aquella. Era una mujer ideal para dar citas e ir a encontrarse con
ella. Silenciosa como una estrella; como un oso polar; como una palmera; como
una ecuación algebraica –islas en medio del texto–; yo iba poseído del afán de
encontrarla. Y era ella una sombra sobre la sombra del muro que resguardaba
su espera. Mujer que ya no veré nunca más. Especie de sirena con pollera corta y
pelo ultrasintético. Estilización de peinados. Sombrerito girando sobre sus
hombros en un enloquecimiento de curiosidad repentina. Uñas engarzadas en
los dedos tibios. Alargadas de duda; tirantes de celos; deseosas de arañar.
¡Cómo arañaran estas uñas! ¡Y tamaña cartera! Uno sufría por la muerte de
tantas vacas. Una cartera hecha con el cuero federado de un tambo. En el
silencio sentíase el clamor de la leche que no logró venderse. Y en todos los
charcos de agua de la calle había una complicidad escondida que saludaba con
tiritamientos a la cartera. ¡Leche aguada! Magistral ejemplo el de los lecheros,
que no han inventado otra cosa; y con ese invento viejísimo se ganan la vida. No
como Studebaker que a cada momento tiene que renovarse para poder colocar
sus productos. (Erskine Tourer, Erskine Sedan, Seis Grandes, Seis Grandes
120”, Seis Standart faeton, Seis Standart Coach, Presidente faeton, Presidente
berlina, Comandante, Director faeton de lujo 5 asientos, Director faeton de lujo
7 asientos, Director sedán). ¡Leche aguada! ¡Leche aguada! Siempre lo mismo:
leche y agua. Y todos comprando a más no poder. ¡Maravilloso ejemplo el de los
lecheros! Los inventores más grandes del mundo.Conocí una mujer para citas. Hay mujeres para citas y hay mujeres
parásitas. Cuestión de acento. –Lícito y lisito–. Esta que yo conocía –y ya no
veré nunca más– era especial para citas. Hay una cantidad de hombres que
creen que dicen una cosa muy graciosa cuando aseguran la igualdad de todas las
mujeres. No es graciosa la ocurrencia: es horripilantemente trágica. Las
mujeres, si todas fueran iguales, serían perfectas. Revisando el ante-proyecto de
la mujer uno se topa con lineamientos generales de perfección. Todo estáprevisto. El bajo-relieve del sexo ocupa todas las plantas del edificio. El
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arquitecto malogró los planos. La mujer ha salido mal edificada; tiene defectos
de cimentación, de revestimientos, de entramados. Es una lástima. Anoche no
pude dormir. ¿Qué haría, a las dos, a las tres, a las cuatro de la madrugada,
aquella mujer que esperaba? La lividez del amanecer debe haberle echado los
perros del miedo. El sudario de la aurora, al desprenderse del ataúd de la noche,debe haberla empapado de frío. ¡Pobre mujer! Constancia en la mujer. Y que
debe ser así. Ya que la constancia es a l[a] manera disimulada de dar a entender
algo. Las mujeres no pueden decir las cosas por sus nombres. Los sentimientos
los tienen faltos de lenguaje. ¡Cómo va a convidar una mujer a un hombre para
tener hijos! Sería una cosa descomunal. Casi como si un rascacielos se saliese de
la ringla de casas para irse a otro barrio. ¡Qué odio se tienen las casas del mismo
lugar! Y, sin embargo, cómo lo disimulan. A lo sumo, un escupitajo de luz en el
anochecer; un portazo; un desprecio con la ventana que se cierra de golpe o con
la cortina metálica que cae en catarata de varillas. Serpiente achatada y
anchada. Las casas aún no han inventado el divorcio. Y es un raro ejemplo de
resignación el que nos dan los edificios sufriéndose los unos a los otros. ¿Y los
fronteros? Los que lindan; los que sienten el mismo estremecimiento cuando
pasa el camión tumultuoso. Esos edificios que se apoyan como para sostenerse.
Altruismo hipócrita de las casas. Y por debajo, se largan dentelladas de
cimiento; dentelladas terribles; pellizcos de hormigón. ¡Están cuajando! –dicen
los ingenieros. ¡Ah, los términos cambiados! [¡]Las cosas que nombramos sin
nombrarlas! Edificios que se soportan odiándose. Los hombres evolucionan al
revés. Antes se comportaban como las casas. Solían soportarse. Estrangulaban a
la mujer de vez en cuando y ¡santas pascuas! –¡Más alegre que unas pascuas!–
Estrangular a una mujer es un deporte. Es un “raid” por el océano de la
emoción. Poco a poco. Por etapas de respiración. Islotes de ahogos consecutivos.
De repente, aterrizaje en la muerte. Vasto campo. Caen las máquinas de la vidacon los timones desarbolados. Uno queda perplejo –apoplejía– ante la
capacidad de este aeródromo. La Muerte. ¡Mi cita! Aquí tenéis la mujer que
espera siempre y va con todos por los caminos asfaltados de calaveras con tibias
cruzadas. ¡Veneno! ¡Peligro de muerte! –Vías electrizadas– Sacco y Vanzetti –
Cuidado con los autos.
II
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Anoche no pude dormir. ¿Qué estuvo haciendo la mujer que me dio cita?
En las horas alargadas y puntiagudas del amanecer habrá visto danzar la
sombra de las estrellas en la cara somnolienta del sol. El sol es el brillante de un
anillo que Dios da vueltas en el dedo. Habrá visto pasar esos automóviles dealquiler que traen pedazos de vicio y caminan con muletas de corneta afónica.
Cornetas rítmicas del amanecer. Sobre la cara del asfalto recién lavado, resbalan
las babas de los borrachos de la noche. Pocilgas. Mujeres de pelos pintados.
Taxis dormidos soñando con atracones de nafta roja de aviación. Fruto
prohibido. ¡Qué maravilla ver un aviador inflando en el aire las gomas de su tren
de aterrizaje! Sentado en el aire. Silla elástica para reumáticos. Y ¡qué porrazo!
Porrazo con cerebro fuera del cráneo. Suciedad de sangre. Vamos a lavar un
poco las salpicaduras. ¡Es tan poca cosa un avión! Apenas uno se pone a
caminar se sale de él. Y camina por el aire. El espacio es tan grande que uno se
lo encuentra hasta en la sopa. (Harinas “Puritas”. Los niños piden más.
Fosfatina “Falliéres”). ¿Qué habrá visto la mujer que me citó? En el amanecer.
Las nubes, grabadas con rocío ortofónico, bajo la púa exigente de los rayos
solares. Cantando y girando. Con cuerda de aljibes.
(Fin del capítulo II).
Nota.
(El párrafo que va a continuación, pertenece a una carta de A. M. F.)…
“Haga alguna aclaración si resuelve publicar eso de la novela. Temo la reacción
popular. Diga que se trata de un ensayo sin mayores pretensiones. La cuestión
está en que la gente piense que uno es loco y lo deje quieto sin pedirle que se
explique”.
Como las explicaciones que pudiera dar Ferreiro estarían llenas de unespíritu burlón y ágil, preferimos, no más, que se las pida la gente.
* Introducción y texto aparecidos en la revista Hermes Criollo 12 (2007-2008):122-129.