La Casa de Zulema - Revista Barzón 10 · en las casas californianas del Case Study Houses Program....

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juan kurchan - osvaldo riopedre (six) / pino sívori / eduardo polledo Por Felisa Pinto LIFESTYLE 88 Son un conjunto tan ecléctico como personal: el resultado de más de cincuenta años de intensa y gregaria vida familiar. De Zulema, de sus padres, de sus hijos, ahora de sus nietos... De innumerables adiciones y reformas para adaptar la arquitectura a las cambiantes necesidades y estilos de vida (y de arquitectura) a lo largo de los años. Y de su amistad con algunos de los arquitectos más representativos de cada época y de la modernidad en la Argentina en general –Juan Kurchan, Osvaldo Riopedre, Pino Sívori, Eduardo Polledo... las casas de zulema Fotos de Gustavo Sosa Pinilla

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juan kurchan - osvaldo riopedre (six) / pino sí vori / eduardo polledo

Por Felisa Pinto

LIFESTYLE

88

Son un conjunto tan ecléctico como personal: el resultado de más de cincuenta años de intensa y gregaria vida familiar. De Zulema, de sus padres, de sus hijos, ahora de sus nietos... De innumerables adiciones y reformas para adaptar la arquitectura a las cambiantes necesidades y estilos de vida (y de arquitectura) a lo largo de los años. Y de su amistad con algunos de los arquitectos más representativos de cada época y de la modernidad en la Argentina en general –Juan Kurchan, Osvaldo Riopedre, Pino Sívori, Eduardo Polledo...

las casas de zulema

Fotos de Gustavo Sosa Pinilla

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La UnidaJuan Kurchan y Osvaldo Riopedre

(SIX arqs.), 1953.

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A solo cincueta kilómetros del Obelisco, dentro de unpredio de treinta hectáreas al norte de la provincia de Buenos Aires, las casas de Zulema se construyeron a lolargo de más de cuarenta años, entre 1953 y 1994, acordes al ritmo vital, inquieto y alerta que define a su dueña. Suertede “country familiar”, que comparte con hijos y nietos,siempre apeló a arquitectos talentosos, interesados por lascorrientes innovadoras que reflejaran nuevas formas y dinámicas maneras de vivir.En ese paisaje privilegiado, Zulema vive todo el añocompartiendo con su familia distintas casas y tiemposy gozando de la naturaleza frente a un panorama común: el horizonte a través del bañado del río Luján, como fondode un escenario único elegido por ella, de acuerdo con esasensibilidad que la llevó a insertarse en la modernidad en los tempranos años 50. Entonces la influencia de este estiloen la arquitectura, y el modo de vida que proponía,empezaba a manifestarse entre arquitectos que respondían asus ansias permanentes por la innovación, una constante enella hasta nuestros días. Su búsqueda de los arquitectos quefirmaron cada una de las casas habla de su indudabletendencia al “pionerismo”. Especialmente en tiempos en quela impronta clásica francesa, inglesa, o colonial era visible enla estética preferida por la alta burguesía argentina, conexcepciones modernas reflejadas en maravillosos edificiosracionalistas, que se descubren, firmados o no, en la ciudadde Buenos Aires.Para un puñado de arquitectos argentinos de los 50, encambio, la influencia llegaría de Estados Unidos vía FrankLloyd Wright.La historia de sus casas, según cuenta Zulema, comenzócon una casa inicialmente para su padre, construida en elpredio de treinta hectáreas al norte de la provincia, con unpaisaje impresionante y un terreno de ondulaciones suaves,que luego le regaló. Y que más tarde, guiada por suexcepcional intuición de paisajista, le permitió señalar elsitio perfecto cada vez que, durante más de medio siglo, se sucedieron las construcciones de acuerdo a cambios en lafamilia, hijos, nietos... de manera que aún hoy, habiendo másde diez construcciones, de distintas épocas y tamaños, todasgozan de una vista abierta y prácticamente ininterrumpida,y preservan de manera insospechada la intimidad y laautonomía de cada una. Siempre a la vanguardia, desde la primera casa, que bautizó La Unida, llamó a losarquitectos más talentosos.El proyecto de La Unida pertenece a los arquitectos OsvaldoRiopedre y Juan Kurchan quienes, en ese momento, formabanparte de Estudio SIX, junto a Héctor Ugarte, José LuisBacigalupo, Alfredo Comastri y Alfredo Guidalli. Kurchan,a su vez, había sido coautor, junto a Antonio Bonet y JorgeFerrari Hardoy, del sillón BKF, que aún hoy es revisitado

hasta el exceso. En 1941, recién estrenado en EstadosUnidos, Edgar Kauffman compró dos ejemplares parainstalar uno en la casa La Cascada de Frank Lloyd Wright,y otro para ser exhibido en el Museo de Arte Moderno deNueva York. Ambas piezas todavía se conservan en susrespectivos destinos originales.

la unidaEsta casa, que hoy pertenece a su hija Cristina, es unejemplo atípico en la arquitectura local de esa nuevamodernidad de posguerra que tuvo sus máximos referentesen las casas californianas del Case Study Houses Program.Permanece intacta gracias a la sensibilidad de sus dueños, loque permite una lectura clara de la obra, aun más de mediosiglo después.En el living de ocho por doce metros, las columnas de perfilesdoble T se ocultan en la carpintería metálica de hierro negroen un alarde técnico. La solución hace más livianas laspuertas corredizas, que se abren a una gran terraza que da ala vista principal, abierta hacia el oeste. Es el adentro/afuerasin interferencias. El diseño de las puertas y los ventanalestiene detalles funcionales y de confort novedosos para laépoca, como los paneles de vidrio fijos, que dejan apreciar la continuidad de los techos del interior hacia afuera,alternados con banderolas de ventilación. La alternancia de los paneles de vidrio fijo con paños de abrir y banderolassubraya la importancia y valoración del paisaje y los espaciosabiertos enmarcados tras la plasticidad geométrica de lascarpinterías, que prevalecen en La Unida. La cocina conservalos azulejos verde claro, las alacenas y muebles bajo mesadade madera pintada de blanco y un anafe-isla central (unaubicación poco común en las cocinas de entonces), otro detalleque aporta al estilo “laboratorio doméstico”, según los cronistasde las revistas de arquitectura y diseño de los años 50.Afuera, un patio interior separa los bloques construidos, loque aporta iluminación, ventilación cruzada y dobleorientación a cada una de las alas de la casa. Adentro, encambio, las fuentes de luz eléctrica están diseminadas segúnla ubicación del mobiliario y provienen de lámparas conpantalla (abat-jour), colocadas en mesas de lectura y mesitasa los costados de los sillones y sofás. Otras, de diseñofuncional circular, están empotradas en paredes o techos de madera.Los muros estructurales son de piedra Mar del Plata sinpulir y aportan la calidez de lo natural a la abstraccióngeneral del espacio. La piedra también es el marcodecorativo para una chimenea de bronce, otro materialfavorito del estilo modernista de los 50. Sillones, sillas y sofás confortables se descubren en el living, firmados porel estudio SIX. Los tapizados, hoy desgastados, le agreganun toque de elegancia al ambiente.

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La casa de la piletaOsvaldo Riopedre, 1954-1980.

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QuinchoOsvaldo Riopedre, 1954.

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El HongoPino Sívori, 1972.

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En La Unida se respira la perfección de la geometría,simplicidad y, básicamente, continuidad de los espacios deadentro y afuera.Zulema se acuerda: “El proyecto primigenio de la casa teníatechos planos, pero nosotros todavía no habíamos llegado a evolucionar en el gusto del momento y nos hacía ilusión,en cambio, un techo a dos aguas con caída leve. Riopedre y Kurchan se resistieron, y me reprocharon la traición alestilo, pero al final se hizo como a mí me gustaba: con techode tejas y movimiento suave que la hace muy plástica”.

casa de la pileta y quinchoComo un anexo que respeta las mismas líneas de la casaprincipal y para no agrandarla, poco tiempo después Riopedreproyectó la casa de la pileta, destinada a ser habitada porhijos adolescentes y amigos numerosos. En el living, máschico que el de la casa antecesora, nuevamente se descubreel magnífico techo con vigas de madera oscura sobre fondode esteras de bambú y ventanales de paneles de vidrio fijoque logran la continuidad con el afuera. Allí están losárboles y arbustos que anteceden y dejan entrever elgigantesco espejo de agua de la pileta, concebida en formade riñón, una elección icónica de los años 50.La puerta de entrada, de diseño despojado, en base acuadrados de madera clara y marcos azulinos, está flanquedapor paños de vidrio fijo que resaltan el contraste con lasparedes de ladrillo a la vista. En el interior se han instaladosillones y sofás confortables (de SIX), que actualmenteaprecian los alumnos extranjeros fanáticos del polo que allíse alojan con frecuencia, para aprender en la escuela delyerno de Zulema, Marcos.El quincho, pensado y construido para muchos invitados,está techado por partes en ladrillo a la vista para lograrcontinuidad, aunque quede bastante separado de la casa y situado más cerca de la pileta. Todas las comodidades y detalles para lograr los mejores asados estáncontempladas: además de las instalaciones típicas de laparrilla, hay anafes, heladera, un horno y todos los utensiliosde una cocina completa. El lugar para comer tiene muybuenos bancos largos de madera clara con mesa tambiénlarga, todos fijados en el piso, que es de laja, un detalle muy“Punta del Este” como varios otros en todas las casas. Un poco más separada, detrás de una barra de apoyo, sedescubre una estantería para platos y vajilla, con fondo deazulejos, con diseño geométrico color naranja, originales de 1953. Separada del lugar donde se sirve el asado por un“patio-terraza”, está la gran parrilla–con lugar para asadotradicional y espacio para hacerlo “a la espada”–, concampana de hierro negro, decorativa por sí misma. Zulema siempre destaca el excelente diseño al llegar a la piletaarriñonada, a ras del césped, que contempla un desnivel, sinescalones, perfectamente calculado en su poca profundidad.

el honguitoEl arquitecto Pino Sívori, gran amigo de Zulema, construyó El Honguito, en 1972, casi veinte años despuésde La Unida. Pensada primero como una casa para ellacuando sus hijos ya eran grandes, y para alojar huéspedesdespués, la nueva casa se asentó sobre una lomada suave,cuya construcción acompaña los movimientos del terreno.De ahí que jugara con desniveles dentro de una formacircular generadora de curvas de inspiración mayormenteorgánica. También más literal. Por eso la llamaron El Honguito.A esa suerte de cabaña circular, y enfatizando lo natural,Sívori la terminó con un techo de quincha que se extiendesobre el afuera y forma una galería perimetral. Losdormitorios están literalmente enterrados en la loma y tienenuna luminosidad pareja en toda la casa, con ventanalesenormes de carpintería de acero. El living tiene entradas de luzcenital en el vértice del cono y otras perforadas sobre laquincha, que complementan las grandes ventanas que rodeantodo el espacio. La chimenea es un tubo redondeado con rajasde vidrio fijo a cada costado y es protagonista del lugar deestar, situado en un desnivel de tres escalones donde se hanubicado sofás cómodos construidos en material y pintadosde blanco, como toda la casa. Los tapizados tienen estilocretona, de colores vivos, y los almohadones de diferentestexturas de algodón son típicos de los 70.La cocina, un espacio chico, enfatiza los volúmenescurvilíneos, que se iluminan con la mesada de azulejos rojo-anaranjado y las vigas oscuras del techo, logrando un efectodecorativo funcional y acogedor al tener toda la luz y la vistade la naturaleza mediante ventanas corredizas de acero y rajas que preservan la continuidad con el estar.

la segundaLos viajes frecuentes y apasionados de Zulema han sidofuente de inspiración estética permanente en sus casas.Luego de visitar Tailandia a comienzos de los 90, adondecoincidió con otro gran amigo, el arquitecto EduardoPolledo, nació la idea de hacer una casa en estilo thai,firmada por él, que empezó a edificarse en 1994. Se llamóLa Segunda y fue construida totalmente en madera delnorte argentino, sobre pilotes, también de madera, insertosdentro de un estanque, poblado de plantas acuáticas yexóticas donde todavía se pasea una garza con movimientostan elegantes como los de la dueña de casa, que ha elegidoeste lugar para vivir en forma permanente.Los techos, a dos aguas, son de chapa galvanizada pintadade rojo mate, estableciendo un interesante y sutil contrastecon la exuberancia de la vegetación. La estrecha unión con lanaturaleza y el respeto por los orígenes thai rescatan elmismo orden espacial y formal. El proyecto se hizo en variasetapas; estudio del terreno, inclusión del espejo de agua

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y construcción de la plataforma de hormigón que sostendríalos pilotes en que se asentó la casa totalmente de madera,material fundamental para el contacto con el agua, y contechos de chapa galvanizada que definen los espacios comopabellones. Sobre el torreón, de forma octogonal y situadoen la planta alta, el perfil subraya la estilización de losvolúmenes y el efecto a dos aguas, que se refleja sobre el estanque, marcando su exotismo. En el torreón, el núcleo más llamativo de la casa, se encuentraen la planta alta el dormitorio principal. Es un gran espaciooctogonal vidriado con ventanas que nacen a 90 centímetrosdel suelo, con persianas de madera. Desde allí la vista notiene límites; como La Segunda está situada sobre unterreno quebrado, que termina en el río, el paisaje se dominatotalmente.Un detalle singular, dentro del dormitorio, es el cubo de vidriotransparente que encierra los sanitarios y la bañadera,enfatizando la excentricidad y originalidad del proyecto de Polledo, y su clienta.La decoración interior fue realizada por Zulema y es eclécticaen general, pero contó con la colaboración fundamental delarquitecto Francisco Ezcurra, quien literalmente esculpió enmadera la puerta de entrada interna, un cortinado plegado deforma magistral. Su obra se ve también en apliques sobre lapared divisoria del salón, que tienen efecto de trapo blandoal drapearse sobre la luz. El frente del mueble del bar, en unextremo del salón, también de Ezcurra, está trabajado conefecto arrugado y los bancos altos tienen asientos de formasanatómicas, en diseños muy bien logrados.La madera, material casi excluyente de esta obra –en suestructura, los cerramientos, los pisos de tablones anchos,los sostenes del techo y el apoyo de la casa sobre el terreno–,es de tres tipos diferentes: timbú, para paredes exteriores y todo lo que toque el agua; grapia de color ámbar cálido paraparedes interiores, mamparas y techo; y, finalmente, viraró,para los tablones de treinta centímetros del piso. Tambiénfue fundamental el trabajo invalorable de Carlos Weber,especialista en diseño y construcciones de madera, y la colaboración del arquitecto Luis White.Los espacios generosos se distribuyen alrededor de un granliving central que se comunica con todos los sectores de lacasa y la profunda galería, lugar elegido para almorzar afuera.En la planta baja, el torreón octogonal está ocupado por elcomedor, totalmente rodeado de agua, y contiguo a la cocina, con entrada desde el jardín.Sobre el otro extremo, mediante una pared divisoria demadera, se encuentra el jardín de invierno, con techo a dosaguas de vidrio transparente y grandes ventanales. Esteespacio desemboca en el área reservada para dos dormitoriospara invitados.El salón sobre el que balconea el dormitorio octogonal dearriba está decorado principalmente por sillones de ratán,traídos de Indonesia, con almohadones de telas étnicas de algodón, estampadas en colores ocres, negro y marrones. Y dos sofás confortables. Uno tapizado en blanco y otro,

Chesterfield, en lino con dibujos típicos de cretonas en tonosvivos y alegres. Favoritos de Zulema, junto a las diversasversiones de almohadones de patchwork, quilts, y telas deProvenza francesa. La gran chimenea central no es tal, sinoen realidad un artefacto de hierro negro con puertasrebatibles, que se abren o cierran según se quiera regular elcalor. Su procedencia es inglesa y tiene el protagonismo quese merece una pieza rara y eficaz como esa.El jardín muestra con claridad la personalidad de su dueña,estudiosa de la horticultura, quien al momento de laconstrucción eligió, para asesorarla, al arquitecto paisajistaJorge Garino. Él sugirió principalmente gramíneas, salvias y hemerocallis, entre otras especies que se suman a lasplantas acuáticas y achiras en los bordes del estanque y alrededor de la casa.

grupo de familiaLos hijos y nietos de Zulema aman ese entorno inigualabley las casas creadas por ella para llevar una vida privilegiadaen plena naturaleza. Esa atmósfera que nunca abandonaron,y que han conservado con respeto, quizás les ayudó a desarrollar personalidades creativas y exitosas.Entre algunos de ellos, Cristina y Marcos ya son famosospor su vida dedicada al polo, acá y en el exterior. Iñaki tieneun restaurante exigente y ecológico cerca de Escobar. Vickymaneja una empresa de catering que celebra todos lospaladares. Francisca desarrolla su creatividad en nuevossabores junto a su novio Juan, en su home-restó de la calleOlazábal. Esmeralda hace música de jazz y blues, y canta consu banda en los boliches de moda. Joaquina destaca sueficacia en la búsqueda de locaciones para cine, televisión y publicidad. Entre sus clientes está Francis Ford Coppola,para quien trabajó como locations manager en su película Etro,recientemente estrenada. Fue también por intermedio deJoaquina que Coppola alquiló Bazterra, la casa de Gabriela,la más joven de las hijas de Zulema, para descansar junto a su familia mientras duró la filmación. Y fue allí, en unabarranca, al atardecer, enmarcado por ese paisaje tanargentino, donde fueron retratados, junto a su hija Sofia,para una página de publicidad de Louis Vuitton, nada menosque por Annie Leibovitz, el año pasado. La casa de Gabriela,que es además una exitosa empresaria de la moda, fue hasta1981 un galpón de pollos, luego demolido, restaurado y reconstruido por el celebrado arquitecto AlbertoRodríguez Etcheto con su consabida y reconocida elegancia.Desde la galería se ve, más abajo, una pileta en L, que es unespejo de agua deslumbrante dentro de ese paisaje salvaje,no contaminado. Nuevamente acá se percibe la calidad decada arquitecto-autor de las ca sas de Zulema y su precisiónpara elegir los sitios de manera que siempre se mantenga laprivacidad y la vista no se interrumpa. Sin interferencias, la ausencia de construcciones a la vista crea la sensación deque cada casa es única, en ese entorno privilegiado, a solounos cincuenta kilómetros del Obelisco y a través de más de medio siglo.

La SegundaEduardo Polledo, 1994

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Zulema: una zambullida más grandeA bigger splash es el título de una de las obras más famosas del célebre artista británico David Hockney. Y “A bigger splash:la casa del pragmatismo”, el del último capítulo de La BuenaVida, visita guiada a las casas del siglo XX, en el cual el teórico y arquitecto español Iñaki Ábalos describe, con la agudeza y erudición que le son características, esa arquitectura tantípicamente representada por las casas californianas de los años50. Principal, aunque no exclusivamente, aquellas del famosoCase Study Houses Program –de Charles & Ray Eames, de EeroSaarinen, de Richard Neutra, de Craig Ellwood o Pierre Koenig,entre otros– que tan cuidadosamente inmortalizara JuliusShulman para la revista Arts & Architecture de John Entenza, por esos mismos años, y de las cuales el cuadro de Hockneypuede considerarse casi una abstracción genérica ideal. Alguienpodría decir que lo que retrata tan genialmente Hockney en A bigger splash no es tanto la arquitectura como el clima y el estilo de vida de la California de esos años. Pero, como bienseñala Ábalos, esa es justamente la esencia y la novedad mástrascendente de la casa de pragmatismo. No tanto –o no solo– suestilo arquitectónico, como el tipo de vida que esa arquitecturapermite y del cual, a la vez, es consecuencia. Un estilo de vidacentrado en la experiencia del presente como fin privilegiado: “Un presente gozoso y cotidiano, si se quiere banal, cuyaconstrucción requiere el despliegue de una colección de técnicasy métodos [la arquitectura] que desaparecen en el disfrute de la conversación, la lectura o la zambullida”. Ábalos llama laatención sobre el hecho de que en estas casas la arquitectura,como el marco en que se desenvuelve la escena de la zambullidade Hockney, “se ha retirado a un segundo plano, casi sedesvanece para hacer ‘naturales’ tales momentos: (...) todos los elementos naturales y artificiales han sido puestos a trabajarpara que una conversación pueda darse”.El hecho de que el estilo arquitectónico de La Unida, la primeracasa construida por Juan Kurchan, Osvaldo Riopedre y elrecientemente formado grupo SIX, para Zulema y sus padres, en 1953, y los agregados posteriores –el quincho y la casa de la pileta–, sin duda nos recuerde al de varias de las casascalifornianas de las que habla Ábalos es llamativo, aunque másno sea para la crónica de la modernidad vernácula, por la absoluta simultaneidad temporal de unas y otras (la primeracasa del Case Study Houses Program es de 1948, y la última, de 1964). Sin embargo, más llamativo aún es cuánto del espíritu de estas casas y del estilo de vida descripto porÁbalos se parece al de Zulema y su familia. Porque lo más

singular de Zulema es –y ha sido siempre, evidentemente– su estilo de vida.Que a lo largo de su vida haya cultivado –y elegido para suscasas– a algunos de los arquitectos más interesantes de cadaépoca sin duda aporta al argumento de esta nota. Como lo haceel hecho de que para la misma época en que Zulema construíaestas primeras casas, la mayoría de las grandes –y medianas– señoras de su clase soñaban con señoriales –o pintorescos– chalets estilo inglés o, a lo sumo, colonial.Especialmente si se trataba de casas de campo. Era más o menos imaginable la posibilidad de una casa moderna en laciudad, o en la playa, pero en el campo, el monopolio absolutoera de los estilos. Quizás porque para la gran mayoría deaquellos comitentes el fin privilegiado no era la “experiencia del presente”, sino la evocación –cuando no la fabricación– de algún pasado. Pero ese es otro tema... Lo verdaderamente radical en Zulema, en esa época y aún hoy, essu espíritu gregario, su generosidad y su absoluta devoción alpresente –al disfrute de la vida, de la familia, de la buenacompañía. Tal vez no sea exagerado decir, incluso con el riesgoobvio de la inevitable imprecisión, que su casa y las de su familiason probablemente las residencias particulares que más personashan visitado en la Argentina en los últimos cincuenta años. No esinfrecuente –más bien diría que es casi rutinario– que encualquiera de ellas haya, un fin de semana cualquiera, más de cincuenta personas a almorzar. Amigos, amigos de amigos, dealgún hijo, de algún nieto, de la novia o novio de algún nieto o nieta, locales, extranjeros... La vocación de recibir y cultivar lavida social es seguramente el legado más importante de Zulema a su familia. Y el factor más determinante de “su” arquitectura.Esa doble dimensión: la escala casi de club, pero a la vezíntima, siempre doméstica, de la decoración que vuelve másacogedor el espacio y permite tanto la charla intimista como lafiesta multitudinaria. Y en especial la adecuación de la arquitectura al requerimiento funcional de cada momento.Más exactamente, a la exaltación o a facilitar la vivencia, comodice Ábalos, “del instante banal [de lo cotidiano] comoexperiencia estética”. Las piletas, las casas (para decenas) dehuéspedes, el quincho, las galerías y terrazas, los bares, las cocinas interiores y exteriores... Las casas de Zulema nuncaimpresionan por su tamaño, su lujo, ni siquiera, tal vez, por suencanto –que sin duda tienen y mucho–, sino por su increíblecapacidad para extraer de cada momento –de cada instantebanal: cada conversación, cada atardecer, cada zambullida– la máxima belleza. TOMÁS POWELL