l Delirio Del Imperialismo
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L DELIRIO DEL IMPERIALISMO (1885-1906) Wolfgang J. Mommsen
Hacia el fin de los aos ochenta del siglo XIX se inicia una transformacin profunda
en las relaciones entre las potencias europeas. La fiebre del imperialismo se aduea de los
gabinetes europeos progresivamente y sin que se den apenas cuenta los propios polticos. A pesar
del conservadurismo de la diplomacia de todos los Estados europeos, que consideraba el clamor
popular por colonias y nuevos mercados en ultramar, en general, como una desagradable
intromisin en las sagradas tradiciones del arte diplomtico, fueron atrayendo cada vez ms el
inters pblico los problemas coloniales y los problemas de la Weltpolitik, para utilizar un trmino
que empezaba a ponerse de moda en Alemania, mientras que los grandes problemas de la poltica
europea pasaban a un segundo plano, sin perder por ello su peso y su importancia. La escuela
histrica alemana neokantiana, que tampoco consigui sustraerse a la influencia de las
ideologas dominantes, describe este proceso como el paso del sistema de Estados europeos al
sistema mundial, y concluye que tambin Alemania estaba llamada a llevar a cabo una vigorosa
poltica internacional. Sin embargo, en los ltimos decenios antes de 1914 no exista, an, el
sistema universal de Estados que hubiese podido garantizar una evolucin pacfica en Europa y en
el mundo a travs de un equilibrio de fuerzas como el que haba mantenido durante casi un siglo
el sistema de Estados europeo. El sistema europeo de potencias en el que las grandes naciones
como Inglaterra, Francia, el Reich alemn, Austria-Hungra y Rusia desempeaban el papel
principal sigui existiendo y con el los problemas tradicionales de la poltica europea sin resolver o
mal resueltos. Entre estos, la cuestin del futuro del imperio otomano que haba sido salvado
durante el siglo XIX en varias ocasiones por las grandes potencias y que haba sido conservado
artificialmente; en segundo lugar, la discutida cuestin del cierre de los estrechos del Bsforo a los
buques de guerra de todas las naciones, segn lo haban acordado las naciones europeas despus
de la guerra de Crimea, as como el problema de la reorganizacin de los Balcanes, que desde el
Congreso de Berln del ao 1878 no haba dejado de preocupar a los Estados interesados. Tambin
los polticos de Europa seguan pensando segn los conceptos tradicionales de la gran diplomacia
clsica. Sus energas se centraban en primer lugar en el establecimiento de un equilibrio de
poderes en la propia Europa, equilibrio que, sin embargo, intentaban modificar continuamente en
beneficio del propio bloque de alianzas. Pero como consecuencia de la transicin a una activa
poltica de adquisiciones coloniales, generalmente llevada a cabo por las potencias europeas a
partir de 1890, se proyectaron las tensiones existentes en Europa, en cierto modo, a los amplios
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territorios de ultramar. Y las disputas surgidas entre determinadas potencias por territorios de
frica o Asia, que con frecuencia eran adems relativamente poco importantes, tuvieron
repercusiones de extraordinaria trascendencia dentro del propio sistema europeo de potencias. La
lucha febril de las potencias colonialistas por los territorios de ultramar dio a las relaciones de los
Estados una dureza hasta entonces desconocida. Sin embargo, no eran nicamente las grandes
potencias las
MOMMSEN, Wolfgang J., en La poca del imperialismo, pp. 137-161.
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que chocaban una y otra vez por cuestiones internacionales; tambin las potencias de segundo
rango fueron dominadas por las tendencias imperialistas de la poca y fueron aqullas, sobre
todo, las que provocaron el desmoronamiento del sistema de las potencias europeas en la Primera
Guerra Mundial. Algunos Estados europeos, como Inglaterra y Francia, ya haca tiempo que
llevaban a cabo una poltica de expansin colonial. Hacia 1885 este proceso de expansin de la
civilizacin europea por todo el globo sufre una violenta aceleracin; en pocos aos se convirti en
una autntica carrera de las potencias europeas tras los territorios de ultramar an libres, a la
que, a partir de 1894, se sumaron tambin Japn y los Estados Unidos. Al mismo tiempo se
transformaba el carcter de la dominacin colonial europea; de la noche a la maana se converta
el colonialismo en imperialismo. Hasta entonces las potencias europeas haban dejado toda la
iniciativa a los grandes colonizadores y a las empresas coloniales y en general no dejaba de seguir
la bandera nacional al comercio. En todo caso, se haba tratado de reducir al mnimo la propia
intervencin poltica y militar. Ahora la situacin se haba convertido en lo contrario. Impulsadas
por un nacionalismo que haba desembocado en imperialismo, las potencias europeas empezaron
a perseguir sistemticamente la adquisicin de nuevos territorios coloniales y a respaldar con
capital propio la conquista y penetracin econmica en los pases subdesarrollados, pero ya en la
fase inicial y no, como hasta entonces, slo cuando las cosas haban alcanzado un cierto grado de
madurez. Al mismo tiempo la creciente rivalidad entre las grandes potencias supuso el abandono
de las formas tradicionales de dominacin ms o menos extensiva de los territorios coloniales, a
partir de algunos puntos de la costa. Se desencaden entonces una lucha encarnizada por la
conquista del continente interior unida al afn de delimitar claramente las fronteras de los
distintos territorios. La firma de tratados de proteccin con los jefes de numerosas tribus
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indgenas, tratados cuyo valor jurdico era frecuentemente de dudosa naturaleza, ya no bastaba
ahora para fundar o ampliar imperios coloniales; a partir de este momento eran necesarias duras
negociaciones con las respectivas potencias rivales para legitimar las propias pretensiones sobre
territorios que muchas veces estaban an sin explotar. A medida que iba disminuyendo el nmero
de territorios libres de la tierra, se hacan ms violentos los conflictos por estas cuestiones,
llevando en varias ocasiones a Europa al borde de una guerra general. Los comienzos de esta
evolucin se remontan al principio de los aos ochenta. En 1881, Francia se establece en Tnez,
dos aos ms tarde en Annam, el actual Vietnam, as como en el Congo y en Somalia, en el Golfo
de Adn. En 1883 y 1884 adquiere Bismarck en una accin por sorpresa los protectorados de
frica del sudeste y sudoeste, as como Togo y Camern. Una importancia mucho mayor tuvo, sin
embargo, la ocupacin de Egipto por Inglaterra en el ao 1882. Esta haba sido pensada en un
principio por Gladstone como una expedicin de castigo, que adems haba querido llevar a cabo
junto con Francia, para asegurar los intereses de los acreedores europeos en Egipto, amenazados
por el levantamiento nacionalista de Ahmed Arabi. La no intervencin de Francia, impuesta por el
Parlamento, dio a la ocupacin de Egipto el carcter de una accin unilateral del imperialismo
britnico, algo que el propio Gladstone haba tratado de evitar. En Francia se reaccion con dureza
e intransigencia ante este paso de Inglaterra que pona en peligro la propia tradicional supremaca
cultural en el Nilo y se exigi la inmediata retirada de los ingleses. Tampoco en Downing Street se
haba pretendido en un principio una ocupacin permanente de Egipto y se proyectaba ya una
pronta retirada para evitar que las potencias europeas tuviesen en adelante un cmodo
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pretexto para dificultar constantemente la poltica inglesa; ya que aqullas posean en la Caisse de
la Dette Publique el instrumento adecuado para ejercer su influencia sobre los asuntos internos de
Egipto. Inglaterra trataba de imponer dos condiciones a la retirada de sus tropas de Egipto: que los
intereses de los acreedores europeos en el Estado egipcio continuasen siendo respetados y que,
en caso de una nueva crisis, Gran Bretaa obtuviese de las otras grandes potencias europeas el
derecho de llevar a cabo una nueva intervencin militar. El temor a que Francia pudiese instalarse
en Egipto constituy un factor decisivo. Sin embargo, al asesinar los derviches de Khartum en 1885
a Gordon, que haba iniciado una campaa, no autorizada por Londres, contra el imperio del
Mahdi, se vieron frustrados los planes de Gladstone; una ola de agitacin nacionalista se apoder
de la opinin pblica britnica, que peda la venganza y no la retirada. El abandono de Egipto,
donde se haba instalado confortablemente un protectorado ingls (aunque la dominacin inglesa
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careciese del respaldo jurdico internacional), era cada vez menos probable, al tratar en vano
Gladstone y su sucesor Salisbury de obtener del sultn -el soberano nominal del khedive egipcio-,
y de las grandes potencias, aquellas garantas que la poltica imperial inglesa consideraba, por
razones estratgicas, imprescindibles para abandonar Egipto. La cuestin egipcia se convirti en
un conflicto permanente, sobre todo entre Inglaterra y Francia. Bismarck supo atizar con mucha
habilidad el fuego egipcio. Desde 1885 Bismarck trat por todos los medios de fomentar las
aspiraciones de las otras grandes potencias en el terreno poltico-colonial y de desviar de esta
manera las tensiones del sistema europeo de potencias a la periferia. El que Bismarck
contribuyese con todas sus fuerzas a que Francia e Inglaterra se engarzasen en una lucha por las
cuestiones coloniales, era una estrategia que haba de volverse a la larga contra la propia
Alemania. El inters de las grandes potencias por los experimentos coloniales vuelve, sin embargo,
a decaer una vez ms a partir de 1885. En Inglaterra se volvi a la antigua prctica de dar
preferencia a las Chartered Companies particulares, como la Imperial British East Africa Company
(1889) y la British South Africa Company (1889), en la explotacin de territorios coloniales y- se
trat tambin de llegar a un acuerdo con Rusia acerca de Afganistn. En Francia, despus de la
cada de Jules Ferry en 1885, subieron de momento al poder polticos que observaban con
desconfianza cualquier poltica colonial que distrajese a la nacin francesa del agujero de los
Vosgos. Tampoco Bismarck era ya partidario de proyectos poltico-coloniales y recomendaba al
Reich alemn una poltica de sabia autolimitacin ante su amenazada posicin en centro Europa.
Las grandes potencias europeas, por iniciativa de Bismarck, cedieron en el ao 1885 el futuro
Congo belga a Leopoldo II, rey de los belgas, para su explotacin particular, un derecho del que
haba de abusar bien pronto el rey, a cambio de ciertas concesiones, como el mantenimiento de la
puerta abierta, es decir, el paso libre al comercio de todas las naciones. Pero estos indicios de
cooperacin entre las grandes potencias en cuestiones coloniales slo fueron hechos aislados, y
pronto volvi de nuevo la feroz rivalidad. En las cuestiones de poltica internacional entre los aos
1885 y 1892, reinaba, por as decirlo, la calma que precede a la tempestad. Una vez ms, los viejos
problemas europeos acaparaban toda la atencin: el problema de los Estrechos y la cuestin
blgara, que provocara, a principios de 1887, una grave crisis en las relaciones germano-rusas.
Polticos como WaIdersee ya propugnaban entonces una guerra de prevencin contra el vecino
oriental. Slo gracias a un artstico doble juego pudo
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Bismarck estabilizar diplomticamente la amenazada hegemona del Reich alemn. Con la ayuda
del tratado de contraseguro del ao 1887, que aseguraba a Rusia, a cambio de su neutralidad
amistosa en caso de guerra, el apoyo diplomtico del Reich alemn en las cuestiones de los
BaIcanes y en la cuestin de los Estrechos, pudo reparar una vez ms las relaciones directas con
San Petersburgo. Al mismo tiempo Bismarck emple todo su arte diplomtico para impedir desde
un principio la posible realizacin poltica de las concesiones aseguradas en el tratado de
contraseguro, por medio de una entente del Mediterrneo entre Austria-Hungra, Inglaterra e
Italia, con el nico fin de cerrar a Rusia el paso a .los Estrechos. El tratado de contraseguro era,
como ya saba el propio Bismarck, un recurso extremo para estar siempre informado. Como el
canciller tena escasa confianza en la lealtad de los polticos rusos, quera conducirles a un callejn
sin salida -una jugada tctica que difcilmente poda tener xito a la larga, pero que satisfaca de
momento las necesidades de la poltica alemana. La maestra diplomtica de Bismarck haba
llegado al fin de sus posibilidades. Incapaz de mantener el carcter puramente defensivo de su
sistema de alianzas original ante el desenfrenado imperialismo de las otras potencias, lo que ya se
haba puesto de manifiesto con motivo de la renovacin del tratado de la Triple Alianza con Italia
en febrero de 1887, Bismarck trat de enfrentar las energas imperialistas de las otras potencias y
quedar al margen. Mientras las otras potencias no adivinaran las intenciones de este juego poda
dar resultado, pero a largo plazo esta tctica estaba unida a grandes riesgos, ya que amenazaba
con desacreditar la poltica alemana. La dimisin de Bismarck en marzo de 1890 fue sin duda un
acontecimiento de trascendencia europea; con Bismarck desapareca del escenario diplomtico de
Europa un hombre de Estado que haba tratado de conservar durante un cuarto de siglo el clsico
sistema de equilibrio entre las potencias europeas. La intencin de Bismarck haba sido evitar, por
medio de una prudente poltica de alianza defensiva y al mismo tiempo conservadora, que la
antigua Europa se hundiese en la vorgine de los nacionalismos rivales. Pero el sistema
diplomtico de Bismarck se basaba en que los polticos de Europa pudieran actuar segn una
razn de Estado audaz y calculada, sin preocuparse demasiado de la opinin de sus pueblos. Sin
embargo, esto era cada vez menos posible. Precisamente los gobiernos de los Estados
semiconstitucionales o incluso autocrticos de Europa, adems de sus antagonistas democrticos,
eran arrastrados cada vez ms por una opinin pblica cargada de nacionalismo. En aquellas
circunstancias las relaciones personales entre los jefes de Estado, en las que haba puesto tanto
empeo Bismarck, fueron perdiendo su solidez. Un anlisis objetivo de los hechos demuestra que
los mtodos de Bismarck en poltica exterior ya haban alcanzado los lmites de sus posibilidades
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en el momento de su cada. Tampoco el complicado sistema de alianzas creado por Bismarck poda
continuar indefinidamente, por el hecho de que la vigorosa dinmica de los imperialismos de las
distintas potencias europeas se dejaba integrar cada vez menos en este orden cuidadosamente
construido. La no renovacin del tratado de contraseguro por el sucesor de Bismarck, Leo von
Caprivi, en el ao 1890, ha sido interpretada siempre como un giro decisivo en el desarrollo de los
sistemas europeos de alianzas antes de 1914, y de hecho lo fue, aunque en otro sentido que el
que quisieron ver los contemporneos y Bismarck ms tarde. Tampoco la firma del tratado de
contraseguro habra podido detener en realidad el empeoramiento de las relaciones germano-
rusas producido por la cuestin blgara. Caprivi y sus consejeros, sobre todo Holstein, KiderIen-
Wchter y Schleinitz, no eran partidarios de prorrogar este tratado, contrario al espritu de la
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Triple Alianza, porque en caso de que fuese renovado, se teman consecuencias negativas en la
actitud de Austria-Hungra, Italia e Inglaterra. Segn su opinin, este tratado pona en manos de
Rusia la posibilidad de presionar a los alemanes continuamente en la poltica exterior. Caprivi
admita adems que se senta incapaz de jugar al mismo tiempo con cinco bolas, como haba
hecho Bismarck. Su intencin era llevar a cabo en el futuro una poltica exterior recta, clara, que
inspirase confianza y que, llegado el caso, no tuviese que temer la luz de la publicidad. En realidad,
ni para Caprivi, ni para Marschall -el nuevo secretario de Estado para asuntos Exteriores-, ni para
Holstein -que era entonces la personalidad ms influyente en el ministerio del Exterior-, el
problema estribaba en recortar un poco el ramificado rbol de la poltica exterior de Bismarck, por
el contrario, pretendan continuar consecuentemente la poltica de la Triple Alianza, pero al mismo
tiempo aspiraban a traer a ella a Inglaterra con ms fuerza an que Bismarck. Queran dejar en
juego una parte de las cartas del sistema de alianzas de Bismarck y apartar las que no concordasen
con l. Esta era la meta que persegua el Tratado de Helgoland-Zanzbar del otoo de 1890, por el
que el Reich adquira la isla de Helgoland a cambio de renunciar a importantes derechos en frica
del Sur -un acuerdo que se da atacado ms tarde con dureza por la Alldeutscher Verband (Liga
pangermana) y la Kolonial Verband (Unin Colonial), porque significaba una renuncia a realizar
nuevas adquisiciones coloniales. Poco despus, en 1891, Caprivi conclua una nueva Triple Alianza
con Italia, esperando que sera del mximo valor como puente hacia Inglaterra. En cambio el
gobierno alemn se neg a prorrogar siguiendo consecuentemente una orientacin occidental- el
tratado de contraseguro, a pesar de la versin considerablemente atenuada que presentaba el
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ministro del Exterior ruso Giers, empujando de esta manera a los rusos a los brazos de los
franceses. Sin embargo, este proceso ya se haba iniciado en 1887 cuando Bismarck se neg a
conceder emprstitos al Estado ruso, obligando as a ste a acudir al mercado de capital francs.
Los rusos mantuvieron al principio una actitud muy reservada ante la intensa solicitud de la
diplomacia francesa. La poltica exterior oficial rusa, y sobre todo el zar, sentan una fuerte
aversin hacia la Francia republicana; y no queran unirse incondicionalmente a ella porque teman
ser arrastrados a una guerra general por AIsacia-Lorena. La poltica rusa estaba interesada en
asegurar su propia frontera occidental desde 1890, ao en el que se haba iniciado
sistemticamente la colonizacin de los extensos territorios de Siberia y del Lejano Oriente.
Francia tampoco poda prestar demasiado apoyo a la ambiciosa poltica rusa en los Balcanes y por
otro lado tena que contar con que el Reich respaldase la esperada resistencia de Austria-Hungra
en caso de encontrarse en el campo adversario. Con poco "entusiasmo se dispuso el gobierno ruso
a firmar un acuerdo poltico con Francia para suplir la falta de un tratado con Alemania. A la
convencin militar del ao 1892 sigui, despus de una demostrativa visita de la flota rusa del
Mediterrneo a Tolon, que provoc una ola de entusiasmo en la opinin pblica francesa a
comienzos de 1894, una alianza formal. Ambas partes perseguan con esta alianza distintos
objetivos; mientras que Francia vea un arma dirigida exclusivamente contra Alemania, la
diplomacia rusa esperaba que la alianza con Francia le proporcionase, por lo menos
indirectamente, un respaldo frente a Inglaterra, el gran antagonista de Rusia. Para la poltica
exterior alemana la firma de la alianza franco-rusa, que en caso de guerra encerraba el inmediato
peligro de una o guerra en dos frentes, tuvo una importancia grave. Ciertamente, considerando la
postura constantemente hostil de Rusia la poltica alemana deba prever que de todas formas
habra de tenerla como
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enemiga; pero, sin embargo, la salida de Francia del aislamiento en el que Bismarck haba sabido
mantener el pas durante dos dcadas, signific un considerable empeoramiento de la situacin de
las potencias centrales. Esto era especialmente grave ya que Caprivi vea defraudadas sus
esperanzas de atraerse con ms fuerza a Inglaterra a la Triple Alianza, sin comprometerse con
Rusia y Francia de manera peligrosa. Los ingleses no se dejaban convencer para suscribir medidas
concretas, sobre todo despus de que en 1892 se haba hecho Lord Rosebery cargo del Foreign
Office. De hecho la poltica alemana no poda estar interesada en hacer a Rusia concesiones ms o
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menos directas en los Balcanes o en la cuestin de los Estrechos como lo pretendan los ingleses.
Tal vez hubiese sido posible establecer finalmente una relacin ms estrecha entre Inglaterra y la
Triple Alianza, si Holstein no hubiese estado obsesionado por la idea de que Inglaterra pretenda
nicamente que el Reich le sacase las castaas del fuego. Para el Reich resultaba fatal chocar con
la poltica inglesa por cuestiones polticas de escasa importancia, a la vez que fracasaban todos los
intentos de reparar la falta cometida socavando la Doble Alianza, estableciendo relaciones con
Francia o Rusia. Esto estaba directamente relacionado con el nuevo brote de fiebre imperialista en
las capitales de Europa. Ya a finales de los aos ochenta haba desechado Lord Salisbury
definitivamente la idea de abandonar de nuevo Egipto y haba iniciado una poltica de ampliacin y
estabilizacin del Empire. Su sucesor liberal, Rosebery, sigui esta poltica, a pesar de la oposicin
de la mayora de los ministros liberales, con mayor ahnco y de manera ms impulsiva. La decisin,
preparada en 1892 y llevada a cabo definitivamente en 1894, de asumir la herencia de la arruinada
Imperial British East AfricaCompany y de anexionar Uganda, significaba el comienzo de una nueva
fase en la poltica imperial britnica de aquellas dcadas. A partir de entonces el gobierno
britnico se dispuso to peg out claims for posterity, con otras palabras, trat de asegurarse
territorios de futura importancia estratgica o econmica apoderndose directamente de ellos o a
travs de acuerdos con otras potencias. El impulso principal del imperialismo ingls estaba dirigido
a la regin del Alto Nilo; de esta manera se esperaba estabilizar la dominacin en Egipto. En 1895,
sir Edward Grey proclama en la cmara baja britnica al Sudn como territorio de inters ingls y
advierte que cualquier intento, por parte de otras potencias, de instalarse all sera considerado
como un acto de hostilidad. Pero tampoco se olvidaban otras regiones; en 1894 trat Rosebery, en
un tratado por separado con Leopoldo II, de asegurar a Inglaterra una estrecha faja de territorio
en el interior del frica oriental alemana, desde el lago Tanganica hacia el norte, que hubiese
separado la colonia alemana del Congo belga, estableciendo a cambio un puente entre Uganda y
Sudfrica britnica -requisito indispensable para la construccin del ferrocarril del Cabo al Cairo,
proyectado entonces por Cecil Rhodes. Esta poltica choc en primer lugar con la oposicin de
Francia, que desde 1890 y bajo la direccin del nuevo ministro de colonias Hanotaux, haca
grandes esfuerzos por ampliar sus posesiones en el Extremo Oriente y en frica central y
occidental. Ya en 1893 haban llegado ambas potencias al borde de una guerra por el futuro de
Siam, que los franceses trataban de incluir, al menos en parte, a su imperio colonial del Extremo
Oriente. Tambin protest Francia enrgicamente por el tratado por separado de Inglaterra con el
Congo, en el que se adjudicaban amplios territorios de Africa ecuatorial a Leopoldo II. El Reich, por
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su parte, reaccion en el mismo sentido, pues haba sido pasado por alto en este tratado y,
adems, Berln no poda aceptar que el frica alemana del Este quedase rodeada de territorio
britnico. El gobierno alemn no estaba dispuesto a ceder ante los ingleses en esta cuestin, y
mucho
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menos, despus del violento enfrentamiento que haba tenido lugar con los ingleses por una
concesin para la construccin del ferrocarril de Bagdad y por la cuestin de Samoa. Francia y
Alemania impusieron por ello la anulacin de este acuerdo. El gobierno alemn aprovech esta
ocasin para tratar de convertir los intereses comunes de Alemania y Francia frente a Inglaterra en
poltica colonial, en la base de una alianza continental que hubiese reducido considerablemente el
peligro del tratado franco-ruso. Los franceses respondieron sin embargo con frialdad al gobierno
alemn, como cuatro aos ms tarde con motivo de la cuestin boer. Fracasaba, pues, el intento
de aprovechar las extremas diferencias entre Francia e Inglaterra en poltica colonial para mejorar
la situacin diplomtica de Alemania. Pars conoca de sobra las verdaderas intenciones de la
poltica alemana. En el terreno de la poltica internacional el Reich se encontraba hacia la mitad de
los aos noventa peligrosamente aislado. Aunque Italia se haba asegurado el apoyo diplomtico
de las potencias centrales para sus ambiciosos proyectos coloniales en el Mediterrneo, a raz de
la renovacin del tratado de Triple Alianza de 1891, no estaba en absoluto dispuesta, aparte de ser
demasiado dbil, a prestar ayuda eficaz a su aliado alemn en las cuestiones de poltica
internacional. Austria-Hungra estaba sumida en dificultades internas y en los problemas de los
Balcanes y slo poda guardar limitadamente la espalda del aliado alemn. El contacto con Rusia,
con el que se poda haber impresionado tal vez a la poltica inglesa, se haba roto. No cabe duda
que los polticos alemanes carecan de programas coloniales concretos; slo para satisfacer a la
opinin pblica alemana, haban intentado en 1894 adquirir Samoa para Alemania. Ante la
decepcionante intransigencia de Inglaterra en cuestiones coloniales, los alemanes se dedicaron a
obstruir la diplomacia inglesa siempre que esto fuese posible (y esto lo era sobre todo en la
cuestin egipcia) para hacerla ver que no se poda pasar por encima de los legtimos intereses
alemanes impunemente. Esta tctica consigui en realidad lo contrario de lo que se haba
propuesto, sobre todo porque no era aplicada con la habilidad de Bismarck, sino con la torpeza de
Holstein. Al margen de esto se trat por todos los medios de restablecer el contacto con San
Petersburgo, ya que Guillermo II estaba muy interesado en mantener buenas relaciones con Rusia
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por razones dinsticas. El tratado comercial firmado con Rusia en 1894 estaba destinado a
reanudar relaciones ms estrechas; sin embargo, los rusos consideraron excesivamente duras las
concesiones que haban tenido que hacer a los alemanes. De esta manera no se consigui de
momento prcticamente nada en Berln en cuanto a una mejora de las relaciones con Rusia.
Respecto a las relaciones entre Alemania e Inglaterra, la arrogante e imprudente diplomacia de
lord Rosebery, unida a la susceptibilidad obstinada de Holstein, consigui que tanto Berln como
Londres estuviesen dominadas por una desconfianza cada vez ms profunda hacia las intenciones
de la otra parte. En Alemania empezaba a extenderse la idea de que Inglaterra boicoteaba
constantemente los esfuerzos que realizaba Alemania en poltica exterior, y que Solamente
trataba de enganchar a Alemania al carro de su propia poltica. Esto lo pudo comprobar lord
Salisbury cuando, a raz de las masacres de armenios en Anatolia, present en 1895 a las grandes
potencias un plan audaz de reparticin de Turqua para hacer desaparecer radicalmente este
constante foco de crisis de la poltica europea. La diplomacia alemana sospechaba que Salisbury
trataba nicamente de excitar los nimos de la Triple Alianza contra Rusia, por lo que hizo fracasar
su iniciativa sin haberla estudiado seria y objetivamente. Por otro lado, el plan de reparticin
ingls no concordaba del todo con los intereses alemanes, que
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pretendan una penetracin exclusivamente econmica en Turqua, gracias al proyecto del
ferrocarril de Bagdad, que se hallaba entonces an en su principio. Las relaciones germano-
inglesas estaban ya bastante deterioradas, pero en 1896 alcanzaron su punto crtico. El motivo fue
la cuestin boer, problema cada vez ms importante para la poltica imperial inglesa desde el
descubrimiento de oro y diamantes en el Rand. En pocos aos Johannesburgo se haba convertido
en el centro econmico e industrial de toda frica del sur. Para el imperio britnico era ahora un
problema acuciante incrementar de nuevo la influencia britnica en el Transvaal e integrar a ste y
a la repblica de Natal de nuevo en el imperio. Con este fin CeciI Rhodes, de comn acuerdo con
Joseph Chamberlain, llev a cabo a finales de 1895 el Jameson Raid, destinado a provocar un
levantamiento de los ingleses, polticamente sin derechos, en Johannesburgo, y dar as a Gran
Bretaa la deseada oportunidad de intervenir. En un telegrama oficial fechado el 3 de enero de
1896, Guillermo II felicitaba a Krger por haber rechazado el Raid. Aunque este telegrama era
relativamente inofensivo comparado con las intenciones primitivas del Kaiser, desat en Inglaterra
una ola de mariifestaciones antialemanas, que haban de tener an graves repercusiones, sobre
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todo porque la opinin pblica alemana, llevada por su entusiasmo en favor de los boers, contest
en un tono an ms duro. Estas explosiones de odio nacionalista hacia Inglaterra se deban sin
duda tambin a que, ante la actitud de sta en frica y Oriente, el Reich se vea reducido ms o
menos al papel de espectador, mientras que sus rivales desplegaban una actividad ms intensa
que nunca. Italia sali mal parada en Adua, en 1896, al intentar anexionar una parte de Etiopa, y
tuvo que abandonar de momento sus aspiraciones coloniales. Inglaterra y Francia desarrollaban
en cambio una gran actividad. Desde 1895, la lucha de ambas potencias por la posesin del
interior de sus respectivos territorios en frica occidental se hallaba en pleno auge. En muchas
ocasiones slo en el ltimo momento pudieron evitarse los encuentros militares entre tropas
coloniales francesas y la West Africa Frontier Force de Chamberlain, hasta que, en la primavera de
1898, lord Salisbury se avino a celebrar negociaciones con Pars acerca de los lmites de las
posesiones de ambos pases en frica occidental, para dar una solucin definitiva a estos
problemas. La tensin entre las dos potencias alcanz su punto crtico en la pugna por el Sudn.
Mientras en 1896 el capitn francs Marchand avanzaba, con un pequeo ejrcito y pasando
penurias indescriptibles, desde el frica occidental francesa hacia Faschoda (situada en el Alto
Nilo), con la intencin de tomar posesin de aquella tierra para Francia en virtud del derecho de
conquista, lord Kitchener, en calidad de jefe supremo del ejrcito egipcio, pero de hecho como
exponente del imperio britnico, se diriga desde el norte hacia el Alto Nilo para hacer valer las
antiguas pretensiones de Egipto sobre Sudn y frustrar as la empresa de Marchand. Un conflicto
grave con Francia era inminente. Al mismo tiempo se cernan oscuras nubes sobre Sudfrica; un
amenazador conflicto militar se fraguaba all tras el fracaso de los intentos de forzar por va
indirecta la anexin del Transvaal al imperio britnico. En aquella situacin, madur entre los
hombres de Estado ingleses la decisin de abandonar la poltica tradicional de la splendid
isolation, y de buscar aliados adecuados. Portavoz de esta nueva orientacin en poltica exterior
fue, sobre todo, Joseph ChamberIain que, influenciado por la idea de que la raza anglosajona y la
teutona estaban llamadas a dirigir juntas el mundo, present en marzo de 1898 un proyecto de
alianza a los alemanes a pesar de no haber sido encargado de ello
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expresamente por su premier. El objetivo inmediato de esta oferta sorprendente deba ser el de
reforzar la posicin de Inglaterra en las negociaciones con Francia sobre las cuestiones de frica
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occidental. Al mismo tiempo trataba de asegurarse la valiosa ayuda de Alemania con vistas al
inminente conflicto por el Sudn y en las cuestiones relativas a Sudfrica. As, se le presentaba
inesperadamente al gobierno alemn la posibilidad de paralizar eficazmente la entente franco-
rusa, vinculando a Inglaterra a la Triple Alianza, y al mismo tiempo de realizar desde ahora una
poltica colonial apoyndose en Inglaterra -dos objetivos que ms tarde la diplomacia alemana en
vano se esforzara en alcanzar. Sin embargo, el gobierno alemn, siguiendo sustanciaImente los
deseos de Holstein, rechaz la oferta inglesa, y no slo porque dudaba, no sin razn, de la
sinceridad de la oferta, sino, sobre todo, porque pensaba que Inglaterra trataba nicamente de
ganarse un aliado continental contra Rusia. Blow, el nuevo secretario de Estado alemn de
Asuntos Exteriores, parta de la funesta idea de que, a la larga, Inglaterra no podra evitar la lucha
por la supervivencia con Rusia, y que por tanto no encontrara otros aliados que Alemania, ni
mejores amigos que Alemania. En consecuencia sta decidi dejar a Inglaterra an en sus apuros,
en lugar de ponerse ya abiertamente de su parte, con la esperanza de poder obtener de esta
tctica mejores perspectivas para futuras conquistas en el campo colonial. Adems, Guillermo II
trat de utilizar la oferta inglesa como medio de presin sobre San Petersburgo, para llegar a una
mejora en las relaciones germano-rusas, haciendo gestiones incluso para la renovacin del tratado
entre ambos imperios, tentativa fallida que comprometi, adems, gravemente al gobierno
alemn ante Londres. Sobrevalorando las fuerzas de Alemania, HoIstein recomend en cambio
seguir una poltica de libre accin en todas las direcciones, consolndose con el argumento de que
Alemania necesita menos que las otras potencias buscar apoyo fuera, ya que este apoyo le
vendr siempre por s solo si la poltica alemana es dirigida correctamente, ya que las otras
potencias tienen ms necesidad de nosotros que nosotros de ellas. Aunque se haba perdido por
el momento la ocasin de llevar a cabo una mejora radical de las relaciones anglo-germanas, pudo
Alemania concluir un acuerdo con Inglaterra que le garantizaba un derecho prioritario sobre parte
de las posesiones coloniales de Portugal, en el caso de que ste (como se esperaba entonces en
general), decidiera empear sus colonias a otras potencias a causa de las dificultades financieras
en que se encontraba. El tratado de Angola del 30 de agosto de 1898 prevea, en tal caso, una
reparticin de Angola, Mozambique y Timor entre ambas potencias, excluyendo a todos los dems
concurrentes. Para poder llevar a cabo el tratado, Alemania se haba comprometido a abandonar a
su suerte a los boer y a renunciar en el futuro a cualquier intervencin en Sudfrica. Este acuerdo
con Inglaterra demostr ser, sin embargo, infructuoso. Portugal, en sus dificultades, se dirigi a
Francia en vez de a Inglaterra o Alemania y, adems, los propios ingleses no mostraron excesivo
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inters en que el tratado llegara a ser efectivo. Mientras tanto en las relaciones anglofrancesas se
haba producido un cambio decisivo que indujo al gobierno ingls a tener menos consideraciones
con Alemania. Pocas semanas despus de la firma del tratado de Angola, haba tenido lugar en el
Sudn el esperado choque entre Francia e Inglaterra. El 10 de julio de 1809, Marchand izaba la
bandera tricolor en Faschoda. Segn el derecho de toma de posesin ejercido hasta entonces
universalmente por las potencias coloniales europeas, la regin del Alto Nilo perteneca a Francia.
El gobierno ingls se neg sin embargo a aceptar este hecho consumado; por el contrario, lord
Kitchener, que estaba en marcha hacia Khartum, recibi la orden de avanzar, a su vez, lo ms de
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prisa posible hacia Faschoda, con el fin de proclamar, a pesar de la presunta presencia de un
cuerpo expedicionario francs (an no haban llegado a Europa noticias definitivas sobre el triunfo
de Marchand), un condominio britnico-egipcio en el Sudn, en virtud del derecho de conquista. El
25 de septiembre de 1898 Kitchener lleg finalmente a Faschoda, e inst a Marchand y a su
pequea tropa a que se retiraran inmediatamente; Marchand se neg, declarando que slo lo
hara bajo la orden del gobierno francs. Haba estallado la crisis. Una gran indignacin se apoder
de toda la nacin francesa ante la exigencia britnica de abandono inmediato del Sudn y de
llamar a la patria a Marchand, el hroe nacional. Una guerra entre ambas potencias pareca
inevitable. Pero Francia, mal preparada para la guerra y dividida en dos campos a raz del affaire
Dreyfus, termin por ceder, por consejo de Delcass, despus de cinco semanas de agitaciones.
Aunque la grave humillacin de Faschoda se haba grabado profundamente en la conciencia de la
nacin francesa, en los aos sucesivos Delcass orient sistemticamente la poltica exterior de su
pas hacia una lnea de completo acuerdo con Inglaterra en las cuestiones coloniales. El tratado del
Sudn del ao 1899 fue el primer fruto de esta poltica. En ste, Francia renunciaba a cualquier
influencia poltica sobre Egipto y Sudn, obteniendo como compensacin un total dominio sobre
frica occidental. Alemania se quede) con un palmo de narices. Ahora ya no era necesario respetar
el tratado de Angola, que haba sido concluido a desgana por parte de los ingleses. El 14 de
octubre de 1899 lord Salisbury renov las garantas inglesas que databan del siglo XVI para las
posesiones coloniales portuguesas, obteniendo as de los portugueses una benvola neutralidad
en la guerra inminente contra el Transvaal. Si la poltica que Alemania haba perseguido en frica,
tal vez llevada con escaso entusiasmo, conclua con un completo fracaso, fueron coronadas con
mayor fortuna sus tentativas en la otra gran rea del colonialismo de la poca: el Extremo Oriente.
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El problema ms importante era el relativo al futuro de China. All estaba desde 1897 el Reich en
primera lnea. El arriendo forzoso, por parte de Alemania, de Tsingtao, obtenido por la fuerza a
finales de 1897, dio la seal para la reparticin del territorio chino entre las grandes potencias; al
mismo tiempo, constituy el preludio de la poltica colonial de Alemania, a la que Blow en
diciembre de 1897 daba en el Reichstag la siguiente orientacin: No queremos poner a nadie en
la sombra, pero tambin nosotros queremos nuestro lugar bajo el sol. Ya en 1894-1895 Japn
haba arrebatado al dbil imperio chino algunas presas, y desde haca algunos aos tambin Rusia
haca sus primeras tentativas de penetracin econmica en Corea. El avance alemn desencaden,
sin embargo, un asalto general sobre China, con el objetivo de conquistar bases comerciales,
concesiones y esferas de intereses. Rusia tom Port Arthur; Francia, Hainan, e Inglaterra, que
segua con inquietud la penetracin de las otras potencias en China por los efectos que poda
tener sobre la industria textil inglesa en Lancashire, se qued con Wei-Haiwei. En este momento
hicieron su aparicin tambin los Estados Unidos; en la guerra hispano-americana de 1898
destruyeron el imperio colonial espaol y se anexionaron Cuba, Puerto Rico, Hawai, Guam y, con
gran desilusin del gobierno alemn (que ya les haba puesto el ojo encima y enviado una unidad
de la flota del Extremo Oriente), tambin las Filipinas. Slo una parte de Samoa y las Carolinas
pasaron a Alemania; un resultado bien pobre comparado con las importantes ganancias que
haban obtenido sus rivales en la carrera de los ltimos aos por los escasos territorios an
colonizables.
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La
evolucin en Extremo Oriente, especialmente el avance ruso en Manchuria, reaviv el contraste
entre Rusia e Inglaterra, que Salisbury haba tratado de hacer desaparecer. Al mismo tiempo
estall la guerra anglo-boer, una guerra que los ingleses haban preparado, desde luego, con
refinamiento diplomtico. El Reich alemn, que ya en 1898 haba renunciado en gran medida a
influir en la cuestin boer, decidi ahora, con la esperanza de que los ingleses se acordaran en un
futuro del favor que reciban, mantenerse en una estricta neutralidad, aunque la opinin pblica
tomase apasionadamente partido por los boers. Adems, en noviembre de 1899, Guillermo II,
acompaado por BIow, emprendi una visita oficial a Inglaterra, a pesar de la atmsfera
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claramente anti-inglesa que reinaba en Alemania. El Kaiser fue recibido con una cordialidad
inslita. Las posibilidades de un acercamiento anglo-germano parecan de nuevo ms cercanas.
Gran Bretaa se encontraba en aquel momento en una situacin extremadamente crtica en
poltica internacional. En Sudfrica los boers oponan a las tropas inglesas, contra todo pronstico,
una resistencia tenaz y eficaz, y las operaciones empeaban, ms de lo previsto, las fuerzas
militares de Gran Bretaa. Al mismo tiempo, en el Extremo Oriente, Inglaterra estuvo a punto de
entrar en guerra contra Rusia, que con tenaz obstinacin intentaba aduearse de toda Manchuria
y finalmente tampoco faltaban ahora voces en Francia que pedan venganza por Faschoda, si
bien el propio gobierno francs mostraba escaso inters en tomar partido por la causa de los
boers. Por eso el Reich alemn pareca a muchos ingleses el aliado ideal de la poltica inglesa,
aunque el primer ministro Salisbury no era muy propenso a dejarse atar las manos por acuerdos
con otras potencias. Chamberlain renov su propuesta de un pacto anglo-alemn, y poco ms
tarde trat de crear, en un significativo discurso en Leicester, un ambiente favorable en la opinin
pblica inglesa: Inglaterra, Alemania y los Estados Unidos de Amrica, pueblos de raza afn -as
opinaba-, estaban llamados a dirigir juntos el mundo, y por ello deban de colaborar en la situacin
poltica actual. Aparte de que la diplomacia alemana tampoco poda creer ahora en la seriedad de
la oferta inglesa de una alianza, que efectivamente no era an definitiva, se tema no sin razn,
atraerse la ira de Rusia; y en efecto, en el caso de un conflicto armado, Alemania hubiese tenido
que afrontar la primera el peso de un ataque ruso. Al mismo tiempo, se haba convencido de que
esperando an un poco, la situacin poltico mundial de Alemania mejorara y que, entonces, se
podran obtener de Inglaterra mayores concesiones. En cambio, fueron acogidas favorablemente
las sugerencias de la diplomacia inglesa de concluir, de momento, acuerdos sobre cuestiones
particulares, como por ejemplo sobre China, el ferrocarril de Bagdad y Marruecos. Pero las buenas
relaciones anglo-alemanas se enturbiaron en enero de 1900 con la captura injustificada de algunos
buques alemanes en aguas sudafricanas; a este incidente sobrevino un grave conflicto
diplomtico, y sobre todo una ola de protestas de la opinin pblica alemana contra la actitud
inglesa, que el gobierno del Reich supo aprovechar rpidamente haciendo aprobar por el
parlamento un nuevo proyecto naval. La construccin acelerada de una gran flota alemana de
guerra, claramente en funcin antibritnica, no alentaba precisamente a los ingleses a considerar
los intereses polticos del Reich alemn en mayor medida que hasta entonces, aunque Tirpitz, con
su teora del riesgo, sostuviese lo contrario. Antes bien, la construccin de la flota suscit, sobre
todo en la opinin pblica inglesa, una desconfianza cada vez mayor hacia los objetivos de la
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poltica alemana, reduciendo la voluntad, ya de por s no demasiado fuerte, de llegar con el
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Reich alemn a un acuerdo de gran alcance. De esta manera quedaron por ahora sin resultados
concretos los prometedores comienzos de un acercamiento angloalemn, que ya haban
encontrado una primera expresin en las conversaciones sobre una eventual reparticin de
Marruecos y sobre una participacin del capital ingls en la construccin del ferrocarril de Bagdad.
De cualquier modo, Alemania en aquel momento no tena un deseo muy fuerte de instalarse
polticamente en la parte meridional de Marruecos. Los alemanes slo eran imperialistas a medias,
y en el fondo deseaban nicamente dejar posibilidades abiertas para el futuro, en vez de
aprovechar enrgicamente lo que entonces estaba al alcance de su mano. En marzo de 1900 las
relaciones germano-inglesas se enfriaron an ms, ya que en Londres se sospech que el gobierno
alemn no slo no haba rechazado el proyecto de una intervencin comn en la guerra anglo-
boer (proyecto propuesto por los rusos a Alemania y a Francia), sino que lo haba aceptado y
desarrollado. Esta sospecha careca de fundamentos y se deba a indiscreciones intencionadas
francesas; pero ahora el gobierno ingls ya no estaba dispuesto a hacer concesiones de ningn
gnero a Alemania como recompensa a su neutralidad en la cuestin boer. La evolucin de los
acontecimientos en China oblig, sin embargo, a los ingleses a buscar de nuevo la amistad de
Alemania. En el verano de 1900, China fue sacudida por graves agitaciones contra los invasores
europeos -los contemporneos hablaron, dogmatizando ingenuamente su punto de vista de
ambos coloniales, de la insurreccin de los bxers. Si bien el movimiento de los bxers fue
aplastado relativamente pronto por un ejrcito internacional, cuyo comandante en jefe, el alemn
conde Waldersee, apareci demasiado tarde en el campo de batalla como para haber podido
incidir, todava decisivamente, en el curso de los acontecimientos, se produjeron an
considerables complicaciones internacionales. Rusia aprovech la ocasin para reforzar su
posicin en Manchuria y manifest claramente la tendencia de someter a su influencia poltica y
econmica toda la China septentrional. Esto irrit a la diplomacia inglesa, la cual quera evitar por
todos los medios un ulterior desmembramiento de China, que habra determinado la progresiva
eliminacin del comercio internacional, y en particular del ingls. En aquellas circunstancias se
estipul, en octubre de 1900, entre Alemania e Inglaterra, el llamado tratado del Yangtse, por el
cual ambas potencias se comprometan a respetar en sus respectivas esferas de influencia el
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principio de la puerta abierta, y a orientar su poltica hacia el total mantenimiento de la
situacin territorial del imperio chino. En caso de que otras potencias tratasen de obtener
ventajas territoriales en China, Inglaterra y Alemania se pondran antes de acuerdo sobre las
iniciativas comunes a tomar con el fin de garantizar sus intereses. Este tratado, que poda haberse
convertido en una etapa importante en el camino hacia una convivencia entre Inglaterra y
Alemania en las cuestiones de poltica internacional, se convirti en fuente de nuevas discordias.
Con este tratado la poltica inglesa persegua, sobre todo, el objetivo de impedir el ulterior avance
de Rusia en el Extremo Oriente. Pero Blow se neg a aceptar esta interpretacin, y as bastaron
pocos meses para convertir el tratado en letra muerta. De parte alemana se tena el exagerado
temor de estar sacando las castaas del fuego a Inglaterra, y en las cuestiones relativas al Extremo
Oriente no se queran tomar compromisos contra Rusia. Pero sobre todo no se quera renunciar a
la ventaja estratgica de la mano libre entre ambas potencias, con la esperanza de que esta
lnea poltica produjera abundantes frutos en el curso de pocos aos. Holstein contaba ahora
firmemente con una guerra anglo-rusa en la que Alemania hubiese representado el papel del
espectador que re. Los ingleses, por su parte, estaban disgustados por la
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inestabilidad de la poltica alemana, que prometa amistad para echarse siempre atrs en el ltimo
momento. A pesar de todo, volvieron a celebrarse en marzo de 1901 negociaciones para una
alianza anglo-alemana, emprendidas por parte inglesa con la esperanza de alcanzar la neutralidad
de Alemania, en previsin de la inminente guerra ruso-japonesa. El barn de Eckardstein, primer
secretario de la embajada alemana en Londres, aprovech la ocasin para intentar, por cuenta
propia, llevar a cabo una alianza defensiva germano-inglesa. Este pretendi ante el ministerio de
Asuntos Exteriores haber recibido una oferta formal de alianza por parte del ministro del Exterior
ingls Landsdowne, mientras que en realidad haba tomado l mismo esa iniciativa, no respetando
las estrictas rdenes de sus superiores. Holstein crey confirmada su tesis de que Alemania tena
la llave de la situacin en sus manos y que no deba hacer otra cosa que esperar a que Inglaterra
tomase la iniciativa, optando por una lnea dilatoria en un grave error de apreciacin. Los
alemanes estaban convencidos de que, ante el inminente conflicto con Rusia, Inglaterra estara
obligada, tarde o temprano, a presentar a Alemania una oferta mucho ms interesante, y en Berln
se sostena que, en tal caso, una alianza defensiva entre Alemania e Inglaterra no sera suficiente;
Inglaterra tena que adherirse, con todas las consecuencias, a la Triple Alianza -una exigencia que
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el gobierno ingls no hubiese podido aceptar fcilmente. Cuando Landsdowne rechaz en
diciembre de 1901 la idea de un acuerdo de carcter general, proponiendo a su vez acuerdos
sobre cuestiones concretas, se reaccion en Berln con asombro y alivio. Ciertamente, la
diplomacia alemana haba cometido un grave error de clculo. BIow y Holstein sobrevaloraron de
manera excesiva la fuerza de la posicin alemana en el sistema de potencias. Ellos crean que, ante
el agravamiento del contraste entre Inglaterra y Rusia, el tiempo trabajaba en favor de Alemania.
De esta manera la poltica alemana sigui cabalgando por las nubes y rechaz framente, poco ms
tarde, cualquier tentativa de alianza de parte rusa, igual que anlogas iniciativas de parte francesa.
Para Alemania, en las actuales circunstancias no haba razn para abandonar la poltica de la
mano libre. As lo crea Holstein an en marzo de 1902. Esta actitud se revel pronto como fatal;
tanto ms por cuanto que las otras potencias se sentan cada vez ms ofendidas por el tono
arrogante y con frecuencia brusco de la diplomacia alemana. De esta manera las otras potencias
comenzaron a ponerse de acuerdo entre s, concluyendo en materia de poltica colonial toda una
serie de acuerdos bilaterales en los que no se tena en cuenta a Alemania, que sola ser la parte
ms perjudicada polticamente. Menos desventajoso para la posicin de Alemania fue el pacto que
firm Inglaterra en 1902, despus del fracaso de las negociaciones germanoinglesas con el Japn,
en sustitucin del respaldo alemn, irritada adems por los discursos anglfobos que Blow haca
en el Reichstag, los cuales estaban sin embargo destinados exclusivamente al consumo del
mercado interno. Ms preocupantes para Alemania fueron los contactos que Francia lograba
ahora establecer tanto con Italia como con Inglaterra; estas relaciones estaban destinadas en un
principio exclusivamente a la preparacin diplomtica de una gradual toma de posesin de
Marruecos, pero en sus resultados finales terminaron por perjudicar tambin las posiciones de las
potencias centrales dentro del sistema europeo. Ya en el ao 1902 y aunque fuera del espritu de
la Triple Alianza, Italia haba concluido con Francia un acuerdo secreto por el que obtena mano
libre para la futura conquista de Trpoli a cambio de libertad de accin para Francia respecto a
Marruecos. Hacia el final del otoo de 1902, la diplomacia italiana llevaba su doble juego al
extremo, renovando la Triple Alianza con Alemania y Austria-Hungra, y
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asegurando al mismo tiempo a Francia, a travs de un intercambio de notas diplomticas, que
Italia conservara una estricta neutralidad en el caso de que Francia fuera atacada por una o ms
potencias, o que se, viese obligada a declarar una guerra a raz de una provocacin o para
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defender su honor o su seguridad. Aunque estos dos acuerdos, si se tomaban al pie de la letra, no
eran contradictorios, se haba abierto en la Triple Alianza una primera brecha. De manera, menos
directa, pero ms duradera, la posicin de Alemania qued debilitada por la conclusin de la
Entente Cordiale, en 1904, entre Inglaterra y Francia. En cuanto a su contenido sta fue ms bien
una dtente, ya que de parte inglesa estaba dirigida exclusivamente a la eliminacin de los
contrastes an existentes en las cuestiones coloniales. En el fondo, la Entente Cordiale no hizo
otra cosa que continuar el acuerdo de 1899. Inglaterra prometi apoyar diplomticamente las
aspiraciones que Francia tena en Marruecos, a cambio del reconocimiento de su status poltico en
Egipto. Aunque este acuerdo no haca mencin a las cuestiones de poltica europea y, por tanto,
no poda considerarse de modo alguno como una maniobra dirigida contra Alemania, significaba
un duro golpe contra el Reich alemn, que slo pocos aos antes haba pedido a Inglaterra el
reconocimiento de su derecho de participacin activa en una eventual reglamentacin definitiva
de la cuestin marroqu. Oficialmente el gobierno alemn se expres en trminos moderados,
mientras que en el interior reaccion, sobre todo Holstein, de manera extremadamente
preocupada: Buena la hemos armado! Ser difcil que Inglaterra y Francia nos ataquen (...), pero
no podemos hacer conquistas en ultramar. No soy yo el que pide tales conquistas, pero una gran
masa del pueblo las pide a voces y se maravilla de que no quede nada para Alemania (...).
Teniendo enfrente a Inglaterra y Francia, no se puede perseguir una poltica de Ultramar. El
hecho de que, desde 1903 en adelante, al menos el proyecto del ferrocarril de Bagdad hubiese
hecho notables progresos, constitua un escaso consuelo, aunque se chocaba cada vez ms contra
la resistencia de Rusia, aumentando de esta manera las dificultades polticas para Alemania. La
conclusin de la Entente Cordiale despert bruscamente a la diplomacia alemana de la
autocomplacencia que haba ostentado hasta aquel momento. De pronto descubri que la poltica
de manos libres no haba servido para nada, ni desde el punto de vista de la posicin de poder
de Alemania, ni desde el punto de vista de sus esperanzas en el plano de la poltica colonial. Por
ello se esforz ahora en romper el aislamiento que amenazaba a Alemania, ofreciendo una alianza
a Rusia. En aquel momento las perspectivas eran favorables sobre todo porque el comienzo de la
guerra ruso-japonesa en la primavera de 1904 haba dado al Reich alemn una posicin clave en el
sistema de las potencias europeas. En Londres se observaba a Alemania con gran desconfianza;
con indignacin se comprobaba que aqulla prestaba ayuda tcnica a la flota rusa en la guerra
contra el Japn y en Alemania, en cambio, se extendi un descontento cada vez mayor por la
poltica inglesa, a la que se reprochaba de pasar de nuevo por alto descaradamente los intereses
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de Alemania en las tierras de ultramar. En ambas partes creca la irritacin y se atribua en cada
ocasin a la nacin rival la culpa principal de las propias dificultades. Los ingleses observaban la
flota alemana con creciente preocupacin y el propio almirante Fisher considero la eventualidad
de si no era mejor to Copenhagen the German fleet antes de que fuese demasiado tarde. De
ambas partes del Canal se difundi el miedo a un ataque por sorpresa, llegando incluso a
preocupar a la poltica oficial. As, era natural que el gobierno del Reich aprovechase las profundas
tensiones existentes entre Rusia e Inglaterra, para proponer al
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gobierno ruso la conclusin de una alianza continental entre Alemania, Rusia y Francia, con el
objetivo principal de aislar el conflicto ruso-japons y sucesivamente de privar a la alianza ruso-
francesa de 1894 de su carcter amenazante. Despus del incidente en el mar del Norte (en
Dogger Bank) del 21 de octubre de 1904 (en la espesa niebla la flota rusa del Bltico, en ruta hacia
el Extremo Oriente, haba tomado a algunos pesqueros ingleses por unidades japonesas y los
haba hundido), las tensiones entre Rusia e Inglaterra haban desencadenado casi un conflicto
mundial. Pero las negociaciones entre Alemania y Rusia no llevaron a ningn resultado concreto,
ya que los rusos se negaron a imponer a Francia una alianza semejante, mientras que los franceses
hacan todo lo posible por impedir su realizacin. Rechazado en San Petersburgo y en Pars, el
gobierno alemn se decidi a una ofensiva diplomtica, con la que intentaba romper las alianzas
dirigidas contra Alemania y al mismo tiempo demostrar que no se poda mantenerIa al margen
impunemente en las cuestiones de poltica mundial. Como punto de partida se eligi Marruecos,
donde Francia, en virtud de sus tratados con Italia, y de un acuerdo suplementario con Espaa,
haba comenzado a instalarse cmodamente, aunque no posea ningn ttulo jurdico (tampoco
segn el texto de la Entente Cordiale), y adems el sultn de Marruecos continuaba siendo
considerado el nico soberano del pas. La combinacin franco-inglesa deba ser atacada en su
punto dbil, y en un momento en que Rusia, aliada de Francia y gravemente comprometida por el
desfavorable curso de la guerra contra el Japn, no poda prestar ayuda militar. No fue en realidad
por motivos de poltica colonial, sino sobre todo por motivos de prestigio y de acuerdo con
consideraciones de poltica de alianzas, por lo que Holstein y Blow escenificaron el desembarco
de Guillermo II en Tnger el 31 de marzo de 1905. Esta ostensible revalorizacin de la soberana
del Sultn de Marruecos pretenda desbaratar eficazmente los planes franceses. El gobierno del
Reich alemn estaba firmemente decidido a no dejar recoger a Francia los frutos de la Entente
Cordiale. Se contaba tambin con el hecho de que las relaciones francoinglesas no habran podido
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sobrevivir a esta prueba y que la unin franco-rusa sufrira una debilitacin. Formalmente, la
intervencin de Alemania en favor del statu quo en Marruecos estaba bien justificada, ya sea en el
plano diplomtico o en el del derecho internacional, tanto ms cuanto que Francia, al pasar por
alto completamente la posicin de Alemania en la cuestin marroqu, haba quedado al
descubierto. De esta manera Alemania, si bien slo con la amenaza de recurrir a medidas
militares, pudo obtener de Francia concesiones parciales, y especialmente imponer por la fuerza la
cada del ministro del Exterior francs, Delcass, exponente en el Quai d'Orsay de una poltica
filoinglesa. En plena euforia, Alemania no se content con este triunfo parcial y quiso hacer total la
humillacin de Francia. La poltica marroqu de Francia debera someterse al juicio de una
conferencia compuesta por todas las potencias que haban firmado el tratado de Madrid de 1880.
Blow confiaba con optimismo en que la gran mayora de las potencias europeas. Y sobre todo los
Estados Unidos, apoyaran la tesis alemana segn la cual todas las naciones europeas disfrutaban
de los mismos derechos econmicos y polticos en Marruecos, y la soberana del Sultn no deba
ser reducida en favor de una sola nacin. Las exigencias alemanas fueron, sin embargo,
consideradas poco sinceras por la mayora de las otras potencias, y lo eran efectivamente, ya que
la intervencin en favor del Sultn no tena otro fin que el de tener una puerta abierta para poder
poner ms adelante las manos sobre la presa marroqu. Sobre todo, Inglaterra reaccion con gran
hostilidad a la tctica mezquina
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y maquiavlica empleada por la diplomacia alemana. En lugar de hacer saltar la Entente Cordiale,
como haba esperado Holstein, la poltica alemana produjo el efecto contrario, transformndola
en un acuerdo que abarcaba incluso las cuestiones de la poltica europea. Por primera vez tuvieron
lugar acuerdos militares entre Francia e Inglaterra acerca de operaciones conjuntas en el caso de
una guerra contra las potencias centrales. Sir Edward Grey, ministro del Exterior en el gabinete
liberal de Campbell-Bannerman, apenas llegado al poder, dud en llevar a cabo acuerdos polticos
de manera oficial con Francia, pero, por otra parte, dirigi clara y sistemticamente la poltica
exterior inglesa en sentido profrancs. Ya entonces empez a dibujarse la configuracin poltica de
las alianzas, que en 1914 habra de resultar fatal para las potencias centrales: la alianza de
Inglaterra con Francia y -a travs de Pars- tambin con Rusia. En esta situacin tan poco
alentadora, Guillermo II en persona trat de concluir con Rusia una alianza defensiva. Con motivo
de un encuentro con Nicols II en la baha de Bjrk pudo obtener la firma del zar en un
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documento-tratado que tena desde un principio un valor reducido, por estar su validez limitada al
territorio europeo. Tanto la diplomacia rusa como la alemana hicieron en el futuro caso omiso del
tratado de Bjrk, como si ste no hubiese existido nunca, tanto ms por cuanto que el gobierno
francs se neg a adherirse a semejante acuerdo. Este ejemplo de diplomacia personal y
autocrtica, el ltimo en la historia de Europa, termina en un fracaso, dejando en una y otra parte
un profundo descontento. Que Alemania, por culpa de su diplomacia, oscilante entre los distintos
campos e incapaz de darse un barniz de credibilidad, haba terminado en un callejn sin salida, se
puso de manifiesto con toda claridad con motivo de la conferencia internacional sobre Marruecos,
que se celebr en enero de 1906 en Algeciras por deseo de Alemania. En completo contraste con
las expectativas optimistas del prncipe Blow, el Reich alemn se encontr finalmente en un
aislamiento casi completo; solamente Austria-Hungra le dio su apoyo incondicional. Por el
momento se pudo conservar formalmente el status quo en Marruecos, pero la concesin de los
derechos de polica a Francia y, en la esfera de influencia espaola, a Espaa, dio a ambas
potencias un instrumento eficaz para una gradual anexin poltica y econmica del pas. El intento
de Alemania de interferir los acuerdos entre las otras potencias en materia de poltica colonial, sin
estar en condiciones ya, por razones econmicas, de perseguir en aquel momento una poltica
sistemtica de conquistas coloniales, se concluye as con su exclusin del crculo de las otras
grandes potencias. Cuando al ao siguiente Inglaterra y Rusia se dividieron Persia en zonas de
influencia, qued bien claro lo ilusoria que haba sido la previsin de Holstein de que, en vista de la
insalvable hostilidad entre el len britnico y el oso ruso, una poltica de la mano libre habra
permitido prestar en el momento oportuno servicios preciosos a ambas partes, obteniendo as
grandes recompensas. No fue, por lo tanto, una poltica imperialista declarada y sistemtica la que
provoc el aislamiento de las potencias centrales, sino una poltica de prestigio inestable y
oscilante. La creciente desconfianza de las otras grandes potencias hacia la poltica alemana se fue
convirtiendo cada vez ms en una amenaza para la paz europea, ya que en todas partes se tenda
ahora a oponerse a los deseos de Alemania, incluso cuando estaban justificados. As se foment la
tendencia de Alemania a imponer estos deseos a toda costa con una mayor presin militar y un
aumento del potencial blico, que necesariamente creaba un peligro de guerra cada vez mayor.
No fue casualidad
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que la segunda conferencia de La Haya de 1907 concluyera sin ningn resultado concreto. El
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gobierno alemn se neg decididamente a considerar una reduccin del armamento y una
restriccin de la soberana nacional por un sistema de tribunales arbitrales o algo parecido, y
adems las otras potencias tampoco eran partidarias de ello. Sin embargo, la actitud del Reich no
era tan injustificada, si se tiene en cuenta que Alemania se habra visto ms perjudicada que las
otras potencias por una congelacin del armamento en 1907 y por la consiguiente cristalizacin de
las posiciones de poder de las grandes potencias. Mientras las otras potencias trataban de
consolidar sus imperios coloniales, renunciando a ampliados ulteriormente, para Alemania el paso
a gran potencia colonial era abandonado al futuro. El problema consista en saber si esto sera
posible empleando slo medios pacficos. En Berln se era an optimista en este sentido, pero el
propio Blow tena que admitir que la situacin poltica general se haba desplazado
alarmantemente en contra de Alemania, y por ello recomend llegar a un acuerdo con Inglaterra
sobre la reduccin del armamento naval de ambos pases, con el fin de eliminar, al menos, un
elemento potencial de conflicto. Pero la desconfianza de las otras potencias con respecto a la
poltica alemana haba aumentado extraordinariamente y el rea de accin para una poltica
colonial de Alemania se haba reducido al mnimo. Esta restriccin de la libertad de movimiento
afectaba naturalmente tambin, en cierta medida, a las otras grandes potencias. En el curso de
dos decenios de lucha encarnizada por la adquisicin de territorios de ultramar, las tensiones
dentro del sistema de las potencias europeas y la presin que las clases medias ejercan sobre sus
gobiernos, haban alcanzado un grado tan extremo que cualquier intento de modificar las
relaciones de poder existentes entraaba el riesgo de un conflicto europeo general. Pero an
exista la esperanza de que Europa se detuviese a tiempo en este camino antes de caer en el
abismo.
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