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Adriana de Teresa Ochoa l libro com o m e dio de c o muni caci ó n

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Adriana de Teresa Ochoa

l libroc o m o

medio

• de •

comuni

cación

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Introducción

Gracias al trabajo de lingüistas, fi-lósofos y psicólogos sabemos queel lenguaje es un instrumentofundamental en la aprehensiónintelectual de lo que nos rodea.

A través del lenguaje el mundo deja de pa-recer caótico, meramente continuo y con-tingente, para presentársenos dotado de es-tructura y orden. Existe una relaciónesencial entre pensamiento y lenguaje, porlo que el desarrollo de las habilidades lin-güísticas (escuchar, leer, hablar y escri-bir) proporciona herramientas invaluablesa todo el que quiera incursionar en el te-rreno del conocimiento, sea cual sea la dis-ciplina elegida.

Uno de los problemas al que una socie-dad como la nuestra debe enfrentarse esel analfabetismo funcional de grandes sec-tores de la población. Es decir, mucha gen-te que, si bien aprendió a leer y escribir, notiene la capacidad para comprender untexto o expresarse mediante la escritura.Esto implica la carencia tanto de un códi-go para la expresión escrita como de los ins-trumentos de análisis para leer. Y es que lapresencia cada vez mayor de otros medios,particularmente de la televisión, ha rele-gado a estas dos actividades a un segundoplano.

Los comúnmente llamados medios ma-sivos de comunicación ofrecen sistemas desimbolización distintos al de la letra escri-ta y se oponen a este último, pues contro-lan los efectos de un texto por la vía de lapasividad, en tanto que la lectura requiere,necesariamente, la actividad del sujeto.

La lectura contribuye de manera im-portantísima a desarrollar la competenciacomunicativa del lector, es decir, a conocerlas alternativas y las reglas de múltiplescódigos lingüísticos que permiten insertar-se adecuadamente en situaciones concre-

El libro es una extensión

de la memoria

y de la imaginación.

Jorge Luis Borges

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tos y valores culturales, por lo que el desa-rrollo de las habilidades de lectura es cues-tión básica para que los estudiantes parti-cipen de la comprensión y producciónlingüísticas. En este contexto es urgentereconocer en el libro un instrumento quebrinda múltiples posibilidades de trabajo.Además, frente a los otros medios de comu-nicación posee varias ventajas: es maneja-ble, permite un contacto físico directo en-tre el lector y el texto, puede ser trasladadoa cualquier lugar y sin requerimientos deespacio ni instalaciones costosas. Así en-tonces, pese a que algunos afirman que sufin está cerca, el libro todavía constituye el

principal soporte para la trans-misión y acumulación de ex-

periencias, conocimien-tos y obras artísticasde la humanidad. Parti-cularmente en paísescomo el nuestro, en elque existe un gran nú-mero de comunidades alas que no han llegado

los adelantos más recien-tes en materia de informá-

tica, el libro desempeña un pa-pel principal en las tareas educativas.

El presente trabajo está dividido en tresapartados: el libro, la biblioteca y la lectu-ra; pretende ofrecer a los profesores unespacio de reflexión en el que el libro seconcibe como instrumento de trabajo a par-tir de sus características materiales, de al-gunos aspectos relevantes de su evolucióny de la función que ha tenido en la historiade nuestra cultura. Se pretende tambiéndestacar la importancia de las bibliotecas,no sólo como recintos donde se custodianlos acervos bibliográficos, sino en funciónde la relación que se establece entre eltexto que se lee y los aspectos físicos y am-bientales del lugar en que se realiza la lec-tura. Por último, se abordan algunas cues-tiones en torno a la lectura, entendida como

El simbolismo presente

en todas las culturas.

Tablilla de arcilla con escritura

cuneiforme, 3000-4000 a.C.,

Mesopotamia.

tas de comunicación. Y es que la compe-tencia comunicativa implica saber tambiénqué decirle a quién y cómo decirlo segúnla situación. Cada comunidad cuenta conuna variedad de códigos y maneras de ha-blar que sus miembros pueden seleccionary que son parte de su repertorio comuni-cativo.

Lo que un individuo conoce lingüísti-camente es crucial para su integración so-cial y para su actividad dentro de una socie-dad. Tal vez debamos recordar que la palabracomunicación está emparentada etimoló-gicamente con comunidad.

Puesto que el lenguaje es un código com-partido y no sólo individual, po-demos aprender compa-rando concepciones delmundo, discutiendocon otras personas,escuchando y leyen-do. El mundo de lasideas y las relacioneslógicas no es indepen-diente del lenguaje: nisiquiera podemos ima-ginar hasta qué punto unapersona sin lenguaje está endesventa intelectual y cultural, ya que ésteno es simplemente un vehículo para propor-cionar información a otra persona, sino que,además de determinar la forma en queestructuramos la realidad, también consti-tuye un eslabón entre los miembros de unasociedad. Y es que todos los aspectos de lacultura tienen que ver con la comunicación,y muy especialmente la estructura social, losvalores y actitudes sobre la lengua y la ma-nera de hablar, la red de categorías concep-tuales que resultan de experiencias compar-tidas y las formas en que el conocimiento setransmite de generación en generación y anuevos miembros del grupo.

Por todo lo anterior, es evidente que lalengua escrita es un instrumento privile-giado para la transmisión de conocimien-

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una actividad de decodificación y construc-ción de significados y sentido a partir de untexto dado. En resumen, se desea brindarlas herramientas conceptuales para tras-cender aquella lectura que se reduce a unsaber mínimo y elemental, que se agota enuna relación inmediata y superficial del lec-tor con la letra escrita; en vez de ello sepropone otra lectura que ponga en juego to-das sus normas y posibilidades, es decir,una lectura crítica. Asimismo, es importanteseñalar que los profesores tienen la posibi-lidad de propiciar que los estudiantes seaproximen en forma placentera y lúdica ala lectura, particularmente de textos lite-rarios, lo cual redunda positivamente en eldesarrollo tanto de su capacidad de abstrac-ción como de su creatividad.

Hay que dejar de considerar a la lectu-ra únicamente como vehículo de transmi-sión y recepción de la información conte-nida en un texto, ya que posee, en sí misma,una innegable productividad, en el senti-do de que convoca una pluralidad de pla-nos y registros mayor de los que literal-mente manifiesta. Por ello, Noé Jitrik1 ladefine como una actividad que se erigecomo una construcción entre individuo ytexto y que está determinada por diversosfactores culturales que orientan y definenlas expectativas de lectura y los resulta-dos del proceso.

Si logramos verdaderamente orientara los estudiantes para que realicen unalectura que alimente la imaginación, estimu-le la afectividad, enriquezca el conocimien-to, además de que se verifique como capaci-dad de establecer una relación a partir delobjeto sobre el que se realiza y los ámbitosa los que se refiere, habremos sembrado laposibilidad de transformar el mundo en elque vivimos para hacerlo un mejor lugar.

1 Noé Jitrik, “Cuando leer es hacer“,en Lectura y cultura, México, UNAM, 1987(Biblioteca del editor).

Las complicadas figuras de los

jeroglíficos fueron sustituidas

por una escritura más abstracta

y fluida llamada hierática.

En este papiro egipcio la

escritura hierática está a la

izquierda y los jeroglíficos

acompañan a un sacerdote que

hace una ofrenda al dios Osiris.

El libro

El libro como objeto

Tal como quedó establecido en la intro-ducción, el conocimiento y uso de los libroses vital para toda vida académica. Conocersus diversas partes, sabiendo qué esperar decada una, permite al lector servirse mejor ymás racionalmente de ellas. Es importanteque, en primera instancia, los estudiantesperciban y valoren el libro en su materiali-dad, aprendiendo a observar sus caracterís-ticas físicas (tamaño, peso, calidad del pa-pel, disposición del texto en la página),además de los elementos paralingüísticos (losgráficos y las fotografías, entre otros).

Toda lectura supone, en una primeraaproximación, la ubicación del texto en unespacio, así como el reconocimiento de mar-cas gráficas (palabras, números) y de todosaquellos elementos que engloba la noción queGérard Genette denomina como paratexto.Los paratextos son los elementos que con-tribuyen a hacer de un texto un libro; ga-rantizan una mejor recepción y una lecturamás accesible y pertinente. Como paratextospodemos considerar todos los elementos queno forman parte del cuerpo de la obra: eltítulo, el subtítulo, el nombre del autor o de

Todo en el mundoexiste

para desembocaren un libro.

Stéphane Mallarmé

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26 trazos diferentes

caracterizan a la escritura

de la civilización china.

Tiras de madera grabadas,

100 a.C.-100 d.C.

milenio antes de Cristo, en culturas comola egipcia, la china y la sumeria se utiliza-ban el papiro, la seda y las tablillas de ba-rro, respectivamente, para registrar diver-sas informaciones. En otros lugares yperiodos de la historia se emplearon tabli-llas de madera o marfil recubiertas de cera,tela y cuero, pero quizá antes que ningunode estos materiales se usó la corteza deárbol; precisamente las palabras byblos yliber, que en griego y latín son equivalentesde libro, significaban en su origen corteza.

Como ya se ha señalado, los egipciosaprovecharon el tallo de una planta —elpapiro— en la elaboración de finas tirassuperpuestas en capas paralelas en lasque, una vez secas, se podía escribir. Alproducto terminado también se le llamapapiro. Se trata de un material tan flexi-ble que puede muy fácilmente ser enrolla-do, por lo que el libro egipcio tuvo siemprela forma de rollo. Hacia el tercer milenioantes de Cristo la fabricación de papiro al-canzó una perfección que nunca despuéspudo ser superada. Sin embargo, se tratade un material demasiado frágil, entre cu-yos principales enemigos se encuentran losinsectos y, sobre todo, la humedad; por ellosólo unos cuantos han podido ser conser-vados en museos y bibliotecas.

Egipto exportó rollos de papiro a Gre-cia a partir del siglo VII antes de Cristo y suuso se generalizó dos siglos después. Losgriegos llamaron a la hoja de papirochartes, palabra que pasó al latín comocharta; en tanto la hoja escrita se llamó engriego biblion y el rollo de papiro, kylindros.A partir de la anexión de Egipto al ImperioAlejandrino, la cultura y la vida espiritualgriegas florecieron en suelo egipcio. Desdeentonces, el mundo de la cultura griegaestuvo como nunca bajo el signo del papi-ro. Sin embargo, se conocen diversos testi-monios en el sentido de que la palabra es-crita tan sólo se consideraba un sucedáneode la palabra oral; tal es el caso de Platón,

Libro plegable para leer la

buenaventura mediante el

horóscopo chino. En él se

muestran las diferentes

estaciones del año.

Tailandia, siglo XIX.

los autores, los índices, el prólogo, la intro-ducción, las conclusiones, la editorial,2 ellugar y fecha de publicación, etcétera.

Los paratextos están íntimamente rela-cionados con las llamadas partes del libro,las cuales pueden reducirse a: carátula o cu-bierta, lomo, portada y contraportada, todasellas en función del lugar donde se ubicanlos elementos necesarios para la elabora-ción de fichas bibliográficas y la clasifica-ción del libro en la biblioteca.

Breve historia del libro

Si bien estamos familiarizados con una con-cepción del libro en tanto objeto, es precisodarnos cuenta de que su forma y su funciónen la sociedad han sufrido transformacio-nes importantes a lo largo de la historia.Por ello, resulta pertinente hacer un recuen-to retrospectivo de dicho proceso para en-tender y valorar también su vida futura.

Desde la más remota antigüedad, loslibros han constituido el instrumento porexcelencia para la transmisión de expe-riencias y conocimientos entre las diferen-tes generaciones y los diferentes pueblosy culturas; asimismo, han contribuido a darun carácter acumulativo a las adquisicio-nes científicas, técnicas y artísticas de lahumanidad. Los libros son, a la vez, en

cuanto objetos, vehículos de transmi-sión cultural y soportes para la ex-

presión artística.La historia del libro suma

aproximadamente 5 000 años;se han conservado muy pocos

vestigios que puedan pro-porcionarnos informa-

ción suficiente sobresu uso más re-

moto. Haciael tercer

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El pergamino, medio

de registro en la

evolución del hombre.

Libro plegable de Birmania

donde se narra la historia

de Buda. Este tipo de libros

también son llamados

parabaiks.

quien afirmaba que los libros son comolas estatuas, ya que si bien parecen seresvivos, cuando se les pregunta algo no sa-ben contestar. Asimismo, existe una cartaque Alejandro de Macedonia le envió aAristóteles en la que le reprocha habermandado hacer varias copias de su Metafí-sica, pues todos podrían saber lo que antessólo conocían los elegidos. Aristóteles lecontestó que su tratado había sido publi-cado y no publicado, pues consideraba queun libro no era capaz de exponer totalmen-te un tema, y más bien constituía una es-pecie de guía para acompañar una ense-ñanza oral. Pitágoras también desconfiabade la letra escrita y, de hecho, no dejó unasola línea. El texto, para él, impedía el de-sarrollo y vida de las ideas porque ataba alpensamiento.

Esta concepción del libro y sus funcio-nes —tan distinta de la nuestra—, nos per-mite entender el desarrollo y la importan-cia que tuvo en la cultura griega el llamadoarte de la memoria, que para la vida mo-derna carece de importancia, pero en laépoca anterior a la imprenta cumplía unafunción vital.

Según cuenta Cicerón en De oratore, elpoeta griego Simónides de Ceos fue el in-ventor de los principios de una técnica quepermitía al orador memorizar larguísimosdiscursos con infalible precisión. Esta téc-nica —descrita con detalle por Quintiliano—consistía, primero, en imprimir en la me-moria una serie de lugares, por lo común detipo arquitectónico. Así, la intención era re-cordar un edificio, tan espacioso y variadocomo fuera posible, sin omitir los adornos yestatuas que decorasen las habitaciones.Una vez hecho esto, las imágenes por lasque el discurso debía recordarse se coloca-ban en los espacios del edificio: rincones,nichos, arcos, etcétera. Cuando era precisoreavivar la memoria de los hechos mientraspronunciaba su discurso, el orador antiguose iba desplazando ordenadamente —en su

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que vivió en Roma alrededor de los años 86a 82 antes de Cristo decía que “los lugaresson muy parecidos a tablillas de cera o pa-pel, las imágenes son como letras, la coloca-ción o disposición de las imágenes como elguión, y la dicción es como la lectura”.2

Si bien entre los griegos existió esta des-confianza por depositar los conocimientos, re-flexiones y creaciones artísticas en tablillasde cera o papiros y, de hecho, el arte de lamemoria siguió siendo practicado en la tradi-ción hermética del Renacimiento e incluso poralgunos filósofos del siglo XVIII, el libro consti-tuyó, a lo largo de muchos siglos, el principalinstrumento para preservar los conocimien-tos y la memoria individual o colectiva.

Es importante señalar que al mismotiempo que el uso del rollo de papiro y delcódice de pergamino prosperaba en el Im-perio Romano, heredero de la cultura grie-ga, en China se produjo un invento que pos-teriormente sería capital para la historiadel libro de Occidente: el papel, que resol-vió el problema del alto costo que implica-ba la utilización de seda como material deescritura. En el año 105 después de Cristo,T’sai Lun inventó el papel a partir de di-versos materiales como cortezas vegetales,

Grabado europeo

que muestra

el proceso

de elaboración

del papel.

Los pueblos de

Europa occidental

adaptaron

el alfabeto latino

a sus lenguas.

Originalmente sólo

había mayúsculas;

con el tiempo

aparecieron las

minúsculas, que ya

pueden verse en

este libro de horas

hecho de pergamino.

imaginación— a través del edificio, sacan-do de los lugares memorizados las imáge-nes que había depositado en ellos.

Las fuentes clásicas describen técnicasinternas que dependían de impresiones vi-suales de extraordinaria intensidad, ya quela invención de Simónides no sólo conside-raba la importancia que tiene el orden parala memoria, sino también el hecho de que lavista es el “más vigoroso de todos los senti-dos”. Así entonces, el arte de la memoria eraconcebido como un alfabeto interno: quie-nes conocieran sus letras podían escribir loque se les dictara y leer lo que hubieran es-crito. Un desconocido maestro de retórica

2 Citado en Frances Yates, El arte de lamemoria, Madrid, Taurus, 1974.

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Libro de horas

de Carlos VIII,

siglo XV.

El recurso utilizado

para ilustrar los primeros

libros fue la viñeta.

restos de tejido de algodón y viejas redes,entre otros. Durante casi 700 años se con-servó el secreto de su fabricación, pero unavez que los árabes conocieron la fórmula—luego de tomar como prisioneros a fabri-cantes chinos de papel— ésta se difundió através de su imperio y llegó a Europa haciael año 1100.

Tras la caída del Imperio Romano y eltriunfo del cristianismo fue la Iglesia roma-na, con sus comunidades religiosas y susinstituciones eclesiás-ticas, la que llevó lainiciativa en el mundodel libro. A fines del si-glo V y principios del VI,Casiodoro fundó al surde Italia un monasterioen el que establecióuna especie de acade-mia cristiana. Ahí losmonjes servían a Diosestudiando y copiando textos, no sólo de li-teratura eclesiástica, sino también profa-na, griega y romana. La orden de los bene-

dictinos fue la que se dedicó con mayor en-tusiasmo y disciplina al libro.

Posteriormente, la cultura renacentistaestuvo marcada por una gran sed de cono-cimiento. El libro y la escuela se convirtie-ron en sus principales transmisores. El viejocódice medieval resultaba ya inadecuadopara la nueva tarea de difusión: su carac-terística letra gótica —a la que Eneas SilvioPicolomini comparó con serpientes y patasde mosca— entorpecía la lectura, por loque fue sustituida por la letra cursivahumanística, ya que su escritura tenía ras-gos más limpios y, en consecuencia, permi-tía una lectura más ágil y rápida.

En Occidente, la invención a mediadosdel siglo XV de la impresión con tipos móvi-les —atribuida a Gutenberg— abarató loscostos de producción y permitió que el libropenetrara en círculos cada vez más ampliosde lectores. Todo ello hizo surgir una nuevaconcepción y función del libro: su posesiónya no estuvo reservada al sabio solitario, alpríncipe y al fraile del convento; comenzó aencontrarse en las escuelas, en las cortes,en los conventos y en las universidades. Estaconcepción es la que todavía prevalece ennuestra sociedad, si bien los medios masi-vos de comunicación ocupan cada vez ma-yor espacio y van ganando terreno al libro.De vez en cuando se escuchan prediccionespesimistas que aseguran que el libro, en un

futuro cercano, habráconcluido su función,derrotado por los perió-dicos, el cine, el radioy la televisión. El hechode que cada vez másgente sólo lea periódi-cos, revistas o comicses innegable, así comoque el cine, la televisióny el radio ocupan gran

cantidad del tiempo libre, en detrimento dela lectura. Sin embargo, como se apunta enla introducción de este trabajo, existen ra-

El libro de texto,

medio por excelencia

del aprendizaje escolar.

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ción y comentario. Se calcula que la colec-ción principal de esta biblioteca constaba deunos 70 000 rollos de papiro, en tanto que lamenor, resguardada en el Serapeion, unos45 000. Esta biblioteca fue destruida por elfuego alrededor del año 391 después de Cris-to, cuando los cristianos, bajo la guía del ar-zobispo Teófilo de Antioquía, destruyeron eltemplo de Serapis.

Cuando los romanos constituyeron su im-perio y se apropiaron de los frutos de la cul-tura griega, también hicieron suyas las tra-diciones griegas relacionadas con el mundode los libros. Alcanzó un gran desarrollo sucomercio, y las librerías, que se encontra-ban en las vías de mayor afluencia, se con-virtieron en punto de reunión de poetas ysabios. Se sabe de la existencia de un granpúblico lector en ese entonces, por lo que secontaba no sólo con lujosas bibliotecas pri-vadas, sino también con bibliotecas públicas.La primera biblioteca pública en Roma se es-tableció en el año 39 a.C. en el templo de laLibertad; posteriormente se construyerondos más: la Palatina y la Octaviana. Como laBiblioteca de Alejandría, estas últimas tam-bién fueron destruidas por el fuego.

Con la caída del Imperio Romano comenzóuna época crítica para las bibliotecas, ya quedebido a las persecuciones de los cristianos,iniciadas por el emperador Diocleciano en elaño 303, en Italia muchas de ellas fueron

La conjunción del espíritu

y la ciencia en Alejandría.

Yo, que me figurabael paraíso bajo

la especiede una biblioteca…

Jorge Luis Borges

zones para afirmar que el libro todavía tienemucha vida por delante y continuará des-empeñando un papel indispensable e in-sustituible en la educación y la sociedadmodernas.

La biblioteca

Paralelamente al desarrollo del li-bro, y a medida en que el mate-rial escrito se multiplicaba, sehizo necesaria la construcción derecintos que albergaran los acer-

vos. Desde la antigüedad hasta la época con-temporánea, la biblioteca ha sido el lugardonde se conservan, ordenan, clasifican yconsultan los materiales bibliográficos.

Por supuesto que también las bibliotecashan cambiado mucho desde sus orígenes yahora contamos con algunas que disponen delos más avanzados sistemas de informaciónpara brindar al usuario un mejor y más rápi-do servicio. Sin embargo, resulta interesanterevisar brevemente estas transformacionesy valorar las posibilidades que ofrece su co-nocimiento y uso para la vida escolar.

La biblioteca más célebre y grandiosa dela antigüedad fue la de Alejandría, en Egip-to. Al principio se trataba de una especie decomunidad religiosa que se reunía en el tem-plo de las Musas, el Museion, dedicado a laenseñanza y la investigación. A lo largo del

siglo III antes de Cris-to se transformó enuna gran bibliotecaque albergó literaturagriega y traduccionesde textos egipcios,babilonios y otros dela antigüedad. Su fi-nalidad principal erala recopilación de latotalidad de la litera-tura griega en las me-jores copias posibles,así como su clasifica-

Biblioteca de viaje

del siglo XVI.

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Libro de horas,

Flandes, siglo XV.

Biblioteca medieval de la

catedral de Hereford,

Inglaterra.

En las bibliotecas

del siglo XVIII se tenía

que pagar por la

lectura de un libro.

destruidas total o parcialmente. Los monas-terios cristianos, en los que las primeras co-munidades religiosas se habían congregado,poseían colecciones de libros. Tras las inva-siones bárbaras, la influencia de la Iglesia,especialmente la de Roma, fue adquiriendocada vez mayor importancia en el mundo dellibro. A lo largo de toda la Edad Media laIglesia constituye el agente dominante en esteterreno y es también factor decisivo en laconservación de parte de la literatura clási-ca, que había sufrido los estragos del fin delImperio Romano.

La propagación de la industria editorialen el Renacimiento produjo la multiplica-ción de las bibliotecas en todas las ciuda-des. Pero la biblioteca renacentista se dis-tinguió de la medieval no sólo en elaspecto exterior de los libros,sino, principalmente, porla riqueza y la novedad delos autores de su co-lección: ahí, a dispo-sición del lector, seencontró una nuevaeducación y una nue-va cultura. La biblioteca renacentista saledel claustro; se manifiesta en grandes pro-yectos, como el de Nicolás V (1397-1455),quien intentó crear una biblioteca modeloque reviviera la fastuosidad de la deAlejandría. Pero especialmente lo hace a tra-vés de las bibliotecas de los maestros de es-cuela, de hombres de letras, frailes y civi-les, y de hombres libres habitantes de losburgos que participan apasionadamente enla polémica del mundo que se transforma yal que contribuyen a transformar.

Desde entonces las bibliotecas han conti-nuado con esta labor de recepción y difusióndel cada vez más vasto material escrito. Indu-dablemente, desde hace más de siglo y mediola creciente investigación científica y huma-nística, así como la producción de obras litera-rias y artísticas han constituido la base para eldesarrollo de estos espacios. Sin embargo, el

progreso de la biblioteca moderna no se mani-fiesta únicamente por el incremento en las exis-tencias de libros y la incorporación de nuevosmétodos de almacenamiento de la información,sino por la aparición de una concepción de labiblioteca como una institución pública, cuyaintención sería la de constituirse como centrovivo de la difusión de la cultura.

No hay que olvidar que la biblioteca, ade-más de poner a disposición de los usuariosuna vasta colección de material impreso einformaciones diversas, constituye el marcofísico por excelencia para la realización dela lectura. A los muchachos que no quiereno no pueden comprar los libros escolares, labiblioteca les ofrece los textos y el espacioadecuado para leer, así como la posibilidad

de prestarse a la aventu-ra intelectual.

Es conveniente llamarla atención sobre el hechode que las condiciones ma-teriales, físicas, en que serealiza la lectura determi-nan la relación que se es-tablece entre lector y tex-

to y, por supuesto, intervienen en el resultadofinal del proceso. Estas condiciones materia-les se refieren tanto a las diversas situacio-nes en las que puede encontrarse el lector enel momento de la lectura (sentado, acostado,de pie) como a los determinantes ambientalesen que ésta se lleva a cabo, esto es, si se rea-liza en un espacio cerrado o abierto, con ilu-minación natural o artificial, entre otras.

Lo que resulta evidente es que el lec-tor mantiene una relación con el conjuntofísico donde lee, y establece,simultáneamente, una rela-ción entre dicho conjuntoy el texto escogido. Paraleer un ensayo de filoso-fía, por ejemplo, buscare-mos un espacio cerrado conbuena iluminación, de tal suerteque podamos leer con cuidado y concen-

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¿Se puede dialogar

con un libro?

lectura se inicia propiamente cuando la mi-rada transforma al texto en objeto de lectu-ra, modificando, desde el principio, su for-ma. El lector tiene que realizar un procesode decodificación del texto para, entonces,producir sentido y significación. Sin embar-go, este último no es un proceso lineal; ellector, desde el principio, formula una hi-pótesis de significación que se ajusta ytransforma a medida que la lectura avanza.A pesar de que pocas veces nos damos cuen-ta, cuando leemos constantemente estamoselaborando suposiciones sobre el significa-do del texto. El lector hace conexiones im-plícitas, cubre huecos, infiere y pone a prue-ba sus intuiciones.

El proceso de lectura siempre es diná-mico, es un movimiento complejo que se de-sarrolla en el tiempo. La obra literaria sóloexiste como un conjunto de esquemas que ellector debe actualizar. Para ello, durante lalectura el lector aporta un tenue contexto decreencias y expectativas a partir del cualevalúa las características de la obra. Al es-forzarse por extraer del texto un sentido co-herente, el lector no realiza un movimientorectilíneo: las especulaciones iniciales gene-ran un marco de referencias dentro del cualse interpreta lo que viene a continuación, locual, retrospectivamente, puede transformarlo que en un principio se entendió, subra-yando ciertos elementos y atenuando otros.Al seguir leyendo se abandonan suposicio-nes, se examina lo que se había creído, seinfiere y se supone en forma cada vez máscompleja; cada frase u oración abre nuevoshorizontes que serán confirmados o desecha-dos por lo que viene después. Así entonces,la lectura se realiza, simultáneamente, ha-cia atrás y hacia adelante.

El acceso al sentido del texto se comple-ta cuando la hipótesis del lector, a través dereacomodos sucesivos determinados por laaportación de datos nuevos deducidos deltexto, mediante un ejercicio de ensayo yerror, logra restablecer la coherencia. Es

tración, en tantoque si leemos uncuento, podríamosescoger un espacioal aire libre. Por su-puesto que las com-binaciones posiblesestán inscritas y de-terminadas por unaformación cultural,social e individual.

Porque conocemos lo que determina la lec-tura, buscamos el lugar y el momento que,suponemos, los textos exigen; creemos queciertos textos no pueden ser leídos de cual-quier modo y por eso calculamos cuál esel lugar o el momento adecuados.

Por lo anterior, resulta recomendableponer atención en que la biblioteca consti-tuya, hasta donde sea posible, un espacioacogedor, agradable, donde existan las con-diciones apropiadas para lograr la concen-tración. El conocimiento y uso de la biblio-teca escolar es fundamental para la vidaacadémica de todo estudiante. Es impor-tante que se sienta estimulado para que lavisite, entienda cómo está organizada, quéservicios puede obtener y cuáles son los re-quisitos para ello. La biblioteca escolar ofre-ce a los estudiantes los materiales biblio-gráficos que le permiten adquirir y ampliarsus conocimientos en las disciplinas de lasasignaturas del plan de estudios.

La lectura

Podemos definir la lectura comouna relación que se establece en-tre un lector y un texto. El textoaparece ante el lector como unobjeto de escritura en estado de

reposo, propuesto a la mirada para produ-cir significado; se trata de una especie deestado de vacío que contiene, potencialmen-te, todo un universo de significaciones y querequiere de un lector para actualizarse. La

La lectura esun milagro fecundode la comunicación

en el senode la soledad.

Marcel Proust

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4 Hans Georg Gadamer, Verdad y método, vol. I,Salamanca, Ediciones Sígueme, 1984.

Ex libris comercial

norteamericano,

siglo XX.

Ex libris de Odile

Bournisien,

factura francesa,

siglo XX.

decir, entre el lector y el texto se estableceuna relación dialogística en los procesos decomprensión y producción lingüística.

De esta manera queda claro que median-te la realización de complejas operaciones ellector participa activamente en la construc-ción del sentido de un texto; sin embargo esnecesario señalar que si mediante nuestrasestrategias de lectura modificamos el texto,éste, simultáneamente, modifica al lector.Wolfang Iser3 destaca que las obras literariaspermiten al lector un nuevo conocimiento crí-tico de sus códigos y expectativas habituales.La obra interroga y transforma los criterioscotidianos con que la abordamos, desautoma-tiza nuestros hábitos de percepción y con ellonos obliga a tomar distancia de ellos. La obraliteraria viola o transgrede las formas nor-mativas de ver las cosas, poniendo al lectoren contacto con nuevos códigos de compren-sión. En el acto de leer, las suposiciones con-vencionales pierden su carácter familiar, algrado que el lector puede criticarlas y revi-sarlas. Para un crítico como Iser, lo que ver-daderamente importa en la lectura es que pro-fundiza la conciencia de nosotros mismos,logrando una transformación importante.

Por otra parte, aunque sigue la mismadirección, Hans-Georg Gadamer,4 llama laatención sobre el hecho de que el sentidode un texto, particularmente si se trata deuna obra literaria, cambia de acuerdo conel contexto histórico o cultural en el que serealiza la lectura. Así, es posible extraerde la obra cada vez nuevos significados qui-zá nunca previstos ni por su autor ni por elpúblico lector de la época. Para Gadamer,esta inestabilidad forma parte del propiocarácter de la obra literaria. Cualquier in-terpretación responde a criterios históri-cos y culturales, por lo que es imposibleconocer la obra tal cual es. Según este au-tor, toda interpretación de una obra no con-temporánea consiste en un diálogo entre elpasado y el presente que nos pone en con-tacto con la tradición. En este sentido, afir-ma que toda comprensión es productiva, yaque equivale siempre a “comprender de otramanera”: es una realizacióndel potencial del texto en elque se introducen nuevosmatices.

Como se desprende de loexpuesto, hablar de lecturasupone la articulación deprocesos tanto individualescomo sociales. No debemosperder de vista que todo lec-tor forma parte de una co-munidad interpretativa quecondiciona y orienta las ex-pectativas de lectura. Asi-mismo, el significado de lalectura también se estable-ce a partir de la relación delescrito con sistemas de sig-nificación más amplios, en los que se inclu-yen otros textos, códigos y normas tanto cul-turales como literarios. Todos estoselementos configuran los horizontes de ex-

3 Wolfang Iser, The act of reading, Baltimore,John Hopkins University Press, 1976.

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pectativas, cuya función es servir comomarco de referencia que da sentido a la lec-tura y, a través de ella, al texto. Sin estemarco de referencia, ni las experiencias nilas observaciones u otras acciones podríantener sentido.

Es preciso dejar bien claro que no todotexto se lee de la misma manera y que lospropósitos de lectura son variados. Por elloes conveniente tener conciencia de las ope-raciones que intervienen en la comprensiónde un texto para ahorrar esfuerzos y tiempoy hacer una buena lectura. Asimismo, es ne-cesario tener presente una serie de factoresque orientan la manera en que un individuolee y comprende un texto dado: la formaciónescolar, la cantidad y tipos delecturas previas, el papel quedesempeña la lectura en uncontexto político determina-do, la disposición psicológicaque se tiene de manera per-manente o esporádica.

Todos los factores men-cionados se conjugan paraproducir una percepcióngradual del texto, es decir,la mirada que recorre el ob-jeto de lectura nunca puedepercibir la totalidad de éste, sino que sóloregistra algunos aspectos y otros simple-mente no los ve. La selección de elemen-tos perceptibles por el sujeto lector no de-penden de su voluntad, sino que estáníntimamente relacionados con lo que NoéJitrik5 denomina ejes de lectura y que sonel reconocimiento y la innovación. El lec-tor percibe fácil y rápidamente aquello quereconoce, que se encuentra en su horizon-te de expectativas, en cambio, se le difi-culta percibir aquello que le es totalmente

novedoso. En todo proceso de lectura es-tos dos ejes se combinan y nos permiten irincorporando y reconociendo un númeromayor de elementos en nuestro marco dereferencias.

Toda lectura implica una red de proce-sos que tienden a configurar un objeto úni-co que se percibe como totalidad, pero quese descompone en una pluralidad de cam-pos que establecen, a su vez, relacionesfragmentarias con diversos aspectos de larealidad.

En una lectura espontánea el lector pue-de llegar a entender lo que dice un texto,aunque ignore las alusiones culturales de queestá lleno, pero esa comprensión será do-

blemente parcial porque seconstituye fuera y al mar-gen del campo concreto enel que el texto transcurre.Por ejemplo, es muy pocoprobable que perciba el fon-do filosófico de un texto sino se tiene ningún conoci-miento de filosofía.

La lectura espontáneacree percibir los contenidosde manera inmediata, comosi la letra fuera transparen-

te y en seguida se estableciera una rela-ción directa con tales contenidos. Esta for-ma de percibir no puede ser absoluta,aunque se pretenda ignorarlo; la percepciónsensible de la letra sí se produce: las letrasse reúnen en palabras, éstas, a su vez, con-figuran frases, párrafos, secuencias, pági-nas, libros. Hasta aquí concluye la percep-ción de la letra en su aspecto consciente,aunque lo que llamamos letra siga actuan-do por debajo y, de hecho, determine la per-cepción del contenido. Por ello, no se llegaa percibir nunca ni todos los contenidos nitodo el contenido de un fragmento que sepone ante los ojos. Lo poco del contenidoque se percibe depende de una letra que seve y que no es, tampoco, la totalidad de lo

Ex libris de la biblioteca

médica de Boston,

siglo XX.

5 Noé Jitrik, La lectura como actividad,México, Premiá Editora, 1982. La exposiciónque se presenta a continuación es un resumende la propuesta de Jitrik en este texto.

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que se puede ver. Sólo se ve lo que está alalcance de la mirada, y dentro de ese cam-po se produce una segunda manera de ver,por reconocimiento y exclusión.

De esta manera queda claro que la lectu-ra espontánea en realidad está condicionaday determinada, porque consagra el conteni-do como sustancia preexistente e inmo-dificable y considera la letra como vehículotransparente que carece de proceso. En otraspalabras, la lectura se estaciona en vez derepresentar una actividad productiva.

La lectura espontánea puede ser una eta-pa inicial o punto de partida de otros nivelesmás complejos de lectura. Noé Jitrik esta-blece tres tipos de lectura que deberían serparte de un proceso completo: a) la lecturaespontánea, a la que denomina literal y que,desde una perspectiva social, aparece comopatrimonio de aquellos sectores de la socie-dad que consideran que la lectura de un tex-to se agota en lo inmediato; b) la lecturaindicial, que constituye un momento técni-camente transitorio, ya que si bien trascien-de la lectura literal, no da lugar necesaria-mente al tercer tipo de lectura, que es c) lalectura crítica, la cual se presenta como eltipo de lectura deseable a la que se deberíatender socialmente.

Estos tres tipos o niveles de lectura secaracterizan de la siguiente manera:

Literal. Considera la letra como vehícu-lo para la transmisión de un sentido inme-diato y estima que todo lo que la lectura pue-de dar se encuentra en la superficie. Estenivel de lectura se preocupa por sus proce-

sos y no establece conexiones entre los di-ferentes planos en que transcurren el textoy la lectura.

Indicial. Se propone cierta distancia res-pecto del efecto superficial del nivel ante-rior. En esta lectura se registran señalesdiversas, tales como observaciones al mar-gen, subrayados, acotaciones, comentarios,exclamaciones, negaciones, etcétera, quetoman la consistencia de indicios que aspi-ran a una organización superior. Este nivelde lectura puede dar lugar a un desarrolloposterior, o bien permanecer como merasseñales sobre un texto dado. En la lecturaindicial se percibe la existencia de nivelesmás profundos de significación que van másallá de lo literal e inmediato.

Lectura crítica. Con este tipo de lectu-ra se culmina un proceso, ya que no ignoralas etapas precedentes y pretende asumiruna pluralidad de niveles tanto en la com-prensión del objeto legible como en la con-ciencia sobre su propia actividad. La deno-minación de este nivel de lectura alude auna ampliación de las capacidades lecto-ras, lo que supondría, correlativamente, unaconciencia mayor de la lectura. La lecturacrítica es conciente porque es la única quese integra a un flujo total de significacio-nes, logrando una comprensión múltiple delo que se lee y tendiendo lazoscon otras instancias de signifi-cación.

Todo lo anterior nos lleva aseñalar que quienes tienen ensus manos la formación de lasnuevas generaciones deben to-mar en cuenta la importancia ycomplejidad que implica el pro-ceso de lectura, con la finalidadde permitir a los estudiantesejercitar sus habilidades lecto-ras y ayudarlos a realizar unalectura crítica.

El profesor debe partir deque el texto es la unidad de

Leer implica una

relación entre

el lector y el texto.

Lenguaje y pensamiento

van juntos.

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trabajo en la lectura, y que al leer se apli-can estrategias que permiten reconocer loque se ha dicho no sólo en el nivel de losreferentes, sino también en el de las rela-ciones de cohesión y de coherencia. Porello, es necesario centrar la atención enlos problemas de comprensión —tanto enel nivel del significado como en el de crea-ción de sentido— de textos cuya variedadde organización interna y de propósitoscomunicativos —informar, persuadir, re-crear, etcétera— desarrolle en el estu-diante una competencia textual más am-plia que satisfaga distintas necesidades designificación en sociedad, al tiempo que

propicie la reflexión sobre el proceso de lapropia lectura.

Por último, vale la pena recordar queMarcel Proust consideraba la lectura comoun estímulo exterior, una intervención fo-ránea que permite a determinados espíri-tus ser capaces de descubrir en su interiorauténticos tesoros: pensar por sí mismos ydesarrollar su capacidad de creación. Enesto consistiría, en última instancia, el ob-jetivo central de la labor docente. Es tiem-po de brindar a los jóvenes las herramien-tas necesarias para que, a través de laactividad lectora, puedan transformarse así mismos y al mundo que los rodea.

Bibliografía

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