La Calle Del Olvido

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1 PRODUCCIONES DAFRA PRESENTA La calle del olvido Una película de: DAVID FRANCISCO CAMARGO HERNANDEZ Basada en el cuento el cumpleaños Guión Original De: DAVID FRANCISCO CAMARGO HERNANDEZ

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PRODUCCIONES DAFRA

PRESENTA

La calle del olvido

Una película de:

DAVID FRANCISCO

CAMARGO HERNANDEZ

Basada en el cuento el cumpleaños

Guión Original De:

DAVID FRANCISCO

CAMARGO HERNANDEZ

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PRODUCCIONES DAFRA

PRESENTA

La calle del olvido

de:

DAVID FRANCISCO

CAMARGO HERNANDEZ

Basada en el cuento el cumpleaños

Guión Original De:

DAVID FRANCISCO

CAMARGO HERNANDEZ

La calle del olvido: Colombia 2012 color 20 min.

Versión en español con subtítulos en ingles

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Sinopsis

Alejandro es un joven estudiante de universidad un tanto alocado,

quien una noche en la que se encuentra festejando su cumpleaños en

compañía de su novia Rocío y sus amigos Orlando, Diana, y llevados

por el alicoramiento deciden apostar a los dados, como lo habían

hecho en anteriores oportunidades. El perdedor debe cumplir una

penitencia que se encuentra en una lista que lleva uno de ellos. Alejandro es el afectado y tiene que atravesar en la noche la calle más

peligrosa de Nueva Caicedonia, un lugar donde se ocultan indigentes,

ladrones, asesinos y drogadictos. Alejandro en su terquedad decide ir

a pesar de la insistencia de sus compañeros para que desista y mejor

pague la sanción por incumplimiento de la penitencia. Todos se

dirigen a ese tenebroso lugar. Para no despertar sospecha y atravesar

la calle sin peligro Alejandro decide disfrazarse de pordiosero

mientras sus compañeros lo esperan en el auto al otro lado del

callejón. El truco de Alejandro no da resultado y todos se ven

envueltos en una maraña de acontecimientos que cambiará su forma

de pensar.

Se trata de una película con un léxico diferente. Algunos personajes de

bajo perfil presentan una cruda manera de tratar el castellano.

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Ficha técnica

Guion original: David Francisco Camargo Hernández

Adaptación:

Director artístico:

Supervisor de composición:

Supervisor técnico:

Creación sonora:

Decorados:

Decorados color:

Música original:

Creación gráfica de los personajes:

Animación:

Efectos especiales:

Montaje:

Estudios de animación

Mezclas:

Voces de los actores:

Canciones interpretadas por:

Dirección de producción:

Productores:

Género: aventura

Año: 2012

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David francisco Camargo Hernández

(Bogotá 1960- )

Es un reconocido Escritor y economista, con

especializaciones, maestría y doctorado en Europa, autor

de numerosos libros, algunos de ellos galardonados.

Profesor universitario asesor de empresas públicas y

privadas. Conocedor de los problemas sociales. Ha viajado

por todo el mundo y ha obsequiado algunos de sus libros a

la red de internet. Inventor e investigador. Ha dictado

conferencias a nivel nacional e internacional y realizado

cursos talleres, ofreciendo un diagnóstico y soluciones a

las empresas que han contratado sus servicios

profesionales. Autor de numerosos libros y ensayos. Ha

recibido agradecimientos del rey de España por algunas de

sus publicaciones lo mismo que de algunos mandatarios

europeos y sudamericanos. Sus libros están cargados de

originalidad. Es director de la Fundación Sueños de

Escritor y gerente de la editorial ediciones Dafra.

Algunos de sus libros son: jefes mediocres y tiranos hay

muchos a la mano. El estudiante con cerebro de

dinosaurio, el nepotismo en las entidades públicas, fábulas

mitos y leyendas, poesía reflexiva, el gobierno de

malgeniolandia, para pensar, los dos herederos, el éxito un

enfoque diferente, entre muchos otros.

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La calle del olvido

ESCENA 1: OBERTURA:

“Canción de cumpleaños”

Coro: Que hermosa mañana,

Abre tus bellos ojos

Y mira lo que te he traído,

Es una sorpresa

Que siempre tú has querido,

Y aunque eres caprichoso,

Y a todo haces caso omiso,

Te doy este obsequio

Como muestra de mi cariño,

Ven a mis brazos hijo mío

Y recordemos aquellos tiempos

En los que eras un niño,

Y yo te cubría con una manta de lino

Y dándote muchos besos

Te dejaba dormido.

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ESCENA 2: LA SORPRESA:

Marina: Señora Antonia, ¿va a desayunar?.

Antonia: Ahora, voy al cuarto de Alejandro.

—Entra en la habitación—.

Alejandro: ¿Qué pasa vieja?, ¿por qué me quitas

las cobijas?.

Antonia: ¿No adivinas que día es hoy?.

Alejandro: Que yo me acuerde, humm...

Antonia: ¡feliz cumpleaños hijo!.

Alejandro: ¡Ah! de verdad que hoy amanecí más

¨cucho¨.

Antonia: Vístete quiero mostrarte algo.

Alejandro: Hace frío. ¿Me dejas dormir otro

rato ?... ¿quieres?, no seas malita

¿sí?.

Antonia: No...no. Te espero en la sala.

Alejandro: ¿No puede esperar para más tarde?.

Antonia: Ya te dije que ¡NO!. no seas flojo.

—Se aleja—

Alejandro: ¡mierda!... ¿Cuál es el afán?...ojalá

no me haya escuchado.

—En la sala Antonia le venda los ojos—.

Antonia: No mires. Sí me haces trampa te...

¡ah!, ¡no te destAAPPESS!. Acércate

a la puerta principal...ten cuidado no

te caigas. ¡Abre! ¡abre!

—Una vez abierta—

Antonia: taran...ta...tán.

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—Le quita la venda—

Alejandro: huyyy... ¨tremendo¨ auto, ¡gracias

gordis!. Está ¨chévere¨ ¿cómo

adivinaste el color?.

Antonia: Ya vez...me di ¨mañas¨, ¡sube!

¡sube! toma la llave.

Alejandro: Que suavidad...no es automático, ¡menos

mal!.

—Desciende del auto—

Alejandro: dame un abrazo. No canses.

Antonia: ¿Te gustó?.

Alejandro: Sí... ¡muchiSSSIMO!.

Antonia: Vamos a desayunar.

—Hace un ademán a Marina—

Antonia: ¡Marina!.. ¡Marina!, sirve el desayuno.

Marina: Ya voy señora.

Antonia: No te olvides que me gusta la mantequilla,

¿Tu también quieres?.

Alejandro: No, no, prefiero la mermelada.

Antonia: Que sea entonces con mermelada. !Oíste

Marina!.

Marina: Si señora, ya la oí.

—Al rato llega con el desayuno, guardaron silencio por

un instante—.

Antonia: No olvides agradecerle a tu padre; el me dio

el dinero...yo escogí el modelo.

Alejandro: !Lo sabía!, !lo sabía!.

Marina: Señora ¿qué más les provoca?.

Antonia: Nada más, retírate. Huele bien. Ten cuidado

no te vayas a quemar.

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Alejandro: ¡Ay!... ¡está caliente!.

Antonia: Te lo advertí, come despacio.

Alejandro: Lo que pasa es que tengo afán de ir a la ¨U¨

¡chao! mami. ¡Chao hijo!, conduce con

precaución.

—Aborda el auto y emprende veloz carrera. —

ESCENA 3: EL ENCUENTRO CON LOS AMIGOS:

Alejandro: Ahí viene Rocío, voy a darle la sorpresa.

—Suena el clarín del auto Piii...piii. —

Alejandro: ¡Hola muñeca!.

Rocio: ¡Hola amor!. ¡Pero que lindo auto!. ¿ De

dónde lo sacaste?.

Alejandro: Me lo regaló papá.

Rocio: ¡Feliz cumpleaños!.

Le da varios besos ¡mua!... ¡mua!.

Alejandro: Te acordaste.

Rocio: Como no iba a hacerlo. Mira lo que te

compré...espero te guste; destápalo.

Alejandro: ¡Guau! qué bonita corbata. ¡es

italiana!...hasta me sale con la ¨pinta¨,

gracias ¨mamita¨...

Le da varios besos a Rocío- ¡mua!... ¡mua!-.

Alejandro: Ahí vienen Diana y Orlando. Buenos días

muchachos.

Orlando: Hola Alejandro...¡felicitaciones!. Está de

¨ataque¨ tu auto. Mira lo que te compramos.

Alejandro: A ver...,¡que lindas botas!.

Definitivamente todos se propusieron

darme lo que más me gusta.

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Orlando: vamos a la licorera de mi padre, allí te

celebraremos tu cumpleaños.

Alejandro: con una condición Orlando, no nos vamos

a embriagar esta vez. Está bien, está bien...

¡vamos!.

—Llegan a la licorera, entran y se sientan—.

ESCENA 4: LA APUESTA:

Alejandro: Don Serafín, por favor una botella del

mejor ron que tenga. Ya va muchachos

—Replicó el anciano—

Don Serafín: ¿lo quieren con hielo?.

Alejandro: así no más, ¡gracias!.

Orlando: brindemos por ¨Alejo¨.

—Chocaron sus copas, consumieron licor y colmaron el

cenicero, con colillas de cigarrillo—.

Orlando: juguemos a las penitencias. ¿Qué les

parece?

Rocío: ¿otra vez? . No hace mucho que jugamos y

a Diana le costó cara la broma.

Diana: Dímelo, pagar yo solita la cuenta, ¡qué

horror!.

Orlando: Bueno, ¿jugamos? ¡Si! o ¡no!,

Alejandro: ¿Qué dices Rocío?.

Rocío: Como se trata de divertirnos hagámosle,

pero que no sea tan pesada la penitencia. Tú

sabes que lo dejamos a la suerte.

Orlado: Papá, préstame los dados.

Don Serafín: ¿Otra vez con lo mismo?.

Orlando Ahh...viejo préstamelos.

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—Orlando tomó los dados—.

Orlando: Lancemos un dado, el que saque el menor

número cumple la penitencia. Si hay dos

con el mismo número siguen jugando hasta

desempatar.

—Rocío lanzó el dado y sacó el cuatro; Orlando el seis;

Diana el dos y Alejandro el uno— .

Diana: Casi pierdo otra vez.

Orlando: ¨Alejito¨ te ¨figuró¨.

—Orlando sacó del bolsillo de su pantalón una hoja

completamente arrugada y la extendió sobre la mesa—

Orlando: dianita lee las penitencias.

Diana: Quedan la tres, la siete y la once.

Orlando: ¡Arroja los dado!

—Diana los arroja y ruedan sobre la mesa hasta

detenerse—

Alejandro: ¡el siete!

—Rocío mira la lista—

Rocío: ¡ya está cumplida!

—Diana los lanza nuevamente—

Diana: ¡once!.

Rocío: UUUyy...amor tienes que... ¡atravesar ¨la

calle del olvido¨ a media noche!. ¡Negro!

eso sí que está difícil...

En la calle del olvido se congregan recicladores de

basuras, mendigos y hasta bandoleros de gran

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peligrosidad; se hacinan en pórticos de viejas

edificaciones, dando la impresión de tratarse de

carboneros que emergen de un socavón.

Orlando: Alejo, Alejo... es mejor que pagues la

sanción. La penitencia está ¨tenaz¨ además

no ¨chon¨ ¨chino¨ veinte

mmiiilll...pe...chi...tos, si no la cumples .

Alejandro: No ¡jodás!... ya se me ocurrirá algo, no les

voy a dar gusto.

Orlando: Está bien, está bien, no te enojes. Que tal si

vamos al ¨camaleón¨ a bailar mientras llega

la hora. Al fin y al cabo al ¨sardino¨ del

Alejandro desde hoy le permitirán entrar.

Rocío: Sí, sí...yo también quiero conocer.

Se incorporaron de sus sillas, cancelaron la cuenta y

salieron rumbo al lugar. En el sitio donde se dirigían se

podía escuchar y bailar música ¨pesada¨ y ¨poguear¨,

ubicado en un exclusivo sector de la ciudad.

ESCENA 5: EL CAMALEÓN:

Conducía Orlando que conocía perfectamente el lugar; se

detuvieron frente a la reja de entrada, el portero abrió y

solicitó el carné de ingreso. Orlando le mostró una tarjeta

con la figura de un camaleón en alto relieve —la observó

por un instante —.

El portero: ¡Sigan! ¡sigan! disfruten del lugar.

Alejandro: ¿Desde cuándo conoces este sitio Orlando?.

Orlando: Uuufff, hace tiempo un amigo me invitó.

¿Cómo te parece? .

Alejandro: ¨Es una nota¨.

Don Pedro: ¡Buenas noches señores!.

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Orlando: Don Pedro ¿cómo está?.

Don Pedro: Ese milagro de verlo por acá.

Orlando: No había quedado tiempo... le presento a

mis amigos. Mucho gusto. Mucho gusto.

Don Pedro: Sigan y tomen asiento.

Alejandro: ¡Gracias!.

Don Pedro: ¿Qué les provoca tomar?.

Orlando: ¨Roncito¨ Don Pedro.

Don Pedro: La primera ¨tanda¨ es por cuenta de la

casa..., que la pasen bien.

—Se despidió y se alejó rápidamente—.

El lugar estaba decorado con lámparas de vidrio, en

forma de figuras de camaleón, que cambiaban de color

constantemente. El techo estaba cubierto con espejos y un

juego de luces en círculo, dando la sensación de un túnel

con gran profundidad.

Alejandro: Está ¨full¨ el lugar. ¡Qué cantidad de

gente!... y no tienen cara de estar aburridos.

Orlando: Claro que no, este lugar es ¨la berraquera¨...

vamos a ¨rumbiar¨ Diana.

Diana: Vamos ¨papi¨

Alejandro: ¿por qué le dirán el camaleón ?. ¿Tú

sabes?.

Rocío: Lo que nos contó Orlando a Diana y a mi,

es que parece ser que Don Pedro en alguna

oportunidad se ¨enguacó¨ y tuvo que

tragarse una esmeralda para que los

¨chulos¨, unos hombres de negro, no se

dieran cuenta de su hallazgo y lo mataran.

Para salir de allí se internó por caminos

difíciles y en uno de ellos se tropezó con un

camaleón, que al verlo cambió de color para

protegerse. De ahí surgió la idea de utilizar

la figura del camaleón y del derroche de

colorido en sus establecimientos.

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Diana: Muchachos a ¡bailar! a ¡bailar!

—Rocío y Alejandro se tomaron de la mano y se

dirigieron a la pista de baile. Al cabo de un tiempo

apareció en escena un presentador—.

Presentador: ¡Señores y señoras! su atención por favor...

la pareja que mejor baile se hará acreedora

a una botella de la bebida que prefiera;

quienes quieran participar pasen al cuarto

de maquillaje allí se les darán las

indicaciones.

—Varias parejas se levantaron animadas de sus

reservados y se dirigieron al lugar—.

Rocio: ¡Alejandro! ¿participamos?. No linda, no

tengo deseos.

Alejandro: Si quieren vayan ustedes.

Diana: Que ¨charro¨.

—Siguieron tomando entre burlas y risas—

Orlando: ¡Alejito!... ya esta llegando tu hora, no te

olvides.

Alejandro: Ya sé... ya sé, no la ¨monten¨. Voy al

sanitario, se me aflojó la ¨pasta¨.

—Alejandro se alejó—.

Vigilante: ¡Oiga joven! ¿Para dónde va?, si se dirige

al baño es al otro lado.

Alejandro: Perdón señor lo que pasa es que quiero

hablar con una de las niñas

maquilladoras...es para lo del concurso.

Vigilante: Pero si ya comenzó.

Alejandro: por eso, voy a ver si alcanzo.

Vigilante: Bueno, siga pero no se demore.

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—Alejandro ingresó al cuarto de maquillaje—

Alejandro: ¡perdón señorita!... ¿me podría regalar un

poco de maquillaje para concursar?. Con

mucho gusto, venga se lo aplico.

Alejandro: No, no, mejor obséquiemelo, yo mismo lo

hago.

Señorita: ¿Dónde le echo?.

Alejandro: Aquí en esta servilleta.

—Le dio un poco en la servilleta—

Alejandro: ¡gracias!

—Dobló la servilleta con cuidado, la guardo en su bolsillo

y salió rápidamente—.

Señorita: ¡OOOigga ! se le olvido el número... ese es

mucho despistado.

Rocío: Te demoraste en el baño.

Alejandro: No se preocupen ya nos vamos. Cancela la

cuenta Orlando, hoy soy invitado de honor.

Orlando: Será.

—Abordaron el auto—

Alejandro: oye negra ¿tu si crees que sea capaz de

cumplir la penitencia?. No se ¨gordo¨ a mi

me daría miedo. Es mejor que pagues la s

anción y nos evitemos problemas.

Alejandro: ¡Ah! ¿sí?, ¿para que después se burlen?.

¡Ni por el carajo!. Se nota que me conoces.

Rocío: No te pongas de mal genio... yo solo decía.

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ESCENA 6: LA ESTRATEGIA:

Atravesaron gran parte de la ciudad llovía copiosamente

en Nueva Caicedonia, una metrópoli de grandes

rascacielos. Se detuvieron a unos metros de la calle, el

lugar era tenebroso—.

Alejandro: Entremos a esa cafetería y tomemos un

tinto bien caliente.

—Descendieron del auto y penetraron al

establecimiento—

—El lugar estaba concurrido por obreros de las fábricas

aledañas, que salían de hacer turnos y se acercaban a

consumir algo—

Rocío: Alejandro ¿qué piensas hacer para cruzar

esa calle?. Se ve bastante peligrosa y para

colmo no está bien iluminada.

—Había sectores de completa oscuridad—.

Orlando: Yo creo que deberíamos irnos. Es un juego

y de todas las penitencias que hemos hecho

es la más ¨dura¨.

Diana: Estamos de acuerdo con Orlando dejemos

esto así, además ya es muy tarde.

Alejandro: Calma, calma, ya decidí cumplir la

penitencia y no voy a echar pie atrás. Tengo

un plan que no puede fallar. Aguarden un

momento.

—Se levantó del asiento y se dirigió al sanitario—.

Orlando: Que tramará el ¨loco¨ del Alejandro.

Esperemos a ver que se trae.

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—Una vez Alejandro estuvo a solas, sacó presuroso la

servilleta con el maquillaje y mirándose al espejo

procedió a aplicarlo con los dedos en su rostro, ropas y

dientes. Se despeinó y enmugro los zapatos que estaban

relucientes. Se observó nuevamente en el espejo para

cerciorarse de tener un aspecto repugnante, sonrió y salió

en dirección a sus compañeros. Caminando

desordenadamente se aproximó al grupo, estos al verlo se

levantaron sorprendidos pensando que se trataba de un

pordiosero que venía a robarles. Alejandro soltó la

carcajada—

Alejandro: ¡ja! ¡ja! ¡ja!...muchachos, soy yo

Alejandro!.

—Rocío se disgustó, pero al momento se puso a reír.

Orlando y Diana hicieron otro tanto—.

Alejandro: ¡Sentémonos!, ¡sentémonos!... como

pueden ver, encontré la forma de entrar a la

¨calle del olvido¨ y pasar desapercibido.

Para mí eso es ¨mamei¨. ¿No les parece que

soy muy inteligente?.

Rocío: Ojalá sea así.

Alejandro: tomemos asiento.. El concurso de baile en

el ¨camaleón¨ me dio la idea. Voy a cruzar

la calle muy lentamente para simular que

soy del lugar y ustedes me esperan al otro

lado con el motor del auto encendido y las

luces apagadas para no llamar la atención.

Diana: El plan nos parece bueno, pero es un tanto

riesgoso, de todas maneras si tienes algún

inconveniente, ¡gritas! de alguna forma te

auxiliamos.

Alejandro: No se preocupen todo va a salir bien.

¡Chao!, Chao!.

Rocío: Cuídate.

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Orlando: Oigan ese Alejo es un ¨berraco¨ yo no sería

capaz. Vamos al otro lado a esperarlo.

ESCENA 7: LA CALLE DEL OLVIDO:

—Entre tanto—.

Alejandro: Que peligroso está esto (pensaba). Esta

calle debe tener por lo menos unos

doscientos metros de larga. Ahí viene

alguien.

—Se aproximó un individuo con ropas hechas girones —

Care nalga: Oiga viejo... ¿quién es ¨uste¨?, ¿qué hace

aquí?, yo no lo había ¨pistiado¨.

—Alejandro guardó silencio por un momento, luego

dijo—

Alejandro: ¿cómo así? ¡hermano!... yo soy de aquí...

¿no se acuerda de mí?. —El individuo lo

observó detenidamente, luego

Care nalga: no ¨siaga¨, no me crea ¨guEEVOONNN¨

¨naranjas¨. ¨Usté¨es un ¨ñero¨ de otro

¨parche¨ y lo que viene es a echar ¨pupila¨.

Alejandro: Seguro que no hermano... usted está

equivocado.

Care nalga: Ya creyó que me ¨tragué¨ el cuento. Man...

ci...to ¨uste¨ la ¨cagó¨ metiéndose en la boca

del ¨lobo¨. Los deste ¨parche¨ sabemos

quien es quien, así es que ¨cante¨ o le doy

un ¨bailao¨

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Diciendo esas palabras esgrimió una arma cortopunsante;

Alejandro visiblemente asustado solo atinó a decir:

Alejandro: ¡tranquilo! ¡tranquilo!... es que estoy

buscando un amigo que vive aquí—.

Care nalga: A ver... ¿quién? ¿quién?.

—Alejandro mencionó el primer nombre que se le

ocurrió—

Alejandro: ¡Ricardo!... sí... sí ¡Ricardo!.

Care nalga: Con que sí... pura ¨mierda¨ ¨usté¨ es un

¨sapo mentiroso¨, tome pa que lleve.

—Le dio tremendo golpe en el rostro y lo arrojó al piso.

En seguida llamó a sus ¨compinches¨—.

Care nalga: ¡Alambre!, ¡chispas!, ¡bólido!... vengan

démosle a esta ¨chanda¨.

—Al instante llegaron lo rodearon y le dieron puntapiés—

.

El Chocho: Eh, eh... ¨parenla¨, ¨parenla¨

—Se aproximó un hombre corpulento con una enorme

cicatriz que cruzaba su rostro—.

Care nalga: ¨Chocho¨... este ¨mancito¨ es un hijuep...

El Chocho: ¡Chito! ¡Chito! ¨care nalga¨.

Care nalga: Pero jefe es que...

El Chocho: ¡Chito!

— Levantó a Alejandro del suelo y lo tomó de los

cabellos, mirándolo a los ojos—

El Chocho: oiga ¨uste¨ suelte lo que sabe o lo ¨bajo¨.

Alejandro: no, no...tranquilo yo le cuento todo.

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—Le narro la historia—.

El Chocho: Uuiii, tutui...¿pensó que era muy ¨chimbo¨

pasar por aquí?... ¨caiga¨ con ¨la mosca¨.

Alejandro: Pero señor, no traigo nada

—lo requisaron completamente—

Alambre: este ¡hijueputa! está limpio. Tranquis... no

se ¨atortolen¨, yo sé como lo hago

¨cacariar¨.

El Chocho: ¡Alambre!, ¡bólido!, ¡chispas!; vengan

¨llaverias¨.

El bòlido: ¿Qué jefe?

—El ¨chocho¨ les murmuró algo en voz baja—

El Chocho: piérdanse rápido no demoren.

—De pronto alguien gritó— ¡vienen los¨ verdes¨! —

inmediatamente todos se escondieron, el ¨chocho¨ se

refugió llevando a empellones a Alejandro; le tapó la

boca con las manos—.

El Chocho: ¨Cayetano¨ o lo ¨pelo¨

—En ese instante pasó una patrulla y se detuvo por un

momento a la entrada de la calle, iluminó parte con las

luces del auto, luego prosiguió su marcha. El ¨chocho¨

condujo a Alejandro a una vetusta construcción; entraron

a una habitación con afiches rotos de mujeres desnudas.

Había colchones enrollados y colillas de cigarrillos por

todas partes. El ambiente apestaba—.

El Chocho: ¨Parquiese¨ ahí.

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Señalando una desvencijada silla, luego él se inclinó en

un extremo de la habitación, tomó entre sus manos una

botella que contenía pegante; la destapó la llevó a su

nariz y comenzó a olerla—.

El Chocho: Es pa quitar el hambre.

Chispas: el ¨mancito¨ está en lo ¨questa¨; al otro

lado hay unos ¨manes¨ que lo esperan en una ¨nave¨.

El Chocho: Bien chino...no me ¨faltonió¨.

—El ¨chocho¨ le dio una palmada en el hombro a

Alejandro—.

El Chocho: ¡Alambre!, cuádrese junto a este ¨vacan¨.

Alambre: ¿ Pa qué jefe ?

El Chocho: hágalo y no ¨chiste¨.

—El alambre tenía una contextura delgada muy parecida

a la de Alejandro, se paró junto a éste y haciéndolo

levantar del asiento se midieron. Tenían la misma

estatura—.

El Chocho: Que pilera la mía, el ¨coco¨ no me falló.

¨alambre¨ llévese este ¨man¨ y cambian de

¨mecha¨.

Alejandro: Pero señor... .

El Chocho: Usté no chiste palabra o si no ¨paila¨.

—Se dirigieron al baño—

Alejandro huele a ¨demonios¨ (pensó Alejandro).

Me voy a vomitar.

Alambre: Bájese de la ¨hebra¨, quiero lucirla

—Alejandro obedeció—

Alambre: tenga la mía.

Alejandro: No gracias.

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Alambre: Con que muy fino el marica ¡ eh !...

—El ¨alambre¨ se colocó las prendas de Alejandro—.

Alambre: ¡¨guelen¨ a ¨gueno¨!. Camine

—Lo llevó de un brazo hasta donde estaba el ¨chocho¨—

Alambre: no quiso mi ¨hebra¨.

El Chocho: Que ¨chupe¨ frío el ¡maricón!, métanlo a la

pieza de la pecosa, esa llega más tarde de

¨rebuscarse¨.

—Alejandro penetró tiritando de frío, solo atinó a

permanecer inmóvil en un rincón; las ratas pasaban sobre

sus pies. Por un altillo penetraba la luz de la luna—.

El Chocho: Alambre ¨despiste¨ a los de la nave, se

¨arrima¨ por ¨delante¨ y hace señas para que

le abran; el ¨chispas¨ y el ¨bólido¨ van por

detrás listos pa respaldarlo. ¿¨Clarinete¨?.

Alambre: Clarinete jefe.

El chocho: Yo me ¨pillo¨ el ¨lance¨.

—Así lo hicieron; el ¨alambre¨ hizo señas para que le

abrieran la puerta del auto. Rocío, Diana y Orlando que

estaban un tanto inquietos por la demora de su

compañero, se alegraron al verlo venir y se dispusieron a

felicitarlo por su hazaña. Rocío se apresuró a abrir la

puerta del vehículo—.

Rocío: ¡Amor! te felic... ¡ah! ¿quién es usted?.

Alambre: ¨Quieta¨, no ¨parpadie¨ o la ¨cuelgo¨. ¡ Hey

!¨mandriles¨ ¨echen pa tras¨ y callen esa

¨torta¨

—Diana, Orlando y Rocío acataron las órdenes,

apagaron el auto y se ubicaron en la parte posterior; sus

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rostros estaban visiblemente pálidos, el ¨bólido¨ y el

¨chispas¨ llegaron al apoyo—.

Alambre: ¨Bólido¨, ¨usté¨ que sabe ¨despegue¨ esa

nave y échela pa dentro. Yo los vigilo con

la ¨muda¨

—Dijo el ¨chispas¨ apuntándoles con un arma de fuego.

El bólido prendió el auto y lo condujo al interior de la

calle, donde estaba el ¨chocho¨ esperándolo, lo

recogieron y se dirigieron a la casa en la que tenían a

Alejandro—.

El Chocho: ¨Aterricen¨ ¨aterricen¨. ¨Visajiemos¨ que

hay aquí

— El ¨chocho¨ introdujo la mano en la guantera del

auto—.

El Chocho: Fuiii... puras ¨barras¨ que ¨liga¨. Ustedes ¨

bájesen¨ de lo que tienen.

—Los tres jóvenes entregaron sus pertenencias—.

El Chocho: Venga esa ¨pomada¨

—Le rapó el reloj a Rocío—.

Rocio: ¡Ah!... me rasguñó la mano.

El Chocho: ¨Cayetano¨ nada de algarabía, métanlos con

el otro.

—Alejandro que estaba encalambrado por el frío se

abrazo a ellos y todos lloraron. Afuera se escuchaba el

ruido del agua cayendo sobre el pavimento, había gran

actividad. Al rato todo quedó en silencio. Se sintieron

pasos al otro lado de la puerta. De súbito se abrió y

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apareció la figura del ¨chocho¨, con rostro de

satisfacción.

El Chocho: ¨venancio¨ ¨visajean¨ un dato

—les señaló una ventana—

El Chocho: ¿que ¨talito¨... eh?.

—Tamaña sorpresa cuando vieron el auto totalmente

desarmado—.

El Chocho: Así como estaba no me ¨güeniaba¨

¿¨hockey¨? ¿les trama?.

Alejandro: ¡Desgraciado!... como le fue a hacer eso a

mi auto.

Rocío: Cállate Alejandro, no nos metamos en más

problemas .

El Chocho: Estoy ¨craniando¨ que hacer con ¨teuss¨

Me está picando despacharlo con las patas

por delante.

Chispas: Sí jefe ¡hagámoslo! yo me quedo con la

pinta de ésta

Bólido: y yo con la ¨desta¨

—Se abalanzaron sobre Diana y Rocío rasgando sus

vestiduras— .

¡Suélteme!... ¡suélteme!... —decían las jovencitas

aterrorizadas—.

El Chocho: ¡Suéltenlas!... este ¨lance¨ es mío (con voz

enérgica).

Diana: Que nos va a hacer... ¡perdónenos la vida !

—Le suplicaron los muchachos arrodillándose ante él—

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Orlando: ¡no nos mate!. Si nos deja ir le prometemos

no contar nada.

—El ¨chocho¨ lo pensó por un instante luego dijo—

El Chocho: ¨demen¨ las señas de sus ¨parches¨.

Alejandro anotó en un papel las direcciones y los

teléfonos de cada uno.

El Chocho: ¡Chispas! vaya píllese que no nos

¨carretien¨.

Chispas: Pero jefe yo no sé leer ni escribir para ir

por allá.

El Chocho: No ¨sia bruto¨ solo por el ¨cuerno¨.

Chispas: ¡Ah!... así si jefe, ya entendí.

El Chocho: ¡Vuele! , ¡vuele!, que lo acompañe alguien

¨pa¨ que le ayude a marcar.

Alejandro: Señor ¨chocho¨, ¿puede decir a su amigo

que me devuelva la ropa? tengo mucho

frío...

El Chocho: .¨¡ Alambre ! désela, está de ¨cumpliaños¨.

Alambre: Jefe me gusta la ¨mecha¨.

El Chocho: No ¨pana¨ désela, con las ¨lucas¨ que les

quitamos y lo que nos den por la ¨nave¨,

podemos lucir unas pintas ¨bacanas¨.

—El alambre se despojó de las ropas a regañadientes y

se las lanzó a los pies de Alejandro, alejándose hacia el

interior de la casa. Este las tomó y se vistió rápidamente.

Al rato —.

El Chocho: ¿ ¨Quiubo¨ ? ¡chispas! ¿que pasó? ¿todo

bien?.

Chispas: ¡Sí!, todo bien.

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El Chocho: Ustedes ojo nada de ir a ¨sapiarle¨, a los

¨juanchos¨ ¨porque las tienen¨.

Orlando. No, no señor le prometemos que no diremos

nada a nadie.

El Chocho: Antes de que se ¨pisen¨ vamos a alegrarle

el ¨cumpliaños¨ a su ¨compa¨. ¡Hey! ¡care

nalga!... traiga carbón y agua.

Care nalga: Ya voy.

—Una vez trajo lo pedido, los llevaron al patio trasero de

la casa los mojaron y tiznaron de pies a cabeza—.

El Chocho: Ahora sí ¨tamos¨ igualitos (con voz

burlona) . A ¡¨bailotiar¨!.

—Los rodearon y los sacudieron de un lado para el otro,

todos silbaban haciendo coro; los cogían de todas partes

y hasta los arañaron. A una señal del ¨chocho¨ todos se

detuvieron—.

El Chocho: Están ¨suertudos¨ venían ¨cargaditos¨ o si

no¡zuas! (se pasó la mano por el cuello)

por esta vez se la ¨rebajo¨; ¨miguelito¨ está

de ¨guen¨ genio... la próxima llevan del

¨bulto¨.

Rocío: Se lo prometemos... ¡nunca más!... ¡nunca

más!.

El Chocho: ¨Pierdanse¨. EYY... ¨ténganse¨...

¨ténganse¨ ahí. Se me olvidaba darle el

¨regalito¨ al ¨señorito¨,

—El Chocho se dirigió al cuarto donde se encontraba el

auto desmantelado y regresó en seguida—

El Chocho: ¡tenga!, ¡tenga!

—Le entrego una de las placas del auto—.

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El Chocho: Guárdela pa que nos recuerde.

—Dio un puntapié en el trasero a Alejandro—

El Chocho: ¡piérdanse ya!

—Una vez estuvieron en la salida de la calle, el ¨alambre¨

que ya se había vestido les hizo una advertencia—

Alambre: ¨pisense¨ ya o los ¨quebramos¨.

—Los pobres muchachos ni cortos ni perezosos

emprendieron carrera, Alejandro corría con su placa

debajo del brazo. Una vez estuvieron bien lejos del lugar

se detuvieron; latían sus corazones apresuradamente—

ESCENA 8: ENCUENTRO FAMILIAR:

Diana: ¡gracias a Dios!... nos salvamos de

milagro

—Se soltaron a llorar. Intentaron tomar un auto para

dirigirse a sus hogares, pero nadie les quiso parar; era

muy tarde y sus figuras en nada se diferenciaban a las de

los habitantes de la ¨calle del olvido¨

Alejandro: Con ese aspecto que tenemos lo mejor que

podemos hacer es irnos caminando.

—Así lo hicieron llegando casi al amanecer y con los pies

hinchados a la casa de Rocío—.

Madre de Rocío: ¡Santo Dios!, ¿qué les ocurrió?.

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—Preguntó la madre de Rocío. Entraron y contaron a la

familia lo sucedido. Inmediatamente procedieron a

comunicarse con los padres de Orlando, Diana y

Alejandro. Una vez reunidos y enterados de lo sucedido

elevaron una plegaria al cielo dando gracias porque no

había ocurrido ninguna tragedia —.

Padre de Alejandro: Con razón todos recibimos una

llamada de un extraño individuo.

Rocío: Posiblemente se estaban cerciorando de

que decíamos la verdad, los muy

desgraciados nos hicieron prometer no

contar nada a las autoridades.

—. Es lo mejor dijeron todos. —

Pasada la impresión del momento los padres de los

muchachos se burlaron del aspecto que tenían. Ellos se

miraron y entre lágrimas y risas prometieron que nunca

más cometerían tamaña equivocación, luego se

despidieron y se dirigieron a sus respectivos hogares para

asearse y descansar—.

—Antonia y su esposo salieron detrás de Alejandro

comentando lo sucedido—.

Padre de Alejandro: ¡Alejandro! eres un irresponsable...

como se te ocurrió ir a ese lugar con

los chicos y en el auto nuevo. Antes

no les paso nada.

Alejandro: ¡Perdóname papá!... gracias por el regalo en

verdad que era lindo.

—Abrazados los tres y se alejaron — .

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—Transcurridos algunos días Alejandro llamó a sus

compañeros para que se reunieran—.

Alejandro: ¡Hola amor!,

Rocio: ¡hola papi!... ¿a qué se debe la reunión?,

estamos intrigados.

Orlando. Sí, Alejandro estamos intrigados

Alejandro: Aguarden un momento que quiero

mostrarles algo.

Orlando: Ahora que se traerá este ¨loco¨.

—Alejandro se ausentó por un momento, luego regresó

con un paquete, todos fijaron sus miradas en él, con

mucha curiosidad—.

Alejandro: A que no adivinan ¿que es?.

Diana: Por la forma que tiene parece un cuadro.

Alejandro: ¡Sí! Dianita...es un cuadro. Destápalo.

—Todos le echaron mano. Efectivamente era un cuadro en

el que se encontraba enmarcada la placa del auto de

Alejandro. Al verla soltaron la carcajada—.

Orlando: Definitivamente estas ¨loco¨... cómo se te

ocurrió hacer eso.

Alejandro: Tenía que tener un recuerdo de mi

cumpleaños.

Rocío: Y que recuerdo

Diana: nunca lo olvidaremos o ¿sí? muchachos.

Claro que no —respondieron todos. En la parte superior

del cuadro había una leyenda que decía:

Recuerdo de mi cumpleaños en la ¨calle del olvido¨.

Alejandro: ¡Autografíémoslo!

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. Todos procedieron a firmarlo—.

Orlando: ¡Alejandro!.

Alejandro: ¿Sí Orlando?... dime.

Orlando: ¡Oye! ¿qué tal si jugamos a las

penitencias?.

Alejandro: ¿cómo?... ¿qué?... ¡estás chiflado!.

Orlando. ¡Ja! ¡ja! ¡ja! era por joder.

Fin.