la aportación ciudadana a la reconciliación

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a transcurrido un año desde que eta anunció el cese de la violencia. du-rante este tiempo han ocurrido otros acontecimientos que han permitido consolidar el proceso de paz. el más

importante de ellos ha sido, sin duda, la legaliza-ción de sortu. de esta manera, todas las opciones pueden participar en la vida política en igualdad de condiciones, en un entorno de seguridad libre de la amenaza que representaba la violencia o la exclusión provocada por las ilegalizaciones. Gra-cias a ello la sociedad vasca tendrá la oportunidad histórica de celebrar las próximas elecciones auto-nómicas en un contexto que no tiene precedentes.

›› Etorkizun hobea eraikitzeko nahiak ez du adierazi behar gertatutako guztia ahazteko derrigorra.

este hecho no representa el final del proceso de paz. es mucho más complejo. de hecho, el proce-so de paz no es más que la suma de tres procesos que están conviviendo en el tiempo, teniendo cada uno de ellos sus propios objetivos, sujetos y ca-racterísticas. el primero de ellos está centrado en la certificación del final definitivo de la violencia. es competencia de los gobiernos español y fran-cés y de ETa, principalmente. El segundo de ellos es el proceso de diálogo político. La nueva etapa abierta requiere de conversaciones y acuerdos sin exclusiones, en el que se pueda definir un marco de convivencia respetuoso con los derechos Hu-manos, el pluralismo y los valores democráticos. en este caso los partidos políticos y las institucio-nes tienen el protagonismo, aunque es necesaria la participación de la ciudadanía, especialmente a la hora de refrendar y otorgar un plus de legitimidad a los consensos que puedan alcanzar los represen-tantes políticos.

En los dos procesos mencionados el protago-nismo ciudadano es escaso o limitado. En cambio, adquiere toda su importancia en el proceso de re-conciliación social. este concepto en sí no genera un consenso suficiente ya que para una parte de la población está demasiado identificado con con-ceptos religiosos, mientras que otra considera que, al no haber dos bandos enfrentados, no es necesa-rio. en cambio, si se atiende a su contenido, podrá comprobarse que es un proceso imprescindible

para la convivencia del futuro en la sociedad vas-ca. Principalmente, el proceso de reconciliación social es el que está dirigido a curar las heridas y poner las bases para que en el futuro no se repitan estos años de violencia, vulneraciones de dere-chos Humanos y exclusión.

una explicación en negativo también ayuda a definir qué es la reconciliación social. Hay algunas líneas rojas que no se deben superar. una de ellas es el olvido. Por ejemplo, la transición española es el ejemplo a no seguir para un proceso de re-conciliación. el deseo de construir un futuro mejor no puede implicar la obligación de olvidar todo lo que ha sucedido. el olvido sólo conduce a que el pasado resurja constantemente al no haberse ges-tionado adecuadamente. La reconciliación tampo-co puede estar basada en la imposición, ya que entonces deja de ser reconciliación. una parte de la sociedad no puede imponer a la otra su memo-ria, su relato, su concepción de las víctimas o sus condiciones para convivir. Igualmente, es incom-patible con los intentos de justificar las graves vul-neraciones de derechos humanos cometidas en el pasado. La existencia de un conflicto político o la lucha contra la violencia no pueden ser presenta-dos como marcos para diluir las responsabilidades por el daño causado.

el problema al que se enfrenta la sociedad vas-ca es cómo abordar este proceso de reconciliación social. De la experiencia en otras sociedades se puede llegar a la conclusión de que la reconcilia-ción nunca es perfecta. siempre quedan personas

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Gatazka eta adiskidetzea

descontentas. Especialmente es doloroso para las víctimas de las vulneraciones de derechos Huma-nos. Por mucho que la sociedad haga, su dolor es irreparable y ello conduce a frustraciones. Por ello es importante no perder de vista la idea de que el protagonista, el responsable y el destinatario de este proceso es la propia sociedad. no se puede convertir en una obligación o en una tarea que quede exclusivamente sobre los hombros de las víctimas. un ejemplo reciente es la denominada experiencia Glencree. Víctimas plurales mantu-vieron reuniones por espacio de 5 años y han sido capaces de consensuar un documento en el que llaman al reconocimiento de todas las víctimas y a la convivencia. su ejercicio de comprensión mutua es loable. Es una imagen muy potente que lanza un claro mensaje: “si nosotras he-mos sido capaces, ¿por qué no va a serlo el conjunto de la sociedad?”. La tentación reside en pedir comportamientos como este a otras víctimas, lo que sería injusto ya que cada una de ellas bastante tiene con gestionar el dolor padecido.

Siendo responsabilidad de la sociedad, el proceso de reconciliación social requiere de una profunda autocrítica sobre las actitudes y comportamientos mantenidos en el pasado. esta autocrítica debe ser la base para que cada sector político y social, cada persona, defina su aportación a la reconciliación. Las decisiones tomadas no deben estar condicionadas a lo que otros sectores o personas hagan. Deben ser uni-laterales para que, sumadas, vayan generando las condiciones que permitan afrontar el pasado, el presente y el futuro de manera compartida.

›› gizartearen ardura izanik, adiskidetzeak autokritika sakona behar du iraganean izandako jarrera eta portaerekin.

Igualmente, y como nos recordaba Oliver Wi-lkinson, de la organización norirlandesa Healing through remembering, se requiere mucha pacien-cia porque la situación y las actitudes no cambian de la noche a la mañana ya que el pasado aún proyecta sus más negativas consecuencias en el presente. así, el proceso de reconciliación social requiere una evolución social que necesita de grandes dosis de insistencia para avanzar. convie-ne recordar que este proceso no solo nos afecta a nosotros, sino que también es el legado que de-bemos dejar a las siguientes generaciones, por lo que conviene hacer las cosas bien, aunque lleven su tiempo.

en cualquier caso, este ejercicio de autocrítica y paciencia difícilmente podrá dar frutos si el con-texto no ofrece las condiciones adecuadas. Funda-

mentalmente, hay que trabajar con el objetivo de tratar de incluir a todos los sectores sociales y po-líticos presentes en nuestra sociedad, así como de todos los relatos sobre lo sucedido y de todos los sufrimientos injustos padecidos. solo así se podrán superar las heridas y fracturas producidas. también el diálogo y el consenso son básicos. Las iniciativas que se desarrollen de manera compartida tendrán mayor capacidad de concitar el apoyo ciudadano y de permitir avances en el proceso de reconcilia-ción social. Por contra, los tensos debates políticos sobre este tema únicamente conducen al aleja-miento de la ciudadanía. es lo que sucedió, por ejemplo, con la propuesta de llevar el testimonio de las víctimas a las aulas, que alentó un

debate destructivo que sumó grandes dificultades a una iniciativa ya de por sí bastante complicada.

En cuanto a las prioridades de este proceso de reconciliación social, el primero de ellos, respec-to a lo sucedido en el pasado, es desvelar toda la verdad. La sociedad vasca no puede olvidar lo ocurrido, tantas vulneraciones de derechos Hu-manos, ni puede ignorar los sufrimientos injustos que muchas personas han padecido. En este sen-tido, el decreto aprobado por el gobierno Vasco para el reconocimiento de las víctimas policiales

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es un primer paso para rescatar del olvido a estas víctimas, pero debe desarrollarse para que no se conviertan en víctimas de segunda categoría.

también, en relación al pasado, sería conve-niente que se reconociera el daño causado. el Ira lo hizo en el 2002 y el Gobierno Británico recien-temente en relación al Bloody sunday. un ejerci-cio de este tipo en nuestro contexto contribuiría a reforzar el compromiso de todos con no volver a cometer los errores y atrocidades del pasado.

también el presente ofrece retos. Los derechos

Humanos deben ser garantizados en su plenitud. aún hay personas que sufren amenazas, las per-sonas presas continúan en una situación de ex-cepcionalidad, alejados y sin acceso a beneficios penitenciarios, y no se han implementado los me-canismos de prevención de la tortura. La reconci-liación necesita que desaparezcan los espacios de sufrimiento.

Las próximas elecciones, igualmente, represen-tan un reto ya que serán un termómetro importante para comprobar si, poco a poco, se abandona el lenguaje del “enemigo”, esa manera de deshuma-nizar al rival político y de considerar que casi todo vale para derrotarlo. Las elecciones son importan-tes pero no son más que el comienzo de una nueva etapa, de un período de transición hacia un nuevo escenario donde estamos obligados a respetarnos y entendernos, a dialogar y a llegar a consensos. Por ello es importante que haya una distensión verbal y una muestra de voluntad de compartir el futuro.

›› Iraganean gertatutakoaz egia osoa agerrarazi behar da.

Precisamente, de cara al futuro, el proceso de reconciliación social requiere poner las bases para prevenir una nueva gestión destructiva del conflic-to. La sociedad vasca necesita una nueva cultura política, una revolución en la forma de relacionar-nos con los que piensan diferente, abandonando los viejos esquemas de buenos y malos. La socie-dad vasca es plural y lo seguirá siendo en el futuro. este hecho representa una fuente de conflictos. Lo importante es que seamos capaces de abordarlos pacífica y democráticamente, justo lo contrario de lo que hemos hecho hasta ahora. Tenemos que aprender a gestionar nuestras diferencias.

Habrá quien piense que nos enfrentamos a un reto de dimensiones gigantescas. ciertamente, lograr la reconciliación social no será tarea fácil. al mismo tiempo, resulta apasionante. Hace solo tres años era inimaginable que nos pudiéramos encontrar en un contexto de proceso de paz. En cambio, ahora, con el fin de la violencia de eta y la legalización de sortu, tenemos una oportuni-dad inmejorable para conseguirlo. Hay motivos para la esperanza. conseguirlo o no dependerá en gran medida de que todos y cada uno de nosotros y nosotras seamos capaces de hacer un esfuerzo y aportar, cada uno desde su ámbito, a esta gran tarea colectiva.

Sartaguda, parque de la memoria