La Biblioteca del conde de Benavente a mediados del siglo...

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La Biblioteca del conde de Benavente a mediados del siglo XV y su relación con las mentalidades y usos nobiliarios de la época El tema de las bibliotecas nobiliarias, que había sido tratado por algunos eruditos de finales del siglo pasado y principios del actual para mostrar la preocupación individual de algunos magnates por el humanismo>, vuelve a ser analizado recientemente como parte de la historia de la cultura y de las mentalidades’. Desde el punto de vista de estas ramas de la historia, las pregun- tas que fundamentalmente interesan al historiador, con respecto a es- tas bibliotecas, son los indicios que puedan aportar para el conoci- miento de las formas de vida y los comportamientos del grupo social de los Grandes. Más concretamente, cabe preguntarse si a través de la presencia de unos libros determinados se puede rastrear una men- talidad nobiliar específica, en qué medida ésta posee rasgos comunes Entre estas primeras publicaciones destacan las de M. Suurr, La biblio- tlú que du marquis de Santillane, París, 1905, y la de A. PAZ Y MELIÁ, «La biblio- teca del conde de Haro”, RABM, 1897, 1. 1; 1900, t. IV; 1902, t. VI; 1902, t. VII, y 1909, t. XX. 2 Refiriéndose sólo a la Corona de Castilla, estos trabajos recientes se ocu- pan más bien de las bibliotecas de los primeros años del siglo XVI: A. REDON- no: «La bibliothéque de don Francisco de Zúñiga y Guzmán de Sotomayor, troisiéme duc de Béjar (1500?-1544)’>, Mélan ges de la Casa de Velázquez, III, 1967, Pp. 147-196; y C. QUINTANILLA RAso: «La biblioteca del marqués de Prie- go (1518)», publicado en el libro de Estudios dedicados al profesor don Julio González titulado En la España Medieval, Madrid, 1980, Pp. 345-383. Una visión de síntesis general de la cultura de los magnates, enlazando estas dos bibliote- cas con la de los Estúñiga y Pimentel en los años centrales del XV, se encuen- tra en la ponencia de M. A. LADERO QUESADA y C. QUINTANILLA RASO: «Bibliotecas de la alta nobleza castellana en el siglo XV”, dentro del coloquio sobre biblio- tecas medievales y modernas celebrado en la Casa de Velázquez en noviembre de 1980. En ella se incluye un avance de mi estudio crítico sobre esta colección de don Alfonso Pimentel, conde de Benavente. Estudios en memoria dei Profesor D. Salvador de Moxó, 1. ¡3. C. Al, 1982 (135-146)

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La Biblioteca del conde de Benaventea mediadosdel siglo XV y su relacióncon las mentalidadesy usos nobiliarios

de la época

El tema de las bibliotecas nobiliarias, que había sido tratado poralgunos eruditos de finales del siglo pasadoy principios del actualpara mostrar la preocupaciónindividual de algunos magnatespor elhumanismo>,vuelve a ser analizadorecientementecomo parte de lahistoria de la cultura y de las mentalidades’.

Desdeel punto de vista de estasramasde la historia, las pregun-tas que fundamentalmenteinteresanal historiador, con respectoa es-tas bibliotecas, son los indicios que puedanaportar para el conoci-miento de las formas de vida y los comportamientosdel grupo socialde los Grandes.Más concretamente,cabe preguntarsesi a través dela presenciade unos libros determinadosse puederastrearuna men-talidad nobiliar específica,en qué medida éstaposeerasgoscomunes

Entre estasprimeras publicacionesdestacanlas de M. Suurr, La biblio-tlúque du marquisde Santillane,París,1905, y la de A. PAZ Y MELIÁ, «La biblio-teca del conde de Haro”, RABM, 1897, 1. 1; 1900, t. IV; 1902, t. VI; 1902, t. VII,y 1909, t. XX.

2 Refiriéndosesólo a la Corona de Castilla, estos trabajos recientesse ocu-pan más bien de las bibliotecas de los primeros años del siglo XVI: A. REDON-

no: «La bibliothéque de don Francisco de Zúñiga y Guzmán de Sotomayor,troisiéme duc de Béjar (1500?-1544)’>, Mélanges de la Casa de Velázquez,III,1967, Pp. 147-196; y C. QUINTANILLA RAso: «La biblioteca del marqués de Prie-go (1518)», publicado en el libro de Estudios dedicadosal profesor don JulioGonzález titulado En la España Medieval, Madrid, 1980, Pp. 345-383. Una visiónde síntesis generalde la cultura de los magnates,enlazandoestasdos bibliote-cas con la de los Estúñigay Pimentel en los años centralesdel XV, se encuen-tra en la ponenciade M. A. LADERO QUESADA y C. QUINTANILLA RASO: «Bibliotecasde la alta noblezacastellanaen el siglo XV”, dentro del coloquio sobrebiblio-tecasmedievalesy modernascelebradoen la Casade Velázquezen noviembrede 1980. En ella se incluye un avancede mi estudio crítico sobreestacolecciónde don Alfonso Pimentel, conde de Benavente.

Estudios en memoriadei Profesor D. Salvador de Moxó, 1. ¡3. C. Al, 1982 (135-146)

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con la de los siglos anterioresy rasgosnuevosy determinadospor lapreocupacióncultural de las cortes reales y señorialesen donde re-siden habitualmentelos magnatesdel XV, si se puedehablar de unacultura caballerescadistinta de la del alto clero, basta qué puntola relación de titulares de grandes señoríos con franciscanosy do-minicos modeló los gustosde los primeros. Centrándoseen los mis-mos títulos y autores proporcionados por las relaciones de libros,habríaque plantearsetambién si éstos son fruto de apetenciasindi-viduales o reflejan ademásuna aceptaciónrelativamente extensaenlas élites culturales de la época. Finalmente, y aunqueesto ya nova a tratarseaquí, habríaque intentar ver el problema de la difusiónde estasobrasy cuál era la consideraciónque tenían para su mismoposeedor.

En cuanto a las dos primeras cuestiones,hay que aclarar, pri-mero, qué se entiende por mentalidades.Si se conciben como taleslos comportamientosinconscientesy de larga duración basados,enúltima instancia, en una realidad social subyacente,habrá que conve-nir en el hecho de que se hallen o no en las distintas bibliotecas no-biliarias obras distintas a las que poseeel alto clero remite a un fe-nómeno cultural y no de mentalidad.Como tal, será tratado al plan-tear la existenciade una cultura caballeresca.

Problemamuy distinto es el de la posibleinfluencia de estabiblio-filia sobre la mentalidad,lo que equivalea ver si en el siglo XV el ta-lante del hombrede letras se concebíacomo una cualidad que debíantener los señoreslaicos y entraba,por tanto, dentro de la imagenquela noblezateníade sí misma. Paraello sevan a tomar aquí como ejem-Pío dos obras que no son tratadosideológicos sobre la nobleza,peroque al trazarlos principalesrasgosbiográficos de algunosde sushom-bres más cualificados nos proporcionanel arquetipo del caballero, através de las actuaciones,actitudeso habilidadesmerecedorasde en-comio o despreciopara el autor, pertenecientea su mismo grupo so-cial: las Generacionesy semblanzas,de Fernán Pérez de Guzmán, ylos Claros varones de Castilla, de Hernando del Pulgar’.

Puesbien, ninguno de los dosescritoresconsideranque la cienciao el amor a las letras sea una cualidad que deban tener los nobles.Indudablemente,el conjunto de sus biografiadosno debíande distin-guirse por su dedicacióna ello, pero es que ni Pérez de Guzmán niPulgar se lo plantean.La condición de «letrado’> es patrimonio de losobispos, por ser los más eximios representantesdel clero y, por eso,sólo se mencionaen ellos, En el primer autor la sabiduríao el títulode doctor, filósofo o teólogo de los preladostiene unaconnotaciónpo-

F. PÉREZ DE GuzMÁN: Generacionesy semblanzas.Madrid, 1953, BAAEE, pá-ginas 697-719; y HernandoDEL PULGAR: Claros varonesde Castilla. Madrid, 1971,Ed. Salvat.

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sitiva y su falta se ve como un defecto.El segundo,que escribe unasdécadasmás tarde y en un momento en que se cuidaba mucho másla formación intelectual y moral del clero, sólo habla de los preladosque destacanen alguna rama de la sabiduría o están instruidos encuestionesde suprofesióneclesiástica.En cambio,los rasgosque enal-tecena los miembrosde la noblezason la antiguedade importanciadesulinaje, el asentamientoinmemorial de ésteen un determinadosolar,las hazañasguerrerasdel personaje’,y, secundariamente,la grandezade su Casay la franquezay liberalidad para con los amigosy vasallos,con la salvedadde que en Pulgarel linaje pasaa segundoplano —pre-sentándosecomo elemento implícito y sobreentendidoen personajestan famosos—para insistir más en la lealtad al rey y en las manifesta-cionesde las virtudes cardinalesen estosnobles>.Lo único que suponeuna leve alusión a las facultadesintelectualesson las referenciasa laagudeza,el ingenio, la discrecióno la sensatezde juicio de los biogra-fiados. Esto explicaque sólo se hable del cultivo de las letras en aque-líos que compaginaronpor igual su actividad guerreracon la traduc-ción de obras clásicaso con la creación de una producción literariapropia, como el cancillerAyala y los marquesesde Santillanay Villena,y, en segundolugar, en los que descollaronpor encimade los demásen su protección a la cultura, como el conde de Haro —fundador dela otragranbiblioteca laica de la época—o el mismo JuanII. E inclusoen este último sus cualidadesculturales aparecencomo superfluasyempeñadaspor la falta de las indispensablesdotes de gobiernoen unmonarca.

Pero, como sucedemuy frecuentemente,también en este caso latransformaciónde las mentalidadesva con retraso con respectoa losusosculturalesdel momento.La bibliofilia de los magnateslaicos tienesus antecedentesen las practicadaspor Alfonso X y sus adláteres>yse extenderásobre todo a partir de los añosfinales del siglo XIV.

En este sentido, me pareceque José Luis ROMERO, en su artículo «FernánPérezde Guzmán y su actitud bistórica”, CHE, núm. 3, 1944, pp. 129-131, sobre-valora la novcdad de las ideas del señorde flatres, Si es verdad que la gloriadeja de tener en él su sentido de recompensaen la otra vida para convertirseen la pervivencia del recuerdo del individuo en las generacionesvenideras,también lo es que su concepción de la actividad intelectual como militanciamoral en orden a proporcionar argumentospara combatir a los herejes o ro-bustecerla fe cristiana no se diferencia mucho de los idealesfeudales típicosdel medievo.

Véasea esterespectoel interesanteartículo de J. L. BERMEJO CABRERO, «Labiografía como género historiogrático en Claros Varones de Castilla», en Cua-demosde Historia, 6. Anexos de la revista Hispania, 1975, Pp. 441-459. Allí des-cribe los principales rasgosque retratan en estaobra la mentalidad de caba-lleros y obispos.

Parala evolución de las bibliotecas medievalesy la aparición de las segla-res en la Baja Edad Media, tanto en la Corona de Aragón como en la de Cas-

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En el reinado de Juan II se encuentranvarias pruebas del incre-mento de esteinterés: la mismaexistenciade las primeras bibliotecaslaicas importantes a cargo de los marquesesde Santillana y Villenay de los condesde Benaventey Haro, y las traduccionesde obras de laantigúedad greco-romanarealizadaspor los citados marqueses,suscriados o religiosos eruditos, como Pablo y Alonso de Cartagena.Nocabeduda de quela personalidadde estesoberano,que «sabiahablary entenderlatin, leia muy bien, placianle mucho libros e historias,oia de buen grado los deciresrimados,e conocia los vicios dellos, ha-bia granplaceren oir palabrasalegrese bien apuntadasaaun el mismolas sabia bien decir»’, contribuyó mucho a la difusión de libros nue-vos. En este campo, su papel más relevanteresideen su afán por latraducción de algunos escritos latinos, fundamentalmentelos de Sé-neca,que tanta influencia iba a tenerluego en el humanismocastellanode los siglos XV y XVI. Y, en ocasiones,la presenciade este autoren las bibliotecas nobiliarias fue posiblegraciasa préstamosdirectosdel ejemplar que tenía el rey s~

Las órdenesde traducir y copiar textos antiguosy bajomedievalesno partieron sólo de JuanII, Santillanay Villena. El ejemplo,por otrosseñores,de letradosde susdominios o de criadosparaestasfuncionesfue también bastantefrecuente: el tercerconde de Benaventecontó,de maneraasidua, con la labor como copista del escribanoy notariode BenaventeManuel Rodríguez de Sevilla’ y con las traduccionesde Pedro de Chinchilla, criado de Pimentel. Esto puedeincluso cons-

tilla, véaseA. CANELLAS: «Bibliotecas medievales hispanas»,en Cuadernosdehistoria 1. Zurita, t. XXXI-XXXII, Zaragoza,1978, pp. 259-268. Quizás sea exce-sivo explicar estasnacientes bibliotecas particularesde la noblezapor mime-tismo de la actitud coleccionista de los monarcas.Aunque este influjo fueramuy fuerte, hay que contar con unas condiciones previas que contribuyen aello, entre las que se encuentranla terminaciónde un estadode guerra conti-nuo cDntra los musulmanes,el creciente poder de la alta nobleza y su progre-s>vo tinte cortesano.

F. PÉREZ DE GUzMÁN: Generacionesy semblanzas.Semblanzade Juan II, Ma-drid, 1953, BAAEE, p. 713,

Inventario General de Manuscritos de la BNM, Madrid, 1959, t. V, núme-ro 1615, pp. 13-14. El segundode los cinco libros de Sénecatraducidos por Al-fonso DE CARTAGENA, titulado Libro de la providencia de Dios, se inicia con estaspalabras. «Aquí comienQael segundolibro de Lucio Aneo Senecaque escriuioa Lucilo, el qual se llama de la prouidenciade Dios, trasladadode latin en len-guade castellanopor mandadodel muy alto rey de Castilla don lohan el segun-do, por endeel prólogofabla con él... » (fol. 73). Uno de los ejemplaresde Sénecade la biblioteca del conde de Benaventees un trasladoque hizo Manuel Rodrí-guez de un ejemplar de este conjunto de traducciones,prestadopor el rey alconde.

La profesión de Manuel Rodríguezse conocepor unas anotacionesal finalde un tratadoque copió por mandatodel conde de Haro en 1450. A. PAZ Y ME-LIA. «La biblioteca del conde de Haro»,RABM, 1900, t. IV, PP. 537-538.

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tatarseentre funcionariosde segundafila y miembros de una noblezamedia al servicio del monarca,como prueba el ejemplar de ValerioMáximo mandadohacerpor el contador Alfonso Gonzálezde León ‘>.

En este comienzodel augede los autoresgreco-romanoses dondehay que situar la biblioteca de don Alfonso de Pimentel, tercer condede Benaventey titular del señoríoentre1440 y 1461. Se conocegraciasaun inventario queno contieneningún tipo de indicacióncronólogica”,pero que se puedeasegurarque es posterior a 1443 12 y debe de tenercomo fecha tope el final del reinadode JuanII. Constade 126 ejempla-res,de los cualesal menosunos28 soncomunes,ademásde a las colec-cionesde Santillanay Haro, a la mayorpartede las bibliotecas monás-ticas y catedralicias.Estassimilitudes se extiendenno sólo al conjuntode los reinos hispánicos,sino también a otros paísesde EuropaOcci-dental, Se hacen notar, sobre todo, en las seis obras sobre la Bi-blia, partede ella o escritosde SanPablo, las 13 de Boecio,San Isidoroy los Padresde la Iglesia —representadosestosúltimos por San Gre-gorio Magno, SanAgustíny SanJuanCrisóstomo—,tres ejemplaresdeSanto Tomás,tres de glosas sobre la SagradaEscritura, las obras delos SantosPadresy la vida de los Santos (la «Margarita SacreEscrip-ture”, de Fray Bernardode Guidón; las «Colacionesde los SantosPa-dres»,de Juan Casiano,y el «Flos Sanctorum”,nombre que usualmen-te recibió en la Edad Media la «LeyendaAurea’>, de Jacobode Vorági-ne>, una enciclopediageneral de conocimiento teológicos, científicosy artísticos («De propietatibusrerum>’, de BartolomeusGlanvilla o An-glicus), un tratadode educaciónpolítica («De regimine principum”, deEgidio Romano) y una obra del ciclo de la historia troyana>‘.

“ Inventario General de Manuscritos de la BMM, t VI, núm. 2208, p. 107.Copia de la historia de Valerio Máximo, hechapor Diego de Lombrana, criadodel contador,y por mandatode éste. Otros muchoslibros traducidos o trasla-dadospor orden de miembros de la noblezao de la familia real o dedicadosaellos pueden rastrearsea través de los nueve tomos de este inventario. Encuanto a las traducciones o copias hechasa instanciasdel marquésde Santi-llana y del conde de Haro puedenverse,ademásde en él, en las ya citadaspu-blicaciones de M. ScHTFE y A, PAZ ‘í MEliÁ.

Fue publicado por primera vez por L. SXEZ en Demostraciónhistórica delverdadero valor de las monedasque corrían en Castilla duran/e el reinado delseñor don Enrique III. Madrid, 1796, pp. 374-379. Actualmente se encuentraenprensami estudio crítico sobre esteinventario.

~ Se conoce esta fecha por l.a versión de La conquista de Troya, de Pedrode ChINCHILLA, que mandó hacerel tercer condede Bcnavente.Actualmenteestelibro, en cuyo prólogo constala fechade su inicio, se halla en la Biblioteca Me-néndezy Pelayo. M. ARTIGAS: Catálogo de los manuscritosde la Biblioteca Mtnéndezy Pelayo. Santander,1930, núm. 326, p. 382.

~‘ Aparte de en catálogosde bibliotecas monásticasy catedraliciashispáni-cas, como el de J. María OCTAvIo DE TOLEDO: Catálogo de la librería del cabil-do toledano, RABM, 1903; E. OLMos CANALDA: Catálogo descriptivo de los có-dices de la catedral de Valencia. Madrid, 1928. 1. GUDIoL: Cataleg deis ¡lib res

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Se trata, en definitiva, de una cultura religiosa basadaen la Bibliay en los escritos patrísticos y, muy secundariamente,en la filosofíaescolásticay en enciclopediasgeneralesdel tipo de las Etimologías.Estasenciclopediastienenen la biblioteca del condede Benaventeunapresentaciónmucho mayor de la que podría sospecharsepor los tí-tulos antes apuntados.Lo mismo ocurre con los otros volúmenesdelfondo tradicional que integran la mayor partede estacolección.

Formalmente se da en todo este grupo un predominio de las glo-sas,en las que se explican términos y pasajesa lectoresmenoserudi-tos y especializados,y de compendiosy recopilaciones,en los que elposeedordel códice ordenabapreviamenterecoger una selección defragmentosespecialmentesignificativos antela dificultad de encontrary pagar a un copista que transcribieraun escrito muy extenso.

El espacioconcedidoa los autoresclásicosgriegosy latinos y a lositalianos del «trecento” es inferior, pero no por ello dejan de jugarun papel considerable.Son 24 obras,de las cuales17 son de historia-dores, filósofos y literatos latinos. Entre ellos, Tito Livio y Sénecaso-bresalen tanto que llegan a ser dos de los autoresmás repetidosentoda la colección (ocho ejemplaresde las Décadaso de parte de ellasy seis tratadosde Sénecao atribuidos a él). En cambio, la presenciade los italianos es mucho menos fuerte y sólo se reitera en el casode Bocaccio.Comoen las otras bibliotecasde los siglos XV y XVI, estefondo humanistaenlazacon el religioso-filosóficode épocasanteriores,con la salvedadde que las colecciones del marqués de Santillanao de personajescoetáneosa los ReyesCatólicos o inmediatamenteposterioresa ellos presentanun mayor númeroy variedadde escritosde esta clase‘~. La causaes la sobresalientededicacióna las letras deSantillana y la multiplicación de ejemplaresexistentesdesdelas dosúltimas décadasdel siglo XV, debido a la apariciónde la imprenta.

También son comunesa otras coleccioneslos autorescastellanosbajomedievales.Se repartenentre tratadosde caráctermoral o sobre

manuscrits anteriors al segleXVIII del Museu Episcopal de Vich. Barcelona,1934; y E. BAYERRT BawroMEu: Los códices medievalesde la catedral de Tortosa.Barcelona, 1962; puedenhallarse también todos estos títulos y autoresreitera-dos constantementeen la guía de síntesisde las bibliotecasbritánicasde N. R.Ku~ titulada Medieval Lib raries of Great Britaín, 2.~ cd., Londres,1974.

“ Ademásde los trabajos de Schiff, Paz y Meliá, Quintanilla Raso y Redondoya aludidos,puedenmostrar la penetracióndel humanismoal lado de la tradi-cional cultura medieval las publicacionessiguientes: E J. SÁNCHEZ CANTÓN: Li-bros, tapices y cuadros que coleccionó Isabel la Católica. Madrid, 1950; E. J.SÁNCHEZ CANTÓN: La biblioteca del marquésde Ceneteiniciada por el cardenalMendoza (1470-1523). Madrid, 1942; Sl. LÓPEZ MARTÍNEZ: «La biblioteca de donLuis de Acuña en 1496”, en Hispania, t. XX, 1960, Pp. 81-110; y T. MARÍN MAR-

TINEZ: «La biblioteca dcl obispo Juan Bernal Díaz de Luco (1495-1556)”y «Labiblioteca.- - Lista de autoresy obras’,, en Hispania Sacra, t. V, 1952, pp. 262-326,y U VII, 1954, pp. 47-84, respectivamente.

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la caballeríay, muy en segundoplano, los de caráctermitológico y hu-manístico,como «Los trabajos de Hércules»,de Villena. Sin embargo,es mucho más considerablela cantidad de recopilacionesjurídicas delos reinadosde Alfonso X y Alfonso XI y, sobre todo, las crónicas his-tóricas.El gustopor la historia en el siglo XV es muy grandeentre losnobles: las crónicasy las historias latinas satisfacensu interéspor losrelatos guerrerosde tiempos pasadosy lo combinan con la utilidaddidáctica que extraende los distintos razonamientosde cadahistoria-dor, para explicar la causaúltima de los hechos,y los argumentosdelos caudillos en sus arengaspreviasa la batalla», ya que unosy otrosequivalían para ellos a una suerte de consideracionesfilosóficas queenseñabanlas actuacionespositivas de palabray obra, de las que po-dían tomar ejemplo, y las negativas,que debíanevitar. En las crónicaspropiamentecastellanasseunen aquellasquearrancandel paraísoo delos primeros pobladoresde España,y terminan en algún períodobíbli-co o en las hazañasde algún rey castellanomás o menos próximo,con las narracionespor reinadosde López de Ayala. Las primerascon-tienen una mezcla de elementosbíblicos, legendarios,geográficos ehistóricos que las asemejaparcialmentea esasenciclopediasgeneralesantes citadas. Indudablemente,fueron mucho más numerosasen laEdad Media que lo que hacenpensarlos textos conservadosy dentrode ellas cabeincluir la «Grandee General Estoria’>, de Alfonso X elSabio, e incluso su «Primera crónica general», que incluye poemasépicosprosificados. La segundaestáabundantementerepresentadaenla Biblioteca del conde de Benavente.

Las narracionespor reinados,cuyo mejor exponenteson las de Ló-pez de Ayala, conteníanademásel aliciente para los Grandesde reco-ger las hazañasde los antecesoresdel linaje o de otros linajes empa-rentadoscon el suyo o con los que manteníanespecialesrelaciones.De la mano de los magnates,el gustopor la historia se extenderáa lapequeñanobleza, a los burguesesenriquecidos y al ambiguo gruposocial de los que practicabanla profesiónde letradosy otras activida-des liberales><.

Frentea estasconcomitancias,la colección de don Alfonso de Pi-mentel ofrece también grandesdiferenciascon otras bibliotecas.Las

» Precisamenteuno de los títulos de la bibliotecadel condede BenaventesedenominabaArengase propusi§ionese Abtos, y constituía un extractoescogidode las Décadasde Tito Livio.

>< Son muy ilustrativos sobre la difusión de la historia a grupos de menorposición socio-económicalos ejemplos puestospor C. Batíle en su ponencia«Las bibliotecas de los ciudadanosde Barcelona en el siglo XV”, en el volumenLivre et lecture en Espagneet en France sous l’ancien régime. Collo que de laCasa de Velázquez.Paris, 1981, pp. 15-35, publicado recientemente,despuésderedactadoesteartículo.

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principales son la aportación de Raimundo Lulio y los libros sobrejuegos,cazay ciencia aplicadas,gramáticay geometría.

La aparición de Raimundo Lulio no es en sí misma insólita, puespor esos años sus escritos se enscuentrantambién en manos de sim-ples particulares>~. Pero lo que sí es sorprendentees la cantidad: diezcopias,repartidasentreel «Blanquerna»,fragmentosde él y otrasobrasmísticas y científicas. Esta abundancia,unida a la introducción porlos franciscanosen Castilla de otros tratados místicos europeos deíndole semejantea los de Lulio, ha hecho pensar a Giovanni MaríaBertini quefue un franciscanoquien dirigió las adquisicionesdel condeen esteaspecto~, No hay ninguna prueba documentalde estainfluen-cia, pero tampoco se debe descartarque existiera: la ligazón de loscondesde Benaventecon el monasteriode San Franciscode su villacondal fue simpre muy estrecha.Tiene su exponenteprincipal en lasrepetidasactuacionesde los monjescomo hombresde confianzade losPimentel y en la elección por éstos de su sepultura en el convento.Durante el mandatode don Alfonso hay constanciade especialesman-das testamentarias>’y su hijo y sucesor,don Rodrigo, entregacanti-dadesespecificaspara la compra de pergaminosdestinadosa la con-fección de libros del monasterio,motivo que no apareceen ninguna

10de las dádivas del señorde Benaventeotorgadasa otros conventos -

Porotro lado, se hallan también en estabiblioteca autoresdirectamen-te franciscanos,cuya presenciapodría debersea esta posible influen-cia de la orden. El caso más representativoes el de Juan de Gales,doctor en teología en París a partir de 1276, que no se encuentraenninguna otra biblioteca laica hispánicade los siglos XV y XVI.

Aunque los tratadospolíticos y la gramática tienen su origen encorrientes derivadasde la escolástica,lo más importante del conjunto

Además de en la biblioteca del marqués de Santillana, se encuentranva-nos títulos suyos en las donacioneshechas al monasterio de Guadalupeentre1445 y 1451. C. BEAUSOUAN. «La bibliothéque et l’école médicale du monastérede Guadalupeá laube de la Renaissance”,publicado dentro del colectivo Mé-decine Humaineet vétérinaire á la fin du Moyen Age. Genéve-Paris,1966.

>~ C. M. BERTíNJ. «Lo libre de Arnic e Arnat di RamonLlulí”, en Bulletin Mis-penique,Burdeos, t. XLI, abril-junio de 1939, núm. 2, y especialmente pp. 119-121.

>‘ En el testamentode esteconde,dcl 10 de mayo de 1455, el legadohechoal monasteriode San Franciscosigueen importanciaa los de la condesay sushijos: cien mil maravedíspor deudasderivadasde los gastos de su enterra-miento y el de sus antecesoresallí y cincuenta mil anualespara obraspiado-sas, Y, al lado de dos funcionarios de la Casa,figuran como testigos testamen-tarios varios frailes de este monasterio.AHN, Osuna,Leg. 516, núm. S><.

» Cuentasde Juande Benavente,tesorerodel condedon Rodrigo,en 1499: «Alpadre guardián del monesteriode San Franciscodestavilla de Benauente,porcarta del conde fecha a 10 de junio de 1499 años,3000 maravedíspara los com-prar de pergaminospara hazer libros para el dicho monesterio».AHN, Osuna,Leg. 418, núm. 1>.

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dedicado al ocio de los caballerosy a los tratadoscientíficos procededel legadode Alfonso X y de las traduccionesdel árabeque se hicieronen su época.Llama la atención la presenciade libros de agricultura,que viene a desmentirparcialmente,a pesarde quesólo anivel teórico,que los nobles vivieran completamentedespreocupadosdel mundoagrario sobre el que se asentabasu poder. Y supera con mucho enesteaspectoa las otras bibliotecas conocidasde los magnates.En lasde finales del XV y principios del XVI se difumina ademásla herenciaalfonsí y es sustituida por una mayor diversificación de estos temascientíficos, escritospor autoresgreco-latinosy del humanismoitaliano.

Los que conciernenal gobiernoy al papel de la nobleza,la caza, elajedrez y la crianza del caballo son los que aparentementereflejanmás las formas de vida nobiliarias. Sin embargo,en otras coleccionesfalta totalmente la albeytería o hipiatria, y sólo en encuentranloslibros de ajedrez, montería, y el «De regimine principum’> como obrapolítica. Y aún los tratadosde estetipo estánausentesde muchasdeellas, en ocasionesexiste un solo ejemplarde cazao ajedrezy siempreen un número mucho más escasoque aquí. Por otra parte, y comoya se ha visto al hablar del libro de Egidio Romano, su presencia

2>se hacenotar en toda clasede bibliotecas y no sólo en las laicas¿A qué puededeberseel que las bibliotecasde los miembros de la

noblezano reflejan, más queen casosaisladoscomo estede Benaven-te, algunasde las actividadesmás habitualesde su prupo?¿Puedede-ducirse de ello que estas formas de vida nobiliarias no estabantangeneralizadascomo usualmentese cree? Más bien cabeplantearsesino habría en esta época una distinta consideraciónde estos temasy de los pertenecientesal conocimiento especulativoo científico decaraa su recogidapor escrito: la caza,como la guerra y otras ocupa-

21 Así, las obras de ajedrezestánrecogidastambiénen los inventariosde la

catedral de Valencia, en el de los fondos del conde de Haro y del tercer duquede Béjar y en Pos libros del bachiller Fernandode Rojas. Sobre esteúltimo,véaseE. DEI, VAL[,E LER5UNDI.- «Testamentode Fernandode Rojas», en Revistade Filología Española,t. XVI, 1929, Pp. 381-388, Los libros de monteríay cetre-ría los poseíasólo el tercer duquede Béjar y la reina Católica.

De la presenciadel De Regimineprincipum ya se ha hablado a propósitodel tradicional fondo medievaly su frecuencia en las bibliotecas eclesiásticas,Por ello me limitaré ahora a señalar su aparición vn bibliotecas de caballerosy obispos del siglo XV y XVI. Entre los primeroshay que subrayarlas colec-cionesdel conde de Haro, los marquesesde Santillana y Priego y la de don Al-varo de Zúñiga en 1452, Esta del primer duque de Béjar ha sido enumeradapor L. Sites: Demostraciónhistórica del verdadero valor de las monedasquecorrían en Castilla durante el reinado del señor don Enrique III, Madrid, 1796,p. 374. Entre las obispales,y por las especialescualidadesde sus poseedores,sólo citaré la del obispo don Luis de Acuña y la de Alvar García SantaMaría,que recogeR. BEER en HandschiftenschátzeSpaniens,2.’ ed., Amsterdam,1970,pp. 116-117.

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144 Isabel Beceiro ¡‘ita

ciones del caballero, teníanun aprendizajepráctico, que se transmitíade generaciónen generacióny, por tanto, conseguirpara una biblio-teca particular una colección escrita de sus reglas era secundarioomediadosdel siglo XV, épocaen la que un nuevo ejemplar sólo podíaobtenersemedianteel préstamode un manuscrito anterior de la mis-ma obra y el pago a un copista. En los primeros tiempos de la im-prenta la situación tampoco cambia sustancialmente,debido a la ca-restíay escasezde los incunables.En cuantoa los tratadosde gobier-no y las concepcionessobre la organización de la sociedad,son losque más frecuentementese constatan,dentro de estegrupo, lo mismoen bibliotecas laicas que en eclesiásticas,ya que conciernena ambostipos de señores.

Cabededucir de estafalta de libros específicosque en el períodoque abarca todo el siglo XV y la primera mitad del XVI no hay unadiferencia radical entre la cultura caballerescay la clerical, sino unaspeculiaridadespropias de cada grupo dentro de la misma cultura do-minante. Dentro del bloque común de predominio de la tradición fi-losófico-religiosade origenbíblico a la quese incorpora el pensamientoy la literatura greco-latina,a la vez que se inicia el augede los tratadospuramentecientíficos, las bibliotecas de cabildos,canónigosy obisposahondan, en lineas generales,en la línea de una especializaciónjurí-dico-piadosa,Son,por decirlo así, unasbibliotecasprofesionalesen lasque predominalo religioso y todo lo que ello comporta.

Puedehablarse también de una cultura caballeresca,a condiciónde entenderlacomo unosprincipios y tendenciasgeneralesextremada-mente fluidos. En este sentido, se puedeaceptar,a grandesrasgos, loestablecido por Bresc para Sicilia, aunque dejando a un lado, porsupuesto,la proporción entrelas distintas materias:«las novelas(cincoejemplares),la historia (cuatroo cinco obras al menos),la poesíaitalia-na (cuatro o cinco obras) concuerdanadmirablementecon una culturadesinteresada,vuelta hacia los ejemplosde un pasadonovelescoe idea-lizado; el gustopor la poesía,que se extiendea la poesíalatina (llora-do), el gusto también por las disertacionesmorales...,hacen una cul-tura equilibrada donde se unen, como en el sueño medieval de las

- 22«Epístolasde Sénecao San Pablo»,las corrientesestoicay cristiana’> -

Tomandocomo pautalas bibliotecasde los condesde BenaventeyHaro, quizá habría que elevar, para mediados del siglo XV, el papelde la historia y las disertacionesmorales,colocarla poesíaépica latinaen lugar de la lírica y cambiar el punto de referenciade esepasadoidealizado, por un presentepujante a nivel económico y social, peroen el que la actividad bélica exterior de los siglos pasadosde la con-quista contra los musulmaneses sustituida por el refinamiento corte-

H. BRESt: Livre et sociétéen Sicile (1229-1499). Palermo, 1971, pp. 102-103.

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La Biblioteca del condede Benaventea mediadosdel siglo XV... 145

sano, la artificiosidad y las intrigas políticasy luchasciviles intestinas.Igualmente para los períodos posterioreshabría que hacer nuevasprecisionesy matizaciones.Pero sólo cuando salgana la luz más bi-bliotecasde los Grandesy serecojan a nivel local y comarcal las men-ciones de ejemplarespertenecientesa hidalgosy a otros estratosinfe-riores sepodránprecisar,sobrebasesdocumentalesmedianamentef ir-mes, las característicasespecíficasde la cultura caballerescacastellana,su gradaciónentre los distintos estratosde la noblezay su evoluciónen ciclos cronológicoscortos dentro de esagranetapade siglo y medioque aquí se ha señalado.

Isabel BECEIRO PITA(Universidadde Valladolid)