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La arquitectura subterránea o excavada —viviendas subterráneas, casas-cueva, silos de quintería, silos de cereal, bodegas, pozos de la nieve— constituye uno de los tipos más extendidos de la arquitectura popular es- pañola. Los factores naturales exigen una adaptación de las construcciones al medio, no sólo en cuanto a los condicionantes climáticos se refiere sino incluso en la utilización de materiales constructivos y en las técnicas empleadas, que dependen de la disponibilidad en el en- torno de aquéllos y de la capacidad de los usuarios- constructores para trabajarlos. Lo riguroso del clima, en cuanto a las oscilaciones térmicas se refiere —tanto diarias como anuales—, denotan la importancia que la inercia térmica va a tener en el acondicionamiento de las construcciones, siendo la arquitectura subterránea su máximo exponente. Esta comunicación expone y re- sume la investigación sobre los mecanismos bioclimá- ticos de las arquitecturas populares españolas (y, en concreto, sobre la arquitectura subterránea) que la Fun- dación Diego de Sagredo está desarrollando. 1 Este estudio tiene por objetivo ofrecer un análisis sistemático de la arquitectura popular excavada en el valle del Bajo Tajuña y alrededores a nivel tipológi- co y constructivo, valorando los mecanismos biocli- máticos de las cuevas para demostrar su eficiencia energética y su grado de acondicionamiento frente al medio exterior. Por otra parte, es necesario elaborar un inventario de las cuevas existentes para evaluar el estado de uso y conservación de esta arquitectura que permita plantear futuras actuaciones, de conserva- ción o de puesta en uso de este patrimonio vernáculo. La investigación está siguiendo un proceso meto- dológico basado en la combinación de la recopilación y estudio de las fuentes documentales con el inventa- riado y toma de información gráfica sobre las cuevas. Se cuenta con la información de los propios habitan- tes, ayuntamientos, cartografía comarcal, catastral o de sistemas de información geográfica en los que se pueda comparar vuelos fotogramétricos de distintas fechas (desde 1946 hasta la actualidad) para comparar el estado de uso y paulatina desaparición de las cue- vas como viviendas desde mediados del siglo XX. Sin embargo, la parte más importante de la investi- gación se está realizando in situ, en el contacto direc- to de los edificios mediante un trabajo de campo or- ganizado. Primero se han localizado los barrios cueveros dentro de cada localidad para realizar un le- vantamiento gráfico apoyado de reportajes fotográfi- cos. Cada una de las cuevas queda documentada me- diante fichas organizadas. Del material acumulado se lleva a cabo un análisis pormenorizado de las carac- terísticas constructivas y tipológicas, así como del comportamiento bioclimático. ESTADO DOCUMENTAL: LOS ESTUDIOS SOBRE LAS CUEVAS DEL TERRITORIO MADRILEÑO A pesar de la cercanía a la ciudad de Madrid, los asentamientos cueveros en el Bajo Tajuña no han sido estudiados como sería de esperar. Existen nume- rosas publicaciones y estudios sobre la arquitectura La arquitectura popular excavada: técnicas constructivas y mecanismos bioclimáticos (el caso de las casas-cueva del valle del Tajuña en Madrid) Ignacio Javier Gil Crespo María del Mar Barbero Barrera Luis Maldonado Ramos Javier de Cárdenas y Chávarri

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La arquitectura subterránea o excavada —viviendassubterráneas, casas-cueva, silos de quintería, silos decereal, bodegas, pozos de la nieve— constituye uno delos tipos más extendidos de la arquitectura popular es-pañola. Los factores naturales exigen una adaptaciónde las construcciones al medio, no sólo en cuanto a loscondicionantes climáticos se refiere sino incluso en lautilización de materiales constructivos y en las técnicasempleadas, que dependen de la disponibilidad en el en-torno de aquéllos y de la capacidad de los usuarios-constructores para trabajarlos. Lo riguroso del clima,en cuanto a las oscilaciones térmicas se refiere —tantodiarias como anuales—, denotan la importancia que lainercia térmica va a tener en el acondicionamiento delas construcciones, siendo la arquitectura subterráneasu máximo exponente. Esta comunicación expone y re-sume la investigación sobre los mecanismos bioclimá-ticos de las arquitecturas populares españolas (y, enconcreto, sobre la arquitectura subterránea) que la Fun-dación Diego de Sagredo está desarrollando.1

Este estudio tiene por objetivo ofrecer un análisissistemático de la arquitectura popular excavada en elvalle del Bajo Tajuña y alrededores a nivel tipológi-co y constructivo, valorando los mecanismos biocli-máticos de las cuevas para demostrar su eficienciaenergética y su grado de acondicionamiento frente almedio exterior. Por otra parte, es necesario elaborarun inventario de las cuevas existentes para evaluar elestado de uso y conservación de esta arquitectura quepermita plantear futuras actuaciones, de conserva-ción o de puesta en uso de este patrimonio vernáculo.

La investigación está siguiendo un proceso meto-dológico basado en la combinación de la recopilacióny estudio de las fuentes documentales con el inventa-riado y toma de información gráfica sobre las cuevas.Se cuenta con la información de los propios habitan-tes, ayuntamientos, cartografía comarcal, catastral ode sistemas de información geográfica en los que sepueda comparar vuelos fotogramétricos de distintasfechas (desde 1946 hasta la actualidad) para compararel estado de uso y paulatina desaparición de las cue-vas como viviendas desde mediados del siglo XX.

Sin embargo, la parte más importante de la investi-gación se está realizando in situ, en el contacto direc-to de los edificios mediante un trabajo de campo or-ganizado. Primero se han localizado los barrioscueveros dentro de cada localidad para realizar un le-vantamiento gráfico apoyado de reportajes fotográfi-cos. Cada una de las cuevas queda documentada me-diante fichas organizadas. Del material acumulado selleva a cabo un análisis pormenorizado de las carac-terísticas constructivas y tipológicas, así como delcomportamiento bioclimático.

ESTADO DOCUMENTAL: LOS ESTUDIOS SOBRE LAS

CUEVAS DEL TERRITORIO MADRILEÑO

A pesar de la cercanía a la ciudad de Madrid, losasentamientos cueveros en el Bajo Tajuña no hansido estudiados como sería de esperar. Existen nume-rosas publicaciones y estudios sobre la arquitectura

La arquitectura popular excavada: técnicas constructivas y mecanismos bioclimáticos

(el caso de las casas-cueva del valle del Tajuña en Madrid)

Ignacio Javier Gil CrespoMaría del Mar Barbero Barrera

Luis Maldonado RamosJavier de Cárdenas y Chávarri

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Administrador
Texto escrito a máquina
Actas del Sexto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Valencia, 21-24 octubre 2009, eds. S. Huerta, R. Marín, R. Soler, A. Zaragozá. Madrid: Instituto Juan de Herrera, 2009
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subterránea en general y por estudios locales en otrascomarcas españolas. Sin embargo, las cuevas madri-leñas como arquitectura popular han pasado casi de-sapercibidas. Por su parte, los compendios clásicosde arquitectura popular recogen algunos ejemplos, sibien tratan este tipo arquitectónico de una manera, enalgunos casos, superficial.2

Entre los diversos artículos que escribió Gonzalo deCárdenas y Rodríguez en la revista Reconstrucción so-bre la arquitectura popular española hay uno dedicadoa las cuevas, siendo el primero en estudiarlas de unamanera monográfica acompañando el artículo con di-versas plantas y secciones levantadas por él (Cárdenasy Rodríguez 1941, 30–36).3 La importancia de este ar-tículo, que no ha sido citado hasta ahora en ninguno delos estudios contemplados, radica en que se escribe enun momento en que se había producido un resurgi-miento del tipo —«tipo de vivienda actual, que no so-lamente ha subsistido, sino que se sigue construyendoen nuestros días»— por las circunstancias socioeconó-micas de la posguerra española. El autor documentavarias cuevas para ilustrar el artículo, y entre ellas seencuentra sencilla vivienda de bracero en Titulcia (Ma-drid). Gonzalo de Cárdenas nos insta a «volver los ojoshacia esas viviendas que constituyen uno de los expo-nentes más característicos de nuestra arquitectura po-pular» frente al tratamiento marginal que ha sufridopor parte de estudiosos, arquitectos y administraciones.

En 1947, Demetrio Ramos realiza un exhaustivoestudio sobre la geografía del Bajo Tajuña, dedican-do una especial atención a las cuevas. Tras describiry analizar el medio físico y geográfico del bajo Taju-ña, pasa a estudiar la geografía humana de sus habi-tantes, dedicando una importante extensión a la vi-vienda y, en concreto, a la cueva habitada. Esteestudio es de especial importancia, ya que contabili-za y sitúa las cuevas en sus barrios en el momento desu mayor apogeo. Además, realiza un análisis formaly constructivo de las cuevas estableciendo unos tiposde denominación propia.

Heredero del anterior y con los datos actualizadoses el estudio de Mª Dolores Sandoval León y LuisaBartolomé Tejedor (1991), con el que pretendían«mostrar la situación precaria y crítica del hábitat encuevas en la ribera del Tajuña, así como ofrecer unmaterial actualizado y de primera mano que contribu-ya a un mayor conocimiento de este tipo de vivien-das». Este artículo tiene gran importancia porque, ade-más de tratar someramente los aspectos tipológicos y

constructivos, ofrece datos recogidos in situ por mediode entrevistas en los ayuntamientos y con los habitan-tes de las cuevas. Sin embargo, el artículo sólo atiendea los pueblos regados directamente por el Tajuña: Ca-rabaña, Morata de Tajuña, Perales de Tajuña, Tielmesy Titulcia, además de Fuentidueña de Tajo. No con-templa, por tanto, los pueblos de Valdearacete, Valde-laguna, Chinchón, Valdilecha, Brea de Tajo, Estreme-ra, Villamanrique de Tajo o Ciempozuelos en los quetambién se ha desarrollado la arquitectura excavada.

En el libro Arquitectura construida con tierra enla Comunidad de Madrid se documentan una vivien-da con bodega subterránea en Valdelaguna y cuatroviviendas enterradas en Morata de Tajuña (Maldona-do Ramos 1999, 73–82 y 101–109).

En la vasta obra Arquitectura y desarrollo urbano.Comunidad de Madrid (VVAA 2004) no están in-cluidos todos los municipios de la Comunidad deMadrid, pero a los efectos de la presente comunica-ción es una fuente muy interesante porque se estudiael desarrollo urbano a lo largo de la historia y las ar-quitecturas singulares de Ciempozuelos, Chinchón,Morata de Tajuña, Perales de Tajuña, Tielmes, Titul-cia, Valdelaguna y Villamanrique de Tajo, desarro-llando el tipo de vivienda-cueva en cada uno deellos. Así mismo, la importancia de esta obra radicaen la extensa bibliografía que maneja.

En la reciente publicación de Rodríguez Ariza(2008, 102–108) se atiende superficialmente al fenó-meno cuevero madrileño, citando apenas algunos delos municipios donde se conservan.

En este contexto, recogemos el testigo con la inten-ción de realizar un análisis crítico de los estudios reali-zados hasta la actualidad sobre la arquitectura popularexcavada en la Comunidad de Madrid completandolas lagunas que en su conocimiento tipológico, cons-tructivo y de funcionamiento bioclimático aún quedan.Precisamente este último aspecto es el que nos parecemás relevante, ya que permite enlazar la tradición per-dida con la modernidad arquitectónica. En diciembrede 2008 se presentó en el Primer Congreso «MedioAmbiente Construido y Desarrollo Sustentable» cele-brado en La Habana (Cuba) la comunicación «Soste-nibilidad y mecanismos bioclimáticos de la arquitectu-ra vernácula española: el caso de las construccionessubterráneas» (Cárdenas y Chávarri, Maldonado Ra-mos, Barbero Barrera y Gil Crespo 2008), parte de lacual se reproduce aquí. En esta comunicación se ofre-ció una visión general sobre el fenómeno de la arqui-

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tectura excavada en España, relacionando su ubica-ción con los condicionantes del suelo y del clima.4

EL MEDIO NATURAL: EL SURESTE MADRILEÑO

Los casos de arquitectura subterránea en la comuni-dad de Madrid se han desarrollado únicamente en elárea suroriental de la región, alrededor del valle del

río Tajuña. La delimitación del área de estudio com-prende además de las localidades madrileñas regadaspor dicho río (Carabaña, Tielmes, Perales de Tajuña,Morata de Tajuña y Titulcia) los pueblos de Valdile-cha, Valdelaguna, Chinchón, Valdearacete, Brea deTajo, Estremera, Fuentidueña de Tajo y Villamanri-que de Tajo, si bien estos tres últimos se encuentranen la cuenca del Tajo, además de Ciempozuelos, enla vega del Jarama.

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Figura 1Delimitación del ámbito de estudio

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El río Tajuña, que nace en los páramos alcarreños(Guadalajara), recorre 225 km hasta desembocar enel Jarama a los pies del Cerrón de Titulcia, habiendorecorrido sus últimos 56 km por la Comunidad deMadrid. En su discurrir, y a pesar de su parco cursode agua, ha abierto una angosta vega por un escarpa-do valle a medida que ha horadado los páramos omesetas circundantes. Esta zona se encuentra dentrode la unidad paisajística de los páramos y cerros delsureste. Es «un relieve de planos horizontales escalo-nados, separados por escarpes cortos, pero a vecespronunciados, que son la consecuencia del aflora-miento de hiladas horizontales de rocas resistentescalcáreo-yesíferas» (Equipo de trabajo del Departa-mento de Geografía de la UAM 1992, 14). Estos pá-ramos limitan al norte por el Henares y al sur por elTajo, quedando divididos por el Tajuña. Hacia eloeste, y debido a la erosión de la red hidrográfica, sevan degradando en mesas, cerros y llanuras residua-les. «Topográficamente se diferencian los páramosculminantes de Campo Real, Villarejo de Salvanés oColmenar de Oreja, situados entre los 900–750 m dealtitud, y los valles del Tajuña y Tajo, de fondos pla-nos y laderas de cortados verticales (Perales de Taju-ña, Arganda, Aranjuez), lugares de asentamientosprehistóricos y cuevas trogloditas» (Fernández Gar-cía 2008, 47–67).

Se trata de una antigua superficie de estratos cali-zos y yesíferos del Mioceno con escarpes de yesos ymargas yesíferas del Terciario reelaborada por proce-sos cársticos y fluviales. En el lecho del río hay de-pósitos de arenas del Cuaternario. Estos potentes es-carpes de formación yesífera del Terciario Inferiorlimitan los valles del Jarama y Tajuña, así como delos arroyos y ríos afluentes, y en algunas zonas al-canzan desniveles de 80–100 metros, llegando hastalos 150 m de profundidad (Equipo de trabajo del De-partamento de Geografía de la UAM 1992, 14).

La altura media de la Meseta Central, el freno quesupone la cordillera central a las invasiones de aires frí-os del N-NO y la red hidrográfica, que aporta humedady canaliza los vientos (principalmente la cuenca delTajo), son los factores geográficos que influyen sobreel clima local del territorio madrileño (Navajas 1983,73–81). En concreto, estas comarcas del sureste estánafectas por un clima mediterráneo continentalizado, esdecir, que se produce una importante oscilación térmi-ca tanto diaria como anual: los veranos son secos y ca-lurosos y los inviernos fríos. La temperatura media má-

xima se produce en julio (23,7º C), con máximos querondan los 40º C diurnos y con saltos térmicos diariosmedios de entre 15 y 18º C, ya que las temperaturasnocturnas son más frescas: del orden de 18–20º C. Porel contrario, la temperatura media mínima se da en di-ciembre y enero (5,5º C) registrándose heladas entreoctubre y principios de junio. La oscilación máximaanual puede superar en alguna ocasión los 40º C. Estascomarcas son las que registran los mínimos de precipita-ciones dentro del ámbito de la Comunidad.5 Las preci-pitaciones se producen entre octubre y marzo y depen-den en gran medida de la componente de los vientos.No obstante, predomina un tiempo estable el 60% delaño (Equipo de trabajo del Departamento de Geografíade la UAM 1992, 16–25). La humedad relativa tam-bién sufre importantes oscilaciones tanto diarias comoanuales y varía entre el 30 y el 80%. Sin embargo, ydebido al encajonamiento del valle del Tajuña, se pro-duce un clima local por la mayor presencia de hume-dad (por la vegetación y el río) y la acumulación deaire frío por vientos catabáticos (Fariña Tojo 1998,125). Hay, por lo tanto, mayor probabilidad de nieblaspor estas dos condiciones (humedad y bajas temperatu-ras). Los vientos dominantes son los del suroeste —ca-nalizados por las cuencas de los ríos— y norte, de loscuales el valle queda protegido.6

DESARROLLO HISTÓRICO DE LA CASA-CUEVA

MADRILEÑA

La utilización de cuevas excavadas artificialmentecomo vivienda de los grupos humanos se remonta ala antigüedad. En efecto, el Valle del Tajuña madri-leño es rico en vestigios de cuevas prehistóricas ex-cavadas en los escarpes yesíferos, siendo las más co-nocidas aquéllas del Risco de las Cuevas en eltérmino municipal de Perales de Tajuña.7 Este hábitatfue sucesivamente adoptado por los pueblos coloni-zadores (visigodosy musulmanes).8 Fue en la EdadMedia, tras la reconquista de Toledo por parte de Al-fonso VI, cuando se emprende la repoblación de losterritorios entre la Cordillera Central y el río Tajo du-rante la primera mitad del siglo XII (1118–1157), yse hizo efectiva con gentes provenientes de Segovia,así como moriscos que permanecieron y se asentaronen casas-cueva en los arrabales de los pueblos, reco-giendo y asumiendo de nuevo una tradición construc-tiva local que había permanecido vigente desde la

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época prerromana.9 Es en este momento cuando sevan estableciendo los actuales tejidos urbanos y defi-niéndose los barrios de las cuevas.

La edad de oro de la casa-cueva española se de-sarrolla desde el siglo XVIII hasta mediados del XX(Seijo Alonso 1973, 71–76). Por los datos estadísti-cos del Diccionario de Madoz (1848) sabemos queCarabaña tenía a mediados del siglo XIX «unas 300casas y 60 cuevas o bóveda de tierra», Fuentidueñade Tajo «85 casas y 45 cuevas habitables», Moratade Tajuña «unas 400 casas de dos pisos en lo generaly de mediana construcción, 150 cuebas (sic)», Tiel-mes «112 casas, con 20 cuevas, en las que habitanotros tantos vecinos» y Valdearacete «280 casas, deinferior construcción en su mayor parte, y 45 cue-vas». Así mismo, Chinchón contaba con «984 casascasi todas de dos pisos y entre ellas bastantes muycapaces, de buena habitación alta y baja, grandes la-gares con embaldosados de tierra, vigas, extensas bo-degas y cuevas subterráneas, para la conservación devinos».

Este número creció considerablemente, ya quedespués de la Guerra Civil Española, numerosas fa-milias hubieron de retomar la cueva como viviendaante la imposibilidad de reconstruir sus casas arrasa-das durante la contienda. Así, Demetrio Ramos(1947, 130–131) menciona hasta 120 cuevas en Ca-rabaña, 235 en Tielmes, 93 en Perales de Tajuña, 149en Morata de Tajuña y 71 en Titulcia. Es precisa-mente esta época la de mayor y último esplendor deldesarrollo de la cueva excavada como vivienda. Du-rante la Guerra, el valle del Tajuña se encontró en elfrente de batalla y sufrió una gran destrucción del pa-trimonio edilicio, principalmente entre Perales y Ti-tulcia. En la posguerra, quienes habían perdido sucasa así como la nueva mano de obra que acudió alas nuevas fábricas y campañas agrícolas se estable-cieron en la vivienda más barata posible (al no nece-sitarse ningún material para su construcción más queel propio suelo) y de más ruda y sencilla construc-ción: la cueva.

El abandono de la casa-cueva se ha producido enparalelo al abandono de la arquitectura popular espa-ñola en su conjunto y se ha debido al cambio en losmodelos sociales y económicos de los grupos que lahabitaban a partir de la segunda mitad del siglo XX,cambio potenciado por la mecanización del trabajoagrícola y la emigración a los grandes centros urba-nos. «La clásica emigración de las zonas agrícolas de

no alto rendimiento se ve agravada en los pueblos dela provincia de Madrid por la proximidad de la capi-tal ... La incorporación de mejoras en la explotaciónaumenta, en cierta medida, la productividad, pero fueen detrimento de la mano de obra agrícola» (Navajas1983, 259). Precisamente, esta mano de obra agrícolaera la que en mayor número habitaba las casas cueva,por lo que fueron las primeras viviendas en ser aban-donadas. La arquitectura subterránea se ha visto de-nigrada en un grado mayor ya que «razones de pres-tigio social han hecho que en la actualidad lainmensa mayoría estén abandonadas y amenazandoruina» (Navajas 1983, 173). En contraste con las ci-fras de Madoz (1848) y Ramos (1947), Mª DoloresSandoval y Luisa Bartolomé censaron, en 1991, 42cuevas en Tielmes, 30 en Perales, 40 en Morata, 44en Titulcia, desconociendo el dato de Carabaña (San-doval y Bartolomé 1991, 310).

LOS BARRIOS CUEVEROS

Las poblaciones de la comarca objeto del presente es-tudio son compactas, en las que no hay apenas edifi-caciones dispersas,10 y se apiñan en laderas y cerrosorientados a mediodía, así como en el borde de lospáramos (en «balcón»), evitando edificar en el lechohorizontal del valle con el fin de obtener el máximorendimiento y aprovechamiento agrícola. Cuando elvalle es profundo, son núcleos alargados fruto de esteasentamiento a media ladera. Las calles paralelas alrío son horizontales y largas ya que siguen la curva denivel. Por el contrario, las calles transversales, máscortas, siguen la pendiente de la ladera y aprovechanlas vaguadas. Por el contrario, al abrirse el valle, laspoblaciones han desarrollado una trama urbana queadquiere un carácter central; el pueblo se desarrollaalrededor de un núcleo que suele ser la iglesia o laplaza o de un viario principal. En cualquier caso,siempre se reserva el mejor suelo para el cultivo: lapoblación se aparta y se arrima a las laderas septen-trionales (con orientación sur, por tanto) del vallepara facilitar así mismo el soleamiento de las casas.

Las cuevas suelen encontrarse segregadas del teji-do urbano central, a las afueras del pueblo, coloni-zando cerros y laderas y formando barrios y arraba-les.11 Esta separación responde a razones tanto deíndole social —Caro Baroja (1946 [1981], 2:275–276) apuntaba que en las casas-cueva habitaban

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«gentes pobres o que se hallan un poco al margen dela sociedad»— como por motivos constructivos quetienen que ver con las características geológicas delterreno. Como hemos visto, los suelos de las laderasde los escarpes y los cerros son calizos y yesíferosidóneos para la excavación, mientras que el lecho delvalle está formado por depósitos sedimentarios arci-llosos y arenosos menos consistentes.

TIPOLOGÍA DE LA CASA-CUEVA MADRILEÑA

En los pueblos del sureste madrileño se ha desarro-llado la casa-cueva en asentamientos en ladera, dependiente sensiblemente abrupta. Hay dos tipos bá-sicos: «primero, calles que unen a media ladera, si-guiendo las líneas de nivel, un conjunto de cuevaslineales excavadas en una fuerte pendiente ..., y,segundo, agrupaciones amorfas, generalmente encolinas o pequeños valles, sin llegar a formar víasclaras, sino una amalgama de espacios urbanos

concatenados irregularmente donde las cuevas ychimeneas aparecen de forma aleatoria» (VVAA2004, 12: 453) Estas últimas, que encontramos enMorata, Fuentidueña o Ciempozuelos son las exca-vadas en montes bajos y a las que Sandoval León yBartolomé Tejedor (1991, 314) denominan «en lla-no».

Gonzalo de Cárdenas (1941, 32) diferencia los ti-pos de planta «según los medios de vida del hombreque la ha de habitar. En la vivienda de jornalero sola-mente se dispone de los dormitorios, la cocina y unapequeña despensa. Si la vivienda es de labrador, seexige, además, un granero o una bodega cuyo tama-ño está también en relación con la cosecha que pro-ducen las tierras que labra».

Por su parte, Demetrio Ramos clasifica las cuevastajuñeras en cuatro tipos fundamentales, no tanto porsu forma en planta como por su configuración cons-tructiva general. Así, encontraríamos los siguientestipos: «el de Perales, determinado por una pendientemuy sensible y una falta de espacio; el de Carabaña,

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Figura 2Plano de Carabaña a principios del siglo XX

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de menos pendiente y más espacio; el «apallazado»,de suavísima pendiente, y el de Morata, en llano ocasi llano» (Ramos 1947, 12).

La clasificación tipológica más habitual distinguecuatro tipos fundamentales según la forma de suplanta: en fondo, en paralelo, en cruz o mixto, si bienno constituyen modelos rigurosos y rígidos en losque el habitante-constructor pueda elegir como estu-dio previo a la acción de la construcción como si deun proyecto se tratara y que vaya en función de susnecesidades, sino que son precisamente estas necesi-dades específicas de cada habitante y sus sucesivosdescendientes las que han ido determinando la formaactual de la cuevas. Los tipos resultantes aparecencomo una consecuencia de los procesos constructi-vos que se han ido sucediendo a lo largo de genera-ciones.12

Todas estas viviendas parten de una estancia rec-tangular con entrada desde la calle, que hace las ve-ces de portal. A partir de ella se distribuye la cueva,bien hacia el fondo en estancias sucesivas o, por el

contrario, si hay suficiente espacio en el frente se ex-cavan otra u otras habitaciones en primera crujía(que suele ser la cocina-estar y las cuadras) y desdeellas se sigue avanzando en profundidad. Desde lacocina se accede a la despensa y desde el portal a losdormitorios. Los huecos de paso se abren en los la-dos menores de la planta rectangular, que son los tes-teros de la bóveda excavada, de manera que no afec-

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Figura 3Vivienda sencilla de bracero en Titulcia, según Gonzalo deCárdenas (1941, 35)

Figura 4Planta de una cueva abandonada en el Soldellano deValdearacete, febrero de 2009

Figura 5Aspecto exterior de una cueva en Titulcia a la que se le haadosado un nuevo cuerpo construido que respeta la fachaday el patio delantero de la cueva original

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tan a la estabilidad de la misma. Como señala PabloNavajas (1983, 171), «presentan la típica estructuralobular, traducción de su forma peculiar de creci-miento basado en las adiciones de nuevos locales se-gún las necesidades del usuario».

El nivel del suelo de la cueva suele estar más bajoque el de la calle, y dentro de ella, por lo general, nohay desniveles, si bien en ocasiones, el portal sueleestar algo más alto que el resto de estancias, a las quehay que bajar uno o dos escalones (Maldonado Ra-mos 1999, 101–109).

Muchas cuevas se han adaptado a las nuevas nece-sidades añadiendo un cuerpo construido en el que sesuelen ubicar los cuartos húmedos y a la zona de es-tar en invierno, generalmente con cocina y bañocompletos, pero manteniendo las habitaciones y dor-mitorios originales dentro de la cueva, con mayoracondicionamiento y resguardadas de las oscilacio-nes térmicas. En algunos casos, esta construcciónestá adosada a la entrada de la cueva, de manera queel acceso se produce desde el nuevo edificio como side otra habitación se tratase. En otras ocasiones se hamantenido un patio entre la nueva edificación y lacueva. No obstante, con el paso del tiempo y la nece-sidad de adecuación de las viviendas a las condicio-nes de confort actuales, esta nueva construcción ane-xa ha ido albergando más funciones llegando adesarrollarse como una vivienda completa, relegandolas estancias de la cueva a servir de almacén, despen-sa, bodega, merendero o dormitorio para los mesescalurosos.

LA EXCAVACIÓN DE LA CUEVA: PROCESO Y TÉCNICAS

CONSTRUCTIVAS

«A golpe de pico, el operario va excavando su vivien-da y sacando fuera, al propio tiempo, los materialesde escombro» (Carlos Flores 1975, 3: 446). Uno delos rasgos característicos de este tipo de arquitecturaes que su sistema constructivo se basa en la sustrac-ción de material en lugar de su adición, como es habi-tual en las construcciones tradicionales. Para su cons-trucción se contaba con la mano de obra de losfuturos propietarios de la vivienda (autoconstrucción)así como de sus familiares y los denominados «maes-tros de pico», «cueveros» o «cuerquevero», especiali-zados en este trabajo. Los utensilios empleados parael vaciado eran «las herramientas comunes que tenían

para sus trabajos en el campo, como son las hazadas,picos, martillos, palas, cinceles y espuertas de espartopara recoger y esparcir la tierra» (Sandoval León yBartolomé Tejedor 1991, 320).

En el caso de Tielmes, tal y como relata de la To-rre Briceño (2003, 72), el propietario debía pagar uncanon al ayuntamiento antes de comenzar la cons-trucción. Si el solar estaba en el Cerro de la Perdiz,

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Figura 6Exterior de una cueva abandonada en Valdearacete. Tansolo la puerta y la chimenea manifiestan que ahí hay unacueva

Figura 7Dos cuevas en Tielmes. A la de la izquierda se la ha añadi-do una fachada de mampostería rejuntada, mientras que lade la derecha muestra el corte del terreno protegido por unamano de barro y cal

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perteneciente a principios del siglo XIX al Marquésde Santa Genoveva, se le pedía a éste un permisoverbal. La propiedad de la cueva pasaba a ser enton-ces del habitante-constructor.

Una vez seleccionado el lugar donde se ubicaría yla mejor orientación de la vivienda, la construcciónse iniciaba por la fachada en otoño, coincidiendo conlos «ciclos del campo». Estas obras seguían un pro-ceso distinto en función del tipo de asentamiento: encaso de terrenos con gran desnivel la excavación esdirecta, la fachada ya existe en sí. Se produce el des-monte dejando el plano vertical como fachada, refor-zada y protegida las más de las veces con un muro demampostería. Hay que tener especial cuidado con lavegetación que crece sobre el lomo de la cueva. Seprocuraba dejar hierba que protege de la humedadevitando plantas de mayor porte cuyas raíces pudie-ran dañar la bóveda o introducir el agua.

La protección de la fachada se completa con un te-jadillo que hoy vemos en muchas ocasiones de fibro-cemento, si bien lo habitual ha sido hacerlo de tejacerámica. En su origen, y aún quedan algunos casos,esta protección se realizaba con un manto de carrizosde la vega, denominándose «zarzo». El zarzo consis-tía en una cubierta vegetal de varias capas de carrizosdispuestos en horizontal sobre la fachada de la cueva.Cubría una profundidad de un metro y medio, apro-ximadamente y necesitaba de cierto mantenimientoperiódico a medida que se iba pudriendo por la hu-medad o deteriorando por el viento.13 Aún se puedenencontrar algunos aleros cubiertos con zarzo en Ti-tulcia, Morata y Tielmes.

El proceso de construcción continuaba con la ex-cavación del portal, habitación principal de la casa yaque será la que más iluminación reciba y por la quese distribuyen las entradas al resto de estancias. Sedejaba un considerable espesor de tierra (entre 1 y1,5 m) como muro, así como sobre la bóveda, dondeno hay menos de 1,5 metros de espesor de terreno.Sandoval y Tejedor (1991, 318) apuntan que estevestíbulo o «patio» suele tener unos 8 m2. La direc-triz de la bóveda es perpendicular a fachada. A partirde aquí cada cueva tiene un desarrollo acorde con lasnecesidades del constructor-habitante y con los con-dicionantes del entorno más próximo. Lo normal esexcavar unas estancias laterales, también en primeracrujía desde la fachada, pero con la directriz de la bó-veda paralela a ésta. Desde ellas se abren ventanas ala calle. Una de estas habitaciones solía ser la cocina.

Sin embargo, también es habitual el crecimiento entúnel, esto es: a partir del portal se sigue profundi-zando en la montaña siguiendo el eje perpendicular ala fachada. Esta construcción se da cuando hay cue-vas vecinas muy próximas, por la presencia de terre-nos inapropiados por su deleznabilidad o por su du-reza que impide la excavación. En este caso, todoslos cañones de las bóvedas siguen la misma directriz.La directriz de las bóvedas responde al orden delproceso constructivo de la casa-cueva.

La chimenea,14 que suele sobresalir algo más dedos metros por el lomo de la cueva, se construye conuna amalgama de yesones, cascotes, piedras, pudien-do tener o no un armazón de listones de madera o pa-los a modo de bastidor (en las chimeneas poligona-les).

Los suelos originales, al igual que en otros tiposde arquitectura popular, eran de tierra apisonada, sibien se han ido sustituyendo por baldosas cerámicaso mortero de cemento con el tiempo.

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Figura 8Interior de una cueva en Tielmes

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Por último, el interior se encala «incluso en lossuelos; cal en el remate de la cónica chimenea, quesale a través del monte, y cal también en los para-mentos de la fachada, que dan una pincelada de blan-co sobre el color caliente de la tierra arcillosa ... esabendita cal española, que constituye el mejor mediode conservar las viviendas en las mejores condicio-nes sanitarias» (Cárdenas y Rodríguez 1941, 36).

COMPORTAMIENTO BIOCLIMÁTICO DE LA

ARQUITECTURA SUBTERRÁNEA

La característica más apreciada de la arquitecturasubterránea es su excelente comportamiento térmicoy su práctica independencia frente a las oscilacionestérmicas del ambiente exterior. En efecto, la arqui-tectura subterránea se desarrolla como respuesta efi-caz a las hostilidades ambientales en zonas con in-fluencia de climas de alta continentalidad. Lasoscilaciones térmicas se producen de forma tanto

anual como diaria. Por otra parte, estas construccio-nes se ubican en tierras de cierta aridez, en las quelluvias que nunca sobrepasan los 400–500 mm de talforma que se asegura un nivel de humedad adecuadoen la cueva como para poder habitarla así como quese eliminan los riesgos de hundimiento, filtraciones,inundación o deterioro por escorrentía que podríanprovocar las abundantes lluvias. La escasez de llu-vias y el mayor número de días despejados a lo largodel año provocan fuertes heladas invernales y tórridosveranos. No obstante, es posible el aprovechamientode la radiación solar como recurso bioclimático debi-do precisamente a la estabilidad meteorológica du-rante buena parte del año.

La inercia térmica

La inercia térmica se define como «la dificultad queofrecen los cuerpos para cambiar el estado en el quese encuentran. Es, por tanto, la dificultad que ofreceun cuerpo a cambiar su temperatura, y se obtienecuantificando su masa térmica» (Neila González yBedoya Frutos 1997, 251). La masa térmica es unamagnitud que relaciona la masa (en función del volu-men y la densidad) de un material con su calor espe-cífico o «cantidad de calor que es preciso aportar aun material para aumentar en un grado la temperatu-ra de la unidad de masa» (Loubes 1985, 125). Porende, el parámetro que más determina la acumula-ción de energía es la masa del elemento constructivo,que en el tipo constructivo que nos ocupa —la cons-trucción subterránea— puede tomar valores infinita-mente grandes. En las cuevas habitadas, el caso másdesfavorable se da en los muros exteriores. Aún así,el grosor de los mismos (superando generalmente los100 e incluso los 150 cm) provoca un valor muy altode masa térmica.

La inercia térmica o la capacidad de acumulaciónde energía de un determinado elemento constructivose muestra como el mecanismo bioclimático más po-tente para hacer que dichas oscilaciones sean imper-ceptibles en el interior, esto es: que las construccio-nes sean térmicamente estables. El funcionamientobioclimático de las casas-cueva se basa en este prin-cipio, siendo el máximo exponente entre las solucio-nes arquitectónicas basadas en él. La inercia térmicaes tan importante que el desfase y la amortiguaciónhacen prácticamente imposible la incidencia del cli-

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Figura 9Chimeneas en Tielmes

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ma sobre la construcción permitiendo alcanzar situa-ciones de confort en el interior de las edificacionesen climas adversos.

Por otra parte, como consecuencia de la influenciadel clima, en el terreno se produce un gradiente tér-mico que determina que la temperatura en cada pun-to sea diferente según la distancia a la superficie.Del mismo modo, la oscilación térmica en el interiorde la casa-cueva cambia en función de la profundi-dad a la que se encuentre ésta, pudiendo variar entrela media del día, cuando se dispone de aproximada-mente 50–75 centímetros de espesor, o la media delaño, con profundidades de 10–12 metros, depen-diendo del tipo de terreno y de cobertura. De hecho,los métodos de cálculo empleados para determinarla temperatura del suelo tienen en cuenta no sólo latemperatura media de la superficie el suelo y su os-cilación a lo largo del año sino también la difusivi-dad térmica del material que lo constituye, esto es,la velocidad de calentamiento del mismo que está enfunción de su conductividad térmica, la densidad ydel calor específico. En el caso del suelo de la casa-cueva, se ha comprobado que se produce una altera-ción en el comportamiento de las isotermas cercanasde tal forma que su temperatura es mayor que la quele correspondería por cota (Neila González 2000,21–22).

Estas cuevas en ladera no tienen una capa constan-te de terreno encima, sino que a medida que la cuevaes más profunda mayor es la capa de tierra por la in-clinación de la ladera. Así, las estancias interiores es-tarán más cercanas a la media anual de temperaturapor estar más enterradas, mientras que las exterioressufrirán alguna variación, prácticamente impercepti-ble a la sensación, aunque mantendrán la media dia-ria. A pesar de que el confort diurno y nocturno en elinterior está garantizado por la inercia de la construc-ción subterránea en las condiciones de verano, en lasde invierno la situación térmica puede encontrarsemuy por debajo de la de confort actual aunque sí res-pondería perfectamente a la fijada en épocas anterio-res. No obstante, los parámetros de confort varían entiempo y lugar. Este problema queda solucionadocon gran facilidad gracias al aporte energético de lacocina que, ubicada en la primera crujía, supone uncolchón térmico para las estancias interiores, o inclu-so a la presencia del ganado en el interior de la vi-vienda como ha sido común en el medio rural espa-ñol hasta no hace muchos años.

Si reflejamos los valores climáticos normales en lacarta bioclimática Givoni (1969), observamos las ne-cesidades que hay que cumplir para alcanzar los pará-metros de bienestar. Se han diferenciado dos estanciaso dos ambientes dentro de la cueva: la habitaciónmás cercana a la entrada desde la calle (portal, coci-na) que por su menor grado de enterramiento sufrealgunas variaciones en su temperatura; y la habita-ción interior (dormitorios) que mantiene la tempera-tura media anual.

En el caso de la habitación externa, en verano se al-canzan las condiciones óptimas de confort, ya que latemperatura media en julio es de 23,7º C, situándosedentro del área actual de bienestar actual. Por el con-trario, en invierno se necesitará calefacción solar acti-va, ya que en enero la temperara media es de tan solo5,5º C. Precisamente, estas estancias presentan huecosde la fachada meridional por los que entra la radiaciónsolar que calentará los elementos constructivos sobrelos que incida (suelo y paredes principalmente), peroademás templará el aire. La distribución de las vivien-das y la apertura de las estancias entre sí garantizan latransferencia energética de unas a otras y evita el so-brecalentamiento que podría producirse en la estanciacaptadora de energía. Por el contrario, en verano, elretranqueo del hueco y el pequeño voladizo sobre lafachada permite protegerla de la incidencia de los ra-yos solares, minimizando el calentamiento diurno.

En la habitación interior se mantiene —por la iner-cia del terreno al ser mayor la profundidad— la tem-peratura media anual, que viene a estar sobre los 14ºC con la que no se alcanza la zona de bienestar actual(aunque quizá sí la de épocas anteriores). Sin embar-go, bastan las ganancias internas de la vivienda (pre-sencia constante de las personas y de los animales,cocción de los alimentos...) para acercarnos a esaárea de confort. En cualquier caso, en invierno sóloharía falta un pequeño aporte energético para caldearel ambiente. Es habitual ver que, en los meses de ve-rano, se duerme con mantas, incluso en los días mástórridos. Por esta razón se han mantenido las cuevascomo bodegas o dormitorios para la siesta estivalcuando la vivienda se ha trasladado a la nueva edifi-cación levantada delante de la cueva.

En consecuencia, encontramos dos recursos deaprovechamiento de la inercia térmica del material.En primer lugar, el aprovechamiento pasivo de lasconstrucciones, esto es: la utilización de los propioselementos de la construcción para acumular energía.

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Esto ocurre en las habitaciones más cercanas a la ca-lle, donde los muros actúan como acumuladores tér-micos como si un muro de tapial o adobe se tratase(Maldonado Ramos, Rivera Gámez y Vela Cossío2002). La radiación solar incide durante el día sobrelos paramentos exteriores y el grueso muro se encar-ga de acumular la energía y retardar el paso de laonda térmica al interior. Por esta razón en estas es-tancias se consigue mantener la temperatura constan-te a lo largo del día y la noche. El segundo recurso esel aprovechamiento activo, del que se sirven los am-bientes de las estancias más profundas y es el meca-nismo de inercia térmica en su estado más puro,como ya hemos explicado.

La ventilación

La humedad contenida en el terreno y la propia deluso de la edificación junto con las bajas temperaturaspropias de estos espacios en condiciones de inviernoprovocaría situaciones de malestar constantes al au-mentar la sensación térmica de frío con la presenciade humedad. Ya hemos visto que el microclima delvalle del Tajuña se caracteriza por su mayor hume-

dad respecto a las comarcas circundantes debido a lamayor presencia de vegetación y el propio río, asícomo por lo encajonado del valle. La forma de ga-rantizar esta eliminación de humedades es la ventila-ción. En primer lugar, las casas cueva se asentabanen los cerros y laderas, es decir, en zonas altas dondese favorece la ventilación natural a la vez que sehuye del exceso de humedad del lecho del valle.

Dentro de la cueva la humedad tiende a ser cons-tante. «Una humedad relativa de 50 a 70% tiene mu-chas influencias positivas: reduce el contenido depolvo fino en el aire, activa los mecanismos de pro-tección de la piel contra los microbios, disminuye lavida de muchas bacterias y virus y disminuye losolores. En cualquier caso, los revestimientos interio-res de barro ayudan a regular los posibles excesos dehumedad. Una humedad relativa de más del 70% re-sulta en la mayoría de los casos desagradable debidoa la disminución en la absorción de oxígeno de lasangre en condiciones cálido-húmedas. Se observanincrementos de las dolencias reumáticas en ambien-tes fríos y húmedos ... Un material poroso tiene la ca-pacidad de absorber humedad del ambiente y desor-berla, ofreciendo un balance de humedad en elambiente interior» (Minke 1994, 19–20).

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Figura 10Simplificación de la carta bioclimática de Givoni para dos ambientes: habitación exterior y habitación interior

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Por último, aunque de menor entidad, estas cons-trucciones también emplean como recurso biocli-mático la defensa frente a los vientos dominantes deinvierno (Jové Sandoval 2006). De hecho estasconstrucciones suelen ubicarse de espaldas haciaéste, de tal forma que se minimiza el intercambioenergético con el exterior y el espacio de la solanase hace habitable y aprovechable incluso en condi-ciones de invierno. El viento frío y húmedo del nor-te tiene poca incidencia sobre los huecos de las cue-vas, ya que estos se abren al mediodía.

Ya García Mercadal, apoyándose en Torres Bal-bás, nos instaba a «ver en estas viviendas más queuna supervivencia ancestral, basada en un estado demiseria, una feliz adaptación al medio geográfico, yaque debido a su orientación y disposición permitenmás insolación y aireación que en la mayoría de lasviviendas aldeanas formando callejas» (García Mer-cadal 1930, 17). «La imposibilidad de la superposi-ción de las viviendas, hacen que en los pueblos asíconstituidos la densidad de población sea muy pe-queña, contribuyendo, por lo tanto, a la salubridaddel medio ambiente ... En la zona de las cuevas sonrarísimos los casos que pueden presentarse de tu-berculosis ... La cueva habitada constituye una vi-vienda completamente higiénica, y esta es una afir-mación que conviene resaltar ante quienes han vistoen la cueva una vivienda poco menos que infrahuma-na» (Cárdenas y Rodríguez 1941, 30–36).

NOTAS

1. La Fundación Diego de Sagredo tiene como finalidadla difusión, investigación y salvaguarda de la CulturaArquitectónica, en cualquiera de sus manifestaciones.Por iniciativa de la Fundación, se ha creado la Cátedra«Gonzalo de Cárdenas» de Arquitectura Vernácula, encolaboración con la Oficina del Historiador de la Ciu-dad de la Habana. Esta cátedra, entre otros objetivos, sepropone que la arquitectura vernácula y sus valores tra-dicionales sean reconocidos y que la sociedad tomeconciencia de ellos.

2. Vicente Lampérez y Romea, en su Arquitectura civil es-pañola solo considera «merecedora de mención en estaspáginas» a la vivienda subterránea andaluza, aportandouna escueta descripción tipológica (Lampérez [1922]1993, 1: 85–87). García Mercadal ofrece una visión ge-neral —en dos páginas excelentemente sintetizadas— alfenómeno en el conjunto de la Península Ibérica, citando

en Madrid las cuevas de Perales de Tajuña (García Mer-cadal 1930, 16–17). Luis Feduchi (1973, 4: 246–248)sólo trata muy ligeramente las cuevas de Fuentidueña deTajo y de Estremera, mientras que Carlos Flores (1975,3: 446 y ss.) no cita las cuevas madrileñas y sólo se cen-tra en las viviendas subterráneas manchegas al tratar dela arquitectura popular de la Meseta Sur.

3. Gonzalo de Cárdenas ocupó el cargo de subdirector ge-neral y arquitecto jefe de la Dirección General de Re-giones Devastadas y fue uno de los primeros analistasde la arquitectura popular española. A lo largo del año1941 (y más adelante en 1947) publicó diversos artícu-los sobre arquitectura popular en la revista Reconstruc-ción, la revista oficial de Regiones Devastadas. En1944 los recopiló y completó en su conocido libro Lacasa popular española.

4. La localización de este tipo arquitectónico por un áreatan extensa del territorio español —en la que convivecon diversas manifestaciones de arquitecturas vernácu-las diferentes entre sí— radica en el hecho de que la ar-quitectura subterránea responde con un comportamien-to bioclimático excelente a los condicionantes naturalesde dichas comarcas, caracterizados por las grandes os-cilaciones térmicas (tanto diarias como anuales), un ré-gimen de escasa pluviosidad y relativa aridez. La pervi-vencia de este tipo arquitectónico ancestral y sudilatado uso a lo largo de la historia como vivienda seha debido a este excelente comportamiento bioclimáti-co frente al rigor del clima del área geográfica en laque se enmarca. Sobre un mapa físico de España sefueron marcando todas las localidades en las que se hadesarrollado la arquitectura subterránea destinada a vi-vienda. Sobre ese mapa se fueron superponiendo suce-sivamente los mapas litológico, geológico y pluviomé-trico con el fin de encontrar las relaciones o loscondicionantes naturales que han posibilitado la adop-ción de este tipo arquitectónico (Cárdenas y Chávarri,Maldonado Ramos, Barbero Barrera y Gil Crespo2008, 3–5).

5. En la población de Orusco se miden menos de 450 mm,siendo el valor mínimo registrado en el territorio deMadrid (Equipo de trabajo del Departamento de Geo-grafía de la UAM 1992, 16).

6. En Higueras García 2007 hay un estudio completo delos factores climáticos de la Comunidad de Madrid y,en concreto, de Tielmes.

7. Estas cuevas excavadas prehistóricas han sido amplia-mente estudiadas desde el siglo XIX (Moro 1892; Al-magro Gorbea y Benito López 1993). Sólo en el térmi-no municipal de Tielmes se contabilizan unos setentayacimientos en cuevas y abrigos naturales (de la TorreBriceño 2003, 20–31). Julio Caro Baroja (1946 [1981],1: 311) señala que «la forma de vivir de los pastores

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[carpetanos], que la componían en parte considerable,es distinta a la de los pastores celtas. Muchas de lasciudades carpetanas se hallaban asentadas en riscos yescarpaduras con cuevas naturales o artificiales queservían a la gente de mansiones, como hoy mismo ocu-rre en Tarancón y otros pueblos de Cuenca. Plutarcohabla de la ciudad de los caracitanos, la «Caracca» dePtolomeo ... que no estaba compuesta de casas, como lageneralidad de las ciudades y aldeas, sino que en reali-dad era un monte bastante alto y de cierta extensióncon muchas cuevas orientadas hacia el septentrión».

8. Hervás Herrera (1995, 187) considera que los visigodos«ocuparon la zona preferentemente desde mediados delsiglo V, aprovechando las favorables características geo-físicas, el hábitat en cueva y la infraestructura creada porlos romanos». Los musulmanes, por su parte, tambiénutilizaron las cuevas como vivienda. Francisco MartínGarcía (2001, 32–33) cita la descripción de la Cora deSantaveria por parte de Al-Idrisi: «se procedía a la exca-vación de las viviendas en rocas blandas, efectuando loscerramientos de las mismas con tapial, adobes y calican-to» Almonacid Clavería. 1989. «La Kura de Santaveria:estructura político-admnistrativa». En Actas del I Con-greso de Historia de Castilla-La Mancha. Toledo, Ciu-dad Real. Citado en Martín García 2001, 33.

9. En Morata de Tajuña se conserva el topónimo de la ca-lle de la Morería, en la que aún quedan cuevas comolas que pudieron habitar estos pobladores moriscos. So-rroche Cuerva (2000) también participa de este razona-miento, aunque aplicado a las cuevas granadinas.

10. «En el bajo valle del Tajuña encontramos una concen-tración absoluta de la población ... Desde Ambite hastaTitulcia la población vive, no en el caserío, sino en lavilla rural; y decimos que hay absoluta concentraciónporque los habitantes del valle que viven fuera de losnúcleos rurales son prácticamente inapreciables (un 0,6por 100), de los cuales casi todos están desplazados, nopor pura coincidencia, sino por razón del oficio (guar-das, etc.)» (Ramos 1947, 103–104).

11. Cuevas Viejas (Carabaña), Cuevas de Arriba y Cuevasde Abajo (Tielmes), Cuevas Altas, Cuevas del Calvarioy el Barrio Nuevo (Perales), calle de la Morería, barriodel Calvario, Cuevas de Arganda (Morata), calle Palo-mar y el Cerrón (Titulcia), Cuevas de la Barrera, Cue-vas del Prado y Cuevas del Consuelo (Ciempozuelos),Soldellano (Valdearacete), calle de las Cuevas (Valdi-lecha), calle de la Cueva (Chinchón), barrio del Sepul-cro (Fuentidueña)...

12. Un habitante de una cueva en Tielmes nos informabaen marzo de 2007 que estaba pensando en ampliar sucasa-cueva con una habitación más para un hijo queacababa de nacer. Su vivienda, que podríamos clasifi-car como cueva «en túnel» ya había sido ampliada en

otras ocasiones, siempre hacia el fondo. En este casoiba a excavar la nueva estancia en dirección perpendi-cular desde el dormitorio de matrimonio: «a medidaque al aumentar la familia van aumentando las necesi-dades, se va aumentando el tamaño de la vivienda,constituyendo de esta forma un tipo de edificación ex-tensible y que puede ir variando cuando el número dehijos así lo exige» (de Cárdenas y Rodríguez 1941, 32).

13. Agradecemos a Pedro Francisco Rincón Morante, deTielmes, esta información sobre el empleo del zarzo.

14. En las cuevas madrileñas no hay más que una chime-nea de salida de humos de la cocina. La excavación enladeras de fuerte pendiente imposibilitan que se puedanabrir más chimeneas en los cuartos interiores, al contra-rio de lo que sucede en las viviendas subterráneas sobreterrenos planos (silos de Villacañas, Cuevas de la Torreen Paterna...).

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