LA CIENCIA ECONÓMICA Crítica a la visión disciplinaria

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La economía, como producto antropológico, como producto humano, ha devenido en una parcela más al servicio de los poderes instituidos, tanto de derecha como de izquierda. Constituye hoy día un compendio de conocimientos descontextualizados y parcelarios que, bien vistos, ya no son sino conocimiento ciego y sin sentido. ¿Cómo recuperar el sentido de la acción humana? Hay que transgredir también los límites del conocimiento y la ciencia económica.

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LA CIENCIA ECONÓMICA

Crítica a la visión disciplinaria

Miguel Aponte

Cuando uno no encuentra una solución en una disciplina, la solución viene desde afuera de la disciplina.

Jaques Labyrie

Un verdadero viaje de descubrimiento no es el de buscar nuevas tierras,

sino tener un ojo nuevo. Marcel Proust 1

1. Introducción

La ciencia económica ha estado siempre en el centro de la discusión y las

preocupaciones humanas. Cumplirá pronto trescientos años guiando la visión y las

utopías que las distintas ideologías han propuesto como solución al problema del

hombre y su sociedad. Con el verbo guiar queremos significar que efectivamente lo

económico ha “gobernado” las teorías que se han ocupado del problema social. En

verdad, el problema económico es acuciante y requiere ser resuelto si aspiramos un día

a la humanización del ser humano. Pero en esta introducción queremos significar y

problematizar la idea de que haber puesto lo económico en el centro del problema,

como “infraestructura a partir de la cual se constituye la superestructura social”, como

elemento explicativo de última instancia, puede haber constituido un grave error. La

frase entrecomillas es de Carlos Marx, pero su fijación no es privilegio de la corriente

marxista, sino que tanto ella como la corriente del liberalismo económico, con todo y su

“prefijo” liberal, han condenado, ambas, a la sociedad occidental a un reduccionismo

economicista, positivista y miope que ha terminado subsumiendo la totalidad social a

un determinismo con consecuencias muy negativas. De este positivismo queremos salir.

y la visión ecológica que propone el profesor Edgar Morin es, nuevamente, un aporte

refrescante, valiente y optimista. Las visiones pluri-multi-transdisciplinarias derivadas

de esta nueva visión nos invitan a transgredir las parcelas disciplinarias de las ciencias y

1 Morin, E., “Sobre la interdisciplinariedad”, Boletín N° 2 del Centre International de Recherches et

Etudes Transdisciplinaires (CIRET).

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desde nuestra perspectiva académica queremos cuestionar con este arsenal la situación

actual de la ciencia económica y su responsabilidad en toda esta materia. La economía

tiene que alimentarse multidisciplinariamente si desea realmente aportar algo positivo al

proceso de hominización. Tiene que dejar de verse como una “señorita bien arreglada” y

buscar el “desorden” de la vida para reflejarlo en sus teorías. Tiene que hablar otra vez

del “ser humano” y dejar de hablar de una entelequia que analiza la realidad en

“ninguna parte” y, mientras todo cuadra en la teoría, la realidad es un desastre. La

economía no puede seguir siendo “paradigma del orden por exclusión del desorden”. 2

Pero como producto humano, la economía tiene también un compromiso complejo,

porque sus propuestas tienen que dejar de ser coercitivas ni de derecha ni de izquierda,

tiene que recuperar la política y un sentido de lo que debe ser el ser humano. Tiene, en

fin, que humanizar. Tiene que des-teologizarse y deslastrarse de la soberbia de “saber”

lo que hay que “imponer” para que la sociedad alcance sus objetivos y “sea” feliz.

2. La tragedia de Adam Smith

A pesar del antecedente fisiocrático y mercantilista, la ciencia económica nace,

formalmente y de acuerdo con el reconocimiento general, con Adam Smith, filósofo

escocés, que vivió en la plenitud del Siglo XVIII, entre los años 1723 y 1790. Se le

tiene como el padre de la Economía Clásica. Sobre Smith es necesario comenzar

reconociendo que fue un hombre de formación, preocupaciones e intereses generales

suficientemente diversos y profundos como para que resulte imposible endilgarle una

mera formación disciplinaria, parcelada y, mucho menos, hiperespecializada. Estudió en

dos universidades, Glasgow y Oxford. Estudio filosofía moral. Fue profesor asistente de

Retórica y Literatura en Edimburgo. Profesor de Lógica y Filosofía Moral de la

Universidad de Glasgow, de la que llegó a ser Rector Honorífico. Viajó por Suiza y

2 Idem

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Francia. Se interesó en los problemas no sólo económicos sino políticos de su época. Su

obra escrita no abarca sólo la Economía. Fue, pues, un hombre universal para su época.

Claro, fue un hombre de su época y ésta, en definitiva, estaba marcada por el modelo

cartesiano-positivista y determinista que conocemos. Sus teorías e hipótesis explicativas

estarían inevitablemente impregnadas de este esquema cognitivo. Sus motivaciones en

el campo de la economía estuvieron muy influidas por sus investigaciones y trabajos

previos en el campo de la filosofía moral y su deseo, al estudiar los fenómenos

económicos, están expresados en la siguiente frase: “No puede haber

una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y

desdichados”. 3 Que los resultados de sus teorías económicas no hayan conducido

finalmente a la superación de la pobreza y a la eliminación de la desdicha, no es más

que otro ejemplo viviente del carácter trágico de la experiencia humana, tal como la

heredamos del pensamiento griego clásico. Luego intentaremos mostrar que esta

aparentemente simple referencia al imaginario Griego, no es ingenua en nuestro

ejercicio, sino que la hacemos para subrayar que, aunque el destino final de las ciencias

disciplinarias terminó caracterizada por un reduccionismo asfixiante con todas las

consecuencias sobre la pérdida de sentido y comprensión contemporáneos, sus padres

fundadores ni padecieron este encasillamiento ni, seguramente, lo desearon. Queremos

significar también que este “resultado trágico” también puede siempre sobrevenir contra

nosotros y nuestros esfuerzos, porque hay que entenderlo como una posibilidad siempre

presente y propia de lo humano. La soberbia de la ciencia económica al creer en un

progreso económico o de cualquier tipo como una ley social sería hybris para los

griegos y tenemos que volver a comprender esto en toda su significación. Antes de

comenzar a estudiar economía, deberíamos ser expuestos a la comprensión de un

3 Adam Smith. www.wikiquote.org. Colección libre de citas y frases célebres

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imaginario que nos deslastre de las laderas positivistas y deterministas. ¿Por qué no

puede ser el estudio de la tragedia griega?

3. Definiciones

A nivel analítico, después de muchos andares, se ha dado en definir la economía como

una ciencia que se ocupa de optimizar la decisiones que buscan satisfacer necesidades

que son múltiples, mediante el uso y aplicación de recursos escasos que, a la vez, tienen

diversa aplicación. La formulación final de este concepto se le debe a Lionel Robbins,

economista inglés (1898-1984). Repetimos: necesidades múltiples y recursos escasos,

que además tienen diversidad de usos o aplicación. Cuando “ocurre” esta combinación

de condiciones, se dice que “aparece” lo económico, que la situación asume un perfil

económico, que estamos frente a un problema económico. La disciplina supone que si

se desea resolver esta situación de la “mejor forma posible”, entonces, el análisis

económico es la mejor respuesta. Vista así, la economía asume la forma de una “teoría

de las decisiones”. Dicho en abstracto y sin formulaciones matemáticas, la respuesta a

estas situaciones estará dada por la noción de “costo de oportunidad”. Si decido y logro

usar el recurso escaso en la mejor opción posible, entonces siempre la decisión habrá

sido la mejor u óptima de entre las alternativas que eran posibles antes de haberse

tomado y, por tanto, la situación resultante será más conveniente que la que teníamos en

las condiciones iniciales. Si, además, logro encadenar en el tiempo decisiones de esta

calidad, estaré asegurando un camino de progreso. El análisis económico coloca la

solución de la situación en el campo lógico-matemático, de tal forma que, a partir de

unas condiciones iniciales dadas, disponibilidad de recursos y estatus de necesidades, la

solución económica será la mejor. Los supuestos detrás de esta sencilla hipótesis son

inmensos: calidad de los recursos, disponibilidad temporal, administración o gestión de

los mismos, estado de los recursos “sustitutos” y “complementarios”, estado de la

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técnica y del arte, estado y cambios de estado de las necesidades, los gustos y

posibilidad de jerarquización de ambos, que, a su vez, envuelve un infinito de

indeterminaciones subjetivas individuales y sociales. Con todo, la economía afirma que

con su análisis se habrá decidido con el menor costo de oportunidad posible.

¿Por qué queda de este esfuerzo una ciencia? Porque a partir de la definición de

Robbins, se logra establecer las tres condiciones básicas para la constitución de una

ciencia en términos del pensamiento cartesiano clásico: ha definido objeto, método y

leyes. Esta formulación, que sin dudar ha sido útil, constituye, sin embargo, la

definición antiséptica y mutilada de la ciencia luego de doscientos cincuenta años de

andar. ¿Qué ha ocurrido entonces?

4. La economía política: Una ciencia positivista, pero interdisciplinaria

El término Economía Política fue introducido por primera vez en 1615 por Antoine de

Montchrétien (1576-1621), economista mercantilista francés, 4 pero su uso en el sentido

moderno comenzó en el Siglo XIX. Desde el comienzo, se ocupa de las “relaciones de

producción” entre las tres clases sociales existentes en la sociedad capitalista:

burgueses, proletarios y terratenientes. Como tarea central, se propuso estudiar y

descubrir las leyes que gobiernan el proceso de creación y distribución de la riqueza

social e individual. Se propuso descubrir las leyes del valor o, como se llamó con

precisión, la Teoría del Valor. Su antecedente inmediato lo constituyeron los Fisiócratas

que sostenían que toda la riqueza provenía de la tierra y los Mercantilistas que pensaron

que el capital o volumen global del comercio mundial era inalterable y que cada nación

debía generar políticas para mantener una balanza comercial siempre favorable. Fue

Adam Smith quien, desde la perspectiva de la Economía Política, postuló por primera

4 Economía Política. www.wikipedia.org

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vez la llamada Teoría del Valor-Trabajo, para sostener que la fuente real del valor era el

trabajo y no la tierra.

Desde su génesis, el énfasis de la Economía Política en el estudio de las relaciones

sociales de producción entre las clases sociales, contiene en sí mismo una connotación

interdisciplinaria porque vincula la política y la economía, en sus manifestaciones

concretas en una sociedad dada. Así que el pensamiento económico en su mal alto nivel

de abstracción nace desde la reflexión compleja de la sociedad y sus efectos sobre la

creación de la riqueza. Desde el punto de vista meramente disciplinario y en términos de

hoy, se trataba de interconectar sociología, política, ética, derecho, comunicación,

psicología y comunicación, como una forma de entender cómo estos entornos

“determinan” el comportamiento de los mercados y la creación de valor. En términos

del profesor Edgar Morin, pensamos que habría que concederles a los primeros

economistas un enfoque o intención de “ecología de la situación”, al menos, repetimos,

en su nacimiento. Estos padres fundadores fueron Adam Smith, David Ricardo y Carlos

Marx. Hay que añadir, por otro lado, que la Economía Política nació también con el

sesgo positivista dominante de la época de La Ilustración, en pleno Siglo de Las Luces y

esto trajo sus consecuencias a largo plazo.

5. La Economía Política: Una ciencia positivista y disciplinaria

La Ilustración fue la apoteosis del razonamiento humano. El positivismo, por su parte,

aunque nace en el Siglo XIX, fue la apoteosis de La Ilustración. Postuló que el único

conocimiento válido es el “conocimiento científico” y, por tanto, todas las actividades

que pretendan conocimiento deben analizar la “realidad” y verificarse a través de la

“experiencia”. El propósito del conocimiento así adquirido es la explicación “causal”, a

través de “leyes generales”. El método es la razón. Más aún, el único método es la

razón. Todo está en su lugar y la ciencia positiva lo demostrará, es cuestión de tiempo.

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En este esquema cognitivo, terminan entrando la sociología, la economía y todas las

llamadas ciencias sociales. Así, en la segunda mitad del Siglo XIX, economistas

liberales, partidarios del laissez-faire, dieron inicio al proceso mutilador. ¿Por qué

complicarse con la Economía Política? Si la economía se postula y desarrolla en su

esfera particular de conocimiento, que no comparte con la política y viceversa. Cada

una tiene su lógica. Son disciplinas separadas y cerradas sobre sí mismas. Así, pues,

lució completamente racional y científicamente justificado fragmentar la ciencia social.

Como resultado quedó una economía no sólo positivista, sino además “disciplinada”, es

decir, mutilada.

6. Los vicios de la Economía positivista, disciplinada y mutilada

La economía, habiendo nacido de la interdisciplinariedad, es hoy en día una “ciencia”

que no voltea hacia los lados. Utiliza sin rubor una inmensa cantidad de presupuestos

inválidos y, sin embargo, no voltea. Se mantiene en un perfecto encierro disciplinario. 5

Veamos las clausuras positivistas y sus mutilaciones.

a. El predominio de lo racional

La teoría liberal y su sistema socioeconómico postulan, en pleno Siglo XXI, que su

legitimidad tiene un valor racional. Es la expresión social del dominio positivista de la

razón. Esta creencia, como toda postura dogmática, se ha vuelto indiscutible e

intolerante y convierte en mentira cualquier otra verdad. Pero, ¿cómo es esta

racionalidad?, ¿qué es ser racional?, ¿de qué se trata? Si queremos la respuesta en los

límites de la ciencia económica, se trata de explicitar la propia definición de lo

económico: estamos frente a una meta, entonces el discurso y las operaciones derivadas

deben ajustarse a esa meta. Se trata de conformar la operación a la meta, con el menor

costo de oportunidad. Punto. Es una pura racionalidad instrumental. ¿Se trata de

5 Morin. E. “Sobre la interdisciplinariedad”. Boletín N° 2 del Centre International de Recherches et

Etudes Transdisciplinaires (CIRET).

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construir una bomba atómica? Pues se hace así y así y este sería su óptimo económico.

¿Quién decidió que debemos construir una bomba? Ah! Eso es otro problema. Estamos

frente a la racionalidad de la estupidez y del horror.

La visión edulcorada de esta racionalidad es la teoría del bienestar, pero, nuevamente,

¿qué es bienestar?, ¿cuál bienestar? Respuesta: Bueno, calculemos el bienestar en “su

valor económico máximo”. Es todo. Pero bueno, ¿quién dijo que el bienestar es sólo

económico?

b. El predominio de lo económico

¿Sólo lo económico produce sentido?, ¿es lo económico capaz de producir sentido?,

¿bienestar es un estado de consumo o puede ser otra cosa?, ¿por qué tiene que

predominar lo económico para definir el bienestar?, ¿de dónde salió esto? El

predominio de lo económico que resulta una consecuencia “casi” natural del predominio

de lo racional, es una visión unilateral y conduce al neurotismo social. No podemos

desarrollar esta tesis en los límites de la ciencia económica contemporánea precisamente

porque fue desjuntada y mutilada, porque ahora es una ciencia “disciplinada”, pero los

resultados están ahí. Entonces, tenemos una ciencia económica que se enfrenta a los

desastres que ella misma contribuye a generar y sobre los que, paradójicamente, no es

capaz de decir nada. Pero, cuando uno es capaz de pensar en forma no disciplinaria se

vuelve obvio que el hombre no puede resumir su existencia en una perspectiva

económica y nada más. El hombre no es sólo una entidad consumidora de cosas y

servicios, es decir, una existencia que sólo cobra sentido porque ayuda a conformar la

curva de demanda. Este olvido del sentido es una hybris, un exceso contemporáneo.

Nuevamente, nuestra referencia no es, como diría el profesor Morin, actitud naif. El

desequilibrio emocional que se verifica en la sociedad contemporánea no es sólo

manifestación social, sino que se relaciona recursivamente con la esfera individual, allí

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hay una interpenetración de factores individuales y sociales, culturales, políticos y

psicológicos, biológicos y ambientales. Hay un problema ecológico en el más amplio

sentido del término. Además, para nosotros, gente que creemos en la educación como

estrategia integradora de la vida, se trata de un asunto educativo y formador. La

sociedad contemporánea no ve y no quiere ver su conducta titánica y hubrística y la

ciencia económica avala esta ceguera con la cabalidad de quien ha perdido la capacidad

de comprensión.

c. La ilusión de progreso o desarrollo lineal

Si el capitalismo es la realización apoteósica de la razón, entonces su sociedad tiene

asegurada su historia. Habría que concluir que es y será posible un progreso sin fin.

Podríamos creer, por fin, en un sistema a-histórico. Si la economía es la lógica pura de

la elección y el capitalismo es la sociedad de esa economía, entonces el capitalismo

supera el carácter histórico de los demás sistemas sociales. En palabras de Marx: “Para

ellos hubo historia, pero ya se terminó.”

Pero la verdad es que el capitalismo es el resultado de una contingencia, en la más pura

acepción del término, como podemos entender con claridad a partir de los desarrollos e

investigaciones de Humberto Maturana: Es el resultado de una “dinámica no

propositiva”. 6 Por más que se tomen en cuenta los esfuerzos para demostrar la

necesidad histórica del capitalismo, el mismo Carlos Marx reconoció cómo la

acumulación originaria del capital fue el resultado de cualquier otra cosa menos de la

racionalidad del mercado: Fue más bien el resultado de “la conquista, la esclavización,

el robo y el asesinato”, del uso y el abuso del poder. “Esta acumulación originaria viene

a desempeñar en economía política el mismo papel que desempeña en teología el

pecado original.” 7

Marx afirma, “los métodos de la acumulación originaria fueron

6 Maturana, H. Veinte años después. Prefacio a la segunda edición. Material de la bibliografía.

7 Marx, C. El Capital. Capítulo XXIV. 1975. FCE. Pág. 607

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cualquier cosa menos idílicos” y, añadimos nosotros, tampoco económicos ni

racionales.

5. La ciencia económica al servicio del poder

Las sociedades siempre se instituyen (se instituyeron) a partir de principios formadores

de sentido que no son y no pueden ser “racionales”. Son arbitrarios. Son nomos y no

physis, institución y no naturaleza, si lo vemos desde el imaginario griego; y son pura

autopoiesis organizacional, parafraseando desde la biología al profesor Humberto

Maturana. Pero el sistema capitalista y su principio racionalizador como “esquema

cognitivo” positivista pretende una conexión ontológica: La naturaleza y el proceso

social son racionalizables. Pretende instituir la lógica capitalista como principio

ordenador de sentido de la sociedad, a partir de la razón y con una pretensión totalizante

y totalizadora. Sin embargo, hoy en día sabemos que Hegel no acertó cuando afirmó que

“todo lo real es racional”. En efecto, la racionalización es más bien una tendencia

arbitraria y no puede ser de otro modo. Las sociedades pre-capitalistas lograron su

finalidad institutora a partir de principios distintos de la razón: el Mito, la Religión, la

Tradición, Dios. La pretensión de que tal cosa como la sociedad (y, esto equivale a

decir, el ser humano) pueda instituirse a partir de la razón constituye una apoteosis del

Siglo de las Luces y la Ilustración. Las menciones al nomos, la physis y la autopoiesis,

nociones provenientes del imaginario griego y de la biología contemporánea, las

hacemos, otra vez, con la intención definida de inducir consideraciones

interdisciplinarias en el problema. Veamos.

Desde la perspectiva del imaginario griego, el hombre, al igual que lo profundo del

“ser” no se consideraron “productos discernibles”, sino existencia trágica. En pocas

palabras, seres capaces de libertad, pero incapaces de predecir la consecuencias de sus

actos libres y, peor aún, de determinar sus significados. Esta enseñanza está en los

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poemas Homéricos, La Iliada y La Odisea y se encuentra también en los poetas trágicos,

Esquilo, Sófocles y Eurípides. ¿Qué pasó que hemos perdido estas conexiones

profundas con las complejidades de lo humano? ¿Qué pasó, para que ahora vengamos

nosotros después de veinticinco siglos a postular la razón para explicar lo humano y lo

social? ¿No tenemos ahí un problema educativo en el más profundo sentido?

Desde la biología contemporánea, podemos afirmar que el ser humano es más que

moléculas y más que un organismo. Más aún, ya sabemos que lo “vivo” no se

constituye, no logra definirse como tal “ser vivo”, a partir de las moléculas solamente,

por más que estas sean indispensables para la vida. Lo que lo hace “ser vivo” es la

interacción continua de esas moléculas y esta interacción no puede explicarse en

biología a partir sólo de las moléculas, sino que es epigénesis y su regularidad

interactiva constituye su “historia” que, por lo tanto, tampoco es determinable a partir

de la mera molécula. 8 Como la interacción del organismo no es deductible de la

constitución de las moléculas, entonces, el organismo no es determinable y menos

predecible, no está sujeto a leyes de evolución. El hombre y la sociedad, como

“sistemas autopoiéticos de tercer grado” tampoco son y no pueden ser predecibles. Son

estructuras determinadas, pero no son determinables. 9 Esta complejidad la hubiera

entendido un griego, pero se ha vuelto inabordable para la ciencia económica moderna y

sus filósofos que han postulado el determinismo a capa y espada, con sus consecuencias

heterónomas sobre el hombre y sus instituciones sociales. O es Ley Histórica o se trata

de racionalidad pura, capa o espada de un mismo discurso negador del proyecto de

autonomía. Lo nuevo es que el marxismo y el liberalismo constituyen las dos caras de la

misma moneda, se oponen, pero en el fondo de su base cognitiva postulan lo mismo: El

hombre no puede ser libre.

8 Maturana, H. Veinte años después. Prefacio a la segunda edición. Material de la bibliografía.

9 Ibídem.

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En el capitalismo se pretende que todo se convierte en capital por un efecto “per-se” y

no por “circunstancias históricas concretas”. Pero el capital es producto de una relación

histórico-social concreta y su acumulación no es “específica del capitalismo”. Todas las

sociedades, desde la aparición del excedente económico, han atesorado. Tampoco es

característico del capitalismo que el productor se separe de los medios de producción y

si no, ¿cómo era en la esclavitud? Lo que es específico y realmente característico del

modo de producción capitalista es la racionalización de lo económico y de toda la

realidad social que queda subordinada a lo económico. Es cálculo, racionalización y

control de todo lo económico-social. Pero junto con el capitalismo está el otro proyecto

social que también trató de instituirse a partir de la razón, hablamos del proyecto

marxista en todas sus versiones, que, visto con esta perspectiva no se distingue del

proyecto capitalista en lo que precisamente el capitalismo se distingue de los demás

sistemas sociales. En su racionalismo economicista y positivista-cartesiano son sistemas

idénticos.

Claro, si los sistemas sociales fueran predecibles y determinables, entonces tendríamos

la posibilidad de hablar de progreso lineal como condición efectiva de posibilidad en la

sociedad capitalista. Pero su realización plena, para sorpresa de los liberales, tendría que

ser la sociedad comunista. Esto fue lo que pretendió Marx al sustituir las leyes del

mercado por las leyes de la historia. Si todo fuera racionalizable, el destino del mundo

humano tendría que ser el comunismo coercitivo de Marx. Esta coerción de las leyes de

la historia actuaría sobre los seres humanos hasta definirlos plenamente. Pero si, como

ocurre, la racionalización plena de la sociedad no fuese posible, entonces ambos

sistemas, capitalismo y comunismo, devienen en mecanismo maniático que se justifica

sólo por su capacidad de dominio y de mantenerse en el poder. Terminan disolviendo la

sustancia social y vaciando de contenido la vida de la sociedad.

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Queremos enfatizar que la economía como ciencia posmoderna tiene que recuperar la

política y su conexión con la realidad del hombre. Sin consciencia política y social, la

economía tampoco puede ser economía y todo pierde sentido fuera del control

maniático del poder. Porque, ¿de qué se trata? La economía como disciplina parcelada y

positivista presume una validez que no es capaz de sostener ni aún en los casos en que

tiene éxito, porque su visión disjunta no le permite comprender las implicaciones que

van más allá de sus límites disciplinarios. Cuando simplemente ajusta las operaciones a

las metas y no es capaz de cuestionar las metas, demuestra que no tiene solución dentro

del marco de la disciplina, entonces, como cita el profesor Morin, “la solución (tiene

que venir) desde afuera de la disciplina”. A la ciencia económica le está faltando ser

capaz de reintroducir “hipótesis explicativas nuevas” en un “esquema cognitivo” 10

que

reinstale la posibilidad de volver a hacer Economía Política, con mayúsculas. Esta

hipótesis puede ser “la ecología de la situación”. Es decir, tomar en cuenta todo lo

contextual, político, social y cultural y no sólo lo “económico”, porque cuando se tiene

en cuenta sólo lo económico, en realidad, los resultados demuestran que ni siquiera se

ha tomado en cuenta lo económico.

Hemos titulado este apartado “La ciencia económica al servicio del poder”, porque

una ciencia social que no es capaz de cuestionar sus metas últimas no es ciencia sino

instrumento y, los instrumentos, siempre lo son del poder. Si la ciencia económica no es

capaz de autogestionarse y reflexionar sus propios fines transdisciplinarios, entonces

necesariamente deviene en esclava del poder. Una sociedad mejor tiene que ser posible

fuera de la dicotomía de un capitalismo liberal vaciado de sentido o un socialismo

dogmático y esclavizante. Pero para eso hace falta instilar la actitud y el sentido

10

Morin, E. “Sobre la interdisciplinariedad”. Boletín N° 2 del CIRET

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correcto y parte de ese proyecto puede ser la transdisciplina con su inmensa capacidad

de transgresión. Es necesario pues transgredir los límites de la disciplina económica.

7. La ecología de la situación

El profesor Morin, en el párrafo que concluye su trabajo, afirma que Blas Pascal

“invitaba, de cierto modo, a un conocimiento en movimiento, a un conocimiento en una

nave que progresa yendo de las partes al todo y del todo a las partes”. 11

El profesor

Morin lo ve con claridad: hay que “ecologizar” las disciplinas.

De tal manera que la economía tiene que volver a estar en el todo, no hay parcelas

antisépticas y es necesario “comprender” las condiciones culturales y sociales, lo que

significa intentar ver nuevamente el medio en que ella se desenvuelve. Si, como

afirmaron los griegos, no es posible conocer al hombre, entonces estamos obligados a

comprenderlo y trabajar para su hominización. La economía también tiene que ser

“metadisciplinaria”, tiene que ser a la vez abierta y cerrada. La economía tiene que

colocar en el centro de su visión cognitiva la idea innegociable de la “hominización”.

Eso es, tiene que colocar al hombre en el centro de su visión. Tiene que superar su

determinismo, su finalismo parcelario, su positivismo, su cientificismo y tiene que

buscar nuevas fuentes de hipótesis en la biología, la psicología, la historia y la

mitología, por sólo mencionar algunas. Su enseñanza tiene que dejar de ser la “maxi-

minimalidad”, el cálculo que confunde progreso con sentido. La libertad no es el reino

del mercado, aunque el mercado sea parte de lo que es necesario para lograr la libertad.

Tiene que volver a ser recursiva y holística. Sobretodo, tiene que superar los dualismos

y superar a sus grandes Padres creadores: Smith, Ricardo y Marx. Hay que atreverse a

poner un ojo nuevo, como dijo Marcel Proust. Una misión que otra vez y no por

11

Ídem

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casualidad tiene profundas analogías mitológicas y psicoanalíticas, es decir,

ampliamente transdisciplinarias.