La cartulina azul

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1 LA CARTULINA AZUL

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Carlos D`Orio cuentos, cartas y poesías

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a,e,i,o,u. Biblioteca Popular Digital Artesanal Dirigida por Roxana y Carlos Bibliotecarios .

Este libro puede ser reproducido total o parcialmente, por todos los medios conocidos, dando fe de su origen y no ser con fines de lucro. Se entregarán como “Noticia de creación” un ejemplar a una o dos bibliotecas populares www.noticiadecreacion.blogspot.com [email protected] [email protected]

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CARLOS A. D’ORIO

LA CARTULINA AZUL CUENTOS, CARTAS Y POESÍAS

a e Biblioteca i Popular o Digital u Artesanal

Cuadernos del Bicentenario Colección “Maestro Luis F. Iglesias” Cuaderno Nº 16

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D’Orio, Carlos A. La Cartulina Azul : Cuentos, cartas y poesías. – 1ª ed.- Buenos Aires : el autor, 2005. 2ªed. Sep. 2010 50 p.; 21x 15 cm ISBN 987-43-9214-2 1.- Literatura Argentina-Narrativa 2 Literatura Argentina- Poesía. – I Título CDD A860

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LA CARTULINA AZUL Sobre mi escritorio estaba otra vez la cartulina azul. Ella me traía siempre muchos recuerdos. Me puse a mirar el cielo y hablar contigo que desde alguna estrella me estarás mirando. Hoy te quiero hablar de mi maestra de primer grado. He vuelto al barrio donde nací, hace de esto casi setenta y nueve años. Vivíamos a unas diez cuadras de donde vivo actualmente. La calle era Nazarre, más cerca de Campana que de Cuenca, dando vuelta a la manzana estaba mi escuela , en ella enseñaba Cristina . Por la esquina de casa, por la calle aún de tierra, pasaba el lechero, con la vaca y un ternerito. Mi madre salía a comprar la leche, hervidor en mano.

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Cristina, mi maestra, tenía los cabellos casi tan blancos como el guardapolvo que usaba, con tizas en los bolsillos. Villa del Parque, mi barrio de ayer no mostraba el lujo que ostentan hoy día algunas de sus casas y negocios. Entre casa y casa había un terreno baldío o el ranchito donde vivía mi amigo Cayetano. Cuenca mostraba los mismos adoquines que oculta aún bajo el asfalto. Recuerdo que por esa época inauguraron la línea de colectivos número cuatro que paraba en nuestra calle, la fila de colectivos esperando el turno para partir. Quién sabe que sueños tenía Cristina que los volcaba con pasión en sus clases y nos mostraba el cielo estrellado. Era la maestra clásica de esos tiempos, tendría creo, cincuenta años y era como muchas maestras y como se decía en ese entonces, solterona. Muchas veces, con los chicos, salíamos a comer las mandarinas de los árboles del terreno del colegio de monjas, cercano a casa, en Cuenca. De Cayetano aprendí, ya algo más grande, a hacer experimentos químicos. Hacíamos pólvora para colocar en paquetitos en la vía del tranvía que pasaba por la esquina o, destilábamos madera en una vieja lata de aceite, para obtener alquitrán y otros productos. Cayetano se hizo contador y yo me hice químico

Pero te quería contar de Cristina, de su ternura, de sus clases. Fue mi maestra en los dos primeros años escolares, primero inferior y

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primero superior. Claro, ahora ya no existe esa clasificación y, tampoco existe mi escuela.

La escuela era un viejo caserón, pienso que alquilado. Dos patios grandes servían para el recreo y altas piezas eran las aulas. Los mayores subían por la escalera a las aulas de arriba.

Un día, Cristina, metió el cielo estrellado dentro del aula, aún lo recuerdo patente. Y así aprendí a levantar la cabeza para mirar el cielo.

Pocas veces te he contado o escrito sobre esto. Cristina nos mostraba como crecían las plantas, pero de ello recuerdo muy poco. Lo que si recuerdo es que ella fue mi primera profesora de astronomía. A las plantas las olvidé por mucho tiempo, pero ahora las miro con más detenimiento, quizá por que lo aprendí de ti que las amabas tanto. He aprendido algo más sobre los árboles y en el balcón de esta villa de emergencia vertical en que vivo tengo unos cuantos palos borrachos que planté de semilla. Volví a estudiar las plantas el día en que debí rendir “Referencia especializada” para recibirme de bibliotecario, y elegí botánica como materia de especialización para rendir el examen. La carrera la hice a tu pedido, Adriana, para acompañarte pues, decías que un día deberías dejar el grado con los niños que tanto amabas y pasar a una tarea como bibliotecaria más distanciada, para ello debías tener el título y por ello te acompañe como en tantas otras cosas y, estudiamos juntos, pero

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te fuiste a ese cielo estrellado poco después de rendir la última materia. Un día, mi maestra había tapado el ventanal con muchos pliegos de cartulina azul, las luces del aula estaban encendidas. Cuando nos sentamos ella nos dijo, miren al ventanal y apagó las luces. En la ventana, en la cartulina, se veían las estrellas, la luz del exterior se filtraba por agujeritos hechos en ese improvisado telón y en el fuimos aprendiendo a conocer las constelaciones. Estaban en el centro las tres Marías, como las llamaba mi madre, formando el cinturón de Orión, ese gigante que palo en mano, seguido por los perros lucha contra el Toro. Betelgeuse, la roja estrella gigante de Orión no me abandonó nunca, me siguió toda la vida y con ella Cristina que me enseñó a mirar a las estrellas, a lo lejos, para no perder el rumbo en el camino por la vida. Quizá, todo esto lo elaboré con los años, lo que si está claro, es que recuerdo esas estrellas luminosas filtrándose por la cartulina. Anoche, estaba solo en el balcón y, al gigante del cielo, levantando mi cabeza, lo podía volver a ver como si estuviera pegado, con Sirio del Can Mayor, a esa cartulina azul.

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UN CUENTO PARA PAULA Hace mucho, pero muchos años, vivía en la China un monito pequeñito, del tamaño del dedo pulgar. Jugaba entre las ramas de los grandes árboles y comía bichitos y frutas.

Un día, un viento muy fuerte lo llevó al país de las nieves y allí se quedó dormido. La nieve y el hielo lo congelaron hasta hace poco tiempo en que despertó. No se sabe como este pulgarcito llegó al jardín de Paula.

A veces juega en el arenero. Es muy difícil verlo. Construye casitas a la noche.

Otras veces se mete en los bolsillos de Paula, la maestra de la sala de dos y se asoma de tanto en tanto.

La sala de dos tiene un armario y siete mesitas y por ellas camina, a veces, el monito travieso, ocultándose de los nenes para que no lo vean.

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La verdadera historia del

GIGANTE FIEL y su amigo Barquito en la lucha contra el Enano Panzón y el Ogro Patas de Palo Cabeza de Adoquín

abía una vez una isla maravillosa, rodeada por un mar azul. Crecían en ella altas palmeras que daban sabrosos frutos.

La tierra era tan fértil que rápidamente germinaban en ella las semillas, dando verdes hojas y enormes frutos. Cuéntase que una vez una semilla de trigo fructificó en una semana, pesaba cada espiga tres kilogramos. Ríos cantarines bajaban de las sierras, reflejando en el agua los rayos del sol cual un cristal. Algunos ríos, en lugar de agua, llevaban un dulce néctar del cual todos los hombres del mundo hablaban. En esa Isla Maravillosa vivían papá Juan, y mamá Juana con sus ocho hijitos, Malena, Ita, Carlitos, Estito, Chavín, Luisito, Barquito, y el más pequeño de todos Danielito Barquito era un negrito juguetón y simpático. Papá Juan un rubio trabajador y mamá Juana una negra grandota y buena. Papá Juan era muy pobre y trabajaba de sol a sol cortando caña de azúcar. Todos los que trabajaban en la

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isla eran muy pobres y apenas tenían para comer y, pese a que ellos producían todo el azúcar, tomaban el café amargo. Cuidaba la isla un enano panzón de un solo ojo, casi se había olvidado de hablar en castellano y hablaba un raro idioma. La caña cortada por papá Juan era aplastada por una enorme máquina y soltaba entonces un jugo dulce como el néctar, corriendo luego torrentoso por los ríos hasta que unos grandes buques tanques se lo llevaban al país de enfrente. Los soldados del Enano Panzón tenían orden de no dejar que nadie tomara el agua de esos ríos. Para que no oyeran los soldados las súplicas de los niños que tomaban el café amargo, les habían puesto un corcho en cada oreja. En el país de enfrente vivía un Ogro de Patas de Palo y Cabeza de Adoquín. Las hormigas le habían comido el corazón. Todo el néctar producido en la isla se lo quedaba él. Había, el ogro, cercado su país con un espeso muro de papel impreso, para que los que allí vivían no pudiesen mirar hacia afuera. Para poder dominar mejor a los hombres, a los blancos les hablaba mal de los negros; a los negros mal de los judíos, a los judíos mal de los amarillos. En unas casas ponía carteles prohibiendo la entrada a judíos, latinoamericanos y perros y en el ómnibus no dejaba sentar a los negros

Dicen que un día, un hombrecillo de galera y bastón, al que todos, blancos, amarillos y negros querían, miró por arriba del muro y contó lo que vio. Como el ogro no se atrevió a matarlo, para que no siguiera hablando lo echó del país.

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Este ogro feroz le pagaba al Enano Panzón

de la isla para que cuidara, para él, los ríos de néctar. Le hablaba en un lenguaje difícil de comprender. Mientras así se entendían el Ogro y el Enano Panzón, Barquito no tenía un solo juguete para entretenerse. Un día, en que sintió más amargo que nunca el café que tomaba, decidió irse a las sierras. En la más alta de todas vivía un gigante de dos metros y medio de estatura, de espesa barba y pesadas botas. El gigante quería mucho a los niños y había decidido hacerles felices, darles café dulce y muchos juguetes. El gigante tenía una gran biblioteca en una de las cuevas, con muchos libros. Estudiaba, estudiaba, de día a la luz del sol, de noche a la luz de una vela. En los libros quería aprender el maravilloso milagro de hacer felices a los niños. Cuando llegó Barquito a la sierra, el gigante lo tomó en sus brazos y lo sentó en sus rodillas, Fiel, tal era el nombre del gigante, prometió a Barquito endulzarle el café y traerle juguetes. Pero, para tener néctar y juguetes, era necesario echar al Enano Panzón de la isla, sacar los corchos de los oídos de los soldados y dar un fusil a papá Juan, a mamá Juana y a todos los hombres y mujeres como ellos. Pero, al Enano Panzón lo defendía el Ogro Cabeza de Adoquín.

El Gigante Fiel maduró un plan. Como el Ogro era muy ambicioso, le diría que en la isla había muchas riquezas, lo cual en verdad era cierto, le prometería llevárselas todas a cambio de su no intervención en la pelea que iba a tener él, el Gigante Fiel, con el Enano Panzón. Con este pensamiento, de un salto, cruzó al país de enfrente. El Ogro Patas de Palo y Cabeza de Adoquín

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creyó todo. El Gigante Fiel pudo así llenar un barco de fusiles e irse con otros amigos a la isla. Al desembarcar, los soldados los atacaron, matando a algunos amigos del Gigante Fiel. Pero, las balas también hicieron saltar algunos corchos de las orejas de los soldados los cuales pudieron entonces oír el llanto de los niños. El Gigante Fiel se fue con los fusiles a la Sierra, tras él, fueron papá Juan, mamá Juana, muchos otros campesinos y también Barquito. Los soldados que habían perdido los corchos de las orejas se fueron también a la Sierra, llevando todos los fusiles que podían. Bajando de la Sierra muchas veces, el Gigante Fiel y sus amigos, podían ver la dura vida de los campesinos y de los cañeros y hablando con ellos aprendían muchas cosas a la vez que les enseñaban muchas otras. Luego les daban un fusil para vencer al Enano Panzón. Así se fue formando un gran ejército que un día avanzó a la guarida del Enano, haciendo saltar los corchos de las orejas de los soldados. El Enano Panzón se empezó a desesperar y, cuando ya el miedo le estaba llegando a la barriga, salió disparando de la isla. Todos aclamaron al Gigante Fiel y empezaron a fabricar juguetes y a endulzar el café. Entonces, el Ogro Cabeza de Adoquín le gritó al Gigante Fiel ¡Dame las riquezas que me prometiste! Riéndose el Gigante Fiel le contestó, ¡ven a buscarlas!. Papá Juan, los campesinos y los obreros prepararon sus fusiles. Cuando el Ogro Patas de Palo y Cabeza de Adoquín fue a saltar a la Isla Maravillosa, se proyectó sobre él una gran sombra de otro gigante tan bueno como

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Fiel, que vivía en un enorme país en donde todos los niños hacía ya mucho tiempo eran felices. Ese día, el Gigante del Enorme País estaba, con su gran fuerza, lanzando navíos que volaban a las estrellas y se posaban en la Luna llevando a los niños y a los hombres buenos. El Ogro Cabeza de Adoquín al ver la sombra del Gigante del Gran País pensó: ¿Y si me tira un navío espacial en la cabeza? Entonces para que no lo vieran se disfrazó de Papá Juan y una noche saltó a la Isla Maravillosa pero, sus patas de palo hacían mucho ruido despertando al verdadero papá Juan y a todos los habitantes de la isla. Como el Ogro estaba disfrazado y tenía miedo del Gigante Lanzador de Navíos no podía moverse mucho. Papá Juan y sus amigos le propinaron una gran paliza y, aprovecharon para quitar muchos corchos de las orejas de los hombres que vivían en el país del ogro. El ogro dio grandes alaridos y huyó jurando vengarse del Gigante Fiel. Pero, tiene cada día más miedo, porque ve que más y más hombres, que él tiene encerrados y engañados, miran por sobre el muro de papel impreso hacia la isla, viendo la felicidad de los niños. Y entonces, meten mano a sus orejas y hacen saltar los corchos. Y en tanto los niños son felices en la Isla Maravillosa, el Ogro Patas de Palo cabeza de Adoquín, muere pensando con terror en el día en que no quede más un solo corcho en las orejas de los hombres. Y colorín colorado esta verdadera historia recién ha comenzado.

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PROHIBIDO COLGAR BOMBACHAS EN LOS BALCONES ....Cayó de repente, nadie lo esperaba. Vino con la cabeza gacha., quien sabe lo que le andaba pasando. El negro le ladró enojado y lo trató de morder. Se sentó en la cocina y dijo, Juan vení, cebame unos mates. Y le empezó a contar... Pero coronel, piense un poco. ¿cómo vamos a sacar una ordenanza prohibiendo colgar las bombachas para que se sequen en los balcones. Bueno amigo, dijo el viejo coronel retorciéndose el bigote, dele la forma que quiera al decreto - corría el año 1944 del gobierno militar - pero yo no quiero ver más esos calzones de la rubia de enfrente colgados alevosamente en el balcón. El viejo coronel parecía la dignidad personificada. Si no son capaces de sacar un decreto, ¿para qué se hizo el golpe? El redactor se pasó la mano por la cara y dijo, tiene que ser una redacción más amplia, prohibiendo colgar a la vista cualquier tipo de ropa para que se seque.

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Haga como quiera, mi mujer ya se dio cuenta, yo veo pasar a la rubia y sólo la veo en calzones rojos y porta senos del mismo color. Sos un viejo verde me dice, ya no estás para esos trotes. Te vas a morir de un ataque cardíaco. Después de algunas semanas salió el decreto número 3.244/944, publicado en el Boletín Municipal 7215 del 21/08/944. Cargada va, cargada viene quedó prohibido en dicho decreto, de consorcios, colgar ropa para secarse en los balcones pues afeaban los frentes. A la semana un grupo de estudiantes trasnochados hicieron una marcha llevando por banderas algunos calzones rojos. La rubia de enfrente, discretamente colgaba sus bombachas y calzones detrás del amplio ventanal de vidrio. El viejo coronel los miraba y se alteraba cada vez mas, la tenía presente, despierto y en sueños, no podía más. Y en una de esas noches murió de un ataque al corazón. La rubia en señal de duelo colgó sus calzones negros con puntillas amarillas, en el balcón... Años después, ante la visita a Génova del grupo de los ocho, Berlusconi pidió que por unos días no se colgara ropa interior en los balcones genoveses. Al otro día, Génova amaneció embanderada con bombachas y calzoncillos de todos los colores. enero de 2005

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Querida Julia

Estoy en el balcón del noveno conversando otra vez contigo. Está relampagueando, Santa Rosa pasó en el calendario pero aún no ha venido la tormenta. Amenaza venir con todos los santos.

A lo lejos mirando al aeropuerto aterriza un avión. Quería contarte la atracción que ejerce sobre mi la letra impresa. Siempre la tuvo y siempre que pude hice un libro, mío o ajeno. Recuerdo un día compré una minerva a pedal. Una minerva es una máquina impresora, hoy totalmente automáticas. Es casi, imprime por presión, como la primitiva prensa que se usaba hace siglos, antes aún que Gutenberg perfeccionara los tipos móviles. Pero quería contarte de la fascinación, del hechizo de la letra impresa. No debe ser solo conmigo que se ejerce esta magia, creo que a todo el mundo le pasa lo mismo. Si no esta escrito es dudoso y aunque no sea cierto si está impreso es indiscutible.

Bueno de ello se abusan los diarios. Con mi minerva imprimíamos libros

volantes, periódicos obreros. Usábamos, para escribir, tipos de una aleación de plomo, letra

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por letra, armando el texto al revés para poder imprimirlo.

Mis ediciones casi siempre han sido de pocos ejemplares, diez, veinte, cien, alguna vez dos cientos, dos veces, mil.

Ahora con la computadora la edición de libros es más fácil.

Una amiga, bibliotecaria, me pidió para su biblioteca los libros por mi editados. Le di algunos y hace unos días me habla el responsable de Cultura de San Martín, quería conocerme. No lo teníamos registrado entre los escritores de San Martín, me dijo.

Claro, yo no soy un escritor, escribo y armo un libro, cuando quiero ver aparecer una estrella nueva brillando en el cielo de las bibliotecas.

Más que un escritor soy un artesano que compone libros y los libros deben tener un alma, un sentido, decir algo y, entonces, yo se los hago decir. Y así, aparece el libro.

Y la magia se inicia nuevamente.

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La Escuela

Morocha, de aspecto fiero, manos duras, había construido casi todo el edificio cargando bolsas y poniendo ladrillos. Un peón, de tanto en tanto trabajaba con ella. Algunas veces se paraba en la puerta de la escuela, de la cual era una de las dueñas, mostrando la culata de su revólver.

Cuando hicimos la primera reunión de sindicato, rondaba con su arma en la cintura. Ya voy a hablar con ustedes, amenazó a los que estábamos allí reunidos. Claro, era sólo una costumbre, no más que eso, una simple costumbre.

Pero, quien lleva armas, las lleva para matar. Y las armas cuando no matan están sedientas, tienen hambre. Hasta que no matan, no se quedan tranquilas.

Un día, la familia, las tres mujeres dueñas de la escuela, un hermano y el pequeño hijo de la más joven, fueron a pasar el fin de semana a su casa de campo. Naturalmente, el arma no dejó de acompañarlos. Durmió entre las ropas de un armario y a la mañana despertó hambrienta, golpeó contra el suelo descontrolada, disparó un tiro y mató al pequeño.

Nos dolió a todos, pero la vida siguió adelante y las armas durmieron tranquilas.

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Hacía varios años que mi esposa y yo trabajábamos en la escuela y esa noche concurrimos al baile de despedida.

Las chicas de noveno se habían metamorfoseado, ya no eran esas pequeñas inquietas, desaliñadas, ruidosas, eran verdaderas mujeres, algunas exuberantes, otras provocativas. Los chicos en cambio seguían como siempre, quizá un poco más alborotados.

Habíamos terminado el año lectivo y con él egresaba la primera promoción del E.G.B. Los padres se acercaban a saludarme, a darme su silenciosa o abierta solidaridad, los chicos y chicas a abrazarme o a besarme, alguno me decía, "ese no merece la nota que le puso, no trabajó nunca y encima lo quiso joder."

La verdad, ese afecto lo necesitaba. Había recibido un duro castigo. Me habían hecho una falsa acusación. Cuando te señalan, te sentís culpable aunque te sabes inocente. La sola acusación mentirosa lo mismo te mancha.

Habían asustado a algunos profesores y labrado falsas declaraciones en mi contra. Era el primer campamento de la escuela al cual concurríamos con mi esposa. Ahora comienzo a recordar más con más claridad lo que había pasado.

Todo comenzó cuando nos afiliamos al sindicato docente.

Un maestro pese a sus luchas sigue siendo antes que nada un educador, un apóstol de la educación más que un asalariado. Era una gran familia de

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educadores, los dueños, que tenían el dinero y los maestros que cobrábamos con varios meses de atraso.

Un día fuimos al sindicato. Reclamamos nuestro salario y preparamos la elección de delegados. En la mesa, con la urna, la dueña maestra se puso al frente y ayudó a la continuidad del acto. Nadie se atrevió a sentarse con ella.

Al otro día nos odió a todos, la habíamos traicionado. Habíamos roto la gran familia. Para reclamar los salarios fue necesario ir al Ministerio de Trabajo. Mientras llegaba el día de la audiencia apuró el pago del dinero que nos debía y llegó así, a la reunión, en paz con los docentes.

Y sigo recordando. Habían pasado tres meses de clase,

entregábamos los boletines. Los padres escuchaban a una maestra. Para poder trabajar decía ella, hace falta que los chicos traigan cuaderno, bolígrafo, y todo lo necesario.

Pero mi hijo trae los útiles, le damos el dinero. ¿Qué haces Roberto con el dinero que te damos? Preguntó una madre

Yo con mi dinero hago lo que quiero, compro cigarrillos, cerveza, a vos no te importa, contestó “Palermo”, como le apodaban sus amigos, pintados sus pelos de azul y amarillo.

La madre prorrumpió en llantos, no es esa la educación que le damos en casa, ¿de dónde saca ese comportamiento?

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El tiempo daría la contestación, pero ella no la quiso comprender. Su hijo agravió a un profesor y a otra profesora. Sus padres se hicieron eco de su agravio y de sus mentiras.

Un hijo, en general, refleja a sus padres, si el chico es correcto, uno espera ver corrección en la casa.

Pero la batalla por la educación es dura y muchas veces es una batalla perdida de antemano.

La escuela y la sociedad deberían poner los límites necesarios para una buena educación, pero a veces pienso que ni padres ni autoridades lo quieren. Prefieren, la culata de un revolver, listo para matar a aquellos que no supieron o no quisieron educar.

Ahora veo pasar a Malena, la profesora de contabilidad. Cantaba con voz agradable. Cuando la veía me sonaba la canción, "tus ojos de azúcar quemado....." Recién pasados los cuarenta, aún bonita, trataba de mostrarse una "pende". Roto su matrimonio, hacia algún tiempo, cantaba en un bar. Sus alumnos, a veces, la iban a escuchar. Otras veces iban al boliche con ella. Bueno, también esa escuela no era mucho más que un boliche. Se entraba a cualquier hora, tanto a la escuela como a la clase y los partidos de cartas comenzaban en los recreos y terminaban mientras el profesor daba la clase.

Naturalmente, también los campamentos eran continuación del boliche. Si los chicos beben, la convivencia debe ser hecha bebiendo también, decía ella. Una teoría al fin, en este mar de vaivenes pedagógicos. “Tía María” era

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su bebida preferida, veintiséis dulces grados alcohólicos. Después de todo no es para tanto.

Pero esta cuestión de los límites era incomprensible no sólo para ella sino para la propia dirección de la escuela.

Y ese fue el problema: mi oposición a la bebida en los adolescentes y profesores, junto a que yo había sido elegido delegado. Una colectividad es una unidad de muchas cosas, de hombres, de costumbres, de cosas aberrantes y otras buenas. La escuela es el centro de esa colectividad. Los niños se unen a ella, y junto a sus hijos los padres. Lazos invisibles, indisolubles se crean entre ellos.

Y esa colectividad es como un organismo viviente, con hombres de bajo nivel cultural y otros de mayor nivel, los que están dentro de ella deben esforzarse por crecer todos juntos, junto a sus niños. La escuela queda metida para siempre en el corazón de un hombre. Es algo que va más allá de la propia escuela, que no depende de ella, más aún, esos lazos para siempre, se forman en muchos casos pese a la propia escuela.

Un día, comentábamos en el periódico escolar, conocimos a Lucy, un cálido verano, las arenas ardían bajo el sol. Era de estatura pequeña, medía poco más de un metro, pero al caminar llamaba la atención su figura, su piel era oscura, teñida por los rayos solares africanos. Evidentemente sólo el amor a su pequeño hijo la hacía mantenerse erguida, no podía soltarlo mientras buscaba alimento o esperaba junto a las otras , con su hijo en

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brazos y otro en la panza, la llegada de su compañero que había salido a buscar más comida.

La verdad es que no conocimos a Lucy, Ella había vivido hace más de tres millones de años atrás. En realidad descubrimos en un río ya seco los restos casi completos de su esqueleto...

Estábamos preparando el periódico con un grupo de alumnos, para mi, esas páginas eran una importante herramienta de trabajo. Los chicos gustaban de escribir poesías, imaginar experimentos. Por medio de él también los maestros se expresaban tratando de educar y educarse a si mismos.

...hace más de seis millones de años una especie de primates logró ponerse en pié y caminar erguidos, en dos patas, quizá tengan que pasar otros seis millones de años para que este dolor que llevo en mi espalda, porque aún no hemos aprendido realmente a caminar erguidos, se me pase para siempre y logre transformarme en un luminoso ser verdaderamente humano, por su aspecto y por sus obras...

Ahora, veo pasar a Víctor, destartalado, con su mochila al hombro, parecía siempre en las nubes. Entraba al aula, dejaba sus cosas, se sentaba en el banco y se sumergía en si mismo, se perdía dentro de sí.

Al rato, decenas de palomos hacían sus arrullos como en un palomar, el sonido surgía de todos los rincones del salón .

Los chicos reían.

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Como lo consideraban algo tonto, lo eligieron el mejor compañero.

Una vez acostumbrados al palomar comenzábamos a trabajar. El seguía sumergido en si mismo y de vez en cuando decía palabras sin sentido esperando la risa de la clase.

Cierto día recapitulábamos lo estudiado. Mudos los chicos, sin respuestas. Víctor comenzó a responder con exactitud. Una y otra vez ante la sorpresa de todos.

¿De dónde sacaba los conocimientos, qué laberintos extraños tenía su cerebro, quizá genial, para encontrar el camino correcto?

Después, por mucho tiempo volvía a sus arrullos de palomo.

Y siguen desfilando mis recuerdos. El trabajo de educador fue volviéndose,

con el tiempo, ya no solamente insalubre, que produce alteraciones del sistema nervioso, sino que hoy, puede decirse, es un trabajo de alto riesgo para todo maestro.

Y llega el momento en que mis recuerdos se acaban, había recibido "de premio" la jubilación.

Quedaba en la puerta de la escuela, como un símbolo, mostrando la culata de su revólver, la dueña de la educación.

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CAMINITO

Caminito de piedra, caminito que sembrado de flores lleva al río

Hacia el río que es ancho pues navegan los sueños de los hombres y los míos.

Caminito de piedra caminito

con gotas de sangre y de rocío.

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DESPEDIDA

Dos cafés tráiganos mozo.

Que sea cortado el mío.

Un gruñido y otro sorbo

y alguna palabra suelta. con un profundo sentido.

Un cigarrillo se enciende, queja al trabajo del día.

Otro que sigue encendido, lo que pasó con el mío.

Entre palabras aisladas.

Pasa el silencio y las horas.

Dos cafés tráiganos mozo. la discusión se ha encendido. Doble que sea el mío.

Humo del cigarrillo encendido.

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Un café... quedando una taza sola.

pasan las mismas horas. Pero...

el café, las mesas, todo,

ya no serán lo mismo.

Anda, sigue tu camino que yo ando buscando el mío.

Y quede una taza sola y un cigarrillo

encendido.

Agosto 1952.

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YO NO HABLO..

Yo no hablo

del hombre en general hablo de este

hermano mío que tiene su ropa

ajada, que tiene sus manos sucias y su alma desgreñada Que sube al troley dando empujones o que sonríe serenamente.

Yo no hablo del hombre

con mayúscula hablo de este

vecino mío que muchas veces es torpe.

Yo hablo de los hombres

huraños y alegres que dicen tonterías

(porque no otra cosa aprendieron)

y sueltan piropos dulces o groseros a las chicas

Hablo de aquel que bebe y pelea a su hermano

porque aún no sabe a quien hay que odiar.

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Ni que el alcohol tapa la visión

del enemigo y del futuro.

Yo no hablo del hombre en general

hablo de los que roban y matan

que mienten y engañan pues un día ellos o sus hijos así no serán

Por eso, yo no hablo del hombre ideal

y, sí de este hermano mío

que a veces terrible me mira

pues no sabe que yo soy su hermano y que juntos marchamos al mundo nuestro.

Por eso, yo no hablo del hombre en general. Nochebuena 1955.

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CUENTA RODÓ..

Cuenta Rodó que era un niño

que jugaba alegre con frágil cristal

Y, en tanto rodaban las notas corría su risa cual de un manantial

y fue un sonido más fuerte que la débil copa

no pudo aguantar y sonó quebrada nublando un instante la risa infantil.

Después, fue un puñado de arena y una rosa roja en medio del vaso como una canción

Y, otra vez el niño jugando la copa, la arena, la flor.

A veces, el cristal de un sueño, da notas muy altas

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y una en falso da. Y entonces la copa se quiebra,

el arpa enmudece y no canta ya.

Pero cuando en mi alma se quiebran del cristal las notas,

cuando no puede la copa su voz ya más dar,

yo nunca he podido llenar a mi copa de arena

y jugar con la flor. 1964 ERNANI FRANCO ESTA PRESO

Ernani Franco está preso.

Cuatro años cuatro por diez...

la décima parte casi

de la vida.

Ernani Franco está preso

veinte, veintidós, veinticuatro

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de la juventud...

Ernani Franco está preso.

Malditos sean los jueces,

los policías blancos y rojos

con sus ametralladoras, los de orden

política. La sección especial del mundo

y sus torturadores, ¡malditos!

Ernani Franco cuatro por diez...

Los dedos enormes y pesados cuentan.

uno... dos... tres... cuatro.

y todo el ser un sollozo.

uno... dos... tres... cuatro.

Necesitabas todas las calles

Vagar por las ruas, y sólo así la libertad.

Y, ahora,

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son cinco pasos y se acabó el camino

Y un día por semana que entran los amigos.

Ni un árbol del camino y...as noites nem rua direita nem praça da Sé

Ni d’ella los besos,

ni el ruido del bondi

ni a preta Lucía.

Son cinco pasos y se acabó el camino

INDIA

Una línea en el espacio eres.

Como un mimbre agitada por el viento, que da miedo tocarte, ¿y si te rompes? que da miedo tenerte, ¿y si te esfumas?

Cristal eres, transparente como el aire. Cristal, frágil, como cristal de nieve.

Quiero ver si es verdad que eres de carne y tu cuerpo se pierde entre mis manos.

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Quiero ver si es verdad que eres tangible y tu fuego me quema el sentimiento.

Una llama que brilla y que se apaga que se agranda, que quema y que ilumina. Que si quiero tomarla se deshace. Que si quiero dejarla a mi se inclina

Eres música,

eres verso y eres danza.

Movimiento que explica tu existencia.

Y al mirarte subir entre las ramas, si, más alto, más alto y, aún más alto temo verte arrancada por los soles transformada en el fuego de algún astro.

Eres india de norteña tribu que cosechas de algodón sangraron una flecha de su arco disparada. Eres línea,

eres danza y eres llama.

Pues la esencia del arte a ti fue dada. CAÑA

Crece la caña con su corazón de hierro corta su tallo un cuchillo que es de carne y cae el hombre tendido sobre el campo

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queda la caña parada sobre el surco.

Dura es la caña con su corazón de azúcar fuertes los dedos que aprietan el cuchillo, pero aún más fuerte las manos que se unen. Cae la caña que cortó el acero.

Frágil silueta de caña que es de azúcar Frágil silueta que corre sobre el surco. Brazo robusto que ciñe su cintura dulce es la caña y amarga su ternura.

Zafra de caña que se lleva al hombre fuerte columna que marcha a la deriva. busca la lucha que alumbre tu camino, mira que es roja tu sangre, y tu destino.

. LIBERTAD PARA AUGUSTO

Siete meses ¡Una eternidad para estar preso! Augusto Jiménez.

¿Te das cuenta tu...vecino... estar preso...?

Cuatro pasos, para él,

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que ancho fue su mundo na ve gan do

¿Piensas tu, vecino? Sin ver el cielo, sin ver el pasto

sin sentir gotear el agua cuando llueve sobre las chapas de cinc.

Piensa tu vecino, quizá en los huesos pe ne tran do la humedad.

o, mil veces respirando el mismo aire por tantos cuerpos viciado.

Con tanto aire, con tanto campo, con tanto cielo.

Y, el allí, cuatro paredes por ti,

por mi, por todos aquellos

que no luchamos tanto... para que él esté aquí, al lado tuyo, al lado mío, libre otra vez, luchando, por mejores salarios por viviendas mejores, por luz en nuestras vidas. ¿Piensas tu, vecino?

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Augusto luchó por mi, luchó por todos, luchó por ti. Por tu pan, por mi pan, por el pan de todos. Y él está preso. Y tu comes tu pan, ríes, lloras pero libre. Si hasta tengo vergüenza de estar libre. Pero ven, aprovecha, porque estás libre junta firmas, y que ni un muro sin consigna quede y en la corteza de los árboles escribe ¡Libertad para Augusto que está preso Junta pan, junta carne, junta unión, para ellos que están presos Si no, mañana, habrá un campo de concentración, pero también para ti, pero también para mí. Y esta vez será sólo por comer tu, tu pan, por comer yo, mi pan.

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Por eso, Libertad para Augusto Jiménez gritemos unidos. Libertad para Augusto Jiménez que junto a seiscientos encarceló la reacción, por luchar por pan, paz, petróleo y libertad. . TODO ES IGUAL

Todo es igual, nada ha cambiado,

la puerta, la ventana tienen igual color.

Pero los que yo he amado habitan otros lares

y la que yo quise aquí no vive más.

El cartel luminoso destila el mismo verde, que ayer fue de esperanza,

que hoy llena de emoción.

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La puerta quizá tiene el viejo picaporte

y el gato en el tejado maúlla igual que ayer cuando venía ella colgada de mi brazo, y al irme preguntaba ¿Mañana volverás? La casa del suburbio que yo amaba tanto... (¿adonde andará ella, con quien me olvidará?)

El café de la esquina muestra las viejas mesas

y un nuevo galleguito viene a traer café.

Y el cigarrillo quema trayendo esos recuerdos.

Mis pasos me han llevado donde no quise ir.

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RONDA DEL MARINERO

Un marinero arrió las velas y tiró el ancla en el mar.

En la ciudad, los telares

y a Teubal fue a trabajar.

Marinero, marinero, ¿Dónde está la libertad?

Mecánico de mano fina,

navegas en un telar. Mecánico, volviendo al barrio

quieres el mundo arreglar.

Marinero, marinero, ¿Dónde está la libertad?

A la huelga metalúrgica

allí la fue a buscar Guiando con mano firme

al horizonte de pan.

Marinero, marinero, ¿Dónde está la libertad?

En los mejores salarios

sin Teubal ni explotación Sin Coca en las alpargatas

ni Cola en el calefón. Marinero, marinero,

entre rejas te encontrás.

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Marinero, marinero, ¿Dónde está la libertad?

Miles de firmas se juntan, y las paredes están una tras otra pintadas con consignas de alquitrán.

Y vamos por ríos serenos camino de la unidad.

Allí está la libertad.

Marinero, marinero, ven al mar a navegar.

No que ahora tengo un barco y de él soy el capitán, hombres del pueblo navegan mejor salarios buscando mejor vino y mejor pan.

Y armaremos una flota

de un gobierno popular. Allí está la libertad. CUATRO RONDAS INFANTILES

I Si empieza con bo te quiero mi amó. Si empieza con be mañana veré. Si rima con ego, mamita me quedo

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II Yo voy a la escuela cantando, cantando. Que grande es el mundo, diez cuadras tendrá. Camino, camino, tres cuadras he hecho, si hago dos más, haré la mitad.

III A la ronda, ronda

no hay negros ni blancos. A la ronda, ronda, judíos ni goiz A la ronda, ronda, son niños unidos, que juegan alegres, son un corazón.

IV Mamita es morena,

mulato es papá, la abuelita negra, betún salí yo. El gato es celeste, la gata es marrón. Que lindo sería tener hermanitos de color salmón.

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BRUMAS

Quizá porque tengo sueño. Quizá porque estoy cansado. Quizá porque te recuerdo. Quizá porque te olvidado.

Caminamos juntos

un trecho del camino y...nos quisimos mucho,

como se debe querer. Después,

seguí andando solo al borde del camino,

y se cubrió de brumas mi horizonte azul.

Quizá porque tengo sueño. Quizá porque estoy cansado. Quizá porque te recuerdo. Quizá porque te olvidado.

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UNA CANCION DE PAZ. Sin terrores de bombas con átomos transmutados, para que el hijo de tu vientre nazca humano, una canción de paz. Para que el padre obrero, con quince horas trabajando, apenas mantiene su hogar alimentado, para su esposa amada, que joven aún, tiene sus brazos ajados, una canción de paz. Para que puedas tu, niña, del vestido floreado, junto a él, realizar el hogar soñado, una canción de paz. Y, una canción Abuela, Para tu boca cansada, Una canción de paz.

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EN TUS PRIMEROS 80 AÑOS

Molinito de café que moliendo vas la vida Cuantos sueños has molido

molinito de café cuantos años han pasado. Y los sueños han quedado en harina transformados.

molinito de café.

Aída, querida amiga con la Lidia

y con el Luis, que nos dejó muy temprano.

Cuantas noches con las cartas o en las calles protestando

en vacaciones jugando, carnavales que pasaron

y férrea amistad formaron.

Un mundo nuevo soñamos que harina volvió el molino.

A los ochenta llegaste,

sin darnos cuenta... ...contamos.

Pero yo te veo joven y en nada para mí has cambiado

Y te veo en mis recuerdos

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con Silvia y Mabel pequeñitas de la mano.

Molinito de los sueños muchos sueños se han quebrado

y aún seguimos soñando un mundo cálido y bueno,

aunque vuelva el molinito a hacerlo harina de nuevo.

Mucho, mucho construimos y nuevos mundos forjamos

y al girar el molinito solo harina cosechamos.

Pero junto al molinito, de la harina irán brotando

las bases de un sueño nuevo.

Aída, querida amiga, sigue soñando conmigo

que mientras gire el molino va nuevas vidas formando

Molinito, molinito

molinito de café que el grano vas transformando

y harina nos vas dejando. Molinito de café.

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BIBLICA ...y fue la paz sobre la Tierra Sobre la Tierra del hombre. Fue la nebulosa ígnea. Y el espacio, y fueron los cielos, y la tierra. Y la tierra con sus mares. Y lo inorgánico, y fueron sus leyes. Y la materia orgánica de la inorgánica, con nuevas leyes, inmutables. Y después, de lo inorgánico fue lo orgánico, y la vida organizada, con nuevas leyes, inmutables también. Y así, desde la monera, por el antropoide, fue el hombre, y de salto en salto, la vida con otras leyes inmutables. y fue la sociedad, con el hombre, y el pensamiento del hombre.

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Y, entonces, el hombre creó los dioses. Y la sociedad fue cambiando, cayó la esclavitud, caerá el imperialismo, Porque la voluntad conciente del pueblo quebró la leyes eternas. creó nuevos bosques para su bien. Creó la lluvia y quebró el rayo para su bien. y ya no fue el odio triunfó el amor y sólo entonces fue el hombre el rey de su creación para su bien. Y fue la paz sobre la tierra, sobre la tierra del hombre. para su bien.

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Este libro se terminó de imprimir en septiembre de 2010 Diciembre 2010