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Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales ISSN: 0185-1918 [email protected] Universidad Nacional Autónoma de México México Castañeda Salgado, Martha Patricia La antropología feminista hoy: algunos énfasis claves Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. XLVIII, núm. 197, mayo-agosto, 2006, pp. 35- 47 Universidad Nacional Autónoma de México Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=42119704 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Revista Mexicana de Ciencias Políticas y

Sociales

ISSN: 0185-1918

[email protected]

Universidad Nacional Autónoma de México

México

Castañeda Salgado, Martha Patricia

La antropología feminista hoy: algunos énfasis claves

Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. XLVIII, núm. 197, mayo-agosto, 2006, pp. 35-

47

Universidad Nacional Autónoma de México

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=42119704

Cómo citar el artículo

Número completo

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35Perspectivas Teóricas

* Programa de Investigación Feminista,

Centro de Investigaciones Interdisciplinarias

en Ciencias y Humanidades de la UNAM,

Torre II de Humanidades, 6° piso, Ciudad

Universitaria. Coyoacán, 04510, México, D.F.

La antropología feminista hoy: algunos énfasis claves

Martha Patricia Castañeda Salgado*

Palabras clave: Antropología feminista, cul-

tura, metodología feminista.

Abstract:

This article, based on the Feminist

Anthropology, discusses around a new

epistemological and methodological key to

analyze and to contribute to the transit

of women, from the alterity to the center

of their own perspective.

Resumen:

En este artículo se exponen algunas de las

aportaciones más significativas de varias an-

tropólogas feministas mexicanas y espa-

ñolas. Su objetivo es mostrar algunas de

las líneas de reflexión que ellas han

desarrollado en relación con la redefini-

ción de la disciplina antropológica y sus

procedimientos de investigación. En esa

tesitura, se aborda el tránsito de la

alteridad de las mujeres a su recono-

cimiento como sujetas cognoscentes y

cognoscibles, algunas claves epistemoló-

gicas y las innovaciones en la metodología

y en el trabajo de campo. Cierra el ar-

tículo la referencia al lugar que ocupa

actualmente la antropología feminista en

tanto que perspectiva que actualiza e

impulsa la búsqueda de nuevos desarrollos

para la antropología en su conjunto.

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Es referencia recurrente informarque los estudios hechos por lasantropólogas sobre culturas dis-tintas a la occidental han sidoreveladores de la diversidad dearreglos culturales que rodean elser y el estar de mujeres y hombres.Una de las autoras más citadases, probablemente, Margaret Mead,quien publicó en 1935 Sex andTemperament in Three PrimitiveSocieties. En esa obra pionera,ella comparó tres grupos en losque las atribuciones de mujeres yhombres parecían diferir notable-mente, llegando a concluir queno es el sexo consustancial alcomportamiento de unas y otros,sino que éste es el resultado delcondicionamiento social que cadacultura y cada grupo social dedi-ca a niñas y niños para hacerlesindividuos capaces de desenvol-verse de manera adecuada dentrode su contexto social. En un sen-tido más amplio, afirmó que lanaturaleza humana es increíble-

mente maleable y que las diferen-cias de los sexos en términos depersonalidad son creaciones cultu-rales en las que cada generaciónde mujeres y hombres es entrenada.

De entonces a la fecha muchasinvestigaciones y elaboraciones teó-ricas han abonado el terreno delestudio de las diferencias entremujeres y hombres en distintoscontextos socioculturales. La irrup-ción en la academia de la llamada“segunda ola del feminismo” dio,sin embargo, un giro definitivo ala interpretación de dichas diferen-cias. La presencia creciente de fe-ministas en distintas disciplinasy áreas del conocimiento trajoconsigo la entrada de voces críticas,deconstructivas y propositivas quecontribuyeron a evidenciar el carác-ter androcéntrico de la ciencia ysus formas de trabajo. La antro-pología no estuvo exenta de esteproceso; es más, en poco tiempose dejó sentir el peso de la obra delas antropólogas feministas que,

entrenadas en el análisis de ladiferencia cultural, hicieron unpasaje relativamente fluido al aná-lisis de las diferencias sexuales yde género1. En ese proceso, laconfluencia entre dos ámbitos depensamiento abiertos e interdi-sciplinarios, la antropología y elfeminismo, mostró ser, ademásde estimulante, provocadora.

En este artículo expondré al-gunas de las aproximaciones con-ceptuales y metodológicas deantropólogas feministas mexica-nas y españolas que son claves,tanto para el desarrollo de la di-sciplina como para las investiga-ciones orientadas por la teoría degénero2. Como toda selección, esarbitraria. Se centra en algunasde las especialistas que me hanguiado en mi propio trabajo deinvestigación y, por lo tanto, for-man parte entrañable de migenealogía intelectual.

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1 Marta Lamas publicó en 1986 “La antropología feminista y la categoría ‘género’”, artículo de análisis y balance de dicha situación que, a lapostre, resultaría una referencia obligada como punto de partida para determinar el estado del arte.2 Marcela Lagarde definió a la teoría de género como “…una teoría amplia que abarca categorías, hipótesis, interpretaciones y conocimientosrelativos al conjunto de fenómenos históricos construidos en torno al sexo…” Vid. Marcela Lagarde, Género y feminismo. Desarrollo humano ydemocracia, Madrid, Horas y Horas la Editorial, 1996 (Cuadernos Inacabados, 25), p.26.

Presentación

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Sin duda, el trabajo continuadode las antropólogas feministas haredundado en la elaboración deconceptos y categorías de análi-sis que hacen parte de un nuevocampo conceptual. En ese senti-do, la antropología feminista seha especializado en el estudio pro-fundo, crítico y propositivo de unaforma particular de la experien-cia humana: la de ser mujer. Estedeslinde ha tenido varias impli-caciones a lo largo de ya casimedio siglo3. En primer término, setrató de reconocer la existenciamisma de las mujeres, visibilizán-dolas, denunciando el carácter pro-fundamente androcéntrico de ladisciplina que equiparó las expe-riencias masculinas con las de lahumanidad en su conjunto. De for-ma paralela, con el desmontaje delandrocentrismo se mostró tambiénel sexismo, el racismo, el clasis-mo, el etnocentrismo occidental yel colonialismo que subyacían alcontenido teórico, epistemológicoy metodológico con que se habíaconducido la antropología, auncuando reportara “casos” basadosen la observación de las mujeres4.

Ahondar en esas implicacionescondujo a las antropólogas a irmás allá de la descripción etno-gráfica para desentrañar el con-tenido de la “especificidad” delas mujeres, demostrando que talcualidad no radicaba en su “natu-raleza” sino en la subordinaciónen que transcurrían sus vidas,posición interiorizada en el con-texto de las relaciones de poderque iba aparejada de la minus-valía de todo lo clasificado cul-turalmente como femenino.

Consecuencia de ello, la propues-ta de la antropología feministafue desplazándose poco a poco adejar de mirar a las mujeres como“el otro” cuya experiencia no habíasido reconocida en los estudiossobre la cultura para conceptua-lizarlas como sujetos cognoscentesy cognoscibles. Esta reorientaciónpermitió plantear nuevas pregun-tas, todas ellas relacionadas tantocon el ser como con el estar y elhacer de las mujeres. Esto supusodesmontar perspectivas y conceptosafianzados ya en las teorías antro-pológicas, resignificar los campos deestudio, elaborar explicaciones no-

vedosas, pensar en metodologíasno estandarizadas y proponer con-ceptos y categorías centradas en laexplicación de las mujeres como su-jetos5. Supuso también transformarde manera radical la manera de hacertrabajo de campo junto con unaresignificación de la etnografía.En este proceso se distinguen almenos cuatro hechos relevantes:a) El reemplazo del informante hom-

bre por informantes mujeres.b) La selección de temas específi-

cos de la experiencia de las muje-res que no podrían ser rastreadosmás que a través de ellas mismas.

c) El reconocimiento de las intera-cciones entre mujeres en el cam-po de la investigación empírica.

d) El desmontaje de las posturasesencialistas en torno a las iden-tidades de género.Cada uno de estos hechos tras-

toca las orientaciones epistemológi-cas de la antropología convencional,labor en la que han coincidido lavertiente feminista y otras líneasde pensamiento crítico internas a ladisciplina. A continuación enuncioalgunos de los efectos que estasreorientaciones han traído consigo.

Perspectivas Teóricas

3 Me refiero específicamente a la antropología española y latinoamericana, puesto que en el ámbito anglosajón, dados los antecedentes históri-cos, se trata de una postura de más viejo cuño dado que antropólogas que ejercieron profesionalmente desde la década de 1930 (como lapropia Margaret Mead) trazan ya los derroteros de la antropología feminista. Cfr. Teresa del Valle. “Contribuciones, significatividad y perspec-tivas futuras de la antropología feminista,” en Actas del IX Congreso de Antropología de la Federación de Asociaciones de Antropología del EstadoEspañol, Septiembre de 2002, Barcelona.4 Es evidente que la antropología feminista coincide en este punto con otras posturas postmodernas y postcolonialistas de la disciplina. Sinembargo, lo que interesa destacar aquí es el énfasis que pone en el androcentrismo y el sexismo como rasgos distintivos de la antropologíaen general.5 Es decir, no se trató más de “feminizar” los conceptos ya consensuados, sino de crear aquellos que dieran clara cuenta de la condición degénero de las mujeres en el contexto estudiado.

La elaboración de un nuevo campo conceptual

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La influencia del feminismo en elquehacer cognoscitivo de las antro-pólogas se manifiesta de la maneramás evidente en la recolocaciónde las mujeres en el campo de losproblemas de investigación, enlos procedimientos empíricos yen la complejización de la noción desujeto. Así, la sustitución de losinformantes hombres por mujeresa quienes se les reconoció lamisma capacidad para referir sucultura es apenas un primer pasode un proceso más profundo dediversificación de El Sujeto7.Teresa del Valle plantea al respec-to: “En los argumentos queenlazan la filosofía política femi-nista con el pensamiento ilustra-do encuentro las raíces teóricas dela antropología feminista que mástarde van a tener su continuidaden la obra El Segundo Sexo. Es eneste punto donde se produce laarticulación entre la antropologíafeminista y el desarrollo teóricode la disciplina,…”8 Sin embargo,la influencia de la autora de eselibro esencial para el feminismocontemporáneo en la antropologíasólo es detectable en posturas no

anglosajonas, explicita Teresa delValle, pues su huella no está sufi-cientemente impresa ni en la etno-grafía ni en la etnología de hablainglesa, situación paradójica pues-to que, si bien la obra de Simonede Beauvoir presenta esquemasuniversalistas, su interés en laparticularidad de La Mujer sen-taría las bases para una buenaparte del desarrollo del conceptode género, tan importante para laantropología feminista anglosa-jona.

Entre los efectos de la obra deSimone de Beauvoir en la antro-pología se debe destacar la refle-xión en torno a la alteridad de lamujer como categoría y de las mu-jeres como existencias particula-res. Al definirla como “el otro”, elpaso a su caracterización como“el otro de el otro” de la antro-pología estaba abierto.

Sin embargo, como bien señalaCarmen Gregorio Gil9. esa ubica-ción en la alteridad no resolvió elproblema de la representatividadde las mujeres para la teoría an-tropológica, pues no se tratabade que hubieran estado comple-

tamente excluidas de las descrip-ciones etnográficas o de losplanteamientos teóricos; el pro-blema real era su subsunción enpreocupaciones que no pasaban porreflexionar en torno a las impli-caciones de su ser sexuado y ge-nérico. En ese sentido, las mujereseran parte del dato, no sujetas ac-tivas de la elaboración cultural.

Tendría que cobrar fuerza elconcepto de género para que las pre-guntas sobre las posiciones diferen-ciadas de mujeres y hombres, asícomo la valoración también dife-rencial de lo femenino y lo mas-culino, repararan en la necesidadde comprender cómo es que sobreesas bases se constituyó la pro-funda desigualdad que marca lasvidas de unas y otros. La incorpo-ración de la perspectiva de géneroa la investigación antropológicapermitió, entre otras cosas, visi-bilizar a las mujeres como sujetascon vida propia y con una partici-pación determinante en la produc-ción de la cultura. Ahora bien,dada la posición de inferioridadgeneralizada de las mujeres quese ha reportado en la etnografía de

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6 Es amplia la discusión en torno a la emergencia de los sujetos y a la conveniencia de aplicar o no esta categoría a las mujeres, debido a lasmúltiples connotaciones que tiene el término en relación con la sujeción. Sin embargo, es claro que en esta exposición asumo el término enel sentido epistemológico y lo feminizo para subrayar su no subsunción a la connotación de un sujeto cognoscente neutro y universal.7 Con este reconocimiento, la antropología feminista contradice el dicho de la muerte del sujeto y muestra, por el contrario, que “…El sujetono ha muerto: se ha revolucionado. Desenmascarado por el pensamiento crítico, el sujeto muestra sus múltiples vestimentas culturales demundo, de clase, de estamento, de género, y de edad. Muestra sus particularidades concretas y su trasvestismo universalista. Y, ante la emer-gencia práctica y simbólica, discursiva, existencial y política de múltiples sujetos, el ser, el sujeto, el hombre, ese conjunto de categorías inter-dependientes es reconstruido.” (Marcela Lagarde, 2002:228). Marcela Lagarde, “Antropología, género y feminismo”, en Griselda GutiérrezCastañeda (coord.), Feminismo en México. Revisión Histórico-Crítica del siglo que termina, México, Universidad Nacional Autónoma de México,Programa Universitario de Estudios de Género, 2002, p. 228.8 Ibid. p. 2.9 Carmen Gregorio Gil, “Contribuciones feministas a problemas epistemológicos de la disciplina antropológica: Representación y relaciones depoder”, en AIBR Revista de Antropología Iberoamericana, Edición electónica, Antropólogos Iberoamericanos en Red, vol. 1, no. 1, enero-febrerodel 2006, Madrid.

De la otredad a la caracterización de las mujeres como sujetas de género6

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contextos por demás disímbolos,Dolores Juliano sugiere entenderque las mujeres constituyen unsector subalterno y que, comotal, tienen la capacidad de “rene-gociar o impugnar su situación”,por lo que “son sujetos activosen el campo de las relacionessociales…”10 que, desde esa posi-ción desigual de poder, elaboranestrategias para romper su invisi-bilización, revertir su situaciónde subalternidad y lograr el re-conocimiento de sus obras.

En esta tesitura, las antropó-logas feministas no verán más a lasmujeres de las sociedades o gru-pos estudiados como “los otrosde los otros” sino que apreciaránsu vida en sí misma y, sobre todo,demostrarán que, a pesar de laopresión (y desde ésta), las mu-jeres dotan de significación a lasociedad y a la cultura. Al hacereste reconocimiento, la relación

investigadora-investigada se tras-toca para convertirse en una rela-ción intragenérica en la cual, sintener pretensiones ideales de iden-tidad (una-una), se reconoce laespecificidad de cada una de lasmujeres interactuantes. Esto, enpalabras de Marcela Lagarde, in-troduce un compromiso distintopara las feministas, compromiso quehago extensivo para las antropó-logas feministas en particular, enel sentido de que conduce a vin-dicar a cada mujer como razón deser del feminismo para actuar po-líticamente tanto en el nivel indi-vidual como en el colectivo, por unlado, y a erigir, por otro, “…una pe-dagogía entre mujeres en la quecada una puede ser maestra de otrasy a la vez ser discípula de otras ma-estras. Esta visión en que se reco-noce la posibilidad de aprender algode las otras, tiene por lo menos dosbases: una consiste en reconocer

los saberes de las mujeres y lossaberes concretos de cada una; laotra consiste en conceder rango deautoridad a las mujeres por su sa-biduría intelectual, sus conocimien-tos, sus habilidades subjetivas paravivir, sus hallazgos y sus descubri-mientos. Implica también visibilizarde los aportes de cada mujer a supropia vida y a su mundo. Como elesfuerzo es grupal y colectivo, al va-lorar y reconocer a cada mujer y susaportes, contribuimos a crear la au-toridad de las mujeres: dimensiónsimbólica legítima de identidad,cimiento de autoestima personaly colectiva11”. Llevando este plan-teamiento a sus consecuencias parala disciplina antropológica, suponecontribuir a un mutuo fortaleci-miento de las capacidades y la au-toridad tanto de las mujeres queinvestigan como de las mujerescon quienes se investiga.

Perspectivas Teóricas

El análisis crítico de la cultura

Las antropólogas feministas rom-pieron con el romanticismo cen-trado en la valoración de cadacultura como positiva por símisma, pasando a una perspecti-va crítica en la que se redefine latensión entre universalidad y par-ticularidad. Así, se postula queexisten valores universales como

la justicia, la equidad, la igualdadentre las personas, que no puedenser “negociados” en virtud de si-tuaciones específicas en las queresulten transgredidos en nombrede concepciones de género queno sólo permiten sino estimulanque se perpetúe la subordinaciónde las mujeres (y otras subordina-

ciones que la acompañan, comola étnica, la racial y la de clase).

La mirada crítica respecto a lacultura bajo estudio se aplicatambién a la cultura propia. Conello se introduce, simultáneamente,un posicionamiento respecto aletnocentrismo y al relativismo, deacuerdo con el cual, si bien es ne-

10 Dolores Juliano, El Juego de las Astucias. Mujer y Constucción de modelos sociales alternativos, Madrid, Horas y Horas La Editorial, 1992,(Cuadernos Inacabados, 11), pp. 15,16.11 Marcela Lagarde, Claves feministas para la autoestima de las mujeres, Madrid, Horas y Horas La Editorial, 2000 (Cuadernos Inacabados, 39),p. 26.

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cesario entender a cada cultura ensus propios términos, también escierto que eso no la convierte enideal e incomparable. De ahí lapropuesta de constituir un femi-nismo multicultural12 en lo que tocaal campo político filosófico, quepuede asociarse fácilmente con laperspectiva antropológica de vin-dicación de la diversidad cultural.Así, se ha construido una mirada quepermite aprehender las distintasmaneras como se relacionan con-cepciones del mundo, formas deorganización social y contenidosde género particulares etnocén-tricas13, junto con la posibilidadde analizar si esas culturas y sub-culturas de género llevan dentro desí los fundamentos ideológicosde la desigualdad entre mujeres yhombres, así como las vías paradesmontar esa situación. En esaintersección se ubica lo que Vir-ginia Maquieira caracteriza como“la compleja relación entre el rela-

tivismo cultural y los DerechosHumanos.”14

De acuerdo con la autora arribamencionada, un punto de quiebretiene que ver con que el relativismocultural incluye un relativismo mo-ral que impide, según distintasposturas, “…establecer un crite-rio universalmente aceptable paramedir y comparar distintos sis-temas de valores.”15 Si dicho crite-rio está basado en el “modeloindividualista de la democraciaoccidental.”16 Inherente a estemodelo es la exclusión de las mu-jeres de la representación de lohumano, condición compartida conotros grupos subalternos y mar-ginales. En los últimos años, sinembargo, las definiciones de losderechos humanos se han amplia-do y complejizado para dar cuen-ta de las distintas formulacionesculturales al respecto.

A pesar de ello, un problemacontinúa irresuelto: la prevalencia

de la violencia, la desigualdad yla opresión de las mujeres, cada vezmás y mejor documentada. En es-te sentido, la antropología femi-nista contemporánea ha puestoespecial atención en la demostra-ción de que las culturas no sonunidades homogéneas y consis-tentes; por el contrario, encie-rran fuertes contradicciones (unade las más patentes la que atañea la condición de género de mu-jeres y hombres, la cual redundaen posiciones y relaciones atrave-sadas por poderes de dominaciónde éstos sobre aquéllas), inconsis-tencias y fisuras. Ante este cambiode perspectiva, advierte VirginiaMaquieira, las antropólogas femi-nistas están contribuyendo simultá-neamente a redefinir los conceptosde cultura, diversidad cultural ydiferencia cultural, proceso con elcual obligan a repensar la defi-nición y el sentido de la propiadisciplina antropológica.

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12 R. Aída Hernández Castillo, “Entre el etnocentrismo feminista y el esencialismo étnico. Las mujeres indígenas y sus demandas de género,”en Debate Feminista, año 12, vol. 24, octubre del 2001, México, p. 207.13 Marcela Lagarde, Género y feminismo. Desarrollo humano y democracia, Madrid, Horas y Horas La Editorial, 1996, (Cuadernos Inacabados, 39)p. 14.14 Virginia Maquieira D’Angelo, “Género, globalización y multiculturalidad,” en Martha Patricia Castañeda Salgado (Coord.), Construyendo elPresente, mirando al futuro. Perspectivas feministas para un desarrollo con democracia, México, Universidad Nacional Autónoma de México,Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en ciencias y Humanidades, en prensa.15 Ibid.16 Ibid.

Claves epistemolóicas: desnaturalización y visibilización

Quizás el logro más importante dela cultura sea generar la percep-ción de que lo natural es humanoy lo humano es natural. Desde es-

ta lógica de humanización de lo quenos rodea se logra que todo aque-llo que es producto de la creativi-dad y actividad humana aparezca

como algo ajeno y con existenciapropia, proceso que afecta de ma-nera decisiva a la comprensión delas relaciones humanas y las posi-

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ciones relativas de mujeres y hom-bres. En ese sentido, uno de lospropósitos más recurrentes entrelas antropólogas feministas ha sidodemostrar que la coincidencia entreel pensamiento teórico de estu-diosos como Lévi-Strauss17 y el sen-tido común cuando homologan alas mujeres con la naturaleza sonpreceptos ideológicos, elaboracio-nes culturales y construcciones he-gemónicas que las han anclado enla subordinación.

Como parte del desmontaje crí-tico de lo que es la cultura, destacala rehumanización del concepto, esdecir, se recupera el análisis de quees un producto de las acciones, pre-ferencias y decisiones de mujeres yhombres que, a través de su actuarcotidiano, le imprimen dinamismoe historicidad. Marcela Lagarde losintetiza así: “La mayoría de losestudios antropológicos feministasparten de una epistemología de gé-nero que ha permitido resignificarla cultura: lo simbólico, los lengua-jes, las representaciones y los proce-sos de aculturación al analizar laintervención de mujeres y hombresen dichos procesos; así como lasrepercusiones culturales específi-cas en ellas y ellos, los papeles y lasfunciones de la intelectualidad,las instituciones y los sujetos socia-les en la recreación de la cultura.”18

Acompaña a esta perspectivaotra clave epistemológica central:

la desnaturalización de todo lo queatañe a mujeres y hombres en tantoque sujetos de género. En estepunto, el referente obligado es elcuerpo, en particular el cuerpo se-xuado, erigido en fuente de metá-foras y aseveraciones que calificancada uno de sus órganos, sistemasy funciones en relación con capaci-dades humanas desigualmente pon-deradas. A partir de ese punto,cada cultura ha elaborado un im-bricado entramado de significacionesque legitima la desigualdad y laoculta bajo múltiples velos que ter-minan por hacerla aparecer comonatural, histórica, lógica, intrínsecaa la experiencia humana.

Frente a ello, las antropólogasfeministas han insistido en elpoder desestructurador y decons-tructivo de cuestionar todo lo queaparece como “natural” cuandodel ser mujer y el ser hombre setrata. La desnaturalización surge,así, como un proceso epistemoló-gico y metodológico que, más quebasarse en la prioridad de la cul-tura sobre la biología, centra suatención en la sospecha: la sos-pecha de que no hay identidadesfemeninas y masculinas esenciales,la sospecha de que toda aparien-cia de equilibrio oculta inequida-des de poder, la sospecha de quelo natural no es tal19.

Ahora bien, un paso previo indis-pensable para la desnaturalización

es la visibilización de las mujeres.En tanto la experiencia humana hasido mostrada a lo largo de siglosa través de la mirada patriarcal yandrocéntrica, la existencia mismade las mujeres es un hecho a pro-bar: mientras la presencia de loshombres no está en tela de duda,la de las mujeres está permanen-temente sujeta a la demostración.En esta medida, décadas atrás lasantropólogas feministas han insis-tido en que es indispensable plan-tearse la pregunta ¿y las mujeres?cada vez que se pretende abordarcualquier aspecto de la vida hu-mana. Con la consolidación de estaperspectiva antropológica, las in-dagaciones apuntan cada vezmás hacia los conocimientos, lossaberes, los valores, las formas deproducción, la participación en lareproducción, la estética, los con-ceptos filosóficos, los cuerpos y lassexualidades, las concepciones delmundo, las posiciones políticas,en fin, hacia todas las expresio-nes de las mujeres en términos deser y hacer que, aun hoy, son des-conocidas, ignoradas, silenciadas uomitidas. Por esa razón, las an-tropólogas feministas trabajanactualmente en varias direcciones:abordando los temas clásicosdesde la perspectiva de las muje-res; planteando temas novedososderivados de las necesidades deconocimiento que plantea la pro-

Perspectivas Teóricas

17 El fundamento de la explicación levi-straussiana respecto a la conformación de la cultura descansa, precisamente, en su aseveración de lamayor cercanía de las mujeres con la naturaleza y de los hombres con la sociedad. De esa asociación se desprenderá su análisis de las mujerescomo bienes de intercambio, cuya circulación permite las relaciones sociales y, en consecuencia, la organización social toda entre los hom-bres, los grupos parentales y, en su sentido más amplio, las sociedades. Cfr. Claude Lévi-Strauss. Las estructuras elementales del parentesco,Buenos Aires, Paidós, 1988.18 Marcela Lagarde, “Antropología, género y feminismo”... op. cit, p. 226.19 Esta actitud crítica se ha nutrido básicamente de las filósofas feministas a partir de Simone de Beauvoir. Siguiendo con el análisis de la obrade las antropólogas mexicanas y españolas hasta ahora citadas, no cabe duda que algunas de las referencias importantes en sus elaboracionesson las filósofas españolas Celia Amorós y Amelia Valcárcel.

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fundización en la experiencia cul-tural e histórica de las mujeres;haciéndose cargo de los temasemergentes/urgentes que ofrecenlas modificaciones introducidas enla situación de los géneros por latensión entre lo local y lo global;elaborando los conceptos, las cate-gorías, las metodologías, los méto-dos y las técnicas que se requierenpara consolidar las teorías antro-pológicas feministas. Por el mo-mento me restringiré a exponer laspropuestas de Marcela Lagarde yTeresa del Valle respecto a algu-nas de las metodologías antropo-lógicas feministas.

Emprender la investigación antro-pológica con las mujeres como suje-tas y no como una voz más es, ensí misma, una innovación dentro dela disciplina. Hacerlo, además, conuna perspectiva feminista consti-tuye, más que una innovación, unareorientación con múltiples impli-caciones. Entre éstas es menestermencionar la exigencia de modi-ficar los procedimientos empíricosconvencionales para llegar a com-prender con profundidad lo que sig-nifica ser mujer en un contextodeterminado. En esta búsqueda, lasantropólogas feministas han adap-tado las metodologías consensuadasen función de sus objetivos; ade-más, han resignificado procedimien-tos e inventado técnicas propias.

En esta última línea se ubicanvarias de las aportaciones de Mar-cela Lagarde y Teresa del Valle20.Con la publicación de Cautiveriosde las mujeres21, Marcela Lagardeexplicitó una metodología de in-vestigación compleja en la que losrecursos ya probados para la inves-tigación empírica, como la historia devida, la observación participante oel relevamiento del ciclo de vida secomplementaron y enriquecieron conotros elaborados en la práctica.Con base en esa conjugación, la au-tora explicita su metodología de

“un día en la vida”, constituido porel contraste entre un día rutinario yun día excepcional, procedimientoque permite identificar cómo “Lamayoría de las mujeres vive, porlo menos, con dos calendarios vi-tales: el culturalmente aceptadopara su sociedad y el suyo, confor-mado por los hechos genérica-mente significativos de sus vidas,y por catástrofes y otros hechossobresalientes.”22

Otro aspecto de la metodolo-gía es la “estancia con las mujeres”.Ésta supone “Estar con las mujerespara aproximarse y analizar susvidas, consiste en compartir conellas, hacer cosas juntas, mirar ymirarse, ser espejos y superficiesque no reflejan, acompañarse yparticipar con las mujeres en susquehaceres, en sus actividades es-pecíficas, en sus rituales, en situa-ciones de conflicto o de gozo, enla soledad de sus diversas celdas oen sus recorridos delirantes por lascalles.”23 ¿En qué se diferencia estaperspectiva de la observación par-ticipante, tan cara para la antropo-logía clásica? Responde la autora:“…la estancia con las mujeres nose asemeja a la observación parti-cipante porque la distancia no haceajena a quien investiga. En cambio,considera que influye en el ‘hecho

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20 Los aportes de ambas autoras al desarrollo teórico conceptual y metodológico de la antropología feminista abarcan numerosas obras e impor-tantes planteamientos. En este artículo me restrinjo a citar algunas de las que considero han sido más influyentes en el trabajo de colegas ydiscípulas.21 Marcela Lagarde, Cautiverios de las Mujeres Madresposas, monjas, putas, presas y locas, México, Universidad Nacional Autónoma de México,1990.22 Ibid. p. 36.23 Idem.

Innovaciones metodológicas y técnicasen el trabajo de campo

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de investigación’, con su sola pre-sencia, con sus decires y acciones yque, simultáneamente, es observada,analizada, investigada por las muje-res. Una parte del conocimientoes elaborado en este diálogo.

“Finalmente, en contrario a lasupuesta neutralidad del observa-dor participante, la metodología dela ‘estancia’ adquiere su especifici-dad, porque en este caso, el sujetoes mujer y es unilateral: además demirar el mundo genéricamente, sien-te empatía hacia las mujeres conquienes investiga hechos que lasconstituyen a todas; se encuentra enellas y las encuentra en sí misma.La investigación realizada consti-tuye así, explícitamente, parte deuna voluntad y de un saber polí-ticos.”24

Marcela Lagarde enfatiza la im-portancia de abordar la transgre-sión y la obediencia como recursosque permiten entender la simul-taneidad de la dependencia y labúsqueda de autonomía, mismasque adquieren matices de acuerdocon la situación específica de cadamujer y de cada categoría de mu-jeres. A través de la transgresión,por otra parte, se evidencian loshitos (muchos de ellos correspon-dientes a momentos rituales, de pa-so en especial) que han marcado laposibilidad de transformación dela vida, la situación y la condiciónde las mujeres.

Teresa del Valle, por su parte,propone también los hitos como

momentos importantes en la ela-boración de la memoria social, en-tendida ésta como “…una manerade acceder a la comprensión de losmecanismos del poder a travésdel conocimiento de la construc-ción del pasado. Esto implica eldelinear las constelaciones del po-der…”25 Esta aproximación es fun-damental pues el estudio del poderes un elemento conceptual y ana-lítico que diferencia de maneraclara las aproximaciones feministasal género de aquellas que lo consi-deran una variable, una dimensión,un dato o una entrada a la des-cripción de formas particulares dedivisión sexual del trabajo y delmundo. En ese sentido, estudiarel poder a través de sus expresio-nes materiales y simbólicas (talescomo monumentos, genealogías, me-canismos de identificación, nomen-claturas) permite constatar “…lafinura con que actúan los hilos dela naturalización como tentáculosde la estructura de poder… De ellohemos de diferenciar entre la na-turalización como medio para sen-tar y consolidar los cimientos delpoder y la naturalización comoestrategia de inmovilismo y de-sigualdad…”26

Así, en el estudio de la memoriase vinculan los hitos (aquellos mo-mentos que las mujeres identificany seleccionan como importantesporque introdujeron una reorienta-ción en sus vidas), las encrucijadas(momentos de cruce en las expe-

riencias), las articulaciones (momen-tos en que se vinculan las diferen-tes encrucijadas) y los intersticios(momentos en que las mujeresencuentran la forma de resolversituaciones difíciles). Todos ellosdevienen ejes articuladores del re-cuerdo, que a la vez es el que dasustancia de la experiencia.

Por otra parte, Teresa del Vallepropone también el estudio delos cronotopos genéricos comoestrategia metodológica enrique-cedora, puesto que son “…los pun-tos donde el tiempo y el espacioimbuidos de género aparecen enuna convergencia dinámica. Comonexos poderosos cargados de re-flexividad y emociones, puedenreconocerse en base a las carac-terísticas siguientes: actúan comosíntesis de significados más amplios,son catárticos, catalizadores, con-densan creatividad y están sujetosa modificaciones y reinterpreta-ciones continuas. Son enclavestemporales con actividades y sig-nificados complejos en los que senegocian identidades, donde puedenestar en conflicto nuevas inter-pretaciones de acciones, símboloscreados de desigualdad. Puede ne-gociarse la desigualdad y o reafir-marse, expresarse. Lo mismo puedeser objeto del mismo proceso laigualdad. En muchos casos son losespacio-tiempos donde se obser-van las fisuras incipientes de loque más tarde puede erigirse enun cambio manifiesto.”27

Perspectivas Teóricas

24 Idem.25 Teresa del Valle, Andamios para una nueva ciudad. Lecturas desde la antropología, Madrid, Ed. Cátedra, 1997 (Feminismos, 39), p. 102.26 Ibid. p. 132.27 Teresa del Valle, “Procesos de la memoria: Cronotopos Genéricos”, en Teresa del Valle (ed.), Perspectivas Feministas desde la AntropologíaSocial, Barcelona, Ed. Ariel, 2000, p. 246.

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En ambas autoras está pre-sente una intencionalidad clara:hacer que la investigación an-tropológica feminista aporte cono-cimientos comprometidos con laidentificación de aquellos hechosde la vida social y personal su-

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28 Teresa del Valle, “Contribuciones, significatividad y perspectivas...”, op. cit.29 Ibid.30 Ibid.31 Ibid.

Perspectivas actuales-Conclusión-

Teresa del Valle28 muestra que enel momento actual, la antropolo-gía feminista ofrece importantesperspectivas para el futuro de laantropología, las cuales enunciacomo “tensión”, “sospecha” y “emer-gencia”. Respecto a la tensiónseñala: “Un punto fuerte de la an-tropología feminista reside en sucapacidad para generar fuentes detensión que en algunos casos porsus resultados llega a revelarsecomo tensión creativa…”29 mismaque se vincula con la importanciacreciente de la interdisciplina queinvolucra, entre otros procedimien-tos, la relectura crítica de la propiadisciplina.

Por su parte, la sospecha “sedesarrolla en la tarea del feminis-mo de desentrañar las falacias delos discursos naturalistas, de lasargumentaciones excluyentes y

actuar como conciencia críticapara resaltar las tensiones y con-tradicciones inherentes a dichosdiscursos…”30. En ese ejercicio,el reconocimiento de los silen-cios, las omisiones, la invisibi-lización, son elementos claves entorno a los cuales construir herra-mientas metodológicas que losdevelen.

Por último, la emergencia serefiere “…a la investigación acer-ca de la anticipación del cambio;tema vital de la antropología fe-minista y de la antropología engeneral…”31

Con estos y otros procesos, laantropología feminista se coloca enuna posición privilegiada para con-tribuir con conocimientos novedo-sos al desmontaje de la opresiónde género junto con las otras opre-siones a ella articuladas; se nutre

sceptibles de potenciar cambiosreales en la organización genéri-ca del mundo, en las posicionesrelativas de los individuos gene-rizados, en el orden patriarcal, enel desmontaje de los poderes dedominación que subordinan a las

mujeres y a lo femenino y, en par-ticular, que sean conocimientosfavorables a la redefinición de símismas, así como a la modi-ficación de las condiciones degénero de ellas y de los hombres.

de puentes creativos con el femi-nismo así como con los movimien-tos feministas y de mujeres y, porúltimo, se convierte en un importan-te estímulo para el dinamismo de ladisciplina antropológica al abrirlebrechas interdisciplinarias que laayudarán a romper su autoconten-ción y a cumplir cabalmente con suobjetivo científico: dar cuenta dela experiencia humana en toda suamplitud.

Los procesos macroestructuralesque afectan a la humanidad en suconjunto requieren de una antropo-logía comprensiva de la diversidad,la multiculturalidad, la multiplici-dad de sujetos. A la conformación deesta antropología contribuye la an-tropología feminista de maneradecisiva al analizar cómo todos ellosestán imbuidos por las marcas ysignificaciones del género, por lo

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que, al tener entre sus objetivosaportar conocimientos compro-metidos, situados, críticos ypropositivos vinculados con quela justicia, la igualdad, la equi-dad, el desarrollo y la democracia

Perspectivas Teóricas

sean las condiciones que susten-ten la vida de mujeres y hombresa nivel mundial, sustenta tam-bién los contenidos de los nuevospactos civilizados que es indis-pensable signar para hacer reali-

dad una de las aspiraciones mássentidas de las feministas: viviren libertad.

Recibido el 23 de noviembre del 2005

Aceptado el 24 de agosto del 2006

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