La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

8
75 Sinéctica 20 enero-junio 2002 La alegría de enseñar SALVADOR SANTOYO Aprender es enfrentarse a algo nuevo acadé- mica, técnica, científica o socialmente. Siempre hay algo nuevo. Diario se presenta alguna situa- ción diferente, así va uno haciendo o conociendo cosas; es una tarea que nunca acaba. Como en 1953 me llamaron del Instituto de Ciencias para suplir a un maestro que había falta- do. En pocos años me encarrilé y me gustó el tra- bajo. Luego, por ese tiempo trabajé en la fábrica Celanese, pero como ya había empezado a dar cla- ses y sentí que me gustaba más el trabajo de la escuela que el de la fábrica, volví al Instituto de Ciencias. Soy ex alumno del Instituto, ahí hice la secun- daria y la preparatoria; terminé ésta en 1952 y al año siguiente fue cuando empecé con la suplen- cia. Desde 1958 me he dedicado al magisterio. En 1961 empecé a dar clases en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y desde entonces sólo me dedico al ma- gisterio. Además doy clases en el Instituto de Hu- manidades y Ciencias de Guadalajara (IHCIG) pues soy también ex alumno de los Misioneros del Es- píritu Santo y desde los años 1958 o 1959 trabajo con ellos. El trabajo docente es para mí el más agrada- ble, tal vez por el trato con la gente. También en una fábrica se tiene que tratar con gente: superio- res y subordinados, pero el ambiente en la escuela es más bullanguero, más alegre, hay intercambio entre las personas; eso me fue gustando e influyó en mí. Toda la vida me han gustado los deportes, in- cluso a mi edad prefiero dedicar el tiempo que puedo al deporte, en especial el excursionismo. Me di cuenta de que con el trabajo en la escuela podía trabajar todo lo que quería: las horas la es- cuela hay que dedicarlas a preparar clases, corregir tareas, y en mi materia, la química, mucho tiem- po se pasa en los laboratorios, pero nunca des- aproveché el tiempo que me quedaba, lo dedicaba al deporte que tanto me gusta. Ver el fruto del trabajo es una satisfacción; des- de la tarea que hacen los muchachos hasta los exá- menes finales, un maestro ve de manera concreta el producto de su trabajo. Uno se da cuenta de que los alumnos comprendieron las explicaciones del día anterior, eso es muy satisfactorio. Va pa- sando el tiempo y creciendo el gusto con el que se acercan los alumnos de años anteriores, o cuando Aventurero y fotógrafo. En la montaña y en el laboratorio, en el aula y con su vida, “lomita tras lomita” ha enseñado a casi todos los ingenieros químicos del ITESO, a sus “morusas” del Cabañas, a sus compañeros de cubículo. Combina las prácticas de sus cursos con excursiones y campamentos; con él se aprende la termodinámica y la fisicoquímica, el amor y el respeto a la naturaleza, el orden y la limpieza, la tenacidad y la disciplina. “Chava enseña de él, no del libro”, dicen sus alumnos, y “el truco para pasar sus materias es saber y pensar.” Sus amigos lo ven como un buen vino: generoso, cálido y sabio; le han dado el título de “honoris causa de la calidad humana”.

Transcript of La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

Page 1: La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

75

Sin

éctic

a 20

en

ero

-ju

nio

200

2

La alegría de enseñar

SALVADORSANTOYO

Aprender es enfrentarse a algo nuevo acadé-mica, técnica, científica o socialmente. Siemprehay algo nuevo. Diario se presenta alguna situa-ción diferente, así va uno haciendo o conociendocosas; es una tarea que nunca acaba.

Como en 1953 me llamaron del Instituto deCiencias para suplir a un maestro que había falta-do. En pocos años me encarrilé y me gustó el tra-bajo. Luego, por ese tiempo trabajé en la fábricaCelanese, pero como ya había empezado a dar cla-ses y sentí que me gustaba más el trabajo de laescuela que el de la fábrica, volví al Instituto deCiencias.

Soy ex alumno del Instituto, ahí hice la secun-daria y la preparatoria; terminé ésta en 1952 y alaño siguiente fue cuando empecé con la suplen-cia. Desde 1958 me he dedicado al magisterio.

En 1961 empecé a dar clases en el InstitutoTecnológico y de Estudios Superiores de Occidente(ITESO) y desde entonces sólo me dedico al ma-gisterio. Además doy clases en el Instituto de Hu-manidades y Ciencias de Guadalajara (IHCIG) puessoy también ex alumno de los Misioneros del Es-píritu Santo y desde los años 1958 o 1959 trabajocon ellos.

El trabajo docente es para mí el más agrada-ble, tal vez por el trato con la gente. También enuna fábrica se tiene que tratar con gente: superio-res y subordinados, pero el ambiente en la escuelaes más bullanguero, más alegre, hay intercambioentre las personas; eso me fue gustando e influyóen mí.

Toda la vida me han gustado los deportes, in-cluso a mi edad prefiero dedicar el tiempo quepuedo al deporte, en especial el excursionismo.Me di cuenta de que con el trabajo en la escuelapodía trabajar todo lo que quería: las horas la es-cuela hay que dedicarlas a preparar clases, corregirtareas, y en mi materia, la química, mucho tiem-po se pasa en los laboratorios, pero nunca des-aproveché el tiempo que me quedaba, lo dedicabaal deporte que tanto me gusta.

Ver el fruto del trabajo es una satisfacción; des-de la tarea que hacen los muchachos hasta los exá-menes finales, un maestro ve de manera concretael producto de su trabajo. Uno se da cuenta deque los alumnos comprendieron las explicacionesdel día anterior, eso es muy satisfactorio. Va pa-sando el tiempo y creciendo el gusto con el que seacercan los alumnos de años anteriores, o cuando

Aventurero y fotógrafo. En la montaña y en el laboratorio, en elaula y con su vida, “lomita tras lomita” ha enseñado a casi todoslos ingenieros químicos del ITESO, a sus “morusas” del Cabañas,a sus compañeros de cubículo. Combina las prácticas de sus cursoscon excursiones y campamentos; con él se aprende la

termodinámica y la fisicoquímica, el amor y el respeto a lanaturaleza, el orden y la limpieza, la tenacidad y la disciplina.“Chava enseña de él, no del libro”, dicen sus alumnos, y “el trucopara pasar sus materias es saber y pensar.” Sus amigos lo vencomo un buen vino: generoso, cálido y sabio; le han dado el títulode “honoris causa de la calidad humana”.

Page 2: La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

76

Sin

éctic

a 20

en

ero

-ju

nio

20

02

los vuelve uno a encontrar y ya son profesionistas,tienen su familia y a veces sus hijos están aquí es-tudiando. Verlos de nueva cuenta es un gozo; in-cluso después del paréntesis de las vacaciones,cuando regresan a clases, las pláticas de sus peri-pecias le dan más sabor a la vida.

Sobre la marcha fui aprendiendo a ser maes-tro. Cuando empecé a dar clases y era maestroemergente llegaba el final del año y dejaba de ladola escuela, “ahí nos vemos el año que entra”. Des-pués empecé a ver que me hacía falta un trabajomás formal. Como no hice ningún estudiomagisterial, comencé a preocuparme por tener untrabajo estable, y la coyuntura se dio aquí en elITESO, ya fue cuando por primera vez me empleéde tiempo fijo, eso me dio más aplomo y tranqui-lidad.

Al padre Luis Hernández Prieto lo cambiarondel Instituto para acá como director de lo que en-tonces era Ciencias Químicas, y a él le gustaba laquímica y también las excursiones.

Un maestro es un apoyo,

una ayuda para los alumnos

Me tocó dar clases en unos cursos de verano delNueva Galicia, eran cursos para normalistas que abase de créditos completaban sus estudios; lesimpartía clases de química, era gente adulta. Cuan-do alguien quiere sacar adelante algo y uno le puedeayudar, eso es satisfactorio, a mí me gusta ser útil.No me veo como una autoridad, sino que piensoque el alumno lleva adelante su trabajo para apren-der y uno es un facilitador, un ayudante, un apo-yo; siempre lo he sentido así. Tal vez la única dife-rencia del principio era que entonces me apenabamucho, me sentía muy intranquilo al pensar queme preguntaran algo que no supiera.

Mucho tiempo di clases de matemáticas en ter-cer grado de secundaria en el Instituto de Cien-cias, trataba de preparar todo lo habido y por ha-ber, para que algún día no me fueran a preguntaralgo que no supiera. Y cuando así sucedió, o cuan-do aún sucede, les digo “no lo sé, déjame buscarloy a ver si te puedo ayudar”, ya sin aquel temor deantes. Y lo hago en todos los niveles, desde uni-versidad hasta secundaria, les digo “no esperes que

uno lo sepa todo, veamos lo más que te puedoayudar”.

Trabajo así, tranquilo, no en el sentido de noponerle ganas al asunto, sino de no andar con so-bresaltos; ir haciendo lo que buenamente se pue-de, de la mejor manera que se puede, así conside-ro mi labor como maestro. Con los años y laexperiencia se tienen más herramientas para se-guir.

El maestro es necesario

Es posible que haya muchas personas con capaci-dad suficiente para aprender solas, pero creo quela mayoría necesitamos siempre como unempujoncito, porque si no, uno se conforma. Loveo en los muchachos que son muy inteligentes,que tienen mucha capacidad pero que frecuente-mente dejan las cosas para después y adoptan laley del menor esfuerzo; necesitan cierta presión.También nosotros los profesores necesitamos ciertasupervisión, cierta presión, igual que en una fá-brica. A los jóvenes les puede dar flojera levantar-se temprano, necesitan un acicate para hacer latarea u otras responsabilidades. Por eso en la me-dida en que puedo hago evaluaciones, sencillas,para ver qué se dijo el día anterior o para revisarun capítulo que terminamos y así estar atentos deuna manera continua. Algunos alumnos se que-jan de que están presionados. Sí, exactamente, eshacerles sentir una presión no asfixiante pero quees una tarea, una exigencia: revisión de lo que sehizo ayer, hacer algo de un día para otro, en pocotiempo mostrar lo aprendido. Hay otras materiasen las que pueden estudiar los temas o los capítu-los de forma independiente, pero en la mía no,para pasar al capítulo segundo es necesario saberel primero. Hay que hacer exámenes, dejarles ta-rea y evaluarlos. Creo que es lo mejor.

Trato de enseñar disciplina

Para adquirir conocimientos y avanzar en el as-pecto científico es necesario adquirir ciertos hábi-tos. Por ejemplo, en las prácticas de laboratoriolos muchachos quieren espectacularidad, algo quetruene, pero comienzo con enseñarles a limpiar

Page 3: La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

77

Sin

éctic

a 20

en

ero

-ju

nio

200

2

su mesa, a ordenar sus “trastecitos”, pues para lle-gar realmente a ser un buen científico, además desaber los arcanos de la ciencia, necesita uno serquien asea su mesa, se encarga de tirar la basura,tener limpio el salón, el laboratorio. El deterioroecológico, la contaminación, la basura son pro-blemas que hacen crisis. Hay que trabajar hábitosy disciplina lo más inmediato que se pueda, desdekínder, sólo así daremos un resultado satisfacto-rio: buenos trabajadores, personas con licencia-tura y buena aceptación, desempeño, futuro, nosólo en la cuestión académica sino en sus cualida-des humanas y trato social.

Durante años se han generalizado ideas de li-bertad en la educación, de que todo mundo sesienta a gusto. Sentirse a gusto sin pensar en losdemás muchas veces genera molestia a otras per-sonas; en ocasiones hay que sacrificar algo de losintereses propios. No siempre el trabajo académi-co es agradable, pienso que para seguir adelante senecesita, antes que nada, aceptar que hay que tra-bajar, y si resulta agradable qué bien, pero si no esasí también se debe hacer, porque de eso se aprende.

Creo que se ha tergiversado el concepto de dis-ciplina y cada vez cuesta más mantener un gruposin esa idea de trabajo. Tenemos que enseñar asentirse parte integrante de una sociedad en don-de siempre hay que pensar en los demás. Transmi-tir esos valores es parte de ser maestro.

Percibo que la educación está fallando en elsentido de no formar en la disciplina. No es quepiense que “el tiempo pasado fue mejor”, pero haydatos acerca de la proliferación de niños de la ca-lle. Tengo trato con grupos de niños que se van ala calle, ésos que la Procuraduría de Justicia andapor ahí recogiendo, con otros de un albergue y, enlos últimos años, con los del Hospicio Cabañas.Son instituciones que los atienden bien en la me-dida que pueden.

Esos chicos no siempre son maltratados en sucasa, sino que fácilmente se van a la calle porqueno quieren hacer lo que les mandan; me he dadocuenta de que hay muchos que prefieren la vagan-cia a la obligación. Hay muchos que se escapanporque los ponen a barrer o los regañan por algu-na pequeña cosa y en un momento de disgustobuscan la manera de irse sin valorar el cuidado, la

atención y educación que los hace útiles a la so-ciedad, no parásitos o delincuentes. Esto tiene re-lación con esa actitud de sentirse a gusto, sin mo-lestias ni presiones. Enseñar esto le cuesta mástrabajo al maestro, es difícil hacer que el joven en-tienda que un maestro debe obligarse a ejercer cier-ta presión, porque en la vida hay presión y obliga-ciones.

Educar es ayudar y estar atento

Educar es ayudar a las personas a comportarse yser útiles a la sociedad, no una piedra en el zapato,no un engrane roto, sino alguien que construyede forma positiva, que ayuda a los demás. Por esopienso que la educación puede implicar desde es-tar atento a los procesos de aprendizaje, dejar ta-rea, revisar que la cumplan, hasta estar al pendientede la limpieza en el salón. Trabajar en un salónsucio produce hábitos de falta de limpieza, queafectarán en otros ámbitos como la alimentación,la salud, etcétera. Cada vez se produce más y másbasura, decimos “pon la basura en su lugar” perodespués nos preguntamos ¿dónde es el lugar de labasura?: ¿el camión repartidor? ¿el municipio? Hayproveedores que no encuentran dónde tirar la ba-sura que generan.

La basura del laboratorio a veces son papalesporque es más fácil utilizarlos y tirarlos en la ba-sura; pero es mejor tener un trapito para limpiarpues hay que ayudar a reducir la generación debasura.

Estos detallitos como el de acostumbrar a losalumnos a recoger un papelito por ahí, por allá,implican cierto esfuerzo en el maestro y creo queeducan a los jóvenes. Un encargado o un prefectode la disciplina no hace que la gente se haga res-ponsable, pero en una institución educativa, es-cuela o universidad, el maestro tiene que conside-rar acciones para formar en la responsabilidad.

Me acuerdo cuando murió el padre HernándezPrieto, que era director de los químicos; lo suplí yen las juntas del Consejo Académico, cuando erarector el padre Xavier Scheifler, puesto que se ha-bía arreglado la entrada al ITESO —no como estáahora, el arreglo agilizaba más el fluido de los ve-hículos—, se vio la necesidad de poner topes. Los

Page 4: La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

78

Sin

éctic

a 20

en

ero

-ju

nio

20

02

pusieron mal, demasiado altos. Yo sentía los to-pes, aun los de la ciudad, como molestia, un es-torbo; pero son una necesidad, porque si yo novengo desbocado en la carrera, habrá otros que sí,que la medida de su velocidad es la capacidad delmotor y no se fijan en otras cosas.

Un día el rector salía del ITESO y vio a unosmuchachos que estaban con sus marros quitandolos topes. Su comentario al respecto, que a mi meconvenció, fue: “Pasaron otras personas mayores,maestros, y nadie les dijo nada. Hay que interve-nir todos, porque es patrimonio y porque esta-mos educando. Que están mal puestos (los topes),es verdad, pero eso se arregla. Tenemos que impe-dir esas acciones, tenemos que regañar a la gente.”

Yo diría: primero hay que hacer una interven-ción conciliatoria, dar un consejo; si no hacen caso,entonces tiene que haber una amonestación, quequizá cause enemistad, pues los muchachos sepueden disgustar a veces, pero para que la educa-ción marche será necesario enfrentarse.

Ahora hay mucho personal de mantenimientoy la situación cambia, pero si un muchacho decualquier edad no tiene esa convicción, ese hábi-to, no va a respetar a los conserjes, a los del aseo, ala gente que está encargada de eso.

Para educar, uno tiene que tomar concienciade lo que debe hacerse en todos sentidos, y co-menzar por uno mismo, actuar con el ejemplo yen la medida que pueda, tratar de que las otraspersonas vayan comprendiendo, “entrando en ca-rril” en todos sentidos. Por ejemplo, en el final delaño empiezan los baños con las mangueras; estábien esa libertad, el problema es que los mucha-chos no sólo se bañan en el pasto sino que pasanpor el corredor, echan cubetazos dentro de un sa-lón y, si se ofrece, van hasta la biblioteca. Quehaya festejos cuerdos, que la alegría tenga un límite.

No se debe esperar a que la gente obre sin con-trol, hay que sacar la cara y enfrentar la situaciónantes de que sea grave, tratar de que las personastomen conciencia y se controlen a tiempo. Hacerlo que se debe y no hacer lo que no se debe, asíentiendo la educación.

Proponerse una meta

Espero que los alumnos vayan dando muestras deun avance en cualquier sentido, porque realmentehabrá unos que comienzan desde un nivel másbajo, por los antecedentes familiares o escolaresque tienen; no todos consiguen la misma meta enun determinado tiempo, es importante tener dis-posición para aprender.

Imparto clases en primer semestre. Llega muydispareja la formación de los alumnos, observoeso y me doy cuenta de que no siempre se puedellevar igual el programa, pero sí puede fijarse unprograma como meta, como ideal. Si se logra, québueno, pero si algún alumno está tan atrasado quepor mucho que trabaje no consigue terminar elprograma, es más meritorio y gratificante ver queconsiguió la mitad del ideal y avanzó.

Lo malo es cuando los alumnos están cruza-dos de brazos, que va uno avanzando en el pro-grama y empiezan a tener malas calificaciones enlos exámenes y aun a pesar de eso el joven no reac-ciona o pregunta ¿por qué?, ¿cómo le hago?, ¿quéme falta?, y llega el examen final y las apuracionesy a veces los llantos. De ellos esperaría que pusie-ran manos a la obra, revisaran lo que avanzamosun día para otro, y si en un semestre no lograronpasar, ponerse al corriente.

Lo que sí es alcanzable para todo mundo es eseesfuerzo, la intención de hacer las cosas, de cual-quier tipo; tarde o temprano, con empeño unoconsigue aquello por lo que se esfuerza. Hay gen-te que sobresale y otros con menos facultades, perotodos podemos aprender. Por ejemplo, aprender ajugar futbol como para divertirse en el recreo opara jugar en el estadio. Igual a nivel académico,podemos ir consiguiendo metas cuando nos loproponemos.

Cambios sí, pero con sentido

Veo que ahora hay mucha planeación, calenda-rización de las tareas, más recursos. Antes habíaque dictar porque los recursos eran otros, por ejem-

Page 5: La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

79

Sin

éctic

a 20

en

ero

-ju

nio

200

2

plo, no había copiadoras. Y, claro, a veces se vi-cian las cosas y encontramos profesores que parapasar el rato se ponen a dictar. Antes tenía unoque buscar la manera de distribuir la informacióna los alumnos; ahora los libros de prácticas de la-boratorio vienen con especificaciones que no siem-pre ayudan a pensar, como “llenar aquí 30 kilos yaquí 20 gramos”, eso a veces no sirve en la vidapráctica.

Otro ejemplo es la caligrafía y la ortografía.Hoy cuesta trabajo descifrar los jeroglíficos de losmuchachos. Exigir buena ortografía es importan-te, pues algún día tendrán que hacer una reseña,un informe.

Me censuran porque mis alumnos no usan li-bro de texto sino que vamos construyendo la prác-tica en el salón. Es más fácil seguir el libro, perono se trata de hacer las cosas lo más fácil; se buscahacerlas lo mejor posible. Ahora, si encontramosla manera de hacerlas bien y fácil, mejor; si no,hay que entrarle.

Si volviera a empezar mi vida magisterial mo-dificaría tantas oportunidades en los exámenes,ahora hay muchas opciones, en unas escuelas másque en otras, supongo que se hace creyendo que sino trabajaron los alumnos en la primera opción,se les da un segundo examen, un tercero y hastaun cuarto, entonces tarde o temprano van a cum-plir con el trabajo. No estoy de acuerdo, mientrasmás oportunidades tienen, menos se esfuerzan, yla verdad es que uno consigue menos en el apren-dizaje precisamente porque no hay esa presión.

Ahora el maestro tiene que preparar sus clasesy exposiciones de manera que facilite las cosas,con la creencia de que así se va a conseguir mejorfruto. Pienso que la realidad ha sido lo contrario,cuando no tienen muchos recursos, los jóvenesbuscan cómo hacer lo que se requiere. Un ejem-plo fue cuando, en esa época en que estaba su-pliendo al padre Hernández Prieto, vino alguiende México a reclutar ingenieros químicos y le su-girieron venir primero al ITESO, luego a la Autó-noma y después a la Universidad de Guadalajara.Algunos ingenieros se preguntaron por qué, sinosotros hubiéramos querido ir a estudiar a laUniversidad Nacional Autónoma de México(UNAM). La respuesta fue que allá tenían todos

los instrumentos y les cuesta trabajar sin ellos, noson como nuestros mecánicos “a la mexicana”, quebuscan soluciones y hacen componendas.

Empezamos sin laboratorios pero ahora se vaprogresando, más el que tiene interés no se fija sien el lavabo hay o no hay agua corriente. Ahoralos muchachos para escoger una escuela ven pri-mero cómo están los laboratorios, los talleres, lascomputadoras, muy bien todo lo relacionado conla práctica, pero dejan a otros factores la respon-sabilidad de su aprendizaje. Con las computadorasempezó a ser comodísimo el trabajo, cuando pe-día los reportes de trabajos de laboratorio argu-mentaban que las computadoras estaban satura-das; entonces les contestaba que tenían que hacerel informe, ya fuera a mano o en máquina de es-cribir.

Para operaciones sencillas utilizan la calcula-dora, no tratan de pensar, se quieren evitar lamolestia de razonar. Cuando se tiene un proble-ma en la vida práctica, hay que resolverlo, tratarde discurrir su solución hasta lograrla, y no cru-zarse de brazos. Pero ahora se enseña el esfuerzo.Creo que se ha ido relajando el deseo de aprenderen todos los aspectos, no sólo académicamente.Se necesita un vivir más austero, diría yo.

En los exámenes, pongo a los alumnos a verquemarse el carbón, a observar cuánto de esto ycuánto de lo otro, les pongo problemas inten-cionalmente.

No todo es negativo, hay cambios positivos,pero me atrevo a decir que los efectos negativosson serios y que el maestro tiene que esforzarsemás para educar. Antes la labor de un maestro eramás halagüeña y llevadera por la disposición quetenían los muchachos para aprender; ahora resul-ta un tanto más ardua, difícil, áspera, porque unotiene que prodigarse más y quizá obtener resulta-dos más pobres.

A veces se pierde

Han habido casos en que se perdió la partida conlos alumnos, por actitudes, detalles, sucesos en quealcanza uno a darse cuenta de la rebeldía de losmuchachos; a veces son a nivel pequeño o senci-llo, por ejemplo, en esa insistencia mía de la lim-

Page 6: La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

80

Sin

éctic

a 20

en

ero

-ju

nio

20

02

pieza en el salón, observar y pedir que recojan unpapel, que no golpeen la mesa. A veces no tras-cienden, pero en otras son detalles más graves. Enuna ocasión aventaron un petardo en mi casa yrompió los vidrios del carro. Afortunadamente nopasó más. No dudé de que la causante había sidouna niña de preparatoria que todo el semestre notrabajó, “pagada de sí misma” y de pilón con unnovio que le daba ánimos. En los exámenes fina-les de semestre reprobó, habló conmigo, me dijo:“Oye, ve como le hago, porque yo no puedo tro-

nar.” Discutimos un rato, fue a mi casa y otra vezahí discutimos, así que la invité a salir de la casa.Uno o dos días después fue el petardazo. Unosllegan a entender, otros ni lo razonan. Creo quecon el tiempo esto se va recrudeciendo, por esalibertad mal entendida, ese ir cada uno por su lado.

Ahora que ya se va acercando uno a la edad de“oír pasos en la azotea”, satisface sentir que sirvióde algo, no en cosas trascendentes o notables, perocon perseverancia. Y con ella trato de colaborar,de servir, de vivir la vida sin muchos huecos.

Page 7: La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

81

Sin

éctic

a 20

en

ero

-ju

nio

200

2Mauricio Figueroa

Page 8: La alegría de enseñar - ITESO, Universidad Jesuita de ...

82

Sin

éctic

a 20

en

ero

-ju

nio

20

02

Federico Vallejo